Capítulo 25
Tipo de incógnito
Tipo de incógnito
-Las cuentas vuelven a estar peladas… ¿Qué pasó con ese pluriempleo que llegaste a pillar, el de las cajas? ¿No has vuelto a hacer nada?
-Ah… no, es que el capataz se ha marchado por una temporada y hasta que no vuelva no voy a poder seguir con eso…
-Vaya, qué mal, esos seis mil dólares diarios que conseguías traer la verdad es que nos aliviaban bastante.
-Ya, es una putada… déjame ver eso.
Y así era, por mucho que la doliese los seis mil dólares diarios que Philips la daba por traficar con armas antes de que se fuera repentinamente conseguían mantenerles a flote aunque sólo fuera un poco. Ahora que había dejado de recibirlos, podían volver a notar el peso de los apuros económicos echándose sobre ellos otra vez, volviendo a la carga. Y las cuentas bien lo atestiguaban.
-Maldita sea, apenas nos da para mantener los cultivos… y una cuarta parte para comida y poco más-masculló Applejack, molesta por la situación.
-Sí, esto empieza a ser preocupante…
Tanto como ella como Big Mac se quedaron callados, pensando en posibilidades, aunque visto lo visto estaba todo bastante complicado. En un momento dado su hermano inquirió.
-Bueno, ahora que lo pienso… Berry Punch vino al entierro ¿no?
-Sí, estuve hablando un rato con ella.
-Es una vieja amiga de la familia… ¿y si… la pedimos ayuda?
Esa frase hizo reaccionar a Applejack, suspirando de seguido.
-Sabes que no me gusta hacer eso…
-Sí, lo sé, lo sé, pero piensa que ella siempre ha estado ahí, y nunca la hemos pedido nada, igual si se lo pides adecuadamente…
La granjera cerró los ojos, con gesto compungido. Desde siempre Applejack ha tenido un estricto código de honor que la impedía pedir así sin más a los demás, por muy cercanos que estos fueran. Sin embargo la crucial situación económica familiar actual la hacía replantearse, por primera vez, sus principios.
-Está bien, pero espero no tener que volver a hacer esto.
-Bien. Llévate a Apple Bloom, está muy mustia últimamente.
-Sí, seguramente quiera venir.
Applejack se levantó, dejando a Big Mac en el salón con las cuentas, y subió hasta la habitación de su hermana pequeña. De un tiempo a esa parte la niña había perdido gran parte de la vitalidad que la caracterizaba, ya no estaba fuera de casa tanto tiempo como antes, y se pasaba más tiempo en su habitación distrayéndose con cualquier otra cosa. Por suerte era sábado y no tenía clase, por lo que aprovechó para visitarla y avisarla de sus planes.
-Hey Apple Bloom…-murmuró ella, tocando levemente a la puerta entornada.
La abrió un poco y vio a la niña tumbada en la cama, leyendo un libro con gesto centrado; Applejack se acercó hasta ella y se sentó a su lado, inquiriendo de seguido.
-¿Qué lees?
Como contestación la niña le mostró la portada, donde se podía leer: Formas sencillas de hacer dinero.
-¿Qué haces leyendo eso?
-Simple curiosidad.
-Ya, pero por ahora estos libros no son los que más deberías leer… ¿has hecho todas tus tareas?
-Sí, pero no son tan prácticas como este libro, por ejemplo.
-¿Qué quieres decir?
-Nada…
Applejack esbozó un gesto preocupado, aunque por el momento prefirió no presionarla mucho, comentando de seguido.
-Por cierto, venía para decirte que voy a ir a las colinas de Tongva a hacer una visita a Berry Punch ¿quieres venir?
-¿Va a estar Piña Colada?-inquirió entonces la niña, repentinamente interesada.
-Sí, supongo que sí… ¿quieres venir?
-¡Sí, vale, hace mil que no la veo, vamos, vamos!-exclamó ella, emocionada.
Y no era para menos, ya que Piña Colada era una de sus primeras amigas que hizo desde que era más pequeña y vivían en el valle de Tongva. Era la hermana pequeña de Berry Punch y tenía su misma edad, no la había vuelto a ver desde la mudanza.
La niña comenzó a prepararse para el viaje y Applejack la imitó, estando lista en poco menos de diez minutos, aunque en cuanto bajó las escaleras Apple Bloom ya estaba en el pasillo junto a la puerta, esperándola.
-¡Vamos, Applejack, eres muy lenta!
-Ya, ya voy, no seas impaciente… bueno, me voy a eso, estaremos de vuelta para comer-murmuró la chica dirigiéndose a su hermano.
-Vale, ya me contarás-se despidió Big Mac, sin apartar la vista del libro de cuentas.
Se dirigieron al granero pequeño para coger el coche y se pusieron en camino hacia las colinas de Tongva, habiendo un buen trecho desde donde estaban. Primero debía de dirigirse a la ruta 68, por lo que se dirigió primero en dirección hacia Sandy Shores mientras ambas hermanas iban hablando por el camino.
