Capítulo 12
Caos organizado
Caos organizado
Una vez que el imperio de Cristal fue restaurado, tanto Cadance como Shining Armor decidieron fijar su residencia allí, ya que ahora eran los dirigentes del sitio; debido a esto, Cadance no pudo seguir cuidando a Frank, ya que dejó de parar en Canterlot, y Luna se vio obligada a reasignar a Helpful Maid como su niñera oficial y personal, para alegría y gozo de la poni. Ésta había cogido mucho cariño a Frank, por lo que aceptó con sumo agrado. Luna también estaba satisfecha con su trabajo, por lo que lo hizo para que su hijo tuviera la mejor niñera que pudiera pedir.
Como venía siendo usual, el tiempo volvió a pasar rápidamente; como por arte de magia, el primer tercio del año transcurrió a un ritmo vertiginoso, llegando a pasar de todo. Al poco de volver del imperio, Pinkie decidió duplicarse a sí misma, para que de esta forma pudiera estar en varios sitios a la vez y así no perderse la diversión, pero la cosa no resultó tan bien como ella esperaba.
Una antigua rival de Twilight regresó para vengarse de ella, trayendo un extraño amuleto mágico consigo que amplificaba sus poderes; pero, cual efecto rebote, éste aumento traía consigo la pega de que el portador se corrompía cuanto más lo usaba. Aun así, Twilight usó la cabeza y pudo derrotarla antes de que la cosa fuera a peor.
La familia Apple llegó a hacer su reunión familiar tradicional, como cada año, y éste vez se reunieron en Sweet Apple Acres, siendo Applejack la encargada de organizarla; sin embargo, la yegua se dejó llevar demasiado y las cosas se torcieron un poco, pero al final el espíritu de unidad persistió, que era, y de lejos, lo más característico de una familia tan grande como los Apple.
Antes de que pudiera darse cuenta, Frank ya iba a cumplir un año desde que Luna lo adoptó, pero como no sabía con certeza cuándo era su cumpleaños real, Luna decidió establecer el día en el que lo encontró como el día de su aniversario: el 24 de mayo. Para ese día en concreto Luna invitó tanto a Twilight como a sus amigas, así como a Cadance y Shining, e incluso a Fleur y Fancy Pants, los cuales habían sido padres también recientemente.
Ese día en concreto fue todo un torbellino de sensaciones para Frank, vio a un montón de ponis nuevos, globos, comida y, sobre todo, regalos. Él apenas era consciente, pero se lo pasaba en grande rasgando el papel de los envoltorios y estrujándolos, antes de descubrir lo que ocultaban, viendo de todo, sobre todo un montón de juguetes nuevos; por parte de Rarity recibió más ropa y el peluche de un león, el cual le encantó. De parte de Applejack recibió un tren de juguete tallado en madera, muy similar al expreso de la amistad, además de la tarta de cumpleaños, con una vela en forma de uno. Twilight le regaló un libro infantil interactivo, con dibujos a todo color, letras grandes y desplegables que se abrían cuando pasaba las páginas, con lengüetas y discos giratorios. De Pinkie recibió otro peluche, ésta vez de un simpático payaso. Fluttershy le obsequió con otro peluche, ésta vez de un oso, además de un pequeño gatito como mascota; a Frank le encantó, y enseguida se hicieron inseparables, haciéndole más caso al gato que al peluche. De parte de Rainbow Dash recibió el peluche de la capitana de los Wonderblots, Spitfire, junto con un pequeño poster de la pegaso multicolor autografiado. A Applejack le molestó un poco ese regalo.
-¡Rainbow Dash, se supone que es el cumpleaños de Frank, no el tuyo!
-¿Qué? Estoy convencida de que cuando sea más mayor vendrá a animarme a mis exhibiciones con los Wonderbolts…
Sin embargo, a Luna no le molestó para nada y la agradeció el detalle. Cadance y Shining le regalaron un pequeño modelo a escala de su palacio en el imperio de Cristal. Fancy Pants y Fleur no llegaron a traer ningún regalo, pero si trajeron con ellos a su hija, presentándola ante todos.
-Princesas, les presento a mi hija, Sweet Cream.
