Capítulo 20
Encontronazo
Encontronazo
Applejack trataba de concentrarse, pero entre el ruido ensordecedor de las armas y la balacera que la estaba asediando apenas podía por mucho que lo intentaba; con su arma en alto y cubriéndose tras una roca cercana, el tiroteo no parecía que fuera a detenerse, cosa que la ponía sumamente nerviosa. Disparó a ciegas por encima de la roca sin asomar mucho el brazo para tratar de intimidar un poco, pero apenas sirvió y continuó el asedio. La roca paraba y desviaba las balas, pero aun así ella se inquietaba.
-Agh, maldita sea… ¿cómo me he metido en esto?-pensó ella, un tanto molesta.
Todavía no se terminaba de ubicar del todo, y es que había pasado todo tan rápido que apenas tuvo tiempo de reaccionar. Como cada mañana había ido a "trabajar", Trevor se había ido con la avioneta, ella había cogido el buggy y había puesto camino hacia donde Óscar la dijera que fuera.
Esa vez sus indicaciones la llevaron hasta la granja Braddock, una pequeña y apartada granja situada a las afueras de Grapeseed, comunicada por un estrecho camino de tierra y situada en la falda este del monte Chiliad. En cuanto llegó estaba todo tranquilo, aparentemente no había nadie cerca, y estuvo esperando pacientemente a que llegara la avioneta con la mercancía. Sin embargo la avioneta nunca llegó, y en su lugar llegaron un par de todoterrenos amarillos llenos de Vagos armados hasta los dientes que comenzaron a tirotearla sin mayores contemplaciones. Por su parte, Applejack cogió la radio del coche y se cubrió tras la roca, avisando de seguido a Óscar, el cual exclamó.
Granja Braddock
-¡Oh, mierda, sal de ahí, es una emboscada!
-¡No puedo, me han acorralado y son muchos, van todos a saco!
-¡Pues ábrete paso, tienes un arma, úsala!
Sin embargo la chica se encontraba en un serio dilema, puesto que aun a pesar de que sabía disparar y había practicado la puntería con su hermano, nunca antes había disparado a nadie ya que jamás se había visto en la necesidad de hacerlo. Por lo que la idea de disparar a alguien la inquietaba bastante, aun a pesar de las circunstancias.
-Maldita sea…
Se asomó brevemente por un lado de la roca y echó un vistazo al panorama; un par de Vagos la tiroteaban desde un pequeño invernadero, mientras que otro par se cubría tras una valla de madera justo al lado de la casa que había junto al invernadero. Desde donde estaba alzó el arma y disparó en dirección hacia los del invernadero, la ráfaga de balas voló por encima de sus cabezas, haciéndoles reaccionar agachándose levemente. Applejack aprovechó ese inciso para moverse y echó a correr en dirección al granero, ya que había dejado el dune buggy justo detrás, cubriéndose tras un palé de tablas de madera. Más balas silbaron en el aire, y una de ellas la llegó a rozar la pierna derecha, haciéndola caer al suelo.
-¡Agh, mierda!-musitó la chica, conteniendo un grito de dolor.
Se arrastró por el suelo, llegando a disparar a ciegas por encima de las tablas, pero no hizo absolutamente nada por detener la trifulca. Applejack se reincorporó de nuevo y vio que otro todoterreno amarillo con más Vagos aparecía en la lejanía por el camino de tierra, dirigiéndose hacia la granja. Hizo mano entonces de la radio y musitó.
-¡Maldita sea, Óscar, vienen más, me van a matar, ayúdame!
Antes de que el aludido contestara la voz de Trevor se entrecruzó, comentando de seguido.
-¡Muy bien, he terminado por aquí, me vuelvo al aeródromo!
-¡Philips, ayúdame, por dios, me van a matar!-exclamó Applejack.
-¿Qué? ¿Por qué, qué pasa?
-¡Los Vagos la han tendido una emboscada en la granja Braddock, otro encargo falso!-explicó Óscar rápidamente.
-¡Vaya por dios! ¡Bueno, no puedo dejar totalmente desatendido a uno de mis socios! ¡Aguanta ahí, Apple, voy para allá!
-¡Date prisa!
Tras eso el tiempo comenzó a pasar mucho más lento, como si lo hiciera a propósito; el tiroteo se intensificaba aún más, los Vagos se agruparon en un solo punto y aunque sólo era una rozadura, la pierna la dolía horrores. Por un momento su mente comenzó a meterse con ella, mostrándola lo que pasaría si consiguieran matarla ahí y ahora; su familia llorando su muerte, consternada, rota de dolor y totalmente desesperada, aunque la visión de su hermana pequeña Apple Bloom más depresiva que nunca fue lo que la hizo reaccionar.
