El unicornio en Hogwarts [Crossover] [Aventura] [Humano]
Publicado: 18 Abr 2013, 16:25
Hasta yo me estaba preguntando que sería lo siguiente con lo que me iba a poner a trabajar; y aquí os traigo un proyecto de traducción por mi parte, un crossover entre MLP y Harry Potter muy bien ejecutado, por cierto, por eso decidí traducirlo después de que su autor me diera permiso. Como sinopsis puedo decir que Twilight es transportada al mundo de Harry Potter después de descubrir a la reina Chrysalis, mandándola lejos para que no interfiera en sus planes. Y no voy a deciros nada más porque yo creo que merece la pena leerlo, desde luego. El autor es Saphroneth, podeis encontrar la historia en FIMFiction (http://www.fimfiction.net/story/68059/the-unicorn-at-hogwarts y en Fanfiction.net (http://www.fanfiction.net/s/8768612/1/The-Unicorn-at-Hogwarts) Comentar que la historia transcurre paralelamente al primer libro, Hermione no aparece porque se ha mudado a Francia y Twilight es su "reemplazo", por así decirlo, pero he hablado con el autor y me ha dicho que para el cuarto fic (piensa ir a la par con toda heptalogía) puede que aparezca perteneciendo a Beauxbatons. También tiene una imagen cedida por el usuario de deviantart Drawponies http://drawponies.deviantart.com/, es ésta de aquí.
Traducida, adaptada y revisada por un servidor. Y sin más preámbulos, aquí viene el primer capítulo.
Twilight apareció tras un destello de luz verde, estuvo suspendida como unos cuatro metros por encima del suelo durante unos ínfimos segundos, y finalmente cayó sobre el tronco de un gran árbol tumbado, soltando un respingo tras el golpe.
Spike se materializó y cayó justo a su lado. Twilight consiguió atraparlo por el tobillo antes de que golpeara el suelo del bosque en el que aparentemente habían aparecido.
Owlowiscious y Peewee aparecieron justo al lado, aterrizaron con un poco más de gracia.
-¿Qué ha pasado, Twi?-inquirió Spike, mientras ella lo levantaba hasta donde había aterrizado-Me encontraba en la cocina tratando de solucionar un problema cuando de repente…
-No lo sé. Sólo había tratado de hacer frente a Cadance por cómo se estaba comportando de forma tan distinta, pero entonces hizo... algo. Y justo después aparecimos aquí
Twilight miró a su alrededor, inspeccionando el área.
-Vaya, es un bosque grande, no parece que haya nadie cerca…
Su cuerno brilló con intensidad y un gran número de hechizos comenzaron a surgir uno tras otro.
-Estamos en altas latitudes... a finales de verano... el tiempo ha cambiado por lo menos dos horas desde el momento en el que estaba enfrentando a la falsa Cadance... y no puedo sentir la presencia mágica de Canterlot.
-Y eso es... ¿malo?-inquirió Spike.
-Sí, es malo-confirmó Twilight-de hecho, creo que estamos en un mundo totalmente diferente.
-¿Qué te hace pensar eso?
-Bueno, para empezar…-la pezuña de Twilight señaló hacia el cielo-eso.
Spike echó un vistazo. Luego miró hacia la otra dirección, sólo para asegurarse de que no se estaba imaginando una leve luz matutina. Pero no, había visto bien. Había un radiante sol en el cielo... y, en la dirección opuesta, pero no más allá de la mitad del cielo de distancia, estaba la luna. Una luna cuarto creciente en pleno día.
-Uh... ¿No deberíamos entrar en pánico?-masculló Spike, encogiéndose del miedo.
-¡No!-exclamó Twilight, y comenzando a caminar por el tronco, buscando algún lugar por el que pudiera bajar.
-Star Swirl tenía un número de teoremas sobre viajes dimensionales, técnicamente viajes universales, y uno de ellos sostenía que el tiempo transcurrido en un mundo no coincide con el tiempo en el otro. No importa cuánto tiempo pasemos aquí, en cuanto regresemos a Ecuestria podremos saber la equivalencia exacta del tiempo transcurrido. Y lo mismo a la inversa.
Ella detuvo su caída con un rápido hechizo, y continuó con su explicación. -Teniendo en cuenta que tú has sido traído hasta aquí, confirma el tercer teorema; Owlowiscious y Peewee confirman el cuarto teorema y el contagio corolario, y que el resto de las chicas no fueran llevadas con nosotros es una buena evidencia para el segundo teorema... Creo que podemos fiarnos del quinto teorema. Se basa en las mismas matemáticas.
-Entonces...
Spike saltó desde el tronco con más cuidado esta vez.
-... ¿cómo es que las princesas no nos han rescatado ya?
Twilight había considerado eso, gracias al quinto teorema; si no podían ser rastreados inmediatamente después, no habría tiempo material para un rescate.
-Significa que tendremos que volver por nuestra cuenta.
-¿Y puedes entonces derivar un viaje dimensional desde el principio?
Twilight se quedó quieta, guardando silencio, ya que estaba distraída al haber escuchado una incipiente en voz. Era una voz ronca, masculina, con un acento que no podía identificar.
-¡Hola! ¡Vaya, no se ve un unicornio de ese color todos los días! ¡Y menos aún un dragón salvaje!
La última palabra hizo girarse a Twilight, acompañado por un fuerte gruñido.
-Cálmate, Fang-dijo la voz
El ser era un enorme organismo bípedo, presumiblemente masculino, mamífero por su mismo aspecto, y dirigiéndose a un perro muy grande.
-No te preocupes, no voy a hacerte daño.
-Eso espero-masculló Twilight, moviéndose para interponerse entre el perro y Spike por si acaso.
El enorme mamífero parpadeó, bastante chocado.
-Vaya, no había visto un unicornio hablando antes.
-Me alegro de ser el primero...-dijo Twilight-¿Dónde estamos?
-En el Bosque Prohibido. Oh, lo siento. Mi nombre es Rubeus Hagrid. ¿Y el tuyo?
-Yo soy Twilight Sparkle. Este es mi asistente, Spike.
-Hola-saludó él, asombrando aún más a Hagrid.
-El búho es mi segundo asistente, Owlowiscious, aunque Spike es el número uno. Y el pequeño fénix es Peewee, la mascota de Spike. Terminamos aquí después de algún tipo de... accidente-Twilight decidió eludir algunos detalles- y ahora estamos perdidos. ¿Hay otros ponis por aquí?
-¿Ponis? Sí… pero si te refieres a más como tú, parlantes, pues no, ninguno-anunció Hagrid, sin dudarlo ni un instante.
El corazón de Twilight dio un vuelco al oírlo.
-¿Hay alguien más con quien podamos hablar?
-Te llevaré ante Dumbledore. Gran hombre, Dumbledore….-murmuró Hagrid, sin pensarlo mucho.
-¿Hombre?-inquirió ella, desubicándose por un momento.
-Sí. Hombre, humano masculino...-dijo el medio gigante, encogiéndose de hombros torpemente.
-Creo que vamos a tener que empezar desde el principio. Por lo que veo entiende por unicornio lo mismo que nosotros, y lo mismo con dragón, pero yo nunca he oído hablar de un ser humano-explicó ella.
-Ah, ya veo… los cursos por correspondencia nunca dijeron nada acerca de esto-murmuró Hagrid, frunciendo el ceño.
-¿Los cursos por correspondencia?
-Sí.
Hagrid dio media vuelta y empezó a caminar, haciéndole señas con un movimiento de su cabeza; Twilight izó a Spike sobre su lomo y galopó junto a él.
-Yo soy el guardabosques de Hogwarts ¿sabes? Pero me gustaría estar cualificado para enseñar, por lo que he estado tomando un curso de cuidado de criaturas mágicas. Es algo que puedo hacer de todos modos, ya que no necesito una varita mágica, así que...
Tras la explicación se encogió de hombros, pero al ver la cara de la unicornio, se explicó rápidamente.
-De todos modos, hay mucho material acerca de criaturas mágicas que se enseña a los humanos, pero nunca esperé tener que enseñar a criaturas mágicas acerca de los seres humanos.
-Sí, te entiendo…-murmuró Twilight.
En ese momento, salieron de los límites del Bosque Prohibido y entraron en el Valle de Hogwarts.
-Uauh… vaya…
-Es impresionante-masculló Spike, mirando por encima del castillo-es mucho más grande que Canterlot ¿Qué lugar es este?
-Eso es Hogwarts-anunció Hagrid, dando grandes zancadas hacia delante-es la mejor escuela de magia en el mundo.
-¡Oh, bien!-murmuró Twilight, aliviada-cuando dijiste unicornios no estaba del todo segura, pero ahora sí. Existe la magia en este mundo, puedes ayudarnos a llegar a casa.
-Bueno, técnicamente yo no puedo- negó Hagrid con la cabeza-¡No sabría ni por dónde empezar! Estoy seguro de que Dumbledore lo sabrá, sin duda. Gran hombre.
Los pasillos del castillo de Hogwarts estaban en silencio y vacíos, los cascos de Twilight resonaban constantemente en la piedra junto a las fuertes pisadas de Hagrid, al parecer los únicos sonidos en todo el edificio. A pesar de ello, sin embargo, ella sabía que estaba en el centro de un lugar en el que se concentraba mucha magia. Las armaduras con las que se encontraban a su paso estaban minuciosamente fabricadas y varios hechizos de animación afectaban a sus gruesas capas de metal, los personajes de los retratos susurraban entre sí y se movían de cuadro a cuadro, como si el castillo en sí fuera un ente consciente.
-Aquí es... bueno, vamos a ver... estamos a martes, en agosto, y el año termina en uno... bien, ¡por esta escalera!
-¿Y eso importa?-inquirió Twilight, echándole un ojo a Spike por si se caía. Ella sabía que podía cuidarse solito, pero no podía evitar preocuparse por él.