Se trataba de una pequeña potrilla unicornio de pelaje color crema y crin y cola de color blanco, con destellos azules claros. Tanto Frank como ella llegaron a hacer muy buenas migas al instante, él era un poco más mayor que ella, puesto que había nacido hacía pocas semanas, pero eso no les detuvo y se convirtieron casi en uña y carne, sin ni siquiera separarse el uno del otro, e incluso llegando a compartir algún que otro tierno abrazo. Hasta Rarity llegó a interpretarlo a su manera.
-Oh, pero qué adorables se ven los dos… ¿has visto eso, querido? Ya te digo yo que esos dos van a estar muy unidos cuando crezcan…
-Bueno ¿y por qué no iban a estarlo? Me alegro ver que se lleven tan bien…-murmuró el noble, feliz por su hija.
-Oh, pero no sólo lo digo por eso…
-Venga ya, Rarity, no seas tan exagerada ¿acaso eres vidente ahora?-inquirió Fleur, divertida.
-¡Ey! ¿Alguien ha dicho vidente? ¡Aquí tiene ni más ni menos que a Madame Pinkie Pie!-exclamó la aludida.
El cumpleaños resultó ser un auténtico éxito, y la fiesta se prolongó hasta bien entrada la tarde; en cuanto los invitados comenzaron a irse, Frank se mostró algo triste, llegando a llorar un poco cuando vio irse a Sweet con sus padres. A Luna le costó un poco calmarle, pero finalmente consiguió tranquilizarle aprovechando que tenía que subir la luna; dejó a Frank sentado en un sillón mientras ella iba subiéndola con su cuerno. El pequeño observó atentamente al satélite, llegando a señalarlo con una garra. Una vez que estuvo en su punto más alto en el cielo, llegó a decir.
-Luna…
La alicornio oscura llegó a abrir muchísimo los ojos, como si no hubiera oído bien; se dio la vuelta y miró a su hijo, el cual la miró atentamente con el brazo en alto.
-¿Cómo has dicho, cariño?-masculló Luna, perpleja.
Esta vez, Frank la miró a ella, la señaló y volvió a decir.
-Luna…
La aludida dejó escapar una boqueada, incrédula, pero así era. Frank había dicho su primera palabra. Y, para celebrarlo, la volvió a decir.
-Luna…
Encantada de la vida, y más feliz que nunca, Luna cogió a su hijo con su magia y llamó a su hermana.
-¡Celestia, Celestia, ven, tienes que ver esto!
-¿Qué, qué pasa?
-¡Es Frank, ha hablado, ha dicho su primera palabra!
-¿¡De veras?!-inquirió Celestia, sorprendida.
-¡Sí! ¡Vuélvela a decir, cariño, que tu tía te oiga!
Frank miró a Celestia y luego a su madre, un poco absorto, pero finalmente la volvió a decir.
-Luna…
La alicornio blanca se quedó gratamente sorprendida y su madre sonrió un poco más.
-Caramba, qué pronto ha empezado… eso es buena señal, sin duda alguna…
-¿No es maravilloso? ¡Pronto podrá a empezar a hablar apropiadamente, haciendo frases y encadenando palabras!-exclamó Luna, toda emocionada.
-Bueno, bueno, con calma, ahora tan solo repetirá palabras, por ahora dale tiempo, y sigue leyéndole cuentos-la aconsejó su hermana.
-¡Claro! ¿Quieres que te lea un cuento, cariño?
Pero Frank ya se había dormido, agarrado al pelaje de su madre y con la boca abierta.
-Oh, pobrecito mío, estaba agotado…
-Ha sido un día largo y lleno de emociones… ve a acostarlo ya.
Luna se apresuró y lo subió a su habitación, dejándole en su cuna arropadito y rodeado de sus nuevos peluches. La alicornio oscura se inclinó sobre él y le dio un suave beso en la frente.
-Buenas noches, cariño.
Tras el cumpleaños, el tiempo pareció pasar un poco más despacio ésta vez, como si quisiera dar un descanso tanto a Luna como a Celestia, las cuales lo disfrutaron como nunca.
