Capítulo 15
Confidencial
-¡Twilight!
Celestia abrió los ojos de golpe, casi gritando el nombre de su leal estudiante; esa noche había tenido el sueño bastante pesado y apenas había soñado nada, aunque debido a algo en concreto que no alcanzaba a explicar, supo que Twilight se encontraba en apuros. Pero por mucho que hubiera querido ayudarla, sabía que no podía hacerlo por el simple hecho de que no sabía dónde estaba. Desalentador y bastante deprimente.
La alicornio blanca suspiró y se reincorporó en su cama, a su lado se encontraba su hermana pequeña durmiendo profundamente y un resquicio de luz natural se colaba por la puerta entreabierta. Usando su magia levitó su corona y se la colocó sobre su cabeza, así como el resto de engalanes reales. Se fue de la pequeña estancia sin hacer mucho ruido para no despertar a Luna y salió de las oficinas del observatorio para respirar un poco de aire fresco; una nueva mañana se alzaba sobre el Kitt Peak y el sol comenzaba a calentar el ambiente. Celestia abrió las alas de golpe e inspiró con fuerza. La gustaba hacer eso todas las mañanas, desplegar las alas y dejar que el sol la calentara el pelaje mientras cerraba los ojos. Era una sensación familiar que la hacía recordar al hogar; incluso su cuerno se encendía instintivamente, tratando de alzar un sol que nada tenía que ver con el que ella conocía. Abrió los ojos lentamente y se recreó en el paisaje que se abría ante ella.
Pensándolo fríamente, nada la había preparado para algo así; los detalles la eludían rápidamente y los recuerdos se volvían vagos y difusos. Ecuestria se volvía algo cada vez más difícil de recordar. Echaba de menos esos campos verdes llenos de vida y armonía, el refulgente color de sus exuberantes valles y el extenso mar que los rodeaba. Hasta el aire olía distinto.
Celestia suspiró y recogió sus alas, al tiempo que volvía al interior de las oficinas; ese día tocaba volver a la base militar para explorarla, por lo que debían de salir cuanto antes mejor, aunque primero había que prepararse. Encontró a Luna en el comedor, desayunando un poco.
-Buenos días, Luna.
-Buenos días, Tia…
La alicornio blanca acompañó a su hermana pequeña, sin ni siquiera decir nada; un denso silencio se instaló entre las dos ponis, las cuales apenas hablaron. Luna decidió romper el hielo.
-Que callada estás… ¿te encuentras bien?
-Sí, no es nada, sólo… estoy cansada. Ayer volvimos a las tantas-la recordó ella.
-Sí, eso es verdad… ¿sigue en pie lo de la base militar?
-Claro…
-¡Genial! ¡Quiero descubrir todo lo que esos gruesos muros guardan!-exclamó Luna, visiblemente emocionada.
-Me parece bien, pero en ese caso deberíamos salir enseguida… y prepararnos antes.
-¡Vale, voy a por mis alforjas!
Luna salió disparada, planeando incluso a ras de suelo, mientras Celestia guardaba su sitio tras la mesa; masticó despacio el melocotón en almíbar mientras pensaba en algo distante.
-Todo es tan distinto… parezca que fue ayer…-pensó ella, con un semblante ligeramente nostálgico.
Su mirada se escapó a través de la ventana. Afuera, el sol ya se había alzado del todo.
De los cuatro que se encontraban ocupando la parte trasera del autobús, Twilight fue la primera en levantarse; lo primero que notó nada más abrir los ojos fue una reminiscencia del dolor de anoche, que aún seguía rondando en algún lugar recóndito de su cabeza. La luz entraba a raudales por las ventanas del autobús y la avenida en la que se encontraban se encontraba totalmente iluminada. La farola con la que chocaron se había quedado ligeramente inclinada. Twilight se llevó un casco a su cabeza, sin poder evitar expresarse a gusto.
-Agh…
Notaba el daño latente cerca de la base del cuerno, y aunque ya apenas la dolía, era un tanto molesto. Frente a ella se encontraba Spike dormido y echo una bolita. Pinkie y Rarity seguían donde la última vez las vio y apenas se habían movido. La poni rosa fue la siguiente en despertar.
-¿Dónde estoy?
-Tranquila Pinkie, está todo bien, estamos juntas.
La aludida se dio la vuelta muy despacio y en cuanto la vio, un par de lágrimas se asomaron de sus ojos.
-Twilight… entonces no era un sueño…
-No, somos tan reales como…
La unicornio lavanda no pudo acabar la frase, puesto que Pinkie se lanzó sobre ella en un cálido abrazo, sin poder evitar llorar de nuevo. Twilight ignoró su dolor de cabeza y la devolvió el gesto, arropándola entre sus patas.
-Gracias al cielo, gracias, gracias… gracias…-repetía la poni rosada, muy emocionada.
-Gracias a ti también, Pinkie… me tenías muy preocupada.
Su conversación despertó al resto, Pinkie saludó de igual forma tanto a Rarity como a Spike.
-Me alegro verte de vuelta, Pinkie… contigo todo será mucho más animado-murmuró el dragón.
-Gracias, Spike.
-¿Cómo te sientes, querida?-preguntó Rarity a Twilight, visiblemente preocupada.
-Mucho mejor, aunque aún me duele un poco…
-¿Puedes hacer magia?
-Aún no lo he probado… me da algo de miedo-admitió entonces.
-Inténtalo, tienes que asegurarte de que no hay lesión o será peor.
Twilight lo sabía, aunque el saberlo tampoco lo hacía ver mejor; aun así le echó valor y se concentró. Su cuerno brilló débilmente al principio, para luego mantener el brillo durante unos buenos segundos. La unicornio lavanda se quejó y el cuerno se apagó.
-Más o menos, pero el dolor persiste un poco…
-Si es un dolor de cabeza ¿por qué no pruebas a tomarte un espidifen? Estuve el leyendo el prospecto y sirve para dolores de cabeza y migrañas, quizás sirva para aliviarte…-comentó entonces Spike.
-¿Espidifen?-repitió Rarity, extrañada.
-Es un medicamento humano que cogimos en una clínica… podría intentarlo, después de todo aún no los hemos probado.
-¿Medicamento humano, dices? ¿No es eso algo arriesgado?-inquirió la unicornio blanca, preocupada.
-Puede, pero no lo sabremos hasta que lo probemos. Aunque será mejor desayunar algo primero.
Sacaron unos pocos botes de fruta que llevaban y algo salado para acompañar. Una vez que terminaron, Spike sacó una cápsula de espidifen y se la tendió; Twilight la cogió con su magia y se la llevó a la boca, para luego pegar un buen trago de agua a su botella. Notó cómo la cápsula pasaba por su garganta hasta perderse en dirección hacia su estómago. Los demás la observaron atentamente durante unos pocos segundos, esperando una reacción inmediata o algo parecido.
-¿Cómo te sientes?-inquirió Spike.
-Igual… dudo mucho que el efecto sea instantáneo, Spike, llevará su tiempo…
-¿Crees que podrás conducir de vuelta a la tienda?
-Lo intentaré.
Regresó de nuevo hacia el asiento del conductor y observó bien su alrededor, sobre todo el cinturón de seguridad.
-Leí acerca de los cinturones de seguridad, pero no les di mayor importancia. Ahora veo por qué los nombraban tanto, pero no sé si podré ponérmelo como un humano normal…
Tiró de la anilla y lo encajó en su enganche, pero apenas la cubría parte de su pecho, y la era muy incómodo.
-Voy a tener que hacerle un apaño para que pueda usarlo yo…-murmuró ella, quitándoselo.
-Pero es arriesgado… ¿y si volvemos a pegárnosla?-inquirió Spike.
-Tienes razón, pero ayer nos la pegamos porque no se veía nada y porque me distraje, claro. Ahora que hay visibilidad y tú me puedes ir indicando, las posibilidades de golpe se reducen significativamente. Sitúate mientras voy arrancando.
