Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

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Re: Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

Notapor Sg91 » 30 Sep 2015, 18:55

Capítulo 15

Bienvenido a Los Santos


Twilight Sparkle aún tenía serias dificultades para comprender la situación en la que se encontraba, pero por mucho que lo intentaba, no conseguía hallar una respuesta satisfactoria. La maleta se encontraba delante de ella, mirándola expectante, con los nervios a flor de piel y esperando. La llamada de la otra noche había sido contundente y no la había dejado ni siquiera decidir. Todavía podía oír la voz de esa chica en su cabeza dándola indicaciones y anunciándola su próximo destino.

-Muy bien, llorona, escucha atentamente porque no pienso volvértelo a repetir. Como ya te dije ayer trabajarás para nosotros y nos devolverás el dinero que nos debes, pero no aquí. Haz las maletas y prepárate para salir mañana, nos iremos de viaje al estado de San Andreas y será allí donde trabajarás. Ah, y apáñatelas como puedas para cubrir tu culo, ya sabes que como te vayas de la lengua tu querida biblioteca lo pagará caro, así que por tu propio bien espero que seas lista. Pasaremos a recogerte a eso de las ocho y cuarto, el vuelo saldrá a las nueve.

En menos de seis horas siquiera se vio obligada a mandar a Spike a casa de sus padres, pidiéndoles que cuidaran de él en su ausencia y mintiéndoles argumentando que se iba a Los Santos porque la habían ofrecido un puesto de trabajo como organizadora en un centro de documentación histórico de allí. De igual forma tuvo que decir lo mismo al resto de sus amigos y también tuvo que paralizar el proyecto de su biblioteca, anunciando por las redes sociales que posponía la apertura hasta nuevo aviso argumentando lo mismo que había dicho a sus padres y amigos. Debido a esto se sentía fatal consigo misma, pero si no lo hubiera hecho habría puesto en peligro a todo el mundo, y eso era lo último que quería. Aunque lo que más la dolió fue tener que despedirse tan apresuradamente de Spike, recordando vívidamente ese momento.

-Pero Twilight ¿por qué no puedo ir contigo?

-Pues porque es un viaje de negocios, Spike, me pagan el alojamiento y el viaje, pero no puedo llevarme a nadie conmigo. Entiéndelo, por favor…

-¿Y cuánto tiempo vas a estar fuera?

-No lo sé, depende del trabajo que tenga, quizás varias semanas…

-¿Varias semanas? ¡Pero eso es mucho tiempo!

-Lo sé, Spike… pero no te preocupes, llamaré de vez en cuando ¿vale?

Conocía muy bien al niño y sabía muy bien que esa respuesta no le satisfizo para nada, aun así no pudo hacer más que abrazarle con fuerza una última vez antes de irse. Su gesto de tristeza grabado en su cara poco antes de que se cerraran las puertas del ascensor regresó a su memoria y pudo con ella, dejando escapar unas pocas lágrimas.

-Lo siento, Spike…

En ese justo momento sonó el timbre de la puerta, dándola un buen susto y poniéndola nerviosa, puesto que ya sabía quién era. Se secó las lágrimas rápidamente, cogió su maleta y se acercó a la puerta, abriéndola levemente y viendo la dura mirada de la chica del otro día de pelo rojizo y destellos dorados.

-¿Estás lista?

Ella tan solo asintió levemente con la cabeza, sin decir nada.

-Pues vámonos, el avión espera.

Twilight salió al descansillo y cerró la puerta con llave, siguiendo a la chica hasta el ascensor y bajando a la calle. Junto a la puerta del portal había un todoterreno cavalcade negro y con las ventanillas tintadas, con dos matones vestidos de negro esperándolas; uno de ellos cogió la maleta de Twilight, metiéndola en el maletero, y el otro les abrió la puerta de atrás para que subieran. Por dentro el cavalcade era bastante amplio, y ese en concreto estaba modificado para parecerse a una limusina pero más pequeña. Una vez dentro los matones montaron en él y se pusieron en marcha.

El viaje hacia el aeropuerto transcurrió en un denso silencio, con algún que otro comentario puntual por parte de los matones hacia la chica. Twilight se sentía un tanto incómoda y nerviosa a partes iguales, tratando de distraerse mirando el paisaje por la ventanilla, pero aun y con todo nada parecía poder mejorar tan complicada situación. Miró a la chica por un momento, fijándose un poco más en ella; sus ojos de color cian complementaban muy bien de alguna forma con su pelo, el cual destacaba sobre todo por su tonalidad roja intensa combinado con destellos dorados que la daba un aspecto de lo más llamativo y fiero. En ese momento la chica se dio cuenta que la estaba mirando y la miró con gesto molesto, espetándola.

-¿Qué pasa?

-Ah, no nada, solo pensaba… no sé tu nombre…-murmuró ella, sin saber muy bien qué decir.

Ante eso la chica dejó escapar un asqueado respingo, como si la diera reparo decírselo, aunque finalmente murmuró.

-Me llamo Sunset Shimmer… eso es lo único que necesitas saber.

-Ah, vale…

Twilight quiso decir algo más, continuar la conversación, sin embargo la mirada que Sunset la echó sirvió para amedrentarla, prefiriendo quedarse callada.

Finalmente, tras una media hora que se la hizo eterna, llegaron al aeropuerto internacional Francis; por un momento Twilight creyó que pararían junto a la terminal, sin embargo el coche siguió todo recto y se desvió un poco más adelante pasando por un acceso al lado de las oficinas de la escuela de vuelo y entrando a la pista por una puerta lateral. A mano izquierda se podían ver los hangares de la misma escuela, llenos de aviones de entrenamiento, aunque ellos continuaron un poco más adelante, giraron a la derecha y siguieron hasta llegar a unas pequeñas terminales privadas, al lado de uno de los puentes aéreos que conectaban los aviones a la terminal principal. Allí había un flamante jet privado de color negro con bandas doradas pintadas en su fuselaje y una antigua heráldica alemana pintada en la cola. En uno de los reactores, los cuales se encontraban localizados en la parte trasera del jet, se podía ver el número de identificación y, cerca del morro y con letras estilizadas, se podía leer el nombre del mismo, Luxor.

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Luxor


-Hemos llegado-murmuró secamente Sunset, abriendo la puerta y saliendo del coche.

Twilight la siguió inmediatamente después, al tiempo que uno de los matones abría el maletero y sacaba de él su maleta, entregándosela. Justo después siguió a Sunset hasta el interior del jet, donde una azafata la ayudó con su equipaje, guardándolo en la parte trasera del mismo. En la cabina, un piloto acompañado de un copiloto ultimaba los preparativos antes del despegue. Sunset se dirigió a él.

-Ya estamos todos ¿podemos irnos ya?

-Todavía no, no hemos terminado de revisar, además, control aún no nos ha autorizado nada. Denos unos minutos.

-Está bien.

El interior del luxor era amplio y bastante cómodo, una serie de asientos de cuero reclinables se encontraban alineados, mientras que otros estaban colocados de cara. En la parte trasera también había un pequeño mini bar con pequeños compartimentos en los que parecía haber de todo. Sin decir nada en ningún momento Twilight se sentó en uno de los asientos del lado derecho, mirando a la nada y esperando a despegar. Cerca de allí, a mano izquierda, más jets privados y de empresas también esperaban a que control les diera permiso para salir.


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-Oh, sí, esto es vida, viajar así sí que mola…

-Normal, no siempre tienes a tu disposición un jet para ti solo.

-Tienes que reconocer que no ha sido tan mala idea…

-Bueno, lo cierto es que has sabido apañarlo bien.

-Je, je, si es que lo que yo no consiga…

Ante eso Thunderlane giró los ojos con gesto resignado, sentado en su asiento justo en frente de Rainbow mientras esperaban a que el jet en el que se encontraba despegara en dirección hacia San Andreas. Y es que, de forma muy sibilina, Rainbow había conseguido que les hicieran un traslado de expediente de una escuela de vuelo a otra, consiguiendo además que les incluyeran un viaje gratis como parte del trámite. La escuela de vuelo del estado de Liberty tenía una subcontrata con la empresa FlyUS, por lo que el jet lo pusieron ellos, siendo un Shamal de color blanco y con los colores de la empresa pintados en su fuselaje, junto con el logo de la misma estampado en la cola. Y, además, también había conseguido que le transportaran su F620 aparte en un vuelo comercial que saldría a la misma hora que su jet, justo como hizo Lightning en su día.

-Es gracioso que digas eso, puesto que lo que más has conseguido recientemente es que nos intentaran matar…-comentó el chico, un tanto receloso.

-Sí, es un asco… pero bueno, al menos no han vuelto a intentar nada por el momento.

-Que esa es otra, me tranquiliza e inquieta a partes iguales…-masculló Thunderlane, con gesto nervioso.

-Bah, seguramente hayan perdido nuestra pista, y ahora que nos vamos a San Andreas seguro que los perdemos del todo.

-No sé yo…

-Agh, no seas tan negativo, Thunderlane, siempre te empeñas en ver todo lo malo…

-¿Negativo? Sí, vale, olvidaba que trataba con alguien como vos, discúlpeme, su graciosa majestad.

-A nadie le gusta el sarcasmo…

Guardaron silencio por unos breves momentos, en los cuales a Thunderlane le dio tiempo de recordar cierto detalle importante.

-Por cierto, un detalle así tonto… ¿dónde vamos a parar una vez que lleguemos allí?

-Ah, pues no sé…

-¿No sabes? ¿Que no sabes? j*der, Rainbow, ni para salir huyendo eres seria…

-Y tú eres demasiado ortodoxo… ya lo veremos, sabes que a mí me gusta improvisar sobre la marcha…

-Ya, vale, pues puedes empezar entonces ¿hotel o apartamento?

-Apartamento, los hoteles allí son todos muy caros…

-¿Compra o alquiler?

-Alquiler por supuesto ¿por quién me tomas?

-¿Primera línea de playa o centro?

-Primera línea de playa, faltaría más.

-Huevona.

-Picajoso.

Los dos se quedaron mirando momentáneamente, con un gesto molesto en sus caras, optando por ignorarse mutuamente y funcionando; desde su ventanilla Rainbow pudo ver un gran Boeing de FlyUS que en ese momento estaba llenándose con gente desde la terminal a través del puente aéreo más cercano. A través del ventanal de la terminal podía ver a la gente haciendo cola para entrar.


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La terminal del aeropuerto siempre estaba en constante actividad, con una de las medias más altas de personas que transitan a cada hora, Francis es uno de los aeropuertos más ocupados de toda la costa este. Aunque en ese momento detalles como esos se le escapaban a Pinkie, la cual se estaba encontrando con que despedirse de su familia estaba siendo más duro de lo que en un principio pensó.

-Os voy a echar mucho de menos, a todos…

-Oh, y nosotros a ti, cariño, pero no te preocupes, siempre podrás llamarnos cuando quieras.

-Lo sé… gracias, mamá, por todo…

-Oh, ven aquí cielo…

Pinkie abrazó con fuerza a su madre, dejándose achuchar por ella. Detrás de la chica de pelo rosado la cola comenzaba a avanzar, al tiempo que la gente iba abordando el avión. Su equipaje grande ya estaba facturado, llevándose consigo una ligera mochila como equipaje de mano. Los siguientes en despedirse fueron sus hermanas pequeñas, a las cuales Pinkie agasajó especialmente.

-Marble, Limestone… portaos bien y no deis mucha guerra a mamá.

-Sabes que no somos muy quejicosas…-comentó Limestone.

-Sí, además guerra como tal es un concepto complejo y muy mudable, no abarca todas las posibilidades inherentes a la capacidad humana de hacer el mal-añadió Marble.

Ante eso Pinkie se rió tontamente al tiempo que murmuraba.

-Oh, mi pensadora Marble… ven aquí.

Finalmente su padre fue el último, dándole el abrazo más fuerte y largo de todos.

-Cuida de mami…

-Descuida… sé que de por sí eres una chica responsable, así que no hace falta que te diga nada más-murmuró él, guiñándola un ojo.

A eso Pinkie esbozó una tonta sonrisa, abrazándole un poco más fuerte. Una vez que las despedidas se dieron Pinkie se puso a la cola, la cual ya casi había terminado, y les despidió con la mano antes de mostrar su billete y perderse en el interior del puente aéreo hacia el interior del avión, dirigiéndose a su asiento, el cual estaba situado en el lado derecho cerca de cola. Una vez allí dejó escapar un lánguido suspiro y se entretuvo mirando por la ventanilla la actividad en pista mientras esperaba al despegue.


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Tras la revisión del jet estuvieron listos para irse, aunque tuvieron que esperar un rato más ya que había varios vuelos por delante de ellos; el primero en salir fue un Boeing de FlyUS que estaba no muy lejos de donde ellos se encontraban, maniobrando y cogiendo la pista superior hacia el norte. El siguiente fue un jet comercial, también de FlyUS, el cual también enfiló la pista superior hacia el norte, tomando la misma dirección que el anterior Boeing tomó. Y, finalmente, su jet privado fue el siguiente en despegar, enfilando la pista superior y dirigiéndose una vez más hacia el norte, siguiendo la estela de los demás aviones.

Desde su ventanilla Twilight pudo ver cómo bordeaban toda la parte norte de Liberty City, la cual se comenzaba a recortar en la distancia conforme se iban alejando de ella. Lo último que llegó a distinguir desde la lejanía fue la pequeña pero destacable figura de la estatua de la Felicidad en medio del West River, con su brazo en alto y mirando a la ciudad con su eterno y característico gesto sonriente. Por su parte la chica no podía hacer más que pensar en qué la depararía ese viaje, esperando que todo se resolviera de la mejor manera posible. Evidentemente, pensaba demasiado.


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-Oh, Sweetie, cariño, ya hemos hablado de esto…

-¡Pero es que no quiero que te vayas! ¿Por qué tienes que irte?

-Sólo serán unos pocos días, estaré de vuelta antes de que te des cuenta…

-¡No me has respondido a mi pregunta!

Y, una vez más, Sweetie Belle demostraba lo aguda y perspicaz que era para ser una niña de solo nueve años, desarmando por enésima vez a una Rarity que cada vez la era más y más difícil despedirse de ella. La noche anterior había estado hablando con ella, explicándola de forma breve y críptica que tenía que irse a la costa oeste por unos días. En todo momento quiso evitar tener que decir que se trataba por trabajo, pero la misma Sweetie Belle se lo olió enseguida, sin necesidad de tener que echárselo en cara ni nada por el estilo.

El interior de la terminal principal del aeropuerto internacional Escobar siempre estaba abarrotado, con gente que llegaba a la ciudad o se marchaba, como era su caso. Ya había reservado una habitación en un hotel de Los Santos y había sacado un billete para volar hacia allí, en un principio pensó en usar FlyUS, la compañía más grande y solicitada, pero al final optó por una aerolínea menos conocida para no llamar tanto la atención, optando por un vuelo de la compañía Caipira Airways. El equipaje ya se había facturado, aunque el coche, el cual también se llevaba, lo facturó aparte en un vuelo comercial que saldría a la misma hora. La cola en el puente aéreo comenzaba a avanzar, desde los amplios y ondulados ventanales de la terminal se podía observar el Boeing de Caipira, el cual era blanco, con reactores azules y tanto la cola como el fuselaje delantero tenían el nombre y el logo estampados en ellos.

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Terminal principal y pista del aeropuerto internacional Escobar


-Pensaba que pasarías más tiempo conmigo… y ahora te vas… no es justo…-masculló la niña, visiblemente dolida.

Ante eso Rarity no pudo evitar pensar que tenía razón, sintiéndose muy dolida debido a esto; fue entonces cuando cogió de las mejillas a su hermana pequeña y la miró con contundencia, respondiendo de seguido.

-Ey, mírame… te prometo que volveré en siete días ¿vale? Siete, ni uno más y ni uno menos, siete. Y en cuanto vuelva nos iremos de viaje las dos juntas ¿te parece?

Tanto Hernando como los demás hombres que la habían acompañado para despedirla la miraron un tanto confusos, pero Rarity los ignoró, sosteniéndole la mirada a su hermana con un gesto de seguridad grabado en su cara.

-¿Me lo prometes?

-Por supuesto… aquí y ahora.

Las dos sellaron la promesa juntando sus meñiques, a lo que la niña la abrazó con fuerza, devolviéndola ella el gesto con la misma fuerza e incluso mayor, dándola además un beso en la frente. Finalmente se despidió de Hernando y sus hombres, el cual lanzó un gesto de confidencia a su jefa. Ella tan solo sonrió y le dio un abrazo también, al tiempo que le decía.

-Si surge algo urgente, llámame.

-Por supuesto, señora.

Tras eso Rarity se unió a la cola y les despidió por última vez agitando un brazo y lanzando un último beso a su hermanita, la cual lo cogió al vuelo, riéndose divertidamente. Por su parte ella embarcó en el avión enseñando su billete y ocupó su asiento junto al lado del ala derecha y al lado de la ventanilla.

Tuvieron que esperar unos pocos minutos, pero finalmente el avión se puso en movimiento, enfilando la pista principal y despegando rápidamente, dirigiéndose hacia el suroeste. Desde la ventanilla Rarity pudo ver cómo la figura de Vice City se iba difuminando en la distancia hasta desaparecer.


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Esa mañana se sintió muy distinta desde el primer momento en el que Applejack abrió los ojos. Aunque un tanto molestos al principio, ahora los golpes de cazo de su abuela eran echados en falta, marcando una diferencia abismal. Todo el mundo se encontró en la cocina, compartiendo unos secos saludos y manteniendo un denso y muy pesado silencio que hizo que la atmósfera en la cocina y el comedor se enrareciera. Applebloom apareció al poco rato, nada más verla Applejack se acercó a ella y trató de verse un poco más animada para no tenerla que recordar que ese mismo día enterraban a la abuela.

-Buenos días dulzura ¿has dormido bien?

-Apenas…

-Bueno, si quieres esta tarde podemos echar una siesta las dos juntas… ¿Qué me dices?

La niña la miró con gesto de circunstancia, dejando escapar un leve suspiro y preguntando de seguido.

-¿A qué hora era el entierro?

Esa pregunta dejó un tanto descolocada a la chica, que no se esperaba para nada que se la hiciera, comentando rápidamente.

-No tienes por qué ir si no quieres, puedo quedarme aquí contigo…

-No, quiero ir.

-Applebloom…

-No, quiero ir, voy a ir, y tú también, no puedes faltar.

Por un momento Applejack miró a su hermanita como si se la hubieran cambiado, dándose cuenta enseguida de la realidad de la situación. Sin poder hacer nada más, Applejack la abrazó con fuerza y susurró.

-Si eso es lo que quieres entonces de acuerdo. Será a las siete.

Applebloom asintió con la cabeza sin decir nada más y las dos se dirigieron al comedor para unirse al silencioso desayuno. Algún que otro comentario dispar o una corta conversación que se finiquitaba enseguida rompieron varias veces el silencio reinante, pero la atmósfera nunca cambió por mucho que lo intentaron.

Una vez que el desayuno terminó Applejack mandó el testamento al notario, para que lo ratificara, mientras que aparte consultó el dinero que su abuela tenía guardado en su cuenta. En cuanto vio la cifra los ojos de la chica se agrandaron de golpe, farfullando para sus adentros.

-¿¡Ciento veinte mil dólares?! ¡Por todas las manzanas! ¿En serio la abuela consiguió reunir todo este dinero ella sola?

Aunque, en esos serios momentos, ese dinero les venía como agua de mayo, puesto que por lo que le había contado su hermano, que había estado echando cuentas, la pérdida de la cosecha les había hecho perder más de la mitad del dinero invertido tanto en la mudanza como en la compra de su nueva casa y el asentamiento en sí, dejándoles una situación crítica y rozando los números rojos.

-Dios mío, necesitamos este dinero ya.

Sin apenas pensárselo fue a consultárselo a su hermano, el cual opinó enseguida.

-Sí, estoy de acuerdo, ese dinero podría estabilizarnos un poco, al menos a corto plazo, aunque tendríamos que trabajar muy duro e invertirlo bien si queremos recuperarnos.

-En ese caso iré al banco a sacarlo… lo malo es que la cuenta de la abuela es del banco Maze y aquí en el condado de Blaine sólo hay cajeros del banco Fleeca-murmuró Applejack, algo contrariada.

-Bueno, puedes probar a llamar al banco para que te hagan una transferencia a distancia.

-Oh, está bien…

La transferencia a distancia se podía hacer a través del teléfono, y era un nuevo incentivo que sólo el banco Maze daba la posibilidad de hacer. Encontrando el teléfono del banco en el resguardo de la cuenta de su abuela, llamó al banco usando el teléfono de casa, contestándola rápidamente.

-Banco Maze ¿en qué puedo ayudarle?-inquirió una voz de mujer.

-Buenas, llamaba para que realizaran una transferencia a distancia desde una cuenta a otra.

-Por supuesto ¿es usted la titular de la cuenta destino?

-Sí, soy yo.

-¿Me permite su nombre, por favor?

-Claro, mi nombre es Applejack.

-Vale… ¿y quién es el titular de la cuenta inicial?

-Mi abuela Granny Smith.

-¿Podría ponerse, por favor? Necesito su consentimiento para garantizar la operación…

-Me temo que no va a ser posible… mi abuela ha fallecido hace poco-murmuró ella, con voz apagada.

-Vaya por dios, la acompaño en el sentimiento… aunque en ese caso… me parece que no va a ser posible realizar la operación, al menos mediante este método-anunció la mujer, para su sorpresa.

-¿Ah, no?

-No, de hecho si su abuela ha fallecido tendría que realizar una transferencia hereditaria, no una transferencia común… aunque por lo que estoy viendo en el ordenador esta cuenta tiene más de treinta años de vigencia, lo cual también es un problema-añadió la mujer.

-¿Qué? ¿Y eso por qué?

-Porque la gestión de cuentas antiguas requiere de más tramites… mire, será mejor que venga aquí para mirarlo más detenidamente, por teléfono no es la mejor forma de tramitar una situación así. Puede venir a las oficinas centrales, situadas en la torre del banco Maze, en el centro de Los Santos, o bien también puede acudir a otras oficinas que están situadas en Prosperity Street, en el barrio de Del Perro. Traiga consigo todos sus datos personales junto con las cartillas de ambas cuentas y el certificado de defunción de su abuela, un empleado la ayudará a resolver su situación-explicó la mujer con todo detalle.

-Oh… vale, está bien, gracias.

Applejack colgó, un tanto molesta, y en ese momento su hermano reapareció, aprovechando para preguntarla.

-¿Ya has hecho eso?

-Qué va, no he podido, resulta que tengo que ir allí… maldita sea…

Big Mac supo al instante que no lo decía por el hecho en sí, sino por la ciudad. Desde que era pequeña Applejack detestaba ir a Los Santos, ya que nunca la había gustado como tal ir allí. Al haber vivido desde siempre en el campo y en un ambiente típicamente rural ella se había acostumbrado, y el tener que ir a una ciudad tan grande y tan llena de gente como lo era Los Santos era algo que no soportaba.

-Si quieres puedo ir yo…

-No, tranquilo, es igual, además, tengo que ir yo siendo la titular de la cuenta familiar…

-Ya veo… ¿qué vas a hacer, irás ahora o luego?

-Sí, cuanto antes me lo quite, mejor… ¿te dieron el certificado de defunción ayer?

-Sí…

-Dámelo, lo necesito.

Aprovechando el tiempo al máximo, Applejack preparó rápidamente toda la documentación necesaria y, una vez que estuvo lista, salió a por el coche para dirigirse hacia Los Santos. Desde Grapeseed tenía como mucho media hora de viaje, al menos si no había tráfico a la hora de entrar en la ciudad, aunque yendo directamente por la autopista de Señora llegaría enseguida. Por lo que, sin mayor dilación, Applejack se subió al coche guardando los papeles en la guantera y se puso en camino.


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Ese día había amanecido tristemente para Fluttershy, la cual había estado trabajando parte de la noche cavando una tumba para Ángel; había tardado más tiempo de lo que en un principio pensó puesto que la pena, y el saber que su querido conejo había muerto por su culpa, la atormentaba de tal forma que apenas la dejaba sacar fuerzas para remover la tierra con una pala. Para esa misma mañana la tumba ya estaba terminada y Ángel ya reposaba en ella, con una pequeña cruz hecha con un par de ramas y una corona de flores puesta sobre la misma.

-Lo siento… lo siento tanto…-musitó ella, con lágrimas en los ojos y mirando la tumba.

Sin embargo no podía quedarse allí, llorándole. Por desgracia tenía un encargo que realizar, y no podía hacer nada por evitarlo. Tree Hugger estaría en peligro si no lo hacía, y se negaba a perderla a ella también por culpa de su imprudencia, por lo que, atada de pies y manos, no tuvo más remedio que prepararse.

Aunque hacía mucho tiempo desde que se retiró, nunca llegó a deshacerse de su equipo, el cual lo tenía escondido en una trampilla bajo el garaje, oculta tras varias mantas y otros aparejos. No supo bien por qué decidió conservarlo, pero en ese momento lo vio como una bendición y una maldición al mismo tiempo. Bendición porque, en su momento, su equipo era ilocalizable y, de hecho, lo seguía siendo, lo que la evitaba tener que adquirir uno nuevo, arriesgándose a que fuera localizado. Y maldición porque, por desgracia, lo volvía a usar, ya que en su día se hizo la promesa de que nunca más volvería a hacerlo. Y ahora, debido a las circunstancias, tenía que romper su promesa.

De la misma trampilla sacó un maletín metálico que abrió para comprobar que todo estaba donde lo dejó; las partes de un rifle de francotirador, incluyendo un silenciador, estuvieron a la vista, cada una en su hueco correspondiente. También había un móvil, concretamente un Whiz de alta velocidad rosa, con el cual se comunicaba con sus contactos, aunque había pasado mucho tiempo desde la última vez que lo usó. Estaba descargado, por lo que necesitaba un enchufe, siendo necesario para ello ir a Los Santos. El resto del equipo consistía en unos cuantos cargadores del rifle, una pequeña pero compacta pistola cutre a modo de arma secundaria y un bastón extensible como arma cuerpo a cuerpo, además de un pequeño casco con micrófono incorporado para hablar por el móvil en manos libres. Una vez que estuvo todo listo metió el maletín en la parte trasera de su furgoneta, tapado con varias mantas para que no llamara la atención, y subió a ella, quedándose sentada frente al volante durante unos cuantos segundos que la parecieron horas. Por un momento se quedó en esa pose, con gesto vacío y mirada perdida, como si le diera reparo arrancar o no quisiera. Aun así tenía que hacerlo, debía hacerlo. Ángel ya había muerto por su culpa, no podía permitirse perder a nadie más… y mucho menos a Tree Hugger. Aunque eso le dio más motivos para entristecerse, puesto que era ese mismo día cuando había quedado con ella para que le enseñara el desierto.

-Lo siento, Huggie… he de protegerte-masculló entonces ella, arrancando el motor.

Sacó primero la furgoneta, se bajó un momento para cerrar la puerta del garaje, y regresó a ella para ponerse en camino. Desde donde estaba había por lo menos tres cuartos de hora, por lo que no podía perder más tiempo. Debía de llegar pronto para tantear el terreno y prepararse, ya que hasta las siete aún quedaba tiempo. Aceleró y se dirigió al camino de tierra, poniéndose en camino.

(Continúa en el siguiente mensaje)

Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

Notapor Sg91 » 30 Sep 2015, 19:12

(Continúa del anterior mensaje)


El viaje desde la costa este les llevó unas cuatro horas y media, aunque para Twilight se sintieron como si fueran una eternidad. Salieron a las nueve de la mañana y ya eran las doce y cuarto, se había dormido un par de veces durante todo el trayecto y había tratado de distraerse un poco leyendo algunos periódicos y revistas que había en el avión.

También había intentado entablar un poco de conversación con Sunset, consiguiendo sacarla algunos detalles acerca de su estancia en la ciudad.

-Sunset… ¿puedo hacerte una pregunta?

La chica dejó escapar un tedioso respingo, como si la hubiera molestado que se hubiera dirigido a ella, pero finalmente contestó.

-Está bien, pero no te acostumbres.

-Vale. Cuando lleguemos ¿qué tendré que hacer exactamente?

-Te lo dije esta mañana, lo que te mandemos.

-Ya, vale, pero ¿qué sería exactamente?

-No sé, lo que surja, por ahora no estamos muy asentados por allí pero ten por seguro que trabajarás, eso por descontado.

-Entonces… ¿sería algo así como recados?-inquirió ella, pensando en lo que la comentó.

-Sí, exactamente, no lo podría haber expresado mejor. Ahora, si me disculpas…

Salvo esos pequeños detalles Sunset no dijo nada más, dedicándose a ignorarla ampliamente.

Desde entonces el viaje había sido bastante aburrido. En ese mismo instante se encontraba mirando por la ventanilla con la cabeza apoyada en la pared cuando la voz del piloto se oyó por todo el avión anunciando.

-Señores pasajeros, en breves minutos aterrizaremos en el aeropuerto internacional de Los Santos, abróchense los cinturones, reclinen sus asientos y pongan las bandejas en posición vertical.

Twilight se preparó mientras notaba cómo el jet comenzaba a descender; llena de curiosidad se acercó a la ventanilla y se asomó, llegando a ver todo San Andreas desde la distancia mientras se iban acercando poco a poco.



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Estado de San Andreas


Las figuras de grandes sistemas montañosas recortaban la vista del estado, aunque también pudo notar la presencia de llanos que se desperdigaban entre tanta elevación; en el extremo norte se podía observar la altísima figura de un gran monte, siendo con toda seguridad el más alto de todo el estado, dominándolo desde la lejanía. A su alrededor se elevaban otros montes que, en comparación, eran mucho más bajitos y menos destacables.

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Los Santos


Aunque lo más destacable era una serie de altos rascacielos al sur que conseguían recortarse y elevarse sobre las montañas más cercanas, dándose cuenta enseguida que se trataba de la ciudad de Los Santos, su destino. El jet palió el resto de metros enseguida y pronto se encontraron sobrevolando la ciudad, abriéndose ante ella y dándola la bienvenida. Desde una altura cada vez más cercana al suelo pudo distinguir el famoso cartel de Vinewood encarando la ciudad, la cual se podía ver en todo su esplendor. Las lujosas casas y mansiones de Vinewood Hills precedieron a los altísimos edificios del centro, los cuales se elevaban con majestuosidad sobre la maraña de edificios y calles que era la ciudad, la cual destacaba sobre todo por lo concentrada y densa que era. Allí donde miraba tan solo veía tejados y azoteas alzándose desde las calles, siendo una visión bastante curiosa, muy distinta a la de Liberty City. Desde donde estaba pudo ver también el famoso muelle de Del Perro, además de las dos grandes playas de la ciudad, la de Vespucci y la Del Perro, así como los más compactados barrios del oeste adyacentes, famosos sobre todo por su glamour y por ser el hogar de la gran industria cinematográfica de Vinewood, la cual ahora tan solo era la sombra de lo que alguna vez llegó a ser.

Desde las alturas se podían distinguir con facilidad una serie de autopistas que rodeaban toda la totalidad de la ciudad de forma circular y concéntrica, con multitud de ramificaciones y desvíos; las líneas de tren también eran distinguibles a simple vista, e incluso pudo llegar a ver a los lejos la figura del puerto y sus grúas, pasado un largo y gran puente verde.

El sur de Los Santos era quizás la parte más bajita de la ciudad, aunque igual de concentrados que el resto de la ciudad, y con una más que visible alta densidad de población en ellos. Había oído muchas historias de los barrios más marginales de ese distrito, siendo en ellos donde se desataron los famosos disturbios de Los Santos de 1992 después de que un grupo de cuatro policías diera una paliza al tristemente famoso taxista Rodney King. Fueron seis intensos días en los que la ciudad fue sacudida por el crimen y la violencia, pasando rápidamente a la historia como la semana más negra de la historia de Los Santos.

El avión palió el resto de metros que quedaban y enfiló una pequeña y alargada pista de aterrizaje en el mismo aeropuerto, el cual ocupaba gran parte de la península en la que se situaba. Una vez que tomó tierra rodó por la pista hasta el otro extremo y luego giró a la izquierda, pasando al lado de varios boeings estacionados, uno de FlyUS y otro de Caipira Airways, y parando justo al lado de una de las zonas de la terminal principal, donde más jets se encontraban estacionados. El Luxor maniobró y se puso al lado de un Shamal de FlyUS, al tiempo que varios operarios de pista le ayudaban en el exterior.

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Pista privada del aeropuerto internacional de Los Santos


-Muy bien, pues hemos llegado. Allí está el coche-comentó Sunset, mirando afuera.

Twilight la imitó y vio otro todoterreno negro, esta vez más ancho y alargado, con un par de hombres vestidos de negro esperándolas. Cargando consigo su maleta siguió a Sunset, saliendo del avión y dirigiéndose hasta donde se encontraban. En cuanto llegaron justo al lado, uno de los hombres cogió la maleta de Twilight y la metió en el maletero, al tiempo que ellas subían al coche. Una vez que estuvieron todos listos el coche arrancó y salieron del aeropuerto.

Desde el suelo la ciudad parecía ensancharse, o al menos esa era la sensación que le dio a Twilight; supo al instante que acostumbrarse a ella la llevaría un tiempo, aunque no perdió detalle de lo que la rodeaba para ir haciéndose una idea de dónde se encontraban. Bordearon todo el aeropuerto y entraron en el barrio de La Puerta, donde pudo ver desde la distancia la ovalada figura del estadio de Maze Bank. Poco después atravesaron los Canales de Vespucci, el famoso barrio que imitaba a los canales de Venecia. Para entonces Twilight no sabía a dónde se dirigían, por lo que optó por preguntar.

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Canales de Vespucci


-Esto… ¿a dónde vamos?

-Durante el tiempo que estarás trabajando para nosotros aquí tendrás un sitio donde quedarte, siéntete con suerte, no es algo que hagamos siempre.

-Entiendo… ¿y dónde es el sitio?

-Un apartamento en el barrio de Del Perro.

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Del Perro


No tardaron nada en llegar a dicho barrio, el cual también era considerado como una ciudad incorporada, ya que tenía su propio ayuntamiento y su propia administración, aunque igualmente también dependía del ayuntamiento de la propia ciudad de Los Santos. Al contrario que muchos otros barrios de la ciudad, éste en concreto destacaba por ser muy turístico y comercial sobre todo debido a la proximidad con la playa homónima, el muelle homónimo y la playa de Vespucci, la cual era también casi tan turística como el propio barrio. Miles de comercios se agolpaban sobre todo en el famoso paseo de Prosperity Street, el cual partía en dos la mitad del barrio y concentraba en un solo punto la actividad comercial del mismo, atrayendo tanto a propios como a turistas. La calle que lo separaba del resto de barrios era el bulevar Del Perro, justo donde ellos se dirigían. Al cabo de unos pocos minutos llegaron finalmente a su destino, parando al lado de unos edificios bajitos, de no más de tres plantas.

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1115 de Bulevar Del Perro


-Aquí es, 1115 de bulevar Del Perro, es el apartamento dieciocho, en el segundo piso, aquí tienes las llaves-murmuró Sunset, entregándoselas.

-Ah, gracias…

-Por hoy dejaremos que te asientes, aunque no te acomodes mucho, mañana te llamaré y comenzarás a trabajar.

-Está bien…

Twilight bajó del coche, cogió su maleta y, sin que Sunset dijera nada más, el coche desapareció calle abajo hasta que le perdió de vista en la siguiente intersección. La chica suspiró y sin más contemplaciones decidió entrar para instalarse; el llavero que la dio tenía un total de tres llaves, una era la del portal, otra la de la puerta y otra la del garaje, aunque primero subió para ver el apartamento.

Nada más abrir la puerta un fuerte a olor a cerrado la dio la bienvenida, llegando a toser sobre todo debido a la cantidad de polvo que había en el ambiente. Nada más entrar vio una simple y oscura estancia de no más de treinta metros cuadrados; nada más entrar y frente a ella había una pequeña cocina que se separaba del salón por un delgado tabique en forma de L. En el mismo salón un par de sofás encaraban una mesita y una pequeña tele al fondo del todo, junto a un hueco de chimenea donde había una vieja estufa. Las persianas estaban medio cerradas y apenas se colaba la luz del sol, evidenciando así la suciedad del lugar.

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Salón del apartamento


A mano izquierda y frente al salón había dos puertas, la del fondo del todo llevaba a un pequeño baño con azulejos de un color azul desgastado y la de la izquierda llevaba a una igual de pequeña habitación con una cama bastante amplia, un armario empotrado en la pared, una cómoda con varios cajones y una mesita de noche.

-Bof, me va a tocar hacer limpieza… qué mierda de vida…-pensó Twilight, sentándose en la cama.

Por un momento se quedó callada, mirando a la nada, y sintiéndose más miserable que nunca. En ese momento llamaron a su móvil, dándola un buen susto y comprobando quien era, siendo su madre la que la llamaba.

-Ah… hola, mamá…

-¡Hola cariño! ¿Ya has llegado?

-Ah, sí, ya estoy aquí, perdona por no haberte llamado, se me ha pasado…

-Oh, no pasa nada… y cuéntame ¿cómo es Los Santos?

-Oh, pues enorme, aún no conozco la ciudad y me da la sensación de que me voy a perder en cuanto salga a la calle…

-Sí, es lo que tiene instalarse en una ciudad nueva… pero no te preocupes, con lo bien que te organizas tú seguro que te aprendes enseguida dónde está cada cosa.

-Je, je, eso espero… ¿Qué tal está Spike?-inquirió ella, curiosa.

-Pues muy bien, aquí está conmigo ¿quieres hablar con él?

-Sí, pásamelo.

Apenas tardó menos de tres segundos en coger el teléfono, exclamando.

-¡Hola Twilight!

-¡Hola Spike! ¿Qué tal estás?

-Un poco aburrido… pero al menos ya sé de ti ¿Qué tal el viaje, cómo es Los Santos?

-El viaje bien, ha sido un poco largo, y en cuanto a la ciudad es bastante grande, aunque aún no he salido a verla…

-¡Saca muchas fotos para que podamos verlas! ¡Tienes que hacerte un selfie junto al cartel de Vinewood! ¡Ah, y el paseo de la fama también, junto al teatro oriental! Jo, hay tantas cosas por ver allí, es una pena que no haya podido ir contigo…

-Ya, en otra ocasión si eso…

Para entonces Twilight reprimía como podía las lágrimas, ya que la dolía especialmente tener que mentir a Spike. Tuvo que cortar la conversación enseguida para poder desahogarse a gusto, tumbándose en la cama y maldiciendo mil veces su suerte. Afuera, Los Santos respiraba.


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-Vaya, qué calor, con razón lo llaman el estado dorado… saludos desde la soleada San Andreas…-pensó Pinkie, mientras iba caminando por la terminal principal, en busca de un cartelito con su nombre.

Su madre ya se había encargado de avisar a su amiga, la señora Cake, y como bien la había dicho a mitad de camino, su marido, el señor Cake, iría a recogerla al aeropuerto. Después de desembarcar del avión se dirigió a por su maleta y, una vez con ella, salió al recibidor de la terminal principal, donde su madre la dijo que la estaría esperando. Aun a pesar de que había mucha gente consiguió distinguir a un hombre de facciones rectas y barba sin afeitar que sostenía un cartelito con su nombre. Pinkie se acercó hasta él y le saludó alegremente.

-¡Hola, soy Pinkie, usted debe ser el señor Cake!

-Así es, soy Carrot Cake, encantado de conocerte, Pinkie, y bienvenida a Los Santos.

-¡Muchas gracias! ¡Ya he visto que tienen unas playas enormes, es genial, en Liberty no tenemos playas tan grandes!

-Sí, desde luego, Los Santos siempre ha sido un destino turístico muy demandado… vamos, tengo el coche en el parking.

Los dos salieron afuera y Pinkie siguió al señor Cake, mientras iban conversando animadamente. Aunque, un poco más adelante, le pareció distinguir un pelo multicolor que la era familiar, volvió la vista y entonces pudo verla mejor, confirmando así sus sospechas. Le pidió al señor Cake que esperara un momento y se acercó a ella exclamando.

-¡Hola Rainbow!

La aludida se dio la vuelta y, en cuanto vio a la chica, exclamó.

-¡Pinkie! ¿¡Que estás haciendo aquí?!

-¡Oh, pues lo mismo que tú, aunque en realidad seguro que no! ¡Qué sorpresa, no sabía que te habías venido tú también! ¿Cómo no me avisaste?

-Oh, eh, bueno, lo cierto es que fue una decisión muy rápida, ya estaba un tanto cansada de Liberty, por lo que decidimos hacer un cambio de aires… ¿y tú?

-¡Oh, yo he venido para trabajar en la pastelería de una amiga de mi madre, me han recomendado!

-Ya veo, qué bien…

-¡Pues sí! ¡Podemos quedar un día de estos cuando no tenga trabajo e ir a la playa! ¿Dónde vais a parar?

-Aún no lo sabemos, Rainbow lo quiere improvisar sobre la marcha, como siempre hace…-murmuró en ese momento Thunderlane, con gesto cansado.

Pinkie se le quedó mirando extrañada, ya que no lo conocía, a lo que Rainbow se apresuró a comentar.

-Ah, sí, este es Thunderlane, viene conmigo…

-Oh, ya veo… no me dijiste que tenías novio, Rainbow…

Ante eso tanto la chica como el chico no pudieron evitar sonrojarse de golpe, comentando ella de seguido.

-¡¿Pero qué dices?! ¡No es mi novio, tan solo es un amigo!

-¡Eso, eso! ¿¡Cómo quieres que salga con una chica como esta!?-añadió Thunderlane, indignado.

-¿¡Perdona?! ¿¡Que has querido decir con eso?!-le espetó ella, molesta.

-¡Pues eso mismo!

Antes de lo esperado los dos comenzaron a discutir, a lo que Pinkie les miró divertida, comentando.

-Oh, ya veo, es esa clase de amigos… bueno, en ese caso os dejo solitos, llámame cuando sea y quedamos ¿vale?

-¡Ah, no, espera, no es nada de eso!

Sin embargo Pinkie se fue rápidamente agitando la mano en señal de despedida y volviendo con el señor Cake. Su coche, un emperor blanco, se encontraba estacionado justo delante de la carretera subiendo en él y poniéndose en marcha.

-¿Y dónde viven, señor Cake?

-Tenemos nuestro negocio en el paseo de Prosperity Street, en el barrio de Del Perro, aunque entramos por la calle opuesta, ya que es un paseo peatonal. El Sugarcube Corner ocupa toda una planta y nosotros vivimos en el piso superior-explicó el señor Cake.

-Así que Del Perro… ¿está cerca de la playa?

-Sí, de hecho estamos justo al lado de la entrada al muelle de Del Perro y tanto la playa de Del Perro y la de Vespucci están muy cerca la una de la otra, así que…

-¡Genial!

El viaje hasta allí les llevó unos buenos minutos, aunque Pinkie se recreó en el paisaje y se le pasó enseguida. Una vez allí entraron en una calle colindante al paseo y luego fueron por un callejón cercano, parando junto a una puerta de servicio cercana.

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Paseo de Prosperity Street


-Hemos llegado-anunció el señor Cake.

Bajaron del coche y Pinkie cogió su maleta, entraron por la puerta, la cual daba a un pasillo que llevaba unas escaleras que subían hacia el piso de arriba, aunque el señor Cake entró por una puerta que había al fondo del todo. En cuanto Pinkie entró por ella un agradable y rico olor a dulce la dio la bienvenida, aspirando con fuerza tan sabroso aroma.

-¡Cariño, ya estamos aquí!

-¡Voy!-exclamó una voz femenina, no muy lejos de allí.

Al cabo de unos pocos segundos, de la puerta de la cocina tras un alargado mostrador apareció una mujer bajita y rechoncha, de mejillas sonrosadas y facciones redondas.

-¡Ah, tú debes de ser Pinkie!

-¡Sí, y usted la señora Cake!

-¡En efecto! ¡Bienvenida querida, encantada de conocerte, tu madre me ha hablado mucho de ti!

-Igualmente, mi madre también me ha contado a mí que usted es una gran repostera…

-Oh, me halagas, tu madre siempre tan atenta… aunque lo cierto es que tenemos éxito, así que algo debo de tener…

-¡No se quite mérito, seguro que sus dulces son increíbles, ya quiero que me enseñe todo!

-¡Vaya, qué brío tienes, querida, me gusta, me gusta! Espero poder enseñarte todo lo que sé, aunque por ahora instálate y ponte cómoda, empezaremos mañana ¿vale?

-¡Vale!

-Ven, te enseñaré tu habitación-indicó el señor Cake.

Subieron por las escaleras, llegando así a la casa donde los Cake vivían, un modesto pero cuco apartamento de unos setenta metros cuadrados con cocina, baño, salón, dos dormitorios y una pequeña terraza. Su habitación se encontraba al lado de la de los Cake, donde llegó a ver una cuna al lado de su cama.

-¡Anda! ¿Tienen hijos?-inquirió Pinkie, curiosa.

-Ah, sí, déjame presentarte a Pound y Pumpkin Cake…

Eso para Pinkie fue aún mejor, puesto que la encantaban los niños. Por un momento todas sus dudas se disiparon y supo que su estancia en esa nueva ciudad no sería tan dura como en un principio pensó.


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-Pues sí que, ábrase visto ¿tú y yo saliendo? Creo que no computa…

-Concuerdo, me caes bien, pero no tanto.

-Muy graciosa… ¿Quién era esa chica, por cierto?

-Una que conocí hace varias semanas en Alderney cuando Lightning y yo estábamos compitiendo por allí, se nos acopló de repente. Es bastante random, aunque tiene sus puntos graciosos.

-Entiendo… por cierto ¿a qué esperamos exactamente?

-A que me traigan el coche ¿o es que ya no te acuerdas?

-Oh, sí… debe ser el hambre, que me deja débil.

-Sí, yo también tengo hambre, ahora iremos a comer algo.

El viaje había sido largo y apenas habían desayunado debido a las prisas, por lo que ahora el hambre comenzaba a pasarles factura. Una vez que aterrizaron se dirigieron a la terminal principal, puesto que Rainbow tenía que reclamar el coche para que se lo trajeran, indicándola que esperara afuera de la terminal.

Tras varios minutos esperando vieron la impoluta figura del F620, que había sido reparado antes del vuelo, acercándose a ellos desde el otro lado de la carretera. Rainbow y Thunderlane, el cual cargaba con el equipaje, cruzaron al otro lado y un operario de pista se bajó del coche, dirigiéndose a ella.

-¿Rainbow Dash?

-Sí, soy yo.

-Aquí está su coche.

-Genial, gracias.

-Sí, aunque antes de irse me tiene que firmar el recibo.

La chica estampó rápidamente su firma en el recibo y, tras ese breve intermediario, los dos se montaron en el coche y se pusieron en camino hacia la ciudad.

