Por siempre.
Muchos años después de la segunda boda más peculiar en Canterlot una noche silenciosa se extendía sobre la ciudad de Ponyville. Los habitantes del lugar ya se habían retirado a sus hogares a descansar. La mayoría de los pocos ponies que aún circulaban por las calles no prestaban atención a la silueta de la montaña más cercana al pueblo. Quienes lo hicieran y tuvieran buena vista podrían haber visto algo en la cima.
Spike estaba sentado junto a su esposa en la entrada de su casa, rodeado de silencio excepto por la respiración superficial y rápida de Rarity, que estaba acostada a su lado sobre un nutrido grupo de cojines de seda.
Ella había insistido en salir a tomar aire fresco, arguyendo que le ayudaría. Spike no dejaba de acariciar delicadamente la crin gris de su compañera, perfectamente consciente de que su petición estaba más encaminada a complacerlo a él. Rarity sabía que cuando él tenía algún problema le gustaba salir a observar las estrellas desde lo alto de la montaña.
Sin embargo esa noche, al igual que las últimas semanas, el gran dragón no encontró consuelo en la suave luz nocturna. Ninguna de esas pequeñas luces le traía la respuesta que necesitaba. Bajó su mirada y recorrió con su aguda vista la pequeña ciudad, había crecido mucho en cincuenta años, lo cual era aun más sorprendente tomando en cuenta que casi había sido destruida por completo, pero muchos de los lugares que lo llenaban de recuerdos estaban aun ahí.
La delicada respiración de Rarity se vio interrumpida por un fuerte ataque de tos que lo desconcentró y le hizo apretar la mandíbula ante la impotencia. Habían empezado hacia seis meses y eran cada vez más frecuentes. A pesar de ella había insistido que estaba bien Spike llevó a su esposa al médico.
Aun podía escuchar las palabras de este
-No es nada fuera de lo normal para una pony de su edad, comandante, aunque me temo que si es grave.
-Sus amigas son de la misma edad y tienen perfecta salud.
-Bueno comandante, disculpe mi atrevimiento, pero vivir en una cueva fría y a esa altitud durante tantos años tuvo un efecto en su salud, puedo darle medicamentos e iniciar tratamiento, pero eso solo retrasaría… bueno, ya sabe.
El recordarlo llenó de culpa a Spike, había sido su idea mudarse a la cueva que utilizó el dragón rojo y ni siquiera cuando su hija nació pensó en mudarse a otro lugar. A pesar de que fue acondicionada para Rarity el doctor tenía razón, en el fondo seguía siendo una cueva.
Las mandíbulas de Spike se apretaron más y comenzaron a frotarse unas con otras. Una voz armoniosa lo desconcentro, una voz que amaría por siempre a pesar de que ahora se escuchaba débil y lejana.
-¿Qué te pasa? no digas que nada, conozco ese ruido que haces con los dientes cuando algo te preocupa.
Spike continúo acariciando delicadamente a su esposa.
-No es nada, no te preocupes. Está bajando la temperatura, deberíamos entrar.
-Me gusta estar aquí, a ti también. Además ya no hace ninguna diferencia, ¿o sí?
El dragón respiró hondo, levantando la vista hacia la luna, había intentado todo, buscó arriba y abajo, habló con otros dragones, regresó a Xia, pero la respuesta fue la misma. Daría lo que fuera, cualquier cosa, su vida, su alma, por unos cuantos años más, unos meses, tan solo unos días mas...
Recordó la conversación que hacía dos días había tenido en el castillo. Ni siquiera la princesa a la que había servido fielmente por décadas le dijo lo que necesitaba oír. Cada frase de la plática resonaba aun en su mente
-Lo siento joven amigo, realmente me lastima el corazón deciros esto, pero el flujo del tiempo así como las leyes de la vida es algo que ni siquiera yo o mi querida hermana podemos cambiar. Así fue decidido eones antes de que nos naciéramos por los titanes ante los cuales nuestros poderes son mínimos.
Se como os sentís, nos hemos sufrido del mismo dolor, hemos visto cientos de nuestros más queridos amigos marchitarse como lo hacen las flores más hermosas. Por supuesto, comprendo que vuestro dolor es más profundo por perder a vuestra amada compañera.
