Amor de madre [Slice of life]

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Amor de madre [Slice of life]

Notapor Sg91 » 17 Oct 2013, 17:46

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Esa noche la luna brillaba como nunca, acentuando aún más la marca de la yegua en la luna; Luna podía decir lo que quisiera, pero en realidad prefería quedarse callada, contemplando su nueva obra. Porque cada noche era diferente, al menos para ella. Aunque precisamente en esa podía sentir algo totalmente distinto y ajeno, un sentimiento de opresión en el pecho que no la dejaba concentrarse en sus deberes reales; se levantó de delante de su escritorio y se encaminó al pasillo, dirigiéndose al despacho de su hermana mayor.

Desde que regresó a casa tras más de mil años recluida en la luna, presa de una entidad oscura, Luna no había tenido demasiadas oportunidades de encajar o de realizarse como poni; quizás sí, aunque no podía evitar que la asaltaran dudas. Esa tarde, su hermana la había llevado a un acto nobiliario para que intentara socializar un poco, pero apenas le había llamado algo la atención. Todos esos ponis nobles y estirados tan solo querían reconocimiento por su parte para poder escalar un poco más la cima, como si no tuvieran bastante con su afortunado estatus; otros ponis en Canterlot no tenían la misma suerte, y sin embargo, allí estaba ella. Siempre pensó que su hermana no elegía bien sus prioridades.

-Hermana, esto es un aburrimiento, me quiero ir a casa…

-No seas cría, Luna, debes integrarte… mira, te voy a presentar a unos duques de Trottingham-murmuró Celestia, arrastrándola.

-Claro, como si fueran mejores...-pensó ella, hastiada.

Se dejó hacer, sin posibilidad alguna de quejarse, y llegaron hasta una de las esquinas de la amplia sala, donde dos unicornios muy elegantes y refinados se encontraban.

-¡Duque Lucky, me alegro de verle!-exclamó Celestia.

-Alteza, es un honor estar aquí con usted…-murmuró el duque, inclinándose ante ella.

-El honor es mío… mire, le presento a mi hermana pequeña Luna, seguro que ya estará enterado…

-Por supuesto, después de todo lo que ha pasado me alegro de conocerla, alteza.

-El gusto es mío…-murmuró Luna, fingiendo interés.

-Oh, que hermosa crin… permítame decirla, alteza, que me encanta su estrellado estilo…-murmuró entonces la unicornio que acompañaba al duque.

-Altezas, las presento a mi esposa, Starshine Grey.

-Cierto, oí que se había casado hace poco…

-Y no solo eso, hemos sido padres recientemente…-anunció el duque.

-¡Oh, enhorabuena!

En ese momento, Starshine sorprendió a las princesas sacando a un pequeño potrillo unicornio de sus guardadas alforjas.

-No teníamos con quien dejarlo, y me sentía incapaz de separarme de él… espero que no las importe…

-¡Oh, no, en absoluto! Es un potrillo adorable…-observó Celestia.

Luna no dijo nada, estaba absorta mirando al pequeño poni; jamás antes había visto uno, y su sola vista la dejó del todo embelesada. Starshine vio que se estaba fijando en él e inquirió.

-¿Le gusta mi hijo, princesa? se llama Lucky, como su padre… di hola, Lucky…

-Es un potrillo precioso… tiene usted mucha suerte, señorita Grey…

-Oh, me halaga, alteza…

El pequeño Lucky alzó sus cascos, mirando atentamente a la princesa de la noche; ésta alzó uno de los suyos y ambos compartieron un toque. En ese momento, algo cálido y agradable brotó del pecho de la alicornio, quedándose maravillada por la sensación.

-¿Quiere cogerlo?

-¿Qué? Oh, no, no hace falta…

-Vamos, no pasa nada, puede cogerlo… se ve que le ha gustado…-la animó ella.

Luna no estaba muy segura, pero finalmente alzó al potrillo con su magia, el cual se mostró alegre y contento; Luna lo puso en su pecho, meciéndolo lentamente. Lucky lanzó un lánguido bostezo y en menos de dos minutos se quedó sopa.

-Oh, se ha dormido, me lo estaba esperando… parece que estaba muy a gusto con usted, alteza. Tiene muy buena mano con los potrillos-la dijo Starshine.

-¿Usted cree?

-¡Desde luego! Estoy segura de que sería una buena madre…

Esa frase fue desencadenante para Luna, condicionando todo lo demás; devolvió el potrillo a su madre, la cual lo meció con su magia.

-Tener hijos es algo maravilloso… una divina bendición. Espero que usted también tenga su oportunidad, alteza.

Luna respiró tranquilamente, antes de llamar a la puerta del despacho de su hermana.

-Adelante.

Pasó dentro, donde se encontró con su hermana mayor con las gafas puestas y ojeando una serie de papeles.

-Oh, Luna… ¿Qué haces aquí?

-Me gustaría hablar contigo, Tia…

-Claro, dime…

La princesa de la noche tomó aire y empezó a hablar.

-Verás, he estado pensando detenidamente en algo desde esta tarde. ¿Te acuerdas cuando me presentaste a esos duques de Trottingham?

-Claro…

-La mujer del duque, Starshine, se trajo su hijo al acto…

-Sí, lo sé, un tanto inapropiado, pero si no tenía con quien dejarle…

-No se trata de eso… lo he estado pensando mucho, y creo que… quiero ser madre.

La frase se quedó en el aire, flotando por encima de sus cabezas; Celestia miró a su hermana como si no hubiera oído bien.

-Eh… vale… quiero decir, espera… ¿Qué?

-Pues eso… antes, cuando sostuve al potrillo con mi magia, sentí un anhelo que nunca antes había experimentado. Me gustaría ser madre y tener un hijo.

El silencio entre líneas era demasiado denso, Celestia miró a Luna casi sin creérselo.

-Luna… por una parte comprendo tu deseo, pero por otro, sabes que los alicornios no podemos engendrar así como así. Somos una raza única, que sólo prevalece si…

-Lo sé, lo sé, por eso he pensado en adoptar…

-¿Adoptar? ¿Pero tú sabes lo que estás diciendo?

-Pues claro, adoptar quizás un unicornio, o a un pegaso… me es igual, Tia, solo quiero ser madre… ¿acaso es mucho pedir?

-No se trata de eso, Luna, ser madre requiere de una responsabilidad enorme… no es algo que puedas elegir así sin más…

-¿Y crees que lo digo solo por capricho? ¡Nada de eso, sé que ser madre requiere de sacrificios, y pienso realizarlos!

-Luna, no estás contemplando todas las opciones…

-¡Sí, sí que lo hago! ¿Por qué no me apoyas? ¡Yo tengo mucho amor que dar, Tia! ¿Acaso crees que no voy a ser capaz?

-No, a ver, yo no he dicho eso…

-¡Pero lo has insinuado! ¡Que tú hayas elegido no tener hijos no significa que yo tampoco pueda tenerlos!

-¡Esto es distinto, Luna! ¡No es lo mismo decidir no tener hijos que decidir sin pensar tener hijos!

En ese momento, la princesa de la noche chocó un casco en el suelo, mirando a su hermana fijamente.

-Vale, veo que mi opinión no cuenta para nada… en ese caso, me voy.

-Luna… no, espera, vuelve… ¡Luna!

Pero la aludida ya se había marchado, teletransportándose antes de llegar a la puerta; Celestia dejó escapar un suspiro, insegura y un tanto confusa.

La princesa de la noche reapareció en los jardines del palacio, al lado del laberinto de setos; sabia que su hermana podría haberla dicho que no, cosa que había pasado, pero de alguna manera se esperaba que se hubiera mostrado algo más comprensiva. Después de todo, sabía que tenía razón. Los alicornios solo pueden engendrar con otros alicornios. Aunque también veía justificable su enfado para con ella, se sentía un poco mal por haberla gritado. Caminó por el sendero, mirando a la luna y pensando en un futuro que se la antojaba más lejano que nunca; en cuanto llegó hasta el final del camino, se dio la vuelta para volver al palacio, pero en ese momento algo la paró de golpe. La pareció oír un sollozo proveniente de los matorrales más cercanos, lo más parecido al lloro de un potrillo bebé.

Frunció el ceño, algo extrañada, y se quedó quieta, esperando oírlo de nuevo; fue entonces cuando pudo oírlo con más claridad. Un lamento de bebé, proveniente del seto más cercano. Se guio por los lloros hasta llegar a un punto del seto, rozando el suelo; le pareció ver algo moviéndose en un hueco del mismo y usó su magia para sacarlo de ahí.

-Ya, ya está, ya pasó, ya estás fuera… ¿cómo has acabado ahí, pequeño? Déjame que te ve… a.

Lo que vio la dejó pasmada en todos los sentidos; ella se esperaba un potrillo pequeño de no más de seis meses, pero es que su forma inspiraba cualquier cosa menos la de un potrillo. Era casi tan pequeño como uno, pero tenía unas pequeñas patas acabadas en dos pequeñas garras, las cuales acababan en cinco largos falanges. Sus ojos eran azules claros y sólo tenía pelo en una redonda y abultada cabeza; su cuerpo estaba proporcionado a pesar de su extraña forma. El extraño bebé se llevó uno de sus falanges a la boca y lo mordisqueó, mirándola fijamente.

-¿Qué eres? ¿De dónde has salido?-inquirió Luna, aún algo chocada.

Como respuesta, el bebé alzó una de sus pequeñas garras, extendiendo sus falanges hacia ella; Luna levantó un casco y lo posó sobre ella con suavidad. La diferencia era abismal, pero el mismo gesto hizo que la princesa de la noche sintiera el mismo pinchazo en el pecho que esa tarde. Miró a los ojos al bebé y éste le devolvió la mirada, esbozando una alegre sonrisa. Sin saber bien por qué, Luna también sonrió.

-Hola, pequeñín… no sé qué eres, ni de dónde has salido, pero… voy a cuidar de ti ¿vale? Después de todo, no te puedo dejar aquí.

Con su magia, levantó al bebé hasta su pecho, dejándolo en esa pose; el bebé pasó sus garras por su pelaje, sintiéndose suaves y cómodas. Apoyó su cabecita en él y cerró los ojos, inspirando profundamente. Luna sintió como su corazón se ablandaba hasta derretirse. Acto seguido desplegó sus alas y echó a volar, en dirección hacia su habitación. Aterrizó en el balcón y entró en su alcoba, dirigiéndose directamente hasta la cómoda; sacó de ésta una tela blanca y envolvió en ésta al bebé para que no cogiera frio.

-Así, bien arropadito… no queremos que cojas frio ¿verdad?

El bebé sonrió abiertamente, ahogando una divertida risa; pero al poco rato, comenzó a revolverse y a lloriquear, como si no estuviera cómodo.

-No, no llores… sssh, ya está, tranquilo, ya pasó…-murmuró ella, arrullándolo.

Pero eso no paró los lloriqueos, los cuales fueron a más paulatinamente; Luna esbozó una mueca preocupada, ya que alguien podría oírlo. ¿Qué podía hacer?

-Ah, espera… ¿tienes hambre? Seguro que es eso… algo leí antes en la biblioteca, espera aquí.

Lo dejó postrado en la cama, mientras le hablaba.

-Ahora vuelvo ¿vale? no tardo nada, y no hagas ruido, nadie debe saber que estás aquí… vuelvo en nada, lo prometo.

El bebé alzó su garra derecha y la posó en su hocico, mirándola con un aire inquisitivo; por un momento, Luna sintió como si el mundo se paraba, quedándose los dos solos en él. No quería dejarle solo, pero no tenia otra opción. Por inercia, le dio un suave beso en la frente y, acto seguido, desapareció de la vista.

Reapareció al instante en unas oscuras y cerradas cocinas, teniendo que encender su cuerno para alumbrarse.

-A ver, un biberón, dónde hay un biberón…-se dijo entre dientes, buscando entre los cajones.

Pero por mucho que buscaba, no encontraba nada que se le pareciese.

-Mierda, pues claro que no hay un biberón aquí… ¿Qué puedes esperar de una hermana célibe?-se preguntó para si misma, un tanto molesta.

No tuvo otra que improvisar un biberón con un vaso de cristal cilíndrico y una goma modificada con su magia; vertió leche en el vaso antes de taparlo y luego lo agitó, mientras lo calentaba con su magia.

-Si mal no recuerdo, ni muy caliente ni muy fría…

Una vez que terminó, se dispuso a abandonar el lugar, alertada por una voz.

-¿Quién anda ahí?

-¡Mierda, la ama de llaves!-pensó Luna, asustada.

Sin perder más tiempo, se teletransportó a tiempo de vuelta a su habitación, donde el bebé andaba algo inquieto; pero en cuanto la vio de nuevo se calmó de golpe, mirándola fijamente y respirando con fuerza.

-Ya estoy aquí… y traigo comidita… ven aquí, pequeñín…

Lo alzó con su magia y lo acomodó en su pecho, al tiempo que se tumbaba en la cama; le acercó el biberón a la boca, aceptándolo encantado y cogiéndolo con sus pequeñas garras, chupando ávidamente.

-Huy, que hambre tenias… despacio, no hay prisa…

Tardó diez minutos en tomárselo entero, Luna no apartaba la mirada de él en ningún momento, observándolo atentamente; a pesar de que no sabia de que especie era, cuidarlo la hacia sentirse más maternal que nunca. Sintió entonces que eso era lo que quería, darle todo su amor sin importar qué, y cuidarlo y criarlo como si fuera suyo.

-No sé lo que eres, ni de donde has salido. Pero ahora eso mismo me da igual. Te veo y mi corazón me dice que debo cuidarte. Y eso es lo que voy a hacer. Porque nada más me importa ahora, sólo tú… hijo mío.

En ese momento, el bebé terminó con el biberón y la miró, con los ojos entrecerrados.

-Vale, pues ahora venían los gases… sí, los gases…

Y es que había estado leyendo algunos libros sobre maternidad desde que volvieron del evento; tampoco quería comentárselo a su hermana sin haber leído nada previamente, y era en ese momento cuando más agradecía su decisión.

Levantó al bebé y lo puso en su hombro, mientras le daba ligeros toquecitos en la espalda con su magia; al cabo de unos pocos minutos, dejó escapar un eructito.

-¡Muy bien! ¿Ya estamos llenos?

Como contestación, el bebé dejó escapar un lánguido bostezo, contagiándoselo a Luna

-Pero ahora tenemos sueño ¿eh? la verdad es que yo también… vamos a dormir.

Como no tenia cuna ni nada parecido, improvisó una en su misma cama, usando los cojines como limites y dejando al bebé dentro; éste la miró de soslayo, con los parpados caídos y un gesto cansado.

-Eres adorable. Mi madre me cantaba nanas para dormir… creo recordar una. A ver…

Se aclaró la garganta y comenzó a cantar en voz baja, pero audible.

Las estrellas brillan al compás

Resplandecen sin parar

Luces tenues en tu piel

Hacen nuevo al amanecer

Brilla, brilla, mi amor

Mañana el sol será tu canción


Para cuando terminó, el bebé ya se había dormido. Luna esbozó una cálida sonrisa, sintiendo una inmensa felicidad inundándola.

-Buenas noches, hijo mío-susurró, dándole un beso en la frente.

La alicornio se recostó en su cama, cerrando los ojos y durmiéndose al instante.

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Y éste es el avance de este fic que se me ocurrió de repente, sin apenas pensarlo. Comenzaré con él en cuanto haya terminado con Lo que fuimos.
Última edición por Sg91 el 24 Sep 2014, 20:37, editado 1 vez en total

Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor Angelus-Y » 26 Oct 2013, 22:10

Vaya esto no me lo esperaba para nada, jamas pense que ella pudiera tener semejante sentimiento...me resulta raro en ella, sin duda es curioso, pero no imposible creo yo por lo que es algo que yo al menos nunca habia tenido el placer de leer y me gusta mucho mucho, ademas esta muy bien escrito y la trama resulta curiosa por varias razones , no solo por la criatura sino el como se desenvolvera la princesa de la noche en esta situacion, estoy ansioso por seguir leyendolo. Esta muy bien plasmado todo, sin prisas, tranquilo, buen ambiente, desarrollo, simplemente fantastico, tomate el tiempo necesario que ansio poder desentrañar la continuacion de esta intrigante historia
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor Sg91 » 05 Mar 2014, 12:04

Capítulo 1

La realidad de todas las cosas


El sueño de Luna comenzaba a diluirse poco a poco, mientras que la princesa de la noche se iba retirando del plano astral que constituía el mundo onírico; había sido una noche tranquila, sólo interrumpida por un par de pesadillas y varios ponis estresados, con los que pudo lidiar sin problemas. Como experta en magia onírica que era, proveía salud y bienestar a los sueños de sus súbditos, desterraba a los malos sueños y sentimientos negativos y velaba por ellos desde la distancia. Y ahora, tras una buena jornada de trabajo, tocaba despertar.

Una especie de garra suave y tersa la tocaba todo el rato el hocico, ayudándola a despertar; en un estado de duermevela, recordó por un momento lo que había pasado la anterior noche. Aun a pesar de ser la princesa de la noche, eso no la hacía inmune a los efectos de los sueños en el cerebro, y más de una vez se había encontrado cayendo en las triquiñuelas oníricas más tontas e inesperadas. Y esa no fue ninguna excepción.

Abrió los ojos y vio al bebé acariciándola el hocico y mirándola con un gesto inquisitivo y ligeramente ansioso.

-Buenos días, mi pequeño rayo de sol…-murmuró ella.

A eso, el bebé tan solo la siguió acariciando y frunció el ceño de forma muy cómica; Luna se rio por lo bajo mientras se reincorporaba y lo tomó con su magia, moviéndolo hasta la altura de sus ojos.

-¿Qué tal has dormido?

Como contestación, el bebé soltó una risita divertida y esbozó una amplia sonrisa; Luna no pudo evitar sonreír ella también. Cargándole con su magia, lo posó en su lomo mientras comenzaba a hacer la cama, estirando las sábanas y sacudiéndolas en la ventana; una vez que estuvieron todas aireadas, su cuerno brilló un poco más y éstas se empezaron a recomponer mágicamente y sin necesidad de realizar un simple hechizo de levitación. En menos de cinco minutos, la cama estaba hecha del todo.

-Lista… ¿has visto?-inquirió ella, mirando al bebé.

Éste abrió mucho los ojos, al tiempo que aplaudía agitando sus garras y dejando escapar una risita.

Luna lo volvió a alzar frente a ella con su magia, poniéndolo contra su pecho; en ese momento comenzó a revolverse, ansioso, y comenzó a lloriquear.

-Ey ¿qué pasa?

Los llantos eran cada vez más pronunciados, no se echó a llorar enseguida, pero sus aspavientos eran cada vez más fuertes, amenazando con echarse a llorar con fuerza; Luna esbozó una preocupada mirada, temiendo que alguien más le oyera y descubriera.

-Debe de tener hambre… bajaría ahora mismo a por leche, pero levantaría las sospechas del servicio, y no me atrevo a dejarlo sólo esta vez. ¿Qué hago, qué hago?-pensó Luna, sintiéndose algo nerviosa.

Finalmente el vaso casi lleno rebosó y el bebé comenzó a llorar con fuerza; Luna lo arrulló con delicadeza, tratando de calmarle con palabras suaves y afectivas.

-Ya, ya está, no pasa nada… ay, pobrecito mío, debes de estar hambriento…

En ese momento oyó un casco llamando a su puerta, seguido de una voz que decía.

-Alteza ¿se encuentra bien? ¿Qué es ese ruido?

Por la voz supo inmediatamente quien era; Midnight Blossom, una de sus más leales guardias lunares a su mando. Si no fuera porque el puesto de capitán estaba ocupado por un semental, ya la hubiera puesto a ella en su lugar, y no por puro placer así sin más. Desde que regresó de su destierro, fue la que más lealtad y amor por ella la había profesado, así como una inquebrantable amistad. Como todo guardia lunar, era una bat poni, una raza de ponis provenientes de las cuevas más profundas y apartadas de Ecuestria, y que Luna decidió elegir hace milenios como guardia personal al ver que eran uno de los pocos ponis que realmente llegaron a apreciar sus noches. Conocía bien a Midnight, y ella la conocía a esta igual de bien, por lo que sabía y de sobra que podía confiar en ella. Por lo que no se lo pensó más y la indicó.

-Sí, Midnight, estoy bien… aunque me gustaría que entraras un momento, necesito tu ayuda.

-Lo que sea por usted, alteza…

Tras ese inciso, la puerta se abrió, dejando a la vista a una yegua bat poni de pelaje grisáceo, crin y colas azul cobalto y unos ojos amarillos con pupilas dilatadas similares a las de los felinos; una oscura armadura cubría parte de su pecho y lomo, y un par de alas de murciélago asomaban de ésta, recogidas. En cuanto vio al bebé, se puso en alerta enseguida, dejando a la vista un par de afilados colmillos.

-¡Cuidado princesa, una extraña criatura quiere echarse sobre usted!

-¡No, quieta, nada de eso!-exclamó Luna, abriendo sus alas de forma intimidante.

Para entonces, el bebé lloró con un poco más de fuerza y Luna trató de calmarle casi en vano.

-Oh, no, perdóname pequeñín, no quería asustarte, ya está, ya, tranquilo, no llores más…

Midnight se quedó bastante asombrada al ver a su princesa tan sumisa y afectiva, lo que la hizo calmarse y mirar a la extraña pareja con curiosidad; se acercó a ellos y se dirigió a Luna.

