Capítulo 8
No hay nada como los regalos
Antes de que pudiera darse cuenta, se habían acabado las clases, y los pasillos lucían mucho más vacíos que de costumbre, con la mayor parte de los estudiantes pasando las fiestas con sus familias.
Al igual que en Ecuestria, el año escolar se dividía en tres períodos largos de tiempo; Twilight los conocía como trimestres, con alrededor de un mes de diferencia entre estos, y unas vacaciones más largas durante el verano. Generalmente, cada periodo de tiempo vacacional en la escuela se encontraba relacionado con un evento especial en concreto, y para el del invierno era la Navidad, la cual poseía extrañas similitudes con la Fiesta del Hogar, al menos en cierto modo, ya que también había regalos.
La cuestión de los regalos le había dado a Twilight más de un quebradero de cabeza. Desde que llegaron allí, apenas habían podido arreglar del todo el asunto del dinero, y no quería gastar más de lo que apenas tenían; pero aun así, eso no la parecía una excusa para no regalar nada.
Lo había estado hablando con Spike, y decidieron que harían una serie de regalos entre los dos.
Le pidieron a Hagrid que les consiguiera trozos pequeños de madera de tamaño medio, lo suficientemente consistentes como para tallar con ellos a mano. Spike hizo uso de sus garras para quitar cuidadosamente trozos de madera sobrantes, y así poder trabajar con ellos de manera sencilla. El resultado final no fue muy profesional, pero lucían decentes.
Una vez terminados, Twilight aplicó una serie de hechizos sobre ellos, combinando magia ecuestriana con la local, para que de esta forma el hechizo durara más tiempo.
Una semana después, el resultado final definitivo fueron una serie objetos mágicos con forma de bastón, que mantendrían protegido a la persona que los portara del calor o del frío.
No era mucho, pero esperaban que fueran útiles a las personas que los recibirían.
Con la llegada de las vacaciones, Twilight se encontró con una gran cantidad de tiempo libre extra en su haber.
No se dio cuenta de todo el tiempo que había empleado en su investigación hasta que el flujo de deberes paró, así como las clases, y aun a pesar de todo lo que había descubierto hasta el momento, la cantidad de tiempo libre total era inversamente proporcional al tiempo invertido en la investigación.
Llegó a considerar el ampliar su investigación para llenar ese vacío, pero en cuanto se acordó de cierta carta proveniente de cierta princesa, decidió simplemente disfrutar del tiempo libre.
Algunos días se resumieron en quedarse sentada junto a la orilla del lago, con un hechizo de calentamiento envolviéndola y una taza de chocolate caliente a su lado, contemplando al durmiente bosque en su primer invierno cien por cien natural.
Más a menudo, se daban varias guerras de bolas de nieve. Tanto ella como Spike se unieron a estas la gran mayoría de las ocasiones, junto con los tres Weasley, Harry, la mayor parte del equipo de Quidditch y cualquier otro que pasaba por allí.
Sin embargo, tanto ella como Spike eran los miembros de equipo más codiciados. Aunque bien pensado tampoco era tan raro, ya que no todo el mundo era capaz de lanzar una bola de nieve del tamaño de una pelota de fútbol, y mucho menos varias docenas a la vez; Spike disfrutaba especialmente cuando derretía bolas de nieve en un solo parpadeo y en medio del aire.
Aun así, y a pesar de todo, eso no les fue suficiente como para asegurarles la victoria dos días antes de Navidad. Todos los demás se habían aliado contra los dos ecuestrianos, demostrando un excelente sentido táctico y unos terribles modales al mismo tiempo.
Twilight y Spike resistieron durante mucho tiempo, con ella lanzando bolas de nieve en todas las direcciones y con Spike subido a su lomo, cubriéndola las espaldas en todo momento.
Pero, eventualmente, el tiempo y el cansancio hicieron mella en el dragón, el cual se dejó caer, agotado, sobre un montón de nieve. Twilight le siguió al poco rato, resignándose, al tiempo que los humanos festejaban la victoria, antes de reírse tontamente.
