Amigo invisible Moekonya 2012 - Blanco
Publicado: 31 Ene 2013, 20:21
por DarkGiratina
Posteo aquí el fanfic escrito por el amigo invisible de Moekonya como regalo del amigo invisible 2012 DarkGitano edition Plus. Disfrutadlo.
En blanco. Debo dejar mi mente en blanco mientras espero, tan blanco como la pintura de la pared que tengo delante. Tengo que concentrarme para liberar mi cerebro de todo pensamiento… “Qué contradicción”, pienso, mientras sonrío levemente fijando la mirada en el techo del pasillo.
La Escuela de Magia de Canterlot. Nunca pensé en poder siquiera hacer el examen de acceso, pero aquí estoy, esperando la resolución.
Volteo la mirada hacia la izquierda: nadie. Ahora lo hago hacia la derecha: nadie. Estoy sola en el pasillo. Al menos el banco es cómodo, a pesar de no estar acolchado. Vuelvo a fijarme en la pared blanca… ¿por qué es blanca? El resto del pasillo tiene frescos, ventanas y colores diferentes, pero esa parte en concreto es blanca, de un blanco tan puro que hace daño a la vista.
Apoyo mis pezuñas en el asiento y me reclino hacia atrás, cerrando los ojos, intentando recordar cómo he llegado hasta ahí. Pero mi mente está en blanco, tan blanco como esa maldita pared. No recuerdo haber llegado a ese pasillo, no recuerdo el día de ayer, ni el de anteayer, ni ningún otro anterior a ese. Mi mente está cerrada a cal y canto.
Siento como si en realidad alguien o “algo” me hubiese puesto ahí y activado, de tal forma que sólo tengo conciencia de mí misma a partir de visionar esa horrible pared blanca.
—Moekonya, tu turno —una voz femenina habla a mi izquierda.
Giro mi cabeza hacia la voz y veo una unicornio morada de mediana edad. Su crin rojizo contrasta ligeramente con el color de su cuero. Su Cutie Mark, un pergamino estirado y un tintero con su pluma descansando, me resulta reconfortante.
Me levanto y, pesadamente, me dirijo hacia ella. Cuando me posiciono a su lado, levanta una pata y señala una puerta justo detrás de ella, mientras sonríe de forma comprensiva. Quizás esa sonrisa sea buena señal… o quizás sea una forma de expresar condescendencia porque sepa que he suspendido el examen de acceso.
—¿Por qué la pared es blanca? —digo sin pensar, señalando la porción que hay delante del banco.
—¿Blanca? —pregunta la unicornio, mirando extrañada hacia el lugar que he indicado.
En ese momento la puerta a la que tengo que dirigirme se abre y accedo, sin esperar la respuesta a mi cuestión. Dentro del cuarto, tres unicornios esperan sentados detrás de una gran mesa. Uno es blanco, otro celeste y la única yegua es verde. El unicornio blanco me señala una silla puesta por delante de la mesa, indicando que me siente. Lo hago. Entonces empieza a hablar:
—Moekonya, hemos visto tu prueba de acceso —dice con una sonrisa en la boca—. De hecho —mira hacia los otros dos—, estamos sinceramente asombrados. Tu habilidad con la magia es verdaderamente impresionante —los otros dos unicornios asienten.
Me siento bien… no eufórica, sino simplemente bien. Es como si supiese de antemano la respuesta o, mejor dicho, como si supiese que la respuesta que me acaban de dar fuese la única posible. Pero ni siquiera recuerdo el examen. ¿Qué hechizos usé? ¿Dónde estuve? ¿Había alguien más aparte de los tres examinadores? Todo ello estaba en blanco… tan blanco como la pared… y tan blanco como lo están los ojos del unicornio celeste.
—Sin embargo —continúa diciendo el unicornio blanco—, me temo que no tenemos sitio para ti aquí —se inclina hacia delante, entrecerrando los ojos—. Eres demasiado, digamos, excepcional… Lo que te podamos enseñar aquí no está a tu nivel, por lo que serás designado a un maestro particular. Lo hemos hablado con la Princesa Celestia y está de acuerdo.
Un silencio incómodo toma lugar en la sala. Me fijo más en los ojos del unicornio celeste. Son extraños. No tienen pupila ni iris. Son completamente blancos. ¿Por qué el resto no se sorprende? Y, lo que es más importante, ¿por qué no me extraño yo?
—Tenemos varios profesores que creemos podrán enseñarte adecuadamente —esta vez habla la unicornio verde, que sostiene un papel—. Tienes que elegir uno.
—Twilight Sparkle, Ponyville —exclamo sin pensar.