-Vale ¿entonces a dónde vamos?-inquirió en ese momento Thunderlane, ojeando un catálogo de la ciudad que había cogido previamente en el aeropuerto.

-Pues no lo sé, tienes tú el mapa ¿a dónde hay que ir?

-Pues a ver… podemos ir a comer a Rockford Plaza, este centro comercial situado en el barrio de Burton, al lado del centro.

-Me sirve, dame indicaciones, anda.

Mediante las indicaciones de Thunderlane atravesaron todo Los Santos Sur, compuesto principalmente por barrios más marginales y donde se concentraba sobre todo las bandas más poderosas e influyentes a ese lado de la ciudad, para luego pasar por el centro, rodeando sus altos rascacielos que se apiñaban sobre ellos, formando una amalgama muy condensada, para finalmente llegar a Burton cruzando un puente que salvaba la autopista de Del Perro. La figura del Rockford Plaza se pudo ver desde donde estaban, aunque en ese momento Thunderlane comentó.

-Hay un parking un poco más adelante, junto a un túnel que lo atraviesa, podemos aparcar allí.

Encontró rápidamente el túnel y nada más entrar por él giró a la derecha en cuanto vio el apartadero, lleno de plazas donde poder aparcar. Apenas había coches, por lo que paró en el primero que vio, aparcando justo allí.

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Rockford Plaza


Para comer tenían donde elegir puesto que llegaron a ver muchos restaurantes, la mayoría de ellos ubicados en el lado de fuera del centro comercial; vieron un Viendemorte, que era una cadena de restaurantes italianos, un Cluckin' Bell, el típico restaurante de comida rápida basada en pollo que toda ciudad debe tener, y un Vinewood Bar & Grill, otra cadena de restaurantes americanos pero con temática cinematográfica propia de Vinewood, optando finalmente por este en concreto. Rainbow no era mucho de este tipo de restaurantes, aunque de vez en cuando no les decía que no, y con el hambre que tenía en ese momento se comería cualquier cosa.

Durante la comida estuvieron también mirando pisos y apartamentos donde quedarse, dentro de la guía había una sección perteneciente a una inmobiliaria de nombre Dinasty 8, la cual ofertaba ventas y alquileres de todo tipo. Tras un buen rato buscando y mirando, Thunderlane anunció.

-Anda, mira, justo lo que tú querías, apartamento en alquiler en primera línea de playa junto a la playa de Del Perro, amueblado y preparado con todas las comodidades.

-¡Genial! ¿Por cuánto sale?

-Son quinientos dólares de alquiler.

-No está mal, podemos ir a mitad y mitad, como en Liberty ¿te hace?

-Sí, no es muy caro, de hecho pagábamos más por el apartamento allí.

-Estupendo, llama entonces.

-Sí, espera que me termine mi hamburguesa.

Durante los postres Thunderlane aprovechó para llamar, atendiéndole una mujer que se presentó cómo la dueña del apartamento, quedando con ella en media hora para ver el sitio y hablar de las condiciones.

En cuanto terminaron de comer se dirigieron para allá, llegando con varios minutos de antelación incluso; atravesaron todo el barrio de Del Perro y bajaron hacia la autopista de Great Ocean por una calle inclinada que desembocaba en una intersección que convergía en la autopista, la cual atravesaba esa parte de la ciudad, aunque los apartamentos a los que iban estaban al otro lado, habiendo un pequeño parking adyacente y enfrente de la playa. Aparcaron allí y estuvieron buscando la casa yendo por el paseo aledaño, que hacía las veces de límite entre la playa y los apartamentos. En cuanto a la playa se refería estaba llena de gente, cerca de allí pudieron ver a varias personas jugando al vóley playa, mientras que otros jugaban a las paletas. Al fondo del todo se podía ver la alargada figura del muelle de Del Perro, con la noria y la montaña rusa de la feria que éste albergaba alzándose sobre todo lo demás.

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Apartamentos de Del Perro


-Oh, sí, qué buenas vistas…

-Desde luego, sería ideal si pudiéramos quedarnos aquí.

-¿Dónde es?

-La mujer me dijo que es uno de los apartamentos que hay al lado del parking, de color marrón pardo.

No tardaron nada en encontrarlo, llegando a ver a una mujer de mediana edad esperándoles junto a la verja de un pequeño pero cuco apartamento que ocupaba toda una pequeña casita de dos pisos.

-¡Hola! Tú debes de ser Thunderlane…

-Sí, y usted la señora Norrington…

-¡La misma! ¡Hola! ¿Viene contigo?-inquirió la señora, saludando a Rainbow.

-Sí, soy Rainbow Dash, encantada.

-Oh, qué bien, pasad, pasad, que os la enseño.

El apartamento era mucho más grande y cuco de lo que parecía por fuera; en la planta baja se ubicaba un amplio y cómodo salón, la cocina, un pequeño comedor y un baño pequeño. En el primer piso había un total de tres habitaciones y dos baños de tamaño medio, y en el segundo había un pequeño estudio que hacía las veces de altillo.

-Me encanta, está genial-comentó Rainbow, emocionada.

-Sí, la verdad es que es de lo más cuco, y el precio es ideal-asintió Thunderlane.

-Desde luego que sí, perteneció a mi abuelo, aunque yo vivo en Monringwood, por lo que opté por alquilarlo. Entonces ¿os lo quedáis?-inquirió la señora Norrington,

Por un momento Rainbow y Thunderlane se miraron con un gesto de confidencia que lo dijo todo, comentando a la vez y de seguido.

-Sí, nos lo quedamos.

-¡Estupendo! Siempre es bueno tener a una pareja tan mona como vosotros de alquilados, tengo los papeles aquí, vamos a firmar.

Por un momento quisieron decirla que no eran pareja, aunque vieron a la mujer tan emocionada que lo dejaron estar. Tras los rápidos trámites los dos pasaron a ser los alquilados y finalmente tuvieron un lugar donde parar. La mujer se fue dándoles otros consejos más y, por su parte, Rainbow comenzó a deshacer el equipaje y asentarse en su habitación, la cual tenía unas grandes vistas a la playa. Por un momento se quedó pensativa, contemplando el paisaje y pensando.

-Sí… definitivamente nos irá mejor aquí.


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-Bueno, espero que no tarden mucho en traerme el coche, me gustaría llegar cuanto antes al hotel-pensó Rarity, mirando la hora.

Aunque el viaje se la había hecho corto de alguna forma, ahora el tiempo parecía correr en su contra, o esa era al menos la impresión que la daba. Desde que el avión despegó y hasta que aterrizó una única cosa no cesaba de repetirse en su memoria de forma constante, como si su propio cerebro no quisiera que se la olvidara.

Siete días, ni uno más y ni uno menos

Para Rarity una promesa era una promesa, y por nada del mundo defraudaría así sin más a su hermana pequeña, por lo que estaba más que decidida a dar carpetazo al asunto que la ocupaba en ese mismo periodo de tiempo. Aunque para eso primero necesitaba que la trajeran el coche.

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Terminal principal del aeropuerto de Los Santos


Justo en ese mismo momento un ruido de motor que le era familiar comenzó a sonar y supo al instante que se trataba del suyo; el infernus blanco apareció frente a ella al tiempo que la puerta del conductor se abría hacia arriba, saliendo de él un operario de pista.

-¿Señorita Belle?

-Sí, soy yo.

-Su vehículo.

-Muchas gracias.

Firmó el recibo que el operario la tendió y, una vez lista, aceleró y se alejó del aeropuerto mientras se dirigía a su siguiente destino.

Si por algo destacaba Los Santos era por la cantidad de hoteles por kilómetro cuadrado que poseía, siendo una ciudad bastante turística en ese sentido. No la fue fácil decidirse por uno en concreto, desde un primer momento sabía que no debía de llamar la atención, pero de igual forma tampoco quería tirar por lo burdo o lo chabacano solo por eso. Finalmente, tras un largo momento pensándoselo, decidió por reservar una habitación normal en el hotel Richman, situado en el barrio homónimo, quizás uno de los barrios más finos y elegantes de toda la ciudad, donde la riqueza, el buen gusto, las mansiones opulentas y los amantes del golf confluían en un solo punto.

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Hotel Richman


Situado enfrente del campo de golf y a medio camino entre Rockford Hills y las famosas Vinewood Hills, el hotel Richman era un opulento y para nada discreto hotel de cuatro estrellas, en el cual muchas celebridades, actores de medio pelo e incluso de pelo completo se habían alojado. Con unos terrenos de lo más amplios, un par de canchas de tenis, parking subterráneo, y una gran piscina, el Richman era uno de los hoteles más famosos y conocidos de la ciudad, aunque superado ampliamente por otros más cercanos al distrito de Vinewood.

Sin embargo para Rarity era más que suficiente, aparte de que tampoco había venido allí de vacaciones, siendo su principal prioridad encontrar a los Sanders y asegurarse que nada entorpeciera su imperio. El viaje hasta allí fue rápido, llegando enseguida y entrando por la carretera que llevaba hasta la misma puerta del hotel. Nada más parar frente a esta, un aparcacoches cercano se acercó a ella y la abrió la puerta.

-Muchas gracias, caballero-agradeció ella, educadamente.

-¿Tiene plaza de garaje reservada, señorita?-inquirió el hombre.

-Oh, sí, déjeme que le alcance una copia de mi reserva.

El aparcacoches aceptó la copia y se llevó el coche al garaje mientras que ella entraba en el hotel y se encaminaba a la recepción; por dentro era casi tan lujoso como parecía desde fuera, con suelos embaldosados y enmoquetados, suntuosas lámparas de araña, paredes fastuosamente decoradas con cuadros de todo tipo y con el mobiliario más opulento posible. El servicio en recepción fue de lo más rápido y eficaz, atendiéndola enseguida y tramitándolo todo en menos de cinco minutos siquiera.

-Muy bien, pues aquí tiene su llave, señorita Belle, su habitación es la 3223, en la tercera planta. Y bienvenida a Los Santos-murmuró la recepcionista, esbozando una radiante sonrisa.

-Muchas gracias.

Una vez que estuvo todo listo Rarity cogió su maleta y se dirigió a su habitación, subiendo en el ascensor más cercano y llegando enseguida. Aun a pesar de que era una habitación estándar tenía bastante espacio, en el cual una cama de matrimonio, un mini bar, una mesa de estudio, un armario empotrado y una pequeña mesita del té junto a una estrecha pero confortable terraza, con unas vistas impresionantes al centro de la ciudad, se encontraban. Aparte, y a mano izquierda nada más entrar, un espacioso baño con una ducha de lo más moderna hacía gala de los lujos que sólo las personas más pedigüeñas podrían exigir.

Tras estar admirando un rato las vistas desde la terraza entró de nuevo en la habitación y empezó a deshacer su equipaje. Del reverso de la maleta despegó un doble fondo en el cual se podía ver una pistola vintage junto con varios cargadores y una navaja de mariposa que se camuflaba muy bien en su funda.

-Gracias por el doble fondo de plomo, Hernando…

Y es que no podía irse así sin más sin un mínimo de protección, y su antigua pistola vintage que su padre la regaló, y con la cual aprendió a disparar, era la única arma confiable para ella, aun a pesar de que ya tenía sus años. Se la guardó en su bolso, puesto que su tamaño no la permitía llevarla más a mano, y siguió descargando su maleta hasta que llenó el armario por completo. Guardó la maleta en la parte más alta del mismo y, una vez asentada, hizo una llamada.

-Hola Hernando, ya he llegado ¿Qué tal todo por allí?

-Ah, pues bastante tranquilo, señora, esta misma mañana llegó el nuevo cargamento de heroína y, por suerte, los proveedores no se pusieron reticentes.

-Estupendo entonces… ¿qué tal está Sweetie Belle?

-Bien, se fue a clase hace cosa de pocas horas, la noté animada.

-Oh, eso es bueno… yo por mi parte me pondré en movimiento enseguida, trataré de averiguar con quien habían estado haciendo tratos esos Sanders, a ver si alguien por aquí les conoce.

-De acuerdo ¿necesita que hagamos algo por aquí?

-Sí, estad muy atentos por lo que pueda suceder, que los chicos estén preparados siempre para cualquier cosa, cualquier precaución es poca.

-Lo que usted diga, señora.

Estuvieron hablando un rato más hasta que finalmente cortaron la llamada; la situación, aunque critica en cierto sentido, la permitía moverse con un mayor margen. Y la calle era el mejor lugar para empezar, sabiendo que su instinto la guiaría. Por lo que se puso en camino a no más tardar, internándose en las entrañas de Los Santos.

(Continúa en el siguiente mensaje)
Última edición por Sg91 el 30 Sep 2015, 21:06, editado 1 vez en total

Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

Notapor Sg91 » 30 Sep 2015, 19:37

(Continúa del anterior mensaje)


Fluttershy agarraba el volante con tanta fuerza que notaba cómo sus brazos empezaban a agarrotarse; intentaba relajarse pensando en otra cosa, pero apenas podía. Los altísimos edificios del centro alzándose sobre la ciudad parecían mirarla fijamente, y ella se sentía como si estuviera desnuda. El viaje de por sí ya había sido bastante estresante, pero el volver a ver Los Santos después de tanto tiempo la hacía sentir una incipiente opresión en el pecho, dándola la sensación de que la ciudad se levantaba para echarse sobre ella y devorarla.

Aun así hizo de tripas corazón, se desvió en la siguiente intersección saliendo de la autopista y entró en la ciudad por el distrito de Vinewood, dirigiéndose directamente al barrio de Alta, que era donde el ayuntamiento de la ciudad se encontraba. La figura del mismo se alzaba sobre los edificios aledaños a él, destacando sobre todo su torreón, el cual antiguamente fue la edificación más alta de toda la ciudad desde su inauguración allá por 1928. Se dirigía primero allí puesto que el hombre la comentó que su objetivo daría un discurso por la tarde en ese mismo sitio, por lo que investigar el terreno era lo más importante antes de preparar nada.

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Ayuntamiento de Los Santos


Una vez allí aparcó cerca y se acercó al sitio para verlo mejor; una serie de personas se encontraban junto a las escaleras que llevaban hacia la puerta principal, Fluttershy se acercó a ellos con paso lento y pausado, como si no quisiera llamar demasiado la atención. Aunque lo hizo con tanta cautela que, por un momento, pareció que se había deslizado entre los presentes, los cuales ni siquiera se dieron cuenta de su presencia, como si realmente no estuviera ahí.

-Esta tarde Jock Cranley pronunciaba su discurso ¿no?

-Sí, ha estado toda la maldita mañana pavoneándose por la oficina de gobernación, como si ganar para él no hubiera sido suficiente.

-Bah, antiguas celebridades, les das un motivo para lucirse y ahí que van.

-Desde luego, y no es como si nuestro trabajo en la alcaldía importara en absoluto, qué va…

-Ya, después de todo solo somos simples funcionarios, no le llegamos ni a la suela del zapato ni a él ni al alcalde… que por cierto, no ha perdido la oportunidad de juntarse con él cuando ha tenido la ocasión.

-Huy, sí, su excelencia, Mario Rocetti, sube al escenario y le ofrece al señor gobernador, que claramente no es de su mismo partido, limpiarle los zapatos. Patético.

Fluttershy no necesitó saber mucho más y se alejó del grupo tranquilamente, sin apenas dar muestras de haber sido vista por ninguno de esos funcionarios. De igual forma calmada y tranquila dio la vuelta a la manzana y se dirigió al patio trasero del ayuntamiento, donde todo estaba dispuesto para la celebración de esa tarde; en la parte superior de las escaleras y junto a las puertas se había colocado un atril con un micrófono en él, con un par de potentes altavoces puestos a ambos lados. En todo el espacio del patio varias cámaras, todas ellas apagadas, apuntaban hacia las puertas, y un par de operarios se encontraban ajustando una mesa de mezclas cerca de allí. Aun así Fluttershy no se preocupó y pasó a su lado tranquilamente y sin moverse precipitadamente, pasando completamente inadvertida para los operarios, los cuales ni siquiera se dieron cuenta de que estaba allí, como si la chica fuera invisible. Desde la barandilla que separaba el patio de la autopista de Del Perro, que discurría justo al lado, la vista del atril era clara, pero no lo suficiente. Además, estaba demasiado cerca y se arriesgaría a que la vieran enseguida, comprometiendo así su invisibilidad.

Sin embargo en cuanto se dio la vuelta y encaró los edificios del centro, al otro lado de la autopista, vio algo que, con mucha seguridad, la daría la cobertura necesaria y sería el lugar perfecto desde donde tener un tiro limpio. Ante ella el edificio de la empresa oftalmológica Penris se alzaba a la suficiente altura como para tener una vista completa y perfecta del patio del ayuntamiento. Detrás del mismo, el altísimo edificio de la IAA le sobrepasaba por mucho, pero a Fluttershy no le interesaba en absoluto, centrándose en lo más inmediato.

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Edificio Penris


Aunque el edificio Penris podría ser perfecto para realizar el trabajo, prefirió asegurarse del todo y se dirigió a comprobarlo personalmente, cruzando uno de los tantos puentes que separaban el centro de la ciudad con la parte norte de la misma y llegando al mismo andando en menos de diez minutos. El acceso por la puerta principal estaba vigilado, pero eso no era nada que su habilidad no pudiera hacer. Esperó a que alguien llegara y entró junto a él sin que se diera cuenta, como si se hubiera fundido con su propia sombra. Ni siquiera la recepcionista se percató de que había entrado, dirigiéndose hacia las escaleras de servicio más cercanas. El ascenso hasta la azotea fue un tanto largo y fatigoso, pero finalmente llegó hasta arriba del todo, forzando la puerta para poder pasar. Allí arriba el viento azotaba con fuerza, cosa que tuvo en cuenta, aunque subió hasta al nivel de la fachada donde el logo de la empresa se encontraba y pudo ver con gran facilidad todo el patio trasero del ayuntamiento.

-Es perfecto-pensó Fluttershy al instante.

Desde allí estaba lo suficientemente resguardada y la visión era total, por lo que el lugar era ideal. Una vez que estuvo comprobado regresó a su furgoneta, aunque antes se pasó por la sala de seguridad, donde un vigilante se encontraba ante una serie de monitores tomando un café y comiendo algo dulce. Fluttershy hizo mano de su bastón, el cual cogió antes de salir de la furgoneta, y puso KO al vigilante con un seco golpe en la nuca. Aprovechó su estancia para manipular algunas cámaras y así evitar que la grabaran esa misma tarde, y además borrar los momentos en los que ella aparecía entrando al edificio. Una vez que deshizo todas sus huellas regresó por donde había venido y cogió su furgoneta, dirigiéndose esta vez al este de Los Santos.

El barrio de La Mesa era uno típicamente industrial, hogar de amalgamas comerciales, talleres, almacenes, industria pesada y demás compendios manufactureros. Durante el S XIX y parte del XX fue un barrio muy activo y prolífico, aunque bastante contaminado debido a esto, lo que hacía que poca gente viviera en él. Actualmente se encontraba en pleno proceso de gentrificación y ahora había muchos más vecinos, aunque para suerte de Fluttershy, Supply Street era quizás la calle menos transitada, y eso la daba cierta ventaja a la hora de no llamar la atención. Sin embargo, en cuanto entró en ella pudo notar como su corazón palpitaba más fuerte, al tiempo que todo su cuerpo comenzaba a temblar. Si dependiera de ella iría a cualquier otro sitio, pero dado que la situación era mucho más complicada, no tenía otra opción que volver allí si quería seguir oculta. Giró a la izquierda en la siguiente intersección y entró en un callejón que recorrió hasta parar al lado de un viejo y destartalado almacén. Para entonces la respiración de Fluttershy era agitada, al tiempo que su corazón comenzaba a desbocarse, sintiendo como si la estuviera a punto de estallar.

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Supply Street, La Mesa


Bajó de la furgoneta, cogió su equipo y del mismo sacó una oxidada llave que usó para abrir la puerta de servicio al almacén, al lado de una persiana. En ese momento la mano la temblequeó y llegó a oír algo en el rincón más alejado de su mente.

¡Aquí o se trabaja o no se está, no toleraré a vagos!

Aun así hizo un esfuerzo y tiró de la puerta, abriéndose con un fuerte chirrido y entrando en el almacén. El interior estaba tan silencioso que el roce del metal contra el suelo resonó por todo el lugar, rompiendo con la monotonía de su existencia. Fluttershy se quedó mirando al interior del mismo, con gesto afectado, al tiempo que no dejaba de temblar. Más voces resonaron en su cabeza como ecos lejanos.

¡Ya basta, aquí harás lo que se te ordene! ¿¡Estamos?!

Aun a pesar de ser un almacén no había nada en él, salvo un espacio medio vacío y con grandes palés amontonados unos encima de otros, cajas de embalaje podridas y poco más. Ignorando los detalles, Fluttershy se dirigió al sótano por unas escaleras cercanas y se acercó al cuadro eléctrico, activando de nuevo el general y regresando la luz al almacén.

¡No te atrevas a levantarme la voz, un respeto!

Una vez que la luz estuvo de vuelta Fluttershy subió al piso superior por una escalera que llevaba hasta una pasarela que cruzaba la parte superior del almacén, llevándola hasta unas viejas y destartaladas oficinas. Restos varios como papeles arrugados, material de oficina, un par de ordenadores destrozados y varios ficheros desencajados era lo único que allí había; en una pequeña habitación había una desvencijada cama junto a una mesa con más material de oficina obsoleto. Una vez allí la chica sacó su viejo móvil y lo puso a cargar enchufándolo en un enchufe cercano a la mesa.

¡Vuelve a cuestionarme y te juro que será lo último que hagas!

Para entonces la chica trataba de calmarse sin éxito, notando cómo los nervios comenzaban a atenazarla; se sentó en la cama con expresión asustada y temblando de pies a cabeza. Finalmente no pudo más, tumbándose en ella y comenzando a llorar débilmente, lamentándose por todo. Sus débiles sollozos resonaron por todo el almacén, llenando su vacío.


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-¿¡Cómo que no pueden acceder a la cuenta?! ¡Eso es ridículo, no tuvo ningún problema con ella desde que la abrió, en tal caso mi abuela me lo hubiera dicho!

-El problema es, señorita Apple, que las cuentas previas a 1987 fueron todas revocadas en su día debido a una reorganización en el departamento hace cosa de unos veinte años.

-¿¡Y eso qué significa?! ¡¿Y el dinero de mi abuela?!

-El dinero sigue ahí y sus datos también, de hecho todas las cuentas afectadas fueron reubicadas durante el tiempo que duró la reorganización, pero debió de haber un problema con la cuenta de su abuela y debido a eso no puedo acceder a ella.

-Pero entonces… ¿no puedo sacar el dinero?

-Me temo que no, el ordenador no me autoriza, y en este caso habría que investigar qué salió mal a la hora de reubicar la cuenta de su abuela.

Para entonces Applejack no se podía creer lo que estaba sucediendo; después de todo el viaje hasta la ciudad, esa odiosa y ominosa ciudad que no soportaba ver ni en pintura, ahora tenía que volverse con las manos vacías sin el dinero que tanta falta la hacía.

-Pero… necesito ese dinero, por favor, ayúdeme…

-Por supuesto, aunque por ahora no va a ser posible y llevará un tiempo puesto que no podemos disponer del dinero así sin más, nuestra política es muy estricta al respecto.

-¿Qué? ¿Por qué?

-Porque somos la entidad bancaria más poderosa de este estado, con presencia en toda la costa oeste y con decenas de filiales en nómina. El control que realizamos sobre el dinero de nuestros clientes es total, y como ya la he dicho, nuestra política no nos permite disponer el dinero inmediatamente sin un previo consentimiento de la administración.

Ante esa explicación tan contundente Applejack tan solo pudo hacer una sola cosa.

-Agh, mire, déjelo, está claro que no me pueden ayudar…

-No, hombre, no diga eso, deme sus datos y nos pondremos en contacto con usted en cuanto tengamos alguna novedad sobre su caso.

Un tanto reticente al principio, finalmente acabó dando sus señas y salió de las oficinas del banco en el barrio de Del Perro de la misma forma que entró. Sin nada. A su alrededor la ciudad parecía estar en otra realidad muy distinta a la suya; la gente caminaba apresuradamente por las calles, como si fueran una celebridad salida de Vinewood, atendiendo sus móviles, hablando de las cosas pueriles de la vida y pensando sólo en ellos mismos. Si algo no soportaba de la gente que vivía en esa ciudad era lo superficiales que podían llegar a ser, siendo ese otro detalle más por lo que no la gustaba una ciudad como esa.

-Bah, no aguanto más en este agujero-pensó Applejack, recolocándose su stetson y echando a andar en dirección hacia donde había aparcado el coche.

Sin embargo tan absorta iba que no vio venir a una chica de pelo violeta y ojos claros, vestida muy elegantemente y con un peinado de lo más curvilíneo y cuidado, chocándose con ella en el proceso.

-¡Agh, mira por dónde vas!-la espetó molesta.

-Oh, lo siento, querida, iba distraída…

Applejack quiso espetarla algo, pero llevaba prisa y quería salir de allí, por lo que la dejó estar y caminó un poco más deprisa para salir de allí cuanto antes. Además esa misma tarde iba a darse el entierro y tenía que ponerse presentable, por lo que no se lo pensó más y aceleró el paso. A su alrededor Los Santos la vigilaba.


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El resto de horas pasaron rápidamente, como si lo hubieran hecho a propósito; para Fluttershy eso sólo significó una cosa, y hasta incluso lo agradeció. El hacer tiempo en el almacén la había agotado bastante, intentó dormir un poco, pero apenas pudo llegar a relajarse lo suficiente como para poder conciliar el sueño. En vez de eso se quedó despierta todo el rato, tumbada en la cama, al tiempo que esas voces seguían haciendo eco en lo más profundo de su mente, atormentándola poco a poco.

Fue por eso por lo que agradeció inmensamente el que tan solo quedara media hora antes de que su objetivo se dejara ver, dándola un motivo para salir de allí. Cogió su equipo, su móvil ya cargado y se dirigió al centro, concretamente al edificio Penris; de camino usó su móvil para rastrear las frecuencias de radio y sintonizó West Coast Talk Radio, la radio de charlas local y por donde retransmitirían el discurso de su objetivo.

-¡Buenas tardes, Los Santos, hoy vamos a tener unos cielos de lo más despejados, perfectos para el discurso de bienvenida del recién electo gobernador de San Andreas, Jock Cranley, el cual nos hablará seguramente de su programa y de todo lo que podrá y no podrá cumplir! ¡Esperamos que a alguien le importe, porque evidentemente a nosotros no! ¡En cinco minutos estará en el aire!

Para entonces Futtershy se encontraba subiendo las escaleras hacia la azotea del edificio, respirando entrecortadamente y con los nervios a flor de piel; había pasado demasiado tiempo desde el último encargo y eso había repercutido negativamente en ella, pero aun así sabía que debía hacerlo, por lo que continuó el ascenso.

Una vez en posición hizo mano de su equipo y comenzó a montar de forma pausada su antiguo rifle de francotirador; el cuerpo del arma fue lo primero, encajando el cargador en su carcasa y ajustando la mirilla para que estuviera bien sujeta. El cañón fue el siguiente, seguido después del silenciador, enroscándolo suavemente, sin apenas hacer ruido. El único casco que tenía puesto en la oreja derecha la iba informando al momento de la situación allí abajo.

-¡Y ahora, con todos ustedes, el gobernador de San Andreas, Jock Cranley!

Los aplausos se oyeron tanto desde el patio del ayuntamiento como por la radio, pareciendo que sonaban en estéreo. Por su parte Fluttershy terminó de ajustar el rifle y se colocó en posición, tumbándose en el suelo para obtener una mejor visión y apoyando el rifle mediante un pequeño trípode que lo sostenía del cañón. Una vez lista enfocó usando la mirilla y pudo ver a su objetivo saliendo del ayuntamiento, con una sonrisa de oreja a oreja grabada en su cara, al tiempo que se colocaba enfrente del atril y se dirigía a la multitud que se encontraba en el patio, enarbolando banderas del partido republicano.

-¡Americanos! ¡Andreínos! ¡Hoy es un gran día! ¡Hoy es el día en el que San Andreas se encamina a una nueva era en la que este estado será verdaderamente libre, otorgando la libertad necesaria a aquellos que son verdaderamente merecedores de ella! ¡Y esos sois ni más ni menos que todos vosotros que me habéis votado!

Sus palabras fueron recibidas con una gran ovación, al tiempo que la gente coreaba su nombre.

-¡Lo sé, lo sé! ¡Necesitábamos un cambio, un cambio que nos beneficiara a todos, que nos diera el derecho de ser verdaderamente americanos, y ese cambio ya está aquí, entre todos nosotros! ¡Yo soy ese cambio! ¡Y yo me encargaré de que todo el mundo obtenga lo que se merezca! ¡No más inmigrantes, ni unionistas, ni viejas señoras, ni policías molestos que nos digan lo que tenemos que hacer! ¡Es la hora de darles el dedo a todos ellos!

Inmediatamente después Cranley mostró literalmente el dedo a la multitud, la cual le imitó, enaltecida.

-¡Exacto, mostradles el dedo, enseñadles quien manda ahora! ¡San Andreas es un gran estado en el cual todos podemos ser libres de hacer lo que nos plazca, de ser americanos, de ser nosotros mismos! ¿No es eso maravilloso?

Otro atronador aplauso se extendió por el patio del ayuntamiento, mientras que Jock Cranley se recreaba en ese mismo instante. Por parte de Fluttershy ella ya estaba lista, aunque entonces se encontró con que apenas podía disparar puesto que sus brazos la temblaban. Hacía demasiado tiempo desde la última vez que había sostenido ese instrumento, y por un momento la pareció que cedía por su propio peso. Pero enseguida se recompuso y, por un instante, tomó aire y no pensó en nada, dejando su mente en blanco. Se imaginó entonces en un sitio mejor que ese, rodeada de naturaleza, de animales. Las flores brillaban y la hierba verdeaba. Al fondo la figura de una chica familiar la sonreía en la distancia. Su corazón palpitó con fuerza y ella sonrió. Su dedo se deslizó alrededor del gatillo casi de forma involuntaria y sujetó el arma con firmeza, olvidando todo lo demás. Acto seguido espiró y accionó el gatillo, pudiendo oír la detonación apagada por el silenciador.

Inmediatamente después el tiempo volvió a correr y se ocultó tras la fachada, mientras podía oír los gritos de terror de la multitud en el patio. Rápidamente desmontó el arma, apagó la radio y volvió por donde había venido a paso ligero, respirando lenta y pausadamente. Salió del edificio tranquilamente y volvió a su furgoneta, la cual la había aparcado cerca de allí. Arrancó el motor y se retiró del lugar, dirigiéndose esta vez a un lugar más apartado, situado en el distrito de Vinewood Este, concretamente en una calle en obras cerca de Mirror Park, Utopia Gardens. No tardó demasiado tiempo en llegar, aparcando justo al lado de una casa en construcción. Apagó el motor y se quedó allí, en silencio, y mirando a la nada. En ese mismo instante su móvil vibró y miró a la pantalla, en la cual se podía leer: Ha recibido un ingreso en su cuenta bancaria por valor de diez mil dólares. Ante eso la chica tan solo suspiró y apagó el móvil, al tiempo que parpadeó y dos gruesas lágrimas cayeron sobre su regazo. Sin poder aguantarlo más apoyó la frente en el volante y lo soltó todo, al tiempo que el sol se iba poniendo en el oeste, tiñendo a Los Santos de un color rojizo.


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Al mismo tiempo, en el condado de Blaine una familia también lloraba la pérdida de su abuela, al tiempo que la misa seguía su curso; todos ellos estaban allí, escuchando las palabras del sacerdote, la cual se encontraba hablando del gran pozo de virtudes que era alguien como Granny Smith. Applejack, ensutada un sobrio vestido negro, sostenía a su hermana pequeña por los hombros, la cual estaba disonantemente calmada, aunque con los ojos vidriosos, como ella. A su siniestra su hermano Big Mac se mantenía en silencio, mientras que el resto de su familia se dejaba llevar por sus sentimientos.

La iglesia de Hill Valley, situada en Great Chaparral y a medio camino entre el condado de Blaine y el de Los Santos, accedió a oficiar una ceremonia en su honor y su posterior entierro en el mismo cementerio, situado justo al lado de la misma iglesia y en lo alto de una colina a los pies de la ruta 68, que hacía las veces de frontera entre ambos condados. Las vistas desde allí eran muy bonitas y desde el mismo cementerio se podía ver al fondo el desierto de Señora y el mar de Álamo.

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Iglesia y cementerio de Hill Valley


Tras la misa se procedió a llevar el ataúd para enterrarlo, entre Big Mac, Braeburn y dos hombres más asistentes de la iglesia lo llevaron en una corta procesión hasta una de las tumbas al lado de la valla, siendo acompañados por el resto de asistentes. Al funeral habían venido otros miembros de la familia que vivían cerca, así como amigos y conocidos; entre ellos Applejack llegó a ver a Berry Punch, la actual dueña de los viñedos Marlowe situados en las colinas de Tongva y una muy buena amiga de la familia.

-Hola Applejack.

-Ah, hola Berry, gracias por venir…

-Era lo menos que podía hacer… lo siento tantísimo, Applejack, Granny Smith era una gran mujer.

-Lo sé, hizo tanto por todos nosotros… la debemos quienes somos ahora.

El ataúd fue descendiendo mientras el sacerdote decía unas últimas palabras, al tiempo que bendecía la tumba; muchos de los asistentes tiraron varias rosas al foso antes de que éste fuera cubierto por tierra. Poco a poco los asistentes fueron mostrando sus respetos a los Apple antes de empezar a irse paulatinamente hasta que solo quedaron Applejack junto con una llorosa Applebloom y un entristecido Big Mac, acompañados por sus primos, los cuales los estaban esperando. Applejack se acercó a la tumba una vez cerrada, en la lápida de enfrente se podía leer: Aquí yace Granny Smith, mujer trabajadora, madre de familia y Apple. Tus nietos nunca te olvidan. Los ojos de Applejack se humedecieron por última vez, dejando una rosa encima de la tierra.

-Adiós, abuela.

Tras esa última despedida los tres se retiraron para volver a su hogar y seguir con sus vidas. Un denso silencio cayó sobre el cementerio, al tiempo que una suave brisa agitó los pétalos de la rosa.

Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

Notapor Damián García » 01 Oct 2015, 21:20

CAPÍTULO 15
BIENVENIDO A LOS SANTOS


Hola, Sg91:

Por ahora todas las manes han llegado a Los Santos. Mmm, esta historia está despertando mi vena morbosa.

TWILIGHT
La pobrecilla tuvo que mentir a sus amigos y familiares para tratar de protegerlos.

Descubrió que la chica que la “contrató” se llama Sunset Shimmer, lo sabía. Lo adivine en el review anterior. El viaje hasta Los Santos tuvo un equilibrio entre relajado (no ocurrieron imprevistos) e intimidante para la chica, que se vio que tenía miedo y cientos de dudas. ¿Le dieron un apartamento? Tuvo suerte. Podrían haberla hospedado en un sótano oscuro, o en un desván polvoriento. Si también le dan un sueldo para comprar comida y limpiar el piso será la bomba, xdxd.

«Me va a tocar hacer limpieza. Que mierda de vida» pensó Twilight. Bueno… quizás la contraten de limpiadora por horas, xdxdddd.

RAINBOW DASH
Llegó a Los Santos junto con Thunderlane. Ja, ja, ja. Pinkie se encontró con ellos y pensó que eran novios. “¿Eso no computa?” Mola. Esa fue una frase empleada en “Star Wars I La amenaza fantasma”.

Al menos Dash consiguió un apartamento bonito, bien de precio y cerca de la playa. Ella y Thunderlane decidieron pagarlo a medias.

APPLEJACK
Se quedo asombrada cuando vio que su hermanita mostró cierta madurez ante la muerte de su abuela.

Perdió la cosecha, normal. El tipo ese que le ofreció aquel supuesto insecticida no tenía ni idea de plagas. Me pregunto si es legal ofertar pesticidas sin tener licencia de exterminador.

¿120.000 dólares? Mmm, no es una cantidad pequeña pero tampoco es muy grande. Podría servir para cubrir algunos gastos pero no creo que alcance para todo. Sería una solución a corto plazo pero a la larga seguramente habrá complicaciones. De nuevo un banco se dedicó a poner pegas; primero fue Twili quien sufrió ante la burocracia bancaria y ahora la víctima es Applejack. ¿Un banco es un servicio personal? No, es una casa de ganar dinero, la prueba es que la cuenta está congelada y no se puede sacar el dinero de ella.

Me encantó la parte del entierro y el funeral. En un determinado apartado pusiste «A su siniestra su hermano Big Mac» ¿Siniestra? ¿No será “a su diestra”? Fue linda la inscripción de la lápida.

FLUTTERSHY
Se culpó de la muerte de Ángel. ¿No sería más lógico que le pegase un tiro a quien asesinó a su conejito? Respuesta corta: Sí. Respuesta larga: Sí pero no, porque ese tipo solo era un peón y si lo matase sus superiores irían a por su amiga.

La chica consiguió un ático desde donde poder disparar.

¿Un alcalde lamiéndole los zapatos a un gobernador? ¿Por qué será que no me sorprende?

Fluttershy cobró 10.000 dólares por un asesinato. Con otras 100 muertes como esa reuniría un millón. Se traumatizaría pero sería un loca millonaria, xdxdd.

JOCK CRANLEY
Dijo: “Otorgando la libertad a aquellos que son realmente merecedores de ella, y esos sois todos los que me habéis votado” Es decir que quienes no le votaron no tienen derecho a la libertad ¿Qué pensaba hacer con ellos? ¿Meterlos en un gueto? ¿Ejecutarles? ¿Expulsarles de San Andreas? Y luego el señor continuó su discurso «No más inmigrantes, ni unionistas, ni viejas señoras, ni policías molestos que nos digan lo que debemos hacer» Conclusión: Nos deshacemos de los inmigrantes, los opositores políticos, los ancianos y los policías no corruptos. ¿Te molestas si te digo que no lamente su muerte?

BARRIO DE DEL PERRO
Mmm, ¿No será “Muelle del Perro”? ¿O “Muelle de Perro”? No sé… me suena raro “de del”. ¿El distrito tenía dos ayuntamientos? Bueno… en España tenemos tropecientos Parlamentos asique…

PINKIE PIE
¿Para qué se fueron las 6 manes a Los Santos? Rainbow Dash huyo para que no le matasen; Fluttershy para pegarle un tiro a un político, Rarity para poner en su sitio a un banda de mafiosos; Applejack ya estaba viviendo allí y Twilight para… ni ella misma lo sabe aun, para hacer de recadera, posiblemente sea una mezcla entre la Cenicienta y la Lechera, xdxdd. Pinkie fue a estudiar respondería… un motivo soso pero al mismo tiempo agradable.

Pinkie ya conoció a toda la familia Cake. Ahora solo le falta hacer de niñera de los bebes y quizás le paguen un sueldo extra, xdxdd.

RARITY
Se hospedo en un hotelazo, que discreta. El mejor sitio para no llamar la atención. Sigo pensando que fue un error que no se trajese ningún escolta.

Le prometió a su hermanita que volvería en siete días, ya veremos si consigue cumplir la promesa.

Habitación 3223, capicúa.

Eso es todo por ahora.

Un saludo.
Nos leemos.
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Re: Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

Notapor Sg91 » 21 Oct 2015, 22:29

Capítulo 16

La ciudad de silicona


-¡Weazel News, confirmando tus prejuicios! ¡Noticia de última hora acerca del reciente asesinato del hace poco investido gobernador de San Andreas, Jock Cranley! Bien poco ha durado el mandato del nuevo gobernador, el cual tan solo tenía unas pocas horas de vida, cuando éste fue repentinamente abatido ayer por la tarde, mientras pronunciaba su discurso de bienvenida. La policía ha estado investigando desde entonces, buscando indicios que les pudieran llevar hasta la identidad del asesino, pero hasta ahora no han descubierto nada sustancial. Encontraron un casquillo de bala tirado a los pies del edificio Penris, evidenciando que el asesino se había apostado allí mismo, pero la posible pista les ha llevado a un callejón sin salida puesto que les ha sido imposible rastrear el arma que lo disparó. Hasta el momento no se sospecha de nadie en particular, y la policía no descarta un ajuste de cuentas. Años atrás Jock Cranley fue detenido en 1978 al ser sospechoso de la muerte de su mujer, Jolene Cranley-Evans, la cual falleció en un supuesto accidente en los acantilados del monte Gordo, en el condado de Blaine, pero fue absuelto enseguida por falta de pruebas. Sin embargo, ahora que el que había sido el recientemente electo gobernador ha fallecido, tal puesto irá directo a la que había quedado en segunda posición en las elecciones por una amplia y holgada diferencia, Sue Murry, la candidata demócrata, la cual se ha apresurado a hacer declaraciones.

-Antes que nada quiero transmitir mis más sinceras condolencias al partido republicano por tan funesta pérdida, estoy segura de que sus compañeros le echarán mucho de menos. Pero no hay nada que temer, ciudadanos de San Andreas, por pleno derecho ahora yo tomo el cargo de gobernadora, y puedo prometer y prometo una época de prosperidad para este gran estado que nos aguarda. La época de crisis económica acabará conmigo, sanearé las cuentas y me encargaré de que todos y cada uno de los andreínos sean recompensados por sus esfuerzos. Escucharé y seré escuchada para que todos podamos sentirnos orgullosos de nuestro estado y de nuestro país. Dios bendiga América.

Twilight había encendido la radio de la cocina para oír un poco las noticias mientras desayunaba, pero enseguida se encontró con que apenas la estaba escuchando. El día anterior había sido un no parar, aprovechando el tiempo constantemente para poner su nueva casa decente; hizo limpieza profunda, aireando el apartamento para que se fuera el olor a cerrado, barriendo, fregando el suelo y limpiando de polvo todo el lugar, teniendo que estar por lo menos hora y media con ello puesto que todo el sitio estaba hasta arriba de suciedad.

Una vez que estuvo todo limpio comprobó la cocina y vio que la nevera estaba vacía, por lo que tuvo que salir de compras, comprando comida como para al menos una semana y llenándola con de todo un poco. Por suerte había una tienda no muy lejos de allí y pudo hacer las compras sin irse demasiado lejos, ya que aún no se conocía ni el barrio donde estaba, temiendo perderse si se alejaba demasiado. El resto del día lo aprovechó para dar una vuelta por la ciudad y empezar a familiarizarse poco a poco con ella, aunque sin salir del barrio para no perderse mucho.

En cuanto al desayuno en sí pasaba lentamente y apenas lograba levantarla el ánimo; el café la sabía raro, el zumo de manzana parecía aguachirri, y aunque normalmente comía de todo para luego no pasar hambre por la mañana, unas tristes magdalenas completaban el conjunto. Twilight suspiró, dando otro sorbo al café y esbozando un gesto asqueado.

-Bof, vaya mierda de café…

Lo achacó rápidamente a la cafetera, la cual era de las antiguas. Sí, seguramente sería por eso.

En ese mismo instante su móvil comenzó a sonar y Twilight lo comprobó, viendo que la llamaba Sunset; tratando de ahogar un desesperado suspiro, la chica lo cogió y murmuró.

-¿Diga?

-¿Estás despierta?

-Sí, estoy desayunando…

-Vale, pues termina rápido y ven a verme para que te dé tu primer recado, estoy en Del Perro Plaza, sentada en la terraza del Up-n-Atom Burger.

-Vale…

Sunset fue la primera en colgar, dejando a la chica con la miel en los labios. Twilight por un momento quiso dejarlo todo y huir, pero enseguida recordó que no tenía otra opción. Si lo hacía no sólo su biblioteca sería pasto de las llamas, sino que su familia y sus amigos también estarían en peligro. Y no podía permitir que eso pasara, por lo que afrontó la situación con toda la entereza que en esos momentos pudo sacar; dio un rápido sorbo al café, ignorando su espantoso sabor, y se dirigió a su habitación para cambiarse y dirigirse al lugar.

Del Perro Plaza era un pequeño centro de ocio comercial donde varias tiendas y cadenas de comida rápida tenían establecimientos; Twilight lo recordaba de su paseo del día anterior, se encontraba no muy lejos de allí, yendo todo recto por la avenida hacia la playa, así que no perdió más tiempo y se dirigió hacia allí a paso ligero, pensando en sus propias cosas para no tener que lamentar su propia existencia. A su alrededor la ciudad parecía haberse despertado por fin tras una noche movidita, como si hubiera estado trasnochando y no la hubiera sentado muy bien. Al contrario que Liberty City, Los Santos parecía tener un aire muy distinto al de la famosa ciudad que nunca duerme, y eso se notaba sobre todo por el ambiente tranquilo y pausado, al menos en ese barrio en concreto.

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Del Perro Plaza


Finalmente llegó al sitio y subió unas escaleras cercanas al parking para encontrarse con Sunset, la cual era la única sentada en la terraza de la hamburguesería. Twilight se sentó frente a ella, sin decir nada, y la chica la miró de arriba abajo antes de hablar.

-Muy bien, has llegado enseguida, puntualidad, eso me gusta…

Por su parte Twilight no dijo nada, mirando hacia otro lado con gesto cortado. Sunset se reincorporó en su silla y continuó hablando.

-Vale, ahora que estás aquí hablemos de trabajo. Si te hemos traído aquí no es por nada, puesto que aún tenemos mucho por hacer en esta ciudad. Llevamos poco tiempo instalados y no tenemos muchos contactos, pero lo que sí tenemos es un montón de royalties, como los famosos, sólo que a diferencia de ellos nosotros ganamos mucho más. También prestamos dinero a quien nos lo pide, por algo se empieza, pero de un tiempo a esta parte muchos de nuestros clientes se piensan que el mercado es lo suficientemente flexible como para creerse los reyes del mambo y marcarse sus propias pautas y fechas. Y nosotros, como comprenderás, no somos ningún banco. Siempre llevamos un riguroso control sobre nuestro dinero, y los retrasos en los pagos es algo que no podemos tolerar. Y por eso hemos decidido que tú te encargarás de ello.

Antes de que Twilight pudiera decir algo, Sunset sacó de debajo de la mesa un pequeño maletín y se lo pasó; la chica lo abrió y la sorpresa fue mayúscula al encontrarse con una pistola en ella.

-Es ilocalizable así que no tendrás problemas de ningún tipo.

-Pe… pero… yo no quiero hacer daño a nadie…-masculló ella, visiblemente agitada.

-¿Te he pedido acaso algo semejante? No ¿verdad? Queremos que nos paguen, si están muertos no nos pagarán ni queriendo, y por ahora no queremos llamar demasiado la atención. Te la doy para que la uses en caso de que necesites apretarle las tuercas a alguien, no hace falta que le pegues un tiro a nadie. Aunque si fuera por mí otro gallo cantaría, eso desde luego.

Aun así Twilight se siguió mostrando nerviosa, mirando el arma incluso con cierto pavor que a Sunset no se la escapó.