Al día siguiente, durante la víspera de Navidad, una fuerte ventisca azotó al castillo.
Nadie se encontraba particularmente dispuesto a salir en esas condiciones, con unos vientos propios de una galerna provenientes del este de las Cuillin, por lo que optaron por dormir hasta tarde, permaneciendo en el interior del castillo y con un buen montón de bebidas calientes.
Y, por supuesto, juegos.
Neville había vuelto a casa por Navidad y se había llevado su tablero de ajedrez consigo, pero Ron tenía uno, y un chico de cuarto año tenía otro. Alguien también sacó un set de Gobstones, Twilight echó un vistazo a las reglas, pero no le llamó demasiado la atención; también había disponibles tres barajas de Snap explosivo, y había incluso una versión mágica de los bolos guardada en el arcón de un estudiante.
-Vale, creo que lo tengo… peón del caballo de la reina, avanza una casilla-indicó Twilight, dando golpecitos en el suelo con su casco.
La pieza se movió amablemente, y su oponente asintió.
-Muy bien, ahora utilizaré a mi alfil. Avanza dos casillas a la derecha.
-Hmmm... Vale, caballo del rey, retrocede.
-Torre, avanza hacia captura-respondió Percy, al tiempo que su torre se movía hacia adelante.
En cuanto alcanzó al caballo de Twilight, el cual relinchó, hizo un rápido movimiento hacia delante con un golpe, rompiendo la pieza en pedazos.
-Se te da bien…-comentó Twilight.
-¿Por qué crees que Ron ha mejorado tanto? Ahora es capaz de ganarme la mitad de las veces-respondió Percy, sonriendo brevemente.
-Ya veo…
Twilight pensó su siguiente movimiento concienzudamente. En ese momento se encontraba en una situación un tanto crítica. Pero quizás podría darle la vuelta...
-Peón del rey, avanza una casilla.
-Alfil, avanza tres casillas hacia la izquierda-respondió Percy con aire de suficiencia, moviendo su alfil entre su caballo y torre, bifurcándolo entre los dos.
Tras eso, y teniendo que sacrificar su caballo, Twilight apenas tenía oportunidad. Realizó unas cuantas jugadas más, y luego se rindió cuando vio que ganar era prácticamente imposible.
-Bien jugado ¿Otra partida?-sugirió Percy.
-Mejor no, se está haciendo tarde, y no quiero acabar tan cansada en plena Fiesta del Hog…
Por un momento la unicornio guardó silencio de golpe, corrigiéndose de seguido.
-Perdona, me ha vuelto a pasar. Navidad, es Navidad…
-Ahora que lo comentas ¿qué es exactamente la Fiesta del Hogar? Estos paralelismos entre nuestros mundos me tienen fascinado…
-Sí, lo sé, te entiendo. Bueno, básicamente, la Fiesta del Hogar es un evento en el que se celebra el aniversario de la fundación de Ecuestria.
Antes de entrar en materia, pensó en una forma sencilla de explicarlo. Aunque tras su interpretación en la última fiesta, sus amigas habían exagerado las verdaderas personalidades de los diversos ponis que participaron en la fundación. Puddinghead era algo tonta, pero no en plan peyorativo, en los libros de historia era descrita como una poni excéntrica y nada más.
-Vale, te lo contaré en plan resumido. Originalmente, las tres tribus de ponis que conformarían Ecuestria se encontraban separadas. Vivían mucho más al norte de la actual localización de Ecuestria, y no se llevaban especialmente bien.
Twilight hizo una pausa, pensando en cómo resumir más de mil años de agravios entre pegasos, unicornios y ponis de tierra.
-Los ponis de tierra eran obligados a proporcionar comida tanto a los pegasos, que a cambio controlaban el clima, como a los unicornios, que a su vez se encargaban de mover el sol y la luna en usufructo. No se les trataban bien, y los pegasos y los unicornios tramaban los unos contra los otros también.
Hizo otra pausa para tomar un sorbo de agua y continuó.
