Capítulo 19
Y que cumplas muchos más
Y que cumplas muchos más
Después de todo ese tiempo gobernando en Ecuestria, ni siquiera el poni de más edad en todo el reino sabía cuántos años tenía exactamente Celestia; cuando los ponis más pequeños les preguntaban a sus abuelos este dato en concreto, la respuesta más usada era: Más de mil, seguro.
Hubo un tiempo en el que el cumpleaños de la princesa era celebrado en todo el reino, y era una festividad más de las tantas que se realizaban; era una tradición que venía de mucho más atrás, de cuando la antigua reina de Ecuestria reinaba en los días más antiguos y primigenios del mismo. Cuando Celestia y Luna pasaron a reinar, relevando a su madre, decidieron mantener el detalle del cumpleaños, tanto para ella como para su hermana pequeña. Pero, con el tiempo, la festividad fue cayendo en el olvido hasta que, por si sola, acabó desapareciendo de la cultura popular; para entonces, Celestia ya había rechazado el hacer otras fiestas, decidiendo quedarse como una pequeña celebración familiar dentro de un ambiente privado y no tan distinguido. Después de todo, a Celestia nunca le había gustado recibir regalos de ponis que apenas conocía.
Debido a esto, ningún poni en toda Ecuestria se acordaba de la edad exacta de su soberana, incluso esta misma se le solía olvidar en ocasiones. Luna siempre aprovechaba ese detalle para chincharla y decirla que ya chocheaba, pero Celestia la respondía con una adusta indiferencia, y de vez en cuando la contestaba diciendo que era el tiempo al que se le olvidaba cuantos años tenía ella.
Cumplir años no era gran cosa para Celestia, hacía tiempo que se había mentalizado de que tendría muchos más en su haber; aunque esa vez había algo distinto. Después de todos esos años viviendo y reinando, echaba la vista atrás, repasando toda su vida, y los acontecimientos más recientes la hacían recordar que allí seguía. No por el hecho de seguir viviendo, sino por todas sus acciones, tanto pasadas como recientes. A lo largo de toda su vida había hecho muchas cosas, unas más importantes que otras, y de algunas se llegaba a arrepentir, sobre todo de las más recientes. Fue entonces cuando, por primera vez, tuvo miedo de cumplir años.
-¡Dos días, dos días, dos días!-canturreaba su hermana, alegremente y corriendo a su lado.
-¿Dos días? ¿Para qué?
-¡Pues para tu cumpleaños, tonta!
-Oh, sí, es verdad…-murmuró ella, con voz cansada.
-¿Otra vez te has vuelto a olvidar? ¿Ves cómo chocheas? Yo de ti me replantearía abdicar, Tia…-comentó Luna, con tonito remolón.
-Por última vez, Luna, no chocheo, simplemente tengo muchas cosas en la cabeza, eso es todo…
-Sí, claro, no es la primera vez que me cuelas esa excusa… de aquí a poco me veo cuidando de ti…-sugirió su hermana, riéndose por lo bajo.
-Muy graciosa… te recuerdo que tú también cumples poco después que yo, y tampoco te quedas tan corta…
-Sí, pero el mío no es hasta dentro de dos meses, y, al contrario que tú, yo me sigo acordando de cuándo y cuántos cumplo…-contestó Luna, con tonito chulesco.
-Mírala ella, qué enterada… a ver ¿cuántos serian?-inquirió Celestia, suspicaz.
-Ah, te los diré sólo si tú me dices cuántos cumples pasado mañana
-Sí, claro, vas lista…
-¡Ja, eso es porque no te acuerdas!-exclamó Luna, echándose a reír.
Celestia prefirió quedarse callada, tratando de ignorarla, pero Luna no estaba por la labor.
-¿Quieres que escriba a mamá y la pregunte? Seguro que ella se acuerda bien, y tiene muchos más que tú y yo juntas…
-Deja tranquila a mamá y no la molestes con tonterías…
-Pero tu cumpleaños no es ninguna tontería… ¿crees que podría venir este año por tu cumple a visitarnos?-inquirió Luna, con un tono emocionado en su voz.
Frente a eso, Celestia suspiró, algo afligida.