-Espera un momento ¿has sostenido un arma alguna vez?

-¡Pues claro que no! ¡Soy una humilde bibliotecaria, no una vulgar matona como tú!-soltó entonces Twilight, sin apenas pensar.

Al segundo siguiente la chica se arrepintió ampliamente, pero para entonces el daño ya estaba hecho; Sunset dio un golpe en la mesa, al tiempo que la miraba con una expresión que intimidó a Twilight, la cual miró al suelo con el miedo reflejado en sus ojos.

-Cuidadito con lo que dices, Sparkle… no es a mí a quien tienes que apretar las tuercas-la espetó la chica, con tono amenazante.

Ante eso Twilight se apresuró a disculparse lo antes posible.

-Lo siento, no era mi intención, es que…

-Ah, guárdate tus disculpas, no te las he pedido. Aunque más te vale respetarme, Sparkle, porque si no, vamos a tener muchos problemas tú y yo. Y créeme, no querrías tener problemas conmigo. ¿Estamos?

La chica tan solo asintió con la cabeza con gesto asustado y sin atreverse a hablar. Sunset soltó un dejado suspiro y murmuró.

-Vale, entonces no sabes usarla. Como ya te he dicho no le tienes que disparar a nadie, pero el hecho como tal también te puede venir bien para intimidar, aunque sólo sea disparando al aire. Agh, si es que son todo problemas…

Sin decir nada más Sunset cerró el maletín lo cogió y se levantó, al tiempo que decía.

-Sígueme.

Sin decir nada Twilight la obedeció y las dos bajaron al parking de la plaza, acercándose a un coche cercano aparcado, concretamente un Jackal de color rojo.

-Sube-indicó secamente Sunset, al tiempo que lo abría con un mando a distancia.

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Jackal


Sin mayores contemplaciones la chica acató sus órdenes y Sunset arrancó, alejándose de allí y dirigiéndose a un destino que Twilight desconocía. Atravesaron toda la avenida Del Perro y pasaron por el centro de la ciudad, dirigiéndose hacia el sur. En un momento dado llegó a comentar.

-Esto… ¿A dónde vamos?

-A un lugar apartado donde poder practicar tranquilas sin que nadie nos moleste… y ya sé dónde podemos parar.

Por su parte Twilight no dijo nada más y se quedó callada durante el resto del trayecto, mientras iba observando su alrededor; los edificios del centro conseguían recordarla al menos en parte al bajo Algonquin, que era la zona con más densidad urbana de toda Liberty City, pero al contrario que esta, el centro de Los Santos tenía un algo que conseguía diferenciarse de su hogar.

Pasar hacia el sur de la ciudad era como entrar en otro mundo; los rascacielos, los apartamentos lujosos del centro y las mansiones de Rockford Hills o Vinewood Hills eran sustituidos por condominios, proyectos urbanísticos inacabados o guetos marginales en los barrios de Davis, Strawberry, Rancho, Banning y Chamberlain Hills. La autopista elevada de Olympic hacía las veces de frontera divisoria entre ambas zonas de la ciudad, separando a los ricos de los pobres, a los pandilleros de los adinerados, contemplándose y despreciándose mutuamente desde cada lado de la valla invisible en la que se convertía la autopista en sí. Debido a esto, bajo la misma autopista imperaba la ley de la supervivencia, siendo el hogar de numerosos sin techo y demás personas repudiadas por la elitista y ensimismada población de Los Santos, además de ser el lugar perfecto para mejorar la puntería.

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Bajo la autopista Olympic


Nada más llegar entraron por el lado de Elgin Avenue, aparcando al lado de una serie de columnas que sujetaban la autopista de todo ese tramo; Sunset se bajó del coche y Twilight la siguió hasta un solar apartado de la carretera, desde donde se podía ver el hueco de la mediana de la autopista. Cerca de allí un mendigo se encontraba tirado en el suelo, aunque en cuanto las oyó se reincorporó y se dirigió a ellas con gesto suplicante, murmurando.

-Por favor, una limosnita, ayudad a este pobre desgraciado…

-Lárgate, tenemos mejores cosas que hacer-le espetó Sunset, con voz queda.

-Por favor, señorita, se lo suplico…-masculló el hombre, agarrándose a ella.

Sin mayores remilgos Sunset le asestó un rodillazo en la cara, al tiempo que le gritaba.

-¡Que te pires ya! ¡Y no vuelvas a tocarme!

Ante eso el vagabundo se fue de allí, mascullando adolorido por lo bajo incongruencias varias. Twilight no pudo evitar comentar.

-No era necesario haber hecho eso…

Sin embargo tan solo obtuvo una reprochadora mirada por parte de Sunset, la cual cogió una serie de botellas del suelo y las colocó encima de una caja cercana, acercándose después a ella con la pistola y empezando a hablar.

-Muy bien, empezaremos por lo básico. Coge la pistola.

Con manos temblorosas y una incipiente inseguridad, Twilight asió el arma con la mano derecha, sujetándola pobremente; esto hizo soltar un respingo a Sunset, la cual la reprendió.

-¿Pero tú te crees que se puede sostener así un arma? ¡Deja de temblar de una vez y cógela bien, con firmeza!

Siguiendo sus instrucciones la chica asió con fuerza el arma, aunque debido a los nervios se puso en tensión enseguida y no pudo ni siquiera apuntar.

-¡Te he dicho con firmeza, no que la estrangules! ¡Relájate un momento!

La costó un poco, pero finalmente consiguió sostener la pistola apropiadamente, más o menos.

-Vale, ahora veamos tu puntería. ¿Ves las botellas? Apunta a una y dispárala.

Tratando de acallar sus nervios, Twilight alzó el brazo, sujetando la pistola con ambas manos, y apretó el gatillo; la detonación resonó por todo el solar y la chica cerró los ojos por puro instinto, saliendo el tiro desviado e impactando en una columna cercana.

-¡Pero no cierres los ojos, así es imposible apuntar a nada!-exclamó Sunset, algo quemada.

-¡Es que mete mucho ruido, me ha asustado!

-Oh, por el amor de… ¡Vuelve a intentarlo!

Las siguientes intentonas fueron igual de desastrosas, fallando el tiro en todas ellas y vaciando el cargador en cuestión de segundos; para entonces Twilight estaba con los nervios a flor de piel, los brazos la temblaban y se sentía más impotente que nunca.

-No puedo… no soy capaz…-musitó la chica, con lágrimas en los ojos.

-Oh, por favor, no me seas llorona… trae, te pondré otro cargador y lo volverás a intentar, de aquí no nos movemos hasta que des por lo menos a una botella-masculló Sunset, quitándola la pistola y recargándosela.

Aunque Twilight no estaba en su mejor momento, fallando sistemáticamente cada tiro, lo que ponía cada vez más y más nerviosa a Sunset; finalmente ésta no aguantó más y exclamó.

-¡Agh, si es que lo tengo que hacer todo yo!

En un visto y no visto la chica se colocó detrás de ella y la ayudó a sostener la pistola, al tiempo que decía.

-¡Has de sostener la pistola con firmeza o el retroceso te hará fallar! ¡Recta y sin flaquear!

Las manos de Sunset sujetaron las de Twilight, la cual se dejó hacer por ella mientras la seguía explicando.

-¡Apuntas dirigiéndote con la mirilla y no apartas la mirada de tu objetivo por nada del mundo, y menos aún cierras los ojos!

Por un momento sus indicaciones parecieron dar resultado y Twilight consiguió calmarse un poco, logrando sostener el arma con firmeza.

-Y ahora… ¡dispara!-exclamó Sunset, apartándose de ella.

En un visto y no visto Twilight apretó el gatillo, sin romper la pose, y la pistola rugió, al tiempo que la bala salía recta y conseguía impactar sobre una botella, rompiéndola.

-Y así es como se dispara… procura recordarlo cuando verdaderamente tengas necesidad de hacerlo-añadió Sunset, con gesto cortante.

Por su parte Twilight miró a la pistola con resquemor, sin convencerla del todo; Sunset se alejó y la siguió justo después para no quedarse atrás, al tiempo que se la guardaba.

-Entonces… ¿tengo que hacer algo ahora?-inquirió ella.

-Sí, vas a aprovechar que estamos aquí al lado y te vas a pasar por el club de striptease local, el Vanilla Unicorn. Allí trabaja una chica con el nombre artístico de Cheetah. El caso es que esa es una de las tantas personas que nos deben dinero, así que vas a ir allí y vas a recordarla que todos los préstamos tienen un vencimiento. No creo que se ponga reticente, pero en caso contrario, ya sabes lo que tienes que hacer. Ah, y dila que vienes de parte de Umbrex, eso la hará recordar.

Salieron de nuevo a la carretera y Sunset se montó en su coche, comentando de seguido.

-Ah, por cierto, vas a moverte mucho por la ciudad así que ve pensando en pillarte un coche.

-¿Qué? Pero yo no puedo permitirme un coche ahora…

-Me da igual, eso ya es cosa tuya, pero ya te digo que vas a estar de aquí para allá, e ir andado en esta ciudad está mal visto, y más aún ir en metro, así que ya sabes. Dame un toque en cuanto hayas terminado.

Y, sin decir nada más, Sunset se fue de allí, dejando a Twilight sola. Sin poder hacer nada más que acatar sus órdenes la chica se puso en camino hacia allí, sin necesidad de andar mucho, estando justo al lado de donde se encontraba.

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Vanilla Unicorn


Twilight nunca había estado en ningún club de striptease y tampoco entraba en sus planes de vida entrar en uno alguna vez, pero esta vez tenía que hacer una excepción; el Vanilla Unicorn era un local bastante grande que ocupaba toda una manzana y se encontraba justo al lado de la autopista Olympic, haciendo esquina con Elgin Avenue. Era de colores vivos y sugerentes, con publicidad en el exterior que anunciaba los espectáculos que allí se realizaban. Se acercó a la entrada, la cual estaba guardada por un vigilante vestido de negro, quien al verla comentó.

-Oh, bueno, no solemos tener clientas, pero por qué no…

-¿Eh? No, no, no es nada de eso, estoy buscando a…

Aunque antes de que pudiera decir nada más la puerta se abrió de golpe, saliendo de ella disparadas un par de chicas, una en lencería y otra en topless, gritando y exclamando.

-¡Pero qué cerdo!

-¿Y este es nuestro jefe? ¡Por dios!

Justo después apareció por la puerta un hombre de aspecto demacrado y deprimente, con la única vestimenta que su ropa interior, visiblemente bebido, al tiempo que exclamaba.

-¡Aaaargh, mujeres!

Twilight se quedó en el sitio, incapaz de procesar el hecho en sí; el portero comentó.

-¿Algún problema, señor Philips?

-¡Ninguno, Jeb, todo va a pedir de boca! ¿Cómo va la mañana?

-Tranquila, hasta que esta señorita apareció.

El tal señor Philips se la quedó mirando como si no viera bien hasta que comentó.

-¿Cómo? ¿Clienta? Vaya, vaya, esto sí que es interesante, de hecho… ¡es lo más interesante que me ha pasado en toda la p*ta semana! Pasa, nena, tenemos el horno lleno de bollos ahora mismo, te va a gustar.

-No, se equivoca, yo sólo…

-Ah, vamos, no te cortes, en esta vida no haces nada si no te lanzas, entra ahí y disfruta.

-Pero ya le digo que no…

-Ah, ya veo, eres de las tímidas… en ese caso invita la casa, di a la chica que más te guste que te envía Trevor Philips, y que no me entere yo que te ha cobrado por un baile pegado.

Para entonces Twilight quería morirse de la vergüenza, por lo que entró rápidamente en el sitio con tal de no volver a ver a ese hombre de nuevo. En cuanto entró un ambiente oscuro la dio la bienvenida, al tiempo que se podía escuchar el tema Scandalous de Mis Teeq sonando de fondo. Nada más entrar a mano derecha había la barra de un bar, con una mujer al otro lado sirviendo una serie de chupitos a un grupo de chicos jóvenes; a mano izquierda se encontraba el resto del espacio del club, donde había una larga pasarela con una barra al final de la misma, en la cual una bailarina se encontraba puesta boca abajo mientras se sujetaba a la misma usando las piernas. Muchos hombres se encontraban contemplando su performance, algunos la lanzaban billetes, mientras que otros la animaban para que se siguiera moviendo. El resto de strippers se encontraban yendo de aquí para allá, captando clientes potenciales y ofreciendo un baile privado a aquellos que lo desearan. Twilight buscó con la mirada a la tal Cheetah, aunque en ese momento se dio cuenta que no sabía cómo era, por lo que optó por preguntar. Se acercó a una stripper que se encontraba cerca de donde ella estaba y, algo cortada, la habló.

-Perdona…

La chica, al cual iba ataviada con un ceñido corsé rojo y unas medias negras de liguero, se giró y al verla comentó.

-Vaya, esto sí que es nuevo, es la primera vez que veo a una tía entrar aquí… a no ser que seas nueva.

-No, no es nada de eso…-masculló ella, enrojeciendo por enésima vez.

-Oh, en ese caso bienvenida ¿quieres pasar un buen rato? No le digo que no a nada…

Twilight dio gracias a que el ambiente era oscuro, puesto que en esos mismos momentos comenzaba a pensar que la sería imposible ponerse más roja; aunque enseguida se recompuso, mascullando de seguido.

-No, estoy buscando a Cheetah ¿la conoces?

-¿A Cheetah? Claro que sí, es mi compañera… tienes buen gusto, eso desde luego ¿quieres que la llame?

-Te lo agradecería…

-Está bien, espera aquí.

La chica del corsé entró por una puerta cercana con unas dobles cortinas y, al cabo de unos pocos minutos, reapareció asomándose y llamándola. Twilight se acercó a ella y ésta la comentó.

-Viene ahora, ve pasando por aquí.

Antes de que pudiera negarse o algo por el estilo la chica la cogió del brazo y la hizo pasar a la zona privada, donde había una serie de cabinas; la sentó en una de ellas y la pidió que esperara. Para entonces Twilight comenzaba a avergonzarse de sí misma, poniéndose más y más nerviosa, aunque en ese momento oyó a una voz comentar.

-Hola, cariño, soy Cheetah, he oído que me buscabas.

Twilight alzó la mirada y, por un momento, se quedó paralizada debido a la impresión. Cheetah era una chica joven, de unos treinta y pocos años, de pelo rubio claro, ojos oscuros, figura contorneada, piel tostada y físico monumental. Poseía tatuadas una serie de estrellas en el hombro izquierdo y vestía con una minifalda beis con un tanga rojo. Y eso era todo. Las mejillas de Twilight se encendieron hasta extremos insospechados y la chica se rió tontamente.

-Vaya, vaya, así que tenemos aquí a una chica tímida… relájate, cielo, voy a hacer que te sientas cómoda.

Twilight abrió la boca para hablar, pero antes de que pudiera decir nada Cheetah se adelantó, desabrochándose la minifalda y quedándose solo con el tanga puesto, al tiempo que se acercaba a ella y se encaramaba al sillón donde se encontraba sentada, mientras comenzaba a bailar al son de la música. Para entonces la cara de Twilight parecía estar congestionada de lo roja que estaba, quiso decir algo, pero debido a la impresión la fue imposible hablar. Por su parte Cheetah siguió bailando, dando la espalda a Twilight pegada a ella y moviéndose como un reptil, al tiempo que comentaba.

-Puedes tocar si quieres, cielo, aunque que no te vea el vigilante, eso sí…

Para entonces Twilight consiguió reaccionar y masculló.

-Espera, no he venido aquí por esto, sólo quiero hablar contigo…

A eso la chica se dio la vuelta y la miró con ojos retadores, sin detenerse siquiera.

-Oh, pues claro que sí, cielo, tú me dirás…

-Vengo de parte de Umbrex.

Fue en ese mismo instante cuando Cheetah paró por completo el baile, mirándola con cierto deje amedrentado, sin esperárselo para nada.

-¿Qué?

-Sí, y teniendo en cuenta tu cara, sabrás entonces por qué estoy aquí…

Ante eso la chica esbozó una preocupada mirada, apartándose de ella de golpe y murmurando.

-Todavía no lo tengo, necesito más tiempo, por favor…

-Ya, el caso es que ellos no tienen más tiempo, así que…

Por un momento Cheetah no dijo nada, mirándola con gesto suplicante, pero en ese justo momento apareció el vigilante y, al verla, inquirió.

-¿Ya habéis terminado?

Fue entonces cuando, en un visto y no visto, la chica se escabulló y echó a correr hacia una puerta cercana.

-¡Eh, espera!

Twilight se puso en pie y echó a correr yendo tras ella, ignorando al vigilante que la llamaba; nada más entrar por la puerta siguió un estrecho pasillo hasta un amplio y espacioso camerino, donde más chicas se encontraban allí preparándose y acicalándose, entre ellas a Cheetah, la cual estaba cogiendo sus cosas para huir.

-¡Alto ahí!

Sin embargo nada más verla Cheetah salió disparada en dirección hacia un pasillo colindante, el cual llevaba hacia la pasarela, aunque ella siguió adelante, entrando por otra puerta al fondo del todo; Twilight la siguió y entró entonces en un despacho, el cual se encontraba vacío, llegando a ver la figura de la stripper saliendo por otra puerta en dirección a la calle.

-¡Para de una vez!

Siguiendo su estela vio que había girado a la derecha nada más salir por la puerta, corriendo en dirección hacia un callejón cercano y metiéndose en el solar bajo la autopista donde ella misma había estado hace pocos minutos. Twilight apretó el paso y vio que trataba de escabullirse entre las columnas que sujetaban la autopista, aunque en ese momento recordó algo que Sunset la llegó a decir.

…te puede venir bien para intimidar, aunque sólo sea disparando al aire.

Fue entonces cuando vio una ocasión perfecta y, aunque todavía la daba reparo usarla, la sacó de su bolsillo y, con gesto algo intimidado, apuntó hacia arriba y ejecutó tres rápidos disparos, sin poder evitar cerrar los ojos por puro instinto. Un poco más adelante Cheetah se detuvo alzando las manos y temblando de pies a cabeza, al tiempo que exclamaba.

-¡No, por favor, no me hagas daño!

Twilight aprovechó y, arma en mano, se acercó a ella, al tiempo que no dejaba de apuntarla para evitar que volviera a salir corriendo.

-Po… por favor… no me mates…-masculló la chica, con lágrimas en los ojos.

-No voy a matarte, sólo quiero que devuelvas el dinero que debes-murmuró Twilight, tratando de sonar convincente.

-¡Pero es que aún no lo tengo! ¡Por favor, necesito un poco más de tiempo, por favor!-lloró Cheetah, con las manos en alto.

Fue en ese mismo instante cuando Twilight sintió verdadera lástima por ella, llegando a despreciarse a sí misma en el proceso por hacer lo que estaba haciendo. Por un momento bajó un poco el arma, algo amilanada por la situación, sin embargo enseguida recordó que no tenía otra alternativa por lo que volvió a alzar el arma, intimidando un poco más a Cheetah, la cual se encogió sobre sí misma llorando débilmente. La cabeza de Twilight era un hervidero de sentimientos encontrados en ese momento, aunque entonces consiguió serenarse y salió al paso con algo.

-¿Cuánto debes?

-Vein… veinte mil dólares.

-¿Cuánto tienes ahí?-inquirió ella, señalando a su bolso.

-Ocho mil… pero ese es mi pago de esta semana…

-Bueno, pero si pagas esa parte ahora la cifra bajará a doce mil, y no deberás tanto. Puede que así te posterguen un poco más.

La idea pareció calar en Cheetah, la cual se quedó pensativa, rumiando la situación; por su parte Twilight mantuvo el arma en alto sin apenas pestañear, esperando una respuesta por su parte. Finalmente la chica accedió y le entregó el dinero, aunque algo recelosa.

-Bien, en este caso podré interceder por ti. Pero no hagas que me tengan que volver a mandar por aquí.

Cheetah tan solo se quedó sentada en el suelo, con gesto derrotado y los ojos vidriosos; por su parte Twilight trató de ocultar como pudo una expresión llena de tristeza en su cara, llegando a pensar por lo bajo.

-Lo siento…

Una vez con el dinero se alejó de allí y llamó a Sunset, la cual respondió enseguida a la llamada.

-¿Y bien?

-He conseguido que me pagara una pequeña parte, unos ocho mil dólares, pero aún no está todo.

-Bueno, algo es algo, al menos vemos algo de dinero por su parte. Aunque aún tiene cuentas pendientes con nosotros, eso sí.

-Lo sé, al menos ahora os debe un poco menos.

-Sí, aunque no se podría decir lo mismo de ti ¿no crees? Ocho mil dólares no son nada comparados con los más de ciento cuarenta mil que nos debes… y que conste que esos ocho mil no rebajan ni un ápice los tuyos, así que vas a necesitar mucho más que eso para devolvernos la diferencia.

Para entonces Twilight se mordía la lengua para evitarse problemas, pero podía notar cómo la rabia y la desolación comenzaban a apoderarse de ella. Por su parte Sunset finiquitó la conversación enseguida.

-Pero bueno, guarda ese dinero, ya me lo darás la próxima vez que nos veamos. Estaremos en contacto.

Nada más colgar Twilight estuvo tentada de tirar su móvil al suelo, pero lo reconsideró enseguida ya que no tenía otro; en su lugar se tuvo que conformar con tragarse sus propias lágrimas, al tiempo que lamentaba su propia existencia. Por encima de ella el tráfico rodado corría por la autopista de Olympic, mientras que el resto de Los Santos también rodaba a su propio ritmo.


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-Vale, a ver qué tenemos en el panorama radiofónico…

Rainbow no se consideraba una persona maniática, aunque había ciertos detalles que nunca podía faltar cuando conducía, y uno de esos detalles era, sobre todo, la música. En Liberty City siempre escuchaba la que era su emisora favorita, Electro-Choc, aunque ahora que era nueva en Los Santos debía buscar una nueva emisora que se aclimatara a sus gustos. Estuvo sintonizando automáticamente emisoras varias hasta dar con una que la gustara cómo sonaba, y esa fue Soulwax FM, con unos ritmos electrónicos muy pegadizos.

-¿Estás despierta, Los Santos, te lo estás pasando bien? Eso espero porque yo también, nadie te hace sentir mejor que yo, MC W1SH, retransmitiendo para toda San Andreas desde el monte Chiliad. Como diría una buena amiga mía, que no pare la música.

-¡Ostia, MC W1SH, el colega de DJ Pon3! ¡Lo compro!-exclamó Rainbow, subiendo el volumen y acelerando un poco más.

Desde ayer que llegó y se asentó Rainbow ya se conocía toda la parte oeste de la ciudad, habiendo visitado los barrios aledaños de Del Perro y Vespucci, llegando incluso a dar un largo paseo por las dos playas, pasando entre medias por el muelle de Del Perro y llegando hasta Puerto del Sol, donde se encontraban un puerto deportivo y un helipuerto turístico.

Aunque en ese justo momento se dirigía a hacer una visita sorpresa a Lightning, la cual vivía en el distrito de Vinewood Este, que era a donde se encaminaba en ese momento corriendo a toda pastilla por la autopista de Del Perro; la ciudad a su alrededor se difuminaba por lo rápido que iba, esquivando con maestría el tráfico, el cual no era muy denso en esos momentos aun a pesar de que era casi hora punta. Guiándose por el GPS tomó la segunda salida hacia la derecha a la altura de Pillbox Hill, la cual desembocó en Hawick Avenue, justo al lado de Vinewood Este y entrando en el mismo por una ancha calle que atravesaba un pequeño parque.

Todo el distrito de Vinewood Este estaba compuesto por uno de los barrios más eminentemente residenciales de toda la ciudad, Mirror Park, el cual destacaba por ser muy típicamente americano, con urbanizaciones residenciales lineales dispuestas en torno al parque del mismo nombre, el cual se situaba justo en medio del distrito, siendo el pulmón verde del mismo. Los pocos negocios que allí había no pasaban de ser pequeñas tiendas de conveniencia, alguna que otra hamburguesería y bar, una gasolinera, un par de farmacias y demás servicios menores. Los negocios más grandes que allí se encontraban eran la empresa de taxis Downtown Cab Co. y el casino e hipódromo de la ciudad en la parte más septentrional del distrito. Aun y con todo era un barrio típicamente residencial y donde la industria inmobiliaria estaba teniendo un buen despegue, ya que se estaban construyendo nuevos proyectos urbanísticos de un tiempo a esa parte, siendo el de Utopia Gardens uno de los más recientes de todos.

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Vinewood Este


En cuanto llegó Rainbow aparcó cerca del parque y estuvo dando una vuelta por el barrio para ver si veía a Lightning por allí cerca; el ambiente era muy agradable y el buen día que hacía lo complementaba bastante bien. En el parque había personas de todo tipo dando paseos, charlando, paseando a sus perros, haciendo footing, jugando con sus hijos e incluso haciendo yoga o taichí; en el centro del mismo había un lago con apenas profundidad, aunque en el lado este había un pequeño muelle junto a una torrecilla que simulaba un faro, y en el mismo lago había una pequeña isleta con altas palmeras y abundante vegetación.

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Mirror Park


Al principio no vio a la chica por ningún lado y estuvo tentada a llamarla, aunque por otro lado no quería hacerlo ya que arruinaría la sorpresa. Sin embargo llegó a ver una figura familiar al cabo de unos pocos minutos corriendo cerca del muelle del lago, acercándose un momento para echar un vistazo; Rainbow se deslizó con cuidado al lado del faro y comprobó que realmente era ella, aproximándose sigilosamente a la chica para darla un buen susto. En cuanto estuvo a menos de un palmo de ella alzó las manos para darle un toque con ellas en la cintura; sin embargo nada más tocarla Lightning reaccionó cogiéndola del brazo, inmovilizándola rápidamente y torciéndoselo hacia un lado sin llegar a rompérselo. Rainbow soltó un grito adolorido y en cuanto Lightning se dio la vuelta con el puño en alto y con intenciones de atacar se paró de golpe al ver de quien se trataba.

-¡¿Dash?!

-¡La misma, tía! ¿Te importa soltarme el brazo antes de que me lo rompas?

-Perdona, pero es que me has dado un buen susto… qué sorpresa ¿Qué haces tú aquí?-inquirió la sorprendida chica, soltándola de seguido.

-Bueno, digamos que decidí cambiar de aires y vine para aquí en cuanto tuve la ocasión ¿y tú? ¿Qué hay de ti?-quiso saber Rainbow, palpándose el brazo

-Pues bien, me estoy preparando para el famoso triatlón Coyote que se dará dentro de tres semanas.

-Vaya, suena prometedor, ¿es deportivo o urbano?

-Deportivo, es conocido por ser el triatlón más largo y duro de todos los que se organizan aquí en San Andreas, el recorrido cubre casi medio estado y sale del mar de Álamo, en el condado de Blaine, y termina aquí, en Los Santos, en el barrio de Pacific Bluffs y ante la entrada del Kortz Center.

-Vaya, suena bastante extremo…

-Y es que es extremo, son treinta minutos de natación en el mar de Álamo, más de ciento veinte kilómetros de bicicleta desde el extremo norte del mar, parte del condado de Blaine y el de Los Santos y por la mayoría de los barrios de la ciudad y unos últimos veinte kilómetros de carrera hasta lo más alto de Pacific Bluffs.

Al oír la cifra Rainbow se quedó alucinada; era muchísimo más grande que cualquiera de los triatlones deportivos en los que había participado, que no eran muchos ya que ella había participado más en urbanos, con pruebas enfocadas en la adrenalina de carreras de motor que en la resistencia física en sí.

-Joder, suena terrorífico…

-Y lo es, el triatlón es famoso sobre todo por su dureza, y ha habido más de uno que se ha quedado tieso a medio camino, tú ya me entiendes…

-¿¡En serio?!

-Sí, pero la mayoría de esos pobres infelices eran los típicos tíos casados de mediana edad que no soportan pasar ni un minuto más en casa con sus mujeres y tienen una severa crisis de los cuarenta que les hacen creerse más de lo que ellos mismos son. Por eso mismo hay que estar bien preparado, y he estado entrenando duro desde que volví.

-Genial…

Las dos estuvieron paseando por el parque mientras se iban poniendo un poco al día.

-Pues sí, menuda sorpresa me has dado, no me esperaba verte por aquí… ¿has llegado hoy?

-No, llegué ayer, me he estado asentando un poco.

-¿Dónde paras?

-En un apartamento en primera línea de playa en Del Perro, lo hemos alquilado.

-¿Hemos?-repitió Lightning, curiosa.

-Sí, Thunderlane y yo, ha venido conmigo-reveló ella.

-Oh, sí, ya me acuerdo, es aquel chico que nos acompañó al aeropuerto… es tu novio ¿no?

Ante eso Rainbow reaccionó enrojeciendo por enésima vez, al tiempo que exclamaba.

-¿¡Tú también?! ¿¡Pero qué perra tiene la gente con lo mismo?! ¡No es mi novio!

-¿Ah, no? Pues yo pensé que sí que lo era…

-¿¡Qué?! ¿¡Y eso por qué, si se puede saber?!

-No sé, es que como se os veía tan compenetrados pues…

Rainbow quiso decir algo, un tanto cortada, pero al final prefirió dejarlo estar y cambió rápidamente de tema.

-Y cuéntame ¿hay alguna carrera por aquí recientemente? Acabo de llegar y tengo ganas de probar cómo se las gasta la costa oeste…

-Sí, de hecho hay una esta misma mañana a eso de las doce en el puerto, no tenía intención de participar en ella pero podemos pasarnos si quieres.

-¡Genial, sí, vamos entonces!

-Vale, aunque en ese caso deja que haga una llamada antes…

Lightning hizo una rápida llamada, hablando con alguien rápidamente, hasta que finalmente dijo.

-Vale, nos han reservado los dos últimos puestos, vamos para allá.

-¡Sí, vamos, ya tenía ganas yo de volver a competir!

-Aunque antes nos vamos a pasar por un taller de Los Santos Customs en el que trabaja un colega mío para que te haga unos retoques a tu buga, ahora que estás aquí tienes que customizarlo como es debido y al estilo andreíno-apuntó Lightning.

-Mola, vale, a ver qué tienen…

-Oh, te vas a sorprender.

Como Lightning tenía su coche aparcado en el garaje de su casa, Rainbow fue a por el suyo y la estuvo esperando en la esquina con el bulevar de Mirror Park, la calle principal que cortaba el barrio perpendicularmente. Al cabo de unos rápidos minutos de espera vio al Felon GT de Lightning apareciendo por detrás de ella y poniéndose a la misma altura para hablar con ella.

-¡Sígueme, no te me vayas a perder!

-¡Dame unos pocos días y me aprendo la ciudad entera!

-¡Ja, más quisieras, a Los Santos no le gustan los extraños!

-¡Muy graciosa!

Aun así la chica lideró el camino y Rainbow la siguió en todo momento; salieron del barrio por el sur y se metieron de lleno en el barrio de La Mesa yendo de camino hacia allá, llegando a cruzarse con una vieja furgoneta Surfer la cual surgió de repente de un callejón sin ni siquiera avisar. Rainbow tocó el claxon y exclamó.

-¡Pero mira antes de salir, chatarra!

No llegó a ver muy bien quién la conducía, pero la pareció que se trataba de una chica joven de pelo rosa claro. El taller al que se dirigieron se encontraba en ese mismo barrio, aunque tuvieron que desviarse un momento cruzando el río de Los Santos a través de uno de los tantos puentes que lo salvaban, llegando enseguida y bajando por una pequeña callejuela hasta un solar al lado de las vías del tren; la puerta se encontraba abierta y Rainbow lo metió en él, al tiempo que Lightning aparcaba fuera y salía de su coche, entrando en el taller.

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Los Santos Customs de La Mesa


-¡Hey, Jimmie!-saludó ella al chico que había allí.

-¡Hombre, Lightning, hacía tiempo que no te veía! ¿Cómo va eso? Oí que te estabas preparando para el Coyote…

-Así es, aunque he traído a una amiga para que le pongas a punto el coche, tenemos una carrera en el puerto dentro de una hora y he pensado que le podrías dar un poco de tu toque personal.

-Hey, no me lo digas dos veces, nena… tú debes de ser la amiga de Lightning-murmuró Jimmie, al ver a Rainbow salir de su coche.

-Sí, soy Rainbow Dash, encantada.

-Igualmente… vaya, vaya, mira que nene tenemos aquí, así que un F620 ¿eh? Y ligeramente modificado, aunque muy amateur por lo que veo…

-Sí, bueno, el caso es que las modificaciones en la costa este están muy reguladas y hay que tener cuidado…-se excusó Rainbow.

-Ah, pero ya no estás en la costa este… ¡esto es San Andreas, el paraíso del caucho, la pintura y los chasis! Y déjame que te diga que con un nene como este se pueden hacer muchas cosas.

-Sí, bueno, yo hago lo que tú me recomiendes.

Jimmie le estuvo echando un rápido vistazo al motor, notando enseguida que tenía instalado un depósito de ácido nitroso.

-¿Ácido nitroso? Por favor, no te lo tomes a mal, Rainbow, pero el ácido nitroso pasó de moda hace años…

-¿Ah, sí? Pues bien que me costó comprarlo e instalarlo…-murmuró ella, un tanto molesta.

-Nada, ya te digo que hoy en día nadie lo usa, además, a la larga jode los cilindros porque los oxida. Puedo ponerte algo mejor que te ayude a mejorar la aceleración, lo notarás enseguida, sobre todo al acelerar, y te ayudará a ponerte en primer lugar en cualquier carrera.

-¿De veras? ¿Y de qué se trata?

-Del turbo, es una pequeña turbina eléctrica que se acopla al motor por la parte de atrás y le ayuda a revolucionarse enseguida, ya verás, creerás que has salido volando. Normalmente si fuera otro coche te aconsejaría que le metieras una mejora en el ECU del motor para luego añadirle el turbo y así compensarlo un poco más, pero Ocelot de por sí hace muy buenos motores, por lo que con el turbo será más que suficiente.

-Bueno, vale, si me dices que es mejor…

-Sí, desde luego. También te aconsejo rebajarle la suspensión para que agarre mejor en las curvas a la hora de girar, y quizás mejorar un poco la transmisión para evitar pegar volantazos bruscos, ya que al ser de tracción trasera y al tener un culo tan ancho te tenderá a hacer trompos hacia los lados al girar.

-Sí, me ha pasado alguna vez, pero le tengo cogido el truco, sé cómo corregirlo cuando me pasa eso, es cuestión de maña, y conozco bien a mi coche.

-Como veas, pero yo creo que con una transmisión de calle te lo podría corregir, al menos en parte. Y luego si te apetece un caprichito puedo ponerte unas llantas de aleación con algún diseño así chulo, o bien luces de xenón en los faros delanteros si te apetece fardar por la noche. Y si quieres ir un poco más allá te puedo metalizar el color que ya tienes, para que se vea más opacado, es algo que se lleva, o bien ponerlo en plan cromado para que te reflejes en él si te olvidas mirarte al espejo el salir de casa.

-Mola, cuánta variedad…-murmuró Rainbow, impresionada.

-Ya te dije que podrían hacer de todo con él…

La costó un poco decidirse, pero finalmente Rainbow optó por añadir el turbo al motor, quitándole el ácido nitroso, rebajar un poco la suspensión a nivel de calle, corregir un poco la transmisión y añadir luces de xenón. No quiso cargarlo mucho para luego no tener que pagar tanto, pero para su sorpresa Jimmie la invitó.

-Esta vez invita la casa, bienvenida a Los Santos.

-¿En serio?

-Huy, sí, Jimmie es así de atento y servicial, sobre todo con los que llegan aquí por primera vez-aseguró Lightning, con gesto divertido.

-Oh, Dust, para ya, vas a hacer que me sonroje…-murmuró él, divertido.

-Vaya pues muchas gracias…

-De nada, disfrútalo, y suerte en vuestra carrera.

Una vez que el coche estuvo listo las dos se pusieron en marcha de nuevo en dirección hacia el puerto; nada más arrancar Rainbow pudo notar el motor mucho más revolucionado que en otras ocasiones, y en cuanto aceleró el coche pegó tal impulso que pareció que había saltado, literalmente, por la velocidad que alcanzó en menos de diez segundos incluso.

-¡Uauh, cómo tira!-exclamó la chica, alucinada.

Siguiendo a Lightning llegaron al puerto enseguida, el cual estaba compuesto principalmente por dos grandes y espaciosas islas; Elysian Island, donde la gran mayoría de barcos comerciales atracaban y descargaban, con varios muelles de carga y descarga, un astillero y un puerto naval, y la terminal principal del puerto, donde los cargueros y barcos de mercancías cargaban y descargaban constantemente las veinticuatro horas del día. Debido a esto era uno de los puertos más ocupados de la costa oeste, con una actividad diaria constante. Y era debido a esa misma actividad por lo que las carreras por allí estaban a la orden del día, ya que los trabajadores y operarios del lugar estaban demasiado ocupados como para llamar a la policía y denunciar una carrera ilegal.

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Puerto de Los Santos


Una vez allí Lightning llamó a Rainbow por el móvil y la chica lo descolgó usando el manos libres, oyéndola por los altavoces del habitáculo.

-Vale, ya estamos aquí, aunque la parrilla de salida está en la terminal de Jetsam, al otro lado de Elysian Island. Sígueme.

-Vale, voy detrás de ti.

No tardaron mucho en llegar al sitio, ubicado en un alargado muelle que abarcaba al menos una tercera parte de esa zona de la isla. Una serie de vehículos de competición ya estaban allí, colocados en sus respectivos sitios y dispuestos a competir; las dos se colocaron en posición, al tiempo que una chica caminaba entre los coches para indicar a los participantes el inicio de la carrera.

-¡En sus marcas!

Algunos motores comenzaron a rugir en punto muerto, de forma retadora; Rainbow no fue menos y ella hizo lo mismo, al tiempo que Lightning se sumaba a la puya, compartiendo un gesto desafiante entre las dos.

-¡Listos!

Rainbow inspiró y expiró con suavidad, al tiempo que se iba preparando metiendo primera y fijándose en la carretera; a su alrededor todo parecía dejar de ser relevante.

-¡Ya!

Al punto todos los motores rugieron a la vez, al tiempo que un buen montón de ruedas quemaban goma sobre el asfalto, soltando humo de todos los colores antes de salir disparados, comenzando así la carrera y rompiendo con la rutina del puerto.

(Continúa en el siguiente mensaje)

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Re: Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

Notapor Sg91 » 21 Oct 2015, 22:39

(Continúa del anterior mensaje)


-Oh, cielos, qué clase, cuanto estilo…

Y es que, aunque pareciera que Rarity era una mujer ocupada, para ella siempre había tiempo para darse una vuelta por los barrios más adinerados de la ciudad y descubrir un poco la moda local, siendo mucho más glamurosa de lo que en un principio pensó.

Rockford Hills era uno de los barrios más lujosos y cosmopolitas que más cerca la quedaban, y su calle principal, Portola Drive, era el centro neurálgico comercial por excelencia de esa parte de la ciudad. Gurús de autoayuda, modelos muy estropeadas y con escotazos, gente que trata de ser famosa, es famosa o solía ser famosa, ricachones de medio pelo o de pelo completo y demás fauna artificial se encontraban aquí para alardear de lo que tenían y tratar de obtener lo que no tenían también. Por parte de Rarity tan solo era una oportunidad para hacer un poco de turismo de compras, y en ese sentido ella siempre aprovechaba ese tipo de oportunidades.

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Portola Drive


Por otro lado y hasta el momento, la investigación acerca de los contactos de los Sanders seguía su curso poco a poco, puesto que no quería llamar demasiado la atención; hasta el momento tan solo se había limitado a ir tanteando el terreno, investigando por su cuenta e informándose acerca de las bandas que mayores flujos de droga manejaban. Tras un exhaustivo análisis había conseguido saber mucho más. Y lo que había averiguado la dejó del todo pasmada.

Prácticamente casi todas las bandas callejeras y organizaciones ilícitas establecidas de la ciudad y el estado se dedicaban al tráfico de estupefacientes, en mayor o menor medida. Dos de las bandas callejeras con más años de la ciudad, los Families y los Ballas, se dedicaban a comprar y vender mercancía de todo tipo, siendo de las bandas más poderosas e influyentes en ese sentido, aunque por lo que pudo saber los Ballas tenían mucha más presencia y poder que los Families. Otras bandas como Los Santos Vagos, los Varrios Los Aztecas o Marabunta Grande también se dedicaban a lo propio, pero al contrario de lo que ella tenía organizado en Vice City nadie se repartía la mercancía como tal sino que cada uno vendía lo que tenía o lo que le iba cayendo, dependiendo de cómo fluctuara el mercado.

En cuanto a organizaciones criminales establecidas los que más presencia tenían eran las Tríadas y el Cartel Madrazo, llegando a vender de todo, mientras que otras menores como los Armenios o los Kkangpae, una pequeña organización surcoreana, no tenían tanta presencia.

Por otro lado, y no a tan gran escala, había otras bandas cuya presencia se encontraba mucho más aislada, operando de forma más independiente. Una de ellas era The Lost MC, una banda de moteros que se dedicaban a traficar con lo que cayera en sus manos en gran parte del condado de Blaine. Otra era una tal Trevor Philips Enterprises (a veces Trevor Philips Industries, otras veces Trevor Philips Conglomerate, y en ocasiones, y de forma más abreviada, TPI), la cual era quizás la más independiente de todas y la que operaba produciendo su propia mercancía que luego vendía, principalmente metanfetamina.

Finalmente, y desde el otro lado de la balanza, otras organizaciones que no se dedicaban al tráfico de drogas eran Los Profesionales, un sindicato criminal que se dedicaba principalmente a la seguridad privada, y Merryweather Security, una organización guerrillera y paramilitar privada presente en muchos lugares del mundo y que opera siempre para el mejor postor.

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Little Portola


En un principio Rarity no supo qué hacer en cuanto supo la cantidad de gente que había metida en el ajo; si aparentemente los Sanders tenían tratos con alguna banda local, podría ser cualquiera, dejándola a ella muy expuesta si trataba de acercarse a alguna de ellas sin precaución ninguna. Fue por eso por lo que prefirió realizar un acercamiento más discreto, pensando en alguna forma de contactar con alguna de ellas haciéndose pasar por una compradora. Aunque no lo pareciera mantener su cabeza ocupada la ayudaba a pensar con mayor claridad, e irse de escaparates siempre era la mejor opción. Comenzaba a pensar que quizás los armenios serían la mejor opción cuando, en ese mismo instante, mientras miraba en una de las tiendas más lujosas en Little Portola, algo la llamó la atención. En ese momento se encontraba en Homme Gina, una tienda de ropa, y delante de ella había una chica joven de pelo rubio liso, de ojos claros y maquillada hasta las cejas, la cual se estaba probando una enorme y horrorosa pamela de color crema que no la pegaba para nada. Antes de que la chica se fuera con ella y con intención de pagarla, Rarity se adelantó y exclamó.

-¡Espera un momento, querida!

-¿Sí?-inquirió la chica, dándose la vuelta.

-Te lo voy a preguntar con toda la educación del mundo ¿tienes intención de comprarte… eso?

-Eh… sí, me parece bonita…-murmuró la chica, un tanto chocada.

Ante esa frase Rarity dejó escapar unos cortos y rápidos aspavientos, al tiempo que decía.

-Pero querida, ya te digo yo que no te pega para nada, ábrase visto…

-¿Qué? Pero oye, a mí me gusta…

-Nada, nada, me vas a permitir seleccionar algo bonito y elegante para ti, no voy a permitir semejante atentado contra la moda y el buen gusto. Veamos…

Antes de que la chica pudiera negarse o algo parecido, Rarity estuvo danzando entre las estanterías, viendo las existencias y comparándolas una a una con la chica, atendiendo sobre todo a lo que llevaba puesto y el color de sus ojos. Finalmente, tras unos pocos minutos en ese plan, encontró algo ideal para ella, una pamela de color azul claro y con unas pocas florituras en la parte superior

-Ah, eso es, sencilla, discreta, pero agradable a la vista. Se complementa con tu pelo y conjunta con tus ojos, es perfecta, mírate.

Rarity arrastró a la chica hasta un espejo, pudiendo verse reflejada en él y viendo el resultado, quedándose bastante asombrada.

-Oh, vaya, es cierto… es más bonita que la otra, y pasa desapercibida.

-¿Lo ves? Ya te dije yo que acertaría.

-Desde luego… caramba, tienes muy buen ojo ¿Quién eres?-inquirió la chica, curiosa.

Por un momento Rarity se quedó callada, pensando en si contestarla o no, aunque finalmente murmuró.

-Me llamo Rarity Belle, y soy una diseñadora amateur, encantada.

-Oh, ya veo… aunque ¿no sabes quién soy yo?-inquirió la chica, mirándola ceñuda.

-Eh… no ¿debería?

-Ah, venga ya, parecía que me habías hecho el favor porque me habías reconocido…

-Ah, bueno, en realidad lo he hecho como tal, porque no soportaba verte con un sombrero tan feo. Perdona si estoy siendo un poco grosera, pero es que cuando veo algo que atenta contra el mal gusto me pongo mala, me considero muy quisquillosa con esto de la moda.

Esa contestación dejó un tanto chocada a la chica, la cual la miró como si no fuera con ella, aunque en un momento dado murmuró.

-Tú no eres de por aquí ¿verdad?

-Oh, no, tan solo estoy aquí por negocios, vengo de Vice City.

-¿Vice City? Con razón me parecías tan del este… pero bueno, en cuanto al favor te lo agradezco de todas formas, aunque no es algo que se vea por aquí con frecuencia, nadie es tan generoso en esta ciudad ni de lejos.

-Oh ¿por qué no?-quiso saber Rarity, extrañada.

-Oh, por favor, esto es Los Santos ¿Qué esperabas? Aunque bien mirado eso te convierte en toda una rareza…

Por un momento las dos se quedaron calladas, mirándose mutuamente, hasta que finalmente se rieron tontamente, al tiempo que Rarity comentaba.

-Vaya, nadie había jugado así con mi nombre antes…

-Bueno, al menos tienes sentido del humor… y te voy a perdonar que no me conozcas también, aunque ya te pasaré alguna copia de mis películas. Soy Lacey Jonas, una famosa actriz de Vinewood, encantada.

-Oh, vaya, con razón vistes con tanta clase…

Acompañó a Lacey hasta la caja, donde pagó la pamela, y salieron de la tienda al tiempo que se la ponía ladeada, tapándose parte de la cara con ella.

-Oh, no te pega puesta así, déjame que te lo arregle…

-No, no, déjala así, si por eso me la quería comprar, para que nadie me reconociera. Últimamente salir a la calle es un horror, los paparazis no dejan de acosarme, incluso tuve que pedir ayuda a un ciudadano cualquiera hará cosa de varias semanas.

-Ya veo… debe ser muy estresante la vida de actriz.