Recientemente, Celestia comenzaba a estar más volcada en sus propios proyectos, visitando más de seguido la capilla y pasando más tiempo allí; llevaba siempre consigo el libro con los dibujos de círculos y estrellas en su portada, consultándolo de seguido y haciendo sus propias pruebas y experimentos con su magia.
Por su parte, Luna se volcó un poco más en Frank, estando más tiempo con él, cuidándole y enseñándole más palabras para que las repitiera; al ser su primera palabra, estuvo dirigiéndose a su propia madre como Luna, en vez de mamá, sonando bastante raro para ella. La costó un poco corregirle, pero finalmente, tras muchos días insistiéndole, la llamó mamá. Para entonces, ya sabía decir unas cuantas palabras, entre ellas tren, magia, poni y alguna que otra más. Luna se mostraba bastante sorprendida con él, puesto que aprendía bastante rápido para ser un niño de un año.
Una tarde, paseando con él por el jardín, vio a su hermana al lado de una estatua que la era familiar; se acercó a ella para hablarla, Celestia miraba fijamente al ser que ésta representaba, el cual parecía ser una especie de quimera con partes de varios animales en él. Se apoyaba sobre una larga cola, tenía sus patas extendidas hacia delante y una cara de auténtico pavor, girada hacia un lado.
-¿Qué haces aquí, hermana?-inquirió ella.
-Estaba pensando… desde que lo conocimos, la magia de Discord ha sido muy poderosa, siendo capaz de doblegar la realidad a su antojo. Incluso ahora no deja de sorprenderme después de su última incursión aquí…
-No me lo recuerdes… pero espera ¿a qué viene ahora todo eso?-quiso saber Luna.
-He pensado que, quizás, con el método adecuado, consigamos poner de nuestra parte a Discord…
A eso, la princesa de la noche abrió muchísimo los ojos, sin creerse lo que su hermana la decía.
-¿¡Te has vuelto loca?! ¡Sabes que es imposible hablar con él, hace lo que le da la gana, es cruel e injusto, no podemos dejarle suelto!
-Lo sé, pero piensa por un momento que puede ser capaz de usar su magia por voluntad propia y sin hacer ningún tipo de caos…
-Lo siento, pero eso que dices no es compatible con Discord… además ¿por qué estás tan interesada en que use su magia para el bien?
Ante esa pregunta, Celestia guardó silencio y Luna no la volvió a preguntar de nuevo, pero aun así comentó.
-Pienso que estás cometiendo un grave error…
-Puede… pero creo que merece la pena intentarlo. Y me parece que ya sé quién puede ser capaz de realizar la labor…-añadió Celestia, hablando casi consigo misma.
-Allá tú, yo no quiero saber nada, si luego todo se sale de madre la responsabilidad será tuya-añadió Luna.
Sin hacer ningún apunte más, Celestia ordenó a cuatro guardias que subieran la estatua de Discord a un carruaje mientras ella enviaba una carta y se preparaba; Luna prefirió mantenerse al margen, no sabía muy bien qué movía exactamente a su hermana a hacer algo tan arriesgado, pero ella ya había dejado bien claro su opinión y no tenía intención de involucrarse más. Celestia se subió a su propio carruaje y Luna la despidió.
-Espero que no tengamos que lamentarnos después…
-Confía en mí, Luna, sé lo que me hago-aseguró Celestia.
Luna quiso contestar, pero por un momento se lo pensó mejor y prefirió dejarlo así.
-Recuerda que tenemos reunión con la nobleza dentro de poco…
-Sí, tranquila, será ir y volver, no tardaré mucho.
A una señal de Celestia los guardias pegasos echaron a correr y luego despegaron, siguiéndoles de cerca los que llevaban la estatua de Discord. Luna los observó alejarse hasta que se perdieron en la distancia.
-Qué raro que la haya dado por reformar a Discord así sin más… ¿Cuál será la razón?-se preguntó ella, un tanto extrañada.
Además, cuando se lo preguntó, ni siquiera la contestó. Y cuanto más lo pensaba, menos sentido parecía tener, por lo que decidió aparcar sus pensamientos y prepararse para la reunión; dejó a Frank con Helpful Maid y, tras eso, esperó a su hermana para ir juntas, llegando justo a tiempo.