¿Por qué he dicho eso? ¿Quién es Twilight Sparkle? ¿Qué es Ponyville? Todo me resulta tan caótico, tan extraño… ¿Qué me está ocurriendo?
—De acuerdo —responde la unicornio verde—, Twilight Sparkle, en Ponyville. Está en la lista… se ve que su fama la precede.
—Sin embargo —dice el unicornio morado, levantándose de la silla y acercándose a mí—, debes saber que ella es, digamos, muy especial. Probablemente sea la mejor maestra, pero será la más dura. ¿Estás segura de tu decisión?
Pero lo único que copa mi mirada son sus ojos completamente blancos. Esos ojos son imposibles. Pestañeo y miro hacia el suelo. Cierro los ojos e incorporo la cabeza. Entonces asiento, sin abrir los ojos… no quiero ver ese blanco de nuevo.
—Así será entonces —sentencia el unicornio blanco—, haz las maletas y ve a Ponyville. Twilight Sparkle te estará esperando.
Abro los ojos, pero ya no estoy allí.
Estoy en un pueblo. Miro a mi alrededor, extrañada. ¿Cómo he llegado ahí? Lo último que recuerdo es estar hablando con los examinadores en la Escuela de Magia de Canterlot… pero ahora estoy en otro lugar. A mi lado tengo el equipaje que supuestamente he cogido de mi casa. Pero, ¿cuándo lo he hecho? Y, lo más importante, ¿dónde vivo?
Avanzo uno o dos pasos para investigar mejor. A mi mente vienen unas palabras: “La casa árbol”. Supongo que es ahí donde debo ir. Vuelvo a mirar a mí alrededor, intentando localizar esa casa. Está en mitad del pueblo, aunque más bien parece que el resto de la localidad se ha construido a su alrededor.
Extiendo la pezuña para llamar a la puerta, pero me abstengo en el último momento. Vuelvo a mirar a mí alrededor. No recuerdo haberme movido. El equipaje está a mi lado. Es extraño, supuestamente tendría que haber cogido las maletas por el asa, pues son demasiado estrechas para llevarlas en la espalda, por lo que debo de haber hecho varios viajes para dejarlas ahí. ¿Por qué no he llamado al hacer el primer viaje? Y, lo que es más significativo, ¿cómo he transportado las maletas desde Canterlot hasta ese pueblo?
Algo dentro de mí me dice que las respuestas las encontraré más adelante, por lo que decido continuar. Llamo a la puerta y recojo una de las maletas, ilusionada por conocer a esa tal Twilight Sparkle. Unos pasos se acercan a la puerta y, antes de abrir, oigo siseos y risitas.
Una unicornio de cuero lavanda y crin azul oscuro, con dos franjas, una púrpura y otra rosa, abre la puerta. Me quedo anonadada… ¡pero si es poco más que una potrilla! ¿Cómo me va a enseñar magia avanzada? Ella sonríe mientras me ofrece el acceso al interior. Tambaleante, accedo.
—Moekonya, ¿por qué no usas la magia para mover tu equipaje? —pregunta mientras hace un hechizo que transporta mis maletas al interior de su hogar—. De hecho, me han comentado que tu magia es realmente excepcional.
Es cierto, ¿por qué no he usado la magia? Instintivamente me toco el cuerno. Sí, soy una unicornio. Y por lo visto soy soberbia con la magia… pero, ahora que lo pienso… no recuerdo haber hecho un solo hechizo jamás.
Estoy en mitad de lo que parece un gran hall, que hace las veces de biblioteca. Es circular, o más bien es una excavación interna del gran árbol que se ve desde fuera. ¿Cómo puede estar vivo ese árbol? De repente, desde detrás de unas mesas, cinco ponis aparecen, mientras un pequeño dragón baja unas escaleras.
—¡¡¡FELICIDADES, Moekonya!!! —gritan todas al unísono, a la vez que el dragón lanza serpentina desde las escaleras.
—Muchas gracias, Applejack, Fluttershy, Pinkie Pie, Rainbow Dash y Rarity —exclamo sin pensar—. Y a ti también, Spike.
—Veo que ya las conoces —dice Twilight—, así que no hace falta presentarte a mis amigas… así que, ¿qué prefieres primero, enseñarte tus dependencias o hacer la fiesta de bienvenida?
—Mejor la… —pero no termino la frase porque hay algo que no me cuadra en esa escena. Mi interior me indica que es apremiante descubrir qué es.
Me acerco al grupo de yeguas y las observo detenidamente. Ellas se sorprenden e incluso alguna llega a molestarse silenciosamente. No me importa, sé que encontrar lo erróneo es crucial. Pero no está en ellas.