-¿Y cómo es que te ha dado por ir a ver a Berry Punch?-quiso saber Apple Bloom en un momento dado.
-Bueno, hace tiempo que no la he vuelto a ver…
-¿No estuvo en el entierro de la abuela?
-Sí, desde el entierro, quiero decir…
-Tampoco ha pasado mucho tiempo.
-Ya, pero bueno, ya sabes que es una vieja amiga de la familia, y siempre es importante mantener el contacto aunque ya no vivamos al lado…
-Pues sí… ¿saben que vamos?
-No, va a ser una visita sorpresa.
-¡Genial! Ya quiero ver la cara que va a poner Piña Colada en cuanto me vea…
-Seguro que se alegra mucho de volver a verte.
Llegaron a Sandy Shores en poco menos de diez minutos, pasando al lado del viejo pueblo turístico y girando a la izquierda al lado del paso a nivel, aunque tuvieron que parar ya que en ese momento los semáforos se iluminaron, al tiempo que las barreras bajaban y empezaba a sonar una estridente campana, ya que iba a pasar un tren de mercancías.
-Oye Applejack ¿puedo hacerte una pregunta?
-Sí, claro.
-¿A dónde fuiste antes de ayer? Estuviste fuera durante casi todo el día y volviste a casa a las tantas de la madrugada…
La chica se percató enseguida de lo que estaba preguntando exactamente, esbozando un gesto preocupado casi imperceptible; sabía muy bien que debía proteger a su familia a toda costa, y por ello absolutamente nadie debía saber lo que ocurría, y menos aún alguien como Apple Bloom. Por suerte se había preparado algo por si alguien la preguntaba.
-Ah, sí, estuve haciendo algunas gestiones en la ciudad que me llevaron mucho tiempo, haciéndome volver a las tantas…
-Pues qué raro, con lo poco que te gusta a ti la ciudad…
-Ya, lo sé, fue muy tedioso pero necesario, estoy con los del banco con un tira y afloja tremendo, qué ganas de que todo esto acabe y nos den el dinero.
La niña no dijo nada más, quedándose convencida y sin preguntar nada más al respecto. Por su parte Applejack lamentó el haberla mentido de esa forma, odiándose en ese aspecto y odiando su compleja situación que la ataba en todos los sentidos y la dejaba a merced de Sunset y sus matones.
En ese momento el tren terminó de pasar y la campana se detuvo, al tiempo que las barreras subían y el tráfico volvía a rodar. Por su parte Applejack metió primera y aceleró de seguido, tratando de olvidarse de todo ese asunto aunque sólo fuera por una vez. Ahora iban a ver a una vieja amiga de la familia y al menos eso la ayudaba a distraerse aunque sólo fuera un poco.
El viaje continuó hasta las antenas parabólicas que hacían esquina con Panorama Drive, justo al lado del Yellow Jack Inn, la cantina local más famosa del desierto de Señora, y a partir de ahí fue todo recto por la ruta 68 hacia el oeste, atravesando gran parte del desierto. Dejaron atrás Harmony y comenzaron a bordear el río Zancudo, siguiéndole durante varios kilómetros y pasando justo al lado de la iglesia y el cementerio donde enterraron a Granny Smith. Un poco más adelante llegaron a una pequeña bifurcación donde empezaban a verse un buen montón de viñedos repartidos a lo largo y ancho de las colinas cercanas.
-¡Ya falta poco!-exclamó Apple Bloom, emocionada.
-Sí, llegamos dentro de nada-asintió Applejack, girando el volante a tope.
La carretera comenzó a serpear entre las viñas mientras iban subiendo la ladera, viendo desde la distancia la figura de unas bodegas que ellos conocían bastante bien. Finalmente y tras unos pocos kilómetros más llegaron a su destino, una gran casa bodeguera de una sola planta junto a un pequeño aparcamiento y un cobertizo.
Applejack aparcó justo enfrente del cobertizo y tanto ella como Apple Bloom se bajaron del coche, respirando el aire fresco que tanto caracterizaba a las colinas de Tongva. Y es que si por algo eran conocidas esas colinas eran sobre todo por sus vinos, todos ellos cultivados, criados y embotellados en ese mismo lugar propiedad de Berry Punch, vieja amiga de la infancia de Apppejack y una de las viticultoras más famosas de la costa oeste.
La fama de los Viñedos Marlowe la precedía, y no era para menos, puesto que había obtenido el certificado de calidad del propio gobierno de San Andreas y habían sido galardonados multitudes de veces con premios varios gracias a la buena calidad de sus vinos. Las uvas que allí se cultivaban eran muchas y muy variadas, algunas autóctonas de allí y otras traídas de otras partes del mundo como Francia, Italia o España. Debido a esto la demanda era casi constante y trabajaban durante casi todo el año para abastecer todos los pedidos procedentes de otras partes del país.
Viñedos Marlowe en las colinas de Tongva
En ese justo momento aparecieron dos jornaleros hablando en español y Applejack se dirigió a ellos para preguntarles acerca del paradero de Berry.