La reunión salió bien, se reunieron con varios colectivos nobiliarios para comprobar el resultado de la nueva ley, viendo que funcionaba a la perfección; aun a pesar de eso, duró sus buenas dos horas, y salieron de ella bastante cansadas. Aunque para Celestia no hubo descanso, ya que la llamaron desde Ponyville y tuvo que irse para allá. Volvió al poco rato con una gran sonrisa de oreja a oreja y con la satisfacción grabada en su rostro, se encontró con Luna en una de las salas de estar del palacio.
-¿Y bien? ¿Cómo ha ido?-inquirió su hermana.
-Perfectamente, Discord me acaba de jurar su lealtad.
Nada más oírlo, la mandíbula de Luna se desencajó y sus ojos se abrieron de par en par, incapaz de creerla.
-Es una broma…
-Huy, no…
-Pero, pero… ¿de verdad? quiero decir ¿en serio?-repitió Luna, aún sin salir de su asombro.
-Desde luego… está dispuesto a usar su magia en beneficio del bien, yo misma he podido notar que realmente ha cambiado-aseguró Celestia.
-Vaya… me resulta difícil de creer, la verdad…
-Lo sé, pero no te preocupes, no nos dará problemas.
-Pues eso espero… ¿y dónde está ahora, por cierto?-quiso saber Luna.
-Lo he dejado a su aire, estará por ahí, supongo…
-¿¡Qué?! ¿¡Y lo dejas estar así sin más?!-exclamó Luna, alarmada.
Antes de que Celestia pudiera responder, una voz familiar comentó.
-Oh, querida, que poca fe tienes en mí…
En ese justo momento, hubo un destello por encima de sus cabezas y el aludido hizo acto de presencia.
-¡Discord!-exclamó Luna, echándose hacia atrás.
-¡El único y genuino! Pasaba por aquí para saludar, he visto que hablaban de mi persona y no he podido evitar escuchar vuestra animada conversación…-murmuró él, como quien no quiere la cosa.
-Siempre has sido un entrometido…-le espetó Luna, molesta.
-Oh, Luna, tus palabras me duelen tanto…-gimió él, melodramáticamente.
-Ya, claro…
-Sé que, recientemente, los tres no hemos tenido lo que se dice una buena relación, pero supongo que ahora que estoy reformado, podréis permitirme tener un poco de… espacio.
-Ve al grano, Discord-le cortó Celestia.
-Oh, Celestia, incluso ahora sigues siendo igual de aburrida…
Ante eso, Discord obtuvo una mirada de reproche por parte de la princesa del sol, por lo que él atajó.
-Está bien, seré breve, directo y conciso… necesito un lugar donde parar ahora que estoy libre cual pajarillo.
-¿Y? No veo en qué puede eso afectarnos…-murmuró ella, alzando una ceja.
-Oh, pero es que verás, cuando yo me pongo cómodo y tengo mi propio espacio, me explayo a gusto en cuanto a caos se refiere, y personalmente, yo soy de esos a los que le gusta tener buenas vistas…-explicó él, mirándose las garras.
-Ah, no, de eso nada, sabes que no puedes esparcir el caos a tu gusto-le recordó ella, seriamente.
-¡Por eso mismo lo digo! Si pudieras proveerme de un buen lugar donde vivir y ser yo, te estaría muy agradecido…
Celestia rodó los ojos, algo molesta, pero finalmente hizo brillar su cuerno y, entre espacio y espacio en el aire, se creó un vacío amoldable; Discord chascó sus garras y una puerta apareció como límite.
-¡Excelente! Gracias, querida, cuando lo tenga acondicionado te invitaré a tomar el té…
-No hace falta, gracias…
-Oh ¿aún desconfías de mí? ¿No se supone que la amistad se basa en el respeto y la confianza? Porque pensaba que ahora éramos amigos…
-¡Qué cara! ¡Antes no la reprochaste nada!-le espetó Luna.
-No, no, no, yo solo comento, nada más…
Ambas princesas rodaron los ojos, sintiéndose un tanto estresadas; en ese momento apareció Helpful Maid, trayendo consigo a Frank.