-Sí, y más aún si vives en una ciudad como esta, donde todo periodista que se precie trata de conseguir una foto comprometida de la celebridad de turno. La más reciente ha sido Poppy Mitchell ¿te suena?

-Ah, sí, es esa modelo que posa para varias revistas de moda y marcas varias ¿no? He llegado a verla de vez en cuando, la llaman la hija favorita de América.

-Sí, aunque si te soy sincera me reí mucho cuando llegaron a publicar ese vídeo echando un polvo en el patio trasero del hotel Gentry Manor ¿te suena? Fue una bomba, se convirtió en el hazmerreír de América, si no lo era ya…

-Lo dices como si no fuera contigo…

-Oh, es que obviamente no va conmigo, odio a esa zorra, se lo tiene bien merecido, incluso la llegaron a detener hace poco. Espero que la metan un buen palo, por el culo mejor… aunque no, espera, que eso la mola.

Para entonces Rarity se encontraba un tanto chocada y asqueada a partes iguales, sobre todo por lo basta y lo lanzada que era Lacey. Normalmente no se juntaría así sin más con alguien como ella, Rarity tenía unos estándares y se notaba a la legua que la chica trataba de parecerse a algo que realmente no era sólo para intentar agradarla. Sin embargo sabía que no podía dejar pasar semejante oportunidad, según ella se trataba de una actriz de Vinewood, más del montón que de otra cosa, aunque independientemente de cuán famosa fuera en realidad eso la daba una gran ocasión de arrimarse a unos círculos que, probablemente, la ayudarían a acercarse un poco más a posibles contactos de las bandas más influyentes del mercado de la droga. Y es que, teniendo en cuenta que se trataba de Vinewood, no era para nada descabellado pensar que más de un actor o actriz estuviera metido en ese tipo de vicios y tuviera sus propios proveedores. Por lo que decidió enseguida y sin dudar.

-Oh, estoy segura que esa rufiana pagará por todas sus malas acciones, querida.

-Je, qué fina eres, rufiana, dilo hombre, que no hace daño. Es p*ta, pero p*ta, p*ta…

Rarity contuvo como pudo una mueca mezcla de asco y hastío, al tiempo que trataba de cambiar de tema.

-Pero bueno, rivalidades aparte estoy segura de que tú prometes… ¿qué películas has rodado últimamente?

-Oh, pues hago de todo un poco, me considero muy flexible en ese sentido… mira, de hecho mañana tengo grabación en los estudios Majestic en el barrio de Backlot City, si quieres pasarte a codearte con los que molan eres bienvenida-murmuró Lacey.

-Oh, me encantaría, siempre he tenido curiosidad por ver cómo es ese mundillo.

-En ese caso vente, haré que te dejen pasar, pásate mañana por el estudio a eso de las diez y media, poco antes de empezar a grabar.

-Está bien, allí estaré.

Las dos intercambiaron sus móviles y Lacey se fue de allí, perdiéndose entre la multitud y logrando pasar desapercibida; una vez sola Rarity esbozó una satisfactoria sonrisa, pensando en las posibilidades. Ahora que había conseguido acceder a la industria de Vinewood estaba más que segura de que esa situación la ayudaría a acercarse enseguida a sus objetivos, por lo que dejó de preocuparse un poco y siguió yendo de tiendas. A su alrededor, Los Santos cuchicheaba por lo bajo.


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-¡Aquí tiene sus palmeras, señor, que pase un buen día!

Apenas había pasado un solo día y Pinkie ya se había aclimatado a la ciudad y a su frenético ritmo, el cual siempre se traducía en mucha gente caminando por el paseo, viendo escaparates, comprando de todo y pasando el día de alguna u otra forma. Este flujo constante de personas garantizaba muchos clientes diarios, por lo que era necesario poder atender a todos, haciendo Pinkie un gran trabajo en ese sentido. Tampoco había tenido problema en la cocina a la hora de aprender y escuchaba atentamente todos los consejos e indicaciones de la señora Cake, a la cual dejó bastante impresionada.

-Caramba, Pinkie, me dejas pasmada, aprendes muy rápido…

-Je, je, sí, soy muy de memoria visual y nemotécnica también, se me da bien.

-Eso siempre es bueno… a ver si podemos terminar este encargo para antes de las doce.

Y no sólo era una rápida aprendiz y una eficaz dependienta, sino que también era una chica de lo más alegre y con un don de gentes portentoso, consiguiendo poner de buen humor incluso al santino más testarudo y haciendo que la clientela saliera más contenta de lo habitual.

Aun a pesar de lo críticos e intransigentes que solían ser los ciudadanos de Los Santos, además de muy ensimismados y preocupados de su propia figura, Pinkie no tenía en cuenta nada de eso y trataba a todo el mundo por igual, sin juzgar a nadie y dedicándoles siempre una alegre sonrisa. Esto dejaba un poco descolocados a la gran mayoría de clientes habituales del Sugarcube Corner, sin embargo, cual embrujo embriagador, al final conseguían caer ante los encantos de la chica, dejándose contagiar por su optimismo y buen humor.

-Vaya, Pinkie, estás consiguiendo lo que miles de terapeutas y psicoanalistas no han conseguido hacer nunca con esta ciudad-comentó el señor Cake en un momento dado.

-Desde luego, no recuerdo haber visto a la gente tan contenta desde el último desfile del cuatro de julio-asintió la señora Cake, igual de chocada.

-Oh, tampoco es para tanto señor y señora Cake, tan solo soy yo misma, nada más…

-En ese caso debería haber más gente como tú, Pinkie.

Ante ese halago Pinkie no hizo otra cosa más que sonreír. Para alguien como ella no había medias tintas ni nada parecido, era o todo o nada. Siempre que se proponía algo, no cejaba hasta conseguirlo. Y si ese algo era cambiar esa ciudad para bien lo conseguiría costase lo que costase, a base de sonrisas, deliciosas palmeras de chocolate y bollitos caseros.

Sin embargo en ese preciso instante unos agudos llantos se extendieron por toda la trastienda, poniendo en alerta a la señora Cake.

-Oh, no, otra vez no, si se habían calmado…

-No se preocupe, señora Cake, déjemelos a mí-murmuró Pinkie, dirigiéndose hacia la cuna colocada al otro lado de la cocina.

La chica de pelo rosado sostuvo entre sus brazos tanto a Pound como a Pumpkin Cake, meciéndolos suavemente y murmurando por lo bajo una cortita melodía; con eso bastó para calmarlos, mirando a Pinkie con los ojos muy abiertos y con expresiones alegres en sus rostros. La señora Cake suspiró.

-Oh, gracias Pinkie, perdona por cargarte innecesariamente de trabajo, pero es que su canguro nos ha fallado hoy.

-Para nada, señora Cake, estoy encantada de ayudarla, con lo bien que se me dan los niños a mí…

-La verdad es que nos ha venido muy bien que aparecieras, últimamente nos sentíamos desbordados, entre el trabajo y los niños necesitábamos a alguien que nos ayudara.

-Pues despreocúpese que ya estoy aquí ¿a que si?-inquirió ella, dirigiéndose a Pumpkin, la cual dejó escapar una feliz risita.

El trabajo continuó durante toda la mañana y luego hicieron un descanso a la hora de comer para almorzar y descansar un rato; durante ese receso estuvieron hablando de cómo serían las jornadas laborales, detallando también algunos días en los que cerraban por descanso semanal, normalmente los viernes o algún que otro domingo, dependiendo de la situación. En esa misma semana el viernes estaba previsto hacer uno, por lo que Pinkie aprovechó para preguntar algo que la interesaba.

-Por cierto, ahora que sacan lo del descanso, para ir a Paleto Bay desde la ciudad ¿cómo puedo hacer?

-¿Paleto Bay? ¿Y cómo es que quieres ir tan lejos?-quiso saber la señora Cake, curiosa, mientras daba de comer a sus hijos.

-Es que allí vive mi hermana Maud y me gustaría hacerla una visita sorpresa, no sabe que estoy aquí.

-Entiendo… en ese caso puedes ir en autobús, hay dos líneas que van hacia Paleto Bay, la 27B y la 301, las dos te llevan directas hacia allí, la única diferencia es que la primera atraviesa el estado por el oeste y la segunda hace lo mismo pero por el este-reveló el señor Cake.

-¿Cuál es más rápida?

-Hay la misma distancia, normalmente se tardan como unas cuatro horas atravesar el estado de sur a norte, tres y media si no hay mucho tráfico. Aunque por lo que sé es mejor la 27B ya que ofrece unas vistas preciosas de la costa oeste de San Andreas.

-Está bien, cogeré la 27B en ese caso… ¿dónde hay una parada cercana?

-Los autobuses que salen de la ciudad hay que cogerlos en la estación de autobuses, está en Textile City, al lado del centro, te puedo acercar el viernes por la mañana.

-Oh, no es necesario, señor Cake, puedo coger un taxi.

-No, hombre, no hace falta, después de todo me viene de camino ya que tengo que ir a comprar al lado, así que…

-Gracias, señor Cake.

El resto del almuerzo pasó rápidamente, hablando de todo un poco, y regresando al trabajo poco después para cubrir el resto de la tarde, al tiempo que Pinkie se imaginaba cómo sería la visita del viernes, lo cual la motivaba un poco más. En el paseo la actividad se intensificó y en el interior del Sugarcube Corner también.


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Ese mismo día la actividad en el rancho Apple transcurría de forma más lenta y monótona; y es que, por mucho que lo intentaba, Applejack se sentía totalmente apática, sin ganas de trabajar, aun a pesar de que sabía que debía hacerlo puesto que la situación económica de la familia llegaba a alcanzar un punto crítico. Entre todos trataron de animarla para que la chica se sintiera arropada y así evitar que su depresión se agudizara, funcionando de cierta manera, aunque todos sabían que tardaría mucho más en recuperarse.

Debido a que la cosecha se había perdido entera y ahora estaba inservible tuvieron que recoger todas las manzanas estropeadas para tirarlas y reutilizarlas, usándolas como abono o como comida para sus cerdos; aun así el simple hecho en sí fue muy duro para todos, especialmente para Applejack, la cual tuvo que tragarse sus lágrimas mientras recogía los ahora inútiles frutos después de todo un año de trabajo, constancia y esfuerzo.

Una vez que las manzanas malas fueron retiradas podaron los manzanos un poco para dejarlos preparados para la próxima cosecha, la cual tendría que esperar hasta dentro de varios meses. Sin embargo no había tiempo para esperar, las pérdidas eran demasiado grandes y no se podían permitirse ese lujo, por lo que no tuvieron más remedio que adelantar sus planes para con el resto de plantaciones, comenzando a adecentar los terrenos del sur para cultivar en ellos lo poco que les quedaba, entre ellos zanahorias, guisantes, patatas y unas pocas semillas de girasoles. Demasiado poco teniendo en cuenta todo lo que habían perdido, pero era mejor que nada.

Estuvieron toda la mañana arando la tierra y abriendo los surcos usando el tractor y el arado, con el cual Big Mac tenía mucha maña, mientras que los demás iban delimitando las áreas para cada plantación y esparciendo las correspondientes semillas. Tras eso cubrieron los surcos con una fina capa de arena y otra de sustrato, para después regarlas un poco para que la tierra cogiera nutrientes. Todos los vecinos de Grapeseed disponían de regadío comunitario controlado por un sistema de diques y acequias, las cuales eran alimentadas por el agua del mar de Álamo, previamente tratada para evitar envenenar sus cultivos o algo peor.

El trabajo se alargó un poco más hasta que finalmente terminaron a eso de las cinco y media; Applejack fue a buscar a Apple Bloom al colegio y luego estuvo un buen rato con ella para acompañarla y no dejarla sola, aunque la niña no se mostró tan abierta como en otras ocasiones, cansándose rápidamente y prefiriendo estar sola. Por su parte Applejack trató de distraerse con otra cosa, pero enseguida comprobó que el simple hecho de estar en casa la producía un fuerte e incipiente sentimiento de opresión en el pecho, por lo que prefirió salir a dar un paseo atravesando todo Grapeseed hasta llegar a la costa este del mar de Álamo, pasada la carretera y atravesando un pequeño llano. Una pequeña península de tierra salía hacia dentro del enorme lago, a mano izquierda los restos de una camioneta descansaban junto a una serie de piedras en la misma orilla, al tiempo que el fuerte olor a sal que el mar desprendía la llenaban las fosas nasales. Applejack se sentó encima de una roca lisa, apoyando la barbilla en sus rodillas y quedándose en esa pose durante un buen rato, contemplando en silencio la inmensidad del mar de Álamo y sus alrededores. Recordaba la famosa historia de cómo se originó ese mar, a principios del S XX, debido a un súbito y monumental error de cálculo en una obra de ingeniería, resultando en el desbordamiento de ingentes cantidades de agua en la antes conocida como llanura de Álamo, inundándola por completo y convirtiéndose así en el ahora mar de Álamo. Desde donde estaba se podía ver muy al fondo la figura del monte Josiah desde el lado oeste; a mano derecha se podía observar las extensas faldas del monte Chiliad y sus costas y a mano izquierda las costas del sur con la figura de Sandy Shores recortándose en la lejanía se podían distinguir con mayor nitidez. Applejack cerró los ojos y dejó escapar un quejumbroso suspiro; poco rato después pudo oír unos pasos acercándose tras ella hasta parar justo a su lado.

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Mar de Álamo


-La verdad es que las vistas son bonitas… y al olor te acabas acostumbrando.

Applejack supo distinguir enseguida la voz, comentando de seguido.

-No estoy de humor, Philips.

-Tranquila, no he venido a molestarte.

-¿Ah, no? ¿Y a qué has venido entonces?

Antes de contestar Trevor se apoyó en la roca con el pie y se inclinó un poco sobre la misma, mirando al mar de Álamo con gesto escrutador.

-Solamente a hablar. Sé lo que se siente ¿sabes?

-¿Ah, sí?-inquirió ella, con un leve deje de sorna.

-Sí. Yo también llegué a experimentarlo. La pérdida, el saber que no volverás a ver a alguien… aunque para mí fue diferente. Sobre todo cuando eres consciente de la realidad.

Por un momento hubo un breve silencio en el que Applejack miró de cabo a rabo a Trevor, el cual hizo una corta pausa antes de continuar.

-No es algo de lo que hable mucho. Cuando era pequeño tenía un hermano llamado Ryan, con el cual pasaba mucho tiempo. Desde que tenía poca edad mi papi no era bueno conmigo, y digamos que eso repercutió en mí de alguna u otra forma. Nos abandonó a mí, a mi hermano y a mi madre hace mucho tiempo, pero como siempre era un p*to desastre en todo tampoco es que lo hiciera muy bien en ese aspecto, dejándose algunas cosas tras él. Entre ellas su vieja escopeta, la cual se encasquillaba cada dos por tres. Y sí, es justo lo que estás pensando. Un día, jugando tontamente con ella junto a mi hermano, se me disparó accidentalmente, matándole en el proceso. Se supone que debí sentir algo, pero lo más gracioso es que no lo hice. Maté a mi hermano y no hice ni dije nada al respecto. Mi madre me ayudó a enterrarlo y prometimos que no volveríamos a hablar al respecto. Y ahora aquí estoy, revelándote algo que no se lo diría así sin más a cualquiera.

Una vez que terminó de contar su historia Applejack le devolvió la mirada con cara de circunstancia, comentando de seguido.

-¿Y eso me lo cuentas por alguna razón en concreto?

-Bueno, para intentar animarte un poco y confraternizar contigo, ya que no empezamos con muy buen pie… ¿lo ves? Hasta yo soy capaz de admitir mis errores.

Para entonces la chica estaba que no se lo creía; pero era un hecho, Trevor Philips, el psicópata oficial del condado, se había abierto a ella y la había revelado un oscuro secreto de su pasado. Eso no quitaba que siguiera siendo el psicópata oficial del condado, pero por alguna razón Applejack sintió que le debía un poco de honestidad después de semejante confesión, por lo que suspiró lacónicamente y murmuró.

-Sé que tengo que ser fuerte por mi familia ahora que mi abuela no está. Pero últimamente siento como si un pozo negro insondable se abriera bajo mis pies y me tragara sin que pueda hacer nada por evitarlo. Hemos perdido la cosecha y estamos rozando los números rojos, apenas tenemos dinero para comenzar de nuevo. Traté de acceder a la herencia monetaria de mi abuela, pero por vicisitudes varias me es imposible. Vamos a necesitar un milagro o que nos toque la lotería para salir de esta. Y es en un momento como este cuando más echo de menos los consejos de mi abuela.

El silencio posterior tras su exposición fue un poco más ligero, como si se hubiera levantado un tupido velo de entre los dos. Trevor se quedó callado, con gesto pensativo, hasta que finalmente murmuró.

-Bueno, si lo que necesitas es dinero quizás te pueda ayudar. Pásate mañana a eso de las ocho y media por el aeródromo de McKenzy y puede que tenga algo para ti.

-Espera, espera ¿qué?-inquirió Applejack, incrédula.

-Pues eso ¿acaso estás sorda?

-No, quiero decir… ¿en serio me vas a ayudar?

-Sí, claro.

-Pero… ¿por qué?

Antes de responder Trevor inspiró hondamente, mientras buscaba las palabras apropiadas.

-Pues… porque me da la gana ¿acaso necesito una razón para hacer lo que me plazca?

-¿Cómo?

-Agh, haces muchas preguntas, Apple, es un poco molesto…

-¿¡Perdona?!

-Bueno, bueno, tampoco quiero entretenerme demasiado, tengo cosas que hacer y estoy seguro de que tú también. Así que ya sabes, te espero mañana y todo eso…

-¡Espera un momento, no has contestado a mi pregunta!

-¡Ni falta que hace! ¿Sabes qué? Uno está acostumbrado a la pestilencia de Álamo, pero más tiempo del necesario en la orilla no es especialmente recomendable, así que yo que tú me daría la vuelta y volvería por donde he venido.

-¡No me vengas con esas, Philips, te exijo que…!

Sin embargo, antes de que Applejack pudiera decir nada más, Trevor la cortó exclamando.

-¡Blahblahblahblah, no me apetece, ya me lo contarás mañana! ¡Ocho y media, recuerda!

Trevor se fue tan rápido como apareció y la chica se quedó con las ganas de pedirle explicaciones. Aunque un tanto extrañada por tan abrupto cambio de tema, no podía evitar pensar si sería sensato ir mañana a la hora indicada a ese lugar, aun a pesar de la insistencia del propio Trevor. Aun así lo consideró y se quedó un rato más allí, contemplando como el sol se ponía por el oeste, ocultándose tras el monte Josiah y extendiendo este una alargada sombra sobre el mar de Álamo. Applejack se fue al poco rato, dejando la orilla vacía y solitaria.


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Las horas pasaban lenta y pesadamente, incluso estando en su casa y rodeada por la soledad más inconmensurable. Debido a los acontecimientos más recientes Fluttershy se sentía incapaz de quedarse metida en casa, dándola la sensación de que las paredes se estrecharían en cualquier momento, aplastándola irremediablemente. Afuera y por las inmediaciones se estaba mejor, aunque la vista de la tumba de Ángel, la cual se encontraba cerca de la cabaña y entre dos frondosos árboles también le amedrentaba más de lo que en un principio supuso que lo haría. El viaje de vuelta saliendo esa mañana la había dejado bastante cansada, pero tampoco fue capaz de descansar apropiadamente, pasando la mayor parte de la tarde dando largos e interminables paseos por todo el monte. En un momento dado decidió subir a la cima, a meditar, y sentada sobre la esterilla, con las piernas entrecruzadas, los ojos cerrados y pose neutral dejó pasar el tiempo, pensando en nada y fundiéndose con el todo.

Funcionó en cierta medida, incluso logró descansar apropiadamente en un estado de duermevela del cual apenas se despertó hasta bien entrada la tarde, poco después de que el sol se pusiera. Una voz resonó en lo más profundo de su cabeza y la hizo reaccionar al instante.

¡Eres débil y patética! ¡Nunca cambiarás!

Fluttershy rebotó, literalmente, y se apoyó en el suelo con las manos antes de caerse de espaldas, salvando un muy posible golpe en la cabeza. En cuanto se dio cuenta de que ya había anochecido y una luna llena iluminaba el condado la chica se levantó, recogió la esterilla y regresó a su cabaña con la cabeza gacha y sintiéndose un tanto abatida. Después de todo lo que había pasado sentía como si todo el tiempo invertido en cambiar y en alejarse de aquella vida no hubiera servido para nada puesto que, de alguna forma, habían conseguido volver a dar con ella. Y, debido a esto, ahora Ángel estaba muerto por su culpa.

-Lo siento Ángel… te he defraudado…-masculló la chica por lo bajo, mientras bajaba por el sendero.

La noche había caído sobre el monte de forma tan repentina que parecía que había saltado en el tiempo, aunque el frío nocturno y el vaho saliendo de su boca la ayudaba a despejarse un poco. Sin embargo, en un momento dado, los sonidos de la noche cesaron, el frío se acentuó, y una sensación extraña pero al mismo tiempo familiar la embargó por completo. Se oyó un débil y casi inaudible susurro y Fluttershy levantó entonces la cabeza, dirigiendo la mirada hacia un precipicio cercano. Y entonces la vio. De nuevo. La figura fantasmal de la última vez se podía ver con más nitidez que nunca, a unos escasos metros de donde ella se encontraba y brillando con fuerza. Sin embargo había algo diferente desde la última vez. Por alguna razón la chica no sintió miedo ni terror en cuanto la vio, sino una especie de mezcla entre alivio y confort a partes iguales bastante inusual. La atmosfera tampoco cambió, y ese sentimiento cálido y agradable seguía ahí, en su pecho, haciéndola compañía. Incluso la dio la sensación de que el gesto en la cara de la etérea figura era muy distinto al de la última vez.

Guiada por un extraño presentimiento que la hacía confiar de igual forma, Fluttershy se acercó lentamente hasta la figura, la cual no se movió ni desapareció, quedándose ahí, expectante. Notó entonces que se trataba de una mujer de aspecto joven, con unos rasgos menos atemorizantes que los de la última vez y con una expresión en su cara que trasmitía paz y serenidad. Incluso Fluttershy se sorprendió al poder verla con tanto detalle.

Por su parte la figura la dejó acercarse hasta cierto punto, parándose a escasos centímetros de ella por simple precaución, ya que detrás de la misma se abría un inmenso precipicio. En ningún momento la figura hizo nada relevante, aunque a Fluttershy la dio la sensación de que había sonreído en un momento dado. Justo después otro susurro rasgó el aire, esta vez audible y claro.

Gracias

Tras eso la figura se elevó en el aire, al tiempo que se deshacía hasta desaparecer, como si nunca antes hubiese existido. Fluttershy, que en todo momento había conservado la calma, bajó la mirada y entonces vio que en el suelo había escrita una palabra con lo que parecía ser sangre, siendo ésta Jock. Fue entonces cuando algo saltó en la cabeza de la chica, recordando cierto detalle.

¡Y ahora, con todos ustedes, el gobernador de San Andreas Jock Cranley!

Una leve sonrisa se dibujó en el semblante de Fluttershy, comprendiéndolo al instante y sintiéndose mejor por primera vez desde que regresó de Los Santos.

-De nada-susurró ella, mirando al cielo estrellado.

Se quedó allí unos breves minutos, a modo de despedida, y finalmente siguió bajando por el sendero en dirección hacia su cabaña. La brillante luz de la luna llena alumbraba San Andreas.

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Re: Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

Notapor Damián García » 23 Oct 2015, 15:37

Hola, Sg91:

Para mi gusto la mane que menos avanzó en este capítulo fue Fluttershy, una prueba más de que cuando se quieren meter demasiados personajes en un solo episodio, siempre alguno queda descuidado, aunque tú tiendas a crear capítulos de más de 12000 palabras. Era mejor cuando cada capítulo trataba solamente de uno o dos personajes.

JOCK CRANLEY
Lamento ser tan sádico pero está mejor muerto, su fantasma lo dijo. Espera… ¿Espectro? O sea que no ha logrado acceder al Más Allá. Su espíritu se quedo en el mundo terrenal, normal, no le quieren ni en el cielo ni en el infierno.

Fue acusado de matar a su esposa. ¡Qué canalla!

TWILIGHT
¿Llamó matona a Sunset? Ja, ja, ja, ja. Pues es cierto aunque me sorprende que la aludida no le soltase un sopapo. Lo cual plantea una duda. ¿Reclutaron a Twili para ejercer de cobradora matona? ¿Para qué? Eso lo haría mejor Sunset.

¿Twilight Sparkle disparando un arma? Pobre, fue muy traumático para ella. Por un momento pensé que iba a matar accidentalmente a la chica que debía dinero.

Me reí cuando Twili dice “La pistola mete mucho ruido. Me ha asustado”.

¿Un cabaret visitado por clientas femeninas en vez de machos? Mmm. Es una idea interesante, me pregunto qué pensarían al respecto cierta parejita de unicornios, xdxdd.

Un momento. Sunset dijo que los 8000 dólares que cobró Twilight no se rebajaran de su deuda de 148.000 dólares de la deuda de Sparkle. ¡JOBAR! Pues si cobra las facturas pero no le sirven para disminuir su deuda, entonces, estará trabajando para los matones durante toda su vida. Bueno… quizás cuando sea una viaja le dejen irse.

RAINBOW DASH
Tiene una suerte loca. Nunca le cobran en los talleres de reparación. Pinto el coche cuando se lo garabatearon de colorines y no le cobraron la chapa y pintura; ahora le hace un motón de mejoras al motor y tampoco se las cobran.

No han vuelto a aparecer los matones que perseguían a Dash. Llámame salido pero sospecho de Lightning.

¿Piensas crear un noviazgo entre Rainbow y Thuderlane? Molaría. En plan parejita humorística. Además se compenetran bien, xdxd.

RARITY
Se quedó encantada con el glamur de Rockford Hills.

Vaya. Una de las asociaciones criminales de la ciudad se llama “Trevor Philips Industries”. Applejack es vecina de un capo de la mafia ¿No es así? XDXDDD.

Lacey Jonas me resultó insoportable. No tengo palabras para describir a una chica tan ordinaria.

PINKIE
Se convirtió en terapéutica-pastelera-cajera-niñera, al menos en el barrio en donde reside actualmente.

Pillo un autobús para ir a visitar a su hermana mayor. De paso podría conducir el bus. La Chica es como Homer Simpsons, puede trabajar en lo que sea.

¿Paleto Bay? O sea… ¿Bahía del Paleto? Menudo nombrecito.

APPLEJACK
—¡Manzanas podridas! ¡COMPREN MANZANAS PODRIDAS PARA ALIMENTAR A SUS CERDOOOOS! ¡COMPREN MIS MANZANITAAAS ESTROPEADITAAAAS!

Je, je, je. El banco sigue congelando la herencia de la abuela Apple. Por cierto ¿Cómo se llamaba la entidad bancaria? ¿Nikitonipongo?

Trevor le confesó a Applejack haber matado accidentalmente a su hermano. Mmm, una de dos. O Trevor quiere ligarse a su vecina, o tiene intereses oscuros ocultos. Me inclino más por lo segundo.

FLUTTERSHY
No hay mucho que decir de ella. Sigue lamentando la muerte de Ángel, y está claro que tiene un pasado oscuro que la atormenta pero no se sabe aun en qué consiste. El espíritu del hombre asesinado por ella se le apareció para darle las gracias por haberle asesinado. Genial. Jock era un cabrón estando vivo pero resultó ser un cadáver muy educado y comprensivo.

Eso es todo por ahora.

Un saludo.
Nos leemos.
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Damián García
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Re: Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

Notapor Sg91 » 13 Nov 2015, 21:57

Capítulo 17

Esto es Vinewood


Y una mañana más, una somnolienta y amodorrada Applejack hizo un esfuerzo por levantarse, tardando un poco más en espabilarse que de costumbre; normalmente solía evitar irse tarde a la cama para luego rendir mejor por la mañana, pero desde que murió la abuela todo parecía cambiar. El despertador volvió a sonar y la chica se levantó de la cama con gesto enfurruñado y con las sábanas enredadas entre las piernas; debido a esto estuvo a punto de caerse al pisar mal, pero por suerte logró mantener el equilibrio, evitando así un muy posible descalabro.

Tras pasar por el baño y arreglarse bajó a la cocina, donde todo el mundo ya se encontraba preparando el desayuno con gesto mohíno; la chica trató de mantener la costumbre de saludar murmurando.

-Buenos días…

El resto de la familia respondió con sendos murmullos ininteligibles, aunque para Applejack valió. Mejor eso que nada. En un momento dado Fritter comentó.

-¿Quedaba algo para hacer hoy?

-No, plantamos todo lo que teníamos ayer-murmuró Cobbler, untándose la mermelada sobre la tostada.

-Entonces… ¿no hay tareas para hoy?-asumió Fritter.

-Nope-contestó Big Mac, arrastrando la palabra.

-Bueno, en ese caso he pensado que podríamos hacer algo todos juntos… al menos si os apetece.

-¿Cómo qué?-inquirió Cobbler, ceñuda.

-No sé, ir a algún lado… hacer algo…

Por un momento un denso e incómodo silencio se instaló entre todos los presentes, al tiempo que los demás pensaban en posibilidades. Por su parte Applejack pensó por un momento el comentarles lo que había hablado con Trevor Philips, pero enseguida lo desechó, puesto que con toda seguridad se negarían a ello, especialmente Big Mac. Aunque el problema era que necesitaba una excusa para poder salir sin levantar sospechas, y además ese mismo problema tenía otro problema añadido que lo hacía doblemente complicado; necesitaba una excusa, y para ello era necesario mentir, algo que Applejack detestaba hacer, y además no sabía hacer. Abrió entonces la boca, cerrándola inmediatamente después. Sin embargo Braeburn la vio y comentó.

-¿Ibas a decir algo, prima?

Fue entonces cuando todos los ojos se fijaron en ella, lo que la puso repentinamente nerviosa. La chica miró a todos los presentes de uno en uno, terminando con su hermanita, la cual la dio una idea.

-Ah, no, no era nada importante, si quieres llevo yo hoy a Apple Bloom a clase, Big Mac…

Frente a eso el aludido tan solo asintió con la cabeza, con gesto aprobatorio, mientras que el resto volvía a su desayuno. Applejack respiró un poco más tranquila, aliviada por no haber tenido que mentir.

Tras el desayuno Apple Bloom recogió sus cosas para irse y las dos se dirigieron hacia Harmony; el viaje fue tranquilo y silencioso, aunque en un momento dado Applejack puso la radio para amenizar el rato, sonando Rebel Radio por todo el coche.

-Buenos días, San Andreas, espero que ya estés despierta, aunque en caso contrario tengo lo que necesitas para despejarte y comenzar el día como todo buen americano: refunfuñando sobre las cosas malas de la vida. Este es Johnny Paychek, odiándonos a todos, quizás por despertarse a las siete de la mañana.

Fue entonces cuando un ritmo country de lo más pausado comenzó a sonar, junto con la letra.



Lately life with you has been unbearable.
All my faith in you has gone and I know it won’t return.
I did everything to make you happy I could do.
Now you've gotten me hatin' things I used to love to do.
And it won’t be long, and I'll be hatin' you.


Esa mañana parecía ser como otra cualquiera, la arena del desierto de Gran Señora parecía resplandecer ante la cálida luz del sol, con algún que otro banco de arena cruzando la carretera siendo arrastrado por el viento. Una manada de coyotes corría por el arcén izquierdo, ladrando histriónicamente.

Whatever happened to the love that we once knew?
Was it jealousy, or did you just grow tired of having me around you?
I did everything to make you happy I could do.
You’ve gotten me hatin' things I used to love to do.
And it won’t be long, and I'll be hatin' you.


Por un momento Applejack se llegó a preguntar si Johnny Paychek se estaba metiendo con ella, puesto que la canción en cierta forma conseguía reflejar la realidad de la situación. Y no la estaba gustando un pelo.

After the beating my heart has took, it should be black and blue.
But you just won’t admit, that we are through.
Now you've gotten me hatin' things I used to love to do.
And it won’t be long, and I'll be hatin' you.
And it won’t be long, and I'll be hatin' you.


Un poco molesta, la chica apagó la radio y el resto del viaje se dio en otro denso e incómodo silencio. Por su parte Apple Bloom no dijo nada en ningún momento, lo que la preocupó de cierta forma.

Una vez en Harmony Appejack paró enfrente del colegio.

-Bueno, pues ya estamos aquí, presta atención y estudia mucho, vendré a recogerte yo también ¿vale?

La niña tan solo asintió mecánicamente y salió del coche sin decir nada más; su hermana la siguió con la mirada hasta que la perdió de vista en cuanto entró por la puerta. Applejack suspiró pesadamente y, con gesto resignado, se dirigió directamente hacia el aeródromo de McKenzie, donde probablemente Trevor la estaría esperando.

No estaba del todo segura de por qué lo hacía, aunque por un lado sabía muy bien por qué. Llegó al lugar a la hora acordada, aparcando el coche al lado del hangar, donde vio al infrascrito hablando con Óscar.

-¡Ah, ahí está! ¡Óscar, te presento a nuestra nueva asociada, con ella Trevor Philips Enterprises subirá un poco más en la escala, si no lo ha hecho ya!

-Ah ¿era Applejack? Habérmelo dicho, tío…

-¿La conocías?-inquirió Trevor, extrañado.

-Sí, llegué a…

Sin embargo, antes de que el hombre pudiera decir nada más, Applejack terminó la frase por él murmurando.

-… llegó a venderme una fumigación que no sirvió de nada y que sólo hizo perder mi cosecha.

El silencio posterior se volvió tan denso que parecía que se podía cortar con un cuchillo jamonero; la chica miró con rencor a Óscar, el cual se apresuró a decir.

-Lo siento, Applejack, pensaba que servía para todo, hasta ahora nadie había tenido problemas de ningún tipo…

-Ah, ya da igual… ¿Qué es lo que hay que hacer?-inquirió ella, dirigiéndose a Trevor.

-¡Bueno, es lo más fácil del mundo, tan solo hay que ir a recoger un paquete, mientras que yo cogeré la avioneta e iré a repartir unos cuantos por aquí! ¡Óscar te dará los detalles, en cuanto lo tengas vuelve aquí y compartiremos las ganancias!

Antes de que la chica pudiera responder o decir nada más, Trevor se dirigió a la cuban 800 roja y blanca que había en el hangar, se subió a ella y despegó rápidamente, perdiéndose hacia el oeste. Por su parte Óscar la indicó que le siguiera, llevándole hasta un dune buggy que había junto al hangar, un pequeño todoterreno ligero biplaza con motor trasero, carrocería delantera cubierta y techo de lona.

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Dune Buggy


-Vale, es sencillo, coge el todoterreno y espera mis instrucciones, ahora te diré a dónde tienes que ir-indicó el mexicano.

Sin decirle nada y sin tan siquiera mirarle se subió al todoterreno y arrancó el motor, el cual corrió al ralentí tras ella, haciendo vibrar la ligera carrocería. Por su parte Óscar entró en su caravana y, al cabo de unos breves segundos, se puso en contacto con ella a través de la radio que el vehículo tenía incorporada.

-Vale, la entrega será en el desguace Thomson ¿lo conoces?

-Creo que sí, es el que está al lado de la autopista de Señora y que hace esquina con la ruta 68 ¿no?

-El mismo, la entrega se hará efectiva dentro de cinco minutos, así que date prisa. Ah, y ve mejor campo a través, así llegarás antes.

-¿Por qué, qué más da?

-Hazme caso, es mejor así, además, ese todoterreno corre mejor campo a través.

-Ya, claro, porque la última vez que te hice caso me salió tan bien…

Ante eso Óscar no dijo nada y se quedó callado; Applejack lo dejó estar y se puso en camino, haciéndole caso y yendo por la costa del mar de Álamo para evitar tener que ir por la carretera principal. El buggy era un todoterreno potente y fiable, de carrocería flexible que le hacía ideal para correr por el campo, por lo que no tuvo muchos problemas yendo campo a través. La frondosa vegetación de Grapeseed dio paso a la calidez y aridez del desierto de Señora, con el polvo y la arena del camino metiéndose en sus ojos al no tener un cubículo cerrado propiamente dicho.

-Agh, dita sea-masculló la chica, frotándose los ojos.

Palió el resto del camino atravesando toda la parte sureste del desierto hasta llegar finalmente al lugar.

El desguace Thomson constaba de un amplio solar con un almacén y varias casetas junto a la entrada, donde los restos de todo tipo de vehículos viejos y oxidados, desde camionetas hasta grandes autobuses, e incluso avionetas y aviones de grandes aerolíneas venían a parar aquí para ser desmontados y desguazados, y luego reutilizar sus partes o bien venderlas a otras compañías, la mayoría de bajo coste. Applejack aparcó junto a la entrada y se puso en contacto con Óscar.

-Ya estoy aquí.

-Bien, con un minuto de margen y todo, la avioneta debe de estar al caer.

Applejack se apeó del buggy y entró en el desguace; nada más hacerlo pudo ver ante ella los restos de un Boeing 747 de FlyUS desguazado en varias partes. Justo al lado pudo ver también los restos de un mallard, una avioneta de acrobacias. Al fondo pudo ver una serie de autobuses puestos uno al lado de otro, quedando sólo el armazón y estando totalmente vacíos por dentro. No parecía haber nadie allí, encontrándose el lugar bastante inhóspito.

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Desguace Thomson


Justo en ese momento pudo oír el ruido característico de una avioneta volando a baja altura acercándose; Applejack se dio la vuelta y vio que se trataba de una cuban 800 parecida a la de Trevor pero de diferente color. En cuanto sobrevoló el lugar una portezuela en su parte inferior se abrió y cayó de ella una caja, la cual comenzó a planear con suavidad gracias a un pequeño paracaídas que se desplegó para salvar la caída. La avioneta maniobró y se dirigió hacia el este, sobrevolando la cordillera de San Chianski y perdiéndose tras ella.

Por su parte la caja aterrizó cerca de donde Applejack estaba y se acercó a ella, desenganchando el paracaídas y cogiéndola con ambas manos. No era muy grande, aunque poseía cierto peso que no la pasó desapercibido.

-¿Qué habrá aquí?-se preguntó ella, mientras se dirigía de vuelta al buggy.

Colocó la caja en el asiento del copiloto y contactó con Óscar.

-Vale, tengo el paquete.

-Excelente, vuelve con él al aeródromo.

Sin perder más tiempo Applejack se puso en marcha y volvió por donde había venido, atravesando el desierto. Aunque, al poco rato, oyó tras de ella el ruido de otro motor acercándose, al tiempo que una ráfaga de balas impactaba justo a su lado, sorprendiéndola.

-¿¡Pero qué demonios?!-masculló la chica.

-Oh, no, estoy viendo por el radar que tienes compañía-anunció Óscar por radio.

-¿¡Compañía?! ¿¡Cómo que compañía?!

Applejack miró hacia atrás y vio a una camioneta negra pisándola los talones, con varios tipos situados en la parte de atrás disparando contra ella.

-¿¡Pero qué demonios?! ¿¡Quiénes son esos?!-masculló Applejack.

-Salvadoreños de la banda de Marabunta Grande, confiaba en que no se enterarían de esta entrega… agh, estos cabrones están en todo-murmuró Óscar, molesto.

-¿Salvadoreños? ¿Marabunta Grande? ¿Qué es todo esto, Óscar?-inquirió ella, con furia.

-Trata de despistarlos, que no te quiten el paquete.

-¡Oh, bien, gracias por preocuparte de mi seguridad! ¿¡Eh?!

Aun así la chica se centró en escapar de ellos y pisó a fondo, tratando de perderlos de vista lo antes posible; aprovechó las amplias dunas y colinas del parque nacional de Señora para despistarles, escondiéndose tras varias rocas y funcionando.

-Vale, no les veo, creo que ya se han ido-comentó Applejack por la radio.

-Menos mal, casi me da algo. Ya puedes volver a salvo.

-¡De eso nada, explícame a qué ha venido todo esto, casi me matan esos chiflados!-exclamó la chica, enfadada.

-Tranquila, no pasa nada, tu primero vuelve con la entrega y lo hablamos.

-¡No, Óscar, lo hablamos ahora!

-Oye, mira, siento haberte destrozado la cosecha, no era mi intención, en serio…

-¡No me vengas ahora con esas, cuéntame qué está pasando, ahora!

Hubo un breve momento de silencio en el cual Óscar parecía estar pensándose lo que decir. Finalmente murmuró.

-Está bien, te lo contaré, pero primero tienes que volver o no cobramos, en serio, el pago está en el paquete…

Por un momento la chica miró al aludido, con desconfianza, aunque al final suspiró y le masculló.

-Más te vale que no me estés tomando el pelo, ya me lo tomaste una vez, no pienso dejar que lo vuelvas a hacer.

-No, nada de eso, te lo aseguro.

Finalmente Applejack dejó escapar un hondo suspiro y se puso en camino. El viaje de vuelta fue mucho más rápido, pisando a fondo para llegar cuanto antes y atajando yendo campo a través.

Una vez de vuelta bajó del buggy, al mismo tiempo que la cuban 800 roja y blanca de Trevor rodaba por la pista, metiéndose en el hangar y saliendo el susodicho de él exclamando.

-¡Hey, mira a quien tenemos aquí, a nuestra Apple favorita, y con el paquete! Sin problemas ¿no?

-¿Sin problemas? ¿¡Sin problemas?! ¡Me estuvieron persiguiendo unos locos en furgoneta, disparando contra mí! ¿¡A eso le llamas sin problemas?!-le espetó ella, enfadada.

-Uoh, uoh, relájate un poco, Apple… ¿Qué ha pasado, Óscar?-inquirió Trevor en cuanto éste salió de la caravana.

-Los de Marabunta Grande, traté de que nadie se enterara de esta entrega, pero con tanta competencia es imposible.

-Oh, ya veo… pero bueno, estás bien ¿no? ¿Sigues entera?

-¡Ese no es el asunto, Philips, han estado a punto de matarme! ¿¡Qué se supone que hay en esa caja?!

-¡Ah, sí, la mercancía! ¡Y el pago también, vamos a verlo!

Sin prestar atención a las quejas de Applejack, Trevor cogió la caja y la abrió con una navaja que guardaba consigo; de entre bolitas blancas de corcho de embalaje sacó entonces una serie de pistolas perforantes, lo que dejó atónita a la chica.

-¿¡Qué?! ¿¡Armas?!

-¡Por supuesto que sí, armas nuevas y relucientes, sin marcar, totalmente ilocalizables! Y, sobre todo, de lo más rentables-añadió Trevor, como quien habla de las últimas rebajas.

-Desde luego, el mercado aquí en el sur está que arde, los mexicanos necesitan armas, aquí son facilísimas de obtener, y como los federales no les dan su parte, al menos en cuanto a la división corrupta se refiere, nosotros nos adelantamos. Y lo más importante, pagan religiosamente-añadió Óscar.

-¡Oh, sí, el dinero, de eso mismo estábamos hablando!

Del fondo de la caja Trevor sacó un buen fardo de billetes que estuvo contando rápidamente; Applejack aprovechó la coyuntura para hablar.

-¡Pero es peligroso, esos tipos iban muy en serio!

-Sí, es lo que tiene este mercado, que es muy competitivo, pero sobrevivimos, siempre sobrevivimos ¿verdad que sí, Óscar?

-Desde luego, hermano, para eso nos pagan.

-Di que sí, ése es mi chico…

Applejack quiso decir algo, negarse, parar toda esa locura, pero antes de que pudiera decir nada Trevor se adelantó comentando.

-Muy bien, siete mil por las entregas aéreas y cinco mil por la recogida terrestre dan un total de doce mil dólares. Y como yo soy un hombre de palabra y te prometí la mitad de los beneficios, seis mil para nosotros… y seis mil para ti, Apple.

La aludida se quedó mirando el dinero, no muy segura de si aceptarlo o no. Traficar con armas la parecía un negocio peligroso, además de ilegal, y dedicarse sólo a eso por un puñado de dólares la parecía un acto deleznable. Sin embargo realmente necesitaba el dinero, la situación en la granja era crítica, y ahora que habían plantado lo último que les quedaba tendrían que esperar bastante tiempo a que todo creciera y madurara para luego venderlo. Pero, mientras tanto, no había nada más. Su familia dependía de ella y no podía dejarles en la estacada. Por un momento se imaginó a Apple Bloom pasando hambre y, sin apenas pensarlo más, cogió el dinero y se lo guardó.

-Gracias Philips-murmuró ella con gesto seco.

-Eh ¿a qué viene esa cara? Te dije que te ayudaría y eso he hecho…

-Sí, lo sé, y te lo agradezco, Philips, es solo que… mi familia me necesita, ahora más que nunca. No puedo defraudarles. Y si me pasara algo, yo…

Por un momento Óscar y Trevor se miraron con sendas caras de circunstancia, sin saber muy bien qué decir; sin embargo Trevor, ni corto ni perezoso, cogió una de las tantas pistolas perforantes de la caja y se la tendió a la chica, la cual le miró ceñuda.

-Vamos, cógela, considéralo un presente por mi parte. Trevor Philips Industries te la otorga como muestra de agradecimiento por tus servicios prestados, te servirá para proteger a tu familia y protegerte a ti misma de las hordas carroñeras que campan por ahí fuera.

Por un momento quiso rechazarla, pero enseguida comprendió sus palabras y la cogió, guardándosela enseguida.

-Qué labia que tienes, Philips…

-¡Lo sé, me lo dicen mucho! ¡Mañana a la misma hora, vamos a sacar este país adelante, las generaciones venideras nos lo agradecerán!

Applejack rodó los ojos, sin hacerle mucho caso, y compartieron el número de móvil entre los tres por si acaso surgiera algo. Tras eso los tres se desperdigaron y Applejack regresó de vuelta a casa, al tiempo que pensaba.

-Traficante de armas… lo siento, abuela, he caído muy bajo.

El día se veía más brillante que nunca, con un fuerte sol iluminando San Andreas.


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-A ver, quizás esta blusa… no, muy fresca. ¿Y la camisa? conjunta muy bien con la falda… sí, por qué no…

Rarity siempre se había considerado muy exigente a la hora de vestir, y dado que iba a visitar unos estudios de cine no podía estar de más vestir apropiadamente y para la ocasión. Finalmente, y tras muchos dimes y diretes, se decantó por una camisa blanca con destellos azulados y una falda larga de vestir ceñida y de color plateado.

-Voilá, perfecto-murmuró ella por lo bajo, admirando su esbelta figura en el espejo.

Una vez que estuvo lista para irse cogió su bolso, colgándoselo del hombro, y salió de su habitación cerrando tras de sí. De camino al garaje estuvo mirando en su móvil la ubicación exacta del barrio de Backlot City en Eyefind Maps, comprobando que no estaba muy lejos del hotel.