-No lo creo, sabes bien que mamá siempre está muy ocupada…
-Jo… hace mucho tiempo que no hemos vuelto a verla…
-Lo sé Luna, yo también la echo de menos…
Por un momento ninguna de las dos dijo nada, pensando en lo mismo; de las dos, la que más cariño siempre había profesado por su madre era Luna y con diferencia, aunque Celestia siempre había sido su ojito derecho. Por parte de su madre, las dos siempre habían recibido el mismo cariño y amor, sobre todo en los cumpleaños. Llevaban mucho tiempo sin verla, y de alguna forma sabían que la cosa seguiría siendo así, pero después de todo ese tiempo, comenzaban a notar de alguna forma su ausencia. Muchas veces, Celestia había llegado a necesitar su consejo e incluso su consuelo en los momentos más difíciles, pero ese vacío seguía estando allí.
-Pero bueno, he estado trabajando en tu regalo desde hace unas semanas, ya casi está terminado-comentó en ese momento Luna, para cambiar de tema.
-¿Ah, sí? ¿Y de qué se trata?
-Tonta, si te lo digo estropearía la sorpresa…
-Es verdad… a ver con qué me sorprendes esta vez…
-Oh, créeme, te gustará-aseguró Luna, guiñándola un ojo.
Al poco rato se presentó Helpful Maid con Frank, y Luna se fue con ella para ayudarla a cambiarlo; una vez sola, Celestia pudo quitarse la careta de alegría fingida y esbozó un triste semblante.
-Tantos años ya… parezca que no hayan pasado…
Antes de que pudiera darse cuenta, los dos días que la separaban de su cumpleaños se terminaron rápidamente y esa misma mañana supo, sin ningún atisbo de duda, que realmente cumplía años. Fue abrir los ojos y notar como ese año caía junto con todos los demás en una enorme cesta colgada de una polea, y esta polea cediera un poco más debido al peso. La sensación fue extraña y distante, pero al mismo tiempo familiar y cercana.
Celestia se desesperezó y se levantó de la cama, con los párpados caídos y legañas en los ojos; aún algo adormilada, se dirigió hacia el baño y se lavó la cara para terminar de espabilarse. La llevó unos buenos minutos cepillarse tanto la crin como la cola, luego se colocó tanto su corona como su collarín y engalanes reales, para luego salir por la puerta; afuera, varias ponis del servicio la estaban esperando.
-¡Buenos días, princesa! ¡Muchas felicidades!
-Gracias, gracias a todas… podéis pasar ya.
Las ponis entraron en la habitación para hacerla y Celestia se dirigió hacia las escaleras para bajar al comedor; por el camino, todo el mundo la felicitaba por su cumpleaños, agradeciéndoles a todos casi al mismo tiempo. Una vez en el comedor, vio a su hermana acompañada por su hijo; ésta, al verla, se dirigió directamente hacia ella y la dio un gran abrazo, al tiempo que decía.
-Felicidades, Tia.
-Gracias, Luna.
-Felicita a tu tía, Frank.
El aludido miró a la alicornio blanca con el ceño fruncido, para luego esbozar una adorable sonrisa y exclamar.
-¡Tía Cewestia!
Ésta se rio ante la dulzura de su sobrino y le agradeció de igual manera, frotando su hocico en su cabecita y dándole un beso en la frente. Tras las pertinentes felicitaciones, se sentaron a la mesa a desayunar. Luna la fue explicando mientras daba de comer a su hijo.
-Hablé justo ayer con Twilight y me dijo que vendrían a eso de las cinco de la tarde, poco después de comer; Pinkie se encargará de todo cuando llegue, hemos pensado en dejar los regalos para entonces.
-Me parece bien, ya sabes que los regalos no son algo prioritario para mí…
-La fiesta será por la tarde, mandamos las invitaciones hace varios días, pero si quieres, repasamos la lista una vez más-la sugirió Luna.
-Está bien, dime.
-Vendrán Twilight y sus amigas, Cadance, Shining Armor, Twilight Velvet, Night Light, Fancy Pants y Fleur…
Celestia no tenía intención de invitar a nadie más que no fuera de su familia, pero con Fancy y Fleur hizo una excepción, ya que desde que los conoció se habían convertido en unos muy buenos amigos suyo y unos ponis en los que confiar; además, de igual modo, Fleur y Luna también habían hecho muy buenas migas y congeniaban muy bien.
