Primeros parrafos de mi primer fanfic. Pasen y vean.

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Primeros parrafos de mi primer fanfic. Pasen y vean.

Notapor aparisius » 31 Dic 2012, 20:51

Pues eso. Estoy haciendo mi primer fanfic, y como nunca antes lo había hecho, pues les enseño lo que llevo hecho para que me digan a ver que les parece mi forma de escribir, si todo se explica/entiende bien, que parte les gusta o se debe reformar, y todas esas cosas.
Evidentemente aún no está terminado, solo tengo la cuarta parte del total. Sin embargo, antes de continuar, me gustaría saber su opinión. Más vale reformarlo ahora que tengo poco hecho, que reformalo entero.
Cuando termine los examenes de enero, me pondré a terminarlo. Mientras tanto, disfruten de la "demo".

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Mi pequeña Carmilla, matarte es trágico.

Por fin había llegado la noche del sábado, y como era costumbre en Bloodyville, sus habitantes salieron a la calle con ganas de fiesta. A medida que pasaban los minutos, las calles y los bares se iban llenando cada vez más. Todos parecían pasárselo en grande. Todos, excepto una encapuchada que en esos momentos se estaba dirigiendo a las afueras del pueblo.
No es que Carmilla detestara las fiestas, sino sus habitantes y sus costumbres, los cuales consideraba monstruosos. Y de hecho, lo eran literalmente. Cuanto más los miraba, más asco le daban.
Cuentan las leyendas que hace más de un milenio, aquellas tierras eran habitadas por fantásticas criaturas que parecían sacadas de un cuento de hadas. Ponis, pegasos y unicornios convivían alegremente sin apenas preocupaciones en El Imperio Solar, gobernados por las princesas Moonfall y Sunrise.
Aquella imagen idílica le daba arcadas, posiblemente por el hecho de haber crecido rodeada de aberraciones dignas de una película de terror. Sin embargo, preferiría vivir en ese mundo que consideraba tan cursi, antes que en el que vivía actualmente.
Realmente era un mundo de ensueño, pero nada dura para siempre. Mil años atrás, el rey Tiniebla se apoderó del Imperio de Diamante, esclavizando a sus habitantes. Las dos princesas intentaron detenerle, pero fracasaron. Sin nadie que pudiera frenarlo, conquisto también El Imperio Solar, destituyendo a las princesas de sus cargos.
Por si no fuera suficiente, las tinieblas se apoderaron de aquel lugar, corrompiendo a sus habitantes. La población empezó a sufrir malformaciones y a perder partes de su cuerpo, lo cual llevo muchos a la locura.
Los unicornios perdieron los ojos, los cuales fueron sustituidos por una pequeña esfera luminosa de color rojo, las cuales les permitían ver. También perdieron su preciado cuerno, el cual les permitía hacer magia. Desesperados por recuperarlo para poder seguir con sus conjuros, se clavaron una prótesis de metal en el cráneo con una gema mágica en un extremo, lo cual les dio resultado.
Los pegasos no perdieron sus ojos, aunque sí que se les salieron de sus cuencas. Sin embargo, con el tiempo adquirieron la habilidad de dirigirlos hacia el lugar que deseaban. También perdieron sus preciosas alas, sin las cuales no podían surcar los cielos. Al igual que los unicornios, también se incrustaron prótesis de metal en la espalda, aunque estas alas están formadas de enormes cuchillas.
Por último, los ponis perdieron sus ojos, quedando sus cuencas completamente vacías. Sin embargo, habían desarrollado una especie de sexto sentido que les proporcionaba información de su alrededor. También perdieron los dientes, los cuales fueron sustituidos por unos extraños tentáculos que les salían de la boca y empujaban la comida hacía el interior.
Por si no fuera suficiente, parecía que también se habían vuelto adictos al dolor, de forma que muchos se clavaban objetos punzantes en su cuerpo por diversión, los cuales luego ni siquiera se molestaban en quitar. Los que fueron más lejos fueron los pegasos, a los cuales se les ocurrió la genial idea de sustituir sus extremidades por enormes cuchillas y añadir una cuchilla al final de su cola para ser más letales en combate. Además de añadir una aureola de cuchillas en su cabeza para sentirse superiores a las demás razas. La verdad es que Carmilla nunca entendió como podían volar con tanto peso, pero tampoco es que le preocupara demasiado.