-Todo ese odio y desconfianza dieron como resultado el ataque de unas criaturas llamadas windigos. Estos windigos eran los espíritus del viento y del hielo, que se alimentaban de la disidencia y la falta de armonía, provocando una terrible ventisca. Los ponis de tierra no podían cultivar nada, ni siquiera los pegasos podían controlarlo, y tampoco ayudaba el levantar el sol. Así que las tres tribus se trasladaron al sur, para encontrar un nuevo hogar.
Twilight notó que Percy fruncía el ceño mientras escuchaba e inquirió.
-¿Qué pasa?
-¿El qué? Ah, sí… me preguntaba acerca de esos windigos ¿producen frío alimentándose de los malos recuerdos?
-Sí, y si estás pensando en dementores, yo también me llegué a preguntar lo mismo cuando llegué por primera vez…
Twilight por un momento miró involuntariamente hacia la ventana, y se estremeció.
-Mismamente… perdón por interrumpirte, continúa.
-Está bien. Bueno, tras un largo viaje todos terminaron en el mismo lugar, lo que volvió a provocar disputas constantes, y aun a pesar de que la nieve comenzaba a espesarse cada vez más, siguieron gritándose entre sí.
Twilight pausó de nuevo por un momento, lanzando un hechizo de calor sobre sí misma. Se estaba muy bien en la sala común, pero esa historia siempre la hacía sentirse fría. Sobre todo después de lo que pasó con Discord.
-¿Y qué pasó después?
-Después, tres yeguas jóvenes, una unicornio, una pegaso y una poni de tierra, se hicieron amigas. Y eso, ya de por sí, fue suficiente para repeler a los monstruos lejos de allí y descongelar la totalidad del valle de Canterlot.
Percy la miró, sorprendido.
-La magia de la amistad… literalmente hablando. Y el resultado fue que los tres líderes de las tribus limaron sus diferencias y acordaron compartir el poder. Y así fue como se fundó Ecuestria.
-Ya veo… bonita historia.
-Llegué a leer el diario de Clover La Inteligente y el informe de Pansy. Ocurrió, todo ello.
El prefecto parecía no saber muy bien cómo tomar eso.
-Bueno, es descriptivo. Y es de alguna manera, es reconfortante saber que el tipo de errores que los pura-sangre como los Malfoy suelen hacer, no son algo exclusivo de los seres humanos...
-Y aun así, nunca tienen sentido-añadió ella, encogiéndose de hombros.
Esa mañana, el sol despuntó sobre el castillo de Hogwarts, revelando un paisaje de un blanco cegador. La tormenta de nieve había amainado durante la noche, y todo el valle se encontraba envuelto en más de un pie de nieve fresca.
Y por supuesto, todo el mundo en el castillo apenas prestó atención de ese detalle en concreto. Había cosas más importantes que tratar.
-¡Mira, Twi! ¡Tenemos regalos!-exclamó Spike entusiasmado, levantando un gran calcetín.
Twilight sonrió, feliz de ver a lo más parecido a un hermano igual de feliz.
-Estoy segura de que tienes más que yo.
-Quizás… aunque... ¿es correcto que espere haber conseguido más que tú?-inquirió él, con el ceño fruncido
-Claro, no me importa-rio ella, divertida.
-¡Genial, gracias!
Rebuscó entonces en el calcetín mientras Twilight salía de la cama.
-Pero… ¿cómo se supone que llega todo esto a su destino?
-Por los elfos domésticos, creo. Quería dar los regalos que hemos hecho hoy, pero no están donde los dejé.
Spike levantó un objeto apaisado envuelto en papel de colores, con una serie de dragones voladores dibujados en él.
-Oh, me gustaría quedarme con el papel…
-Tan solo ábrelo con cuidado tirando de las solapas pegadas-le aconsejó Twilight, recogiendo su propio calcetín-¿salimos a la sala común?
-Sí, buena idea.
Como era de esperar, no fueron los primeros. Varios Weasley estaban ya sentados en butacas, vistiendo unos jerséis de color rojo pálido, junto con Harry, y se estaban enseñando sus respectivos regalos.