-Bueno, es que se mueven-comentó Hagrid con indiferencia y acostumbrado a la idea-sólo tienes que estar seguro de que te subes a la correcta.
Twilight parpadeó.
-Ya… veo… Supongo que tiene más sentido que los colchones de nubes para ponis de tierra…
Había probado uno. Era muy cómodo, pero después de que el hechizo que la mantenía apoyada sobre él hubiera desaparecido en medio de la noche tres veces seguidas, cayéndose a través de éste, dejó de usarlo y se lo regaló a Fluttershy.
-Aquí estamos-anunció Hagrid, señalando al fondo de un pasillo-esa gárgola de ahí es donde está el despacho de Dumbledore.
El enorme hombre se acercó a la estatua, se aclaró la garganta y dijo.
-Platillos volantes.
Al parecer se trataba de una contraseña, ya que la gárgola se apartó a un lado, revelando una escalera.
-Vamos. No te preocupes, Dumbledore es un gran hombre.
-Ya veo…
Dumbledore resultó no ser tan alto y grande como Hagrid, aunque seguía siendo casi tan alto como la princesa Celestia, con una prominente barba; asintió lentamente con la cabeza, después de que Twilight terminara de contar su relato ligeramente abreviado de cómo había llegado hasta este mundo.
-Sí, estoy familiarizado con los experimentos que en nuestro mundo se han realizado en relación con los viajes interdimensionales…-murmuró Dumbledore, asintiendo con tristeza-sin embargo, ninguno de ellos han llegado a ser del todo satisfactorios. Siento tener que decirla esto, pero es posible que tenga que descubrir por si misma algún modo para volver a su hogar…
-Oh, no pasa nada…
Twilight se quedó un tanto abatida en cuanto lo oyó, pero se recuperó enseguida y levantó la vista hacia él.
-¿Podría usar su biblioteca? Voy a necesitar un poco de papel…
-Aunque… se me está ocurriendo algo. ¿Está al tanto del propósito de Hogwarts?-inquirió entonces él.
-Sí, creo que Hagrid me comentó que era una escuela de magia…
-Desde luego. Aunque algo me dice que es bastante diestra con la magia, señorita Twilight, siempre es bueno saber más. De hecho, su joven asistente de Spike podría unirse también…
-¿Qué propone?
-Asistir a la escuela este año-anunció Dumbledore, con una gran sonrisa y con los ojos brillantes-los búhos son mascotas permitidas, y sin duda alguna puedo hacer una excepción con Peewee.
Dumbledore miró a la percha de Fawkes, donde el fénix más joven charlaba animadamente con el mayor.
-No habría ningún problema en ese aspecto-añadió justo después.
-Yo... es una buena oferta, pero...-murmuró Twilight, guardando silencio un momento al ver que Spike quería hablar con una mueca de ansia dibujada en su cara.
-¡Me gusta la idea, Twilight! Quiero decir, vamos a estar aquí durante mucho tiempo de todos modos, y no importa cuánto pase ¿no? Si este tipo de magia es de la que yo puedo aprender...
-Tienes razón. De hecho, si no se requiere de un cuerno, podría ser una muy buena idea para aprender. Podríamos enseñar a los demás.
-¡Sí!-Spike sonrió, antes de lanzar una preocupada mirada-¿Y la comida?
-Oh, es verdad…
Al ver que Dumbledore arqueó una ceja, extrañado, Twilight aclaró.
-Spike necesita piedras preciosas de vez en cuando para complementar su dieta. Creo que el mínimo es de alrededor de un quilate por semana.
-¡Eso no es suficiente para mi gusto!-se quejó Spike.
-Pero no sabemos cuán comunes son las piedras preciosas aquí, Spike, ni siquiera si tienen la misma densidad mágica que las de Ecuestria-argumentó Twilight-seguro que tienen otros alimentos que te gustan, el problema aquí es la cantidad.
-Está bien, está bien-gruñó Spike-Pero no va a ser igual…
-Seguro que al final te acostumbras…
Dumbledore parpadeó.
-¿Comes gemas?
-Bueno, técnicamente cristales grandes-especificó Twilight-le gustan mucho los rubíes de fuego, pero cualquier cosa de cuarzo o diamante vale.
-Bueno, creo que una cantidad bastante considerable de cuarzo sería relativamente fácil de conseguir-comentó el anciano mago en voz alta-aunque ahora que mencionas la densidad mágica, tenemos una serie de cristales determinados por sus condiciones de formación. El granate y el cuarzo son bastante comunes, pero otros como los rubíes y los diamantes suelen ser más raros y valiosos.
-Oh, ¿podría conseguir granate?-inquirió Spike, más animado-eso sería genial.
-Veré lo que puedo hacer-prometió Dumbledore-ahora ¿qué me dices de mi propuesta?
Spike y Twilight cruzaron entre sí una rápida mirada y luego asintieron. Twilight levantó un casco por encima de la mesa, y Dumbledore se lo estrechó con efusividad.
-Bienvenida al mundo mágico, entonces, señorita Sparkle. Le diré a Minerva que os asiente aquí hasta el día de la Selección, y para que os lleve al Callejón Diagon para ir a por sus materiales y varitas.
Spike rio.
-¿Eh? Ah, ya veo. Diagonal. Nunca había visto eso antes. Sí, es bastante gracioso, ¿no?
-No está permitido usar encantamientos de levitación en la biblioteca-anunció Madam Pince con desaprobación.
Twilight la miró por encima de dos libros que se encontraba consultando de forma simultánea, uno de ellos el Diccionario Mágico de términos mágicos y La Aparición y tú.
-Lo siento, pero es que esta es mi única forma de sostener las cosas. Podría poner los libros en el suelo y pasar las páginas con los casos, pero no sería muy eficiente.
La bibliotecaria palideció.
-Oh... ya veo. Bueno, puedo hacer una excepción... siempre y cuando sólo vayas a usar la magia para leerlos.
-Sin problemas-aseguró Twilight-no me gustaría que me echaran, una nueva biblioteca a mi entera disposición es todo un placer para mí...
-Habla por ti…-masculló Spike, sumergido en un centenar de páginas del libro Hogwarts: Una Historia-esto es realmente aburrido ¿Y se supone que esto es para estudiantes de la edad de las Crusaders?
-Unos pocos años más, creo… aunque tal vez es sólo la forma en que escriben aquí-supuso Twilight.
-¿Puedo verlo?-preguntó la bibliotecaria.
Spike aceptó y ella levantó el libro para comprobar la fecha de publicación.
-Ah, ya veo. Esta es una de las primeras impresiones, escrita para académicos. Voy a ir a buscar uno de los últimos ejemplares.
-No te preocupes-dijo Spike, levantándose de un salto-puedo ir a buscarlo, estoy acostumbrado a las bibliotecas. Supongo que tendré que aprender donde está el número de edición en este mundo, sin embargo... ¿siempre se ordenan al revés?
-Tengo entendido que los libros muggles se ordenan de manera inversa-dijo Madam Pince.
-¿Muggle? Me he topado con este término un par de veces, pero no me ha parecido esencial para la mecánica de su forma de teletransportación. ¿A qué se refiere?-inquirió Twilight.
-A las personas sin magia.
Madam Pince parecía sorprendida de que alguien preguntara algo semejante. Twilight lo notó y agitó su pata a su alrededor para recordar a la bibliotecaria que ninguno de ellos eran humanos.
-Me parece un término un poco tonto para mí.
-Oh, bueno, supongo que sí... pero es el que siempre hemos usado.
-Me pregunto quién lo ideó… Ah ¿Qué más da? Spike ¿cuándo dijo Dumbledore que esa tal McGonagall iba a aparecer?
-A eso de las dos, me parece.
-Vale, nos debe quedar media hora entonces. Me da tiempo para comprobar si la base teórica de esta aparición es la misma que la de mi teletransportación.
Spike regresó enseguida con la versión más moderna de Hogwarts: Una Historia, lo abrió, y saltó hasta el índice para encontrar donde se había quedado anteriormente. Twilight no pareció estar de acuerdo con eso.
-Si esa es una versión más fácil de leer, Spike, debes leerlo desde el principio. Recuerda que es probable que haya muchas más cosas nuevas desde la última versión…
-Sí, muchas cosas han sucedido desde 1793-murmuró Madam Pince, sonriendo levemente.
Twilight alzó la vista.
-¿Cuál es la fecha de hoy?
-Martes, 27 de Agosto de 1991.
-Gracias. ¿Ves, Spike? El otro libro que estabas leyendo estaba casi dos siglos desfasado.
-Sí, sí, lo he pillado… Vale, vamos a ver... sí, mucho mejor. Gracias.
-Ningún problema-dijo Madam Pince-es un placer ver a dos caras nuevas que realmente aprecian una biblioteca bien organizada.
Los dos ecuestrianos devoraron sus respectivos libros en silencio durante media hora, antes de que un resquicio de luz les alertara de que otra persona acababa de entrar en la biblioteca.
-¿Sí?-inquirió Twilight, dejando de leer por un momento.
Ahora estaba bastante segura de que lo que realizaban era algo diferente a la Aparición, aunque no en lo fundamental, sólo en los detalles técnicos menores. Lo cual, por supuesto, significaba que estaba bloqueado en los terrenos de Hogwarts por alguna razón. Era un fastidio, pero tenía sentido.
-Ah... ¿es usted la señorita Twilight Sparkle? ¿Y el señor Spike?
Twilight asintió. Spike marcó la página de su libro, y respondió de manera afirmativa también.
-Muy bien.
Este nuevo ser humano femenino era una mujer bastante alta, aunque no tan alta como Dumbledore. Llevaba un sombrero puntiagudo que, a primera vista, le recordó al de Trixie, pero una expresión severa en su rostro dio al traste con esa comparación. Aunque a Twilight la recordaba más a uno de sus antiguos profesores, un semental de nombre Recent Runes.