Esta horrible costumbre se había pasado de generación en generación hasta nuestros días, y no parecía que fuera a terminar. Sobre todo por el hecho de que se habían convertido en una forma fácil de diferenciar las diferentes razas que existían en esa sociedad. Después de todo, cada raza se sentía superior a las otras.
Ese era otro motivo por el que la encapuchada se estaba yendo del pueblo en esos momentos. Ya que el alcohol suele ser una buena excusa para iniciar peleas entre las diferentes razas, y rara es la vez que no termina alguien muerto o herido.
Después de caminar un buen rato, ya casi había llegado a las afueras. Tan solo tenía que caminar unos minutos más, y ya estaría fuera del pueblo y de problemas.
Mientras caminaba, giro su cabeza y pudo contemplar a una poni amarilla y una unicornio verde besuqueándose en un callejón, por llamarlo de algún modo. Mientras que la poni metía sus tentáculos bucales en la boca de la unicornio y por gran parte de su cara, la unicornio acariciaba el cuerpo de su compañera con una manos artificiales que nunca antes había visto a nadie que las llevara.
-¡Iros a un hotel!
Les gritó Carmilla, pero ni siquiera desviaron la mirada. En aquellos momentos sentía una gran envidia y rabia en su interior. Después de todo, la vida nunca fue fácil para ella. Bueno, ni para ella, ni para nadie que no estuviera corrompido.
Cuando el rey Tiniebla corrompió a los habitantes del Imperio Solar, hubo un pequeño grupo de ponis que se salvó mudándose a una pequeña península deshabitada en el este. Pasaron los siglos, y la población se fue mermando hasta solo quedar la familia de Carmilla. Cuando su padre murió por una extraña enfermedad, su madre se fue de la península para buscar un futuro para sus tres hijas, con la promesa de que volvería a por ellas. Pero pasaron los meses y no volvió.
Temiendo que hubiera muerto, las tres hermanas vinieron a estas tierras en busca del futuro que no encontró su madre. Con el tiempo se convirtieron en ladronas y asesinas a sueldo. Un trabajo poco digno para las tres últimas de su especie, pero no les quedaba otro remedio. Sin embargo, en un solo pueblo había demasiado poco trabajo para las tres, así que cada una se fue a un pueblo diferente. Desde entonces, perdieron el contacto entre ellas.
Nunca habían tenido una casa propia, ya que eso las convertía en un objetivo fácil de localizar en caso de represalias por sus actos, de forma que solían dormir al aire libre.
Tampoco había tenido nunca un noviazgo ni amigas, ya que si el asco entre razas corrompidas era elevado, el odio hacia aquellos que no se había corrompido era inimaginable. Por eso iba a todos los lugares encapuchada, para que no se apreciara lo que realmente era.
Carmilla volvió a mirar a la pareja con cara de asco. No entendía cómo podían amarse si eran de razas diferentes. En la sociedad en la que vivían, eso era un amor prohibido. Si ella no podía amar a nadie por culpa de su raza, nadie más debería de poder.
De repente, oyó algo de alboroto a sus espaldas. Se giró y pudo contemplar a una poni completamente rosa y el cabello liso revolcándose en el suelo, mientras sostenía una botella de vodka. Tenía dos grandes botones que cubrían sus vacías cuencas de los ojos, y gran parte de su piel había sido arrancada y vuelta a coser. No pudo evitar pensar en una muñeca de trapo al verla.
Sin duda alguna, se trataba de Meat Pie, una poni con fama de ser bastante envidiosa. Nadie podía tener más que ella o ser más que ella. Meat Pie se guiaba bajo los ideales de que todos deberíamos de tener lo mismo, y todos aquellos avariciosos que tuvieran más que los demás, deberían morir. Por cosas como estas se había ganado el apodo de La Poni Comunista, aunque probablemente nadie del pueblo ni siquiera sabía en qué consistía exactamente esa ideología.