Percy obtuvo un pack de materiales de escritura, incluyendo una pluma que podía escribir en seis colores diferentes. Estuvo bastante reacio a contar quien se lo había regalado exactamente.
Fred y George se mostraron entusiasmados por los bastones que Twilight y Spike hicieron, argumentando que eran una buena idea que haría mucho más fácil el salir a hurtadillas por la noche, cosa que a Percy no le hizo ninguna gracia, y que les encantaría saber cómo hacer más.
A Ron le regalaron un libro sobre Quidditch, Spike le pidió que se lo dejara en cuanto acabara con él. El pelirrojo se quedó un tanto extrañado ante su petición, pero tampoco que le dijo que no.
Spike, por su parte, también obtuvo un libro. Era una edición antigua que hablaba acerca de los fénix, Twilight sospechaba de quien podría ser el regalo, aunque tan solo esbozó una genuina sonrisa. También recibió un montón de dulces, incluyendo una caja de Neville que era para compartir con Twilight.
Harry había recibido algo plateado y similar a una tela, su apariencia era tan normal que ni siquiera el fino sentido mágico de Twilight reaccionó ante esta. Pero en cuanto el chico se la puso sobre sus hombros y estos se desvanecieron, su mandíbula se desencajó de la sorpresa.
Era una especie de capa de invisibilidad, pero Twilight no podía sentir ningún tipo de magia proveniente de ella. Su sentido mágico tampoco detectaba nada. Y cuando el chico cruzó la habitación para probarla, ni siquiera se podían oír sus pisadas.
De alguna manera, esa capa lo ocultaba de la vista hasta el punto de que parecía no estar ahí.
En cuanto a Twilight, lo que más la animó fue una carta del profesor Kettleburn que decía.
Twilight.
Flitwick y yo hemos terminado. Hemos encantado una escoba mediante un encantamiento amortiguador que mide y distribuye tu peso de forma equilibrada, modificando todos los demás encantamientos aplicados en ella para garantizar tu seguridad.
Aunque me temo que tendrás que esperar hasta que Rolanda regrese para incorporarte a las clases, pero si tienes tiempo, para el día 27 podemos asegurar esos encantamientos juntos.
Silvanus Kettleburn.-¿Qué es eso, Twi? ¡Oh, genial! ¡Oye, tal vez pueda enseñarte a volar!-sugirió Spike, mirando por encima del papel.
-Eso sería estupendo, gracias por la oferta, estoy segura de que me ayudarás mucho.
Aparte de la carta, Twilight consiguió sobre todo libros. Había uno casi tan antiguo como el que Spike tenía, que hablaba sobre los fundamentos de la elaboración de varitas, y otro mucho más reciente sobre los últimos avances en Aritmancia, además de otro acerca de la mitología griega y cuáles de los mitos habían sucedido en la realidad. Con todo eso, tenía material de lectura para un mes, o dos, o incluso tal vez tres.
-¡Qué buen botín!-comentó Fred, mientras el último papel de envolver se posaba en el suelo.
-Ahora, guardémoslo todo cautelosamente-continuó George.
-O al menos lo más parecido, ya que casi siempre las tenemos con nosotros.
-Y vayamos a desayunar-terminaron los dos juntos.
-Tenemos tiempo, probablemente seamos los primeros en llegar al comedor.
Cuando se levantó para irse, Twilight notó que Fred estaba revisando un pergamino, probablemente una lista de a quién enviar notas de agradecimiento, recordándoselo a ella también. Después de todo, para eso estaban las etiquetas de regalo.
-Ve yendo tú, ya lo recojo todo yo-indicó Fred, frunciendo el ceño mientras miraba el pergamino.
-Vale, nos vemos abajo. Te guardo un poco de queso.
-¡Y mermelada!-añadió el gemelo, antes de subir las escaleras.
Había un montón de comida servida en las mesas para desayunar, aun a pesar de la poca gente que había en el castillo; salchichas, frijoles, tostadas, croquetas de patata, tomate, y todo tipo de alimentos fritos, junto con ensalada para Twilight y un pequeño diamante para Spike.