Guiándose a través de su GPS atravesó Rockford Hills rápidamente hasta llegar a la puerta principal en poco menos de diez minutos; el arco de entrada al estudio destacaba por estar ricamente ornamentado, con motivos vegetales encima de los mismos, columnas dóricas a ambos lados y rematados con un par de cabezas de leones a ambos lados de los arcos. Entre las mismas se podía leer en un cartel Richard Majestic, y justo en medio de los dos arcos de entrada se encontraba una pequeña garita donde un guardia de seguridad controlaba las barreras de entrada y salida. Rarity acercó el coche hasta la barrera de entrada, siendo vista por el guardia, el cual se asomó de la garita.

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Puerta principal de Backlot City


-¿Puedo ayudarla en algo, señorita?

-Sí, vengo a ver el rodaje de una película, me ha invitado la señorita Lacey Jonas-informó ella.

-Jonas… espere un momento.

Mientras el guardia hacía un par de llamadas, Rarity estuvo esperando pacientemente, mirándose en el retrovisor para asegurarse de que su maquillaje estaba bien, ya que quería causar buena impresión. Tras unos pocos minutos de espera el guardia se dirigió a ella.

-La señorita Jonas me ha confirmado su invitación, se encuentra filmando en el set quince, puede aparcar aquí al lado, en la piscina.

-Muchas gracias.

La barrera se alzó y Rarity entró en el estudio, girando a la derecha y viendo la citada piscina, la cual ahora parecía ser un improvisado parking. Aparcó justo al lado de un imponente deportivo cabrio descapotable y salió del coche, dirigiéndose al set quince.

Una estrecha y alargada calle atravesaba de este a oeste todo el complejo, los principales sets se encontraban desperdigados de forma lineal en torno a esta; buscando el suyo llegó a ver desde la distancia uno al aire libre, el cual se encontraba ambientado como un pueblo italiano costero de lo más cuco. Tuvo que preguntar puesto que no estaba segura, llegando al set quince gracias a las indicaciones de un técnico de sonido.

Una vez allí un vigilante de seguridad la paró antes de que pudiera entrar por la puerta.

-¿A dónde va usted, señorita?

-Estoy buscando a Lacey Jonas, me ha invitado al rodaje de su película y me han dicho que se encuentra aquí.

-¿Nombre?

-Rarity Belle.

El vigilante se adentró en el set mientras ella esperaba, saliendo al poco rato.

-La señorita Jonas se encuentra en el plató, todo recto y girando a la izquierda.

-Muchas gracias.

Un largo y estrecho pasillo que giraba a la derecha nada más entrar la llevó hasta el lugar, encontrándose bastante ajetreado en ese momento; un montón de técnicos de audio, de sonido y demás auxiliares de plató iban y venían constantemente, llevando y trayendo material de todo tipo. Cerca del fondo había montado un escenario ambientado en un paisaje costero, llegando a ver a Lacey junto a un chico de su edad. Rarity apretó el paso para llegar cuanto antes, pero en ese justo momento se oyó un fuerte grito que decía.

-¡Muy bien, volvamos a intentarlo antes de que me dé un ictus! ¡Silencio, se rueda! ¡Acción!

Inmediatamente después se hizo el silencio en todo el set, las cámaras comenzaron a grabar y Lacey fue la primera en empezar a actuar.

-Oh, Brian, sabes que te quiero, pero también sabes que nuestro amor es imposible, nadie en mi familia aprobaría nuestra relación…

-No, Brenda, nada nos separará, tenemos que luchar por nuestro amor…

-Pero es que ese amor no vale nada para mi familia, y yo no puedo irme así sin más...

-Brenda, si realmente me quisieras, lo harías todo por nosotros…

-¿Insinúas que mi amor por ti es mentira? ¿Crees que nos hemos enamorado y acostado en menos de una semana por nada? Si eso es así, es que eres mucho más superficial de lo que pensaba…

-¡Corten, corten, corten! ¡Maldita sea, Lacey, ya hemos hablado de esto, cíñete al guion y no te pongas a improvisar!

-¡Pero Francesco, me considero una artista, las artistas siempre improvisan!-exclamó la chica, un tanto contrariada.

-¡Sí, claro, pero sólo las que cobran lo suficiente pueden darse ese lujo, y todo el mundo aquí hasta el apuntador lo sabe! ¡Y resulta que el guionista tiene la suficiente influencia como para que se deje íntegro el ídem, por lo que hazme el favor de ceñirte a él! ¡Volvamos a intentarlo!

-Señor Mexi, la tarjeta de memoria se ha llenado, tengo que vaciarla-anunció en ese momento uno de los cámaras.

-¡Oh, por el amor del cielo! ¡Descanso de quince minutos y seguimos! ¡Y que alguien me traiga mi biodramina!

A una señal del nervioso director la actividad alrededor del set se reanudó y Rarity aprovechó para acercarse un poco más; nada más salir del escenario Lacey vio a Rarity, la cual la saludó con la mano, y se acercó a ella.

-¡Rarity, has venido!

-Oh, pero por supuesto, no me lo perdería por nada del mundo… aunque por lo visto parece que tenéis problemas…

-Oh ¿lo dices por el director? No te apures, está siempre así, lo que pasa es que quiere terminar ya con las últimas escenas antes de que estas terminen con él.

-Sí, ya veo que está de lo más irritable…

-Pero eso es por la edad, es lo que tiene ser uno de los directores más antiguos de los estudios, hace veinte años decía que seguiría hasta el final, pero entre tú y yo se retirará en cuanto se le presente la ocasión.

-Entiendo… aunque el caso es que no me suena…-murmuró Rarity, mirándole desde la distancia.

-Es Francesco Mexi, nunca ha salido de la ciudad, y ha dirigido la gran mayoría de telefilmes que han sido rodados aquí desde los setenta hasta el momento.

-Vaya… ¿y quién es el chico tan apuesto que te acompaña en escena?

-Oh, es BJ Daley, un actor de esta generación, aunque no de mi quinta, afortunadamente-reveló ella, divertida.

-Te he oído, Jonas, y no eres precisamente la más indicada para hablar…

Las dos se dieron la vuelta para ver a Daley mirando a Lacey, ceñudo; era un chico un poco más joven que ella, de rasgos prominentes, ojos claros, pelo moreno y complexión fuerte y atlética. La chica le respondió enseguida comentando.

-Perdona, pero yo soy la voz de una generación, voy por delante de ti en muchas cosas, tú apenas acabas de empezar.

-Oh, sí, lo dice la que empezó haciendo comedias románticas y de animadoras de segunda que no aspiraban a más…

-¡Pero esos eran otros tiempos, estaba empezando, por aquel entonces en Vinewood sabían lo que hacían, ahora sólo tiran del drama más barato, los clichés más manidos y la comedia más casposa!

-Ya, claro, típica respuesta de típica actriz del montón y de típica industria que dejó de tener buenas ideas hace más de diez años. Vaya, Lacey, tienes más labia de lo que en un principio pensé…-murmuró Daley con sorna.

-¡Repite eso!-exclamó Lacey, furiosa.

Rarity trató de poner paz entre los dos, pero en ese momento Francesco Mexi reapareció y exclamó.

-¡Vale, se acabó el descanso, y ya sabemos que los niños siempre serán niños, todo el mundo a sus puestos! ¡Dios, qué ganas de retirarme!

Ambos actores regresaron al escenario y, sin otra posibilidad, Lacey tuvo que ceñirse al guion, cosa que la molestó visiblemente y actuando de forma más dejada. Sin embargo esto no fue ningún impedimento para Mexi, el cual dejó pasar la escena sin pena ni gloria, con un gesto agriado grabado en su cara y deseando terminar de una buena vez.

Rarity se quedó un tanto chocada, puesto que se esperaba otra cosa muy distinta; durante los años dorados de Vinewood, más o menos entre 1917 y 1960, se hicieron muy buenas películas, con mucha pasión y ganas de romper con lo establecido. Sin embargo ahora toda esa concepción parecía haberse esfumado de golpe, convertida en una versión paródica y retorcida de sí misma en la que imperaba la casposidad, la comedia fácil, los clichés más usados y los contratos más baratos. Recordaba películas tan buenas como Sólo los ángeles tienen alas, Los hijos de la farándula o Caballero sin espada y no había ningún punto de comparación con lo que se hacía ahora.

Aunque su película favorita, y de lejos, era Rum Runner, un drama romántico de 1973 en el cual debutó la famosa Leonora Johnson, más conocida por su triste y brutal muerte en 1975 a manos de un asesino que, aun a día de hoy, seguía sin haber sido capturado, siendo el caso sin resolver más misterioso y truculento de la historia de Vinewood.

El rodaje siguió su curso, acabando cerca de mediodía; en cuanto se rodó la última escena, Mexi exclamó.

-¡Y corten! ¡Aleluya, con esto ya puedo retirarme del todo! ¡Ha sido un placer, señoras y señores, Francesco Mexi se va para no volver! ¡Que lleven las escenas al laboratorio!

A su orden todo el mundo se desperdigó, al tiempo que los auxiliares del set comenzaban a desmontar todos los escenarios usados para colocar unos nuevos para otra película. Lacey se fue a su camerino para desvestirse y Rarity la acompañó, hablando con ella entre medias.

-Y se acabó, menos mal, estaba harta de este papel…

-Ah ¿ya se ha terminado de rodar toda la película?-inquirió Rarity.

-Sí, estas eran las últimas escenas.

-Yo pensaba que se rodaban en orden…

-No necesariamente, se van rodando diferentes escenas del guion poco a poco, luego se junta y se acopla todo en el laboratorio de posproducción. Pero bueno, se terminó el rodaje, y eso significa una sola cosa…

-¿El qué?

-¡Fiesta en mi casa! Evidentemente estás invitada, será esta tarde a las siete en mi casa en Vinewood Hills, vivo en Whispymound Drive, cerca del lago Vinewood ¿vendrás?

-Eh… claro, por supuesto ¿por qué no?

Aun a pesar de que Lacey no parecía ser tan famosa como ella bien juraba ser, una fiesta en Vinewood Hills era una gran oportunidad para codearse con los más famosos y, probablemente, con los más viciosos actores de Vinewood, lo que era una grandísima oportunidad para descubrir alguna pista sobre qué mercado tocar para empezar.

-Vendrá mucha gente, mis vecinos más cercanos, amigos míos, gente famosilla… y no te preocupes por Daley, no está invitado-añadió Lacey en cuanto vio a BJ salir de su camerino.

-Oh, descuida Jonas, tampoco tenía intención de pedírtelo, mis estándares son mucho mejores que eso.

-Por supuesto que sí, no me esperaba más de ti…

Ambos actores se fulminaron con la mirada, siendo BJ el primero en retirarse dando un codazo a Lacey al pasar a su lado; la chica quiso contestar, pero Rarity la paró a tiempo murmurando.

-Oh, olvídalo querida, claramente no merece la pena que malgastes tu tiempo con él.

-Mira, ahí tienes razón. Bueno, pues me voy yendo a casa a prepararlo todo para esta tarde, te veo allí.

-Muy bien, querida, nos vemos luego.

Las dos se separaron al salir del set y Rarity fue de vuelta a su coche, saliendo de los estudios rápidamente mientras iba pensando en sus propias cosas.

-Menuda fábrica de sueños rotos… no me extraña que Vinewood esté como esté.

El día se veía más brillante que nunca. Desde donde estaba, y mirando hacia el noreste, se podía ver el cartel de Vinewood en lo alto del monte que lo albergaba, encarando la ciudad.


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-¡No, por favor, pagaré, pagaré, pero necesito más tiempo!

-Pero la cuestión es que ellos no tienen más tiempo. No lo haga más difícil, por favor…

-¡Pagaría, pero no tengo todo el dinero!

-¿Cuánto tiene? Si me paga ahora una parte tendrá menos que pagar y su deuda disminuirá.

-¿Eh? Pero… sólo tengo quinientos dólares…

-Suficiente por ahora, usted tenía una deuda de unos… ¿Cuánto era?

-Cinco mil…

-Pues si me paga ahora esos quinientos, su deuda se rebajará a cuatro mil quinientos.

-Pero aun así seguiré debiendo dinero…

-Sí, claro, pero deberá menos dinero… le estoy dando una oportunidad de prórroga, señor Wilbur ¿realmente prefiere no pagar?

Por un momento hubo un rápido silencio en el cual Twilight hizo un rápido repaso mental de la situación; le estaba obligando a pagar a un pobre jubilado de casi setenta años, el cual tuvo que pedir un préstamo a Umbrex para poder pagar parte de sus impuestos y ayudar también a su familia, que estaba pasando una mala racha. La chica estaba teniendo serios problemas para continuar con su cometido, cada vez se sentía peor consigo misma, pero se forzaba a seguir, recordando cual era la situación.

-Está bien, pagaré…-suspiró el hombre, con gesto derrotado y haciendo mano de su cartera.

Sin mayores contemplaciones Twilight cogió el dinero y se lo guardó en un sobre aparte, tratando de parecer lo más neutra posible, aunque para entonces su cara de póker comenzaba a resquebrajarse ante el gesto apenado del hombre. Estuvo tentada a disculparse, pero se mordió la lengua y se alejó del hombre, comenzando a andar por el bulevar Adam's Apple en el barrio de Pillbox Hill hacia ninguna dirección en concreto.

Hasta el momento había estado haciendo más o menos lo mismo, ejerciendo de acreedora e instigando a pagar a todo aquel que Sunset la indicara; por suerte no la había hecho falta volver a hacer uso de la pistola para amenazar como aquella vez con Cheetah, ya que la gran mayoría de la gente a la que había estado dando toques eran personas fácilmente influenciables a las que apretar las tuercas, como diría Sunset, era relativamente sencillo. Además, y al parecer por lo que había estado comprobando hasta ahora, Twilight no daba el pego de ser una procuradora hasta que se revelaba como tal, cogiendo desprevenidas a la gran mayoría de personas que evidentemente no se esperaban que fuera una chica veinteañera de aspecto reservado la que les obligara a pagar.

Aunque pagar, lo que se dice pagar como tal, hasta el momento nadie lo había hecho. El apaño de pagar a plazos que Twilight aplicaba a todo el mundo les hacía pagar a cuentagotas, lo que además la obligaba a llevar las cuentas de forma organizada, cosa que no la importaba hacer puesto que estaba acostumbrada. Sunset encontraba un poco engorroso este método, aunque aún a pesar de ello aceptaba el dinero sin poner trabas.

De cierta forma esa situación comenzaba a volverse una rutina, aunque Twilight no podía acostumbrarse a ese ritmo, sobre todo por el detalle de tener que moverse por la ciudad; aunque en un principio no llegó a tener en cuenta el consejo de Sunset de comprarse un coche, ahora comenzaba a planteárselo puesto que moverse tantas veces por la ciudad sólo usando el metro y yendo andando a los sitios de por sí era bastante lento, tanto el sentido literal como el figurado. Y es que el metro de Los Santos, aunque bien comunicado, era lento per se puesto que se trataba de un metro ligero. Y del resto de medios como el autobús o el taxi no pensaba por estándares propios, por lo que las opciones se reducían significativamente.

-Quizás sí que me venga bien un coche… aunque hace meses que no he vuelto a conducir-pensó Twilight, mientras caminaba por la acera.

En ese mismo momento llegó a una intersección y, en cuanto alzó la mirada, llegó a ver un concesionario de coches al otro lado de la calle; era un local bastante amplio que ocupaba toda una manzana, de un solo piso, con un pequeño parking delantero donde había una serie de coches expuestos y un muñeco inflable publicitario de color amarillo a modo de reclamo en la esquina. El nombre del concesionario se encontraba escrito en una de las paredes con letras blancas y se podía leer en ella Premium Deluxe Motorsport.

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Premium Deluxe Motorsport


Llevada por la curiosidad cruzó la calle en cuanto el semáforo se puso en verde y se acercó a los coches que se encontraban expuestos en el pequeño parking; había un par de utilitarios Blista Compact que no parecían ser muy caros y un deportivo Carbonnizare de color rojo intenso que tenía pinta de ser carísimo. En eso estaba cuando de repente una voz detrás suya comentó.

-¡Bienvenida a Premium Deluxe Motorsport, señorita! ¿En qué puedo ayudarla?

Twilight se dio la vuelta y vio a un hombre de mediana edad, calvo, de aspecto extranjero, rasgos prominentes, muy rectos, ojos oscuros y mirada carismática. Vestía con una camisa de color morada con rayas blancas verticales, unos pantalones negros y unos pulcros zapatos del mismo color que conjuntaban.

-Ah, pues… estoy mirando un coche…

-¡En ese caso ha venido al sitio adecuado! ¡Soy Simeón Yetarian, el dueño, y la garantizo que no se irá de aquí sin lo que esté buscando!

-Ah, ya, bueno… el caso es que no tengo intención de comprar como tal…-murmuró ella, algo insegura.

-¿Ah, no?-inquirió el señor Yetarian, con gesto extrañado.

-No, verá, es que soy nueva aquí en la ciudad, y no voy a quedarme mucho tiempo, por lo que no me renta comprar un coche. Tal vez si me pudiera alquilar alguno…

Por un momento el dueño no dijo nada, aunque inmediatamente después reaccionó y murmuró.

-Bueno, lo cierto es que nunca he alquilado como tal, ya que me considero un inversor, pero siempre podemos hablarlo, claro está. Aunque dígame ¿Qué está buscando exactamente?

-Algo que me pueda permitir, tan solo lo quiero para moverme por la ciudad… ¿Cuánto cuesta un blista compact como este?-quiso saber Twilight, acercándose a uno de los que vio antes.

-Oh, no, no, claramente un coche como este no la pega, si hay algo que también me considero es un visionario, se me da bien encontrar el coche adecuado para la persona adecuada, y viéndola a usted, señorita, me puedo dar cuenta enseguida que tiene un toque más… ¿cómo decirlo? ¿Intelectual, podría ser?

-Oh, pues…

-Ah, me parece que he acertado ¿verdad? Por supuesto, lo sabía, siempre acierto, no se me escapa nada. Venga conmigo, por favor, tengo algo que se puede equiparar a sus necesidades y a su estilo.

Algo insegura, Twilight siguió a Simeón al interior del concesionario, donde muchos más coches se encontraban expuestos; el hombre se quedó al lado de un coche de curvas suaves, morro redondeado y diseño simplista pero atractivo, de color plateado oscuro.

-¡Aquí está! ¡Le presento al Declasse Premier, sedán de cuatro puertas, compacto, de tracción delantera, con todas las prestaciones, y toda la clase y finura que le encaja a alguien como usted como anillo al dedo! ¡Se lo digo yo!

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Premier


La chica observó atentamente el coche, el cual le llamó la atención sobre todo su simpleza. Aunque los coches no eran su pasión ni mucho menos, ese en concreto tenía algo que la gustó al poco rato de verlo, quizás por esa misma simpleza que siempre ayudaba a pasar desapercibido en todo momento.

-No está mal, es bonito. Aunque… ¿de cuánto estamos hablando exactamente?

-¡No es el precio lo que importa, sino las posibilidades técnicas! Cualquier otro vendedor como yo la podría decir exactamente lo mismo, pero con la ligera diferencia de que pondría el precio por encima de esas posibilidades. Según me dijo lo quería para moverse por la ciudad ¿verdad?

-Sí, voy a estar moviéndome mucho y he pensado que tal vez un coche me podría venir bien…

-¡Mejor imposible, entonces! Probablemente cualquier otro trataría de venderla lo más caro y menos accesible, pero yo me fijo en la estética, en lo práctico, en lo técnico. Y ya la digo yo que este es el coche que está buscando.

-Ya, vale, aunque recuerde que lo de comprar yo no…

-¡Oh, pero por supuesto, eso es todo hablarlo! El caso es que alquiler como tal yo no ofrezco, pero estoy dispuesto a ofertarla este coche por el mismo precio que uno normal y las mismas prestaciones y coberturas, todo en un solo pago, o bien fraccionado, si para usted es más cómodo.

-¿Seguro que no podría alquilarlo aunque sólo sea por unas pocas semanas?

-Me temo que no va a ser posible, ya la digo que el alquiler no forma parte de nuestras ofertas. Aun así mírelo como si fuera una inversión extra, usted lo compra en cómodos plazos si el dinero es un problema, de esta forma flexibiliza los pagos de acuerdo a sus intereses y el resto se queda como financiación extra. Y porque me ha caído usted bien, ignoraré el resto de gravámenes ¿Qué me dice?

Por un momento Twilight se quedó pensativa, considerando las posibilidades; todo lo que ese hombre la decía, el cual tenía pinta de ser armenio, sobre todo por su cerrado acento, apenas tenía mucho sentido, aunque por otro lado el asunto del coche comenzaba a apretar, por lo que decidió enseguida.

-En el caso de pagar a plazos ¿de cuánto dinero estaríamos hablando?

-El precio neto del coche asciende a unos diez mil dólares, los plazos los puede poner usted como mejor la convenga, pueden ser de tres, de cuatro o de cinco, y también puede indicar si son semanales, o mensuales. Nuestra política se basa en dar total libertad a nuestros clientes en ese sentido

Aun a pesar de que no estaba del todo convencida, finalmente decidió optar por un pago fraccionado en cinco plazos y con carácter semanal, puesto que no estaba del todo segura cuanto tiempo iba a quedarse en la ciudad. Diez mil dólares podían parecer caros, aunque lo cierto era que se esperaba un precio mucho más elevado, por lo que después de todo no era tan mal negocio. Sin embargo había algo que no la convencía.

-El color plateado está bien aunque no me gusta del todo ¿no lo tiene en lavanda?

-Nosotros solo vendemos coches de importación que vienen pintados de fábrica, pero si lo que quiere es un color nuevo puede ir a cualquier taller de Los Santos Customs y podrán pintarla la carrocería por un módico precio. Y dado que ha pasado a usted a ser clienta mía la voy a hacer un favor. Hay un taller situado en el otro extremo de Greenwich Parkway, al lado del aeropuerto; en ese taller trabaja Hao, un conocido mío, dígale que va de mi parte y seguramente podrá hacerla un descuento especial.

-Está bien, muchas gracias…

-No, gracias a usted, ahora podrá moverse por la ciudad como siempre quiso, con estilo.

Simeón sacó el coche por un garaje trasero y Twilight se marchó de allí en su coche nuevo, al tiempo que su móvil comenzaba a sonar, viendo que se trataba de Sunset. La chica ahogó un suspiro y se apresuró a contestar, poniendo el manos libres.

-¿Sí?

-¿Ya has hecho eso?

-Sí, aunque como siempre no me ha podido pagar todo…

-Bueno, al menos estamos recibiendo dinero, aunque no hay que dormirse en los laureles, tenemos más gente por ahí que nos debe dinero, así que ya sabes.

-Sí…

Estuvo hablando un poco más con ella hasta que finalmente colgó. Por su parte Twilight se concentró en la carretera, dirigiéndose de vuelta a su apartamento.

(Continúa en el siguiente mensaje)

Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

Notapor Sg91 » 14 Nov 2015, 00:09

(Continúa del siguiente mensaje)



-¿Cómo va todo por allí, Hernando?

-Por ahora bien, hasta el momento no se nota mucho su ausencia, y de los Sanders no hemos vuelto a saber nada tampoco, hemos estado vigilando de forma regular la casa Swanko como bien nos pidió y sigue estando igual de vacía desde la última vez. ¿Y usted, señora, ha conseguido averiguar algo?

-Bueno, no mucho, aunque estoy en la búsqueda de una posible pista, y algo me dice que puedo tener una oportunidad de acercarme al mercado de aquí sin llamar demasiado la atención, de hecho me han invitado a una fiesta de celebridades, me estoy dirigiendo para allá.

-Muy bien, en ese caso no la molesto más, señora, espero que encuentre enseguida lo que esté buscando.

-Gracias Hernando, esta noche te llamo y te pongo al corriente.

Rarity colgó de seguido usando el manos libres de su coche y giró a la derecha en la siguiente intersección lentamente para evitar encontrarse de frente con alguien que viniera por el otro lado; si por algo destacaba el barrio de Vinewood Hills era por las estrechas y sinuosas que eran sus calles, las cuales giraban y se retorcían a lo largo y ancho de las elevaciones que conformaban la orografía del terreno, con inclinadas cuestas y abruptos giros. Debido a esto no era aconsejable conducir muy rápido, ya que los golpes estaban más que asegurados si uno se embalaba, sobre todo al girar entre esquina y esquina.

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Vinewood Hills


Por otro lado las casas lujosas y mansiones opulentas también conformaban la otra cara de Vinewood Hills, llegando a ver de todo, desde diseños modernos y vanguardistas hasta otros más clásicos y suntuosos, todos ellos con un marcado y fastuoso estilo, dándole al barrio ese toque tan lujoso tan característico. Aunque debido a esto se trataba de un barrio cien por cien residencial, con algún que otro espacio de ocio como el famoso Vinewood Bowl, el anfiteatro más conocido de la ciudad, o el observatorio Galileo, situado en la zona más alta de las colinas. Aunque sin duda alguna el icono más famoso de ese barrio era indudablemente el cartel de Vinewood, situado en lo alto del monte Haan, siendo visible desde casi todos los lugares de la ciudad.

Aun a pesar de ser nueva en la ciudad no tuvo muchos problemas en encontrar la casa de Lacey, puesto que usó su GPS para guiarse y así evitar perderse, ubicándola al otro lado de Whispymound Drive y llegando enseguida. Supo que era la dirección correcta puesto que muchos otros coches lujosos, entre ellos deportivos, superdeportivos y algún que otro cupé, se encontraban aparcados justo al lado y a lo largo de todo el lado de fuera de la carretera. Tuvo que improvisar para aparcar, dejando el suyo detrás de un imponente Zentorno azul.

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Casa de Lacey Jonas


Tras aparcar cerró el coche con la llave y se acercó hasta la casa, la cual era de un diseño vanguardista. Nada más acercarse a la puerta pudo oír el sonido de la música al otro lado de la misma y llamó al timbre. No tardaron mucho en abrirla, haciéndolo una chica a la que no conocía de nada con una botella en una mano y una más que visible cogorza encima.

-¿Sí?-inquirió ella, sonriendo tontamente.

-Esto… vengo a la fiesta de Lacey, me invitó ella…

-¡Pues claro que sí, pasa, pasa, está al lado de la cocina! ¡Yuju, sí, fiesta!-exclamó la chica, dando otro sorbo a la botella y alejándose tambaleando.

Rarity entró en la casa y cerró la puerta tras de sí, encontrándose con un ambiente de lo más animado; aunque se esperaba encontrar una hecatombe o algo por el estilo por ahora no había mucha bulla, aunque lo que sí había era mucha gente, la gran mayoría gente que se notaba a la legua que era rica y famosa. Buscó con la mirada a Lacey y la encontró cerca de la cocina, como bien la dijo la chica; nada más verla la actriz la saludó y se acercó a ella.

-¡Rarity, aquí estás! Mira, ven, quiero presentarte a varias personas… ¡chicos, saludad a mi nueva amiga, Rarity, es una estilista amateur!

-¿De veras? Vaya, en ese caso has venido al mejor lugar en la tierra para intentar despegar, buena suerte…-murmuró una chica rubia de bote, con una cara cuadriculada por efecto de la cirugía, ojos claros y complexión delgada.

-¡Oh, vamos Kerry, no seas tan mala con ella! Esta es Kerry McIntosh, una supermodelo profesional.

-Encantada…-murmuró Kerry, sin ganas.

-¡Ay, chica, necesitas entrarle al ambiente, tomate un mojito o algo! Esta de aquí es Anita Mendoza, puede que te suene ya que es uno de los jueces del programa Fama o drama…

Anita era una mujer pelirroja, cuarentona, de aspecto demacrado, delgada como un palillo y de complexión raquítica.

-Estoy curada de todos y cada uno de los males de la humanidad en forma de gente desesperada que trata de salir en la tele… ¿Qué tal?-inquirió Anita, con gesto exasperado.

-¡Oh, chica, eres todo un drama! ¡Ah, sí, este de aquí es Jimmy Boston, el famoso actor, filósofo y activista medioambiental!

Por su parte Jimmy era un hombre de aspecto mucho más normal, de mediana edad, gafas oscuras, pelo castaño y con una perilla de candado.

-Puedes vivir todas las vidas que tú quieras si tienes con qué pagarlas… saludos, hermana-hermana, Kifflom-murmuró Jimmy con gesto serio y alzando la palma de su mano derecha.

Ante ese saludo Rarity se quedó un tanto extrañada, aunque Lacey se apresuró a aclarar.

-Oh, sí, no le hagas demasiado caso, es que Jimmy es parte de esa nueva religión new age, Epsilon, no sé si te sonará…

-Oh, pues…

-Todos tus miedos y dudas quedarán aclarados si nos visitas en nuestra sede, en Rockford Hills, donde podrás encontrar la paz y la salvación por un módico precio. Alabado sea Kraff.

-Ah, vamos Jimmy, dala un respiro…

-El tratado aún no se ha escrito, eres bienvenida a colaborar en su escritura si así lo deseas…

Antes de que Jimmy pudiera decir nada más Lacey alejó a Rarity de él y la siguió presentado a más gente.

-¡Mira, esta es Samantha Muldoon, una cantante de renombre y madre arrojadiza!

-Tengo más hijos que discos en toda mi carrera, pero nada me hace más feliz que verlos crecer…-murmuró Samantha, sonriente.

-¿Cuántos llevas ya, por cierto?

-Unos catorce, me trajeron el último de Corea del Norte, aún tengo que darle un nombre…

-¡Qué bien! Bueno, y esta es mi gente, y también puede ser la tuya ¿quieres tomar algo?-inquirió Lacey una vez que terminó de hacer las presentaciones.

-Oh, vale ¿Qué tienes?

-Yo siempre tengo de todo… ¿te apetece una caipiriña?

-Vale, por qué no…

Por el ambiente era agradable y distendido, mucha gente hablaba en grupos y de vez en cuando alguien se descolgaba de uno para unirse a otro y viceversa; al ser la anfitriona Lacey estaba todo el rato de aquí para allá, lo que le daba la oportunidad a Rarity de hablar con los famosetes de forma más casual.

-Así que estilista amateur…-murmuró Kerry en un momento dado, mirándola de arriba abajo.

-Oh, sí, hasta ahora no me he atrevido a lanzarme, creo que podría tener una gran oportunidad de despegar aquí…

-Mph, ya te digo que necesitarás mucho más que eso… ¿qué tienes diseñado hasta el momento?

-Tengo en mente una línea de verano con diseños angulados, muy chic, pero también muy casual, a la moda.

-Mmmh… bueno, tal vez pueda ayudarte ¿conoces a Sebastián Dix?

-¿Dix? Oh, ya lo creo, es el dueño de la cadena homónima, tiene unos conjuntos para mujer divinos…

-Bueno, el caso es que lo conozco puesto que llegué a modelar para él, tal vez pueda poneros en contacto, aunque voy a necesitar algunas señas…

-Oh, eso sería maravilloso…

-También sería maravilloso para el epsilonismo, de hecho Sebastian Dix es miembro, incluso llegó a diseñar él mismo la túnica que los neófitos llevan durante sus primeras etapas. Está muy bien de precio…-comentó Jimmy, como quien no quiere la cosa.

-Pero bueno, ignorando el detalle de Epsilon ¿te interesaría?-inquirió Kerry, tratando de ignorar a Jimmy.

Por su parte Rarity se quedó callada momentáneamente, pensando en las posibilidades; conocer a Sebastián Dix era uno de sus grandes sueños puesto que admiraba muchos de sus diseños, pero el problema era que aunque a ella la hubiera gustado ser diseñadora si no hubiera sido la señora de la droga, nunca había llegado a diseñar como tal ni una sola vez puesto que el trabajo la quitaba tiempo y lo hacía imposible, por lo que no tenía nada que enseñar. Por lo que decidió salir al paso de la mejor forma posible.

-Ah, el caso es que no tengo ninguno de mis diseños aquí, si eso te los envío en cuanto los tenga más a mano…

-Está bien, avísame si eso.

La fiesta continuó durante toda la tarde, aunque Rarity no tenía intención de quedarse mucho tiempo, por lo que resumió rápidamente su estancia; en un momento dado se separó del grupo preguntando por el baño, Lacey la indicó que había uno en el piso inferior y Rarity bajó las escaleras hacia la planta baja, donde se encontraban las habitaciones, habiendo un total de tres, y dos baños, uno pequeño y otro más grande con una ducha amplísima y un jacuzzi en una esquina. Aunque, al pasar al lado de una habitación, vio otro grupo pequeño de famosillos que se encontraban esnifando cocaína, lo que la llamó poderosamente la atención. Uno de ellos notó su presencia y exclamó.

-¡Hey! ¿Qué pasa, guapa? Estamos teniendo una fiesta blanquísima aquí dentro ¿quieres un poco?

Rarity entró en la habitación y el chico la ofreció una raya, pero ella tan solo la probó como normalmente hacía, comprobando enseguida su calidad; para su sorpresa era bastante buena, ya que se esperaba una cocaína de calidad degradada debido al constante movimiento.

-¡Hala, pero eso es muy poco, así no te colocas ni queriendo, dale una buena esnifada, ya verás!-le animó el mismo chico.

-¿Puedo hacerte una pregunta?-le cortó ella, con gesto serio.

-Claro que sí, guapa, lo que tú quieras…

-¿Dónde la has conseguido, quien te la vendió?

-Pues uno de mis contactos… conozco a un tío que la pasa cerca de aquí y está asociado con los armenios…

-Ajá, los armenios, al final va a resultar que no iba tan mal desencaminada después de todo…-pensó Rarity, sin apenas prestar mucha más atención al chico.

-¿Por qué? ¿Quieres que te ponga en contacto con él?-inquirió entones el chico en ese momento.

Ese detalle encandiló de nuevo a Rarity, la cual murmuró.

-Oh, pues lo cierto es que sí, querido, me harías un gran favor…

-Por supuesto que sí, preciosa, por una mujer tan guapa como tú lo que sea…

El chico, ni corto ni perezoso y claramente influenciado por la coca, la dio sus señas, además del número de teléfono de su contacto. Sintiéndose más que satisfecha Rarity decidió retirarse, haciéndoselo saber a Lacey antes de irse.

-Oh ¿te vas ya? Yo pensaba que te quedarías más tiempo…

-Ya, pero es que tengo asuntos que atender, querida, gracias por invitarme de todas formas, me lo he pasado muy bien.

-Oh, no ha sido nada, te invitaré al preestreno también en cuanto la película esté terminada, me has caído bien.

-Oh, gracias querida, eres de lo más amable…

Se despidió también de los demás y, una vez en su coche, esbozó una satisfecha sonrisa, al tiempo que murmuraba por lo bajo.

-Bien… veamos qué me tienen que decir.

El motor rugió y el coche bajó por Baytree Canyon Road en dirección hacia el barrio de Vinewood, para dirigirse de vuelta a su hotel y concretar detalles allí. Poco a poco el sol comenzaba a ponerse por el este, tiñendo la ciudad de un color rojizo. En lo alto del monte Haan, el cartel de Vinewood se iluminó, resaltando su figura sobre la ciudad.


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De igual forma, la tarde se echaba sobre el monte Gordo, aunque el detalle no lograba calmar el agitado corazón de Fluttershy, la cual trataba de pasar página y olvidar los acontecimientos más recientes. Aun a pesar de sus intentos no podía por mucho que lo intentaba, dándose cuenta enseguida de su situación.

El volver a las andadas no había hecho más que repercutirla de forma negativa, afectando a su humor y a su aura, como bien notó Tree Hugger en cuanto la volvió a visitar ese mismo día.

-Hey ¿Qué te pasa, Flutters? Nunca antes había notado a tu aura tan agitada, es como si algo hubiera revuelto tus chacras…

-Oh, no es nada, Huggie, tan solo estoy cansada…

-¿Segura? Sabes que siempre te voy a escuchar, sin importar qué…

Por un momento la chica estuvo tentada a contárselo todo, liberarse, pero sabía que no podía hacerlo, puesto que eso mismo la pondría en peligro. Fuera quien fuera el que la hubiera encontrado ahora sabía que seguía activa debido al último recado, y debía de pasar desapercibida para no levantar sospechas. Y eso incluía no incluir a ella en nada de sus problemas por lo que, con todo el dolor de su corazón, se vio obligada a mentirla de la mejor forma posible, algo que la dolió especialmente.

-De verdad, no es nada, estoy bien. Todo está bien…

Sin embargo no estaba bien. Nada estaba bien. Después de más de diez años retirada y en la sombra, ahora volvía a estar activa, aun a pesar de que tan solo había sido un recado. Y ya sólo por eso la hacía ser una persona marcada debido a su anterior reputación.

Trató de distraerse leyendo un poco en el porche delantero, aprovechando las últimas horas de luz, pero en ese justo momento oyó el ruido de unos pasos cerca de allí y la chica reaccionó, levantándose de seguido y poniéndose en guardia. Fue entonces cuando lo vio.

-Usted…

-Buenas tardes, señorita Fluttershy…

-¿Qué está haciendo aquí? Me dijo que no volvería nunca más…

El hombre calvo y trajeado de la última vez, el asesino de Ángel, se encontraba a pocos metros de donde ella estaba, mirándola con gesto difícil de discernir.

-Bueno digamos que… he venido a asegurarme de que todo está bien por aquí.

-Márchese ahora mismo.

-Oh, me temo que eso no va a ser posible…

-¿Qué?

-Verá, hizo usted bien su trabajo, y nosotros la pagamos, aunque… mis jefes consideran que es arriesgado tenerla aquí, a sabiendas de nuestra existencia. No es nada personal, tan solo sigo órdenes…

Fue entonces cuando, de golpe y porrazo, sacó una pistola silenciada de su cinto, apuntando hacia ella y yendo a disparar. Pero Fluttershy, haciendo gala de unos reflejos que despertaron en el mejor momento, se hizo a un lado y se cubrió tras la puerta de su cabaña, justo antes de que el hombre disparara dos veces contra ella.

-Agh, maldita sea, no debí volver a guardar mi equipo-pensó ella, preocupada.

-¡Señorita Fluttershy, salga, no lo haga más complicado de lo que ya es!-exclamó el hombre afuera, acercándose hacia la puerta.

La chica miró hacia la cocina y vio entonces que tenía en la encimera un cuchillo de cocina, el cual cogió sin dudar para defenderse; esperó a que se acercara, ocultándose tras la puerta, y en cuanto vio el cañón el arma asomar desde el otro lado blandió el arma blanca, llegando a alcanzar el hombre y realizar un limpio corte en su mano enguantada, haciéndole soltar la pistola. Fluttershy aprovechó para patearla, llegando a colarse debajo de uno de los muebles del salón y haciéndola inalcanzable.

El hombre aulló de dolor y ella aprovechó para lanzarse hacia él, aunque este fue rápido de reflejos y la detuvo a tiempo, encarándola.

-Es usted una chica muy mala…

Esas palabras resonaron en la cabeza de Fluttershy, despertando sin proponérselo recuerdos pasados que ardieron en su mente, haciéndola sentir demasiadas cosas a la vez. La chica notó entonces una incipiente furia creciendo en su interior, llegando a obnubilarla temporalmente y abalanzándose sobre su atacante con el cuchillo en alto y dejando escapar un rabioso grito. Sin embargo el hombre pudo dominarla fácilmente, ya que Fluttershy no tenía mucha experiencia en el combate cuerpo a cuerpo al ser su método más táctico y no tan ofensivo, siendo además su punto fuerte el pasar desapercibida. La inmovilizó de los brazos, arrebatándola el arma, y después la lanzó hacia fuera de la cabaña, cayendo de espaldas contra el suelo y llegando a golpearse la cabeza con una piedra del camino, dejándola un poco grogui.

-Es usted una asesina eficaz, muy profesional, me apena tener que hacer esto, pero órdenes son órdenes. Vaya usted con Dios, señorita Fluttershy…-masculló el hombre, echándose sobre ella cuchillo en mano.

La mente de la chica era un hervidero de emociones encontradas a punto de estallar, la adrenalina que se mezclaba con su sangre debido al miedo que sentía apenas la dejaba reaccionar, pero al mismo tiempo parte de su cerebro la chillaba que se defendiera y protegiera su vida, siendo parcialmente acallada debido al reciente golpe que se había dado.

El hombre se echó sobre ella, inmovilizándola en el suelo por las piernas, y alzando el cuchillo para apuñalarla en el pecho. Por un momento no hubo nada, pero en cuanto el asesino bajó el arma una fuerza repentina se apoderó de ella y, en un visto y no visto, alzó los brazos e interceptó al asesino parando su ataque y tratando por todos los medios de evitar su inminente muerte. No supo muy bien de dónde sacó tanta fuerza, pero la chica tan solo pensaba en una cosa, vivir, y ese mismo pensamiento fue el que la dio la fuerza necesaria como para frenar el ataque de su atacante, el cual siguió haciendo fuerza contra ella para apuñalarla cuanto antes. Los dos estuvieron haciendo fuerza constantemente, en una suerte de pulso al límite, pero poco a poco el hombre fue ganando terreno, haciéndola flaquear. Fluttershy podía ver como la punta del arma se echaba sobre ella sin que pudiera hacer nada por frenarla, abalanzándose sobre su cara lentamente.

-No, por favor, no quiero morir, no quiero morir… Huggie…-pensaba la chica, al borde de las lágrimas y notando cómo sus fuerzas comenzaban a ceder.

Por un momento supo entonces que no tenía nada que hacer. El hombre era demasiado fuerte para ella y ella apenas le podía hacer frente, sabiendo que su lucha era en vano. Iba a morir. Y quizás así tenía que ser. Fluttershy cerró los ojos y dio sus últimas fuerzas, antes del inevitable final.

Fue entonces cuando, en ese mismo instante, un agudo aullido desgarró el aire, un aullido que ella conocía muy bien; el sonido alertó al hombre, haciéndole detenerse brevemente. Una sombra se movió cual gacela y, en un visto y no visto, el hombre se vio arrastrado por una abultada figura, oyéndole gritar como si le hubieran arrancado las entrañas. Fluttershy se quedó allí tirada, con los brazos puestos en cruz, respirando entrecortadamente y mirando hacia el cielo, al tiempo que oía los desesperados gritos del hombre, acompañados de los gruñidos guturales que le provocaba chillar de esa forma.

Eventualmente el hombre dejó de chillar, pero los gruñidos siguieron dándose, cada vez con menor intensidad hasta convertirse en leves murmullos ininteligibles. En cuanto pudo moverse la chica se reincorporó levemente, mirando a su diestra y viendo entonces lo que había sido eso.

Un salvaje y feroz puma se había puesto las botas con el hombre, el cual yacía tirado a pocos metros de donde estaba ella; el animal se reincorporó, mirando a la chica con el hocico manchado de sangre, al tiempo que ella le sostenía la mirada sin apenas pestañear. Pasaron unos breves pero intensos segundos que la parecieron horas, pero finalmente el animal rompió el contacto visual y se alejó de allí, bordeando los acantilados y dirigiéndose hacia el norte del monte, perdiéndose en la lejanía.

Una vez sola Fluttershy se levantó pesadamente, para luego acercarse al hombre, el cual yacía muerto en medio de un gran charco de sangre. Ignorando ese detalle la chica le estuvo registrando de arriba abajo para ver si encontraba algo relevante, llegando a dar con su móvil, el cual era lo único que llevaba consigo. Miró su registro de llamadas, viendo que había estado intercambiando muchas llamadas con un solo número bastante largo, el cual no estaba identificado, de hecho la agenda se encontraba vacía. Comprobó también las notas por si tenía algo, nada. Aun a pesar de no haber encontrado nada Fluttershy se guardó el móvil, para luego deshacerse del cadáver arrastrándolo hasta el acantilado más cercano y lanzándolo al mar. Cubrió el charco de sangre con un buen montón de hojas y ramas y entró en su cabaña, tumbándose en la cama y pensando inmediatamente después.

Estaba en problemas. Si de por sí antes era así, ahora lo era aún más, sobre todo teniendo en cuenta que su asesino había fallado en su misión. Y teniendo en cuenta también que, según él, había sido una orden directa el eliminarla, estaba claro que sabían de ella mucho más de lo que aparentaban. Miles de preguntas danzaban por su cabeza, todas ellas sin respuestas. ¿Quién podría haber dado con ella después de todo ese tiempo? ¿Por qué querrían eliminarla después de haber hecho el trabajo, además de pagarla? No tenía sentido, mirara como lo mirara. Su única pista era un número desconocido. Y, de forma sistemática, supo que necesitaba volver a Los Santos si quería hallar respuestas, por mucho que la molestara el hecho en sí. No podía dejar que nadie la perturbara su vida. No podía poner en peligro a la persona a la que amaba. Finalmente dejó escapar todo lo que había estado reteniendo y lo soltó, tratando de gritar con todas sus fuerzas, pero solo saliéndola un débil y lastimero chillido. Justo después, lloró. Afuera las estrellas comenzaron a decorar el firmamento.

Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

Notapor Sg91 » 08 Dic 2015, 22:27

Capítulo 18

En América


Esa mañana Pinkie fue la primera en levantarse llena de emoción, y no era para menos, puesto que ese era el día en el que iría a visitar a su hermana a Paleto Bay, al otro lado del estado. Los últimos días habían pasado volando, y durante todo ese tiempo la chica había aprovechado al máximo todo lo que la había enseñado la señora Cake hasta el momento. Como resultado ahora había aumentado ampliamente su repertorio de recetas, además de pulir su técnica aún más, volviéndose más mañosa en la cocina. Si antes tenía cierto nivel ahora la mejora había sido más que sustancial, repercutiendo muy buenamente en su rendimiento.

-Caramba, Pinkie, anonadada me dejas, hemos conseguido cubrir todos los pedidos restantes incluyendo los del fin de semana-comentó en ese momento la señora Cake repasando sus notas mientras desayunaban.

-Oh, ya ve usted, no ha sido muy complicado-le quitó ella importancia, como si nada.

-Y no sólo eso sino que hemos conseguido aumentar la caja en treinta por ciento, hasta ahora nos habíamos mantenido estables ¿pero esto? Diablos, si hasta podríamos descansar un día más aparte del de hoy-añadió el señor Cake, consultando las cuentas.

-¿¡De veras?! ¡¿Sería eso posible, señor Cake?!-inquirió Pinkie, emocionándose aún más debido a lo que ello podría conllevar.

-Sí, bueno, técnicamente sí, ya que no estamos tan apurados… ¿Qué opinas, mami?-inquirió el señor Cake a su esposa.

-Bueno, por qué no, después de todo nunca habíamos descansado dos días seguidos. Además, después del buen trabajo que ha hecho Pinkie durante toda esta semana la chica se merece una recompensa-añadió ella, guiñando un ojo a la aludida.

La chica esbozó una gran sonrisa, al tiempo que exclamaba.

-¡Genial, podré quedarme a dormir esta noche en casa de mi hermana! ¡Oh, cielo santo, qué emoción, qué emoción, qué emoción!