Por un momento no hubo nada, el dolor desapareció y el deseo de sobrevivir se apoderó de ella, dándola de golpe fuerzas renovadas. Alzó el arma en cuanto tuvo la ocasión y disparó al tiempo que chillaba con furia, sin apenas pensar ni apuntar. Dos Vagos cayeron de espaldas en cuanto la ráfaga les golpeó en el pecho, retorciéndose en el suelo de dolor. Palabras apagadas reverberaban en su mente al tiempo que comenzaba a correr hacia otra dirección, buscando una nueva cobertura. Un árbol lo suficientemente grueso la cubrió a tiempo, aunque en cuanto quiso volver a disparar el sonido del cargador vacío la hizo volver a la realidad, agazapándose tras el tronco mientras trataba de recargar el arma con manos temblorosas y tratando de ignorar lo que acababa de hacer.
Aunque en ese preciso instante comenzó a oírse el ruido de una avioneta volando bajo acercándose desde la lejanía; la radio se encendió y se oyó a Trevor exclamar.
-¡Ya estoy aquí, te veo, Apple! ¡Y tienes a todos congregados! ¡Bien, bien, ahora aléjate, aquí van a haber muchos fuegos artificiales!
Applejack alzó la vista y vio la cuban 800 roja y blanca de Trevor aproximándose; por un momento los Vagos dejaron de disparar, lo que Applejack aprovechó para correr en dirección contraria, escondiéndose en una cuenca cercana formada por la erosión de torrentes cuando llueve. Inmediatamente después oyó una súbita explosión un poco más adelante, al tiempo que la avioneta remontaba el vuelo y Trevor exclamaba por radio.
-¡Eso es, así me gusta más! ¡Has tenido suerte, Apple, aún me quedaba una bomba en el compartimento de carga! ¿Estás bien?
-Sí, estoy entera…
-¡Maravilloso! ¡Te espero en el aeródromo!
La avioneta maniobró y se dirigió hacia el sur, al tiempo que Applejack salía de su escondite; un poco más adelante los restos de una explosión habían ennegrecido el suelo, y de los Vagos apenas quedaba poca cosa. La chica se dirigió al dune buggy y se fue de allí rápidamente, dejando el lugar desierto.
El regreso al aeródromo fue mucho más rápido, el dolor de la pierna la hacía acelerar, por lo que llegó enseguida atravesando los campos por los caminos de tierra, evitando así las carreteras; más de una vez el propio Óscar se lo había aconsejado, ya que el ir por las carreteras podría atraer la atención de la policía al ser un vehículo usado para el tráfico de armas.
Entró en el aeródromo por el acceso trasero y aparcó el coche junto al hangar, donde Trevor y Óscar la esperaban.
-¡Ah, aquí está, la heroína invicta, vivita y coleando!-exclamó Trevor.
-Bueno, tampoco te pases, Philips…-masculló ella, cojeando un poco.
-¿Qué pasa, te han dado?-inquirió él, intrigado.
-No, tan solo es un rasguño, pero duele horrores…
-Ah, entonces estás bien. Aunque me temo que hoy no hay pago, lo cual me apena horrores, lo importante aquí es que todos estamos vivos para contarlo. Es parte de la experiencia ¿notas como te haces un poquito más fuerte? Esa es la clave de la supervivencia, recuérdalo siempre, Apple.
-Lo que tú digas, Philips…
-¡Claro que sí! Espero que para mañana la cosa mejore, Óscar…
-Lo intentaré, aunque a veces es difícil estar cien por cien seguro de la veracidad de los encargos.
-Bien, bien, pero sobrevivimos, eso es lo importante. ¡Muy bien, tropa, desplegaos hasta perderos en la distancia!
A su señal los tres se desperdigaron, Applejack se dirigió a su coche y se dirigió de vuelta a su hogar, aún con la pierna palpitando de dolor.
Nada más llegar aparcó en el granero pequeño enfrente de la entrada y, asegurándose de que no había moros en la costa, salió del coche cojeando y dirigiéndose hacia la casa, entrando en ella precipitadamente. Subir las escaleras se hizo un tanto duro, pero finalmente llegó a su habitación, metiéndose directamente en su baño y cerrando la puerta por dentro. Acto seguido se sentó en la taza del váter extendiendo la pierna y observando la herida. La bala había pasado rozando el muslo, trazando un leve pero visible surco en el pantalón y su piel. Se quitó los vaqueros y se trató la herida, la cual era superficial, pero dolía igualmente debido al desgarramiento de la piel. La limpió con un paño mojado, quitándola la sangre coagulada, y luego la desinfectó aplicándose povidona con una gasa, vendándola un poco después.
En cuanto terminó oyó la voz de su hermano mayor llamándola desde el piso de abajo.
-¿Applejack? ¿Estás aquí?