Me dirijo a las estanterías, segura de que, si el problema no está en primer plano, estará en el fondo. Saco sin contemplaciones los libros, ante la evidente queja de Twilight, que se acerca, dispuesta a hacerme parar. Pero ya lo estoy viendo… detrás de los libros hay un gran cuadro blanco. Es como si alguien hubiese quitado la parte trasera de la estantería y hubiese puesto una pared blanca como la nieve.
—¿Se puede saber qué estás haciendo? —pregunta Twilight, que se ha puesto a mi lado, mientras mágicamente empieza a recoger los libros.
—¿En serio nadie lo está viendo? —señalo el cuadro blanco.
Ante la negativa de todas y ante las caras de extrañeza, creo que debo ser la única que lo ve. Vuelvo a apartar los libros de un empujón, desesperada.
—¡Está aquí! —grito—. ¡La pared blanca! ¡Me persigue!
—¡Aquí no hay nada! —Twilight está realmente irritada, pero se rehace inmediatamente—. Debes estar realmente agotada, creo que lo mejor es que descanses… Y, por supuesto, la fiesta se suspende hasta mañana.
Todas se entristecen, sobre todo Pinkie Pie, que se deja caer al suelo.
—Con la ilusión con que había hecho esta fiesta… —se lamenta la rosácea poni.
—Mañana, Pinkie, mañana —responde Twilight mientras, de forma oculta, eleva su pezuña y la mueve haciendo círculos sobre la sien contraria a la de mi posición, indicando lo que piensa de mí.
Pero yo la he visto. Cree que estoy loca. Todas lo creen. Incluso el pequeño dragón, disgustado, también lo cree. Y, lo que es peor, yo también lo empiezo a creer.
—Spike —Twilight llama la atención de ese pequeño dragón—, enseña a nuestra invitada su habitación.
En ese momento Spike se incorpora y se lleva la garra a la sien, haciendo un símil de saludo militar. Comienza a bajar las escaleras y, cuando le faltan dos o tres peldaños, su cara adquiere un gesto como si fuese a vomitar, aunque únicamente eructa. Sus vapores verdosos se convierten en un pergamino, que rápidamente recoge del suelo y lo abre.
—Es de la Princesa Celestia —comenta.
>>Twilight, necesito tu ayuda urgente. Discord ha escapado de su prisión pétrea y se dirige hacia Ponyville. Creemos que su objetivo sois vosotras seis, ya que fuisteis vosotras las que le capturasteis. Extremad las preocupaciones. Yo voy a sacar los Elementos de la Armonía de la Cámara y volaré tan rápida como pueda hacia allí. Esperadme y no os enfrentéis a Discord hasta que llegue yo.
—¡No puedo creerlo! —Twilight abre los ojos como platos—. ¡Discord ha escapado!
—Lo hemos oído todas —Applejack se acerca a la unicornio, intentando calmarla—. Tenemos que prepararnos… creo que mi granja es un buen lugar para ocultarnos.
Todas afirman con la cabeza.
—¡¡NO!! —chillo con todas mis fuerzas. Todas me miran sobresaltadas—. ¿¡Es que no lo veis!? Discord espera que os escondáis y os buscará primero en los sitios más inverosímiles… en el Everfree Forest, en Sweet Apple Acres o en Cloudsdale.
—¿Entonces qué sugieres? —pregunta Rainbow Dash, que está volando y ejercitando sus patas para el combate.
—Propongo que salgamos ahí fuera y plantemos cara —comento—. Pongámonos en la entrada del pueblo y esperémosle ahí. Con algo de suerte, cuando nos descubra, tendréis ya los Elementos de la Armonía.
—Esa idea es… —Twilight te mira fijamente— lo más estúpido que se le puede ocurrir a cualquiera.
Bajo la mirada, aunque sé en mi interior que, tratándose de Discord, esa idea es la mejor baza.
—Pero has tenido razón en una cosa —sigue comentando Twilight—: has mencionado al Everfree Forest, y creo que esa es la mejor solución.
Todas abandonan la casa-biblioteca de Twilight rumbo al bosque, seguidos por Spike, que intenta consolar a Fluttershy, pues esta está temerosa al saber hacia dónde se dirige.
—¿Vienes o qué? —interpela Twilight desde la puerta.
Salgo rápidamente, dispuesta a plantar cara junto a las demás.
Me dirijo, junto a las demás, hacia una casa que se diría hecha de flores. Sin saber por qué, la reconozco como el hogar de Fluttershy. La tímida pegaso, al ver su refugio, frena levemente para dirigirse hacia ella, pero es retenida convenientemente por el resto y llevada a rastras hacia el bosque que hay por detrás.