-Alteza… ¿Qué es lo que tiene ahí?

-No sabría decirte con certeza lo que es, pero parece ser un potrillo bebé, o lo más parecido a uno…

-Jamás había visto algo parecido…-murmuró la guardia lunar.

-Ni yo… me lo encontré la otra noche en los jardines y no pude evitar llevarlo conmigo; voy a cuidarlo y a criarlo como si fuera mi hijo-anunció entonces Luna.

-¿Qué? Pero alteza, con todos mis respetos, no sabe lo que es ¿y si es peligroso?

-¿Cómo va a ser peligroso, Midnight? Mírale, es sólo un bebé, ni siquiera puede valerse por sí mismo…

Las dos miraron por un momento al aludido, el cual se calmó por un momento, mirando con curiosidad a Midnight mientras se mordía uno de sus garras y respirando entrecortadamente. Por un momento se vio tan adorable e indefenso que incluso la guardia lunar acabó rendida ante su dulce encanto.

-Oh, qué mono es…

-¿Verdad? ¿A que es la cosa más adorable que hayas visto?

-Desde luego… aunque ¿está segura de todo esto? Quiero decir… acerca de cuidarlo y criarlo como a su hijo…-murmuró en ese momento Midnight, con la duda persistiéndola.

Antes de contestar, Luna miró al bebé y, por un momento, no pensó en nada más; pudo sentir brevemente el latido de su minúsculo corazón y sus ojos de color azul se posaron sobre los suyos, sosteniéndose la mirada durante unos breves pero intensos segundos. Era en ese momento cuando más se daba cuenta de lo que realmente quería. Y el haberlo encontrado de esa forma, la daba más razones para ello.

-Sí… jamás lo he estado tanto en toda mi vida…

Aun a pesar que no entendía del todo la decisión de su princesa, Midnight la aceptó igualmente, e incluso se alegró por ella; en ese justo momento, y de forma sorpresiva, el bebé retomó sus lloros y Luna lo meció de nuevo.

-¿Qué le pasa?-inquirió Midnight.

-Que tiene el hambre, el pobre… hazme un favor y baja a las cocinas con este biberón y llénamelo de leche, si vas tú y procedes con cautela nadie sospechará.

-Ahora mismo, princesa.

La guardia lunar salió de los aposentos de su princesa y voló rauda hacia las cocinas, sosteniendo el biberón entre sus cascos; aprovechó el hueco de las escaleras y bajó en picado a través de ellas hasta llegar a la planta baja. Las cocinas estaban ubicadas justo al lado del salón-comedor y cerca de la puerta de servicio del palacio, el ir y venir de los ponis del servicio era constante, y en ese momento, en el cual se estaba haciendo el desayuno, se encontraban abarrotadas. Necesitaría una excusa para poder entrar y llenar el biberón sin que nadie la notara.

-Perdone, señorita…

En ese momento Midnight reaccionó y escondió el biberón tras una de sus alas; levantó la vista y vio a una de las ayudantes de cocina mirándola inquisitivamente.

-¿Puedo ayudarla en algo?

-De hecho, sí… su alteza real la princesa Luna desea que la suban el desayuno a su habitación.

-¿Cómo así? Normalmente baja a desayunar todos los días junto a su hermana…

-Sí, pero esta vez se ha levantado un poco indispuesta. Le agradecería que se dieran prisa, la princesa no quiere esperar demasiado…

-Está bien… espere…

Antes de que la poni dijera nada más, ella se adelantó.

-También me ha pedido que supervise personalmente la preparación del mismo.

-¿Qué pasa, que no se fía de nosotros acaso?-inquirió la poni, mosqueada.

-¿Osas contradecir los deseos de la diosa de la noche?-masculló Midnight, poniendo su mejor cara.

La poni se quedó un tanto intimidada y al final acabó aceptando a regañadientes; el interior de las cocinas era bastante espacioso, y en ese momento se encontraban llenas de ponis. Un aroma a crepes, tostadas y leche caliente con miel y avena impregnaba el ambiente, las tripas de Midnight rugieron, recordando que aún no había desayunado. Un par de ponis se acercaron a una gran vasija de piedra, llevaban consigo dos cuencos; uno de ellos, que era unicornio, inclinó la vasija con su magia y llenó los dos cuencos de leche fresca. Midnight vio entonces una oportunidad y esperó un poco a que el camino hacia la vasija estuviera despejado; en un visto y no visto, la bat poni se lanzó como un relámpago en cuanto vio su oportunidad y preparó el biberón para llenarlo. Mucho antes de lo previsto, el biberón acabó bien lleno, lo escondió tras una de sus alas y regresó a su sitio rápidamente.

-Misión cumplida-pensó ella, satisfecha.

El desayuno para la princesa estuvo listo enseguida y lo pusieron en una bandeja de plata; constaba de un gran tazón de leche con miel y avena, junto con unas cuantas tostadas, mantequilla, mermelada de tres sabores, unos pocos crepes con nata y varias piezas de fruta, junto con un buen vaso de zumo de naranja y otro de agua.

-El desayuno está listo-anunció la poni, sin muchas ganas de hablar con ella.

-Muy bien, se lo llevaré yo…

-Pues en ese caso súbaselo en un carrito, para evitar incidentes, principalmente.

Midnight miró mal a la poni, la cual la contestó con una adusta indiferencia; aun así lo dejó estar y se dirigió hacia el montacargas, situado justo al lado de las escaleras. Subió hasta el último piso, desde donde estuvo accionando la palanca constantemente para subir el carrito desde la planta baja. Llamó a la puerta de la alcoba real y Luna la abrió con su magia.

-Ya estoy aquí, princesa… la leche-murmuró ella, dándosela.

-Gracias Midnight, sabía que podía confiar en ti… ¿y el carrito?

-Su desayuno, me tuve que inventar una excusa para poder entrar, hoy desayuna aquí porque se levantó indispuesta.

-Ya veo… bueno, no todos los días me suben el desayuno, así que de acuerdo.

Luna cogió el biberón con su magia y lo estuvo calentando mientras lo agitaba lentamente; nada más verlo, el bebé se calmó de golpe y se le quedó mirando fijamente, probando así su hambre. Una vez que Luna terminó de poner a punto la leche, se tumbó en la cama, recostó al bebé sobre su regazo, y le acercó la tetilla, aceptándola con ganas y chupando con avidez.

-¿Ves como tenía hambre? Pobrecito mío…-murmuró Luna, sujetando el biberón con su magia.

Midnight la observó hacer por un momento y se quedó un tanto chocada; jamás, en todos los días de su vida, se hubiera esperado ver a la princesa Luna en una situación tan dulce y maternal como en la que se encontraba en ese momento. El simple hecho de verla en esa pose incluso la daba un aspecto más normal y no tan real o altanero. Para un bat poni como ella, la figura de la princesa Luna siempre había sido concebida como la de una diosa que vela por todas las criaturas de la noche y garantiza su seguridad y protección. Pero era en ese momento cuando esa figura de diosa perfecta e omnipotente se diluía hasta alcanzar el estatus de un poni como otro cualquiera. Y aun a pesar de eso, seguía siendo la misma.

-Están para una foto, princesa…-comentó ella.

Frente a ese comentario, Luna tan solo sonrió ampliamente.

En menos de cinco minutos el bebé se terminó todo el biberón y Luna lo alzó sobre su hombro, para sacarle los gases; aprovechó la coyuntura para hablar un poco con su subordinada y amiga.

-Y cuéntame, Midnight ¿qué tal todo por la guardia?

-Bien, como siempre, no me quejo… tengo guardia todas las noches de diez a doce por las almenaras superiores.

-Sí, más de una vez te he visto patrullando… ¿te llevas bien con tus compañeros?

-Sí, hay buen ambiente y se respira compañerismo, por lo que no hay problema.

-Me alegro… disciplina y talante, siempre lo he creído así.

-Y funciona, no se lo niego…

-Sí… por cierto, acerca del sub capitán de la guardia solar de mi hermana, Cloud Skipper… ¿estáis saliendo?

Esa pregunta cogió a la bat poni con la guardia baja, haciéndola subir los colores instantáneamente.

-¿Eh? ¿Cómo sabe…?

-Oh, vamos, he visto las miraditas que os echáis… yo también he sido joven ¿sabes?

-Bueno, en realidad no estamos… lo que quiero decir es que sólo es un amigo…-murmuró ella, algo cortada.

-Ya veo… ¿de esa clase de amigos?

Midnight no dijo nada más, contestando aun así a la pregunta; el silencio posterior fue un tanto incómodo para la bat poni, siendo opacado en ese momento por un eructito por parte del bebé.

-Ah, ya estamos llenos-murmuró Luna, divertida.

Lo alzó por encima de su cabeza y luego lo arrulló en su pecho; para hacer el ambiente más distendido, Luna invitó a Midnight a desayunar con ella y compartirlo entre las dos, la bat poni quiso negarse, pero la princesa la cortó tajante.

-No admito un no por respuesta.

Entre las dos apuraron las tostadas y los crepes, acompañándolo todo con la leche y el zumo, mientras hablaban de forma distendida; el bebé las observaba comer apoyado en el regazo de Luna, mientras se entretenía él solo mirando todo lo que le rodeaba, y sin siquiera apartar la mirada de su madre. A mitad de desayuno, se oyó a alguien llamando a la puerta, seguida de una voz familiar para ambas ponis.

-¿Luna, estás bien? Me han dicho que te has levantado mal…

La aludida fue la única en reaccionar, preocupándose de seguido.

-¡Oh, no, mi hermana! ¡No puede ver al niño!-masculló entonces en voz baja.

-¿Por qué?-inquirió Midnight.

-Es una larga historia… escucha, cógelo un momento y llévatelo contigo, sal por la ventana y quédate en el tejado hasta que se vaya…

-¿Qué? Pero princesa…

-Vamos, no pierdas más tiempo…-la apremió Luna, poniéndole el bebé entre sus patas.

-¿Luna? ¿Estás ahí, va todo bien?-inquirió Celestia al otro lado de la puerta.

-Eh… ¡sí, espera un momento! Vamos, venga…

Aleteando sus alas de murciélago y sosteniendo al bebé con fuerza, Midnight alzó el vuelo por la habitación, pero en cuanto se alejó de la princesa, éste comenzó a revolverse y lloriquear, alzando sus garras en dirección hacia ella.

-Parece que no quiere separarse de usted, alteza…

-Oh, mi pequeñín… no pasa nada, estaré aquí al lado, será sólo un momento…-le susurró Luna, acercándose a él.

Aun así, el bebé siguió rezongando y respirando con fuerza, tratando de alcanzar los cascos de su madre; verle en esa coyuntura y así de intranquilo hizo a Luna sentirse fatal consigo misma, pero no podía dejar que su hermana la descubriera tan fácilmente. En última instancia, se acercó a él y le plantó un suave beso en su frente.

-Estaré aquí mismo.

El gesto tranquilizó un poco más al bebé, y Midnight aprovechó el momento para salir volando por la terraza; Luna regresó a la cama e indicó.

-Pasa, hermana.

La puerta se abrió y la alicornio blanca entró en la estancia, con una preocupada mirada en su rostro.

-¿Segura que estás bien, Luna? Has tardado un poco en contestarme…

-Sí, ya estoy mejor, es que me levanté un poco mareada y pedí que me subieran el desayuno, eso es todo…

Celestia miró a su hermana de hito en hito y se acercó a ella, observando atentamente la bandeja del desayuno; alzó el casco derecho y lo puso en la frente de su hermana para comprobar su temperatura.

-Fiebre no tienes…

-Ya te he dicho que estoy bien, Tia…

-¿Has dormido bien?

-Sí…

-¿Te estás medicando recientemente?

-No, claro que no…

-Pues no sé qué puede ser…

-Ya te he dicho que estoy bien…

-Si quieres llamo al médico de cámara para que te mire…

-No hace falta, de verdad, sólo ha sido un mareo, ya se me ha pasado…

Las dos se quedaron mirando fijamente por unos breves momentos; Celestia dejó escapar un suspiro y habló.

-Verás, sobre lo de anoche… lo he estado pensando, y creo que he sido un tanto dura contigo. Debí haberte escuchado, y no increpado así sin más. ¿Estás segura de eso, Luna? ¿Realmente quieres ser madre?

La aludida se quedó un tanto chocada por el sorpresivo cambio de actitud de su hermana; por un momento no dijo nada, pero al final contestó con un austero pero seguro sí. Frente a eso, Celestia esbozó una media sonrisa y volvió a hablar.

-Vale, entonces… esta tarde iremos al orfanato de Canterlot y te acompañaré.

-¿Eh?

-Claro, es el mejor lugar para buscar a un potrillo ¿no crees?

Antes de que Luna pudiera decir nada más, Celestia se dio la vuelta para irse; pero antes de que cruzara la puerta, ella la llamó.

-¡Tia, espera!

Celestia se paró en seco y se dio la vuelta hacia ella.

-¿Sí, Luna?

La princesa de la noche la miró por un momento, sopesando sus posibilidades y pensando a toda velocidad; ella confiaba en su hermana, y también sabía que su hermana confiaba en ella. Se lo acababa de demostrar, y supo que no le podía devolver el favor así sin más ocultándoselo por más tiempo. Además, ella ya había elegido, e ir ahora a un orfanato se la antojaba innecesario. Por lo que decidió enseguida.

-Quiero mostrarte algo…

-¿Y qué es?

Luna giró la cabeza hacia la terraza y llamó a su subordinada.

-¡Midnight, entra por favor!

La aludida se presentó enseguida, con el bebé entre sus patas; nada más ver a Luna, éste se puso muy contento y estiró sus garras en dirección hacia ella. La bat poni se lo acercó y Luna lo cogió con su magia, asiéndolo contra su pecho.

-Tia… te presento a mi hijo.

Celestia se quedó mirando al bebé con la sorpresa dibujada en su cara; éste se la quedó mirando curioso, mordiéndose una de sus garras y con los ojos muy abiertos. Justo después, un denso silencio se acopló entre los presentes y se quedó allí, haciéndoles compañía.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Bueno, pues así empieza esta nueva historia; después de leerme unas cuantas de este mismo tipo, ya sé más o menos como voy a llevarlo y, si os soy sincero, voy a hacer que la historia sea lo más diabética posible, pero sin pasarme, claro. No me hago responsable de facturas clínicas ajenas XD Los personajes Midnight Blossom y Cloud Skipper no son míos, son del usuario de Deviantart Equestria-Prevail, una pareja de lo más mona que decidí que tuvieran un papel predominante en la historia, ya que no solo voy a hablar de Luna y su nuevo hijo adoptado. Otras pequeñas historias relacionadas convergerán en una sola, el ritmo será dinámico y usaré periodos de tiempo prolongados. Tengo intención de hacer un slice of life, así que no esperéis giros inesperados ni nada por el estilo. Os dejo con un dibujo de Midnight y Cloud.

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¿No hacen una pareja monísima? :fsgood:

Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor Angelus-Y » 05 Mar 2014, 13:04

Que ganas tenia que pudieras continuar este relato, he aprovechado un tiempo de descanso para leermelo :D

Sinceramente a mi este capitulo me ha atrapado y ha sido un completo gusto de leer, no he visto ningun fallo como me esperaba y sin duda la trama ME ENAMORA :3 sobre todo cuando sale una de las parejas mas adorables y que mas me gustan de este fandom, por no decir mi favorita ^^ Midnight y CloudSkipper, incluso me estoy leyendo cuando puedo el fic del que se inspiraron, el cual recomiendo altamente, es una autentica delicia :)

Me ha sorprendio para gran bien que quieras introducir a estos personajes :D2 Las descripciones han sido super comodas a la par de la narracion y la trama que a pesar de ser Slice me envuelve y me fascina. Ademas de que aprendo mucho leyendo los fics de aqui y por supuesto si lo vas a hacer diabetico ten cuidado, que soy delicado (QUE DEMONIOS, MATAME a niveles infinitos de glucosa XDDD, lo necesito) Adorable episodio de lo mas relajante y placentero.

Espero expectante el siguiente capitulo Sg, tratare de leer lo que vaya retrasado cuando pueda. Un saludo y sigue asi ^^

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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor horwaith » 05 Mar 2014, 22:10

No me llaman las novelas romanticas en general, pero esto no lo parece y espero seguir leyendo mas.
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor Sg91 » 12 Mar 2014, 11:57

Capítulo 2

El nombre es lo importante


Celestia se quedó mirando atentamente al bebé, con una expresión entre sorpresa y extrañeza; guardó silencio por unos breves segundos y se acercó hasta su hermana para verlo mejor. El bebé no la quitó la vista de encima en ningún momento, y cuando la alicornio blanca se acercó un poco más, dirigió una de sus garras hacia ella.

-Vaya, parece que le has gustado…-murmuró Luna.

Celestia levantó una ceja, algo chocada, y él la imitó, riéndose por lo bajo.

-Luna…

-¿Sí?

Celestia abrió la boca para hablar, pero no dijo nada; por un momento Luna se preocupó, pensando que igual no había sido una buena idea mostrarle el bebé a su hermana tan pronto. Las dos se miraron por un momento y Celestia relajó su semblante. Justo después, habló.

-¿Cuándo y dónde lo has encontrado?

-Ayer por la noche, después de hablar contigo, en el extremo superior izquierdo de los jardines.

-¿Junto a la esquina?

-Sí.

Celestia se quedó en silencio durante unos breves segundos, Luna hizo un inciso.

-¿Sabes lo que puede ser?

-No he visto nada parecido en toda mi vida…

-Ya, bueno, yo tampoco… entonces ¿qué me dices?

La alicornio blanca suspiró, algo indecisa, y murmuró.

-No sé, Luna… no sabemos lo que es, ni si es peligroso ni nada de nada…

-Pero Tia, ¿cómo va a ser peligroso? Míralo, sólo es un bebé ¿qué daño puede hacer?

-Ya, pero ¿y si cuando crezca se vuelve peligroso?

-En ese caso yo lo educaré apropiadamente para que eso no pase… por favor, hermana, el destino me ha dado una oportunidad que no puedo dejar escapar… y yo ya me siento atada a él.

Celestia frunció el ceño, todavía con las dudas persistiéndola; aunque tenía que admitir que la criatura era bastante adorable, y nunca antes había visto a su hermana tan segura de sí misma. Observarles juntos se la hacía raro y extraño, pero a la vez sabía que sin Luna, no podría sobrevivir de ninguna otra forma. Y tampoco podía dejarle así sin más.

-Está bien… pero me gustaría saber qué tipo de criatura es, mandaré una patrulla a investigar el sitio donde lo encontraste.

-Por mí vale…

-Y… bueno, llamaré a Twilight, estoy segura de que estará encantada de realizar un trabajo de investigación.

Celestia no dijo nada más y se retiró enseguida, dejando a Luna y a Midnight allí junto con el bebé; las dos se miraron por un momento y la bat poni decidió romper el silencio.

-Me alegro mucho por usted, alteza…

-Gracias Midnight, significa mucho para mí.

-Y ¿ya ha pensado en un nombre para él?

En ese momento Luna abrió mucho los ojos, dándose cuenta de lo evidente.

-Pues no… de hecho, no me he acordado de eso hasta ahora…

-Bueno, no se preocupe, tiene todo el tiempo del mundo para pensar en uno.

Luna arrulló a su hijo en su pecho, el cual se encontraba tranquilo y calmado, jugueteando con su pelaje con sus pequeñas garras; la princesa sonrió, sintiéndose más feliz que nunca. Afuera, una patrulla de guardias solares se encaminaba en dirección hacia los jardines bajo un cielo despejado.








El trabajo en una biblioteca era casi constante aunque no lo pareciera; y Twilight Sparkle lo sabía mejor que nadie. Desde el primer minuto en que se levantaba y desayunaba, era un no parar; catalogar los nuevos ejemplares adquiridos, integrarlos en la colección, archivarlos, conservarlos apropiadamente, restaurar los más viejos y usados, tener a punto el servicio de préstamo, llevar la contabilidad… a veces llegaba a preguntarse cómo lograba compaginar todo eso con el quedar con sus amigas y aprovechar su tiempo libre, aunque para ella, el tiempo libre se sacaba de donde sea, incluso de los momentos menos esperados e inusuales. Y luego estaba todo lo demás. Si no fuera por Spike, ella sola no podría con toda la presión. Más de una vez había llegado a considerar el contratar a alguien más como ayuda complementaria extra, pero el estrecho margen de beneficios nunca se lo había llegado a permitir. Los ponis del pueblo no eran grandes lectores. Y las subvenciones del ayuntamiento tampoco daban para mucho, y menos aún para gastar alegremente.

-Vamos Spike, toca catalogar los nuevos ejemplares de Daring Do…

-Oh, qué bien, mi parte favorita…-masculló el bebé dragón.

-Sé que no te gusta, pero con la práctica se aprende… tan solo recuerda las reglas de catalogación, o échalas un vistazo si lo necesitas.

-Está bien…

Los nuevos ejemplares llegaban cada tres días, y solían ser compras adquiridas por ellos, o bien restos de expurgos de otras bibliotecas de Ecuestria; en la caja de ese día venían las cuatro copias del nuevo libro de Daring Do, mas varios ejemplares de magia avanzada de nivel cinco.