Spike tuvo que bajarse del autobús un momento para comprobar en qué calle se encontraban mientras Twilight iba arrancando; el motor rugió suavemente y los indicadores se movieron.
-Cada vez le cuesta menos arrancar, genial-pensó ella, contenta.
Spike regresó al poco rato.
-Estamos en North Bryant Avenue, ahora te digo la ruta a tomar. Por cierto, el parachoques se ha llevado un golpe hermoso…
-Ya, me lo imagino… veré a ver si luego puedo arreglarlo un poco con mi magia.
El dragón se tomó su tiempo para elaborar una ruta rápida que les llevara de vuelta a la tienda; Twilight estuvo probando su magia un poco más, doliéndole cada vez menos. Una vez que Spike estuvo listo, Twilight se puso en movimiento. Dio marcha atrás un poco para poder girar y luego continuó todo recto por el carril contrario, aunque en realidad daba igual por dónde ir, ya que tenía la calle para ella sola. Condujo con cuidado y sin acelerar mucho, abriéndose bien en los giros y sin apartar la vista de la carretera. Por el espejo retrovisor interior podía ver al fondo a Rarity y a Pinkie conversando animadamente, aunque notó que la crin y la cola de la poni rosada seguía totalmente liso. Sólo recordaba haberla visto así una vez, y fue cuando pensó que la habían dejado de lado. El simple hecho la preocupó un poco, anotándose mentalmente el hablar con ella cuando llegaran. Pero por ahora se concentró en la carretera y en llegar enseguida; lo bueno era que el dolor la empezaba a remitir.
Un destello fugaz iluminó brevemente tanto la bandera de los Estados Unidos, como el nombre de la base militar en cuanto las dos alicornios se aparecieron en el hall; el silencio era el único habitante, el cual las dio la bienvenida de forma seca y un tanto vulgar.
-Por los pelos… apenas me acordaba del sitio…-murmuró Celestia.
-Pero eso es arriesgado, puedes aparecer en cualquier sitio-la recordó Luna.
-Lo sé, lo sé… bueno, ya estamos aquí.
El pasillo por donde llegaron el último día permanecía igual de oscuro que la última vez, y encima de la pared donde colgaba la bandera había una serie de cristaleras por las que se podía ver una oficina. Celestia sugirió ir primero allí, Luna no puso ningún inconveniente; las escaleras de acceso se encontraban a mano izquierda, pasado una especie de arco de metal con una bombilla en lo más alto. Dichas oficinas no eran muy grandes y ocupaban un reducido espacio, se componían principalmente por una serie de mesas colocadas de forma lineal, llenas de ordenadores, cajoneras y ficheros, todos ellos pulcramente ordenados. En el lado de la cristalera descansaba una larga estantería baja, llena de ficheros, carpetas y archivadores. No parecía haber nada relevante allí dentro, aunque colgado de una pared había una especie de cuadro con fondo blanco en el que se podía ver dibujado una serie de secciones y habitaciones.
-Parce un mapa del lugar… mira esto, acceso a niveles inferiores, seguro que aquí encontramos más cosas.
-Vale, pero ¿cómo bajamos?
-Parecen escaleras, antes vi un pequeño descansillo justo al lado, miremos a ver.
Volviendo por donde habían venido, encontraron dicho descansillo, el cual daba a una especie de puertas de metal cerradas, con una pequeña pantalla encima de ellas totalmente negra; justo al lado, unas escaleras bajaban directas hacia una negrura que intimidaba bastante. La luz que se colaba desde el hall de la entrada no conseguía pasar más allá, incluso ese mismo descansillo donde estaban, se encontraba en penumbra.
-¿Tenemos que bajar por ahí?
-Pues claro… ¿acaso tienes miedo, Tia?-inquirió Luna, socarronamente.
-¡Claro que no! ¡Además, sabes que no es ningún problema!-exclamó ésta, encendiendo su cuerno.
-¿Entonces? ¡Vamos, a la aventura!
Luna encendió su cuerno también y comenzó a bajar las escaleras alegremente.
-Que animada se ha levantado hoy…-pensó Celestia.
Siguiendo la estela de su hermana y alumbrando el camino, la alicornio blanca se abrió paso bajando varios pisos hasta llegar a un corto pasillo que llevaba ante unas dobles puertas aparentemente cerradas. Luna ya estaba allí, observando el panorama.
-¿A qué esperas para abrir las puertas?
-Lo he intentado y no se abren… mira esto, es un panel electrónico, esta puerta está informatizada-anunció Luna.
-En cristiano, Luna, por favor…-pidió Celestia, algo desubicada.
-Deberías dedicar un poco de tiempo a la investigación de campo, Tia…
-Lo sé, pero quiero descubrir la manera de volver a Ecuestria lo antes posible…
-Es igual… lo que quiero decir es que esta puerta sólo se abre mediante un mecanismo electrónico, ¿ves este pequeño hueco bajo el panel?
-Sí…
-Es un dispositivo de reconocimiento digital mediante huellas dactilares, los humanos poseían distintas huellas en la punta de sus dedos, con esas huellas ésta puerta se puede abrir.
-Más o menos lo entiendo… pero en tal caso, tenemos un problema.
-Sí y no, como no hay energía eléctrica, no lo podemos usar. Lo único que podemos hacer es abrirnos paso nosotras mismas.
-Mismamente. ¿Hechizo explosivo?
Luna asintió y bajó la cabeza; ambas juntaron sus cuernos y comenzaron a cargar energía, mientras se apartaban un poco. Una brillante esfera blanca apareció al poco rato, iluminando con fuerza el oscuro pasillo. En cuanto la esfera alcanzó un tamaño considerable, Luna y Celestia la lanzaron contra las puertas. La explosión fue de alivio, reventando la pared y lanzando escombros hacia todos los lados, pero Celestia alzó un campo de fuerza a tiempo para proteger a las dos a tiempo. En cuanto el polvo se posó, un limpio boquete permitía el paso hacia el otro lado.
-Despejado ¡vamos!-animó Luna, trotando alegremente.
El resto de cascotes habían sido lanzados hacia el otro lado, un largo pasillo que llevaba hasta una amplia sala, llena de vehículos de gran envergadura, de colores amarronados y grandes ruedas; incluso llegaron a ver una especie de carro metálico enorme, con largas cadenas entre sus ruedas y un largo tubo que se encontraba adosado a algo parecido a un montículo.
-Parecen máquinas de guerra-comentó Celestia.
-Sí… sé que son vehículos por su forma, pero es la primera vez que veo algo así-asintió Luna.
El techo era altísimo, y a mano izquierda al fondo del todo, una rampa no muy pronunciada llevaba hasta una extraña pared con forma granulada y rugosa, pero de tacto frio y metálico. En el otro extremo de la gran estancia encontraron una pequeña puerta que daba a otro largo pasillo.
-Más pasillo…
-Sí… a los humanos debían de encantarles los pasillos…
En ése en concreto había una serie de taquillas verdes a lo largo de ambas paredes, todos ellos cerrados y con una serie de nombres grabados en la parte más alta; una serie de puertas daban directamente a unas salas llenas de mesas y sillas, con algún que otro ordenador y una extensa capa blanca que salía de un gran tubo de igual color fijado al techo.
-Parecen salas de juntas…-comentó la alicornio blanca.
-Sí… a ver que hay al otro lado.
En las puertas del lado contrario vieron una serie de vestuarios y baños, con el suelo hecho de cerámica, espejos en las paredes con una serie de lavabos debajo, duchas y bancos de madera alargados.
En el otro extremo del pasillo había otras dobles puertas, Luna las comprobó rápidamente, encontrándose cerradas. Celestia comenzó a preparar su cuerno, pero su hermana la paró.
-Espera, ésta no está informatizada. Déjame intentar otra cosa.
Un aura azul cobalto rodeó la cerradura del lado izquierdo y se oyeron una serie de clics secos saliendo del interior del mecanismo. Al cabo de unos pocos segundos, la cerradura saltó y la puerta se abrió.