-Ah… ¡sí, sí, ahora bajo!-exclamó ella.
Se puso decente antes de bajar, pensando en los más recientes acontecimientos; aun a pesar del riesgo seguía viva, casi de milagro, y aunque podría haber sido mucho peor, tan solo se había quedado en un mero susto. Por un lado la tranquilizaba, pero eso no quitaba que el riesgo siguiera ahí. Sin embargo sabía que debía seguir, ya que necesitaba el dinero para poder ayudar a su familia. Por lo que, apechugando con las consecuencias, y tratando de no revelar que cojeaba un poco, fue a la planta baja para encontrarse con su hermano. Afuera, el día comenzaba a nublarse por el sur.
-Bienvenida a la comisaría de Mission Row ¿qué se la ofrece?
-Buenos días, soy la fiscal del distrito Sparkler Glory, he venido por petición de la oficina para analizar la única prueba existente del asesinato de Jock Cranley.
-¿Otra vez? Ya se hizo hará cosa de una semana, se cerró el acta.
-Lo sabemos, pero la fiscalía ha ordenado una revisión del caso y ha sugerido una segunda investigación más a fondo, el ayuntamiento nos ha estado presionando, ya sabe que el suceso ha trascendido bastante.
-Sí, desde luego… está bien, si me permite su documentación, señorita Glory…
Tan solo se requirió de un par de minutos para su identificación, aunque para ella era más que suficiente; entregó su tarjeta de identificación, la cual luego cotejaron en la base de datos mediante el uso del lector, mostrando un resultado positivo en la pantalla.
-Perfecto, está todo en orden, puede pasar, señorita Glory.
-Muchas gracias.
Rarity recogió su tarjeta y se la guardó en el bolso, el cual tuvo que dejar en un casillero de seguridad. Una vez dentro se llevó disimuladamente una mano al oído, haciéndolo pasar por un gesto para arreglarse el pelo, al tiempo que susurraba.
-Estoy dentro.
-Bien, estupendo, al final me han sobrado unos cuantos segundos, pero he conseguido hackear a tiempo el lector para que diera positivo. Vale, el depósito se encuentra en la planta -2, tercera puerta a la derecha, ahora que la han identificado no tendrá problemas para acceder a la cámara donde custodian las pruebas.
-De acuerdo.
Aunque en un principio vio muy arriesgada esa infiltración, al final no había sido tan complicado; dado que la única prueba a la que podían acceder estaba confinada en el depósito de la comisaría del centro, Rarity trazó un plan para acceder a ella, siendo ayudada por Lester en el proceso. Hacerse pasar por fiscal era relativamente sencillo, tan solo había que vestir adecuadamente y actuar con profesionalidad, algo que Rarity sabía hacer particularmente bien. Nada que un vestido típico de funcionaria con blusa blanca, chaqueta negra, falda a juego ajustada hasta las rodillas y gafas de ejecutiva pudiera hacer, y todo ello salido de su propio armario.
Comisaría de Mission Row
Por otro lado el burlar la seguridad con una identificación falsa era un poco más complicado, aunque para Lester fue de lo más sencillo; conseguir una tarjeta magnética fue mucho más fácil de lo que la propia Rarity supuso, aunque la parte difícil estaba en engañar al sistema de seguridad para que le diera el visto bueno y de esta forma poder entrar. Una opción era hackear el sistema para introducir en él los datos falsos, y otra un poco más sencilla era trastear en sólo una parte del mismo para que la lectura saliera positiva, ignorando el resto del sistema. Lester se explayó a gusto en cuanto a detalles se refería.
-Hay dos formas de hacer esto: a lo loco o bien con cautela. Lo malo de hacerlo a lo loco es que te expones más, pero el ir con cautela te da más margen de maniobra, y en un caso como este ir a lo loco no es quizás la mejor opción. No es lo mismo entrar en un sistema complejo y controlarlo desde fuera que entrar en sólo una parte y controlarlo desde dentro, de hecho se llama menos la atención de esa forma, por lo que en un caso como este aproximarse con cautela es la mejor opción. Dado que no es un golpe como tal y es más pequeño, no es nada que yo no pueda manejar, me meteré en una parte del sistema y lo sabotearé desde dentro, no me tomará mucho tiempo.
La habilidad de Lester no tenía parangón, Rarity nunca había conocido a nadie con tantos recursos, y hasta ella podía ver lo poderoso que era, y lo ventajoso que también era tenerle como aliado. Con él a su lado tendría localizado a los Sanders antes de que se diera cuenta.
-Por cierto ¿qué tal lleva la búsqueda, ha encontrado algo?-inquirió ella en voz baja, mientras bajaba por las escaleras.
-Ah, sí, de hecho era algo que quería comentarla. No sé en qué términos estará ese hombre con usted ni lo que le habrá hecho, pero se me está complicando mucho el localizarle, pensaba que sería algo sencillo, pero lo cierto es que se me está resistiendo.
