Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

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Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

Notapor Sg91 » 10 Jun 2013, 11:51

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Bueno, como ya comenté en el hilo de Smellslikebeer de Pics & Gifs, aquí vengo con algo nuevo gracias a los inspiradores dibujos de semejante artista. Como reseña previa, diré que después de un extraño fenómeno, la población ecuestriana se ve transportada a un mundo vacío y olvidado donde el ser humano fue, alguna vez, la raza predominante. Y sin más dilación, aquí vamos.



Capítulo 1

Inhabitado


Twilight se despertó, aún sin comprender del todo lo que había pasado. Estaba siendo un día como otro cualquiera; había amanecido normalmente, había ido a comprar el pan, como todos los días, había estado hablando un rato con Applejack en el mercado, que es uno de los momentos con los que se suele encontrar con ella, y luego se había vuelto a la biblioteca, puesto que tenía un trabajo pendiente. Al poco rato de ponerse a redactar las primeras líneas, notó que algo no iba bien; miró por una ventana, descubriendo una luz muy intensa colándose por todas las demás de la biblioteca. Spike hizo acto de presencia, bastante asustado.

-¡Twilight! ¿Qué está pasando? ¿Qué es esa luz?

La intensidad de la misma iba en aumento con cada segundo que pasaba, como si todo lo demás afuera hubiera desaparecido y la intensísima luz se echara sobre ellos para devorarlos; trató de asomarse un poco para ver algo, pero no pudo mirar a la fuente lumínica más de dos segundos sin dejarla temporalmente ciega. Trató de abrir los ojos y pudo percibir como el interior de la biblioteca se iba difuminando ante el blanco imperante, como si éste lo estuviera borrando todo.

-¡Twilight!-oyó exclamar a Spike, muerto de miedo.

Clavó la vista en el suelo, pero éste también estaba siendo engullido por la blancura. En menos de cinco segundos no hubo nada más. Aún con los ojos cerrados podía notar como la luz incidía sobre ella, haciéndola daño. Se hizo un ovillo, sintiendo como el miedo la paralizaba. Y al segundo siguiente, se desmayó.

Y eso era todo lo que había pasado hasta ese momento. Se puso en pie, aun con la vista un poco tocada. Esperó un poco hasta recuperarse y abrió los ojos lentamente. Lo que vio la dejó asombrada y también helada. Se encontraba en medio de una alargada biblioteca, en un pasillo abovedado de al menos unos diez metros de largo; a ambos lados se extendían un montón de estanterías llenas de libros, tanto en la planta baja como en la planta alta. Al fondo del todo había unas puertas dobles cerradas, el sitio estaba bastante desolado; vio algunas mesas rotas y tiradas, algunas volcadas y el resto seguía en su sitio. Algunos libros se encontraban desperdigados por el suelo, dándole un triste aspecto al sitio.

-¿Dónde… dónde estoy?-masculló ella, confusa.

En ese momento oyó una voz conocida farfullar.

-¡Twilight!

-¿¡Spike?! ¿¡Dónde estás?!

En ese momento oyó un ruido en el piso de arriba, no muy lejos de allí, y se teletransportó inmediatamente; cerca de donde apareció, había una pila enorme de libros, moviéndose débilmente.

-¡Spike!

Apartó los libros con su magia y el pequeño dragón respiró más tranquilo.

-¡Agh! ¡Menos mal, me quedaba sin aire!-masculló él, aliviado.

Twilight abrazó al dragón, el cual le devolvió el gesto rápidamente.

-¿Dónde estamos? ¿Qué es este sitio?

-No lo sé… estamos en una biblioteca, pero… no tengo ni idea de donde nos encontramos.

-De repente todo se volvió blanco, y después… nada-recordó él.

-Sí… veamos que hay por aquí, a ver si encontramos algo… o averiguamos qué ha pasado-sugirió ella.

Bajaron al piso inferior por unas estrechas escaleras de caracol que vieron más adelante y se dirigieron hacia las dobles puertas; cuando estuvieron a punto de llegar hasta ellas, vieron algo tirado en el suelo que les llamó poderosamente la atención.

-¿¡qué es eso?!-inquirió Spike.

Se encontraba al lado de una mesa, como si se hubiera caído de ésta; se trataba de una especie de caja blanca muy ancha y abultada, con una ventana negra en el centro. Twilight se acercó y le dio unos toques con su casco, emitiendo un sonido familiar.

-Suena como el cristal…

A su lado había una especie de tabla negra, con una serie de botones con letras blancas estampadas en sus superficies, eran muy pequeños; Spike los estuvo oprimiendo, emitiendo unos ruiditos secos, pero no pasaba nada. Varias cuerdas muy finas y negras, de aspecto suave, se enredaban cerca de esos extraños artilugios.

-¿Qué serán?-inquirió Spike, intrigado.

-No lo sé, pero no pienso gastar tiempo averiguándolo… vamos, tenemos que situarnos.

Salieron por las puertas dobles y se encontraron en lo que parecía un recibidor muy amplio, con el suelo de madera; una alargada mesa se encontraba cerca de la salida y justo delante de ésta, casi oculta en un rincón, una puerta de madera muy brillante se encontraba cerrada. El lugar estaba bastante desolado.

Pero su asombro fue mayúsculo cuando salieron por la puerta principal; ambos acabaron en lo más parecido a una calle, pero no al menos el concepto calle que ellos conocían. El suelo era duro y tenía un extraño tacto, parecía estar hecho de piedra grisácea, al menos una parte de éste. En medio de la "calle", una mayor porción de piedra negra ocupaba casi todo el resto de la misma, con rayas blancas intermitentes pintadas en ésta. A su alrededor se extendía un paisaje urbano a la vista, pero con casas que nunca antes habían visto. Parecían estar hechas de piedra en vez de madera, sus tejados no se veían y no parecían estar hechos de ningún otro material parecido a la paja. Casi todas tenían al menos unos dos o tres pisos, y aunque no llegaban a ser muy altas, tanto a Twilight como a Spike les parecieron enormes.

Entre las casas había una serie de cuerdas negras, sobre todo en las esquinas de los cruces, que sujetaban una especie de caja rectangular amarilla con tres señales de colores a cada lado de la misma. Colgaba justo en el centro del cruce, y se podía ver desde todos los ángulos.

-¿Qué es eso que cuelga ahí?-inquirió Spike, curioso.

-No sé, parece ser una especie de… señal colgante… con colores…

A cada extremo de los dos lados de la calle la piedra se abombaba ligeramente y una serie de rayas blancas trazadas en la piedra negra iban de un lado a otro. También vieron muchas tiendas a lo largo de toda esa calle, algunas abiertas, otras cerradas, pero la mayoría accesibles; no vieron a nadie en ningún momento y el ambiente era muy silencioso, sólo se oía el ruido de los cascos de Twilight sobre la piedra del suelo y el sonido del viento recorriendo las calles con ellos. Un poco más adelante vieron una torre de agua en medio de un terreno entre varias casas de tres pisos, y la piedra negra de la calle continuaba hasta perderse en el horizonte.

Los dos se quedaron quietos por un momento, contemplando el extraño paisaje que se abría ante ellos; en un momento dado, Spike habló.

-Twilight… ¿Dónde estamos?

-No lo sé, Spike… pero desde luego no es Ecuestria…-murmuró ella, visiblemente preocupada.

-¿y qué hacemos? ¿Cómo vamos a hacer para encontrar a los demás si ni quiera sabemos dónde estamos?

-Es fácil… volveremos a la biblioteca y nos documentaremos con todos los libros que hay allí, seguro que podremos averiguar dónde nos encontramos… y qué lugar es este.

Sin decir nada más, ambos volvieron tras sus pasos y regresaron a la biblioteca, donde nada más poner un casco en ella, el cuerno de Twilight comenzó a brillar; inmediatamente después, todas las cosas revueltas y tiradas comenzaron a reordenarse solas.

-Lo primero es poner orden en este desastre, así será imposible guiarse por aquí-habló ella.

-Pero no sabemos si se usa el mismo sistema de ordenación en esta biblioteca…

-Claro que sí, Spike, no hay más que echar un vistazo a las estanterías… por lo que veo están clasificados por materias, así que empezaremos por devolver los libros del suelo a su sitio. Comenzaremos por esta sección de aquí llamada Mecánica…

Entre los dos y con mucho ahínco, consiguieron recolocar todos los libros desperdigados y limpiar un poco todo ese desastre; la magia de Twilight ayudó mucho, reparando las cosas rotas, como algunas partes de las barandillas del piso superior o el busto de lo que parecía ser algo o alguien, o al menos su cabeza.

-Vaya, mira esto, no puede ser la cabeza de un poni…-murmuró Spike, sosteniendo el trozo superior.

-No, desde luego…-asintió ella, sosteniéndolo con su magia antes de recomponerlo.

Las mesas y sillas volvieron a su sitio, las hojas sueltas y en blanco se apilaron en una de ellas y la caja blanca con la ventana negra y la tabla regresaron a la mesa que había al lado de la salida. Una vez que todo estuvo listo, Twilight se dijo.

-Vale, esto ya está, pero voy a necesitar pluma y tinta para tomar notas…

-Voy a ver si encuentro algo por aquí-se ofreció Spike.

Estuvo rebuscando por los cajones de algunas mesas, pero no encontró nada; fue un momento a la larga mesa del recibidor y al poco rato volvió con algo muy parecido a la pluma.

-¡Twilight, he encontrado algo parecido, pero es muy extraño!

-¿Qué es eso?

-No lo sé, estaba en uno de los cajones de la mesa de fuera, había más como ese…

Twilight lo cogió con su magia y lo estudió atentamente; parecía estar hecho de un material duro y resistente, era transparente, aunque en su interior había una especie de cilindro hueco con algo negro en su interior. Acababa en una punta redondeada y de color dorado, aunque vio que Spike llevaba algo más en la mano.

-¿Qué es eso que tienes ahí?

-Lo llevaba puesto, parece ser la protección de la punta…

Dicho objeto tenía forma cónica, era de color azul y poseía una extensión de igual color que lo alargaba un poco más; había un pequeño hueco por el que cabía la punta del objeto cilíndrico, Twilight se la puso por un momento y vio que encajaba perfectamente. Lo quitó de nuevo, pero había una pregunta que no dejaba de hacerse; tenia forma de pluma pero ¿cómo podía hacer para escribir si no tenía tinta con que mojarlo? Aunque el color oscuro de su interior la daba un extraño presentimiento. Cogió uno de los papeles en blanco y pasó la punta por él; no parecía funcionar, pero lo siguió intentando, rayando el papel, hasta que al final lo consiguió. Spike lanzó una exclamación de asombro.

-¡Escribe! ¡Es la tinta, lo que yo pensaba! Vaya, pero esto es… es… fabuloso, no hace falta mojar…

Trazó varias líneas en el papel, la tinta era de color azul, lo que la dejó más asombrada aún; sólo conocía la tinta negra y roja, no azul.

-Estupendo, ya podemos empezar a documentarnos… veamos que hay por aquí.

Dejando aparte los libros que recolocaron ellos solos, estuvieron mirando por otros temas posibles títulos que les ayudaran a comprender mejor dónde se encontraban. Los dos se dividieron y estuvieron curioseando, la unicornio lavanda vio un título en la sección infantil-juvenil que la llamó la atención.

-Grandes máquinas del mundo moderno e inventos del futuro… a ver…

Resultó ser un libro ilustrado a todo color que mostraba, con minuciosos detalles, ingenios que nunca hubiera podido imaginarse ni en todos los días de su vida: enormes barcos de metal que flotaban en el agua, unas máquinas con forma de ave llamadas aviones que volaban por los aires, unos habitáculos con ruedas denominados coches que podían llegar a alcanzar grandes velocidades, ingenios con dos ruedas y pedales llamados bicicletas… y la lista parecía no tener fin, eran tantas cosas que acabaron mareando a Twilight. Pero había algo que no dejaba de repetirse en todas esas descripciones y detalles visuales, y esa era una serie de palabras relacionadas: el hombre, el ser humano, los humanos… El término rondaba por la cabeza de la unicornio constantemente, acordándose de muchas cosas, sobre todo de los cuentos para dormir por parte de su madre o su abuela, o de las viejas leyendas que la contaba la princesa Celestia cuando era pequeña.

-Los humanos… existen. Ellos… construyeron todo esto…-masculló, maravillada.

Aunque una duda le asaltó enseguida; en ningún momento vieron humano alguno cuando salieron fuera. De hecho, el pueblo parecía completamente desierto.

-Entonces… si este es el mundo humano… ¿dónde están?-se preguntó entonces.

En ese momento llegó Spike con otro libro consigo.

-¡Mira Twilight, puede que este libro nos explique más cosas de este mundo!

El libro se titulaba Historia del mundo: la más completa y actualizada obra histórica de referencia, de un tal Richard Overy. Twilight lo cogió con su magia y lo abrió por las primeras páginas, encontrándose con lo que parecía un gran mapa de ese mundo a doble página.

-Vaya, mira esto, Spike…

Ante ella se extendían un total de cinco denominados continentes, rodeados por múltiples mares y todos ellos con unas extensiones enormes; éstos eran América, el cual incluía toda América del Norte y Sur, Europa, África, Asia y Oceanía. Según los datos que el libro ofrecía, todos ellos juntos constituían unos 136 millones de kilómetros cuadrados de forma aproximada, lo que dejó a Twilight completamente abrumada.

Por lo que pudo averiguar en otros libros que Spike le trajo, ellos se encontraban en América, concretamente en EEUU, pero no llegó a averiguar mucho más, ni siquiera pudo llegar a descubrir dónde estaban exactamente. Aunque no empezó inmediatamente con el libro de la historia mundial, se lo guardó para más adelante, mientras ojeaba otros libros, sobre todo de biología y anatomía humana, ya que quería saber más cosas sobre los humanos. Puso averiguar que eran bípedos, con dos brazos y dos piernas, caminaban erguidos y se alimentaban de todo, incluso de carne, lo que la dejó un poco fría. Su anatomía era fascinante, sobre todo las manos. De hecho, eso mismo le recordó a cierta poni que una vez le llegó a preguntar si tenía algo acerca de humanos, pero sólo tenía los cuentos para potrillos. Si estuviera allí en ese momento estaría tan emocionada que le daría algo.

Al otro lado de la biblioteca había otras puertas dobles por las que no llegaron a pasar, comprobándolas después; éstas daban a una nueva zona de la biblioteca que, según lo que pudo leer en un manual de biblioteconomía, se denominaba hemeroteca, y contenía principalmente revistas, periódicos y publicaciones semanales. Gracias a los periódicos que allí había, pudieron saber que estaban en un pueblecito del condado de Stephens, Oklahoma, de nombre Central High. El más reciente tenia fecha de 20 de mayo de 2013.

-Vaya, 2013, estaban muy avanzados… nosotros solo estábamos en el 1040…-recordó Spike.

-Sí… aunque vete a saber cuánto tiempo ha pasado desde ese día hasta ahora… aunque no debe haber sido mucho, ya que este papel no está muy desgastado…-obvió Twilight, observando el amarillento tono que el papel había adquirido.

-Aun así es raro… ¿Qué les habrá pasado a los humanos? Una raza predominante no desaparece así sin más…-supuso Spike, cavilando.

-Lo sé, aunque mira el titular: "Continúan las desapariciones de personas por todo el país, el gobierno decide elevar la alerta a naranja" Debió de pasar algo grave; coge este número, me lo leeré después-pidió ella.

Regresaron a la sala de lectura, donde siguieron documentándose acerca de ese extraño pero fascinante nuevo mundo que se abría ante ellos, aunque no en su mejor momento. En un momento dado, Spike exclamó.

-¡Mira Twilight, es exactamente lo mismo que vimos antes al otro lado de la biblioteca!

La unicornio observó una ilustración en la que aparecía una máquina idéntica a la que vieron antes y ahora se encontraba subida en la mesa del fondo.

-¡Vaya! ¿Qué dice acerca de ella?

-Aquí dice que se llama ordenador, y sirve para organizar y administrar todo tipo de información, desde organizar registros, escribir, leer, y hasta jugar-leyó Spike.

Twilight se quedó anonadada con semejante revelación.

-Uauh… ¿en serio hace todo eso?

-Sí, y eso no es todo, las posibilidades son enormes… aquí dice que se puede programar con él… ¿Qué será eso?

-Ni idea, pero suena interesante…

-Sí, desde luego… oh, vaya, según esto necesita electricidad para funcionar.

-¿Electricidad?

-Sí… parece ser como una fuente de energía, miraré a ver que puedo encontrar.

Spike fue a buscar algo que hablara sobre la electricidad, regresando enseguida con un tomo de quinientas páginas. Leyó su definición y Twilight saltó enseguida.

-¡Ah! ¡Es idéntico a la corriente mágica y las cargas mágicas! ¡Entonces aquí la magia es electricidad! ¡Vaya, qué interesante!

La unicornio lavanda se mostró emocionadísima ante tantos descubrimientos y los dos se enfrascaron aún más, sin darse cuenta apenas que el tiempo pasaba; antes de que se pudieran dar cuenta, ya estaba oscureciendo, y una luz anaranjada muy apagada entraba por las ventanas.

-¡Oh, está anocheciendo!-observó Spike.

-Sí… y encima tengo un hambre terrible… ¿habrá algo de comer por aquí?-inquirió Twilight.

-No, sé, miraremos antes de que oscurezca del todo.

Se llevaron algunos libros, entre ellos el de Historia Mundial y el último periódico también; comprobaron la puerta pequeña que había en el recibidor, y descubrieron unas estrechas escaleras que llevaban hasta un pequeño pero acogedor apartamento, donde todo estaba bastante bien conservado. Vieron cosas de todo tipo, entre ellas una televisión, de la cual habían leído hace poco, y muchos más libros y revistas.

-Aquí debía de vivir el bibliotecario…-supuso Spike.

-Pues ha sido todo un acierto… a ver si encontramos algo comestible-dijo ella, dejando las cosas en la mesita del salón.

Estuvieron buscando por el apartamento, encontrando la cocina y rebuscando en los cajones, pero la mayoría de las cosas que encontraron estaban podridas o totalmente incomestibles; vieron frutas totalmente pasadas, y en cuanto abrieron la nevera, la cual la pudieron identificar gracias a los libros, un hedor insoportable les golpeó en la cara, teniendo que cerrarla enseguida.

-Me… me parece que nos quedamos sin comer, Twilight…-masculló Spike, con arcadas.

-No, espera, aún no hemos mirado ahí…-observó ella, señalando a un pequeño cuartito al lado de la mesa.

Abrieron la puerta y se encontraron con un filón; un montón de latas de comida se encontraban apiladas en diferentes baldas, dentro de una pequeña despensa.

-Gracias a Celestia…-suspiró ella.

-¡Vaya, mira, aquí hay fruta envasada! ¡Melocotón en almíbar! ¡Pera endulzada! ¡Manzanas Golden! ¡Y también hay legumbres!-exclamó Spike, con las tripas rugiéndole.

-Tranquilo tragón, coge la fruta por ahora, tendremos que ver lo que podemos comer y lo que no.

Tras ese ligero asalto a la recién descubierta despensa, los dos buscaron un dormitorio y se asentaron en él, era el único del apartamento. Twilight encontró una serie de velas en un armario vacío y usando su magia las estuvo encendiendo para no tener que usar su propia magia constantemente.

Anocheció enseguida y una densa oscuridad se echó sobre Central High, los dos siguieron leyendo a la luz de las velas después de cenar.

-¿Has cerrado la puerta de la biblioteca?-inquirió en un momento dado ella.

-Creo que no… ¿para qué? Somos los únicos en el pueblo…-argumentó él, pasando una página con dejadez.

-Ya, pero aun así…

A pesar de su argumento, Twilight fue a cerrar la puerta, pero antes de hacerlo contempló la calle; no se veía absolutamente nada, no había luna, cosa que la extrañó, lo que le recordó que tendría que leer cosas sobre astronomía también. La oscuridad era abrumadora, incluso asustaba, lo que la dio más motivos para cerrar la puerta. Otra cosa que era bastante densa era el silencio; un silencio sepulcral reinaba en el pueblo, y si no fuera por ellos, sería total. Notó entonces un escalofrió recorriéndola el lomo, percatándose de la situación.

-Estamos solos… completamente solos…

No sabían ni donde estaban los demás, ni si volverían a verlos; sus amigas, la princesa Celestia, sus padres, su hermano… todos los ponis que conocía y apreciaba…

-Oh, dulce Celestia…-musitó, sintiendo un miedo atroz envolviéndola y unas ganas terribles de llorar.

Aseguró la puerta y subió arriba, volviendo con Spike; volverle a ver la calmó un poco más y dio gracias al cielo por aparecer allí con él. Si lo hubiera hecho sola, no estaba segura de si lo hubiera podido aguantar.

Estuvieron leyendo un rato más hasta que el sueño les venció, el primero en caer fue Spike; Twilight le quitó el libro de mecánica que estaba leyendo y lo dejó en su mesita de noche. Ella estuvo leyendo un poco más, sobre todo la noticia del periódico.

Se siguen dando las misteriosas desapariciones de personas por todo el país, mientras que el resto de ciudadanos que aún siguen localizables viven con miedo. De lo que empezó siendo como una posible ola de secuestros, acabó convirtiéndose en poco tiempo en un extraño fenómeno que ni siquiera la policía se podía explicar. Cuanto más pasaba el tiempo, más personas iban desapareciendo, y no solo aquí, sino que en otras partes del globo también desaparecían personas así sin más.