-Ajá…
-¿Dónde has aprendido a hacer eso?-inquirió Celestia, frunciendo el ceño.
-Secreto profesional-murmuró Luna, guiñándola un ojo y sacando la lengua.
Celestia rodó los ojos y prefirió dejarlo estar. Al otro lado se encontraron en otra gran sala de techo alto, ésta vez llena de ordenadores y mesas dispuestos en fila, habiendo un total de cinco. A mano derecha había una serie de mesas con varios objetos que no llegaron a identificar del todo, junto con unas estrechas escaleras que llevaban a una pequeña sala elevada, donde había más ordenadores y con una ancha cristalera por la que se podía ver la sala entera. A mano izquierda había una enorme pantalla que ocupaba toda la dimensión de la pared, pero se encontraba irremediablemente apagada.
-Uuah… menudo pantallón…-murmuró Luna.
-Sí… es enorme…
Celestia giró la cabeza y, por un momento, creyó haber visto un pequeño resplandor; enfocó el haz de luz con su cuerno hacia la puerta de salida, pero no vio nada. Apartó de nuevo la fuente de luz y lo volvió a ver, pero por más que enfocaba al sitio no conseguía volver a verlo.
-¿Qué pasa Tia, a que vienen esos aspavientos?-inquirió Luna, extrañada.
-Me ha parecido ver una luz… pero no veo nada…
La alicornio azul se quedó callada, un tanto pensativa; enfocó ella misma al dintel de la puerta y tampoco vio nada. En ese momento dio una pequeña cabezada y por un momento lo comprendió.
-Pues claro… apaga tu cuerno, Tia.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Tú hazlo, apágalo.
Un tanto extrañada, Celestia hizo lo que la pidió, y Luna la imitó; nada más hacerlo, de entre la densa oscuridad vieron la luz que tanto inquietaba a la alicornio blanca.
-¡Ah, mira eso!
-Lo sabía, por eso no la distinguíamos…
Se trataba de una pequeña y débil luz blanca que brillaba en lo alto del dintel de las puertas, apenas iluminaba y parecía que estaba para señalizar en vez de para alumbrar.
-Qué extraño… se supone que no hay luz-recordó Celestia.
El comentario dio que pensar a Luna y volvió a encender su cuerno, al tiempo que sacaba de sus alforjas un libro; lo estuvo consultando, pasando sus páginas rápidamente, hasta encontrar lo que buscaba.
-Ajá, aquí… luces de emergencia, señalizan salidas directas en caso de apagón, sólo se encienden cuando la corriente eléctrica se interrumpe y se mantendrán encendidas hasta que se restablezca el suministro de nuevo. Son alimentadas por pequeñas baterías de baja capacidad que pueden durar incluso meses. Esto es una gran noticia-masculló Luna, emocionada.
-¿Y eso por qué?
-¡Pues porque eso significa que el generador no se ha activado! Lo cual es raro, ya que normalmente salta cuando el suministro se interrumpe…
Luna giró la cabeza por un momento y vio a su hermana lanzándola una lánguida mirada llena de ignorancia.
-¿Ves cómo hay que estudiar lo que te rodea?
-Usted perdone, princesa, me encontraba ocupada tratando de desentrañar el misterio de turno. Lo siento si sus expectativas para conmigo no han resultado del todo satisfactorias…
Las dos se quedaron mirando por un momento, Luna con una ceja levantada y Celestia con el ceño fruncido.
-¿Quieres que vuelva a empezar?
-Sí, por favor.
-Vale. Como bien te dije en su día, los humanos usaban la electricidad para alimentar todos los dispositivos electrónicos que crearon, sin ella éstos no funcionan. ¿Me sigues?
-Sí.
-Vale. Para crear electricidad se valían de varios métodos, entre ellos unos grandes aparatos mecánicos llamados generadores, los cuales funcionaban mediante combustible para producir electricidad mediante un movimiento continuo. ¿Todo bien?
-Ajá.
-Los humanos diseñaron sus aparatos de forma que, si el suministro normal de energía se interrumpía, fuera sustituido por otro alternativo para no romper la continuidad de su funcionamiento. El generador salta cuando la corriente de energía se corta, proveyendo de electricidad al lugar durante un determinado periodo de tiempo…
-Una pregunta-interrumpió Celestia de golpe.
-Dime.
La alicornio blanca se tomó unos escasos segundos antes de formular su pregunta.
-¿¡Cómo sabes tú todo eso?! Quiero decir… vale que llevamos casi dos semanas aquí, pero parezca que hayas nacido al lado.
-Estudio continuo, hermana. Cuando fuimos a Tucson me pasé por la biblioteca y me llevé conmigo libros de todo tipo, entre ellos de electricidad, mecánica, arquitectura y sistemas de funcionamiento. Poco después de que descubriéramos este sitio, me puse a leerlos para tratar de comprender mejor lo que nos podríamos llegar a encontrar. Eso es todo.
-¿Y ya está? ¡Pero si descubrimos este sitio justo ayer! ¡Es imposible que te haya dado tiempo a leerlos todos en tan poco tiempo!
-¿Por quién me tomas, Tia? Twilight Sparkle no es la única que puede usar ese hechizo de lectura múltiple… además, últimamente no hacías más que encerrarte en tu telescopio, apenas hacías otra cosa…
Celestia se quedó callada un momento, sopesando sus palabras antes de hablar.
-Perdona Luna, no era mi intención ofenderte… es sólo que… me sorprende ver lo rápido que has crecido.
Ante tal frase, Luna se quedó un tanto chocada a y la miró extrañada; Celestia vio su expresión y continuó.
-Desde que llegamos aquí has demostrado una rápida adaptación al entorno que te rodeaba, mientras que a mí me costaba un poco más habituarme ante tanta novedad. Y es por eso por lo que has crecido tanto… quizás lo hubieras hecho aún más si no hubiera sido por mi imprudencia. No te dejé crecer como es debido…
Luna comprendió enseguida por donde iban los tiros y esbozó una comprensiva sonrisa. Se acercó a su hermana y apoyó su cabeza sobre su cuello.
-Ya hablamos de eso hace tiempo, Tia. Tú me perdonaste, yo te perdoné, las dos nos perdonamos. Pero… tú no te perdonaste ¿verdad?
La alicornio azul alzó la vista y vio dos lágrimas asomándose por los ojos de su hermana mayor.
-No… no pude, Luna.
-No pienses más en eso… no llores, Tia…
Las dos se abrazaron dulcemente, dejando pasar brevemente el tiempo y sintiéndose un poco mejor. En cuanto se separaron, Luna comentó.
-¿Quieres que siga?
-Me encantaría-asintió Celestia, sonriendo.
-Está bien… ¿por dónde me quedé?
-Algo del generador…
-¡Ah, sí! Pues eso, que el generador tendría que haber saltado en cuanto la corriente se cortó, pero por alguna razón no lo hizo, por lo que es posible que nosotras mismas podamos ponerlo en marcha aquí y ahora.
-¿Y cómo?
-Habría que llegar hasta la sala del generador y activarlo a mano una vez allí. Pero no sé dónde puede estar, ayúdame a buscar un mapa como el de antes, tiene que haber más por aquí.
Entre las dos comenzaron a registrar el lugar, en busca de un mapa de la base; Luna estuvo rebuscando entre los cajones de una de la fila de escritorios con los ordenadores, pero no encontraba nada. En un momento dado, la voz de su hermana se alzó sobre el silencio imperante.
-¡Luna, aquí arriba, lo he encontrado!
En la misma sala elevada de antes, en la pared del lado de la derecha, había un mapa parecido al que vieron arriba, sólo que ahora mostraba los niveles inferiores de la base. Había dos pisos más debajo de donde ellas se encontraban, que era la sala de control; el más inmediato era el nivel -2, en el cual, según el mapa, se encontraban los laboratorios y las salas de pruebas. En el nivel -3 se hallaba la sala de calderas, la armería, el almacén y la ansiada sala del generador.