-Disculpen ¿saben dónde puedo encontrar a Berry Punch, la dueña?
-Sí, la patrona se encuentra en la casa preparándola para los invitados, no más-la informó uno de ellos.
-Vale, muchas gracias. Vamos Apple Bloom.
Las dos se dirigieron a la puerta principal de la casa y Applejack llamó al timbre, resonando con fuerza desde el otro lado. Al cabo de unos pocos segundos de espera abrió la puerta una criada con aspecto latino que les atendió.
-¿Sí, qué desean?
-Hemos venido a ver a Berry Punch, la dueña, somos unos amigos.
-Ah, sí, pasen y esperen aquí junto al recibidor.
-Vale, gracias.
Las dos pasaron al interior, al tiempo que la criada cerraba la puerta y desaparecía hacia el interior. La casa era bastante grande y señorial, con una decoración exquisita y muy basada en la madera de nogal, con parqué, paredes de piedra y techo abombado. Las paredes estaban decoradas con multitud de cuadros de campiñas, viñas y eras, de pintores variados. En ese sentido se notaba que a Berry la iba bien y no la faltaba de nada, aunque había sido sobre todo gracias a su esfuerzo y su trabajo.
Aunque en ese momento una voz familiar la sacó de sus pensamientos.
-¡Applejack, qué sorpresa!
-¡Berry! ¿Qué tal estás?
Ambas mujeres se dieron un efusivo abrazo que duró sus buenos segundos, aunque luego la viticultora se dirigió a la niña y la saludó de igual forma.
-¡Apple Bloom, me alegro de verte! ¿Cómo estás?
-Bien, muy bien… oye Berry ¿sabes dónde está Piña Colada?-inquirió la niña, yendo al grano.
-¿Piña? Sí, está en las viñas del este, pasada la carretera.
-¡Vale, voy a ir a verla!
-¡Ve con cuidado!-exclamó Applejack, preocupada.
-¡Sí, descuida!
La niña desapareció por la puerta y ambas mujeres aprovecharon para hablar entre ellas.
-¿Qué tal todo por aquí, Berry?
-Ah, pues bien, me pillas preparando la terraza para una cata de vinos que va a haber después de comer, si vieras la demanda que hay últimamente, no doy abasto, todos los ricachones de Los Santos vienen aquí para probar lo que tenemos, es increíble, beben como esponjas.
-¿Quieres que te ayude?
-No hace falta, ya casi está, ven a verlo si eso.
La parte de atrás de la casa destacaba por tener una espaciosa terraza con una fuente y un buen montón de mesas y sillas, todas ellas dispuestas para una cata en condiciones con varias copas, servilletas de seda, catadores y descorchadores. Tenía además unas escaleras que daban acceso a la parte norte de las viñas, desde la barandilla de piedra se podía ver gran parte de sus terrenos, todos ellos llenos de hileras que ocupaban gran parte de las colinas, extendiéndose a su alrededor y envueltas por grandes y altos pinos. Al fondo del todo se podía ver la figura de Fort Zancudo recortándose en la lejanía, recordando a Applejack aquel infausto día, aunque enseguida pensó en otra cosa, comentando de seguido.
-Qué buenas vistas tenéis…
-¿A que sí? aunque ya me las conozco bien no me canso de ellas. Y cuéntame ¿Qué te trae por aquí?
-Oh, pues ya sabes, de visita…
-¿Qué tal todo por allí, estáis bien?
Applejack abrió la boca para contestar, no muy segura de qué decir; miró por un momento a su vieja amiga, la cual la miraba con gesto inquisitivo y algo preocupado, hasta que finalmente suspiró y comenzó a hablar.
-Pues… me gustaría decirte que sí, Berry, pero… por desgracia no es así…
-¿Por qué, qué pasa?
-Pues es… todo. Desde que la abuela murió nos ha ido de mal en peor, después de perder la cosecha tuvimos que plantar lo poco que teníamos, pero aún falta mucho para recoger lo sembrado. Intenté acceder a la herencia que la abuela me dejó, pero hay problemas en el banco y no he podido, y debido a eso me tuve que pluriemplear de repartidora. Estuve casi una semana trabajando y cobrando diariamente, lo cual nos alivió un poco, pero ahora lo del reparto se ha quedado parado y volvemos a estar en números rojos. Sabes que nunca te he pedido nada, Berry, pero esta vez las circunstancias me obligan. Por favor, ayúdanos…
El silencio posterior se sintió bastante denso, sobre todo para Applejack, que de alguna forma se sentía particularmente incómoda. Sin embargo por su parte Berry se pronunció enseguida.
-Oh, Applejack ¿por qué no me lo dijiste antes? Sabes que estoy dispuesta a ayudaros con lo que haga falta, nos conocemos desde que éramos pequeñas…
-Ya, ya lo sé, pero es que… sé que te ha ido muy bien, y es por eso, se trata de tu trabajo, no quería aprovecharme de él…
-¿Aprovecharte de…? ¡Oh, por favor, Applejack, no digas chorradas! ¡Siempre hemos estado ahí la una para la otra, apoyándonos mutuamente! ¿Cómo no voy a ayudaros?