Recordó el nudo en la garganta que se le formó y lo furioso que se sintió con la vida en general.
-No es justo, he estado junto a ella por muy poco tiempo.
La pareció sentir de nuevo el ala de su princesa en su costado, justo como lo había hecho la noche en la que lo aconsejó cuando aún era pequeño.
-Poco tiempo si lo contamos como alguien de tu sangre, pero mucho tiempo para un pony, decidme, ¿estabais ambos consientes de esta situación el día de su unión, cierto?
-Supongo que ambos lo sabíamos en el fondo, pero no nos importo.
-Exactamente, además estoy segura que ambos habéis llenado esos años que a voz parecen escasos de dulces momentos. La habéis hecho feliz, lo sé, y saber eso te ayudara a soportar el dolor de la separación, ahora ve, amigo mío, vuestra compañera os está esperando.
Spike regresó su vista a Rarity, aun era hermosa, a pesar de que su cuerpo se había marchitado, su crin y cola se habían vuelto grises, su elegante forma de moverse se había ido, ella seguía siendo hermosa ante sus ojos. Este hecho no pasó desapercibido para el unicornio, quien le dedico una débil sonrisa.
-¿Qué me vez?, me vas a hacer sonrojar si te me quedas viendo así tanto tiempo.
-Solo recordaba porque me enamoré de ti, descansa.
Spike paseó su vista por todo Ponyville, todos los recuerdos que despertaban los lugares que reconocía le llenaban al mismo tiempo de alegría y dolor. Eventualmente su vista se posó en un gran árbol en el centro de la ciudad, en un árbol muy querido para él. Una nueva punzada de dolor le atravesó el corazón, No solo Rarity, también su amada hermana Twilight, sus queridas amigas Fluttershy, Pinkie Pie, Applejack y Rainbow Dash, su propia hija y sus nietos, todos se irían apagando, poco a poco, y él se quedaría solo.
Se esforzó un poco más, alcanzó a distinguir detalles de la biblioteca. Había una lámpara encendida en la terraza del observatorio exterior, entrecerró los ojos y la pudo ver, sentada junto a su viejo telescopio, cubierta con una manta. El dragón se sobresaltó, aparentemente Twilight estaba mirándolo, o por lo menos mirando en dirección de la montaña, y también miraba constantemente a un par de libros.
Spike los reconoció, uno era el viejo libro que le había mostrado hacia tantos años, el libro que había sido escrito a partir de la vida de su bisabuelo. El otro era el primer libro de astronomía que ella había escrito, en el describía sus descubrimientos, que le habían ganado el título de astrónoma personal de la princesa Celestia.
Recordó, recordó lo que había hablado con su hermana en varias ocasiones, la increíble historia de su antepasado, recordó los descubrimientos asombrosos de su Twilight. Sus ojos se le llenaron de lagrimas cuando comprendió, a pesar de ser un dragón adulto, a pesar de haber sobrevivido a la guerra con los grifos, del viaje a Xia, el despertar de Fenrisulven, la revolución de Nueva Equestria y la batalla de la armonía, a pesar de haber pasado por todo eso aun seguía dependiendo de Twilight y ella seguía cuidándolo y guiándolo, cumpliendo la promesa que le hizo a la princesa Celestia.
El nudo en su garganta se cerró de nuevo y sus ojos se llenaron de lágrimas.
-Gracias- consiguió murmurar antes de que el llanto lo venciera.
-¿Qué pasa?, ¿por qué lloras? ¿Sucede algo malo?
Spike negó con la cabeza y sujeto delicadamente la cabeza de Rarity, ayudándola a mirarlo a los ojos.
-Prepárate, mi amor, vamos a viajar.
-¿Qué?, ¿a dónde?, estamos bien aquí, quiero estar aquí, no necesitamos ir a algún lugar
-¿Confías en mi?
-Como el primer día.