-Aquí está… entonces tenemos que seguir bajando, vamos.
Encontraron una solitaria puerta al otro lado de la sala de control, que llevaba a unas escaleras similares a las que antes bajaron hacia allí; conforme fueron bajando, el ambiente se iba enrareciendo cada vez más, haciéndose algo difícil respirar.
-Que mal huele…-comentó Celestia.
-Sí, los subterráneos se airean cada cierto tiempo mediante un sistema de ventilación… si éste no vuelve a funcionar, el ambiente se vuelve un tanto extraño-explicó Luna.
En cuanto llegaron al descansillo, descubrieron otras dobles puertas informatizadas.
-Reconocimiento ocular… no hay forma ahora, prepárate Tia.
Las dos alicornios juntaron sus cuernos de nuevo y realizaron de nuevo el hechizo explosivo; la pertinente voladura les dio paso a ese nivel, el de los laboratorios y salas de pruebas. El lugar tenía una reminiscencia al laboratorio de física y química de la escuela superior de Canterlot, aunque en vez de probetas, tubos de ensayo y demás materiales químicos, había ordenadores y otras muchas máquinas que no supieron identificar. Aunque llegaron a encontrar alguna que otra probeta y un mechero, el resto del lugar era tanto desconocido como nuevo para ambas, y apenas se parecía a lo que ellas tenían entendido por laboratorio. No estuvieron demasiado tiempo allí, pasando al siguiente nivel bajando por otras escaleras.
-El ambiente se vuelve muy pesado… me cuesta respirar…-masculló Celestia.
-Sí, a mí también… sigamos, cuanto antes lleguemos, antes podremos poner en marcha todo-la animó Luna.
No tardaron mucho en terminar de bajar ese último tramo de escaleras, encontrándose una vez más con otras dobles puertas informatizadas.
-Reconocimiento vocal… seguimos sin poder hacer nada, una vez más.
El hechizo volvió a hacer acto de presencia, llevándose por delante las puertas y destrozando un sistema de reconocimiento de voz de alta tecnología; el lugar constaba de un único y ancho pasillo, con un total de cuatro puertas, dos a cada lado del mismo.
-¿Otro pasillo?
-Ya ves, los humanos debían de estar obsesionados con ellos…
Comprobaron la primera puerta a mano derecha, tras la cual encontraron todo un arsenal en perfecto estado.
-La armería… no nos interesa-murmuró Luna, cortante.
-No.
La puerta fue cerrada de seguido, siendo la del frente la siguiente; nada más entrar, se encontraron con un enorme armatoste mecánico de color negruzco y que ocupaba casi todo el techo de la espaciosa sala.
-¿Es esto lo que buscamos?-inquirió Celestia.
-No, tan solo es una caldera… enorme, por cierto.
Cerraron la puerta enseguida y fueron a comprobar la segunda puerta a mano derecha; nada más entrar, y en cuanto los haces de luz alumbraron el interior, los ojos de ambos alicornios brillaron como chiribitas.
-Oh, por la santa creación…-soltó Celestia.
-Un filón…-susurró Luna.
Y es que, delante de ellas, un largo y espacioso almacén se encontraba hasta arriba de suministros de todo tipo, sobre todo de comida; fruta, verduras, legumbres, cereales, leche, agua… había de todo y la cantidad era ingente.
-Aquí hay suministros para meses…-observó Celestia.
-Esto es estupendo, ya no tendremos que depender de expediciones o escapadas fortuitas…
Además de comida, también había otras muchas cosas como mantas, pilas, baterías, linternas, mapas, brújulas… había de todo y parecía que no faltaba nada.
-Estupendo descubrimiento, eso desde luego. Vamos a comprobar la última puerta-avisó Luna.
Por descarte, e incluso obviedad, se encontraron nada más entrar con dicho generador, el cual era un enorme y espacioso armatoste con forma cilíndrica y de color rojo, con una bombilla amarilla en la parte superior. Se encontraba situado a mano derecha de la amplia estancia, y a mano izquierda descansaba el panel de mandos del mismo.
-¡Estupendo! Déjamelo a mí, lo pondré en marcha en un tris-aseguró Luna, muy animada.
-Adelante, tú eres la experta.
La alicornio azul encaró el panel de mandos con cara curiosa, buscando algo en concreto.
-A ver, a ver, el botón de seguridad, el botón de seguridad… ah, aquí.
Usando su magia, apretó un botón de color amarillo y, nada más hacerlo, se encendió sólo en panel de mandos, mostrando una serie de comandos que Luna supo interpretar gracias a sus libros.
-¡Tenemos una suerte endiablada, los depósitos de combustible están hasta arriba! Y según esto, también hay varios más de reserva arriba… tendremos suministro para unas buenas semanas-anunció Luna.
-Eso es estupendo… ¿alguna idea de por qué no llegó a encenderse antes?
-No, ninguna, pero sinceramente eso me da igual. Vale, primero hay que abrir la llave de paso del combustible.
Luna abandonó por un momento el panel de mandos y se acercó a un aro rojo adosado a una ancha tubería; usando su magia, lo giró a la derecha, pero se la resistió.
-Ayúdame Tia, ésta llave está durísima…
Un aura de color dorado brillante se entremezcló con la azul cobalto de Luna y ambas hicieron fuerza hacia el otro lado; tras un rato haciendo fuerza, la llave finalmente cedió, girando poco a poco hasta abrirse del todo. Al instante, oyeron algo fluyendo por el interior del tubo; al segundo siguiente, varias lucecitas de colores comenzaron a encenderse tanto en el panel de mandos como en el cuerpo del generador.
-El combustible proporciona energía adicional… ahora tan solo hay que arrancar el generador.
Luna regresó al panel de mandos y vio un botón rojo justo al lado de la pantalla; fue a pulsarlo, pero en ese momento se paró y se dirigió antes a su hermana.
-Tia… me gustaría que fuéramos las dos juntas las que arrancáramos el generador.
-¿Qué? ¿Estás segura?
-¡Claro! Hemos llegado hasta aquí juntas y haremos esto juntas ¿Qué me dices?
-No sé, Luna… ¿y si lo estropeo todo?
-¡Que va, si solo es apretar un botón! Venga, no seas sosa…
Celestia la miró no muy convencida, pero al final aceptó y se acercó al panel de mandos junto con su hermana.
-A la de tres; una, dos… ¡y tres!
Dos auras mágicas entrecruzadas apretaron el botón y, al segundo siguiente, el generador tras ellas emitió un ronco sonido. Al poco rato éste comenzó a funcionar y las luces empezaron a encenderse, lo que pilló desprevenidas a las alicornios.
-¡Luna, cierra los ojos!
-¡Agh, ah, ah!
Llevaban bastante tiempo rodeadas de oscuridad, y aunque sus cuernos alumbraban bastante, sus pupilas hacía tiempo que se habían adaptado a la penumbra reinante. El cambio lumínico fue muy abrupto, y no les dio tiempo a cerrar los ojos, llegando a salir algo afectadas. Se quedaron con los ojos cerrados durante un buen rato, parcialmente cegadas debido al fogonazo.
-¡Luna! ¿Estás bien?
-¡No veo nada, Tia! ¿Dónde estás?
-¡Aquí, estoy aquí!
Se buscaron a tientas con sus cascos hasta encontrarse, quedándose abrazadas y muy quietas. Esperaron durante un buen rato hasta que al final fueron abriendo los ojos poco a poco para adaptarlos al nuevo ambiente.
-Eso ha estado cerca… un poco más y pudiéramos haber perdido la vista…-masculló Celestia.
-Sí… menos mal…
Las dos alicornios siguieron abrazadas, con el susto aún en el cuerpo. En ese momento, se oyó una voz femenina por todo el recinto decir.
-Reiniciando sistema y definiendo parámetros básicos. Estableciendo conexión con la red. Fallo de autentificación en la conexión, activando protocolo de seguridad.