-Sí, lo sé, lo sé muy bien, y es que es eso, tú siempre has estado ahí, trabajando duro y creando tu imperio vitivinícola, mientras que yo tan solo soy una simple granjera…
-Applejack, no dices más que tonterías, siempre has sido igual de cabezona…
-¡No son tonterías! Es tu trabajo y tu esfuerzo después de todo, y en el fondo eso es lo que importa, siempre lo decía la abuela…
-Ya, y también decía que, aunque no fuésemos familia, siempre nos apoyáramos los unos a los otros, y en ese sentido tenía razón. Voy a ayudarte, Applejack, por mucho que tú digas lo contrario.
Ante la seguridad y contundencia de Berry, la granjera de quedó callada, mirándola a los ojos fijamente hasta que no pudo más, echándose sobre ella y dejando escapar algunas lágrimas. La viticultora la asió entre sus brazos, dejando pasar el tiempo y comentando en un momento dado.
-¿Te acuerdas cundo éramos niñas y yo bajaba al valle para jugar contigo?
Ante eso Applejack tan solo asintió levemente con la cabeza, secándose las lágrimas.
-Recuerdo que Granny Smith siempre me saludaba al llegar, ofreciéndome algo de beber antes de ir a verte. Aunque no era mi abuela per se, su carácter afable la hacía tan cercana que más de una vez la llegué a llamar abuela yo también, pero a ella no la importaba y me trataba como si fuera una nieta suya más. Y una vez me dijo que nunca me separara de ti, puesto que siempre habías sido como una hermana para mí. Yo la prometí que nunca lo haría, y pienso cumplir esa promesa, Jackie.
Para entonces ambas ya estaban lo suficientemente emocionadas, dándose otro gran abrazo con lágrimas en los ojos. Tras unos buenos minutos así las dos se separaron y Applejack susurró.
-Gracias, Berry…
-Ni lo menciones, Jackie. ¿Cuánto necesitas?
-Ah, pues… no lo había pensado, la verdad…
-Bueno, en ese caso vamos a empezar con… cincuenta mil.
-¿Cincuenta? Eso es mucho…
-Es igual, necesitáis un empujón y yo os lo voy a dar, y no pienso bajar de ahí. Venga, regatéame, sé que se te da bien…
Ante eso Applejack no pudo evitar sonreír, siguiéndola el juego y sintiéndose mucho mejor, al tiempo que un leve viento de poniente agitaba las vides cercanas.
Por su parte Apple Bloom cruzó la carretera rápidamente, aun a pesar de que ese tramo en concreto no era muy transitado, personándose enseguida en las viñas del este. Desde donde estaba se podían ver un par de arroyos que regaban el lugar, provenientes de una serie de acuíferos subterráneos situados en lo alto de las colinas que siempre manaban a lo largo de todo el año. Eso, unido a los terrenos irregulares, la rica tierra fértil de los mismos y el normalmente clima cálido de San Andreas hacía a ese el lugar perfecto para el cultivo de la vid.
Comenzó a zigzaguear entre las hileras, buscando a su amiga, hasta que finalmente la encontró, exclamando de seguido.
-¡Piña!
La aludida, una niña de su edad de pelo rosa claro y ojos verdes, reaccionó de seguido, viendo entonces de quien se trataba y exclamando.
-¡Apple Bloom!
Ambas niñas se dieron un gran abrazo, dejando pasar el tiempo y recreándose en ese mismo instante. Tras eso Piña Colada fue la primera en hablar.
-¿Qué haces aquí?
-¡Pues de visita! Applejack está hablando con Berry.
-¡Qué bien, me alegro de volver a verte, hacía tiempo desde la última vez!
-Sí… ¿Qué tal todo por aquí, qué haces?
-Oh, pues dando un paseo y vigilando los cultivos… mira, todas estas vides de aquí son de tempranillo y garnacha traídos de España, tienes que probarlas.
La niña asió uno de los racimos y empezó a comprobar las uvas, concretamente las más cercanas al tallo y las más escondidas; escogió entonces dos y las arrancó, ofreciéndole una a su amiga.
-¿Esta cuál es?
-Garnacha, pruébala.
Ambas niñas probaron las uvas y Apple Bloom exclamó.
-¡Vaya, qué buenas son!
-¿A que si? Y mira, las de tempranillo están aquí, están cerca de madurar por lo que están aún más buenas.
Caminaron unas cuantas hileras más abajo, donde los racimos tenían un color negro azulado más prominente que el de la garnacha. Realizando el mismo procedimiento Apple Bloom la probó, quedándose bastante impresionada.
-Vaya, estas también están buenas…
-¿A que sí? un poco más arriba, en las viñas del suroeste, tenemos toda una cosecha de cabernet sauvignon y una más pequeña de merlot, y en las viñas del norte tenemos uvas blancas como albariño, moscato giallo y verdejo y en las de un poco más al norte otras variedades como moscatel, napoleón y riparia gloire-explicó Piña Colada, con todo detalle.