Aun a pesar de ser su cumpleaños, el día era como otro cualquiera y el trabajo siempre estaba ahí, por lo que después de desayunar se dirigió a su despacho para ponerse a trabajar; en parte lo agradecía, puesto que así se distraía un poco y olvidaba que cumplía años. Era en momentos como ese en los que agradecía tener algo que hacer, y el trabajo era una de esas tantas cosas que la mantenía ocupada.
Aunque antes no era así. De pequeña adoraba cumplir años, principalmente por todos los regalos y las cuidados que recibía, tanto de su madre como de todo el servicio. Por un día, y uno muy especial, ella era el centro de atención y todo el mundo la atendía en todo momento. Celestia se acordaba muy bien de todos estos cumpleaños, y casi siempre se iba a la cama del todo agotadita y feliz.
Cuando nació Luna, esos cumpleaños se volvían aún más especiales, puesto que tenía a alguien con quien compartirlos y jugar con los juguetes nuevos que siempre recibía; y, de igual manera, ella hacia lo mismo en los cumpleaños de su hermana pequeña, devolviéndola así el favor.
Rara vez Celestia se paraba a recordar su infancia, pero cada vez que lo hacía, una radiante sonrisa aparecía en su cara y los agradables recuerdos la hacían olvidar todo lo demás. Realmente cumplir años no era gran cosa para ella, ya estaba acostumbrada, y sabía bien que aún tendría muchos más en su haber.
Pero esta vez había algo diferente en ese día tan especial; se acordaba perfectamente de cuantos años cumplía, pero esta vez, la cifra llegaba incluso a marearla, pensando en todo lo que había hecho en su vida, y en lo que no había hecho también. Era como si los detalles la eludieran y no quisieran recalcarla lo evidente. Experiencia tenía, y aunque sabiduría no la faltaba, sentía que aún tenía mucho que aprender, especialmente de Twilight y sus amigas.
Twilight… hasta ella misma sabía que no había sido del todo imparcial o justa con ella. Y era en ese mismo día cuando más se acordaba de ello. Para Celestia era como la hija que nunca tuvo, la quería como nunca antes había querido a nadie de esa forma; muchas veces había llegado a tener muy buenas relaciones con otros estudiantes mucho antes que ella, pero con Twilight era distinto. La ahora alicornio siempre había confiado en ella, Celestia también, y aun a pesar de todo, sabía y con creces que ni siquiera ahora la había devuelto todo ese cariño y amor.
Y ahora, hasta lo más pequeño e insignificante, la hacía dudar más que nunca.
El resto de la mañana pasó rápidamente y llamaron a la puerta para indicarla que la comida ya estaba lista; Celestia se dirigió hacia allí y comió en compañía de Luna y su sobrino.
Después de comer, y al poco rato de estar esperando, los invitados fueron llegando poco a poco; los primeros en llegar fueron Twilight y sus amigas, Pinkie entró en el palacio botando y brincando y con una emoción que no la cabía ni en la cara.
-¡Oh, qué bien, es genial, estupendo y fantasbuloso, voy a organizar el cumpleaños de la princesa! ¡Es todo un honor, princesa!-exclamó la poni rosada, dirigiéndose a ella.
-Oh, el placer es mío, Pinkie…
-¡Genial! ¡Ah, y felicidades!-añadió ella, guiñándola un ojo.
-Gracias…
El resto de ponis la fueron felicitando una a una hasta que llegó el turno de Twilight, la cual era la que más emocionada estaba.
-Felicidades Celestia…
-Muchas gracias, Twilight…
-Ahora lo montamos todo, dale unos pocos minutos a Pinkie y lo tendrá listo enseguida.
-No lo dudo, eso desde luego…
Antes de que pudieran darse cuenta siquiera, Pinkie sacó su cañón de fiestas y lo usó para decorar todas las mesas que habían sacado al exterior para usarlas en la fiesta; varios cañonazos bastaron para tenerlo todo a punto, con sus manteles, sus globos, su serpentina y cualquier otra cosa imaginable. A esas alturas, Celestia ya no cuestionaba ninguna de las acciones de Pinkie, sobre todo por consejo personal de Twilight, y para no acabar con un serio dolor de cabeza también.