Los señores Cake tan solo se rieron confidentemente ante la inagotable energía de la chica, la cual no podía esperar para irse a Paleto Bay. Como bien le dijo el señor Cake se podía ir allí en autobús partiendo de la misma estación, cogiendo el de la línea 27B, que la llevaba directamente hasta allí bordeando la costa oeste del estado, por lo que terminó de desayunar enseguida y se retiró rápidamente para recoger algunas cosillas de última hora y meterlas en su mochila.

Una vez que estuvo lista para irse se encontró con el señor Cake en el pasillo inferior y los dos se dirigieron al coche para dirigirse a la estación. El viaje hacia allí les llevó por el barrio de Little Seoul, el cual destacaba por ser el barrio donde más inmigrantes chinos y coreanos había por kilómetro cuadrado, por muy contradictorio que eso sonara, siendo bastante tranquilo en ese aspecto, al menos relativamente hablando.

Desde Little Seoul entraron en el centro, donde se concentraban la gran mayoría de rascacielos de la ciudad; todo el centro de la ciudad era considerado un distrito como tal, estando compuesto por un total de tres barrios, siendo estos Mission Row, Pillbox Hill y Textile City, a donde ellos se dirigían. El centro como tal se enclavaba en el barrio de Pillbox Hill, el cual destacaba sobre todo por la plaza central de Legion Square, un moderno y vanguardista parque que se encontraba situado en el mismo centro de la ciudad como tal, siendo como un pequeño oasis verde en medio de una jungla de concreto y asfalto.

En Textile City, por otro lado, se enclavaba la parte más comercial de todo el distrito, destacando sobre todo Simmet Alley, un callejón en el que se encuentran una serie de tiendas de ropa y de textiles de todo tipo, siendo una de las calles más visitadas tanto por propios como turistas. La estación de autobuses se encontraba justo enfrente de la entrada norte del callejón, parando justo enfrente.

-Muy bien, pues ahí está, recuerda que tienes que coger el autobús de la línea 27B, puedes coger un billete en las máquinas de venta que hay al lado de la entrada-indicó el señor Cake, tras parar al otro lado de calle.

-Vale, muchas gracias por traerme, señor Cake-agradeció ella con una sonrisa.

-Ah, no ha sido nada, cuando llegues mañana dame un toque y te vendré a buscar.

Pinkie se despidió de él y salió del coche, cruzando la calle rápidamente hasta entrar en la estación. Esta estaba formada por un único edificio de una sola planta donde los autobuses de todas las líneas se encontraban y salían de un solo punto hacia todas las direcciones; a mano izquierda había un parking para coches, mientras que al otro lado del edificio se encontraban las dársenas donde paraban los autobuses, habiendo unos cuantos aparcados en ellas en ese momento.

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Estación de autobuses


Lo primero que hizo nada más llegar fue sacar un billete mediante las máquinas de venta situadas al lado de la entrada principal de la estación; un viaje desde la estación hasta Paleto Bay en la línea 27B costaba siete dólares, pagando la cantidad e imprimiéndole un billete. En el mismo se indicaba el número de dársena en la que el autobús paraba y la hora de salida.

-Vale, a ver, 27B… dársena siete, salida a las nueve y media. Dentro de diez minutos, genial.

Pinkie se dirigió al otro lado de la estación atravesándola por dentro y buscó la dársena siete, viendo que el autobús ya estaba allí, siendo de color azul y blanco, de la empresa Los Santos Transit. Lo abordó de seguido, siendo la única pasajera en ese momento y esperando a que el autobús partiera. Durante los siguientes minutos montaron varias personas más, y poco antes de la hora de salida llegó el conductor, quien estuvo picando los billetes de los pasajeros antes de salir.

Finalmente, y cumpliendo con el horario, en cuanto el reloj de la estación marcó las nueve y media el autobús se puso en marcha. Siguiendo su recorrido habitual estuvo dando un par de vueltas por el centro pasando por otras paradas antes de salir a la autopista de Del Perro en dirección oeste, llegando a ver el barrio homónimo desde la carretera antes de entrar a un túnel que atravesaba dicho barrio por debajo del mismo, atravesándolo en dirección norte. La salida de la ciudad se abrió ante ella en el barrio de Pacific Bluffs, despidiéndose de Los Santos y poniendo rumbo hacia Paleto Bay, al otro lado del estado. Para entonces Pinkie no podía sentirse más emocionada, deseando llegar cuanto antes. Desde donde estaba sentada al lado de la ventanilla pudo ver a una serie de Besras rasgando el aire mientras volaban a toda velocidad bordeando la costa.


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-¡Muy bien, equipo, suficiente calentamiento, no vaya a ser que os durmáis en los laureles, vamos a ponernos a practicar! ¡Vale, vamos con la Suplex paralizador del industrial militar!

-Joder, me pregunto quién le puso nombre a esa maniobra, es horrible…-pensó Rainbow, mientras maniobraba su jet.

Al punto los cuatro jets que se encontraban volando en paralelo comenzaron a maniobrar, cada uno girando levemente hacia un lado usando los timones hasta acabar situados en fila uno detrás de otro, manteniendo la posición durante unos buenos segundos. Al poco rato la voz volvió a sonar por radio, indicando esta vez.

-¡Caramba, número cuatro, no se te da nada mal, no eres tan tonta como parecías! ¡Tú eras la que vino de la costa este! ¿No? Y yo que pensaba que estaba llena de pardillos…

Ante eso Rainbow tuvo que morderse la lengua para evitar responderle, puesto que técnicamente era su superior, pero en momentos como esos odiaba tener a JT Boyd como instructor.

-¡Muy bien, nenas, si tenéis lo que hay que tener me demostrareis que sabéis hacer un vuelo a cuchillo en condiciones en plena formación vertical, así que venga, sorprendedme, y si la cagáis no seré yo quien vaya a recoger vuestros trozos con una pala!

Por lo que pudo saber, JT Boyd era un ex marine militar retirado que ahora compensaba sus últimos coletazos antes de jubilarse como instructor en la escuela de vuelo de San Andreas. A nadie le caía bien, y parecía ser que hasta él lo sabía, por lo que se ensañaba con sus alumnos todo lo que podía.

Coordinándose adecuadamente con los demás, Rainbow giró la palanca hacia la izquierda y ejecutó un vuelo a cuchillo, manteniendo el avión derecho usando el timón para que no se desviara, al tiempo que los demás hacían lo mismo colocándose en formación vertical escalonada, consiguiéndolo sin mayores problemas.

-¡Vaya, parece ser que sí que tenéis lo que hay que tener después de todo! ¡Si seguís así puede que alguno de vosotros pueda entrar en la Fuerza Aérea, al menos si cae esa breva! ¡Aunque aún no hemos terminado! ¡Ahora quiero una formación semi erección de titanio, pero vamos a hacerlo más emocionante, que sea en vuelo invertido!

A su señal todo el mundo se colocó en posición rápidamente tomando la forma de una corta flecha y, a su segunda señal, viraron por completo los aviones hasta volar panza arriba, manteniendo la posición en todo momento y sin desviarse. El vuelo inverso era especialmente arriesgado, puesto que además del avión en sí los controles también se invertían, teniendo que saber mantenerse derecho ya que la probabilidad de pegársela aumentaba significativamente, sobre todo cuando se volaba a baja altura. Aunque para Rainbow no supuso ningún impedimento, ejecutando la maniobra sin mayores problemas.

-¡Pero bueno, si resulta que sabéis hacer hasta eso! ¡Y yo que pensaba que ya veníais tontos por defecto! ¡Puede que hasta me caigáis bien, soldaditos! ¡Al menos si ahora me hacéis un buen rizo exterior invertido, aunque procurad estar a la suficiente altura, no me apetecería firmar tantos certificados de defunción, eso sería mucho papeleo!

Para entonces Rainbow procuraba de todo su autocontrol para no estallar, prefiriendo ignorar las burlas de Boyd y centrándose en la maniobra, que por momentos se complicaba aún más. Conservando su posición tuvieron que subir un poco más para evitar pegársela y, cuando estuvieron listos, ejecutaron un rizo exterior, dando una vuelta completa en el aire pero hacia abajo en vez de hacia arriba, y además volando en invertido.

-¡Madre mía, que baje Dios y vea esto, aquí tenemos a un grupo de cadetes que no apestan! ¡Supongo que puedo despertarme ya! ¿No? Ah, pues sí, es real, quien lo diría.

Llegados a ese punto todo el mundo se estaba mordiendo la lengua, pero dado que insultarle equivaldría a obtener una sanción o algo peor, no tuvieron más remedio que callarse si lo que querían era seguir en la escuela.

-¡Bueno, bien, eso es todo por hoy, volved al aeropuerto! ¡Ah, y antes de iros pasaros un momento por la sala de actos, hay alguien que quiere veros y hablaros!

Esa frase dejó intrigada a Dash, la cual viró y puso dirección de vuelta al aeropuerto, aterrizando en orden pidiendo pista y dejando el avión en el hangar más cercano a la escuela de vuelo, cerca de la terminal secundaria, y justo al lado de la pista pequeña. Nada más salir de la carlinga y quitarse el casco se dirigió a Thunderlane, el cual había parado justo a su lado.

-¿Quién querrá hablarnos? ¿Te han dicho algo antes?

-No, ni idea.

-Vaya, me ha dejado intrigada… me voy a duchar, nos vemos allí.

-Vale, hasta ahora.

Rainbow se dio prisa por llegar a los vestuarios de las chicas, los cuales eran usados más a menudo por otras alumnas, cosa que la agradó averiguar, puesto que al menos ahora tenía con quien hablar durante la ducha.

-Nos ha dicho el petardo de Boyd que ha venido alguien que quiere hablar con nosotros ¿sabéis algo?

-No, de hecho también nos dijeron lo mismo a nosotras, no sabemos quién puede ser.

-Vaya, me ha dejado con la intriga…

-Ya, y a mí…

-Ah, por cierto Dash ¿puedo hacerte una pregunta? Me gustaría que me aclararas algo-comentó otra chica, dirigiéndose a ella.

-Claro, tú me dirás…

-¿Estás saliendo con Thunderlane?

Esa pregunta la hizo reaccionar de la única forma posible, exclamando de seguido.

-¡Pues claro que no! ¿¡Otra vez?! ¿¡Por qué todo el mundo piensa que estamos saliendo?!

-Bueno, perdona, no era mi intención molestarte, es sólo que…

-¡¿Qué?! ¡Dime por qué, por favor!

-Pues… no sé, es que como siempre estáis juntos, y apenas os separáis pensé que tal vez…

-¡Pues no, no estamos juntos! ¿Lo quieres para ti?

-Eh… sí, es que está muy bueno…

-¡Pues todo tuyo, a ver si así me dejan de emparejar con él a la mínima!

-¡Vale, gracias!

Tras ese breve apunte Rainbow terminó de aclararse, secándose rápidamente, vistiéndose de nuevo con ropa limpia y llevándose consigo la ropa usada en su bolsa. Una vez lista se dirigió en compañía de las demás a la sala de actos, donde más alumnos ya estaban allí, expectantes. Rainbow se sentó al lado de Thunderlane, el cual la saludó al verla.

-Hey…

-Hey… ¿no ha empezado aún?

-No, Boyd ha salido un par de veces al escenario, pero aún no se sabe quién viene.

-Vaya…

Estuvieron esperando unos cuantos minutos a que llegara más gente y, en cuanto la sala estuvo más o menos llena, Boyd salió al escenario dirigiéndose a la multitud con su habitual mala leche, dejando entrever que sus años le comenzaban a pesar.

-Muy bien, pequeñines, asumo que muchos estáis aquí porque aspiráis a entrar como mínimo a las Fuerzas Aéreas, o bien porque no sabéis qué hacer con vuestras vidas. Sea cual sea la razón, seguro que muchos os estaréis preguntando que para qué os habré llamado. Y la razón es una muy sencilla. Como supongo ya sabréis estos cursillos de formación también pueden servir como garantía para entrar a formar parte de otros grupos aéreos, entre ellos los de acrobacias aéreas.

Las palabras de Boyd llamaron la atención a Rainbow, puesto que ella buscaba hacer algo muy similar a lo que ese viejo carcamal comentaba.

-Y dado que muchas veces tales grupos se suelen promocionar en escuelas como esta, hoy ha venido a hacer un poco de promoción una de las escuelas más prestigiosas que existen. Den la bienvenida a la señorita Spitfire, la capitana de los Wonderbolts.

Aunque de alguna forma se lo esperaba, Rainbow no pudo evitar dejar escapar un ligero gritito de pura emoción en cuanto vio a quien era su mayor ídolo allí de pie en el escenario, mirándolos a todos con gesto serio y analítico con sus ojos color castaño claro tras unas gafas de sol de aviador. Vestía con su uniforme de capitana azul y tenía toda la parte del pecho lleno de condecoraciones y medallas.

-Tengo que dar las gracias a JT Boyd por permitirme venir aquí, a la escuela de vuelo de San Andreas, y hablaros un poco sobre los Wonderbolts. No sé si alguien aquí aspira a ser, o cree ser material Wonderbolt, pero en tal caso le convendría prestar atención a lo que tengo que decir.

Ante eso Rainbow puso toda su atención en ella con gesto encantado, reprimiéndose las ganas de seguir gritando de la emoción.

-Antes de nada debo recalcar la naturaleza de ser Wonderbolt. Nuestros valores más importantes son el compañerismo, la camaradería y el trabajo en equipo, porque eso es lo que somos, un equipo que trabaja unido en todos y cada uno de los aspectos para que todo salga como tiene que salir. Si alguien aquí quiere convertirse en Wonderbolt debe de tener muy en cuenta esto, puesto que es algo clave. La confianza y el respeto mutuo son otros de nuestros estandartes, pero sin duda lo más importante y valioso es la virtud del equipo. Recordadlo siempre. Ahora, en el caso de que realmente alguien aquí quiera entrar en nuestras filas debe cumplir una serie de requisitos… ¿algún voluntario?

Esa pregunta hizo reaccionar a Rainbow como un resorte, alzando la mano como una exhalación y con cara de niña pequeña.

-Tú, la del pelo de colorines ¿cómo te llamas?

-Rain… Rainbow Dash, señora…

-Dash… y dígame señorita Dash ¿por qué quiere entrar en los Wonderbolts?

-¡Pues porque es mi gran sueño, señora, siempre he querido formar parte de los Wonderbolts!

-Ajá… supongo entonces que te considerarás material Wonderbolt…

-¡Sí, señora!-exclamó Rainbow con el corazón a mil y tremendamente emocionada.

Spitfire notó enseguida esto, sonriendo confidentemente y comentando de seguido.

-Me gusta tu entusiasmo, Dash… ¿Cuál es tu nivel?

-¡Me encuentro por encima de la media local, asisto a clases de vuelo avanzado, señora!

-No está mal… aunque para poder entrar en los Wonderbolts necesitas como mínimo una media mayor y una calificación lo suficientemente alta en todas las pruebas finales a las que se debe de presentar a final de curso. Si consigue superar las marcas que pedimos y envía su solicitud antes de terminar el curso, podremos tramitar su posible ingreso ¿lo ha entendido, señorita Dash?

-¡Sí, gracias señora!

Spitfire la miró de arriba abajo, con gesto interesado, aunque luego se dirigió al resto de los asistentes.

-En cuanto a todos los demás espero podres verles en la academia. Especialmente a usted, señorita Dash, su entusiasmo me dice mucho.

Para entonces la chica contenía como podía las lágrimas de emoción, sobre todo ante el hecho de haber recibido semejante halago por parte de la que era su mayor ídolo. Finalmente Spitfire se retiró y Boyd les dejó ir, al tiempo que todo el mundo se dispersaba en el pasillo.

De camino hacia el parking para volver a casa, la chica se explayó a gusto.

-¡Oh cielo santo, cielo santo, cielo santo, cielo santo, no es verdad, no es cierto! ¡No, espera, es cierto, oh cielo santo, oh cielo santo!

-Caramba, Rainbow, no me esperaba verte fangirlear de esa manera, la verdad…-comentó Thunderlane, sorprendido.

-¡Spitfire, la capitana de los Wonderbolts, me ha dicho que espera grandes cosas de mí! ¡Oh cielo santo, cielo santo, cielo santo!

-Eh… bueno, en realidad no ha dicho exactamente eso…

-¡Ah, cállate, Thunderlane, no me estropees el momento!

En cuanto llegaron al coche y abrieron el maletero para meter las bolsas, la chica que antes le pidió a Rainbow que le aclarara su relación con Thunderlane se presentó de improviso, acercándose al chico con voz melosa.

-Hola Thunderlane ¿tienes un momento?

-Eh… sí, me iba ahora, pero cuéntame…

-Oh, bueno, es que estaba pensando si, en el caso de que no tengas nada que hacer esta tarde, querrías venir conmigo a tomar algo al paseo de Vespucci, junto a la playa…

-Ah… vale, sí, ¿por qué no?

-¡Genial! ¿A las siete te viene bien?

-Sí, claro, vivo justo al lado.

-¡Perfecto! Nos vemos al lado del gimnasio Muscle Sands ¿vale?

-Claro, allí estaré.

Los dos se despidieron, aunque para entonces Rainbow ya estaba metida en el coche, esperándole; el chico se metió en el coche con una condescendiente sonrisita grabada en su cara, comentando de seguido.

-¿Has visto? Todavía sigo teniendo mi toque, menos mal…

-Ya, claro, seguramente sea por "tu toque"-asintió Rainbow, poniendo énfasis en sus palabra.

-Huy, huy ¿Qué pasa, Dash, acaso estás celosa?

-¿¡Pero qué dices?! ¿¡Celosa yo, de ti?! ¡No inventes, anda, que eso se te da de maravilla!-exclamó ella, tratando de ignorarle.

-Mph, no sé yo, no suenas muy convencida…

-¡Agh, ya te he dicho que no, olvídalo de una vez!

-¿Pero estás segura?

-¡Anda a la mierda!

Ante eso el chico se rió tontamente, al tiempo que Rainbow aceleraba de golpe, ignorándole, saliendo de la escuela y poniendo rumbo hacia la ciudad. El día se perfilaba más brillante que nunca.


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-¡Oh, genial, ya estoy aquí!-pensó Pinkie, sintiéndose más emocionada que nunca y mirando por la ventanilla.

Y es que tras un viaje que, por suerte, no se demoró demasiado gracias a que no había mucho tráfico, llegaba por fin a Paleto Bay tras unas tres horas y media de viaje recorriendo todo el estado. Y aun a pesar de todo Pinkie lo había disfrutado bastante puesto que, como bien le dijo el señor Cake, las vistas habían sido fantásticas, llegando a hacer un montón de fotos en el proceso.

Nada más salir de la ciudad el autobús entró de lleno en la autopista de Great Ocean, comenzando el viaje desde allí. Tras una media hora tranquila y relajada al autobús hizo su primera parada en Chumash, un pintoresco y eminentemente turístico pueblo lineal de carretera compuesto principalmente por apartamentos de verano, centros de ocio y de recreo, una extensa y casi siempre llena playa y un largo muelle turístico donde se podían disfrutar de las hermosas vistas que ese lado de la costa ofrecía e ir de paseo en velero. Muchos ciudadanos de Los Santos iban a veranear a Chumash, puesto que era mucho más auténtico y genuino, y gracias al suave clima y las altas olas el pueblo siempre estaba lleno de surfistas dispuestos a aprovechar hasta el más nimio momento para surfear y dejarse llevar por los placeres de la buena vida.
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Chumash


La parada fue breve puesto que, salvo dos personas que se bajaron, nadie subió al autobús, retomando el viaje rápidamente. Pinkie se entretuvo hablando un rato con su madre por el móvil, haciendo el viaje un poco más ameno, y sin fijarse mucho en el paisaje. Aunque al cabo de una hora llegaron finalmente a la frontera entre el condado de Los Santos y el de Blaine, siendo marcado en forma de puente, el cual cruzaba el Lago Zancudo, entrando a partir de ahí en el condado de Blaine. Aun a pesar de su nombre, el Lago Zancudo era en realidad el estuario del río Zancudo, un río que nace en el mar de Álamo y desemboca en el océano Atlántico, aunque formando un gran y extenso humedal entre medias el cual era el hogar de gran parte de la flora y fauna de la zona, habiendo de todo, desde castores, insectos, anfibios, ciervos, venados, garzas, patos y otros muchos animales. Desde el puente homónimo se podía ver muy bien las extensiones del humedal y Pinkie sacó unas cuantas fotos antes de que el autobús entrara de lleno en el túnel que atraviesa la pista de aterrizaje del fuerte Zancudo por debajo de la misma.

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Lago Zancudo y puente Zancudo


El viaje hacia el norte siguió su curso sin incidencias, atravesando gran parte del estado hasta llegar a Chumash Norte, un pequeño asentamiento playero en el que había una playa virgen donde mucha gente iba a tomar el sol y pasar un día en compañía de la soledad que sólo esa parte del estado de San Andreas podía ofrecer. También había una marisquería con una serie de servicios mínimos, donde el autobús hizo una breve parada antes de volver a continuar hacia el norte.

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Chumash Norte


Un poco más adelante, y pasado un prominente risco, cruzaron la desembocadura del río Cassidy Creek a través del puente homónimo y con unas magníficas vistas de Raton Canyon, un estrecho y extenso cañón que discurría entre las faldas del monte Josiah y las del parque natural del monte Chiliad. El río nacía también en el mar de Álamo, aunque discurriendo por el norte, serpeando entre el cañón con un par de cascadas en su recorrido y desembocando en el océano Pacífico.

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Raton Canyon y Cassidy Creek junto con el puente de Cassidy Creek


El viaje continuó rápidamente paliando enseguida el resto de kilómetros y entrando en el bosque de Paleto, un frondoso bosque de coníferas a los pies del monte Chiliad y el último bastión natural antes de llegar a su destino.

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Bosque de Paleto


El autobús recorrió los últimos kilómetros hasta finalmente llegar a Paleto Bay, un pequeño y rural pueblo a los mismos pies del monte Chiliad, hogar de rudos y auténticos ciudadanos americanos que disfrutaban de la vida en el lugar más auténtico y genuino de todo el estado de San Andreas. El pueblo constaba de lo que todo americano promedio necesitaba para subsistir: varias licorerías, una armería, un bar, un taller de coches, dos gasolineras, un supermercado, varios restaurantes rurales, una iglesia, un banco, una comisaría, un parque de bomberos y un buen número de viviendas unifamiliares, con algún que otro condominio de pequeños apartamentos. Además era el hogar de la mayor factoría cárnica a ese lado del estado, las granjas de Clucking Bell, una empresa de productos cárnicos procesados.

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Paleto Bay


Nada más llegar Pinkie bajó del autobús en su correspondiente parada, justo al lado de la iglesia, y estuvo consultando algunas de sus notas para recordar dónde vivía su hermana.

-A ver… si mal no recuerdo Maudie vivía en… ah, aquí, 0232 del bulevar de Paleto…

Tuvo que preguntar para evitar perderse, aunque no estaba muy lejos, yendo todo recto desde donde estaba hacia el sur y girando a la derecha cerca del final, encontrando la casa enseguida. Era una pequeña y acogedora casa de paredes azules y tejado rojo a dos aguas, situada justo en frente de un supermercado de nombre Willie. Tenía un pequeño garaje anexo y en el porche una bandera americana ondeaba suavemente, mecida por el viento.

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Casa de Maud


Cada vez más y más emocionada, Pinkie se acercó a la puerta y llamó al timbre a no más tardar; al cabo de unos breves segundos la puerta se abrió y Pinkie pudo ver a su hermana Maud, la cual la miró con una absoluta cara de póker.

-¡Sorpresa, Maudie! ¿¡Cómo te quedas?!-exclamó la chica, sonriendo de oreja a oreja.

Maud se la quedó mirando por un momento con el mismo gesto en blanco por unos ínfimos segundos hasta que finalmente murmuró.

-Vaya, Pinkie, menuda sorpresa, no me lo esperaba para nada…

-¿¡Verdad que no?! ¡Oh, me alegro tanto de volver a verte, Maudie!-exclamó Pinkie, abrazándola con fuerza.

Su hermana la respondió el gesto devolviéndola el abrazo, aunque de manera más suave y relajada; sin embargo Pinkie no lo tuvo en cuenta y entró en la casa seguida de su hermana. La casa no tenía mucho más de cincuenta metros cuadrados, con un salón de tamaño medio, una estrecha cocina, una habitación con armario empotrado, un baño adyacente y un pequeño estudio justo al lado de la habitación. Las dos se sentaron en el salón y estuvieron hablando.

-Realmente no me esperaba que vinieras ¿Qué haces aquí?-inquirió Maud, sin cambiar la expresión en su cara.

-¡Pues de visita, tontita, claro está! Aunque ahora mismo estoy trabajando en una pastelería en Los Santos, mami conocía a la dueña, que resulta que es su amiga, y ella la pidió el favor, accediendo encantada. ¡Es todo un amor, me está enseñando todo lo que sabe!

-Ya veo, entonces al final desististe de entrar a la escuela…

-En realidad no, pero papá me insistió en que necesitaba experiencia, por lo que aquí estoy. No fue fácil para mí decidirme así sin más, pero por ahora no me arrepiento, ya que estoy aprendiendo un montón de cosas nuevas. ¿Y tú? ¿Cómo llevas tu tesis?

-Bien, ya voy por la mitad, estoy profundizando en los sustratos de la zona y cómo influyen en la orografía, de hecho, y por todo lo que he llegado a averiguar, creo que tengo pruebas suficientes como para asegurar que originariamente el monte Chiliad era mucho más alto y más escarpado de lo que es ahora.

-Vaya ¿en serio? Lo he visto desde el autobús cuando nos acercábamos y es enorme ¿crees que podría cambiar tanto así sin más?

-Sí, desde luego, estoy convencida, aunque no fue una erosión progresiva, sino abrupta y rápida, la abundancia de silicio y carbono y la falta de sedimentos eólicos en las muestras es mi evidencia más palpable, hasta la piedra más grande y consistente no se erosiona tan rápido así sin más, eso lo sabes hasta tú.

-Oh, desde luego, se necesita de mucho tiempo y muchos elementos erosivos para desgastar hasta la roca más pequeña.

-Exacto, y no sólo eso, sino que la propia deformación del terreno sugiere quizás otro tipo de erosión no tan prominente, como la erosión gravitacional. Mientras tanto, sigo investigando.

-Genial, no me esperaba menos de ti… y cuéntame ¿Qué tal la vida por aquí?

-Bueno, sencilla, muy tranquila, para vivir es el lugar ideal, nunca pasa gran cosa. Aunque varias semanas atrás llegaron a robar en el banco local y se armó un gran revuelo, por lo que tengo entendido vino el ejército y se armó una auténtica batalla campal en las calles.

-¡Oh, vaya! ¿Estuviste bien?

-En realidad sí, por suerte no estaba cuando ocurrió, ya que había salido a recoger muestras a la parte septentrional del monte Gordo. Cuando volví al pueblo la policía había acordonado toda la zona, la gasolinera del centro había reventado, literalmente, y un helicóptero se había estrellado contra los apartamentos South Seas, todo recto por esta calle.

-Caramba, debió de ser horrible…

-La policía estuvo mucho más activa desde entonces, aunque ahora las cosas parecen haberse calmado un poco.

Estuvieron hablando durante un buen rato hasta que, en un momento dado, un suave gruñido se pudo oír entre las dos, comentando Pinkie de seguido.

-Ups, perdona, eso ha sido mi estómago…

-Eso me recuerda que había hecho comida, pero solo para mí, no va a ser suficiente para las dos, no me esperaba que aparecieras-comentó Maud.

-Oh, no te preocupes por eso, Maudie, yo me puedo improvisar algo…

Maud se quedó callada por un momento hasta que finalmente comentó.

-Hay un hospicio rural en el bosque de Paleto donde hacen unas hamburguesas caseras muy buenas, podemos ir dando un paseo y, de paso, te enseño el pueblo.

-¡Oh, vale, me gusta la idea, vamos!

Las dos salieron de casa y estuvieron recorriendo parte del pueblo, mientras Maud la iba explicando un poco acerca de la historia del lugar; muchos de los habitantes de Paleto Bay destacaban por ser descendientes de antiguos colonos españoles, los por entonces llamados primeros andreínos, de donde proviene el actual gentilicio, que poblaron la antigua San Andreas cuando tan solo era una colonia del imperio español, allá por 1769. También había descendientes de mexicanos, de cuando San Andreas fue una antigua provincia mexicana, allá por 1821. En 1846 hubo una sublevación de los antiguos colonos españoles, que para entonces ya eran ciudadanos estadounidenses, reclamando el territorio a México y formando así la antigua república de San Andreas, la cual tan solo duró unos veintiséis días, convirtiéndose poco después en el actual estado de San Andreas, anexionándose a EEUU en 1850.

Durante todas esas épocas Paleto Bay fue el centro neurálgico de la gran mayoría de comercios, sobre todo a partir 1823, que fue cuando se estableció el territorio del condado de Blaine, poco después de que México ganara la independencia. El antiguo legado español y mexicano ha perdurado desde entonces, y en Paleto Bay a día de hoy aún se notaba, mezclándose al mismo tiempo con el sabor americano y dando como resultado una mezcla de lo más variopinta y peculiar.

Pasearon por la parte del pueblo más cercana a casa de Maud, llegando a ver la playa del pueblo junto a un camino de tierra que la bordeaba, habiendo además un viejo muelle justo en el centro de la playa y que salía hacia el océano Pacífico.

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Playa de Paleto


Desde allí caminaron hacia el sur, entrando en el bosque de Paleto y bordeando la carretera en dirección hacia el hospicio. Al tiempo, un sol brillante en lo alto de un cielo despejado bañaba las tierras del estado dorado.

(Continúa en el siguiente mensaje)
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Re: Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

Notapor Sg91 » 08 Dic 2015, 22:55

(Continúa del anterior mensaje)


-Bof, noto cierta falta de auto lavados en esta ciudad…-pensó Rainbow, mientras esperaba a que su coche terminaba de lavarse.

Y no era para menos, puesto que teniendo en cuenta lo grande que era Los Santos, sólo había dos auto lavados en ella; uno en el barrio de Little Seoul y otro en el de Strawberry. Eso era todo. A ella el que más cerca la quedaba era el de Little Seoul, y en ese se encontraba actualmente. Para mañana Lightning había conseguido apuntarlas en otra carrera, por lo que quería tener el coche limpio y presentable para entonces.

Imagen
Gasolinera de Little Seoul


Hasta ahora las mejoras que le había instalado al coche funcionaban perfectamente, aunque lo que más se notaba era el turbo; cada vez que aceleraba en primera se podía notar cómo el motor se revolucionaba de sopetón, haciéndole ganar velocidad enseguida y alcanzando rápidamente los noventa kilómetros por hora en menos de cinco minutos, saliendo disparada en la gran mayoría de las ocasiones, lo cual la daba una ventaja tremenda en las carreras.

Aunque en ese momento pudo oír a las máquinas pararse, evidenciando que ya había terminado de lavarlo y volviendo a por él para sacarlo. Salió de la máquina de auto lavado por el lado de la carretera, pero Rainbow volvió a la gasolinera donde se encontraba el auto lavado, puesto que la faltaba pagar. Aparcó al lado de la tienda y entró en ella, dirigiéndose al mostrador.

-Hola, un lavado por favor.

-Cinco dólares-pidió el dependiente, con acento extranjero.

Rainbow sacó la cartera al mismo tiempo que un grupito de niños entraban en el establecimiento, cogiendo chucherías y golosinas varias de unas baldas cercanas; por un momento la chica sonrió, recordando los viejos tiempos, y decidió darse un homenaje ella también.

-Deme una chocolatina Ego Chaser… y una eCola.

-Ah, el aperitivo de los deportistas aficionados, muy americano, sí… cuatro dólares-indicó el dependiente.

Rainbow fue a pagarlo todo cuando, en ese justo momento, el grupito de críos cogió y salió corriendo por la puerta, todos ellos cargados de golosinas y chocolatinas, sin pagar ninguna de ellas. El dependiente fue el primero en reaccionar.

-¡Eh, eh, volved aquí pequeños ladronzuelos!

Por su parte Rainbow se dio la vuelta, viéndoles correr desde donde estaba, e indicándole al dependiente antes de echar a correr.

-¡Guárdemelo, ahora vuelvo!

Inmediatamente después ella también echó a correr detrás de los pequeños infrascritos, dispuesta a capturarlos a todos. Los niños giraron a la derecha nada más salir de la tienda, por lo que ella les siguió, interceptándoles nada más girar a la derecha.

-¡Alto ahí!-exclamó ella.

-¡Nos siguen, corred, corred!-exclamó uno de los niños.

-¡Ah, esperadme chicos!-hizo lo propio una niña que iba con ellos.

Los chicos apretaron el paso en cuanto oyeron la señal, pero cuando la niña intentó correr un poco más dio un bandazo hacia delante, cayéndose al suelo duramente. Rainbow lo vio de seguido y se acercó a ella, dejando ir al resto.

-¡Eh, oye, enana! ¿Estás bien?

-¡Agh, ay, no, mis piernas, me duelen!

-¡Espera, no te muevas, estíralas!

La niña obedeció y Rainbow se las palpó, notando enseguida lo que ocurría.

-Agarrotamiento muscular… aunque espera, no es como cuando corres mucho, esto es distinto…

La estuvo masajeando un poco la parte posterior de las piernas para desentumecer un poco los músculos hasta que finalmente estos se destensaron, ayudándola a doblar un poco las piernas apoyándose sobre las rodillas para facilitar mejor el movimiento. Una vez que terminó Rainbow inquirió.

-¿Mejor?

-Sí, gracias…

-De nada. Aunque ¿Qué es eso de robar en una tienda y luego salir disparada? Te he ayudado, pero ahora vamos a volver para devolver todo lo que has robado.

La niña quiso replicar, pero en cuanto vio el gesto severo de Rainbow se achantó y finalmente murmuró.

-Está bien…

La chica la ayudó a levantarse y pudo observarla un poco mejor; no tendría más de nueve o diez años, era de pelo magenta y ojos morados, vestía con una sudadera de color naranja un tanto descolorida y unos vaqueros azules algo ajados y desgastados.

-Y cuéntame enana ¿Cuál es tu nombre?

-Me llamo Scootaloo…

-Ajá, y cuéntame Scootaloo ¿por qué has robado en esa tienda?

-No fue idea mía en realidad…

-Ah, entonces sólo lo hicisteis por diversión…

-No, en realidad no…

-¿Entonces?

Por un momento Scootaloo no dijo nada, quedándose callada y sin volver a hablar; Rainbow lo dejó estar por el momento y regresaron a la tienda de la gasolinera, donde el dependiente esperaba y devolviéndole lo poco que la niña tenía.

-No pude atrapar al resto, pero a ella sí.

-Gracias de todas formas… ¡y a ti te debería dar vergüenza, chiquilla, debería llamar a la policía!

Ante eso Scootaloo reaccionó, con gesto preocupado, pero Rainbow intercedió por ella.

-No hace falta, ya pagaré yo la diferencia.

Ese anuncio dejó sorprendidos tanto a la niña como al dependiente, pero sobre todo a la niña, la cual miró a Rainbow con un gesto de extrañeza dibujado en su cara. El dependiente no se negó y aceptó su oferta, regalándola la chocolatina y la eCola que originariamente quería comparar como agradecimiento, junto con el lavado del coche.

Una vez que estuvo todo zanjado las dos salieron de la tienda, siendo Scootaloo la primera en hablar.

-¿Por qué has hecho eso? No tenías por qué hacerlo…

-¿Y darte un mal ejemplo? No, después de todo robar está mal, no quiero volverte a ver haciéndolo ¿está claro?

-Vale…

Por un momento la niña se quedó callada, mirando al suelo y pateando una lata cercana; ese gesto recordó su caída previa y Rainbow la comentó.

-Por cierto, cuando te caíste noté cierto agarrotamiento en tus piernas, normalmente eso pasa sólo cuando se acumula mucha tensión en los músculos después de hacer mucho ejercicio, pero tú apenas habías empezado a correr cuanto te ocurrió…

Scootaloo se percató enseguida a dónde quería llegar a parar y, dejando escapar un dejado suspiro, murmuró.

-Supongo que después de todo te debo alguna explicación, me has ayudado. Es agarrotamiento muscular congénito crónico, me pasa mucho y es de nacimiento, por lo que apenas puedo correr.

-Ya veo… aunque eso normalmente se puede tratar ¿no te ayudan tus padres con algo así?

Ante eso Scootaloo se quedó callada de nuevo, reacia a hablar. Rainbow la miró de arriba abajo, un tanto extrañada, aunque al final prefirió dejarla estar y comentó.

-Bueno, déjame que te acerque a tu casa por lo menos… ¿dónde vives?

Scootaloo quiso responder, pero en cuanto vio su coche se quedó extasiada y se acercó a él, exclamando.

-¡Oh, vaya, es un F620! ¿Verdad? ¿De Ocelot?

-Sep, mismamente.

-¡Cómo mola!

-¿Te gustan los coches?

-¡Me encantan! ¡Sobre todo los deportivos como este! ¡Hala! ¿Y esto de aquí?-inquirió la niña, viendo la insignia impresa en el capó.

-Es una insignia que diseñé yo misma, me da buena suerte en mis carreras-explicó Rainbow.

-¡Oh! ¿Participas en carreras callejeras? ¡Mola!

Rainbow se rió tontamente ante la emoción de la niña, la cual miraba por la ventanilla observando el salpicadero del interior con gesto encantado.

-¿Quieres que vayamos a dar una vuelta?-la sugirió entonces ella.

Por un momento la niña se lo pensó brevemente, pero finalmente accedió con entusiasmo y las dos se montaron en el coche. Rainbow lo arrancó, saliendo a la carretera, y comenzando a sonar la radio, la cual estaba puesta desde el principio Soulwax FM. Sin embargo Scootaloo puso mala cara, como si la molestara, y comentó.

-Oye ¿puedo sintonizar otra cosa?

-Claro ¿Qué quieres escuchar?

-¡Pon West Coast Classics!

-Vale ¿Cuál es su dial?

-95.6 FM.

Rainbow la sintonizó y, en cuanto la tuvo en su dial, comenzó a sonar por todo el habitáculo un ritmo rap muy marcado.

-Oh, sí, esto es otra cosa…-murmuró Scootaloo, satisfecha.

Antes de que Rainbow pudiera decir algo, una voz cortó la música comentando.

-Oh, sí, negros, aquí DJ Pooh emitiendo el mejor rap clásico de la costa oeste para toda San Andreas, ya sabéis el resto, así que no tengo que repetirme. Vamos con otro clásico, para variar, esta vez de finales de los noventa. Aquí tenemos a Kurupt diciéndonos cómo ejecutar ese baile que todos conocemos bien…

Inmediatamente después el tema comenzó a sonar tras un puente vocal bastante rápido; para su sorpresa Scootaloo comenzó a rapear a la par en cuanto la música comenzó a sonar.



Saggin, nigga g'd up, sippin
Sip nigga, dip nigga, set trip nigga
Gotta grip nigga, getta grip nigga with tha gang
And rollin with tha alpine bangin
Homie whatcha got? a couple sacs to sell
Went from weed and dope to mics ta sell
Hit a switch nigga
Don’t f*ck around wit bitch niggaz
Im a money cash nigga
Cash gettin, hash hitten
Gang bang afiliate
Hit a stick real quick
And in a minute start killin shit real quick
Ima million dollar motherfuckin nigga (million dollar motherfuckin nigga)
I thought you knew about it
Bout it bout it do ya got it
Now tha homies bout it, ima bout ta do this
Hit a lick they hit back wit some new shit
Then have a gangster reunion, the homie told me (wut he say?)
Get cha' boogie on youngsta, c-walk homie


En un momento dado hubo otro puente musical, a lo que Rainbow aprovechó para comentar.

-Oye ¿tú no eres un poco pequeña para este tipo de música?

-¿Bromeas? Es lo que más he estado escuchando desde que era pequeña…

Rainbow quiso preguntar para saber más, pero tras un rápido y fugaz estribillo reiterando la misma frase, c walk homie, comenzaron los siguientes versos, a lo que Scootaloo los siguió a la perfección.

Yeah ima tell you like this kurupt, you know how it was for me
Been regarded as the hardest since I hit the set
Young nigga with a rep, kept that gangsta step
Crocka sacs of blue cordiroy with house shoes on
Flawssin for the hoodrats gettin my groove on
Hangin in the park till all hours of dark
Tryna catch a mark slippin wit this thang that bark
Cry baby on the swamp got the exit locked
And aint no doubt comin out he gone wreck ya not
Pass me the satin locs so I can wet my throat
While I sag the blue khakiswit tha raoder coat
All the hoes really want is gangstaz just like us
Ruff and don’t give a f*ck aint that right kurupt (thas right)
Stay bangin on these niggaz on a regular basis
Big paper chasin, facin felony cases
Made it to be famous, livin hard and dangerous
Steppin on these bustaz wit my blue chuck taylors



Rainbow estaba cada vez más y más confusa, tratando de comprender cómo una niña tan pequeña le podía gustar tanto un rap tan inapropiado para su edad; además, atendiendo a las letras, estaba más que claro que ni siquiera era un rap clásico normal y estándar, sino un gangsta rap muy marcado. Peligrosamente marcado.

You know that ganstaz rock, gangstaz roll
Heres the gangsta shit, we on a gangsta stroll
It’s gangstaz ride, gangstaz slide
Then the gangstaz rob with the gangsta glide
Cuz gangstaz move, and gangstaz groove
And most gangstaz got nuthin ta lose
Gangstaz live, and gangstaz die
Gangstaz form a gang and the gang multiply
Gangstaz give a f*ck a g, don’t ask why
Gangstaz don’t snitch, and gangstaz don’t cry
Gangstaz boogie, gangstaz don't dance
Gangsta pull the strap out cha' pants and blast
Gangstaz don't run, and gangstaz don't hide
Ima gangsta ass nigga from the sick southside
That’s how I know exactly what a gangsta do
Ya love the gangsta shit aint you a gangsta too?
Then c-walk homie


En cuanto terminó el tema Scootaloo hizo un extraño signo con sus manos, al tiempo que exclamaba.

-¡Oh, sí, gangsta shit, negro!

Para entonces Rainbow ya había tenido suficiente, aprovechando un semáforo en rojo para apagar la radio y dirigirse a ella con gesto serio.

-Hey ¿Qué pasa?

-¿Que qué pasa? ¿¡Que qué pasa?! ¿A ti que te parece?

-Pues no lo sé porque no sé a qué te refieres…

-Oh, por el amor de… ¡me refiero a todo esto, a esta música, no es apropiada para una niña de tu edad! ¿Ya te permiten tus padres escuchar algo así?

-Oh, venga ya, dame un respiro…

-¡No, Scootaloo, vale que te acabo de conocer hace escasos minutos, pero es que esto no es lo que una niña de…! ¿Cuántos años tienes?

-Nueve años…

-¿¡Nueve años?! ¡Pues peor me lo pones! ¡No deberías escuchar esta música!

-¿Y por qué no? Ya te digo que es lo único que he escuchado, no es algo que puedas elegir así sin más cuando creces en Davis…

-¿Davis?

-Sí, claro, el barrio de Davis ¿es que no lo conoces?

-Soy nueva aquí.

-Ah, ya veo… pues eso, crecer en Davis hace que estés en constante contacto con música como esta, no es raro de por sí…

A Rainbow la chocó la naturalidad con la que parecía tomarse algo así cuando a ella le ponía tan nerviosa, no entendía cómo podía comportarse de esa forma aun a pesar de que tan solo tenía nueve años. En ese justo momento un claxon detrás de ella la sacó de sus pensamientos, al tiempo que Scootaloo decía.

-Ya está en verde.

Rainbow aceleró y siguió conduciendo por esa parte de la ciudad, entrando en el centro por el este; en un momento dado la chica volvió a hablar.

-No sé, es que me choca que una niña como tú esté en contacto con algo así… además ¿no tendrías que estar en clase?

-El colegio está cerrado, hace un par de días hubo un tiroteo en una calle cercana y han cerrado por precaución mientras la policía aclara el asunto, se toman muy en serio estas cosas ¿sabes?

-¿Un tiroteo? ¿Cómo así?

-Sí, el típico rifirrafe entre los playas del barrio este y los FK del oeste, nada que no se haya visto ya…

-¿Playas, FK? Lo siento, pero me estoy perdiendo ¿Qué dices?

-Ya, bueno, si eres nueva normal que no estés puesta en los términos… se llaman playa a todos los miembros de la banda que hay alrededor del barrio, es un término de respeto referido a un amigo o conocido. FK es la contracción de Family Killa, que es un término despectivo que se usa para referirse a los miembros de los Families, la banda rival.

-¿¡Qué?! Pero espera, espera ¿tú como sabes todo eso?-inquirió Rainbow, alucinada.

-Pues porque lo veo y oigo todos los días por las calles del barrio y por la ventana de mi habitación, por eso. A la larga te lo acabas aprendiendo, como todo el mundo, y se convierte en algo usual, como si fuera de toda la vida…

-Entonces, lo que has hecho antes con las manos…

-Sep, es el símbolo de la banda, mira.

Scootaloo flexionó los dedos de ambas manos, apoyándolos sobre la palma de las mismas y describiendo dos pares de círculos con ellos, al tiempo que alzaba los pulgares hacia arriba, uniéndolos entre sí y pegándolos contra su pecho.

-¿Ves? Forma el nombre de la banda.

-¿Y cuál es?

-Ballas.

Por un momento hubo un breve silencio en el cual Rainbow miró a la niña con gesto un tanto confuso, como si no estuviera muy segura de qué pensar en ese momento. Scootaloo notó enseguida su preocupación y murmuró.

-No lo pienses tanto, después de todo no es algo que a mí me atañe realmente, simplemente es lo que veo en mi barrio.

La chica se quedó callada, pensando en lo que la acababa de decir mientras se concentraba en la carretera. Aun y con todo la preocupaba que una simple niña estuviera en contacto con unos pandilleros de poca monta, sobre todo teniendo en cuenta que todavía era una niña de tan solo nueve años. Sin embargo no dijo nada más, prefiriendo no atosigarla mucho más y comentando de seguido.

-Está bien, aunque en ese caso déjame que te acerque a tu casa… entonces ¿Davis?-inquirió ella, mirando en su GPS.

-Sí, Carson Avenue, en el tramo de Davis, yo te indico si quieres.

Rainbow aceptó las indicaciones de Scootaloo y, desde donde estaban, salieron del centro y se dirigieron hacia el sur de Los Santos, entrando por el barrio de Strawberry.