El presidente ha llamado a la calma, prometiendo más seguridad para evitar que más personas continúen desapareciendo, pero las medidas no parecen contentar a los ciudadanos, los cuales, temerosos de Dios, no se atreven ni a salir a la calle. Pero por lo que hemos podido saber, en otras partes del mundo han llegado a desaparecer familias entras sin siquiera salir de sus casas. Vivimos en tiempos extraños, en los que vivir de por sí ya es todo un riesgo. Si ven algo extraño o saben algo que pueda aclarar esta inexplicable ola de desapariciones, por favor, contacten con la policía inmediatamente.


-Qué extraño… la gente no desaparece así sin más… ¿Qué provocaría algo semejante?-se preguntó ella, frunciendo el ceño.

Fuera lo que fuera, ese extraño fenómeno parecía haberse llevado a los humanos y los había hecho desaparecer de la faz de la tierra; y, sin embargo, allí estaban ellos, en un mundo vacío y abandonado, al que ni siquiera pertenecían. No tenía sentido, lo mirara por donde lo mirara.

-Solo espero volver a encontrar a las demás… por favor, dulce Celestia, no permitas que nos quedemos solos en este triste mundo…-imploró ella en silencio, mientras apagaba las velas son rápidos soplos.

La última llama se extinguió y la oscuridad se echó sobre ellos; Twilight cerró los ojos y trató de ignorarla. Después de varios silenciosos y angustiosos minutos, cayó dormida.
Última edición por Sg91 el 01 Feb 2014, 21:53, editado 1 vez en total

Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

Notapor Sg91 » 15 Jun 2013, 10:25

Capítulo 2

Restos


Rainbow Dash se despertó con un viento seco azotándola la cara; arrugó el ceño y en cuanto abrió los ojos un poco de arena entró en ellos.

-¡Agh, mierda!-masculló.

Apenas recordaba lo que había pasado anteriormente; había estado trabajando, despejando el cielo de nubes, y luego se había estado tomando un descanso. Fue entonces cuando lo vio, ese brillo blanco, extendiéndose hacia todas las direcciones, cegándola y paralizándola. No pudo hacer nada. Y ahora no sabía dónde se encontraba.

-¿Qué es este sitio?-inquirió ella, en cuanto pudo abrir los ojos de nuevo.

Ante ella se abrían kilómetros y kilómetros de extensiones desérticas, pero eso no era lo que más destacaba; lo que la dejó completamente perpleja fue la cantidad de artilugios mecánicos con extrañas formas que se extendían delante de ella. Muchos de éstos se encontraban troceados, algunos enteros, y otros en ruina total; pero todos ellos tenían algo que era común, y es que poseían una forma muy parecida a la de un ave. Tenían grandes alas, morros que la recordaban al pico de un pájaro, una cola rígida y una especie de patas con ruedas con las que se posaban en el suelo; algunos de ellos poseían una especie de aspas, a veces en las alas, otras veces en los picos, incluso había muchos que no tenían. Los tamaños variaban, desde pequeñas aves metálicas hasta enormes gigantes alados, pero para ella todos y cada uno de ellos eran monumentales.

-¿Dónde estoy? ¿Qué son estas cosas? ¿Qué está pasando?-masculló ella, extrañada, pero sobre todo asustada.

Tratando de reordenar su mente alzó el vuelo y estuvo volando sobre los restos de esos extraños cuerpos metálicos; la extensión que estos ocupaban era muy grande, tanto que hasta la sorprendió. Mientras los sobrevolaba, iba pensando muy rápidamente.

-A ver, antes de entrar en pánico pensemos ¿Qué diría Twilight en un momento como este? Fácil, pues que buscara una biblioteca… agh, en serio, esta chica… no, a ver, que me desvío, tengo que encontrar un sitio donde me pueda orientar, sí, eso es, un punto de referencia, Applejack me comentó que los usaba para no perderse. Vale, a ver…

Oteó desde el cielo, buscando dicho punto de referencia; ¿Qué forma tenía un punto de referencia?

-Mierda, aquí no hay más que basura con forma de pájaros… espera, allí hay algo, parece una casa-observó ella.

No muy lejos de allí, había una especie de edificio muy grande y muy ancho, con una pequeña casita justo al lado; descendió hasta llegar hasta él, una austera y sosa casa que no parecía estar hecha de madera contrastaba ante la enorme figura de un edificio de piedra grisácea, de aspecto triste y abandonado.

-Vale, ya tengo el punto de referencia ¿y ahora qué?-se preguntó ella.

Se la quedó mirando por un momento, contemplando las posibilidades; quizás hubiera algo dentro que la pudiera explicar dónde estaba. O también podría dar vueltas por ese lugar, esperando encontrar otra cosa aparte de chatarra avícola.

-Ah, al cuerno-masculló ella, entrando en la casa.

La puerta estaba abierta, por lo que no fue ningún problema acceder al interior, el cual constaba de una sola planta, dividida en más habitaciones; nada más entrar un pequeño recibidor la llevaba directamente a una cocina de no más de diez metros cuadrados, donde estaba todo muy ordenadito. Una pequeña puerta llevaba a un salón, algo más amplio, donde había un montón de estanterías con libros, lo que la hizo recordar a Twilight.

-Si esa cerebrito estuviera aquí saltaría de alegría… ¿tendrán las novelas de Daring Do aquí?-se preguntó ella, esperanzada.

Aunque algo que le llamó bastante la atención eran pequeños modelos de esos extraños artefactos con forma de aves colgados del techo, así como una serie de fotografías de los mismos colgadas de las paredes; incluso vio un par de aspas en la pared frontal a mano izquierda al entrar. Varios sofás y un sillón encaraban a una mesita pequeña y una especie de caja muy plana, de color negro y con una especie de cristal de igual color.

-¿Qué es esta cosa?-inquirió ella, dándola unos toquecitos con su casco.

La caja se balanceó un poco y finalmente se quedó quieta.

-Aburrido-sentenció ella, ignorándola.

Una mesa más alta y grande ocupaba el otro extremo del salón, con varias sillas en torno a ella; justo al lado, una puerta daba al único dormitorio, donde tan solo había una pequeña cama y un estrecho armario vacío. Una segunda puerta al lado de la de la habitación daba a un diminuto baño. Y eso era todo.

-Aquí no hay nada…

Quiso coger y largarse de allí, pero algo la dijo que no lo hiciese; alzó el vuelo para llegar a las estanterías más altas, echando un vistazo a los libros, y vio un título que la llamó la atención.

-Historia de la aviación, de David G. Simons… espero que sea bueno-murmuró ella, cogiéndolo con sus cascos.

Se tumbó en uno de los sofás y se puso a leer; la primera frase con la que empezaba la atrapó. Hablaba de como la especie humana había deseado desde siglos poder volar. Recordó entonces a esos humanos de los que el libro hablaba, sobre todo de los cuentos que su madre la contaba antes de dormir. Al principio creyó que esa línea estaba mal, ya que ella sabia y con certeza que los humanos no existían. Pero en las próximas páginas tuvo que cambiar de parecer, ya que vio un montón de imágenes y fotografías de humanos, unos seres bípedos que se mantenían erguidos sobre dos patas y con unos largos brazos y piernas. A primera vista la parecían bastante raros, pero en cuanto vio lo que eran capaces de hacer, se quedó maravillada; de máquinas rudimentarias, habían pasado a construir con sus propias manos cosas tan grandes como las que vio antes. Y todo por tratar de volar, algo que para ella era tan natural como caminar.

Desde las primeras máquinas diseñadas por Leonardo Da Vinci, pasando por los globos y dirigibles del S XIX que ella ya conocía, pero que igualmente la asombraron, hasta la era de los primeros aviones con los hermanos Wright como punto de inflexión, todo la dejó pasmada y no pudo dejar de sentir admiración por unos seres tan persistentes como ella misma. A pesar de no tener alas, habían intentado por todos los medios de volar, aunque fuera de forma artificial, ya que eran las maquinas las que volaban por ellos. Pero ese tesón, esa insistencia, esas ganas de sentir el aire en la cara calaron hondo en la pegaso cian. De alguna forma, sintió el mismo anhelo, y llegó a comprender a los humanos.

De hecho, llegó a leer una frase dicha por el propio Wilbur Wright que la dio más motivos para admirarlos.

Es posible volar sin motores, pero no sin conocimiento y habilidad. Considero que es esto algo afortunado, para el hombre, por causa de su mayor intelecto, ya que es más razonable la esperanza de igualar a los pájaros en conocimiento, que igualar a la naturaleza en la perfección de su maquinaria.

-Sé lo que se siente, hermano…-masculló ella, en voz baja.

Cuando ella era una pequeña pegaso que todavía no sabía volar y ni levantaba dos palmos de las nubes, podía sentir esa necesidad, ese deseo por desplegar sus alas por primera vez y volar como los más livianos pájaros, imitarles, e ir con ellos. Esa sensación tan especial no era solo exclusiva de los pegasos, incluso parecía que los humanos eran un poco como los pegasos. No podía sentirse más identificada.

Y, por supuesto, vio más humanos que marcaron todo un hito en la historia de la aviación; se quedó con el nombre de Amelia Earheart, la cual batió un montón de records y llegó a viajar por todo el mundo sobre la línea ecuatorial. Y no solo por ser mujer, sino porque le gustó su actitud, sobre todo en una carta que llegó a enviar a su esposo en la que decía:

Quiero que sepas que soy muy consciente de los riesgos... Lo hago porque lo quiero hacer. Las mujeres deben tratar de hacer las cosas tal como los hombres lo han hecho. Y cuando fallen, su fracaso no debe ser sino un reto para otras.

-Qué gran razón, hermana… seguiste tu sueño, como yo…-masculló ella, emocionada.

Desafortunadamente, Amelia desapareció durante uno de sus viajes y se la consideró muerta tras una búsqueda infructuosa.

Y así, casi sin darse cuenta, pasó el tiempo, sumergiéndose en el libro y volviéndose una cerebrito. Se olvidó de comer, se olvidó de todo, tan solo siguió leyendo. La luz afuera comenzó a apagarse y eso la hizo reaccionar.

-Ah… ¿ya está anocheciendo? ¿Qué hora es?-inquirió ella.

Había un reloj en la cocina, pero no parecía funcionar; afuera, el metal de los aviones reflejaba la luz anaranjada del atardecer. Salió un momento para comprobar la posición del sol y vio que ya se estaba ocultando tras el horizonte; subió un poco más alto y observó que a su alrededor tan solo había un profundo desierto que parecía extenderse kilómetros y kilómetros sin acabar siquiera.

-Estoy en medio de la nada… ¡ey! ¡Un Lockheed C-141 Starlifter! ¡Y está entero! ¡Oh, tengo que verlo más de cerca!-masculló ella, al identificarlo desde arriba.

Y es que el libro estaba lleno de imágenes y fotos antiguas de diferentes aviones, desde los más clásicos hasta los más modernos, pasando por los militares, que fueron los que más la gustaron. El modelo se conservaba del todo intacto, aunque se notaba que ya tenía sus años, el fuselaje estaba bastante corroído y ajado; pudo entrar en su interior y estuvo en la cabina, donde la mayoría de los botones y mandos seguían en su sitio, pero bastante desgastados. Estuvo dando una vuelta rápida por todo el lugar, identificando bastantes aviones, entre ellos viejos fumigadores Stearman, avionetas de acrobacias, aviones comerciales, antiguos biplanos de entrenamiento e incluso de caza de tipo Mustang… Había de todo.

Pero el día se acababa y Rainbow volvió a la casa; en cuanto puso las patas en el suelo, pudo comprobar por si misma algo que andaba notando en el estómago desde hacía poco rato.

-Me muero de hambre… espero que haya algo comestible aquí…

Estuvo buscando por los cajones de la cocina, pero todos estaba vacíos y no había nada, ni una mísera migaja de pan. Pero se percató enseguida de una trampilla en el extremo posterior de la cocina, justo debajo de una silla. La apartó y trató de abrirla sujetando la arandela con sus cascos, pero no hubo manera; pensó en usar los dientes, pero prefirió no arriesgarse demasiado. Probó entonces con otra cosa, estuvo rebuscando por la parte de atrás de la casa, en el exterior, hasta encontrar una cuerda lo suficientemente larga y resistente; pasó un extremo por la arandela asiendo el otro con los dientes y tras eso, tiró. Tuvo que alzar el vuelo momentáneamente, ya que la trampilla se abría hacia arriba. Lo que vio a continuación la dejó extasiada; una pequeña y estrecha despensa subterránea se encontraba hasta arriba de comida enlatada.

-¡Genial! ¡Y también hay agua!-exclamó, al ver las botellas.

Tenía tanta hambre que ya le daba igual lo que se comiera con tal de acallar los rugidos de su estómago; había fruta, legumbres, verduras y, para su desgracia, carne, la cual soltó con asco. No se esperaba que los humanos comiesen carne, pero trató de ignorar ese hecho. Comió hasta hartarse, no había mucha comida pero tenía suficiente como para una semana y media, si lo racionaba bien. Ya casi había oscurecido y los últimos retazos de luz comenzaron a alzarse, la pegaso cian buscó algo que le sirviera como fuente de luz y consiguió localizar unas cuantas velas en el salón. Encenderlas fue lo más complicado, pero al final con un poco de insistencia, dos trozos de cristal y mucho cuidado, consiguió una primera llama, con la que encendió todas las demás.

La noche se echó sobre el desierto y una densa oscuridad cubrió de negro los aviones, pero Rainbow tenía sus velas y siguió leyendo hasta que el sueño la venció; cerró el libro añadiendo una marca y luego se recostó en la cama. Apagó las velas y cerró los ojos, pero al cabo de unos pocos minutos los abrió, pensando en algo que no se había percatado hasta ese momento. No se oía nada, absolutamente nada. Y la negrura parecía echarse sobre ella para devorarla. Miró por la ventana y vio que no había luna, lo que la asustó aún más; además, un frio imperante comenzó a notarse, como si antes lo hubiera estado ignorando. Se levantó de golpe y fue a tientas por la casa, tratando de salir de allí y chocándose con casi todo; finalmente consiguió abrir la puerta principal y trató de respirar aire fresco, pero aun así la siguió sintiendo. Una sensación de soledad terrible que se acrecentaba hasta cuotas insospechadas gracias a la tremenda oscuridad.

-No… no… no quiero estar sola… ¡Twilight! ¡Applejack, Rarity!-gritó ella, tratando de liberar esa presión en el pecho.

Su voz resonó como un trueno por todo el lugar, e incluso hizo eco más allá. Eso la asustó aún más de lo que ya estaba, mezclándose el miedo con ese fuerte sentimiento de soledad. Cerró los ojos con fuerza, pero no pudo evitar llorar como una potrilla. No sabía qué iba a pasar, ni como había acabado allí, ni si volvería a ver a sus amigas, a las cuales comenzaba a echar desesperadamente de menos. En ese momento recordó las palabras que Twilight siempre la decía cuando solía estresarse más de la cuenta.

-Tranquila Rainbow, respira calmadamente, toma aire por la nariz y suéltalo por la boca lentamente.

La pegaso lo hizo, esperando resultados inmediatos, pero eso mismo la hizo seguir recordando.

-No pienses en nada, relájate, deja la mente en blanco y sigue inspirando con suavidad.

Rainbow obedeció y al cabo de unos pocos minutos se sintió mejor.

-Gracias, Twilight…-susurró ella.

Para entonces, sus ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad reinante y pudo ver un poco mejor las siluetas de los aviones; por un momento le dio la sensación de que la observaban atentamente, como si velaran por ella, y eso la ayudó a sentirse un poco mejor. Se le ocurrió entonces alzar la vista y se quedó maravillada; un cielo plagado de estrellas se abría ante ella en todo su esplendor, cada astro era como un diminuto punto blanco en el cielo y brillaban con mucha intensidad. Le pareció ver una mancha blanquecina en el cielo que lo recorría y la siguió hasta perderla más allá del horizonte.

-Es precioso… ojalá estuvierais aquí, chicas…-pensó ella.

La nocturna visión del cielo estrellado terminó de calmarla del todo, volviendo a notar entonces un frio helador recorriéndola el lomo; se estremeció y se metió de nuevo en la casa, cerrando la puerta a su paso y volviendo a la cama. Se arropó bien, pensando en sus amigas y albergando esperanzas en que quizás, pudiera volver a verlas. Desde la pequeña ventana de la habitación, justo encima de la cabecera de la cama, también se podían ver las estrellas. Poco después, se quedó dormida.

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Re: Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

Notapor Sg91 » 15 Jun 2013, 10:44

Capítulo 3

Fuera de temporada


-No… ni se te ocurra acercarte, no… aléjate de mí ¡aléjate de mí!

Rarity se despertó de golpe, saliendo del sueño que la atemorizaba.

-Oh, que sueño más terrible he tenido… menos mal que ha acabado…

Los sucesos anteriores habían condicionado bastante y apenas conseguía ubicarse del todo; recordaba estar en su boutique, preparando los materiales para un nuevo diseño. Su hermana había salido con sus amigas, ya que era sábado, pero ella se había tenido que quedar debido al trabajo atrasado. Al cabo de unos pocos minutos cosiendo, una luz muy brillante comenzó a entrar por las ventanas, cubriéndolo todo de un blanco que la cegó brevemente. Tal fue la impresión que se cayó del susto y se dio tal golpe en la cabeza que acabó KO durante todo el tiempo que duró el fenómeno. Y eso era todo lo que recordaba hasta ese mismo instante.

-Bueno, no sé qué habrá sido eso, pero hay mucho trabajo atrasado y tengo que… seguir... co…

No pudo continuar, puesto que se encontró a sí misma en un lugar completamente distinto; parecía ser una extensa tienda, pero en ese momento estaba tan chocada que no se fijó en nada más.

-Esta no es mi boutique… dónde… ¿dónde estoy?-masculló ella, asustada.

La tienda estaba, en parte, dilapidada; vio unos maniquíes muy extraños, con formas bípedas y que se sostenían en pie como si nada. Eran totalmente blancos e intimidaban bastante. Rarity los sostuvo la mirada y por un momento la dio la sensación de que la observaban fijamente. Salió corriendo de allí y se encontró, de golpe y porrazo, en un lugar que le fue muy complicado de describir y explicar. Por un momento le vino a la cabeza Canterlot, pero la misma idea le producía rechazo; no tenía nada que ver. Altísimas torres se alzaban a su alrededor, tan brillantes como el más pulido rubí, la luz del sol se reflejaba en ellas de una forma intensísima y se extendía hacia todas las direcciones. No todas eran iguales, variaban en tamaño constantemente, pero a pesar de eso la seguían pareciendo gigantescas, nunca en su vida había visto algo tan grande y tan alto.

Otra cosa que le llamó la atención fue la calle, o al menos lo que parecía una calle; el suelo se sentía extraño al tacto con los cascos, un tanto rugoso y duro, muy desagradable para ella. Por otro lado, la disposición misma de la calle también era un tanto insólita, a ambos lados de la misma la piedra era grisácea, mientras que en el centro una piedra negra con rayas blancas pintadas de forma intermitente contrastaba ampliamente. Además, de forma ocasional, había una especie de carros con ruedas negras parados en ciertos puntos que no se solían repetir, de distintos colores y formas.

-¿Dónde estoy? ¿Qué es este lugar? ¿Qué es todo esto?-masculló ella, más asustada aún.

Un viento no muy fuerte soplaba desde el este, azotando los pelos de su crin y llevando varios papeles con él; un trozo de papel muy grande llegó a cubrirla la cara y Rarity se lo quito, asqueada.

-¡Agh, malditos papeles!

Pero entonces vio lo que parecía la portada de un periódico, de nombre The Journal Record; estaba fechado el 15 de abril de 2013 y el titular rezaba: "Las desapariciones se siguen sucediendo, una cuarta parte de Oklahoma City vacía".

Poco después, el viento comenzó a soplar con más fuerza y de golpe y porrazo, se puso a llover con fuerza.

-¡No, mi crin, mi fabulosa crin!-exclamó ella, entrando de nuevo en la tienda.

Una vez dentro, trató de serenarse, ya que se veía muy nerviosa.

-Vale, tranquila Rarity, estás en un lugar extraño, con altas torres brillantes y carros tan grandes como rocas… ¡agh, eso no me tranquiliza!

Dio un golpe en el suelo con una pata, tratando de controlar así sus nervios; inspiró profundamente varias veces hasta que al final lo consiguió.

-Vale, mejor… ahora, voy a intentar averiguar qué es este sitio y por qué estoy aquí.

Estuvo explorando un poco la tienda por dentro; la mayoría de los estantes estaban vacíos pero aún quedaban algunos productos dispersos resultando ser, sobre todo, ropa, lo que la dejó bastante sorprendida. Algunos maniquíes seguían vestidos, mostrando unas camisas y unas ropas con unos tejidos que nunca antes había visto.

-Oh, esto es lana… y esto algodón. Que sedoso… no me esperaba encontrar diseños tan sofisticados en un lugar como este. Me pregunto quién los diseñaría…

Vio que tras el mostrador había una puerta semiabierta y entró por ella; un descansillo precedía a unas estrechas escaleras que subían a un piso superior. En éste, un austero apartamento ocupaba grandes partes del mismo y Rarity lo estuvo explorando un poco. Un primer pasillo atravesaba toda la estancia hasta un amplio salón, donde vio extraños objetos que nunca antes había visto. Eran tantas cosas, y todas a la vez, que tardó en procesar todo lo que veía, aunque su mirada se posó en varias estanterías cerca de una espaciosa mesa, llenas de libros.

-Ah, mira, al menos algo que mínimamente conozco… a ver si hay alguna novela romántica-murmuró ella, haciendo levitar los libros.

Echó un rápido vistazo a todos los títulos que pasaban ante ella, aunque hubo uno que la llamó fuertemente la atención.

-¡Oh, Historia de la moda de Bronwyn Cosgrave! ¡Moda, aquí también existe la moda! Seguro que es interesante-pensó la unicornio, retirando los demás y cogiendo ese con su magia.