La lástima era que con el tiempo había perdido el habla, de forma que ya no podía hablar con nadie de sus ideales. Por eso, cada vez que veía a alguien que hacía algo que no le parecía bien, directamente lo atacaba con lo primero que pillara. Y si podía matarlo, mejor que mejor.
Finalmente, se levantó del suelo y se dirigió dando tumbos hacia donde estaba Carmilla. Ella sabía que si Meat Pie veía a la pareja del callejón, sentiría envidia de su amor y las atacaría. De forma que Carmilla se puso a caminar en dirección contraria a ella todo lo deprisa que pudo, para salir cuanto antes del pueblo y evitar verse envuelta en la pelea que se avecinaba.
Finalmente consiguió salir del pueblo a salvo. Siguió caminando hasta encontrarse con un árbol bastante grande y se subió a él. Busco una buena rama y se sentó sobre ella, mientras apoyaba su espada en el tronco.
Desde ese lugar tenía una magnifica vista del pueblo de Bloodyville. Bueno, en realidad no era un pueblo, sino una criatura que estaba completamente viva. Da igual por qué calle del pueblo vayas, siempre estarás pisando su piel. Las casas del pueblo también eran trozos de aquel gigantesco monstruo que han sido moldeados y agujereados a voluntad de los moradores. Cada vez que entrabas dentro de una casa Bloodyville, era como adentrarte en el interior del monstruo, y de hecho, eso era realmente lo que hacías. Tampoco hay que olvidar mencionar la gran cantidad de tentáculos, ojos y orificios que hay por todo el pueblo, lo cual la inquietaba un poco. Pero lo más destacable es el gran corazón que palpita continuamente en la plaza central.
Carmilla se preguntaba si todos los pueblos serían así o qué pasaría si el monstruo muriese. Se puso a pensaren el tema, pero le entró sueño y se quedo dormida en poco tiempo.
Empezó a soñar sobre su madre y sus hermanas, a las cuales echaba muchísimo de menos, pero sus imágenes no tardaron en desvanecerse. Se había vuelto a quedar sola, como de costumbre. De repente, una gran luz azulada surgió de la nada y en su interior se observaba la silueta de una alicornio. Aquella figura tenía unos brillantes ojos rojos que le daban mucho miedo, pero no podía dejar de mirarlos. Sin embargo, todo era demasiado real para ser solo un sueño. De repente, ese ser empezó a hablar con una fuerte voz.
-Saludos, Carmilla. Soy la luminaria Moonfall y tengo una misión que encomendarte.
Moonfall hizo una pequeña pausa para que Carmilla le prestase atención. A la pequeña poni le costó salir de su asombro, pero finalmente reaccionó.
-Necesito que me traigas Los Pecados Capitales. Para conseguirlos tendrás que matar a sus Portadoras. Si lo consigues, te cubriré de riquezas; pero si fallas, te espera la guillotina.
Mientras que Moonfall reía al son de los relámpagos que caían del cielo, Carmilla se puso a pensar y finalmente aceptó.
-Tranquila, la guillotina seguirá acumulando polvo. ¿Cuando empiezo?
-Ya puedes empezar. Escucha atentamente, pues te voy a desvelar la identidad de Las Portadoras y el lugar donde puedes encontrarlas.
Carmilla escuchaba atentamente todos y cada uno de los datos que le proporcionaba. Si resultaban ser verídicos, sería una buena prueba de que esta conversación no era un sueño.
-Básicamente esto es todo lo que te hace falta saber. A partir de ahora visitaré tus sueños todas las noches para saber cómo va tu misión.
-Tranquila, con un poco de suerte, habré terminado este trabajito antes de la noche del día siguiente.
-Eso espero. Cuando hayas terminado, ven a visitarme a La Republica Lunar.
Antes de que Carmilla pudiera despedirse, el sueño empezó a desvanecerse y abrió los ojos.
Nunca antes había tenido un sueño así y la cabeza aún le daba vueltas. Si realmente lo que le había dicho era real, una vez cumplida la misión podría retirarse definitivamente junto a sus hermanas y empezar a vivir a lo grande.