-¿En serio?
-Sí, anoche estuve registrando un montón de sitios y consultando un buen número de bases de datos, y por ahora no he encontrado nada. Es raro, teniendo en cuenta que se trata de mí…
-Ya veo…
-Pero bueno, yo no soy de los que se achantan, seguiré buscando, en cuanto tenga algo la aviso. Vale, ya debería haber llegado…
-Sí, ya estoy aquí.
-Muy bien, tercera puerta a la derecha, hay cámaras en el pasillo y en una esquina de la habitación, pero no se preocupe, para esa cámara será usted la mujer invisible. La prueba está archivada en el cajón 27, quinta fila contando desde abajo.
Al fondo del todo había un guardia vigilando el lugar, ella lo ignoró y se metió en la sala correspondiente, donde había una serie de ficheros verdes compuestos por pequeños y múltipes cajones donde se guardaban las pruebas de diferentes casos. En medio de la estancia había una mesa de trabajo con una lámpra retráctil incorporada. Desde donde estaba pudo ver de reojo la cámara de vigilancia que Lester la comentó, pero no se preocupó por ella. Se dirigió directamente al cajón 27 y lo abrió con una llave que la facilitaron arriba al pasar, sacando del mismo una bolsita hermética donde se encontraba metido el casquillo de bala.
Aunque había tenido que dejar el bolso arriba, ella había venido preparada, por lo que se sentó en la mesa con porte tranquilo, al tiempo que hacía mano disimuladamente de un casquillo muy similar guardado en su zapato para cambiarlo por el real.
-Vale, antes de dar el cambiazo compruebe de que se trata del casquillo bueno.
-Tiene que serlo, después de todo está aquí guardado.
-Sí, pero también pueden haber tomado precauciones, después de todo es la única prueba de un caso muy importante. Eche un vistazo al número de serie grabado en la parte trasera, tiene que acabar en 7563.
Usando un par de guantes y asiendo la lámpara retráctil, la cual tenía una lupa adosada junto a la bombilla, observó el número de serie grabado en la parte trasera, el cual acababa en el número que Lester indicó.
-Sí, es la auténtica.
-Bien, en ese caso realice el cambio.
Rápidamente metió el casquillo que trajo consigo en la bolsa, cerrándola de seguido, y guardándose el real en su zapato, acomodándolo bien para que no la molestara.
-Hecho.
-Estupendo, salga de allí, no voy a poder congelar la imagen por mucho más tiempo.
Rarity se puso en pie y salió de allí con porte calmado y paso tranquilo para no llamar demasiado la atención. En cuanto regresó a la planta baja recogió sus cosas de la taquilla, devolvió la llave del cajón y salió de la comisaría tranquilamente.
-Vale, ya estoy fuera.
-Genial, pues ya tiene el casquillo, llévelo al Ammu-Nation que hay en Pillbox Hill, conozco al tipo que lo lleva el cual nos podrá hacer un favor.
-Muy bien, voy para allá… ¡taxi!-exclamó ella, llamando a uno cercano.
Como no quería llamar la atención, ese día prefirió dejar el coche en el garaje en el hotel, moviéndose por la ciudad de forma más desapercibida. Por encima de sus cabezas el día se comenzaba a nublar.
-¡Harás lo que yo te diga!
-¡Huye, corre, sal de aquí!
-¡Vuelve aquí ahora mismo!
-¡No mires atrás, corre, corre!
-¡Alto!
-¡No la tocarás! ¡Corre, Fluttershy!
El sonido de una detonación reverberó en su mente y la aludida despertó, dejando escapar un grito de puro terror; acto seguido se reincorporó y, asiéndose de las piernas, lloró en silencio, desahogándose y soltando todo lo que sentía. Volver a Los Santos después de tanto tiempo había despertado en ella sentimientos y recuerdos que enterró hace mucho tiempo, los cuales ahora comenzaban a resurgir, atormentándola al mismo tiempo. Apenas había descansado, despertándose cada dos por tres a lo largo de toda la noche, aunque esa vez se había despertado del todo, por lo que desechó la idea de volverse a dormir y se levantó en cuanto consiguió calmarse un poco.
Ese almacén en La Mesa era el único sitio en el que se podía quedar en todo Los Santos, estaba bastante resguardado por lo que era el sitio ideal para esconderse, pero al mismo tiempo el simple hecho de estar ahí la traía de vuelta todos esos dolorosos recuerdos que prefería olvidar. Hizo un esfuerzo para ignorarlos y, tras recoger sus cosas, entre ellas el móvil de su asesino conectado al rastreador, salió del almacén.