De las viandas se encargó Applejack, la cual también había hecho una tarta para la ocasión, además de ser su regalo personal para la princesa; ésta era bastante grande, con varios niveles de chocolate, nata y galleta, y con la forma del sol de la marca de belleza de la princesa. Celestia se quedó impresionada, ya que la chiflaban las tartas, y esa en concreto era la que más apetito la abría.
-Uuah, impresionante Applejack, me encanta, en todos los sentidos…-murmuró la princesa, haciéndola la boca agua.
-De nada princesa, la hice con ayuda de mi abuela y pensando en usted en todo momento, por lo que este es el resultado final.
-Pues dale las gracias a tu abuela de mi parte también…
Poco después de que todo estuviera listo, Shining y Cadance fueron los siguientes en llegar; la alicornio rosada corrió hasta su tía y la dio un gran abrazo, al tiempo que la decía.
-¡Muchas felicidades, tía!
-Gracias Cadance…
-Alteza, muchas felicidades…
-Gracias Shining… y no hace falta que seas tan formal ahora, no estás de servicio.
Twilight aprovechó para saludar también a su hermano y su cuñada, a los que apenas había visto desde la última vez en el imperio; los siguientes en llegar fueron Twilight Velvet y Night Light, los cuales felicitaron a la princesa y saludaron a sus hijos también. Los últimos en llegar fueron Fancy Pants y Fleur, los cuales trajeron consigo a su hija, Sweet Cream; al verla, Frank se puso como loco de contento y tanto Luna como Fleur les dejaron juntos un ratito.
Una vez que estuvieron todos, los regalos fueron los siguientes en aparecer; la primera en darla el suyo fue su hermana, la cual sostenía un paquetito envuelto en un papel de regalo azul.
-A ver que es…-murmuró Celestia, desenvolviéndolo.
Luna no dijo nada, tan solo observó a su hermana abrir el regalo con una media sonrisa dibujada en su cara. En cuanto retiró el papel y vio lo que se trataba, una mirada sorprendida se dibujó en la cara de Celestia.
-Ah, pero si es… nuestro viejo diario…
Éste se encontraba restaurado por completo, ya que cuando lo encontró Twilight se encontraba bastante deteriorado debido al paso del tiempo; las cubiertas habían sido cambiadas por unas nuevas, el lomo también, y la unión de los libretos se había vuelto a pegar con goma nueva. Se había añadido una serie de solapas a ambos lados y una cinta de seda que servía para separar las páginas, las cuales habían sido limpiadas y tratadas para que fueran legibles de nuevo.
-Pensé que te gustaría que recordáramos viejos tiempos juntas… por lo que le pedí a Twilight que lo restaurara-reveló Luna.
-Oh, muchas gracias, Luna…-agradeció ella, dándola un gran abrazo.
-Ese es mi medio regalo, por así decirlo, pero también tengo el mío-comentó Twilight en ese momento, pasándola el susodicho.
Un paquete de tamaño medio se encontraba envuelto en un papel de regalo color morado; Celestia lo abrió y se encontró con un álbum de fotos lleno de momentos entre ellas dos, desde que era pequeña hasta los más actuales.
-Si alguna vez me preguntaran qué es lo que más atesoro de ti, son todos esos momentos que pasamos juntas, tanto en clase como fuera de ella. Supongo que ya lo sabrá, pero la quiero mucho, prin… digo, Celestia…-murmuró Twilight, un tanto emocionada.
La aludida no dijo nada por un momento, tan solo pasó las páginas mientras miraba las fotos; en cuanto levantó la vista reveló una emocionada mirada y unos ojos llenos de lágrimas. Sin decir nada, abrazó a la alicornio lavanda con todas sus fuerzas y susurró.
-Gracias, Twilight… yo también te quiero.
Todos los demás sonrieron ampliamente, enternecidos por la escena. La alicornio blanca trató de esconder una triste mirada, consiguiéndolo a marchas forzadas y sin que nadie más lo notara.
