Aún envueltos en la profunda oscuridad de la noche, los coloridos y variopintos vagones del ferrocarril destacaban llamativamente sobre el pálido manto de nieve que cubría las cimas de aquellos montes. El tren, como una perezosa serpiente que estuviera tendida sobre una roca al sol con intención de calentarse, permanecía detenido a lo largo de la ladera de la montaña, encontrando obstruido su camino por los desprendimientos de hielo y escarcha que, cayendo desde la cumbre, habían llegado a dañar gravemente las vías y trabado la entrada a un cercano túnel.
Una leve columna de humo se elevaba recta hacia el oscuro cielo desde la alta y negra chimenea de la locomotora. Las calderas, aún frenada la marcha de la gran maquina, seguían funcionando y consumiendo carbón con gran voracidad con el fin de mantener encendidas las luces y operando a pleno rendimiento los demás sistemas, desde los instrumentales a disposición del maquinista hasta las puertas corredizas automáticas, pasando por los electrodomésticos varios con los que contaba la cocina del vagón restaurante.
Precisamente ese mismo vagón restaurante, que de cara al exterior mostraba todas sus luces encendidas, contaba con más actividad de la que acostumbraba a haber a aquellas horas ya bastante altas de la noche. Varios de los pasajeros habían abandonado sus literas o sus departamentos, preocupados o hastiados por el retraso, y se repartían ahora por varias de las mesas o acomodados a la barra, mientras el personal de servicio, aunque reducido a un camarero y un cocinero, les atendían lo mejor posible.
Uno de los ponies presentes que destacaba bastante era un elegante unicornio de porte y ropajes distinguidos que, sentado a una de las mesas con una copa de coñac ante sí, ojeaba con tranquilidad las páginas del Canterlot Post. En otra mesa cercana una joven de talla poco mayor que una potrilla, que parecía viajar sola, bostezaba ante un vaso lleno hasta la mitad con zumo de manzana. Acodada a la barra una pegaso de pelaje amarillo y llamativa crin arco iris, tomaba un whisky con soda mientras permanecía abstraída con una novela de Daring Do. A su lado un grifo degustaba lentamente una jarra de cerveza con aspecto aburrido. Finalmente, en un rincón, un unicornio de pelaje grisáceo y crin tricolor parecía no hacer nada aparte de vaciar a base de pequeños sorbos un vaso de zumo de melocotón mientras jugueteaba y comía de un platito de aceitunas.
En una de las mesas del centro del salón, un poco apartado de todos los demás presentes, Fogsun intentaba concentrarse también en la lectura. Ante sí un tazón de chocolate y una pequeña fuente colmada de churros cubiertos de azúcar permanecían aún calientes a la espera de ser comidos. Levantando la vista del pequeño libro, el unicornio, un poco ajeno lo que sucedía a su alrededor, dio un rápido recorrido con la mirada por el restaurante antes de quedarse contemplando la taza todavía humeante. Los nervios que le dificultaban conciliar el sueño también afectaban a su apetito. Apenas habían pasado unas horas desde que abandonara la “seguridad” de su pequeño refugio en el Celestium y ya lo echaba en falta.
Aún permanecía así, intentando leer en vano, cuando Twilight le vio nada más entrar al vagón. La joven unicornio, aunque había logrado dormirse, se despertó al poco tiempo y, viendo que Fogsun no estaba en su litera, había decidido, por hacer algo más que nada, buscarle por ver si le ocurría algo. Intuía que el viaje podía haberle causado algunos quebraderos de cabeza. Por ello se aproximó con cautela, no queriendo molestarle y, tras rodear la mesa y obtener del unicornio un mudo gesto de permiso, se sentó frente a él.
-¿Qué estás leyendo?-le preguntó amablemente para romper el hielo.
-Las “Meditaciones” de la Emperatriz Aurora-le respondió él con igual tono, alzando el libro para mostrarle la portada del mismo. Realmente se notaba que no había podido centrarse demasiado en la lectura.