-Alteza, ya estamos aquí…
En cuanto vio al pequeño, Discord se mostró inmediatamente interesado y se acercó a él, observándole atentamente.
-¡Hola! ¿Qué tenemos aquí?
Nada más verle, Helpful lanzó un chillido y salió corriendo, dejándose incluso olvidado a Frank debido al susto. Discord lo cogió a tiempo.
-¡Eh, oiga, se deja a su… criatura!
-¡No toques a mi hijo, Discord!-masculló Luna, arrebatándoselo con su magia.
-Espera ¿he oído bien? ¿Tu hijo?-repitió él, confuso.
-¡Sí, es mi hijo, y un solo comentario acerca de él y te aseguro que no vuelves a ver la luz de la luna!
-¡Oh, qué protectora, cuánto amor filial, qué bonito! Me sorprende verte en ese plan, Luna…
La princesa de la noche lanzó una mirada glacial a Discord, sin fiarse de él; en todo momento, Frank no se mostró asustado de Discord, sino todo lo contrario, lo miraba atentamente, con actitud curiosa, y apenas apartaba la vista de él. Para introducirle un poco, Celestia le estuvo explicando.
-Éste es Frank, Luna lo encontró una noche paseando por los jardines, hace ya un año, y lo adoptó como su hijo. No sabemos lo que es, lo estamos investigando, aunque si por un casual sabes de qué se puede tratar, no dudes en compartirlo con nosotros...
-Nada más lejos, querida, pero créeme, en todos mis eones de existencia jamás había visto nada semejante… hay que ver qué cosa más curiosa…-murmuró Discord, observándole atentamente.
-¡Mi hijo no es ninguna cosa!-exclamó Luna molesta, apartándole de él.
-Oh, deberías relajarte un poco, Luna… haz como yo, diviértete, a veces el caos ayuda bastante…
La princesa quiso contestarle, pero en ese momento, Frank repitió lo último que llegó a oír.
-Caos…
Todo el mundo guardó silencio, un tanto cortado; excepto Discord, el cual, con lágrimas en los ojos, musitó.
-Oh ¿habéis visto eso? ha sido tan, tan adorable, me siento honrado y todo, ya me está gustando…
-¡De eso nada, tan solo ha repetido lo que tú has dicho!
-¿Y qué te dice que en realidad tan solo le gusta cómo suena?
-¡Eso es lo que te gustaría a ti!
Ante tanto quejido, Celestia decidió poner orden entre los dos.
-¡Silencio! ¡Parad ya, los dos, parecéis críos! ¡Y tú, Luna, ni sé para qué te molestas en seguirle el juego!
-¡Es él el que entra al trapo!
-¡Y eres tú la que le sigue como una tonta! ¡Desde luego!
En ese momento una de las ponis del servicio se presentó y anunció.
-Altezas, la cena ya está servida.
-¡Oh, estupendo, gracias, empezaba a tener hambre!-exclamó Discord, encantado.
-¿¡Y a ti quien te ha invitado si se puede saber?!-quiso saber Luna, cada vez más molesta.
En circunstancias normales, Celestia hubiera optado por el método más sencillo, que es echar simplemente a Discord de allí; pero a ella le interesaba tenerlo cerca, por lo que le dejó estar, para rabia y desconcierto de su hermana pequeña.
La cena transcurrió en un denso silencio, el servicio trajo enseguida papilla de verduras para Frank, el cual la degustó tranquilamente y sin ni siquiera quejarse; de postre, Luna le dio trocitos pequeños de manzana que se comió con gusto. Una vez que terminó de darle de cenar, Luna le pidió a su hermana.
-¿Me lo sujetas un rato, Tia?
-Claro, dámelo…
Pero antes de que pudiera pasárselo, Discord se adelantó.
-Oh, permíteme querida, no vayas a pasar hambre…
-¡Ni loca dejaría a mi hijo contigo!-exclamó Luna, apartándolo de él.
-Oh, vamos, no seas así, tan solo te estoy haciendo un favor… los amigos se hacen favores ¿no?
Luna quiso contestarle, pero Celestia decidió interceder.
-Vamos Luna, no pasa nada, apenas has comido, déjale que te lo sostenga un rato.