Carmilla empezó a pensar y se dio cuenta de que ya había oído hablar de la Portadoras antes, aunque no conocía tantos datos como le había proporcionado la luminaria Moonfall.
Cuentan que cuando el rey Tiniebla corrompió a las criaturas de este lugar, no todas se convirtieron en monstruos. Aquellas que tenían un gran poder, se convirtieron en luminarias, como por ejemplo, las dos princesas.
Cuentan que aquellas criaturas que eran débiles no pudieron ofrecer resistencia contra las tinieblas y por eso se convirtieron en monstruos. Sin embargo, las criaturas poderosas pudieron controlarlas y manipularlas a su gusto, volviéndose más poderosas de lo que ya eran, hasta el punto de que su inmenso poder se desbordaba de su cuerpo en forma de luz.
Pasaron los siglos y las princesas fueron aumentando su poder en secreto para poder vencer al rey Tiniebla cuando tuvieran la oportunidad. Ese momento llegó hace unos pocos años, y fue todo un éxito.
Lo dejaron bien muerto para que nunca más volviera a causar problemas. Sin embargo, aunque él fue exterminado, las tinieblas que había invocado no se fueron con él. Prácticamente todas las criaturas seguían corrompidas.
Por si eso no fuera suficiente, a las dos princesas ya no les hacía gracia compartir su trono con la otra, así que empezaron a pelearse por el cargo real.
Las cosas estaban bastante igualadas. Sin embargo, la luminaria Sunset sabía que aquella que se ganase la confianza del pueblo, tendría la victoria prácticamente asegurada. Para ello, tenía que desprenderse de todo lo malo que había en ella.
Sunset investigó en varios documentos antiguos, y llegó a la conclusión de que la causa de todo mal surgía a partir de la lujuria, la pereza, la gula, la ira, la envidia, la avaricia y la soberbia. De forma que si se conseguía eliminar estos males básicos, se evitaría que surgieran males mayores.
Después de mucho esfuerzo, consiguió expulsarlos de su cuerpo, y con ellos creó siete esferas de gran poder. Cada una de esas esferas contenía uno de estos males, los cuales quería mantener todo lo lejos que pudiera de ella, de forma que se los dio a siete de sus súbditas para que los guardaran. A esas súbditas se les empezó a conocer con el nombre de Las Portadoras, y a las esferas con el nombre de Los Pecados Capitales.
Gracias a ello, Sunset pudo desprenderse de las tinieblas que habitaban su cuerpo, perdiendo la luz típica de las luminarias y parte de su poder. Pero eso no le preocupaba, ya que tenía a Las Portadoras de su lado para protegerla.
Sunset se dirigió a las habitantes de estas tierras, prometiéndoles que si la apoyaban como su líder, expulsaría también las tinieblas de sus cuerpos. Ellos empezaron a seguirla ciegamente y le dieron la espalda a Moonfall, la cual fue desterrada a una pequeña isla desierta del sur. Para reírse de ella, llamaron a la isla con el nombre de La Republica Lunar. Un tanto irónico el nombre, teniendo en cuenta que era la única habitante, y encima de la realeza.
Una vez Sunset se recuperó su cargo real, resultó no ser tan buena líder como esperaban. Aunque había expulsado todos los males de su cuerpo, después de haber vivido tanto en esas desgarradoras tierras, tampoco quedaba nada bueno en ella. Se había convertido en una criatura vacía de sentimientos, ni buenos ni malos, puramente neutral.
No purificó a sus súbditos, tal y como había prometido, ya que consideraba que así las cosas estaban mejor. Cuando surgieron brotes de rebelión, mayoritariamente dirigidos por su hermana desde el exilio, envió a Las Portadoras para sofocarlos.
Habían pasado ya varios años y la luminaria Moonfall no había conseguido nada por culpa de ellas. Por eso había recurrido a Carmilla, ya que una vez hubiera quitado a Las Portadoras de en medio y tuviera los poderosos Pecados Capitales en su poder, podría quitarle el trono a su hermana sin apenas complicaciones.