Se apartó hasta un sofá, que era un tanto más alto que los que ella conocía, y comenzó a leerlo sin más dilación. Se sumergió en un mundo que le era gratamente familiar, pero a la vez confluían otros elementos nuevos para ella. Y por supuesto, lo primero que más le llamó la atención fueron los humanos, los mismos que eran nombrados casi desde el principio; pudo verlos en imágenes e lustraciones antiguas y modernas. Eran unos seres tan altos como las princesas, bípedos, con largos brazos y piernas. Sabia de ellos puesto que solían ser los protagonistas de numerosos cuentos que su madre la contaba antes de ir a dormir, y de antiguas leyendas que solía leer cuando era joven. Ahora se abría ante ella esa supuesta leyenda, dejándola fascinada en todos los sentidos; y no por su sola apariencia, sino por lo glamurosos y creativos que habían llegado a ser.

Desde los primeros y logrados diseños del antiguo Egipto usando el suave lino, pasando por la lana de Mesopotamia y Oriente Próximo o experimentando con la seda que en Grecia causó tanto furor, Rarity se perdió entre los clásicos, pero atractivos diseños que fueron evolucionando a través de todo el mundo antiguo. Primaban los colores cálidos y vivos, los conjuntos estaban compuestos por varias prendas formando solo una y se diseñaban de acuerdo a la cambiante fisiología humana, buscando la comodidad y la movilidad. Le gustó mucho el aspecto de las túnicas romanas y los shenti egipcianos se veían muy vistosos y cómodos.

A partir del llamado Renacimiento, el concepto de moda se hizo aún más familiar para ella y los diseños comenzaron a variar enormemente, siendo uno de los principales focos de este cambio Francia, con su alta costura característica. Para ella fue el súmmum del estilo y quedó totalmente fascinada con esos diseños tan bellos y puntillosos en cuanto a detalles se refería, muy cercanos a su línea, aunque comprobó un tanto extrañada que los humanos apenas usaban joyas en sus vestidos, por no decir ninguna.

Encajes engalanados hasta la última punta, cosidos totalmente rematados y perfectos, combinaciones exquisitas de colores y formas o diseños minuciosamente preparados eran de los tantos elementos que caracterizaban a esta línea de moda, que se elevaba hasta alcanzar la categoría de arte en estado puro, precisamente lo que más le gustaba a la unicornio blanca. De entre todos los diseñadores sobre los que llegó a leer y ver, le gustó especialmente el mejor de su clase, el francés Pierre Balmain, el cual era de los que se encargaba de vestir a la actriz Ruth Ford, de entre otras tantas. Pero le gustó él especialmente sobre todo por su concepción de la moda, ya que llegó a leer una frase suya que decía: "La creación de moda es la arquitectura del movimiento".

-Que gran razón, querido… eras todo un artista, me encanta…-masculló ella, danzando entre sus más conocidos diseños ilustrados en el libro.

El día se le pasó volando, pero la lectura no lo ocupó todo; en cuanto vio que había amainado, salió a dar una vuelta para explorar un poco ese nuevo lugar y descubrir donde se encontraba. La calle mojada contrastaba ampliamente con su aspecto anterior y ahora caminar por ella no era tan desagradable como antes. Sus cascos resonaban en la piedra y chapoteaban de vez en cuando debido al agua que los empapaba, pero los charcos más grandes los evitaba rápidamente, toda azorada. Las calles eran largas y sinuosas, muy anchas y con todas esas altas torres rodeándola constantemente; era un tanto estresante, pero caminando todo recto por una calle colindante a la que estaba ella llegó hasta un pequeño y cuco parque justo al lado de un sucio rio. Según un cartel que llegó a ver se llamaba Wheeler Park, y el rio que lo encaraba era el Oklahoma, el mismo nombre de la ciudad en la que se encontraba. Pudo comprobarlo al encontrar una especie de caseta pequeña donde había un montón de periódicos y productos de todo tipo, desde pequeños juguetes, hasta gominolas y cosas para comer. Los dulces parecían estar en mal estado, pero algunas cosas que estaban envasadas parecían conservarse bien; probó lo que parecían unos frutos secos salados y condimentados llamados kikos que la gustaron bastante, tenían un sabor un tanto extraño al principio, pero estaban crujientes y la sensación era muy curiosa. Los periódicos que allí había la ayudaron a situarse del todo, de hecho la mayoría eran números atrasados del mismo periódico que la llegó a "golpear" en la cara esa misma mañana.

El parque tenía un paseo que discurría justo al lado del cauce del rio y permitía una vista de la ciudad bastante amplia, aunque no del todo; se podían ver las altas torres de la ciudad mucho más allá, en dirección norte, mientras que al sur se extendían muchas más, menos altas que las otras, pero igualmente grandes.

-Es un mundo tan extraño, pero tan interesante también… aunque ¿a dónde habrán ido los humanos? Según el periódico habían desaparecido, pero... ¿se puede desaparecer así sin más?

La cabeza de Rarity era una jaula de grillos, y en ese momento pasaban demasiadas cosas por ella; antes de que se pudiera percatar, estaba atardeciendo y un color anaranjado teñía las brillantes superficies de las torres. Regresó tras sus pasos hasta el apartamento, volviendo a tiempo antes de anochecer. Los kikos la habían matado el gusanillo hacía tiempo, pero ahora tenía hambre, por lo que estuvo buscando algo comestible en la cocina, encontrando un generoso suministro de comida enlatada en una austera despensa. El tiempo pasó muy rápido, la noche se echó sobre Oklahoma, y tuvo que encontrar alguna fuente de luz que no fuera su propio cuerno para no acabar con dolor de cabeza permanente. Encontró una serie de velas guardadas en un armario de la habitación principal y con una en alto mediante su magia, fue a buscar agua a la cocina.

-Antes me pareció ver unas botellas en la despensa, el maíz me ha dado sed-pensó ella.

Pasó al lado de una puerta blanca, empotrada en la pared, pero fue en ese momento en el que reparó en ello; un trozo de papel se encontraba fijado a una especie de piedra negra, la cual se encontraba pegada a la suave superficie de la misma. Lo cogió y vio que se trataba de un dibujo. Por cómo era lo debía de haber dibujado una niña humana, puesto que aparecía en ella una serie de garabatos con figura humanoide, cada uno identificado con una serie de indicaciones escritas. Un "papá" con letras grandes estaba escrito al lado de un enorme monigote con cuerpo de palillo; al lado, con el mismo esquema, la madre de la familia, y justo al lado, la hija pequeña. Estaban rodeados de un paisaje campestre, con un sonriente sol y flores. Le pareció un dibujo encantador, y no pudo evitar recordar aquel que le hizo su hermana el mismo día en el que se pelearon. Una lágrima salpicó el papel y se descubrió a si misma ahogada en un mar de lágrimas.

-Oh, Sweetie Belle…-musitó, tragándose las lágrimas.

No sabía nada de nadie, ni de su hermana, ni de sus padres, ni de sus amigas, ni nada de nada. Tan solo estaba ella en Oklahoma, totalmente sola.

En un intento de serenarse, dejó el dibujo donde estaba, tomó un poco de agua y volvió a la cama, donde se encontraba leyendo a la luz de las velas; trató de despistarse un poco con los diseños de la segunda mitad del S XX, pero aun así ese sentimiento no la abandonó en ningún momento. Siguió ahí, rondando por su cabeza. Leyó un poco más hasta que al final el cansancio la venció; apagó las velas, sumiéndose el cuarto en una penetrante oscuridad y un denso silencio que venía de afuera. Fue entonces cuando Rarity no pudo más y se desahogó a gusto, llorando todo lo que pudo y dejando escapar toda esa impotencia que sentía; pensó en todas sus amigas, en su hermana y en todos los ponis con los que llegó a empatizar de alguna u otra forma. No sabía si los volvería a ver, ella esperaba que sí, prefería mantener esa esperanza, pero tampoco podía estar segura de ello. Y eso era lo que más la dolía.

Sus sollozos continuaron hasta que al final cayó rendida; afuera, la oscuridad más completa asolaba la ciudad.




Bueno, hasta aquí las andaduras de Rarity en Oklahoma City... la siguiente será Pinkie Pie, no diré nada más. Aunque durante toda la semana que viene me voy a Denia de vacaciones, por lo que igual no tendré nada hasta dentro de una semana, aunque intentaré subir algo estando en el hotel. Lo mismo con todo lo demás. Pasad un buen veranito, ¡nos leemos!

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Re: Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

Notapor Sg91 » 23 Jun 2013, 19:28

Capítulo 4

Agridulce



-¿Sabes cómo se llaman estos grandes bollos dulces, con mucho azúcar por encima y rellenos de crema? ¡Bombas!

Pinkie Pie se despertó lentamente, como si una legión de bombas de crema hubiera estallado cerca de donde ella estaba; apenas recordaba los sucesos anteriores, aunque ligeros retazos le venían a la mente. Ella en la pastelería. Los Cake ocupados con un encargo muy grande. Muchas toneladas de harina y un buen repertorio de huevos para acompañar. Un pegaso y un unicornio llorando…

-Ya está, todo está bien, ya está…

Abrió los ojos poco a poco, como si tuviera miedo de quedarse ciega; se había acordado de esa luz tan brillante que se colaba por las ventanas y por un momento pensó que la iba a deslumbrar. Pero enseguida se dio cuenta de que no podría, porque ya no estaba allí. En su lugar, un frio y solitario horno panadero, mucho más grande que el suyo, se alzaba ante ella en medio de una desolada cocina.

-¡Ah, los pedidos de las ocho!-exclamó ella, preocupada.

Aunque pareciera una poni un tanto caótica, tenía muy bien organizados los pedidos, y se acordaba muy bien de todos y cada uno de ellos, incluyendo quien se lo había encargado y para qué hora.

-¡Las tortas de Lyra y Bon Bon! ¡La tarta de calabaza de la señora Jelly! ¡Y los crocantis del doctor Horse!-masculló, echando a correr hacia la barra para atender a los clientes.

Pero en cuanto salió afuera, se dio cuenta de que había algo que no encajaba; el lugar donde se encontraba no era el saloncito del Sugarcube Corner. El horno que antes vio no era el del Sugarcube Corner. De hecho, no estaba en el Sugarcube Corner.

-¿Dónde estoy?-inquirió ella, esbozando una tonta sonrisita.

Se dio la vuelta, observando de nuevo esa vacía y silenciosa cocina, que nada tenía que ver con la que ella estaba acostumbrada a ver y a usar. Todo se veía solitario y vacío, como si no hubiera nada que hornear ni amasar. Tampoco había con qué. Ya no había harina o huevos. No había nada.

-¿Hola? ¿Señores Cake? ¿Han vuelto?

El silencio la contestó, extendiendo su respuesta interminable; el viento podía oírse desde donde estaba, emitiendo una sola nota.

-¿Rainbow Dash? Si es una de tus bromas he de admitir que te ha salido muy bien… cambiarme todo el Sugarcube Corner, ja, ha sido increíble. Twilight debe de haberte ayudado con su magia de ilusión…-supuso ella, en voz alta.

Pero ninguna de las dos llegó a salir para admitir la broma; de hecho, no parecía una broma, y eso era lo que más la estaba asustando a Pinkie. Todo se veía demasiado real, demasiado vacio, demasiado calmado. Ni siquiera oía los lloros de los gemelos Cake, que mucho antes la estaban taladrando la cabeza constantemente.

-Vale, esto no es divertido, de hecho creo que es espeluznante… ¿dónde está todo el mundo? ¿Por qué no se oye nada?

Salió entonces afuera para encontrarse en un lugar con el que no se esperaba encontrar ni en todos los días de su vida; una especie de pueblo, de clima seco, y aspecto pequeño. Calles lisas y vacías. Ningún solo poni andando cerca. La soledad era el único habitante, aparte de ella. Se dio la vuelta y vio que había salido de una pastelería de nombre Ann's. Todo era demasiado extraño y ambiguo para ella.

-¿Hola? ¿Hay alguien ahí? ¿Twilight, chicas? Por favor, que alguien conteste…

Pinkie siempre se había considerado una poni alegre y divertida, adicta a la diversión y amante de la compañía; le gustaba estar rodeada de ponis, cuantos más mejor, para conocerlos a todos y cada uno de ellos y así llegar a convertirse en los mejores amigos. No había nada como una buena fiesta y un montón de amigos para rematarlo. Pero en ese mundo extraño y vacio, no había cabida para nada de eso. Y lo que más claro veía, es que estaba sola. Sola en un mundo extraño y desconocido, un mundo en el que ella no encajaba de ninguna otra forma.

-No puede ser… no pueden haberme dejado sola… mis amigas… no…-musitó ella, sintiendo como la tristeza la embargaba.

Notó como un escalofrío la recorría todo su lomo, llegando hasta la crin y desinflándola por completo; comenzó a caminar, sin rumbo fijo, observando el paisaje. El pueblo la recordaba vagamente a Ponyville, aunque muy poco o nada tenía que ver. Calles anchas, de tacto extraño, casas dispersas pero lineales, formas insólitas, elementos que apenas conocía. Un cúmulo de contrariedades y sinsentidos, al menos para ella. El suelo se veía algo mojado y algunos charcos cercanos señalaban que había llovido hace poco. Una serie de papeles arrastrados por el viento, dejaban ver un compendio de palabras a las que ella apenas prestó atención; Tulsa World, personas desaparecidas, o alerta máxima se convirtieron en unos términos extraños y confusos, que para ella no significaban absolutamente nada.

-¡Ey, tú!-exclamó entonces una voz que ella conocía bien.

Pinkie se quedó en el sitio, incapaz de creérselo; no podía ser posible.

-Sí, te estoy hablando a ti… no te hagas la loca, solo estamos tú y yo…

-Déjame en paz…-masculló Pinkie, haciéndose un ovillo.

-Más quisieras… acércate, quiero ver la cara que se te ha puesto.

La poni rosada cerró los ojos, exhalando un fuerte suspiro; hacía tiempo que no hablaba con ella, y daba gracias por ello. Ahora tenía más motivos para quedarse callada. Pero también sabía que no era bueno llevarla la contraria, por lo que se acercó al charco más cercano, donde pudo verla perfectamente. La dedicó una sonrisa cínica, a lo que ella tan solo apartó la mirada.

-Ay, pobrecita Pinkie Pie… sus amigas del alma la han dejado sola…

-Eso no es verdad…

-Oh, claro que sí… si no ¿cómo explicarías tu estancia en un lugar dejado del casco de Celestia, sin ninguna otra compañía que la mía? Deberías estar agradecida…

-Lo que ha pasado no tiene nada que ver… mis amigas nunca me dejarían tirada…

-Claro, como aquella vez también…

-¡Eso es distinto! ¡Oh, como odio ese día!-masculló Pinkie, llevándose los cascos a la cabeza.

-El día en el que empecé a hacerte compañía, deberías estar agradecida…

-¿¡Agradecida?! ¡No sabes tú bien como fue ese día, pensaba que te habías ido para siempre, todo se arregló y recuperé a mis amigas! Pero tú, tú…

A eso, ella se rio divertida.

-Oh, potrilla tonta ¿creías que con eso bastaría para librarte de mí? Te lo he dicho miles de veces, no puedes porque yo soy parte de ti…

Pinkie negó con la cabeza, mirándola con infinito desprecio.

-No… yo no soy tú… tú solo eres un error, un grave error… déjame en paz, desaparece de mi vida…

-Que corta de entendederas eres… yo soy tú, lidia con ello-masculló entonces ella, mirándola fijamente con una mirada espeluznante.

-¡No!-gritó Pinkie, dando un golpe con sus cascos al agua y echando a correr.

-¡Puedes correr, pero no puedes esconderte!-canturreó ella, en lo más hondo de su cabeza.

Pinkie corrió calle abajo, tratando de huir de sí misma; ella sabía en lo más profundo de su ser que tenía razón y que no podía hacer nada por librarse de ella, pero quería creer que había alguna manera de no volverla a ver ni a oír nunca más. Como si alguien hubiese escuchado sus suplicas, no volvió a oírla, ni tampoco a verla en los charcos más cercanos, por lo que se quedó un poco más tranquila.

Estuvo explorando un poco por los alrededores, contemplando el extraño mundo donde se encontraba; en realidad todo le llamaba poderosamente la atención, y tenía ganas de descubrir donde estaba, pero la anterior conversación con ella la había dejado un poco amedrentada y apenas tenía ganas de nada.

El tiempo pasó muy rápido, o al menos esa era la sensación de la poni de tierra; el sol estaba en su punto más alto, algunos trozos de nubes decoraban el cielo y un leve viento azotaba débilmente su alisada crin. Una bandera en lo alto de un asta ondeaba lentamente, tenía un diseño curioso, compuesto por rayas blancas y rojas y con un compendio de estrellitas blancas sobre un fondo azul en la esquina superior izquierda. Dicha bandera se repetía en la gran mayoría de las casas que vio y todas se encontraban alzadas.

Vio también cerca de allí lo que parecía un puesto muy grande, con una gran tejavana sobre la que se podía leer Exxon, con las dos equis superpuestas; bajo la tejavana había una serie de postes no muy altos y varios carros muy grandes y de distintos colores se agolpaban frente a estos.

El sol bajó tan pronto que Pinkie creyó que sólo había pasado unos pocos minutos; regresó enseguida a la pastelería, donde estuvo tratando de encontrar algo que le ayudara a entender donde se encontraba, ignorando el incipiente hambre que comenzaba a sentir. Del mostrador hacia atrás no había absolutamente nada, el recibidor de la misma parecía haber sufrido un asalto debido a todas las mesas y sillas desordenadas y en la cocina no quedaba nada con lo que hacer ni un mísero cupcake. Encontró algunos ingredientes dispersos, pero todos estaban en mal estado y olían fatal.

En la trastienda encontró un acceso a un pequeño apartamento donde vio más cosas que le llamaron la atención, sobre todo una foto familiar muy antigua, en blanco y negro; se encontraba tirada en el suelo, y en ésta aparecían cuatro criaturas que supo identificar nada más verlas.

-Un momento, éstos son…

-… humanos, corrientes y molientes-la oyó entonces de nuevo, dentro de su cabeza.

-No te he preguntado a ti… ya sé que son humanos-la espetó Pinkie.

-Sí, los mismos que aparecen en leyendas y mitos de antaño… es curioso, aun así.

Pinkie la volvió a ignorar y dio la vuelta a la foto, viendo entonces algo anotado en la parte de atrás. Ponía: "Para mi nieta Shannon, para que recuerdes lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos. Siempre al pie del cañón. Te quiere tu abuela, Ann Bay"

-Oh, ya veo, una familia pastelera… que adorable...

Pinkie cerró los ojos, guardándose sus comentarios; no quiso decir nada porque sabía que no serviría de mucho. Sólo quería provocarla. No la daría ese gusto.

-Oh, vamos, no seas tan sosa. Al menos tengo tu compañía…

-Oh, sí, una gran compañía… hasta esa piedra me hace más compañía que tú…-murmuró la poni rosada, observando una debajo de un sillón.

La ventana que había justo delante estaba rota, probablemente por el mismo pedrusco.

-Vaya, qué curioso… me parece que Rocky me dijo lo mismo aquella vez…-murmuró entonces ella, con malicia.

Pinkie frunció el ceño y los labios, dejando escapar un tic involuntario en su ojo derecho.

-Si vieras menuda cara se le puso… hasta Madame le Flour estuvo de acuerdo…

-Cállate.

-Oh, y ya sabes cómo es Sir Lintsalot, siempre comentando con ese tonito tan refinado y remilgado, recalcando que siempre tiene razón…

-Cállate…

-Bueno, y no hablemos del señor Turnip… la alegría de la huerta…

Para entonces, Pinkie se había tendido en el suelo, tapándose las orejas y repitiendo constantemente lo mismo.

-Cállate, cállate, cállate… ¡Cállate!

Abrió los ojos y se encontró mirándose a un espejo; ella le devolvía la mirada con un gesto reprobatorio.

-Desde luego, Pinkie, no sabes decir que no. Por eso es tan fácil influenciarte… ¿Por qué crees que estoy aquí? ¿Por cuatro chorradas inanimadas a las que tu diste voz y movimiento? No, soy algo más, y lo sabes. Yo soy tú… soy Pinkamena.

Pinkie tan solo miró al suelo, tratando de no pensar en nada y en no escucharla; Pinkamena esbozó una irónica sonrisita y murmuró.

-Ay, las cosas de la vida… por cierto, yo que tú empezaría a buscar algo para comer, ya lo estoy notando…

En cuanto alzó la mirada, una luz anaranjada se colaba por las ventanas y teñía el salón del mismo color; se puso en movimiento enseguida, buscando algo comestible que llevarse a la boca. La cocina del apartamento estaba tan vacía como la de la pastelería y no encontró nada rebuscando entre los cajones.

-Aquí no hay nada…-masculló Pinkie, consternada.

-Hay que fijarse más… la trampilla, debajo de la mesa…-murmuró Pinkamena entonces.

Vio que tenía razón y la movió a un lado para poder abrirla; cogió la arandela con sus cascos y tiró hacia arriba, pero no se abría ni por favor.

-Está cerrada… ¿Qué hago?

-Nada de eso, mira el cerrojo… tiene una extensión.

Una pequeña extensión de hierro sobresalía desde el otro lado del cerrojo; lo apartó y la trampilla se abrió hacia abajo. Pinkamena canturreó, divertida. El interior estaba lleno de comida enlatada, por lo que sus problemas alimentarios se vieron rápidamente subsanados.