El plan era rastrear la frecuencia del número recorriendo toda la ciudad en su furgoneta, aunque antes fue a desayunar a un restaurante cercano que había a la vuelta de la esquina y que Fluttershy conocía bien.
Casey's Diner había estado ahí desde que Fluttershy tenía uso de razón, y era el restaurante predilecto de la gran mayoría de asalariados que trabajaban en esa parte de La Mesa. Su dueña, la señora Casey Williams, había vivido allí desde siempre y conocía a todos o casi todos los pocos vecinos que habitaban en el barrio. Se encontraba situado en Popular Street, haciendo esquina con el extremo superior de Supply Street, por lo que en menos de diez minutos se plantó allí.
Casey's Diner
Nada más entrar el olorcillo característico del café recién hecho acompañado de panqueques y sirope la dio la bienvenida, aspirando con fuerza y dejándose llevar por los recurdos, esta vez unos más tranquilos y alegres. El interior del restaurante era muy similar al de los típicos diners de carretera, con una serie de mesas dispuestas a lo largo de toda la estancia, rodeadas de sofás y con suelo enmarmolado. No había mucha gente a esa hora de la mañana, y tras la barra una cara familiar se la quedó mirando con gesto atónito, como si no hubiera visto bien.
-Oh, cielo santo ¿estoy viendo bien? Fluttershy, querida, ¿eres tú de verdad?-inquirió una mujer entrada en años, menuda, de facciones redondas y de pelo castaño rizado.
-Hola, señora Casey…-murmuró ella, a media voz, y con gesto feliz.
-¡Oh, de veras eres tú, cuánto tiempo, querida, ven a mis brazos!
La señora Casey salió de detrás de la barra y le dio un gran abrazo a la chica, la cual se dejó hacer con mucho cariño. Para Fluttershy la señora Casey siempre había sido como una segunda madre; alegre, cariñosa y con una atención y dedicación propias de una madre, siempre había sido un gran apoyo para la chica en los momentos más difíciles.
-¡Oh, en serio, cuánto tiempo, pensaba que nunca más volvería a verte! ¿Cuánto ha pasado ya, exactamente? ¿Diez años?
-Eh… sí, por ahí, más o menos…
-Madre mía, se me han hecho eternos. Pero mírate, estás hecha toda una mujercita, aunque un poco flacucha ¿acaso no comes bien, querida?-inquirió ella,
-Bueno, ya sabe que yo nunca he sido de comer mucho…
-Pues muy mal, ya sabes que debes comer bien, cielo. Déjame que te haga un buen desayuno, de esos que te levantan por completo.
-Ah, recuerde que yo no como carne…
-Descuida, cariño, que no me olvido-asintió ella, guiñándola un ojo.
Fluttershy no pudo evitar sonreír, sintiéndose un poco mejor; se sentó junto a la barra mientras esperaba, pensando en sus propias cosas mientras hacía planes en su cabeza. La esperaba un día largo puesto que Los Santos era muy grande, y probablemente precisaría de un día entero si lo que quería era peinar la ciudad por completo, por lo que iba a necesitar mucha paciencia y tener los ojos muy abiertos. El móvil conectado al rastreador permanecía en su bolsa, aún apagado para ahorrar batería.
-Y cuéntame, cielo, ¿dónde has estado durante todo este tiempo?-inquirió la señora Casey en un momento dado, desde la cocina.
-Oh, bueno, me establecí en el condado de Blaine…
-Ah, entonces no te fuiste muy lejos… ¿y qué tal todo por allí?
-Bien, muy bien, bastante tranquila, ya sabe que nunca me gustó demasiado el ajetreo de la ciudad…
-Sí, aunque ¿qué te trae por aquí entonces?
Por un momento Fluttershy dudó, no muy segura de qué contestar al respecto. Lo último que quería era poner en peligro a la señora Casey, por lo que prefirió ir a lo seguro.
-Bueno, tengo unos asuntos pendientes que requieren de mi atención…
-Entiendo…
La señora Casey no dijo nada más, cosa que la chica agradeció ampliamente.
Al cabo de unos pocos minutos de espera en los que la chica se entretuvo leyendo el periódico local, Los Santos Meteor, la señora Casey regresó con el desayuno, el cual consistía en un gran plato lleno de lo que ella mejor sabía hacer: dos huevos a la plancha, panqueques con sirope de maíz y nata, tostadas y fruta, todo ello acompañado de un zumo de naranja y una buena taza de café. Aunque hacía tiempo que Fluttershy no desayunaba tanto, tampoco pretendía hacerle un feo a la señora Casey, por lo que hizo un esfuerzo y se lo comió todo tranquilamente, mientras iban hablando de todo un poco.
-¿Y qué tal todo por aquí, señora Casey?