-Oh, mira, Magia Avanzada para unicornios avanzados de Victorius Spell… nos los mandan de la biblioteca de Trottingham, mira a ver si lo tenemos, Spike.

-Estoy en ello…-murmuró Spike, acercándose a los casilleros.

Abrió el casillero por la M y fue pasando las fichas, fijándose en los encabezamientos.

-Ma, ma, ma, ma… Magia Intermedia… Magia Básica… eh, no, no lo veo.

-¡Estupendo, un nuevo ejemplar para la colección! Nos lo vamos a pasar genial…

Spike quiso replicar, pero en ese momento notó una arcada sobreviniéndole y lo soltó de golpe, surgiendo un pergamino sorpresivamente.

-Oh, carta de la princesa, a ver…-murmuró Twilight, cogiéndola con su magia.

La desenrolló y comenzó a leer su contenido.

Mi fiel estudiante Twilight Sparkle

Te escribo esta carta porque necesito que acudas inmediatamente al palacio, puesto que hay un asunto de vital importancia del que necesito que te ocupes tú; ha aparecido una extraña criatura en los jardines del palacio y mi hermana la ha acogido bajo su cuidado y protección. Yo lo he aceptado, pero sigo preocupada porque no sé lo que puede ser, y quiero tener la conciencia tranquila, y asegurarme de que no vamos a criar a un peligro en potencia. Te contaré los detalles cuando llegues.

Atentamente, la princesa Celestia


En cuanto terminó de leerla, los ojos de Twilight brillaron como chiribitas; ¿una criatura extraña había aparecido en los jardines? ¿Y la princesa Celestia quería que se ocupara de estudiarla?

-¡Esto es aún más estupendo!-exclamó la unicornio lavanda, encantada.

-¿Qué pasa?-inquirió Spike, algo mareado.

-¡La princesa Celestia quiere que investigue a una nueva criatura que ha aparecido en Canterlot! Pero espera, no podemos dejar la biblioteca desatendida…

-¿Y qué sugieres?

Por un momento ella dirigió la mirada al joven dragón, el cual se quedó en el sitio, sin creérselo.

-Espera, espera… ¿pretendes que siga yo solo con la catalogación? ¡Sabes que odio catalogar, es muy aburrido!

-Oh, entiéndelo Spike, tengo que ir para allá, y esto se tiene que hacer… volveré en cuanto pueda y lo terminaré todo yo ¿vale?

Spike gruñó, no muy convencido; Twilight se acercó a él y le susurró al oído.

-Si haces esto por mí, te traeré un buen surtido de gemas en cuanto vuelva.

El semblante del pequeño dragón cambió de golpe y asintió con la cabeza, emocionado.

-Sabía que podía confiar en ti…-murmuró ella, acariciándole la mejilla con su hocico.

-Pues claro, después de todo soy tu asistente número uno-añadió él, sonriente.

-Siempre.

Twilight preparó sus cosas para llevar, entre ellos algunos libros de criaturas fantásticas, material complementario básico y algunas obras de referencia; una vez que tuvo sus alforjas listas, se las puso en el lomo y estuvo lista para partir.

-Muy bien, no sé cuánto tiempo me va a tomar, pero procuraré volver antes de cenar; tienes sobras de ayer en la despensa.

-Vale, yo seguiré catalogando, pero no te prometo que lo haga inmaculado…

-Tranquilo, ya corregiré yo los errores que tengas… valor y al toro, Spike-le animó ella, antes de irse.

Se despidió de él desde la distancia mientras se dirigía hacia la estación, donde compró un billete de ida hacia Canterlot; el siguiente tren no tardó mucho en llegar y lo abordó con alegría, pensando en lo que la iba a esperar en el palacio. Durante todo el viaje estuvo fantaseando sobre cómo podía ser esa criatura y el simple hecho de imaginarse investigándola la hacía ponerse aún más emocionada. Aunque por otro lado, la sorprendía gratamente que la princesa Luna hubiese decidido cuidarla así sin más; como alicornio regente de la noche que era, no la veía cuidando de una criatura foránea y extraña, pero supuso que sus razones tendría, por lo que dejó de cuestionarse eso y fijó su vista en los paisajes que la ofrecía el viaje hacia Canterlot.

En poco menos de media hora, el tren entró en la estación de la capital de Ecuestria y Twilight desembarcó del vagón en el que iba entre nubes de vapor sobrantes de la locomotora; siempre que llegaba a Canterlot, notaba como si volviese a respirar tranquila después de un largo tiempo estresada. Siendo éste su hogar natal, una parte de ella residía entre las paredes de mármol y las calles abarrotadas de ponis, mientras que su otra parte residía en las anchas calles de Ponyville y sus caminos de tierra. Para ella, ambos lugares eran igual de importantes.

Paseando por la calle principal que llevaba directamente hasta la verja del palacio, de una tienda de telas vio a salir a Rarity cargada de bolsas, la cual fue en la misma dirección a la que iba ella. Twilight esbozó una sonrisita divertida y se acercó a ella sin alertarla. En cuanto estuvo justo detrás, se adelantó de golpe y exclamó.

-¡Bu!

La unicornio blanca pegó un vistoso bote, dejando escapar un fuerte chillido; las bolsas que llevaba consigo cayeron al suelo, desparramando los rollos de tela. Se dio la vuelta y vio a Twilight riéndose con ganas.

-¡Twilight, querida, no tiene ninguna gracia! ¡Me has dado un susto de muerte!-la espetó ella.

-Perdona, pero es que no he podido resistirlo… tendrías que haber visto la carita que se te ha puesto…-murmuró la unicornio lavanda entre risas, levantando algunas bolsas con su magia.

-Sí, muy graciosa… ¿te has estado juntando con Pinkie Pie de un tiempo a esta parte, acaso?-inquirió Rarity, recogiendo algunas telas.

-Que va, aunque lo cierto es que no hace ninguna falta… perdona si te he asustado mucho, sólo quería darte un sorpresa…

-No pasa nada, querida, sé que no lo has hecho a mala manera… gracias-agradeció ella, cuando la pasó el resto de bolsas.

-¿Y a dónde ibas exactamente?-inquirió Twilight, mientras retomaban el paso.

-Oh, había venido a reponer un poco los materiales para la tienda y ahora me dirigía a hacer una visita a mi amigo Fancypants… ¿y tú? Me sorprende verte aquí…

-Recibí una carta de la princesa Celestia comentándome que habían encontrado una criatura extraña en los jardines del palacio, y quiere que la investigue.

-¿De veras? Vaya, eso suena del todo misterioso e interesante…

-¿Verdad? Me dirijo para allá ahora…

-Vaya, pues me has despertado la curiosidad… ¿puedo ir contigo? Así de paso saludo a la princesa…

-Claro.

Las dos se dirigieron todo recto por la calle hasta llegar a la verja que separaba los jardines delanteros del palacio de la calle; un par de guardias reales la custodiaban. Nada más ver a Twilight la saludaron gentilmente, y la dejaron pasar junto con Rarity.

-Caramba, menuda celeridad ¿no? ha sido verte y te han abierto sin preguntar ni nada… -comentó la poni modista, asombrada.

-Hombre, te diré, llevo viniendo aquí de cuando en cuando desde hace tiempo, ya me conocen bien-explicó Twilight, sin regodearse siquiera.

Cruzaron el camino de piedra que atravesaba toda la parte anterior a la entrada principal; el portón principal estaba compuesto por dos piezas labradas en madera de nogal, ricamente detallada y de casi cinco metros de alto, Twilight llamó con uno de los aldabones y estuvieron esperando.

-Madre mía qué puertas, nunca dejan de sorprenderme…

-Casi nunca se han abierto de par en par salvo en contadas ocasiones… cuando tienen que meter el árbol de decoración para la víspera de la Fiesta del Hogar, abren las dos-explicó Twilight.

En ese momento oyeron la cerradura girar desde el otro lado, y la puerta del lado de la izquierda se entornó, dejando a la vista al ama de llaves del palacio.

-Hola señora Key, vengo a ver a la princesa, me ha mandado una carta hace poco…

-Ah, sí, pasa Twilight.

El interior del palacio se veía como siempre, aunque Twilight notó menos afluencia de ponis del servicio que de costumbre.

-¿Dónde está todo el mundo, señora Key?

-Pues ocupando la tercera planta, claro… todo ese asunto de la criatura que la princesa ha adoptado está levantando un revuelo espectacular, ni siquiera puedo poner a mis chicas en orden, todo el mundo quiere verla.

-¿A la princesa?-inquirió Rarity, confusa.

-No, a la criatura…

-¿Ya la ha visto? ¿Cómo es?-quiso saber Twilight.

-Pues es… será mejor que la veas por ti misma.

Subieron las escaleras hasta la tercera planta, la cual estaba abarrotada tanto de ponis del servicio como de guardias; un poni de la guardia solar y otro de la guardia lunar guardaban la entrada a uno de los salones del té de esa planta, tuvieron que abrirse paso casi a empujones, la señora Key se puso autoritaria.

-¡Muy bien, suficiente hemos tenido, que los que ya la hayan visto vuelvan al trabajo inmediatamente si no quieren verse suspendidos de empleo y sueldo!

Al instante, casi todo el mundo desalojó la planta a velocidad record, salvo un par de yeguas del servicio de limpieza que sí estaban trabajando puliendo el suelo. Los guardias les dejaron pasar y la señora Key las presentó.

-Altezas, Twilight Sparkle ya está aquí.

Celestia se encontraba sentada en uno de los sofás frente a su hermana, la cual se encontraba tumbada y acompañada por una guardia lunar de ojos amarillos.

-Twilight Sparkle, mi fiel estudiante, me alegro de verte…-la saludó Celestia.

-Yo también, princesa… Rarity ha venido a saludar-añadió ella.

-Es un placer tenerte aquí, Rarity…

-Oh, el placer es mío, alteza…-murmuró la unicornio blanca.

En ese momento ambas vieron a la criatura en el regazo de la princesa Luna y se acercaron para verla mejor. Twilight fue la primera en hablar.

-Vaya, nunca había visto nada parecido…

-Oh, se ve simplemente adorable… ¿no es la cosita más mona, redondita y achuchable que hayas visto nunca? Hola, pequeñín…-le saludó Rarity.

El bebé se la quedó mirando por un momento con cara de desconcierto y los ojos muy abiertos, pero luego suavizó el rostro y se rio levemente.

-Parece que le has gustado, Rarity…-murmuró Luna, divertida.

-Gracias, princesa…

Tomaron asiento enseguida y Celestia le estuvo explicando por encima a Twilight la situación mientras tomaban algo.

-He enviado una patrulla a registrar el lugar donde Luna lo encontró, deben de estar al caer…

En ese momento la puerta se abrió de par en par y el pelotón de guardias entró en la sala; un pegaso de pelaje blanco y crin rubia de ojos azules se adelantó y se cuadró ante la princesa.

-Descanse, sub capitán Skipper… ¿qué ha encontrado?

-Hemos registrado el lugar de arriba abajo y sólo hemos encontrado algo que debería de ver, alteza.

-¿De qué se trata?

El sub capitán Skipper hizo un gesto a sus subordinados, y uno de ellos trajo consigo una especie de funda de cartón; en cuanto la puso en la mesa, pudieron ver una carátula con la foto de una especie de mono sin pelo, vestido muy elegantemente y con un sombrero en la cabeza, esbozando una gran sonrisa. La foto era en blanco y negro, y en letras grandes se podía leer un título, junto con un subtítulo.

-Frank Sinatra, edición exclusiva… ¿Frank Sinatra?-repitió Twilight, extrañada.

-Jamás había oído hablar de ningún Frank Sinatra… pero tengo que admitir que tiene estilo…-murmuró Rarity, admirando la carátula.

Celestia miró la funda atentamente y la hizo levitar con su magia; vio entonces una fina abertura en el lado derecho, la inclinó un poco, y un gran disco de vinilo se deslizó fuera de ésta, junto con un trozo de papel que voló hasta posarse en la mesa. Luna cogió el trozo de papel y lo levitó hasta ponerlo enfrente de ella; resultó ser una foto en blanco y negro en la cual aparecían otros dos monos sin pelo, uno parecía ser masculino y el otro femenino. El femenino llevaba un vestido blanco con lentejuelas y bastante recargado, mientras que el masculino llevaba un traje de rayas muy vistoso, junto con un sombrero también a rayas. Luna dio la vuelta a la foto y vio una notita que ponía: 1985, el mejor año de mi vida. Te quiero, Sophie.

-Sophie… vaya ¿será posible…?-masculló Luna.

-Se ven exactamente iguales que el bebé, ¿cree que podrían ser sus padres, alteza?-inquirió Midnight en ese momento, rompiendo su silencio.

-Es muy probable…

-Bueno, también es probable que este tal Frank Sinatra también lo sea ¿no?-comentó Twilight.

-Lo dudo mucho, Twilight… en el reverso de la caratula hay como una especie de dedicatoria, pone: Para mi amigo Phil, sigue soñando y cantando. Frank Sinatra-leyó Celestia en voz alta.

-En ese caso, puede que ese tal Phil sea el padre… el hombre del traje de rayas…-supuso Luna, mirando atentamente la foto.

Fue entonces cuando se le ocurrió algo y bajó la foto hasta ponerla a la altura del bebé, el cual se quedó mirando a la foto fijamente, sin apenas pestañear.

-¿Los reconoces, pequeñín? ¿Son estos tus padres?

El bebé siguió mirando la foto, con mirada perdida, pero al final se giró hacia Luna y la acarició el pelaje, emitiendo un gemido gutural.

-Le pides demasiado a un recién nacido, Luna… es imposible que se acuerde de algo así-murmuró Celestia.

-¿Cuánto tiempo tiene?-inquirió Twilight en ese momento.

-No lo sé con certeza, pero le echo unos tres o cuatro meses, así a ojo…

Celestia siguió pensando en sus cosas, acordándose de que tenía a su sub capitán esperando.

-¿Dónde encontraron la funda del disco?

-Justo al lado del seto en el que nos dijo la princesa Luna que encontró a la criatura, alteza.

-¿Y no había nada más aparte de eso?

-Nada más, registramos el interior del seto y tampoco encontramos nada.

La princesa del día se quedó rumiando la información un poco más y finalmente despidió a su pelotón.

-Muy bien, gracias sub capitán, puede retirarse.

-Alteza-murmuró éste, cuadrándose de nuevo antes de retirarse.

Sus hombres salieron ordenadamente de allí, y antes de salir del sitio, Skipper dirigió una rápida mirada a Midnight, la cual miró hacia otro lado, algo cohibida.

-Bueno, llegados a este punto creo que todos nos debemos de estar haciendo la misma pregunta… y es por eso que recurro a ti, Twilight. ¿Crees que podrás desentrañar el misterio y descubrir qué puede ser exactamente?

-No va a ser fácil, pero haré todo lo posible por averiguarlo… -murmuró la unicornio lavanda, decidida.

-Bien… te permitiré el acceso a las alas más apartadas de la biblioteca y también a la sección restringida del archivo general-anunció la princesa.

-¿La sección restringida? ¿Está segura, princesa? Tengo entendido que esa sección es un laberinto y que hace años que nadie ha bajado…

-Tienes entendido bien… y es por eso que te doy permiso para que bajes allí, si la colección de la biblioteca te falla, puedes partir del archivo, ahí hay documentos originarios de incluso antes de la época preclásica que puede que te den las respuestas que buscamos.

-Está bien…

Rarity no quitaba ojo de la simple manta blanca que cubría al bebé, se notaba desde lejos que se estaba reprimiendo las ganas de comentar algo, ya que no quería ser grosera ni maleducada; Luna miró a la unicornio blanco de reojo y murmuró.

-Te veo apurada, Rarity… ¿quieres decirme algo?

-Ah, esto… bueno, si no le importa, alteza…-balbuceó ella, algo colorada.

-No, dime…

-Bueno, me he fijado que el pobrecito está poco abrigado… he pensado que podría confeccionarle algo bonito para que no pase frio…

-Por supuesto, será todo un honor…

-¡Oh, muchas gracias princesa! Aunque voy a necesitar tomar algunas medidas…

-Adelante, no te cortes-la animó Luna.

Por su parte, Twilight no perdió más tiempo y se retiró, dirigiéndose primero a la biblioteca; como había estado muchas más veces y ya se la sabía de arriba abajo, desechó el resto de alas y optó por ir directamente a la que, quizás, le podría dar algún que otro resultado: la de Starswirl el Barbudo.

Esa ala en concreto tenía una extensión total de doce metros de largo, llena de filas y filas de estanterías temáticas, todas ellas ocupadas por obras escritas enteramente por el mismo Starswirl; la mayoría eran copias de copias, puesto que se conservaban muy pocos originales, y esos pocos se encontraban custodiados en cámaras especiales donde eran especialmente tratados y conservados. Twilight danzó entre las estanterías, sabiendo hacia donde tenía que ir; sus ojos corrían imparables a través de los tejuelos de los libros, reconociendo al instante cada letra y número que componían las signaturas que identificaban todos y cada uno de los documentos que allí había. Todos esos números y letras se ordenaban en su cabeza y se transformaban en encabezamientos, materias y títulos.

-Magia, jurisprudencia, Legislación Mágica Nacional… Magia, practicum, Aplicaciones prácticas de magia avanzada… ah… Magia, criaturas… aquí…

Dio la vuelta en la siguiente esquina y fijó la vista en la primera balda a mano izquierda; podía notar cada vez más cerca lo que estaba buscando.

-Ma… cri… Tratado de criaturas mágicas… no, demasiado genérico… bípedos… espera…

Su cuerno se encendió y una escalera apareció rodando desde el otro lado de la estantería; subió hasta la última balda y buscó entre los tres últimos tomos, encontrando lo que buscaba.

-Ajá… Clasificación listada y tematizada de criaturas de Ecuestria, aquí está.

Satisfecha, bajó las escaleras de un salto y se dirigió a una de las mesas de lectura situadas en el medio de la gran estancia; un total de diez mesas se encontraban rodeando una estatua de Starswirl, el cual llevaba puestos su sempiterno sombrero y capa con cascabeles bordados. Twilight dirigió una rápida mirada a la estatua antes de centrarse en el libro, el cual abrió con su magia y comenzó a pasar sus páginas a gran velocidad, realizando un hechizo de lectura rápida. La larga lista de todas las criaturas mágicas y no mágicas en Ecuestria, animales incluidos, pasó ante sus ojos de forma fugaz y completa, sin dejar ni un solo detalle. Tras un par de minutos justos, el libro se cerró de golpe y no vio nada que se asemejase a lo que había visto en el salón del té entre las patas de Luna.

-Me lo esperaba… a ver, qué más…

No quería bajar al archivo real si no era estrictamente necesario, y prefería asegurar bien aunque fuera el ala de Starswirl el barbudo antes de hacer nada más; miró de reojo a la estatua del famoso mago y por un momento llegó a pensar.

-¿Habría sabido alguien como Starswirl lo que podría ser esa criatura?

Se imaginó entonces una posible respuesta a esa pregunta, pero hasta ella supo que cualquier cosa valdría; dejó las preguntas retóricas a un lado y pensó en otra cosa rápidamente. Había consultado la lista de criaturas en toda Ecuestria y no había dado resultado. Quizás fuera porque se había limitado a Ecuestria. Fue entonces cuando recordó que había una lista clasificada de criaturas de todo el mundo conocido.

-Pues claro, tiene sentido, quizás sea de más allá de los Mares Lánguidos…-murmuró en voz baja, corriendo hacia el otro lado de la extensa ala.

Ecuestria se encontraba rodeada de costa a costa por dos extensos mares; en la costa oeste se extendía más allá de donde alcanzaba la vista los llamados Mares Lánguidos, la frontera entre la tierra de los ponis y la de los minotauros, además de muchas otras aparte de esa. En la costa este, el Océano Imperecedero marcaba la extensa separación entre ellos y los pueblos occidentales, como el de los grifos o el de los dragones.

No había mucha literatura externa a la ecuestriana en el reino, y la poca que había era exclusiva de una biblioteca como era la del palacio de Canterlot, concretamente de la misma ala donde ella estaba. Por ello, la fue fácil localizar los pocos tomos que tenían, sin necesidad de buscar mucho. Encontró rápidamente la clasificación que buscaba y realizó el mismo hechizo de lectura rápida que antes usó. Para su completo desconcierto, no encontró nada.

-¿Nada? No puede ser, entonces… no es de este mundo…-pensó ella, un tanto chocada.

¿Acaso era de origen extraterrestre? Twilight se consideraba una yegua de ciencias, todo se podía explicar racionalmente y cada causa tiene un efecto, así como un efecto tiene su causa. Aun así, esa posibilidad la seguía rondando por la cabeza, aun a pesar de sus estándares. Pero aún tenía algo a lo que atenerse, la sección restringida del archivo, por lo que abandonó el ala de Starswirl y se encaminó hacia allí.