-Si me acompañan, por favor, tengo polvos Flu en mi oficina. Los usaremos para llegar al Callejón Diagon. Suelo hacer esto con los estudiantes que suelen requerir de un traslado de expediente, ya que uno de los estudiantes que iba a matricularse en primero se acabó mudando a Francia-explicó McGonagall. Aunque parecía un poco molesta sobre esa decisión en particular.
-¿Qué son los polvos Flu?-preguntó Spike, antes de salir de la biblioteca.
Twilight se tomó la molestia de apilar todos los libros que estaba leyendo en una mesa, dejando una nota que había preparado para cuando volvieran en la parte superior de la pila.
-Los polvos Flu, señor Spike, son una forma de viaje mágico que requieren de fuego.
-¡Vaya!-exclamó Spike, interesándose de golpe-yo puedo hacer algo parecido, sobre todo con cartas o cosas más grandes, pero tienen que consumirse por completo.
-¿De veras? Interesante... Veremos si comparte otras características con los polvos Flu aparte del uso del fuego.
Twilight les alcanzó poco después.
-¿Cómo cree que reaccionará la gente en cuanto nos vean en el Callejón Diagon? Hogwarts no me preocupa, ya que es un ambiente escolar, y me acuerdo bien de lo rápido que Spike se adaptó en la Academia de Celestia. Pero de cara al público en general, podrían reaccionar... mal-murmuró ella, recordando algunas escenas como Roseluck desmayándose en medio de la calle como reacción ante un gran y peligroso monstruo en el mercado.
-No se apure, señorita Sparkle, sea la reacción que sea no nos iremos sin las compras-aseguró McGonagall, esbozando una leve sonrisa-y en el que caso de que alguien reaccione impulsivamente se atendrá a las consecuencias.
Twilight no quiso saber cuáles serían las consecuencias. Recent Runes nunca fue tan intimidante.
-Señor Spike, ponga atención-dijo McGonagall con firmeza-éstos son los polvos Flu, se usan para transformar un fuego normal en uno conectado a la red Flu. Observe.
Ella tomó una pizca del polvo y la arrojó a las llamas, las cuales se alzaron hacia arriba en un gran destello verdoso.
-¡Uauh!-exclamó Spike, emocionado-¡Tiene el mismo color que mi fuego cuando uso el correo mágico!
-¿Y lo puedes usar cuando tú quieras?-inquirió la profesora.
-Bueno, más bien puedo apagarlo cuando yo quiera.
-Es el resultado de un encantamiento-aclaró Twilight-puede usarlo cuando él lo requiera, pero por defecto siempre puede disponer de él porque es más seguro. Me parece que se te aplicó poco después de que comenzaras a escupir fuego ¿no?
-Creo que sí… Tiene sentido-murmuró Spike.
-Ya veo…-dijo McGonagall.
Para entonces, el fuego ya había regresado a la normalidad.
-Ahora, para viajar con polvos Flu, uno debe decir con claridad su destino una vez que esté dentro de la chimenea. El usuario llega a la chimenea más cercana al destino, aunque no siempre de pie…
-Caramba, me recuerda cuando Twilight se teletransportó por primera vez…-murmuró Spike.
-No me lo recuerdes…-masculló ella, con tonito remolón-siempre pensé que teletransportarse con silla incluida era una mala idea.
-Sí, lo sé. Tan solo me acuerdo, nada más.
-Vale, iré yo primero-anunció McGonagall-presten atención a todos mis movimientos. Cojan una pizca de polvo al menos tan grande como la mía, mejor que sobre que no falte.
Se aclaró la garganta y tras eso exclamó.
-¡Callejón Diagon!
Al punto, una oleada de fuego verdoso la envolvió por unos segundos y luego desapareció de la vista. Spike y Twilight se miraron, luego ella habló.
-Vale, soy la siguiente. Puedes coger suficiente polvo ¿no?
-Mis garras tienen palmas, no hay problema-aseguró Spike.
-Bien. Nos vemos allí.
Twilight levitó con su magia una pequeña cantidad de polvos Flu y antes de soltarlos exclamó.
-¡Callejón Diagon!
Twilight patinó hasta detenerse, agitando los cascos sobre un suelo de piedra y consiguiendo salvar una posible caída.
-Bof... eso no es muy divertido. Me siento un poco mareada…
Levantó la vista y descubrió que la habitación, aunque en silencio, estaba llena de seres humanos. El fuego estalló de nuevo tras sus espaldas, y Spike rodó hasta su lado.
-¡Uauh, menudo subidón!
-¿Acaso te ha gustado eso?-inquirió ella entre dientes.
-¡Oh, sí!-Spike se levantó y obvió-seguro que hasta a Pinkie Pie le gustaría... vaya, cuanta gente.
-Desde luego... ah, ahí está.
-Por aquí, señorita Sparkle-indicó McGonagall, junto a una puerta-el callejón Diagon está justo enfrente.
El dragón y la unicornio se abrieron paso a través del denso silencio, con todas las miradas puestas en ellos. Twilight respiró con tranquilidad una vez que salieron a un pequeño patio a través de la puerta.
-No me gusta que me miren así…
-Sí, ya lo vi…-McGonagall tenía los labios fruncidos en señal de desaprobación-al próximo que le mire cual vulgar trozo de carne tendré unas cuantas palabras con él, señorita Sparkle, no se preocupe.
Tras eso, se sacó su varita de la manga y dio una serie de golpecitos en algunos ladrillos. Al punto, éstos se hicieron a un lado para revelar un arco que condujo al callejón.
-Vaya, me recuerda al distrito comercial de Canterlot, tiene un diseño muy similar-observó Spike.
-Sí, ciertamente-asintió Twilight, divertida.
-Oh, por cierto, me olvidé de preguntar. ¿Albus les proporcionó fondos, señorita Sparkle?
-¡Oh, no me puedo creer que me olvidara de algo así!-masculló Twilight, negando con la cabeza-no, no llevo nada encima.
-No pasa nada, el colegio cubrirá los gastos-aseguró McGonagall-lo solemos hacer cuando los alumnos no pueden permitirse pagar los materiales, el Ministerio nos concede subvenciones cada cierto tiempo, aunque no tengáis tutores que os avalen con eso debería ser suficiente. En primer lugar deberíamos ir a por las varitas.
-¿Varitas?
-Nuestra forma de hacer magia requiere el uso de varitas, señorita Sparkle. El mejor lugar es la tienda de Ollivander, vamos para allá.
-Sí, sí... de lo más interesante, no todos los días me llegan pedidos por parte de clientes que no son humanos…
El ser humano, de nombre Ollivander, miró a Twilight de arriba abajo, prestando especial atención a su crin y cola, ofendiendo a la unicornio con tanta medición por parte de Spike.
-Y además, ambos poseen algún tipo de magia de por sí bastante compleja. Prueba con ésta, madera de fresno, pelo de unicornio, veintidós centímetros. Muy poderosa.
-¿Pelo de unicornio?-masculló Twilight, un poco preocupada y apretando la varita telekinéticamente-¿Hay pelo aquí dentro?
-Sí, todas mis varitas poseen núcleos hechos de uno de los tres materiales mágicos que normalmente uso: pelos de cola de unicornio, plumas de fénix, o nervios de corazón de dragón.
Se oyó entonces un fuerte golpe cuando Spike dejó caer la caja que tenía en las manos. El cuerno de Twilight brilló sorpresivamente, preparando un hechizo en su punta-¿¡Qué?!
-¡Señorita Sparkle, cálmese!-exclamó McGonagall con severidad.
-¡No hasta que Ollivander se explique!-masculló ella, interponiéndose entre éste y Spike.
-Me temo que todo ha sido un malentendido, señorita Sparkle-dijo Ollivander con calma-su ayudante aquí presente es el único dragón que he visto en toda mi vida con el don de la palabra. Y lo mismo puedo decir de usted y los unicornios.
Twilight miró a McGonagall, ceñuda.
-¿Es eso cierto?
-Sí-contestó la profesora, con una mirada preocupada-debí haber supuesto que podría ser un problema; a diferencia de cualquier otra cosa que hayamos visto antes, ambos, los dragones en este mundo son bestias mudas, que crecen y maduran en un lapso de tiempo de dos años o menos, mientras que los unicornios son simplemente animales mágicos.
Twilight fue bajando gradualmente el brillo de su cuerno, hasta que éste se apagó.
-Está bien, me fiaré de usted por ahora… Pero pienso investigarlo apropiadamente.
-No esperaba menos-asintió McGonagall, con aprobación-ahora, creo que estaba a punto de probar esa varita….
-Está bien. ¿Cómo lo hago?
-Tan sólo muévela un poco… puedes agarrarla con tu magia, piensa en algo cuando lo hagas.
Twilight agitó la varita, pero Ollivander se la arrebató antes de que hubiera terminado.
-No tiene mucha respuesta. Bueno, ¿tal vez esta? Madera de tejo y nervio de corazón de dragón, treinta centímetros, poco flexible.
Aún un poco disgustada, Twilight tomó la varita igualmente y describió un círculo con ella.
-No, definitivamente no... Madera de roble y pluma de fénix, diez centímetros, perfecta para encantamientos.
Ollivander comenzó a apartar las varitas que no tuvieron respuesta con Twilight y las probó con Spike, con el cual tampoco hubo mucha variación. Varita tras varita, se fueron apilando progresivamente, y las únicas con las que Twilight llegaba a obtener resultados eran con las de madera de fresno y pelos de unicornio. Spike, por su parte, reaccionaba mejor con las de madera de espino y plumas de fénix, aunque en la mayoría obtuvo una reacción bastante débil.
Después de casi una hora, Ollivander se detuvo.
-Se me está ocurriendo algo que podría funcionar con usted, Twilight Sparkle. Si fuera tan amable de donar una serie de sus propios pelos de la cola, quizás pueda reconstruir la varita que tenga la mejor reacción; lo veo, madera de fresno y pelo de unicornio, veinticinco centímetros y medio. Con su propio pelo en lugar del original, creo que podría resolver el problema.