-¿Has oído eso?-inquirió Celestia.
-Como para no oírlo… vamos a la sala de control, rápido.
Para llegar antes, las dos abrieron sus alas y comenzaron a planear a ras del suelo para ir lo más rápido posible; subieron por el hueco de las escaleras y atravesaron los laboratorios como una exhalación y sin pararse a mirar nada. Enfilaron el segundo hueco y aterrizaron en el descansillo, entrando en la sala de control de seguido; todos los ordenadores se encontraban encendidos de nuevo, y la sala se encontraba totalmente iluminada por una serie de lámparas que colgaban del alto techo. La pantalla gigante de la pared también se encontraba encendida, mostrando sobre un fondo azul marino una especie de escudo en el cual se podía observar un águila sobre un fondo azul; en su pata derecha sostenía una rama de laurel, y en su pata izquierda una serie de flechas. Su cuerpo estaba cubierto por otra heráldica en la cual se podía ver una montaña, unas líneas onduladas y una serie de estrellitas blancas sobre un fondo azul. En los bordes blancos se podía leer una inscripción.
-Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos… vaya, pensaba que esto era una base militar, y no un centro derivado del gobierno… a no ser que estuviera adscrita al mismo departamento…-pensó Luna en voz alta.
-¿Qué quieres decir?-inquirió su hermana.
-Seguridad Nacional es como un organismo aparte de la Administración local, o al menos eso mismo llegué a leer. Es por eso que la adscripción tiene más sentido.
En ese momento, en la misma pantalla gigante comenzaron a aparecer más cosas, casi todas a la vez; una especie de ventana blanca pequeña surgió de la nada, en la que se podía leer:
Buscando redes más próximas…
-Luna ¿alguna idea de lo que es todo esto?-inquirió Celestia.
-Lo siento, pero con la informática en sí no tengo ni idea, ni siquiera he llegado a leer nada.
En el fondo, una serie de bolitas transparentes daban vueltas constantemente mientras el mismo mensaje permanecía en la pantalla; al cabo de unos pocos segundos, el mensaje cambió para mostrar más cosas.
Red encontrada: IntraVegas. Conectando…
-¿IntraVegas?-repitió Celestia, extrañada.
Otros pocos segundos condicionaron todo lo demás, hasta que el mensaje volvió a cambiar.
Conexión establecida.
Pero justo después, salió otro mensaje en otra ventana blanca con el dibujo de un triángulo amarillo con una exclamación negra en el fondo en el que se podía leer.
Atención, se ha detectado que el nivel de tráfico de datos está muy por debajo de lo normal, no se ha podido establecer conexión con otros servidores o redes secundarias.
Y ese no fue todo, puesto que empezaron a aparecer muchos más, uno tras otro.
Fallo a la hora de establecer los servidores proxy, reinténtelo de nuevo.
No se han podido actualizar las bases de datos. Compruebe que su conexión a internet cumple con todos los protocolos de disponibilidad
Imposible conectar con ARPANET
Fallo de conexión con el Pentágono, inténtelo de nuevo
No se ha podido establecer conexión con los servidores de la Casa Blanca
Luna y Celestia leían todos esos mensajes uno tras otro, cada vez más perdidas y sin saber qué hacer; se miraron por un momento y tan solo vieron la ignorancia reflejada en sus caras.
-¿Debemos hacer algo?
-Creo que sí, pero en tal caso no sabría cómo hacerlo…
-¿Alguna idea?
-Ninguna, para que te voy a engañar.
En ese momento, un nuevo mensaje se superpuso por encima de todos los demás, con letras negras y el dibujo de una especie de asa con rayas saliendo de la parte superior; en este se podía leer.
El nivel de flujo de datos es demasiado débil para poder trabajar con normalidad, estableciendo llamada de emergencia al punto de conexión más cercano.
Justo después comenzaron a oírse una serie de largos pitidos que se oyeron por toda la sala, asustando a las dos alicornios.
-¿¡Qué demonios es eso que suena?!-masculló Celestia.
Mientras tanto, a unas cuantas miles de millas de distancia, el día era como otro cualquiera en la ciudad de Las Vegas; todos los ponis descansaban y pasaban el día en la piscina o en el casino, disfrutando del trabajo bien hecho. Y es que gracias a la rápida actuación de Dash, habían podido cumplir con el programa previsto y apagar la gran mayoría de las luces de la ciudad, reduciendo drásticamente el consumo. Ahora todos se relajaban tras una dura jornada de trabajo.
Rainbow se había estado entreteniendo en el casino jugando al blackjack junto con Raindrops, Minuette, y Crescent Moon, siendo Vinyl la crupier; era el único juego de cartas al que le había cogido el tranquillo, el resto era complicado y apenas entendía ni la mitad. Salió del casino volando a ras del suelo, pensando en pasarse un momento por su habitación para recoger un par de cosas e irse luego a la piscina; pero un ruidito extraño y constante la paró de golpe.
-¿Qué es eso que suena?-se preguntó.
Agudizó el oído, tratando de averiguar de dónde venía, no estando muy lejos de allí; se acercó al mostrador de recepción y vio que salía de detrás de la puerta que daba a las oficinas. En cuanto la abrió, el ruido se intensificó, indicando que se acercaba a la fuente del mismo. Finalmente llegó hasta una mesa con un ordenador encendido, en la cual había un extraño aparatito blanco, que era el que sonaba todo el rato; el ruido que emitía era agudo e insistente, cada vez que sonaba una lucecita roja parpadeaba a la vez. Poseía una especie de asa tumbada en un hueco en el que encajaba perfectamente, con una serie de botones numerados al lado.
-¿Qué es esta cosa?-inquirió Rainbow, dándole unos toquecitos con su casco.
Aun así, el aparato no dejó de sonar, pero Rainbow estaba más perdida que nunca.
-Ni idea de lo que es esto, pero que suene así todo el rato… avisaré a Raven-pensó ella, echando a volar.
La última vez que la vio fue en la piscina, y allí seguía, tomando una copa y hablando con más ponis que allí había.
-¡Raven, hay algo extraño sonando en las oficinas!-exclamó ella, nada más llegar.
-¿Sonando?
-Sí, es una especie de aparato blanco que hace ruidos contantes, con botones numerados y una lucecita roja que se enciende y apaga.
Fue entonces cuando la cara de Raven se iluminó y se levantó de golpe de la hamaca en la que estaba tumbada.
-¿¡Que el teléfono está sonando?! ¡Imposible, vamos a ver!
La unicornio blanca echó a correr, mientras que Rainbow la seguía de cerca volando; el resto de ponis se quedaron allí, un tanto extrañados.
Cuando llegaron, el llamado teléfono seguía sonando insistentemente; al verlo Raven se quedó estática, sin poderse creer lo que estaba viendo.
-No puede ser… ¿Quién puede estar llamando, en qué otro lugar puede haber línea?
-Raven, no te ofendas, pero no entiendo nada de lo que dices.
Aun así ella no contestó, se subió a la silla y apretó con su magia un botón en el que se podía ver un altavoz dibujado; tras eso, descolgó el asa blanca y murmuró con voz nerviosa.
-¿Sí, quién es?
Tanto Luna como Celestia se quedaron anonadadas en cuanto oyeron esa voz, sobre todo Celestia, al reconocerla.
-¿¡Raven?! ¿¡Eres tú?!
-¿¡Princesa?! ¿¡Es usted de verdad?!-masculló la voz de su asistenta.
-¡Sí, soy yo! ¿Cómo es posible, qué es esto, cómo consigues…?
-¿Desde dónde llama usted, alteza?-la cortó Raven.
-¿Llamar? ¿A qué te refieres con eso?
-El teléfono de la oficina ha empezado a sonar, eso sólo puede significar que usted ha marcado el número y ha llamado.
-¿Qué yo he marcado qué? No te ofendas, Raven, pero no me entero de nada…
Antes de que Celestia dijera nada más, Luna tomó la palabra y habló.