-Oh, pues como siempre, cielo, mismas caras, mismos días, misma rutina, mismo todo. Pero bueno, al menos me da para vivir, y a estas alturas tampoco voy a estar quejándome.
-Bueno, después de todo este sitio no sería lo mismo sin usted…
-Oh, querida, me halagas, tampoco es para tanto…
-No, en serio, no me imagino el barrio sin este restaurante… y estoy segura de que la gente de por aquí tampoco.
-¿Eso crees? Vamos a ver… ¡hey, Daryl!-exclamó entonces la señora Casey, dirigiéndose al otro lado de la barra, donde un hombre de mediana edad también se encontraba desayunando.
El tal Daryl se volvió hacia ella, mirándola con gesto inquisitivo, a lo que ella comentó.
-¿Verías el barrio sin mí y sin mi diner?
A eso Daryl tan solo se encogió de hombros, al tiempo que decía.
-Meh, tendría que caminar un poco más para ir al siguiente, este es el que más cerca me queda.
Su contestación indignó a Fluttershy, sin embargo la señora Casey apenas se inmutó, incluso llegó a esbozar una indulgente sonrisita, como si se esperara una respuesta así.
-¿Lo ves, querida? En realidad nada cambiaría, pero bueno, aun así sigo aquí. Sí, sigo aquí…
Esa última declaración dejó un poco chocada a Fluttershy, la cual se quedó muy pensativa. Era en momentos como esos cuando más recordaba por qué no le gustaba esa ciudad ni la gente que vivía en ella. La falsedad y condescendencia que caracterizaba a los santinos era algo que ponía enferma a la chica, ya que chocaba mucho con su forma de ser, más simple y sincera. Aunque lo que más la molestaba era el poco cariño y respeto que ese hombre había demostrado tener hacia la señora Casey, que era como la madre que nunca tuvo para ella. Apretó un puño con fuerza, frunciendo el ceño y arrugando los labios, notando cómo la rabia comenzaba a apoderarse de ella y cada vez con más ganas de responder a ese hombre.
Sin embargo en ese momento notó como una mano se posaba en su puño, aflojándose enseguida. Fluttershy levantó la mirada y vio a la señora Casey mirándola como sólo una madre haría, esbozando una sincera sonrisa. La chica no pudo evitar emocionarse, con lágrimas en los ojos, pero la señora Casey negó con la cabeza, al tiempo que posaba una mano en su mejilla, con gesto cariñoso. La chica se recreó en ese momento, dejándose llevar y tranquilizándose enseguida.
El resto del desayuno fue más tranquilo, en cuanto terminó fue a pagar, pero la señora Casey se lo impidió.
-No te preocupes, cielo, esta vez invita la casa.
-Pero…
-Oh, vamos, después de todo hacía tiempo que no nos veíamos. ¿Vendrás a cenar?
-Oh… sí, claro…
-Vale, en ese caso nos vemos esta tarde.
Se despidió de ella con el estómago lleno y volvió un momento al almacén para ir a recoger la furgoneta, la cual se encontraba aparcada en un callejón justo al lado de la puerta; nada más subir a ella arrancó el motor, el cual renqueó un poco al principio, y una vez que estuvo lista encendió el móvil para comenzar a rastrear la señal. Como la otra noche por allí no daba señal de ningún tipo, por lo que tendría que ponerse en marcha; pensó en descartar el este de Los Santos, pero dado que tenía intención de peinar toda la ciudad desechó la idea y decidió empezar por los barrios aledaños. Miró una vez más el número antes de salir a la carretera, el cual destacaba por ser más largo de lo normal. Normalmente los primeros dígitos solían pertenecer a centralitas y centros de desvío de llamadas, por lo que tuvo en cuenta tan solo los ocho últimos números, los cuales acababan en 8534-9811. Con eso en mente aceleró y se puso en camino, saliendo a Popular Street y comenzando la búsqueda.
-No me puedo creer que tampoco haya nada aquí… debe de haber algo que se me escapa.
Era en momentos como esos cuando Lester se molestaba, y mucho. No conseguir la información que buscaba en el momento preciso le ponía particularmente nervioso, ya que le daba la sensación de desinformación. De cierta forma se había acostumbrado a saberlo todo gracias a sus habilidades, que le permitían acceder a cualquier sitio y enterase de casi cualquier cosa, pero cuando eso no sucedía, la mente de Lester se alteraba y apenas le dejaba concentrarse.
Hasta ahora la búsqueda de alguna pista que le llevase hasta Seymour Sanders no había dado resultado, y el detalle en sí, aparte de molestarle, le llamaba la atención de cierta forma. Normalmente cualquier criminal corriente norteamericano estaba fichado de alguna u otra forma, ya fuera por la policía local, estatal, o bien el FIB, la IAA o incluso por la Globalpol, en el remoto caso de que hubiera llegado tan lejos. Sin embargo ningún Seymour Sanders estaba fichado en ninguna de esas instituciones, ni siquiera sabían nada de él en un foro de criminales localizado en lo más profundo de la deep web y en el cual Lester solía entrar en ocasiones, sobre todo cuando buscaba a alguien en concreto, como era ese el caso.