Las horas restantes pasaron tan rápido como las anteriores y la luz del sol se fue ocultando para dar paso a la más densa oscuridad; Pinkie buscó algo con lo que alumbrarse, pero para su desgracia no encontró nada y se vio rodeada de tinieblas. Mirando por una ventana, pudo atisbar un ligero brillo en el cielo y vio que se trataba de una delgada y pequeña luna que apenas se parecía a la que ella conocía. Ése era el único y débil foco de luz en medio de una total negrura que la hacía sentir una extraña opresión en el pecho.

-Está muy oscuro…-musitó ella, con miedo.

-Oh, vamos, tampoco es para tanto… las he visto peores-murmuró Pinkamena.

A pesar de que sus ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad reinante, apenas se podían distinguir bien las cosas a su alrededor y solo se notaban bultos y siluetas oscuras a su alrededor. Yendo a tientas, consiguió encontrar una habitación con una gran cama en ella; se aupó y se hizo un ovillo, tapándose con las mantas. Apenas se había dado cuenta de que hacia frio. Se quedó en silencio durante unos pocos segundos más y, justo después, comenzó a llorar débilmente.

-Estoy sola… mis amigas no están, no he visto a nadie cerca… no quiero estar sola… por favor…

-Bueno, eso de que estás sola es un tanto relativo… estoy yo-comento Pinkamena.

-Tú no cuentas… déjame en paz-la espetó Pinkie.

-Pues claro que cuento, siempre he contado… aunque tú no lo supieras. Ni quisieras. Siempre he estado ahí, Pinkie. Siempre…

-No… déjame en paz, ya has tenido suficiente…

-No quieres darte cuenta de la situación… soy tan real como tú…

-¡No! ¡Tú no eres real, yo soy real, no tú! ¡Y yo no estoy loca!-masculló entonces Pinkie, llorando más fuerte.

-¿Quién ha hablado de locura? ¿Ves como sacas conclusiones precipitadas?

Pinkie volvió a taparse los oídos con sus cascos, llorando por lo bajo y mascullando palabras ininteligibles incluso para ella. En ese momento Pinkamena habló.

-Oh, pobre, pobre Pinkie Pie… es una poni solitaria que pide desesperadamente compañía, cuando ya tiene compañía. Es tan triste…

Fue entonces cuando la poni notó como un casco le acariciaba la crin y reaccionó, sin apenas creérselo; se tocó la cabeza, como si quisiera cerciorarse de que había sido real, y buscó al culpable escudriñando entre la oscuridad.

-¿¡Has sido tú?! No, claro que no… entonces… ¿Quién?

Quiso pensar que igual había sido su imaginación, pero se había notado muy real. Aun así, Pinkamena no volvió a hablar y aprovechó el inciso para cerrar los ojos, no pensar en nada y tratar de dormir. Al cabo de cinco minutos, lo consiguió. La pequeña luna seguía brillando débilmente en lo alto del cielo.

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Re: Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

Notapor Angelus-Y » 25 Jun 2013, 18:53

Puff vaya, que ganas tengo de leer esto, a ver si puedo sacarle tiempo y hacerlo, este y el de Mandibulas que tambien lo tengo en la lista por asi decirlo. Dame unos pocos dias y me lo cepillo y te comento que creo que lei el primer episodio una parte y me gusto muchisimo, por eso queria continuarlo. Eso si nada mas decir que la pinta es exquisita.
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Re: Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

Notapor Sg91 » 26 Jun 2013, 01:26

Angelus-Y escribió en 25 Jun 2013, 18:53:Puff vaya, que ganas tengo de leer esto, a ver si puedo sacarle tiempo y hacerlo, este y el de Mandibulas que tambien lo tengo en la lista por asi decirlo. Dame unos pocos dias y me lo cepillo y te comento que creo que lei el primer episodio una parte y me gusto muchisimo, por eso queria continuarlo. Eso si nada mas decir que la pinta es exquisita.

Me alegro de que te guste, pasate por el hilo de smellslikebeer para ehar un vistazo a mi principal inspiracion. Y si no has visto La tierra sin humanos, miratelo tambien, que tampoco tiene deaperdicio ;)

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Re: Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

Notapor Sg91 » 28 Jun 2013, 08:57

Capítulo 5

Salvaje


Fluttershy notó como alguien la zarandeaba levemente, despertando de golpe.

-¡Oh! ¡Ah! ¡Mis ojos!-masculló, en voz baja.

Se cubrió por instinto, recordando los sucesos previos; pero enseguida notó que la luz no incidía como antes y separó los cascos de su cara. El día era tan claro como cualquier otro, y se podía oír el piar de los pájaros. Su conejo Ángel estaba con ella, mirándola con una expresión preocupada en su rostro, algo que no veía muy habitualmente en él.

-Oh, Ángel… cielos, ¿Qué ha sido eso?-inquirió ella, cogiéndolo entre sus patas.

Ese día había sido como cualquier otro, se encontraba dando de comer a sus animales cuando, sin previo aviso, una luz muy brillante proveniente de ninguna parte comenzó a extenderse hacia todas las direcciones, cegándola momentáneamente. Apenas pasaron unos pocos segundos entre el fenómeno y su reacción, hasta ese momento. Aunque para su eterna sorpresa, se encontró en un lugar completamente diferente.

-¿Dónde estamos? ¿Qué es este sitio?

Un extenso bosque de clima templado se extendía hasta donde alcanzaba la vista, con un lago cerca de donde ella estaba; la temperatura no era muy alta, y había algo de humedad, aunque no demasiada. Ángel se revolvió en sus patas y soltó varios chillidos que solo ella entendía.

-¿Cómo? ¿Que aparecimos aquí de repente?

El animal asintió, consternado y un tanto molesto.

-Oh, ya veo… lo siento Ángel, era yo quien tenía la comida. La solté porque me asusté…

Pero sus disculpas no amedrentaron al conejo, el cual le dio la espalda de forma brusca.

-Lo siento… mira, aquí cerca hay un lago, vamos a beber un poco de agua ¿te parece?

El conejo se mostró indiferente, pero al ver que la pegaso se movía, al final fue tras ella; una vez en la orilla, los dos se inclinaron para beber un poco. Al cabo de unos pocos segundos, una bandada de patos echó a volar cerca de ellos y Fluttershy se les quedó mirando, fascinada.

-Oh, que patos más majestuosos… mira como vuelan…-murmuró ella.

El conejo apenas prestó atención a las aves.

Una vez saciada su sed, continuaron caminando por aquel extraño sitio del que nada sabían, para tratar de averiguar al menos donde estaban; la fauna y flora era bastante variada, vio de todo, desde castores, pequeños mamíferos, aves como cigüeñas o águilas y hasta peces varios en el lago.

Un poco más adelante, encontraron lo que parecía una señal de indicación muy grande, en la que aparecía el mapa del sitio; leyó su contenido en voz alta.

-"Bienvenidos al parque estatal de San Angelo, por favor respeten las normas en todo momento. Prohibido hacer hogueras en temporada de verano. Propiedad del Departamento de Parques y Vida Silvestre de Texas" Oh, vaya, para ser como una especie de zona protegida… aunque no me suena de nada eso de Texas… ¿será un reino?

En ese momento, el conejo bajó de su grupa de un salto y salió corriendo hacia un punto en concreto.

-¡Ángel, espera!-exclamó ella, en voz muy baja.

Echó a volar tras él, yendo tras sus pasos, hasta encontrarle en una situación que la preocupó; una manada de lobos se encontraba rodeando al conejo con cara de pocos amigos. Dichos lobos no se parecían en nada a los que ella conocía, sus ojos no dejaban ver nada más que furia y hambre; gruñían desesperados, sin quitar la vista de Ángel. Fluttershy tragó saliva y trató de hablar con ellos.

-Ah, eh… hola, pequeños lobos… veo que estáis un poco nerviosos ¿por qué no tratamos de calmarnos y ser amigos? Estoy segura que entre todos podremos encontrar algo para comer…

Sin embargo, para su sorpresa, ninguno de los animales se dignó en escucharla; estaban centrados en Ángel, el cual estaba hecho un ovillo en el centro, muerto de miedo.

-¿Por qué no me escuchan? Si siempre consigo que me escuchen…-pensó ella, chocada,

Uno de ellos rascó el suelo con su pata y bajó la cabeza, signo evidente de que iba a atacar; la cara de Fluttershy dibujó una mueca de horror. Iban a hacer daño a Ángel. Jamás había visto tanta agresividad en un animal.

-¿Qué les pasa a estos lobos?-masculló ella, horrorizada.

Su mente trabajaba a toda velocidad, sopesando posibilidades; si no se movía ya, atacarían y harían pedazos al conejo. Y eso no podía permitirlo. No, no podía. Fue entonces cuando se movió y se puso de escudo entre el animalito y los lobos, mirándoles fijamente y sacando un poco de valor.

-¡No, no dejaré que hagáis daño a mi pequeño Ángel! ¡Monstruos desalmados!

El lobo que bajó la cabeza clavó la vista en ella, gruñéndola y ladrándola con fuerza; Fluttershy trataba de entenderle, pero por alguna razón no podía. Apenas podía oír gruñidos fieros y salvajes, ininteligibles y carentes de sentido.

-¡Ya basta! ¡Suficiente! ¡Tienes que calmarte, háblame! ¿Por qué no me hablas?-lo intentó de nuevo.

El lobo elevó un poco la cabeza y Fluttershy albergó una esperanza; alzó un casco hacia él, con intenciones de acariciarlo, mientras que le decía palabras suaves y tranquilizadoras.

-Ya, ya está… no pasa nada, ya está. No tenéis por qué atacar… eres un buen lobo. Buen lobo… tranquilo…

El resto de lobos estaban igual de alerta, esperando algún movimiento por parte de su compañero. Fluttershy no apartaba la vista de los ojos del lobo, el cual parecía haberse calmado momentáneamente. Fue entonces cuando vio que llevaba un collar y eso la hizo relajarse un poco más. Estaba a un palmo de tocarle cuando, de repente, el animal se apartó y cambió su cara, mostrando sus afilados colmillos; Fluttershy apenas pudo reaccionar y vio que flexionaba sus patas para saltar sobre ella. Sintió entonces un miedo atroz invadiéndola y paralizándola, sin poder hacer nada.

Pero en ese momento, una mancha blanca zumbó en el aire, golpeando al lobo en el hocico y dejándolo estupefacto momentáneamente; Ángel había saltado sobre él, dándole una oportunidad a Fluttershy.

-En ese caso no me dejas más opción…-masculló ella.

Cerró los ojos brevemente y, cuando los abrió, fijó una penetrante mirada en él; sus pupilas se dilataron a la vez y sus iris no reflejaron ninguna luz. No pestañeó, no se movió, tan solo fijó su mirada en él sin romper el contacto visual en ningún momento. Esperaba que con eso se amilanara y desistiese de atacar. Pero nada la había preparado para lo que pasó a continuación.

Ignorando su desaprobadora mirada, el lobo se preparó para saltar de nuevo.

-Mi mirada… no funciona…-musitó la pegaso, incrédula.

Su única arma, y a la que solo recurría como último recurso, había fallado; en ese momento sí que vio justificable quedarse paralizada debido al miedo. Pero Ángel tampoco tenía intención de ser atacado, por lo que volvió a arremeter contra el lobo, antes de soltar un fuerte chillido que hizo reaccionar a Fluttershy.

-Ah… ¡Ángel!

Al segundo siguiente, las zarpas del lobo se movieron rápidamente, silbando en el aire y cortándolo finamente; el conejo cayó al suelo, sangrando profundamente del pecho.

-No… no… ¡no!-chilló Fluttershy, en voz muy baja.

Fue entonces cuando terminó de reaccionar y voló todo lo rápido que pudo hacia él; recogió al herido animal y elevó el vuelo antes de que el resto de lobos se echaran sobre ella. Gruesos goterones comenzaron a caer de los ojos de la pegaso.

-No, Ángel… ¿por qué… por qué?-lloró ella.

Abajo los lobos la seguían ladrando, pero al ver que no podían llegar hasta ella desistieron y se fueron de allí. Fluttershy miró hacia todos los lados, desesperada, y sin saber bien qué hacer; el conejo necesitaba asistencia inmediata o sino, moriría.

Echó a volar rápidamente, buscando una solución en forma de lo que fuera; en ese momento le pareció ver algo muy alto no muy lejos de allí y voló hasta llegar a lo que parecía una torre de vigilancia de color amarillo. A los pies de ésta, había una cabaña de madera. Aterrizó junto a la puerta y comprobó que estaba abierta; entró como una exhalación y buscó un botiquín o algo que se le pareciera por todo el lugar. Finalmente encontró uno en un pequeño baño, cogió también varias toallas que encontró y tendió a un sangrante Ángel en el suelo.

-Ya está, tranquilo, te vas a poner bien… no me dejes Ángel, por favor, quédate conmigo-musitaba ella echa un mar de lágrimas, mientras preparaba todo.

El contenido del botiquín era muy similar a lo que ella esperaba, aunque se percató de que algunas cosas eran ligeramente distintas, como las botellas o los medicamentos. Pero en ese momento estaba demasiado nerviosa como para fijarse en nada más que en lo que necesitaba, por lo que se centró. La herida sangraba mucho, por lo que primero trató de que coagulara haciendo presión sobre ella y limpiándola un poco; luego la desinfectó con agua oxigenada y la limpió por segunda vez, con mucho cuidado para que no se volviera a abrir. Una vez limpia y coagulada, la vendó para asegurar la herida. En todo momento Ángel apenas se quejó, aunque no pudo dejar escapar algún que otro gemido cuando ella le trataba la herida.

-Lo siento tanto, Ángel… es culpa mía, no debí de dar por sentado que la mirada funcionaria. Yo… lo siento, de verdad… ojalá puedas perdonarme…-musitó Fluttershy, llorando como una magdalena.

El conejo negó con la cabeza y en ese momento dejó caer la cabeza, cerrando los ojos.

-¿Ángel? ¿¡Ángel?! ¡Ángel!

Acto seguido soltó un ronquido y se acurrucó entre sus patas; la pegaso suspiró, aliviada. Le comprobó la temperatura, asegurándose de que estaba bien, y lo dejó sobre una cama que encontró en una habitación colindante al baño.

Una vez que estuvo más tranquila, recogió las cosas y se lavó los cascos; luego estuvo explorando un poco la cabaña donde se encontraba. Era una cabaña pequeña, de una sola planta y no más de 20 metros cuadrados; había un total de cuatro habitaciones, en las que se incluía cocina, salón-comedor, baño, habitación y un pequeño cuarto trastero justo detrás de la cocina, donde había también un acceso a una despensa subterránea donde encontró un generoso suministro de comida enlatada.

En el salón-comedor había una serie de estanterías repletas de libros y otros objetos decorativos; observó que todos eran de veterinaria, con títulos como Medicina de animales exóticos, Medicina interna en pequeños animales, Medicina del perro y el gato o Control del dolor en pequeños animales y mascotas. Aunque le llamó la atención uno en concreto titulado Urgencias en veterinaria. Procedimientos y terapéutica de Richard Ford y Elisa Mazzaferro.

-Vaya, me pregunto si serán las mismas técnicas que yo conozco… a ver…

Se sumergió entonces en sus páginas, descubriendo mucho más de lo que ella podía esperar; el libro contaba acerca de procedimientos y técnicas para sobrellevar emergencias como la que había tenido hace escasos minutos, con ejemplos claros y aplicados a diferentes especies de animales. Aunque el descubrimiento que más la impresionó fue, sin duda, el de los humanos. De hecho, el libro tenía un prefacio en el que se destacaba la importancia de los mismos en el tratamiento de los animales enfermos, sobre todo de las mascotas, y su deber para con ellos; Fluttershy conocía los mitos y leyendas acerca de los humanos puesto que se los contaron desde pequeña, aunque de una forma ligeramente diferente. Tenía entendido que los humanos eran seres bípedos, arrogantes y egoístas, no amables y bondadosos con los animales. Aunque a pesar de eso, le gustó mucho comprobar que no era así y empezó a verlos con otros ojos. De hecho, llegó a verlos, ya que se incluía en la contraportada las fotos de los autores, un hombre calvo con gafas de mediana edad y una mujer joven y rubia de ojos claros.

Estuvo leyendo un poco más hasta que al final se cansó; Ángel seguía durmiendo, por lo que le dejó allí y salió a dar una vuelta. La torre amarilla que antes vio era bastante alta y desde el puesto de vigilancia en lo más alto se podía ver todo el parque. Tenía unas enormes extensiones, de casi 3000 hectáreas, y al fondo se podía vislumbrar lo que parecía una ciudad de un tamaño considerable. Fluttershy no quería ir más allá, por lo que se limitó a sus alrededores para ver si veía a más animales, aunque preferiría encontrarse con cualquier cosa excepto con esos lobos otra vez.

-Qué raro que esos lobos fueran tan violentos… ningún animal de Ecuestria es violento salvo los del bosque Everfree. Cielos, eso significa que este lugar es como el bosque Everfree… será mejor que no me vaya muy lejos-pensó ella, mirando a su alrededor.

Oteó el horizonte desde los cielos, esperando ver algo más; por varios minutos no percibió nada relevante, pero al poco rato, le pareció ver movimiento al lado de una roca cercana. Voló hacia allí tranquilamente, pero lo que vio la dejó sin aliento; el mismo grupo de lobos se encontraba rodeando a un pequeño cervatillo, el cual se encontraba arrinconado contra la roca, sin posibilidades de escape. Los lobos le gruñían y le enseñaban sus afilados colmillos, con muy malas intenciones. La pegaso amarilla trató de moverse, impedir lo que ella ya se estaba temiendo, pero el lobo con el que antes lidió se movió más rápido. Se tiró a su cuello, sujetándolo con fuerza y desgarrándoselo. El resto de lobos fue tras él, mordiéndole en otras partes del cuerpo, sobre todo en las patas y en el lomo. El pequeño animal se desplomó con un peso muerto, mientras los lobos comenzaban a devorarlo. Fluttershy no pudo más y se alejó de allí, muerta de miedo y deshecha en lágrimas.

-Es horrible… este sitio es horrible…-musitó, casi sin voz.

Tras ver semejante espectáculo no quiso saber nada más del mundo exterior y regresó a la cabaña, donde Ángel seguía durmiendo como un bendito. Las horas pasaron pesadamente, como si no quisieran hacerlo; para Fluttershy se hacían eternas, como si lo que vio condicionara todo lo demás. Realmente lo hizo, pero quería pensar que ese extraño mundo no era siempre así. También quería conocer a los humanos, si es que había, pero la sensación que le daba el sitio era de abandono y soledad total. Y eso también le daba motivos para sentirse triste y depresiva.

Ángel no despertó hasta bien entrada la tarde, cuando el sol comenzaba a ocultarse por el oeste y teñir todo el parque de color naranja; la herida ya estaba curada, pero no convenía que hiciera movimientos brucos, cosa con la que el conejo no estaba de acuerdo.

-Vamos Ángel, no seas así, ahora has de reposar, ha sido una herida muy fea… por favor, no hagas esto más difícil…-murmuró ella.

Pero él negó con la cabeza, un tanto molesto, y con intenciones de torear a su dueña si hacia falta para conseguir su propósito.

-Ángel, te lo digo en serio, no puedes moverte ahora… ¿tienes hambre? ¿Quieres algo de comer?

A eso el conejo no dijo que no y Fluttershy fue a la despensa que antes vio para ver que podía darle; encontró una lata de verduras en conserva y se la llevó.

-Mira, verduritas frescas, seguro que están muy buenas…

Ángel las echó un breve vistazo y las rechazó de seguido, dedicándola una mirada de desprecio; Fluttershy suspiró.

-Que paciencia tengo contigo…

Había veces que le consentía demasiado, pero ella sabia como domarle después de tanto tiempo; tan solo dejó la comida a su lado, mientras iba a buscar otra cosa para ella. Fluttershy comió un poco de maíz y fruta, siendo observado por el animal, el cual le devolvía un gesto inquisitivo.

La noche cayó enseguida, extendiendo una temible oscuridad sobre la cabaña y el parque; Fluttershy buscó algo con lo que alumbrarse, encontrando una especie de farol que se encendía con solo apretar un botón.

-Vaya… que luz más potente…-murmuró ella, sosteniéndolo con sus cascos.

Alumbraba bastante y era suficiente para combatir la densa oscuridad, aunque llegó a ver una pequeña y delgada luna por una de las ventanas; Ángel aun no había tocado las verduras, pero ella sabia que tan solo tenia que esperar. Estuvo leyendo un poco más hasta que el cansancio la venció y se fue a acostar en la cama, al lado de su mascota.

-¿Aún no te has comido eso? ¿No tienes hambre?-inquirió ella.

El conejo tan solo miró para otro lado, ignorándola.

-Muy bien, pues si no quieres… buenas noches, Ángel.

Tras eso, apagó el farol y se quedó dormida enseguida; el conejo se dio la vuelta, como si quisiera comprobar que estaba dormida. Una vez que se aseguró, comenzó a comer con ganas todas las verduras. La débil luz de la luna que se colaba por la ventana llegó a iluminar una fugaz sonrisa en la cara de la pegaso. Poco después, Ángel también se durmió con el estomago lleno.

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Re: Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

Notapor Sg91 » 01 Jul 2013, 00:00

Capítulo 6

Rústico


-¿¡Qué diablos?!

Applejack no pudo pensar en otra cosa para clasificar todo lo que pasó, y en menos de un minuto incluso; el día estaba transcurriendo como todos los demás, se había levantado temprano para cosechar las manzanas que vendería esa misma mañana en el mercado de la plaza. Le quedaban algunos árboles que cocear cuando, en ese preciso momento, una luz blanquísima y muy fuerte apareció de ninguna parte, cegándola momentáneamente e inmovilizándola por completo. No le dio tiempo a nada, ni siquiera a llamar a su hermano mayor ni a su abuela.

Ahora se encontraba en medio de un extenso páramo lleno de manzanos en flor, que ni todavía habían madurado.

