A la mañana siguiente desperté agotado, aunque no lo suficiente como para excusarme. La emoción y las ganas de terminar sacando adelante el evento eran tan grandes que compensaron el cansancio y disiparon todo resquicio de dudas. Llegué temprano al pabellón de convenciones, aún cerrado, donde esperaban Atrensis, Snix, K3 y Slaughter. Al rato entramos tras un surrealista incidente: el guardia de seguridad me pidió la identificación una vez, para acto seguido pasar y pedírmela otra vez alegando que no lo había visto bien. A partir de ese momento aquel guardia se quedó con mi cara y cada vez que nos cruzábamos era un intercambio de «hombre, el de antes» y esas cosas. He de decir que el personal de seguridad se comportó la mar de bien con nosotros, eran muy agradables.
Una vez dentro el stand distaba mucho de estar presentable. Con las prisas del día anterior habíamos embutido las cosas debajo de la mesa, así que me dediqué a sacar absolutamente todo y a reordenarlo por completo. Pero los primeros incidentes del día no tardaron en aparecer. El primero fue leve, pues Fedora Attack, quien gustosamente nos había prestado su amplificador para la pantalla de reproducción de vídeos, parece ser que se había olvidado del mismo en el coche de su padre. Luego resultó ser que estaba en el otro stand y, solventado el asunto, todo arreglado. Lo que de verdad si que fue preocupante fue la ausencia de Melody Lawrence, quién fue uno de los miembros del equipo de organización que más se dejaron la piel en el proyecto, y que ahora se había dejado la salud con una fuerte gripe que la dejó sin voz. Se nos caía una pieza importante de la organización, o eso creíamos nosotros. Estaba encargada de los horarios y sin embargo, aunque no estuviera allí, dirigió a todo el mundo a golpe de Washap, haciéndo funcionar la maquinaria del complejo horario.
Mi primera labor de la mañana fue llevar un «Trivial Brony», en el que pedí la asistencia de Atrensis, quien también es otro erudito del trasfondo brony. La asistencia no fue mucha. La verdad es que el horario no ayudaba nada, siendo las diez de la mañana del domingo, día con menor asistencia (en términos relativos, claro; tan solo unos cuantos miles de personas menos). Pero eso no nos impidió disfrutar de la actividad y de la cara de sorpresa de más de uno con las preguntas del tipo «¿Cuánto suman las puntas de las estrellas de la cutie mark de Twilight Sparkle?». La respuesta es 42, referenciando a «Guía del Autoestopista Galáctico» de Douglas Adams.
Terminado mi primera actividad me dirigí al stand no comercial para descubrir que se había realizado un cambio de horario que me dejaba con una hora vacía, una en el no comercial y otra en el stand de artistas. Aproveché la primera para tener una larga conversación con Dennis Chanels detrás del pabellón, a la salida de la cafetería. Sorprendentemente el camarero también era majo y el café era buenísimo, por no dar marcas, el de George Clooney. Ya sabéis cual digo. Lo cual no deja de ser también sorprendente que existan cafeteras industriales de esta marca. A todo ésto amenizado por una de las cantantes coreanas que practicaba con su guitarra antes de su concierto. Fue un momento de relajación total.
Cumplí mi hora en el stand no comercial y me dirigí al otro pabellón para seguir con mis funciones. El ambiente era completamente distinto, como ya he remarcado en la anterior entrega. La afluencia de público era mucho mayor, pero carecía de ese toque de tranquilidad y familiaridad que tenía el otro, donde cualquiera se paraba a charlar o a preguntar. Aquí los visitantes hacían visitas rápidas y se paraban poco. Los artistas estaban ocupados con lo que mejor se les da hacer, dibujar, y yo poco más tenía que hacer que atender la tienda. No obstante ahí apareció Pottoka que ofreció conversación cuando no estaba atendiendo alguna venta. Finalicé el turno y salí a comer junto con el propio Pottoka y con Slaughter.
Continuará…
Si la primera imagen es del segundo día el póster que falta de Pinkie lo tengo yo
juas juas juas