Como bien indicaba su nombre, la sección restringida del archivo real de Canterlot había visto mejores días; usada en sus inicios como el punto de partida para lo que ahora era el archivo, tanto en dependencias como institución, la sección restringida se encontraba cerrada desde los años previos al destierro de Nightmare Moon. La última vez que se había bajado incluso se documentó, un par de historiadores quisieron comprobar algunos datos faltantes para completar unos libros de historia; al cabo de unos cuantos minutos, dichos historiadores salieron del archivo corriendo despavoridos y blancos como la leche. Jamás hablaron de lo que les pasó ahí abajo, y tras el incidente, el archivero real decidió cerrar la sección restringida por decisión propia. Desde entonces, un gordo y fuerte candado custodiaba la cerradura, junto con una larga cadena que incluso aseguraba los goznes de la puerta. Twilight sólo la había visto una vez, y su sola presencia ya intimidaba. Muchos ponis especularon sobre lo que pudieron ver dichos historiadores ahí abajo, y casi todos coincidían en apariciones súbitas de antiguas almas de ponis errantes y demás paparruchas esotéricas que a Twilight la encantaba poner en duda. Y, evidentemente, no iba a pasar nada por ser la primera en entrar después de más de mil años con la sección cerrada a cal y canto.

El archivo se encontraba situado en un edificio aledaño al palacio y fuera de sus dependencias, pero inmediatamente situado al lado de éste; se dirigió directamente a hablar con el archivero real, un semental unicornio de mediana edad, de pelaje semi oscuro y crin y colas más claras.

-Vengo de parte de la princesa Celestia, me ha dado permiso para acceder a la sección restringida-anunció ella con voz queda.

La cara del archivero se alargó cual chicle mascado, no muy seguro de lo que acababa de oír.

-A la sección… ¿está usted segura, señorita Sparkle?

-Claro ¿hay algún problema?

-No, técnicamente no, pero…

-¿Entonces?

El archivero la miró de arriba abajo y finalmente murmuró.

-Bueno… no sé si habrá oído las historias, señorita Sparkle…

-¿Cuál? ¿La de los historiadores que salieron corriendo despavoridos?

-Hay más a parte de esa… aunque se encuentre cerrada casi desde el destierro de Nightmare Moon, se realiza una inspección al año para comprobar que todo está en orden…

-No me lo diga, y todos los que han bajado han acabado huyendo despavoridos…

-Pues sí, mismamente… hay testimonios de lo más vívidos que aseguran que la sección está encantada, señorita Sparkle.

Frente a eso, la unicornio lavanda soltó una risita ahogada antes de contestarle.

-¿Y usted se los cree?

-Pues resulta que sí, porque yo nunca digo nada sin conocimiento de causa. He estado hace cosa de un año y la puedo asegurar de que hay algo ahí abajo-afirmó el archivero, con un convencimiento aplastante.

-No sé si lo sabrá, pero hay una cosa llamada sugestión que puede hacernos creer cosas que no son…

-Sí, y también sé que hay otra cosa llamada instinto que me puso en alerta en cuanto posé un casco en las escaleras de bajada. Si va a bajar o no ya es cosa suya, señorita Sparkle, pero si quiere mi consejo, tenga mucho cuidado.

Twilight no quiso seguir discutiendo acerca de eventos paranormales con él, tenía cosas mejores que hacer en ese momento, y el tiempo apremiaba; por lo que el archivero la acompañó junto con uno de los celadores, el cual abrió el candado y retiró las cadenas que atrancaban la puerta. En cuanto la abrieron, una ráfaga de aire helador se echó sobre ellos, provocándoles un buen escalofrío que les recorrió toda la espina.

-Señorita, admiro su valentía…-musitó el celador, muerto de miedo.

-Hay túneles de aireación que conectan las galerías con el exterior, de ahí las corrientes de aire. La sección tiene un total de tres niveles inferiores, los documentos están guardados en las cámaras, aunque en el último nivel hay algunas estanterías y armarios en los pasillos puesto que todas las cámaras se encuentran hasta arriba. Aquí tiene un mapa para orientarse, perderse es más fácil de lo que parece-murmuró el archivero, entregándola un mapa.

-Gracias…

-Las antorchas están apagadas, pero se pueden encender de nuevo, tome un farolillo-indicó el celador, pasándola uno con su magia.

Twilight lo tomó con su magia y alumbró el descansillo de las escaleras; más allá de los primeros peldaños, se extendía una negrura tan densa que parecía no haber nada. Antes de adentrarse en la sección restringida, el archivero la habló.

-Ah, señorita Sparkle…

-¿Sí?

-Tenga cuidado.

-¿De qué? ¿De los monstruos?-inquirió ella esbozando una sonrisita mordaz antes de internarse en la oscuridad.

El aire se volvía más denso y húmedo conforme iba bajando las escaleras en forma de caracol; si bien era cierto que la atmósfera era extraña, Twilight no notó nada raro durante todo el tiempo que estuvo bajando, lo cual la reconfortaba sobremanera. No era que se creyera todas las paparruchas supersticiosas de cuatro ponis miedosos, pero ese tipo de historias siempre conseguían calar hondo en el imaginario popular. Por lo que la unicornio lavanda, con la susceptibilidad y la ciencia por bandera, se adentró en las entrañas de la sección restringida del archivo, sin miedo alguno.

-Fantasmas, ya, y yo soy el Primer Alicornio… tonterías…

Como bien la había enseñado su buena amiga rosada y saltarina, había que reírse de los miedos para hacerlos desaparecer; por lo que no esperó y comenzó a canturrear en voz alta.

-Ríete de los miedos, no siendo muy grosero, rompe con lo absurdo, pasa de los sustos…

En ese momento llegó al descansillo del primer nivel, delante de ella se extendía un largo pasillo con varias esquinas a mano izquierda, llevando a más pasillos; a mano izquierda desde donde estaba había otro pasillo igual de largo que el de delante, con más cruces a mano derecha. Pudo verlo gracias a la luz del farolillo, pero más allá se extendía una negrura densa y sin fin. Alumbró por un momento el mapa y vio unas notas al margen que decían.

-Sistema de alumbrado con carbón conectado a las antorchas… anda, mira, menos mal…

Abrió entonces una de las portezuelas del farolillo con su magia y cogió un trocito de la llama con su magia; acto seguido la hizo una bolita, dándola consistencia, y luego la lanzó en dirección hacia una de las antorchas. Ésta se encendió con un chasquido, y, acto seguido, el resto de antorchas hicieron lo mismo al prender el carbón seco que se encontraba conectado a todas estas a través de un sistema de canalillos que discurrían por el techo, alumbrando todo el nivel instantáneamente.

-Mola, está bien construido este sitio…-pensó Twilight, satisfecha.

En ese nivel había un total de veinte salas, todas ellas llenas de libros y documentos casi tan antiguos como la ciudad misma. Todos ellos estaban perfectamente archivados, por lo que no fue difícil guiarse por temas, lo que más le interesaba a ella. Buscó por criaturas, propias o foráneas de Ecuestria, encontrando varios tratados; los estuvo revisando todos, sin encontrar nada. Repitiendo la misma estrategia que usó en el ala de Starswirl el Barbudo, buscó por criaturas del mundo conocido. Aun a pesar de que encontró muchísimo material, no vio nada que hablara de una criatura semejante a la que antes vio.

Mucho antes de lo que se esperaba, revisó a fondo toda la primera planta y decidió bajar a la segunda para hacer lo mismo en ésta; el sistema de alumbrado funcionó a la perfección y los pasillos se iluminaron por la luz de las antorchas.

La búsqueda fue un poco más ardua ésta vez, y al contrario que en el piso superior, encontraba menos resultados y no tan precisos; aun así eso no la desanimó y siguió buscando, viéndolo como un reto en vez de como un inconveniente. Y, mientras estuvieran relacionados con la investigación y el conocimiento, a ella la encantaban los retos. Además, los temas comenzaban a ser más genéricos, lo que dificultaba la búsqueda sustancialmente. Y no sólo eso, los documentos del piso superior eran los más recientes relativamente hablando, mientras que los de ese piso eran mucho más anticuados, por lo que la cantidad de información se reducía significativamente.

Se notaba que la fecha de los documentos era cercana al periodo postclásico y al destierro de Nightmare Moon, estando los documentos llenos de modismos, expresiones formales anticuadas y un lenguaje significativamente más añejo y recargado.

Aun a pesar de sus esfuerzos, no encontró nada que se acercara a lo que ella buscaba, por lo que se vio obligada a bajar al último piso, internándose, literalmente, en la oscuridad de la Ecuestria preclásica. En este nivel la humedad alcanzó cuotas desmesuradas y notó como su pelaje se mojaba, además de tener un ambiente mucho más cargado y pesado.

-Bof, qué frío…-masculló Twilight.

Levantó el farolillo y repitió el mismo procedimiento que antes, lanzando la llama a la primera antorcha que vio; pero en vez de encenderse el resto a la vez, muchas no llegaron a hacerlo, las más cercanas se encendieron a medias, y el resto ni se inmutaron. Fue entonces cuando lo comprendió.

-Oh, no, el carbón debe de haberse mojado…

Era hasta obvio, y ni siquiera lo había llegado a pensar; algo molesta, decidió encender su cuerno, el cual alumbró un poco más el resto de pasillos en penumbra. Los pocos corredores que sí habían conseguido obtener luz de las antorchas eran los más cercanos a la salida, mientras que el resto quedaron envueltos en una densa oscuridad.

-Repasaré las salas más cercanas a éstos y, si no encuentro nada, me vuelvo-pesó ella, con ganas de zanjar el asunto.

Hasta ahora nada raro había pasado, el silencio era su único acompañante, y sólo se oía su respiración agitada y el sonido de sus cascos rebotando en la piedra. Comenzó a registrar las primeras salas, pero en cuanto abrió los primeros archivadores, se llevó una buena sorpresa.

-¡Oh, venga ya, tiene que ser una broma!

Todos los documentos, pergaminos, trozos de papel y demás soportes escritorios se encontraban totalmente desgastados por la humedad; sacó una buena pila de papeles mojados, toda la tinta se había corrido y ahora eran manchurrones negros. Twilight montó en cólera de seguido, sintiendo como unas ganas terribles de cometer una tontería se apoderaban de ella.

-¡Maldita sea, esto es un desastre de proporciones colosales! ¡Esto no se hace, j*der, no se hace, todo el conocimiento de hace miles de años perdido! ¡Alguien va a responder por esto, ya lo creo que lo va a hacer!

Los gritos y juras de la unicornio lavanda resonaban por toda la sección restringida, siendo tragados por la negrura que envolvía el resto de ese nivel. Confiando en que ese archivador había sido un incidente aislado, comenzó a registrar el resto, albergando una esperanza de que no todo estuviera perdido. Algunos documentos previamente tratados habían conseguido librarse del efecto corruptor de la humedad, pero muchos otros también habían sido víctimas de ésta. Twilight no pudo evitar sentirse mal por todo ese conocimiento perdido y llegó a llorar un poco.

-No voy a poder sacar nada de esta sección podrida… será mejor que lo deje aquí y reporte este desastre enseguida, no me puedo creer que no se hayan fijado en esto hasta ahora-pensó, bastante abatida.

Decidió llevarse consigo algunos de los documentos que habían conseguido sobrevivir para protegerlos, pero antes de torcer a la derecha hacia la salida, oyó un ruido de algo chocando contra el suelo desde el otro lado del nivel. Twilight se paró en seco, notando como un escalofrío la recorría el lomo. Se dio la vuelta y vio que el pasillo en el que se encontraba se sumía en la oscuridad un poco más adelante. Por alguna razón que no alcanzó a entender, la unicornio lavanda murmuró en voz alta.

-¿Hola?

Su llamado hizo eco por la espaciosa estancia hasta desaparecer de nuevo. La mente de Twilight trabajó a toda velocidad para sacar una explicación racional a ese ruido que había oído.

-Este lugar está lleno de una humedad muy penetrante, seguro que el techo se ha desconchado y se ha caído, de ahí el ruido.

Alumbró con el farolillo y su cuerno el techo y confirmó su sospecha; el techo se encontraba lleno de humedades enormes que amenazaban con hacer caer la pintura del techo, la cual colgaba del mismo por finos hilillos blancos.

-Misterio resuelto, elemental, querido Trotson…-murmuró ella, sonriendo con confianza.

Fue a irse, cuando otro ruido se llegó a oír desde el otro lado; ésta vez fue el claro ruido de un casco chocando contra el suelo. Fue sólo uno, y sonó muy claramente. Las pupilas de Twilight se contrajeron de golpe. Su cerebro comenzó a trabajar de nuevo, tratando de sacar más explicaciones racionales.

-Quizás solo fuera un eco de mi casco… no, espera, no llegué a dar ningún paso, estaba por girarme cuando lo oí… entonces…

Se volvió de golpe e iluminó la oscuridad con todo lo que tenía; su cuerno brilló con el doble de fuerza y un haz de luz potente llegó a alumbrar un poco más allá del pasillo. Fue entonces cuando lo vio. Un solitario y austero armario se encontraba de pie unos pocos metros más adelante. Su sola presencia intimidaba, y las luces y sombras que producían su cuerno, le hacían ver aún más oscuro y aterrador de lo que ya era. Aunque por alguna razón que no alcanzaba a comprender, su instinto le decía que se acercara a él, como si en su interior estuviera la respuesta que ella buscaba. Las sombras a su alrededor la hacían dudar, pero finalmente, tras un arrebato de valor, echó a andar con paso firme hacia el armario.

En cuanto llegó hasta donde estaba, se puso delante de él y lo alumbró para verlo mejor; su madera estaba carcomida y abombada por la humedad, y apenas tenía la suficiente presencia, al menos de cerca. Un aura mágica violeta envolvió uno de sus boliches y Twilight lo abrió de par en par, para encontrarse con un buen montón de, antes papeles, ahora hechos pulpa. El ceño de la unicornio lavanda se torció un poco más, sintiendo como la furia reprimida regresaba con fuerza.

-Alguien desayunará pulpa en su tinta mañana…-musitó entonces por lo bajo, cerrando las puertas con fuerza.

El golpe hizo que algo encima del armario se balanceaba y cayó encima de ella pesadamente

-¡Auh!-exclamó ella, notando como ese algo la golpeaba la cabeza.

Se reincorporó y alumbró entonces una caja envuelta en plástico y atada con cordel del bueno; algo extrañada por encontrarse algo así en un lugar como ese, desató el cordel, retiró el plástico y abrió la caja, encontrándose entonces con una buena colección de pergaminos y papeles con escritos de todo tipo y perfectamente conservados gracias al plástico. Cogió varios a la vez y estuvo leyendo unos cuantos a la vez. Algunos eran disposiciones reales antiguas, borradores de cartas, cartas, fragmentos de poesías y escritos, juras, legislaciones milenarias… aunque hubo uno en concreto que le llamó la atención, sobre todo por cómo estaba escrito, ya que parecía ser un viejo cuento; a pesar de que era ecuestriano antiguo, pudo leerlo bien y lo fue adaptando al ecuestriano moderno sobre la marcha, mientras lo leía en voz baja.

Un día, un par de potrillos salieron a hacer el camino hacia la escuela; su madre, que buscaba su bienestar y protección, les dio un sabio consejo.

-Hijos míos, no crucéis el bosque, puesto que allí vive una horrible criatura sin pelo de dos patas, largas garras y cabeza abultada que os daría caza sin que cuenta os dierais.

De esta forma, los potrillos salieron confiados al amanecer, y sin nada que temer. Pero el mayor, de lejos el más cabezón, decidió ir por el camino más rápido, atajando por el bosque que su madre antes les advirtió. El pequeño, lleno de recelo, trató de hacerle entrar en razón, pero en su dura mollera nada más entró ni salió. Al amparo de las sombras del bosque, los dos potrillos se internaron sin temor, el mayor convencido de su razón. Mas el camino rápidamente se torció, llevando a los infantes por sendas desconocidas y tortuosas. El más pequeño y marginado, sin poder convencer a su hermano se vio arrastrado, sin ni siquiera opinar o hablar. Antes de lo esperado, los dos se vieron perdidos y desesperados, en medio del sinuoso y tenebroso bosque, dando vueltas y sin poder orientarse siquiera. Confusos y abatidos, por un momento pararon a descansar; mas mayor fue su sorpresa, cuando apareció de improviso el monstruo advertido. Sin pelo alguno sobre su blanca piel salvo en la cabeza, sosteniéndose sobre dos patas, agitando dos largas y grandes garras y con una mirada que helaba la sangre, la criatura se abalanzó sobre ellos y…


Quiso leer más, pero el cuento acababa justo ahí, ya que el resto del pergamino se encontraba roto; Twilight buscó el otro pedazo entre el resto de papeles, pero no encontró ningún otro que hubiera sido arrancado.

-Maldición, es mi única pista… ¿dónde está el resto?-pensó ella, descorazonada.

Siguió revolviendo la caja, esperando encontrar ese trozo faltante en el fondo; durante toda la lectura del pergamino sintió un extraño presentimiento, como si alguien al otro lado de la oscuridad la hubiera estado observando casi desde que entró en el nivel por primera vez. Por un momento sintió que el frío imperante aumentaba por momentos y su pelaje se erizó. El viento silbó desde el otro lado del nivel, emitiendo una sola nota y sonando como un gemido lastimero. La sensación de estar siendo observada se clavó en su nuca como una daga envenenada.

Twilight se dio la vuelta y alumbró el pasillo con su cuerno, sin ver nada.

-¿Quién está ahí?-inquirió en voz alta.

No supo con certeza por qué lo había dicho, quizás fuera por instinto, pero no estaba del todo segura. Sus palabras resonaron por las paredes hasta disolverse en la negrura. Twilight tragó saliva, tratando de mantener la compostura, pero el solo ambiente del lugar no la ayudaba para nada.

-Oh, venga ya, ¿acaso le vas a dar la razón al archivero? No existen los fantasmas…-murmuró entonces para sí misma, a media voz.

Se sacudió la cabeza, tratando de olvidarse del asunto, y recogió la caja, así como todos los demás documentos que estaban en buen estado; una vez que lo tuvo todo listo, lo cargó con su magia y se fue rápidamente de allí, apagando las antorchas antes de subir las escaleras. Las sombras al otro lado se retorcieron como lagartijas reptando por una pared en cuanto la unicornio lavanda abandonó la estancia.







-Unos últimos toques en los bajos y estará terminado…

-Muchas gracias, Rarity, con esto podré apañarme…

Se había entretenido más tiempo de lo esperado, pero tras ver las fotos de los supuestos padres del bebé, a Rarity le sobrevino la inspiración y no pudo evitarlo; basándose netamente en las únicas referencias que tenía, confeccionó algo cómodo y sencillo para que abrigara a la criatura y le sirviera como ropa para estar por casa. El resultado se sintetizó en una especie de camisón de una sola pieza de color blanco, de suave seda y que cubría todas las partes de su cuerpecito. El bebé estaba encantado con su nuevo atuendo, y se reía constantemente ante las gracias y caras raras que la poni modista le ponía. Incluso le llegó a hacer alguna que otra pedorreta en la barriga que le hizo reírse a carcajada limpia.

-Es un amor… puede verse un poco extraño, pero es una criatura del todo adorable…-murmuró Rarity, mientras recogía sus materiales.

-Un poco, pero eso no me va parar… le miro a los ojos y sé de alguna forma que los dos ya estamos atados. Voy a darle todo el cariño y amor que una madre le puede dar a su hijo…-aseguró Luna, cogiéndolo con su magia y sosteniéndolo contra su pecho.

-Está haciendo algo muy bonito por él, princesa…

-Gracias, Rarity… dime cuando te debo…

-Oh, ni lo piense, princesa, considérelo como un regalo personal… y, por supuesto, puede contar conmigo para futuros diseños…-añadió ella, guiñándola un ojo.

-No hombre, no quiero aprovecharme así de tus habilidades…

-No diga tonterías, princesa… después de todo, nadie más conoce este tipo de diseños, y quien mejor que yo para especializarme aún más. Por cierto ¿ya ha pensado en algún nombre?

-No, tengo que pensar en uno… aunque no sé ni por dónde empezar…

La mañana se había pasado en un suspiro y ya era la era de comer pasadas, por lo que la princesa invitó a comer a Rarity; sus planes de visitar a su amigo Fancypants cambiaron y tuvo que pasar la visita a la tarde, avisándole previamente por carta. Luna estuvo dando de comer al niño previamente, el cual cayó dormido enseguida, dando un momento de respiro a la princesa y pudiendo comer tranquila junto con su hermana y Rarity. Twilight se presentó poco después, trayendo pruebas de que alguna vez los ponis llegaron a conocer a una criatura muy similar en un cuento escrito hace miles de años.

-Lo malo es que el pergamino está roto y el cuento está inacabado, por lo que apenas hay más detalles… averiguaré dónde y cuándo fue escrito este cuento y trataré de dar con el resto, si es un cuento folclórico tradicional alguien más debe conocerlo.

-Has hecho un buen trabajo, Twilight, aunque tómatelo con calma, estoy segura de que será una investigación lenta y ardua-murmuró Celestia, sirviéndose la comida en su plato.

-Gracias, princesa… aunque me temo que la colección del nivel inferior del archivo se encuentra perdida, he encontrado este cuento por pura chiripa.

-¿Cómo perdida?-inquirió entonces la princesa, con un deje incrédulo en su voz.

-Sí, la humedad se lo ha comido todo, nadie bajaba al tercer nivel durante las inspecciones ya que todos pensaban que el archivo estaba encantado, ya ve usted…

-¡Pero bueno! ¡Esto es intolerable, Conservative me va oír!-masculló Celestia, alterándose.

-Sí, a mí ya me ha oído…-asintió la unicornio lavanda, frunciendo los labios.