-¿Y qué pasa conmigo?-inquirió Spike-yo reaccionaba con espino blanco y pluma de fénix ¿no? ¿Podrían las plumas de Peewee funcionar también?
-Ah, su fénix mascota. Sí, podría ser una buena idea. Siempre he creído que la varita elige al mago, pero me atrevo a decir que ninguna de ellas estaba preparada para tan singulares magos.
Spike parpadeó.
-Yo nunca le hablé de Peewee. Lo dejamos a él y a Owlowiscious en el despacho de Dumbledore.
Ollivander tan solo sonrió enigmáticamente.
-¿Tiene polvos Flu, señor Ollivander?-inquirió McGonagall.
Al recibir una respuesta afirmativa, se dirigió a la trastienda en busca de una chimenea.
-Voy a informar a Albus de esto, y ya de paso traigo a su fénix, señor Spike.
-Mejor me voy con usted y así veo como está-sugirió Spike, después de ella.
-Ahora vuelvo, Twi.
-Vale-murmuró Twilight, mirando su cola con aprensión.
-¿Cuántos necesita?
Ollivander observó atentamente la crin y la cola rayadas, pensativo.
-Creo que con tres pelos será suficiente. Cuantos más largos mejor, luego puedo recortarlos y trabajar con una banda de cada color.
-Está bien.
Con una navaja de afeitar, Twilight cuidadosamente cortó tres pelos de la cola cerca de la base. Los elevó telekinéticamente a una altura cómoda y Ollivander los tomó delicadamente.
-Sí, estupenda calidad... con esto debería funcionar, Twilight Sparkle.
-¡Estamos de vuelta!-anunció Spike, volviendo de la trastienda-a Peewee no le ha importado. Aquí tiene.
El joven dragón le pasó un par de pequeñas plumas rojas al fabricante de varitas, quien los aceptó con la otra mano que le quedaba libre.
-Maravilloso... es raro tener un fénix como mascota, y más raro aún que el mago en cuestión tenga la oportunidad de utilizar una varita hecha con plumas de su propia mascota. Sí, veré lo que puedo hacer. Mejor sigan con el resto de sus compras, vuelvan en una hora.
-¿Cómo sabía que no habíamos hecho el resto de las compras todavía?-inquirió Spike, asustado-¡sigue sabiendo cosas de las que ni le he hablado!
-No llevas ninguna bolsa contigo-dedujo Ollivander, sonriendo débilmente.
Twilight se rio entre dientes.
-Bueno, eso fue lo normal para un viaje a la tienda de Ollivander- comentó McGonagall-no en términos genéricos, pero sin duda en cuanto a tiempo se refiere. Menos mal que solo tiene unas pocas docenas de estudiantes nuevos cada año, porque si no la cola saldría por la puerta.
-¿Qué sigue en la lista?-preguntó Twilight, deseando tener una copia de la misma encima.
-Bueno, como esto también lleva su tiempo, túnicas a medida. Lo siento, señorita Sparkle y señor Spike, pero las reglas son claras. Las túnicas son obligatorias para asistir a clase.
-Podría ser un problema-afirmó Twilight, mientras entraban en una tienda de nombre Madam Malkin, túnicas para todas las ocasiones.
-Creo que hasta a Rarity le tomaría su tiempo para encontrar un diseño apropiado... ojalá estuviera aquí.
El unicornio se detuvo y suspiró, lo que llamó la atención de todos los presentes en la tienda, en la que no parecía haber clientes en ese momento.
-Ojalá todas mis amigas estuviesen aquí-murmuró Twilight, con profunda melancolía-sé que sería cruel por mi parte que estuvieran aquí, porque todas tienen alguien que les echaría de menos, al igual que yo, pero...
Spike acarició su cuello con torpeza, extendiendo un poco su brazo para poder alcanzarla.
-Hey, al menos me tienes a mí, ¿no?
Ella le sonrió débilmente.
-Gracias, Spike. Y sí, lo siento. Tenía ganas de soltarlo, eso es todo.
-Que no te dé reparo, la vergüenza es el reconocimiento de un fallo, y tú no tienes ningún fallo-la dijo Spike, tratando de parecer sabio.
Twilight rio, divertida.
-¿Qué? Si Celestia lo dijera, tú no tardarías nada en imitarla…
-Si Celestia hubiera dicho algo semejante, lo hubiera expresado con más elocuencia.
-¡Qué cara tienes!
Twilight finalmente rompió a reír, y después de un momento Spike se unió también.
-Buf... lo necesitaba-Twilight se recompuso y miró hacia arriba-lo siento, profesora.
-No pasa nada-quitó importancia McGonagall-parece que hemos dado tiempo a Madam Malkin a consultar algunos libros.
-Desde luego, querida-la bruja al cargo, ojeando un tomo polvoriento-aunque hubo varias veces en los últimos siglos en las que nos pidieron confeccionar trajes formales para centauros, y no creo que haya problemas con los cuartos traseros. Pero me temo que me va a llevar un buen rato, eso sí. El joven... ¿reptil?
-Soy un dragón… pero no del mismo tipo de los que ustedes tienen aquí, según tengo entendido-respondió Spike.
-Ah... ya veo. Con el joven dragón será más fácil, aunque va a ser tal vez la túnica más corta que he confeccionado para Hogwarts.
-De vuelta a la carga con los con los chistes cortos-masculló Spike con cara de palo.
Al final, Twilight se habituó a ser observada, aunque desde que Peewee estaba con ellos eso mismo parecía tranquilizar a los seres humanos un poco. Owlowiscious había llegado también a través de la red Flu y revoloteó por encima de su cabeza, dándoles una estampa bastante familiar.
McGonagall explicó que los búhos eran el método principal de comunicación postal en el mundo mágico, aunque se mostró bastante sorprendida cuando la explicaron que era casi tan eficaz como un asistente.
Spike se había comprado un par de guantes de piel de dragón con una expresión de completo asco, y sólo por insistencia de McGonagall. Él había argumentado que no los necesitaba, ya que con su propia piel suplía cualquier otro tejido protector. Pero la profesora fue inflexible.
-Está bien-dijo el joven dragón, echándolos en la última bolsa de una serie de bolsas de la compra-pero no pienso usarlos, salvo excepciones.
Twilight, evidentemente, no necesitaba guantes.
Finalmente, volvieron a la tienda de Ollivander para recoger sus varitas terminadas. Twilight sólo necesitó cogerla con su magia para comprender por qué estos magos utilizaban varitas.
-Es... como un canal muy eficiente de magia.
-Intente esto, señorita Sparkle- dijo McGonagall, agitando su propia varita-basta con decir lumos.
La punta de su varita se encendió con una luz de color amarillo brillante. Twilight asintió y murmuró
-Lumos.
Fue extraño. El poder mágico no parecía fluir desde su cuerno, sino de algún lugar de su pecho, y la punta de su varita se encendió de la misma forma que la de McGonagall.
-Muy buen trabajo, señorita Sparkle-la felicitó la profesora-para apagarla tan solo hay que decir nox.
Ella frunció el ceño, digiriendo la información, y la apagó, guardándola en una funda que el fabricante de varitas tuvo la gentileza de regalar.
Spike se entretenía encendiendo y apagando su varita varias veces, muy emocionado de que finalmente tuviera algún medio para realizar magia, cosa que podía compartir con Twilight sin problemas.
-Vamos Spike, será mejor que regresemos a Hogwarts, se está haciendo bastante tarde, Celestia tiene que… no, claro que no- negó ella con la cabeza-perdón, por un momento olvidé dónde nos encontrábamos.
-¿A qué se refiere?-inquirió McGonagall-no la he oído hablar de ninguna Celestia antes, señorita Sparkle.
-Celestia es la que mueve el sol, al menos de dónde nosotros venimos- explicó Twilight-yo misma he visto cómo lo hace, pero apenas comprendo la magia que usa para ello.
-¿Que se mueve?-repitió McGonagall, un tanto perpleja-señorita Sparkle, nadie mueve el sol. La Tierra gira en torno a él, y el sol se queda en el mismo lugar.
-Sí, bueno, aquí-apuntó Twilight-pero de dónde somos, eso no sucede. Todo este mundo es como el bosque Everfree, las cosas se suceden en la naturaleza por si solas. En Ecuestria tenemos que hacerlo todo nosotros mismos, los pegasos controlan el clima, los ponis de tierra se aseguran de que la tierra es fértil, los tres tipos colaboran en la tarea de cambiar las estaciones, y Celestia y Luna traen el día y la noche respectivamente.
-Todo esto suena muy descabellado-dijo la profesora-¿magia a ese nivel?
-Yo he experimentado una noche de veinticuatro horas antes, cuando las cosas se torcieron un poco-comentó Spike-ése fue el solsticio de verano.
-Vaya…-murmuró McGonagall, sin saber bien que decir tras un momento en silencio-deberíamos regresar ya a Hogwarts. ¿Lo tenéis todo?
-Ah… sí, eso es todo-dijo Twilight tras dar un repaso mental a la lista.
-Muy bien ¿podemos usar su chimenea una vez más, señor Ollivander?
-Por supuesto.
-Menudo día- murmuró Twilight, mientras se desplomaba en la cama que le habían asignado. Los cocineros, al parecer unas pequeñas criaturas arrugadas llamadas elfos domésticos, habían estado interesados en conocer al unicornio y al dragón para los que tenían que cocinar. Ella en realidad no tenía hambre, ya que se había llenado desde la última vez que comió en la boda y Spike también con un buen plato de granate, por lo que ya habían almorzado debidamente antes de llegar a este nuevo mundo.
Dumbledore les había explicado que la mayoría de los estudiantes dormían en dormitorios asignados por casa, y que la casa es determinada en una ceremonia especial que se celebraría en poco menos de una semana. Dado que tanto los dos ecuestrianos no se adaptaban a las camas normales de Hogwarts y que aún no habían sido seleccionados, habían sido asignados a una habitación en los niveles inferiores de la torre de astronomía, que Twilight había adaptado previamente con varios hechizos de transformación.