Spike la levantó con sumo cuidado y la llevó hacia adentro, El se puso su vieja armadura, no la de comandante, sino la que había usado el día de su boda y que ahora apenas le quedaba, a ella la colocó en un gran montón de cobijas, que levantó con cuidado y presionó con suma delicadeza contra su pecho.
Salió para encontrarse con una escena que había dividido a su corazón. Una parte de él quería que esto pasara, la otra deseaba ahorrarse el sentir y causar más dolor.
Frente a la entrada de la casa-cueva un círculo de llamas de un rojo brillante se dibujó. En medio de estas apareció una yegua. Se veía más joven de lo que en realidad era, su cuerpo blanco tenía las mismas proporciones que las de un unicornio pero era un poco más grande, una larga crin roja le recorría toda la espalda hasta la cola larga y flexible y sus extremidades terminaban en tres cortas garras, su cutie mark era un espiral de fuego con forma de corazón.
Ruby Heart miró extrañada a su padre.
-¿Papá?, ¿Qué estás haciendo?, ¿Por qué estas vestido así?
Rarity respondió antes de que pudiera hacerlo su esposo.
-Vamos a viajar querida, justo como cuando yo era joven.
Ruby Heart se acercó a la pareja, exaltada.
-¿Viajar?, Papá, ¿qué locura es esa?, ¡El médico dijo que debería guardar reposo!
Rarity negó con la cabeza.
-Linda, no le grites a tu pobre padre. Él hace lo que cree que es mejor y tengo plena confianza en él.
-Pero mamá, en tu estado…
-En mi estado si me quedó aquí o voy con tu padre a algún lado no hace ninguna diferencia. Spike, déjame un momento y habla con ella, cuando terminen yo también lo hare.
Spike obedeció y se separó un poco de su esposa.
-¿A dónde la llevaras papá?
-No… no estoy muy seguro.
-¿Qué?, ¿Qué es lo que planeas?
-Escúchame hija, confía en mí como lo hace tu madre, en mi corazón siento que es lo correcto. Y… y quiero pedirte perdón por adelantado. Perdóname por dejarte sola, perdóname por ser un cobarde y ser débil, perdóname por pedirte que seas fuerte en mi lugar. Te amo hija, pero sabes que no puedo vivir sin tu madre.
Los ojos de Ruby Heart se llenaron de lágrimas.
-Papá no me gusta el tono de esas palabras, ¿Qué es lo que quieres hacer?
Spike suspiró y su vista se desvió hacia el suelo.
-Cumplir la promesa que hicimos cuando naciste, estar juntos hasta que se apaguen las estrellas.
Ruby agachó y giró su cabeza para poder ver bien el rostro de Spike.
-Papá se que te duele, a mi me duele hasta el fondo de mi corazón lo que está pasando. Pero aun estoy yo, aun están tus nietos, tus amigas y tu demás familia.
Spike miró a los ojos a su hija mientras la mirada de ambos se llenaba de lágrimas.
-Ruby, soy un dragón, tengo menos de ochenta años y mi especie puede llegar a los dos mil. ¿Puedes imaginarte el dolor de perder a uno de tus hijos?, yo sentiría eso contigo, con mis nietos, mis bisnietos y así todos los ponies a los que llegue a apreciar hasta que me muera de viejo o se me destroce el alma. No soy tan fuerte como todos creen, tu madre es la fuente de mi fuerza y sin ella no soy nada.
Ruby tomó una de las masivas garras de su padre entre las suyas.
-Papi no me dejes tú también. Por favor, no quiero quedarme sola.
El gran dragón guardó silencio. Por primera vez en su vida Ruby no vio en él a un poderoso soldado, a un invencible protector. Lo vio pequeño, vulnerable, frágil. Un alma perdida aferrándose desesperadamente a lo único que le daba consuelo y sentido a su vida.
Una voz frágil y cansada los interrumpió.
-Ruby cielo, ¿puedo hablar contigo?
La yegua se acercó a su madre y la miró por unos minutos.
-Gracias cielo. Sé cómo te sientes mi vida, yo me sentí exactamente igual cuando se fueron tus abuelos, de tu abuela pude despedirme y de tu abuelo me quedó el consuelo de que no sufrió y se fue cómodamente dormido en su cama a un lado de su fiel esposa. No sé exactamente qué es lo que planea tu padre, pero sé que yo no volveré y probablemente él tampoco.