Rarity y Twilight se retiraron poco después de la comida, la unicornio lavanda regresó al pueblo y la modista fue a visitar a su amigo noble. El resto de la tarde pasó entre juegos, algún que otro lloro, varios cambios de pañales, y mucho, mucho amor; Luna encontró en el bebé un nuevo asidero, una nueva razón para mejorar como poni y seguir adelante. En ningún momento previo a su destierro se le hubiera pasado por la cabeza ser la madre de una criatura desconocida, pero allí estaba ahora, volando por los pasillos del palacio con el bebé en su regazo, mimándole, poniéndole caras raras, haciéndole pedorretas en la barriga y cantándole viejas canciones ecuestrianas para dormir.

Esa noche, después de darle de cenar, lo subió a su habitación para arrullarle un poco antes de que se durmiera; una antigua cuna se encontraba justo al lado de su cama, había sido traída del sótano del palacio, y fue la suya propia cuando era una potrilla recién nacida en las patas de su madre. Lo asió con su magia y le acostó en la cuna con suavidad, el bebé miró a su madre fijamente a los ojos mientras se mordisqueaba una de sus garras. El disco de vinilo de Frank Sinatra estaba apoyado en la cómoda, al lado de su gramófono.

-Aún no lo he puesto… vamos a ver cómo suena este Frank Sinatra…

Cogió el disco con su magia y lo colocó en el plato giratorio; tras eso, asió la palanca con su magia y comenzó a darle cuerda al mecanismo para que hiciese girar el plato. En cuanto éste comenzó a moverse, cogió el brazo fonocaptor y posó su aguja sobre el extremo del disco. De la trompa comenzaron oírse sonidos de estática antes de empezar a reproducirse la primera canción; Luna escuchó atentamente mientras se acercaba a la cuna. Una orquesta comenzó a sonar, antes de que una preciosa voz comenzara a cantar.

Strangers in the night, exchanging glances

wond'ring in the night, what were the chances

we'd be sharing love before the night was through


El ritmo era suave y acompasado, la voz de Frank Sinatra se le antojó perfecta y la letra de la canción calaba hondo.

something in your eyes was so inviting

something in your smile was so exciting

something in my heart told me I must have you


El último verso de la canción se alargó en una tonada musicalmente perfecta, antes de volver a cantar el siguiente.

Strangers in the night, two lonely people

we were strangers in the night

up to the moment when we said our first hello, little did we know

love was just a glance away, a warm embracing dance away

and…


Otro puente entre estrofa y estrofa volvió a darse con fuerza, añadiéndole una gran fuerza interpretativa tanto a la letra como a la canción en sí.

…ever since that night, we've been together

lovers at first sight, in love forever

it turned out so right for strangers in the night


La orquesta volvió a lucirse antes de que Sinatra volviese a repetir los últimos compases y versos. La canción terminó con un leve tarareo del ritmo por parte de Sinatra, antes de que el sonido fuera desapareciendo de forma paulatina hasta desaparecer.

-Vaya…

Luna se giró y vio a su hermana en el umbral de la puerta, junto con varios ponis más del servicio; Midnight también estaba allí, la cual masculló.

-Qué voz…

-Desde luego, la he podido oír desde el piso de abajo…-asintió una de las criadas del servicio.

-¿Sólo desde el piso de abajo? Yo estaba en el recibidor y se podía oír con fuerza desde allí-apuntó otra, detrás del resto.

Luna miró un momento al bebé y vio que se había dormido; Celestia indicó con su cabeza a las demás que se retiraran y la orden se cumplió al instante.

-Espera Midnight, puedes quedarte-la llamó Luna.

La bat poni se quedó un tanto cortada, pero aceptó y se quedó junto a la puerta, guardándola; Celestia se acercó a su hermana, el disco siguió sonando, extendiéndose la música a través de los pasillos del palacio.

-Impresionante voz, debo decir…

-Desde luego… jamás había escuchado nada parecido…

Celestia levantó el brazo fonocaptor del disco y el sonido enmudeció.

-No queremos que se despierte ¿no?-inquirió ella.

-Ah, no, claro…-asintió Luna.

La princesa del día sostuvo con su magia la funda del disco, dándola la vuelta y viendo la dedicatoria, junto con la lista de canciones que contenía el disco; había un total de diez, y todas ellas estaban numeradas.

-¿Querías hablarme de algo, Tia?-inquirió Luna en ese momento.

-De hecho sí… he pensado que, dado que vas a cuidar de él, podemos hacer una presentación formal ante el reino, para que nadie se extrañe y que todos los ponis sepan que su princesa de la noche ha decidido ser madre.

-¿Estás segura? ¿No crees que es un poco pronto?

-Yo creo que cuanto antes mejor, sobre todo para el bebé; si lo postergáramos más, los ponis podrían tardar más en acostumbrarse a él. Puede que algunos lo rechacen…

Luna suspiró, mirando hacia otro lado; había sopesado esa posibilidad, de hecho era muy probable que sucediera, sobre todo por parte de la nobleza más endogámica de Canterlot. Aun así, ella quería seguir adelante, dispuesta a sortear cualquier tipo de problema que se la presentase.

-Está bien… lo haré por él…-asintió Luna.

-Bien, mañana convocaré a la prensa… por cierto ¿has pensado y en un nombre para él? Lo necesitaremos para la presentación…

En ese momento, Luna cabeceó, recordando esa tarea pendiente; dirigió su mirada hacia el bebé, el cual yacía en la cuna profundamente dormido y respirando rítmicamente. Sus ojos se posaron justo después en su gramófono, el disco seguía en el plato giratorio.

-Frank… me gusta Frank…-anunció entonces.

Celestia miró a su hermana, un tanto sorprendida por su súbita elección de nombre.

-Frank… bueno, no suena mal… te ha gustado ¿eh?

-Me ha encantado… y a ti también-añadió ella, divertida.

-Sí, la verdad es que sí, menuda voz…

Las dos alicornios estuvieron hablando un rato más hasta que Celestia se retiró a su habitación, deseando a su hermana las buenas noches; Luna se asomó un momento al pasillo para despedir a su amiga.

-Puedes marcharte ya, Midnight…

-Vale, buenas noches, princesa…

-Buenas noches.

Luna cerró la puerta tras de sí y se quitó sus engalanes reales, dejándolos en la cómoda; recogió el disco y lo guardó en la funda, antes de acercarse a la cuna y observar a su hijo.

-Buenas noches a ti también… mi pequeño Frank.

Le dio un suave beso en la frente y Frank se revolvió un poco, antes de seguir durmiendo plácidamente; Luna fue la siguiente en caer dormida, entrando en el plano astral para hacer su trabajo. Afuera, la luna y las estrellas acompañaban a Ecuestria en una noche despejada y fresca.

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Banda Sonora Original de Amor de madre :roto2rie:

Última edición por Sg91 el 23 Mar 2014, 14:29, editado 1 vez en total

Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor horwaith » 12 Mar 2014, 12:43

Buena busqueda y me gustaría saber que es el "fantasma" de la sección restringida. Bonito nombre el del niño y espero mas capítulos
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor Volgrand » 12 Mar 2014, 18:47

Un amigo de Fran Sinatra llamado Phil... Phillip.... hmmmmm..... Me pregunto si....

Qué asco me das, SG. Mira que escribes bien. A ver si yo me consigo más tiempo para hacer lo propio xD
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor Metallic Lenneth » 23 Mar 2014, 12:58

Hola. Este fanfic me gusta.
He entrado al foro para curiosear un momento en la sección fanfiction y me quedé pegado en este.
Muy intrigante. Me gustaría leer más, continúale. :mola:
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor amadeus_dark » 23 Mar 2014, 20:08

Algo me dice que la cancion favorita de Luna sera esta
Mi pony test de perosnalidad.........Just as Pinkie planned

Spoiler:
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor Sg91 » 23 Mar 2014, 20:23

Capítulo 3

Revelaciones


La mañana en Canterlot despertó despejada y con una leve bruma que se levantó en cuanto los primeros rayos del sol comenzaron a calentar el ambiente. La princesa Luna, aun a pesar de estar dormida y en el plano astral, era capaz de manipular la luna desde la distancia y hacer bajar al satélite para dar paso a la gran estrella alzada por su hermana mayor, la cual siempre era la primera en levantarse. Luna la seguía al poco rato después, abandonando el plano astral y despertando en la realidad. Esa vez, el despertar la produjo una felicidad y un sosiego matutinos que nunca antes había llegado a experimentar; se asomó a la cuna y vio que su hijo ya se había despertado también.

-Buenos días, mi pequeño Frank…

En cuanto vio a su madre, Frank se puso loco de contento y alzó sus pequeñas garras en dirección hacia ella; Luna lo tomó con su magia y lo puso contra su pecho, Frank se agarró a su pelaje y dejó escapar un lánguido bostezo, contagiándoselo a la princesa.

Se preparó para salir calzándose los cascos, colocándose su collarín y poniéndose su pequeña y oscura tiara en la cabeza. Tras eso se arregló un poco su estrellada crin en su baño. Frank la observó hacer subida a su lomo y mordiéndose sus garras.

-Ya estoy… ¿nos vamos a desayunar?-inquirió Luna, mirando a su hijo subido en su grupa.

Frank dejó escapar un leve chillido que Luna tomó como un sí; en ese momento llamaron a la puerta y la princesa la abrió. Las ponis del servicio entraron para hacer la habitación mientras Luna se dirigió hacia el comedor para desayunar junto con su familia, su hermana ya estaba allí presidiendo la mesa.

-Buenos días, Luna… buenos días a ti también, pequeño Frank-saludó Celestia.

-Buenos días… di hola a tu tía Celestia, Frank-murmuró Luna suavemente.

Frank, al ver a Celestia, alzó una de sus patas hacia delante, señalando a la alicornio blanca, la cual se quedó rumiando el título de tía Celestia en su cabeza. Luna se sentó a su diestra mientras los ponis del servicio iban sirviendo las viandas del desayuno en la mesa.

-¿Qué tal la noche?-inquirió Celestia, sirviéndose un poco de leche con avena y miel.

-Pues tranquila y calmada, como siempre… no hay muchos problemas de un tiempo a esta parte-murmuró Luna, imitándola.

-Eso es bueno… nuestros ponis se merecen siempre los mejores sueños…

-Desde luego, como princesa de la noche siempre me encargo de eso… tráiganme la leche para Frank, por favor-pidió Luna a una de las sirvientas.

-Ahora mismo, alteza-asintió ésta, retirándose por un momento.

En cuanto salió por la puerta, al mismo tiempo entraron por esta sus dos sobrinos, Cadance y Blueblood.

-Buenos días, tías-saludó la alicornio rosada.

-Buenos días, sobrina… sobrino…-hizo lo propio Celestia.

-Buenos días, tía Celestia… buenos días a ti también, tía Lu… ¡ah! ¿¡Qué demonios es esa cosa que tienes en el pecho, tía?!-masculló Blueblood en cuanto vio a Frank.

Luna le lanzó una molesta mirada y le rectificó.

-Esta "cosa", Blueblood, es mi hijo Frank, y tu primo, además.

-¿¡Qué?!-soltó el unicornio, con cara asqueada.

Por su parte, Cadance se mostró bastante sorprendida, mirando a Frank con una genuina curiosidad; se acercó para verlo mejor y le observó con atención, estudiando sus rasgos y su inusitada forma. Al cabo de unos pocos segundos, habló.

-Caramba, que criatura más extraña y curiosa… ¿qué es, tía Luna?

-No lo sabemos, lo encontré la otra noche en los jardines del palacio y decidí adoptarlo como mi hijo, lo he llamado Frank-reveló la princesa de la noche, con mucha calma.

-¡Pero, pero…! ¿¡Cómo se te ocurre acoger a semejante criatura en el palacio, tía?! ¡Y encima lo adoptas!-exclamó Blueblood alterado.

Luna quiso contestar, bastante enfadada con su sobrino, pero Celestia dio un golpe en la mesa con su casco y habló.

-¡Suficiente, Blueblood, no consentiré que sigas difamando así a tu primo y a tu tía!

-¿¡Qué?! ¡Pero, pero tía…!

-¡Ni peros ni peras, a partir de ya Frank es el hijo de Luna y tu primo, así que trátalo como tal! ¿¡Entendido?!

Aun así, Blueblood no se quedó satisfecho y contestó a su tía.

-¡Pero si ni siquiera es un poni!

-¿¡Y eso qué tiene que ver!?-soltó Cadance en ese momento, interviniendo.

Antes de que la discusión creciera aún más, el griterío y la tensión acabaron por hacer llorar a Frank; Luna decidió cortar por lo sano.

-¡Basta! ¡Silencio, habéis hecho llorar a mi hijo!

Tanto Blueblood como Cadance se callaron de golpe y los lloros del bebé resonaron por todo el comedor; Luna arrulló a Frank en su pecho, tratando de calmarle.

-Ssssh, ya, ya está, no llores, Frank, ya pasó…

Las dulces palabras de la alicornio y sus arrullos acabaron por calmar al pequeño bebé, el cual miró a su madre a los ojos, mordiéndose las garras otra vez. Cadance los observó atentamente llegando a esbozar una ligera sonrisa, pero Blueblood tan solo dibujó una mueca de asco reprimido en su cara.

Celestia aprovechó el silencio para hacer un inciso.

-Vale, ahora que estamos todos un poco más calmados, vamos a poner las cosas claras. Frank es el hijo de Luna, y por ende, vuestro primo. Da igual que no sea un poni, da igual lo que sea, Luna ha decidido cuidarlo y darle su amor, por lo que todos respetaremos esa decisión. Y Blueblood, no es la primera vez que me contestas en ese tono, cuida bien tus palabras antes de hablar y trátame como yo te trato a ti aun a pesar de las circunstancias. ¿Me he expresado con la suficiente claridad?

-Sí, tía-asintió Cadance, sin dudar.

Por su parte, Blueblood gruñó algo ininteligible, al menos al principio; entonces Celestia le lanzó una mirada gélida, lo que le obligó a pronunciarse.

-Sí, tía Celestia…

-Muy bien… y ahora daros prisa, la prensa estará aquí en media hora-añadió ella, volviendo a su desayuno.

-¿La prensa?-repitió Cadance, extrañada.

-Los he llamado para que asistan a la presentación formal de Frank como hijo legítimo de Luna, para que Ecuestria lo conozca y sepa de su existencia. Así, de paso, también tramitamos la adopción formal…

-Ah… qué bien, me alegro mucho por ti, tía Luna, has tomado una buena decisión-murmuró Cadance.

-Gracias sobrina, me alegra ver que aceptas a Frank…

-Claro que sí… después de todo, se ve adorable… hola, primito…-saludó la alicornio rosada a Frank, el cual la miró curioso y con los ojos muy abiertos.

Por su parte, Blueblood no dijo nada, tan solo miró al bebé con los ojos entornados, y visiblemente molesto, reprimiendo una mueca de asco.

Al poco rato, trajeron el biberón con la leche y Luna la calentó antes de dárselo a Frank, mientras iba picando algo de bollería entre medias; el resto del desayuno pasó entre alguna que otra conversación entre Luna, Celestia y Cadance, la cual estuvo con Frank un buen rato para que su tía desayunara tranquila. Aun a pesar de no estar en el pecho de su madre, Frank no hizo ningún aspaviento, ni ningún puchero ni nada de nada, quedándose muy quietecito y formal. Blueblood estuvo callado y no abrió la boca, centrándose en su plato sin ni siquiera mirar a Luna o a Frank.

Una vez que terminaron, el servicio se presentó para ir recogiendo la mesa, mientras que el resto de los miembros de la familia real se retiraba en dirección hacia la sala de prensa del palacio; Blueblood trató de escaquearse, pero Celestia le obligó a asistir.

Los principales periódicos de Canterlot, y algunos foráneos, ya estaban esperando en la misma sala, expectantes; había un total de doce reporteros, Celestia fue la primera en entrar, sentándose en la mesa presidencial. A sus espaldas colgaba de la pared la bandera ecuestriana. Cadance se sentó a la siniestra de su tía, mientras que Blueblood hizo lo propio con su prima. En cuanto vieron a parte de la familia real entrando en la sala, los reporteros guardaron silencio y prepararon todas sus cosas; un par de cámaras dejaron escapar varios flashes, haciendo unas cuantas fotos. Celestia fue la primera en hablar.

-Buenos días, señores, gracias a todos por venir. Supongo que se estarán preguntando que por qué han sido llamados aquí…

Muchos de ellos llegaron a asentir con la cabeza, sin llegar a abrir la boca para hablar; Celestia retomó el hilo enseguida.

-Lo cierto es que les he llamado porque quiero que se encarguen de llevar la palabra por toda Ecuestria y para que todo el mundo sepa que su guardiana de la noche, la princesa Luna, ha tomado una decisión que concierne en gran parte a la familia real.

-¿Y dónde está la princesa Luna?-inquirió uno de los periodistas en ese momento.

-Iba a presentarla en este momento… Luna, ya puedes pasar-llamó Celestia.

Al punto, la aludida apareció en la sala desde la entrada lateral superior, llevando consigo a Frank en su lomo; los periodistas se quedaron de una pieza en cuanto lo vieron, los que tenían las cámaras más a mano echaron varias fotos sin quitarle la vista de encima. Luna cruzó el estrado hasta ponerse a la diestra de su hermana, levantando a Frank con su magia y mostrándolo ante los presentes.

-Antes de que nos bombardeen a preguntas concernientes a la criatura que Luna se encuentra sosteniendo con su magia, quiero que sepan que aún no sabemos de lo que se puede tratar, pero lo estamos investigando apropiadamente. A partir de aquí, mi hermana seguirá la presentación. Luna-murmuró Celestia, cediéndola la palabra.

-Gracias, hermana. Antes que nada, bienvenidos todos. Ahora, me gustaría presentar a mi hijo Frank. Como pueden ver, tan solo es un bebé de pocos meses, lo encontré la noche anterior en los jardines del palacio, totalmente solo y desamparado. Cuando lo vi por primera vez, en mi cara se dibujó una mueca de desconcierto, casi igual que las que ustedes se están dibujando ahora. Pero, por favor, les pido que no se fijen sólo en su aspecto. Puede que se vea un tanto extraño y distinto a todos nosotros, pero en el fondo sólo es una criatura pequeña y solitaria, que ni siquiera puede valerse por sí mismo. Es por eso por lo que me apiadé de él, decidí cuidarle y darle todo mi amor como si fuera mi propio hijo. No sé si alguno de ustedes es padre, o va a serlo pronto, pero en tal caso, seguro que podrá comprender cómo me siento ahora. Ser madre había sido recientemente uno de mis deseos más escondidos en el fondo de mi corazón, y ahora ese deseo se ha cumplido, puede que de una forma un tanto inusual, pero se ha cumplido igualmente. Y yo no puedo sentirme más feliz ahora.

Durante todo el coloquio de la princesa, los periodistas tomaban notas fervientemente y sacaron varias fotos; el pequeño Frank apenas se asustaba por los flashes, y miraba a los ponis que había delante de él con una mirada curiosa y sin apenas pestañear. Las palabras de Luna llegaron a calar hondo en algunos de los presentes, mientras que otros se limitaban a asentir o a negar con la cabeza. Poco después, se pasó a un turno de preguntas y respuestas, uno de los periodistas más cercanos a la primera fila levantó un casco y Celestia hizo de moderadora.

-Sí, Early Reader, del Hoofington Post ¿cómo es que aceptó a la criatura así sin más, sin siquiera saber lo que era?

-Bueno, personalmente yo no soy de las que sólo se fijan en el físico o la apariencia. Cierto es que su forma es un tanto extraña y chocante, pero si uno se fija con detenimiento, no se hace tan rara como pueda parecer a simple vista. Es un bebé adorable, y eso para mí es más que suficiente.

La siguiente pezuña se alzó y Celestia le dio la palabra.

-Draft Script, del Canterlot Express ¿cómo es que una criatura desconocida apareció de repente y, aun así, no avisó inmediatamente? ¿No hubiera sido más sensato llamar a la comunidad científica para que lo investigaran apropiadamente?

El ceño de Luna se arrugó en cuanto oyó a esa pregunta, y no tardó nada en responder.

-Lo que aparezca o deje de aparecer en los jardines del palacio es concerniente del mismo, y en este, yo soy la que toma mis propias decisiones. Además, soy una princesa, no una científica sin escrúpulos.

Antes de que el periodista pudiera replicar, otra pezuña se levantó y Celestia moderó de nuevo.

-Hard Review, del Manehattan Times ¿no cree que todo esto es demasiado exagerado como para tratarse como un asunto de la familia real? Además, siendo una criatura foránea, lo primero que se debería de hacer es investigarla apropiadamente, y no acogerla así sin más y sin tomar medidas de ningún tipo.

Luna quiso responder, visiblemente molesta, pero en ese momento Celestia habló por ella.

-Concerniente al origen de la criatura, se está realizando una investigación de campo llevada por mi estudiante y protegida Twilight Sparkle; en caso de dudas para con este tema, puede preguntarla directamente a ella.

El reportero de Manehattan trató de seguir preguntando, pero otro casco se alzó un poco más atrás y Celestia le dio la palabra.

-Impartial Column, del Vanhoover Sun ¿por qué ha preferido adoptar a una criatura extraña en vez de a un poni? ¿No preferiría mejor criar a algo con lo que sí estuviera familiarizada?