-¡Oh! Las conozco muy bien-asintió una emocionada Twilight, que no dudó, tras aclararse la garganta, a ponerse a citar de memoria:-“Al amanecer, cuando te despiertas perezosa, ten a casco lo siguiente: recuerda que despiertas para ir a afrontar las tareas de una alicornio. ¿Y te vas a irritar por dirigirte a aquello para lo que has nacido y que tu don te ha marcado y grabado en tu flanco como destino? ¿O acaso es este tu talento, el reconfortarte al calor de las mantas? Sí, bien cierto que es agradable y placentero, pero, ¿qué me dices con eso? ¿Acaso para eso vives, para complacerte? Es decir, ¿para sentir, no para actuar? ¿No vas a fijarte en como las pequeñas plantas, los animalillos, los insectos, las tribus de ponies bárbaros y de grifos avaros, todos ellos hacen lo que consideran y tienen por propio según su naturaleza y así dan forma y crean el universo? ¿Resulta que vas a ser tú la que no quiera hacer lo adecuado para una alicornio a la que su hado ha dotado de realeza? ¿No vas a correr con presteza a vivir y actuar conforme a tu naturaleza?...”
-Perdone, señorita-la llamada de atención por parte del camarero interrumpió la recitación de la joven unicornio-¿Va a querer tomar algo?
-¡Oh, sí, sí!-asintió Twilight, a la que el ver el pedido de Fogsun le había abierto el apetito-Tráigame lo mismo que a mi amigo: un buen tazón de chocolate y al menos una docena de churros-encargó, casi relamiéndose.
-Marchando-asintió aquel mientras ya trotaba a la cocina.
-“Y es que es tu propia naturaleza…”-continuó Fog donde Twilight se había interrumpido-“La que te ha dado la medida de que lo es justo y adecuado en cada aspecto de la vida. También te lo ha dado en el comer, el beber, el descansar y el ocio, en los banquetes y festejos y en las visitas a las termas. En todo ello bien que no eres remisa ni te muestras indolente, que bien pronto te das a ellas hasta el exceso. Pero, en lo que realmente te atañe, en cumplir el don que el hado y la naturaleza te han asignado, en cumplir con tus deberes reales, en eso te muestras reacia y poco entusiasta, conformándote con lo que consideras suficiente. Así pues, no has de decir que amas tu naturaleza, pues si lo hicieras, amarías lo que le corresponde y actuarías en consecuencia. ¿No ves a aquellos que viven conformes a su don, lo aman y viven dedicados a ello? Los soldados de tus legiones, los cocineros y pasteleros, los músicos, los pegasos acróbatas y velocistas, los cortesanos y eruditos, los constructores y arquitectos de las colonias… Todos ellos viven para su don y algunos ni para comer o descansar pararían, tal entrega tienen a su arte. ¿Y va a ser menos para ti el deber de gobernar el Imperio?”
-Oh…-sonrió Twilight-Casi me siento un poco tonta ahora mismo porque estaba a punto de comentarte que me parecía un gran libro cuando es evidente que no es para nada necesario y que lo conoces muy bien-dijo, ligeramente sonrojada.
-Tú no eres tonta en absoluto, Twy-le dijo Fog, halagándola y sacándole otra ligera sonrisa-Y…lo cierto es que sí. Conozco muy bien este libro porque lo leía desde pequeño. Bueno, para ser exactos, nos lo leía mi padre, a mis hermanos y a mí.
-Oh, ¿de verdad?-Twilight no pudo evitar preguntar, llevada por la curiosidad. Aunque algo sorprendida de que el unicornio sacará un tema personal, no por eso iba a dejar lo que consideraba una oportunidad de saber algo más de él.
-Así es. Por las noches, antes de mandarnos a la cama, mi padre nos reunía en el salón y nos iba leyendo los libros que él consideraba que servirían para nuestra formación moral, para ser, como decía él, “ponies de bien, trabajadores y de palabra”.