El director les había asegurado que una habitación similar se añadiría a cualquier casa en la que ella y Spike fueran ordenados juntos o dos salas más pequeñas, si al final se encontraran en casas separadas.
-Esto es genial… ¡Por fin puedo hacer algo de magia!-exclamó Spike, emocionado.
-Aun así ten cuidado, recuerda lo que me pasaba cuando me solía exceder de más…-dijo Twilight, con voz somnolienta.
-Pues sí… buenas noches, Twi.
-Buenas noches…-bostezó ella antes de caer completamente dormida.
Traducida, adaptada y revisada por un servidor. Y sin más preámbulos, aquí viene el primer capítulo.
Capítulo 1
Muy lejos de casa
Muy lejos de casa
Twilight apareció tras un destello de luz verde, estuvo suspendida como unos cuatro metros por encima del suelo durante unos ínfimos segundos, y finalmente cayó sobre el tronco de un gran árbol tumbado, soltando un respingo tras el golpe.
Spike se materializó y cayó justo a su lado. Twilight consiguió atraparlo por el tobillo antes de que golpeara el suelo del bosque en el que aparentemente habían aparecido.
Owlowiscious y Peewee aparecieron justo al lado, aterrizaron con un poco más de gracia.
-¿Qué ha pasado, Twi?-inquirió Spike, mientras ella lo levantaba hasta donde había aterrizado-Me encontraba en la cocina tratando de solucionar un problema cuando de repente…
-No lo sé. Sólo había tratado de hacer frente a Cadance por cómo se estaba comportando de forma tan distinta, pero entonces hizo... algo. Y justo después aparecimos aquí
Twilight miró a su alrededor, inspeccionando el área.
-Vaya, es un bosque grande, no parece que haya nadie cerca…
Su cuerno brilló con intensidad y un gran número de hechizos comenzaron a surgir uno tras otro.
-Estamos en altas latitudes... a finales de verano... el tiempo ha cambiado por lo menos dos horas desde el momento en el que estaba enfrentando a la falsa Cadance... y no puedo sentir la presencia mágica de Canterlot.
-Y eso es... ¿malo?-inquirió Spike.
-Sí, es malo-confirmó Twilight-de hecho, creo que estamos en un mundo totalmente diferente.
-¿Qué te hace pensar eso?
-Bueno, para empezar…-la pezuña de Twilight señaló hacia el cielo-eso.
Spike echó un vistazo. Luego miró hacia la otra dirección, sólo para asegurarse de que no se estaba imaginando una leve luz matutina. Pero no, había visto bien. Había un radiante sol en el cielo... y, en la dirección opuesta, pero no más allá de la mitad del cielo de distancia, estaba la luna. Una luna cuarto creciente en pleno día.
-Uh... ¿No deberíamos entrar en pánico?-masculló Spike, encogiéndose del miedo.
-¡No!-exclamó Twilight, y comenzando a caminar por el tronco, buscando algún lugar por el que pudiera bajar.
-Star Swirl tenía un número de teoremas sobre viajes dimensionales, técnicamente viajes universales, y uno de ellos sostenía que el tiempo transcurrido en un mundo no coincide con el tiempo en el otro. No importa cuánto tiempo pasemos aquí, en cuanto regresemos a Ecuestria podremos saber la equivalencia exacta del tiempo transcurrido. Y lo mismo a la inversa.
Ella detuvo su caída con un rápido hechizo, y continuó con su explicación. -Teniendo en cuenta que tú has sido traído hasta aquí, confirma el tercer teorema; Owlowiscious y Peewee confirman el cuarto teorema y el contagio corolario, y que el resto de las chicas no fueran llevadas con nosotros es una buena evidencia para el segundo teorema... Creo que podemos fiarnos del quinto teorema. Se basa en las mismas matemáticas.
-Entonces...
Spike saltó desde el tronco con más cuidado esta vez.
-... ¿cómo es que las princesas no nos han rescatado ya?
Twilight había considerado eso, gracias al quinto teorema; si no podían ser rastreados inmediatamente después, no habría tiempo material para un rescate.
-Significa que tendremos que volver por nuestra cuenta.
-¿Y puedes entonces derivar un viaje dimensional desde el principio?
Twilight se quedó quieta, guardando silencio, ya que estaba distraída al haber escuchado una incipiente en voz. Era una voz ronca, masculina, con un acento que no podía identificar.
-¡Hola! ¡Vaya, no se ve un unicornio de ese color todos los días! ¡Y menos aún un dragón salvaje!
La última palabra hizo girarse a Twilight, acompañado por un fuerte gruñido.
-Cálmate, Fang-dijo la voz
El ser era un enorme organismo bípedo, presumiblemente masculino, mamífero por su mismo aspecto, y dirigiéndose a un perro muy grande.
-No te preocupes, no voy a hacerte daño.
-Eso espero-masculló Twilight, moviéndose para interponerse entre el perro y Spike por si acaso.
El enorme mamífero parpadeó, bastante chocado.
-Vaya, no había visto un unicornio hablando antes.
-Me alegro de ser el primero...-dijo Twilight-¿Dónde estamos?
-En el Bosque Prohibido. Oh, lo siento. Mi nombre es Rubeus Hagrid. ¿Y el tuyo?
-Yo soy Twilight Sparkle. Este es mi asistente, Spike.
-Hola-saludó él, asombrando aún más a Hagrid.
-El búho es mi segundo asistente, Owlowiscious, aunque Spike es el número uno. Y el pequeño fénix es Peewee, la mascota de Spike. Terminamos aquí después de algún tipo de... accidente-Twilight decidió eludir algunos detalles- y ahora estamos perdidos. ¿Hay otros ponis por aquí?
-¿Ponis? Sí… pero si te refieres a más como tú, parlantes, pues no, ninguno-anunció Hagrid, sin dudarlo ni un instante.
El corazón de Twilight dio un vuelco al oírlo.
-¿Hay alguien más con quien podamos hablar?
-Te llevaré ante Dumbledore. Gran hombre, Dumbledore….-murmuró Hagrid, sin pensarlo mucho.
-¿Hombre?-inquirió ella, desubicándose por un momento.
-Sí. Hombre, humano masculino...-dijo el medio gigante, encogiéndose de hombros torpemente.
-Creo que vamos a tener que empezar desde el principio. Por lo que veo entiende por unicornio lo mismo que nosotros, y lo mismo con dragón, pero yo nunca he oído hablar de un ser humano-explicó ella.
-Ah, ya veo… los cursos por correspondencia nunca dijeron nada acerca de esto-murmuró Hagrid, frunciendo el ceño.
-¿Los cursos por correspondencia?
-Sí.
Hagrid dio media vuelta y empezó a caminar, haciéndole señas con un movimiento de su cabeza; Twilight izó a Spike sobre su lomo y galopó junto a él.
-Yo soy el guardabosques de Hogwarts ¿sabes? Pero me gustaría estar cualificado para enseñar, por lo que he estado tomando un curso de cuidado de criaturas mágicas. Es algo que puedo hacer de todos modos, ya que no necesito una varita mágica, así que...
Tras la explicación se encogió de hombros, pero al ver la cara de la unicornio, se explicó rápidamente.
-De todos modos, hay mucho material acerca de criaturas mágicas que se enseña a los humanos, pero nunca esperé tener que enseñar a criaturas mágicas acerca de los seres humanos.
-Sí, te entiendo…-murmuró Twilight.
En ese momento, salieron de los límites del Bosque Prohibido y entraron en el Valle de Hogwarts.
-Uauh… vaya…
-Es impresionante-masculló Spike, mirando por encima del castillo-es mucho más grande que Canterlot ¿Qué lugar es este?
-Eso es Hogwarts-anunció Hagrid, dando grandes zancadas hacia delante-es la mejor escuela de magia en el mundo.
-¡Oh, bien!-murmuró Twilight, aliviada-cuando dijiste unicornios no estaba del todo segura, pero ahora sí. Existe la magia en este mundo, puedes ayudarnos a llegar a casa.
-Bueno, técnicamente yo no puedo- negó Hagrid con la cabeza-¡No sabría ni por dónde empezar! Estoy seguro de que Dumbledore lo sabrá, sin duda. Gran hombre.
Los pasillos del castillo de Hogwarts estaban en silencio y vacíos, los cascos de Twilight resonaban constantemente en la piedra junto a las fuertes pisadas de Hagrid, al parecer los únicos sonidos en todo el edificio. A pesar de ello, sin embargo, ella sabía que estaba en el centro de un lugar en el que se concentraba mucha magia. Las armaduras con las que se encontraban a su paso estaban minuciosamente fabricadas y varios hechizos de animación afectaban a sus gruesas capas de metal, los personajes de los retratos susurraban entre sí y se movían de cuadro a cuadro, como si el castillo en sí fuera un ente consciente.
-Aquí es... bueno, vamos a ver... estamos a martes, en agosto, y el año termina en uno... bien, ¡por esta escalera!
-¿Y eso importa?-inquirió Twilight, echándole un ojo a Spike por si se caía. Ella sabía que podía cuidarse solito, pero no podía evitar preocuparse por él.
-Bueno, es que se mueven-comentó Hagrid con indiferencia y acostumbrado a la idea-sólo tienes que estar seguro de que te subes a la correcta.
Twilight parpadeó.
-Ya… veo… Supongo que tiene más sentido que los colchones de nubes para ponis de tierra…
Había probado uno. Era muy cómodo, pero después de que el hechizo que la mantenía apoyada sobre él hubiera desaparecido en medio de la noche tres veces seguidas, cayéndose a través de éste, dejó de usarlo y se lo regaló a Fluttershy.
-Aquí estamos-anunció Hagrid, señalando al fondo de un pasillo-esa gárgola de ahí es donde está el despacho de Dumbledore.
El enorme hombre se acercó a la estatua, se aclaró la garganta y dijo.