-Caramba, sí que controlas…
-¡Pues claro! después de todo ayudo en lo que sea a mi hermana siempre que puedo, ella me está enseñando todo lo que sabe sobre vinos ya que algún día yo también trabajaré aquí y heredaré los viñedos.
Esas palabras dieron que pensar a Apple Bloom, la cual comentó de seguido.
-Bueno, al menos tú lo tienes claro, porque lo que es yo…
-¿Eh? ¿Y eso por qué?
-Pues porque… yo no sé lo que quiero hacer. Siempre me ha gustado ayudar a mis hermanos en la granja, pero desde que murió la abuela todo parece haber cambiado. Veo cómo mis hermanos tratan de que salgamos adelante y yo apenas puedo hacer nada al respecto, y eso me frustra más de lo que yo misma me hubiera esperado.
Ante eso Piña Colada se quedó callada, sin saber muy bien cómo responder al respecto, aunque en un momento dado comentó.
-Bueno, tal vez aún no lo tengas del todo claro, pero míralo así, por ahora la única forma de la que puedes ayudar es con las tareas, pero piensa que eso te ayudará en un futuro cuando heredes la granja.
-Ya, pero… si te soy sincera no me veo trabajando en la granja-anunció Apple Bloom.
-¿Ah, no? ¿Y dónde te ves entonces?
La niña miró a su amiga con gesto inseguro, pero al final suspiró y comentó.
-El caso es que no lo sé, quizás en Los Santos, haciendo dinero para así poder ayudarles… aunque no sé si Applejack se lo tomaría muy bien, no la gusta nada la ciudad, aunque últimamente pase más tiempo en ella que por aquí…
-Bueno, no lo veo mal, después de todo siempre hay algo que hacer en LS. Hagas lo que hagas yo siempre te voy a apoyar, Apple Bloom, después de todo eres mi mejor amiga…
-Gracias Piña…
Una vez más ambas niñas se abrazaron con cariño, aunque en un momento dado la futura viticultora rompió el abrazo y comentó.
-¿Quieres probar la cabernet sauvignon?
-¡Vale, vamos!
Las dos echaron a correr entre las hileras de viñas, dirigiéndose esta vez hacia los cultivos más elevados. El rumor del agua de los arroyos se combinaba con el mecer de las ramas de los pinos agitadas por el viento, conformando una hermosa melodía natural.
-Entonces quedamos en cincuenta y dos mil…
-Sí, bueno, sí a ti te parece bien…
-Pues claro que sí, ya sabes que quiero ayudarte, no le des más vueltas.
-Está bien, está bien, cincuenta y dos mil.
-Venga, que sean cincuenta y tres.
-Oh, venga ya, y luego me dices que no le dé más vueltas…
-Vale, cincuenta y tres.
-Qué tonta eres…
-Lo sé.
Por un momento las dos se miraron fijamente, Berry con expresión divertida y Applejack con el ceño fruncido. Finalmente las dos se rieron confidentemente, al tiempo que la granjera rodaba los ojos y se ajustaba su sombrero, comentando.
-Eres un caso…
-Más que tú lo dudo…
Habían estado dando una vuelta por las viñas del norte mientras acordaban una cifra para prestarla, al tiempo que hablaban de trivialidades varias entre medias. En momentos como ese era cuando Applejack descansaba de verdad, olvidándose de todo lo demás y disfrutando de la compañía de una vieja amiga, la cual estaba a punto de hacerla un enorme favor. Y es que la cifra no era para nada desdeñable, con ese dinero seguramente podrían salir adelante durante los siguientes meses mientras terminaban de adecentar un poco más los terrenos y ordenaban las cifras.
-Gracias por todo, Berry, te debo una bien grande…
-Ah, no lo pienses más, en serio, es lo mínimo que puedo hacer por mi vieja amiga-murmuró la aludida, sonriéndola y pasando un brazo por sus hombros.
Ante eso Applejack sonrió y la abrazó directamente, dándola las gracias igualmente. En ese justo momento un jornalero apareció de improviso dirigiéndose a Berry.
-Ah, señorita Punch, acá está, la estaba buscando…
-Dime Diego.
-Han llegado los invitados de la ciudad, están esperando dentro de la hacienda…
-Ah, vale, ahora voy, que vayan sacando las botellas, están guardadas en el cobertizo.
-Sí señora.
El jornalero se fue colina arriba y las dos le siguieron, volviendo a la casa rápidamente.
-Vale, pues esta tarde hago sin falta la transferencia.
-Muchas gracias, Berry, de verdad…
-Nada, ya sabes… ¿dónde se ha metido Piña? Me gustaría que me ayudara con la cata…
-Estará con Apple Bloom, espera que la llamo.
Antes de que Berry dijera algo más, Applejack se llevó el índice y el pulgar derecho a la boca y emitió un alargado silbido, seguido inmediatamente después por uno más corto que resonó por las colinas.