Los siguientes regalos fueron pasando uno tras otro, casi sin parar; Rarity la regaló un exquisito vestido diseñado por ella para que lo llevara en eventos importantes como la Gran Gala Galopante o la cena de la Fiesta del Hogar. Fluttershy la regaló una gran corona floral echa a casco, con todo tipo de flores en ella, desde margaritas hasta rosas, claveles y lirios. Celestia se la puso en lugar de la suya y la sentó de maravilla. Pinkie la obsequió con una estatuilla de piedra de tamaño reducido a su imagen y semejanza, aunque a una imagen y semejanza un tanto abstracta.
-¡La he tallado yo misma siguiendo los consejos y patrones que mi padre me llegó a enseñar estando en la granja de rocas! ¿¡La gusta, la gusta?!
-Oh, sí, mucho, nunca antes me habían esculpido así una estatua…
Aunque el regalo de Rainbow Dash fue el más original y vistoso de todos; en cuanto la llegó su turno, se puso unas gafas de aviación y alzó el vuelo a gran velocidad. Cogió carrerilla desde el otro lado de la ciudadela y, en cuanto sobrevoló el jardín del palacio, ejecutó un Sonic Rainboom; pero la cosa no quedó ahí, puesto que luego, dejando tras de sí su característica estela multicolor, escribió en el aire un gran Felicidades, para luego aterrizar frente a una atónita Celestia.
-De su leal súbdita, Rainbow Dash-remató ella, con una pose chula.
Todo el mundo aplaudió a la pegaso cian, incluyendo la propia Celestia, la cual la agradeció por su gran regalo.
-Muchísimas gracias, Rainbow Dash, ha sido impresionante…
-Para una princesa como usted, tan sólo lo mejor de lo mejor-añadió ella, guiñándola un ojo.
El resto de regalos fueron más austeros comparados con el de Rainbow, pero todos ellos igual de remarcables; Shining y Cadance la regalaron una réplica del corazón de cristal, el cual si se le imbuía con magia, mostraba escenas de Celestia y Cadance cuando ésta era más pequeña. Era como un álbum de fotos pero mágico.
Twilight Velvet y Night Light la regalaron un libro muy antiguo con una encuadernación exclusiva y personalizada, con los colores y la marca de belleza de Celestia; fue sencillo para ellos puesto que se dedicaban a eso en su taller de encuadernación situado cerca del centro de la ciudadela.
Finalmente, Fancy Pants y Fleur Dis Lee la regalaron un collar de tres diamantes, cada uno del color de su pelaje, simbolizando su nueva amistad.
Una vez que terminaron de entregar los regalos decidieron atacar la tarta, ya que Celestia lo estaba deseando; Applejack la dio un cuchillo para que hiciera los honores y empezara a partirla. Por un momento Celestia se quedó parada y sin hacer nada, admirando la obra de repostería con la mirada casi perdida, Luna la llamó la atención.
-Hey, Tia, es para todos ¿sabes?
Ante eso, los demás se rieron con ganas, despertando a Celestia.
-Ya lo sé, lista… a eso iba.
-Pues ya estás tardando…
Sin esperar más, Celestia dirigió el cuchillo hacia la tarta para empezar a cortar; en cuanto el filo se posó en ella, algo hizo implosión por encima y una nube de nata y chocolate se extendió hacia todas las direcciones, al tiempo que una voz familiar decía.
-¡Sorpresa!
Celestia miró hacia el frente y vio a un draconequus no deseado saliendo de la tarta, la cual quedó medio destrozada; al ver esto, la cara de Applejack se encendió y esbozó una mirada asesina con la que taladró al sorpresivo visitante.
-¡Discord!-chilló todo el mundo, atónito.
-¡El que viste y calza! ¡Felicidades querida! Madre mía ¿cuántos llevas ya? Ya me llegarás a la zaga y todo…
-Discord… ¿qué haces aquí?-masculló Celestia, requiriendo de todo su autocontrol para no estallar.
-¡Pues felicitándote por tu cumpleaños, por supuesto! Me he acordado justo hoy, al mirar el calendario, y me he extrañado al ver que mi invitación se había extraviado…
-¡Pero porque nadie te había invitado, eso para empezar! ¡Y encima vas y destrozas la tarta, lárgate Discord, ahora!-gritó en ese momento Luna, roja de rabia.
-Oh ¿y eso por qué? Yo pensaba que, ahora que éramos todos amigos, me invitaríais a este tipo de cosas… ¿significa eso que nuestra supuesta amistad no significa nada para vosotros?-inquirió el draconequus, poniendo ojitos de cordero degollado.