-Platillos volantes.
Al parecer se trataba de una contraseña, ya que la gárgola se apartó a un lado, revelando una escalera.
-Vamos. No te preocupes, Dumbledore es un gran hombre.
-Ya veo…
Dumbledore resultó no ser tan alto y grande como Hagrid, aunque seguía siendo casi tan alto como la princesa Celestia, con una prominente barba; asintió lentamente con la cabeza, después de que Twilight terminara de contar su relato ligeramente abreviado de cómo había llegado hasta este mundo.
-Sí, estoy familiarizado con los experimentos que en nuestro mundo se han realizado en relación con los viajes interdimensionales…-murmuró Dumbledore, asintiendo con tristeza-sin embargo, ninguno de ellos han llegado a ser del todo satisfactorios. Siento tener que decirla esto, pero es posible que tenga que descubrir por si misma algún modo para volver a su hogar…
-Oh, no pasa nada…
Twilight se quedó un tanto abatida en cuanto lo oyó, pero se recuperó enseguida y levantó la vista hacia él.
-¿Podría usar su biblioteca? Voy a necesitar un poco de papel…
-Aunque… se me está ocurriendo algo. ¿Está al tanto del propósito de Hogwarts?-inquirió entonces él.
-Sí, creo que Hagrid me comentó que era una escuela de magia…
-Desde luego. Aunque algo me dice que es bastante diestra con la magia, señorita Twilight, siempre es bueno saber más. De hecho, su joven asistente de Spike podría unirse también…
-¿Qué propone?
-Asistir a la escuela este año-anunció Dumbledore, con una gran sonrisa y con los ojos brillantes-los búhos son mascotas permitidas, y sin duda alguna puedo hacer una excepción con Peewee.
Dumbledore miró a la percha de Fawkes, donde el fénix más joven charlaba animadamente con el mayor.
-No habría ningún problema en ese aspecto-añadió justo después.
-Yo... es una buena oferta, pero...-murmuró Twilight, guardando silencio un momento al ver que Spike quería hablar con una mueca de ansia dibujada en su cara.
-¡Me gusta la idea, Twilight! Quiero decir, vamos a estar aquí durante mucho tiempo de todos modos, y no importa cuánto pase ¿no? Si este tipo de magia es de la que yo puedo aprender...
-Tienes razón. De hecho, si no se requiere de un cuerno, podría ser una muy buena idea para aprender. Podríamos enseñar a los demás.
-¡Sí!-Spike sonrió, antes de lanzar una preocupada mirada-¿Y la comida?
-Oh, es verdad…
Al ver que Dumbledore arqueó una ceja, extrañado, Twilight aclaró.
-Spike necesita piedras preciosas de vez en cuando para complementar su dieta. Creo que el mínimo es de alrededor de un quilate por semana.
-¡Eso no es suficiente para mi gusto!-se quejó Spike.
-Pero no sabemos cuán comunes son las piedras preciosas aquí, Spike, ni siquiera si tienen la misma densidad mágica que las de Ecuestria-argumentó Twilight-seguro que tienen otros alimentos que te gustan, el problema aquí es la cantidad.
-Está bien, está bien-gruñó Spike-Pero no va a ser igual…
-Seguro que al final te acostumbras…
Dumbledore parpadeó.
-¿Comes gemas?
-Bueno, técnicamente cristales grandes-especificó Twilight-le gustan mucho los rubíes de fuego, pero cualquier cosa de cuarzo o diamante vale.
-Bueno, creo que una cantidad bastante considerable de cuarzo sería relativamente fácil de conseguir-comentó el anciano mago en voz alta-aunque ahora que mencionas la densidad mágica, tenemos una serie de cristales determinados por sus condiciones de formación. El granate y el cuarzo son bastante comunes, pero otros como los rubíes y los diamantes suelen ser más raros y valiosos.
-Oh, ¿podría conseguir granate?-inquirió Spike, más animado-eso sería genial.
-Veré lo que puedo hacer-prometió Dumbledore-ahora ¿qué me dices de mi propuesta?
Spike y Twilight cruzaron entre sí una rápida mirada y luego asintieron. Twilight levantó un casco por encima de la mesa, y Dumbledore se lo estrechó con efusividad.
-Bienvenida al mundo mágico, entonces, señorita Sparkle. Le diré a Minerva que os asiente aquí hasta el día de la Selección, y para que os lleve al Callejón Diagon para ir a por sus materiales y varitas.
Spike rio.
-¿Eh? Ah, ya veo. Diagonal. Nunca había visto eso antes. Sí, es bastante gracioso, ¿no?
-No está permitido usar encantamientos de levitación en la biblioteca-anunció Madam Pince con desaprobación.
Twilight la miró por encima de dos libros que se encontraba consultando de forma simultánea, uno de ellos el Diccionario Mágico de términos mágicos y La Aparición y tú.
-Lo siento, pero es que esta es mi única forma de sostener las cosas. Podría poner los libros en el suelo y pasar las páginas con los casos, pero no sería muy eficiente.
La bibliotecaria palideció.
-Oh... ya veo. Bueno, puedo hacer una excepción... siempre y cuando sólo vayas a usar la magia para leerlos.
-Sin problemas-aseguró Twilight-no me gustaría que me echaran, una nueva biblioteca a mi entera disposición es todo un placer para mí...
-Habla por ti…-masculló Spike, sumergido en un centenar de páginas del libro Hogwarts: Una Historia-esto es realmente aburrido ¿Y se supone que esto es para estudiantes de la edad de las Crusaders?
-Unos pocos años más, creo… aunque tal vez es sólo la forma en que escriben aquí-supuso Twilight.
-¿Puedo verlo?-preguntó la bibliotecaria.
Spike aceptó y ella levantó el libro para comprobar la fecha de publicación.
-Ah, ya veo. Esta es una de las primeras impresiones, escrita para académicos. Voy a ir a buscar uno de los últimos ejemplares.
-No te preocupes-dijo Spike, levantándose de un salto-puedo ir a buscarlo, estoy acostumbrado a las bibliotecas. Supongo que tendré que aprender donde está el número de edición en este mundo, sin embargo... ¿siempre se ordenan al revés?
-Tengo entendido que los libros muggles se ordenan de manera inversa-dijo Madam Pince.
-¿Muggle? Me he topado con este término un par de veces, pero no me ha parecido esencial para la mecánica de su forma de teletransportación. ¿A qué se refiere?-inquirió Twilight.
-A las personas sin magia.
Madam Pince parecía sorprendida de que alguien preguntara algo semejante. Twilight lo notó y agitó su pata a su alrededor para recordar a la bibliotecaria que ninguno de ellos eran humanos.
-Me parece un término un poco tonto para mí.
-Oh, bueno, supongo que sí... pero es el que siempre hemos usado.
-Me pregunto quién lo ideó… Ah ¿Qué más da? Spike ¿cuándo dijo Dumbledore que esa tal McGonagall iba a aparecer?
-A eso de las dos, me parece.
-Vale, nos debe quedar media hora entonces. Me da tiempo para comprobar si la base teórica de esta aparición es la misma que la de mi teletransportación.
Spike regresó enseguida con la versión más moderna de Hogwarts: Una Historia, lo abrió, y saltó hasta el índice para encontrar donde se había quedado anteriormente. Twilight no pareció estar de acuerdo con eso.
-Si esa es una versión más fácil de leer, Spike, debes leerlo desde el principio. Recuerda que es probable que haya muchas más cosas nuevas desde la última versión…
-Sí, muchas cosas han sucedido desde 1793-murmuró Madam Pince, sonriendo levemente.
Twilight alzó la vista.
-¿Cuál es la fecha de hoy?
-Martes, 27 de Agosto de 1991.
-Gracias. ¿Ves, Spike? El otro libro que estabas leyendo estaba casi dos siglos desfasado.
-Sí, sí, lo he pillado… Vale, vamos a ver... sí, mucho mejor. Gracias.
-Ningún problema-dijo Madam Pince-es un placer ver a dos caras nuevas que realmente aprecian una biblioteca bien organizada.
Los dos ecuestrianos devoraron sus respectivos libros en silencio durante media hora, antes de que un resquicio de luz les alertara de que otra persona acababa de entrar en la biblioteca.
-¿Sí?-inquirió Twilight, dejando de leer por un momento.
Ahora estaba bastante segura de que lo que realizaban era algo diferente a la Aparición, aunque no en lo fundamental, sólo en los detalles técnicos menores. Lo cual, por supuesto, significaba que estaba bloqueado en los terrenos de Hogwarts por alguna razón. Era un fastidio, pero tenía sentido.
-Ah... ¿es usted la señorita Twilight Sparkle? ¿Y el señor Spike?
Twilight asintió. Spike marcó la página de su libro, y respondió de manera afirmativa también.
-Muy bien.
Este nuevo ser humano femenino era una mujer bastante alta, aunque no tan alta como Dumbledore. Llevaba un sombrero puntiagudo que, a primera vista, le recordó al de Trixie, pero una expresión severa en su rostro dio al traste con esa comparación. Aunque a Twilight la recordaba más a uno de sus antiguos profesores, un semental de nombre Recent Runes.
-Si me acompañan, por favor, tengo polvos Flu en mi oficina. Los usaremos para llegar al Callejón Diagon. Suelo hacer esto con los estudiantes que suelen requerir de un traslado de expediente, ya que uno de los estudiantes que iba a matricularse en primero se acabó mudando a Francia-explicó McGonagall. Aunque parecía un poco molesta sobre esa decisión en particular.
-¿Qué son los polvos Flu?-preguntó Spike, antes de salir de la biblioteca.
Twilight se tomó la molestia de apilar todos los libros que estaba leyendo en una mesa, dejando una nota que había preparado para cuando volvieran en la parte superior de la pila.
-Los polvos Flu, señor Spike, son una forma de viaje mágico que requieren de fuego.