-Raven, soy la princesa Luna.
-¡Princesa Luna! ¿Usted también está ahí?
-Sí. Escucha, antes de que digas nada más necesito que sepas que nos encontramos en la base militar de Country Yard, a pocos kilómetros de Phoenix; mi hermana y yo hemos conseguido arrancar el generador y al poco rato todo la base ha empezado a funcionar, entre ello este extraño sistema que ha realizado lo que había denominado una llamada de emergencia al punto de conexión más cercano. Estamos que no nos enteramos ¿sabes que es todo esto?
Raven tardó un poco en contestar, pero al final murmuró.
-Vale, ya veo… cuando devolvieron la corriente a la base, el sistema se debió de reiniciar y trató de conectarse a la red, pero como Las Vegas es uno de los pocos lugares que aún poseen electricidad, tan solo se pudo conectar a la red perteneciente a Las Vegas, IntraVegas. Lo de la llamada de emergencia no sé a qué se ha podido deber, pero ha sido toda una suerte.
-Sí, eso desde luego…
-¿Dicen que están en Country Yard? No me suena de nada, pero Phoenix sí, es una ciudad de Arizona… y si mal no recuerdo, no está muy lejos de donde estamos nosotros, Nevada.
En ese momento, la mente de Celestia comenzó a trabajar a toda velocidad, llegando a pensar en algo.
-Raven ¿hay alguien más contigo?-inquirió entonces.
-Sí, tengo aquí al lado a Rainbow Dash…
-¿¡Rainbow Dash?! ¿¡De verdad?!
-¡Sí, princesa, estoy aquí!-exclamó Dash, hablando por primera vez.
-¡Eso es aún mejor! Pero antes contéstame a una cosa…
-¡Dígame, princesa!
-¿Está Twilight contigo?-inquirió Celestia, con un tono de esperanza reflejado en su voz.
La contestación se hizo esperar durante unos breves segundos, hasta que al final la pegaso habló.
-No, de las seis, estoy yo sola… lo siento, princesa…
Celestia notó cómo sus ánimos se desinflaban como un globo pinchado, incapaz de volver a hablar de nuevo. Luna tomó la palabra.
-No sabemos muy bien dónde podéis estar exactamente, así que esto es lo que vamos a hacer. A eso de medianoche, quiero que Rainbow Dash se eleve todo lo que pueda en el cielo hasta realizar un Sonic rainboom, con eso bastará para señalizar vuestra posición ¿entendido?
-¡Sí, princesa, cuente con ello!-exclamó Dash, desde el otro lado.
-Bien, una vez que estéis señalizados nosotras podremos ponernos en marcha hasta vuestra posición. Mientras tanto, podremos estar en contacto a través de éste sistema.
-Sí, puedo marcar yo mediante la rellamada o bien pueden volver a llamarnos ustedes. Aunque si dicen que están algo perdidas, mejor me encargo yo-murmuró Raven.
-No se preocupe, Raven, investigaremos un poco para poder usar este sistema.
Estuvieron hablando un poco más hasta que al final fue Raven la que colgó; durante el resto de la llamada, Celestia se había quedado muy callada, mirando al suelo con una expresión de tristeza infinita. Luna se acercó a ella.
-Vamos Tia, alegra esa cara… ¿no te anima que hayamos descubierto a uno de los elementos?
-Pues claro que sí, Luna… pero… sigo sin saber nada de Twilight.
Luna se quedó callada, entendiendo cómo se sentía su hermana; la pantalla había cambiado de nuevo, los mensajes se habían retirado y el escudo de Seguridad Nacional seguía decorando el fondo.
-Quizás no esté muy lejos. Ahora que hemos encontrado al elemento de la lealtad, quizás sea más sencillo dar con el resto…
-Es posible, pero… ¿Cuánto tiempo más tendrá que pasar? confió en Twilight y sé que podría hacer frente a cualquier situación que se la presente, pero… no puedo evitar preocuparme por ella.
Celestia permaneció en silencio y Luna se quedó pensativa, eligiendo las palabras adecuadas.
-En ese caso, no deberías preocuparte más de lo necesario… estoy convencida de que nos acabaremos encontrando, ya lo verás. Mira todo lo que hemos logrado hoy… si hemos podido encontrar a Rainbow Dash, encontraremos a las demás.
La alicornio blanca sonrió dulcemente, mejorando el semblante.
-Sabes cómo animarme… gracias, Luna.
A partir de ese momento, las dos se pusieron manos a la obra para tratar de comprender y aprender acerca del funcionamiento del sistema central de la base; Luna buscó varios libros y manuales que las sirvieran como referencia, mientras que Celestia iba probando y descubriendo las distintas funciones del mismo. Todo lo que pasaba por la pantalla central se reflejaba en otra más pequeña situada en el recinto elevado del fondo de la sala. El resto de ordenadores repartidos en fila servían de apoyo y como complemento al ordenador central, que era el mismo de antes. Trabajaron sólo con ese, puesto que les sobraban ordenadores y tampoco tenían intención de usarlos todos.
Lo primero que hicieron fue poner en hora el reloj, que en ese momento marcaba las doce de la noche y con fecha del veinte de octubre de 1975; guiándose por el manual, pudieron sincronizar el reloj con la red IntraVegas, la única disponible en ese momento. Éste marcó las once menos cuarto de la mañana del veinticinco de julio del 2013.
-2013… vaya, que avanzados estaban…-comentó Celestia.
-Sí… y todavía es pronto, yo pensaba que sería la hora de comer. Aquí abajo el tiempo pasa rapidísimo.
Una vez que el reloj y el calendario se actualizaron, cada una siguió estudiando e investigando un poco todo lo que les rodeaba, haciendo un alto para comer poco después. Por la tarde siguieron investigando, esperando impacientes a la medianoche. Luna estuvo explorando un poco los laboratorios y salas de pruebas, donde apenas se pararon la primera vez que pasaron por allí; todo se encontraba bastante recogido y no parecía que hubieran estado trabajando por allí mucho antes de que los humanos desaparecieran. Pero una serie de carpetas y archivadores junto con una especie de cajita negra encima de una de las mesas de las salas de pruebas la llamó la atención; apartó por un momento la cajita y se enfocó en los papeles, en los cuales se podía leer apuntes que hablaban acerca de un extraño proyecto llamado Proyecto Mañana; Luna no entendía ni la mitad, pero en una de las carpetas, se encontró con una serie de discos con una superficie blanca por un lado y otra transparente por el otro. Dejó los discos donde los encontró y cogió con su magia la cajita negra, la cual tenía una serie de botones en la parte superior, con una carcasa transparente en un costado.
-¿Qué será esto? No he leído sobre nada semejante…
Por probar para ver que hacían, estuvo oprimiendo uno por uno los distintos botones hasta que al final, uno de ellos puso en marcha una especie de mecanismo en el interior de la misma. Por un momento Luna quiso pararlo, pero se detuvo al oír una voz que salió de la misma cajita.
-29 de diciembre de 2012, primera entrada; no sé por qué, pero por alguna razón que no acabo de comprender, me destinan a otro sitio diferente. No podemos quedarnos aquí, o eso es lo que nos dicen. Es normal teniendo en cuenta todo lo que ha pasado, menudo desastre. Nos aseguran que todo va a estar bien y se realizará un cierre protocolario de ésta base durante un tiempo indeterminado. Por si las moscas, voy a dejar una copia de todos los informes elaborados hasta ahora y una serie de DVDs con todos los videoseguimientos que realizamos hasta la fecha. En caso de que al final se descubra el tinglado, la gente tiene derecho a saber. He de irme ya, me apremian desde el otro lado y yo tengo que esconder esto. Seguiré probando esto de los audiodiarios, me han dicho que son muy útiles para recordar cosas si ya estás lo suficientemente ocupado de por sí. Jim Collins, corto y cierro.
