Amor de madre [Slice of life]

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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor Sg91 » 24 Abr 2014, 20:05


Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor amadeus_dark » 24 Abr 2014, 23:47

Id dando click a las imagenes....

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¿Fin?
Mi pony test de perosnalidad.........Just as Pinkie planned

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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor Volgrand » 25 Abr 2014, 01:23

Una historia de amor mejor que la de Crepúsculo.
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor amadeus_dark » 25 Abr 2014, 01:40

Volgrand escribió en 25 Abr 2014, 01:23:Una historia de amor mejor que la de Crepúsculo.


Volgrand ahora que mentas eso... Leete Bella F***amonstruos vas a lolearte de lo lindo, te paso un enlace por pm
Mi pony test de perosnalidad.........Just as Pinkie planned

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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor Sg91 » 04 May 2014, 17:20

Capítulo 7

Se pronuncia puch


https://www.fanfiction.net/s/9500925/8/Amor-de-madre

Qué asco de caracteres... deberían de aumentarlos

Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor Volgrand » 04 May 2014, 17:38

"¡SE SIENTEN, co*o!" xDDDDDD Me ha matado mucho, y mira que me advertiste de que iba a ocurrir.
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor amadeus_dark » 04 May 2014, 23:16

23 F, 23 F everywhere...Soy yo o tambien has cogidas cosas de "operacion palace"?

Buen cap, pero me hubiera gustado mas que vencieran a Blueblood usando una de sus propias leyes... Hubiera sido un OWNED en toda regla
Mi pony test de perosnalidad.........Just as Pinkie planned

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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor Sg91 » 03 Jun 2014, 10:24

Capítulo 8

De excursión


Como bien predijeron las princesas, las dos primeras semanas tras el golpe de estado fueron un tanto caóticas; mientras Luna y Celestia reorganizaban la Cámara Alta, instauraron una junta provisional presidida por Cadance, para que su sobrina fuera adquiriendo experiencia a la hora de gobernar. Lo hizo realmente bien, y llevó con entereza el cargo durante las dos semanas que duró su mandato.

La Cámara Alta se restructuró por completo, ateniéndose a la nueva ley nobiliaria que entró en vigencia inmediatamente después del golpe; a petición expresa de Celestia, Fancy Pants aceptó con sumo gusto el puesto de presidente. Desde el principio el noble había demostrado, y con creces, su buena capacidad para tomar decisiones, y lo hacía ideal para el puesto. Entre él, Celestia y Luna, fueron decidiendo a los nuevos representantes que tendrían visibilidad en el hemiciclo; dado que el pueblo había sido apartado desde hacía mucho tiempo, éste volvió a tener representación en la Cámara, escogiendo a uno por cada localidad ecuestriana. De esta forma, hubo distintos representantes provenientes de Ponyville, Cloudsdale, Hollow Shades, Manehattan, Fillydelphia, Baltimare, Dodge Junction, Appleloosa, Las Pegasus, Tall Tale, Vanhoover, Hoofington y Trottingham. Los ponis de Canterlot se dispusieron aparte, y la nobleza más cercana a la corona tuvo su sitio en los niveles inferiores de la tribuna; ésta también fue reorganizada por completo, todos los anteriores nobles corruptos fueron prácticamente expulsados de su posición y en su lugar fueron dispuestos todos los nobles que apoyaron desde el principio a las princesas, junto con unos cuantos nuevos más seleccionados previamente por las princesas y sugeridos por Fancy Pants. De esta forma, la Cámara Alta fue reorganizada ateniéndose, principalmente, a la función original que siempre la fue concebida, un instrumento de mediación entre las princesas y el pueblo, para que el poder de estas se repartiera de forma equitativa y no incidiera directamente sobre éste de manera unánime.

Esta reorganización trajo consigo tanto alabanzas como críticas hacia las princesas, pero éstas fueron totalmente ignoradas por el resto del pueblo, quedándose el resto de nobles que fueron apartados refunfuñando para sí mismos. El primer pleno de la nueva Cámara se celebró a la segunda semana después de su reorganización, y todo fue tan bien como las princesas se esperaban. Como bien aseguró Celestia, un nuevo horizonte claro y muy brillante se abre ante Ecuestria, siendo ésta misma testigo de su propio cambio.

La vida tras ese cambio se simplificó, y tanto Celestia como Luna volvieron a respirar tranquilas tras varias semanas de no parar; esa misma mañana, Luna se relajaba bañando a su hijo y preparándolo para recibir a su pediatra personal, ya que le tocaba revisión tras la última vez que vino. Frank no era muy amigo del agua, pero Luna lo arreglaba rápidamente mediante el mejor método que ella conocía: Frank Sinatra. Y funcionaba a la perfección.

And now, the end is near;

And so I face the final curtain.

My friend, I'll say it clear,

I'll state my case, of which I'm certain.


Los suaves acordes de My way conseguían el efecto deseado y calmaban a Frank, el cual se dejaba hacer por su madre mientras ella le lavaba a conciencia, mezclando jabones especiales con sales de baño para que quedara limpito y bien aseado. De vez en cuando, cuando veía que Frank se ponía tonto y hacia pucheros, Luna le hacía caras raras para calmarle, incluso alguna que otra pedorreta en la barriguita conseguía hacerle reír y calmarle.

I've lived a life that's full.

I've traveled each and ev'ry highway;

And more, much more than this,

I did it my way.


-A mi manera… a ver esas patitas… ¿de quién son estas adorables patitas?-inquirió ella, frotándole con una suave esponja.

Frank esbozó una tonta sonrisa y Luna se la devolvió como una madre sólo lo haría; al no saber aún que tipo de criatura era, su anatomía seguía siendo un misterio para ella, pero de alguna manera ya se había acostumbrado y no se la hacía tan raro cuando lo lavaba. Sus pequeñas garras tanto en las patas superiores como las inferiores se abrían y cerraban instintivamente y sus partes más pudientes se ocultaban tras la espuma que flotaba en el agua. Y aun a pesar de lo distinto que era en comparación con ella u otro poni, Luna sabía, y muy bien, que seguía siendo su hijo.

Regrets, I've had a few;

But then again, too few to mention.

I did what I had to do

And saw it through without exemption.


Hasta ahora todas las canciones de Sinatra la habían gustado, y ésta tampoco fue ninguna excepción; al contrario que muchas otras, ésta no hablaba de amor o algo parecido, sino de la experiencia de la vida y todo lo que uno vive a través de ésta. Luna había vivido mucho, y esa canción en concreto hizo que muchos recuerdos y memorias del pasado volvieran al presente.

I planned each charted course;

Each careful step along the byway,

And more, much more than this,

I did it my way.


Al contrario que Celestia, ella siempre había sido mucho más cabezona, y cuando se la metía algo entre ceja y ceja no paraba hasta alcanzar lo que quería. Luna esbozó una melancólica sonrisa, recordando esos viejos tiempos.

Yes, there were times, I'm sure you knew

When I bit off more than I could chew.

But through it all, when there was doubt,

I ate it up and spit it out.

I faced it all and I stood tall;

And did it my way.


La sonrisa de Luna se pronunció un poco más, adentrándose aún más en sus recuerdos; muchas veces tenía tendencia a discutir con Celestia, sobre todo por las cosas más tontas y simples, parecía que no se tragaban entre sí. Pero siempre se perdonaban con un lo siento sincero y un gran abrazo, de vez en cuando bajo la supervisión de su madre.

I've loved, I've laughed and cried.

I've had my fill; my share of losing.

And now, as tears subside,

I find it all so amusing.


Luna siempre fue una potrilla solitaria, pero cuando la situación lo ameritaba, nunca dudaba en ir a jugar con su hermana o pasar más tiempo con sus padres; nunca se esperó que esa soledad la fuera distanciando cada vez más y más de su hermana conforme fueron creciendo. Celestia se centró más en sus tareas como princesa, y ella se centró más en sí misma, tratando de hacer las cosas bien. Pero, al final, nada salió como ellas esperaban. Una lágrima se asomó de sus ojos, resbalando por su mejilla.

To think I did all that;

And may I say - not in a shy way,

"Oh no, oh no not me,

I did it my way".


Y realmente hizo las cosas a su manera; pero esa manera perjudicó a ambas por igual.

For what is a man, what has he got?

If not himself, then he has naught.

To say the things he truly feels;

And not the words of one who kneels.

The record shows I took the blows -

And did it my way!


La orquesta adquirió un ritmo fuerte y soberbio, que se entremezcló con unas tonadas algo más suaves y rítmicas cerca del final; Luna cerró los ojos, tratando de desterrar todos esos recuerdos.

Yes, it was my way…

La canción terminó suavemente, ayudándola sentirse un poco mejor consigo misma; en ese momento oyó a su hijo llamándola la atención con varios gemiditos ahogados y Luna retomó el baño, regresando a la realidad.

-Perdona, cariño… mamá está un poco tonta…

Una vez que terminó de enjabonarle le aclaró con agua limpia y, en cuanto estuvo limpio, lo envolvió con una tersa toalla de lino y lo estuvo secando suavemente, apoyándolo en su pecho. Frank no se quejó en ningún momento y miró a su madre fijamente, llegando a esbozar un gesto inquisitivo. Luna le sonrió y le dio un beso en la frente, saliendo del baño.

-Ahora a vestirse, el doctor llegará dentro de nada…

Luna le puso pañales limpios antes de vestirle con algo fino, ya que empezaba a hacer calor, y tras eso bajó a uno de los salones del piso inferior para esperar allí al doctor Good Care; éste se presentó al poco rato, llegando a la hora convenida.

-Buenos días, princesa… vengo a ver cómo está el pequeño Frank.

-Bienvenido doctor, es todo suyo.

Bajo la supervisión tanto de Luna como de Cadance, que también estaba allí, el doctor le realizó el chequeo de rigor, comprobando que todo estaba bien; en cuanto vio que no llevaba el chupete y estaba tranquilo, comentó.

-Ah, parece que esos dientes ya no le molestan…

-No, hace pocos días que dejó de llorar, y ya no quiere el chupete…-comentó entonces Luna.

-Bien, no es bueno que abuse de él una vez que ha cumplido su función… vamos a echarte un vistazo…-murmuró Good Care, sacando su palito para auscultarle la boca.

Frank se dejó hacer y el doctor le estuvo mirando los dientes, pero al poco rato vio algo que no le gustó mucho, llegando a murmurar.

-Oh, oh…

-¿Qué ocurre, doctor?-inquirió Luna, extrañada.

-No es nada malo, pero… tienen que ver esto.

Luna y Cadance se acercaron a la mesa y echaron un vistazo, viendo entonces a qué se refería.

-Ah, esos son…

-No puede ser…

-Me temo que sí, princesa… supongo que sabrán que una dentadura puede decir mucho sobre las costumbres alimenticias de casi cualquier criatura, y esos colmillos de ahí no dan lugar a la duda.

-Pero… ¿eso significa que mi Frank…?-inquirió Luna, un tanto asustada.

-No tiene por qué, de hecho me sorprende ver que también tiene incisivos y molares, eso me da pie a pensar que puede comer cualquier otro alimento que no sea carne… aunque lo cierto es que esos caninos son muy prominentes, todo sea dicho…

-En ese caso, Frank es una criatura omnívora…-dedujo Cadance rápidamente.

-Mismamente… dentro de poco tendrán que incluir a su dieta algo de carne, esos dientes no pueden estar ahí por nada, no conozco a fondo su sistema nutricional, pero está claro que la necesitará.

Tanto Luna como Cadance se miraron con un gesto de preocupación grabado en su rostro; no se esperaban para nada este sorpresivo cambio de acontecimientos, además del problema añadido de conseguir la carne que Frank necesitaría a partir de entonces. Su raza es eminentemente herbívora, para ellos nombrar la carne infundía miedo y asco, y no precisamente en ese orden.

Una vez que terminó su trabajo, el doctor se despidió de ellas y se fue enseguida; Luna dejó a Frank con Cadance y se dirigió a hablar directamente con su hermana para informarla acerca de la nueva situación. Celestia se quedó pensativa, contemplando posibilidades, mientras observaba la inmensidad de Ecuestria desde el balcón de su habitación.

-Es un problema, eso desde luego…

-¿Y qué podemos hacer, Tia? Si Frank necesita carne para sobrevivir ¿de dónde la sacaremos?

La princesa del día suspiró, pensando rápidamente.

-Nosotros somos herbívoros, por lo que por nuestra parte se refiere no podemos hacer nada… aunque se me está ocurriendo algo…

-¿El qué?-inquirió Luna, ávida de una respuesta.

-Los grifos sí que comen carne, y tienen mucha facilidad para conseguirla… podríamos contratar a un cocinero grifo para que se encargue de esa parte de la dieta de Frank, aunque tendría que trabajar aparte, eso sí…

-¡Qué buena idea, hermana! Precisamente tenemos una buena relación con el reino grifo…

-Sí, fue por eso por lo que pensé en ellos. Hablaré con el rey grifo, quizás él pueda ayudarnos.

-Estupendo… gracias Tia, de verdad-murmuró Luna, abrazando con fuerza a su hermana.

-Lo que sea por mi pequeño sobrino y por ti, Luna…

Las dos se quedaron allí, contemplando el paisaje que Ecuestria las ofrecía; al fondo, en un valle que bordeaba la parte inferior de la montaña, se podía ver a un tren dirigiéndose hacia el norte a gran velocidad.








Desde un primer momento, Twilight había querido salir cuanto antes y hacer el viaje hacia las Neighara Falls rápidamente, pero una serie de eventos atrasaron bastante la fecha prevista, entre ellos la migración de los dragones o la operación de traslado de agua del pantano local a Cloudsdale de ese año. Finalmente, tras muchos dimes y diretes, pudieron establecer una fecha que también pudiera venir bien tanto a Rainbow como a Pinkie, ya que para ellas seguía en pie el acompañarla.

-Más vale tarde que nunca, supongo…-pensó la unicornio lavanda, mirando a Canterlot desde la lejanía.

-¡Qué bien, por fin salimos de visita a las Neighara Falls! ¡Estoy tan nerviemocionada!-exclamó en ese momento Pinkie, botando en su asiento.

-Te recuerdo que es ir y volver, Pinkie, no nos vamos a quedar de acampada…

-Oh, ya lo sé tontita, tan solo vivo el momento-asintió ella, esbozando una grata sonrisa.

-Tú siempre vives el momento, Pinkie…-murmuró Rainbow.

-¡Por supuesto que sí! ¡Si no lo haría, no sería el momento! ¿No crees?

Twilight rodó los ojos, esbozando una tonta sonrisa, mientras iba pensando en lo que le diría a Over Seeker, el famoso viajero y autor de la mayor enciclopedia científica acerca de todas las criaturas de Ecuestria.

-Parece que el tal Seeker ya tiene sus buenos años…-comentó Spike, ojeando un panfleto.

-Hombre, estuvo gran parte de su vida viajando por Ecuestria… es normal que ya peine canas…

-Canas y arrugas… míralo, parece que está permanentemente enfadado…

La foto que aparecía en el folleto mostraba a un poni pegaso de pelaje amarronado y crin y cola blanquecina; en su rostro se podía observar una expresión molesta.

-Los grandes genios son los que más temperamento tienen… no te preocupes, seguro que se muestra amable con nosotros.

-Pues eso espero…

En ese momento Pinkie apareció de improviso entre ellos y exclamó.

-¡Uauh, vaya cara de ajo! ¿Es el poni al que vamos a visitar?

-Sí, Over Seeker, un famoso aventurero…

-¡Pues tiene que sonreír más, si es necesario, yo le ayudaré!

-Pinkie, no creo que eso sea…

-¡Ah, tonterías, ya sabes lo que pienso acerca de la gente seria! ¡Una sonrisa y todo mejora! ¿Acaso no oíste mi canción?

-Sí, claro…

-¡Pues por eso mismo! ¡Caminemos ponis, sonreíd, llenad mi corazón de alegría!

Pinkie se fue canturreando por lo bajo, dejando solos a la unicornio lavanda y el pequeño dragón.

-Verás que viaje nos va a dar…-murmuró Spike por lo bajo.

-Ah, no es tan malo, ya sabes cómo es…

El tren siguió el viaje corriendo imparable hacia el norte, yendo por el mismo camino que Twilight llegó a recorrer hace ya varias semanas atrás; pero al contrario que la última vez, el tren paró en una pequeña estación de paso cerca de la intersección del río que alimentaba las Neighara Falls. A partir de ahí, el viaje se resumía en ir siguiendo el río hacia el norte hasta llegar a las cataratas.

El paisaje era muy verde y estaba salpicado por todo tipo de vegetación, el ambiente era húmedo al estar bordeando el río y el sol brillaba por encima de sus cabezas; Pinkie no tardó nada en amenizar el viaje.

-¡Ey, juguemos al veo-veo!

-Está bien, empieza tú, Pinkie…

-¡Vale! Veamos, veo, veo… una cosita alta, grande y espesa…

-¿Un árbol?-inquirió Rainbow rápidamente.

-¡Sí! ¡Te toca, Dashie!

-Muy bien… veo, veo… una cosita marrón, mullida y húmeda…

Por un momento Twilight echó un vistazo a su alrededor, prestando especial atención a los detalles; el fluir de las aguas del río se podía oír desde donde estaban, la corriente bajaba con fuerza, formando pequeños saltos de agua en los bordes más prominentes del lecho del río. Un leve viento proveniente del este agitaba las copas de los pinos más cercanos a la orilla, llevando consigo aromas distantes y lejanos. El suelo se encontraba húmedo, ya que la noche anterior había llovido; las hojas de los abetos más cercanos cubrían la hierba de los pastos, extendiendo un curioso e improvisado manto de colores cambiantes y vivos.

-¡Ah, la hojarasca!-exclamó entonces la unicornio lavanda.

-¡Exacto! Tu turno, Twilight…

-De acuerdo… veo, veo… una cosita grisácea, plana y calcárea.

-¿Calca qué?-inquirió Pinkie, extrañada.

-Ni idea…-murmuró Rainbow.

Al otro lado del río había una serie de desniveles rocosos e irregulares que precedían a una colina que dominaba el lugar.

-¡Ah, las rocas!-exclamó en ese momento Spike.

-¡Eso es! Te toca, Spike.

-Bien, a ver… veo, veo…

El pequeño dragón oteó el paisaje subido a la grupa de Twilight, en busca de algo con lo que poder jugar; por un momento le pareció ver algo allí cerca que brillaba y con una forma extrañamente familiar. Sus sentidos se pusieron en alerta y exclamó.

-¡Veo algo aristado, brillante y completamente delicioso!

Nada más decirlo, saltó de la grupa de Twilight y fue corriendo hasta el sitio que antes vio, poniéndose a escarbar rápidamente y encontrando un filón de joyas de todos los colores y tamaños.

-¡Oh, sí, ahora sí nos entendemos!

-¡Mola! ¿Cómo has sabido que había joyas enterradas?-inquirió Rainbow, curiosa.

-¡Pude olerlas! Y verlas también…

-¡Es como un sabueso!-comparó Pinkie, divertida.

-Su instinto de dragón prevalece la mayoría de las veces, y ésta no es ninguna excepción… es algo normal en él-comentó Twilight, para aclarar.

Se llevaron todas las joyas consigo y continuaron el viaje, siguiendo el río.

El resto de la mañana pasó rápidamente, al igual que las pocas nubes que decoraban el cielo; el río serpeaba por un profundo valle que, en determinados puntos, se convertía en vaguada, pero no tuvieron ningún problema de accesibilidad y el viaje no se interrumpió en ningún momento. A mitad de camino hicieron un corto alto para descansar y luego retomaron el ritmo, llegando a las Neighara Falls cerca de la hora de comer.

En casi todos los panfletos turísticos se suele recalcar la belleza de las cataratas, y no era para menos; Twilight había visto fotos del lugar, pero en persona el sitio era aún más grande y colorido. Desde donde estaban, el lado sur, se podían ver las cataratas en todo su esplendor; había un total de cuatro cataratas tronando con fuerza, cada una más alta que la otra, siendo la última la más alta de todas. El agua caía con fuerza desde una altura de más de veinte metros, formando nubes de vapor que el viento esparcía en dirección hacia el bosque. Al borde de esta última catarata, y sobre un pedazo de tierra bastante grande que sobresalía en el agua, se alzaba una austera y solitaria casa de dos pisos, sobre un muro de piedra situado en el mismo borde del salto.

-Ahí es donde debe vivir Oveer Seeker-anunció Twilight.

-Pues ya podría haber elegido un lugar un poco más accesible…-murmuró Rainbow, algo molesta.

-¡Qué alto! ¡Debe ser un poni de altura!-exclamó Pinkie, emocionada.

-Debe de haber alguna forma de acceder a la casa, tenemos que llegar al nivel de la última catarata… busquemos un sitio por donde subir.

Rainbow se adelantó y estuvo buscando un sitio por el cual los demás pudieran subir sin mucho esfuerzo; un poco más adelante localizó una angosta senda que subía por una escarpada pared, se podía pasar si se iba muy pegado a esta y sin mirar hacia abajo. Twilight fue la primera en cruzar, siendo seguida de cerca por Pinkie, la cual apenas demostró ni un ápice de miedo, sino todo lo contrario.

-No te acerques mucho al borde, Pinkie, podría ser peligroso…

-¡Descuida Twilight, si algo sé de rocas es que no son para nada peligrosas hasta que lo son!

-¿Y cuándo sabes que lo son?

-¡Fácil, cuando pasa algo imprevisto!

Por un momento, Twilight se esperó que pasara algo imprevisto, pero por fortuna, no pasó nada de nada. Llegaron hasta la parte más alta de la pared y consiguieron subir un nivel más, estando un poco más cerca del nivel de la última catarata.

La subida se hizo un tanto fatigosa conforme se iban acercando, pero el sitio era transitable, y en ningún momento se volvía arriesgado caminar por allí.

Finalmente llegaron a la orilla pasados unos pocos árboles y vieron desde donde se encontraban que un pequeño puente conectaba el pedazo de tierra que albergaba la casa con unas escaleras talladas en la piedra. Lo malo era que ésta no era accesible desde donde estaban, y no parecía haber ningún otro acceso desde ese nivel.

-Quizás haya un acceso más sencillo si seguimos subiendo…-supuso Twilight en voz alta.

-Espera, voy a echar un vistazo desde arriba-comentó Rainbow entonces.

Alzó el vuelo rápidamente y subió unos pocos metros, llegando a obtener una vista completa del recorrido que debían hacer.

-¡Vale, veo un pequeño puente un poco más arriba que conecta con una serie de salientes de tierra que bajan hacia donde están las escaleras!-anunció entonces.

-¡Genial, guíanos Rainbow!

Desde el aire, la pegaso multicolor les fue marcando por dónde debían pasar para que no se perdieran; subir el resto de niveles no fue tan fatigoso como con el primero, tan solo tuvieron que subir una serie de cuestas atravesando una frondosa arboleda. A la altura del tercer nivel de las cataratas encontraron el puente que conectaba la orilla con un saliente de tierra que iba bajando por la mitad de las cataratas hasta la casa situada en el primer nivel de las mismas. A partir de ahí el viaje se simplificó y llegó hasta su recta final, paliando el resto de metros rápidamente.

A mitad de camino entre catarata y catarata bajaron las escaleras esculpidas en la piedra y pudieron ver mejor la casita desde otra perspectiva; era muy similar a una pequeña torrecilla de vigilancia, el muro que la sostenía se extendía hacia la derecha y acababa en una pequeña caseta donde, seguramente, se guardarían aparejos y demás utilería. Pasado el puente, había un pequeño huerto al lado de una hilera de árboles altos y puntiagudos que remataban el sendero hacia la casa.

-Qué pintoresco…-murmuró Twilight.

-Meh, tampoco es gran cosa…-comentó Rainbow, sin mucho entusiasmo.

-¡Qué mona! ¡Le falta algo de decoración, pero es muy chula!

Cruzaron el puente a paso ligero y enfilaron el sendero hacia la puerta; a su derecha, un huerto con frutas y vegetales de todo tipo se encontraba bastante crecido y cerca de su recolecta. En cuanto llegaron a mitad del sendero, algo zumbó delante de ellos y se clavó en el suelo, quedándose clavados en su sitio. Una lanza bastante larga se balanceó hacia delante y hacia atrás, mientras que una potente voz tronaba.

-¡Marchaos, no quiero saber nada del mundo, daos la vuelta ahora mismo!