Sin comprender del todo por qué su hermana estaba tan permisiva con él, se lo entregó a regañadientes; Frank no se quejó en ningún momento, mirando fijamente a Discord con los ojos muy abiertos y vigilantes.
-Oh, es tan, tan adorable… y que le guste el caos ya lo hace aún más…-murmuró él, enternecido.
Luna rodó los ojos, guardándose sus comentarios. En ese momento Discord lo sentó en la mesa y chascó sus garras; al punto, el candelabro más cercano cobró vida y comenzó a bailotear tontamente.
-¡Mira Frank! ¡Velas bailarinas!
El aludido se quedó absorto mirándolas, llegando a reírse de vez en cuando.
-¿Has visto? ¡Le gusta!
El candelabro botó hasta donde estaba él y le rodeó meneando sus brazos; Frank trató de alcanzarlo, pero el candelabro lo evitó y echó a correr dando saltitos. El pequeñín fue tras él gateando.
-No creo que sea el mejor momento para ponerse a jugar en la mesa…-murmuró Luna, con gesto reprobatorio.
-Oh, Luna, qué aburrida… eres como tu hermana.
-¡Oye!-exclamó la aludida, molesta.
-¡Si es verdad! No sabéis divertiros…
En ese momento el candelabro saltó de la mesa desde el borde y Frank trató de seguirlo; Luna lo vio y exclamó.
-¡Frank, no!
Discord reaccionó a tempo y chascó sus garras, haciendo levitar al pequeño a tiempo para que no se cayera. El candelabro siguió botando y desapareció por la puerta, Luna cogió a su hijo con su magia y se dirigió a Discord enfadada.
-¡Suficiente, no voy a permitir que pongas en peligro a mi hijo, ya puedes irte!
-Oh, pero si ni siquiera hemos llegado a los postres…
-¡Me da igual! ¡Tia, di algo, no te quedes ahí callada!-exclamó Luna, molesta con ella.
Celestia suspiró y finalmente se pronunció.
-Discord, o te comportas, o me veré obligada a echarte.
-¿¡Qué?! ¿¡Eso es todo?! ¡Debe ser una broma!
-Luna, tampoco hace falta ser tan melodramática, después de todo, lo sujetó a tiempo…
-¿¡Le defiendes?! ¡No entiendo nada!
-Luna, te guste o no, Discord está ahora de nuestra parte, por lo que tendremos que acostumbrarnos a su presencia por aquí.
-¡Pues no pienso dejar que haga lo que le dé la gana o ponga en peligro a mi hijo sólo por diversión! ¡No sé qué tendrás con él ni por qué le consientes tanto, pero yo no pienso aguantarle sus chorradas! ¡O se comporta, o me largo!
Antes de que Celestia pudiera responder, Discord habló.
-Bueno, por lo que veo, mi presencia no es del todo bienvenida aquí, por lo que será mejor que me retire.
-¡Mira, ésa es una muy buena idea!-exclamó Luna.
Con mirada molesta, Discord chascó sus garras y la puerta de antes reapareció detrás de él.
-En ese caso, me voy ya… pero que conste que me voy muy dolido…
Y, tras esas palabras, Discord abrió la puerta y se internó en ella, cerrándola con un portazo y desapareciendo de la vista; Frank soltó un gemidito, como si le hubiera llamado.
-¡Estarás contenta ahora!-le espetó Luna a su hermana.
Celestia ni siquiera contestó, terminando de enfadar a Luna, la cual se retiró con su hijo sin ni siquiera despedirse; una vez sola, dejó escapar un suspiro, visiblemente irritada. Por el pasillo, el candelabro seguía botando, asustando al servicio.
Esa noche, la guardia en las almenas permanecía inalterada, siendo la de siempre; una luna llena bastante amplia iluminaba Canterlot, la cual a esas horas dormía. Excepto unos pocos.
-Pareces molesta…
-No es nada, tan solo pensaba en lo de la boda… si hubiéramos atrapado a esos changelings, hubiéramos podido evitar todo ese desastre.
-Ah, no pienses más en eso, lo pasado, pasado está…
Cloud no era de esos ponis que se obsesionaban con poco, y enseguida lo superaba. Aunque para Midnight, era algo más personal.