Entro con el resto al Everfree Forest. Un escalofrío recorre mi cuerpo, desde la nuca hasta la punta de la cola. Algo no me gusta en esa situación. Estamos yendo hacia el peligro y lo intuyo. Me paro de repente y me giro… pero ahí está Discord, cortándonos el paso.
—Vaya, vaya —exclama el draconequus—. Me habéis defraudado… os he encontrado demasiado rápido. Quizás si hubieseis estado en la entrada del pueblo, podríais haber tenido alguna posibilidad…
Me restriego los ojos con la pezuña, sin creer lo que estoy viendo. Sé que es Discord quien nos amenaza, pero únicamente veo un rectángulo blanco suspendido en el aire.
Estoy harta de esta situación. Cada vez que he visto un cuadro blanco he huido, y eso me ha ido llevado a una situación cada vez más difícil. Es hora de cambiar, así que me dirijo lenta pero directamente hacia el gran rectángulo blanco.
—Celestia no llegará a tiempo para salvaros —Discord sonríe, aunque yo únicamente intuyo que lo está haciendo, ya que únicamente veo ese rectángulo blanco—, porque os voy a destruir ahora…
Siento la mirada penetrante de Discord. Noto que por primera vez se ha fijado en mí, por lo que acelero el paso para tocar el gran cuadro blanco.
—¡¡¡Es… Es imposible!!! —por primera vez Discord está intranquilo, sobresaltado, incluso podría decirse que está realmente asustado—. ¡¡¡TÚ NO DEBERÍAS ESTAR AQUÍ!!!
Y en ese momento, dando un gran salto, golpeo el lienzo blanco con todas mis fuerzas.
Me despierto. Estoy sudorosa. Me incorporo lentamente y noto que la almohada está completamente empapada.
Miro a mi alrededor. Reconozco el lugar: es mi habitación. Contemplo mis manos… cinco dedos. Pestañeo repetidamente, intentando pensar. Todo ha sido un sueño.
Pero sigo intranquila. Era un sueño tan vívido, tan real… que siento en mi interior la necesidad de compartirlo, así que me dirijo al ordenador, encendiéndolo a continuación.
Abro el navegador web y selecciono la solapa de Spaniard Hooves. Sé que ellos me animarán e incluso me podrán aconsejar… porque tengo que volverme a dormir. Necesito regresar a ese sueño en concreto y ayudar a las seis yeguas de Ponyville.
“¿Dónde podría poner el tema?” pienso. Decido, en un instante, crearlo desde cero en la sección General/Offtopic, ya que es, con diferencia, el subforo con más movimiento del foro.
‘Nuevo Tema’, pulso en ese botón. Asunto: ‘Pesadilla, ayudadme’. “Sí, con eso bastará”, pienso, “ahora a ver qué pongo…”
—“He tenido una pesadilla muy real, de hecho, demasiado real.” —escribo. El puntero del ratón me molesta, así que lo muevo de un golpe pero, al hacerlo, sin querer hago click el botón de “Enviar”.
—¡¡¡Maldita sea!!! —grito, pero inmediatamente me encojo. No debo despertar a nadie.
Edito el comentario y empiezo a explicar, punto por punto, el sueño. Apenas he terminado la primera escena cuando un pop-up aparece en una esquina: “Tienes una respuesta en el foro de Spaniard Hooves”.
Entrecierro los ojos, extrañada. “¿Cuándo he puesto que me manden un correo por cada respuesta”, pienso.
Abro otra pestaña a Spaniard Hooves y accedo al mismo tema. La respuesta me deja helada…
—Usuario: Twilight Sparkle: “No ha sido un sueño. Ha sido la realidad. Te necesitamos urgentemente. Discord ha derrotado a las demás, únicamente quedo yo. Sólo tú puedes salvarnos. Debes volver, por favor.” —leo.
—Deseo hacerlo, pero… ¿cómo? —pregunto en alto. A continuación lo escribo y lo envío.
En ese momento la pantalla del ordenador se torna blanca. Un blanco luminoso, que hace daño a la vista. Es el mismo blanco del “sueño”… ¿Sigo soñando? ¿O es éste el sueño y Equestria la realidad?
Instintivamente apago la pantalla, pero el blanco permanece… e incluso se hace más y más grande, hasta que ocupa toda la habitación, todo mi mundo.
Me acurruco en el suelo, aterrada. Miro mi mano, pero ya no está… aunque la siento. Debo salir de esa pesadilla. Estiro los brazos, intentando tocar ese blanco, sabiendo que así salí de Equestria y que quizás, haciendo lo mismo, vuelva…
Noto frío en la punta de los dedos. He tocado ese error blanco. Y entonces todo se vuelve negro. Cierro los ojos, deseando con todo mi ser que, al abrirlos, esté de nuevo en Equestria.