Rainbow frunció el ceño, dispuesta a contestar, pero Twilight se adelantó rápidamente.

-¡No Rainbow, espera, déjamelo a mí!

La unicornio lavanda se aclaró la garganta y exclamó.

-¿Es usted Over Seeker?

-¿¡Quién lo pregunta?!

-¡Me llamo Twilight Sparkle, señor Seeker, soy la estudiante personal de la princesa Celestia y vengo de parte de Night Closed, la matriarca del clan de los bat ponis! ¡Me gustaría hablar con usted de algo relacionado con su investigación!

-¡Me retiré hace años, lárgate, me da igual quien seas!

-¡Sólo serán unos minutos, señor Seeker, no le robaré mucho tiempo!

-¡Me da igual, vete por donde has venido!

-Que cabezón…-masculló Rainbow, molesta.

-A ver, tranquilidad, no nos pongamos nerviosos… ¡tengo algo que le puede interesar, señor Seeker! ¡Algo relacionado con una nueva criatura!

Por un momento, el huraño pegaso no contestó; Pinkie aprovechó el inciso para opinar.

-¡Oh, vamos señor Seeker, no sea tan cascarrabias y déjenos entrar! ¡Si me deja entrar, le preparé unos gofres con crema y chocolate que le encantarán!

-¡Pinkie!-exclamó Twilight.

-¡Y con nata encima! ¿Qué me dice?

El silencio volvió a caer sobre ellos y tan sólo se oyó el agua de las cataratas cayendo; al segundo siguiente, vieron la puerta entreabriéndose y los demás se quedaron atónitos.

-¿Lo veis? ¡La vida es más dulce si tú le das dulces!-exclamó Pinkie, avanzando a saltitos.

Aun a pesar de las circunstancias, ninguno quiso replicar la lógica de Pinkie y siguieron a la yegua rosada en dirección hacia la casita; unas escaleras precedían a la puerta entreabierta, Pinkie fue la primera en entrar, siguiéndola los demás.

El interior era cuadrado, y mucho más pequeño de lo que parecía desde fuera; una sala de estar con cocina y salón incorporado en un solo espacio decoraba el lugar, todo estaba muy apelotonado y en una esquina, unas pocas estanterías se encontraban abarrotadas con libros de todos los tamaños y colores. Twilight se llegó a preguntar que cómo no se habían partido ya de todo el peso que sujetaban. A mano derecha, al fondo, unas estrechas escaleras llevaban al piso de arriba.

Over Seeker se encontraba en la cocina, comprobando los fogones; su pelaje amarronado contrastaba ampliamente con su crin, antes blanquecina, la cual ahora poseía un tono más grisáceo y ceniciento. Su marca de belleza consistía en unos prismáticos.

-Más te vale que esos gofres merezcan la pena, niña…

-¡No se preocupe, señor Seeker, está hablando con más ni menos que Pinkie Pie! ¡Y sonría un poco, por favor, que está usted muy serio!

Frente a ese comentario, el pegaso la regaló una mueca de desdén; Twilight aprovechó el inciso para hablar.

-Gracias por dejarnos entrar, señor Seeker, le prometo que no estaremos mucho tiempo.

-Ya me estoy arrepintiendo y todo… pero bueno, dejémonos de formalismos de una maldita vez, más te vale que sea algo bueno.

-De acuerdo… no sé si estará al tanto de las noticias más recientes de Ecuestria…

-Niña, llevo viviendo en este peñasco dejado del casco de Celestia casi desde que me jubilé, no he vuelto a ver a un solo poni en años, y vosotras habéis sido las que habéis roto la monotonía de mi existencia. Como comprenderás, no estoy precisamente adscrito al Canterlot Express…

Spike y Rainbow intercambiaron sendas miradas incrédulas, al tiempo que Pinkie dejaba caer un cazo al suelo, sin poder comprender lo que oía.

-¿¡Ha estado aquí solo durante años?!

-Sí ¿algún problema?-inquirió el pegaso de mala manera, mirando de hito en hito a Pinkie.

La poni de tierra quiso decir algo, pero prefirió quedarse callada. Twilight prefirió continuar.

-Bueno, en ese caso le pondré un poco al día. Hace ya casi un mes y medio, la princesa Luna decidió adoptar a una extraña criatura de la que nada sabemos como su hijo legítimo, y la princesa Celestia me pidió personalmente que me encargara de la investigación para tratar de esclarecer el origen de esta criatura. Encontré un antiguo cuento de los tiempos de la Ecuestria preclásica que me llevó hasta el bosque de Hollow Shades, pero allí no me supieron decir nada al respecto; estando allí, me remitieron a usted, como buen entendido de criaturas que es…

-Ya… ¿y?

-Pensé que tal vez usted pudiera arrojar un poco de luz al asunto… llevo dando palos de ciego desde entonces, tengo una foto aquí de Frank por si la quiere echar un vistazo…-murmuró ella, rebuscando en sus alforjas.

-¿Frank?-repitió Over Seeker, extrañado.

-Es el nombre que le puso la princesa… aquí está.

Twilight le mostró una foto de la princesa, la cual sostenía con su magia a un arropado y mullidito Frank; en cuanto lo vio, los ojos del explorador se abrieron como nunca por primera vez, llegando a abrir la boca ligeramente.

-¿¡Qué diantres es esa cosa?!

-Pues no lo sé, esperaba que usted podría decírmelo…

-¿¡Yo?! ¡¿Acaso tengo cara de saberlo, chiquilla?! ¡Es la primera vez que veo algo semejante!

Twilight se mordió el labio inferior, algo cortada; el poni era mucho más temperamental de lo que se esperaba, y tratar con él se estaba haciendo más difícil de lo que en un principio pensó.

-Eh, mire, vale que usted tampoco sepa lo que es, pero al menos trátenos un poco mejor…-le espetó Rainbow, molesta.

-Eso, no tiene por qué pagarlo con nosotros si está amargado…-añadió Spike.

Por un momento todo el mundo se quedó callado, sin decir nada más; Twilight taladró con la mirada a Spike, el cual parecía querer esconderse debajo de la mesa. La vena de la frente de Seeker palpitaba como si estuviera viva. La unicornio lavanda trató de salir del paso a trompicones.

-Ah, je, je, qué chistoso es Spike, perdónele, aún es pequeño y no sabe medir lo que piensa…

-Sí… la mar de ingenioso el dragoncito…-masculló el explorador, matando con la mirada al susodicho.

Por un momento hubo un denso silencio, roto por algún que otro ruido proveniente de la cocina por parte de Pinkie, la cual se encontraba extrañamente callada.

-Eh… bueno, volviendo al tema que nos ocupa… ¿nunca antes había visto algo así en sus viajes por Ecuestria?

-¿Otra vez? Ya te he dicho que no, te repites mucho…

-Ya… ¿y fuera de Ecuestria, ha viajado fuera de Ecuestria alguna vez?

Frente a esa pregunta, Seeker se quedó callado momentáneamente antes de contestar.

-Un par de veces, nada más… y antes de que me lo preguntes, no, fuera de Ecuestria tampoco vi nada semejante. Lo más que se aproxima a este ser, son los monos y simios que llegué a observar en las selvas de la Poninesia muy al este de aquí, pero nada más. Ya te digo que es la primera vez que veo algo semejante, no me preguntes más porque no lo sé.

-Entiendo… aunque quizás pueda ayudarme en algo más, esto último y nos iremos, se lo prometo-comentó ella al ver la cara del pegaso.

Twilight sacó con su magia el fragmento del cuento y habló.

-Este es el cuento que llegué a encontrar en la sección restringida del Archivo Real de Canterlot; es de la época preclásica, y en él aparece descrita una criatura muy similar a Frank, y en el mismo también aparecen ponis. Échele un vistazo, por favor.

Over Seeker aceptó el cuento, con algo de reticencia, y se dispuso a leerlo; el silencio se echó de nuevo sobre ellos mientras tanto, Pinkie al otro lado seguía inmersa en su tarea, mientras que los demás permanecían tan callados como la primera vez. Al principio, el explorador no parecía muy interesado en el escrito, pero al poco rato cambió el semblante, viéndose cada vez más y más interesado. En un momento dado, habló.

-Pero esto… ¿en serio es de la época preclásica?

-Sí, lo que está sosteniendo es una copia, el original lo tengo yo guardado, pero le puedo asegurar que es preclásico al cien por cien.

-Pero… no, no puede ser, hay algo raro en todo esto…

-Le aseguro que es legítimo, créame, jamás mentiría con algo así…

-No, no, yo me refiero al contenido… hay cosas que no tienen sentido-la cortó entonces.

-¿A qué se refiere?

-Al bosque, por ejemplo, tal y como aparece representado parece un bosque de un clima entre templado y subtropical húmedo, pero no hay bosques de clima subtropical húmedo en Ecuestria, y aun así hay ponis en él… y no sólo eso, si se supone que esto es de la época preclásica ¿dónde encajan estos ponis en ese contexto? Por aquel entonces no se había fundado Ecuestria, esto parece más falso que una moneda de cinco bits…

-Ah, pues visto así…

-¿Dónde dices que lo encontraste?

-En la sección restringida del Archivo Real de Canterlot.

Over Seeker se quedó callado de nuevo, releyendo el escrito y rascándose la barba con gesto pensativo.

Un olor suave y dulce comenzó a impregnar la habitación, el explorador dio un cabezazo y levantó la vista de golpe, con gesto chocado, como si hubiera visto un fantasma.

-¿Se encuentra bien, señor Seeker?-inquirió Twilight, extrañada.

En la cocina Pinkie se encontraba controlando el horno, dándole al fuelle a cada minuto.

-Eh… sí, estoy bien. Este cuento es muy raro, niña, tiene un contexto confuso y elementos contradictorios, no puede ser real de ninguna manera-murmuró el pegaso, lanzando el pergamino a la mesa.

-Pero no puede ser, es mi única pista… ¿no le dice nada, sabe si algunos de los bosques de Ecuestria podrían coincidir con el del cuento?

-Niña, en Ecuestria hace una media de treinta y dos grados de temperatura en verano y tenemos unos inviernos fríos y primaveras suaves, es imposible que Ecuestria posea un bosque de clima subtropical húmedo con esas variantes.

-¿Y qué hay de los ponis? Quizás se pueda cotejar un lugar si nos atenemos a los detalles…

-¿Qué detalles? En ningún momento se especifica qué tipo de ponis son, ni donde viven, ni nada de nada… esto tiene pinta de ser un escrito de alguien que se aburría y no tenía nada más que hacer.

Cada argumento que ella esgrimía, argumento que era desbancado rápidamente por el explorador; y cuanto más lo pensaba, más se convencía de que podría tener razón. Incluso las condiciones en las que lo encontró se la antojaban extrañas cuanto más lo pensaba. Por un momento sintió que había llegado a un punto muerto y dejó de rebatirle. Pero no a todos les pareció bien eso.

-¡Oh, venga ya Twilight, no te rindas ahora! ¡Seguro que hay algo oculto o algo así que sólo los cerebritos como tú podrían sacar!

-¡Pero es que realmente no hay nada Rainbow, el señor Seeker tiene razón! No parece una narración seria, los detalles se contradicen entre sí. Y cualquiera podría haberse imaginado una criatura similar.

-¿¡Qué?! ¿¡Y qué hay de Frank?! ¡Frank es la prueba de que el cuento puede significar algo!

-Una simple y llana coincidencia, nada más, la abierta imaginación de un poni de época concurre con la realidad-murmuró el explorador, tajante.

-La abierta… ¿¡y eso es todo?! ¿¡Lo dejas y ya está?!

-Rainbow, no hay nada más…

-¡No, la Twilight que yo conozco no se rendiría tan fácilmente así sin más! ¡Tienes tu pista, úsala, siempre dices que hay que jugar bien con las pistas!

-Pero no hay nada con lo que jugar aquí; aprecio tu lealtad, Rainbow, pero sé cuándo un planteamiento llega a un punto de no retorno. Me temo que esto es lo máximo que puedo sacar, al menos de este cuento.

-¡Pero es lo único que tienes!-le recordó la pegaso cian.

Ante esa tesitura, la unicornio lavanda tan solo dejó escapar un suspiro de resignación.

-Lo sé… dadas las circunstancias, y con todo el dolor de mi corazón, la investigación termina aquí.

Rainbow quiso decir algo, pero tan solo se quedó callada, y un tanto decepcionada con su amiga; Over Seeker aprovechó el inciso para anunciar.

-En ese caso, ya os podéis marchar.

-¡Espera! ¡Antes tienes que probar mis gofres!-exclamó en ese momento Pinkie, apareciendo de improviso con unos gofres recién hechos.

El pegaso reprimió un largo suspiro, pero por no hacerla un feo se sentó para probarlos; el olor que desprendían era suave y dulce, por un momento el explorador se quedó como obnubilado, pero al final se dispuso a probarlos. En cuanto dio el primer mordisco, se quedó en el sitio, con los ojos muy abiertos y llegando a emitir un ligero gemidito. Por un momento pareció que se había convertido en una estatua, pero los consiguientes y lentos mordiscos cercioraron de lo contrario. Fue entonces cuando pudieron ver una lágrima corriendo por su mejilla derecha. En cuanto tragó, comenzó a hablar.

-Desde pequeño quise ser explorador, lo tuve muy claro casi desde el día que nací, incluso mi marca de belleza surgió enseguida. Mi querida madre siempre estuvo ahí para mí, animándome para que no me rindiera; todas las tardes, cuando era pequeño, después de mis aventuras por el bosque, volvía a casa con bastante hambre. Para entonces, mi madre me esperaba con unos gofres idénticos a estos para merendar. La calidez de su crema y todo el amor que siempre ponía cuando los hacia me alegraba la tarde y completaba el día. Cuando mi madre murió, esas tardes murieron con ella. Y una parte de mí también. Desde entonces, mi humor cambió y me volví arisco e irascible. Desde entonces no he vuelto a comer gofres… hasta ahora.

En cuanto terminó con su relato, sus labios temblaron y se curvaron hacia arriba, esbozando una gran sonrisa; al verlo, Pinkie exclamó, abrazándole.

-¡Yay, sí, lo conseguí!

-Gracias Pinkie…-murmuró Over Seeker, correspondiéndola el abrazo.

-¡Si mis amigos son felices, yo soy feliz!

Los demás esbozaron sendas sonrisas, felices por el explorador; Spike se acercó a él y se disculpó por el incidente de antes.

-Señor Seeker, siento haberle llamado amargado…

-No pasa nada, pequeño dragón, realmente era un amargado… y si no hubierais venido, lo hubiera seguido siendo.

Twilight fue a dar la indicación a los demás para irse, pero Over Seeker les paró.

-Podéis quedaros a comer si queréis, hacía tiempo que no tenía tanta compañía, y me vendría bien que me pusierais al día en la Ecuestria moderna.

Los demás aceptaron su invitación encantados, ayudando al explorador a preparar la mesa; Pinkie había hecho más gofres, pero estuvo haciendo algunas cosas más para así poder dejarlos para el postre.

Como por arte de magia, la personalidad de Over Seeker dio un giro de ciento ochenta grados tras probar el gofre y se mostró más abierto, amable y chistoso; Twilight le estuvo poniendo al día en cuanto a noticias y actualidad se refería, obteniendo reacciones de todo tipo por parte del explorador. Se quedó helado al saber que Discord había estado libre al menos durante unas pocas horas, para luego ser convertido en piedra de nuevo. La noticia del golpe de estado le dejó totalmente incrédulo, sobre todo en cuanto al curso de los acontecimientos se refería, quedándose muy sorprendido por la unánime reacción popular que desencadenó el hecho en sí.

Por su parte, Over Seeker les estuvo enseñando fotos de sus viajes por toda Ecuestria, además de algunas de sus notas y manuscritos originales; los ojos de Twilight hicieron chiribitas al verlos, incluso la llegó a regalar una página de su cuaderno firmada y todo.

Fue una tarde entretenida y pasó muy rápido, a eso de las siete de la tarde Twilight anunció su marcha.

-Nos encantaría quedarnos y seguir charlando, pero tenemos un largo viaje de vuelta y el último tren pasa a las ocho…

-Lo entiendo perfectamente, gracias a todas por tan maravillosa tarde, espero que nos volvamos a ver pronto… y muchísimas gracias por todo, Pinkie, de verdad…

-¡No ha sido nada, Seekie, volveremos a visitarte y te traeré más gofres!-murmuró ella, feliz.

-Te lo agradecería mucho… ah, y Twilight, siento no poder haberte ayudado con el asunto de Frank, aunque dado que ahora me siento mejor, puede que vuelva a las andadas, al menos moderadamente. Si me entero de algo o descubro alguna nueva pista que te pueda ayudar, te avisaré-comentó el pegaso.

-Te lo agradecería mucho, la verdad. Pero por ahora, no hay por dónde cogerlo, eso desde luego.

Una vez que las despedidas terminaron, los cuatro se encaminaron de nuevo hacia la intersección ferroviaria, apretando el paso para llegar cuanto antes; Twilight se acercó a Pinkie para hablar con ella.

-Pinkie, estoy orgullosa de ti, has hecho cambiar a Seeker de una forma tan natural, sin ni siquiera forzar la situación…

-Ah, ya ves tú, Twi, ya sabes que mis gofres son muy especiales…

-Sí, desde luego… y me parece que alguien más ha aprendido una lección ¿verdad?-murmuró la unicornio, girando la cabeza hacia el dragón en su grupa.

-Sí, la verdad es que sí…-asintió éste, algo avergonzado.

Atrás dejaban las Neighara Falls y un nuevo amigo; por encima de sus cabezas, el sol comenzaba a ponerse, pintando de naranja el cielo.







Canterlot podía presumir de poseer una noches frescas durante casi todo el año, aunque en invierno hacia mucho más frío; en verano calentaba un poco más, pero mantenía temperaturas suaves desde medianoche hasta altas horas de la madrugada. Cadance lo sabía, por lo que era el momento perfecto para un paseo nocturno por los jardines del palacio; como todas las noches, encendían las antorchas, por lo que no era un paseo a oscuras y se podía estar. El laberinto de setos era su favorito para un paseo así, llegaba hasta la fuente situada en el centro del laberinto y luego se volvía, veinte minutos de paz y tranquilidad. Las estrellas brillaban con más fuerza esa noche, probando y con creces el gran trabajo de su tía. En cuanto dobló la siguiente esquina a la izquierda, una rosa flotante la sorprendió y vio entonces quien la sostenía.

-¿Qué hace aquí a estas horas de la noche, alteza?

-Paseando… hace una noche esplendida ¿no cree?

-Sin duda… una noche perfecta para una yegua perfecta, encajan a la perfección.

La aludida se rio tontamente y tomó la rosa con su magia, poniéndosela tras su oreja derecha.

-¿Qué tal me veo?

-Tan hermosa como siempre, alteza…

-Oh, me halaga usted, capitán…

-No lo suficiente, alteza, no lo suficiente…

Ambos permanecieron mirándose por unos momentos, antes de que el capitán tomase la iniciativa y se acercase a ella; Cadance tan solo le siguió el juego y se dejó llevar, besándose apasionadamente. Por un momento el resto del mundo se diluyó y se quedaron los dos solos, perdidos en el momento y compartiendo un mismo sentimiento.

En ese justo momento, oyeron un leve carraspeo y los dos se separaron abruptamente; fue entonces cuando pudieron ver de quien se trataba.

-¡Ah, tía!

-Al… alteza…

Celestia les miró divertida durante unos breves segundos, antes de hablar.

-¿Desde cuándo lleváis viéndoos?

-Eh… bueno, formalmente desde el último baile de la academia… aunque empezamos a salir poco después-murmuró Cadance.

-Oh, ya veo… ¿y cómo es que no me dijiste nada, Cady?

-Bueno… no sé, pensé que al ser el capitán de tu Guardia no ibas a aprobarlo…

-¿Cómo no voy a aprobarlo? Me alegro mucho de que hayas encontrado a alguien, Cadance… y por lo que veo, el afortunado no ha podido ser mejor pretendiente…

Ante semejante halago, Shining no pudo evitar que se le subieran los colores con bastante fuerza, cosa que le hizo mucha gracia a Cadance.

-Entonces… ¿Cuánto lleváis de novios?-inquirió la princesa.

-Pues la semana pasada hicimos ya cuatro años…-anunció su sobrina.

-¿Cuatro años ya? Caramba, eso es bastante tiempo, debéis tener la relación bastante consolidada…

-Sí, bueno, nos conocimos cuando empecé a cuidar de Twilight, hace ya tiempo atrás y cuando estábamos a mitad del último curso en la academia de Canterlot. No fue hasta el día siguiente cuando Shining me pidió salir formalmente. Y el resto… bueno, ya es historia-explicó ella, sonriente.

-Qué bien… aunque sigo pensando que deberías habérmelo dicho mucho antes…-murmuró Celestia, regañándola un poco.

-Lo siento, tía…

-Bueno, no pasa nada, pero lo que está claro es que ya tenéis una relación estable, firme y duradera, por lo que supongo que estaréis preparados para dar un nuevo paso…

Sin que Celestia dijera nada más, ambos supieron a qué se refería, y fue entonces cuando Shining reaccionó; sacó de su informe una pequeña cajita, la sostuvo en el aire con su magia y la abrió, revelando un anillo dorado con pequeñas incrustaciones de diamantes en su parte alisada.

-Cadance, mi amor… ¿quieres casarte conmigo?

La alicornio rosada contuvo un grito de alegría, tratando de reprimir las lágrimas y mantenerse serena; respiró hondo, para luego responder de seguido.

-¡Sí, sí quiero!

Los dos enamorados se dieron un fugaz beso, con Celestia por testigo de la pedida de casco.

-Me alegro mucho por vosotros… y si me lo permitís, estaré encantada de presidir la ceremonia…

-¡Por supuesto que sí, tía, no se lo pediría a nadie más!-exclamó Cadance, más feliz que nunca.

-En ese caso, creo que podremos empezar ya a organizar los preparativos… creo que en dos semanas podrá estar todo listo ¿qué os parece si aviso a Twilight y sus amigas para que nos ayuden con la preparación?-sugirió Celestia.

-¡Me parece estupendo! No he vuelto a ver a mi hermana desde hace bastante tiempo…

Hablando de todo un poco y de regreso al palacio, pasaron al lado del acceso principal a este, donde un guardia solar vigilaba; al ver a su capitán, se cuadró, pero éste le indicó.

-Descanse soldado, ya no estoy de servicio.

-Conozco a varios diseñadores que te podrían hacer un vestido de novia, o si prefieres algo más sencillo y menos sofisticado, bien podemos pedir a Rarity que te diseñe algo especial…-comentaba Celestia.

-Bueno, me gustaría ver qué tienen esos diseñadores que conoces…

-Claro que, si quieres comparar, puedo pedirles un encargo especial…

La familia real se adentró en el palacio, dejando el acceso desierto; una vez solo, el guardia esbozó una pronunciada sonrisa, con un resplandor azulado reflejándose en sus ojos.

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PD. Banda Sonora Original de Amor de madre :roto2rie:


Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor amadeus_dark » 03 Jun 2014, 13:06

Por lo que veo no soy el unico que usa material de los comics en sus fics :)

Por cierto, creo que a Twilight le faltó el preguntar si conocida algun bosque similar fuera de Equestria
Mi pony test de perosnalidad.........Just as Pinkie planned

Spoiler:
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor Volgrand » 03 Jun 2014, 20:26

Chriiiisy! Chriiiiisy! Chriiiisy!
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor Sg91 » 15 Jun 2014, 22:15

Capítulo 9

Campanas de boda

1ª Parte


Los días posteriores al anuncio de la boda entre Cadance y Shining fueron un no parar; el correo del palacio se llenó con cartas que daban la enhorabuena a los novios, y Celestia estuvo mandando un sinfín de invitaciones mientras organizaba la ceremonia, siendo ayudada por su hermana. Hasta ahora todo salía según lo previsto, y Celestia no veía muy necesario el pedir ayuda a Twilight y sus amigas; el banquete lo estaba preparando un restaurante que contrataron, Cadance eligió un conjunto diseñado por una modista de la ciudadela que su tía conocía, y todo lo demás parecía andar por sí solo. La primera semana previa a la fecha prevista había pasado sin apenas complicaciones, por lo que Celestia optó por dejar tranquilas a su estudiante y sus amigas, aunque sus invitaciones las mandaría aparte.