George, sin embargo, no parecía estar muy enfocado en la comida. Cuando Fred finalmente apareció unos diez minutos después, se relajó notablemente y entre los dos trataron de decidir qué viandas comerse primero.
-Esto... ¿puedo preguntarte quién te regaló esa capa? Nunca había visto nada igual-preguntó Twilight a Harry, una vez que su curiosidad pudo con ella.
-Ah, pues... no lo sé, la verdad. No tenía etiqueta. Pero había una nota que decía que era de mi padre.
-Oh, ya veo. Bueno, cuídala bien. Me encantaría estudiarla, pero es tuya, por lo que si me lo permites...
-Bueno, supongo que sí… me lo pensaré.
-Te lo agradecería mucho…-murmuró Twilight, sonriendo, pero enseguida se dirigió hacia su asistente.
-¡Espera, Spike!
El aludido la miró por un momento, antes de poner una tercera ración de huevos en su plato.
-¿Qué?
-Querrás cenar también esta noche ¿no?
Spike parpadeó, asintió y puso los huevos de vuelta.
-Lo siento.
-Te lo digo porque sería un problema del Spike del futuro si no pudiera cenar-comentó Twilight, riéndose entre dientes.
El dragón se rio con ella, de forma confidente.
-¿Era un chiste? No lo pillo…-inquirió Ron, extrañado.
-Sí, bueno, es un viejo chiste que solo nosotros entendemos.
El resto del día transcurrió tranquilamente como cualquier otro día de fiesta, acompañados de un montón de nuevos regalos para probar.
Twilight pasó unas cuantas horas de lectura con su libro sobre la mitología griega, llegando a descubrir que muchas de las criaturas de Ecuestria también tenían presencia en ese nuevo mundo mágico. También tuvo que ayudar a Spike a leer el libro acerca de los fénix, ya que era una edición tan antigua que estaba escrita enteramente a mano, por lo que optó por hacer una transcripción más legible cuando tuviera tiempo.
Peewee parecía tan interesado como Spike en el contenido del libro.
Pero el claro ganador, en cuanto a regalos se refería, fue la capa de Harry. Twilight no llegó a sacar en claro cómo funcionaba exactamente, o cuáles eran sus límites; incluso cuando tuvo unos cuantos minutos para examinarla, no pudo ni detectar sus patas cuando eran cubiertas por la capa, sabía que estaban allí porque podía sentirlas, pero nada más. Y sin embargo, cualquier cosa que era cubierta por la capa aparecía y desaparecía sin ninguna dificultad.
Claramente era un artefacto mágico. Tan mágico como los Elementos de la Armonía.
Para esa noche, Twilight había terminado de escribir todas sus notas de agradecimiento, y sólo quedaba añadir a Spike antes de entregarlas a sus destinatarios más cercanos, o bien dárselas a Owlowiscious para que las enviara a los más lejanos, como Neville o Hagrid.
El aludido se quejó un poco, pero la unicornio insistió recordándole gentilmente que se tenía que hacer, y que era mejor hacerlo cuanto antes, para que así no se les olvidara. Finalmente el dragón cedió, y la tarea fue terminada antes de que se acabara el día de Navidad.
Tumbada en la cama, y todavía despierta, Twilight no podía dejar de pensar en Ecuestria una vez más. Desde que llegaron, habían estado ausentes durante varios meses, y aunque sabía que la espera no iba a ser tan larga en el plano ecuestre, echaba de menos a sus amigas. Y a su familia.
La unicornio lavanda se revolvió un poco, mirando por encima a Spike, el cual ya se había dormido, y esbozó una reconfortante sonrisa. Al menos alguien de su familia estaba con ella.
Al día siguiente, Harry se mostró especialmente entusiasmado acerca de algo en concreto.
-Salí anoche con mi capa de invisibilidad, para probarla, y me encontré con un espejo que...
Por un momento hizo una pausa, y luego continuó en voz más baja.
-… me mostró a mis padres.