El silencio volvió a caer en cuanto esa voz enmudeció; Luna se quedó en el sitio, sin terminar de comprender del todo lo que acababa de suceder. Había sido todo tan repentino y sorpresivo que le costó trabajo asimilarlo. La voz, de nombre Jim Collins, hablaba de un cierre protocolario de la base y unos DVDs. No tenía sentido, al menos para ella. Pero por un momento recordó los discos de antes y los volvió a sacar; en la parte inferior de la superficie blanca, había grabados las mismas iniciales. Supo entonces que esos discos eran importantes y podrían responder a sus preguntas, pero antes debía de averiguar lo que eran y cómo acceder a esa información. Y no era nada que una rutinaria investigación de campo no pudiera hacer.
Regresó al nivel superior, donde se encontraban las salas de juntas y los vestuarios; la última vez que estuvo allí, le pareció ver algo en una de esas salas, y por alguna extraña razón, su instinto la decía que encontraría las respuestas en ese algo que no supo identificar. Había un total de cinco salas de juntas, pero sólo una de ellas tenía lo que estaba buscando.
-Ajá, ya sabía yo que había visto lo del DVD antes en otro lado…
Una alta torreta negra poseía una serie de huecos, en los cuales había varios aparatos negros con forma rectangular, en uno de ellos se podía leer las siglas antes vistas. Luna buscó unas instrucciones o algo parecido, llegando a encontrar un libreto que explicaba el funcionamiento de dicho aparato. La llevó tiempo, y tuvo que leerlo varias veces, pero finalmente consiguió encender el reproductor, como lo llamaban en las instrucciones. También tuvo que encender el proyector que colgaba del techo, el cual emitió una luz azulada que se quedó fijada sobre una superficie blanca en la pared. En ese momento, su hermana entró en la sala.
-Ah, aquí estás, te he estado buscando por toda la base, tengo una duda acerca del sistema operativo, pensé que podrías… ¿Qué estás haciendo?
-He encontrado algo interesante que podría aclararnos muchas dudas… iba a ver estos DVDs ahora ¿quieres quedarte?
-Vale… ¿Qué es un DVD?-inquirió Celestia.
-Es como una especie de dispositivo que sirve para ver películas… o eso es lo que pone en las instrucciones, aun no entiendo todo, pero técnicamente ya sé cómo funciona. A ver… ah, ahora.
Oprimió un botón y una pequeña bandeja surgió del interior del reproductor, la cual tenía una forma idéntica al del disco que sostenía con su magia; posó el disco en ella y la volvió a cerrar. En la pantalla azulada se pudo ver un signo idéntico al de un triángulo ladeado, junto con la inscripción Auto-play. Acto seguido la pantalla fundió a negro momentáneamente.
Luna y Celestia se acomodaron y luego apagaron la luz, para poder verlo todo mejor; al cabo de unos pocos segundos de negrura, comenzaron a ver cosas.
-Vale ¿está encendido?-decía una voz masculina.
-Sí, ya está.
-Muy bien… a ver…
La imagen se movió y de golpe y porrazo apareció la cara de un joven hombre humano; era moreno, de pelo corto, ojos azulados y con una barba sin afeitar un tanto descuidada.
-Muy bien, pues empezaremos presentándonos. Hola, mi nombre es Jim Collins, soy ingeniero de telecomunicaciones y programador informático, y ahora mismo uno de los integrantes del Proyecto Mañana. Ahora presentaré a mi equipo.
La imagen se volvió a mover y mostró a muchos más humanos, había un total de cinco a la vista y todos vestían con una larga bata blanca de laboratorio; la imagen enfocó hacia otro hombre humano de aspecto algo desdeñoso, con pelos rizados, moreno y de ojos saltones. Llevaba puestas unas vistosas gafas.
-Te toca, Bill-murmuró la voz de Jim.
-Muy bien, pues yo soy Bill Sanders, soy un avezado técnico robótico, con dos masters y un doctorado. Y soy un miembro del Proyecto Mañana.
-Vale… tu turno, Kate.
La imagen se centró en una mujer humana rubia, de pelo largo y liso, que le caía por los hombros y con unos ojos verdosos.
-Hola, mi nombre es Kate Norrington, soy neurocirujana de profesión y panadera en mis ratos libres. Ahora soy un miembro del Proyecto Mañana.
-Panadera… ¿haces tartas también?-inquirió Jim.
-Sí, me salen muy buenas, o al menos eso dicen mis amigos.
-Eh, pues yo también quiero probarlas…-murmuró otra voz.
-Genial, a nosotros también nos encantaría probarlas, si no tienes inconveniente.
-No, para nada, puedo hacer una para todos.
-¡Estupendo! A ver, es el turno de Mike…
La imagen enfocó ésta vez a un hombre orondo y corpulento, de grandes papadas y pelo revuelto y grasoso; sus ojos eran oscuros.
-Hola, soy Mike Kawosky y que conste que soy un genio. Soy neurocientífico, y poseo un 173 en mi test de inteligencia, es por eso que estoy en el Proyecto Mañana.
-Tan expresivo como siempre, Mike…
-Pues claro-le espetó Mike.
-Cómo no… ahora le toca a usted, señor Morris…
Ésta vez vieron a un hombre humano de edad bastante avanzada, de cara arrugada y delgados pómulos, casi calvo y con ojos castaños.
-Muy buenas, mi nombre es Andy Morris, tengo setenta y seis años, hace cinco que debería estar jubilado, soy físico-químico experto y miembro del Proyecto Mañana. Y me siento como papá Pitufo.
Se oyó entonces una gran carcajada por parte de los demás, sin embargo el señor Morris apenas se inmutó.
-Ése es el gran sentido del humor del señor Morris…-murmuró Jim.
-Hombre, os diré, soy el único de mi quinta…
La imagen se movió hasta el último miembro del equipo, un hombre joven de aspecto lúgubre, de pelo moreno, lo suficientemente largo como para taparle parte de la cara. Apenas se le distinguía bien.
-Ya sólo quedas tú, Boby…
El tal Boby habló con voz trémula y un tanto apagada.
-Yo soy Bob Henderson, pero todo el mundo me llama Boby. Soy físico cuántico y miembro del Proyecto Mañana.
Una vez echas las presentaciones, la imagen volvió a moverse, enfocando a Jim de nuevo.
-Pues éste es el equipo técnico del Proyecto Mañana, nos hemos incorporado hoy y empezaremos al día siguiente, aunque la idea de hacer este video fue del señor Morris. Haremos un seguimiento más o menos diario de nuestro progreso para tener constancia de nuestro trabajo…
-Y cómo dulces recuerdos para el final-agregó Mike justo después.
-También, es una forma de verlo… el general Phillips nos pondrá al corriente en breve, corto este video aquí.
Y nada más decirlo, la imagen fundió a negro para luego volver al fondo azul de antes, mostrando un cuadrado blanco junto con la inscripción Stop.
Celestia y Luna se quedaron donde estaban, sin apenas reaccionar; la luz regresó y Luna sacó el disco, sin decir nada. Al poco rato, Celestia decidió romper el hielo.
-¿Qué es esto, Luna?
-Buena pregunta, yo me estaba haciendo la misma…
Las dos alicornios volvieron a guardar silencio, sin volver a decir nada más. Luna guardó el disco y apagó tanto el DVD como el proyector, quedándose la pared en blanco.
-Proyecto Mañana… ¿qué será?
-Supongo que si queremos saber más, tendremos que ver el resto… pero no ahora, ya estoy llena de información.
-Sí, yo también… me siento algo mareada, creo que me voy a acostar un rato…
-Aquí al lado hay un cuarto lleno de camas que antes no vimos.
-Vale, pues me echaré un rato.
Celestia se retiró, dejando a Luna a solas con sus pensamientos; ese día estaba siendo uno de los más largos y pesados desde que llegaron al mundo humano, y con tanta información se sentían saturadas. Entre el generador, el sistema central, la llamada a Las Vegas y ahora ese extraño Proyecto Mañana, Luna sentía como si su cabeza estuviese a punto de estallar. Por lo que no lo dudó ni un instante más.