-Bof, qué estrés… a ver cómo le va a Cadance…-pensó Celestia, levantándose de su mesa.

Hasta ahora, su sobrina apenas se había mostrado nerviosa y parecía estar sobrellevando el asunto de la boda bastante bien; eso por un lado era bueno, pero por otro ella no podía evitar preocuparse de más por su sobrina. La encontró en su habitación cuidando de Frank, mientras que varias ponis del servicio ultimaban algunos preparativos.

-Hola, Cadance…

-Ah, hola tía… ¿querías algo?

-Tan sólo venía a verte… ¿cómo lo llevas?

-Oh, pues bien, la verdad, el vestido está listo, los anillos ya están elegidos… todo está bien…

-¿Segura, cielo?

-Claro que sí…

Ambas alicornios se miraron por un momento, Celestia alzó una ceja de forma inquisitiva.

-De verdad, estoy bien, sólo voy a casarme-insistió ella.

-¿Sólo? Se trata de un gran paso, Cadance, y va a ser el día más importante de tu vida… yo en tu lugar estaría muerta de los nervios…

Frente a eso, la alicornio rosada miró extrañada a su tía e inquirió.

-¿Acaso lo dices por algo, tía?

Celestia se quedó un tanto cortada, mirando para otro lado; fue entonces cuando Cadance lo comprendió y abrió mucho los ojos, sorprendidísima.

-Tía… tú… ¿llegaste a casarte?

Celestia tan solo suspiró hondamente antes de contestar.

-Fue hace ya tanto tiempo que parece perderse en mis propios recuerdos; yo era joven y dicharachera, y por ende, tonta e impulsiva. Apenas tenía más de veintitrés años. Me enamoré de un semental joven, miembro de la guardia, con el cual tuve un tórrido y fugaz romance. Fue como en las novelas, todo era de color de rosa, nuestro amor fiero como una llama y nos jurábamos amor eterno por las noches. Cada vez que me acuerdo, no puedo dejar de recordar lo estúpida que fui…

Por un momento Celestia hizo un receso, llegando a reírse tontamente; Cadance siguió escuchando, muy atenta e interesada.

-Una noche, en un arrebato de amor ciego o de estupidez, nunca llegué a distinguirlos bien, él me propuso matrimonio; yo, como una tonta, me emocioné lo indecible y acepté sin pensar. Fue como una marea de felicidad y delirio, empezamos a construir castillos en el aire, vislumbrando nuestra vida de casados, y formando una familia. Y sí, sé que suena tan estúpido como lo es. Y lo fue, realmente lo fue. Para la mañana siguiente, despertamos a un orfebre para que nos hiciera un par de anillos, y yo había asaltado el desván del castillo para coger prestado el viejo vestido de novia de cuando mi madre se casó con mi padre. Quedamos en una explanada fuera de la ciudad, en las ruinas de una antigua iglesia dedicada al primer alicornio; esperé y esperé, albergando la esperanza de que llegara. Pero… supongo que él mismo se dio cuenta de la situación, o simplemente huyó, o se fue sin más. Yo también me di cuenta, pero para entonces ya había sido víctima de mi propia estupidez.

Una vez que terminó, Celestia se quedó callada, mirando por la ventana y quedándose por un momento sola con sus recuerdos; sus ojos brillaban y su mirada conservaba esa calma y serenidad que tanto la caracterizaban. Cadance también guardó silencio, pensando en su historia.

-Pero ahora hay una gran diferencia entre esa tonta y débil relación y la tuya con Shining. Habéis estado cuatro años compartiendo vuestro amor, sin que nada lo rompiera. Hay veces como esta en la que me preocupo más de la cuenta…

-Oh, no pasa nada, tía… todos cometemos estupideces cuando somos jóvenes, te mentiría si te dijera que no he cometido ninguna antes, aunque lo cierto es que nunca has estado allí para verlas…-habló Cadance por primera vez.

-Entonces mejor será que así sigan…

Las dos se rieron con confidencia, Cadance hizo un inciso.

-Comprendo tu preocupación, pero ya te digo que estoy bien. Después de todo, me voy a casar con el amor de mi vida… ¿Qué puede salir mal?

-Mira, ahí tienes razón… y no será tu tonta tía con sus tontos ataques de nostalgia los que lo estropeen-añadió Celestia.

Ambas alicornios se sonrieron mutuamente y la rosada dio un fuerte abrazo a la más mayor.

-Aun así, gracias por preocuparte y estar ahí… te quiero, tía Celestia…

-Yo también te quiero, Cadance.

En ese momento oyeron un fuerte gemido, llamando Frank la atención de su prima y tía ante la falta de atención. Cadance lo cogió con su magia y lo arrulló en su pecho.

-Bueno, pues si todo está bien, te dejo ya…

-Sí, parece que Frank demanda más atención por mi parte…

-No sabe ni nada…-murmuró Celestia, haciéndole un gesto de cariño con su hocico.

Tras eso, la princesa del día se retiró y dejó a Cadance y Frank solos; Luna estaba trabajando, por lo que le tocaba a ella cuidar de él hasta que su madre estuviese disponible de nuevo. A ella no la importaba, puesto que disfrutaba cuidar de su primito y pasar tiempo con él. Incluso la idea de tener su propio hijo comenzaba a borbotear en los rincones más recónditos y lejanos de su cabeza. Tal vez, al año de estar casada, se lo podría proponer a Shining.

Pero sus pensamientos fueron opacados de golpe en cuanto vio un fino trozo de pergamino deslizándose por debajo de su puerta; extrañada, Cadance lo cogió con su magia y le dio la vuelta, para encontrarse con un extraño mensaje.

Reúnete conmigo al lado del acceso sur del palacio y cerca de la bifurcación entre el muro y el precipicio esta noche; ve sola, o atente a las consecuencias. Avisa de este mensaje a cualquier otro, o atente a las consecuencias también.

Los ojos de Cadance se abrieron de golpe, alertándose sus sentidos al máximo; el mensaje estaba escrito con recortes de periódico, en un burdo pero amenazante anónimo. Por un momento pensó que se podría tratar de una especie de broma pesada, pero enseguida desechó esa opción. El mensaje en sí no la asustaba, pero lo que la aterrorizaba eran esas supuestas consecuencias. Podría ir a avisar a sus tías para que una patrulla la acompañara hasta el lugar, pero aun así las consecuencias seguían ahí. Otra opción era avisar sólo a Shining para que fuera con ella y así no alertar a toda la guardia, pero aun así, esas consecuencias seguían ahí. El problema eran esas malditas consecuencias; ¿Cuáles serían? ¿Quién la enviaría un anónimo así en un momento como ese? ¿Contra quién irían si se negaba a ir? ¿Sus tías? ¿Shining?

Pero sus temores se reforzaron en cuanto oyó un gemido proveniente de su querido primito.

-Frank…-musitó entonces, aterrorizada.

Por un momento lo apretó con más fuerza contra su pecho, en un desesperado intento por protegerle; no podía dejar que nadie estuviera en peligro por ella, era claramente una trampa, pero se negaba a sacrificar a sus seres queridos por su propia seguridad. Si lo haría, sería un gran acto de egoísmo que jamás se perdonaría. Quizás fuera una estupidez, quizás no. Pero no podía dejar que nadie de su familia sufriera por su culpa. Y rápidamente, tomó una decisión.







Esa misma noche, se aseguró de que todos dormían antes de salir para allá; por suerte, la guardia ya no se apostaba a las puertas de las habitaciones por las noches y sólo patrullaba por los pasillos, por lo que fue sencillo salir y colarse entre los huecos de cada patrulla, aprovechando las rutas prefijadas que ella bien conocía. Llevaba una capa negra como el carbón que la ayudó a moverse entre las sombras sin ni siquiera llamar la atención, en cuanto vio una ventana abierta abrió sus alas y echó a volar, planeando todo lo bajo posible para no llamar la atención.

Sabía a dónde tenía que ir, puesto que era la parte más alejada de los terrenos reales; el palacio mismo se asentaba justo al lado del borde del acantilado, sobre una enorme plataforma de piedra que sostenía todo Canterlot, la cual fue tallada directamente de la misma loma de la montaña. Un acceso de servicio, que no se usaba desde hacía años, daba hasta un prominente saliente en la roca, formando una pequeña cavidad bajo el mismo palacio; antiguamente se usaba para comprobar cada cierto tiempo la estabilidad de esa parte de la ciudad, pero dejó de usarse en cuanto los cimientos de la plataforma se asentaron del todo. De alguna manera, supo que el anónimo se refería a ese sitio en concreto, por lo que se dirigió hacia allí directamente. Evitó el tener que abrir la oxidada puerta volando por encima de ella y se pegó a la pared todo lo que pudo mientras caminaba por el borde.

Llegó al sitio rápidamente y se adentró en la cueva, pero no vio a nadie en ella; alumbró con su cuerno el interior, pero nadie se dejó ver. Algo nerviosa, decidió esperar un poco, mientras se aseguraba la capa con firmeza. Afuera, un leve viento soplaba débilmente, acompañándola esa noche. Al poco rato de estar esperando, la pareció oír algo moviéndose detrás de ella y comenzó a darse la vuelta lentamente, esperando encontrarse con el artífice del anónimo. En cuanto alzó la vista, vio un sorpresivo resplandor verdoso reflejándose en sus ojos antes de desmayarse.







-Alteza ¿está despierta? ¿Podemos pasar ya a hacer su habitación?

Normalmente, Cadance no tardaba tanto en contestar, ya era la segunda vez que la llamaba tocando la puerta, y la poni del servicio empezaba a preocuparse. Fue a llamar por tercera vez, pero en ese momento la puerta se abrió abruptamente, mostrando a una irritada y molesta Cadance.

-¡Ya voy, maldita sea! ¿¡Es que no sabéis esperar!?

La poni se quedó de una pieza, sin apenas comprender lo que acababa de pasar; ¿la princesa Cadance, la benévola, dulce y confidente Cadance, la había gritado y espetado?

-Pri… princesa ¿se encuentra usted bien?

-¡Me encontraría mucho mejor si no me hubieras estado presionando todo el rato, estaba en el baño acicalándome! ¡Pasa de una vez!

Sin poder ocultar su incredulidad, la poni pasó a trompicones, junto con el resto del servicio igual de anonadado; Cadance, con el gesto fruncido y visiblemente molesta, echó a andar a paso rápido en dirección hacia el comedor. Allí se encontró con Celestia y Luna, las cuales la saludaron amablemente, pero se quedaron extrañadas al ver su agriada expresión.

-¿A qué viene esa cara, cielo?-inquirió Celestia.

-Sí ¿no has dormido bien?-hizo lo propio Luna, sosteniendo a Frank con su magia.

-Sí, claro estupendamente ¿por qué no iba a hacerlo?

El tono con que lo digo, y la mala cara que puso mientras tanto, no hizo más que preocupar a ambas princesas, extrañadas por su repentina actitud.

-¿Qué ha pasado, Cadance?-inquirió Celestia con un tono preocupado y ligeramente autoritario.

La aludida chocó un casco contra el suelo antes de gritar.

-¡Pues que este servicio es un maldito desastre! ¡No saben hacer una derechas, no saben ni esperar! ¡Todo el rato metiendo prisa para nada! ¡Agh, me ponen de los nervios! ¡Ya no tengo hambre!

Y tras esa retahíla, cogió y se marchó, dejando a Celestia y Luna con la miel en los labios y completamente anonadadas.

-Pero, pero… ¿desde cuándo se comporta de ese modo?-inquirió Luna, incrédula.

-Desde nunca, eso desde luego… algo ha debido de pasarla, pero… no entiendo nada…

La princesa de la noche frunció el ceño, pensativa, antes de tomar la palabra.

-Tenemos que ir a hablar con ella.

-Vale, pero al menos da de comer a Frank antes-la recordó su hermana.

El aludido soltó un gemidito en el pecho de su madre, refrescándola la memoria.

-Ay, es verdad, perdona cariño…

Luna hizo flotar el biberón ante su hijo, el cual lo aceptó con ganas y empezó a chupar con avidez; el doctor las recomendó que fuera dejando poco a poco el biberón, podía seguir usándolo unas cuantas semanas más, pero enseguida tendrían que empezar a darle cosas blandas para que se fuera acostumbrando.

En cuanto terminaron de desayunar, se dirigieron directamente a la habitación de Cadance, donde se encontraron con el servicio en el pasillo, con sendas caras de desconcierto dibujadas en sus caras.

-¿Qué hacéis aquí, qué ha pasado?-inquirió Celestia.

-Ah, alteza, se trata de la princesa… está muy rara, apareció de repente hecha una furia y nos echó de mala manera…-explicó una de las ponis.

-Al levantarse nos trató rudamente también, como si algo la molestara… ¿qué la ocurre, alteza?-quiso saber otra de ellas.

-No lo sé, pero pienso averiguarlo… dejadme pasar, intentaré hablar con ella.

Luna y Celestia se acercaron a la puerta, la mayor tomó la palabra y llamó a la puerta mientras decía.

-Cadance, cariño, soy yo, abre la puerta, sólo quiero hablar…

En ningún momento se oyó nada al otro lado de la puerta, esperó un poco, lo volvió a intentar, pero aun así no obtuvo respuesta. Preocupada por ella, Celestia decidió hacerlo rápido y asió el pomo de la puerta con su magia, abriéndola ella misma.

Se asomó un poco dentro y vio a su sobrina sentada en el borde de la cama, visiblemente agitada y jugueteando con sus cascos nerviosamente.

La alicornio blanca se acercó a ella, mientras que la oscura se mantenía un poco alejada, sosteniendo a su hijo con su magia; Celestia arropó con un ala a su sobrina, la cual reaccionó sorpresivamente.

-Tranquila, soy yo…

Cadance se relajó, pero aun así siguió en alerta, como si no terminara de confiar en ella; la alicornio blanca la miró inquisitivamente, tratando de conectar con ella.

-¿Qué pasa, Cadance? Ayer estabas bien, estuvimos hablando, tú misma me dijiste que no había nada por lo que preocuparse…

La aludida no contestó, tan solo miró al suelo con gesto reprobatorio, como si se lamentara de un fallo garrafal que acababa de cometer.

-Sabes que puedes confiar en mí, cariño… soy tu tía después de todo…

Fue entonces cuando la alicornio rosada levantó la mirada hacia ella y se la sostuvo fijamente, antes de contestar.

-No es nada, tía, es sólo que… he estado pensando desde lo de ayer, y… bueno, no todos los días voy a casarme ¿no? lo que quiero decir es…

Tanto Luna como Celestia se miraron extrañadas por cómo actuaba su sobrina; por un momento, la princesa de la noche se adelantó e inquirió.

-¿Estás nerviosa?

-¡Sí, eso es! El matrimonio es una gran responsabilidad, y me siento un poco nerviosa por cómo será mi vida a partir de entonces…

Ante esa confesión, tanto Luna como Celestia se quedaron un tanto más tranquilas, aunque Celestia habló enseguida.

-Entiendo tu pesar, Cadance… aunque es un poco raro, ayer estabas muy tranquila, no entiendo que ahora te encuentres así…

Su sobrina abrió la boca para hablar, pero su respuesta tardó un poco más en salir.

-Es que… esta noche tuve un sueño en el que yo estaba con Shining… estábamos juntos, éramos felices, pero… sentía que me faltaba algo, como si no pudiera ser del todo feliz. Y… me entró miedo…

Esta vez, fue el turno de Luna de fruncir el ceño, extrañada.

-¿De veras? Estuve de patrulla esta noche y no vi nada raro… de hecho, no llegué a detectar que soñaras en ningún momento.

Cadance mantuvo una impertérrita cara de circunstancia antes de volver a hablar rápidamente.

-¿Ah, no? Pero realmente tuve ese sueño…

-Se me debió de pasar, entonces… no me suele ocurrir, vaya, pero supongo que siempre habrá una primera vez…-murmuró Luna, pensativa.

-En ese caso, no veo por qué tengas que estar más nerviosa. Es sólo un sueño, no lo pienses más y alegra esa cara-la animó Celestia, dándole un toque bajo la barbilla.

Cadance la hizo caso y esbozó una pequeña sonrisa, lo que tranquilizó un poco más a sus tías.

-Y conozco a alguien perfecto para que te relajes y desconectes un rato-añadió Luna, acercándose a ella.

-¿Ah, sí? ¿Quién?

-¡Pues Frank, claro! ¿Quién si no?

Delante de Cadance flotó el pequeño Frank, el cual miró a su prima con una cara de desconcierto bastante graciosa; la alicornio rosada se quedó mirando al pequeño con la cara en blanco, como si se observara a un extraño.

-¡Vamos, cógelo! Ya sabes que le encanta estar contigo…

Por un momento Cadance se quedó quieta, como si le diera reparo cogerlo o no estuviera segura de lo que tenía que hacer a continuación; al punto, su cuerno brilló en un aura verdosa intensa que envolvió a Frank, atrayéndole hacia ella. Pero antes de que ninguna de sus tías pudiera preguntarle acerca de ese detalle en concreto, Frank comenzó a llorar con fuerza en el regazo de su prima, la cual dio un bote, ligeramente asustada.

-¡Oh! ¿Qué te pasa, cariño? Pero si es Cadance ¿no la ves?-inquirió Luna, extrañada.

Aun a pesar de las palabras de su madre, Frank siguió llorando con la fuerza que caracterizaba a sus pulmones, llegando a penetrar hondamente en los tímpanos de los presentes; Cadance lo apartó de ella instintivamente y Luna lo cogió con su magia, llevándolo a su pecho y arrullándolo para calmarlo.

-Ya, ya está, no pasa nada, es Cadance, tu prima… ¿a qué viene esto, Frank?

-Qué raro, nunca se había comportado así con ella…-observó Celestia, igual de desconcertada que su hermana.

-Para nada… igual son los nervios…

-Puede… y quizás sea por eso mismo ese súbito cambio de color de tu magia, Cadance, suele pasar a menudo, he llegado a leer algo al respecto.

-Oh, sí, precisamente iba a preguntártelo…

-En ese caso descansa un poco, no pienses en la boda y trata de relajarte… después de todo, lo principal ya está hecho, así que…-la aconsejó su tía.

-Está bien…

Finalmente, sus dos tías la dejaron sola, y Cadance se tumbó en la cama, respirando un poco más tranquila; aunque su cara esbozó entonces un gesto molesto, al tiempo que musitaba por lo bajo.

-Maldita sea…

El resto del día pasó lentamente para ella, por suerte nadie la estuvo molestando en cuanto a lo de la boda se refería por mediación de Celestia, pero aun así se mostró más distante que de costumbre; Luna volvió a visitarla para que cuidara de Frank mientras ella trabajaba, pero resultó imposible, ya que cada vez que el pequeño se acercaba a ella, éste lloraba incontrolablemente y sin razón aparente. Luna no se explicaba a qué venia esa reacción por parte de su hijo, pero lo malo fue que no pudo dejarlo con Cadance y tuvo que cuidarlo ella misma, haciendo sus pinitos para compaginarlo con el trabajo pendiente.

Por otro lado, Celestia la visitó más veces para ver cómo estaba y comprobar el estado de su magia; no vio nada anormal en ella, pero por alguna extraña razón, su aura mágica había pasado a ser permanentemente verde brillante. Antes era de un color azul aciano suave, Celestia estuvo buscando las razones que pudieran explicar más detalladamente este repentino cambio de color, pero salvo por las situaciones de estrés y similares, no encontró nada más.

-Qué raro… lo normal es que, una vez pasada la crisis nerviosa, el color vuelva a su tonalidad normal… no entiendo qué puede provocar esta extraña permanencia-murmuró Celestia, ojeando sus libros.

-Bueno, igual me tarda algo más de tiempo en volver a establecerse de nuevo…-sugirió Cadance, tratando de cerrar el tema.

-Supongo… fiebre no tienes, por lo que puedo descartar influencias internas-se dijo a sí misma en voz alta, comprobando la temperatura de su sobrina con su casco.

-Estoy bien, tía, de verdad…

Aún algo preocupada por ella, Celestia la dejó estar y volvió a sus obligaciones.

Para esa tarde, recibió la visita de Shining.

-He oído que estás nerviosa o algo así ¿te encuentras bien?

-Sí, no es nada, son sólo tonterías mías…

-¿Segura? No quiero que te preocupes más de la cuenta con lo de la boda…

-Sí, estoy bien…

Los dos se miraron por un momento, Cadance pudo ver un brillo especial en sus ojos cada vez que la miraba, lo que la hacía sentirse un poco mejor cada vez que clavaba la vista en él. Sin previo aviso, la princesa se abalanzó sobre él y le besó con una pasión endiablada; Shining se mostró un poco sorprendido por su repentina acción, incluso un poco preocupado.

-Cadance, para, nos van a descubrir…

-¿Y cuál es el problema?-inquirió ella, mordiéndole el cuello.

El semental quiso decir algo, pero entonces oyó el pestillo de la puerta echándose y la devolvió el beso con fiereza; a trompicones, y andando hacia atrás, los dos alcanzaron la cama y se tumbaron en ella, siguiéndose besando cada vez con más pasión. El capitán de la guardia recorrió su cuello, Cadance dejó escapar un suspiro.

-Oh, Shining…

-Cadance…

Sus labios se volvieron a sellar y la pasión creció un poco más, haciéndose un hueco entre los dos. Ambos se revolvieron, entregándose mutuamente.

-Shining… dame tu amor… lo necesito…-susurró ella, con un deje de satisfacción en su voz.

-Por supuesto que sí, mi amor… siempre ha sido tuyo…-respondió él, regresando a su cuello.

A eso, Cadance tan solo esbozó una gran sonrisa; sus ojos centellearon en un resplandor verdoso y su cuerno se encendió débilmente, con el mismo color. Afuera, el cielo comenzaba a teñirse de naranja.







Esa misma noche, Cadance salió al jardín para dar otro paseo nocturno; esta vez se dirigió directamente al laberinto de setos y estuvo un buen rato recorriéndolo hasta llegar al centro, donde había una vistosa fuente. Una vez allí, su cuerno brilló fugazmente, escaneando las inmediaciones, y una vez que se aseguró de que estaba sola, indicó en voz alta.

-Podéis salir ya.

Al punto, cuatro guardias solares aparecieron de entre las sombras y se acercaron a ella; uno de ellos se adelantó y se inclinó ante ella.

-Majestad… me alegro ver que la infiltración ha sido exitosa…

-Desde luego, ha sido muy fácil… contadme cuál es la situación-pidió ella.

-Todo tranquilo, nadie sospecha de nosotros, el plan sigue su curso…

-Estupendo… esta mañana he tenido unos pocos problemas a la hora de adaptarme, pero ya está arreglado. Aunque hay algo de lo que no me avisasteis, malditos estúpidos…

-¿Qué? No puede ser ¿de qué se trata?-inquirió el guardia, extrañado.

-¡Pues de esa grotesca criatura que Luna tiene por hijo, por supuesto! ¡Me ha puesto en un grave aprieto, de alguna manera sabe que no soy la Cadance real, reacciona negativamente ante mi presencia! ¡Y no solo eso, también me he visto en un buen aprieto ante Luna también! Menos mal que he podido salir del paso, pero algo me dice que esa princesucha no se fía de mí…

-Lo sentimos, majestad, no creímos que sería ninguna amenaza…

-¡Pues lo es, y mucho! ¡Si esa cosa sigue reaccionando negativamente ante mí, y sin razón aparente, sospecharan! al parecer esa criatura y la princesa tienen una buena relación… y Luna lo quiere con locura-murmuró la impostora, pensando en voz alta.

-¿Y qué hay de su fortalecimiento, majestad?-inquirió uno de los guardias.

-Va viento en popa, me he asegurado al novio… no sospecha nada.

-En ese caso, si tanto quiere Luna a esa criatura ¿por qué no se aprovecha de ese amor para alimentarse?-sugirió entonces otro guardia.

-¡No, eso sería demasiado arriesgado, y aún más con Luna de por medio! No, nos ceñiremos al plan original, nada de medias tintas ni modificaciones de última hora.

-Lo que usted diga, majestad.

Por un momento hubo un leve silencio que sirvió de inciso.

-Entonces ¿para cuándo cree que estaremos listos para atacar?

-De aquí a una semana, tenemos que asegurarnos de que somos lo suficientemente fuertes como para hacer frente a toda la fuerza militar de Canterlot-reveló la impostora, dejando ver sus ojos verdosos.

-Mientras tanto ¿Qué hacemos?-quiso saber el último guardia.