-Tú no lo entiendes, aquella noche ese insecto consiguió escapar de mí. De mí, ni más ni menos. Nunca antes se me había escapado nadie…
-Oh, ya veo, y ahora tu honor está herido…
-No se trata sólo de mi honor, Cloud. Soy una bat poni, mi instinto lo es todo, y jamás me había fallado… hasta ahora.
-Creo que lo estás pensando demasiado.
-Y creo que no entiendes cómo me siento porque no eres un bat poni, ahí está la diferencia.
Ambos se miraron a los ojos, Cloud esbozó una ligera sonrisa, acercándose a ella.
-Y yo creo que necesitas relajarte.
Tras eso, la plantó un suave beso en los labios, dejándose llevar; la bat poni respiró hondamente y le respondió el beso, con más fuerza y pasión que él. El pegaso se quedó un tanto pasmado por su sorpresiva fuerza, pero decidió seguirla el juego y le devolvió el beso con aún más pasión que ella. Midnight abrió los ojos, reflejándose la luz de la luna en ellos. Al poco rato, comenzó a jadear y hacer más fuerza contra él.
-Relájate cielo, que estamos de servicio…
Sin embargo, ella no respondió y siguió besándole, dejándose llevar cada vez más; sin embargo, Cloud notó algo raro en ella, algo que parecía no estar del todo bien.
-¿Midnight?
Para entonces, la bat poni jadeaba de manera extraña, como si la faltara el aire o estuviera más nerviosa de lo normal; sus colmillos sobresalían más que de costumbre, sus ojos no brillaban como siempre lo hacían, y sus jadeos se convirtieron en siseos y gruñidos.
-Midnight ¿estás bien? Midnight, respóndeme…
Pero ella ya estaba muy lejos de allí; miró a Cloud fijamente y le enseñó los colmillos, en posición de ataque y con el pelo erizado. Cloud comprendió entonces lo que ocurría y masculló.
-Oh, no.
Para entonces, ella dejó escapar un chillido y trató de morderle, pero él rodó a tiempo y la evitó; la cogió del pecho y trató de inmovilizarla, pero en un momento parecía haber adquirido una fuerza anormalmente superior y le costó mucho más tratar de mantenerla quieta.
-Midnight… soy yo, Cloud… recuerda los buenos momentos juntos. No lo hagas, cariño…
Sin embargo, sus palabras no surtieron ningún tipo de efecto y siguió tratando de atacarle, sin apartar la vista de su cuello. El pegaso hacia todo lo posible por mantenerla alejada y, al mismo tiempo, tratar de hacerla entrar en razón de nuevo. Pero ella era mucho más fuerte ahora que él, y dominarla era casi imposible.
Se vio obligado a usar su lanza para mantenerla a raya, haciendo fuerza contra ella a la altura del pecho, pero la bat poni agarró la lanza con sus patas y se la quitó, lanzándola hacia atrás. Cloud trató de alejarse levantando el vuelo, pero ella se lanzó sobre él, aprisionándolo contra el suelo.
-Midnight… por favor, no lo hagas. Te quiero, Midnight. No dejes que te domine…
La aludida lanzó otro chillido, con sus colmillos apuntando a su cuello, dispuesta a clavárselos sin dudar. Las patas de Cloud flaquearon y ella acortó distancias, cada vez más cerca de él.
-Midnight…
No quedaba nada para que le alcanzase, podía notar su aliento en el cuello, estaba a punto de morderle y él no podía hacer nada para evitarlo. Él se consideraba un tipo duro y metódico, nada le daba miedo; pero el pensar que su novia, a quien más quería, iba a atacarle sin ni siquiera poder hacer nada al respecto, hizo que su fortaleza se derrumbara como un castillo de naipes. No pudo evitar temer, no solo por si mismo, sino por ella, y dejó escapar un par de lágrimas.
Midnight, al ver esto, flaqueó y parpadeó; sus ojos volvieron a brillar, sus colmillos se recogieron y habló.
-¿Cloud? ¿Qué está…?
Fue entonces cuando lo comprendió y dejó escapar una boqueada, apartándose de él.