-Como ya bien dije antes, no soy de las que se fijan en el aspecto… y, después de todo, no podía dejarle así sin más a merced de la suerte, si no me lo hubiera llevado conmigo, probablemente no hubiera sobrevivido, y no me lo hubiera perdonado jamás.

En ese momento Frank se dio la vuelta y se dirigió a su madre, tocándole el hocico con su pequeña garra; Luna sonrió con ganas y le devolvió el gesto a su hijo frotando el hocico en su cabeza. Otro par de flashes se sucedieron justo después, capturando el momento. Uno de los reporteros que más cercaba estaba sentado de la mesa presidencial levantó un casco y Celestia le dio la palabra.

-Eh… sí, Gooder Journal, del Fillydelphia Inquirer. Me llama la atención, además de llenarme de orgullo, que tengamos una princesa tan bondadosa y compasiva, aunque hay algo que me gustaría preguntarla, si a usted no la importa…

-Vaya, muchas gracias… adelante, pregunte sin miedo-indicó Luna, llegando a enrojecer ligeramente.

-¿Tiene intenciones de adoptar a algún poni más?

La pregunta pilló por sorpresa a Luna, la cual se quedó un tanto extrañada por la pregunta en sí, aunque no tardó casi nada en responder.

-Eh… no, no creo, supongo que no… con Frank ahora mismo estoy bien…

Justo después otra pezuña se levantó y Celestia moderó de nuevo.

-Babble Goosip, del Baltimare Sun ¿qué opinan el resto de miembros de la familia real por su reciente adopción?

Ésta vez, Cadance fue la primera en hablar.

-Oh, yo por mi parte estoy encantada… aun a pesar de que no es un poni, Frank es una criatura adorable, mi tía ha hecho algo muy bonito por él, y estoy dispuesta a ser la mejor prima que incluso alguien como él puede llegar a tener.

-Por mi parte se refiere tampoco tengo pegas de ningún tipo… apoyo y respeto la decisión de mi hermana, eso es lo más importante para mí. Y además, tengo que admitir que Frank es bastante adorable, a pesar de que no sabemos lo que puede ser…-murmuró Celestia justo después.

-Ya… ¿y usted, príncipe Blueblood?-inquirió entonces el periodista.

El aludido reaccionó por primera vez desde que entró en la sala y se quedó mirando al poni como si fuera una maceta.

-¿Y bien?-murmuró el periodista, alzando una ceja.

-Eh, esto… ¿podría repetir la pregunta?

-¿Qué opina acerca de la criatura que su tía ha adoptado?

-Oh, pues que es…

Blueblood habló con un tono altanero y muy seguro, pero entonces se desinfló al ver cómo le miraban tanto sus tías como su prima; Celestia conservaba la misma mirada que esa mañana, Cadance le taladraba con la mirada, mientras que Luna parecía retarle, incluso. Hasta le pareció oír su voz en su cabeza diciéndole.

-Vamos, intento de sobrino, dilo, me gustaría verlo…

El silencio adquirió una densidad muy similar a la de la crema pastelera; su familia seguía fulminándole con glaciales miradas. Los periodistas comenzaban a mosquearse. Y él ya sudaba frio.

-Pues… pues… es una criatura del todo adorable, sí, me alegro de que ahora forme parte de la familia…

Sus palabras fueron un tanto débiles y temblorosas, pero aun así satisficieron a la prensa; algunos de los periodistas llegaron a esbozar varias sonrisas cínicas.

-¿Alguna pregunta más?-inquirió en ese momento Celestia.

Ninguno de los presentes dijeron nada más, por lo que la princesa decidió dar por finalizada la rueda de prensa.

-Muy bien, pues si no tienen nada más que preguntar, podemos dar por finalizada la convocatoria. Pueden retirarse ya.

Los periodistas desalojaron rápidamente la sala y, una vez solos, Blueblood habló.

-¡No me puedo creer que todo esto esté pasando!

-Pues créetelo, nosotros ahora nos vamos al registro para formalizar la adopción, si quieres venirte…-murmuró Cadance.

El príncipe tan solo la mostró una mirada llena de desdén y se retiró sin decir nada más; por su parte, Celestia dejó escapar una lánguida expresión, algo preocupada por él.

-¿En qué momento hice algo mal con él?-llegó a preguntarse en voz baja.

Luna se puso en movimiento enseguida, llevándose consigo a Frank; Celestia la siguió al poco rato, aparcando sus pensamientos para otro momento mientras ponían rumbo hacia el registro de la ciudad.








Twilight terminó de preparar sus alforjas y se aseguró de que no se dejaba nada; lo había estado consultando con su almohada la otra noche y había estado dando vueltas al asunto del cuento inconcluso. En este, los potrillos se perdían en un bosque no identificado. En Ecuestria había unos cuantos bosques, sobre todo en las partes más norteñas y meridionales del reino; a simple vista, podría ser cualquiera, pero teniendo en cuenta la descripción dada del mismo en el cuento y la sorpresiva aparición de la criatura, la dio pie a pensar que tal bosque era uno muy oscuro y tenebroso. Y de todos los que había en Ecuestria, ninguno era más oscuro y tenebroso que el mismo bosque Everfree.

-Quizás me equivoque, quizás no… pero tengo que asegurarme.

Además, en ese mismo bosque había alguien que quizás si la pudiera ayudar; terminó de empacar sus cosas y elevó las alforjas con su magia, colocándoselas sobre su lomo.

-Muy bien, Spike, me ausento un momento ¿vale?

En vez de una contestación rápida, lo único que oyó fue una serie de crujidos, seguidos por un eructito.

-¡Spike! ¡Te compré las gemas para ti, pero no para que las devoraras todas de golpe, te van a sentar mal!

-Oh, vamos… creo que me las merezco…-murmuró el aludido, chupándose las garras.

-No más gemas para ti, entonces-anunció Twilight, levantando el cuenco con su magia.

-¡No, no, mis gemas!

-Las guardaré en un lugar seguro y te las devolveré en cuanto lo crea oportuno.

-¡Oh, venga ya, si son mías, me las regalaste tú!-exclamó el dragón.

-Y por eso mismo las pongo a salvo de tus voraces garras-recalcó ella, tajante.

-¡Jo, no es justo!

La unicornio lavanda lo miró cortante, pero Spike llegó a esbozar una pronunciada mirada de cordero degollado; Twilight rodó los ojos, cogió una gema con su magia y se la entregó al dragón.

-Es la última y no hay más.

Spike esbozó una grata sonrisa y se zampó la gema tan pronto como Twilight se la entregó; la unicornio lavanda guardó las gemas en el cajón más alto de la cocina y luego se dirigió hacia la puerta.

-Espera ¿a dónde vas?-inquirió en ese momento Spike.

-Me gustaría comprobar un par de cosas en el bosque Everfree, es acerca de ese cuento inconcluso que encontré en el archivo, voy a ver si puedo encontrar algo…

-¿¡Al bosque Everfree?! ¡Pero si es muy peligroso!

-Tranquilo, mientras no me separe del camino, estaré bien… no tardaré mucho.

Se despidió de él acariciándole la cabeza con su hocico y se puso en camino hacia la entrada principal del bosque, pasado el parque del pueblo.

El bosque Everfree era grande, muy grande, tan grande que ningún registro conocido indica cuán grande es en realidad; desde fuera tan solo se veía los árboles oscuros y retorcidos, marcando muy bien la frontera entre éste y el resto de Ecuestria. Entrar en él, aun a pesar de haber entrado más veces, la daba una extraña sensación, incluso podía notar como la magia del ambiente se diluía a su alrededor hasta desaparecer. Se había especulado mucho sobre por qué el bosque no se encontraba atado a ninguna de las leyes mágicas existentes. Muchos científicos sostenían que, tras ser derrotada, Nightmare Moon echó una maldición sobre éste poco antes de ser desterrada a la luna, de ahí a que los terrenos del antiguo palacio real se volvieran inservibles y los ponis que allí vivían tuvieron que mudarse junto con la princesa, construyendo Canterlot poco después. Otros decían que algo verdaderamente horrendo y poderoso yacía bajo las raíces de los árboles que lo coronaban, y su influencia maligna incidía sobre el ambiente, enrareciéndolo y disolviendo cualquier tipo de magia que allí hubiera.

Aun así nada había podido probarse, y el misterio seguía envolviendo al bosque casi desde el primer día en el que se comenzaron a forjar sus propias leyendas; aun a pesar de todo, Twilight sabía que si seguía el camino principal sin desviarse, no habría muchos problemas. Un único y ancho sendero partía desde la entrada del bosque y se perdía hacia lo más profundo de este; una bifurcación a mitad de camino llevaba hasta el antiguo palacio de las dos hermanas alicornio, donde comenzó todo. Pero más allá del otro lado de la bifurcación, no había ido nunca. El sendero seguía y seguía hasta donde la vista alcanzaba, hasta que los árboles y la maleza lo ocultaba permanentemente.

Pero ella no necesitaba seguir el sendero hasta el final, sólo unos pocos metros más hacia delante; en cuanto llegó al lado de un árbol seco y esmirriado, torció a la izquierda y se internó en el bosque. Caminó entre zarzas y raíces durante unos pocos minutos más, hasta que vio una cabaña enclavada entre varios árboles, con luz en su interior. Se acercó hasta ella y llamó a la puerta, la cual se abrió enseguida, mostrando a una cebra con una puntiaguda crin.

-Hola Zécora, ha pasado tiempo ¿puedo pasar?

-Por supuesto que sí mi querida amiga, aquí siempre eres bienvenida-asintió la cebra.

El interior de la cabaña seguía como siempre, un buen montón de máscaras cebraicas tradicionales colgaban de la pared, además de muchos otros objetos y talismanes; un atrapasueños colgaba justo encima del dintel de una puerta. Un dibujo grabado sobre la corteza de un árbol mostraba una escena paisajista. En el centro de la estancia, un caldero burbujeaba lentamente, extendiendo un aroma dulzón por todo el interior.

- Twilight Sparkle ¿Qué te trae por aquí? Te noto molesta tal que así…

-Pues, como siempre, vuelves a acertar…-asintió ella, poniéndose cómoda.

Zécora hizo un té para las dos mientras ella la iba explicando todos lo que había pasado hasta el momento.

-Y por eso he pensado en este bosque y en ti, puede que sepas algo sobre este cuento…

-He vivido en este bosque desde hace un tiempo, puede que algo pueda sacar en claro, déjame ver ese cuento.

Twilight sacó el pedazo de pergamino de sus alforjas y se lo entregó a Zécora, la cual lo estuvo leyendo detenidamente. La unicornio lavanda tan solo esperó pacientemente, probando su té. Una vez que Zécora terminó de leer, habló.

-Un documento de lo más interesante, pero no recuerdo haber leído algo así antes. En cuanto a la criatura, no parece ser ninguna de las que hay aquí, jamás había oído hablar de algo así.

-Entonces… ¿no sabes lo que puede ser?

-En mi tierra, sin ninguna premura, se me enseñó acerca de todo tipo de criaturas. Del otro lado del desierto y mar, jamás había oído hablar de algo similar.

-Tú eres de más allá de las Tierras Baldías ¿verdad?-inquirió Twilight.

Zécora asintió y comenzó a divagar en voz alta.

-En la tierra de las cebras nací y crecí, más allá del desierto a partir de aquí. Anchas praderas y escasos bosques salpican el lugar, el ambiente es cálido y singular. A veces se combina con los mares, pero sólo en las zonas más meridionales. Altas montañas cierran el paso hacia el levante y el poniente, rodeados de rocas afiladas y prominentes.

-¿Y allí tampoco habías oído hablar de una criatura parecida?

-Tal y como está representada, parece ser una figura irreal y deformada. Pero lo que es seguro, es que alguien debió de ser testigo de tal suceso oscuro.

-Entiendo… aunque en realidad, podría ser cualquier cosa…

-Aparecen ponis desde el principio, por lo que puedo suponer que fue visto en algún otro sitio. De más allá de Ecuestria lo dudo, eso tenlo por seguro.

-Ya veo… entonces, si no estuvo aquí ¿dónde más pudo estar?

-Bosques como este en Ecuestria, no hay ningún otro, pero puedes encontrar otro muy similar, cerca incluso de tu hogar-anunció Zécora.

-¿De veras? ¿Cuál?

-Partiendo desde Canterlot, y sin el rumbo variar, atravesando Foal Mountain, todo recto deberías llegar.

Twilight dibujó el mapa de Ecuestria en su cabeza y, siguiendo las indicaciones de la cebra, finalmente se pudo situar.

-¡Ah, pues claro, Hollow Shades, se encuentra rodeado de un extenso bosque! ¡Eres genial, Zécora!-exclamó ella, agradecida.

-Ya sabes que con mi ayuda siempre puedes contar, si quieres que descubra algo más, lo puedo intentar-añadió la cebra, sonriéndola.

-Te estaría muy agradecida, la verdad…

Estuvieron hablando un rato más hasta que finalmente la unicornio lavanda se despidió de ella; eran casi las dos y Spike debería estar esperándola para comer. Le dejó a la cebra una copia del cuento elaborada por ella, por si por un casual conseguía descubrir algo más.

El viaje de vuelta la resultó mucho más rápido, y en menos de diez minutos, se encontró de vuelta en Ponyville. Las calles parecían estar mucho más ajetreadas que de costumbre, muchos ponis iban y venían constantemente, incluso vio muchos grupos conversando entre sí; observándoles mejor, pudo ver que la gran mayoría llevaba consigo una copia del Ponyville Express, el periódico local. En ese momento, una vocecilla se alzó sobre la muchedumbre, anunciando.

-¡Extra, extra, noticia de última hora, la princesa Luna adopta a una criatura extranjera como su hijo legítimo, léanlo todo sobre ello!

Twilight ubicó al potrillo de la prensa, el cual se encontraba subido a un tonel de madera.

-Dame uno, por favor.

-Son cinco bits, señorita.

La unicornio lavanda le pagó lo convenido y observó la primera plana del Ponyville Express; en ésta, una foto en la que se veía a Luna con el bebé en su lomo encabezaba la portada, llegando incluso a opacar un poco la cabecera del periódico. Como titular, se podía leer: Adopción inesperada. Mientras se dirigía hacia la biblioteca, fue leyendo el artículo.

Esta misma mañana, la princesa sorprendió tanto a propios como extraños en un anuncio del todo inesperado; tras un escueta convocatoria de prensa, a la cual asistieron multitud de periodistas de toda Ecuestria, la familia real reveló que la princesa Luna, la princesa de la noche y de los sueños, había decidido adoptar a una extraña criatura sin pelo, la cual pueden ver en la portada. Pocos detalles se han dicho al respecto de esta extraña criatura que, según palabras de la princesa Luna, encontró en los jardines reales la otra noche paseando. Según ha dicho la princesa Celestia, estan investigando lo que podría ser, pero por ahora no se ha arrojado ninguna luz al respecto de la identidad de este extraño ser.

Por otra parte, la princesa Luna demostró durante la convocatoria que realmente aprecia a la criatura, a la cual ha llamado Frank; delante de las cámaras, y sin cortarse, demostró que incluso alguien como ella puede llegar a albergar sentimientos maternales ocultos a los ojos de la gente común. Toda una sorpresa que, sin duda, no ha dejado indiferente a nadie.

Las opiniones se cuentan por pares, y todas ellas son mixtas; Upper Crust y Jet Set, dos ponis aristócratas de Canterlot, opinan al respecto: "Yo personalmente creo que la princesa Luna tiene el gusto por los suelos, o sea, con la cantidad de potrillos sin hogar que hay en el orfanato y va ella, y elige a una extraña criatura sin pelo que ni siquiera es un poni… no sé, creo que debería elegir mejor sus prioridades" "Comprendo que la princesa quiera ser madre, pero su imagen no mejora en absoluto con una especie de mono sin pelo subido a su lomo. Que ordinariez"

Muchas más opiniones al respecto se muestran un poco más tolerantes y permisivas frente a la decisión de la princesa; Donut Joe, el pastelero local, comenta al respecto: "Bueno, creo que no es tan mala decisión después de todo, si ella quería ser madre, está en su pleno derecho de decidir lo que quiere criar. Es decir… ¿Quién soy yo para llevarle la contraria a la realeza? Sólo sé hacer donuts, nada más" Los comentarios de las clases más pudientes y elitistas son los que más rechazo les produce la idea de que la princesa crie a una criatura que nada tiene que ver con los ponis; todo el colectivo en general coincide expresamente y sus críticas han empezado a hacerse oír enseguida.

Por parte de la familia real se refiere, tanto la princesa Celestia como la princesa Cadance están en completo de acuerdo con la decisión de su allegada, llegándola a transmitir muestras de confianza y apoyo; aunque, por lo que se pudo llegar a saber de primera pezuña, el príncipe Blueblood no se encuentra tan encantado como bien llegó a asegurar esta misma mañana.

Mientras que la sorpresa y expectación se levantan, no sólo en Canterlot, sino en toda Ecuestria, una cosa está clara; esta nueva y extraña criatura, que ahora es el hijo de la princesa Luna, ha marcado un antes y un después en la historia ecuestriana, y sólo el tiempo dirá si el resto del reino aceptará el hecho en sí.


El resto del artículo se perdía en detalles tontos y un buen surtido de fotos en las que se podía ver a Luna en compañía de su hijo; en una en concreto, los dos compartían un dulce y adorable momento, en el cual la princesa frotaba su hocico sobre su cabeza en un gesto de infinito cariño. Aun a pesar de la neutralidad con la que estaba escrito el artículo, Twilight no pudo evitar fruncir el ceño, algo mosqueada por ciertos detalles que no se la pasaron por alto.

-Mph, voy a tener que pedir una copia de cada diario local…-pensó ella, sin quitar la vista en el periódico.

En ese momento llegó a chocar contra alguien y se dispuso a disculparse enseguida.

-Oh, lo siento, iba distraída…

-No pasa nada… hombre, Twilight, dulzura…

-Ah, hola Applejack ¿a dónde vas?-inquirió ella, curiosa.

-He quedado con las chicas en el Sugarcube Corner para hablar… por lo que veo, tú también te has enterado…-murmuró la poni granjera, mirando el periódico que sostenía con su magia.

-Oh, sí, bueno, yo ya conocía la situación de antes, la verdad…

-¿En serio? Vaya, vente y súmate a la tertulia, seguramente nos quedaremos a comer-la sugirió Applejack.

-Me encantaría, pero Spike me espera en casa y le dije que volvería pronto…

-¿Spike? justamente le he visto antes en la casa árbol con mi hermana y sus amigas, le habían invitado a un picnic y él había dicho que sí…

-¿Ah, sí? Bueno, pues en ese caso iré con vosotras…-anunció Twilight, guardándose el periódico en sus alforjas.

-No te importa ¿no?

-No, para nada, además, me alegra ver que Spike va haciendo cosas por sí mismo.

Las dos se encaminaron directamente hasta la pastelería, mientras iban conversando de todo un poco y guardando lo mejor para la tertulia grupal; en cuanto llegaron, se sorprendieron al ver que el lugar estaba hasta arriba de ponis, los cuales hablaban con muchas ganas, seguramente de la reciente noticia que, en ese momento, estaba en boca de todos. Vieron a Pinkie al fondo, la cual las llamó la atención.

-¡Ey, ahí está Twilight también! ¡Por aquí chicas, os hemos guardado sitio!

Una mesa circular de tamaño medio se encontraba arrinconada cerca del acceso a la cocina, las demás estaban allí tomando un café; Twilight y Applejack se unieron al grupo y se pidieron algo para ellas, mientras se incorporaban a la conversación.

-¡Ya nos ha contado Rarity que tú también llegaste a conocer al pequeño Frank el otro día! ¡Cuenta, cuenta! ¿Es tan adorable en persona como en las fotos?-inquirió Pinkie, muy emocionada.

-Eh… pues sí, la verdad es que sí…-asintió Twilight.

-Es simplemente un amor, tendríais que haberlo visto, se dejaba mimar, apenas lloraba, no me dio nada de guerra cuando le estuve tomando las medidas… y mirad, mirad lo que tengo hecho ya para él-añadió Rarity, cogiendo con su magia una bolsa del suelo.

De esta sacó una serie de complementos del tamaño de Frank, todos ellos con bordados excelentes y encajes de lujo; seguía apostando por diseños de una sola pieza, ya que pudo ver por ella misma que para Frank era de lo más cómodo. Un largo camisón de color azul claro y de lana destacaba por encima de otras piezas de colores igual de fríos, con remates de lo más monos y vistosos, con algún lacito aquí y allá. Un gorrito para la cabeza de la misma tela y color remataba el conjunto. Las demás no pudieron reprimir un largo y dulce oooh, propio de las comedias costumbristas que más de moda estaban en los teatros de toda Ecuestria.

-Bueno, si supierais cuantas ideas tengo en mente… es un nuevo diseño totalmente nuevo y revolucionario, y pienso darle todo el bombo posible, mi cabeza bulle en estos momentos…-murmuró Rarity, guardándolos en la bolsa.

-Sin duda te mantendrán ocupada…-asintió Fluttershy, a media voz.

-Puedes jurarlo, querida…

-Todo eso está muy bien, pero os olvidáis de un pequeño detalle… no sabemos lo que es…-murmuró Rainbow en ese momento.

-Por eso no te preocupes, Rainbow, la princesa me ha pedido que lo investigue y ya tengo un punto de partida-comentó Twilight.

-¿Ah, sí? ¿Y qué es lo que tienes?