-¡Vaya!-exclamó Spike, interesándose de golpe-yo puedo hacer algo parecido, sobre todo con cartas o cosas más grandes, pero tienen que consumirse por completo.
-¿De veras? Interesante... Veremos si comparte otras características con los polvos Flu aparte del uso del fuego.
Twilight les alcanzó poco después.
-¿Cómo cree que reaccionará la gente en cuanto nos vean en el Callejón Diagon? Hogwarts no me preocupa, ya que es un ambiente escolar, y me acuerdo bien de lo rápido que Spike se adaptó en la Academia de Celestia. Pero de cara al público en general, podrían reaccionar... mal-murmuró ella, recordando algunas escenas como Roseluck desmayándose en medio de la calle como reacción ante un gran y peligroso monstruo en el mercado.
-No se apure, señorita Sparkle, sea la reacción que sea no nos iremos sin las compras-aseguró McGonagall, esbozando una leve sonrisa-y en el que caso de que alguien reaccione impulsivamente se atendrá a las consecuencias.
Twilight no quiso saber cuáles serían las consecuencias. Recent Runes nunca fue tan intimidante.
-Señor Spike, ponga atención-dijo McGonagall con firmeza-éstos son los polvos Flu, se usan para transformar un fuego normal en uno conectado a la red Flu. Observe.
Ella tomó una pizca del polvo y la arrojó a las llamas, las cuales se alzaron hacia arriba en un gran destello verdoso.
-¡Uauh!-exclamó Spike, emocionado-¡Tiene el mismo color que mi fuego cuando uso el correo mágico!
-¿Y lo puedes usar cuando tú quieras?-inquirió la profesora.
-Bueno, más bien puedo apagarlo cuando yo quiera.
-Es el resultado de un encantamiento-aclaró Twilight-puede usarlo cuando él lo requiera, pero por defecto siempre puede disponer de él porque es más seguro. Me parece que se te aplicó poco después de que comenzaras a escupir fuego ¿no?
-Creo que sí… Tiene sentido-murmuró Spike.
-Ya veo…-dijo McGonagall.
Para entonces, el fuego ya había regresado a la normalidad.
-Ahora, para viajar con polvos Flu, uno debe decir con claridad su destino una vez que esté dentro de la chimenea. El usuario llega a la chimenea más cercana al destino, aunque no siempre de pie…
-Caramba, me recuerda cuando Twilight se teletransportó por primera vez…-murmuró Spike.
-No me lo recuerdes…-masculló ella, con tonito remolón-siempre pensé que teletransportarse con silla incluida era una mala idea.
-Sí, lo sé. Tan solo me acuerdo, nada más.
-Vale, iré yo primero-anunció McGonagall-presten atención a todos mis movimientos. Cojan una pizca de polvo al menos tan grande como la mía, mejor que sobre que no falte.
Se aclaró la garganta y tras eso exclamó.
-¡Callejón Diagon!
Al punto, una oleada de fuego verdoso la envolvió por unos segundos y luego desapareció de la vista. Spike y Twilight se miraron, luego ella habló.
-Vale, soy la siguiente. Puedes coger suficiente polvo ¿no?
-Mis garras tienen palmas, no hay problema-aseguró Spike.
-Bien. Nos vemos allí.
Twilight levitó con su magia una pequeña cantidad de polvos Flu y antes de soltarlos exclamó.
-¡Callejón Diagon!
Twilight patinó hasta detenerse, agitando los cascos sobre un suelo de piedra y consiguiendo salvar una posible caída.
-Bof... eso no es muy divertido. Me siento un poco mareada…
Levantó la vista y descubrió que la habitación, aunque en silencio, estaba llena de seres humanos. El fuego estalló de nuevo tras sus espaldas, y Spike rodó hasta su lado.
-¡Uauh, menudo subidón!
-¿Acaso te ha gustado eso?-inquirió ella entre dientes.
-¡Oh, sí!-Spike se levantó y obvió-seguro que hasta a Pinkie Pie le gustaría... vaya, cuanta gente.
-Desde luego... ah, ahí está.
-Por aquí, señorita Sparkle-indicó McGonagall, junto a una puerta-el callejón Diagon está justo enfrente.
El dragón y la unicornio se abrieron paso a través del denso silencio, con todas las miradas puestas en ellos. Twilight respiró con tranquilidad una vez que salieron a un pequeño patio a través de la puerta.
-No me gusta que me miren así…
-Sí, ya lo vi…-McGonagall tenía los labios fruncidos en señal de desaprobación-al próximo que le mire cual vulgar trozo de carne tendré unas cuantas palabras con él, señorita Sparkle, no se preocupe.
Tras eso, se sacó su varita de la manga y dio una serie de golpecitos en algunos ladrillos. Al punto, éstos se hicieron a un lado para revelar un arco que condujo al callejón.
-Vaya, me recuerda al distrito comercial de Canterlot, tiene un diseño muy similar-observó Spike.
-Sí, ciertamente-asintió Twilight, divertida.
-Oh, por cierto, me olvidé de preguntar. ¿Albus les proporcionó fondos, señorita Sparkle?
-¡Oh, no me puedo creer que me olvidara de algo así!-masculló Twilight, negando con la cabeza-no, no llevo nada encima.
-No pasa nada, el colegio cubrirá los gastos-aseguró McGonagall-lo solemos hacer cuando los alumnos no pueden permitirse pagar los materiales, el Ministerio nos concede subvenciones cada cierto tiempo, aunque no tengáis tutores que os avalen con eso debería ser suficiente. En primer lugar deberíamos ir a por las varitas.
-¿Varitas?
-Nuestra forma de hacer magia requiere el uso de varitas, señorita Sparkle. El mejor lugar es la tienda de Ollivander, vamos para allá.
-Sí, sí... de lo más interesante, no todos los días me llegan pedidos por parte de clientes que no son humanos…
El ser humano, de nombre Ollivander, miró a Twilight de arriba abajo, prestando especial atención a su crin y cola, ofendiendo a la unicornio con tanta medición por parte de Spike.
-Y además, ambos poseen algún tipo de magia de por sí bastante compleja. Prueba con ésta, madera de fresno, pelo de unicornio, veintidós centímetros. Muy poderosa.
-¿Pelo de unicornio?-masculló Twilight, un poco preocupada y apretando la varita telekinéticamente-¿Hay pelo aquí dentro?
-Sí, todas mis varitas poseen núcleos hechos de uno de los tres materiales mágicos que normalmente uso: pelos de cola de unicornio, plumas de fénix, o nervios de corazón de dragón.
Se oyó entonces un fuerte golpe cuando Spike dejó caer la caja que tenía en las manos. El cuerno de Twilight brilló sorpresivamente, preparando un hechizo en su punta-¿¡Qué?!
-¡Señorita Sparkle, cálmese!-exclamó McGonagall con severidad.
-¡No hasta que Ollivander se explique!-masculló ella, interponiéndose entre éste y Spike.
-Me temo que todo ha sido un malentendido, señorita Sparkle-dijo Ollivander con calma-su ayudante aquí presente es el único dragón que he visto en toda mi vida con el don de la palabra. Y lo mismo puedo decir de usted y los unicornios.
Twilight miró a McGonagall, ceñuda.
-¿Es eso cierto?
-Sí-contestó la profesora, con una mirada preocupada-debí haber supuesto que podría ser un problema; a diferencia de cualquier otra cosa que hayamos visto antes, ambos, los dragones en este mundo son bestias mudas, que crecen y maduran en un lapso de tiempo de dos años o menos, mientras que los unicornios son simplemente animales mágicos.
Twilight fue bajando gradualmente el brillo de su cuerno, hasta que éste se apagó.
-Está bien, me fiaré de usted por ahora… Pero pienso investigarlo apropiadamente.
-No esperaba menos-asintió McGonagall, con aprobación-ahora, creo que estaba a punto de probar esa varita….
-Está bien. ¿Cómo lo hago?
-Tan sólo muévela un poco… puedes agarrarla con tu magia, piensa en algo cuando lo hagas.
Twilight agitó la varita, pero Ollivander se la arrebató antes de que hubiera terminado.
-No tiene mucha respuesta. Bueno, ¿tal vez esta? Madera de tejo y nervio de corazón de dragón, treinta centímetros, poco flexible.
Aún un poco disgustada, Twilight tomó la varita igualmente y describió un círculo con ella.
-No, definitivamente no... Madera de roble y pluma de fénix, diez centímetros, perfecta para encantamientos.
Ollivander comenzó a apartar las varitas que no tuvieron respuesta con Twilight y las probó con Spike, con el cual tampoco hubo mucha variación. Varita tras varita, se fueron apilando progresivamente, y las únicas con las que Twilight llegaba a obtener resultados eran con las de madera de fresno y pelos de unicornio. Spike, por su parte, reaccionaba mejor con las de madera de espino y plumas de fénix, aunque en la mayoría obtuvo una reacción bastante débil.
Después de casi una hora, Ollivander se detuvo.
-Se me está ocurriendo algo que podría funcionar con usted, Twilight Sparkle. Si fuera tan amable de donar una serie de sus propios pelos de la cola, quizás pueda reconstruir la varita que tenga la mejor reacción; lo veo, madera de fresno y pelo de unicornio, veinticinco centímetros y medio. Con su propio pelo en lugar del original, creo que podría resolver el problema.
-¿Y qué pasa conmigo?-inquirió Spike-yo reaccionaba con espino blanco y pluma de fénix ¿no? ¿Podrían las plumas de Peewee funcionar también?
-Ah, su fénix mascota. Sí, podría ser una buena idea. Siempre he creído que la varita elige al mago, pero me atrevo a decir que ninguna de ellas estaba preparada para tan singulares magos.
Spike parpadeó.
-Yo nunca le hablé de Peewee. Lo dejamos a él y a Owlowiscious en el despacho de Dumbledore.
Ollivander tan solo sonrió enigmáticamente.
-¿Tiene polvos Flu, señor Ollivander?-inquirió McGonagall.