-Id reconociendo el terreno, para evitar problemas, principalmente.

-Sí, majestad.

Tras ese apunte, la reunión acabó y la impostora les despidió, desapareciendo los guardias tan pronto como aparecieron; una vez sola de nuevo, la Cadance falsa se quedó quieta, pensando en sus cosas, pero poco después hizo brillar su cuerno y desapareció tras un resplandor verdoso.

Dentro de una oscura y profunda cueva, un resplandor verdoso iluminó brevemente los alrededores y la impostora reapareció; iluminando el sitio con su cuerno, echó a andar hacia una dirección concreta y llegó hasta una pared llena de cristales. Usando su magia, los apartó y entró en una pequeño hueco en la roca donde se encontraba la Cadance real; se encontraba atada al suelo por las patas mediante una sustancia verdosa y viscosa, su cuerno estaba recubierto por esta misma sustancia, imposibilitándola usar su magia. Al verla, la puso su mejor cara.

-Tú otra vez… te arrepentirás de esto…

-Oh, por supuesto que no, tu querida familia es más tonta de lo que en un principio pensé, no me ha costado nada convencerles. Parece que todo se precipita a su aciago final…

-Alguien se dará cuenta, estoy segura, te descubrirán igualmente…-le espetó Cadance, furiosa.

-Ahora que lo dices, esa fea criatura sí que se huele algo… muy avispado para ser un simple infante, la verdad…

Al darse cuenta de que se estaba refiriendo a Frank, el gesto de Cadance se agrió aún más y gritó.

-¡No le hagas daño! ¡Como te atrevas a hacerle algo, te juro que…!

-¿Qué? ¿Qué me harás? ¡Nada! ¡Nadie sabe que estás aquí, ni siquiera que estas cuevas existen! Tu adorado primito es un obstáculo para mis planes, sí, pero me encargaré de él, de eso puedes estar segura…

Al oír esa jura, la cara de Cadance cambió drásticamente de furia reprimida a miedo intenso.

-No… no, por favor, es sólo un bebé, no le hagas daño ¿qué mal puede hacerte?

-¡Puede descubrirme! ¡Sabe que no soy tú! Pero tranquila, no sufrirá, no soy tan cruel…

La Cadance falsa guardó silencio por un momento y la verdadera tomó la palabra.

-¿Por qué me haces esto?

-Porque, al contrario que tú, yo tengo responsabilidades… y unos súbditos que se mueren de hambre.

Ante ese argumento, la Cadance real se quedó un tanto extrañada, pero antes de que pudiera preguntarla nada más, la impostora se dio la vuelta para irse. Fue a cerrar la pared, pero antes de eso, se dirigió hacia ella.

-Ah, por cierto, ya he conocido a tu prometido, es un poni encantador… y un fiera en la cama.

La cara de la Cadance real fue tal que la impostora se fue riendo cruelmente, dejando sola a su prisionera en un pozo de negrura sin fin; en cuanto estuvo sola, Cadance se dio el lujo de llorar amargamente, rebotando sus sollozos por las galerías más cercanas.







Los días siguientes pasaron con algo más de ritmo, al menos para la impostora; aun a pesar de que Frank seguía reaccionando mal ante ella, por ahora nadie parecía preocuparse demasiado por ese hecho en concreto, pero pudo notar que Luna no lo dejaba pasar así sin más. Más de una vez la había descubierto mirándola de forma dubitativa, y sus conversaciones se limitaban a saludos y poco más. Celestia, por su parte, seguía tratando de descubrir el porqué del cambio de color de su magia, eso la ponía especialmente nerviosa.

-Ay, tía en serio, déjalo ya, tu misma me dijiste que se iría con el tiempo…

-¡Sí, claro, pero no en un periodo de tiempo tan largo y dispar! ¡Entiéndelo Cadance, en todos mis años estudiando la magia nunca había visto nada semejante, estoy preocupada por ti!

-¡Pues no te preocupes tanto por mí y preocúpate más por ti, demonios!-exclamó ella, algo irritada.

Pero enseguida se dio cuenta de su cagada y se apresuró a arreglarla, aún más cuando vio la cara que puso Celestia.

-Oh… lo siento, tía, no era mi intención gritarte, es que…

-No, no te disculpes, tienes razón. He estado muy encima de ti últimamente, y aun y con todo lo de la boda… perdona, Cadance, no era mi intención agobiarte.

-No hace falta que seas tan dura contigo misma…

La alicornio blanca la sonrió y la hizo un gesto cariñoso bajo la barbilla, lo que hizo cabecear a la impostora.

-Hay que ver lo que has crecido… ya no eres esa potrilla que tan bien recuerdo. Y a veces me olvido de eso.

La Cadance falsa esbozó una simulada sonrisa, para aparentar, pero entonces Celestia hizo algo imprevisto; sin ni siquiera avisar, se acercó a ella y la envolvió entre sus patas en un cálido abrazo lleno de amor. Los ojos de la impostora brillaron levemente y su cuerno se encendió, pero a los pocos segundos, éste se apagó y se separó de ella.

-Sólo queda menos de una semana para la boda, así que debemos de estar todos preparados. Te dejo, tengo asuntos que atender.

-Vale.

Ella la observó irse, y una vez fuera de su alcance, pensó para sus adentros.

-Demasiado arriesgado. Ya llegará el momento más apropiado.

Aún le costaba creer que su tapadera hubiera funcionado de una forma tan buena y sencilla, pero ahí estaba, infiltrada en el palacio de Canterlot y entre sus dos princesas regentes. Estaba convencida de que su plan sería perfecto, y no veía el momento en el cual llevaría a cabo la culminación del mismo.

-Será un día perfecto-susurró para sí misma, esbozando una gran sonrisa.







Esa misma tarde, tanto Midnight como Cloud terminaban su jornada, por lo que podían retirarse a partir de las siete; el reciente ascenso de la bat poni la había tenido más ocupada que de costumbre y apenas había visto al sub capitán de la guardia solar, y él también la echaba de menos, por lo que el pegaso decidió aprovechar para llevarla por la ciudadela para terminar el resto del día en su compañía. La bat poni aceptó y, tras guardar sus armaduras, los dos juntos salieron del palacio mientras se internaban en las calles de la ciudad.

-Y dime ¿a dónde me llevas?

-¿Quieres ir a cenar? Conozco un restaurante cerca de aquí donde hacen un plato de heno con queso buenísimo.

-Vale, vamos.

Aun a pesar de que los bat ponis estaban más asentados hoy en día y eran más conocidos por los ponis diurnos, seguía siendo un poco raro verlos más allá de los terrenos del palacio, y aún más lo era cuando un poni diurno iba acompañando a uno de estos. Hubo ponis que les miraron un tanto extrañados, pero ninguno de los dos prestó atención a esto. Sólo estaban ellos dos y nada más.

El restaurante estaba unas manzanas más arriba, por lo que llegaron enseguida; la gran mayoría de los establecimientos de Canterlot destacaban por ser exclusivos y bastante caros, pero este en concreto destacaba por ser más accesible que el resto, no era tan transitado por los estratos más arraigados, por lo que el ambiente estaba libre de elitismo y superioridad clasista. Y los precios se ajustaban a unos funcionarios como ellos, por lo que no suponía ningún problema añadido.

Esa noche había cena con espectáculo, en el que un monologista amenizaba la velada contando de forma muy socarrona momentos graciosos de su vida, arrancando más de una carcajada al público en general.

Tras la cena, a la cual Cloud invitó aun a pesar de la insistencia de la bat poni a que no lo hiciera, fueron a tomar algo a un garito cerca de la salida de la ciudadela; ésta vez fue Midnight la que invitó, sin posibilidad de negarse por parte del pegaso. El sitio era muy frecuentado por la juventud más sencilla de la ciudad, y resultaba curioso encontrar un lugar así en una ciudad tan refinada y cosmopolita como Canterlot, pero para noches como esa, era el sitio ideal.

Los dos se pidieron lo mismo, una sidra, y se dirigieron hacia la pista para bailar al ritmo de la música.

-¿Desde cuándo conocías este lugar?-preguntó Midnight, curiosa.

-Desde que era joven, lleva abierto más de diez años… se adapta muy bien a los vientos de cambio, la verdad-explicó él, mientras bailaban.

-No lo conocía…

-Pero porque apenas sales…

-Como si tuviera tiempo, mira este…

-Hombre, pero tú eres una bat poni, tú sí que sabes cómo aprovechar bien la noche…

-La noche es sagrada para mí, pero no del mismo modo que los ponis diurnos.

-Qué aburrida…

-Puede…

Los dos se miraron por un momento a los ojos antes de echarse a reír, acercándose un poco más mientras bailaban; la última canción termino enseguida y el DJ, un semental de colores cálidos, habló.

-¡Bueno, la noche es joven, no ha hecho más que empezar y esto se está animando, señoras y señores! ¡Y qué mejor manera de continuar que con el genial y fantástico señor Sinatra! ¡Fua, no tengo ni idea de dónde habrá salido el disco original, pero lo único que sé es que se está ganado a media Ecuestria! ¡Volemos todos juntos!

Tanto a Midnight como a Cloud les cogió desprevenidos encontrarse a Frank Sinatra en un sitio como ese, pero poco les importó, puesto que todo el mundo comenzó a gritar entusiasmado; las primeras tonadas comenzaron a sonar antes de que la voz de Sinatra hiciera lo propio, revolucionando la pista de baile.

Come fly with me, let's fly, let's fly away

If you can use some exotic booze

There's a bar in far Bombay

Come fly with me, let's fly, let's fly away


Hasta ahora, la música de Sinatra había estado destacando bastante no solo por Canterlot, sino por toda Ecuestria; las primeras copias puestas a la venta tardaron un poco en venderse, pero en cuanto la gente las escuchó y se empezó a hablar de él, las ventas subieron como la espuma. Ahora no había ni un solo poni que no hubiera oído hablar de él aunque sólo fuera una vez.

Come fly with me, let's float down to Peru

In llama land there's one-man band

And he'll toot his flute for you

Come fly with me, let's take off in the blue


Como les venía teniendo acostumbrados, Sinatra regalaba unas letras ponderosas y llamativas, y no sólo por los términos que los ponis no llegaban a entender, sino por la fuerza interpretativa que poseían gracias a una voz como la de Sinatra.

Once I get you up there where the air is rarified

We'll just glide, starry-eyed

Once I get you up there I'll be holding you so near

You may hear angels cheer 'cause we're together


Esta canción en concreto poseía un ritmo lo suficientemente animado como para encajar en un garito como ese, pero al mismo tiempo también tenía un tono más pausado y lánguido, combinándose a la perfección.

Weather-wise it's such a lovely day

You just say the words and we'll beat the birds

Down to Acapulco Bay

It's perfect for a flying honeymoon, they say

Come with me, let's fly, let's fly away


Tras esa estrofa, vino un poderoso y muy sonoro interludio musical por parte de la orquesta que hizo estallar a la pista de baile; incluso ellos mismos se dejaron llevar por la música y bailaron a su son, llegando a alzar el vuelo por encima del suelo, como bien les indicaba el propio Sinatra.

Una vez que el interludio finalizó, se repitieron las dos últimas estrofas, conservando el mismo ritmo equilibrado y pegadizo; finalmente, la canción acabó con un remate precioso después del Come fly with me.

Pack up, let's fly away!

Para entonces, toda la pista de baile y el resto del garito ya estaba aplaudiendo y silbando, siendo la culminación de ese mismo momento. El ambiente no podía ser el mejor, y tanto Midnight como Cloud disfrutaban de la fiesta y de la compañía del otro, alargándolo todo un poco más.

A eso de la una de la mañana, Midnight se encontraba más activa que nunca, mientras que Cloud no podía decir lo mismo, por lo que optaron por volver al palacio para que el pegaso se fuera a la cama.

-Me lo he pasado muy bien… gracias por la velada, Cloud…

-No ha sido nada… teníamos poco tiempo en nuestro haber, había que corregir eso.

-¿Y cuánto tiempo más crees que duraremos?-inquirió ella, curiosa.

-Todo el que nosotros queramos.

Ambos enamorados se miraron por un momento, parándose delante de una farola parpadeante y la entrada a un callejón; no hizo falta decir nada más, los dos lo sabían, y respetaron eso. El beso posterior lo corroboró y se apoyaron en la farola, dejándose llevar por el momento.

Los sentidos de los bat ponis están mucho más desarrollados que los de los ponis diurnos, sobre todo la vista y el oído; son capaces de oír ultrasonidos que sólo los animales como los perros y los gatos pueden captar, así como orientarse sin problema en la más absoluta oscuridad y fundirse con el ambiente. Se podría decir que nada se le escapaba a un bat poni. Y aun a pesar de su momento romántico, realmente no se le escapaba nada a Midnight.

-Hay alguien ahí…-susurró entonces, entre beso y beso.

-¿Qué?-inquirió Cloud, extrañado.

-Una sombra en el callejón, parece sospechosa… ha salido de una ventana.

-¿Allanamiento de morada?

-Puede… sigue besándome, a ver qué hace…

Para evitar llamar la atención y no alertar al sospechoso, Cloud no se dio la vuelta y volvió a posar sus labios sobre los de la bat poni, la cual se puso en alerta aun a pesar de los besos que recibía. La sombra se movió sibilinamente tras un contenedor y entonces notó una segunda sombra apareciendo por encima de los tejados.

-Hay otra, ha aparecido del tejado… se mueven muy sospechosamente, parecen estar buscando algo…

-Tenemos que pillarlos por banda… dime cuando actuar.

-Espera…

Los dos siguieron disimulando, Midnight se concentró un poco más; las dos sombras se encontraron y estuvieron hablando entre sí, la bat poni agudizó el oído y sus orejas se levantaron, dirigiéndose hacia ellos.

-¿Lo tienes ya?

-No, pero para el día de la boda lo podré tener… ¿hay vía libre?

-Sí, ya está, ha sido fácil, hay una salida desde el otro lado, la ventana está abierta, es entrar y salir.

Midnight se despegó de su novio y masculló por lo bajo.

-Van a entrar.

-En ese caso mejor pillarles con las manos en la masa, avísame y entramos al trapo.

Cloud la dio una serie de besitos en el cuello, lo que permitió a Midnight alzar la vista un poco más de manera disimulada; fue entonces cuando vio que los dos comenzaron a revolotear hacia la ventana.

-¡Ahora!

Ambos guardias se dieron la vuelta de golpe, echando a volar, descubriendo de golpe a los intrusos.

-¡Guardia Real, quietos, están detenidos!-exclamó el pegaso, con voz autoritaria.

Las dos sombras resultaron estar tapadas con sendas capas negras que les ocultaban de la vista, pero se podía notar que eran dos pegasos; al verlos, éstas echaron a volar hacia arriba y ellos les siguieron, pero una vez por encima de los tejados, se separaron.

-¡Ve tras ese, yo voy a por el otro!-indicó Cloud.

-¡Vale!

La bat poni viró hacia la derecha y vio al fugitivo volando por encima de los tejados.

-No escaparás de mí-masculló ella en voz baja.

Agitó entonces sus alas de murciélago y se echó hacia delante, volando todo lo rápido que podía; en cuanto a estuvo a menos de un metro del sospechoso, éste se coló por un callejón y voló bajo, pero eso no paró a Midnight. Volando al raso, y evitando de forma magistral los tenderetes y las coladas nocturnas, no apartó la vista en ningún momento de su objetivo, el cual volaba un poco más alto. Aun a pesar de la oscuridad de los callejones más profundos de la ciudad, ella podía verle perfectamente.

-Puedo estar así toda la noche, si me distas…-murmuró entonces, esquivando un mantel mojado colgado de una cuerda.

En cuanto tuvo vía libre y el suficiente espacio, Midnight aceleró de golpe y se abalanzó sobre él, llegando a placarle en el aire.

-¡Te tengo!-exclamó entonces.

Acto seguido trató de inmovilizarlo, pero el sujeto se defendió bien y trató de asestarla una coz desde detrás; pero la bat poni, rápida de reflejos, lo bloqueó a tiempo, respondiendo con un rápido golpe en las narices. Los dos forcejearon en el aire, hasta que una repentina ráfaga de aire les tiró hacia abajo, aterrizando sobre una tienda de ropa cercana y atravesando el cristal; Midnight agitó sus alas para tratar de estabilizarse y las abrió, vio entonces que su sospechoso trataba de escabullirse, por lo que se lanzó rasgando el aire. Tan centrada estaba en él, que no se dio cuenta que estaban rodeados de vestidos de todo tipo, llegando a desgarrarlos con sus alas. Localizó a su objetivo tras una estantería y no lo dudó en ningún momento, tumbándola hacia su lado para tratar de atraparla con ella; pero el sospechoso alzó el vuelo a tempo y lo evitó, cayendo la estantería al suelo estrepitosamente, desparramando todo tipo de productos de costura. Aprovechando entones esto, la figura encapuchada se lanzó sobre Midnight y la embistió hacia atrás, tumbando varios maniquíes en el proceso. Notó entonces una fuerza sobre ella que comenzó a golpearla con saña, pero ella contraatacó enseguida, devolviéndola los golpes con todas sus fuerzas. Fue entonces cuando al fugitivo se le ocurrió algo y la tiró un par de vestidos a la cabeza, para tratar de desorientarla; pero Midnight, lejos de amilanarse, abrió sus alas de golpe, quitándose de encima los vestidos y oyéndose claramente como la tela se desgarraba. Acto seguido, con los ojos encendidos y un gesto de furia en su cara, se lanzó sobre su atacante, dispuesta a todo. Pero en ese momento, se oyó una puerta abriéndose y una luz proveniente de una vela.

-¿¡Pero que es todo este alboroto, que está pasando aquí?!

Entonces el encapuchado aprovechó esa distracción para lanzarla su capa y pasó al lado de la poni con la vela; ésta se apagó de golpe y cayó al suelo, al tiempo que la poni soltaba un grito, asustada. Midnight se quitó la capa de la cara y voló por encima de la poni, la cual, al ver el estropicio, chilló.

-¡Mi tienda, mis vestidos! ¡El encargo especial!

Pero no llegó a oír nada más, puesto que salió despedida en busca de su sospechoso, el cual comenzaba a perderle el rastro.







Por su parte, Cloud también iba tras su fugitivo, el cual volaba bastante rápido, pero él tampoco era manco; no poseía los mismos atributos que Midnight, pero en cuestión de persecuciones era el más rápido, por lo que puso todo su empeño en no perderle de vista. Volaba todo recto, sin ni siquiera molestarse en tratar de despistarle, lo que permitió a Cloud seguirle con la mirada mientras le daba alcance.

-¡Alto a la Guardia Real, no se lo digo más veces!

Pero la figura, lejos de parar, siguió huyendo, bajando hacia la calle esta vez; por suerte, ya no había nadie paseando por allí, lo que facilitó la persecución. Enfilaron entonces una ancha avenida, la cual permitió a Cloud ganar un poco más impulso, agitando sus alas con todas sus fuerzas y lanzándose sobre él. Pero iba tan rápido que no le dio tiempo a girar, por lo que, tras embestirle, los dos acabaron precipitándose sobre un escaparate, rompiendo el cristal y acabando dentro de un restaurante que, dado a su exquisita decoración, debía de ser uno de los más caros de la ciudad. Aterrizaron sobre una mesa, tirándola al suelo y destrozando una vajilla de porcelana. Pero la figura, lejos de querer enfrentarse a Cloud, se reincorporó y echó a volar de nuevo en dirección hacia las cocinas.

-¡No escaparás!

Yendo tras él, el pegaso accedió al sitio, encontrándose entonces con todo un mar de delicias y platos ya preparados, dispuestos de forma que estuvieran listos para servir; una enorme tarta de varios pisos era lo que más destacaba entre tanto manjar.

Echando un rápido vistazo al sitio, pudo ver que no había ningún otro lugar por donde salir, y no había ventanas, por lo que se puso en guardia enseguida.

-¡Salga ahora mismo, está atrapado, no tiene a dónde ir!

Hubo un denso silencio tras esa orden, por lo que el pegaso estuvo preparado para cualquier cosa. Excepto para un tartazo en toda la jeta, lo que le dejó del todo alelado.

-¡Maldita sea, eso es jugar sucio!-masculló Cloud, furioso.

Vio entonces que una figura pasaba justo a su lado y no se lo pensó dos veces, placándolo con todas sus fuerzas y lanzándolo contra los entremeses, tirándolos todos al suelo; acto seguido, y sin ni siquiera darle margen, le volvió a embestir, saliendo despedido hacia el fondo de la cocina y desparramando el contenido de un buen número de bandejas de todo tipo de comida. Al siguiente segundo ambos se lanzaron, dispuestos a todo, y se encontraron en el aire, cayendo al suelo con gran estrépito y dándose un buen golpe contra la mesa central. El porrazo fue tal que la mesa se tambaleó, y con ella la enorme tarta de varios pisos, la cual se balanceó hasta que al final acabó cayendo hacia la derecha, convirtiéndose en una masa compacta de merengue y nata inservible.

Por un momento, pareció que el fugitivo se daba por vencido, pero sorpresivamente reaccionó y golpeó a Cloud con fuerza, el cual respondió con lo mismo, repartiéndose leña entre los dos durante un buen rato; en un momento dado, Cloud aprovechó que sólo atacaba para pillarle desprevenido y agitó sus alas, creando una fuerte ventolera que echó hacia atrás a su atacante, empotrándole contra más bandejas llenas de exquisiteces, acabando todo por el suelo. El guardia real fue a contraatacar, cuando las puertas se abrieron, apareciendo entonces una serie de ponis llevando candiles con ellos.

-¿¡Pero que es todo esto?!

Fue entonces cuando el encapuchado aprovechó la coyuntura para tirarle a la cara la última tarta que quedaba entera y salió zumbando de allí, pasando por encima de los nuevos ponis. Cloud, rojo de la rabia y embadurnado de crema y chocolate, se lanzó a por él, sin pensar en nada más. Uno de los ponis que entró, al ver el estropicio, masculló antes de desmayarse.

-¡No, el convite especial no!

Antes de que los demás pudieran quejarse a los causantes, éstos ya habían desaparecido.







Para el día siguiente, todo el mundo estaba enterado, incluyendo las princesas; tanto Cloud como Midnight no pudieron atrapar a los encapuchados, ya que huyeron a tiempo. Pero para las princesas, el caso era aún más grave.

-¡Pero esto es un desastre, ese banquete era el de la boda, sub capitán! ¡Y usted, señorita Blossom, ha destrozado el vestido de mi sobrina! ¿¡Qué tienen que decir al respecto?!-masculló Celestia, furiosa.

-Lo sentimos muchísimo, alteza, hemos sido unos imprudentes, en ningún momento quisimos estropearlo todo-se disculpó Cloud, hincándose de rodillas ante ella.

-Pueden descontarnos de nuestros sueldos el importe necesario para pagar todo el estropicio-añadió Midnight, totalmente avergonzada y sin querer ni poder mirar a la cara a Luna.

Celestia les miró de hito en hito, con el cabreo aún presente; pero entonces, en un momento dado, se calmó y tomó aire.

-Bueno, pero según tengo entendido perseguíais a alguien… ¿de quienes se trataban?

-No estamos seguros, alteza, parecían querer entrar a robar en una casa con gente dentro, pero al ver que huían, los perseguimos.

-¿Sólo eso? ¿Montáis todo este follón por unos simples ladrones?

-Hay algo más, alteza-comentó entonces Midnight.

-¿El qué?-inquirió Celestia.

La bat poni hizo un breve silencio antes de contestar.

-Antes de ir a por ellos, les estuve escuchando; comentaron que tendrían algo para el día de la boda, no creí que fuera nada importante, pero aun así sus palabras me dieron qué pensar, por eso preferí actuar.

El ceño de Celestia se arrugó, mostrando una mirada preocupada.

-¿Y qué sabéis de esos ladrones? ¿Pudisteis identificarlos?

-No nos fue posible, iban totalmente cubiertos por capas negras.

Ese detalle asustó aún más a la princesa, la cual dejó escapar un gesto intranquilo.

-Puede que sea una mera coincidencia, o bien algo más. No quiero echar las cartas al vuelo, pero la seguridad es lo primero, y no pienso dejar que nada ni nadie atente contra nosotros en un día tan especial. Vamos a tener que reforzar la seguridad y los efectivos, además de proporcionar protección adicional.