-¡No nos vengas con esas! ¡No estás invitado y se acabó, arregla todo este estropicio y lárgate por donde has venido!
-Oh, es una pena, y yo que creía que todo esto de la amistad me podría venir para bien… está claro que ni siquiera vosotros confiáis en mí aun a pesar de todo… ¿así me agradeces toda mi ayuda, Celestia? ¿Ignorándome e insultándome? ¿Eso es lo que los amigos hacen?-inquirió Discord con sorna, mirando mal a la susodicha.
-¡Yo no he hecho tal cosa!-exclamó la alicornio blanca, algo atacada.
-¡Ya basta! ¡Me da igual que te quejes, este es un día especial para mi hermana y se lo has estropeado! ¡Lárgate, no quiero verte!
Discord quiso decir algo, pero en ese momento Fluttershy decidió intervenir.
-Oh, vamos princesa, no se ponga así, seguro que no lo hizo con mala intención…
Ante eso, el draconequus sonrió y exclamó.
-¡Oh, por fin alguien que me da el beneficio de la duda! No esperaba menos de ti, mi querida Fluttershy…
-Sabes que estoy dispuesta a confiar en ti y ser tu amiga, pero esas no son maneras de aparecer en un cumpleaños, Discord. Si arreglas todo este estropicio, te dejaremos probar la tarta-dijo la pegaso, con voz y mirada autoritaria.
La forma en que lo dijo y la mirada que le echó amedrentó al draconequus, el cual se encogió como una larva y suspiró.
-Bueno, supongo que tienes razón…
Al punto chascó sus garras y la tarta volvió a estar entera, incluso llegó a limpiar las alas de Celestia, las cuales se habían quedado sucias al cubrirse de la explosión de nata y chocolate. Debido a esto, Luna se vio en la obligación de dejar que se quedara, aunque muy a regañadientes.
Una vez pasado el susto, Celestia lo volvió a intentar y esta vez no ocurrió nada, pudiendo cortar la tarta tranquilamente; todo el mundo obtuvo un trozo y la probaron, coincidiendo en lo mismo en cuanto a textura y sabor. Applejack recibió mil y un halagos, tanto para ella como para su abuela. Celestia fue la más agradecida de todas, llegando a agradecérselo como unas veinte veces.
Al poco rato, mientras que el ambiente se distendía un poco con música de fondo, Discord se acercó a la princesa y se disculpó.
-Lo siento querida, no era mi intención asustaros, tan solo quería darte una sorpresa…
-Hay mejores formas de dar sorpresas, Discord… pero bueno, lo has arreglado, así que te lo perdono.
-Gracias… pero bueno, creo que ha llegado el momento de darte mi regalo-anunció entonces él para su sorpresa.
-¿Tu regalo? ¿Me has hecho un regalo?-inquirió Celestia, sorprendida.
-Por supuesto, no sería plan si me presentara aquí con las manos vacías ¿no?
Ante eso, recibió una mirada de reproche de parte de la mayoría de los presentes, sobre todo de Twilight y Luna.
Aun así Discord las ignoró y, en ese justo momento, el draconequus chascó sus garras una vez más. Al punto, un punto de luz esférico muy brillante y del tamaño de una piña apareció entre sus garras y se lo tendió a Celestia.
-Ten, toda tuya, espero que te guste.
Celestia alzó un casco y notó entonces que desprendía mucho calor, quedándose anonadada.
-Esto… gracias, pero ¿qué es?
-Querida, pensaba que ya lo sabías…-murmuró Discord, como quien no quiere la cosa.
-Pues en realidad no… ¿qué es?-repitió Celestia, mirándole con cara de circunstancia.
-Pues una estrella… un sol, vamos…
-¿Un sol? Pero eso no tiene…
-¿Sentido? Oh, vamos, sabes muy bien lo que yo pienso acerca del sentido… y también sabes muy bien por qué te lo regalo…
-No, no lo sé…-masculló Celestia, cada vez más descolocada.
-Oh, vamos Celestia, no me hagas tener que repetirme, no me gusta…
Al ver que no iban a ninguna parte así, la alicornio blanca optó por agradecérselo una vez más y dejó el mini sol junto con los demás regalos, quedándose flotando en el aire sobre sí mismo y brillando con gran intensidad.