-Realmente parece que tu padre tiene firme madera de estoico-comentó Twilight-¿Se trata de un erudito, un estudioso? Aunque el domingo me dijiste que tenía un…-hizo memoria-…un pequeño negocio.
-Mi padre valora mucho la cultura-le respondió sin parecer querer entrar en detalles-Es un pony muy trabajador y vive volcado en sus labores, pero usa gran parte del poco tiempo de ocio que tiene en instruirse. Cuando no está atareado en algo, lo puedes encontrar en su sillón del salón, fumando tranquilamente en su pipa y leyendo.
-Realmente parece un gran pony por lo que me cuentas-se admiró la alicornio morada-Con ese padre y con una madre investigadora del Celestium, no es una sorpresa que haya salido un hijo tan brillante-aprovechó para devolverle el cumplido de antes.
-Oh… Bueno… No tanto…-replicó Fog, ruborizado ante aquello.
-¿Y qué más os leía vuestro padre?
-Bueno… “Los trabajos y los días” era otro de sus libros de cabecera-respondió con tono de no querer entrar en detalle sobre ello.
-Vaya. No localizo ahora mismo ese título, pero sé que lo conozco.
-Fue una obra de contenido moral de un tal Farsíodo.
-Farsíodo, Farsíodo… ¡Oh, sí! Lo menciona Grastory como uno de los precursores de la colonización del valle de Canterlot… ¿Su obra no versaba sobre agricultura y demás?
-Farsíodo, como bien dices, fue un pony granjero que tuvo un papel esencial en la fundación de Mareville y que se dedicó al cultivo de cereales, sobre todo trigo y cebada, pero su obra, aunque tiene connotaciones agrarias, es ante todo moral. Te lo resumo: trabaja duro, no te quejes y no vayas por el camino de la ganancia rápida. Todo lo demás…es…relleno.
-Interesante… Me lo apuntaré en mi lista de libros pendientes.
-Lo mejor para mis hermanos y para mí era la noche de los domingos. Si consideraba que habíamos sido bastante buenos y nos lo habíamos ganado, nos leía alguno de los viejos cuentos tradicionales de Hiponia. La verdad es que adoraba esos cuentos. Me pasaba buena parte de la semana esperando que llegase por eso la noche del domingo… Al menos hasta que pude leerlos por mí mismo-ríe brevemente.
-Te entiendo-comentó Twilight, compartiendo la alegre risa de su interlocutor-Y, dime, ¿de dónde procede tu interés por los aydara? Me dijiste que tu madre se había dedicado también a ello y que fue miembro del Celestium, pero imagino que no será la única razón.
-La verdad es que la magia y la alquimia me llamaron la atención desde que era un potrillo. Había muchos libros sobre alquimia en la librería del señor Lybook y, como bien has dicho, mi madre me enseñó muchas cosas de ella. Además, la historia me fascinó muy pronto y yo quería conocer más de mi familia, de mis antepasados, algunos de los cuales, para bien o para mal, tuvieron su papel en la historia de Hiponia.
-¿Puedes nombrarme alguno?-le preguntó con interés. Aquello en particular le había parecido llamativo.
-Eh… Bueno…-tuvo que tirar de memoria el unicornio-Hubo un Fogbow Dremtly que tuvo renombre en el Centro Alquímico de Cherady en tiempos de la reina Platina. Un Raingray Dremtly que fue un importante consejero del rey Fogking III y hubo un homónimo mío, un Fogsun Dremtly que fue uno de los líderes aydara que ayudaron a la princesa Celestia a pacificar y anexar Hiponia a Equestria. Incluso fue virrey, entre el 520 y el 534, de la ya por entonces provincia de Hiponia.
-Realmente increíble-asintió Twilight, aumentando el breve pero sincero sentimiento de orgullo que mostraba Fog.
-Así pues puedo decir que la alquimia aydara forma parte de mi patrimonio cultural y familiar. En realidad, eso es algo bastante común en Hiponia, lo que no es de extrañar. Es un reino que fue creado por esa misma magia.