Pero, cuando los abro, la desesperanza llena mi alma.
Spoiler:
MY LITTLE PONY
Para mi amigo invisible
Blanco
En blanco. Debo dejar mi mente en blanco mientras espero, tan blanco como la pintura de la pared que tengo delante. Tengo que concentrarme para liberar mi cerebro de todo pensamiento… “Qué contradicción”, pienso, mientras sonrío levemente fijando la mirada en el techo del pasillo.
La Escuela de Magia de Canterlot. Nunca pensé en poder siquiera hacer el examen de acceso, pero aquí estoy, esperando la resolución.
Volteo la mirada hacia la izquierda: nadie. Ahora lo hago hacia la derecha: nadie. Estoy sola en el pasillo. Al menos el banco es cómodo, a pesar de no estar acolchado. Vuelvo a fijarme en la pared blanca… ¿por qué es blanca? El resto del pasillo tiene frescos, ventanas y colores diferentes, pero esa parte en concreto es blanca, de un blanco tan puro que hace daño a la vista.
Apoyo mis pezuñas en el asiento y me reclino hacia atrás, cerrando los ojos, intentando recordar cómo he llegado hasta ahí. Pero mi mente está en blanco, tan blanco como esa maldita pared. No recuerdo haber llegado a ese pasillo, no recuerdo el día de ayer, ni el de anteayer, ni ningún otro anterior a ese. Mi mente está cerrada a cal y canto.
Siento como si en realidad alguien o “algo” me hubiese puesto ahí y activado, de tal forma que sólo tengo conciencia de mí misma a partir de visionar esa horrible pared blanca.
—Moekonya, tu turno —una voz femenina habla a mi izquierda.
Giro mi cabeza hacia la voz y veo una unicornio morada de mediana edad. Su crin rojizo contrasta ligeramente con el color de su cuero. Su Cutie Mark, un pergamino estirado y un tintero con su pluma descansando, me resulta reconfortante.
Me levanto y, pesadamente, me dirijo hacia ella. Cuando me posiciono a su lado, levanta una pata y señala una puerta justo detrás de ella, mientras sonríe de forma comprensiva. Quizás esa sonrisa sea buena señal… o quizás sea una forma de expresar condescendencia porque sepa que he suspendido el examen de acceso.
—¿Por qué la pared es blanca? —digo sin pensar, señalando la porción que hay delante del banco.
—¿Blanca? —pregunta la unicornio, mirando extrañada hacia el lugar que he indicado.
En ese momento la puerta a la que tengo que dirigirme se abre y accedo, sin esperar la respuesta a mi cuestión. Dentro del cuarto, tres unicornios esperan sentados detrás de una gran mesa. Uno es blanco, otro celeste y la única yegua es verde. El unicornio blanco me señala una silla puesta por delante de la mesa, indicando que me siente. Lo hago. Entonces empieza a hablar:
—Moekonya, hemos visto tu prueba de acceso —dice con una sonrisa en la boca—. De hecho —mira hacia los otros dos—, estamos sinceramente asombrados. Tu habilidad con la magia es verdaderamente impresionante —los otros dos unicornios asienten.
Me siento bien… no eufórica, sino simplemente bien. Es como si supiese de antemano la respuesta o, mejor dicho, como si supiese que la respuesta que me acaban de dar fuese la única posible. Pero ni siquiera recuerdo el examen. ¿Qué hechizos usé? ¿Dónde estuve? ¿Había alguien más aparte de los tres examinadores? Todo ello estaba en blanco… tan blanco como la pared… y tan blanco como lo están los ojos del unicornio celeste.
—Sin embargo —continúa diciendo el unicornio blanco—, me temo que no tenemos sitio para ti aquí —se inclina hacia delante, entrecerrando los ojos—. Eres demasiado, digamos, excepcional… Lo que te podamos enseñar aquí no está a tu nivel, por lo que serás designado a un maestro particular. Lo hemos hablado con la Princesa Celestia y está de acuerdo.
Un silencio incómodo toma lugar en la sala. Me fijo más en los ojos del unicornio celeste. Son extraños. No tienen pupila ni iris. Son completamente blancos. ¿Por qué el resto no se sorprende? Y, lo que es más importante, ¿por qué no me extraño yo?
—Tenemos varios profesores que creemos podrán enseñarte adecuadamente —esta vez habla la unicornio verde, que sostiene un papel—. Tienes que elegir uno.
—Twilight Sparkle, Ponyville —exclamo sin pensar.
¿Por qué he dicho eso? ¿Quién es Twilight Sparkle? ¿Qué es Ponyville? Todo me resulta tan caótico, tan extraño… ¿Qué me está ocurriendo?