-Vaya, curiosa forma de llamarla…-comentó la viticultora.
-Es el silbido de llamada, lo conoce bien, estarán de vuelta enseguida.
Y así fue, en poco menos de tres minutos tanto Apple Bloom como Piña Colada regresaron a la casa por el lado izquierdo de la carretera, saliendo de las viñas del suroeste y con los labios algo manchados. En cuanto las vio Berry murmuró.
-¿Otra vez comiéndote uvas, Piña? ¡Que nos dejas sin cosecha!
-Sólo las estábamos probando, nada más…
-Ya, ya… necesito tu ayuda, ya han venido los de la cata.
-Ah, vale.
-Por nuestra parte nos vamos ya, volveremos a visitaros otro día de estos.
-Está bien, veníos a comer un día de estos y estamos todos juntos, tráete a tus primos también-la sugirió Berry.
-Está bien.
Tras las despedidas Apple Bloom y Applejack montaron en su coche, despidiéndose una vez más de ellas con la mano y volvieron por donde habían venido, regresando a la ruta 68 bajando por las colinas. Por su parte Applejack estaba algo más tranquila, ya que ese dinero podría ayudarlos a salir adelante durante un buen tiempo.
-¿Qué tal con Piña?
-Ah, pues bien, hemos estado hablando y probando algunas uvas, sabe un montón.
-Bien, me alegro…
-¿Y tú qué tal con Berry?-inquirió entonces la niña.
-Ah, pues bien también, hemos estado hablando, ya sabes, recordando los viejos tiempos…
Por su parte Apple Bloom no dijo nada más, mirando el paisaje. Applejack la imitó, ya que tampoco tenía por qué saber que Berry les iba a prestar dinero, concentrándose en la carretera. Tras media hora de viaje dejaron atrás las verdes riberas del valle de Tongva para volver a ver el árido y seco paisaje del desierto de Gran Señora, llegando a la intersección con Señora Road y parándose ante el stop; en ese justo momento pasó un grupo de varios moteros dispuestos a modo de convoy, por un instante le pareció ver a Rainbow montada en una de las motos y acompañando al grupo, cosa que la dejó bastante extrañada. Quiso mirar otra vez, para asegurarse, pero en ese momento apareció una caravana justo detrás de ella que la obligó a seguir hacia delante, alejándose del grupo y quedándose con la duda.
Rainbow entrecerró los ojos con fuerza, llegando a rascarse ligeramente al notar un poco de arena entrar en uno de ellos.
-Agh, mierda de desierto, y yo sin gafas…
El viaje desde la ciudad hasta Stab City se había dado sin mayores complicaciones, incluso la reunión con Joseph había ido mejor de lo que ella misma se hubiera esperado. Quedó con Al cerca de allí, concretamente en la plaza de los juzgados, al lado del monumento a Martin Luther King, y al cabo de unos pocos minutos de espera el líder hizo acto de presencia junto a varios hermanos más. Tras eso se dirigieron directamente a la dirección que esos Ballas la dieron el otro día, el 323 de Roy Lowenstein Boulevard, siendo una pequeña casa adosada justo enfrente de la línea de tren que cruzaba esa parte de la ciudad. Les abrió otra persona que les llevó directamente hasta Joseph, el cual les dio la bienvenida y se quedó mirando fijamente a Rainbow durante unos breves pero intensos segundos. No la dijo nada, pero tan solo esbozó una breve sonrisa antes de hablar.
-Entonces habéis venido a hacer negocios con nosotros…
-Así es, sabemos que les interesan las anfetaminas que producimos en el condado de Blaine, podemos ofrecerles un buen cargamento.
-Bien, aunque supongo que habréis traído alguna muestra…
-Claro.
Uno de los moteros que vino con Al sacó una pequeña bolsita de su chaqueta de cuero y la abrió, mostrando una serie de trozos de color blanco opacado muy parecidos al cristal, de ahí a que también se le llamara cristal. Por su parte Joseph arrugó el ceño, comentando de seguido.
-Está sin cortar.
-Sí, es una muestra sin cortar para que la vieran, tenemos otra cortada-añadió Al rápidamente.
Al punto otro de los moteros sacó esta vez una bolsita con el cristal cortado y preparado, viéndose más como si fuera sal gorda. Joseph cogió un cuchillo y lo usó para hacerse una raya, probándolo de seguido esnifándola. Dejó escapar un ligero aspaviento, saboreándola, hasta que finalmente murmuró.
-Nada mal… probadla, negros, a ver qué os parece.
El resto de Ballas que acompañaban a Joseph también probaron un poco, saliendo bastante satisfechos al poco rato.
-Vaya, ya se me está durmiendo la garganta…
-Sí, nada pero que nada mal…
-Es mierda de calidad, negros…
Una vez que todos la probaron y le dieron el visto bueno, Joseph se dirigió a Al.
-Muy bien, pues a la vista de esta calidad, podemos pediros una buena cantidad… ¿Qué tal cinco kilos?