-Agh, maldita sea…-masculló el hombre, recolocándose en su silla y dejando escapar un leve quejido doloroso.
Desde hacía años padecía de caquexia, una enfermedad degenerativa la cual le limitaba mucho la movilidad en la gran mayoría de los casos, necesitando de su silla de ruedas para moverse, aunque con periodos de movilidad crónicos en los que precisaba de un bastón para andar a un paso lento y moderado. Al menos no se le había mezclado con anorexia, ya que hubiera sido incluso peor, aunque el comer nunca había sido un problema para él.
Lester se estiró, tratando de encontrar una posición cómoda, pero en ese justo momento un insistente pitido que ya le era familiar comenzó a sonar al otro lado de la estancia.
-Vaya, vaya, ¿otra vez a las andadas? Veamos que andas haciendo, mi escurridizo amigo…
Se puso frente a los teclados y comenzó a observar sus movimientos. Al principio se movía lentamente, dando vueltas por todo el barrio de La Mesa, pero luego comenzó a coger más ritmo. Una vez que terminó en La Mesa se dirigió a Cypress Flats, recorriéndolo de arriba abajo, y acto seguido subó por todo El Burro Heights, recorriendo todo el campo petrolífero de Murrieta y pasando cerca de su casa. Siguió subiendo todo recto pasando por Murrieta Heights, para luego dirigirse hacia Mirror Park, pasando por Vinewood Este, y regresando hacia el sur a través de la autopista Elysian Fields, cogiendo una salida que la llevó directamente al puerto de la ciudad, concretamente a los muelles de carga de Elysian Island.
Para entonces Lester ya estaba lo suficientemente confuso, comenzando a hacer conjeturas en su mente.
-Que comportamiento tan errático, está dando vueltas sin ningún propósito aparente, no parece seguir ningún patrón específico. A no ser que esté buscando algo, eso explicaría por qué no sigue ninguna ruta predefinida.
Aunque aparentemente no parecía ser nada importante, Lester prefirió ir sobre seguro y siguió monitorizando de cerca esa extraña señal que parecía moverse por toda la ciudad. Mientras tanto, continuó con la búsqueda de Seymour Sanders.
-Mmmh… no parece manufacturado… lo cual es raro puesto que al menos el sesenta por ciento de la munición que se vende en este país suele ser de fabricación extranjera.
-Entonces ¿no podría rastrear el arma que lo disparó?
-Hombre, por poder, se puede, pero sería muy complicado, tenga en cuenta que en todo el estado se vende al menos una media de quinientas armas al mes, junto con sus correspondientes municiones, y existen más de mil clientes listados en nuestra base de datos, al menos aquí en San Andreas.
-Entiendo…
Y no era para menos, ya que Ammu-Nation era una de las franquicias de tiendas de armas más grandes de todo el país. Todo americano amante de las armas la conocía, o bien había comprado allí al menos una vez. Fundada en 1963, Ammu-Nation siempre ha estado ahí, asegurando y protegiendo los derechos de los americanos que desean protegerse a si mismos y a sus familias.
Ammu-Nation del centro
-Entiendo que sea complicado, pero teniendo en cuenta lo que me ha dicho, en tal caso no es imposible.
-No necesariamente, aunque tendría que tener mucho tiempo y mucha paciencia si lo que quiere es obtener resultados. Puedo usar el número de serie para acotar la búsqueda, pero aun así necesitaría tiempo. Aunque me extraña de por si, esto es algo que Lester sabe y de sobra, si lo que quería era que se lo mirara, con pedírmelo hubiera bastado…
Ese comentario dio que pensar a Rarity, la cual se quedó callada rumiando la situación. Dado que esto era algo que a Lester le parecía urgir lo más rápido sería que, aun a pesar de la muy posible larga espera, el contacto se pusiera a trabajar de inmediato mientras que ellos probaban por otras vías. Después de todo, el propio Lester la llegó admitir que no sería fácil.
-Bueno, no soy yo quien tiene la última palabra, y tampoco quiero hablar por Lester, pero aun así le voy a pedir que lo intente.
-Está bien, si eso es lo que Lester quiere…
Rarity le confió el casquillo para que lo guardara y usara para rastrear el arma y, tras eso, salió de la tienda y comenzó a andar hacia el norte, pensando en sus propias cosas.