-¿En serio? ¿Un espejo? ¿No sería un cuadro?-inquirió Ron.
-No, era un espejo. Me pasé las horas muertas mirándolo…-bostezó Harry, con algo de sueño.
Tras eso, se volvió a Twilight y la preguntó.
-¿Has oído hablar de algo así alguna vez?
-¿Un espejo mágico? No en Ecuestria. Sé que hay espejos mágicos aquí que suelen modificar la apariencia, pero mostrar a otras personas... ¿Por qué no vamos a echar un vistazo?-sugirió ella entonces.
Harry la miró con recelo.
-Dudo mucho que cupierais bajo la capa…
-Puedo ir a lomos de Twilight, si eso ayuda-comentó Spike.
-No, quiero decir que podemos ir ahora. Es de día, por lo que podremos pasarnos. Y tampoco parece un lugar restringido ¿no?
-No, sólo es una vieja clase vacía… está bien, seguidme.
Los dos ecuestrianos y Ron siguieron a Harry a través del retrato; lo había hablado sólo con ellos, puesto que no conocía a muchas otras personas aparte de ellos, y Fred y George no estaban allí en ese momento.
Y mencionar su paseo de medianoche a Percy no hubiera sido precisamente una buena idea. Después de todo, era un prefecto.
No estaba muy lejos, apenas a unos cinco o diez minutos andando, antes de llegar a la puerta de la antigua aula en la que Harry había estado la noche anterior.
-Aquí. Está en el medio de la habitación, hay una lona cubriéndolo-indicó él, abriendo la puerta.
-Déjamela a mí-murmuró Twilight usando su telequinesis para apartar la lona que cubría el espejo.
Y entonces, vio Ecuestria.
Sus cinco amigas estaban ahí, sonriéndola, y Celestia y Luna se encontraban detrás de ellas. Su familia estaba allí, así como Shining y Cadence, la verdadera, y no la falsa que descubrió poco antes de venir aquí.
Más atrás, también sonriendo, estaban Trixie, Gilda y las Cutie Mark Crusaders junto con Diamond Tiara y Silver Spoon, todos ellos se veían felices juntos, y más allá se veían a otros ponis y ecuestrianos que ella conocía... todos ellos radiantes y felices.
-Uuah... me veo impresionante-masculló Spike.
Twilight parpadeó y buscó a Spike en el reflejo. Allí estaba él... aunque se veía un poco más alto que de costumbre, y Peewee se encontraba del todo crecido, apoyado en su brazo.
-Esto... Spike ¿Qué ves exactamente?
-¡Soy cinco veces más grande! Y... Rarity…-dijo Spike, sonriendo.
Twilight cerró los ojos, apartando la vista del espejo y reprimiendo las lágrimas, sacudiendo la cabeza.
-Chicos, dudo mucho que este espejo sea algo bueno.
-¿Y eso por qué? ¡Mírame! ¡Soy Premio Anual y capitán de Quidditch!-exclamó Ron, encantado.
La unicornio lavanda trató de convencer a los demás.
-Cada uno está viendo algo diferente, algo que queremos ver, algo que deseamos más que nada en el mundo.
-¿Qué es lo que ves tú, entonces?-preguntó Harry.
-Mi hogar. Puedo ver mi hogar, y a mis amigas-respondió ella, con un tono de emoción en su voz.
Sin embargo, acto seguido negó con la cabeza y volvió a insistir.
-Pero ese no es el quid de la cuestión. El problema es que Harry se pasó horas mirando este espejo anoche. Creo que podría ser una especie de... trampa.
Twilight abrió los ojos de nuevo, sin fijarse en el reflejo, y se dio cuenta de que había unas palabras grabadas en la parte superior del espejo.
-Oesed lenoz aro cut edon isara cut se onotse.
-¿Perdón?-preguntó Spike.
-Es una inscripción, mira. Hmmm... Oesed... ¡ah, pues claro!
Esto no es tu cara, sino de tu corazón, el deseo.
-¿Qué? ¿Dónde está eso?-inquirió Ron, entrecerrando los ojos.