Las estuvo explicando a todas acerca del cuento que encontró en el archivo y la conversación que tuvo esa misma mañana con Zécora; las demás comenzaron a opinar.

-¿Hollow Shades? He oído muchas historias de ese pueblo enclavado en medio de ese bosque…-murmuró Applejack.

-¡Oh, sí! Yo tengo entendido que las noches son oscuras y densas, incluso durante el día el ambiente es oscuro, ya que las ramas de los árboles y el bosque en sí se echa sobre la localidad…-explicó Rainbow Dash, como si estuviera contando un cuento de terror.

-Oh, vaya, suena como un sitio no muy indicado como para perderse…-susurró Fluttershy.

-¡Me encantaría ir! ¡He oído que incluso la rara raza de bat ponis son originarios de lo más profundo de ese bosque, no me extrañaría nada que Hollow Shades fuera su sitio preferente de paso!-añadió Pinkie, todo emocionada.

-Bueno, aun a pesar de todo pienso ir para investigar sobre el terreno y obtener más información al respecto; si el cuento fue escrito antes de la época preclásica y aun así no tiene ninguna conexión en el bosque Everfree, entonces tiene que haber algún tipo de relación entre el bosque que rodea Hollow Shades y el que aparece en el cuento.

-¿Y no has pensado en White Tail Woods, el bosque de Galloping Gorge, el de Smokey Mountain, o el que rodea la parte meridional de las Neighara Falls? Tienes donde elegir…-comentó Applejack.

-Sí, y el que bordea Foal Mountain, y el que colinda al norte con Baltimare, o el que precede a Haysead Swamps… -añadió Rainbow.

-Sí, vale, ya sé que hay muchos sitios, pero prefiero ir poco a poco… estamos hablando de un documento que tiene más de mil años, o puede que más, por lo que, posiblemente, tendré que recorrerme casi toda Ecuestria…-admitió Twilight.

Durante el resto de la conversación estuvieron hablando de todo un poco, llegando a opinar sobre la decisión de la princesa; a todas les parecía bien, sobre todo después de los comentarios de Rarity, y a ninguna las importo que se tratara de una criatura extraña y desconocida. Finalmente acabaron comiendo allí mientras la conversación seguía su ritmo, fluyendo hacia otros derroteros.

Para eso de las cuatro todas se fueron de vuelta a sus casas excepto Pinkie, la cual se quedó allí contando la recaudación matutina; Twilight regresó a su biblioteca pensando en sus propias cosas y mirando a la nada, pero una figura delante de la puerta la llamó la atención. Un poni se encontraba tocando a la puerta insistentemente, Twilight aceleró el paso para ir a su encuentro.

-Disculpe ¿busca algo?-inquirió ella en cuanto llegó a su lado.

El poni se dio la vuelta, revelando entonces su aspecto; era un semental joven, de ojos claros, pelaje color grisáceo y crin y colas morenas. Llevaba puesto un sombrero de reportero, y su marca de belleza consistía en un bloc de notas con un lápiz escribiendo en él.

-Ah, hola, estoy buscando a… Twilight Sparkle-explicó él, mirando sus notas.

-Soy yo ¿y usted es…?

-Ah, soy Gooder Journal, un reportero del Fillydelphia Inquirer; estoy aquí para hacerla unas cuantas preguntas, si a usted no la importa, es sobre la investigación que está llevando a cabo sobre el origen del hijo de la princesa Luna, la princesa Celestia llegó a comentar en la convocatoria que usted, su estudiante personal, se estaba encargando…

-Eh, sí, bueno, me gustaría ayudarle, pero apenas acabo de empezar y no tengo nada que compartir con usted…-murmuró ella, a la evasiva.

-¿Segura? Es una pena, porque mucha gente se está haciendo muchas preguntas, y algunos piden respuestas, aunque tenga un poco, seguro que servirá para calmar los ánimos…

-Si le entiendo perfectamente, pero entiéndame usted a mí, no tengo nada consistente por el momento, y unos pocos datos, por pequeños que sean, no dicen nada.

-Pero…

-Mire, deme un tiempo para situarme un poco y cuando sepa algo contactaré con usted, ahora si me disculpa, me meto en casa.

Antes de que el periodista la dijera algo más, Twilight cerró la puerta y soltó un suspiro; era cuestión de tiempo, después de todo sabía bien cómo funcionaba la prensa sensacionalista, pero ella apenas podía hacer nada. Por ahora no quería adelantar acontecimientos, y tampoco la interesaba que se supiera que había un cuento con más de mil años pululando por ahí sin el visto bueno de la Asociación para la Preservación y Protección de Documentos Antiguos. Tenía que proceder con cautela y no bajar la guardia en ningún momento. Dejó sus cosas en la mesa del salón y cogió el pergamino original, llevándolo al sótano, donde tenía su pequeño estudio de restauración; para conservarlo adecuadamente, y evitar así los problemas con los cambios bruscos de temperatura o humedad, cogió dos planchas de cristal y encerró el documento entre éstas. Luego selló los bordes para asegurar las planchas y finalmente las guardó en un cajón especial bajo llave. El resto de copias que realizó esa misma mañana seguían allí, por lo que las cogió todas y se dirigió arriba para hacer unas cuantas más.

-Algo me dice que las voy a necesitar-pensó ella, cerrando la puerta tras de sí y subiendo las escaleras hacia la sala de lectura.

Afuera, el periodista hacía tiempo que se había retirado.








Mientras tanto, en el palacio de Canterlot, la tarde pasaba rápidamente entre nueva correspondencia que llegaba al menos cada cinco minutos y diferentes copias de periódicos llegados de casi todas las partes de Ecuestria; las cartas iban dirigidas principalmente a Luna y de parte de los colectivos nobles, la mayoría de las veces exigiendo explicaciones para con semejante atropello y falta de pudor, según los estratos más arraigados y pudientes. Luna estaba que se subía por las paredes, y cada vez que la traían una nueva carta, la rompía sin muchos miramientos; sólo se había leído las tres o cuatro primeras, las cuales eran casi idénticas. Y de todos los artículos periodísticos que había leído, el del Canterlot Express era el más sensacionalista de todos.

Este humilde reportero aún se pregunta si la convocatoria de esta mañana ha pasado de verdad o sólo ha sido una broma de muy mal gusto por parte de la familia real; pero luego veo las fotos, y me doy cuenta de la dura realidad. Y es que me resulta especialmente difícil, sobre todo con ese detalle en concreto. En Canterlot hay un total de cuarenta potrillos sin familia ni hogar, contabilizados y organizados por el orfanato local; y de todos esos pequeños huérfanos sin nadie que les quiera y cuide, la princesa Luna decide no elegir a ninguno de ellos. Personalmente me parece una decisión un tanto cuestionable, no estoy diciendo que la princesa no sea madre, ni mucho menos, pero un servidor ve la situación desde un punto de vista neutral y no puede evitar que esos pobre potrillos sin hogar hayan sido ignorados de una forma tan cruel e injusta.

Para ese punto, Luna ya había arrugado el periódico en una bola de papel y la había lanzado contra el suelo, hecha una furia.

-¿¡Cómo se atreve a decir que ve la situación desde un punto de vista neutral?! ¡Es claramente personal!

-¡Princesa, tranquilícese, va a asustar a Frank!-exclamó en ese momento Midnight, que estaba con ella.

La aludida reaccionó de golpe y se acercó a su hijo, el cual estaba visiblemente incómodo; lo cogió con su magia y lo arrulló contra su pecho.

-Oh, lo siento, cariño, mamá no quería asustarte…

Frank se tranquilizó un poco más en su pecho y respiró pausadamente, mirando fijamente a su madre; la mirada que éste la lanzó no hizo más que animarla a seguir luchando por él, sin importar cuán duro fuera el camino.

-Da igual cuantas cartas me manden o lo que digan esos periodicuchos del demonio. Nada me hará cambiar de opinión. Tú eres mi hijo y nada ni nadie va a cambiar eso.

Para calmarse un poco y olvidarse de lo que le rodeaba, se puso el disco de Frank Sinatra otra vez para deleitarse un poco con su potente voz; Strangers in the Night volvió a sonar como la otra noche y tanto Luna como Midnight escucharon atentamente, mientras que Frank se quedaba muy quieto, escuchando al igual que ellas. Una vez que acabó esa comenzó la siguiente, Something Stupid según la lista, la cual destacaba por sonar ligeramente distinta, ya que no había orquesta acompañando al ritmo; y también, al contrario que la otra, una voz femenina cantaba junto con Sinatra; en la lista era identificada como Nancy Sinatra, la hija del cantante.

I know I stand in line, until you think you have the time

To spend an evening with me

And if we go someplace to dance, I know that there's a chance

You won't be leaving with me


El ritmo era pausado y suave, casi sin alteraciones de ningún tipo; la voz de Nancy combinaba muy bien con la de Sinatra, formando un dueto perfecto en muchos sentidos.

And afterwards we drop into a quiet little place

And have a drink or two

And then I go and spoil it all, by saying something stupid

Like: "I love you"


Hasta ahora, Sinatra había destacado por tener unas letras que hablaban sobre el amor, y esa nueva canción no se le quedaba lejos.

I can see it in your eyes, that you despise the same old lies

You heard the night before

And though it's just a line to you, for me it's true

It never seemed so right before


El ritmo era constante y no se paraba, repitiendo el mismo pero efectivo esquema, con las mismas tonadas e intervalos.

I practice every day to find some clever lines to say

To make the meaning come through

But then I think I'll wait until the evening gets late

And I'm alone with you


Las suaves y armoniosas voces de Sinatra y Nancy le daban a la canción un toque muy especial y diferente al que antes oyeron.

The time is right your perfume fills my head, the stars get red

And oh the night's so blue

And then I go and spoil it all, by saying something stupid

Like: "I love you"


A partir de ese punto, la orquesta regresó sorpresivamente, complementando aún más y mejor a la canción, antes de que Sinatra y Nancy volvieran a repetir las últimas estrofas. Finalmente, la canción terminó en un crescendo precioso, con Sinatra y Nancy repitiendo todo el rato I love you hasta enmudecer.

-Este Frank Sinatra era todo un romántico…-murmuró en ese momento Midnight.

-Desde luego, si alguna vez llega a cantar sobre algo que no sea el amor, me sorprenderé…-asintió Luna.

El disco se siguió reproduciendo, pero apenas le prestaron atención; la canción había logrado su efecto esperado y Luna consiguió desconectar por completo, olvidándose de todo lo demás y pasando el tiempo con su hijo.

Pero al poco rato, las puertas del salón se abrieron, entrando en el sitio un guardia real solar.

-Princesa Luna, requieren de su presencia en el salón del trono, un grupo de nobles desea hablar con usted…-anunció entonces.

-¿Qué? Ah, paso, diles que no estoy…-murmuró ella, sin ganas.

-Ah, pero es que… ya la hemos anunciado, alteza…

Frente a eso, Luna taladró con la mirada al guardia, el cual agachó las orejas, amedrentado.

-Lo siento, alteza…-musitó acto seguido.

Ante semejante tesitura, no le quedó más remedio y se levantó molesta.

-Maldita sea… Midnight ¿puedes hacerme el favor y quedarte con Frank un rato hasta que vuelva?

-Por supuesto alteza, vaya tranquila-asintió ésta.

-Gracias… ahora vuelvo cariño, mamá no tarda nada-murmuró Luna a Frank, dándole un rápido beso en la frente.

La princesa se retiró, dejando a Midnight con un intranquilo Frank al ver que su madre se iba repentinamente; la bat poni trató de calmarle.

-Oh, vamos, no llores, tu mamá volverá enseguida…

Pero aun así eso no mejoró las cosas y comenzó a hacer pucheros, la antesala al lloro ininterrumpido; Midnight pensó en algo rápido que la sacara del apuro.

-Eh… ¡oye, Frank, mira Frank! ¿Dónde está el poni?-inquirió entonces, tapándose la cara con sus cascos.

Al punto, Frank se calmó y se quedando mirando a Midnight, con una cara de desconcierto total y frunciendo el ceño.

-¡Aquí está!-exclamó ella justo después, descubriendo su cara de golpe.

El instante sorpresivo hizo reaccionar a Frank, el cual esbozó una grata sonrisa y llegó a dejar escapar una pequeña risa; Midnight repitió lo mismo y Frank volvió a reírse, ésta vez con un poco más de fuerza. Pero a la tercera la cosa perdió fuerza y volvió a las andadas.

-No, no pasa nada… a ver, algo, lo que sea…-masculló ella, algo atacada y mirando a su alrededor.

Vio entonces que el disco de vinilo se seguía reproduciendo, por lo que optó por volver a poner la canción de antes, alzando el brazo fonocaptor y volviéndolo a bajar en la parte más superior del mismo. Un breve silencio precedió a la canción Strangers in the Night; Frank se calmó enseguida con las voces de Sinatra.

-La música amansa a las fieras, dicen…-pensó ella, aliviada.

Tras eso volvió al sofá con él para hacerle compañía, poniéndole caras raras y haciéndole reír de vez en cuando; en ese momento, una voz que ella conocía se alzó por encima de la música.

-Te veo muy maternal últimamente…

La bat poni levantó la vista y vio al sub capitán Skipper mirándola desde la puerta, con una expresión divertida.

-¿Y eso que significa acaso?-inquirió ella, ceñuda.

-Que me empiezas a dar un poco de miedo…

-Qué imbécil eres…

Los dos se quedaron en silencio durante un momento, mientras que la música seguía sonando; Strangers in the Night ya había acabado hace un rato, volviendo a sonar Something Stupid. La segunda estrofa se volvió a repetir en ese mismo momento.

And then I go and spoil it all, by saying something stupid

Like: "I love you"


-Sólo le estoy cuidando mientras la princesa está ausente, eso es todo… ¿y tú? ¿No tienes deberes reales que atender?

-Ahora mismo no, estoy de receso… el capitán Armor se está encargando del entrenamiento por mí-explicó él.

-Qué cara tienes…

-Eh, oye, no soy yo el que se salta la guardia siempre que puede…

-¿Qué imbecilidades dices ahora? Por supuesto que no me salto nada…

-Oh, vamos, los dos conocemos bien la respuesta a esa pregunta…

I can see it in your eyes, that you despise the same old lies

You heard the night before


-Eres un imbécil-le espeto ella, tratando de ignorarle.

-Oh, vamos ¿no sabes decir otra cosa? Siempre soy un imbécil para ti…

-Es que lo eres…

And though it's just a line to you, for me it's true

It never seemed so right before


Skipper esbozó una grata sonrisita y se acercó a ella.

-Me parece que el señor Sinatra me da la razón…

-Y me parece que estás siendo más imbécil que de costumbre, sólo es una maldita canción…

-Pues me da la sensación que sabes que hasta él tiene razón…

I practice every day to find some clever lines to say

To make the meaning come through


-¿Ves? Me da la razón todo el rato, seguro que nos hubiésemos llevado de madre si nos hubiéramos conocido…

-¿Y tú eres el de las líneas inteligentes? Por favor, menuda chorrada…

-Ja, díselo a él, a ver que te dice…

But then I think I'll wait until the evening gets late

And I'm alone with you


-¿Segura que estás de guardia o sólo te estás escaqueando otra vez?-inquirió él, al lado del sofá.

-¿¡A ti que te parece, imbécil?! ¡Estoy cuidando de Frank!

-Pero ahora estás hablando conmigo…

-¡Eso es porque cierto imbécil ha venido a tocarme las narices, como normalmente hace!

The time is right your perfume fills my head, the stars get red

And oh the night's so blue


-Yo sólo he venido a saludar, pero tú te pones a la defensiva, como siempre haces…-murmuró Skipper.

-¡Si me pongo a la defensiva será por algo! ¡Y no actúes como si no supieras de lo que te estoy hablando, siempre tratas de hacerme quedar mal!

-¿Yo hacerte quedar mal? Exageras un buen tanto, Blossom…

And then I go and spoil it all, by saying something stupid

Like: "I love you"


-Eres insufrible, Skipper, no te soporto…

-Oh, vamos, dame un respiro ¿quieres? Yo tampoco te aguanto, pero aun así siempre trato de ser amable, y mira cómo me lo pagas…

-Encima eso, eres un…

Para ese punto, la disputa había alcanzado un máximo extraño en el que los dos se habían cercado el uno al otro sin ni siquiera darse cuenta; los últimos versos de la canción se repetían todo el rato. Aun a pesar de la situación, Frank estaba extrañamente calmado, y veía discutir a ambos ponis, siendo testigo de su inusitado acercamiento paulatino. Midnight abrió la boca para hablar, pero se quedó estática por un momento.

I love you

-¿Ibas a decirme algo?-inquirió Skipper, a media voz.

Los dos se quedaron callados y, sin decir nada, acortaron distancias lentamente. Frank les observaba atentamente, llegando a hacer un extraño aspaviento muy similar a la de una boqueada.

Antes de que sus labios llegaran a tocarse, un sorpresivo y repentino sonido rebotó por todo el palacio, sobresaltándolos.

-¡¿Cómo se atreven?! ¡Ingratos, desagradecidos, escoria nobiliaria!

El sonido fue tan potente que un viento huracanado recorrió los pasillos del palacio, llegando incluso a mover algunas cosas de sitio, entre ellas el brazo fonocaptor del gramófono, el cual enmudeció de golpe.

-¿¡Qué demonios ha sido eso?!-masculló Skipper, apartándose de golpe y algo enrojecido.

-¡La voz real de Canterlot, hacía tiempo que no la había vuelto a oír!-exclamó Midnight, imitándole.

Frank reconoció la potenciada voz de su madre y dejó escapar un gritito angustiado. Los dos guardias reales reaccionaron y se pusieron en movimiento enseguida, Midnight cogió entre sus patas a Frank y salió volando hacia el pasillo junto a Skipper.

La voz real de Canterlot provenía directamente del salón del trono, más gritos profundos salían de éste.

-¡Fuera de mi palacio, ya no son bienvenidos aquí, déjenme a mí y a mi hijo en paz!

Otra voz menos potente pero igualmente audible resonó justo después mientras se iban acercando.

-¡No es su hijo y lo sabe! ¡No puede ser su hijo!

-¡Se acabó!-masculló entonces Luna.

Skipper y Midnight fueron los primeros en entrar, viendo cual era la situación; un grupo de cinco nobles era increpado por una furiosa princesa Luna, cuyos ojos estaban blancos y fijos en ellos.

-¡Princesa Luna!-exclamó la bat poni.

-¡Luna! ¿¡Qué haces?! ¡Para!-exclamó en ese momento Celestia, apareciendo detrás de ellos.

La princesa Cadance y el príncipe Blueblood fueron los siguientes en llegar; Cadance se quedó un tanto asustada al ver a su tía así de alterada.

-¡Nos han insultado a nosotros y a mi hijo, no voy a tolerar semejante afrenta a la corona, largo de aquí ahora mismo o sufrirán mi ira!-chilló Luna, clavando una pata en el suelo con furia.

Tanto Celestia como Cadance trataron de interferir para calmarla, pero en ese momento Frank llegó a emitir unos gemiditos al ver a su madre, llorando un poco. Al oírlo, Luna se calmó de golpe y sus ojos volvieron a la normalidad; giró la cabeza y al ver a su hijo llorando, se lanzó a por él.

-Oh, no, no, mi pequeño Frank, lo siento tanto, no quería asustarte…-murmuró entonces, con una suave y frágil voz.

Cogió al bebé con su magia y lo llevó a su pecho, arrullándolo para que se calmara; aun a pesar de la dulce estampa, los nobles al verle no reprimieron varias muecas de asco y rechazo. Celestia decidió adelantarse y se interpuso entre ellos y su hermana.

-¡Princesa Celestia, el trato de su hermana para con nosotros ha sido del todo deleznable e intolerable, exigimos una disculpa ahora mismo!-exclamó uno de ellos.

-Fuera-murmuró entonces la princesa del día para su sorpresa.

-¿Cómo?

-He dicho que ustedes ya se iban; sub capitán Skipper, acompáñenles hasta la puerta, señorita Blossom, vaya con ellos.

-Sí, alteza-asintieron los dos guardias.

Los nobles se vieron rodeados por los guardias, obligándoles a salir de allí, no sin antes dirigir unas encendidas miradas hacia las princesas; Luna les ignoró y siguió arrullando a su hijo. Una vez solos, Celestia se dirigió a su hermana.

-¿¡En qué estabas pensando, Luna?! ¿¡A cuento de que les insultas de esa manera?!

-¿¡A ti que te parece?! ¡Me despreciaron a mí y a Frank como si fuéramos basura, no pude permitírselo, y encima vinieron aquí en plan parlamentarios!

-¡Comprendo tu enfado, pero lo único que has hecho ha sido lo que ellos querían, provocarte y picarte para que cayeras en su trampa, ahora pueden usar todos tus insultos y amenazas en tu contra, nos has puesto en un grave aprieto! ¡Sabes que hay un protocolo que…!

-¡A la mierda el protocolo, no necesito una lista enumerada de modismos para defenderme a mí y a mi hijo! ¡Y además! ¿Quién los ha convocado? ¡Dijeron que habían venido por petición expresa! ¿¡Quién demonios ha sido el zoquete que los llamó?!-inquirió Luna, aun con el cabreo presente.

-He sido yo-anunció entonces una voz familiar.

Las dos princesas se dieron la vuelta y vieron a Blueblood, mirándoles con una adusta severidad.