Tras eso, la fiesta siguió su curso durante el resto de la tarde; trajeron a Frank y Sweet Cream del palacio, donde les habían estado cuidando un poco, y estuvieron con sus respectivos padres, aunque sin separarse mucho tiempo. Una vez más, Rarity lo interpretó a su manera, cada vez más convencida.
-Bueno, mírales querido, no se separan en ningún momento, estos dos van a estar muy unidos en cuanto crezcan…
-Bueno, déjales que estén juntos, mejor así que peleados ¿no?-inquirió Fancy Pants.
-Oh, por supuesto, pero yo lo digo por el hecho en sí…
-Eres un poco casamentera, Rarity…-observó Fleur, divertida.
Aunque Frank, al ver a Discord, se acordó de él y se acercó hasta el susodicho gateando un poco; el draconequus, al verle, exclamó.
-¡Oh, pero mira quien tenemos aquí! ¡Hola Frank, ven con el tío Discord!
El pequeñín alzó la vista y le miró, lleno de curiosidad; observó entonces que, en ese momento, Discord se encontraba apoyado sobre sus patas traseras y quiso imitarle. Apoyó todo su peso sobre sus garras, para luego empezar a enderezarse poco a poco, equilibrándolo y echándolo sobre sus patas traseras; al principio sólo Discord fue testigo de esto, pero Luna, que siempre estaba atenta con su hijo, fue la siguiente en verlo. Por un momento quiso pararle, creyendo que se iba a caer, pero algo la dijo que le dejara hacer, y eso hizo, pero tampoco le perdió de vista. Mucho antes de lo esperado, Frank lo consiguió y se mantuvo en pie y erguido sobre sus patas traseras, mirando a Discord sonriente.
Para entonces, todo el mundo lo había visto y miraban a Frank con los ojos como platos; el draconequus le indicó por señas que se acercara a él y Frank comenzó a caminar hacia delante. Los primeros pasos fueron un tanto erráticos, justo después tropezó y se cayó hacia delante; sin embargo, Discord actuó deprisa y le cogió por las garras con firmeza, manteniéndole en pie. Frank respondió agarrándose con fuerza a él y sonriéndole de nuevo, lo que hizo que algo cálido se extendiera por el pecho del draconequus.
Acto seguido se dio la vuelta y se encontró de frente con su madre, a unos pocos metros de ella.
-¡Mamá, mamá!-exclamó Frank.
Luna reaccionó en ese momento y le dijo.
-¡Ven, cariño! ¡Ven con mamá!
El niño no se lo pensó ni dos veces y echó a caminar hacia ella, siendo guiado al principio por Discord, el cual lo mantenía estable cogiéndole de las garras; más o menos por la mitad, decidió soltarle para que fuera él sólo y Frank siguió caminando a paso ligero, manteniendo el equilibrio casi sin problemas y acercándose hasta su madre. Una vez a su lado, la abrazó por una pata y se agarró a ella, al tiempo que miraba hacia arriba y la sonreía.
-¡Mamá!-exclamó él, todo feliz.
Para entonces, Luna tan solo podía sonreír y sentir cierto orgullo por él y su gran logro; de alguna manera supo que debía hacerlo, y fue por eso por lo que no le paró. Y ahora, Frank mostraba un poco más de su verdadera naturaleza, tan distante para los ponis, pero tan cercana a la vez.
Tras ese momento tan especial, Frank se hizo enseguida a su nuevo andar y empezó a corretear de un lado para otro, sin ni siquiera parar; Luna le vigilaba a una distancia prudencial, al poco rato se acercó a Discord para hablar con él.
-Discord, quería darte las gracias por ayudar a mi hijo a andar sobre sus patas traseras… y perdona por haberte gritado antes, es sólo que a veces me sacas de quicio…
-Oh, querida Luna, no ha sido nada… y no te apures ¿Qué te dice que no seguiré haciéndolo?-inquirió él, guiñándola un ojo.
La alicornio oscura soltó un respingo, pero aun así sonrió tontamente y se lo pasó.