-Princesa, si me lo permite…-murmuró en ese momento Shining, tomando la palabra.

-¿Si, capitán?

-Soy un experto en magia defensiva, y se me dan especialmente bien los campos de fuerza a larga distancia. Podría levantar uno en torno a Canterlot para garantizar su seguridad y protección durante el día de la boda.

Todos se quedaron bastante sorprendidos por esa sugerencia, Cadance miró a su prometido como si no hubiera oído bien.

-¿Se ve capaz de crear semejante fuerza mágica? Tendría además que mantener su poder al máximo para garantizar su efectividad-inquirió Celestia, ceñuda.

-Puedo intentarlo, alteza, quiero que el día de mi boda sea seguro tanto para mí como para mi novia-aseguró Shining, muy seguro de sí mismo.

-En ese caso, adelante, cuento con usted, capitán.

-Gracias alteza, no la defraudaré.

-Aunque aún queda el asunto del banquete, el vestido y la organización…-recordó Luna, meciendo a Frank en su regazo.

Frente a eso, Celestia se quedó pensativa, rumiando en posibilidades; Midnight murmuró.

-Aceptaremos las sanciones que usted crea pertinentes, alteza.

Recordando que estaban allí, Celestia comentó.

-En ese caso, restaré de sus sueldos los gastos perdidos. Pueden retirarse ya.

Ambos guardias se fueron de allí, dejando solos a las tres princesas y Shining. Celestia suspiró y decidió una solución.

-Dados los actuales acontecimientos, no me queda otra alternativa que pedir ayuda a Twilight y sus amigas. No quería molestarlas, pero tras este desastre, y esa posible amenaza, el tiempo se nos echa encima. ¿Alguna pregunta más?

Todos negaron con la cabeza, antes de que Celestia les despidiera y saliera de allí; Cadance miró al suelo, con la mirada perdida, y luego miró a Luna, llegando a encontrarse a Frank con la mirada. Éste se la apartó, abrazándose al cuello de su madre con fuerza. Por su parte, la princesa de la noche la dedicó una ceñuda mirada antes de irse de allí.

-No te preocupes cariño, todo va a estar bien-la aseguró Shining a su novia, frotándola su hocico contra su cuello.

-Sí, por supuesto…-murmuró ella, perdiéndose en sus propios pensamientos.

Afuera, el día era tan radiante como siempre.

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PD. Banda Sonora Original de Amor de madre :roto2rie:


Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor Sg91 » 16 Jun 2014, 15:13

Capítulo 10

Campanas de boda

2ª parte


-¡Panda de estúpidos! ¿¡Es que acaso no se os puede pedir nada?! ¡La que habéis liado!

-¡Lo sentimos muchísimo, majestad!

-¡Y encima esa princesucha desconfía más que nunca de mí, y su feo hijo ni me puede ver! ¡Todo está en mi contra! ¿¡Qué hacemos ahora con ese campo de fuerza?!

-¡El problema es, majestad, que el resto de efectivos se quedará fuera si lo alzan ya, y en caso contrario, sería muy complicado empezar a infiltrar la totalidad de la colmena a estas alturas!

-¿¡Crees que no lo sé?! ¡Os infiltré a vosotros porque sois mis consejeros más valiosos, y usted, capitán, me esperaba más profesionalidad de su parte!

-¡Realmente lo siento, majestad, le juro que no volverá a suceder!

La Cadance falsa le taladró con la mirada por unos breves momentos, con sus ojos resplandeciendo en un tono verde intenso; acto seguido trató de calmarse respirando pausadamente.

-Majestad, ahora que lo pienso… ¿y qué hay del novio? Es el que conjura el campo de fuerza ¿no? ¿Y si trata de debilitarlo debilitándole a él también?-sugirió entonces uno de los consejeros infiltrados.

La impostora dio un cabezazo, abriendo mucho los ojos.

-Pues claro… es perfecto, puedo ir consumiendo poco a poco sus fuerzas y así no podrá usar su hechizo. Luego, podrán destruirlo desde fuera con poco que hagan. Bravo, Smartbug, así me gusta…

El aludido esbozó una sonrisita autocomplaciente, obteniendo sendas miradas de reproche del resto de sus compañeros.

-Aunque aún hay un problema… concretamente dos ¿qué puedo hacer para quitarme del medio a la princesa y su llamado hijo?-inquirió entonces la impostora.

Ante esa pregunta, ninguno de los presentes supo qué decir, quedándose callados.

-Lo que me suponía… tendré que buscarme la vida. Podéis retiraros ya, y no hagáis nada estúpido.

Una vez que sus subalternos se fueron, la embustera se quedó rumiando posibilidades, pero no se la ocurría nada por lo que poder tirar; dejó escapar un suspiro exasperado e hizo mano de su magia, desapareciendo al segundo siguiente.

El ambiente en las cuevas era frio y húmedo, calando los huesos, y la oscuridad era densa y penetrante; hacía tiempo que Cadance había perdido el sentido de la orientación, no sabía dónde se encontraba exactamente, ni en qué día estaba ni la hora que era. Tampoco sabía cuantos días llevaba ahí metida. El hambre la acuciaba, y apenas comía, ya que su captora tan sólo había aparecido un par de veces para traerla algo de comer, pero tan solo eran pequeñeces que apenas la saciaban.

En ese momento vio un resplandor verdoso delante de ella y supo que había vuelto, pero al ver el molesto gesto de su cara supo que no había venido de visita de cortesía.

-Realmente tu querido primito es un auténtico dolor de muelas… necesito perderle de vista a él y a su madre ya, pero no se me ocurre nada-masculló la farsante.

-¿Y a mí qué? Eso es cosa tuya, no mía…

-¡No, ese el problema, que es cosa tuya, no conozco a Luna, no sé qué la puede alejar de mí! Pero tú seguro que sí sabes algo…

Frente a eso, la Cadance real tan solo la miró ceñuda.

-¿Y crees que te lo voy a decir así sin más?

-¡Oh, ya lo creo que sí, por la cuenta que te trae!-exclamó la falsa Cadance, furiosa.

-¿Y qué vas a hacer? ¿Torturarme un poco más de lo que ya me has torturado? ¿Matarme de hambre? ¿Dejar que me pudra aquí? ¿Tan desesperada estás por saberlo?

El ojo derecho de la impostora tembló levemente, para luego asestar una dura cachetada que tiró a la Cadance real al suelo.

-¡No te atrevas a hablarme de ese modo! ¡Tú no sabes nada de mí! ¡Y vas decirme lo que sabes ya!

La alicornio rosada se levantó del suelo, con las patas temblando, y mirando fijamente a su impostora, con mirada retadora.

-No… por una vez, me voy a dar el gusto yo ¿te parece?

-Tú, especie de…

-Oh, vamos ¿a dónde ha ido esa labia tuya? ¿Se te ha comido la lengua el gato?-inquirió Cadance, con sorna.

Para la impostora fue demasiado y se abalanzó sobre ella, comenzando a golpearle repetidamente tanto en la cara como en el resto del cuerpo; la alicornio rosada se dejó caer al suelo, medio apaleada, y sin apenas defenderse. La impostora fue a seguir golpeándola, pero entonces paró de golpe, serenándose de nuevo. Por un momento, las dos se miraron la una a la otra, diciéndose todo en nada. Necesitaba a Cadance para que la dijera lo que necesitaba saber, pero ésta se la había puesto chula repentinamente; estaba claro que lo hacía por una razón, y no por simple cabezonería u orgullo. Y si la seguía haciendo daño o la dejaba seriamente herida, las posibilidades de obtener la información que ella necesitaba se reducían sistemáticamente.

-Je, yegua lista…-masculló la farsante, por lo bajo.

Entonces, un aura verdosa la cogió del cuello y la falsa Cadance se lo apretó con su casco, acercándose a ella.

-No pienso jugar a tu juego, así que vamos a jugar al mío ¿te parece? Me dirás lo que quiero saber, o me pensaré mejor el destino de tu querido primo…

Frente a eso, Cadance dejó escapar una mueca asustada que trató de disimular, pero que no la salió muy bien.

-No… no serás capaz… tu misma dijiste que no le harías nada…

-Oh, sí, pero tiendo a cambiar de parecer muy a menudo… tú elijes, tu querido primito, o tú misma.

Las dos se miraron fijamente, Cadance negó con la cabeza, mascullando.

-No… es un farol, no lo harás…

-Oh ¿eso crees? ¿Quieres comprobarlo, de verdad? dímelo…-susurró la impostora, apretándola el cuello con considerable fuerza.

Cadance comenzó a notar la falta de aire, costándola respirar cada vez más; la sonrisa diabólica que su captora la estaba poniendo la heló la sangre, probando que realmente estaba dispuesta a llegar tan lejos. Y no podía arriesgarse a que Frank pagara por su imprudencia.

-Está bien, te lo diré, pero no le hagas daño…-musitó ella, en un hilo de voz.

La impostora esbozó una triunfante sonrisa y la soltó, dejándola caer al suelo, donde estuvo tosiendo con fuerza.

-Así me gusta, que cooperes… ahora, dime lo que quiero saber-demandó ella, perdiendo la paciencia.

En cuanto Cadance recuperó el resuello, se apresuró a hablar.

-Últimamente, la tía Luna se andaba quejando de que estaba teniendo mucho trabajo desde que la Cámara Alta volvió a sus funciones originales y que apenas podía pasar tiempo con Frank; necesita un descanso y pasar más tiempo con su hijo…

Ante eso, la impostora la miró de hito en hito, pensando en algo efectivo.

-Está bien, en ese caso que descansen… muy lejos de aquí.

Tras eso, se dio la vuelta y se desapareció rápidamente, dejando sola a Cadance de nuevo en la oscuridad; la alicornio rosada apoyó la cabeza en la pared y lloró por lo bajo, sintiéndose más sola que nunca.








Esa misma noche, Luna terminó de acostar a Frank en su cuna, llegándole a cantar una vieja nana ecuestriana para que conciliara el sueño; cantarle siempre era efectivo, por lo que en menos de cinco minutos cayó en redondo. Su respiración acompasada siempre era indicativo de que dormía bien y nada le molestaba en sus sueños. Luna sonrió y le dio un suave beso en la frente. Hasta ahora, ése era uno de los pocos momentos en los que podía estar con su hijo, aun a pesar de que éste estuviera durmiendo. Desde que empezó a comportarse de forma extraña frente a Cadance, intentó compaginar el cuidarle con trabajar, pero le era casi imposible, puesto que la mayoría de las veces tendía a atenderle a él antes que a su trabajo. Había estado pensando seriamente en contratar a alguien que se pudiera ocupar de él, ahora que Cadance no podía cuidarle sin que se echara a llorar con todas sus fuerzas.

Más de una vez había intentado explicar por qué Frank lloraba cada vez que Cadance estaba cerca, pero hasta ahora, no había sacado una respuesta satisfactoria. Incluso parecía notar que Cadance no era la misma de siempre. Desde que empezó a darse esta situación, las dos habían estado distanciándose cada vez más y ni siquiera se hablaban como antes. Luna estaba convencida de que pasaba algo raro con su sobrina, pero no acertaba a comprender lo que era.

Antes de irse a la cama ella también, decidió hacer una rápida visita a su hermana, la cual se encontraba tumbada en la cama leyendo un libro.

-Hola Luna ¿querías algo?-inquirió Celestia, sin dejar de leer.

-¿Podemos hablar un momento, hermana?

-Claro, tú me dirás-indicó ella, señalándola la cama para que se acercara.

Luna se puso a su lado y comenzó a hablar.

-Verás, se trata de Cadance… hasta ahora, Frank ha reaccionado de esa forma tan extraña frente a ella, y debido a esto, no ha podido cuidar de él. Pero no se trata de eso en concreto, sino del hecho en sí. ¿No notas a Cadance un poco… cambiada?

-¿Cambiada?-repitió Celestia, extrañada.

-Sí, es como si… fuera otra poni distinta…

Ambas hermanas se miraron por un momento, Celestia se quitó las gafas y cerró el libro.

-Sabes que dentro de pocos días va a ser la boda, es normal que esté nerviosa…

-¿Y después de que nos dijera que todo estaba bien? ¿No te parece eso un poco raro?

-Hombre, es verdad que ha tenido un cambio un poco brusco… con todo lo que ha pasado hasta ahora, y ese cambio de color de su magia…

-Y esa es otra, se supone que eres una experta en magia aplicada ¿no te parece mínimamente raro?

-Bueno, sí, pero… ¿a dónde quieres llegar con todo esto, Luna?-inquirió Celestia, intrigada.

-Piénsalo Tia, el comportamiento de Frank para con ella, el cambio de color de su magia, sus repentinos nervios frente a su normalmente calmada personalidad… está claro que algo raro le pasa a Cadance, y apenas la estamos prestando atención-explicó Luna, seriamente.

-¿Qué insinúas? ¿Qué acaso la han cambiado? No seas ridícula, Luna…

-¿Y si es así?-inquirió entonces ella.

Por un momento se hizo el silencio en la habitación, oyéndose tan solo la respiración de ambas alicornios, las cuales se mantuvieron la vista fijamente.

-Eso que dices no tiene sentido, Luna… si realmente la hubieran cambiado, lo hubiéramos notado enseguida…

-¡Pero lo estamos notando, al menos yo! ¡Tenemos todas las cartas sobre la mesa, Tia, solo hace falta juntarlas! ¡Sería una estupidez pasar por alto todo lo que sabemos hasta ahora!

-¿Y qué las conecta, según tú?

-Los encapuchados que Midnight descubrió-murmuró la princesa de la noche, con voz queda.

Frente a eso, Celestia dibujó una mueca incrédula.

-¿Y eso qué tiene que ver? no veo ningún tipo de conexión…

-No directamente, pero si tomamos en cuenta los detalles en sí…

-…obtenemos conjeturas. Luna ¿en serio piensas jugar con eso? La seguridad está garantizada, no tenemos nada que temer…

-¡Pero no estamos cien por cien seguros de eso!

-¡Y por esa misma regla de tres, tampoco podemos estar seguros de tu teoría de la conspiración!-exclamó Celestia.

Frente a eso, Luna se quedó callada, sin poder dejar escapar un suspiro exasperado.

-No vas a dejar que me explique ¿verdad?

-Yo no he dicho eso…

-¿Entonces? ¿A qué vienen todas esas reticencias?

-Luna, según tú Cadance no es la misma y, frente a eso, tus pruebas son dos ladrones encapuchados que ni siquiera están relacionados. Como comprenderás, no es que no quiera creerte porque no me apetezca. Cadance va a casarse dentro de nada, estamos sin banquete, sin vestido y sin apenas organización, es normal que esté nerviosa. Y es normal que estos mismos nervios pongan igual de nervioso a Frank, eso es todo, estás haciendo una montaña de un grano de arena.

Luna quiso rebatirla y tratar de convencerla, pero enseguida supo que no iría a ninguna parte.

-Está bien, tú ganas, pero si luego pasa algo malo, no me digas que no te avisé.

-Ay, qué exagerada eres, Luna…

La aludida pasó de contestarla y se fue de allí, sin ni siquiera despedirse; atravesó el resto del pasillo a largas zancadas y se metió en su habitación, cerrando por dentro. Afuera, en el pasillo, la figura de la Cadance falsa se recortaba en las sombras, llegando a alumbrar la luz de la luna un preocupadísimo gesto en su cara.

-Me tengo que librar ya de ti…-masculló por lo bajo, antes de desaparecer de allí.








Al día siguiente, Luna se mostró algo más distante con su hermana, y aumentó un poco más la distancia entre ella y Cadance, lanzándola miradas llenas de duda y desconfianza; como tenía mucho trabajo y apenas podía ocuparse de su hijo, tuvo que buscarse a una de las criadas del servicio y la pidió que cuidara a su hijo por ella, prometiéndola un aumento de sueldo si lo hacía. La criada aceptó con agrado y ella pudo ocuparse de sus asuntos un poco más tranquila, pero no demasiado.

Por su lado, Celestia ultimaba preparativos y mandaría las invitaciones a Twilight y sus amigas esa tarde, para que llegaran mañana a primera hora de la mañana; el tiempo había pasado rapidísimo, y ahora se les echaba encima, por lo que tenía que estar todo dispuesto. Shining levantó su campo de fuerza alrededor de la ciudad, demostrando que era capaz de mantenerlo sin apenas problemas, salvo por las migrañas pertinentes debido al tremendo esfuerzo que tenía que hacer. Pero Cadance se ofreció a curarle con su magia, por lo que ese pequeño inconveniente fue solucionado enseguida.

En uno de sus breves descansos, Luna bajó a las cocinas para beber agua y luego regresó para retomar el trabajo; a medio camino de vuelta entre el pasillo y la puerta de su despacho, Cadance apareció desde las escaleras y se dirigió hacia ella.

-Hola tía… ¿puedo hablar contigo un momento?

Luna la miró de hito en hito, no muy segura de contestarla, pero finalmente habló.

-Claro, pasa.

Ambas alicornios entraron en su despacho y Luna regresó tras su mesa, la cual se encontraba llena de pergaminos.

-Tú me dirás-comentó la princesa de la noche, cogiendo una pluma.

-Verás, ya sé que desde que empezaron todos los preparativos y, tras lo que pasó, no hemos vuelto a hablarnos mucho. Yo he estado muy ocupada, tú también, y el que no me haya podido ocupar de Frank también ha repercutido un poco. Lo que quiero decir, es que… lo siento.

Ante esa espontánea disculpa, Luna dejó escribir y miró a su sobrina un tanto extrañada.

-¿Que lo sientes? ¿Por qué?

-Pues por todo en general… te he descuidado tanto a ti como al pobre Frank, que no sé por qué me rechaza así, si siempre ha sido un amor conmigo. Apenas te he tomado en serio desde que empezó todo lo de la boda, no he sido para nada una sobrina ejemplar… lo siento tanto, tía…-masculló la Cadance falsa, derramando lágrimas de cocodrilo.

Frente a eso, Luna dejó la pluma en el tintero y se acercó a su sobrina para consolarla.

-Oh, no, vamos, no digas eso, para nada eres una mala sobrina…

-No pretendas suavizarlo diciendo lo buena que soy, he visto cómo me mirabas… si no hubiera sido tan fría contigo, estaríamos igual de bien como siempre estuvimos…

La alicornio oscura se encontraba ciertamente apenada, sobre todo por haberla estado acusando directamente ante su hermana; quizás se había precipitado…

-Eh, Cadance, escucha, si alguien tiene que disculparse aquí, soy yo. El trabajo me ha estado absorbiendo bastante, apenas he podido pasar tiempo con Frank, y la tomé contigo al no poder haberte ocupado de él. Lo cierto es que he sido yo la que te ha estado haciendo el vacío durante toda esta semana. Lo siento, sobrina, no era mi intención ignorarte…

La impostora aprovechó la coyuntura y siguió llorando de forma muy apenada, añadiendo.

-Y no sólo eso, me ha resultado muy duro el no poder estar con Frank… si no hubiera estado llorando constantemente le hubiera cuidado, tía, eso te lo aseguro…

-Pero eso no es culpa tuya… Frank no lo hace a propósito, quizás solo sea una fase, o los nervios… está creciendo, después de todo-murmuró Luna.

-¿Y si es culpa mía? ¿Y si ahora no le gusto por no haberle cuidado lo suficiente?

-No, nada de eso… lo importante es que estemos juntas, y nos apoyemos entre nosotras. Tranquila, no llores más…-murmuró Luna, abrazándola para que se calmara.

La Cadance falsa sonrió entre medias, mientras seguía haciendo teatro.

-Lo siento tanto, tía, perdóname…

-No es culpa tuya, Cadance, es mía, lo siento, de verdad.

Una vez que estuvo más calmada y esa fase pasó, la impostora siguió adelante con su plan.

-Aunque si es cierto que el trabajo ha hecho mucha mella en nosotros, sobre todo en ti. Me apena que no puedas pasar más tiempo con Frank…

-Ya, pero desde que la Cámara Alta vuelve a funcionar con normalidad, el papeleo es más constante, en ese sentido se nota que vuelve a ser eficaz, pero claro, es más trabajo para mí y mi hermana-asintió Luna, con tono resignado.

-Es por eso que he estado pensando que podrías tomarte al menos un día libre con Frank. El descanso te podría venir bien a ti, y él podría estar más tiempo contigo…-comentó la impostora.

-Ya me gustaría a mí también, Cadance, pero no es tan sencillo. Salvo los días especiales y de eventos como es el de la boda, el trabajo sigue siendo el mismo…

-Por eso lo digo. Aprovecha que ese día no te ata para irte con Frank por ahí y pasar el día juntos, los dos solos, sin que nadie os moleste.

-¿Y perderme un día tan importante como el de tu boda? No puedo hacer eso, quiero y debo asistir…-se negó Luna, algo cortada.

-Ya tía, pero míralo así, el único día en el que podrías descansar un poco al lado de tu hijo ¿y te ata igualmente? Comprendo que quieras estar ahí, y te lo agradezco, pero no quiero verte cansada y lejos de Frank solo porque las circunstancias te lo impiden-argumentó la Cadance falsa, poniendo su mejor cara de comprensión y bondad fingida.

-Pero… es tu boda, Cadance, y soy tu tía, se espera que yo también esté ahí, la gente creerá que me estoy saltando el protocolo o algo así…

-¿Y eso qué más da? ¿La gente también opina sobre cómo has de criar a tu hijo o algo así? No es justo para ti, tía, te mereces un momento para ti y estar con tu hijo, como la que más. Y si es para que tú y él seáis felices, aunque sólo sea por un día, a mí no me importará que no estés ahí, porque sabré, y con creces, que habrá merecido la pena.

Ante semejante argumento, Luna se quedó sin palabras, comprendiendo entonces lo ciega que había estado; conocía bien a su sobrina, sabía que no había un alma más buena, bondadosa y compasiva que ella, y era en ese momento cuando más veía que se trataba de la Cadance que ella bien conocía.

-Cadance, yo… no sé qué decir…-susurró ella, emocionada.

-No hace falta que digas nada, de verdad.

Luna la abrazó con fuerza, tratando de expresarla toda su gratitud.

-Gracias, sobrina…

-De nada, tía Luna.

Una vez que estuvo decidido, Luna la comentó que irían a una explanada muy bonita que ella conocía muy bien, situada al noroeste de allí, y cerca de un río que bordea la cordillera del Unicornio. Estuvieron hablando un poco más, hasta que al final la Cadance falsa se despidió de ella, saliendo de su despacho. Una vez sola, esbozó una gran sonrisa triunfal, mientras pensaba eufórica.

-Ahora sí que nada interferirá en mis planes.







El día siguiente fue el día previo a la boda, y a primerísima hora de la mañana, Twilight y sus amigas se presentaron en la ciudad para ayudar a organizar el resto de la boda; tanto Luna como Celestia también estuvieron muy activas, no trabajando, sino asegurando el perímetro en torno a Canterlot para cerciorar que nada ni nadie podría atentar contra la boda. La princesa del día estuvo apostada durante casi todo el día en la torre más alta del palacio, observando las inmediaciones con el telescopio más potente que tenía, mientras que Luna salió de Canterlot, comprobando ella misma las cercanías y escaneando posibles lugares que podrían albergar un posible ataque o algo similar, sin ver ni detectar nada. En cuanto el sol se comenzó a poner, regresó al palacio y reveló a su hermana vigilando por el telescopio, para que ella pudiera descansar un poco antes del día de la boda.

La llamaba la atención que un par de simples ladrones llegaran a mantenerlas del todo alertas, sobre todo por las condiciones en sí; en su momento, llegó a creer que podría haber algún tipo de conexión entre estos misteriosos ponis y el antes extraño comportamiento de Cadance, pero ahora que la había demostrado que era la misma de siempre, pudo quedarse un poco más tranquila. En cuanto al día de mañana, ya había estado haciendo planes. No le había dicho a nadie más sobre sus intenciones, ni siquiera a su hermana, por lo que lo mantuvo en estricto secreto. Mañana por la mañana, a primerísima hora, y pocos minutos antes de que saliera el sol incluso, prepararía rápidamente las cosas para llevarse, recogería a Frank y se irían para el sitio tranquilamente, bajando la luna en el proceso. Fácil, rápido y sencillo. Aunque su tren de pensamientos se vio interrumpido en cuanto vio que alguien se acercaba al palacio corriendo a toda prisa, reaccionando de seguido.

-¿¡Quién va!?