—De acuerdo —responde la unicornio verde—, Twilight Sparkle, en Ponyville. Está en la lista… se ve que su fama la precede.
—Sin embargo —dice el unicornio morado, levantándose de la silla y acercándose a mí—, debes saber que ella es, digamos, muy especial. Probablemente sea la mejor maestra, pero será la más dura. ¿Estás segura de tu decisión?
Pero lo único que copa mi mirada son sus ojos completamente blancos. Esos ojos son imposibles. Pestañeo y miro hacia el suelo. Cierro los ojos e incorporo la cabeza. Entonces asiento, sin abrir los ojos… no quiero ver ese blanco de nuevo.
—Así será entonces —sentencia el unicornio blanco—, haz las maletas y ve a Ponyville. Twilight Sparkle te estará esperando.
Abro los ojos, pero ya no estoy allí.
Estoy en un pueblo. Miro a mi alrededor, extrañada. ¿Cómo he llegado ahí? Lo último que recuerdo es estar hablando con los examinadores en la Escuela de Magia de Canterlot… pero ahora estoy en otro lugar. A mi lado tengo el equipaje que supuestamente he cogido de mi casa. Pero, ¿cuándo lo he hecho? Y, lo más importante, ¿dónde vivo?
Avanzo uno o dos pasos para investigar mejor. A mi mente vienen unas palabras: “La casa árbol”. Supongo que es ahí donde debo ir. Vuelvo a mirar a mí alrededor, intentando localizar esa casa. Está en mitad del pueblo, aunque más bien parece que el resto de la localidad se ha construido a su alrededor.
Extiendo la pezuña para llamar a la puerta, pero me abstengo en el último momento. Vuelvo a mirar a mí alrededor. No recuerdo haberme movido. El equipaje está a mi lado. Es extraño, supuestamente tendría que haber cogido las maletas por el asa, pues son demasiado estrechas para llevarlas en la espalda, por lo que debo de haber hecho varios viajes para dejarlas ahí. ¿Por qué no he llamado al hacer el primer viaje? Y, lo que es más significativo, ¿cómo he transportado las maletas desde Canterlot hasta ese pueblo?
Algo dentro de mí me dice que las respuestas las encontraré más adelante, por lo que decido continuar. Llamo a la puerta y recojo una de las maletas, ilusionada por conocer a esa tal Twilight Sparkle. Unos pasos se acercan a la puerta y, antes de abrir, oigo siseos y risitas.
Una unicornio de cuero lavanda y crin azul oscuro, con dos franjas, una púrpura y otra rosa, abre la puerta. Me quedo anonadada… ¡pero si es poco más que una potrilla! ¿Cómo me va a enseñar magia avanzada? Ella sonríe mientras me ofrece el acceso al interior. Tambaleante, accedo.
—Moekonya, ¿por qué no usas la magia para mover tu equipaje? —pregunta mientras hace un hechizo que transporta mis maletas al interior de su hogar—. De hecho, me han comentado que tu magia es realmente excepcional.
Es cierto, ¿por qué no he usado la magia? Instintivamente me toco el cuerno. Sí, soy una unicornio. Y por lo visto soy soberbia con la magia… pero, ahora que lo pienso… no recuerdo haber hecho un solo hechizo jamás.
Estoy en mitad de lo que parece un gran hall, que hace las veces de biblioteca. Es circular, o más bien es una excavación interna del gran árbol que se ve desde fuera. ¿Cómo puede estar vivo ese árbol? De repente, desde detrás de unas mesas, cinco ponis aparecen, mientras un pequeño dragón baja unas escaleras.
—¡¡¡FELICIDADES, Moekonya!!! —gritan todas al unísono, a la vez que el dragón lanza serpentina desde las escaleras.
—Muchas gracias, Applejack, Fluttershy, Pinkie Pie, Rainbow Dash y Rarity —exclamo sin pensar—. Y a ti también, Spike.
—Veo que ya las conoces —dice Twilight—, así que no hace falta presentarte a mis amigas… así que, ¿qué prefieres primero, enseñarte tus dependencias o hacer la fiesta de bienvenida?
—Mejor la… —pero no termino la frase porque hay algo que no me cuadra en esa escena. Mi interior me indica que es apremiante descubrir qué es.
Me acerco al grupo de yeguas y las observo detenidamente. Ellas se sorprenden e incluso alguna llega a molestarse silenciosamente. No me importa, sé que encontrar lo erróneo es crucial. Pero no está en ellas.