Finalmente, la fiesta acabó poco antes de la puesta de sol, y los invitados comenzaron a marcharse poco a poco; los primeros en irse fueron Shining y Cadance, ya que tenían que volver al imperio de Cristal. Después les siguieron Night Light y Twilight Velvet, los cuales se fueron acompañados de Fancy Pants y Fleur; costó un poco separar a Sweet de Frank, pero finalmente lo dejó ir y volvieron a casa. El siguiente en irse fue Discord, el cual se despidió de todos, Frank incluido, y desapareció tras su puerta, sin volverle a ver de nuevo. Finalmente, Twilight y sus amigas fueron las últimas en marcharse.
-Gracias a todas por tan magnífica fiesta, la verdad es que me lo he pasado muy bien…
-No ha sido nada, Celestia-murmuró Twilight.
-Un placer, princesa-dijo Rarity.
-¡Espero que para el año que viene repita, lo estaré esperando!-añadió Pinkie.
Una vez solas de nuevo, tanto Luna como Celestia dejaron escapar un lánguido suspiro, sintiéndose muy cansadas; no tenían hambre puesto que habían comido tarta, por lo que decidieron no cenar esa noche. Y Frank había caído agotado desde hace un buen rato, por lo que Luna fue a acostarlo.
Esa noche, antes de retirarse a dormir, ambas hermanas estuvieron hablando un poco.
-Ha sido una fiesta genial ¿verdad?
-Sí, la verdad es que sí, hacía mucho tiempo desde la última… ¿por qué dejamos de hacerlas realmente?-inquirió Celestia entonces.
-Porque a ti te dio la gana, punto-murmuró Luna, sin darle más vueltas.
-Sí, lo más seguro es que fuera eso…
Ante eso las dos se rieron torpemente, incluso Celestia llegó a reírse de lo tonta que llegó a ser aquella vez cuando se le ocurrió semejante idea. En un momento dado, Luna la comentó.
-Por cierto Tia ¿estás bien?
-¿Yo? Sí ¿por qué?
-¿Segura? Esta tarde llegué a verte un tanto triste por un momento, cuando recibiste el regalo de Twilight…
Celestia supo que era una tontería negarse o algo por el estilo, por lo que lo admitió.
-Supongo que de ti no me puedo esconder…
-No mucho…-negó su hermana, divertida.
-Ya… no es que estuviera triste, es simplemente que llegué a recordar todos esos momentos con ella y, por un momento, todo lo demás se me vino a la cabeza….
De alguna manera Luna supo a lo que se refería y miró al suelo con gesto comprensivo.
-Lo hecho, hecho está, Tia… sé que fue duro para ti, no lo pienses más, ya te perdoné en su día…
-Lo sé, es sólo que… siento que la debo mucho más aun a pesar de lo poco que la he devuelto…
Celestia quiso continuar, pero por un momento no dijo nada más; Luna no se lo tuvo en cuenta y se puso al lado de su hermana, tratando de reconfortarla frotando su cuello con el suyo. Celestia aceptó el gesto y se lo devolvió, sin decir nada más. Se quedaron en esa pose durante unos pocos minutos más hasta que, al final, el sueño las venció.
-Bueno, me voy a la cama ya. Descansa, Tia.
-Buenas noches, Luna.
Al poco rato Celestia la imitó y se fue a su habitación, cerrando tras suyo; todos los regalos se encontraban allí, se los habían subido hace poco, y lo que más destacaba era el sol en miniatura de Discord, el cual iluminaba mucho más que las velas de su lámpara de araña. Sin poder evitarlo siquiera, Celestia esbozó una sonrisa mientras lo contemplaba, mientras se quitaba tanto su corona como sus demás engalanes reales. Fue al baño, se acicaló un poco, y tras eso, se metió directamente en la cama. Vio el fuerte resplandor del mini sol y por un momento apenas pudo conciliar el sueño; pero, como si hubiera accedido a su petición, éste redujo su brillo hasta un cierto mínimo, en el cual adquirió un resplandor mucho más apagado, dando cierto toque al ambiente que incitaba al sueño. Celestia se acomodó entre las sábanas y cerró los ojos, sumiéndose en sus sueños; antes de caer totalmente dormida, oyó entonces una voz familiar que la decía.
-Feliz cumpleaños, hija mía.
Justo después, la alicornio blanca cayó dormida con una sonrisa dibujada en la cara.