Vio entonces que se trataba de Twilight y se quedó más tranquila, pero aun así la aconsejó.

-¡Quédate en el palacio, Twilight Sparkle!

Observó a la unicornio entrar en el mismo, y una vez sola, suspiró.

-Bueno, esto está genuinamente tranquilo. No creo que, en caso de ataque, vayan a hacerlo a estas horas, así que…

Se quedó un rato más, para asegurarse del todo, y finalmente se retiró a su habitación; la criada que había elegido para que cuidara de Frank cumplía su trabajo a la perfección, por lo que al llegar, se encontró con ésta acostándolo.

-Ah, alteza, ya está aquí…

-Sí… ¿se ha dormido ya?-inquirió Luna.

-Aún no.

-Gracias, ya me encargo yo, puede retirarse.

La poni se fue de allí, inclinándose levemente ante ella, y, una vez sola, meció a su hijo suavemente mientras le cantaba una vieja nana ecuestriana. En menos de cinco minutos, Frank cayó rendido bajo la suave voz de su madre y se durmió enseguida. Ella tan solo sonrió y susurró.

-Buenas noches, cariño.

Le dio un beso en la frente y se metió directamente en la cama; mañana sería un día especial, por lo que tendría que madrugar bastante.







Los ojos de Luna se abrieron de golpe, recordando la hora que era; aún quedaban tres cuartos de hora para que amaneciera, pero tenía que levantarse ya para poder prepararlo todo antes de irse. Sin hacer ruido, se levantó cuidadosamente y se asomó a la cuna de Frank para ver cómo estaba; aún dormitaba como un angelito, por lo que optó por dejarlo dormir un poco más mientras ella se encargaba de todo.

Bajó a la cocina y estuvo cogiendo comida para ella, además de varios biberones llenos para Frank y algo de fruta para empezar a darle. Una vez que terminó con los suministros, recogió varios libros, tanto para ella como para leer a Frank, además de una baraja de cartas para jugar al solitario. También cogió varios pañales y materiales de limpieza para Frank, así como algo de ropa para él por si tuviera que cambiarle.

Una vez que lo tuvo todo, lo metió bien en sus alforjas y subió a su habitación para recoger a Frank e irse; aún dormía, por lo que lo asió con su magia suavemente y lo puso en su pecho, en un portabebés que llegaron a obsequiarla hace poco por un poni de la ciudad que se dedicaba a eso, demostrando que, poco a poco, los ponis comenzaban a aceptar a su hijo.

Salió a su terraza y contempló la incipiente mañana, cerrando la noche poco a poco; apenas quedaba pocos minutos para que saliera el sol, pero ella prefirió salir ya, por lo que abrió las alas y echó a volar, acercándose a la barrera. En cuanto estuvo a pocos palmos de ella, la abrió con su magia y la cerró tras su paso, volando un poco más deprisa. En su cabeza, iba contando los segundos faltantes, mientras que su cuerno se iba encendiendo. Entre medias, Frank se despertó y miró a su madre, con gesto inquisitivo.

-Buenos días, cariño… ahora.

Fue entonces cuando la luna comenzó a bajar, mientras que el sol iba subiendo, de manera sincronizada; una vez que la luna se ocultó de la vista, el cuerno de Luna se apagó y Frank dejó escapar un fuerte gemidito, que sonó casi como una gran exclamación.

-¿Te ha gustado, cariño?-inquirió Luna.

A eso, Frank emitió un corto quejido que sonó como un sí; Luna sonrió y aleteó sus alas, mientras que su hijo contemplaba lo que le rodeaba con sumo interés. No parecía molesto por la sorpresiva situación en la que se encontró nada más despertar, sino todo lo contrario, parecía estar disfrutando del vuelo y todo.

El viaje hacia la explanada no la llevó mucho tiempo, podría paliar algunos metros teletransportándose, pero no sabía cuáles serían los efectos del hechizo en su hijo, por lo que prefirió seguir volando por ella misma. Aun así se dio prisa para no tardar demasiado, puesto que Frank todavía no había desayunado y quería darle cuanto antes el biberón para que no pasara hambre.

En cuanto alcanzó a ver una extensa explanada verde al lado de un frondoso nogal y un río serpeando por esta, supo que había llegado y aterrizó al lado del nogal.

-Hemos llegado, cariño.

Una vez allí, se instaló rápidamente extendiendo una manta de acampada junto al nogal y empezando a sacar cosas para desayunar ella y Frank, el cual dejó sentado en el suelo. Se tumbó entonces a su lado, le cogió con su magia y le dio el biberón, mientras que ella picaba algo de bollería entre medias; se sirvió un buen tazón de leche con heno, miel y pétalos de margaritas y se lo tomó pausadamente, mientras observaba el hermoso paisaje que les rodeaba.

La cordillera del Unicornio se extendía en todo su esplendor hacia el oeste, con sus dos mil metros de altitud, aunque era considerablemente mucho más bajita que la montaña que albergaba Canterlot, la cual era la más alta del reino, con sus tres mil quinientos metros de altitud. Al fondo del todo, bordeando las faldas de la cordillera, discurrían las vías del tren, y un poco antes, el río, el cual nacía más al oeste de la misma cordillera. La hierba que les rodeaba verdeaba en todo su esplendor con el sol de la mañana, y una bandada de pájaros tomaba dirección sur desde donde estaban.

Cuando terminaron de desayunar, Luna recogió las cosas, lavó su cuenco en el río y luego estuvo dando un paseo por el sitio en compañía de su hijo; cerca de allí se encontraron con un gran campo de margaritas por el que se desviaron un momento, recogiendo un buen montón. Tenían muy buena pinta, por lo que Luna probó un par, resultando ser muy sabrosas y jugositas; Frank trató de imitarla, pero ella le paró a tiempo.

-No, tú no cariño, no puedes comerlas…

Frank la miró de forma inquisitiva, a lo que ella le explicó.

-A ti te sientan mal.

Ante eso, el pequeño tiró las que tenía, abrazándola el cuello. Luna se rio, divertida, mientras continuaban con el paseo. Un poco más adelante, pasado al campo de margaritas, vieron una familia de venados pastando tranquilamente; con cuidado, se estuvieron acercando para verlos más de cerca, incluso llegaron a estar justo al lado sin que los animales se asustaran. El más pequeño hasta alzó la vista, mirándoles atentamente. Pero en cuanto hicieron un poco de ruido, se pusieron en alerta y echaron a correr; Frank lanzó un gritito, como llamándoles, pero no les volvieron a ver.

Justo al lado vieron una parte del río, el cual formaba una cerrada curva; en cuanto se acercaron a la orilla, las ranas se asustaron y botaron hacia el agua, llegándoles a ver nadar por el fondo, ya que el agua era limpia y cristalina. También vieron renacuajos, pececillos y hasta alguna que otra tortuga de agua dulce.

Siguiendo el río, encontraron un pequeño puente de piedra que lo cruzaba y pasaron al otro lado, llegando a adentrarse en una pequeña pero frondosa arboleda; en ésta llegaron a ver pájaros cantores, mirlos, urracas, gorriones e incluso algún que otro búho despistado que aún no se había retirado a dormir. Y no fueron los únicos, también vieron otros animales como gatos monteses, zorros, mofetas o topos. Había una gran variedad, y Frank no se perdía ni un solo detalle, mirando con detenimiento todo lo que le rodeaba.

Al otro lado de la arboleda vieron un pequeño huerto junto a otra parte del río y una casetita, no había nadie, pero pudieron ver que en este se cultivaban lechugas, tomates, uvas, pimientos e incluso limones.

Pasado el huerto, el nivel del suelo comenzaba a variar con una serie de colinas y con algún que otro árbol salpicado; vieron también a lo lejos una iglesia solitaria, llegando a oír un par de campanadas que resonaron por todo el valle.

-¿¡Las dos ya?! Vaya, el tiempo se me ha pasado en un suspiro… ¿volvemos para comer?-inquirió Luna.

Frank soltó un gemidito y los dos regresaron al nogal, donde las cosas seguían donde las dejaron; para ella, Luna optó por coger una empanada de verdura, tomate y lilas, junto con un vaso de agua fresca cogida del río. Para Frank, optó ésta vez por una papilla de verduras y patata ya hecha que calentó con su magia. No sabía si le iba a gustar, pero por suerte Frank la aceptó y se la comió con gusto.

En cuanto terminaron de comer, Luna se ocupó de los gases y, tras eso, Frank dejó escapar un lánguido bostezo.

-Huy, qué sueño… ¿echamos una siesta?-sugirió Luna.

Para ayudarle a conciliar el sueño, Luna sacó un cuento infantil para niños y se lo estuvo leyendo, mientras le iba enseñando las ilustraciones; al principio Frank prestaba atención a los dibujos a todo color que tenía, pero al poco rato, comenzó a cabecear. Para cuando terminó, el pequeñín ya estaba dormido. Lo acomodó entre sus patas y miró a su alrededor, inspirando profundamente.

-Ah, sí, esto era lo que necesitaba… gracias, Cadance.

Aunque la dolía no poder estar allí, disfrutando del evento, de alguna manera supo que el día sería tan tranquilo como cualquier otro, Cadance tendría una boda maravillosa y podría disfrutar de su recién vida de casada, en compañía de su marido.

Como no tenía sueño, aprovechó el tiempo y estuvo leyendo un rato, relajándose y dejándose llevar; la tranquilidad y el sosiego la acompañaron, mientras el tiempo iba pasando lenta y pausadamente, en una cálida tarde.

Era en un momento como ese cuando más se daba cuenta de que su vida había llegado a un punto de inflexión en el que no podía llegar a ser más feliz; tenía a su hijo a su lado, una divina bendición que había sido un soplo de aire fresco y la había ayudado a mejorar como poni. Ahora echaba la vista hacia atrás y podía notar la gran diferencia.

-Realmente te debo tanto… si no hubiera sido por ti, seguiría siendo una poni vacía y solitaria. Tú me has hecho mejorar, me has permitido ser madre, y ahora… lo eres todo para mí. Gracias por aparecer en mi vida, cariño.

Luna lo meció entre sus patas y le acarició cariñosamente con su hocico, transmitiéndole todo su amor.

Una hora después, Frank despertó y su madre estuvo jugando con él a todo tipo de juegos infantiles; con su magia, hizo formas tangibles, emulando animales, cosas y otros objetos, con los que Frank estuvo jugando. Tuvieron unas conversaciones de lo más serias, cada vez que él llegaba a balbucear, Luna le respondía con lo mismo, y así sucesivamente, llegando a partirse de la risa los dos juntos. Llegaron a ver el tren corriendo desde la lejanía, Frank se le quedó mirando atentamente, sin perderle de vista, imitando incluso el sonido de su silbato al pasar. Entre medias, le dio de merendar una pera, la cual partió en cachitos pequeñitos y se la fue dando, comiéndosela con sumo gusto. También le leyó más cuentos, para que se hiciera al oído y se fuera soltando para cuando empezara a decir sus primeras palabras, aunque por ahora tan solo balbuceaba, gemía y poco más. Según su pediatra, varía mucho la edad en la que un niño puede empezar a hablar, aunque normalmente al final del primer año comenzaban a articular algunas palabras; para facilitarle el proceso, venía bien hablarle, leerle cuentos o enseñarle algunas letras para que las fuera asimilando poco a poco.

Y de esta forma, la tarde se les pasó volando y sin que siquiera se dieran cuenta; en cuanto el sol comenzó a ponerse, Luna empezó a recoger, para llegar a tiempo a casa y poder felicitar a Cadance y Shining por su enlace. Aunque costó un poco convencer a Frank, ya que le había gustado el lugar y se puso reticente a marcharse así sin más, pero Luna se las ingenió para convencerle y se dejó meter en el portabebés sin quejarse mucho. Una vez que estuvo lista, Luna abrió las alas y alzó el vuelo, mientras volaba de vuelta a Canterlot.

El viaje de regreso fue algo más largo que el de ida, quizás por el cansancio, o por las hermosas vistas que ofrecía Ecuestria a vista de pájaro y a la luz del atardecer; como en la ida, Frank estuvo callado y muy formal, disfrutando del vuelo y mirando atentamente su alrededor. Durante el viaje, el sol llegó a ponerse, por lo que a Luna le tocó alzar la luna acto seguido, en pleno vuelo; el satélite comenzó a salir desde el horizonte, iluminando la incipiente noche. Frank admiró el proceso, con los ojos muy abiertos y llegando a aplaudir en cuanto finalizó, agradando a Luna.

-¿Te gusta mi noche, cariño?

El aludido soltó un agudo gritito, que sonó como un sí.

-No sabes bien lo feliz que me hace saber eso…-murmuró ella, dándole un beso en la cabeza.

Finalmente, tras un vuelo tranquilo y sosegado, llegaron a Canterlot a eso de las diez y media; Luna vio que la barrera ya se había retirado, por lo que supuso que todo el evento ya había terminado. Aterrizó en su terraza y entró en su habitación, dejando las cosas en el suelo y cogiendo a Frank con su magia.

-Voy a darte un bibe rápido antes de acostarte-se dijo Luna en voz alta, preparándoselo.

Frank lo aceptó con gusto, incluso tomando la palabra a su madre, bebiéndoselo rápidamente; tras eso, y expulsar rápidamente los gases, la modorra se apoderó de él, y enseguida cayó dormido con poco que su madre le cantara. Luna le depositó en la cuna y lo arropó, dándole un beso en la frente.

-Buenas noches, cariño.

Una vez acostado, Luna regresó a la terraza, donde pudo ver desde donde estaba luz en el jardín delantero, además de un gran grupo de ponis congregados. Supuso que se trataba de algo relacionado con la boda y echó a volar hacia allí, al acercarse vio a su hermana junto con Twilight y sus amigas, aterrizó justo al lado y saludó.

-Hola a todos ¿me he perdido algo?








-Pero… ¿será posible? ¿Cómo he podido ser tan estúpida?-masculló Luna, todavía sin poder creérselo.

-Oh, Luna, ya hemos hablado de eso, no es culpa tuya…

-Y es que encima he tenido razón casi desde el principio…

Aun a pesar de que la propia Cadance, la real, no había dado importancia al que no hubiera estado ahí, eso la hacía sentirse doblemente culpable; se dejó engañar por la reina de los changelings, dejó desatendido el reino en tiempos de crisis extrema y, aun así, nadie la echaba en cara que no hubiera estado ahí. Cuando la explicaron todo lo que había pasado, apenas podía creérselo. Parecía una broma de muy mal gusto. Pero no, era todo cierto, la habían engañado como una tonta y había dejado que Ecuestria sufriera las consecuencias.

-Mira, ahí tienes razón, y debo pedirte perdón por no escucharte. Pero todo ha pasado ya, no tienes por qué echarte la culpa así, la única culpable aquí fue esa reina, quien nos engañó a todos.

-¡Pero se supone que soy princesa, Celestia, se supone que debo velar por mi reino, no abandonarlo así sin más! Soy un desastre total…

A eso, Celestia encaró a su hermana y la obligó a mirarla.

-No. Tú no eres ningún desastre, Luna. Eres una buena princesa y una madre maravillosa. Cadance me contó que la reina la obligó a revelarla algo que la ayudara a quitarte del medio, por eso te alejó. Comprendo que estés dolida por ello, pero no lo veas como un error irreparable, sino como un error que te ayude a mejorar como princesa.

La princesa de la noche, aun así, sabía que ese error le pesaría siempre por mucho que intentara hacerlo bien, y nada iba a cambiar eso. Aun así, agradeció las palabras de su hermana, abrazándola con fuerza.

-Gracias, Tia.

En cuanto los ánimos estuvieron un poco más calmados, Celestia habló.

-Y cuéntame ¿qué tal el día libre?

A eso, Luna sonrió y se apresuró a contar a su hermana todos los detalles, ayudándola a sentirse un poco mejor. En lo alto del cielo, una luna cuarto menguante decoraba el firmamento.
Última edición por Sg91 el 16 Jun 2014, 16:18, editado 1 vez en total

Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor amadeus_dark » 16 Jun 2014, 15:55

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Te han tomado la crin Luna XD

Coñas a parte, me ha gustado como se justificaba la ausencia de Luna en la boda
Mi pony test de perosnalidad.........Just as Pinkie planned

Spoiler:
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QUE !? DIJE PINKIE PLANNED NO QUE FUERA PINKIE PIE! X-D
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor horwaith » 16 Jun 2014, 19:43

buenos capítulos, y has hecho la escena perfecta de la serie xD
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor Sg91 » 22 Jun 2014, 22:26

Capítulo 11

Una promesa de cristal


El tiempo pasa volando, y eso era algo que Celestia y Luna sabían mejor que nadie; con más de mil años sobre sus hombros, habían vivido varias generaciones seguidas, y los que aún las faltaban además. Quizás fuera por eso por lo que, tras la boda, el tiempo decidió ir un poco más deprisa, llegando a notarlo incluso ellas.

Cadance y Shining se fueron de luna de miel en un tour por toda Ecuestria que duró casi dos semanas, regresando ya con su matrimonio recién iniciado y feliz. Al pasar a ser príncipe consorte, Shining dejó de parar en la zona para la Guardia Real y se instaló con su mujer en su habitación, conservando además su título de Capitán de la Guardia Real Solar. Fue además integrado de forma oficial en la familia real, junto con sus demás familiares, como sus padres o su propia hermana,

Ese verano resultó ser uno de los más calurosos que la Ecuestria moderna conoció y se llegaron a alcanzar casi los cuarenta grados en las zonas más calurosas del reino como Las Pegasus, Appleloosa o Dodge Junction; en el resto del país, las temperaturas fueron algo más suaves, pero llegaron a ser bastante altas. Por suerte, Rarity había terminado de confeccionar la línea de verano para Frank y se la mandó enseguida, para que el pequeñín no pasara calor.

Al estar la Cadance real de vuelta, Luna no volvió a requerir de la criada que llegó a cuidar de Frank, pero igualmente la dio las gracias por su ayuda y se la remuneró como bien la prometió; incluso la poni, quien respondía por el nombre de Helpful Maid, se llegó a ofrecer de nuevo por si la volviera a necesitar en otro momento. Luna lo tuvo en cuenta igualmente.

Twilight aprovechó las vacaciones para tratar de retomar su investigación acerca del origen de Frank, pero la resultó mucho más duro de lo que pensó; había informado de sus últimos descubrimientos a la princesa, añadiendo el estado actual de la misma, y Celestia ya la había dicho que se lo tomara con calma, puesto que comprendía que sería mucho más complicado de lo que parecía a simple vista. Mantuvo el contacto con Over Seeker, el cual siempre tenía al día a la unicornio sobre todo lo que iba descubriendo, pero hasta el momento no había encontrada nada que la ayudara a volverla a poner sobre la pista. Incluso Zécora tampoco la pudo decir gran cosa tras peinar varias veces el bosque Everfree en busca de alguna evidencia que respaldara los detalles del cuento. El punto muerto de la investigación se mantuvo sin ni siquiera ceder, lo que era un tanto frustrante para Twilight, ya que tenía intención de averiguar qué tipo de criatura es Frank; pero aun así, eso no la desanimó. Sabía, y de sobra, que cuando no hay pistas suficientes, las investigaciones tienden a estancarse. Era una fase más, y en cuanto ella o cualquier otro de los que la ayudaban obtuviera algo fiable, podría retomarla fácilmente. Era cuestión de esperar.

Desde su reorganización, la Cámara Alta funcionaba con toda normalidad, trayendo más estabilidad que nunca al reino; todo el mundo estaba contento y satisfecho con ella, las princesas también y, además, su presidente iba a ser pronto padre, como bien le confirmó su esposa poco después de la boda real.

Tras un verano cálido, el otoño vino algo más fresco y cargado con abundantes precipitaciones que los pegasos programaron durante casi todo el tiempo que duró la estación, llegando a haber tres por semana; después del calor, a la tierra le venía bien recuperar nutrientes, por lo que la lluvia era necesaria. A eso, también ayudaba la caída de las hojas y la Gran Carrera Anual, en la que se esparcían las hojas por todos los rincones con ese mismo propósito. Los últimos coletazos de la estación trajeron consigo una de las festividades más queridas e icónicas de Ecuestria, la Nightmare Night, en la cual, la princesa Luna volvió a honrar con su presencia a Ponyville, asustando a los más pequeños y animando la fiesta. Fue, además, un buen momento para reencontrarse con Twilight después de la última vez, en la celebración de la festividad de Hollow Shades.

-¡Princesa Luna, me alegro de volver a verla!

-Hola, Twilight… ya me contó mi hermana que la investigación está parada…

-Así es, se me acabaron las pistas y ahora la tengo pausada, pero no se preocupe, en cuanto vuelva a tener algo volveré a investigar.

-Quería darte las gracias aun a pesar de todo, pero ya sabes que no tienes por qué hacer esto…

-¡Para nada! Me comprometí en su día con usted a que llegaría a averiguar lo que es Frank, y pienso hacerlo, aunque me lleve la vida entera.

-Eres muy amable, Twilight…

-¿Y qué tal está el pequeño Frank?

-Oh, pues muy bien, crece fuerte y sano, empieza a balbucear cosas, está aprendiendo mucho, es un niño feliz.

-Me alegro… parece que fue ayer cuando apareció y todo el mundo se echó los cascos a la cabeza…

-Ya ves que sí, cómo pasa el tiempo…

Y así, hablando de todo un poco, las dos se integraron en la fiesta, disfrutando de la noche.

El templado otoño dio paso al frío invierno, y en pocas semanas, casi toda Ecuestria se vio envuelta en un frío manto de nieve blanca; los lagos se helaron, los ríos más pequeños también, y el suave y cálido pelaje de los ponis les protegía bien del frío. Pero Frank, al no tener pelaje, estaba más expuesto al frío, por lo que Rarity lo solucionó enseguida tejiendo ropas más gruesas, mullidas y cálidas. El invierno era también una estación especial, ya que a finales de año se daba otra de las festividades más famosas del reino, la Fiesta del Hogar, en la cual se conmemora cada año la fundación del reino de Ecuestria. Los hogares se adornaron, las calles también, y el ambiente fue más alegre y festivo que nunca. En el palacio también decoraron los pasillos con motivos invernales y vegetales, con muérdago en los dinteles de las puertas, dando a Shining y Cadance una excusa para besarse entre sala y sala. Como todos los años, la familia real se hizo la pertinente foto hogareña para decorar tarjetas, postales y como felicitación para todo el reino; en ésta aparecían sus miembros más directos y destacados, ese año se decidió hacer la foto en uno de los salones de estar, frente a la chimenea más grande de todo el palacio. Celestia aparecía centrada, a su diestra Luna hacía lo propio sentada y sosteniendo sobre su pecho al pequeño Frank, mientras que a la izquierda se colocó Cadance, junto con Shining. Aunque, para Celestia, faltaba alguien en la foto, y para ella, ésta se veía vacía y solitaria. Luna lo sabía y trató de consolar a su hermana.

-Ha pasado ya… ¿Cuánto tiempo exactamente?

-Siete meses…

-Siete… ¿ya? Oh, se me han hecho eternos. ¿Ves esto, Luna? Todos sonreímos en la foto, pero yo tuve que forzar una sonrisa para que se viera bien. No hubiera podido sonreír por mucho que lo hubiera intentado…

-Comprendo tu dolor, Tia, pero fue decisión suya irse…

-Lo sé, y aun así… no he vuelto a saber nada de él, nada, absolutamente nada. Sé que estará ahí afuera, en algún lugar, pero eso no me ayuda para nada. Puede que esté bien, o puede que esté peor… es ahora cuando más me doy cuenta de lo cruel que llegué a ser con él al negarle la verdad. Y eso no voy a poder olvidarlo jamás.

Luna sostuvo a su hermana entre sus patas, al tiempo que ésta se apoyaba en ella y lloraba desconsoladamente. Aun a pesar de todo lo que había pasado y lo que había hecho, ella lo seguía queriendo. Y Luna la comprendía perfectamente. Para Celestia, fue la Fiesta del Hogar más triste de todas.

El año nuevo trajo consigo vida nueva, esperanza nueva, promesas de cambio y, con toda seguridad, aventuras nuevas. El frío siguió acompañando a los ponis hasta finales de febrero y principios de marzo, cuando se comenzó a recoger el invierno en toda Ecuestria. Sin embargo, más al norte, el frío se quedó estancado más allá de las montañas de Cristal sin razón aparente; los pegasos no pudieron desalojar las densas nubes de tormenta llenas de nieve, y las ventiscas asolaban el lugar, el cual acabó retrasándose en la recogida del invierno. Se enviaron grupos de ponis escoltados por guardias reales para intentar recogerlo allí, pero no pudieron hacer nada, puesto que no dejaba de nevar incontrolablemente. El asunto llegó a oídos de las princesas, las cuales barajaron posibilidades.