No hay nada que pueda decirte para disminuir tu dolor, excepto que nos quedaremos juntos él y yo y el estar cerca siempre nos ha traído mucha felicidad, y solo nos dejaras de ver por un tiempo.
Pero ya sea en las planicies eternas o en cualquier otro lugar te escucharemos y cuidaremos de ti.
Después de todo eres nuestro pequeño milagro, nuestra joya más preciada.
Hay muchas cosas más que tu padre te hubiera querido decir, pero nunca fue bueno expresando sus sentimientos, afortunadamente yo lo puedo leer como un libro. Estamos orgullosos de la maravillosa y hermosa dama en que te has convertido, Lady Ruby Heart Draco de Ponyville, caballero de la Orden de la Corona Solar al servicio de sus majestades, embajadora de Equestria ante las Familias Draconicas.
También estamos orgullosos de tus hijos. Emerald Sword ha hecho muy feliz a tu padre y estamos seguros de que el legado militar de la familia está en buenas pezuñas, llegara a ser comandante como su abuelo. Los diseños de Turquoise Star son mucho mejores de los que yo jamás cree, ella me superara y nada me hace más feliz. Y la pequeña Diamond Dream, su corazón aventurero y sus sueños la llevaran a algo grande, cuando escucho sus historias me recuerda a los viajes que tu padre y yo hicimos en nuestra juventud. Despídete de ellos por nosotros, diles lo que te acabo de decir y recuérdales que los amamos mucho.
Ruby Heart rompió en llanto y abrazó a su madre, después de unos segundos otro ataque de tos golpeó a Rarity. Cuando se pudo recuperar miró a Spike.
-Querido, creo que es hora de irnos.
Spike se acercó a su esposa y la tomó de nuevo, ambos le dedicaron una última mirada a su hija, Spike se inclinó para besarle la frente y permitir que Rarity la abrazara de nuevo.
-Nos volveremos a ver, mi preciosa niña.- Le dijo la unicornio –Y recuerda, generosidad en el corazón…-
-… y fuego en el alma para proteger a los indefensos.- terminó Ruby.
Spike se dirigió a la entrada de la casa, antes de salir miró hacia atrás, a su hogar lleno de recuerdos y a su hija sentada sola en la oscuridad. Tragó saliva y le dedicó un débil intento de sonrisa que ella respondió lo mejor que pudo.
-Buena suerte, papá.
Spike asintió y continuó su camino. Al estar por completo afuera miró el mar de estrellas sobre ellos, desplegó sus alas y se elevó. Rápidamente ganó altura, protegiendo con sus garras a Rarity de las corrientes de aire y generando calor en su vientre para ella.
Continuó subiendo, cada vez más alto, cada vez más lento. El aire era cada vez mas enrarecido, no le daba la sustentación necesaria y hacía difícil respirar. Aplicó más fuerza a sus alas y desvió el calor de su cuerpo al pecho. Sin embargo su velocidad no aumentaba y pequeñas láminas de hielo se comenzaron a formar sobre él.
Apretó las mandíbulas y castigo con más fuerza sus alas, los músculos de estas, los hombros y la espalda le ardía pero no le importo. Su vista comenzó a nublarse pero la mantuvo fija en las cada vez más difusas estrellas. Continuó subiendo por unos minutos pero fue demasiado para su cuerpo. El hielo y el cansancio detuvieron sus alas. Sintió cada vez más la necesidad de cerrar los ojos y dormir. Y lo hizo.
-Tengo frio, ¿qué pasa?, ¿ya llegamos?
Escuchó la voz clara y fuerte. Sus ojos se abrieron llenos de determinación. Ella era su fuerza, ella era su razón de ser. No se podía permitir darse por vencido, no podía desperdiciar su vida porque desde el momento en el que ella lo hizo despertar de su avaricia hacia ya tantos años le dejo de pertenecer a él.