-No, en serio, esto es demencial… ¿Qué demonios ha sido eso? ¿Y dónde estoy?-inquirió ella, en voz alta.

El erial era bastante grande y la recordaba bastante a Sweet Apple Acres, aunque el ambiente era algo más húmedo que de costumbre y los paisajes colindantes no tenían nada que ver con los que ella estaba acostumbrada a ver. Cerca de allí vio una especie de camino de roca grisácea, de aspecto duro y resistente, con un enorme cartel que se podía leer desde donde estaba y en el que ponía: "Ruta 377. A Brownwood 40 kilómetros. Red de Carreteras federales de Estados Unidos". Una serie de postes de madera muy largos y altos acababan en una extraña forma de vidrio, y una especie de rama muy fina y negra se extendía de poste a poste, en dirección hacia lo que parecía una ciudad de tamaño considerable que se podía ver a lo lejos.

A mano derecha y pasando varias filas de manzanos, se podía ver una granja muy parecida a la suya, pero apenas tenía algo que ver. Applejack se acercó hasta el cortijo, de al menos dos pisos y bastante grande; las paredes estaban pintadas de rojo, al igual que un granero cercano detrás del mismo, aunque no era el único. Junto a dos graneros más, un poco más al fondo, había una serie de torres muy altas y grandes, de un color gris muy oscuro y que no parecían estar hechas de ningún otro material que ella conociera. Eran bastante brillantes.

-Que me aspen si eso es un silo… aunque… se ve diferente…-murmuró ella, chocada.

Se dirigió al cortijo primero para comprobar varias cosas, entre ellas saber dónde estaba y cómo demonios había acabado en ese lugar. Frente a la puerta principal había una especie de carreta muy grande, con ruedas negras muy pequeñas y un pequeño cubículo con un prominente morro. Detrás había un ancho hueco vacío.

-¿Qué demonios es esta cosa? Parece una carreta pero no se ve como una…

Como no sacaba nada en claro con mirarlo fijamente, desistió y subió las escaleras del porche hasta llegar ante la puerta; una primera puerta enrejada separaba un pequeño descansillo a la principal, fue fácil abrirla, aunque algo extraño para ella.

-¿Dos puertas? ¿Para qué quieren dos puertas?-inquirió ella, en voz alta.

La principal también se abrió enseguida, desembocando en un amplio recibidor, con unas escaleras justo delante que subían al primer piso.

-Eh… ¿hola? ¿Hay alguien en casa?-llamó la poni.

Su voz resonó por todo el lugar, sin recibir respuesta alguna. La exploración de la casa fue un tanto ardua, ya que era bastante grande por dentro. La recordó bastante a la suya, aunque no era ni de lejos tan grande; a mano derecha nada más entrar estaba un amplio salón-comedor, con una larga mesa y una chimenea al fondo del todo, con varios sofás y sillones encarándola. A mano izquierda, se encontraba la cocina y una lavandería, aunque no vio ningún balde con el que limpiar la ropa, salvo unas especies de cajas blancas bastante anchas, con una pequeña puerta cilíndrica transparente, donde se podía ver un interior cilíndrico y hueco.

En el primer piso encontró una serie de habitaciones y un par de baños, además de una espaciosa sala del té; el segundo piso resultó ser el desván en sí, aunque quizás fue el desván más grande y espacioso que vio en toda su vida, lleno de trastos que ni siquiera supo identificar en su gran mayoría. Vio lo más parecido a lámparas que se sostenían de pie, cajones, muebles, armarios y otras más cosas más reconocibles para ella. El resto era, sencillamente, inidentificable.

Se dirigió de nuevo a la planta baja, sin haber descubierto gran cosa; además, no había nadie en la casa, estaba completamente desierta.

-Vale, esto comienza a ser un tanto raro… ¿dónde está todo el mundo? Si ni siquiera sé dónde estoy…

Contempló un reloj de pie con el péndulo parado, marcando las doce en punto. Vio entonces, justo al lado, una foto que la llamó poderosamente la atención, y es que lo que aparecía en ella no lo había visto nunca, salvo en cuentos que su abuela la contaba para ir a dormir. Una serie de seres bípedos sin pelo salvo en la cabeza, con largos brazos y piernas, aparecían sonriendo de oreja a oreja, frente al mismo cortijo donde ella estaba. Se encontraba colgada en la pared, pero ella quería verla mejor, por lo que la coceó varias veces hasta que la foto se desprendió; la cogió con sus cascos y la echó un profundo vistazo. Era en color, había en total seis de esas criaturas, una de ellas sostenía un arado en su hombro, y otra de éstas llevaba una hoz en sus manos.

-Creo que sé lo que son… ¿cómo era? ¿Cómo los llamaba la abuela?-masculló Applejack, dándose toques en la cabeza con su casco.

Tras devanarse la cabeza durante varios minutos, al final exclamó.

-¡Humanos! ¡Eso es, humanos! Pero… yo creía que solo eran cuentos de viejas…

Dio la vuelta al marco y vio que había algo escrito en la parte de atrás del mismo, leyéndolo: "20 de abril de 2013. Familia McAllister. Orgullosos granjeros, fieles americanos. Recuerda quiénes somos, Annie. Te quiere, tu abuelo"

La dio la vuelta de nuevo y vio a un humano más viejo que los demás, con la cara arrugada y los ojos caídos.

-Ese debe de ser el abuelo… y la tal Annie… quizás fuera su nieta…

Al otro lado de la imagen, una niña de al menos cinco años se escondía tras la pierna de una mujer de mediana edad. Todos ellos se veían felices y despreocupados, como lo sería un granjero como ella.

-Ah, la familia… no hay nada como la familia…-pensó ella, esbozando una sonrisa.

Inspiró profundamente, dejando la foto en una mesita cercana, ya que no podía volver a colgarla.

Salió afuera, dispuesta a explorar toda la granja, cosa que hizo; los graneros estaban llenos de paja recogida perfectamente con formas rectangulares, lo que la dejó bastante asombrada. Ella sabía cómo recoger la paja en forma de balas, pero de la forma que vio ésta paja no sabía cómo se podía realizar; de hecho hasta tenía aristas perfectamente marcadas, como si lo hubieran prensado al milímetro.

En otro de los graneros se encontró con un artefacto muy extraño, con unas ruedas del tamaño de una roca y con una forma muy extraña; aunque lo que más la sorprendió fue que llevaba una especie de arado múltiple enganchado en la parte de atrás. Por un momento pensó en que se trataba una máquina para arar, ya que no entendía otra cosa con ese arado tan grande. Jamás había visto algo así en toda su vida, y el artilugio se le antojaba raro, como si algo le dijera que con él el cosechar se volvía más sencillo. Además, le recordaba a la máquina de sidra de Flim y Flam, los unicornios que trataron de estafarla.

-Esto parece uno de esos engendros mecánicos que sesgan la mano de obra… no, gracias…-murmuró ella en voz alta, alejándose de él.

Cerca del último granero vio los silos y se acercó un poco más para verlos mejor; eran un poco más altos que el cortijo, su superficie era lisa y muy brillante, se acercó todo lo que pudo y tocó uno de ellos. Su tacto era frio y suave, no tenía nada que ver con los silos que ella conocía.

Los dejó estar enseguida y siguió explorando el lugar, encontrando el redil del ganado; la puerta de la verja estaba cerrada, pero un buen toque con sus patas traseras sirvió para abrirla del todo. Desde el acceso pudo ver una serie de bultos tendidos justo en la mitad del terreno, se acercó trotando para llegar enseguida; pero prefirió no haberlo hecho cuando llegó. Una manada de vacas lecheras, de casi veinte individuos, se encontraba tirada en el suelo, todas muertas y en estado de putrefacción; el pestazo era tremendo, un montón de moscas revoloteaban alrededor de la carnada, la cual se notaba que había sido pasto de animales de todo tipo. Applejack contuvo unas arcadas tremendas, apartándose de golpe.

-¡Por el amor de Celestia, qué horror!-masculló ella, aterrada.

Jamás había visto tanto animal muerto junto, la visión era horrible; ¿cómo podían haber dejado morir de esa manera a esos pobres animales? Un ganado como ese daría, a lo sumo, sus buenos litros de leche diarios…

-No puedo estar aquí, he de irme…-pensó Applejack, alejándose del lugar.

Se alejó corriendo de allí y una vez bien lejos tosió un poco, con ganas de vomitar. No podría borrar de su retina semejante espectáculo durante mucho tiempo.

El día pasó muy rápido, casi sin que la poni de tierra se diera cuenta; ella siguió explorando los alrededores, viendo terrenos muy amplios y buenos rodeando la granja, perfectos para el cultivo. Pudo notar enseguida que era una zona muy apropiada para una granja, bajo sus cascos la tierra rezumaba fertilidad, cosa que ella misma podía sentir. Dio varios golpes con sus cascos en la tierra, comprobando la dureza de la misma.

-Sí, desde luego, esta tierra es perfecta… no hace mucho calor, hasta puedo notar cierta humedad en el ambiente que apenas descompensa. Un buen lugar para vivir…-se dijo en voz alta.

Algunos de los manzanos donde ella apareció ya tenían algunas manzanas brotadas, aunque aún estaban algo verdes; aun así, la poni de tierra se preparó, calentando sus patas. Una vez que estuvo lista, se posicionó y, lanzando un grito al más puro estilo vaquero, coceó con gran fuerza el manzano con sus patas traseras. Las ramas se balancearon, pero no cayó ninguna.

-Ah, manzanas peleonas ¿eh? Las que más me gustan…-masculló ella, esbozando una sonrisita retadora.

Repitió la acción varias veces, sin apenas dar margen, hasta que al final cayeron un buen número de éstas.

-Lo que yo decía… manzanas a mí…-murmuró entonces, satisfecha.

Probó una, dándola un pequeño mordisco; como ella ya se esperaba, aún estaban sin madurar, aunque se dejaban degustar.

-No están mal… aunque no son como las mías…-observó ella, dejando escapar un suspiro nostálgico.

Un ligero vientecillo proveniente del este se levantó de repente, meciendo las ramas de los manzanos y la crin de Applejack suavemente; la poni inspiró con fuerza y se tumbó en el césped, dejándose llevar por el momento. Pensó en Ponyville y en sus amigas, en su familia y sus conocidos; el aire llevaba un olor que le era familiar y distante al mismo tiempo, pero que aun así la ayudaba a recordar. Casi era como volver a casa. Pero cuando volvió a abrir los ojos, la realidad la cayó de nuevo como una losa pesada. Estaba en un lugar desconocido, aparentemente abandonado, y donde alguna vez llegaron a haber humanos, esas extrañas criaturas salidas de cuentos y leyendas. Parecía mentira…

Aunque a pesar de las circunstancias, Applejack tuvo que admitir que el lugar era bonito, y el momento único; la luz anaranjada del atardecer incidía a sus espaldas, bañando a los terrenos de la granja y sus colindancias. El viento traía consigo ese aroma que tanto la gustó, agitando la hierba a su alrededor. Podía oír el piar de los pájaros a lo lejos, y desde donde estaba también podía entrever una ciudad muy al fondo, pero que no estaba muy lejos.

-Ojalá estuvierais aquí, chicas… tendríais que ver esto.

Soltó otro suspiro, dejando pasar el tiempo; la verdad que se estaba muy bien allí.

En cuanto vio que el sol estaba próximo a ponerse, se puso en movimiento y regresó a la casa; la rugían las tripas, por lo que se dirigió a la cocina directamente para buscar algo de comer. Encontró una despensa muy bien camuflada entre la puerta de la lavandería y el pequeño descansillo que había, donde había suficiente comida enlatada para varias semanas. Luego buscó una fuente de luz, encontrando una vieja lámpara de aceite, muy parecida a las que ella solía usar; lo malo era que no tenía aceite.

-Mierda, necesito aceite de quemar… ¿dónde habrá?

Rebuscó por toda la cocina, sin encontrar nada de nada, la mayoría de los cajones estaban vacíos y sin nada a la vista. La búsqueda fue a contrarreloj, ya que el sol hacía rato que se había ocultado y los últimos retazos de luz se escondían tras el horizonte. En el pasillo de detrás del salón-comedor vio una puerta que antes no abrió y se encontró en una estancia pequeña, donde había un montón de estanterías llenas de todo tipo de cosas, aunque la mayoría del espacio lo ocupaba otro de esos grandes carros con cuatro ruedas, aunque era bastante distinto a la especie de carreta que vio afuera. Éste tenía cuatro puertas y era algo más ancho. Pero apenas le prestó atención, ya que andaba buscando el aceite.

Pasando al lado de unas estanterías, vio que en lo más alto había una serie de latas en las que ponía aceite en el lado visible.

-Puede que ese me sirva…-pensó ella.

Usando la misma táctica de antes, coceó la pared varias veces hasta que al final todas las latas cayeron al suelo, haciendo un ruido bastante fuerte; estuvo mirando las etiquetas hasta encontrar lo que buscaba.

-Aquí, aceite para quemar…

Se llevó la lata arrastrándola con la cabeza hasta donde dejó la lámpara; con mucha maña y cuidado, llenó la parte inferior de la misma con aceite, sujetando la lata agarrando el asa con los dientes. Luego, con unas cerillas que encontró cuando registraba la cocina, encendió la lámpara. Cuando todo lo demás fallaba, los dientes eran la solución, al menos para la mayoría de las cosas; había veces que los ponis de tierra se veían un tanto limitados en algunas acciones, aunque ella ya estaba del todo acostumbrada. Recordó los largos brazos de los humanos, los cuales acababan en esas extrañas manos con dedos, muy parecidas a las garras de Spike; por un momento pensó que ellos tendrían una gran ventaja, ya que podrían manejar casi cualquier cosa sin mucha dificultad. En cambio, ella tenía que hacer malabares para coger un objeto. Y en el caso de la lámpara, no fue ninguna excepción. Asió el asa de la misma con los dientes y se dirigió hacia arriba, en busca de una habitación vacía; para entonces la luz del sol ya se había extinguido, una penetrante y abrumadora oscuridad se había echado sobre la granja casi sin percatarse de ello. La llama de la lámpara mantenía a raya la negrura.

La habitación de invitados fue la elección de Applejack, aunque pasó antes por la principal, donde había una enorme cama de matrimonio, prefirió la otra por motivos personales; no estaba acostumbrada a dormir en camas tan grandes. Se aupó en lo alto de la cama y movió las sábanas hasta colarse dentro de ellas; se quitó su sombrero y lo dejó en la mesilla, junto con la lámpara aún encendida. Se revolvió un poco, buscando una posición cómoda; las sábanas olían raro, no era un mal olor, pero se la antojó un poco extraño. Una vez que encontró la posición ideal, se inclinó hacia delante un poco y con un solo soplido apagó la lámpara. Una leve luz se podía ver entrando por la ventana, vio que se trataba de una pequeña luna en cuarto creciente, no la había visto hasta ese momento, aunque observó enseguida que no tenía la marca de la yegua en la luna, cosa que la confirmó lo que ya venía pensando desde el principio. No estaba en Ecuestria. Estaba en otro mundo completamente distinto. Y eso la dio motivos para preocuparse aún más.

-Big Mac… Applebloom… abuela… espero que estéis bien…

No sabía nada ni de ellos, ni de sus amigas ni nada de nada. Tampoco sabía por qué estaba ella allí. No sabía nada. Lo único que sabía era que estaba sola; eso era lo único claro que pudo ver en todo lo que duró el día. Y lloró. Lloró lo suficiente como para caer rendida y dormir tranquilamente, bajo el débil brillo de la extraña luna.

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Re: Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

Notapor Sg91 » 01 Jul 2013, 23:09

Capítulo 7

Observando


Luna se despertó tranquilamente, después de una larga noche patrullando por los sueños de sus queridos súbditos. Había sido una noche tranquila, sobre todo para ella, ya que apenas había tenido nada de lo que preocuparse por ellos. Ni una pesadilla a la vista, tan solo sueños normales, algunos divertidos, otros algo más sobrios, incluso algunos subidos de tono; cuando veía uno de esos sueños simplemente se daba la vuelta, respetando la intimidad de sus ponis. Luna sabía que esos sueños eran unos de los tantos que cualquiera podría tener, incluso ella misma. Por eso siempre se alejaba tranquilamente, dejándoles disfrutar. El mundo de los sueños era todo un misterio, incluso para la diosa de la noche.

Pero en ese momento, en un estado de duermevela, pudo notar que había algo que no encajaba, y esa era su cama; de repente esta se había vuelto más pequeña de lo normal y por un momento entreabrió los ojos, observando la pared delantera.

-¡Ah! ¿¡Pero qué?!

Dio un bote tremendo, cayéndose de la pequeña cama donde se encontraba; el cuarto apenas era más grande que la mitad de lo que era el suyo, y todo en su interior era distinto. Luna se levantó de golpe, caminando a trompicones y muy asustada.

-¿¡Dónde estoy, pero esto que es?! No… no… comprendo…

Una puerta tras ella permanecía cerrada, se dio la vuelta y la atravesó, saliendo a un espacio muy grande y ancho, de color blanco y con muchas cosas que ni quiso ni supo saber lo que eran; corrió, muy asustada, llamando a su hermana.

-¡Tia! ¿¡Dónde estás?! ¡Tia!

Corriendo por el amplio corredor, llegó hasta lo que parecía una recepción, con un ancho mostrador igual de blanco; en un cristal, había una especie de dibujo estampado en el que se podía leer: "Bienvenidos al Observatorio Nacional de Kitt Peak".

-¿Observatorio? ¿Qué es todo esto? No entiendo nada… tengo que salir de aquí-masculló Luna, echando a correr hacia la salida, justo delante de ella.

Abrió la puerta con su magia y un fuerte sol la golpeó en la cara nada más salir; en cuanto sus ojos se acostumbraron a la fuente de luz, pudo ver mejor donde se encontraba. El valle era enorme y muy extenso, ella se encontraba en lo alto de una montaña, donde una serie de torres ovaladas muy extrañas se extendían a lo largo de toda la cima de la misma. A sus espaldas, un cartel en lo alto de un edificio no muy alto, indicaba el acceso a la recepción donde antes había estado. Sin querer saber nada más, excepto dónde estaba su hermana, abrió sus alas y echó a volar, para tener mejor vista del sitio; lo cierto era que el lugar era enorme, vio las torres con mejor perspectiva y la llamó la atención su forma de domos. Pero la que más la llamó la atención fue una que tenía forma rectangular y dibujaba una especie de V inacabada que se alzaba desde el suelo.

Como apenas se veía desde tanta altura, bajó un poco y sobrevoló el lugar rápidamente, buscando indicios de su hermana; cerca de la torre que le llamó la atención, la apreció ver una silueta familiar y aminoró un poco la marcha. Fue entonces cuando pudo ver con facilidad a la alicornio blanca.

-¡Celestia!-exclamó ella, con su voz real.

La aludida alzó la mirada y, al verla, su cara cambió drásticamente.

-¡Luna!

Ella bajó en picado como una exhalación, aterrizando sobre ella y dándola un fuerte abrazo.

-¡Oh, Tia, pensaba que no te volvería a ver!-exclamó ella, estrechándola entre sus patas.

-Mi pequeña Luna… estás bien…-masculló Celestia, haciendo lo propio y envolviéndola con sus alas.

Mantuvieron el momento un poco más hasta que al final se separaron, más tranquilas.

-Menos mal… ¿dónde estamos, Tia, qué es este sitio?-inquirió Luna.

-Pues… tengo una vaga idea, aunque no estoy del todo segura…

-¿Qué pasó, por qué estamos aquí? Me desperté hace poco en un sitio oscuro y no recuerdo como llegué allí…

-Es verdad, que tú estabas descansando… era de mañana, me encontraba firmando varias instancias en mi despacho cuando de repente una luz blanquísima se echó sobre Canterlot. No me dio tiempo a nada, ni a actuar, ni a moverme ni nada de nada. En cuanto la luz pasó, me encontré en un despacho muy pequeño, dentro de esa extraña torre-explicó Celestia, señalando a la misma torre que Luna vio desde el aire.

Las dos se miraron por un momento, compartiendo sendas miradas perdidas.

-¿Y tú? ¿Alguna idea de donde estamos?

-Según donde yo estuve, en el Observatorio Nacional de Kitt Peak… no me preguntes más porque no lo sé.

-Ya veo… ¿dónde cae ese sitio?

Luna guio a su hermana de regreso a la recepción del lugar; Celestia observó todo con suma atención, dejándose empapar por el sitio.

-Será mejor que nos separemos, algo me dice que aquí encontraremos las respuestas que buscamos…-propuso poco después.

-Está bien… ¿Qué buscamos exactamente?-inquirió Luna.

-Cualquier cosa que aclare donde estamos… debemos descubrir por qué estamos aquí y el motivo de ese extraño fenómeno que nos llevó hasta este lugar.

Luna se fue por la derecha, mientras que su hermana se perdió en dirección hacia donde ella apareció; unas escaleras la llevaron hasta una planta bastante más grande que la anterior, con un montón de mesas muy juntas las unas con las otras, todas ellas con objetos varios que apenas pudo identificar, aunque observó que en todas se repetía un curioso objeto. Parecía una caja negra, muy fina, con una serie de hilos negros conectados en su parte de atrás; una especie de tablero negro con letras pequeñas y blancas en él descansaba justo delante, junto con lo que parecía un ratón, aunque sólo si se echaba mucha imaginación. Como eso, había lo mismo en todas las mesas.

Aparte de esa sala, había otra donde encontró una serie de sofás encarando otra caja muy fina colgada de la pared, de color negro y bastante más grande que las demás; aunque la llamó la atención una especie de caja mucho más pequeña, introducida en un hueco en un bajito armario. Era negra, casi igual de fina que la que colgaba en la pared, y con un diseño muy curvilíneo y atractivo; la cogió con su magia para verla mejor, dándola vueltas en el aire. En uno de sus lados había una especie de siglas en las que se podía leer PS3, Sony en un costado, y un logo muy pequeño en el que se podía vislumbrar una P y una S superpuestas.