-Qué raro que en el norte todavía no se haya recogido el invierno…-comentó Luna en un momento dado.

-Estoy enterado, los últimos grupos de voluntarios no han podido hacer nada y los pegasos no son capaces de apartar las nubes. Es extraño, la verdad…-asintió Shining.

Ante eso, Celestia frunció el ceño, pensativa.

-¿Sabemos por qué se está dando esta irregular situación?-quiso saber Cadance.

-Yo por mi parte no lo sé… ¿tienes alguna idea, Tia?-inquirió Luna, mirando a su hermana.

La aludida miró por un momento a Cadance, perdiéndose en sus propios pensamientos.

-Puede…

Su sobrina se mostró un poco extrañada en cuanto se percató de cómo la miraba su tía, pero antes de que pudiera decirla nada, ésta habló.

-Quizás sea un incidente aislado, puede que la presión mágica acumulada en las nubes no las permita disolverse. En cualquier caso, no es bueno forzar a la magia, le daremos un poco de tiempo para ver si así la presión baja; si vemos que la cosa persiste, actuaremos.

Para Shining fue suficiente, aunque Cadance se quedó con las ganas de preguntar a su tía por qué la había mirado de esa forma; una vez solas, Luna murmuró.

-Sabes de lo que se puede tratar ¿verdad?

Ante eso, Celestia suspiró y murmuró.

-A ti no te lo voy a negar, Luna. Es posible que el imperio regrese en cualquier momento. La magia no se concentra en un solo punto así sin más. Tiene que haber alguna fuerza poderosa que la esté manteniendo anclada ahí. Y no se me ocurre otra cosa más que el imperio resurgiendo.

-Claro, tiene sentido. Aunque eso significa que Cadance recuperará su trono dentro de nada ¿para qué seguir ocultándoselo?-quiso saber Luna, ceñuda.

-No quiero precipitarme. Que el imperio vuelva es bueno, sí, pero antes quiero asegurarme de que lo hace sin problemas. Una vez que todo esté en orden y el imperio reaparezca, se lo diré. Pero mientras tanto, no la digas nada.

-Está bien, confiaré en tu criterio.

-Es cuestión de esperar…

Tras esa rápida deliberación, cada uno volvió a su trabajo, dejando el asunto en el aire. La situación se mantuvo durante un par de días más, sin apenas noticias, hasta que finalmente ocurrió. Era de mañana, Celestia estaba en la sala del trono ocupándose de papeleo pendiente, Luna en su despacho haciendo lo propio y Cadance con Shining, cuidando de Frank; los dos se veían más paternales que nunca y Frank se lo pasaba como el enano que era con ellos. Le gustaba especialmente que Cadance le hiciera volar con su magia por el aire, mondándose de la risa. Shining les observaba divertirse, sin apenas apartar la mirada de su mujer.

-Realmente tienes madera de madre, cariño, te lo dije en su día, y te lo vuelvo a decir ahora-comentó de seguido entonces.

A eso, Cadance sostuvo a Frank en su pecho y le miró atentamente, sonriendo levemente.

-Bueno, te mentiría si te dijera que yo no me siento igual… y nada me haría más feliz que ser madre contigo…

-Entonces… ¿quieres que lo intentemos?-sugirió Shining, visiblemente emocionado.

Cadance tan solo esbozó una gran sonrisa, asintiendo con la cabeza y con las mejillas levemente encendidas.

En ese momento llamaron a la puerta y Shining indicó.

-Adelante.

Un guardia real apareció en el umbral y murmuró.

-Capitán, señor, la princesa Celestia les reclama en la sala del trono, es urgente.

Tanto Shining como Cadance se miraron un tanto extrañados, dirigiéndose para allá inmediatamente; una vez allí, Celestia se levantó del trono y se dirigió exclusivamente hacia ella.

-Os he llamado por un asunto de gran importancia.

-Tú nos dirás, tía-murmuró Cadance, sosteniendo a Frank en su pecho.

Celestia se quedó un silencio durante unos breves segundos antes de anunciar.

-El Imperio de Cristal ha regresado.

Por un momento, hubo un denso silencio en toda la sala que pareció durar una eternidad; en la mente de Cadance, las palabras de su tía resonaban constantemente, como si, por alguna razón, esas palabras la hicieran recuperar recuerdos muy perdidos en los recovecos más alejados de su mente.

-¿El Imperio de Cristal?-repitió la alicornio rosada, extrañada.

-Con todos mis respetos, alteza, pero no me suena de nada ningún imperio con ese nombre…-murmuró Shining, perdido.

-Es normal que lo haga, capitán. El Imperio de Cristal fue un antiguo aliado de Ecuestria que llegó a desaparecer hace mil años por efecto de una maldición. Una vez llegó a ser un importante enclave económico y comercial, así como el centro de paso de muchos estudiosos unicornios magos; hasta que cayó en los cascos de un malvado unicornio tirano llamado Sombra que dominó y esclavizó el imperio durante un periodo de tiempo que no duró demasiado. Mi hermana y yo conseguimos desterrarle en el hielo del ártico, pero él se las apañó para echar una maldición al imperio que hizo que se desvaneciera en el aire. Ahora, el efecto de la maldición se ha disipado y el imperio ha reaparecido.

Tras las explicaciones de Celestia, otro denso silencio se instaló entre ellos, mientras iban asimilando todo lo que había dicho. Cadance miró a su tía, la cual la devolvió una austera mirada.

-¿Y qué necesita de nosotros exactamente, alteza?-inquirió Shining.

-Ahora mismo los ponis de cristal deben de estar confusos y desorientados, necesitan que les expliquen lo que ha pasado y ayudarlos a restablecerse de nuevo, por lo que quiero que vayáis allí en calidad de representantes de Ecuestria y les ayudéis en todo lo que podáis.

-Pero… ¿y tú, tía? ¿Eso no es un trabajo más enfocado hacia ti? eres la princesa regente, lo normal es que vayas tú…-comentó entonces Cadance, extrañada.

Antes de responder, Celestia esbozó una ligera sonrisa.

-Es cierto, aunque he pensado que, en calidad de embajadores, sería interesante que vosotros tomarais ese papel. Creo que te vendría muy bien como práctica, sobre todo.

-Pero ¿por qué a nosotros? ¿No podría ir un embajador en sí, que está más cualificado?-insistió Cadance.

-Cadance, te lo estoy pidiendo expresamente a ti porque sé que estás más que preparada para cualquier tipo de situación. Estoy segura de que lo harás estupendamente, ya lo verás.

La alicornio rosada quiso replicar de nuevo, pero Celestia la cortó enseguida.

-He dado órdenes de que reabran la línea ferroviaria que lleva hacia el norte, un tren privado os acercará hasta allí, recoged lo que necesitéis y partid de inmediato. Si os veis en problemas o hay algún contratiempo, no dudéis en contactar conmigo. Ah, y llevaos algo de abrigo, el invierno sigue presente por allí.

Aun a pesar de esa interrupción, Cadance quiso seguir insistiendo, pero Shining la instó a dejarlo y se marcharon de la sala del trono, dejando a Celestia sumida en sus propios pensamientos; la alicornio blanca dejó escapar un hondo suspiro y susurró por lo bajo.

-Te lo debía, Bright. Tendrías que verla ahora, es toda una yegua hecha y derecha.






Para no hacer esperar de más al tren, recogieron todo lo que pudieron deprisa y corriendo, Cadance fue a devolver a Frank a su madre, y se dirigieron hacia la estación, escoltados por un pelotón de la guardia solar comandado por el sub capitán, Cloud Skipper.

-Mientras esté fuera, usted está al mando, sub capitán, por lo que ya sabe cómo actuar-le indicó Shining.

-Sí, mi señor.

Los dos se despidieron haciendo el saludo militar y Cadance y Shining abordaron el tren privado, el cual no llevaba más que dos vagones, aparte del ténder. Una vez que todo estuvo listo, el silbato del tren aulló y éste se puso en marcha, en dirección norte.

Durante todo el trayecto, Cadance permaneció callada y mirando por la ventana con aire distraído; su marido trató de hablar con ella.

-Oye, cariño ¿por qué le insistías tanto a tu tía esta mañana?

Ante esa pregunta, la aludida suspiró y murmuró.

-Es que… es extraño. Durante toda su explicación, me miraba todo el rato como si yo fuera algo trascendental. Y cada vez que la pedía explicaciones, me daba la sensación de que me estaba ocultando algo…

-¿Qué? ¿Y para qué iba a ocultarte nada? Eres su sobrina, después de todo…-obvió el semental.

-Por eso mismo, Shining… hasta ahora nuestra relación ha sido muy buena y transparente, pero ahora, de golpe y porrazo, parece distanciarse de mí. Podría haber ido cualquier otro ¿por qué yo? ¿Por qué estaba tan empeñada que fuera allí?

-Hombre, ella confía en ti, sabe que puedes hacerlo, sino, no te lo habría pedido. Después de todo, eres la princesa heredera, querrá prepararte para cuando subas al trono-supuso el capitán, con aire pensativo.

-Supongo que sí… me ha estado enseñando desde entonces, así que…

-En ese caso, no tienes por qué preocuparte más. Si hubiera habido algo que decirte, te lo hubiera dicho, eso seguro.

A eso, Cadance sonrió y le regaló a su marido un suave beso en los labios.

-Gracias, cariño.

-Para eso estoy ¿no?

El viaje se prolongó durante un buen par de horas, el tren corría raudo hacia el norte, pasando al lado de la cordillera del Unicornio y luego desviándose hacia el norte, atravesando todo el cañón del Galope y encarando las planicies que precedían a las montañas de Cristal. La temperatura bajó de golpe en cuanto comenzaron a acercarse, y en cuanto el tren entró en el acceso al puerto de montaña, la nieve comenzó a hacerse presente, soplando el viento con fuerza. Un buen montón de nieve cubría la vía, pero la pala delantera del tren se encargaba de apartarla conforme avanzaban. Por suerte no se había acumulado demasiada nieve y pudieron avanzar sin mucho esfuerzo, pero en cuanto atravesaron el puerto y entraron de lleno en la estepa norteña, la tormenta se convirtió en ventisca e incidió con fuerza sobre el tren, el cual soplaba con más fuerza que nunca, alumbrando el camino con su luz delantera y tocando la campana a modo de aviso. El paisaje se convirtió en una mancha blanca y la nieve azotaba las ventanillas, imposibilitando ver nada.

Al cabo de varios minutos más de marcha continua, el tren comenzó a aminorar la marcha hasta que se detuvo completamente; el revisor entró en el vagón y anunció.

-Altezas, hemos llegado, pero antes de salir prepárense bien, la ventisca es muy fuerte.

Haciéndole caso, se abrigaron bien para combatir el frío, cogieron sus cosas y se acercaron a la puerta; en cuanto la abrieron, un viento huracanado les azotó las crines y un buen montón de nieve entró en el vagón. Shining salió primero.

-¡Vamos cariño, no te alejes!

Cadance se pegó a su marido y le siguió de cerca, mientras se cubría la cabeza con una gruesa manta; la estación se convirtió en una mancha borrosa en el blanco imperante, la luz del sol apenas se reflejaba y tan sólo se veía nieve y más nieve cayendo sobre ellos como pequeñas cuchillas afiladas. El viento aullaba constantemente, aunque la alicornio rosada consiguió oír unas voces elevándose por encima de la ventisca.

-¡Vámonos ya de aquí antes de que la nieve nos deje clavados!

Poco después oyó la caldera del tren bufar y los ejes de las ruedas moverse como si estuvieran aletargados, y nada más. Cadance apretó el paso y se puso al lado de Shining, andando a largas zancadas sobre unos buenos centímetros de nieve.

-¿¡Está muy lejos?!-gritó Cadance para hacerse oír.

-¡Un poco más adelante! ¡¿Vas bien?!-quiso saber Shining.

-¡Sí, sigue, no te pares!

Las difíciles condiciones en las que se encontraban ralentizaban su ritmo conforme más se adentraban en la tormenta, pero ellos continuaron sin cejar en ningún momento; al cabo de unos pocos minutos más, llegaron a oír una especie de aullido agudo que se extendió por toda la estepa y llegó a alzarse por encima del viento huracanado.

-¿¡Has oído eso?!-inquirió Cadance, asustada.

-¡Sí, no ha sonado muy bien, que digamos!-asintió Shining, más alerta que nunca.

Pararon un momento para mirar a su alrededor, sin ver nada más aparte del blanco imperante. Fueron a retomar su camino cuando lo vieron. Una especie de sombra negra comenzó a revolverse unos pocos metros detrás de ellos, con ojos rojos y verdes, envueltos en un halo morado. Tanto Shining como Cadance reaccionaron de seguido.

-No puede ser… Sombra…-masculló ella.

-¡Tenemos que correr! ¡Ya!-gritó Shining, tomando a su esposa y echando a correr.

No miraron hacia atrás, pero pudieron notar a la sombra deslizarse por el suelo cual serpiente, acercándose hacia ellos peligrosamente; no pararon en ningún momento, forzando a sus patas a correr todo lo deprisa que podían. Cadance pensó en alzar el vuelo para ir más rápido, pero con la ventisca sería imposible incluso despegar, por lo que optó por seguir corriendo. Un poco más adelante vieron entonces un resplandor brillante, llegando a distinguir unos prados verdes donde la ventisca no se adentraba.

-¡Está justo delante! ¡Un poco más, cariño!-la animó Shining.

Los últimos metros fueron los más duros, hasta que finalmente llegaron a pisar césped, cesando la ventisca de golpe y notando cómo el sol les calentaba el pelaje; alzaron la vista y vieron entonces el imperio de Cristal, un enorme y amplio territorio se extendía ante ellos, y la visión de lo que parecía una ciudad de cristal dominada por una alta torre brillante remataba el conjunto. Pero lejos de encantarse, miraron hacia atrás y vieron a la sombra oscura acercándose, con esos inquietantes ojos verdes puestos sobre ellos.

-¡No podemos dejar que vuelva a dominar el imperio!-exclamó en ese momento Shining.

La mente de Cadance bulló en esos momentos, pensando en posibilidades; si ese tal Sombra era tan malvado como bien les dijo su tía, un buen despliegue de magia blanca le mantendría a raya. Por lo que no se lo pensó más, se concentró y su cuerno resplandeció, al tiempo que una barrera de luz brillante comenzaba a alzarse, resguardando al imperio en ella. Una cúpula se extendió hacia lo más alto del cielo y se encontró en un solo punto, sellándose y mostrando un cielo azul y despejado, junto con un bonito e idealizado paisaje. No volvieron a ver los ojos de Sombra.

El cuerno de Cadance siguió brillando permanentemente y dejó escapar un leve quejido; Shining se acercó a ella.

-Vaya, menuda barrera has levantado… has aprendido bien…

-Y no he podido tener mejor maestro, la verdad…

Los dos se rieron confidentemente y se dieron un fugaz beso, antes de ponerse en marcha hacia el imperio; desde donde estaban parecía mucho más pequeño, pero en cuanto pasaron por el arco de entrada y se acercaron un poco pudieron ver que era mucho más grande y amplio. Todas las calles principales estaban dispuestas de forma perpendicular, con callejones cruzándose entre avenida y avenida, y se encontraban en un solo punto, una pequeña plazoleta abovedada debajo de lo que parecía ser el palacio, el cual poseía forma de torre picuda dispuesta sobre cuatro pilares. En cada pilar había una puerta de acceso al interior. Aunque lo que más les llamó la atención fue que las calles lucían desiertas y no había ningún alma a la vista.

-Qué raro, aquí no hay nadie…-murmuró Cadance, extrañada.

-Deben de estar metidos en sus casas…-supuso Shining, mirando a su alrededor.

Fue entonces cuando el semental llegó a ver un grupo rezagado de ponis de cristal desde el otro lado de la calle más cercana, mirándoles atentamente; en cuanto estos vieron que les habían descubierto, salieron corriendo asustados.

-Pobre gente, están aterrados…-observó Cadance, sintiendo pena por ellos.

-Por ahora están a salvo. Instalémonos en el palacio mientras tanto, luego daremos una vuelta e intentaremos hablar con ellos-sugirió Shining.

El interior del palacio era muchísimo más amplio de lo que parecía por fuera; unas estrechas escaleras subían por los pilares de sustentación hasta lo que parecía un amplio recibidor; una gran escalinata doble subía por todos los pisos, habiendo más de cinco. Los pasillos principales recorrían toda la estructura del palacio de forma concéntrica y se encontraban todos en un solo punto. Explorándolo vieron un montón de salas de estar, salas de juntas, el comedor, salas de ocio, las cocinas… El salón del trono estaba situado en el primer piso, nada más entrar por el recibidor, y todas las habitaciones se encontraban reunidas en el último piso, habiendo más de veinte. Trataron de acceder a la parte más alta y picuda de la torre, pero no vieron ningún acceso que les llevara hasta allí por ninguna parte.

Una vez situados, los dos salieron de nuevo a la calle para tratar de hablar con los ponis de cristal. Al principio éstos se mostraron esquivos y se escondieron de ellos, temerosos de que les pudieran hacer algo; con Shining se mostraron algo más receptivos, aunque el porte y la presencia de Cadance les intimidaba bastante y apenas se dirigían a ella. Shining pudo descubrir que era porque hacía mucho tiempo que no veían a un alicornio, al parecer no eran conscientes de que habían estado mil años desaparecidos, y desde entonces no habían vuelto a tener ningún tipo de líder después de que el rey Sombra fuera desterrado.

Según lo que les había contado Celestia, los ponis de cristal destacaban por su pelaje, el cual brillaba como el cristal, de ahí a que se les conociera por ese apelativo; pero por lo que pudieron ver, ahora su pelaje estaba opacado y ceniciento, sin ningún tipo de brillo. Y no sólo eso, el ánimo de todos los ponis estaba totalmente decaído, y además, parecían padecer algún tipo de amnesia colectiva que no les permitía recordar nada previo al reinado de Sombra. Cadance supuso que se trataba de un efecto de la maldición, pero no podía estar del todo segura. Escribió a su tía contándola todo lo que había descubierto hasta ahora.

Querida tía Celestia

Hace pocas horas que hemos llegado al imperio y todo parece estar muy calmado; por desgracia, el imperio no es el único que ha regresado. Hemos visto a Sombra, aunque ahora es una especie de nube oscura que se desplaza por el suelo. Le pudimos burlar a tiempo, he alzado una barrera mágica de luz que le impide entrar, Shining me estuvo dando algunas clases de magia defensiva y he aprendido bastante; lo malo es que me consume mucha energía mágica y cada vez me siento más cansada, Shining me ha estado ayudando un poco, pero siento como si mi cuerno pesara un quintal.

Los ponis de cristal están bien, aunque su pelaje está opacado, no brilla como tú bien nos dijiste. Y no sólo eso, parece que ninguno se acuerda de nada previo a cuando Sombra les estuvo oprimiendo, lo recuerdan con mucho miedo, y a veces les suelen dar ataques de pánico cuando rememoran ese tiempo. Aunque Sombra no es el único que los intimida. Mi sola presencia parece incomodarles o algo por el estilo, algunos se me quedan mirando como si mi aspecto les sonara de algo, pero cada vez que intento acercarme a ellos, se alejan como cachorrillos asustados. Me dan mucha pena, están muertos de miedo, y como se enteren de que Sombra sigue ahí fuera, no sé si serán capaces de soportarlo.

Hemos llegado a un punto muerto en el que no sabemos bien qué hacer; por favor, tía, ayúdanos, necesitamos un plan de acción.

Con amor, tu sobrina

Princesa Cadance


La releyó para comprobar si estaba todo bien y la envió con su magia, esperando una rápida contestación.

-¿La has enviado ya?-preguntó Shining.

-Sí, ya… está…

En ese momento sintió cómo se mareaba y su cuerno parpadeó, al tiempo que la barrera hacia lo mismo; Shining la sujetó a tiempo y la sostuvo en pie.

-¿Estás bien, cariño?

-Sí… creo que sí…-masculló ella, recuperando el equilibrio.

-Espera, déjame que te ayude.

Shining apoyó su cuerno sobre el de Cadance y los conectó mágicamente, transmitiéndola más fuerza mágica para que pudiera mantener en pie la barrera; entre medias, los dos se dieron un apasionado beso, el cuerno de Cadance brilló con un poco más de fuerza y se sintió un poco mejor.

-Gracias, cariño… que haría yo sin ti…

Ambos se sonrieron dulcemente y se frotaron sus mejillas en un gesto de cariño.

En ese momento hubo un resplandor delante de Cadance y apareció un pergamino que cayó al suelo; la princesa lo recogió y lo leyó rápidamente.

Querida sobrina

Parece que mis sospechas eran ciertas, hay veces que odio tener razón, la verdad. Sombra no puede volver a conquistar el imperio, posee una magia poderosa que no debe caer en los cascos equivocados otra vez. Pero no te preocupes, voy a mandar a Twilight y sus amigas para que os ayuden en todo lo posible. Mantén esa barrera en pie todo lo que puedas, sé que podrás hacerlo, Cadance, confío plenamente en ti.

Con amor, tu tía

Princesa Celestia


En cuanto terminó de leer la escueta carta, masculló en voz alta.

-¿¡Qué?! ¿¡Pero por qué no me ayudas, tía?!

-¿Qué pasa?-preguntó Shining, extrañado.

-¡Mira, esto es lo que pasa!-exclamó ella, enseñándole la carta.

El semental la leyó rápidamente y ella volvió a quejarse.

-¡Que confía en mí, pues menos mal que confía en mí, me manda a Twilight y sus amigas por ella! ¿¡Por qué no viene ella misma a ayudarme?!

-No lo sé, cariño, sus razones tendrá…

-¿¡Y qué razones son esas que la hacen ignorar a su propia sobrina?! ¡Muchas gracias, querida tía!-gritó Cadance molesta, tirando la carta al suelo.

La princesa se acercó a una ventana y miró el paisaje, soltando un suspiro apenado; su marido se acercó a ella para confortarla.

-Vamos, no seas así, puede que en este momento esté ocupada con algo importante…

-¿Y en tal caso no podría dejar a la tía Luna que se haga cargo de ese algo importante y ayudarme a mí?

-Pero tu tía Luna podría estar cuidando a Frank…

Los dos se miraron por un momento y ella apartó la vista, admirando la inmensidad del imperio.

-Es que me apena tanto… nunca antes me había ignorado así. ¿Y si ya no confía en mí?

-Eh, sabes que eso no es verdad, en la carta te lo dice bien claro…

-Pero eso seguro que sólo lo dice para animarme…

Ante eso, Shining decidió poner los puntos sobre las íes.

-Mira cariño, te quiero y siempre voy a estar contigo, comprendo tu desazón, pero tampoco puedes echar pestes sobre ella de esa forma sólo porque, por una vez, no puede ayudarte. Sus razones tendrá, sean cuales sean, y sabes tan bien como yo que en ningún momento te ha ignorado o dado de lado. Twilight y sus amigas van a venir a ayudarnos, por lo que algo podremos hacer. Anímate, anda, no me gusta verte triste…

Cadance miró de hito en hito a su marido, sin apenas pestañear, hasta que al final suspiró, derrotada.

-Tienes razón, en todo. Lo siento cariño, no era mi intención…

-No pasa nada. Estamos en esto juntos, Cadance, y no te voy a abandonar.

Los dos se dieron un efusivo abrazo, junto con un rápido beso en los labios. En ese momento, Shining vio algo parpadeando al otro lado de la barrera, poniéndole en alerta.

-Será mejor que vaya a echar un vistazo…-anunció.

-¿Qué? Pero… podría ser peligroso…-masculló ella, preocupada.

-Más peligroso será si no nos aseguramos… tranquila, será ir y volver, una pasada rápida, volveré enseguida-aseguró él, confiado.

-Shining, por favor, ten muchísimo cuidado-le pidió ella, muerta de miedo.

-Tranquila, volveré, te lo prometo.

A eso, Cadance se lanzó sobre él, plantándole un fiero y apasionado beso en los labios.

-Es una promesa…-masculló ella, mirándole a los ojos.