Extendió las alas rompiendo la gruesa capa de hielo. Con un poderoso aleteo y un estallido de llamas verdes se elevó de nuevo. Mantuvo las alas desplegadas e inmóviles, ya no era necesario que las usara. Continuó su ascenso cada vez más rápido. Tan grande era su velocidad y tan poderosas las llamas que lo rodeaban que su armadura cedió y comenzó a partirse en grandes trozos, pero a él lo único que le importaba era su amada esposa entre sus garras
Tuvo un pequeño sentimiento de nostalgia cuando notó pequeños trozos de metal dorado y finalmente un objeto brillante y rojo que escapaban entre sus dedos. Aunque continuaba subiendo ya no miraba hacia arriba. Entre sus garras por fin ocurrió el milagro por el que tanto había rezado.
La respiración de ella era más profunda y pausada, podía ver cada vez más mechones de cabello púrpura en su crin gris. Pero sobretodo admiraba sus hermosos ojos azules, ojos que se ella a su vez concentró en los esmeralda de él. Ella extendió el cuello, el bajó su cabeza y en medio de una silenciosa y gentil explosión de luz verde, púrpura y blanca se besaron.
Cuatro ponies esperaban pacientemente a las afueras de la biblioteca de Ponyville cubriendo sus cuerpos contra el frio de la noche. Applejack suspiró mientras veía las estrellas en el cielo.
-Tengo más sueño que un gallo ebrio, ¿alguien sabe que es lo que quiere Twilight?
El resto de las ponies se encogió de hombros. Fluttershy miró hacia la montaña.
-Tal vez mañana podamos pedirle a Spike que nos suba para visitar a Rarity.
Rainbow Dash bufó mientras llamaba de nuevo a la puerta.
-No entiendo porque sigue ahí, con su salud como está, ¿Qué rayos está haciendo Midnight Charm que no abre?
Applejack se lamio los labios mientras se acercaba más a sus amigas para conservar el calor.
-Dice que es su casa y que todo lo que aprecia esta allá arriba… y que realmente no tiene diferencia donde esperar a que… llegue el momento.
El resto de las ponies guardó silencio tratando de no pensar en la terrible notica que Spike les había dado apenas cinco meses atrás. Su silencio se vio interrumpido cuando la puerta se abrió mostrándoles a una unicornio de ojos azules, pelaje rosa pálido y crin púrpura con mechones plateados. Su cutie mark una estrella sobre una luna.
-Lo siento mucho tías, estaba preparando un poco de chocolate. Mamá Twilight las está esperando en el observatorio
Las viejas ponies subieron lentamente las escaleras hasta el lugar donde se encontraba su amiga. Twilight estaba acostada, mirando al cielo y no dio muestra alguna de percatarse de la presencia de las demás ponies.
Rainbow se dejó caer pesadamente junto a ella
-Bueno, no es saludable hacernos venir a estas horas. Mañana tengo que revisar los reportes de los nuevos candidatos para entrar a los Wonderbolts antes de que Wild Comet les haga las pruebas, y tengo que supervisarlo porque ese potro es un cabeza hueca bonachón igual que su padre y…
La pegaso se detuvo al notar la expresión de su amiga.
-¿Qué pasa?, ¿está todo bien?
Fluttershy se acercó y colocó delicadamente su cabeza junto a la de la unicornio.
-Twilight, estas muy seria… ¡Dulce Celestia!, ¿Acaso Rarity…?
Pinkie no se había percatado del estado de Twilight debido a que su atención se había visto atraído por otra cosa, su emoción era tal que se paró peligrosamente sobre el barandal.
-¡Hey!, ¿Qué es eso?, ¡es una estrella fugaz!, ¡Verde!, ¡que cae hacia arriba!
Por su parte Applejack miraba atentamente la ilustración de uno de los libros que su vieja amiga había estado leyendo, y después miro la luz ascendente que en ese momento estalló en una cálida aurora de verde, blanco y púrpura.
-¡Por todas las manzanas de Equestria! es… es… ¿es él?
Twilight seguía mirando al cielo, su atención fija en el halo de luz que se expandía serenamente por la bóveda celeste, una lágrima rodó por su mejilla.
–Ellos… ellos son.