-Está escrito al revés. Oesed, deseo ¿lo ves?
-Bueno... ¿y ahora qué?-quiso saber Harry.
Twilight dibujó una mueca, no muy convencida de ese espejo.
-No creo que sea seguro quedarse mirándolo todo el rato. Lo siento, es que... podía imaginarme a mí misma mirándolo durante horas, días, incluso semanas, y no creo que eso sea saludable.
Fue entonces cuando recordó un buen ejemplo de su libro de mitología.
-Es posible que este espejo sea el origen de la historia de Narciso.
Al ver la confusión en sus caras, se apresuró a explicarse.
-En esta historia, Narciso era una ninfa de la antigua Grecia, y fue condenado a enamorarse de su propio reflejo. Se quedó mirando fijamente en un estanque de agua clara su propio reflejo, sin ni siquiera moverse y, con el tiempo, cuando se dio cuenta de que nunca podría tener su reflejo, y sólo mirarlo... se suicidó.
Twilight se estremeció por un momento y luego añadió.
-No me sorprendería nada si la historia se hubiera originado con este espejo, como bien digo.
-Sí, ya lo pillo, aunque...-tragó Ron, nerviosamente.
-¿Qué era lo que veías tú, Ron?
-Era Premio Anual y capitán de Quidditch.
-Bueno, bien mirado… no es realmente un mal deseo. Podrías llegar a conseguirlo.
-¿Tú crees?-preguntó Ron, con los ojos muy abiertos.
-Claro. Pero necesitarías realizar un gran esfuerzo para alcanzarlos. Tendrías que destacar durante todo el curso para ser Premio Anual, porque supone un montón de trabajo, y sobre todo para ser capitán de Quidditch, ya que para eso necesitarías un montón de tiempo y práctica. Y, por supuesto, necesitarías cumplir y hacer valer las reglas para asegurar que los demás no las rompan.
Tras oír todo eso, el chico se había quedado un tanto pálido; Twilight sonrió, reprimiendo una risita.
-Si sólo te enfocas en uno no es tanto trabajo, aun a pesar de que lo sigue siendo. Lo que quiero decirte es, que si trabajas y te esfuerzas, lograrás que tu sueño se cumpla. Casi tanto como el mío.
-¿Y yo?-saltó Spike.
-Bueno… lo cierto es que el tuyo tampoco es imposible.
-¿En serio?
-Claro. Recuerda lo que dije, ahora mismo en Ecuestria el tiempo no pasa de la misma manera. Eso significa que, si dentro de cuatro años conseguimos volver, serás cuatro años más mayor cuando regresemos.
Spike asintió, todavía sin verlo del todo, por lo que Twilight le ayudó un poco.
-Eso significa que te acercarás cuatro años más a la edad de Rarity.
La unicornio lavanda se rio entre dientes al ver cómo sus ojos se abrían como platos.
-Eso no quiere decir que vaya a enamorarse de ti, aunque tus probabilidades de oportunidad aumentan ligeramente.
-Genial…
-En cuanto a ti, Harry... no lo sé. Realmente no lo sé. Pero... aun así es posible que pudieras conseguir una familia. O sea, una buena familia. Todo depende de lo que entiendas por familia.
Harry se encogió de hombros, hablando de seguido.
-Sé que mis padres están muertos, he estado diez años acostumbrándome a eso. Es solo que... ni siquiera tengo fotos suyas.
Por un momento, Twilight comprendió sus anhelos y empatizó con él, regalándole un gesto de cariño. Harry prosiguió.
-Pero... cualquier cosa es mejor que los Dursley, por lo menos estoy en Hogwarts ahora.
-Sí… ¿Y si pudieras quedarte en casa de Neville durante el verano? Por preguntarle no pierdes nada.
-Sí, podría preguntarle…
Harry suspiró, haciendo un ademán de ir a mirar el espejo, pero se detuvo y se volvió hacia la puerta.
-Vámonos ya.
Twilight se tomó su tiempo para volver a cubrir el espejo, luego los siguió, cerrando la puerta firmemente tras ella.