Él tan solo asintió, tomándola de los cascos, y se fue de allí, cogiendo su capa y unas gafas protectoras; Cadance le observó irse, temiendo por él, pero prefirió no pensar más en eso.

Para distraerse, estuvo dando otra vuelta por el palacio, admirando la suntuosidad y el lujo que rezumaba por todos y cada uno de sus recovecos; se sintió tentada por echarse una cabezadita en la habitación de matrimonio que encontraron arriba, ya que cada vez se sentía más y más cansada, pero no podía bajo riesgo de desactivar la barrera, por lo que no era una opción. Prefirió entonces sentarse a descansar un rato y se fue hasta la sala del trono, sentándose en éste y cerrando los ojos por un momento.

-¿Quién se ha sentado en trono?

La voz resonó por todo el lugar, dándola un susto de muerte; era grave y cadavérica, Cadance miró hacia todos los lados en busca de quien había dicho eso.

-¿¡Quien está ahí?! ¡Muéstrate!

-Oh, qué infortunado revés, esperar mil años para esto. Te lo vuelvo a repetir ¿quién eres y qué haces en mí trono?

Por un momento, ella meditó las palabras y entonces se dio cuenta de quién era.

-Sombra…

-Vaya, vaya ¿me conoces? ¿Y quién eres tú, si se puede saber?

Cadance no estaba muy segura de si responderle o no, pero finalmente lo hizo.

-Soy la princesa Cadance, la sobrina de la princesa Celestia, estoy aquí como embajadora ecuestriana para ayudar al imperio de Cristal a restablecerse de nuevo.

Por un momento, la voz de Sombra balbuceó algo incoherente, como si estuviera pensando en sus palabras.

-¿Cadance? Espera ¿Cadance? ¿De qué me…?

Entonces se quedó callado por unos segundos, para luego reírse tontamente.

-Vaya, vaya, ésta es buena, entonces sí que tuvo descendencia… esa débil e insignificante poni…

-¿De qué me hablas?-inquirió Cadance, extrañada.

-Oh, pues de tu madre, por supuesto…

-¿¡Qué?! ¿¡Mi madre?! Pero yo no… ¿¡qué sabes de mi madre?!-masculló entonces ella, dándose cuenta de lo que decía.

-Oh, espera, pero ¿no sabes de…?

Sombra dejó escapar una boqueada y rio esta vez con más fuerza, incluso burlonamente.

-¡Deja de reírte y dime qué sabes de mi madre!-gritó Cadance, poniéndose en pie.

-Oh, no, me lo he pensado mejor y creo que será más divertido que te deje con el misterio. Aunque, por lo que puedo ver, eres tan débil como lo era ella…

-¡Yo no soy débil!

-¿Ah, no? ¿Y entonces esto que es?

En ese momento notó como una fuerza poderosa incidía sobre su barrera y dejó escapar un gemido, sin evitar que su cuerno parpadeara, y la barrera con él.

-Simple, y efectivo, pero no durará para siempre. En cuanto te quedes sin fuerzas, la barrera caerá, yo entraré, y volveré a reinar en imperio-resumió Sombra con tonito remolón.

-No es tuyo, nunca fue tuyo, jamás volverás a oprimir a esta pobre gente…-musitó ella, notando un intenso dolor de cabeza.

-Je, tan ingenua y confiada como su madre… nunca podréis rechazar a las sombras por mucho que lo intentéis, siempre estarán ahí, nunca habéis entendido ni entenderéis el poder de la oscuridad. Y no sólo de eso… porque cuando regrese, será entonces cuando conoceréis el auténtico miedo.

-No te tengo miedo…

-Sigues siendo una ingenua… ¿y tú eres una princesa? Sólo es cuestión de tiempo… inténtalo todo lo que quieras, al final caeréis todos ante mí.

Tras esa jura, Sombra volvió a reírse malvadamente, y no se le volvió a oír. Cadance se dejó caer en el trono, sintiéndose cada vez más y más cansada.

-Oh, tía, espero que la ayuda venga enseguida…-pensó ella, cerrando los ojos.

Y lo esperaba. Realmente lo esperaba.







Luna apenas podía concentrarse, sobre todo debido a la falta de información de la situación en el norte; hace apenas unos pocos minutos, Celestia había llamado a Twilight para encomendarla la misión de ayudar a Cadance, y los minutos pasaban cada vez más y más lentos.

Había tenido que recurrir de nuevo a Helpful Maid para que cuidara a Frank ahora que Cadance estaba fuera, ella había aceptado encantada, y Frank ya se sentía tan a gusto con ella como con Cadance, por lo que no había ningún problema. Aun así, los nervios seguían ahí, por lo que se levantó y se dirigió hacia el despacho de su hermana para hablar con ella. Pero al llegar, descubrió que éste se encontraba vacío. Por un momento se puso a pensar en dónde podría estar, y una especie de corazonada la hizo dirigirse a cierto lugar del palacio.

Existía una pequeña capilla en el palacio, estaba situada en el primer piso, en la zona más apartada del pasillo, y era más frecuentada de lo que podía parecer, sobre todo por los ponis del servicio más devotos. Tanto ella como su hermana fueron educadas en la fe primalicorniana, a Luna no la llegó a calar tanto, pero a Celestia sí. Y no se equivocó, puesto que al entrar, pudo verla arrodillada ante una vidriera en la cual estaba representada la figura blanca de un alicornio puesta de perfil y sin rasgos faciales definidos. Luna fue a acercarse, pero su hermana habló antes.

-¿Te has santiguado?

Luna rodó los ojos y se acercó a una pequeña pila con agua en ella; mojó un casco, lo posó en su cuerno y luego en la frente, haciéndose la señal del cuerno y las alas.

Una vez santiguada, se acercó hasta su hermana y se puso a su lado.

-¿Preocupada?

-¿Y quién no lo estaría? Seguro que recuerdas bien a alguien como Sombra…

-Claro… pero no va a ser el primer alicornio el que baje y arregle las cosas por mucho que le recemos…

-Rezo para que Cadance y Twilight tengan éxito en su misión. Él proveerá-murmuró Celestia, con voz solemne.

-Oh, claro, porque igualmente proveyó en todas las otras veces…

Celestia frunció el ceño, algo molesta, antes de dirigirse a su hermana.

-Luna, me parece muy bien que apenas creas en Él, pero al menos muestra un poquito de respeto…

La aludida suspiró y comentó.

-No voy a entrar en otra discusión teológico-existencialista contigo, Celestia, vamos a dejarlo ahí.

Ambas se quedaron en silencio, Celestia volvió a sus rezos y Luna miró a la vidriera con ojos escépticos y poco convincentes. De pequeña era tan devota como su hermana, incluso iban juntas a misa y se levantaban pronto para unirse a los rezos matinales. Pero en cuanto creció, le costaba más y más creer en algo tan complejo e inalcanzable como el primer alicornio. A esas alturas la era imposible no creer en él, pero al contrario que su hermana, no se quería atar tanto a él ni consagrar su vida de una manera tan fanática y poco personal. Quiso seguir siendo ella misma, seguir sus propias reglas y vivir su propia vida, por lo que se alejó de todo aquello que alguna vez su madre o sus maestros la llegaron a enseñar.

Apartó la vista de la vidriera y se fijó entonces en un viejo libro que ella conocía bien; en su portada tenía grabados los dibujos de varios círculos y estrellas. Lo cogió con su magia y murmuró en voz baja.

-Vaya… ¿aún sigues pensando en eso?

-Sabes que quiero intentarlo… y si lo hace bien, estará un poco más cerca de estar lista-comentó Celestia, sin ni siquiera abrir los ojos.

-Pues me hace gracia que aún sigas pensándolo… si mal no recuerdo, el simple hecho de intentarlo iba en contra de una de las enseñanzas sobre Él…

Celestia permaneció en silencio, por lo que ella continuó.

-Creo que decía algo así como… no hay nadie más como Él, omnipotente y omnipresente, inimitable e irrepetible. Nosotros somos sus descendientes y, por toda la eternidad, lo reconoceremos como tal, pues él nos reconoció a nosotros como tales de igual manera.

-Ya lo sé-la cortó ella, con voz queda.

-¿Entonces? ¿Por qué sigues con eso? ¿Acaso quieres unirte a los renegados como yo? ¡En ese caso, bienvenida al club, hermana!

-¡No es nada de eso! ¡Soy fiel a Él como la que más!

-¿Ah, sí? Pues me parece que no estará muy feliz por lo que tienes pensado hacer ¿no crees?

Celestia miró fijamente a su hermana, la cual la devolvió la mirada de la misma forma que ella.

-Esto no tiene nada que ver con Él, Luna, que quede claro. Y si lo hago es porque así debe ser.

-Anda, esta es buena, ahora resulta que ha reescrito las escrituras…

-¡No! ¡No metas las escrituras en esto, Luna, no tienen nada que ver!-exclamó Celestia.

-¿Y por qué, entonces? ¿Es por lo que te llegó a decir Star Swirl aquella vez? Es aún más curioso, puesto que él era ateo… y no fue precisamente él quien encontró los elementos de la armonía…

-¡Suficiente!-exclamó entonces Celestia, dando un golpe al suelo con un casco.

-¡Este es un lugar de rezo y recogimiento, si piensas rezar conmigo, de acuerdo, pero si tan solo vas a molestarme y a faltar al respeto a este lugar sagrado, en ese caso ya puedes irte!

Ambas alicornios se miraron fijamente, sin ni siquiera pestañear, hasta que finalmente Luna se dirigió hacia la salida sin despedirse de ella; Celestia volvió a sus rezos y su hermana encaró la salida, pero antes de irse, miró hacia atrás. Iluminó su cuerno y una serie de velas ante una talla de madera del primer alicornio se encendieron. Justo después, Luna ya se había ido.







Las siguientes horas fueron un suplicio, al menos para Celestia; la tarde pasó lentamente y ninguna de las dos princesas se volvió a dirigir la palabra durante el resto del día. Esa noche, Celestia observaba el norte desde la sala del trono, sin poder ocultar su preocupación; no había vuelto a recibir ninguna carta por parte de su sobrina, Twilight tampoco se había pronunciado, y no sabía cuál era la situación allí. Trató de relajarse volviendo a rezar algo rápido, a media voz.

-Rey de la eterna campiña, no me desampares ni de noche ni de día. Ahora y siempre te doy toda mi fe y mi gratitud, santo padre, no dejes que decaiga mi actitud…

En ese momento oyó unos pasos acercándose hacia ella, se giró y vio a su hermana acercándose hacia ella; las dos se sostuvieron la mirada, parecía que ninguna se atrevía a romper el hielo. Sin embargo, Luna murmuró.

-Ahora y siempre seré buena de corazón, oh santo padre, acércame un poco más a tu bendición…

Celestia sonrió y, tras ese salmo, las dos comenzaron a rezar.

-Santo padre que cuidas de nosotros, vela por nuestro bienestar y protección; haz que nuestras acciones hablen por nosotros, evitando caer en la tentación. Sin pecado ni faltas, puro es nuestro corazón; no hay rencor ni odio, el perdón es nuestro blasón.

Las estrellas brillaban intensamente en lo alto del cielo, con una luna nueva que no se podía ver. En ese momento hubo un gran resplandor en la lejanía y una preciosa aurora boreal apareció repentinamente, recortándose en el cielo. Luna y Celestia observaron el fenómeno con suma atención y, finalmente, esbozaron sendas sonrisas felices y despreocupadas; las dos juntaron sus cuernos y respiraron tranquilas, sintiéndose incluso mejor consigo mismas.

-Lo siento, Tia, no era mi intención ofenderte…

-No pasa nada, Luna, está bien… entiendo que no veas la religión como algo prioritario ni primordial.

Ambas alicornios siguieron observando el fenómeno celestial, proveniente del imperio de Cristal. Supieron entonces, sin ningún atisbo de duda, que no había nada más de lo que preocuparse.






Un par de días después tras la derrota de Sombra y la restauración del imperio, el trabajo para Cadance y Shining parecía no acabar; aunque la magia del corazón de Cristal contribuyó en gran medida a despejar el invierno en el norte y disolver el efecto corruptor de la magia de Sombra, ésta no actualizaba ni ponía al día las leyes del mismo. Y no sólo eso, puesto que la sociedad del imperio también se encontró bastante desfasada con la actual, incluso los artilugios más actuales como el tren, se volvían extraños para los ponis de cristal.

Aunque lo que sí fue unánime, fue la proclamación popular de Cadance como la princesa de Cristal del imperio; según la contaron algunos ponis, era la viva imagen de su madre, lo que confundió aún más a la alicornio. Recordaba la conversación que tuvo con Sombra, pero éste no quiso decirle nada más acerca de su madre, por lo que tuvo que buscarse la vida y averiguarlo ella misma. Y el sótano del palacio parecía ser la mejor opción para eso.

Éste se encontraba lleno de objetos de todo tipo, todos ellos de épocas pasadas y que pertenecieron a la familia real de allí; vio muebles, vestidos antiguos, objetos antiguos y todo tipo de cosas. Aunque una lona colgada de la pared del fondo la llamó la atención y se dispuso a retirarla; lo que vio entonces la dejó de piedra. Un retrato mostraba la imagen de una alicornio muy parecida a ella, con un pelaje de un color muy similar, aunque un poco más oscuro, y una crin y cola de colores algo más fríos; sus ojos eran claros y su marca de belleza era un corazón rojo laureado, bastante similar a la suya. Miraba al espectador con una genuina sonrisa que irradiaba amor y bondad. Pero lo que más destacaba del retrato era que esta alicornio sostenía entre sus patas a una recién nacida alicornio, idéntica a ella en todos los sentidos.

-Soy… soy yo…-musitó Cadance, anonadada.

-Así es-dijo una voz tras ella.

Cadance se volvió y vio a su tía mirándola, esbozando una grata sonrisa.

-Tía… pero ¿no llegabas esta tarde?

-Decidí adelantar mi agenda y venir antes para ayudarte un poco. Pero esto es más importante…-comentó Celestia, poniéndose a su lado.

Las dos estuvieron contemplando el retrato durante un buen rato; Cadance fue la primera en hablar.

-Entonces… ¿esa es mi madre?

-Sí. Bright Crystalum, la antigua princesa de Cristal.

-En ese caso ¿estás emparentada con los dirigentes el imperio de Cristal?-obvió Cadance.

Ante esa deducción, Celestia tan solo esbozó una triste mirada.

-Lo cierto es… que en realidad, Bright Crystalum no fue mi hermana, sino tan solo una amiga cercana.

Cadance miró a su tía como si no hubiera oído bien, incapaz de creérselo; Celestia miró a su sobrina y comenzó a hablar.

-Lo siento, Cadance, pero te debo una explicación. En realidad yo no soy tu tía biológica. Te he estado cuidando durante todo este tiempo puesto que se lo prometí en su día a Bright.

La princesa del día guardó silencio, esperando una respuesta por parte de Cadance; ésta prefirió guardar silencio y dejarla hablar, mientras notaba su corazón martilleando en su pecho. Viendo esto, Celestia continuó.

-Tú naciste hace ya muchos años atrás… por aquel entonces, yo mantenía el contacto con Bright, y el día de tu nacimiento, ella me invitó a mí para conocerte. También vinieron muchos otros dignatarios de otros reinos y países, por lo que fue una recepción bastante sonada. Todos pasaron a saludarte y hacer los honores, pero conmigo, Bright hizo una excepción; me llevó a una habitación aparte y ya allí te conocí por primera vez. Como puedes ver, eras una potrilla adorable, llena de energía y con toda una vida por delante. Recuerdo bien haberte apoyado en mi pecho y mecerte con mi magia, tú te agarraste a mi pelaje y me miraste fijamente, esbozando una dulce sonrisa. Fue entonces cuando Bright depositó en mí toda su confianza y amistad para conmigo, y me pidió expresamente ser tu madrina, además de hacerla una promesa que me comprometí a cumplir. En caso de que algo, lo que fuera, ocurriera, yo me ocuparía de ti y te cuidaría. Acepté con agrado, puesto que nada me haría más feliz, y sellamos el pacto entre nosotras.

Celestia hizo una pausa, dejando pasar el tiempo para tener un poco de margen; Cadance permaneció callada, sin interrumpirla, por lo que ella continuó.

-El tiempo pasó, la vida seguía y ella era feliz gobernando el imperio; yo, por mi parte, gobernaba Ecuestria junto con Luna, pero por aquel entonces, ya había estado descuidando a mi hermana. Ni siquiera la invitaron a tu recepción, y yo estaba demasiado ocupada conmigo misma para darme cuenta de lo mal que ella estaba. Aun así, no hice nada para arreglarlo, y seguí ignorándola como una tonta.

Cadance vio a Celestia reprimiendo las lágrimas para poder continuar.

-Como bien ya dije, el tiempo pasó, y tú creciste. Cuando tenías poco menos de tres años, Sombra hizo acto de presencia y amenazó al imperio; fue entonces cuando, asustada por lo que podría pasarte, te envió lejos con tal de protegerte.

Fue entonces en ese punto cuando Cadance habló por primera vez.

-Pero espera, no lo entiendo, si ella te pidió que tú me cuidaras y protegieras cuando algo sucediera ¿por qué no me envió contigo entonces?

-Supongo que, con las prisas y los nervios, se debió de olvidar; y no la culpo, puesto que apenas tuvo tiempo de reaccionar. Además, Sombra cercó al imperio para que nada ni nadie entrara o saliera, pero los hombres de Bright se las apañaron para escapar, llevándote con ellos. Supongo que debieron de usar alguna salida secreta o algo por el estilo, seguro que hay alguna por aquí-la explicó Celestia.

-Recuerdo… recuerdo ese momento. Recuerdo brevemente a mi madre, despidiéndose de mí echa un mar de lágrimas… y luego, prisa, mucha prisa…

-Los hombres de Bright debieron de moverse deprisa. Para entonces, tú ya estabas fuera del imperio, y Sombra lo conquistó poco después. Como ya te dije, no tuvieron tiempo de nada, ni siquiera de pedir ayuda, y la magia del imperio se corrompió por culpa de ese monstruo, lo que alertó a todos los reinos por igual. Asustada por ella y por ti, Luna y yo decidimos actuar y adelantarnos para contrarrestar el daño lo antes posible; Sombra no nos lo puso fácil, pero finalmente conseguimos desterrarle en el hielo. Pero fue entonces cuando la maldición surtió efecto y el imperio desapareció. Pasó con tanta rapidez, que no hubo tiempo de nada, y por una larga temporada pensé que ni tú ni tu madre lo habíais conseguido. Pero fue entonces cuando logré enterarme por fuentes externas del pelotón que te había sacado del imperio ese mismo día y puse a mis propios hombres en busca de ti y de ese pelotón, para dar contigo.

Otra pausa se instaló brevemente para dar tiempo a Celestia a reordenar sus pensamientos y así continuar.

-Fue una búsqueda que duró mucho más tiempo de lo esperado, ya que estuvieron buscando incluso por Ecuestria, por si se les había ocurrido pasar por allí. Durante todo ese tiempo, mi relación con Luna se fue enfriando cada vez más, por aquel entonces yo empecé a tratar de arreglarlo, pero ya era demasiado tarde; dejé que mi hermana fuera consumida por sus propios celos y envidia, transformándose en Nightmare Moon. Realmente no hice nada por evitarlo, y ese fue mi mayor fallo. No tuve más remedio que desterrarla a la luna. A mi propia hermana.

Celestia no pudo más y lloró brevemente; Cadance la consoló, tratando de que se sintiera mejor. Una vez que se calmó, continuó con su historia.

-Después de eso, continué reinando yo sola y la búsqueda prosiguió, sin dar apenas resultados. Parecía que te habías desvanecido como el imperio, y yo me sentía peor que nunca, ya que había perdido a mi hermana y había incumplido mi promesa. Pasaron entonces los años, probablemente los más difíciles de toda mi vida; me sentía muy sola y desdichada, el palacio se sentía vacío sin ella y, por mucho que trataba de animarme de alguna u otra forma, no conseguía llenar ese vacío. Describir la dureza de ese tiempo no me es nada sencillo. Hasta que entonces, poco antes de que tú reaparecieras, decidí a adoptar a Blueblood como mi sobrino tras saber que sus padres, unos nobles cercanos a la corona, habían muerto; pero lo hice pensando en su felicidad, y no le dije lo que realmente había pasado. Esto no tiene nada que ver con tu historia, lo sé, pero quiero que lo sepas igualmente. Te mereces saber por qué tu primo hizo lo que hizo aquella vez, y por qué se comportaba de tan mala manera con todo el mundo. Es todo culpa mía, si alguna vez llegaste a pensar que tuviste algo que ver, no te aflijas. Yo soy la verdadera culpable. Otro error más de los muchos que ya cometí.

La alicornio blanca suspiró brevemente y siguió.

-Hasta que, finalmente, tras una búsqueda de más de nueve años, mis hombres obtuvieron una pista; llegaron a encontrar a uno de los hombres de Bright que se había encargado de llevarte lejos, y les estuvo explicando que, para protegerte, decidieron ocultar tu cuerno mediante magia y hacerte pasar por una pegaso, para que nadie sospechara de tu origen real. También les contó que te habían dejado con una familia de ponis que vivían en un poblado al este de aquí, más allá de las tierras de los dragones.

-Sí, recuerdo muy bien mi vida allí…fueron muy buenos conmigo, me cuidaron como si fueran mi familia. Fueron unos años maravillosos, hasta que ese maldita bruja se instaló en un bosque cercano…

-Sí, la historia de Prismia, mis hombres me lo contaron todo. Fue de esta forma como obtuviste tu marca de belleza y ellos pudieron identificarte, trayéndote hasta mí. El resto, ya es historia.

Las dos se quedaron calladas, dejando pasar el tiempo; en un momento dado, Cadance preguntó.

-Pero, entonces… ¿qué fue de mi madre?

A eso, Celestia esbozó otra triste mirada, hablando enseguida.

-Nunca lo supe con certeza, pero sí que supimos que no la dio tiempo a huir o evacuar, por lo que seguía en el imperio cuando Sombra lo invadió.

Cadance recordó entonces las palabras de Sombra cuando habló con él, comprendiéndolas al instante.

-Ese bastardo…-musitó entonces.

-Lo siento tanto, Cadance…

Aun así, la aludida se mostró fuerte, comprendiendo el resto de la historia también.

-Entones… era por eso por lo que algunos ponis de cristal me recordaban. Porque realmente soy su princesa…

-Exacto, siempre fuiste la heredera, y ahora tienes lo que te corresponde por derecho. Yo he cumplido con mi promesa, que era lo único que me faltaba.

Cadance asintió, contemplando la verdad ante ella, y comprendiendo todo lo demás. Celestia tomó la palabra.

-Espero que no me guardes rencor por no habértelo contado, sé que podría haberlo hecho, pero quería que crecieras tranquila y sin presiones, para que pudieras aceptar mejor la verdad cuando llegara el momento. Y, aunque no sea tu tía biológica, espero que…

Sin embargo, no pudo continuar, puesto que Cadance la abrazó de golpe y la contestó.

-Me da igual si no estamos emparentadas biológicamente, tú siempre serás mi tía, y nada va a cambiar eso. Fuiste tú quien me enseñó a ser una princesa, y fue contigo cuando viví los mejores años de mi vida. Te quiero, tía Celestia, y gracias por todo.

Celestia no pudo evitar emocionarse hasta las lágrimas y la devolvió el abrazo con todas sus fuerzas.

-Yo también te quiero, Cadance.

Una vez que todo estuvo aclarado, las dos volvieron arriba y estuvieron hablando sobre cómo actualizar la legislación del imperio a una más actual, aconsejándola por el camino y ayudándola un poco. Para el final de jornada, Celestia se fue y Cadance la despidió. Una vez sola, bajó de nuevo al sótano para contemplar, una vez más, el retrato de su madre. La miró a los ojos, por un momento pareció que ésta la devolvía la mirada, y Cadance no pudo más; lloró con todas sus fuerzas, llamando entre medias a su madre, como una potrilla de cinco años. Los ruidos alertaron a su marido, el cual bajó a ver qué era eso, encontrándose a su mujer echa un mar de lágrimas; ésta se echó sobre él y siguió llorando desconsoladamente. Sus sollozos resonaron por todo el sótano, convirtiéndose en un eco lejano y distante. Afuera, el imperio seguía adelante.
Última edición por Sg91 el 26 Jun 2014, 09:17, editado 1 vez en total

Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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