Entrar en el sur de Los Santos era como entrar en otro mundo, el ambiente cambiaba de golpe, pasando de los altos edificios del centro a un skyline mucho más bajito, pero también mucho más denso tanto en términos como de urbanización como de población se refiere. Era fácil distinguir que la gran mayoría de barrios del sur de Los Santos eran suburbios bastante empobrecidos tanto económica como administrativamente hablando, con proyectos urbanísticos saturados, viviendas unifamiliares muy antiguas y destartaladas y condominios igual de antiguos y a veces en desuso, lo que propiciaba a la aparición de todo tipo de fauna callejera, desde okupas hasta camellos y demás troupe urbana. Rainbow se quedó un tanto preocupada al ver las pintas que tenía el barrio, su F620 destacaba ampliamente ante la mayoría de utilitarios de segunda mano que circulaban por las calles, llegando a captar muchas miradas indiscretas por parte de los transeúntes y vecinos del propio barrio.

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Davis


Siguiendo las indicaciones de Scootaloo llegaron hasta el extremo este de Davis, yendo todo recto por la avenida Carson y parando al lado de un pequeño y algo desgastado condominio, aunque lo que más la chocó fue el cartel de entrada, en el que se podía leer: Orfanato Comunal de Davis.

-Bueno, pues es aquí. Gracias por traerme, Rainbow Dash-anunció Scootaloo.

-No ha sido nada, enana. Y procura no meterte en más líos.

-Lo intentaré.

Por un momento la niña sonrió tímidamente y Rainbow la revolvió el pelo en un gesto cariñoso; sin mediar palabra la chica hizo mano de su tableta de chocolate y se la tendió.

-¿Me la das?

-Sí, cógela, es para ti.

-¡Gracias!-exclamó Scootaloo, dándola un fugaz abrazo.

Finalmente la niña salió del coche y entró en el orfanato, no sin antes darse la vuelta y despedirse de ella agitando la mano. Rainbow la imitó y, por un momento, se quedó allí parada, observando el lugar.

El orfanato lucía viejo y un tanto empobrecido, con la fachada algo descolorida; a su alrededor muchas más viviendas unifamiliares, almacenes y algún que otro solar vacío complementaban el paisaje. Aunque un poco más adelante donde ella se encontraba parada, y justo al lado de una farola, vio a tres hombres de color mirándola con cara de pocos amigos. Todos ellos llevaban algo de color morado puesto, uno vestía con una sudadera morada, mientras que otro llevaba puesta una gorra del mismo color y otro llevaba puesta una camiseta blanca con un logo con contornos morados. Y eso no fue todo, puesto que el de la sudadera hizo un signo con las manos que supo identificar al instante puesto que lo había visto hace escasos minutos.

Sin mediar palabra Rainbow aceleró para salir de allí, sintiendo como si miles de ojos se clavaban sobre ella; al pasar al lado del grupo cruzaron por un instante las miradas. Aunque fue breve, Rainbow pudo notar como el ambiente se enrarecía y volvía tenso, acelerando inmediatamente después y alejándose de ellos rápidamente. Los Ballas la siguieron con la mirada hasta que desapareció girando a la izquierda en la siguiente intersección.


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-¡Uauh, menudas vistas, me encanta!

-Sabía que te gustaría…

-¡Si es que se puede ver todo desde aquí! ¡Y mira Los Santos que pequeña se ve!

Y no era para menos, puesto que así era, al menos desde el punto más alto del monte Chiliad, prácticamente el techo del estado, el cual se podía ver en su totalidad desde allí. El monte Josiah a mano derecha se podía ver en su totalidad, puesto que era mucho más bajito en comparación con Chiliad, y el mar de Álamo parecía un charco a los pies del enorme y alto monte. Y al fondo, muy al fondo en la distancia, y sobresaliendo entre los ligeros montes y elevaciones, se podía distinguir los altos edificios de Los Santos envueltos en una visible bruma de contaminación.

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Teleférico del monte Chiliad


-Es quizás por esto por lo que me gusta tanto el condado de Blaine, al menos no está tan contaminado y se respira un aire limpio y fresco. En Los Santos estuve sólo una vez para coordinarme un poco con mi tutor de la tesis en la universidad de San Andreas y no he vuelto desde entonces.

-Bueno, al menos aquí estás más tranquila, allí es todo más bullicioso, pero ya sabes que yo me acostumbro enseguida.

Para Pinkie estaba siendo una tarde de lo más entretenida, puesto que hacía bastante tiempo desde la última vez que vio a su hermana; después de comer en Bayview Lodge, un hospicio rural de carretera situado en pleno bosque de Paleto rodeado de pinos, estuvieron dando un paseo por el bosque admirando las vistas y la naturaleza que los rodeaba. Los altos y frondosos pinos complementaban un paisaje típicamente natural y rural, llegando a ver alguna que otra manada de venados y cervatillos pastando por las cercanías, además de aves como pájaros carpinteros, urracas, golondrinas y hasta un par de águilas volando alto.

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Bayview Lodge y bosque de Paleto


Tras eso se dirigieron al teleférico, que no estaba muy lejos de allí, y lo usaron para subir a la cima del monte Chiliad, donde se encontraban en ese momento.

-¿Sabes? Existe una antigua leyenda sobre el monte Chiliad que data de muchísimo tiempo atrás, incluso de mucho antes de que los colonos españoles llegaran-comentó Maud en ese momento.

-Oh ¿de veras?

-Sí, llegué a descubrirla mientras buscaba información acerca del monte y de sus sustratos. Se decía que, en los tiempos antiguos, este monte era como una deidad para los pueblos indígenas de los alrededores, una suerte de montaña sagrada, morada de un poderoso y místico ser, guardián del monte y de toda la tierra que había a su alrededor. Los indígenas le rendían culto y mostraban sus respetos mediante cánticos y ritos que duraban toda la noche, bailando hasta el amanecer.

-Vaya…

-Es una muy vieja leyenda, pero incluso hoy hay quien sigue creyendo en ella, hasta se ha llegado a adaptar a los tiempos que corren. Ven.

Pinkie siguió a su hermana, la cual volvió de nuevo a la estación del teleférico y entró en ella, quedándose parada ante un extraño mural en el cual se podía ver la figura del monte representada en ella.

-Ahí va ¿y esto?-inquirió Pinkie.

-Lleva aquí mucho más tiempo de lo que parece, ya estaba aquí cuando llegué por primera vez, e incluso ahora despierta la curiosidad entre los lugareños de la zona. No se sabe quién lo pintó ni por qué lo hizo, pero personalmente creo que es una deformación y adaptación de la antigua leyenda del espíritu del monte, representado ahora de forma totalmente distinta.

Imagen
Mural del monte Chiliad


Pinkie lo miró con curiosidad, prestando atención a los detalles. La figura del monte Chiliad estaba representada en ella, rodeado de una serie de rayos que parecían salir del mismo monte. En lo alto de la cima había dibujado una especie de antena que parecía brillar, con una especie de ojo dibujado en ella. De la antena y hacia el interior del monte partían una serie de ramificaciones que parecían ser túneles, los cuales giraban y se entrecruzaban entre sí, con una especie de cámaras a su alrededor. Aunque en la parte más baja había tres cámaras más grandes, cada una con un dibujo en su interior. En la de la izquierda se podía observar la figura de un ovni, mientras que en la central se veía un huevo medio resquebrajado y en la de la derecha parecía estar representado un hombre con un extraño aparato con forma de cohete acoplado a su espalda.

-Qué extraño, no parece representar a ninguna divinidad como tal… ¿y esto de aquí no es un ovni?-inquirió Pinkie, curiosa.

-Sí, de hecho ese ovni de ahí ha dado mucho de lo que hablar, llegando incluso a atraer aquí a ufólogos y otros fanáticos de lo extraterrenal. Existe una colina en el desierto de Gran Señora donde se dan cita los que creen en la existencia de los extraterrestres, y muchas veces han venido aquí en plan peregrinación para ver lo que consideran como una prueba más de lo que es evidente para ellos. Aun y con todo la naturaleza y el origen de este mural siguen siendo todo un misterio.

-Vaya…

Estuvieron un rato más remoloneando por la cima, haciéndose varias fotos desde el mirador y contemplando las vistas, hasta que finalmente volvieron al bosque bajando también por el teleférico, al tiempo que sol comenzaba a ponerse por el oeste.

Maud aprovechó ese detalle para ir a visitar la ensenada de Paleto, una amplia y escarpada bahía con muchos islotes entre la costa y el océano Pacífico, perfecta para excursiones y contemplar los atardeceres, los cuales desde esa ensenada eran particularmente bonitos. Fueron paseando y bordeando la costa hasta llegar al cabo donde comenzaba la ensenada, justo a tiempo para poder contemplar de primera mano cómo el sol comenzaba a pintar de un color naranja pardo el agua, con los islotes más cercanos recortándose en la distancia.

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Ensenada de Paleto


-Oh, vaya, es precioso…-murmuró Pinkie

-¿Lo ves? Esto es lo que más me gusta de este lugar, la belleza de sus costas, los paisajes y su naturaleza… es mucho más auténtico y genuino. En ese sentido San Andreas es un estado particularmente bello-argumentó Maud.

-Desde luego…

Por un instante las dos se quedaron en silencio, contemplando el hermoso atardecer y dejando pasar el tiempo; en un momento dado Pinkie abrazó a su hermana con cariño y murmuró.

-Me alegro de volver a verte, Maudie…

La aludida miró a su hermana por un momento, llegando a esbozar una pequeña pero visible sonrisita, al tiempo que abrazaba a su hermana de igual forma, quedándose allí las dos juntas. Al tiempo, un denso manto de estrellas comenzaba a coronar San Andreas.
Última edición por Sg91 el 27 Mar 2016, 20:43, editado 2 veces en total

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Re: Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

Notapor agustin47 » 09 Dic 2015, 01:01

Huy Thunderlane, huy Thunderlane... Y Pinkie y Maud en una hermosa relación de hermanas, que bonito.
Los milagros no son gratuitos.

La ignorancia a veces puede significar felicidad, y en este caso, la nuestra resulta ser una verdadera bendición.


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Re: Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

Notapor Sg91 » 05 Ene 2016, 21:19

Capítulo 19

Concretando


Applejack masticó entre dientes la brizna de paja, moviéndola frenéticamente entre sus labios, al tiempo que esperaba apoyada en una caseta cercana; hasta ahora había seguido trabajando para Trevor Philips yendo a recoger las cajas que los aviones de contrabando iban soltando para luego volver con ellas al aeródromo.

En un principio era sencillo, pero hasta el momento la competencia había estado muy presente desde el primer día, llegando a tener encontronazos de todo tipo con diferentes proveedores y compradores que también pugnaban por conseguir una parte de la mercancía. Hasta el momento durante todas las veces que había salido a recoger mercancía se había tropezado con los salvadoreños de Marabunta Grande y con las tríadas de Los Santos, cosa que no la hacía ni la más mínima gracia, puesto que su presencia era de por sí peligrosa y bastante arriesgada, ya que siempre iban todos armados y dispuestos a atacarla con tal de recuperar el paquete. Por ahora había salido bien parada, pero hasta ella sabía que la buena suerte no la sonreiría siempre. Si no fuera porque realmente la paga era buena y casi constante, lo cual la venía realmente bien, no se arriesgaría tanto, pero dado que en ese momento no tenía otra opción y debía de ayudar a su familia, Applejack hacía de tripas corazón e iba a cualquier sitio donde Óscar la dijera.

Esta vez se encontraba en Galilee, un pequeño asentamiento pesquero a orillas del mar de Álamo situado al norte del mismo, saliendo por un desvío yendo por un camino de tierra que había a los pies del monte Chiliad y que atravesaba toda la orilla norte del mar de este a oeste. El lugar estaba desierto, lo cual la extrañó nada más llegar, pero en ese momento tenía mejores cosas que hacer que estar pensando en posibilidades.

Imagen
Galilee


En ese mismo instante oyó el motor de una avioneta acercándose a baja altura y la chica se movió para localizarla; la vio enseguida sobrevolando el mar de Álamo y acercándose desde el oeste, siendo otra cuban 800 aunque esta vez totalmente negra. En cuanto sobrevoló Galilee dejó caer la caja con la mercancía, la cual planeó con el paracaídas que inmediatamente se desplegó, cayendo no muy lejos de donde estaba ella. La chica fue a por ella y la desenganchó de la lona, viendo entonces que se trataba de una caja mucho más grande en comparación con el resto, siendo más larga y no tan ancha. Pesaba considerablemente, pero Applejack no tuvo ningún problema. Tampoco se hizo preguntas de ningún tipo, ya estaba acostumbrada.

Una vez con la caja en su poder volvió al dune buggy, el cual lo había dejado aparcado cerca de unos altos arbustos, ligeramente escondido. Una vez de vuelta al mismo contactó con Óscar por radio.

-Tengo el paquete-anunció ella.

-Bien, estupendo, vuélvete al aeródromo.

-Sí, aunque antes prefiero saber si hay o no hay moros en la costa…

-Por ahora no, el radar no capta nada, estaré ojo avizor por si veo algo.

-Está bien…

Con algo de desconfianza Applejack arrancó el motor y se dirigió de nuevo hacia el camino de tierra, pero estando a punto de salir de nuevo al mismo Óscar contactó con ella.

-Atención, veo algo, a tus nueve.

Applejack giró la cabeza hacia su izquierda y vio a un todoterreno de color amarillo acercándose hasta donde estaba ella y paliando rápidamente el resto de metros que los separaba; sin pensárselo demasiado la chica aceleró de golpe y giró a la derecha, comenzando a correr para perderlos enseguida.

-Maldita sea… ¿y estos quien co*o son?-masculló ella, contrariada.

-Confiaba en que esta vez no se enteraría nadie… no sabría decirte quienes son ¿los has visto?

-Sí, me alcanzarán enseguida, van en un todoterreno amarillo con los bajos negros.

-¿Amarillo, dices? Entonces son Los Santos Vagos, una banda de mexicanos fuertemente arraigada en Los Santos y más recientemente en parte del condado de Blaine.

-Maravilloso, me encanta conocer a gente nueva…-soltó Applejack, hastiada.

-Ten cuidado, no los subestimes o acabarás mal, personalmente conozco a unos cuantos y no son gente precisamente agradable de tratar.

-Tienes amigos de lo más peculiares, Óscar, entre esta gente y Philips ya no sé qué es peor…-murmuró la chica, con sorna.

-Créeme, me llevaría mejor con Trevor que con un grupito de Vagos chingándose en mi madre constantemente…

En ese momento se oyeron unos disparos que cortaron la conversación, Applejack miró por el retrovisor y vio a los Vagos acercándose a ella, al tiempo que unos cuantos se asomaban por las ventanillas, comenzando a tirotearla.

-Maldición…-soltó la chica, dando un volantazo para esquivar las balas.

Se oyeron más disparos, al tiempo que más balacera silbaba tras de ella, tratando de esquivarla para que ninguna bala perdida le diera. Applejack aceleró para tratar de dejarlos atrás, pero los Vagos no cedieron en ningún momento y se acercaron un poco más a ella para intentar cortarla el paso. Por su parte ella contravolanteó hacia un lado para tratar de echarlos de la carretera, pero ellos lo esquivaron moviéndose un poco hacia el otro lado, evitando así que les tocara al tiempo que más Vagos se asomaban por las ventanilla, con las armas en alto.

Al ver que estaba expuesta, Appejack no lo dudó en ningún instante y, haciendo mano de la pistola perforante que Trevor la llegó a regalar, apuntó hacia la carrocería y disparó. La maniobra sirvió para amedrentar a los Vagos y ella aceleró un poco más, dejándolos atrás.

-Está claro que estos no me van a dejar ir así sin más-pensó la chica, cambiando de marcha.

Miró hacia atrás y vio que se preparaban para sobrepasarla de nuevo, por lo que, decidiendo enseguida, asió el arma con fuerza y, desde donde estaba, apuntó al motor del todoterreno, comenzando a disparar para tratar de detenerlo. Las balas impactaron contra el radiador, pero aun así el vehículo continuó corriendo, siendo evidente que necesitaría muchos más tiros para poder ponerlo fuera de combate.

En ese momento el cargador se vació y Applejack recargó al mismo tiempo que conducía, haciéndolo harto complicado; los Vagos aprovecharon ese momento para alcanzarla de nuevo, pero en ese mismo instante llegaron a una cerrada curva y la chica actuó a tiempo, dejando de acelerar y derrapando para tomar la curva con rapidez. Como resultado el dune buggy derrapó limpiamente, describiendo una cerrada curva en la arena, al tiempo que el todoterreno de los Vagos tuvo que frenar de golpe para evitar volcar, aminorando así su marcha.

Applejack aprovechó para tirotearles un poco mientras se alejaba, pero lejos de rendirse los Vagos la volvieron a alcanzar enseguida, poniéndose detrás de ella mientras seguían tiroteándola.

-Agh, me estoy cansando de vosotros, mexicanos molestos…-masculló la chica, haciendo zigzag en un intento por confundirlos.

Sin embargo eso no paró a esos mexicanos molestos, los cuales la siguieron molestando. En ese momento Applejack decidió rápidamente su siguiente movimiento, olvidándose del motor y enfocándose en otra cosa más importante: las ruedas. Tan solo necesitó apuntar bien y disparar una pequeña ráfaga. Las balas alcanzaron la rueda delantera derecha y, de golpe y porrazo, el todoterreno dio un bandazo hacia el mismo lado, llegando a volcar de seguido al tiempo que caía a un pequeño estuario que el mar de Álamo formaba en esa zona.

-¡Sí, eso es, hasta nunca!-exclamó Applejack, acelerando un poco más.

Si por algo destacaban los todoterrenos era por su inusitada facilidad y tendencia a volcarse, por lo que en ese sentido la jugada la salió realmente bien. Se guardó la pistola perforante en un bolsillo de su pantalón y contactó de seguido con Óscar.

-Vale, esos Vagos han dejado de molestarme.

-Menos mal, en ese caso vuelve ya al aeródromo.

Applejack aceleró y llegó enseguida al aeródromo, ya que no estaba muy lejos desde donde se encontraba. Entró por un acceso trasero y aparcó el dune buggy junto a la caravana de Óscar, el cual salió de seguido a recibirla.

-Buen trabajo, Applejack.

-Sí, supongo… ¿y Philips?

-Está al caer.

Nada más decirlo oyeron el sonido de una avioneta acercándose y se asomaron a la pista, viendo a la cuban 800 blanca y roja acercándose hasta el hangar, aparcando en su interior y saliendo de ella Trevor, el cual exclamó.

-¡Oh, sí, me encanta la sensación del trabajo bien hecho por la mañana! ¡Qué gran día para ser americano!

Óscar se rio por lo bajo, al tiempo que la chica rodó los ojos, con gesto cansado.

-¡Y es aún más gratificante ver aquí a mis socios conmigo, trabajando codo con codo, sabiendo que con nuestros esfuerzos construimos nuestras propias metas! ¿No es eso maravilloso, Óscar, Apple?

-Claro que sí, Trevor.

-Lo que tú digas, Philips…-contestó ella, sin mucho entusiasmo.

-Huy, qué mustia te veo hoy, Apple, tienes que mejorar un poco ese acercamiento o la gente creerá que te pasa algo…

La chica prefirió no contestar, dejándolo ahí. Por su parte Trevor fue a abrir el paquete que trajo.

-Pero bueno, vamos a ver qué nos han traído nuestros queridos contribuidores…

Usando una palanca abrió la alargada caja, revelando su contenido; la chica abrió mucho los ojos con gesto atónito, puesto que se trataba de un lanzacohetes, concretamente un RPG-7 de color verde oscuro con varios cohetes, uno de ellos cargado en el arma.

-¡Oh, sí, mirad eso, el tío Sam ha sido bueno con nosotros y nos da algo tan grande como esto! ¡Podemos sentirnos orgullosos!-exclamó Trevor.

-Me sé de unos cuanto compradores que podrían pagar muy bien por uno de estos, incluso puede que nos embolsemos el doble y todo-comentó Óscar.

-¡Maravilloso entonces! Aunque antes el pago, como es usual.

Como hasta entonces Applejack recibió su parte, seis mil dólares, y se los guardó en su cartera, abultándose enseguida. Antes de marcharse de vuelta a su casa Trevor les dijo con solemnidad.

-Compañeros, antes de dispersarnos y volver a nuestras tareas cotidianas quiero deciros que es un honor y un placer para mí trabajar con vosotros, que hacéis que todo esto sea posible. Dentro de unos años podréis retiraros como dios manda y el día en el que os jubiléis mirando hacia el mar podréis decir… yo trabajé en Trevor Philips Industries. ¿No es eso maravilloso?

Por un momento los tres se quedaron en silencio, Óscar mirándole con interés y Applejack con el ceño fruncido. Al segundo siguiente Trevor volvió a hablar comentando.

-Ah ¿a quién engaño? ¡Nunca os retiraréis y viviréis a cuenta del estado hasta que este diga basta! ¿Contentos?

Ante eso Óscar se rio tontamente, aunque Applejack le miró con el ceño fruncido, al tiempo que comentaba.

-Qué gracioso que eres, Philips…

-¡Lo sé! ¡Dispérsense, señores, señorita!

A su señal los tres se retiraron, Applejack y Trevor dirigiéndose a sus respectivos vehículos y Óscar regresando a su caravana. Una vez en el coche Applejack se dirigió de vuelta a su hogar, mientras iba pensando por el camino.

Hasta el momento trabajar con Trevor Philips había sido una bendición y una maldición al mismo tiempo; bendición porque el dinero la venía realmente bien, y seis mil dólares diarios eran de gran ayuda para ella y su familia. Y maldición porque eso mismo la había convertido en una vulgar traficante de armas.

De cara a su familia nadie más sabía lo que estaba haciendo, y hasta el momento por suerte nadie la había preguntado, aunque sí que había llegado a recibir miradas extrañadas por parte sobre todo de Big Mac, el cual se mostraba visiblemente preocupado por ella. Por su parte Applejack callaba y contestaba con evasivas cada vez que alguien la comentaba algo, lo que la dolía especialmente.

Nada más llegar aparcó en el pequeño granero frente a la casa y entró en esta sin llamar mucho la atención; aparentemente no había nadie en ese momento puesto que no oyó nada cuando entró, suponiendo que estaban en las tierras del sur comprobando la cosecha. Desde que plantaron las últimas semillas de lo que poco les quedaba no había mucho más que hacer, aunque con el dinero que había estado entrando recientemente gracias a ella habían podido adecentar un poco más lo sembrado para que así los brotes crecieran sanos y fuertes.

Aprovechó para dejar el dinero ganado en la hucha familiar, sacando los seis mil dólares de la cartera y metiéndolos cuidadosamente en la hucha cilíndrica de metal, como si no quisiera hacerse notar. Aunque en cuanto cerró la hucha oyó una voz familiar comentar tras de ella.

-Hola, prima.

Applejack botó literalmente debido al susto y se dio la vuelta, viendo a Fiddlesticks mirándola con gesto preocupado desde el umbral de la puerta.

-Ah, Fiddlesticks, eres tú, qué susto me has dado… ¿dónde estabas, dónde están los demás?-inquirió ella, sin poder ocultar su nerviosismo.

-En las tierras del sur, mejorando los cultivos, me pidieron que viniera a por unas cosas… ¿y tú? ¿Dónde has estado?

-Ah, pues, en… eh…

Por un momento la chica no supo qué contestar y se atoró, a lo cual Fiddlesticks dejó escapar un breve suspiro antes de hablar.

-Llevas unos días en los que estás un tanto distante, desapareces todas las mañanas durante al menos una hora y media y luego vuelves con bastante dinero contigo. Estamos preocupados por ti, Applejack. ¿Qué es lo que ocurre? ¿Y de dónde sacas tanto dinero?

Esas preguntas dejaron un tanto nerviosa a la chica, la cual no supo muy bien qué contestar; por un momento pensó en mentir, pero supo enseguida que no serviría de nada puesto que no sabía cómo hacerlo. Miró al suelo con gesto nervioso, sintiéndose atrapada.

-Applejack, sabes que puedes confiar en nosotros, somos tu familia, siempre te vamos a apoyar. Ahora mismo estoy yo sola, puedes contármelo a mí si quieres, no te voy a juzgar. Por favor…

Las palabras de su prima segunda (o tercera, no lo recordaba muy bien) calaron en ella y, por un momento, pensó en contárselo todo. Abrió la boca para hablar y murmuró.

-Pues verás… si he estado tan esquiva últimamente es porque he estado trabajando para poder sacar a la familia adelante…

-¿Ah, sí? ¿En plan pluriempleo?

-Eh, sí, se podría decir así…

-Ya veo… ¿y qué estás haciendo?

-Traficando con armas.

En realidad eso no lo había dicho en voz alta, sino en su cabeza, muy lejos de allí; no se atrevía a decirla la verdad, y tampoco podía mentirla al respecto puesto que entre que no sabía hacerlo y era algo que detestaba hacer no era una opción, al menos para ella, por lo que optó por contar la verdad, pero a medias.

-Haciendo recados, ya sabes, recogiendo y llevando paquetes a proveedores varios de por aquí, es un poco tedioso pero pagan bien así que…

-Oh, entonces sólo es eso… ¿y por qué no se lo dices a los demás? Big Mac se quedará mucho más tranquilo si sabe lo que estás haciendo, quizás pueda ayudarte y así os paguen el doble-la sugirió Fiddlesticks.

-Eh… no, no es necesario, después de todo esto es algo que puedo hacer yo sola, además, Big Mac es más útil trabajando aquí, en la granja.

-¿Segura? Ya sabes que él siempre está dispuesto a ayudar en lo que sea…

-Sí, lo sé, pero prefiero hacerlo yo sola, debo de sacar esta familia adelante.

-Ya, pero ten en cuenta que en esta familia todos contamos, no estás sola, Applejack, estamos nosotros también. Deja que te ayudemos…

-No hace falta, de verdad, puedo hacer esto yo sola, debo hacerlo sola.

-No tienes por qué, Applejack, no seas tan cabezona y deja que te ayudemos, por favor…

-¡Que no!

Esa súbita contestación cogió desprevenida tanto a Applejack como a Fiddlesticks, la cual se quedó un tanto cortada; por su parte la pecosa chica se apresuró a disculparse, murmurando de seguido.

-Lo… lo siento, Fiddlesticks, no pretendía gritarte, perdona, es solo que… aprecio mucho que queráis ayudarme, y no es que no quiera, pero siento que esto es algo que debo hacer yo y solo yo. Compréndelo, prima.

Por un momento hubo un breve pero denso silencio durante el cual las dos parecían estar pensando a toda velocidad. Aunque solo era una media verdad como tal, aun así Applejack se sentía un tanto mal consigo misma. Sin embargo sabía que era necesario, puesto que nadie debía saber la verdad. En ese sentido sabía que tenía razón y era algo que debía hacer sola, puesto que de esa forma protegía a su familia y además la ayudaba a salir adelante.

Por su parte Fiddlesticks se quedó callada, sopesando lo que su prima la había dicho, para finalmente aceptarlo y acercándose a ella, dándola un sentido abrazo al tiempo que decía.

-Lo comprendo, Applejack, ya sabes que siempre te vamos a apoyar.

-Gracias, prima…-murmuró ella, sin poder evitar esbozar una triste mirada.

Una vez que estuvo todo hablado Fiddlesticks volvió a sus tareas y Applejack bajó al piso inferior; al pasar por el pasillo vio que el teléfono tenía un mensaje en su contestador y lo comprobó, sonando de seguido.

-Tiene un mensaje nuevo. Enviado hoy a las ocho y media de la mañana.

-Vaya, estaba fuera-pensó ella, mirando su reloj.

-Buenos días, llamamos desde el banco Maze, es para informarles acerca del estado de su incidencia de hace una semana. Por ahora sigue siendo imposible acceder a la cuenta retenida por razones técnicas y legales, pero seguiremos trabajando en ello para solucionar su problema con la mayor celeridad posible. Gracias por confiar en nosotros, si tienen alguna duda llámenos y les atenderemos gustosamente.

Tras eso el mensaje se terminó y Applejack dejó escapar un resignado suspiro. Y, una vez más, por si no quedaba del todo claro, las circunstancias la recordaban el quid de la cuestión. Afuera un sol brillante iluminaba San Andreas.


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-Ay, y cuéntame, no te cortes ¿Qué tal todo por la costa oeste? Y ni se te ocurra decirme que mal porque es que te mato…

-Ah, bueno, pues bien, todo bien, no me quejo…

-¿Eso es todo? Vamos, no te lo crees ni tú, cuéntame más cosas, sé que hay algo que no me cuentas…

-Ay, Moondancer, por favor, déjalo ya…

-¡Oh, venga ya, te comportas como si no llevaras casi una semana en San Andreas!

Twilight trató de aguantar como pudo un ahogado suspiro, pensando en otra cosa. Aunque apenas había pasado casi una semana a la chica la había parecido una eternidad. Entre los constantes recados y todo lo demás apenas había estado atenta.

-Oh, venga ya, tampoco es gran cosa…

-¿Que no? Oh, usted perdone, aunque en ese caso ¿Qué ha estado haciendo su ilustrísima durante todo este tiempo que la ha tenido tan ocupada como para no poder hablar con nadie, ni siquiera conmigo? No habrá sido una semana entera, pero vaya, qué semana…

Ante eso Twilight no pudo evitar pensar que en parte llevaba razón. Durante todos esos días de no parar apenas había tenido tiempo para ella y no había llamado a nadie, ni siquiera a sus padres. Y dado que ese día Sunset no se había puesto en contacto con ella para hacer otro recado, había estado aprovechando para llevar las cuentas de todos los pagos pendientes, justo cuando Moondancer la llamó.

-Mira, ahí tienes razón, debí haberte llamado por lo menos una vez, pero es que he estado tan ocupada que apenas me he acordado. Lo siento, Moondancer…

Por un momento la aludida no dijo nada, quedándose brevemente callada, pero retomando enseguida la conversación.

-Bueno, yo tampoco he estado muy receptiva que digamos… pero oye, siempre es bueno ponerse al día ¿no?

-Sí… ¿Qué tal todo por Liberty?

-Oh, pues la misma mierda de siempre, me levanto, desayuno, voy al trabajo a hacer nada, vuelvo y vuelta a empezar. Por eso te digo que tú tienes mucha suerte, te has ido a trabajar a San Andreas saliéndote un trabajo en un centro de documentación histórica como interina ¿y tú dices que tampoco es para tanto? Eso es lo que yo y cualquiera de nuestra promoción hubiésemos deseado hacer.

Ante eso Twilight no pudo evitar esbozar una triste mirada, observando en la pantalla de su portátil los nombres de todas las personas que aún debían dinero, junto a su correspondiente cifra restante. Y es que, una vez más, la realidad se mostraba ante ella con su cara más fea. No existía ese trabajo, nunca había existido. Lo único que existía era una recadera a tiempo parcial, una afanadora que extorsionaba a gente sin dinero para que pagaran los platos rotos de otros. Y todo ello de forma completamente accidental, sin comerlo ni beberlo, sin haberlo pedido siquiera. La sucia mentira la ocultaba de la realidad, manchándola, pero también protegía a los demás.

-¿Twilight? ¿Estás ahí?

La voz de su amiga la hizo reaccionar, contestando de seguido.

-Ah, sí, sí, perdona ¿qué decías?

-Bueno, si estás ocupada tampoco quiero molestarte, tan solo te llamaba para hablar un poco, hacía tiempo que no sabía de ti…

-Ah, no, no, si de hecho ahora mismo no estaba haciendo nada, puedo hablar contigo…

-¿Segura? Puedo llamarte en otro momento si quieres.

-No, tranquila, puedo hablar, dime…

Por un momento Twilight se apartó del portátil y se tumbó en el sofá, prefiriendo hablar un rato con su amiga. Después de todo la venía bien desconectar un poco.

Estuvieron hablando de todo un poco, viéndose obligada a inventar cosas sobre la marcha sobre su supuesto trabajo, ya que no podía contarla la verdad. Más de una vez se sintió tentada, pero sabía que no podía hacerlo a riesgo de poner la vida de su amiga en peligro, por lo que apechugó con su problema y siguió pintando un poco más su falsa imagen, cosa que la dolía, puesto que hasta a ella comenzaba a gustarla cómo lucía su fantasía imaginaria. Incluso casi prefería que fuera real y todo.

-Me alegro de volver a saber de ti, Twilight, ya les diré a los demás lo bien que te va.

-Vale, salúdales de mi parte.

-Claro, dalo por hecho. Hablamos.

-Adiós, Moondancer.

En cuanto colgó la chica dejó caer el brazo con el móvil en la mano sobre su pecho, sin poder evitar soltar un dejado suspiro. Hasta ahora no había dicho nada más que contar a su mejor amiga un motón de nuevas mentiras, haciéndola creer que la iba bien cuando en realidad no era así.

-Nunca pensé que llegaría a mentir tanto en tan poco tiempo ni en todos los días de mi vida-pensó ella, con gesto afectado.

Por un momento miró a su portátil, el cual descansaba en la mesa, expectante, como si la estuviera esperando. Sin embargo la chica decidió ignorarle, bajando la tapa y dirigiéndose a su habitación. Como si hubiera entrado en modo automático eligió un conjunto para ponerse de su armario, se vistió y salió a dar una vuelta.

Aunque al principio la costó, poco a poco comenzaba a acostumbrarse al ritmo de Los Santos, el cual era uno muy cambiante y flexible, no era como el de Liberty City, que era muy apresurado y ajetreado las veinticuatro horas del día. Del Perro tenía cierto encanto que no pasaba inadvertido y ese barrio en concreto era mucho más tranquilo de lo que parecía a simple vista, algo que en parte Twilight agradecía.

Sin tomar ningún rumbo en concreto la chica atravesó el barrio pensando en sus propias cosas e ignorando el resto. A su alrededor la ciudad parecía difuminarse, como si no estuviera ahí y fuera caminando en un vacío existencial en el que solo ella tenía cabida. Casi sin darse cuenta acabó llegando al paseo de Prosperity Street, entrando de lleno en el mismo y dejándose empapar por el capitalismo y el consumismo desaforado que la rodeaba. Cadenas de ropa, joyerías, zapaterías, cines, restaurantes de comida rápida, cafeterías caras y hasta discotecas, era el lugar perfecto para distraerse y hacer otra cosa completamente diferente a la que originariamente tenía uno planeado, por lo que Twilight decidió entrarle al ambiente sin pensar, mirando los escaparates y dejando pasar el tiempo.

A lo largo de su paseo vio de todo, aunque en un momento dado se paró junto al escaparate de una colorida pastelería, donde tenían expuestos todo tipo de dulces y apetitosos manjares que, de alguna forma, la recordaron a su infancia, puesto que ella siempre fue muy golosa. Sin apenas pensarlo entró en ella, encontrándola casi vacía, aunque no había nadie tras el mostrador, por lo que optó por sentarse en una mesa cercana a la puerta a la espera de que la atendieran.

Aunque el dulce y agradable olor imperante en el interior alegraría a cualquiera, Twilight se mostró un tanto distante y algo desanimada, pensando sobre todo en su complicada situación y en posibles soluciones a corto plazo que la ayudaran en su principal cometido. Sin embargo, antes de poder seguir pensando en nada más, una sorpresiva voz la cortó su tren de pensamientos exclamando.

-¡Huy! ¿Y esa cara tan larga? ¡Me da la sensación de que alguien necesita un abrazo, o dos!

La chica alzó la vista y, por una milésima de segundo, un tornado rosado arremetió contra ella, encontrándose de golpe y porrazo ante una alegre cara justo enfrente de ella mirándola con curiosidad.

-Esto… ¿perdón?-inquirió ella, confusa.

-¡Curioso, no parece ser algo muy serio! Pero hay algo ahí, eso desde luego… ¡ya sé!

En un visto y no visto la chica desapareció, para luego reaparecer inmediatamente después trayendo consigo un chocolate caliente y una bandeja llena de cupackes de lo más variados y coloridos.

-¡Vale, vamos a ver! ¡Fresa con chocolate! No, demasiado evidente... ¡Yogur y frutas del bosque! Puede, pero no es suficiente. ¡Ajá, lo tengo! ¡Mango y canela con sirope de miel! ¡Tiene que ser este!

-Eh… ¿qué?-inquirió Twilight, sin entender nada.

-¡Vamos, pruébalo, pruébalo, no te cortes!-la aminó la chica de pelo rosado rizado.

Algo confusa, la chica cogió el cupcake que la ofrecía y le dio un rápido bocado; el sabor que la invadió entonces la hizo recordar otras épocas pasadas, llegando a esbozar una alegre sonrisa en el proceso. En cuanto la vio, la chica rosada exclamó.

-¡Sí, lo sabía, mi sentido nunca falla!

-Vaya está muy bueno ¿lo has hecho tú?-inquirió ella, curiosa.

-¡Sí, con estas manitas de aquí! ¡Aunque nada me hace más feliz que ver a los demás felices! En cuanto te vi entrar por la puerta con esa cara tan tristona supe que era mi momento, por lo que puse a trabajar mi sentido para tratar de arreglar tan aciaga situación y… ¡voilá! Se ha obrado el milagro…

Por un momento Twilight miró a la chica, sin saber muy bien qué pensar sobre ella; aunque, en un momento dado, dicha chica se reincorporó y exclamó.

-¡Aunque espera, no me he presentado, qué descortés soy! ¡Me llamo Pinkie Pie! ¿Y tú?

-Ah… Twilight, Twilight Sparkle…

-¡Encantada de conocerte, Twilight Sparkle! ¡Pero come, come, no te cortes, que los he traído para ti!

La chica aceptó su ofrecimiento y probó otros cupcakes, dándole un sorbo también al chocolate, siendo uno de los chocolates más dulces y sabrosos que nunca probó.

-Y cuéntame Twilight ¿de dónde eres? ¿De aquí?

-Ah, no, solo estoy aquí de paso, en realidad soy de Liberty City.

-¡Ala! ¿En serio? ¡Yo soy de Alderney, del barrio de Leftwood!

-¿Ah, sí? Vaya, qué sorpresa, yo vivo en Algonquin, en Middle Park Este.

-¡Qué bien! ¿Y qué estás haciendo aquí?

-Trabajando.

-¡Ah, pues como yo! ¡Yo estoy trabajando aquí, aprendiendo el oficio de pastelera! ¿Y tú?

-Ah, yo… estoy trabajando en un centro de documentación histórica-murmuró ella rápidamente.

-Entiendo, tú debes ser una de esas personas inteligentes, se te nota en la cara…

-Bueno, tampoco es para tanto…

-Oh, no seas tan modesta, no es malo ser inteligente… aunque normalmente ese tipo de personas tienden a ser modestas y suelen infravalorar su propia capacidad, así que sí, te pega-asintió Pinkie, guiñándola un ojo.

Twilight se quedó un tanto chocada ante esa conclusión, comentando de seguido.

-¿Cómo has sabido eso? ¿Has estudiado psicología o algo así?

-¿Eh? No, claro que no, tontita, sólo soy una simple repostera.

-Entonces ¿cómo has…?

-Un presentimiento, algo me lo decía-murmuró ella, guiñándola un ojo.

Para entonces Twilight seguía sin saber qué pensar sobre su sorpresiva visita, aunque de alguna forma la conversación con Pinkie la hizo olvidarse momentáneamente de todos sus problemas, relajándose por primera vez desde que llegó a la ciudad. Por un momento no hubo nada. No hubo deudas que pagar, ni pistolas, ni matonas que la dijeran lo que tenía que hacer, ni pobres desgraciados a los que extorsionar. Simplemente estaba ahí, con su recién descubierta nueva amiga, acompañada por un surtido de cupcakes y un chocolate caliente que sabía a gloria.

-¡Huy, qué bien que te haya conocido, tenemos que quedar un día de estos con Rainbow e ir a la playa! ¿Dónde vives?-inquirió Pinkie en un momento dado.

-Ah, aquí cerca, en el 1115 del bulevar Del Perro.

-¡Genial, estamos justo al lado! ¡Y Rainbow en primera línea de playa! ¡Te tengo que presentar a Rainbow, ella también es de Liberty City, y del distrito de Algonquin, como tú!

-¿Ah, sí? Caramba, menuda fuga de cerebros de la costa este…

-¡Bueno, en el caso de Rainbow se podría decir que su cerebro salió corriendo! ¡Ji, ji, no creo que lo pilles, es que ella corre en su coche en carreras callejeras, por eso lo digo!

-¿Carreras callejeras? Pero eso está prohibido, es ilegal…

-Oh, vamos, como si eso la importara realmente… ¡es Rainbow! ¡Una tía chula donde las haya, en ambos sentidos de la palabra! ¡Definitivamente tienes que conocerla!

-Supongo, aunque si me dices que es una chula… no sé yo si me va a caer bien…

-¡Ah, dala una oportunidad, seguro que a ella también la caes bien!

-Está bien…

Y así, de forma completamente casual, el tiempo pasó sin que ninguna de las dos se diera cuenta. Afuera en el paseo la gente iba y venía con sus compras en mano, disfrutando del día.

(Continúa en el siguiente mensaje)

Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

Notapor Sg91 » 05 Ene 2016, 21:34

(Continúa del siguiente mensaje)


-Lo siento, cariño, me duele casi tanto como a ti, pero entiéndelo, no voy a poder volver…

-¡Me mentiste! ¡Dijiste que volverías en siete días y ahora me dices que no vas a volver! ¿Por qué?

-¡Ya te lo he explicado, Sweetie, porque voy a necesitar más tiempo, pensaba que con una semana podría solucionarlo, pero me equivoqué!

-¡Tú siempre cumples con tus promesas! ¡Y ahora me dices que no vas a volver! ¿Y el viaje que íbamos a hacer?

-Pues… lo vamos a tener que posponer, me temo…

-¿¡Por qué?!

-Sabes porqué, cielo…

-¡Sí, y es por eso, porque lo sé!

Esa contestación pilló con la guardia baja a Rarity, la cual no supo qué contestar a continuación. Ante su inusitado silencio la niña no dijo nada más, oyéndola alejarse corriendo desde el otro lado de la línea.

-Sweetie… ¡Sweetie, espera, vuelve!

Sin embargo la niña ya no estaba allí, cogiendo Hernando el teléfono en su lugar.

-Se acaba de ir pisando fuerte… ¿quiere que la vaya a buscar?

-No, no la atosigues, tan solo… déjala estar, aunque pide luego a Lupe que vaya a hablar con ella por mi ¿vale?

-Está bien… entonces ¿se queda más tiempo?

-Sí, me temo que sí, la reunión el otro día con los armenios no me ayudó tan bien como creí que lo haría, voy a tener que tirar de otros hilos, pero no sé cómo lo voy a hacer, la verdad.

-Tal vez podamos ayudarla desde aquí, si marcamos la droga que nos llegue la será más fácil de identificar una vez que esté allí.

-Es una posibilidad, pero nos arriesgamos a que nos llegue mercancía defectuosa, si los colombianos se enteran de que estamos marcando los fardos podrían pensar que no nos fiamos de ellos, y no puedo permitir que nos vendan droga de mala calidad. No, por ahora prefiero moverme yo desde aquí, aunque voy a tener que cambiar mi estrategia. ¿Alguna novedad sobre los Sanders?

-Nada, es como si les hubiese tragado la tierra, no han vuelto a aparecer desde que usted se fue, y está todo muy tranquilo. Demasiado tranquilo.

-¿A qué te refieres, Hernando?

Por un momento su segundo al mando se quedó callado, sopesando lo que la iba a decir a su señora, hasta que finalmente habló.

-Lo que quiero decir es que todo marcha inusitadamente bien aun a pesar de su ausencia. Hasta ahora ni los cubanos, ni los haitianos ni los moteros han notado nada y todo va bien, la ciudad está tranquila.

-Vale ¿y eso no es ya bueno de por sí?-inquirió ella, extrañada.

-Sí, claro que sí, aunque igual soy solo yo… no me haga mucho caso, señora, hay veces que digo muchas tonterías.

-Ah, tonto es el que dice tonterías, y tú no eres para nada tonto, Hernando.

-Gracias, señora.

Rarity esbozó una confidente sonrisa y estuvo hablando un rato más con él hasta que finalmente cortó la llamada, dejando escapar un quejumbroso suspiro, con un gesto abatido grabado en su cara. La dolía mucho que Sweetie se enfadara así con ella, aun a pesar de que tenía sus razones para ello. Además, en parte ella también se sentía enfadada consigo misma, puesto que no había podido cumplir su promesa para con su hermana.

Aun a pesar de su reunión con los armenios para tratar de averiguar más cosas acerca de los Sanders, su acercamiento había sido del todo infructuoso y la había sido imposible averiguar nada concerniente al paradero de los mismos. Al principio los armenios parecían dispuestos a colaborar ante una posible venta, pero cuanto más mareaba la perdiz tratando de sonsacarles algo de información, menos colaborativos se mostraron, probando que no eran ni muy pacientes ni muy confiados en ese aspecto. Y aunque estuvieron a punto de salir de allí a tiros, Rarity evitó llamar demasiado la atención retirándose a tiempo, evadiendo de esta forma la posibilidad de volverse demasiado visible a ojos del resto de bandas.

Sin embargo una cosa había sacado en claro de ese intento fallido. No estaba segura de si era solo cosa de los armenios, pero si el resto de bandas eran así de desconfiadas lo iba a tener un tanto complicado, sobre todo a la hora de moverse sin llamar mucho la atención.

-Maldita sea…-masculló la señora de la droga, lanzando su móvil a la cama desde el sillón en el que se encontraba sentada.

Por un momento se quedó allí parada, sujetándose el tabique de la nariz con ambos dedos en actitud pensativa, aunque en realidad no pensaba en nada, tan solo trataba de relajarse un poco después de tanta tensión.

Sin embargo, inmediatamente después el móvil la comenzó a sonar y Rarity dejó escapar otro lánguido suspiro, dirigiéndose a cogerlo. Sin embargo se quedó un tanto extrañada en cuanto vio que le llamaba un número privado. Por un momento se quiso rehusar a cogerlo, pero finalmente descolgó y se llevó el teléfono a la oreja con un gesto prudente, murmurando de seguido.

-¿Sí?

-Rarity Belle-contestó de seguido una voz al otro lado.

-¿Quién es? ¿Cómo ha conseguido mi número?-inquirió ella, con desconfianza.

-Eso ahora mismo es lo que menos importa, aunque lo que sí importa es una sola cosa. La está cagando.

-¿Perdón?

-Sí, lo dicho, nunca había visto a nadie tan meticulosa y tan desastre al mismo tiempo, es usted el epitome de la torpeza, señorita Belle, aun a pesar de su actual posición.

-¿Qué quiere decir?

-Vamos, no se haga la tonta conmigo… señora de la droga de Vice City, líder del cártel Belle y del Mecenazgo. Se lo tiene bien montado, eso desde luego.

Para entonces Rarity estaba tan confusa que no alcanzaba a comprender del todo lo que estaba sucediendo, contestando de seguido.

-Espere un momento, vayamos por partes… ¿Quién demonios es usted, cómo sabe tanto de mí y de dónde me llama?

-Ah, esos son muchas preguntas, aunque ahora mismo no es usted la más apropiada para preguntarme todo eso, después de todo he sido yo quien la ha localizado. Supongo que tendrá ganas de saber por qué la he llamado.

-Pues sí, mire, como que sí-le espetó ella, un tanto molesta.