-Tia, espera, te acompaño.
Apagó la luz y cerró la puerta tras de sí, yendo tras la estela de su hermana; los DVDs se quedaron en la mesa de la sala.
El sol comenzaba a descender, tiñendo a Oklahoma City de un color anaranjado intenso; había sido un día intenso para todas y aunque todavía no había anochecido, sentían como si estuvieran extenuadas. Habían estado concretando cosas juntas y la tarde se había pasado volando.
-Entonces ¿crees que deberíamos movernos, querida?
-Sí, en el pueblo tengo un generador que nos puede abastecer de energía y podemos seguir investigando desde allí. Si necesitas llevarte algo, puedes hacerlo, en el autobús hay sitio de sobra.
-Bueno, en ese caso, de acuerdo, mientras pueda seguir trabajando…
-Claro, no hay problema.
La única que no había hablado era Pinkie, la cual seguía con su crin totalmente lisa y sin apenas vitalidad.
-¿Estás bien, Pinkie? Te noto muy distante…
-Oh, sí, no es nada, es solo que… estaba pensando. La vida en Tulsa fue muy difícil para mí, y creía que quizás no volvería a veros nunca más. Pero ahora estáis aquí, y aun así parece como un sueño. Se siente… extraño.
Twilight y Rarity la miraron comprensivamente y la dieron un gran abrazo entre las dos.
-Me alegra ver que pudiste salir adelante, Pinkie… has sido muy valiente-murmuró Twilight.
-¿Ah, sí?
-Desde luego que sí, querida, no todo el mundo está hecho para la soledad, pero aun así, aquí estás. Eso dice mucho de ti, cielo-asintió Rarity.
La poni rosada sonrió y las devolvió el abrazo, su crin permaneció lisa a pesar de todo.
-Entonces… ¿saldremos mañana?-inquirió Pinkie.
-Sí, sugiero que nos vayamos pronto a la cama para despertarnos temprano y salir de seguido. No me atrevo a conducir de noche después de lo que ha pasado.
-No te apures, querida, por lo menos no hemos de lamentar males mayores.
-Sí, es verdad… y además mi dolor de cabeza ha desaparecido, por lo que el medicamento funciona-añadió Twilight.
Finalmente no lo hablaron más y decidieron acostarse pronto; cenaron algo rapidito y cada una eligió una habitación. Pinkie se pasó antes por el baño para asearse un poco, lavándose la cara y poco más. Se miró por un momento al espejo, su reflejo la devolvió una mirada un tanto seria y ligeramente tristona. No entendía por qué se sentía tan rara ahora que había vuelto a encontrar a sus amigas. Ver su pelo tan liso también condicionaba, aunque lo dejó estar enseguida.
-Quizás lo vea mañana todo un poco mejor…-pensó ella, apartándose del lavabo.
-O puede que no-murmuró entonces una voz familiar.
Pinkie se quedó estática, sintiendo como un escalofrío la recorría todo su cuerpo hasta acabar en la nuca; giró la cabeza lentamente, implorando que sólo hubiera sido su imaginación jugándola una mala pasada. Aunque eso es lo que más hubiera querido en cuanto la vio. Porque allí estaba, al otro lado del espejo, mirándola fijamente esbozando una espantosa sonrisa.
-Hola querida… ¿me has echado de menos? Porque yo sí…
Pinkie abrió la boca, pero no salió ningún sonido de ella; Pinkamena pronunció su sonrisa un poco más, sin apartar su vista de la suya propia. Pinkie cerró de golpe la puerta y salió disparada hacia su habitación, escondiéndose tras las mantas y haciéndose un ovillo entre ellas. Ella sabía que no podía ser real, o al menos prefería que no fuera real. Otra cosa era que fuera lo que Pinkamena quisiese que fuera. Y eso era lo que más la aterraba.
Esa noche, las estrellas brillaban con fuerza en ese lado de Arizona; no se estaba tan alto como en Kitt Peak, pero las vistas eran igual de bonitas. Después de casi todo el día metidas en la base, se agradecía volver a respirar aire fresco. Quedaban cinco minutos para medianoche y esperaban ver un resplandor multicolor de un momento a otro.
-Menuda siesta nos hemos pegado…-comentó Celestia.
-Sí… hacía tiempo que no me echaba yo una…
Las dos se quedaron en silencio, cada una pensando en sus cosas. Luna fue la que habló poco después.
-Ahora que tenemos energía y conexión con Las Vegas, he pensado que nos vendría mejor parar aquí… a no ser que tú quieras volver a Kitt Peak…
-Lo he estado consultando con la almohada y ya he pensado en algo. Yo volveré por las mañanas a Kitt Peak para seguir investigando el sol, sigo pensando que tiene la clave para volver a Ecuestria. Si quieres, puedes quedarte aquí o acompañarme, como tú veas…
-Hombre, ahora que hemos descubierto la base, prefiero quedarme aquí por ahora y seguir investigándolo todo… además, tenemos lo del Proyecto Mañana también…
-Agh, calla, no me lo recuerdes, menudo dolor de cabeza…
-Entonces… ¿te vuelves a Kitt Peak?
-Sí, pero sólo a trabajar, por las noches volveré-especificó Celestia.
-Ah, bien… ya que vas a ir ¿podrías traerme algunas cosas de allí?-pidió Luna.
-Claro ¿Qué quieres que te coja?
-Los libros de astronomía, los que me dejé en el Mayall, ese cuadro de las nebulosas que me gustó tanto, y tráeme también la PlayStation 3 y los juegos esos, quiero volver a intentarlo otra vez.
-Vale, déjamelo apuntado para mañana.
Las dos volvieron a guardar silencio y siguieron oteando el firmamento, a la espera de la señal.
Al mismo tiempo, en Las Vegas, Rainbow Dash se preparaba desde lo alto de la azotea del palacio del César; llevaba puestas unas gafas de aviación y casi todos los demás ponis estaban allí para animarla.
-Intenta realizarlo en el punto más alto para asegurar que las princesas lo ven-comentó Raven.
-No te apures, hablas conmigo precisamente.
-Sí… mucha suerte, Dash.
La pegaso multicolor ejercitó las alas un poco más y, tras eso, se preparó; flexionó las patas y tras eso se lanzó hacia arriba como un obús. Sin dejar de acelerar en ningún momento, fue subiendo rápidamente, dejando atrás a los edificios de la ciudad; en menos de cinco minutos, Las Vegas era un punto de luz en medio de una densa oscuridad. El aire comenzaba a rasgarse, notándolo enseguida y preparándose.
-Sólo un poco más…-pensó Dash, haciendo un último esfuerzo.
El resto la salió sólo. Se oyó un estallido y Rainbow notó cómo la aceleración la empujaba hacia delante. Miles de colores brillantes se extendieron hacia todas las direcciones, mientras que ella subía un poco más, antes de ponerse a bajar en picado trazando tras de sí una marca multicolor en el aire con forma de signo de exclamación abierto.
En ese momento oyeron una especie de explosión apagada, seguida de un destello multicolor que iluminó el cielo y una especie de signo de exclamación abierto no muy lejos de donde ellas estaban. A ojo, habría como unas ciento cincuenta mil millas, aproximadamente.
-Vale, no están muy lejos… ¿para cuándo salimos?
-En realidad no hay prisa, así que… ¿pasado mañana?
-Como tú veas…
Como allí se estaba bien, apenas hacia frio y el paisaje había mejorado, las princesas decidieron quedarse un poco más; el oscuro cielo se vio parcialmente iluminado y, por un momento, el arcoíris resultante del Sonic rainboom pareció convertirse en una aurora boreal multicolor. Las estrellas fueron opacadas, e incluso la delgada luna cuarto creciente llegó a teñirse también. El resto del cielo siguió como siempre. Una estrella fugaz surcó el firmamento antes de apagarse.