-Por lo que he leído, los aydara llegaron a hacer cosas realmente grandiosas con la alquimia, desde transformar desiertos en vergeles a crear gemas más duras que el diamante. Estoy deseando saber más de ellos y de la alquimia. Sólo lamento haber tardado tanto en interesarme por ella.
-Bueno…es posible que la historiografía más favorable haya…exaltado un tanto de más los logros y éxitos de la alquimia aydara, pero eso no es óbice para que se le reconozcan sus grandes aportaciones al campo de la magia.
-Una de las cosas que más me ha llamado la atención al leer el libro de Benedtree que me prestaste es el de la persistencia de los influjos mágicos en la materia. Es decir, mira las criptas aydara, por ejemplo. Fueron construidas hace más de quinientos años y, no obstante, las defensas y sistemas mágicos con que las dotaron sus constructores, seguían en funcionamiento cuando empezaron a ser descubiertas y excavadas. Es algo realmente asombroso. ¿No te parece?
-Ciertamente…estoy de acuerdo contigo en este punto-asintió Fogsun sin demasiada convicción.
-Y ya que he mencionado el tema… Recuerdo que me dijiste que participaste como voluntario en las excavaciones de las ruinas de Cherady y, en Cherady, hay una esas famosas criptas subterráneas. ¿Llegaste a verla?
-Bueno… Efectivamente, tal y como has dicho, hay una cripta en Cherady… Y sí, llegué a poder verla… Pero… En principio… No hay mucho que contar…-el unicornio parecía receloso al ir, poco a poco, contestando. Desgranaba las palabras una a una, como si temiera que en cualquier momento Twilight le llevase la contraria o le fuese a pedir explicaciones…pero nada de eso ocurrió.
-La verdad, a mi me gustaría ver alguna vez una ruina aydara en vivo y…-se interrumpió de repente, pareciendo haber recordado algo de improviso. Por un momento, Fogsun contuvo el aliento…-¡Oh! ¡Se me había olvidado!-exclamó de repente la unicornio lavanda.
-¿Qué?-preguntó Dremtly, intentando que una chispa de angustia no se percibiera en su voz. Por suerte para él, la mente de su interlocutora estaba lejos de lo que el temía.
-Verás. Anteayer, por la noche, vino a verme una amiga mía de Ponyville, muy preocupada por una especie de ruinas que había encontrado cerca del pueblo-le explicó ella de forma resumida-¡Y ahora caigo en la cuenta de que tendría que haberle hablado de ello a la princesa Celestia y de que no le he dicho nada!-añadió, preocupándose a su vez.
-¿Una “especie de ruinas”?-repitió, cauto, Fogsun, intentando hacerse una idea de a qué podía referirse Twilight-¿Algo parecido al castillo de las dos hermanas que se encuentra en el bosque Ever Free?
-La verdad es que no te lo podría decir, mi amiga no fue demasiado prolija en cuanto a detalles… Pero sí dejó una cosa muy clara: tenía defensas mágicas activas y, por lo visto, muy poderosas. Yo desestimé que fuera una amenaza inmediata para Ponyville y que no pasaría nada mientras ningún pony se acercara, pero creo que lo conveniente sería informar a la princesa Celestia y proceder a echarle un vistazo. Para asegurarse.
-Supongo…-asintió, no precisamente con entusiasmo, el unicornio. “Una ruina con defensas mágicas…”, pensó, “al menos no puede ser una ruina aydara. Es imposible que los aydara construyeran una cripta a dos pasos de la mismísima Canterlot”.