Al recibir una respuesta afirmativa, se dirigió a la trastienda en busca de una chimenea.
-Voy a informar a Albus de esto, y ya de paso traigo a su fénix, señor Spike.
-Mejor me voy con usted y así veo como está-sugirió Spike, después de ella.
-Ahora vuelvo, Twi.
-Vale-murmuró Twilight, mirando su cola con aprensión.
-¿Cuántos necesita?
Ollivander observó atentamente la crin y la cola rayadas, pensativo.
-Creo que con tres pelos será suficiente. Cuantos más largos mejor, luego puedo recortarlos y trabajar con una banda de cada color.
-Está bien.
Con una navaja de afeitar, Twilight cuidadosamente cortó tres pelos de la cola cerca de la base. Los elevó telekinéticamente a una altura cómoda y Ollivander los tomó delicadamente.
-Sí, estupenda calidad... con esto debería funcionar, Twilight Sparkle.
-¡Estamos de vuelta!-anunció Spike, volviendo de la trastienda-a Peewee no le ha importado. Aquí tiene.
El joven dragón le pasó un par de pequeñas plumas rojas al fabricante de varitas, quien los aceptó con la otra mano que le quedaba libre.
-Maravilloso... es raro tener un fénix como mascota, y más raro aún que el mago en cuestión tenga la oportunidad de utilizar una varita hecha con plumas de su propia mascota. Sí, veré lo que puedo hacer. Mejor sigan con el resto de sus compras, vuelvan en una hora.
-¿Cómo sabía que no habíamos hecho el resto de las compras todavía?-inquirió Spike, asustado-¡sigue sabiendo cosas de las que ni le he hablado!
-No llevas ninguna bolsa contigo-dedujo Ollivander, sonriendo débilmente.
Twilight se rio entre dientes.
-Bueno, eso fue lo normal para un viaje a la tienda de Ollivander- comentó McGonagall-no en términos genéricos, pero sin duda en cuanto a tiempo se refiere. Menos mal que solo tiene unas pocas docenas de estudiantes nuevos cada año, porque si no la cola saldría por la puerta.
-¿Qué sigue en la lista?-preguntó Twilight, deseando tener una copia de la misma encima.
-Bueno, como esto también lleva su tiempo, túnicas a medida. Lo siento, señorita Sparkle y señor Spike, pero las reglas son claras. Las túnicas son obligatorias para asistir a clase.
-Podría ser un problema-afirmó Twilight, mientras entraban en una tienda de nombre Madam Malkin, túnicas para todas las ocasiones.
-Creo que hasta a Rarity le tomaría su tiempo para encontrar un diseño apropiado... ojalá estuviera aquí.
El unicornio se detuvo y suspiró, lo que llamó la atención de todos los presentes en la tienda, en la que no parecía haber clientes en ese momento.
-Ojalá todas mis amigas estuviesen aquí-murmuró Twilight, con profunda melancolía-sé que sería cruel por mi parte que estuvieran aquí, porque todas tienen alguien que les echaría de menos, al igual que yo, pero...
Spike acarició su cuello con torpeza, extendiendo un poco su brazo para poder alcanzarla.
-Hey, al menos me tienes a mí, ¿no?
Ella le sonrió débilmente.
-Gracias, Spike. Y sí, lo siento. Tenía ganas de soltarlo, eso es todo.
-Que no te dé reparo, la vergüenza es el reconocimiento de un fallo, y tú no tienes ningún fallo-la dijo Spike, tratando de parecer sabio.
Twilight rio, divertida.
-¿Qué? Si Celestia lo dijera, tú no tardarías nada en imitarla…
-Si Celestia hubiera dicho algo semejante, lo hubiera expresado con más elocuencia.
-¡Qué cara tienes!
Twilight finalmente rompió a reír, y después de un momento Spike se unió también.
-Buf... lo necesitaba-Twilight se recompuso y miró hacia arriba-lo siento, profesora.
-No pasa nada-quitó importancia McGonagall-parece que hemos dado tiempo a Madam Malkin a consultar algunos libros.
-Desde luego, querida-la bruja al cargo, ojeando un tomo polvoriento-aunque hubo varias veces en los últimos siglos en las que nos pidieron confeccionar trajes formales para centauros, y no creo que haya problemas con los cuartos traseros. Pero me temo que me va a llevar un buen rato, eso sí. El joven... ¿reptil?
-Soy un dragón… pero no del mismo tipo de los que ustedes tienen aquí, según tengo entendido-respondió Spike.
-Ah... ya veo. Con el joven dragón será más fácil, aunque va a ser tal vez la túnica más corta que he confeccionado para Hogwarts.
-De vuelta a la carga con los con los chistes cortos-masculló Spike con cara de palo.
Al final, Twilight se habituó a ser observada, aunque desde que Peewee estaba con ellos eso mismo parecía tranquilizar a los seres humanos un poco. Owlowiscious había llegado también a través de la red Flu y revoloteó por encima de su cabeza, dándoles una estampa bastante familiar.
McGonagall explicó que los búhos eran el método principal de comunicación postal en el mundo mágico, aunque se mostró bastante sorprendida cuando la explicaron que era casi tan eficaz como un asistente.
Spike se había comprado un par de guantes de piel de dragón con una expresión de completo asco, y sólo por insistencia de McGonagall. Él había argumentado que no los necesitaba, ya que con su propia piel suplía cualquier otro tejido protector. Pero la profesora fue inflexible.
-Está bien-dijo el joven dragón, echándolos en la última bolsa de una serie de bolsas de la compra-pero no pienso usarlos, salvo excepciones.
Twilight, evidentemente, no necesitaba guantes.
Finalmente, volvieron a la tienda de Ollivander para recoger sus varitas terminadas. Twilight sólo necesitó cogerla con su magia para comprender por qué estos magos utilizaban varitas.
-Es... como un canal muy eficiente de magia.
-Intente esto, señorita Sparkle- dijo McGonagall, agitando su propia varita-basta con decir lumos.
La punta de su varita se encendió con una luz de color amarillo brillante. Twilight asintió y murmuró
-Lumos.
Fue extraño. El poder mágico no parecía fluir desde su cuerno, sino de algún lugar de su pecho, y la punta de su varita se encendió de la misma forma que la de McGonagall.
-Muy buen trabajo, señorita Sparkle-la felicitó la profesora-para apagarla tan solo hay que decir nox.
Ella frunció el ceño, digiriendo la información, y la apagó, guardándola en una funda que el fabricante de varitas tuvo la gentileza de regalar.
Spike se entretenía encendiendo y apagando su varita varias veces, muy emocionado de que finalmente tuviera algún medio para realizar magia, cosa que podía compartir con Twilight sin problemas.
-Vamos Spike, será mejor que regresemos a Hogwarts, se está haciendo bastante tarde, Celestia tiene que… no, claro que no- negó ella con la cabeza-perdón, por un momento olvidé dónde nos encontrábamos.
-¿A qué se refiere?-inquirió McGonagall-no la he oído hablar de ninguna Celestia antes, señorita Sparkle.
-Celestia es la que mueve el sol, al menos de dónde nosotros venimos- explicó Twilight-yo misma he visto cómo lo hace, pero apenas comprendo la magia que usa para ello.
-¿Que se mueve?-repitió McGonagall, un tanto perpleja-señorita Sparkle, nadie mueve el sol. La Tierra gira en torno a él, y el sol se queda en el mismo lugar.
-Sí, bueno, aquí-apuntó Twilight-pero de dónde somos, eso no sucede. Todo este mundo es como el bosque Everfree, las cosas se suceden en la naturaleza por si solas. En Ecuestria tenemos que hacerlo todo nosotros mismos, los pegasos controlan el clima, los ponis de tierra se aseguran de que la tierra es fértil, los tres tipos colaboran en la tarea de cambiar las estaciones, y Celestia y Luna traen el día y la noche respectivamente.
-Todo esto suena muy descabellado-dijo la profesora-¿magia a ese nivel?
-Yo he experimentado una noche de veinticuatro horas antes, cuando las cosas se torcieron un poco-comentó Spike-ése fue el solsticio de verano.
-Vaya…-murmuró McGonagall, sin saber bien que decir tras un momento en silencio-deberíamos regresar ya a Hogwarts. ¿Lo tenéis todo?
-Ah… sí, eso es todo-dijo Twilight tras dar un repaso mental a la lista.
-Muy bien ¿podemos usar su chimenea una vez más, señor Ollivander?
-Por supuesto.
-Menudo día- murmuró Twilight, mientras se desplomaba en la cama que le habían asignado. Los cocineros, al parecer unas pequeñas criaturas arrugadas llamadas elfos domésticos, habían estado interesados en conocer al unicornio y al dragón para los que tenían que cocinar. Ella en realidad no tenía hambre, ya que se había llenado desde la última vez que comió en la boda y Spike también con un buen plato de granate, por lo que ya habían almorzado debidamente antes de llegar a este nuevo mundo.
Dumbledore les había explicado que la mayoría de los estudiantes dormían en dormitorios asignados por casa, y que la casa es determinada en una ceremonia especial que se celebraría en poco menos de una semana. Dado que tanto los dos ecuestrianos no se adaptaban a las camas normales de Hogwarts y que aún no habían sido seleccionados, habían sido asignados a una habitación en los niveles inferiores de la torre de astronomía, que Twilight había adaptado previamente con varios hechizos de transformación.
El director les había asegurado que una habitación similar se añadiría a cualquier casa en la que ella y Spike fueran ordenados juntos o dos salas más pequeñas, si al final se encontraran en casas separadas.
-Esto es genial… ¡Por fin puedo hacer algo de magia!-exclamó Spike, emocionado.
-Aun así ten cuidado, recuerda lo que me pasaba cuando me solía exceder de más…-dijo Twilight, con voz somnolienta.
-Pues sí… buenas noches, Twi.
-Buenas noches…-bostezó ella antes de caer completamente dormida.