-Bien, podemos proporcionároslos-aceptó Al, sin vacilar.
-Estupendo. Hablé anoche con los otros OGs y ya me dijeron lo que requerís a cambio, aunque primero queremos tener el género antes de hacer nada.
-Lo entendemos, lo tendrán para esta misma tarde.
-No, no podemos esperar tanto, queremos darla utilidad cuanto antes y así poder daros lo que nos habéis pedido rápidamente, así todos salimos ganando. Llevad los cinco kilos al viejo aserradero abandonado del bosque de Paleto en el parque natural del monte Chiliad hoy a mediodía, os estarán esperando allí-indicó Joseph.
-Ah, está bien, allí la tendréis.
-Bien. Encantado de hacer negocios con ustedes.
Debido a ese mismo apremio, tras la reunión tuvieron que moverse rápidamente; nada más salir Al hizo un par de llamadas y tras eso se dirigió a Rainbow.
-Vale, las cocinas de Stab City ya están avisadas, están preparando el cargamento para llevárselo a los Ballas. Rainbow quiero que vayas con ellos y escoltes la mercancía hasta el lugar de entrega.
-Está bien.
-Cuando llegues llámame para confirmarlo, esto ha de salir bien, vamos.
Al se fue de vuelta al cuartel de Mirror Park, al tiempo que Rainbow y el resto de moteros se pusieron en camino hacia el desierto, donde ahora mismo se encontraban, a pocos kilómetros de distancia.
-¿Estamos muy lejos?-inquirió la chica en un momento dado.
-No, llegamos enseguida, hay que cruzar el puente e ir todo recto, no tiene pérdida-indicó el motero.
Y así fue, en poco menos de diez minutos llegaron a Stab City, un pequeño parque de caravanas a orillas del mar de Álamo y rodeado de palmeras; muchas de ellas destacaban por estar especialmente corroídas y en bastante mal estado, con algunas estructuras en ruinas cerca de la entrada. Un camino de tierra rodeaba el lugar formando un circulo, justo en el centro había una serie de caravanas dispuestas concéntricamente, formando de esta forma una pequeña plaza donde había más moteros cargando una furgoneta slamvan negra con el logo de los Lost grabado en su carrocería. Pararon justo al lado de la misma y uno de los Lost de allí se dirigió a ellos.
Stab City
-Llamó Al esta misma mañana, estamos cargando la mercancía, espero que esto sirva de algo, nos han dejado casi sin existencias.
-Tranquilo, lo hará, es una inversión de negocio, ganaremos mucho con esto-aseguró uno de los que la acompañaban.
En cuanto el último de los fardos fue cargado, Rainbow aprovechó para llamar a Al.
-Al, todo bien por aquí, esto ya está listo para entregar.
-Muy bien, pues ya sabes, escóltala para que llegue de una pieza hasta el aserradero, dame otro toque en cuanto esté hecho.
-Vale.
Tras eso regresó a su moto al tiempo que el resto de moteros que la acompañaban rodeaban a la furgoneta, formando así un convoy de protección a su alrededor.
-¡Dash, colócate justo detrás para cerrar la comitiva!-indicó uno de sus compañeros.
-¡Vale!
-¡Toma esto, lo necesitarás si la situación lo amerita!-añadió entonces, lanzándola algo de improviso.
Siendo rápida de reflejos Rainbow interceptó lo que la lanzó, viendo entonces que se trataba de una escopeta recortada. La guardó en una de las bolsas laterales de la moto y, tras eso, fue la última en ponerse en posición, formando de esta forma una escolta preparada para defender la furgoneta en caso de ataque. A una señal del conductor de la misma se pusieron en movimiento de nuevo, abandonando Stab City y poniendo rumbo hacia el norte con destino al aserradero.
Una forma rápida de llegar a donde se dirigían era encaminarse al túnel que atravesaba parte del monte Chiliad y que desembocaba directamente en las zonas altas del parque natural, estando el aserradero a pocos metros de distancia desde allí. Además la ruta era ideal para evitar posibles emboscadas al estar bastante más aislada que otras más convencionales.
Aunque el ritmo del convoy no era muy rápido, el viaje en sí no fue muy lento, llegando rápidamente al parque en poco menos de media hora; desde lo alto del camino de tierra que salía del túnel se podía ver la figura del viejo aserradero situado en las faldas del monte y envuelto entre los altos pinos y abetos que conformaban el parque, comenzando a bajar hacia allí.