Twilight, por su parte, ignoró el estado del unicornio, algo decaído desde que saliera aquel tema de conversación… Su mente divagaba lejos mientras mezclaba los churros con el chocolate y empezaba a tomárselos, aunque mecánicamente y casi sin darse cuenta. Cada estaba más acostumbrada a que la princesa Celestia no llevaba a cabo ninguna iniciativa por el mero hecho de hacerla. Si le había encomendado ayudar a Fog en relación con las prácticas de campo que el profesor Knowling le había encargado… ¿Es porqué conocía la existencia de aquella extraña ruina y quería que la encontrara? Quizá sólo tenía una cierta intuición y deseaba comprobarla… Eran muchas posibilidades y todas le parecían validas. ¿Y qué papel tendría en todo aquello el propio Knowling? ¿Sería cómplice? ¿El que enviara a Fogsun a Ponyville con ese encargo de prácticas no sería su meta real, un fin orquestado por la princesa Celestia para llevar a Twilight al descubrimiento y neutralización de un posible peligro? Apartó aquellas ideas de su mente… El sueño le estaba volviendo y se sentía divagar sin la suficiente claridad en sus pensamientos.
-Eh…-Fog, que estaba lejos de tener ganas de dormir, quiso retomar la conversación y, sobre todo, cambiar de tema-¿Por qué no me cuentas algo de Ponyville?-le pidió amablemente. Realmente no tenía tanta curiosidad por el pueblo, a pesar de ir a vivir algunos días o semanas en él, pero no se le ocurría otra cosa mejor.
-Oh, bueno…-aún con la mente en otras cosas, la unicornio no pudo dejar de responder, en consideración a las respuestas de su interlocutor antes-Es un pequeño pueblo que, al principio, quizá te de una falsa impresión de ser un lugar rústico, sin nada especial, como tantos pintorescos pueblos ofrecen a la primera vista. He de admitir que yo misma no tuve precisamente el mejor concepto de él cuando llegué por primera vez desde Canterlot… Aunque como tú ya has vivido en un pueblo, quizá esta advertencia sobra… Bueno. En cualquier caso, te aseguro que Ponyville es una comunidad muy alegre y vital, un lugar muy agradable para vivir y con unos vecinos muy acogedores y simpáticos… No hay límites para las cosas buenas que podría decir del pueblo-terminó la unicornio asintiendo sonriente a sus propias palabras.
-Parece un buen lugar para vivir-comentó secamente el unicornio.
-Bueno… Es cierto que hablo desde la parcialidad de quien lo ha convertido en su hogar desde hace ya un tiempo, además de que allí conocí a las que son mis cinco mejores amigas, lo que le convierte de por sí en un lugar especial para mí.
-Entiendo…-reflexionó Fogsun-¿Y has dicho “cinco mejores amigas”? Me suena extraño. ¿No debería haber un solo “mejor amigo” o “amiga” en este caso?
-En absoluto. La amistad no es un recurso limitado que uno deba administrar con cuidado, si no que fructifica con riqueza a través del trato diario y de las experiencias compartidas. Admito, y de momento mi experiencia va de acuerdo a ello, que esa familiaridad tiende a ser mayor con un número de ponies específicos con los que se tenga especial cercanía en la vida rutinaria, pero no tiene porqué ser sólo uno. Especialmente esto ocurre cuando esos pocos ponies, aparte de la proximidad, conforman entre ellos un grupo construido sobre un fundamente común cuyos miembros mantienen entre sí las mismas sólidas relaciones de amistad. En el caso de mis amigas, yo tengo el mismo cariño por todas ellas y entre las demás ocurre lo mismo. Aunque ahora que lo dices, al reflexionar y expresarlo de esta manera, quizá no andas del todo desencaminado… Quizá un grupo tan unido de amigos no es muy distinto de tener un solo mejor amigo… Tendré que reflexionar sobre ello.
-Es una cuestión interesante, pero recuerda los consejos de la emperatriz Aurora: los distintos ponies, con talentos y dones variados, hemos nacidos proclives a la colaboración y la convivencia, pero, no obstante, el ideal estoico pasa por la autosuficiencia, el bastarse a uno mismo. Poner “en cascos ajenos” la propia felicidad es perder el necesario dominio que uno debe ejercer sobre sí mismo.