-Curioso artefacto… ¿para que servirá?-se preguntó Luna, interesada en él.

Como no sacaba nada en claro mirándolo fijamente, lo dejó donde estaba; buscaba algo que explicara dónde estaba, y desde luego, esa caja extraña no la iba a ayudar mucho.

Desde donde estaba pasó a otra sala, donde había un suntuoso despacho lleno de estanterías con una serie de libros en ellas.

-¡Libros! ¡Por fin algo que tiene sentido!-exclamó ella, cogiendo varios a la vez con su magia.

Ojeó sus títulos, viendo algunos como Astronomía, Guía del cielo nocturno de Robert Burnham, Alan Dyer y Jeff Kanipe, Atlas de las estrellas de Serge Brunier o Descubrir el cielo de Denis Berthier. Fue entonces cuando se dio cuenta de una cosa.

-El cielo… estrellas… un momento, esto es… astronomía...

Alzó la vista y vio un enorme cuadro en la pared frontal, donde se podía ver una enorme y preciosa nebulosa; los ojos de Luna hicieron chiribitas.

-¡Hermana, hermana, tienes que ver esto!-exclamó, echando a correr.

Volvió al recibidor, donde su hermana también volvía con varios libros con ella y una serie de papeles, cuadros y marcos de fotos.

-¡Tia, mira, aquí estudian el cielo, es como la escuela celestial de Canterlot!

-Sí, ya lo he visto… y no solo eso, mira…-añadió ella, mostrándole una serie de fotos enmarcadas.

En éstas aparecían una serie de criaturas bípedas que ella conocía muy bien gracias a las leyendas que tanto había estudiado.

-No puede ser…-masculló entonces.

-Pues lo es… humanos-asintió la alicornio blanca.

Las dos se miraron por un momento, comprendiendo mejor la situación.

-Entonces… existen de verdad. No eran leyendas…

-Sí, o al menos existieron… observa.

La mostró entonces un periódico de nombre Arizona Daily Star, en el cual se podía leer en primera plana y con letras bien grandes: "Aumenta el número de personas desaparecidas; la tercera parte de EEUU, diezmada. El gobierno llama a la calma".

-Algo debió de pasar que provocó que desaparecieran… no sé por qué, pero mi instinto me dice que ese extraño fenómeno que ocurrió en Ecuestria tiene algo que ver.

-¿Y qué sugieres? No tenemos muchas opciones…

-No, aunque es una suerte que hayamos acabado en un lugar así, nos ayudará a entender mejor este sitio… y descubrir lo que les pasó a los humanos. Y puede que, con suerte, regresar a Ecuestria-murmuró Celestia, albergando esperanza en eso.

Las dos se quedaron en silencio por un momento, mirando todo lo que habían conseguido.

-Entonces… ¿empezamos ya?

-Sí, cuanto antes mejor.

A partir de entonces se pusieron cascos a la obra para averiguar todo lo que pudieran acerca de los humanos y su entorno, para así poder comprender mejor todo lo que las rodeaba; les llevó su buen tiempo, leyendo casi todo lo que tenían a su alcance, empapándose de su cultura perdida, tratando de entender los extraños artefactos que usaban y sus formas de pensar. Luna descubrió que las cajas negras que tanto se repetían en la primera planta eran ordenadores, una especie de dispositivos con los que los humanos gestionaban información, tanto visual como documental. La caja negra algo más grande que colgaba de la pared era una televisión, otro ingenio con el que se podían ver imágenes en movimiento. Aunque no pudo sacar nada en claro sobre qué podría ser la caja negra que había debajo de la televisión, por lo que lo dejó estar.

Por su lado, Celestia descubrió más cosas; los carros que vio afuera eran coches, unos vehículos que los humanos usaban para desplazarse mediante el uso de un motor que los impulsaba. Las torres que coronaban la montaña donde se encontraban eran, para su sorpresa, telescopios; en el que ella estuvo se encontraba el telescopio solar McMath-Pierce, entre los veintitrés que eran en total. Otros que le llamaron la atención fueron el telescopio WIYN, el de más al norte, y el Mayall, situado al este, de cuatro metros de alto.

-Quizás con ellos podamos descubrir alguna forma de volver a Ecuestria…-pensó ella, observando un mapa del observatorio.

El tiempo se las pasó volando, sin si quiera darse cuenta, y para entonces comenzaba a atardecer; se reunieron en las oficinas centrales para poner en común todo lo que habían descubierto, Celestia le comentó a su hermana el visitar alguno de los telescopios.

-Me gustaría ver este, el Mayall, por lo que pude leer es uno de los más grandes y potentes del mundo.

-Me parece bien, así descubrimos como es el cielo en este mundo… por cierto, he intentado subir la luna pero no he podido-comentó Luna.

-Lo sé, yo he tratado de bajar el sol, pero por alguna razón se baja solo… no me extraña, si te soy sincera, aunque es… raro.

-Sí, quizás nuestra magia no haga falta en este mundo… tenemos que mirarlo igualmente.

Salieron afuera, buscaron con la mirada el Mayall y lo vieron al este de allí, con sus cuatro metros de alto se veía desde todos los lados. La puerta al interior estaba cerrada con un candado, pero la magia de Celestia no supuso ningún impedimento; el interior se vislumbró oscuro y un tanto tenebroso, la luz del atardecer venía desde el oeste y apenas alumbraba el interior más allá del descansillo.

-Enciende el cuerno, lo vamos a necesitar-indicó ella a su hermana, haciendo lo propio.

Dos potentes luces surgieron de sus cuernos, alumbrando la gran estancia; desde donde estaban, pudieron ver el telescopio en cuestión, aunque no tenía nada que ver con lo que ellas conocían por telescopio.

-¿Eso es un telescopio?-masculló Luna, anonadada.

-Pues eso parece… es enorme…

Poseía una forma cónica, con una serie de anillos concéntricos alrededor; poseía tres niveles, el inferior era donde se encontraba el ocular por donde se fijaba la vista. El nivel intermedio ocupaba casi todo el cuerpo del armatoste, y el superior lo conformaba el objetivo, un enorme tubo negro que apuntaba a un cerrado techo.

-Tengo entendido que el techo se abre para que el objetivo enfoque… pero ¿cómo podemos abrirlo?-se dijo Celestia en voz alta.

Luna peinó con la mirada la parte superior del techo cóncavo, viendo un objeto que le era familiar.

-Ah, ahí está el motor…

-¿El qué?

-El motor, lo más probable sea que se mueva con él, aunque… no sé si vamos a poder usarlo.

-¿Por qué no?

-Necesitamos energía para que funcione, sin electricidad lo llevamos claro…

-Luna… no he entendido ni una palabra, ilumíname por favor-masculló su hermana.

-Verás, según pude leer, los humanos usaban una fuente energética llamada electricidad para usar la mayoría de los dispositivos electrónicos y mecánicos que crearon… sin ésta, nada o casi nada funciona.

-Pues ya me dirás tú qué hacemos…

La alicornio oscura enfocó con su cuerno las juntas que partían desde el motor, viendo que eran casi como un rail; alzó una ceja, pensando en algo, y agitó las alas, elevándose un poco. Con su magia, desenganchó la cadena del motor de los raíles, liberándolos de su sujeción.

-Listo, creo que no hará falta usarlo… trataremos de moverlo con nuestra magia-anunció entonces.

Al punto, Celestia envolvió todo el domo con su magia, y lo giró hacia un lado, dando resultado; chirriando y gimiendo un poco, la estructura del mismo comenzó a moverse, al tiempo que la portezuela del objetivo se iba abriendo poco a poco. La base que sostenía el enorme telescopio se movió con ella también.

-¡Funciona!

La luz del atardecer se coló por el hueco del objetivo, alumbrando un poco más el interior; Celestia cesó con el giro y la cúpula se paró, con un seco clonc que resonó por toda la montaña.

-Perfecto… vamos a echar un vistazo-sugirió Luna, pegándose al ocular.

Lo que vio la dejó maravillada en todos los sentidos, soltando un respingo; a pesar de que aún era de día, pudo ver perfectamente un cielo plagado de estrellas, además de un planeta rojo, y miles de millones de constelaciones que parecían no tener fin.

-Tia… tienes que ver esto, es impresionante…

Celestia también se pegó al ocular, reaccionando de igual forma que su hermana; las dos se perdieron en la inmensidad del firmamento, dejando pasar el tiempo. Anocheció enseguida, siendo aún mejor, ya que las estrellas se vieron con muchísima más nitidez. Enfocaron a la luna, moviendo el domo para ello sin mucha dificultad, cosa que hicieron muchas más veces durante todo el tiempo que estuvieron escudriñando los cielos. Luna se maravillaba, identificando muchas constelaciones que ella conocía, así como cúmulos estelares, nebulosas y otros elementos sobre los que llegó a leer en todos esos manuales que antes cogió; de las dos era la que más emocionada estaba, aunque Celestia tampoco podía ocultar su asombro ante la enormidad del cosmos.

Una vez que terminaron con él, cerraron entre las dos el domo, regresando a las oficinas centrales.

-¡Ha sido increíble! ¡Y todas esas estrellas, tan similares a las de Ecuestria! ¡Y la luna! ¿¡Viste la luna?! ¡No tenía la marca de la yegua en la luna, pero se veía tan bien!-exclamaba la alicornio, aun excitada.

-Sí, la verdad es que ha sido impresionante… aunque yo tengo hambre ¿y tú?-la cortó su hermana, sonriente.

En ese momento, el estómago de Luna rugió y murmuró, avergonzada.

-Pues… un poquito…

-Venga, vamos a ver si encontramos algo para comer.

Alumbrándose con su mágica luz, registraron las oficinas en busca de algo comestible; por el lado izquierdo, justo por donde Luna no fue, se encontraron con una cafetería en la que apenas encontraron gran cosa, salvo varias latas en conserva el resto de comida que vieron estaba en mal estado.

-Pues no hay mucho donde elegir…

-No… ¿Qué hacemos? Yo tengo hambre… no hemos comido nada en todo el día…-masculló Luna.

Celestia alumbró el lugar, dando una rápida pasada de un lado a otro; en ese momento paró en punto con concreto, posando la mirada entre varias baldosas del suelo.

-¿Qué pasa?-inquirió su hermana.

Ella no contestó, tan solo enfocó un poco más y, en ese momento, hizo un poco de magia; al punto, una trampilla camuflada entre las baldosas del suelo se abrió hacia arriba, revelando un interior oculto, el cual daba a una despensa pequeña, pero con comida en conserva para al menos una semana.

-Con esto tendremos para varios días… tendremos que racionarlo bien-murmuró Celestia, sacando algunas cosas.

No fue ningún festín, pero al menos calmaron el hambre. Regresaron después a la sala donde Luna despertó sorpresivamente, donde además de la cama donde apareció, también había otra justo al lado; se llevaron algunos de los libros que antes cogieron y estuvieron leyendo un rato antes de dormir. La luz del cuerno de Luna bajó en intensidad y la alicornio oscura emitió un débil quejido.

-¿Qué pasa?-inquirió su hermana.

-Llevo un buen rato con el cuerno brillando, me está dando jaqueca…-masculló ella, molesta.

-Déjalo entonces, ya alumbro yo un poco más-indicó Celestia, aumentando la intensidad de su brillo.

Luna la hizo caso y su cuerno se apagó, pero como había luz de sobra, no se echó en falta, pudiendo leer bien. Al cabo de unos pocos minutos, Luna habló.

-Hermana…

-¿Sí?

-¿Crees que podremos volver a Ecuestria?

La alicornio blanca se tomó un momento antes de contestar.

-Pues supongo que sí… tan solo tendremos que averiguar que fue esa luz y replicarla, si es que podemos. Y si no… bueno, ya se verá.

Luna se quedó pensativa un momento, rumiando la situación.

-¿Crees que habrá pasado lo mismo en el resto del reino? Quiero decir… nosotras estamos aquí, pero ¿y los demás?

-Me atrevo a decir que puede que estén por aquí, en alguna parte. Por lo que pude averiguar, estamos en un país llamado Estados Unidos y con una extensión de más de nueve millones de kilómetros cuadrados… sería cuestión de buscar…

-¿¡Buscar?! ¿¡Y lo dices así de fresca?! ¡¿Nueve millones?!-masculló Luna, alucinada.

-¿Se te ocurre algo mejor?

Ante ese argumento, Luna no dijo nada.

-Lo siento, es que…

-No pasa nada, Luna, te entiendo. Yo también estoy preocupada; por Twilight y sus amigas, por Cadance… pero antes de buscar, hemos de entender mejor el mundo que nos rodea. Además, he estado leyendo los periódicos de por aquí, y parece ser que estas desapariciones de humanos no eran incidentes aislados, sino que se sucedían por todo el mundo; algo debió de causar esas desapariciones, pero aún no estoy segura. Es por eso que debemos de investigar todo lo que podamos, familiarizarnos con el nuevo entorno, para así poder encontrar a nuestros ponis y volver a casa.

Ante ese argumento, Luna se quedó callada, sopesando la situación; en ese momento dejó escapar un lánguido bostezo, a lo que Celestia la quitó el libro que sostenía con su magia.

-Bueno, creo que ha sido suficiente por hoy, vamos a dormir…

-Oh, venga ya Tia, no soy ninguna potrilla…-la espetó ella.

-No, sólo eres mi hermana pequeña.

Las dos se miraron por un momento, Luna con el ceño fruncido, pero al final esbozó una dulce sonrisa; en ese momento, su cuerno brilló fugazmente, moviendo su cama y juntándola con la de su hermana.

-Hace tiempo que no dormimos juntas… ¿te apetece?

Celestia la miró, un tanto sorprendida, pero al final esbozó una pequeña sonrisa.

-Pues claro… ven aquí…

Las dos se arrejuntaron, poniéndose cómodas y apoyándose la una a la otra; con su hermana, la oscuridad se volvía un poco más brillante, a pesar de que la sala no tenía ventanas. Afuera, la luz de la luna alumbraba los telescopios de Kitt Peak, el cual volvía a estar operativo de nuevo. Una estrella fugaz peinó el firmamento antes de apagarse más allá del horizonte.

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Re: Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

Notapor Sg91 » 03 Jul 2013, 08:10

Capítulo 8

Hágase la luz


Esa mañana, Spike tardó un poco más en levantarse, encontrándose solo en la cama; se desesperezó y se dirigió a la cocina, para comer algo que sirviera de desayuno. Desde que llegaron a Central High, habían estado recorriendo todo el pueblo, tratando de encontrar toda la comida que pudieron para guardarla y racionarla al máximo. No fue mucho, pero consiguieron reunir un poco más de la que ya tenían y guardarla en la despensa.

Después de desayunar, bajó a la biblioteca, donde se encontró con Twilight trabajando arduamente, tratando de arrancar un generador de color amarillo.

-Vamos… venga, vamos, funciona…-masculló ella, por lo bajo.

-¿Cómo va?-inquirió él.

-No lo sé, es que no lo sé… me he leído todos los manuales, he revisado el combustible, lo he preparado todo, pero esto no arranca… vamos por favor, te necesito…-musitó ella, desesperada.

Desde hace casi una semana, Twilight se había centrado en replicar la electricidad estudiando su comportamiento y tratando de usar los procedimientos que los humanos utilizaban para crear energía antes de su desaparición. Pero no iba del todo bien como a ella le gustaría. Encontraron hace dos días un generador en una de las casas cercanas al centro del pueblo, lo había estado estudiando por varios días, tratando de entender su funcionamiento; aún conservaba algo de combustible en su depósito, pero tuvieron que buscar más puesto que era insuficiente. Encontraron una gasolinera a pocas calles cerca de donde estaban y reunieron el suficiente, drenando los tanques principales con la magia de Twilight. Ya habían aprendido bastante sobre el mundo que les rodeaba, pero aún les quedaba muchas cosas por descubrir; y la de crear electricidad, era una de las tareas pendientes.

-Quizás esté estropeado, o ya no funcione… ¿has probado a replicarla con tu magia?-la sugirió él.

-Lo he intentado, pero sin una muestra real de electricidad en sí misma no puedo hacer nada… he estudiado su comportamiento, su forma de obtención, conozco los métodos, pero… no he conseguido absolutamente nada. Este generador es todo lo que tengo ahora. Ni siquiera he tenido tiempo de seguir investigando la desaparición de los humanos…

-Tranquila, seguro que lo consigues… ¿quieres que vaya a por algo, necesitas ayuda?

Twilight se lo pensó un momento, mientras comprobaba el panel de control del generador; abrió con su magia la portezuela de los fusibles, comprobando su estado.

-Los fusibles están bien, pero no me fio, mira a ver si puedes encontrar algunos por ahí… echa un vistazo en las casas que hay al final de Blackburn Road, esas todavía no las tenemos comprobadas-indicó ella.

-Sí, señora-murmuró Spike, haciendo el saludo militar.

Salió a la calle y se dirigió hacia allí, a paso ligero; Central High era un pueblo de tamaño medio tirando a pequeño, la mayoría de los comercios y servicios se concentraban en el centro, donde ellos se encontraban, mientras que la zona residencial estaba un poco más dispersa en círculos concéntricos, con casas diseminadas y distanciadas las unas de las otras. Pasó al lado del instituto del pueblo, un gran edificio de tres pisos con una fachada frontal bastante suntuosa, y siguió todo recto hasta llegar a las casas.

Después de todo el tiempo que llevaban viviendo allí, Spike se conocía bien el pueblo y sabía orientarse sin ningún problema; también sabía lo que estaba buscando y donde encontrarlo, por lo que apenas perdió tiempo bajando directamente a los sótanos y comprobando los cuadros de mandos de todas las casas que tenía más cerca. Encontró un par de fusibles en buen estado que se llevó consigo, además de varios materiales de ferretería que les vendría bien para realizar futuros empalmes. Si Twilight conseguía poner en marcha el generador, sería la primera fuente de energía con la que podían contar, por lo que había de preparase bien.

A las afueras del pueblo había una pequeña central eléctrica que fue el suministro principal de electricidad cuando todavía funcionaba, la visitaron un par de veces para ver si podían enganchar el generador a la red del pueblo, pero no lo vieron factible al necesitar una fuente constante y mucho más grande; el generador sólo funcionaba con combustible y, desgraciadamente, habían agotado casi todos los suministros que la única gasolinera que conocían les podría proporcionar. Los tanques subterráneos apenas estaban del todo llenos cuando empezaron a extraer la gasolina de ellos, y en la tienda de la misma apenas encontraron dos o tres garrafas sin usar.

Una vez con todo a su espalda, volvió tras sus pasos para darle los fusibles a Twilight y ver como lo llevaba; al pasar de nuevo junto al instituto, Spike se paró por un momento, rumiando posibilidades. Sólo Twilight había entrado en él, buscando material escolar con el que documentarse, por lo que se podía decir que apenas estaba explorado. No se lo pensó más veces y entró en él, para ver que podía encontrar. No registró todo el lugar, pero se centró en la sala de profesores y la planta baja, mirando en algunas aulas; no encontró nada sustancial, aunque en la sala de profesores vio algo que le llamó la atención. En una de las taquillas abiertas había una serie de periódicos de principios de año, en los cuales se hablaba de las desapariciones de personas por todo el país, cuando apenas habían comenzado a darse; junto con ellos había una foto en la que aparecía un chico joven, de unos treinta y pocos años, escribiendo algo en un cuaderno con gesto taciturno. Y justo al lado, una especie de dispositivo que no supo identificar del todo.

-Vaya, con todo lo que tengo ya visto… ¿Qué será exactamente?-se preguntó, dándole vueltas.

No era más grande que un ladrillo o un mando de televisión, era negro, con una pequeña carcasa transparente y una serie de botones en la parte superior, en los cuales se podía vislumbrar unos signos que recordaba.

-Eh, estos son los signos de play, rebobinar, adelantar, stop… vaya…

Los recordaba de haber visto uno a uno los botones del mando de la televisión mientras consultaba el manual de instrucciones del mismo.

-Bueno, que Twilight lo eche un vistazo luego.

Tras esa divagación, echó todas las cosas en la bolsa y regresó a la biblioteca, donde Twilight estaba que se subía por las paredes. Sostenía con su magia la placa principal, volviéndola a colocar en su sitio.

-Es la tercera vez que desmonto esta mierda… mas nos vale que funcione…-masculló, harta.

-Tranquila, Twilight… los fusibles.

La unicornio lavanda los echó un vistazo para verificar que estaban bien y los dejó a un lado.

-También encontré esto en el instituto junto con varios periódicos y esta foto de este chico… no sé lo que es…

-No me suena… déjamelo ahí, luego lo miraré, esto es más importante.

Se aseguró de que todo estaba bien colocado y después anunció.

-Vale, con esto debería funcionar… debería. Antes de ponerlo en marcha ayúdame con los cables, tenemos que conectarlos a la corriente principal de la casa.

Llevando consigo un manual de redes eléctricas y varios metros de cable consigo, subieron hasta la toma de corriente superior situada en el pasillo al final de las escaleras, antes de entrar en el apartamento; Spike fue el que enganchó los cables siguiendo las indicaciones de Twilight, puesto que era el único que podía manejarlos apropiadamente. Una vez que estuvieron conectados bajaron a la sala de lectura, donde el generador estaba listo para arrancar.

-Muy bien… pues allá vamos… ¿listo?-inquirió ella.

-Cruzando los dedos-murmuró Spike, haciéndolo.