-Je, je, lo que me suponía. Puede que tenga varias oportunidades para usted, señorita Belle, siempre y cuando usted esté dispuesta a ayudarme con las mías. Pero bueno, este no es el mejor medio para hablar, venga a verme a mi casa en El Burro Heights, Amarillo Vista, tercera casa a la izquierda. Ah, y venga sola.

Y, tras esas breves indicaciones, el misterioso contacto la colgó, dejándola con la miel en los labios. Para entonces la confusión de Rarity era aún mayor, sin embargo no podía tomarse a la ligera una situación así. Fuera quien fuera ese misterioso hombre sabía mucho de ella, sin embargo en ningún momento había demostrado ningún tipo de actitud hostil, cosa que la chocaba aún más. Por lo que, sin ninguna otra posibilidad en esos sensibles momentos, decidió ir a hacerle una visita.

Recordaba bien la dirección que le dio, metiéndola en el GPS de su coche y dirigiéndose hacia allá a no más tardar. El Burro Heights era uno de los tantos barrios del este de Los Santos, destacaba sobre todo por ser el antiguo barrio obrero por excelencia, donde los antiguos trabajadores de la industria pesada de otros barrios aledaños como La Mesa o Cypress Flats vivían. Al contrario que los otros barrios, los cuales habían estado experimentando una incipiente gentrificación, El Burro Heights no había tenido tanta suerte y era quizás uno de los barrios más empobrecidos del este de la ciudad, con viviendas unifamiliares muy viejas y destartaladas, ahora ocupadas principalmente por inmigrantes mexicanos que sobrevivían como podían trabajando en el campo petrolífero de Murrieta, otro viejo vestigio de la industria pesada de la ciudad que a día de hoy seguía aún vigente y en pleno funcionamiento.

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El Burro Heights


Amarillo Vista era una pequeña calle que bajaba perpendicular por una pendiente hacia abajo y con una pequeña curva que giraba a la izquierda en el extremo inferior que salía a la carretera principal; Rarity entró por ella y estuvo contando las casas hasta llegar a la tercera a mano izquierda, parando justo al lado. Dicha casa era una pequeña casa de una sola planta, con las paredes verdes, tejado rojo a dos aguas y dos ventanas con las cortinas echadas y barras metálicas. Destacaba también por la cantidad de señales de precaución que había alrededor de la misma, junto a las escaleras de subida había unas cuantas junto a la típica señal de cuidado con el perro.

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Casa del extraño en Amarillo Vista


Rarity subió las escaleras y se acercó a la puerta, nada más hacerlo se comenzaron a oír los amenazantes ladridos de un perro, al tiempo que una cámara de seguridad junto a la puerta la enfocaba desde donde se encontraba.

-Caramba, qué prisa te has dado, no te esperaba tan pronto. Pasa-indicó la voz de antes por un altavoz cercano.

En ese momento se oyó un zumbido proveniente de la cerradura de la puerta y esta se abrió ligeramente hacia dentro; Rarity la empujó y entró en la casa con paso lento y mucha cautela, asiendo consigo su bolso donde tenía guardada su pistola vintage, por si las moscas. Un pequeño pasillo lleno de cajas de embalaje y con varias baldas al fondo, donde se podían ver varias figuritas de acción y otros objetos de coleccionismo, precedían al resto de la casa, donde una espaciosa sala se encontraba llena de pantallas, ordenadores y sistemas electrónicos, todos ellos encendidos y funcionando a pleno rendimiento. Las dos únicas ventanas se encontraba cegadas con tablones desde dentro, y la única luz provenía de varias lámparas encendidas en diferentes lugares de la estancia, además de las pantallas encendidas. Al fondo del todo había un sofá rojo y justo al lado de la puerta una cama junto a una de las ventanas, con un portátil con la tapa abierta en ella.

-Y aquí tenemos a todo un pez gordo. Bienvenida a mi humilde morada, señorita Belle.

Fue entonces cuando Rarity vio a un hombre de edad media, medio calvo y aparentemente inválido, ya que se encontraba sentado en una silla de ruedas, mirándola desde el otro lado de la sala. Sus facciones eran onduladas, evidenciando cierto sobrepeso que se disimulaba bastante bien al estar sentado. Vestía una camisa verde de cuadros y unos vaqueros azules. Una analítica mirada se escondía tras unas gafas de montura fina.

-¡Bienvenida al paraíso!-añadió justo después, acercándose a ella.

-¿Perdón?

-Oh, bueno, lo es si al menos tu idea de paraíso es que un mal rollista voyeur pueda espiarte con total impunidad, pero oye, ¿Quién soy yo para juzgar? Después de todo no voy mal desencaminado…

Hubo un breve silencio entre los dos en el cual Rarity le miró de arriba abajo, con el ceño fruncido y no muy segura de si continuar hablando con él o no. Sin embargo el hombre retomó la conversación comentando.

-Pero bueno, eso es harina de otro costal, lo importante aquí es lo que todavía no hemos hecho… y lo que se ha hecho también.

-¿A qué se refiere con eso?

-Oh, no lo sé, dígamelo usted, que ha ido por la ciudad dando tumbos cual pollo sin cabeza y dejándose ver como si tal cosa, como si tuviera un cartel colgado al cuello en el que se puede leer claramente: Mátenme, soy de todo menos discreta.

-¡Eh, oiga, no le consiento que se dirija a mí de esa forma!

-¡Oh, usted perdone, reina de las nieves, me olvidaba con quien estaba hablando! Al menos eso sería lo que la dijera si estuviéramos en Vice City, pero no, estamos en Los Santos. Esa es la ligera diferencia.

Esas palabras dieron que pensar a Rarity, aprovechando el hombre para dar la vuelta a su silla, dirigiéndose a las pantallas que había a mano derecha y tecleando en un teclado.

-¿Cómo sabe usted todo eso?

-Bueno, uno puede saber muchas cosas si sabe dónde buscarlas y cómo encontrarlas. Afortunadamente, yo soy de esa clase de personas, así que punto para mí, supongo. Pero bueno, para que conste en acta, que no se diga que no hago mi trabajo. Rarity Belle, veintiún años, hija de Magnum Belle y Pearl Belle, líder del cártel Belle afincado en Vice City y del Mecenazgo, una suerte de Comisión a la Liberty City en la que las bandas locales se reparten el mercado local. Ah, si me permite el apunte, aplaudo lo del Mecenazgo, es brillante se mire por donde se mire.

-Gracias…

-Sí, desde luego… aunque no es tan brillante lo que está tratando de hacer desde que llegó aquí. Ha estado llamando mucho la atención y, por lo que he llegado a saber, los armenios ya están avisados, y eso en sí es malo. Diríase que parece estar buscando algo… o a alguien-apuntó el hombre, mirándola de reojo.

Ante eso Rarity desvió la mirada, con gesto nervioso, a lo que el hombre murmuró.

-Ah, vaya, vaya, me parece que he acertado... ¿de quién se trata? Quizás yo la pueda ayudar.

-¿Ayudar? ¿Me quiere ayudar?-repitió ella, como si no hubiera oído bien.

-Sí, claro, después de todo ahora mismo soy su mejor y más nuevo contacto, llevo viviendo en esta ciudad de silicona desde hace más de cinco años y lo sé todo acerca de ella y de los que viven en ella. ¿Quieres saber el número de Jimmy Boston? Te lo saco en cero coma. ¿El color de los calzoncillos de Al Di Napoli cuando vivía? Oído cocina, son negros, por cierto.

-Vale, vale, sí, lo he entendido, es capaz de saberlo todo a corto plazo usando sus obvias habilidades técnicas, pero… sigo sin entenderlo ¿por qué me quiere ayudar?

Por un momento el hombre se quedó callado, sopesando una buena respuesta y mirándola de hito en hito. Finalmente habló.

-Verá señorita Belle, me considero una persona metódica y con recursos, pero aun a pesar de mi evidente capacidad no siempre obtengo lo que quiero, y eso es algo que particularmente me quema. Y mucho. Me gusta tenerlo todo controlado, llevar las riendas de la situación. Sin embargo un reciente acontecimiento ha sacudido esa concepción, y con ello mis expectativas sobre mí mismo. Lo cual es, de por sí, malo, al menos para mí. Supongo que sabrá lo del reciente asesinato de Jock Cranley.

-Ah, sí, algo he oído por la radio y en los periódicos…

-Ese tipo era un ególatra y un inútil redomado, muerto está más guapo, pero sin embargo no es eso lo que me quita el sueño, sino las circunstancias de su muerte. Hasta ahora la policía no ha podido dar con el asesino por cuestiones técnicas y, de igual forma, yo tampoco, y eso es lo que me quita el sueño. No soy capaz de dar con la identidad del asesino, aun a pesar de que normalmente en casos como estos siempre acabo dando con ella. Pero por alguna razón que se me escapa no consigo ponerle cara, he cotejado los datos de multitud de archivos, he crackeado y desencriptado archivos prometedores, he bajado a la deep web, he reunido información de fuentes oficiales y extraoficiales y aun así no hay nada. Absolutamente nada. Y eso es algo que me está trayendo por la calle de la amargura. Supongo que, a estas alturas, comprenderá qué quiero yo de usted…

-Sí…

-Yo busco y encuentro a quien quiera que usted esté buscando… y usted hace lo mismo por mí. ¿Qué me dice?

Por un momento Rarity se quedó callada, sopesando la situación. Estaba más que claro que ese hombre era una especie de contacto todopoderoso capaz de saberlo todo en cuestión de poco tiempo, y tenerlo como aliado sería de gran ayuda para la consecución de sus objetivos. Sin embargo, por otro lado, lo que la estaba pidiendo era algo mucho más grande.

-Entiendo su punto, aunque supongo que ya sabrá que, básicamente, me está pidiendo que busque una aguja en un pajar.

-En términos generales, sí, pero tampoco la voy a echar a la jungla de cemento que es esta ciudad así sin más, la pondré sobre un camino por el que empezar y a partir de ahí usted seguirá por su cuenta, aunque si necesita mi ayuda en algún momento yo se la puedo dar. Creo que no soy tan malo, como puede usted observar.

Rarity asintió con la cabeza, mirando de arriba abajo a su inusual nuevo contacto. Si se aliaba con él encontraría rápidamente a los Sanders, y aunque por su parte ella tardaría más en cuanto al buscar a ese asesino se refería, de por sí el intentarlo ya merecía la pena.

-En ese caso de acuerdo, trato hecho.

-¡Excelente! Pues podemos ponernos a trabajar, cuénteme ¿a quién está buscando?-inquirió el hombre, poniéndose ante el teclado y preparándose para investigar.

-A Seymour Sanders y todo lo relacionado con él.

-Seymour Sanders… vale, en cuanto tenga algo se lo haré saber.

-Bien… ¿y mi camino?

-Ah, sí, por supuesto, veamos. La policía encontró un casquillo de bala del calibre sesenta y cinco junto al edificio Penris y lo archivó como prueba, intente acceder a esa prueba e investigue de donde puede haber salido, las tiendas de armas de Ammu-Nation podrían ser un buen punto de partida. Ah, y utilice nombres falsos, por dios, no vaya por ahí dando su nombre real constantemente.

-Descuide.

Rarity fue a irse, pero antes de hacerlo se paró y se dirigió al hombre por última vez.

-Por cierto, no me ha dicho su nombre.

El aludido se giró en su silla, mirándola con gesto sobrio, hasta que finalmente murmuró.

-Nunca he considerado el nombre como algo primordial, pero dado que ahora somos socios, supongo que no está de más presentarse. Lester. Lester Crest.

-Encantada.

-Igualmente, me gusta su estilo.

Ante eso la chica prefirió ignorar el comentario y salió de la casa. Por su parte Lester volvió a sus pantallas, comentando por lo bajo.

-Bueno, eso ha sido un poco incómodo…

La luz del día que iluminaba Los Santos la dañó levemente, cubriéndose de ella con la mano. Al fondo la ciudad se encontraba envuelta en una densa bruma de contaminación.


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-Oye Lightning ¿sabes tú algo de los Ballas?

Ese comentario hizo reaccionar a la aludida, la cual miró a Rainbow con gesto inquisitivo mientras esperaban a que les revisaran los coches en el taller Los Santos Customs de siempre para la carrera de esa tarde.

-Eh… sí, algo sé, aunque me extraña ¿por qué lo quieres saber?

-Bueno, es por simple curiosidad, el otro día vi algo en la tele, un programa que hablaba sobre las bandas…

-Ah, sí, sé cuál dices, El lado oscuro del paraíso… antes lo presentaba un tal Steve Haines, un tipo del FIB, pero ahora hay un nuevo presentador llamado Dave Norton. Un tío majo, el otro era un poco capullo.

-Sí, ese… llegaron a comentar cosillas acerca de ellos pero en sí no dijeron gran cosa, por eso te preguntaba si sabías algo…

Por un momento Lightning se quedó callada, pensando en una posible contestación.

-Bueno, me sé algo de historia, una vez llegué a conocer a un antiguo Balla que me explicó un poco.

-Ah, vale, pues cuenta, cuenta…

-Está bien. Para explicar la historia de los Ballas es necesario empezar primero con la historia de la banda rival, los Families, ya que fueron estos los primeros en surgir. Durante los años 50 y 60 se dio una fuerte radicalización en torno a la comunidad negra, sobre todo después de la segunda guerra mundial. Por aquel entonces la intolerancia estaba mucho más enraizada en la sociedad, la cual todavía seguía arraigada en sus costumbres clasistas, y esto repercutió en las comunidades de etnia negra, siendo discriminadas por la gente blanca. Por su parte los negros veían a los blancos como gente que iban en contra de sus libertades y derechos y, en un intento por proteger sus identidades y sus familias, en 1969 Stanley Williams y Raymond Washington decidieron unir sus bandas callejeras para así volverse más fuertes y poder mantener a raya a otras bandas independientes que solían atacar su barrio de cuando en cuando. Fue en ese momento cuando los Families vieron la luz. Originariamente su territorio comprendía toda la zona sur de los barrios de Chamberlain Hills, Davis y parte de Strawberry, aunque Grove Street era la calle central donde la gran mayoría de los líderes se los sets residían.

-¿Sets?-repitió Rainbow, extrañada.

-Ahora voy a eso. Pronto los Families fueron creciendo y aumentando su número de miembros, y para mantener unidos a todos pensaron en dividir a la totalidad de la banda en sets o sub bandas, para entendernos mejor. Crearon un total de cuatro sets: los Chamberlain Gangster Families, afincados en Chamberlain Hills, los Carson Avenue Families, afincados en la parte de Carson Avenue, en Strawberry, los Davis Neighborhood Families, afincados en Davis, y los Grove Street Families, afincados en Grove Street. Este set en concreto tenía cierta importancia puesto que era el set principal, sobre el que partían el resto y los mantenía unidos.

-Ya veo… aunque ¿qué tiene que ver todo esto con los Ballas?

-Ahora, ahora. Dado que los Families se volvían cada vez más y más fuertes, a mediados de 1972, y tras un ataque de los Families a Sylvester Scott y Benson Owens, unos estudiantes que vivían en Davis, se creó la banda de los Ballas para luchar contra los Families, siendo el propio Sylvester Scott el fundador de la primera banda que, más tarde, pasó a ser la de los Ballas. Al igual que con los Families, se crearon una serie de sets para coordinarse todos los miembros entre sí, habiendo un total de tres sets: los East Side Ballas, asentados en la zona este de Davis, los Original Covenant Ballas, asentados en Covenant Avenue al principio, y los South Rancho Ballas, asentados en la parte sur de Rancho.

-Espera, los Original Covenant esos, dijiste que estaban en Covenant Avenue al principio… ¿ya no están?-quiso saber Rainbow, interesada.

-Sí, ahí siguen, aunque ese set se amplió hace mucho tiempo.

-¿Ah, sí?

-Sí. Con el objetivo de dar un fuerte golpe a los Families y minarles moralmente, los Ballas decidieron atacar el que era su set principal…

-Los Grove Street Families-obvió Rainbow.

-Exacto. El ataque fue feroz y, literalmente, echaron a los Families de allí, adueñándose de esa calle, asentándose ellos allí y debilitando sistemáticamente a la banda. El set de Grove Street desapareció, y eso provocó que el resto de sets comenzaran a pelear entre sí, fragmentando así a la banda por dentro y enfrentándolos entre sí. El resultado actual es unos sets completamente divididos que se matan entre si cuando tienen la ocasión. Por su parte, los Ballas son más fuertes que nunca, con unos sets unidos y coordinados entre sí.

-Entiendo…

-Los Ballas visten de morado y los Families de verde. No te recomiendo meterte con ninguna de las dos bandas, especialmente con los Ballas, suelen ser muy violentos y territoriales.

Antes de que Rainbow pudiera decir nada más, Jimmie se asomó por la puerta comentando.

-¡Muy bien, señoritas, estamos a tope!

-¿Sí? Genial, gracias Jimmie.

-No es nada, siempre es bueno revisar antes de salir a correr. ¿Qué tal con el turbo, Rainbow?

-¡Dabuten, me pone de cero a cien en cero coma, antes de que me dé cuenta ya estoy primera!

-Ya te dije yo que lo amortizarías… suerte en la carrera ¿dónde es?

-En La Puerta.

-Bien, no está muy lejos de aquí. Lo dicho, buena suerte chicas.

-Gracias Jimmie.

Las dos se subieron a sus respectivos coches y se dirigieron para allá, en dirección hacia la parrilla de salida.

La Puerta destacaba sobre todo por ser un barrio a medio camino entre el aeropuerto y el resto de la ciudad, compuesto principalmente por almacenes, conglomerados, centros de reciclaje y poco más. Pero lo que más destacaba del barrio era sin duda alguna el estadio del banco Maze, en el cual se celebraban multitud de eventos deportivos, principalmente de baloncesto, ya que de hecho el estadio es el hogar del equipo local, Los Santos Panic. Aunque también se realizaban otros eventos como conciertos, y hasta se solía grabar de vez en cuando el programa de talentos Fama o drama.

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La Puerta


La parrilla de salida para esa carrera se encontraba situada en el extremo sur de Davis Avenue, justo al lado del estadio, y el recorrido rodeaba todo el barrio aprovechando los nudos de la autopista de La Puerta que pasaba justo al lado. Rainbow se colocó en posición mientras esperaba a que dieran luz verde, mucha gente se había agolpado junto a la acera para ver el comienzo de la carrera. Sin embargo la chica llegó a ver una figura que la era familiar entre el gentío.

-Un momento ¿esa no es…?

En ese momento una de las juezas pasó justo al lado de ella, marcando el comienzo de la cuenta atrás al comienzo de la carrera. Rainbow la ignoró y posó la mirada sobre la gente, buscando esa figura para asegurarse de que había visto bien. Un pelo color violeta familiar la llamó la atención y, entonces, pudo verla.

-¿¡Scootaloo?! ¿Qué demonios hace aquí?-inquirió ella, alucinada.

En ese justo momento se dio luz verde y todos los motores de los participantes rugieron a la vez, opacando el ruido del tráfico; sin embargo un grito de ánimo consiguió alzarse sobre el resto, oyéndose entre el público.

-¡Adelante, Rainbow Dash!

La aludida esbozó entonces una confidente sonrisa y aceleró de golpe, notando como el turbo la impulsaba y consiguiendo adelantar de una sola sentada a tres participantes por delante de ella.

Dado que era un circuito corto pero con muchas curvas, algunas de ellas peligrosas, otras cerradas, y con algunos cambios de rasante, el número total de vueltas se amplió a tres para darle más chicha a la carrera. El tráfico también se convertía en otro desafío aparte del que había que estar muy atento, sobre todo en las partes donde se salía a la autopista, aunque eran muy breves, se entraba por uno de los carriles de aceleración cercanos al aeropuerto para luego volver a La Puerta por el lado sureste, rodeando el estadio por detrás y saliendo de nuevo a Davis Avenue.

Por otro lado los participantes eran de lo más variados, habiendo de todo; vio coupés como el suyo, muscles como un Phoenix o un Buccaneer y hasta deportivos de lujo como un Comet o un 9F, el cual iba en cabeza y nadie conseguía alcanzarle. Esa era la segunda vuelta y, aunque iba en buena posición, le sacaba muchos segundos de distancia.

-A ver si puedo acercarme un poco…-pensó ella, cambiando de marcha.

En la siguiente curva derrapó a la izquierda frenando levemente, consiguiendo adelantar en el proceso a uno de los muscles.

-¡Oh, sí, eso es!-exclamó Rainbow, haciendo sonar el claxon.

Acto seguido aceleró de golpe y encaró una recta en dirección hacia el carril de incorporación a la autopista; el 9F iba ya subiendo por el mismo, delante de ella otros dos deportivos le seguían a rebufo.

-¡Caramba, menuda remontada! ¿Te ayudo un poco, Dash?-inquirió en ese momento Lightning por teléfono, a través del manos libres.

-¡Sí, claro! ¿Para que tú me adelantes? ¡Vas lista!-exclamó la chica, acelerando un poco más.

-¿Te acuerdas cuando me dijiste en Liberty que estaba en tu territorio? ¡Bueno, pues ahora me toca a mí reclamar el mío!

-¡No me esperaba menos! ¡Aquí te espero!

Con esas palabras Rainbow puso el coche casi a doscientos, al tiempo que iba esquivando con gran maestría a los coches que se la ponían por delante, llegando rápidamente a la autopista y alcanzando al resto, zigzagueando para confundirles y así poder adelantarlos en cuanto tuviera la ocasión. A su alrededor la ciudad de Los Santos parecía desaparecer, y los altos edificios del centro, los cuales se podían ver desde donde estaban, se convertían en una especie de gigantes apastelados con figura amorfa.

Un poco más adelante se encontraba el carril de deceleración para volver a La Puerta, aunque en ese momento un autobús se cruzó, haciendo complicado el pasarle; el 9F en cabeza seguía disfrutando el primer puesto, mientras que los otros dos que tenía delante se vieron obligados a frenar. Sin embargo Rainbow no se achantó y, sin ni siquiera pensar, aceleró un poco más y dio un volantazo hacia la derecha, tratando de sobrepasar al autobús pasando entre el mismo y la valla de piedra que separaba la carretera del vacío. Por un momento pareció que no lograría pasar sin quedarse encajada entre el autobús y la valla, pero Rainbow aceleró todo lo posible y, a velocidad record, consiguió salvar la distancia y salir del rango del autobús, logrando alcanzar el 9F, que tuvo que frenar para poder pasar antes.

-¡Eso es, vamos, vamos!

El propietario del 9F vio aparecer repentinamente a Rainbow y trató de acelerar de nuevo para no quedarse atrás, pero en ese mismo instante Rainbow frenó de golpe; como resultado se activó el ABS integrado del coche, en el cual las ruedas frenaron dando pequeños frenazos ininterrumpidos, lo que la permitió tener control total de la tracción del coche, girando a la izquierda justo después y derrapando a la izquierda siguiendo el trayecto. Por su parte el 9F, al haber acelerado, no le dio tiempo a reaccionar y se embaló hacia el lado contrario, llegando a realizar un vistoso trompo que le sacó de la carretera, poniendo a Rainbow en cabeza.

-¡Oh, sí, genial! ¡Rainbow Dash, nene, recuerda el nombre!

A partir de ahí el resto de la carrera estuvo resuelta, la última vuelta fue quizás las más rápida de todas, llegando a la meta y quedando en primer lugar. Rainbow salió del coche y festejó la victoria subiéndose a la baca del mismo y haciendo como si tocase una guitarra invisible, al tiempo que la gente la aplaudía y la ovacionaba, especialmente una niña de pelo violeta.

-¡Eso ha sido increíble, Rainbow Dash!-exclamó Scootaloo, acercándose a ella.

Por su parte la chica bajó del coche y murmuró acercándose a ella.

-Lo sé, no creas que no, después de todo de por sí yo soy increíble…

Ante eso la niña esbozó una gran sonrisa y, de golpe y porrazo, abrazó a la chica, la cual se quedó un tanto chocada al principio, pero luego aceptó el gesto devolviéndoselo por su parte.

-Aunque hay algo que me escama ¿cómo sabías que estaría aquí?

-¡No lo sabía! Pero me enteré de que había una carrera aquí en La Puerta y, por un momento, pensé que igual te vería. Y así ha sido, aquí estás.

-Je, qué suerte que tienes…-murmuró Rainbow, revolviéndola el pelo.

El resto de participantes llegaron al cabo de unos pocos minutos, siendo Lightning la que acabó ganándose el tercer puesto. Nada más llegar bajó del coche y se dirigió a ella.

-Vaya, vaya, menuda sorpresa…

-Ya ves, ahora que dejé mi marca en la costa este vengo a hacer lo mismo en esta, me lo estás poniendo demasiado fácil, Dust…

-Porque me tengo que centrar en el triatlón Coyote, que si no… te dejaré pasar por esta, Dash.

-Lo dices como si me hubieses dejado ganar…

Lightning quiso decir algo, pero en ese momento una de las chicas que dio luz verde se acercó a ella con un sobre y exclamó.

-¡Enhorabuena, qué forma de adelantar al autobús! ¡Toma, tu premio!

-Muchas gracias.

Contó rápidamente el dinero, habiendo un total de tres mil quinientos dólares.

-Nada mal…-murmuró ella, satisfecha.

-¿Cuánto has ganado?-inquirió en ese momento Scootaloo.

-Eso no es de tu incumbencia, enana…

La aludida quiso contestar, pero en ese momento Lightning inquirió.

-¿Quién es esta niña?

-¡Soy Scootaloo, y he venido a animar a Rainbow Dash!-exclamó la misma.

-Así es, es uno de mis tantos e incipientes fans.

-Ya veo, no sabía que apuntaras al público infantil, Rainbow.

-Ah, pero tú también ¿no?

-Qué graciosilla…

-Casi tanto como tú…

Ambas chicas se sostuvieron la mirada sin decir ni hacer nada, con sendos gestos retadores, pero en ese justo momento Scootaloo se empezó a reír tontamente; Lightning fue la primera en preguntar.

-¿Y tú de qué te ríes?

-De vosotras… os compenetráis tanto que parecéis novias…

Por un momento no hubo nada, pero al segundo siguiente las dos reaccionaron de seguido, siendo Rainbow la primera en expresarse.

-¡Oye, enana!

-¿¡Pero qué dices?! ¡Mira, niña, no vaya a ser que te dé un cachete!

Ante eso Scootaloo tan solo se rió con ganas, aunque tanto Rainbow como Lightning la dejaron estar aun a pesar de todo.

-En fin, no sé qué tendrás con esta niña, Rainbow, pero espero no tener que preocuparme demasiado…

-¡Oye, no es nada de lo que piensas, malpensada!

-Lo que sea, me encantaría quedarme a charlar, pero he de seguir preparándome para el triatlón. Si veo otra carrera te aviso ¿vale?

-Bien, gracias Lightning, nos vemos.

-Hasta luego.

Con eso la chica se subió a su coche y se perdió en dirección hacia el norte. Una vez que se quedaron solas Rainbow se dirigió a Scootaloo.

-Bueno, en ese caso yo también me voy, que tengo que hacer mis cosas…

-¿Ya te vas? Jo, yo pensaba que podríamos hacer algo juntas…

-¿Algo juntas? ¿Cómo qué?

-¡Me apetece un helado! ¡Vamos a por uno!-la sugirió ella.

Por un momento Rainbow quiso negarse, pero al ver la mirada que le estaba echando la niña no tuvo más remedio que aceptar.

-Ah, está bien, vamos a por uno.

-¡Genial! ¡Hay una heladería en el muelle de Del Perro, justo en la feria!

-Vamos entonces.

Las dos se subieron al coche y se pusieron en camino hacia allá; por un momento, y antes de arrancar, Scootaloo la echó una rápida mirada que la dijo todo, a lo que la chica murmuró.

-¿West Coast Classics?

-West Coast Classics… por favor.

Ante eso Rainbow dejó escapar una risita, por lo que no se negó y sintonizó la emisora, sonando enseguida por todo el coche.

-Sí, negros, aquí está Dj Pooh para daros todo eso que vosotros queréis y necesitáis para encarar el día con alegría y dinamismo. Vamos ahora con otro clásico, esta vez de la mano de Dj Quik, el cual nos enseña una verdad universal. Y es que si no hay dólares, nada tiene sentido.

Justo después la música comenzó a sonar, al tiempo que Scootaloo seguía el ritmo con la cabeza, comenzando a rapear a la par.



Mmm
Now let's get down to business, bitches
Cause it seems like y'all just keep on tryin to diss this
Nigga that you know that's been down for years
I've clowned for years, and y'all could never fade my peers
One two three four five six seven
Nine, ten, Eiht you can't win
Cause all the way around nigga I gets respect
and youse a nigga that can't even get no props in your set
Tragniew Park you say huh
Wanna be rippin, but now it's time to do some set trippin
So listen close, cause I don't want y'all to miss
That I'm bout to break it down for this bitch, check it
Acacia, Poplar Maple Spruce Cedar Elm
Westside trees sprayin all the fleas
that's from the three and four hundred block P-Funk riders
(So niggaz watch yo' ass at that center divider)
Now Aaron Tyler, tell my why you seem so tame
When I caught you at the airport, shakin like a crap game
You looked up and you seen my niggaz comin
And you looked like your bitch ass was bout to start runnin
But all I wanted to do was kick a little conversation (yo whatup)
And see if we can fix this little situation
But would I f*ck you up was what you wondered
Yeah, that's probably why you changed your little pager number (punk ass)
But bitches like you don't grow
You can't even look me in my eye, let alone go toe to toe
And callin me skinny, youse a clown
I'ma call you Theo, cause you weigh ninety-two point three pounds
Wack ass actor, movie script killer
Fool don't you know, Quik is still the nigga
Compton psycho, boy you oughta quit
Your records don't hit, and bitches don't jock your shit
You need to stay down you Compton clown
and get off of the nuts of the niggaz with guts
Because I'm down with the Trees, I'm down with Death Row
I'm down with Black Tone, and I'm down with the fo'
So when we cross paths and I hope that's soon
I'ma boot your motherfuckin ass to the moon
You need to quit bangin under false pretense
Cause if don't make dollars, it don't make sense



El ritmo era mucho más rápido que la anterior canción y Scootaloo parecía sabérsela de memoria, cosa que dejó a Rainbow bastante impresionada, aunque esta vez no la dijo nada al respecto. Sin embargo no podía evitar seguir pensando que, aun a pesar de todo, el gangsta rap no era el género musical más apropiado para ella. Justo después el estribillo comenzó a sonar.
If it don't make dollars, it don't make sense
So don't kill game, let the pimpin commence
If it don't make dollars, it don't make sense
So don't kill game, let the people, commence
If it don't make dollars, it don't make sense
So don't kill game, let the pimpin commence
If it don't make dollars, it don't make sense
Because you gotta give it up to the crown prince



Sin embargo había algo en ese tipo de temas que, aun a pesar del tema y las letras, siempre hacía entrar al ambiente de una forma bastante especial. En el caso de esa canción el ritmo apresurado ayudaba a meterse en la dinámica musical, siendo bastante efectivo en ese aspecto.

Now I'ma swing it to the right and, right into the left hand
Take a deep breath and, cook it like a chef and
this is dedicated to the C-P-T
No better yet T-T-P, or the niggaz that look up to me
I make it my business, to be that true forever
and whenever I can come clever well that's my endeavor
so whether or not you understand, that there's only one DJ Q-U-I-K
with no C still you can't be me
Because I'm floatin in my Lex and, depositin fat checks and
gettin mad sex while I floss the NSX and
doin what I wanna, and youse a goner nigga
for thinkin that you can catch me slippin on a street corner
Remember Compton's in the house, and Quik is in the hood
Sippin yak with all my niggaz cause it's tooted good
So don't knock it til you try it, cause Eiht he tried to knock it
But he's still walkin round with my nuts in his pocket (beyotch)
So put tha P in it represent and sip that Miller
And for those of y'all concerned, this is still Eiht Killa
Let me take a load off my scrotum little pest
If it don't make dollers nigga, you know the rest



Justo después el estribillo comenzó a sonar de nuevo. Rainbow no tenía mucha idea de rap, por lo que le preguntó a Scootaloo.

-¿Siempre es así?

-¿Así como?

-Así de directo, ya sabes…

-Ah… sí, bueno, normalmente los MCs hablan a otros a través de sus temas, en este caso Dj Quik encara a MC Eiht, un antiguo rival suyo. Es normal en este tipo de canciones.

-Entiendo…

Justo después la canción continuó y Scootaloo la siguió.

Now I done sold my fuckin soul to the shit that I kick
While you groupie ass niggaz keep on ridin the dick
You oughta know that DJ Quik ain't your average everyday motherfucker
(hah) Slick like a snake cause I stuck ya
Now, I never had my dick sucked by a man befo'
But you gon be the first you little trick ass hoe
Then you can tell me just how it taste
But before I nut I shoot some piss in your face
you fuckin coward, tremblin like a nervous wreck
Cause when I caught your ass, you put yourself in check
And when you left my presence, you left expedient
You ain't no fuckin killer, youse a comedian, beyotch
Tell me why you act so scary
Givin your set a bad name wit your misspelled name
E-I-H-T, now should I continue
Yeah you left out the G cause the G ain't in you
Remember that time you was rollin on the Westside
And a little brown bucket pulled up on your side
Caught at that light in your Camry in the midst of a
REAL killer, tell me did you feel a little nervous (hell yeah)
You was in the shadow of death
With two trey-five-sevens pointed at your chest, hmm
Whatchu gon do, where was your niggaz that kill at
You ain't got no killers so kill dat
Holdin up your hands and beggin for a pass
You lucky they didn't just to get to dumpin on yo' ass
Cause this game you think is funny is some real shit
So you need to be more careful who you fuckin wit, beyotch!


Una vez más el estribillo volvió a sonar, siendo quizás la parte más pegajosa del tema en el buen sentido, ya que poseía un ritmo muy particular que se metía en la cabeza, incluso Rainbow se sorprendió a sí misma al encontrarse cabeceando al ritmo de la música, cosa que Scootaloo vio.

-¡Hey, te gusta, estás cabeceando!

-¿Qué dices? No, para nada, yo soy más de electro y lo sabes…

-Te he visto cabecear.

-Te lo habrás imaginado…

-Ya, claro…

Scootaloo quiso seguir hablando, pero el tema continuó y ella se enfocó en seguir los últimos versos, que servían para cerrar la canción con algún que otra dedicatoria o agradecimiento especial.

Shouts goes out, to my well known road dog
What's up Dozun Tru, they don't understand it baby
they can't fade us out here on these Compton streets (beyotch)
It's bigger than they can imagine
To the whole entire Death Row family
Both sides, whassup niggaz
And my nigga big Suge, known for keepin shit poppin
To my nigga Big J, my little nigga Hi-C, little straight G
And that little singin ass nigga Danny Boy
Y'all don't understand, y'all can't fade this
I'M the first nigga that was "Bangin on Wax"
Yeah if you remember, nineteen eighty-seven underground tapes
And it don't stop, and it won't stop


En cuanto acabó el tema Rainbow se dio cuenta que ya habían llegado al muelle, aparcando el coche en el parking que había justo enfrente de la entrada de la feria. Scootaloo se adelantó y entró en ella, dejando atrás a Rainbow.

-¡Eh, espera, enana, no corras tanto!-la llamó ella.

Aun a pesar de eso la alcanzó enseguida y, entre las dos, estuvieron haciendo la tarde en la feria, tomando un helado, montando en la noria, la montaña rusa e incluso en una pequeña lanzadera que allí había; Rainbow también probó su puntería en las casetas que allí había, ganando un gran peluche de un pequeño pegaso disparando a unas latas con una escopeta de aire comprimido que luego regaló a la niña.

Hasta ahora nunca había estado en el muelle, habiéndolo visto cantidad de veces desde la terraza de su habitación, siendo de lo más vistoso sobre todo por las noches, durante las cuales todas las atracciones se encendían, sobre todo la noria, la cual se iluminaba con motivos de todo tipo. Era el lugar ideal para pasar el día, y sin apenas proponérselo, se encontró disfrutándolo inmensamente en compañía de la niña, la cual se mostraba encantada en todo momento.

Imagen
Muelle de Del Perro

Imagen
Entrada a la feria


En cuanto comenzó a atardecer Rainbow decidió ponerle fin a su particular tarde, comentando de seguido.

-Oye enana, deberíamos volver ya a casa, deben de estar esperándote.

-Oh, sí, supongo…

El tono con que lo dijo y la carita que puso mosqueó un poco a Rainbow, al tiempo que la niña acataba su orden sin apenas rechistar. La chica se quedó algo preocupada por ella, pero igualmente regresaron al coche para volver a Davis.

El viaje fue rápido puesto que no había mucho tráfico, parando justo enfrente del orfanato; Scootaloo bajó del coche y Rainbow la imitó para coger el peluche que había guardado en el maletero. Fue entonces cuando una mujer de mediana edad y de color salió del orfanato un tanto atacada, exclamando de seguido.

-¡Oh, ahí estás, estaba a punto de llamar a la policía! ¿¡Dónde habías estado?!

-Oh, yo, pues…

-¡Te he dicho miles de veces que no puedes salir sin avisar! ¡Ya es la segunda vez que te llamo la atención, sigue así y te castigaré sin salir de tu habitación!

Antes de que pudiera decir nada más, Rainbow intervino comentando.

-No pasa nada, la niña estaba conmigo.

-¿¡Y usted quién demonios es?!

-Soy Rainbow Dash, una amiga de Scootaloo…

-¿Amiga?

-Sí, ha estado conmigo pasando la tarde en el muelle de Del Perro, yo misma la estuve vigilando en todo momento, así que no se preocupe.

-¡Aun así no puede irse así sin más! ¡Está a mi cargo, no al suyo, usted no tiene nada que ver con ella!

-Eh, cálmese, tan solo hemos estado pasando la tarde, nada más…

Antes de que la mujer pudiera decir algo más, una voz les cortó comentando.

-¿Ocurre algo, señora Whitetaker?

Rainbow giró la cabeza y vio a un grupito de Ballas acercándose a ellos; el que habló era un hombre joven de no más de treinta años, de color, de pelo moreno muy corto, ojos oscuros, mirada penetrante y porte intimidante. Vestía con una camiseta de deporte blanca del equipo de Los Santos Panic, con motivos morados entrelazados, y unos desgastados vaqueros azules.

-¡Oh, Joseph, menos mal que has venido! ¡Esta chica de aquí está acosando a una de mis niñas!-exclamó la señora Whitetaker.

Ante eso la chica saltó enseguida, exclamando.

-¡Eh, oiga, no invente, yo sólo he hecho compañía a la niña, algo que claramente no están haciendo aquí!

-¡¿Cómo?! ¡¿Insinúa que no hago mi trabajo?!

-¡Sí, echando la bronca a la niña de esa manera y amenazándola con castigarla!

Antes de que la señora Whitetaker pudiera decir nada más, el tal Joseph medió en la situación, cortándola de seguido.

-Déjemelo a mí, señora Whitetaker…

Acto seguido se dirigió a Rainbow con gesto analizador, mirándola de arriba abajo y dirigiéndose a ella.

-¿Quién eres tú, si se puede saber? ¿Es cierto lo que la señora Whitetaker dice?

-Yo nunca acosaría a una niña, llegué a conocerla hará cosa de dos días, nos encontramos hoy y fuimos a dar una vuelta y a pasar el día tomándonos un helado, eso es todo.

Joseph la miró con ojos entrecerrados y un gesto lleno de desconfianza; por un momento no dijo nada, pero luego comenzó a hablar.

-Los niños de aquí apenas tienen recursos, y en el orfanato cuidan de ellos de la mejor forma posible. Nosotros les ayudamos proporcionándoles dinero y medios para que salgan adelante, todo lo que tienen ahora es gracias a nosotros. Me parece muy bien que tú también expreses preocupación por uno de ellos, pero no puedes venir por aquí, a nuestro barrio, y ponerte e despotricar contra una institución como esta así sin más, sin apenas respeto. Porque eso es lo más importante aquí en nuestro barrio, respeto. Respeto sobre todas las cosas. Y tú no pareces respetar nada.

Rainbow quiso responder, pero supo al instante que lo único que haría sería empeorar las cosas, por lo que prefirió mantenerse callada. Por su parte Joseph esbozó una pequeña sonrisita, comentando de seguido.

-Bien, así me gusta, que respetes. Quien calla otorga ¿no? Si lo que quieres es ayudar a la niña, en ese caso puedes venir a verla, pero sin armar alboroto. Por su parte ella también tendrá que obedecer lo que le diga la señora Whitetaker, que es quien está a su cargo. ¿Lo has entendido?

-Sí…-asintió ella secamente.

-Estupendo. Está todo bien, señora Whitetaker.

-Gracias Joseph.

-No es nada, después de todo ya sabe que nosotros siempre cuidamos de los nuestros…

Tras esas palabras miró fugazmente a Rainbow antes de irse con el resto de sus acompañantes; uno de ellos hizo un signo a la chica que supo identificar al instante. Por su parte la señora Whitetaker comentó.

-Vale, pues ahora que está todo aclarado puede ya marcharse. Despídete, Scootaloo.

Rainbow aprovechó para darla el peluche, a lo que la niña respondió.

-Gracias por todo, Rainbow Dash…

-No ha sido nada, enana, me lo he pasado muy bien contigo.

Ante eso la niña sonrió tímidamente y abrazó a la chica, a lo que ella respondió devolviéndola el gesto.

-Vendré a verte un día de estos ¿vale? y pórtate bien.

-Procuraré.

Rainbow no pudo evitar reírse tontamente, revolviéndola el pelo en un gesto cariñoso. Tras la despedida la señora Whitetaker se llevó a Scootaloo al interior, desapareciendo tras las puertas.

Una vez sola la chica dejó escapar un dejado suspiro, sin poder evitar dibujar un gesto preocupado en su cara. Al otro lado de la calle vio a otro grupito de Ballas mirándola atentamente, como si fuera algo fuera de lugar. Sin decir nada más se subió al coche y se fue de allí, sin dejar de sentir cierta preocupación por Scootaloo. La noche comenzaba a echarse sobre Los Santos, con un denso manto de estrellas por corona.

(Continúa en el siguiente mensaje)

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Re: Crónicas de Los Santos [Crossover] [Adventure]

Notapor Sg91 » 05 Ene 2016, 21:40

(Continúa del anterior mensaje)


En el barrio de La Mesa la noche vaciaba sus calles, al menos en mayor medida; las calles principales siempre tenían una mayor actividad, pero el resto que estaban más apartadas siempre se vaciaban, con alguna que otra meretriz o trabajadora de la noche paseando por allí en busca de clientes. Eso era ideal para Fluttershy, la cual llegó al lugar de madrugada, al amparo de la oscuridad.

Volver a Los Santos era su única opción por mucho que la molestara la idea, sobre todo después de lo que había pasado. No podía dejar que nadie más la encontrara, además, si se hubiera quedado en el condado de Blaine habría puesto en peligro a Tree Hugger, cosa a la que se negaba en redondo. La costó un poco convencerla, pero para protegerla la aconsejó que se marchara del desierto durante una temporada, incluso la sugirió que volviese a San Fierro, su ciudad natal, pero la chica se negó a volver allí. En su lugar prefirió moverse a otra localización que ella conocía, más al norte del estado, y donde también podría seguir cultivando su yo interior estando en armonía con la naturaleza. Fluttershy se quedó más tranquila, regresando así a esa odiada ciudad de la cual nunca podría escapar por mucho que quisiera.

Una vez de vuelta al almacén aparcó su furgoneta justo al lado, entrando en él ignorando sus sentimientos e instalándose de nuevo en las oficinas. Sacó el móvil de su asesino y miró de nuevo el registro de llamadas, viendo cómo se repetía una y otra vez el mismo largo número. Debía de averiguar de dónde provenia ese número, y en su cabeza comenzó a considerar varias maneras de hacerlo. Por un momento su mente se desvió por otros derroteros y, acto seguido, se dirigió al sótano, en busca de algo. La llevó un buen rato, pero finalmente encontró algo, y ese algo era un antiguo rastreador de frecuencias. Regresó a las oficinas y, una vez allí, comenzó a realizar un apaño para conectar el rastreador al móvil. No estaba segura de si algo así funcionaría, pero por intentarlo no perdía nada. Tras los apaños correspondientes Fluttershy consiguió conectar el móvil al rastreador, encendiéndolo de seguido y comenzando a rastrear la frecuencia del número. Afuera en la noche, Los Santos dormía.


Imagen



En casa de Lester, sin embargo, nada dormía, ni siquiera él; todos sus ordenadores y aparatos electrónicos funcionaban a pleno rendimiento, al tiempo que su dueño investigaba el paradero de Seymour Sanders, siendo un tanto más complicado de lo que él mismo hubiera llegado a pensar.

-Venga, tiene que haber algo que lo conecte con algunas de las bandas locales… debe estar registrado en algún lado, a ver si tiene ficha en el FIB.

Sus dedos corrían raudos por el teclado, al igual que sus ojos por las pantallas. En ese justo momento comenzó a oírse un insistente pitido que atrajo su atención.

-¿El inhibidor de frecuencias? Qué raro, pensaba que estaba del todo roto…

Dio la vuelta a su silla y se desplazó al otro lado, mirando a dicho aparato con gesto analizador.

-Tengo que cambiarlo, aunque…

Por un momento hizo mano de otro teclado y comenzó a teclear, mirando otra pantalla que allí había y sacando un plano de toda la zona este de Los Santos.

-Espera ¿frecuencias ahora? ¿Quién está jugando a los barcos a las tantas de la madrugada?

Acto seguido la pantalla mostró un punto situado en La Mesa, no muy lejos de allí; los ojos de Lester se entrecerraron, pensando en probabilidades.

-La Mesa… bueno, en ese caso no es tan raro, aunque aun así me extraña, ya nadie opera las veinticuatro horas seguidas.

La señal seguía emitiendo desde su ubicación en La Mesa, escamando más y más a Lester, el cual pensaba a toda velocidad.

-Tal vez solo sea algo aislado, aunque… veamos cual es su frecuencia de onda…

Consultó rápidamente las características de la misma usando su equipamiento, averiguando enseguida lo que quería saber.

-Frecuencias a baja intensidad en un ratio de 31 hertzios por minuto… eso es un rastreador fijo, aunque uno muy viejo, eso sí. ¿Quién se pone a rastrear frecuencias a estas horas? Qué raro…

Aún con la mosca tras la oreja, Lester decidió sobre la marcha rápidamente.

-Ahora no puedo ponerme con esto, estoy ocupado, pero bien puedo tenerlo vigilado aunque sólo sea desde la distancia. Vas a tener que esperar un poco, mi espectrónico amigo, tengo otros asuntos que atender.

Una vez que terminó de ajustar los parámetros para rastrear esa frecuencia y no perderla de vista, Lester regresó a su investigación. Detrás de él la pantalla seguía mostrando la señal ubicada en La Mesa.

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