Normalmente Carmilla se hubiera puesto a pensar si realmente Moonfall sería mejor gobernando que su hermana, pero con que le pagara lo prometido, le daba todo igual.
Carmilla bajó del árbol donde había dormido y se quitó la ropa que usaba para ocultar su identidad, dejando al descubierto su verdadero aspecto. Era una poni de color ligeramente anaranjado, con una melena corta y rojiza. Sostenía dos grandes dagas que usaba para defenderse, las cuales había robado tiempo atrás y tenían la peculiaridad de que estaban tan afiladas que podían cortar incluso el acero. También había robado una bufanda morada bastante peculiar, ya que se movía según la voluntad de quien la tenia puesta, pudiendo incluso permitirle volar si la desplegaba como si fueran alas.
Pero lo más peculiar de aquella poni era su Marca del Destino. Esta marca que les salía a todas las criaturas no corrompidas a medida que crecían, proporcionaba información importante sobre su futuro. La de Carmilla era La Rueda del Ser, un viejo símbolo celta constituido de cuatro círculos unidos por un quinto círculo central, el cual representaba los cuatro puntos cardinales y las etapas de la vida.
Ella siempre había creído que esa marca significaba que viajaría mucho y que moriría de vieja. Y esperaba que fuese realmente así, ya que no le hacía mucha ilusión morir ahora cuando todavía tenía toda la vida por delante.
Después de unos pocos ejercicios matutinos, alzó el vuelo con su bufanda y se dirigió hacia donde se encontraba una de Las Portadoras. Tal y como le había informado Moonfall, una de ellas se encontraba en un bosque desolado cercano al pueblo.
Aterrizó detrás de ella y pudo observar con horror que era una de las criaturas más obesas que hay visto nunca. Era fácil de ver de lejos por su gran volumen, ya que era más ancha que alta, lo cual la hacía especialmente resistente contra las varias lanzas que le habían clavado y aún tenía en su espalada. Intentó no fijarse en sus lorzas y se dio cuenta de otros detalles bastante peculiares. También llevaba un sombrero de vaquero, y a su cola le había hecho un nudo bastante similar al de una soga, la cual usaba para coger manzanas de los arboles sin tener que levantarse del sitio. Su boca era mucho más grande de lo normal, al igual que los tentáculos que salían de ella, lo cual le era bastante útil a la hora de comer; o sea, siempre.
Miró por los alrededores y no vio nada que concordará con la descripción de Los Pecados Capitales, así que supuso que también se lo había comido y estaba en su interior. Tampoco vio a ningún familiar cercano, por lo posiblemente habían huido o tuvieron el mismo destino. Carmilla prefería lo primero.
Finalmente, se decidió a hablar.
-Blackjack, no te vendría mal hacer algo de ejercicio. Cuando te mate, tendré comida suficiente para un mes entero.
Para sorpresa de Carmilla, al oír eso Blackjack se levantó del sitio. Fue increíble que pudiera mantenerse en pie con todo lo que debía pesar, pero más increíble fue pudiera darle una coz que la tiró varios metros en el aire hasta que el choque contra un árbol frenó dolorosamente su vuelo.
Mientras que se lamentaba por el intenso dolor, Blackjack se acercó lo suficiente como poder poner su cola en forma de soga por el cuello de Carmilla y levantarla en el aire por encima de ella. Ese habría sido un lamentable final para nuestra amiga, pero por suerte, pudo cortar la soga con una de sus dagas. Entonces empezó a caer hacia Blackjack, la cual abrió la boca todo lo que pudo para tragársela. Carmilla intentó reaccionar, pero ya era tarde; ya estaba dentro de su boca y los tentáculos la empujaban hacia el estomago.
Por suerte, no tenía un estomago a prueba de bomba, por lo que Carmilla empezó a acuchillarla desde dentro. En menos de un minuto, pudo hacer un agujero lo suficientemente grande como para salir al exterior, y eso hizo.
-¡Esto no te hubiera pasado si masticaras las comida! ¡Qué lástima tener tentáculos en vez de dientes!