Twilight suspiró levemente y con su magia oprimió el botón de encendido; al punto, el generador dio un bandazo y emitió varios ruidos apagados, como si no quisiera arrancar después de tanto tiempo. Por un momento parecía que el intento se había quedado en nada, pero entonces el motor rugió y un piloto verde brilló con intensidad.

-Lo conseguimos… ¡lo conseguimos!-exclamó Twilight.

-¡Sí, lo has hecho, Twilight!

Los dos se dieron un gran abrazo, festejando la victoria; un segundo después, las lámparas del techo de la biblioteca parpadearon y se encendieron, así como las pequeñas luces de los puntos de lectura y las de la hemeroteca también.

-¡Hay que apagar esas luces, necesitamos consumir lo menos posible!-exclamó entonces ella, echando a correr.

Entre los dos, apagaron las luces de la biblioteca, además de las que se habían encendido en el apartamento, excepto la de una pequeña lámpara.

-¿Qué vas a hacer con esa?

-La necesitaré para intentar replicarla con mi magia… quiero saber cuales son las diferencias y similitudes entre la magia y la electricidad, para poder experimentar con ella-reveló ella.

Aunque lo dejó para otro momento, puesto que quería mirar otra cosa; una de las tiendas cercanas a la biblioteca era un videoclub, donde había un montón de películas para DVD y música en CD. En el apartamento había tanto DVD como cadena musical, por lo que se llevaron unos cuantos para probarlos si tenían éxito en su empresa; y como la electricidad volvía a existir después de un largo paréntesis en el mundo humano, era la ocasión perfecta.

Cogieron algunas películas entre los dos, a Spike le llamaron la atención títulos como Hora punta, La jungla de cristal o Fast and Furious, mientras que Twilight se decantó con títulos como Orgullo y prejuicio, Titanic o Un paseo para recordar. Se estuvieron disputando quién debería empezar primero, pero al final Twilight ganó con Orgullo y prejuicio, la cual contaba la historia de amor entre un noble y una chica inglesa de finales del S XVIII. A Twilight la encantó, pero Spike no opinaba lo mismo.

-Qué rollo…

-¿Qué dices? Es muy interesante, cuenta muchas cosas sobre los humanos. Y es muy bonita también… yo también quiero tener una historia de amor así…-murmuró ella, encantada.

-Ña, ña, ña…-se burló él.

Aunque para esa noche quedaron en que él elegiría, por lo que se quedó satisfecho. El día pasó rápidamente, y viendo la película pasó más rápido aún; tras verla volvieron a la biblioteca, de donde desalojaron el generador, ya que hacia un ruido horrible, para poder trabajar a gusto.

-Twilight…

-¿Sí?

-¿Crees que quedará otras fuentes de electricidad por ahí que podamos usar?

-Puede… según tengo entendido, hay una serie de maneras de crear electricidad de forma limpia y renovable, varias de ellas son la hidroeléctrica, la solar o la eólica. Por otro lado también están las energías no renovables, que se obtienen de forma más artificial, como es el caso de las centrales térmicas y nucleares. Pero no estoy segura de si podríamos usar todos esos métodos nosotros solos… veo posibilidades con la hidroeléctrica y la eólica, aunque con el resto no lo sé.

El ruido del generador se podía oír desde donde estaban.

-Es curioso pensar que éste sea el único pueblo de EEUU con luz después de lo que ha pasado… ¿te imaginas?

-Sí, sé a lo que te refieres. También da que pensar… hasta ahora todo lo que hemos visto funciona con electricidad, los humanos llegaron a realizar verdaderas proezas con ella. Ahora, sin ella, todas esas proezas no sirven de nada; quizás estaban demasiado atados a ese recurso… pero aun así, no quita todo lo que hicieron. He de admitir que los humanos fueron increíbles.

-Desde luego…

Twilight lanzó una mirada a los cristales, observando la luz anaranjada del atardecer incidiendo sobre ellos.

-Espero que las demás estén bien… igual han tenido más suerte y poseen más recursos que nosotros…





En ese mismo instante, el sol en el desierto de Mojave ya se había ocultado y los últimos retazos de luz se alzaban hacia el cielo antes de apagarse; Rainbow Dash aprovechaba lo que la quedaba de luz para rematar el trabajito que tenía entre cascos. Con la ayuda de una cuerda y haciendo de palanca, se encontraba levantando el ala de un antiguo caza modelo Supermarine Spitfire, de los tiempos de la Segunda Guerra Mundial; durante toda esa semana ya se había aprendido un montón de modelos y le gustó ese especialmente, sobre todo por el nombre, que era idéntico al de la capitana de los Wonderbolts. Quiso entonces marcarse un homenaje ante su heroína preferida, tratando de recomponerlo por sus propios medios. Las piezas estaban ahí, tan solo tenía que volver a montarlas; tenía intención de repintarlo una vez que hubiera acabado de ensamblarlo de nuevo, con los colores de Spitfire.

-¡Vamos, arriba! ¡Si he podido con la otra, podré con ésta!-masculló ella, haciendo fuerza hacia arriba.

Se había atado la cuerda a la cintura para poder levantar todo el peso del ala, que en realidad no pesaba demasiado; había movido el avión al hangar que había al lado de la que ahora era su casa, ya que tenía mucho más espacio y, además, libre. Hizo un poco más de fuerza y, en ese momento, las juntas cedieron y emitieron un seco clanc, encajando las dos partes.

-¡Ahora!

Acto seguido se lanzó en picado y rodeó el ala desde abajo, dando varias vueltas alrededor lo más rápido posible antes de que el peso del ala se descompensara; una vez que tuvo asegurada el ala con la cuerda, usó una serie de barras metálicas para asegurarlo aún más, pasándolas entre las cuerdas. Con una segunda cuerda aseguró todo por tercera vez.

-¡Lista!-exclamó Rainbow satisfecha, saltando un poco sobre ella para comprobar su apaño.

El ala se mantuvo firme, sin apenas tambalearse.

Una vez que hubo terminado, echó un moderado trago a una botella de agua cercana a una caja de herramientas; llevaba ya casi una semana allí, aún tenía suministros para al menos una semana más, aunque el agua era lo que más rápido se gastaba. Suspiró y salió afuera, contemplando los restos de los aviones ante la soberbia puesta de sol; tras todo ese tiempo viviendo allí, se había acostumbrado a la presencia de los mismos, y ya los tomaba como suyos. De hecho, técnicamente ya eran suyos, puestos que no eran de nadie más hasta que ella llegó. Ni siquiera los humanos que alguna vez llegaron a llevar ese sitio se preocupaban por ellos, tan solo los tenían ahí, muertos de asco; ella les daba al menos una aplicación, una oportunidad de brillar de nuevo, aunque no de volar. No volarían nunca más. Y eso era lo que más la entristecía.

Los últimos retazos de luz acariciaron la cola de su avión, antes de apagarse del todo; en ese momento la pegaso cian abrió sus alas y echó a volar, dirigiéndose hacia el norte. Todo ese tiempo allí también la había dado tiempo de explorar sus alrededores, los cuales se los conocía bien, ya que eran muy similares; arena, rocas, carreteras y más arena. También vio algún que otro pequeño núcleo poblacional desierto, donde llegó a encontrar un poco más de suministros, aunque no demasiados; un párking de caravanas y un motel abandonado no daban para mucho. Y dio gracias a que al menos pudo reconocer al menos la mitad de ambas cosas; era lo que tenía la lectura intensiva, ya se había leído todos los libros de la casa, incluyendo un tomo de mecánica con el que conseguía re ensamblar las piezas de su avión y todo un repertorio basado principalmente en aviación y un poco de física, aunque apenas entendió nada de ese libro en particular.

Voló durante unos pocos minutos más hasta llegar hasta un alto y delegado cerro rocoso, que se elevaba sobre una base de piedra, y se posó sobre la punta; le gustaba mucho ir hasta allí tras una agotadora jornada de trabajo y descansar admirando el desértico paisaje. A pesar de ser un panorama un tanto desolador y vacío tenía cierto encanto que no se le escapó, sobre todo por las tardes, rallando las noches; el calor comenzaba a descender, a la vez que el sol, el cual teñía las extensiones de tierra con su color característico que tanto la gustaba. Luego, las estrellas hacían acto se presencia precedidas por la luna, la cual ese día estaba en su fase más llena, alumbrando todo el valle y calmando su corazón; para entonces, hacia un fresco muy agradable, secando el sudor de una dura jornada.

-Me gusta esto… podría acostumbrarme…-murmuró en voz baja.

Suspiró hondamente, cerrando los ojos momentáneamente; en cuanto los abrió, reparó en algo en lo que apenas se había fijado hasta ese momento. Al fondo, muy a lo lejos, se podía vislumbrar lo que parecía una potente luz elevándose hacia el cielo.

-¿¡Qué es eso?!

La extrañó que no hubiera visto algo así antes, siguió la luz con la mirada hacia abajo y pudo ver una especie de punto de luz muy potente.

-Parece… una luz, pero… es extraño…

Por un momento sintió el impulso de volar hacia ella, pero enseguida se lo pensó mejor; aunque no lo pareciera la distancia era muy grande y volar de noche no era seguro, por mucha luna que hubiera. Decir que no la llamó la atención seria mentir descabelladamente, pero por otro lado tampoco quería dejar tan pronto su nuevo "hogar", con sus aviones y su proyecto de remodelación en pleno apogeo. Guardaba la esperanza de enseñarle el avión a Spitfire si alguna vez volvía a verla, en este o en otro mundo.

-Podría viajar hacia allí un día de estos, aunque…-pensó ella, mirando hacia el cementerio de aviones.

Finalmente desistió y volvió a casa, con algo de hambre; cenó algo rápido y racionalizado, como lo haría Twilight, y se fue a acostar, leyendo un poco antes de apagar la luz de las velas. El hecho de la luz brillando intensamente en la lejanía no le dejó conciliar el sueño hasta varios minutos después.






Esa noche Spike había elegido película, decantándose por la Jungla de cristal; no se arrepintió de su decisión.

-¡Uauh, como mola, todos esos tiros y explosiones! ¡Ese Bruce Willis es la caña!-masculló Spike, todo emocionado.

-¡Ha sido horrible! ¡Se mataban entre sí porque sí!-masculló Twilight, horrorizada.

-¡De eso nada, eran los tipos malos, Twilight, querían volar el edificio!

-¡Pero eso no justifica la cantidad de violencia sinsentido que hay! ¡Tú no vuelves a ver este tipo de películas ni en broma!-anunció entonces ella, retirando el disco del DVD.

-¿¡Qué?! ¡Oh, venga ya Twilight, sólo es una película!-exclamó el dragón, a la defensiva.

-¡Pues mejor me lo pones, seguro que hay más cosas menos violentas en el videoclub, más aptas para tu edad!

Spike dejó escapar un quejido prolongado que no amilanó a la unicornio lavanda, la cual se mostró inflexible; un tanto molesto, el dragón se retiró a la habitación, donde estuvo leyendo. Twilight soltó su suspiro y estuvo practicando un poco con su magia, tratando de emular la electricidad que emitía la bombilla de la lámpara; ya había descubierto varias similitudes, sobre todo con las cargas. Las cargas mágicas poseían una densidad y partículas distintas, las cuales se repelían o atraían dependiendo de su carga; con la electricidad pasaba exactamente lo mismo, por lo que intentó partir de ese punto. Se concentró todo lo que pudo, tratando de invertir las cargas para realizar una "copia" usando su magia; pero no salió como ella quería y su cuerno se apagó.

-Agh… voy a necesitar más práctica…

Apagó la lámpara y se dirigió a la cama, donde estuvo leyendo los periódicos que Spike trajo del instituto; luego estuvo comprobando el dispositivo que la trajo, consultando varios libros que siempre tenía con ella hasta dar con algo.

-Ah, aquí… según este libro es una grabadora, y sirve para grabar audio.

-Ah, claro, por eso tiene un botón de play… igual hay algo grabado, a ver…-murmuró él, oprimiendo el botón.

Al punto, la cinta puesta comenzó a girar, oyéndose ruido de estática por el altavoz; por unos pocos minutos no se oyó nada, pero en ese momento una voz comenzó a decir.

-15 de enero de 2013, audio diario de Jim Collins, ingeniero de telecomunicaciones y programador informático; j*der, qué p*ta locura, como si con la crisis no tuviéramos suficientes problemas. Desde que empezó el año comenzaron a desaparecer personas de forma dispar, muy intermitentemente. Que si dos en Detroit, una en Alaska, una docena en Atlanta… y con una media de cinco o seis días entre cada desaparición. Al principio el gobierno pensó en una oleada de secuestros a gran escala… pobres idiotas. Si no saben ni la mitad ¿cómo iban a saber esto? Mierda, y yo aquí perdiendo el tiempo, me han reasignado en un instituto en un pueblo dejado de la mano de Dios en Oklahoma, como si no diera la talla. Aquí nadie más sabe lo que está pasando salvo unos pocos, y yo soy uno de esos pocos; escucha Katherine, si oyes esto que sepas que nadie de los que estábamos involucrados en el proyecto tiene la culpa ¿vale? Sólo son una panda de idiotas sin cerebro que no saben hacer una derechas… no les culpo, no podría hacerlo. Sabes que tengo la costumbre de guardar mis audio diarios, si quieres oír el resto de las cintas ya sabes dónde encontrarlas, es fácil seguirlas la pista; por si no te acuerdas del último lugar, recuerda que me encantan las películas de acción. He de cortar aquí, se me acaba la cinta… Jim Collins, corto y cierro.

Tras eso, la grabadora paró de golpe; los dos se miraron, alucinados por lo que acababan de escuchar.

-Eso era… vaya…-masculló Spike.

-Ha sido increíble… es muy revelador, pero a la vez muy misterioso todo… ¿A qué proyecto se referiría? Y eso de que le encantan las películas de acción…-murmuró Twilight, hablando casi consigo misma.

-Ah, pues como a mí…-soltó entonces él.

La unicornio lavanda le lanzó un gesto reprobatorio, pero luego se recompuso, pensando en esa frase en concreto.

-Aquí no hay cines, o al menos no he visto yo uno… ¿dónde estará el cine más cercano?

-Ni idea, tendrías que consultar el mapa, o la guía de carreteras… vi una en la gasolinera-recordó entonces él.

-Vale, mañana le echaré un vistazo… es la única pista que tenemos.

-Muy bien… yo me duermo ya, buenas noches-anunció Spike, dejando el libro en la mesita.

Twilight apagó la luz, pero luego bajó a la biblioteca un momento para apagar el generador; les convenía consumir lo menos posible, ya que con esas pocas horas, el aparato se había chupado al menos dos litros y medio de combustible, quedándose por debajo de la mitad del depósito. Aún tenían varios litros más guardados en garrafas de a litro, pero no serían eternos. Suspiró, algo preocupada, y regresó a la cama, donde estuvo despierta un buen rato más, pensando en el tal Jim Collins y ese tal proyecto, responsable de la desaparición de los humanos; eran tantas preguntas y tan pocas respuestas… Finalmente se durmió, tras varios minutos divagando. La luna llena brillaba en lo alto del cielo, alumbrando débilmente Central High.

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Re: Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

Notapor Angelus-Y » 08 Jul 2013, 11:43

Acabo de leerme el primer capitulo, a medida que vaya leyendo el resto creo que simplemente ire editando este mensaje para no tener que rellenar mucho.

En primer lugar debo decir que me han encantado los dibujos de SmellsLikeBeer, muy buenos y con una ambientacion increible, al igual que tu manera de describir el lugar y la situacion, que en mi opinion facilita muchisimo la imaginacion. Volviendo a los dibujos me han transmitido sentimiento de tristeza, al ver a las Mane6 alli en nuestro mundo en ruinas y los dibujos sin duda ya te dan un primer paso de inicio a t imaginacion para poder introducirte plenamente en ello, por lo que me han encantado, de hecho lo tengo como favorito en DA, porque es de los unicos dibujos del estilo que he podido ver y encima muy buenos como ya he mencionado. :O

Ahora respecto al capitulo, me ha encantado, pero profundamente, en mi caso al menos como ya he enunciado, me ha sido facil imaginarlo con claridad, ese ambiente tan oscuro, desolado...me ha sido envolvente sin duda a lo largo del capitulo. Los personajes en este caso Twilight y SPike, pues los veo bien plasmados nada Out of characer en mi opinion, por lo que maravilloso. Otro punto subjetivo ha sido como me ha tocado con gracia las situaciones de Twilight y Spike descubriendo los artilugios de nuestro mundo y como los has descrito como si fuera tambien desconocido, es decir viendolos desde el "punto de vista poni" no se si me explico. :)

Un vocabulario muy bueno, fluido como siempre he visto en tus otros fanfics, lo cual es un punto que me gusta mucho, los dialogos excelentes y las menciones geograficas e historicas que aunque simples le dan hueco para meterse aun mas en la historia, etc.

Creo que no me falta decir nada mas, simplemente que me ha encantado inmensamente y que yo haya visto no hay fallos importantes, ortografia creo que bien y la trama interesantisima, no se que mas decir en verdad, aunque yo es para señalar defectos en fanfics no soy precisamente agudo y ya digo que no he visto nada fuera de lugar, por lo que EXCELENTE. Estoy deseando seguir leyendome el resto de capitulos y te agradezco enormemente que lo hayas publicado y que hayas puesto tambien la galeria de este señor SmellLikeBeers.

Un cordial saludo y en poco te dire mis opiniones del resto de capitulos, SIGUE ASI :D
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Re: Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

Notapor Sg91 » 08 Jul 2013, 11:53

Angelus-Y escribió en 08 Jul 2013, 11:43:Acabo de leerme el primer capitulo, a medida que vaya leyendo el resto creo que simplemente ire editando este mensaje para no tener que rellenar mucho.

En primer lugar debo decir que me han encantado los dibujos de SmellsLikeBeer, muy buenos y con una ambientacion increible, al igual que tu manera de describir el lugar y la situacion, que en mi opinion facilita muchisimo la imaginacion. Volviendo a los dibujos me han transmitido sentimiento de tristeza, al ver a las Mane6 alli en nuestro mundo en ruinas y los dibujos sin duda ya te dan un primer paso de inicio a t imaginacion para poder introducirte plenamente en ello, por lo que me han encantado, de hecho lo tengo como favorito en DA, porque es de los unicos dibujos del estilo que he podido ver y encima muy buenos como ya he mencionado. :O

Ahora respecto al capitulo, me ha encantado, pero profundamente, en mi caso al menos como ya he enunciado, me ha sido facil imaginarlo con claridad, ese ambiente tan oscuro, desolado...me ha sido envolvente sin duda a lo largo del capitulo. Los personajes en este caso Twilight y SPike, pues los veo bien plasmados nada Out of characer en mi opinion, por lo que maravilloso. Otro punto subjetivo ha sido como me ha tocado con gracia las situaciones de Twilight y Spike descubriendo los artilugios de nuestro mundo y como los has descrito como si fuera tambien desconocido, es decir viendolos desde el "punto de vista poni" no se si me explico. :)

Un vocabulario muy bueno, fluido como siempre he visto en tus otros fanfics, lo cual es un punto que me gusta mucho, los dialogos excelentes y las menciones geograficas e historicas que aunque simples le dan hueco para meterse aun mas en la historia, etc.

Creo que no me falta decir nada mas, simplemente que me ha encantado inmensamente y que yo haya visto no hay fallos importantes, ortografia creo que bien y la trama interesantisima, no se que mas decir en verdad, aunque yo es para señalar defectos en fanfics no soy precisamente agudo y ya digo que no he visto nada fuera de lugar, por lo que EXCELENTE. Estoy deseando seguir leyendome el resto de capitulos y te agradezco enormemente que lo hayas publicado y que hayas puesto tambien la galeria de este señor SmellLikeBeers.

Un cordial saludo y en poco te dire mis opiniones del resto de capitulos, SIGUE ASI :D


Me alegro de que te haya gustado tanto, me has emocionado y todo mira XD y no pasa nada por los defectos, para eso ya tenemos a Volgrand, si eso que se pase por aquí y me eche los trastos a la cabeza, no me importa :D (Volgrand, si lees esto, por favor, no me mates :S )

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Re: Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

Notapor Metallic Lenneth » 08 Jul 2013, 14:09

Hola!
Por fin puedo empezar a escribir en los posts.
No sé como pero empecé a leer este fanfic y me enganché al instante. Fue una experiencia interesante, el hecho de que media población de Equestria desaparezca asi sin más y aparezca en el mundo humano prácticamente deshabitado por alguna misteriosa razón es un argumento que no muchos han usado hasta ahora y es genial en un fanfic así.

Me reí mucho con el de Pinkie, maldita loca esquizofrénica xD
Por cierto, hay algo del fanfic que me deja a cuadros... ¿cómo es que en todos los lugares donde se encuentran las mane6 siempre hay una trampìlla bajo una mesa, donde esta lleno de comida?
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Re: Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

Notapor Sg91 » 08 Jul 2013, 15:49

Equestria Eden escribió en 08 Jul 2013, 14:09:Hola!
Por fin puedo empezar a escribir en los posts.
No sé como pero empecé a leer este fanfic y me enganché al instante. Fue una experiencia interesante, el hecho de que media población de Equestria desaparezca asi sin más y aparezca en el mundo humano prácticamente deshabitado por alguna misteriosa razón es un argumento que no muchos han usado hasta ahora y es genial en un fanfic así.

Me reí mucho con el de Pinkie, maldita loca esquizofrénica xD
Por cierto, hay algo del fanfic que me deja a cuadros... ¿cómo es que en todos los lugares donde se encuentran las mane6 siempre hay una trampìlla bajo una mesa, donde esta lleno de comida?