-Midnight… eres tú…-susurró él, aliviado.
Trató de acercarse a ella, pero la bat poni se alejó de él y exclamó.
-¡No te acerques a mí! ¡Oh, santa Luna! ¿Qué he hecho?
-No pasa nada, cariño, ya ha pasado, déjame que te ayude…
-¡No! ¡No, aléjate, no quiero hacerte daño! No podemos estar juntos… yo… ¡soy un monstruo!
Y tras eso, desplegó sus alas y se fue de allí volando a gran velocidad; Cloud se levantó y la llamó con todas sus fuerzas.
-¡Midnight!
Pero ella ya se había ido, desapareciendo en la noche.
La bat poni voló todo lo rápido que sus alas la permitían, tratando de alejarse de él todo lo posible para no ponerle en peligro; cerraba los ojos constantemente, reprimiendo sus sentimientos, tratando de echarlos, pero apenas lo conseguía. Salió de la ciudadela y voló por debajo de ésta, cayendo en picado junto a las cataratas que caían desde lo alto de la montaña. Planeó sobre el río que éstas formaban y buscó un sitio donde parar, pero no aterrizó del todo bien, se tropezó y cayó de bruces junto a la orilla. Miró entonces a su reflejo en el agua, pero tan solo vio un ser peligroso para los que la rodeaban y la querían; golpeó al agua con sus patas y se apartó, dejándose caer y llorando desconsoladamente. No supo con certeza cuanto tiempo estuvo así, pero en un momento dado notó que un ala con un suave plumaje la envolvía y alzó la vista, viendo a Luna mirándola con porte maternal. Se echó sobre ella y lloró en su hombro, lamentándose profundamente.
-Ya está, ya ha pasado…-susurró Luna.
-¡No está bien, nada está bien! ¡No he sido capaz de mantenerlo a raya, he estado a punto de atacar al poni que amo! ¡Soy un monstruo!-lloró Midnight.
-Sabes tan bien como yo que eso no es verdad…
-¡Pero lo soy!
Luna la sostuvo la mirada fijamente, diciéndoselo todo en nada.
-En su día, no pude libraros de él puesto que ya estaba con vosotros. Todos lo tenemos, Midnight, incluso los ponis diurnos lo tienen, pero no es tan pronunciado en ellos como en vosotros. Tener instinto no es ninguna maldición.
-¡Pero lo es, realmente lo es! ¡He estado a punto de morderle, princesa! ¡Ni siquiera pude evitarlo!-exclamó la bat poni, muy afligida.
-Tú eres fuerte, Midnight, y aun a pesar de lo que ha pasado, lo sigues siendo. Todos tenemos momentos de debilidad, pero aun así, nos sobreponemos y seguimos adelante. Que no te avergüence lo que eres, Midnight. Has de ser fuerte por ti y por él. Porque le quieres ¿verdad?
-¿Quererle? Pues claro que le quiero, con todo mi ser…
-En ese caso, que tu amor por él no se convierta en una debilidad, sino en tu fortaleza. Piensa en él cuando notes que tu instinto vuelve a prevalecer, sólo así podrás controlarlo.
-¿Y de qué me ha servido esta noche? ¡No pude protegerle, ni a él ni a mí misma!
-Pero eso no significa que no puedas volver a hacerlo. Confía en ti misma, Midnight, sólo así podrás hacerle frente. Sé que eres capaz. Eres mi sub capitana. Nadie sería más capaz.
Ambas ponis se miraron a los ojos y Midnight sonrió, abrazando a Luna con todas sus fuerzas.
-Gracias, princesa. La quiero mucho…
-Y yo a ti también, mi pequeña poni… ahora descansa. Duerme.
La bat poni cerró los ojos y respiró suavemente, notando como Luna la mecía y la acariciaba la crin. Fue entonces cuando se relajó y se sintió mejor consigo misma. Todo parecía diluirse, la noche pasó y la luna brilló en lo alto del cielo.
Abrió los ojos y se encontró sola junto al río; Canterlot brillaba en lo alto de la montaña y las estrellas parecían brillar con más fuerza que nunca. Midnight se recostó y se quedó allí, admirando el paisaje. La noche era joven. Y ella también.