A su alrededor los edificios del centro parecían rodearla y observarla, al tiempo que el ruido de la calle componía una caótica sinfonía que hacía cantar a la ciudad, la cual parecía estar extrañamente animada. La gente andaba apresuradamente por las calles, ejecutivos de cuello almidonado hablaban por sus teléfonos, consultaban sus tablets y expresaban sus inseguridades con continuos braceos que trataban de contrarrestar con maletines de cuero o cualquier otra cosa con la que mantener sus manos ocupadas.
Hasta el momento Rarity se había hecho fácilmente al ritmo de la ciudad, aunque de cierta forma echaba en falta al ambiente costero de Vice City; en comparación con su ciudad de residencia, Los Santos era mucho más grande y bulliciosa. Por su parte Vice City era mucho más tranquila, y Rarity llegaba a echar en falta parte de esa tranquilidad. Aunque lo que más echaba en falta era a su hermanita, la cual apenas la había vuelto a hablar desde la decepción de la última vez al saber que no volvería en el periodo de tiempo prometido. La chica dejó escapar un sentido suspiro, aunque a nadie pareció importarle.
En ese justo momento su móvil comenzó a sonar, sacándola de sus pensamientos; en cuanto vio que se trataba de Lester lo respondió enseguida para informarle de los últimos acontecimientos.
-Tengo algo.
-Ah, sí, vale, la llamaba por otra cosa, pero cuénteme, cuénteme.
-He hablado con su contacto en el Ammu-Nation del centro y me ha dicho que puede rastrear el número de serie, pero que le llevaría tiempo.
-Sí, bueno, en parte era de esperar…
-Dado que es una pista de por sí he considerado que no perdemos nada intentándolo, así que le he dicho que lo haga igualmente.
-Sí, sabia elección, aunque tarde podremos obtener algo a lo que atenernos. Pero bueno, dejando aparte eso, me gustaría pedirla algo.
-¿De qué se trata?
-Verá, desde ayer por la noche llegué a detectar una extraña señal proveniente de un rastreador que me tiene un poco inquieto. Aparentemente no parece ser nada serio, aunque por otro lado me inquieta ya que no se comporta de manera esperable.
-¿Esperable? ¿Y eso por qué? Es sólo una señal, seguro que hay muchas otras señales emitiéndose todo el día en toda la ciudad…
-Sí, en parte lleva razón, pero la mayoría de señales que se emiten en esta ciudad suelen ser provenientes de radios, televisiones, canales privados de policía, tráfico, organismos públicos y demás servicios especiales. Normalmente este tipo de señales se emiten a cierta frecuencia de alta intensidad no superior a los treinta hertzios por minuto y en un rango amplio aproximado, pero en este caso, esta frecuencia es de baja intensidad pero que supera la media de hertzios por minuto y que además opera a un rango menor. Esas suelen frecuencias propias de un rastreador, uno muy viejo, pero aparentemente todavía operable. El hecho de que alguien quiera ponerse a husmear a baja frecuencia con un equipo tan viejo, sobre todo teniendo en cuenta que hoy en día existen mejores equipos para ello, me inquieta de por sí. Y más aún teniendo en cuenta sus últimos movimientos.
-¿Y eso por qué?
-Está dando vueltas por toda la ciudad, como si buscara algo en concreto. Puede que parezca una banalidad y esté sonando cual conspiracionista paranoico ahora mismo, pero tengo la suficiente experiencia como para saber que algo no anda bien.
-Ya, vale, ¿y qué quiere que haga al respecto? Yo no soy ninguna experta, al contrario que usted…
-No, pero tiene dos dedos de frente, y eso es más que suficiente. La estoy enviando una aplicación para que se le descargue e instale en su móvil, se llama Trackify y sirve para rastrear señales tanto a baja como alta frecuencia. Si escoge la opción de alta frecuencia lo más probable es que la aplicación se vuelva loca porque detectará todas las frecuencias de radio, televisión y demás señales de onda larga, pero si escoge la opción de baja frecuencia, detectará sólo las señales que tan solo operan a baja frecuencia, como el caso de la señal que estoy buscando. Trate de localizarla y descubrir quién está detrás de ella, puedo ir guiándola un poco desde aquí.
-Bueno, está bien ¿dónde está ahora?
-Ha estado remoloneando por el puerto, pero ahora parece estar rezagada en el aeropuerto, vaya a ver si puede localizarla, la mantendré informada si se mueve.
Antes de que Rarity pudiera decir nada más Lester colgó, dejándola con la miel en los labios.
-Pues vale, de paseo por la ciudad, supongo… ¡taxi!
Ante ese cambio de acontecimientos Rarity supo que iba a ser un día muy largo, por lo que hizo de tripas corazón, se armó de paciencia y abordó el primer taxi que se paró. En su móvil la aplicación comenzaba a descargarse para posteriormente instalarse, arrancando de seguido. El día seguía igual de nublado.
(Continúa en el siguiente mensaje)