Me esperaba ese tipo de pregunta en algún momento, la verdad... sé que me ha salido un tanto forzado, pero tampoco queria dejar sin recursos a los ponis, por lo que usé esa maníaca obsesión americana por estar bien provistos en todo momento, cosa totalmente cierta, ya que viven en un constante estado de miedo motivado por sus medios de comunicación. He intentado por todos los medios que no se vuelva un cliché o algo reiterativo, pero no me ha salido como yo queria, lo siento :( pero bueno, me alegro de que te haya gustado :)

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Re: Lo que fuimos [Drama] [Adventure] [Slice of life]

Notapor Sg91 » 10 Jul 2013, 16:18

Capítulo 9

Nueva línea



Como el otro día, Twilight fue la primera en despertarse, dejando a Spike durmiendo plácidamente; desayunó algo rápido y después se dirigió a la gasolinera, buscando un mapa y una guía de carreteras para encontrar el cine más cercano. Esa noche apenas había podido dormir, pensando en todo lo que oyó en aquella cinta. En Central High dudara de que hubiera cines, siendo un pueblo tan pequeño y disperso, por lo que prefirió ir sobre seguro; tomó todo lo necesario en la tienda de la gasolinera y luego se volvió a la biblioteca para mirarlo con más calma. Para entonces, Spike ya se había levantado.

-¿A qué viene eso de no despertarme? Sé que hay cosas por hacer…

-No pasa nada, Spike, eres un bebé dragón, necesitas tus horas de sueño, ayer nos quedamos hasta tarde viendo la peli-le recordó ella, sosteniendo el mapa y la guía con su magia.

-¿Estás buscando el cine? Deja que te ayude…

Spike se encargó de comprobar el mapa, mientras que Twilight ojeaba la guía de carreteras, buscando en la parte de ocio y tiempo libre; tras varios minutos, la unicornio lavanda encontró algo.

-¡Ah, aquí, hay cinco cines en total en esta ciudad llamada Oklahoma City! Entre ellos este, el AMC Penn Square 10… ¿puedes mirarlo, Spike?

-Estoy en ello…-murmuró el dragón, recorriendo el mapa de la zona con sus ojos.

No tardó mucho en encontrar lo que buscaba.

-Aquí, a pocos minutos del centro de Oklahoma City…

-Vale ¿y dónde está Oklahoma City?

-No muy lejos, en coche se llegaría enseguida, no obstante…

Spike la mostró la distancia entre Central High y Oklahoma City, la unicornio frunció el ceño, pensativa.

-No estamos muy lejos, aunque… teniendo en cuenta que nosotros no podemos usar coches, tardaríamos un poco más. Además, tendríamos que llevar provisiones con nosotros y prepararnos para un viaje de al menos dos horas y media… no sé yo… tampoco podemos estar cien por cien seguros de que la siguiente grabadora esté allí…

-¿Qué hacemos entonces?-inquirió Spike.

Twilight se quedó rumiando la situación, dándose toquecitos bajo la barbilla con su casco.

-En cualquier caso, necesitaríamos ir más allá tarde o temprano, nos convendría también tener localizadas más gasolineras y otros puntos de abastecimiento… iremos, aunque por ahora tendremos que esperar y prepararnos bien para el viaje.

-Sí, señora… y mientras tanto ¿Qué hacemos?-inquirió Spike.

-Seguir investigando, tenemos una extensa cultura que descubrir.

Y sin decir nada más, siguieron descubriendo más cosas sobre el mundo humano, con la idea de partir a Oklahoma flotando en el ambiente.


--------------------------------------------------------------------------------

-Unos últimos toques en los bajos, y estará terminado…

Una semana daba para mucho, y para alguien como Rarity quedarse sentada sin hacer nada era imposible; desde que se asentó en la tienda de ropa, su gusto por la moda humana no hizo más que aumentar, por lo que enseguida comenzó rumiar el hacer un modelo ella misma. Partiendo de uno de los tantos diseños de su querido Balmain, comenzó a confeccionar un vestido de seda con estampados florales y motivos redondeados que simbolizaban la naturaleza y que a ella le gustó mucho; encontró bastantes materiales en el almacén de la tienda, pero se les acabó en menos tiempo del que ella esperaba y tuvo que salir más allá para encontrar algo con lo que poder hacer el vestido. Prácticamente inspeccionó todo el barrio donde se encontraba, buscando algo que pudiera usar, cualquier tela la valía, ya que podía replicarla con su magia y copiar las características de la original en la misma, para no desentonar. Casi se podía decir que se conocía bien la ciudad, al menos la parte en la que estaba.

Y tras muchas vueltas e inspecciones por todas las casas y edificios aledaños, paciencia y trabajo constante, consiguió terminar la pieza, maravillándose ante su técnica; le había quedado idéntica a la original que vio en una foto en el libro.

-Oh, es simplemente magnífico… si pudieras verlo, Pierre… oh ¿Qué me diría?-se preguntó entonces, imaginándose el momento.

Ella, rodeada de tantos diseñadores humanos, contemplando su trabajo, en lo más alto de la torre Devon, el edificio más alto de la ciudad; todos ellos alabándola y felicitándola por el buen trabajo realizado. En ese momento, el mismísimo Pierre Balmain se abría paso entre el público, sin aportar los ojos de su propio obra, echa por la unicornio; llegando a su lado, contemplando los acabados, recreándose en los detalles y admirando los contornos. El diseñador francés alzaría la mirada, la miraría por un momento y musitaría.

-Señorita Rarity… jamás he visto tanta belleza, tanto en el vestido como en usted.

-Oh…

-Es usted realmente fabulosa… ¿me haría el honor de ser mi socia y, de paso, invitarla a tomar una copa esta noche?

-Oh, señor Balmain, eso sería absolutamente…

En ese momento algo la despertó de su trance y sacudió la cabeza, volviendo a la realidad.

-Demonios, que me evado… pues claro que no, Pierre murió hace ya tiempo… mucho antes de la desaparición de los humanos…

El recordarlo la dejó un tanto triste, ya que no habría ninguna mujer humana que se pudiera probar el vestido; tan solo se quedaría ahí, solitario, ensutado ad eternum en la sombra humana que era el maniquí. Suspiró, un tanto desanimada, pero enseguida se repuso; si no podría usarlo, la serviría de modelo para crear uno adecuado a los ponis.

-¡Ya lo tengo, haré un nuevo modelo que lo pueda lucir la élite más refinada de Canterlot! Tan solo he de hacer un nuevo maniquí y salir en busca de más materiales.

Por lo que no perdió más tiempo y se puso a la búsqueda de más material con el que poder trabajar; lo primero que realizó fue el maniquí, había un montón guardados en la trastienda, y no fue nada que su magia pudiera hacer, cambiándolo de forma.

Reunió todo lo que tenia a mano y que aun quedaba en la tienda, pero se quedaba demasiado corto para realizar la base.

-No me queda tela blanca… quizás pueda cambiarle el color, un rojo satén le quedaría bastante bien. Veamos que puedo encontrar por aquí.

Antes de partir, cogió una pequeña carretilla de cuatro ruedas con la que poder transportar todo lo que encontrara y se puso en marcha; esa parte de la ciudad ya la tenia bastante comprobada, por lo que se decantó por seguir todo recto por North Pennsylvania Avenue para ver con lo que encontraba.

North Pennsylvania Avenue se caracterizaba por ser una larga avenida residencial, con un diseño muy lineal y por la cual se agolpaban muchas casas, por las que estuvo rondando y registrando, en busca de telas, sedas o de cualquier otra cosa que le pudiera servir, así como de provisiones o recursos varios. Cruzarla andando llevaría al menos como dos horas y media debido a lo larga que era, pero Rarity había inventado un método que paliaba ese problema; al igual que harían los coches que se encontraban aparcados por toda la ciudad, Rarity se subía a la carretilla y, usando su magia, encantaba las ruedas para que giraran a la velocidad que ella requiriera. De esa forma, se ahorraba una tediosa caminata y recorrer la ciudad era más descansado y rápido.

Ésa vez quería ir más allá, ya había encontrado un montón de cosas que la podían servir para confeccionar el nuevo vestido, pero nunca estaba de más explorar y ver cómo era la ciudad. Siguió todo recto, esquivando los coches mal aparcados y algunos que estaban en medio de la carretera; una vez trató de apartar uno con su magia, pero jamás había levantado algo tan pesado y lo dejó correr, puesto que la dejó agotada. Aceleró un poco más, viendo que aún quedaba avenida por delante, hasta llegar a la intersección con la Interestatal 44, una de las autopistas que cortaban perpendicularmente a la ciudad. Pasó por debajo del túnel y siguió adelante, dejando atrás más casas, algún que otro comercio, una gasolinera y un paisaje urbano de lo más cuco; Rarity tenía que admitir que, al contrario que el centro, esa parte de Oklahoma poseía cierto encanto que no la pasaba desapercibido. Quizás fuera porque hacia un muy buen día, con un sol radiante y sin apenas nubes a la vista; podía oír de vez en cuando el piar de los pájaros y las ramas de los árboles de las aceras meciéndose con un suave viento proveniente del este.

Mientras seguía adelante, iba haciendo recuento de todo lo que había encontrado.

-Vale, tengo varias latas de comida, sedas de colores varios, velas, un par de libros sobre la ciudad, un catálogo de bisutería, y varios montones de telas para confeccionar… no está mal, pero a ver qué más puedo encontrar…

En ese momento pasaba al lado de lo que parecía un gran centro comercial y paró de golpe, sin creerse lo que veía.

-Oh, cielo santo… ¿eso es lo que yo creo que es?-masculló ella.

Se bajó de la carretilla y leyó el cartel que sostenía un gran poste de tres patas.

-Penn Square Mall, número 10… espera, me suena de algo…

Tomó por un momento la guía y confirmó lo que estaba pensando; era uno de los tantos centros comerciales que había en la ciudad, con un montón de tiendas de todo tipo en su interior, incluyendo una zona de ocio con cafeterías, tiendas de comida, ropa y cines.

-¡Oh, pero es perfecto! ¡Nos vamos de compras!-masculló ella, echando a correr hacia su interior.

Una vez allí, se maravilló ante todo lo que había, aparte de su inmenso tamaño; los suelos eran de cerámica, muy brillantes, dos pisos coronaban las alturas del centro comercial y vio auténticas minas de telas, con los nombres de Dillard's, Victoria's Secret o Macy's.

-Es maravilloso… es fantástico, es sensacional… oh, tengo que venir aquí más a menudo. Si no estuviera tan lejos…

Cargó su carretilla con más material del que hubiera podido imaginar, pero de entre todas las cosas que allí había, no encontró nada con rojo satén, cosa que la molestó bastante.

-Agh, miles de cosas para elegir y no hay lo que busco…-masculló, frustrada.

Se sentó en un banco de madera de uno de los tantos pasillos para descansar un poco de sus "compras"; no sabía exactamente qué hora era, pero viendo que el sol ya estaba en lo más alto del cielo, ya debía de ser mediodía. Desde hacía un buen rato notaba algo de hambre, por lo que mató el gusanillo comiendo algo de lo que pudo encontrar en las casas de más abajo, mientras ojeaba un panfleto del centro comercial, en el cual había un mapa del mismo con descripciones de todos los servicios disponibles en él e imágenes de cada uno. Pero una de las fotos de las salas de los cines la llamó la atención, ya que se podía ver en ella unas frondosas cortinas de color rojo satén, justamente lo que andaba buscando.

-¡Rojo satén! ¡Y qué rojo satén, es fabuloso! ¿¡Dónde están esas cortinas?!

Buscó en el mapa donde caían los cines y fue inmediatamente para allá, entrando en ellos rápidamente; había en total unas siete salas, entró en la primera que vio, en la cual un cartel promocional anunciaba una película de nombre Django desencadenado, pero apenas le prestó atención. Tuvo que alumbrarse con su cuerno, puesto que la sala estaba a oscuras e intimidaba bastante, pero por esas cortinas de rojo satén era capaz de confrontar hasta la más oscura noche. Usando su magia, descolgó las del lado derecho y las dobló cuidadosamente, para que ocupasen lo menos posible.

-Con esto tengo más que de sobra… puedo dejar las del otro lado para otra ocasión-pensó ella, contentísima con su descubrimiento.

Fue a abandonar la sala, cuando oyó algo cayéndose de la parte más alta de la barra que sujetaba las cortinas.

-¿Qué ha sido eso?-inquirió ella.

Alumbró la parte alta de la sala, buscando el origen de ese ruido, para luego enfocar al suelo; se agachó un momento, mirando debajo de las butacas, llegando a verlo. Una especie de caja negra pequeña, con una pequeña carcasa transparente y una serie de botones en la parte superior.

-¿Qué es esto?-se preguntó la unicornio blanca, cogiéndolo con su magia.

Lo miró más de cerca, tratando de adivinar lo que podría ser, pero no sacaba nada en claro; aun así se lo llevó, puesto que la había abierto la curiosidad.

Una vez que tuvo todo bien guardado y asegurado, regresó al centro, bastante cargada y muy satisfecha de su pequeña expedición; no quería quedarse hasta tan tarde tan lejos de la tienda, por lo que lo dejó para otra ocasión. Después de todo, tenía todo el tiempo del mundo.


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Mientras tanto, en otro momento y en otro lugar, Pinkie Pie trataba por todos los medios de no hacer demasiado caso a Pinkamena, pero no estaba dando demasiado resultado.

-Vaya, este sitio es mucho mas grande de lo que cabria esperar ¿no te parece? Aunque quizás haya que cambiar el pertinente cartelito de bienvenida… Bienvenido a Tulsa; población: 2.

-Querrás decir una…

-No, digo bien, tontita, estamos tú y yo…

Pinkie contuvo un suspiro, tratando de no llevarla la contraria, ya que seria peor; había sido una semana de lo más movidita, apenas había tenido un minuto de respiro y Pinkamena la había estado hablando a todas horas. Por un lado era un tanto insufrible, aunque por otro tampoco se sentía tan malo. De alguna forma, su presencia la hacia compañía y al menos tenia a alguien con quien hablar; ignorando el hecho de que era una parte de su ser, podía hacer la vista gorda. Otros creerían que estaría loca.

-¿No podrías estar callada aunque solo fuera por unos pocos minutos? Me estás dando dolor de cabeza…-la espetó ella, mientras exploraba el centro de la ciudad.

-Ah, y así es como la señorita agradece la compañía de una servidora… muy bonito…

-No es eso, sólo que… quiero un poco de tranquilidad, eso es todo…-murmuró Pinkie rápidamente.

-Ah, ya decía yo… ¿lo ves? Poco a poco empezamos a entendernos…

Tulsa era una ciudad bastante grande, al menos para ella; el centro se la antojó bastante denso, con muchos altos edificios comerciales, a diferencia del barrio residencial donde ella paraba de un tiempo a esa parte. Durante todo ese tiempo había podido investigar un poco lo que la rodeaba, leyendo libros, explorando las calles y curioseando todo, aunque Pinkamena casi siempre tenía algo que decir. Había veces que le gustaría saber más cosas, unas más que otras. Todo la llamaba poderosamente la atención, aunque también notaba que empezaba a cambiar con respecto a la última vez que soltó una carcajada; su pelo seguía tan liso como cuando abrió los ojos a la nueva y dura realidad que la rodeaba, y no había vuelto a sonreír desde entonces. Hasta ella notaba que se encontraba fuera de lugar.

-Ay, hija, siempre estás con esa cara de ajo, alégrate un poco…-la dijo Pinkamena.

-Y precisamente me lo dices tú… desde que volviste no he vuelto a sonreír ¿Por qué será?

-Pues cosa tuya, porque yo soy encantadora…

-Sí, claro, encantadora-recalcó ella, colocando unas cajas de pie para subirse a ellas.

Había visto algo tras una ventana y ésta se encontraba abierta, por lo que las servirían para colarse en el interior de la casa.

-Pues claro que sí.

-Vale, lo que tú digas…

Se encaramó a la primera caja y luego a la siguiente, llegando hasta la cornisa de la ventana, entrando de un salto por ella; se encontró entonces en una habitación de juegos, quizás el lugar favorito de algún niño humano. Había muchos dibujos colgados en las paredes, las cuales también estaban algo pintarrajeadas, con pequeñas manos en ellas. Esto le llamó bastante la atención y se acercó para verlas mejor, eran tan pequeñas que su solo casco las tapaba por completo. En ese momento sintió una extraña opresión en el pecho, recordando a ciertos potrillos inquietos.

-Pound… Pumpkin…

Alzó la vista y vio una foto encima de un escritorio cercano, se acercó para verla mejor; en ella aparecía una mujer humana de pelo castaño y ojos oscuros con dos niños humanos a sus lados. Los tres aparecían sonrientes, despreocupados y felices. En cambio, la realidad era muy distinta. Y eso para ella ya fue suficiente motivo como para derramar algunas lágrimas.

-¿Y eso? Por favor, si ni siquiera los conoces… sólo son sombras de lo que fueron alguna vez…-la espetó Pinkamena.

-¡Pues por eso mismo! Lo pienso y una tristeza enorme me invade… mírales que felices se les ven… y ahora… no están. Ni siquiera esta habitación desprende el mismo sentimiento…

Y era cierto, a pesar de todos los juguetes que la coronaban, no se sentía como una habitación de juegos, impregnada de alegría y diversión; ahora estaba desolada, vacía, sin ningún sentimiento flotando en el ambiente.

-Pues claro que no, melona, han desaparecido ¿cómo quieres que esté después de todo este tiempo?

-Pero aun así no parece haber pasado mucho tiempo… tiene que haber pasado algo raro para que hubieran desaparecido así…

-Elemental, querida Pinkie… y ahora déjate de chorradas y salgamos de aquí, éste sitio me pone de los nervios.

Pinkie no la dijo ni recriminó nada, tan solo la hizo caso y salió de allí por donde había venido, volviendo a la calle. Al parecer ya estaba atardeciendo y ella no se había dado ni cuenta. Tulsa se veía un poco más clara, o al menos esa era la sensación que a ella la daba; quizás fuera por el perpetuo silencio que habitaba con ella, o quizás fuera otra cosa que no tuviera nada que ver. En cualquier caso, se puso en movimiento, regresando a la pastelería casi al otro lado de la ciudad.


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Para cuando el sol estaba cerca a ponerse, Rarity ya había vuelto a la tienda, donde estuvo trabajando arduamente para empezar con la base del vestido, aprovechando las últimas horas de luz que incidían sobre Oklahoma; siempre pensó que el arte de coser requería de paciencia, mucha disciplina y luz natural con la que poder ver bien lo que se cosía. Y, por supuesto, era una regla general que cumplía a rajatabla. En cuanto la intensidad de la luz comenzó a decrecer y en la tienda comenzó a verse menos, dejó de trabajar y recogió las cosas. Antes de subirse al apartamento, cerró las puertas de cristal y se aseguró de ello; quizás fuera un tanto tonto, estando ella sola en la ciudad. Pero su instinto la instigaba a cerrarlas, a pesar de las circunstancias.

Una vez arriba, cenó algo acompañada de un buen libro, teniendo que alumbrarse con su cuerno enseguida; en cuanto el sueño comenzó a hacerla mella, se dirigió a la habitación, donde había dejado la gran mayoría de cosas que había encontrado estando fuera, entre ellas el extraño objeto negro con la tapa transparente. Lo cogió con su magia, mirándolo de hito en hito y tratando de darle algo de sentido.

-Parece como una cajita de maquillaje, pero mucho más pequeña… estos de aquí parecen ser botones…

Los estuvo oprimiendo uno por uno, para ver si pasaba algo, pero cuando llegó a apretar uno en el que se podía ver un triángulo ladeado, comenzó a oírse un extraño ruido por unos pequeños orificios en la parte más inferior.

-¿Qué es eso que suena?

Se acercó el aparato a la oreja, pero prefirió no haberlo hecho; en el momento menos pensado, una voz fuerte y joven comenzó a oírse.

-20 de enero de 2013, cuarta entrada; aún recuerdo la entrevista de trabajo que me dio acceso al proyecto. Buscaban sobre todo a jóvenes emprendedores que supieran hacer bien su trabajo. Siempre he sido un chico aplicado, por lo que daba el perfil tranquilamente, aunque parecieron un poco más reservados en ese aspecto. No sé qué les hizo cambiar de opinión, pero aun así, eso no termina de convencerme de si entrar hubiera sido una buena idea. Después de todo, ya nos habían avisado de qué iba a tratar el asunto, más o menos. Bueno, casi más o menos. Apenas entraron en detalles. Supongo que fueron esos mismos detalles los que me hicieron dudar. En fin, una vez que firmé el contrato ya no había vuelta de hoja, claro, y una serie de condiciones en la letra pequeña me obligaban a no abrir la boca bajo riesgo de; es del todo entendible, por supuesto, aunque ha habido veces en las que me he preguntado qué tipo de riesgo era ese. Quizás hubiera sido más sencillo de evitar que la que me ha caído ahora. Hablaría del proyecto un poco más, pero se me acaba la cinta, lo siento Katherine, estas cintas de los chinos son una mierda. Ah, y no te olvides de probar esas tartas tan buenas en Ann's. Jim Collins, corto y cierro.

En cuanto la voz cesó, Rarity se quedó tan anonadada que cuando la oyó por primera vez; ¿Qué había sido todo eso? Algo de un tal Jim Collins, un proyecto y unas tartas. No tenía sentido, al menos para ella, pero no podía negar que la había despertado la curiosidad hasta extremos insospechados. Parecía una especie de testimonio grabado, aunque el hecho en sí tampoco es que la dijera demasiadas cosas. La última frase antes de cortar también la había llamado la atención; algo de unas tartas y Ann's. No tenía ni la más minina idea de lo que podría significar.

Trató de conciliar el sueño, pero apenas lo consiguió hasta bien entrada la madrugada; la luz de una luna decreciente la ayudó a desconectar después de todo lo que había pasado. Antes de lo previsto, ya se había dormido.


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Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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