Blackjack, perdiendo sangre por sus innumerables heridas, se desplomó al suelo completamente muerta. Poco después, una esfera luminosa salió de su cuerpo. Carmilla se acercó a ella y la esfera empezó a dar vueltas a su alrededor hasta pararse en el aire sobre ella.
Era extraño, pero el dolor empezó a desvanecerse. Tenía entendido que Los Pecados Capitales tenían la habilidad de regenerar y curar pequeñas heridas, aunque en el caso de Blackjack habían sido demasiadas. Sin embargo, debía de tener cuidado, ya que si abusaba demasiado de ellas, acabaría corrompiéndola a ella también.
-¡Primer Pecado Capital conseguido! Y solo he tenido que ser tragada por un monstruo.
-Buen trabajo, pero El Pecado Capital me la llevo yo.
Carmilla se giró de repente al hoy esa voz y pudo contemplar que tenía a una luminaria detrás de ella. Sin embargo, no era Moonfall, ya que su luz era de color verde y no era una alicornio, aunque su forma era bastante similar y tenía los mismos ojos rojos.
-¿Y tú quién eres?
-Soy la luminaria Crystalis. Y si quieres vivir, ya estás tardando a dármelo.
-¿Y por qué debería hacerlo?
-Porque seguro que estás cansada por haber luchado contra Blackjack, por lo que podría matarte con gran facilidad.
Crystalis empezó a reír a carcajadas. Realmente había sido bastante astuta a la hora de elegir el momento de asaltarla, ya que aunque ya estaba curada, en ese momento lo último que quería era seguir luchando. Sin embargo, no se dejó intimidar y lo dejó bien claro.
-¡Ja! ¿Matarme? Podría degollarte con una servilleta arrugada.
-¿No te doy miedo?
-Si no truena cuando ríes, no eres una villana de verdad.
-¿Por qué debería tronar? ¡No hay ni una sola nube en el cielo! Creo que has visto demasiadas películas.
-Cuando eres una villana de verdad, no importan los detalles. Tan solo hay que ver a Moonfall cuando se ríe.
-Entonces quizás deba transformarme en la criatura más terrorofica que exista.
-Vale, déjame adivinar en qué te transformarás. ¿Una hipoteca? ¿Un examen? ¿Cobrador de hacienda? ¿Tú p*ta madre?
La verdad era que Carmilla se lo estaba pasando en grande riéndose de su enemiga, pero las ganas de reír se le pasaron tan pronto como Crystalis se hubo transformado, y no era para menos. Su transformación consistía en diferentes partes de las criaturas más aterradoras que existían, formando una gigantesca aberración que haría temblar de miedo a cualquiera. Tan pronto como dejó de temblar, Carmilla intentó pensar en algo, pero no se le ocurría nada.
-Oh, mierda. Esto me pasa por hablar demasiado. Pero tengo que centrarme, la ayuda no va a caer del cielo.
Para sorpresa de Carmilla, un colosal tronco de árbol cayó sobre ese temible monstruo, matándolo en el acto. Mientras que miraba estupefacta el cadáver de Crystalis e intentaba comprender que acababa de pasar, esta volvió a su forma original; la cual incluso estando muerta, aún brillaba.
Después de unos minutos en los que aún no salía de su asombro, una pegaso grisácea y rubia aterrizó junto a ella. Tenía la peculiaridad de que cada ojo que estaba fuera de su cuenca, en vez de mirar hacia la misma dirección como el resto de pegasos, parecía mirar en direcciones opuestas. Ella fue la primera en hablar.
-Lamento mucho lo del tronco. He bajado a ver si alguien se había hecho daño, pero veo que estás bien. Por cierto, me encanta tu bufanda.
-¿Cómo puedes hablar de mi bufanda en estos momentos? ¡Acabas de matar a una de las criaturas más poderosas que existe!
-¿A quién dices que he matado?
-Olvídalo. No era nada importante.
Carmilla aún no se creía la suerte que había tenido, y aún menos que una sola pegaso pudiera volar cargando un objeto tan pesado. Pero miro al cielo y no vio a nadie más, así que tenía que ser cierto. Cada día esas criaturas le sorprendían más. Después de unos segundos de silencio, la pegaso volvió a romper el hielo.