Me dirijo a las estanterías, segura de que, si el problema no está en primer plano, estará en el fondo. Saco sin contemplaciones los libros, ante la evidente queja de Twilight, que se acerca, dispuesta a hacerme parar. Pero ya lo estoy viendo… detrás de los libros hay un gran cuadro blanco. Es como si alguien hubiese quitado la parte trasera de la estantería y hubiese puesto una pared blanca como la nieve.
—¿Se puede saber qué estás haciendo? —pregunta Twilight, que se ha puesto a mi lado, mientras mágicamente empieza a recoger los libros.
—¿En serio nadie lo está viendo? —señalo el cuadro blanco.
Ante la negativa de todas y ante las caras de extrañeza, creo que debo ser la única que lo ve. Vuelvo a apartar los libros de un empujón, desesperada.
—¡Está aquí! —grito—. ¡La pared blanca! ¡Me persigue!
—¡Aquí no hay nada! —Twilight está realmente irritada, pero se rehace inmediatamente—. Debes estar realmente agotada, creo que lo mejor es que descanses… Y, por supuesto, la fiesta se suspende hasta mañana.
Todas se entristecen, sobre todo Pinkie Pie, que se deja caer al suelo.
—Con la ilusión con que había hecho esta fiesta… —se lamenta la rosácea poni.
—Mañana, Pinkie, mañana —responde Twilight mientras, de forma oculta, eleva su pezuña y la mueve haciendo círculos sobre la sien contraria a la de mi posición, indicando lo que piensa de mí.
Pero yo la he visto. Cree que estoy loca. Todas lo creen. Incluso el pequeño dragón, disgustado, también lo cree. Y, lo que es peor, yo también lo empiezo a creer.
—Spike —Twilight llama la atención de ese pequeño dragón—, enseña a nuestra invitada su habitación.
En ese momento Spike se incorpora y se lleva la garra a la sien, haciendo un símil de saludo militar. Comienza a bajar las escaleras y, cuando le faltan dos o tres peldaños, su cara adquiere un gesto como si fuese a vomitar, aunque únicamente eructa. Sus vapores verdosos se convierten en un pergamino, que rápidamente recoge del suelo y lo abre.
—Es de la Princesa Celestia —comenta.
>>Twilight, necesito tu ayuda urgente. Discord ha escapado de su prisión pétrea y se dirige hacia Ponyville. Creemos que su objetivo sois vosotras seis, ya que fuisteis vosotras las que le capturasteis. Extremad las preocupaciones. Yo voy a sacar los Elementos de la Armonía de la Cámara y volaré tan rápida como pueda hacia allí. Esperadme y no os enfrentéis a Discord hasta que llegue yo.
—¡No puedo creerlo! —Twilight abre los ojos como platos—. ¡Discord ha escapado!
—Lo hemos oído todas —Applejack se acerca a la unicornio, intentando calmarla—. Tenemos que prepararnos… creo que mi granja es un buen lugar para ocultarnos.
Todas afirman con la cabeza.
—¡¡NO!! —chillo con todas mis fuerzas. Todas me miran sobresaltadas—. ¿¡Es que no lo veis!? Discord espera que os escondáis y os buscará primero en los sitios más inverosímiles… en el Everfree Forest, en Sweet Apple Acres o en Cloudsdale.
—¿Entonces qué sugieres? —pregunta Rainbow Dash, que está volando y ejercitando sus patas para el combate.
—Propongo que salgamos ahí fuera y plantemos cara —comento—. Pongámonos en la entrada del pueblo y esperémosle ahí. Con algo de suerte, cuando nos descubra, tendréis ya los Elementos de la Armonía.
—Esa idea es… —Twilight te mira fijamente— lo más estúpido que se le puede ocurrir a cualquiera.
Bajo la mirada, aunque sé en mi interior que, tratándose de Discord, esa idea es la mejor baza.
—Pero has tenido razón en una cosa —sigue comentando Twilight—: has mencionado al Everfree Forest, y creo que esa es la mejor solución.
Todas abandonan la casa-biblioteca de Twilight rumbo al bosque, seguidos por Spike, que intenta consolar a Fluttershy, pues esta está temerosa al saber hacia dónde se dirige.
—¿Vienes o qué? —interpela Twilight desde la puerta.
Salgo rápidamente, dispuesta a plantar cara junto a las demás.
Me dirijo, junto a las demás, hacia una casa que se diría hecha de flores. Sin saber por qué, la reconozco como el hogar de Fluttershy. La tímida pegaso, al ver su refugio, frena levemente para dirigirse hacia ella, pero es retenida convenientemente por el resto y llevada a rastras hacia el bosque que hay por detrás.
Entro con el resto al Everfree Forest. Un escalofrío recorre mi cuerpo, desde la nuca hasta la punta de la cola. Algo no me gusta en esa situación. Estamos yendo hacia el peligro y lo intuyo. Me paro de repente y me giro… pero ahí está Discord, cortándonos el paso.