-Es cierto que esa es la postura de la escuela estoica… Yo misma la encontraba perfectamente válida cuando vivía en Canterlot… Pero a la reflexión teórica le he contrapuesto… Una evidencia empírica que supone una importante amenaza de refutación… Y aunque es cierto que en materia filosófica las ideas no son tan sencillas a la hora de…desechar un punto de vista… En fin. Digamos, por no alargar más la cuestión, que de momento prefiero guiarme por lo que experimentó en la vida real. Es lo que me parece lo más sensato.
-El pragmatismo resulta siempre muy tentador-asintió Fogsun.
-Y ya que las he mencionado, podría hablarte de ellas, aunque dentro de poco tú mismo las podrás conocer… Um… ¿Por cuál empezar? Bueno. Una de ellas es Applejack, una honesta y muy trabajadora pony, como su nombre indica, de la gran familia Apple. Tengo entendido que hay muchas ramas de esa familia por toda Equestria, no sé si también las habrá en Hiponia.
-Sí que los hay. Bueno, yo no conozco a ningún Apple, pero cerca Ponytown sé que tienen un manzanar de gran extensión llamado Candy Apple Farm.
-Applejack es muy voluntariosa y no teme ensuciarse las pezuñas, como suele decirse. Aunque no le preocupa demasiado cultivar su… “vida interior”. Ya me entiendes-ríe levemente-No es por nada, pero no recuerdo haberla visto nunca con un libro en sus pezuñas. En fin, otra amiga mía es una pegaso un tanto arrogante y con ego que llega a volar más alto que ella. Se llama Rainbow Dash y es una gran fan de los wonderbolt. ¡Oh! Si supiera lo de tu relación con Spitfire...
-No suelo mencionar ese tema-le interrumpió Fogsun-Aunque admitiré, en confianza, que con los pases especiales que me pasa no me pierdo casi ninguna carrera ni espectáculo de los wonderbolt. Son realmente increíbles.
-Pues ya tendrías algo de que hablar Rainbow y tú… Aunque la última vez que hablamos fue algo tensa, así que quizá no te la pueda presentar pronto. Ella fue la que me habló de la ruina que he mencionado antes y, cuando le dije que no lo consideraba una amenaza como para tener que tomar medidas inmediatas… Bueno… Digamos que no es una pony que acepte las negativas.
-Entiendo… Pero continua con las otras-le animó el unicornio, poco interesado en que resurgiese aquel tema.
-Bueno. Otra de mis amigas se llama Rarity, es modista y tiene su propio negocio, la boutique Carrusel. Es un poco…estirada en ocasiones, pero con un gran corazón que es todo generosidad. Y adora todo, absolutamente todo-recalcó la palabra-lo que procede de Canterlot. Te lo digo porque, seguramente, eso le interesará de ti en cuánto te presente y querrá hacerte muchas preguntas.
-Oh… Vaya… Lo tendré en cuenta.
-Luego está Fluttershy. Ella vive un tanto apartada, cerca del bosque, ya que su talento y pasión es el cuidado de los animales, lo que se le da muy bien, por cierto. Incluso tiene el don de entender sus lenguajes, algo que siempre he admirado. Aunque no te sorprendas si no la ves en muchos días tras llegar a Ponyville. Es…un tanto reservada y tímida y prefiere…estar tranquila en su casa, atendiendo sus labores, que cualquier otra cosa-intentó decir de forma “suave” mientras Fogsun sólo podía pensar que entendía perfectamente esa postura-Y, en último lugar, pero no menos importante, está Pinkie Pie. La verdad es que he de advertirte algo sobre ella…-aquellas palabras despertaron especialmente la atención del unicornio.
-¿Advertirme?-le preguntó.
-Es que Pinkie, que por lo demás es una pony muy alegre y risueña, tiene algunos rasgos muy…particulares en su forma de ser y actuar que, si no estás acostumbrado, pueden resultar chocantes. Digamos que es poco convencional, una pony que tiene…la costumbre de…sorprender. Es algo difícil de explicar, pero cuando la conozcas, y es seguro que la conocerás, creo que lo entenderás.
-Eh…de acuerdo…-asintió Fogsun, preguntándose que pasaría con esa tal “Pinkie Pie”.