-Por cierto, ¿te gustan las magdalenas?
-Por supuesto, ¿me das una?
-Lo siento, no me quedan.
-¿Entonces para que lo preguntas?
-Para decir algo. Por cierto, me llamo Sharply.
Carmilla se quedó sin palabras. No tenía muy claro si le estaba tomando el pelo o simplemente era idiota. Fuera como fuera, no podía perder más tiempo.
-Mira, te agradezco tu ayuda, pero si no puedes proporcionarme información sobre las Portadoras, no me eres de demasiada ayuda.
-¡Oh, conozco a la persona ideal! Lo llaman El Profesor y vive en Bloodyville.
-¡Eso es genial! ¿Y en qué lugar exacto lo encuentro? ¿En la universidad o en el colegio?
-En el bar.
Carmilla se volvió a quedar sin palabras, ya que era el último lugar donde se esperaba encontrarlo. Sin embargo, algo es algo.
-Bueno, es la única información que tengo. ¡Gracias por todo!
Alzó el vuelo con su bufanda mientras se despedía de Sharply y se dirigió hacia el Bloodyville. El problema era que no le había indicado en que bar de todos se encontraba, así que pasó un buen rato buscándolo. Finalmente, lo encontró en un bar de mala muerte.
Mientras se dirigía hacia él, pudo observar como una poni grisácea y de oscura melena golpeaba brutalmente con su chelo a una unicornio blanca y melena azul. Le daba un poco de lástima ver como tenía la cara llena de astillas del chelo y cristales rotos de lo que habían sido sus gafas; pero no era asusto suyo, así que ignoró la situación.
Finalmente se puso delante de quién dedujo que era el poni que estaba buscando. Tenía la piel marrón, al igual que su pelo, aunque este era algo más oscuro. Lo más curioso de él no era la corbata llena de agujeros que llevaba, sino el hecho de que le faltaba gran parte de la piel de la parte frontal del tronco, lo que dejaba sus intestinos y sus dos corazones al aire.
Nunca había oído que alguien tuviera más de un corazón, pero eso era lo que menos le preocupaba. Cualquier información que le pudiera proporcionar le sería útil.
-¿Es usted El Profesor?
-Exacto. Por cierto, ¿te gustaría ser mi ayudante? Por desgracia, no me suelen durar mucho.
-No, gracias. Solo he venido aquí para que me informe sobre Las Portadoras.
-¡Sé mucho sobre ellas! Todo empezó hace mil años…
-Esa parte ya me la sé. Yo busco información más actual.
-¿Quieres que te apunte sus direcciones? Todas viven cerca de aquí. Y ya de paso puedo apuntarte la mía, por si quieres pasar un buen rato. Y ya sabes a que me refiero.
-También sé donde viven, así que no hace falta.
-¿Seguro? ¿Ni siquiera la mía? Vivo en una cabina azul que te encantará.
-Creo que vivirías mejor debajo de un puente.
-¡No soy un vagabundo! Además, tengo la habilidad de viajar en el tiempo.
-¿Ah, sí? ¿Y cómo lo haces?
-Muy fácil. Simplemente tengo que empezar a beber alcohol, y de repente me despierto en mi casa al día siguiente. ¿No es magnífico?
-Y supongo que la resaca es un efecto secundario de esos viajes en el tiempo.
-¡Exacto! ¿Cómo lo has sabido?
En esos momentos Carmilla no sabía si tenía más ganas de estrangular a Sharply por haberle enviado hasta ese imbécil, o al imbécil que tenía delante. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que la poni del chelo ya no estaba, pero lo que sí que aún estaba era el cadáver del unicornio blanco que acababa de matar. Era una lástima, las dos eran grandes músicos que oyó tocar tiempo atras, pero por lo visto en este pueblo solo había lugar para una de ellas.
Ya había perdido suficiente tiempo en ese bar. Era hora de largarse.
-Creo que me voy a marchar.
-¡Eh, no te vayas, que solo era una broma!