—Vaya, vaya —exclama el draconequus—. Me habéis defraudado… os he encontrado demasiado rápido. Quizás si hubieseis estado en la entrada del pueblo, podríais haber tenido alguna posibilidad…
Me restriego los ojos con la pezuña, sin creer lo que estoy viendo. Sé que es Discord quien nos amenaza, pero únicamente veo un rectángulo blanco suspendido en el aire.
Estoy harta de esta situación. Cada vez que he visto un cuadro blanco he huido, y eso me ha ido llevado a una situación cada vez más difícil. Es hora de cambiar, así que me dirijo lenta pero directamente hacia el gran rectángulo blanco.
—Celestia no llegará a tiempo para salvaros —Discord sonríe, aunque yo únicamente intuyo que lo está haciendo, ya que únicamente veo ese rectángulo blanco—, porque os voy a destruir ahora…
Siento la mirada penetrante de Discord. Noto que por primera vez se ha fijado en mí, por lo que acelero el paso para tocar el gran cuadro blanco.
—¡¡¡Es… Es imposible!!! —por primera vez Discord está intranquilo, sobresaltado, incluso podría decirse que está realmente asustado—. ¡¡¡TÚ NO DEBERÍAS ESTAR AQUÍ!!!
Y en ese momento, dando un gran salto, golpeo el lienzo blanco con todas mis fuerzas.
* * *
Me despierto. Estoy sudorosa. Me incorporo lentamente y noto que la almohada está completamente empapada.
Miro a mi alrededor. Reconozco el lugar: es mi habitación. Contemplo mis manos… cinco dedos. Pestañeo repetidamente, intentando pensar. Todo ha sido un sueño.
Pero sigo intranquila. Era un sueño tan vívido, tan real… que siento en mi interior la necesidad de compartirlo, así que me dirijo al ordenador, encendiéndolo a continuación.
Abro el navegador web y selecciono la solapa de Spaniard Hooves. Sé que ellos me animarán e incluso me podrán aconsejar… porque tengo que volverme a dormir. Necesito regresar a ese sueño en concreto y ayudar a las seis yeguas de Ponyville.
“¿Dónde podría poner el tema?” pienso. Decido, en un instante, crearlo desde cero en la sección General/Offtopic, ya que es, con diferencia, el subforo con más movimiento del foro.
‘Nuevo Tema’, pulso en ese botón. Asunto: ‘Pesadilla, ayudadme’. “Sí, con eso bastará”, pienso, “ahora a ver qué pongo…”
—“He tenido una pesadilla muy real, de hecho, demasiado real.” —escribo. El puntero del ratón me molesta, así que lo muevo de un golpe pero, al hacerlo, sin querer hago click el botón de “Enviar”.
—¡¡¡Maldita sea!!! —grito, pero inmediatamente me encojo. No debo despertar a nadie.
Edito el comentario y empiezo a explicar, punto por punto, el sueño. Apenas he terminado la primera escena cuando un pop-up aparece en una esquina: “Tienes una respuesta en el foro de Spaniard Hooves”.
Entrecierro los ojos, extrañada. “¿Cuándo he puesto que me manden un correo por cada respuesta”, pienso.
Abro otra pestaña a Spaniard Hooves y accedo al mismo tema. La respuesta me deja helada…
—Usuario: Twilight Sparkle: “No ha sido un sueño. Ha sido la realidad. Te necesitamos urgentemente. Discord ha derrotado a las demás, únicamente quedo yo. Sólo tú puedes salvarnos. Debes volver, por favor.” —leo.
—Deseo hacerlo, pero… ¿cómo? —pregunto en alto. A continuación lo escribo y lo envío.
En ese momento la pantalla del ordenador se torna blanca. Un blanco luminoso, que hace daño a la vista. Es el mismo blanco del “sueño”… ¿Sigo soñando? ¿O es éste el sueño y Equestria la realidad?
Instintivamente apago la pantalla, pero el blanco permanece… e incluso se hace más y más grande, hasta que ocupa toda la habitación, todo mi mundo.
Me acurruco en el suelo, aterrada. Miro mi mano, pero ya no está… aunque la siento. Debo salir de esa pesadilla. Estiro los brazos, intentando tocar ese blanco, sabiendo que así salí de Equestria y que quizás, haciendo lo mismo, vuelva…
Noto frío en la punta de los dedos. He tocado ese error blanco. Y entonces todo se vuelve negro. Cierro los ojos, deseando con todo mi ser que, al abrirlos, esté de nuevo en Equestria.
Pero, cuando los abro, la desesperanza llena mi alma.
FIN