En su momento el aserradero del bosque de Paleto era la principal fuente maderera del sur del estado, llegando a cercenar grandes hectáreas del mismo bosque que lo albergaba ya que no cumplían con la normativa establecida de repoblar lo que se talaba. Debido a esto el bosque estuvo a punto de desaparecer, y para entonces muchos hippies y otras personas provenientes de diversos movimientos verdes ya se manifestaban en contra de la tala indebida, logrando llegar hasta el ayuntamiento y haciendo que el gobernador anterior consiguiese escuchar sus quejas. Este comprobó de primera mano el daño que el aserradero había hecho al bosque y decidió cerrarlo rápidamente, cortando así el flujo de madera y teniendo que abastecerse de otros estados. Gracias a esto el bosque de Paleto consiguió salvarse y toda su zona y sus alrededores se declararon parque natural y zona protegida, logrando que el bosque volviese a crecer de nuevo. Actualmente el aserradero permanecía cerrado y abandonado, siendo un lugar perfecto para tratos e intercambios. El viejo edificio se alzaba impertérrito al lado de la vía del tren, de color rojo aunque bastante desgastado y con restos de algunos troncos y tablones de madera amontonados en la parte posterior del complejo.
Aserradero del bosque de Paleto
Nada más llegar a la hora justa, vieron a un pequeño grupo de no más de siete Ballas junto a un par de coches morados justo en medio de la parte delantera del aserradero, parando a pocos metros de distancia de ellos. Todos desmontaron de sus respectivas motos y los que iban en la furgoneta bajaron de ella, yendo a recoger la mercancía. Entre varios la descargaron al tiempo que Rainbow y un vocal de la banda cercano a Al se acercaban a los Ballas que se adelantaron.
-Tal y como nos pedisteis, aquí van cinco kilos de cristal ¿algo que objetar?-inquirió el motero.
-No, aunque nos gustaría verificarlo si no os importa.
Ni el motero ni Rainbow pusieron ninguna pega y otros Ballas se encargaron de comprobar uno a uno que los fardos eran auténticos y estaban todos los cinco kilos presentes.
-Simple precaución, nada más-murmuró el Balla, sin darle mayor importancia.
Por su parte Rainbow le miró algo recelosa, pensando en sus propias cosas. Aunque iba todo bien y sin incidencias, la chica no podía evitar pensar que los Ballas se estaban tomando demasiadas molestias, sobre todo a la hora de comprobar algo que, de por sí, ya estaba hablado. ¿Acaso no se fiaban de ellos? Las palabras de Angus resonaban en su mente, ahora con más fuerza que nunca, llena de dudas e incertidumbre.
Sin embargo, y en contra de lo que ella misma se esperaba, nada raro pasó, sin que se diera cuenta siquiera el intercambio se terminó tan pronto como empezó y los fardos acabaron en el interior de los maleteros de los coches de los Ballas. El que antes se dirigió a ellos lo volvió a hacer con el mismo tono de voz.
-Muy bien, pues con esto ya está hecho. Tendréis lo que queréis en poco menos de una semana, os avisaremos a su debido tiempo cuando hayamos terminado. Estaremos en contacto.
Tras eso los Ballas se fueron de allí en dirección norte, perdiéndose entre los árboles del bosque. Una vez solos, el vocal se dirigió a los demás.
-¡Muy bien, pues esto ya está, en breve tendremos un nuevo territorio y podremos expandirnos rápidamente!
La noticia fue recibida con júbilo, al tiempo que varios moteros festejaban entre sí; en un momento dado uno de ellos exclamó.
-¡Eh, tíos, vayamos a celebrarlo al Hookies!
-¡Sí, esto merece una buena birra! ¡Ven con nosotros, Dash, lo has hecho bien hoy!
-Ah, vale, supongo… ¿Qué es el Hookies?-inquirió la chica, extrañada.
-Es una marisquería que está en Chumash Norte no muy lejos de aquí, los hermanos de por aquí siempre paran allí, es un punto de paso.
-Está bien, vamos.
Las motos y la furgoneta se pusieron en movimiento y todos salieron a la autopista de Great Ocean, dirigiéndose hacia el sur desde donde estaban. Por el camino Rainbow seguía inmersa en sus propios pensamientos, aunque sin duda lo que más la molestaba era el hecho de que Joseph parecía haberla reconocido esa misma mañana, pero no había dicho nada al respecto. Eso la inquietaba bastante por una razón que no terminaba de comprender, aunque quizás fuera por el hecho de que era el OG del set más cercano a donde Scootaloo vivía. Por un momento llegó a pensar si algo de todo esto podría llegar a tener algún tipo de repercusión en ella, pero dado que la niña no tenía nada que ver con la banda enseguida lo descartó, sin embargo las dudas y la incertidumbre seguían ahí, haciéndola compañía.
Tras un cuarto de hora corriendo por la autopista llegaron finalmente a la marisquería, aparcando las motos justo al lado y dirigiéndose a la terraza. Aun y con todo el intercambio había salido bien, por lo que aprovechó para darle el mencionado toque a Al.
Hookies
-¿Sí?
-Ya está hecho, nos han dicho que en una semana como mucho tendremos el territorio.
-Bien, estupendo, buen trabajo, Dash, lo has hecho bien, tomaos algo de mi parte.
-Sí, a eso vamos ahora.
-Vamos hablando.
Todos se sentaron en la terraza y Rainbow los acompañó, mientras iban pidiendo algo de beber. Un brillante día alumbraba San Andreas, con varias nubes decorando el limpio cielo.
(Continúa en el siguiente mensaje)