Pero Carmilla no le hizo caso, ya había tenido suficiente. Salió del bar y se dirigió al pantano donde se encontraba otra Portadora.
Estuvo un buen rato dando vueltas hasta encontrarla, ya que estaba bastante bien camuflada. Carmilla esperaba encontrarla en un cobertizo o algo por el estilo, pero en realidad dormía al aire libre, ya que era mitad árbol.
Carmilla no se creía lo que veía. Gran parte del cuerpo de La Portadora era de madera amarillenta, había echado raíces en el suelo y por encima de ella surgían grandes lianas y ramas con hojas de color rosa. Dos de sus gruesas lianas tenían motosierras atadas a sus extremos, con las cuales se defendía de sus enemigos o cortaba los arboles que le molestaban a su alrededor.
Pero lo más preocupante era que Carmilla no había sido la primera en llegar, sino la poni que había en el bar. Con ella llevaba una funda con la forma ideal para guardar un instrumento de cuerda de gran tamaño. Y cabe decir que la pajarita morada que llevaba le quedaba bastante bien.
Ese estúpido del Profesor le había hecho perder demasiado tiempo, y ahora tendría problemas por ello. Sin embargo, se quedó quieta detrás de un arbusto y se puso a observar lo que pasaba.
-Marshy, te voy a hacer una oferta que nadie en su sano juicio aceptaría. Necesito que te dejes matar para que te quite El Pecado Capital que tienes en tu interior. ¿Aceptas?
Marshy no dijo nada, ya que no podía. Ninguna Portadora podía, ya que Los Pecados Capitales las corrompían tanto que incluso perdían el don del habla. En lugar de ello, encendió sus motosierras y las fue acercando a la poni grisácea.
-Me lo imaginaba. Por suerte, aún tengo un as en la manga. ¡Saluda a mi pequeño chelo!
Entonces abrió la funda de su chelo y sacó el objeto que había dentro de él, el cual no era un chelo, sino una ametralladora de considerable tamaño. Antes de que Marshy pudiera reaccionar, la apuntó con su arma y apretó el gatillo.
Fue desgarrador ver como docenas de balas atravesaban su cuerpo, haciendo saltar astillas y hojas por doquier. La lluvia de balas tan solo terminó cuando se vació el cargador del todo. Una vez que se detuvo, de la pobre Marshy tan solo quedaba restos de madera y hojas por el suelo; las cuales estaban tan hechas polvo que era difícil deducir la forma original del árbol a través de ellas.
-Desde que se inventó la pólvora, los grandes monstruos ya no dan miedo.
De entre los restos de lo que una vez fue un ser vivo, surgió un Pecado Capital, el cual fue recogido por su asesina. Sin embargo, a Carmilla le hacía más falta que a aquella poni, así que se acerco con intención de obtenerlo.
-Oye tía, lo siento mucho, pero ese Pecado Capital me lo tengo que llevar yo.
-Perdona, pero tengo nombre, y es Ignacia. Y respecto a él, todo depende de cuánto estés dispuesto a pagar para obtenerlo.
-Lo siento, pero no voy muy sobrada de dinero. Tendría que haber pedido que me pagase los asesinatos por adelantado.
-Lo siento, pero si no tienes dinero, te quedas sin él.
-Aunque no tenga mucho dinero, mis armas pueden llegar a ser muy convincentes.
Ignacia recargó la munición de su ametralladora en cuestión de unos pocos segundos y apuntó inmediatamente a Carmilla, lista para disparar. Pero antes de hacerlo, le dirigió unas palabras.
-Si crees que puedes vencer con un arma blanca a alguien que tiene armas de fuego, es que estás más loca de lo que aparentas, y yo no pienso pagar tu entierro. Voy a contar hasta tres para que te largues, y si aún sigues aquí cuando lo haga, te llenaré de plomo. ¿Preparada? ¡Tres!

[Continuará en febrero]
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Re: Primeros parrafos de mi primer fanfic. Pasen y vean.

Notapor CarretonRider » 31 Dic 2012, 21:01

Te lo muevo a fanfics ;-)

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