-¿¡Qué?!-masculló tanto Luna como Celestia.

-Los llamé para que hablaran con la tía Luna y estos expusieran sus quejas, me lo pidieron expresamente, por lo que yo acepté.

-¿¡Pero tú eres tonto, Blueblood?! ¿¡Es que acaso quieres hundirme?!-gritó Luna.

-Oh, no, nada de eso, sólo quería que arreglaras tus cosas, tía…-murmuró él, haciéndose el inocente.

-¡Encima eso!

-¡Basta, los dos! ¡Blueblood, discúlpate ahora mismo!-ordenó Celestia, realmente enfadada ésta vez.

-¿Bromeas, tía? Yo no he hecho nada malo…

-¿¡Pero cómo tienes semejante desfachatez, Blueblood?! ¡Tú no eres mi primo ni eres nada!-le espetó Cadance, entrando al trapo.

-¡Cadance, estate al margen!

-¡No puedo, tía, simplemente no puedo, no tras lo que ha hecho!

-¡Dejadme en paz, he hecho lo que tenía que hacer!

Tras eso, comenzó a haber una tremenda discusión en la que todos hablaban a la vez y a destiempo; Frank no pudo con la presión y se echó a llorar, lo que hizo reaccionar a Luna.

-¡Basta ya!

Tras eso, realizó un hechizo de teletransporte y Luna desapareció de la vista.







Un brillante resplandor se dio al otro lado de los jardines del palacio y Luna reapareció tras uno de los setos; Frank seguía llorando en su pecho, muy nervioso y desconcertado. La alicornio se acercó hasta un árbol y se tumbó en el lado de la sombra mientras arrullaba y trataba de calmarlo.

-Ya, ya está, no llores más, cariño, ya ha pasado todo…

Obligándose a olvidar todo lo que había ocurrido hasta el momento, la princesa se volcó plenamente en su hijo y siguió hablándole con palabras dulces y cálidas, transmitiéndole toda la tranquilidad y el amor que en esos tensos momentos tenía. Fue más duro que de costumbre, Frank tardó bastante en calmarse, Luna comenzó a tararear una antigua canción ecuestriana por lo bajo y, enseguida, los lloros amainaron. Aunque Frank se calmó, ella siguió tarareando la canción, para hacerle sentir cómodo y a salvo de gritos y otros histerismos que tan frecuentes empezaban a ser a su alrededor. Antes de lo esperado, Frank cayó dormido en el pecho de su madre, la cual miró a su hijo con infinito cariño. En cuanto se aseguró que estaba bien dormido, Luna dejó escapar un suspiro y cerró los ojos con fuerza, tratando de evitar que lágrimas de frustración se asomaran de sus ojos.

-Tengo que ser fuerte por ti… nadie nos separará, hijo mío, te lo prometo, siempre estaré a tu lado-susurró ella entre dientes, dándole un suave beso en la frente.

En ese momento oyó varios pasos ahogados por el césped; no necesitó preguntar quién era, puesto que ya lo sabía. Celestia se acercó y se tumbó frente a ella.

-Lo siento, yo…

-No, tranquila, no pasa nada, tienes todo el derecho del mundo a estar enfadada…

Las dos hablaron en voz baja para evitar despertar a Frank, el cual dormitaba tranquilamente en el regazo de Luna.

-Ahora todo el mundo está en nuestra contra… hasta en mi familia me rechazan…

-No pienses en eso, ya he mandado a Blueblood a su habitación, luego hablaré con él.

-¿Por qué? ¿Por qué rechazan así sin más a Frank? ¿Sólo porque es diferente? ¿Acaso no tengo derecho a ser madre?

-Por supuesto que lo tienes, Luna, todo el mundo tiene derecho a decidir… y eso no te lo puede quitar nadie.

-Y aun así, tienen la osadía de juzgarme como si ellos fueran más que yo… yo soy la princesa aquí, no ellos… ¿en qué momento hemos dejado que la nobleza se nos subiera a las barbas de ese modo?

Frente a eso, Celestia suspiró por lo bajo antes de volver a hablar.

-Ya sabes que es complicado… cuando te fuiste, los sectores nobiliarios más cercanos a la corona aprovecharon mi momento de debilidad para pedirme más privilegios y posesiones que no tenían; traté de que no obtuvieran más de lo que yo podría darles, pero se las arreglaron y me liaron. En parte es culpa mía. Lo siento, Luna, no quería que se aprovecharan de la situación, y aun así… te he fallado.

-No, para nada, he sido yo quien ha iniciado el conflicto. Siempre tuve mucho temperamento desde que era pequeña, y me enfadaba con facilidad… ahora todos pagaremos por mi imprudencia.

Las dos alicornios se miraron por un momento, Luna se mordió el labio y no pudo evitar derramar algunas lágrimas; Celestia abrazó a su hermana pequeña para confortarla.

-Siento como si todo se cayera sobre mí… no sé si voy a poder soportar tanta presión. Temo por Frank, Tia…-masculló ésta, mirando a su hijo dormido.

-Haremos todo lo posible para que nada le afecte, yo me encargaré personalmente de ello. Déjame a mí las negociaciones ¿vale?

Luna tan solo asintió con la cabeza y su hermana frotó su mejilla contra la suya, devolviéndose las dos el gesto cariñosamente. Las últimas horas de luz comenzaban a acabarse y el color anaranjado del atardecer bañaba a Canterlot en una cálida luz.

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Banda Sonora Original de Amor de madre :roto2rie:

Última edición por Sg91 el 23 Mar 2014, 22:58, editado 1 vez en total

Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor horwaith » 23 Mar 2014, 22:50

buen capítulo, has clavado todos los sentimientos que hay en el ambiente.
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor amadeus_dark » 23 Mar 2014, 23:08

Exclusiva!

Adelanto de un proximo capitulo en el que Blueblood y esos aristrocaspas vuelven a insistir a Luna con el tema y la reaccion de esta (solo imaginen que es Luna pero con barba)

Exclusiva aqui
Mi pony test de perosnalidad.........Just as Pinkie planned

Spoiler:
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor Sg91 » 02 Abr 2014, 10:59

Capítulo 4

Intereses


Los días siguientes al incidente en el palacio transcurrieron con Luna recluida en los terrenos del mismo, cuidando de su hijo y sin siquiera salir en ningún momento; no había mucha diferencia a cuando lo hacía, ya que rara vez solía salir antes de que adoptara a Frank, pero sus apariciones esporádicas aquí y allá por las calles de Canterlot se redujeron por completo. Esto comenzó a provocar comentarios de todo tipo, alimentando tertulias en las cafeterías y columnas de cotilleos en los periódicos locales. Las creencias más extendidas aseguraban que Luna se avergonzaba de salir a la calle con su hijo y prefería permanecer en soledad en el palacio, fuera de la vista de todos. Celestia estaba preocupada por todos esos chismorreos, puesto que no hacían más que dañar la figura real de Luna.

-Luna, tienes que hacer alguna que otra aparición pública, la gente en la ciudad está comentando mucho de un tiempo a esta parte…

-¿Para qué, para que señalen con la pezuña a mi hijo remarcando lo raro que es? Paso, prefiero quedarme aquí y cuidarlo yo misma.

-Pero tu figura real está saliendo muy perjudicada ¿no has leído los periódicos?-inquirió su hermana.

-Desde ese artículo sensacionalista, no, no hacen más que cabrearme cada vez que los leo…

-Pues deberías hacerlo, muchos dicen que te recluyes porque te avergüenzas de Frank-anunció ella.

-¿¡Qué?!-soltó Luna, alterada de golpe.

-Y no sólo eso, la nobleza te está empezando a tachar de irresponsable para con tus deberes reales… que no haces más que cuidar de Frank y no cuidas de tus propios intereses como princesa.

-Pero, pero… ¡esto es inconcebible, una afrenta, eso es lo que es!-chilló la princesa de la noche.

-No es que quiera darle la razón a la nobleza, pero creo que llevan algo de razón ¿Cuándo ha sido la última vez que te has encargado de sellar alguna acta o disposición real?

-¡Apenas tengo tiempo, Tia, tengo que cuidar de Frank!

-No has respondido a mi pregunta, Luna…

La aludida dejó escapar un respingo y finalmente murmuró.

-Desde que encontré a Frank hasta ahora, ninguna.

-¿Lo ves? Me parece estupendo que quieras cuidar tu misma de Frank, pero también tienes que atender tus responsabilidades, hermana. ¿Por qué no dejas que Cadance le cuide por ti? No tiene tantas responsabilidades a su cargo como tú, podría hacerlo perfectamente… ¿y Midnight? Últimamente vas mucho con ella, también te podría ayudar…

Luna se mostró un poco reacia al principio; la idea de separarse de su hijo durante un largo tiempo la hacía preocuparse en demasía, pensando en si estaría bien con ella lejos. Aunque pensándolo mejor, tampoco era muy recomendable hacer que Frank se volviera tan dependiente de ella; seria duro, pero tendría que dejar a su hijo con otro poni.

-Está bien… me pondré ahora, pero necesito a alguien que cuide de Frank.

-Ahora mismo Cadance está libre, puedes dejarlo con ella-comentó Celestia.

Luna aceptó y llevó a Frank con Cadance, la cual se encontraba en su habitación leyendo; su sobrina aceptó encantada cuidar de él.

-Gracias Cadance, si tienes algún problema, el que sea, llámame-murmuró Luna.

-No te preocupes tía, ya sabes que tengo experiencia de sobra, fui la canguro de Twilight después de todo…

-Lo sé, lo sé, es solo que…

Luna no continuó, pero Cadance la miró comprensivamente antes de hablar.

-Sé lo que me vas a decir, tía… no lo pienses más, estaremos bien.

-Vale… pásalo bien con tu prima, cariño, te veo luego-le dijo Luna a Frank, dándole un beso en la frente.

El bebé, al ver que su madre se iba sin él, comenzó a revolverse en el regazo de Cadance y a llamarla con quejidos guturales; Luna reprimió las ganas de pararse y salió al pasillo, pensando en el bien común. La dolía horrores separarse de él así, pero sabía que tenía que hacerlo. Antes de bajar las escaleras, oyó a Cadance calmando a Frank, el cual comenzaba a llorar.

En su estudio, al lado de su habitación, la esperaba una montaña de papeles, actas, disposiciones reales y otros documentos legales pendientes de firmar, sellar y clasificar; al verlos, Luna no pudo evitar soltar un respingo.

-La mañana va a ser muy larga…-masculló por lo bajo.

Rápidamente, Luna se perdió entre órdenes notariales, peticiones populares denegadas y actas a tramitar; firmó tantas veces y tan de seguido que la grafía de su firma se quedó grabada en la superficie de su escritorio, se quedó sin cera enseguida, teniendo que pedir más, y la tuvieron que realizar otro cuño con su sello grabado en la punta, puesto que el otro se desgastó de tanto usarlo. Desplumó, afiló y biseló un total de cinco plumas, y rellenó el tintero unas cuatro veces.

Cuando terminó con todo el papeleo atrasado, Luna se desesperezó y dejó escapar un suspiro.

-Por fin se ha acabado…

En ese momento llamaron a su puerta y ella contestó de seguido.

-Adelante.

Una de las ponis del servicio abrió la puerta, al tiempo que el secretario del palacio entraba a llevarse los documentos.

-Alteza, la comida ya está servida-anunció la poni del servicio.

-Ah ¿ya? ¿Qué hora es?

-Las dos y media, alteza…

-Vaya, qué rápido ha pasado el tiempo… vale, voy para allá.

En el comedor, tanto la comida como el resto de su familia ya estaban allí, esperándola; Cadance llevaba consigo a Frank, el cual, al ver a su madre, se puso como loco de contento y alzó sus garras hacia ella. La cara de Luna se iluminó nada más verlo, cogiéndolo con su magia y llevándolo a su pecho.

-Oh, cariño, te he echado tanto en falta…

-Nos lo hemos pasado muy bien, al principio estuvo un tanto nervioso después de que te fueras, pero luego se repuso y nos lo pasamos genial ¿a que sí, primito?-inquirió Cadance.

Frank dejó escapar un pequeño gritito y se abrazó al cuello de su madre, la cual se encargó de darle de comer; la conversación siguió dándose entre Celestia, Luna y Cadance, pero Blueblood se mantuvo tan en silencio como la última vez, sin ni siquiera prestar atención a nada o a nadie.

Una vez que Frank comió, se lo estuvieron turnando entre Luna y Cadance para que las dos pudieran comer tranquilas; Celestia también lo sostuvo un rato, haciéndole reír de vez en cuando y sacando a la soberana de Ecuestria una grata sonrisa. Después del postre, Celestia comentó.

-Se me ha ocurrido algo para limpiar un poco tu figura de cara al pueblo, Luna.

-¿Ah, sí? ¿En qué has pensado?-inquirió ésta, jugando con Frank.

-Esta tarde nos vamos de merendola al parque-anunció entonces la princesa.

La noticia pilló por sorpresa a todos, incluso Blueblood levantó la vista, extrañado.

-¿Merendola?-repitió Cadance, extrañada.

-Sí, nos llevamos unos cuantos dulces para picar, algo de beber, algunos juegos de mesa y pasamos la tarde allí. La idea es estar todos juntos en familia, para así mostrar al pueblo que Luna no se recluye, y de paso, que Frank no es ninguna criatura extraña, sino uno más de la familia-explicó Celestia más detalladamente.

-¡Oh, me gusta la idea! Vale, hagámoslo-asintió Cadance, emocionada.

-Bueno, no suena mal…-murmuró Luna.

-Ah, paso…-soltó entonces Blueblood, como quien no quiere la cosa.

De alguna u otra manera, las demás se lo esperaban, pero Celestia se dirigió a él con mirada severa.

-Todos tenemos que participar, Blueblood, se supone que es una merendola en familia… además, ya tuvimos aquella conversación, creí que estaba todo bien claro…

Frente a eso, Blueblood no dijo nada, mirando al suelo y sin mirar a su tía.

-Blueblood… mírame…

El aludido alzó la vista y se encontró con la autoritaria mirada de su tía; pero para su sorpresa, ésta suavizó el gesto y su rostro mostró preocupación e incluso un poco de melancolía. Luna no dijo nada, pero Cadance se mostró gratamente sorprendida.

-Está bien…-murmuró entonces él, accediendo.

Para Cadance, el detalle no hizo más que confundirla y extrañarla aún más; ¿Qué había sido eso? ¿Cómo es que Blueblood había accedido así sin más?

-Estupendo… saldremos a eso de las cinco y media-añadió Celestia.

El resto de la tarde antes de la salida pasó rápidamente entre juegos varios, además de una rápida siesta entre medias; en las cocinas realizaron unos cuantos bollos para llevar, chocolate, galletas y un poco de pan dulce, junto con zumos, leche y agua. Cadance rescató algunos de los juegos de mesa que ella tenía de cuando era pequeña, entre ellos el Monopony, un tablero de ajedrez, otro de parchís y el de palabras cruzadas.

Antes de irse, se encontraron todos en el recibidor, junto a la puerta; Celestia apareció con algunas de las cosas en sus alforjas, acompañada del sub capitán Skipper; Luna vino después con Frank en su lomo, trayendo consigo a Midnight, la cual llevaba el gramófono de la princesa consigo.

-Hola, Luna… ¿y el gramófono?-inquirió Celestia, curiosa.

-Oh, por si nos aburrimos, tiene el disco de Sinatra puesto.

Cadance apareció después con los juegos y finalmente vino Blueblood, el cual iba con lo puesto.

Una vez todos juntos, salieron por la puerta y tomaron dirección hacia el parque de la ciudad por la avenida principal; los ponis de la calle se quedaron gratamente sorprendidos al ver a la familia real al completo caminando entre ellos como varios viandantes más, muchos se pararon para verlos mejor incluso. Desde la grupa de su madre, Frank miraba a su alrededor con mucho interés y con los ojos muy abiertos, muchos de los ponis que se quedaban quietos lo llegaban a señalar, comentando por el camino.

-¿Ese no es el hijo extraño de la princesa Luna?

-Es la primera vez que lo veo en persona…

-Qué raro es, ni siquiera es un poni…

-¿Qué será?

Luna requería de todo su autocontrol para no responder, ignorando a todos y cada uno de los comentarios que iba oyendo de pasada; el paseo hasta el parque se prolongó unos cuantos minutos más hasta que, finalmente, llegaron.

El parque de Canterlot estaba situado en la otra punta de la ciudadela, era una gran extensión de terreno que colindaba al norte de la misma y bordeaba parte de la montaña que lo albergaba hasta el mismo borde del lado izquierdo del emplazamiento de toda la ciudad. Debido a que, de por sí, toda Canterlot colgaba de la loma de la montaña, el parque se aclimataba a esta situación, y algunas ramas y plantas también colgaban del borde, haciendo su emplazamiento del todo peculiar. Un lago de tamaño medio se situaba justo en el centro del enorme espacio verde, y todo el parque estaba salpicado por todo tipo de árboles, entre ellos pinos, robles, castaños, encinas e incluso chopos al lado del lago.

Para su merendola, escogieron un frondoso castaño no muy lejos del camino principal y situado cerca del centro del parque, a pocos metros de una vistosa fuente; extendieron una larga manta a cuadros blancos y rojos y comenzaron a sacar la comida. En menos de cinco minutos ya estaba todo listo y la merendola comenzó.

Mientras la familia real comía y se relajaba, Midnight y Skipper montaron guardia cerca del castaño; aunque al poco rato de estar de guardia, ambas princesas les llamaron para que se sumaran, ellos trataron de negarse, pero éstas no quisieron un no por respuesta.

-En las cocinas han hecho comida de sobra, no queremos que nada se desperdicie…-comentó Celestia, con una cálida sonrisa.

Acompañando entonces a la familia real, los dos guardias se sentaron junto a ellos y se unieron a la fiesta. Los ponis que iban y venían alrededor del parque se acercaban curiosos al ver a la familia real en una situación tan distendida y diferente a la que ellos estaban acostumbrados a verla. Muchos se quedaban a medio camino, cuchicheando entre sí y comentando por lo bajo. Los potrillos más curiosos se atrevían a acercarse un poco más, sobre todo para ver al famoso hijo extraño de la princesa Luna entre sus patas. Los más osados incluso se acercaban hasta el lado de la princesa, para verlo mejor.

-¿Podemos ver a su hijo, princesa Luna?-inquirió uno de ellos, con gesto curioso.

-Por supuesto, pequeñín, aquí está, se llama Frank… saluda, Frank-indicó Luna, girándolo con su magia para que lo vieran mejor.

Frank se quedó mirando a los potrillos muy atentamente, sin ni siquiera pestañear; éstos le devolvieron el gesto, un tanto amedrentados por su aspecto, pero enseguida perdieron el miedo y se acercaron un poco más a él. Frank levantó una de sus garras cerrada y uno de los potrillos hizo lo propio con su casco, dándose un leve toque. La cosa fue que a Frank le hizo mucha gracia y se rio con ganas, a lo que el potrillo respondió con una risita cómplice. Pero en ese momento, apareció de improviso la madre de los potrillos, la cual exclamó.

-¡Strong, Brave, venid aquí inmediatamente, alejaos de él!

-Pero mamá…

-¡No hay peros que valgan, venid aquí inmediatamente, vamos!

Viéndose obligados, los potrillos se retiraron sin decir nada más; Frank les vio irse, llegando a agitar su garra en el proceso. Luna lo cogió con su magia y lo puso entre sus patas, sin poder evitar esbozar una triste mirada. Celestia la vio y trató de animarla poniendo el disco de Sinatra, y así amenizar un poco el ambiente; las dos primeras canciones que ya bien conocían sonaron por todo el parque, y la siguiente canción comenzó sin más demora.

La ya conocida orquesta comenzó con las primeras notas de la nueva canción, antes de que Sinatra comenzara a cantar.

Three coins in the fountain,

Each one seeking happiness.

Thrown by three hopeful lovers,

Which one will the fountain bless?


De forma parecida a la última canción, y apoyándose mucho más en la orquesta, la canción era suave y tranquila, con unos tonos alargados y bastante calmados.

Three hearts in the fountain,

Each heart longing for its home.

There they lie in the fountain

Somewhere in the heart of Rome


A pesar de tener un ritmo muy similar, la letra cambiaba ese detalle y cada verso parecía ser uno totalmente distinto.

Which one will the fountain bless?

Which one will the fountain bless?


Lo que parecía un semi estribillo corto, hacía las veces de puente entre tonada y tonada.

Three coins in the fountain,

Through the ripples how they shine.

Just one wish will be granted,

One heart will wear a valentine

Make it mine!

Make it mine!

Make it mine!


La reiteración de ese verso en concreto vino perfecta para un interludio musical por parte de la orquesta, la cual sonó incluso con más fuerza que al principio de la canción. Tras ese interludio, Sinatra volvió a repetir los anteriores versos, acabando de nuevo con la reiteración del verso Make it mine por última vez, antes de un suave decrescendo por parte de la orquesta.

Durante toda la canción, muchos otros ponis se habían acercado para escuchar la canción, quedándose gratamente sorprendidos y siendo un éxito, ya que muchos aplaudieron sus cascos contra el suelo en cuanto ésta terminó.

-¡Bravo, sólo bravo! ¡Qué voz, qué poderío, jamás había escuchado nada semejante!-exclamó uno de los ponis que allí había, acercándose a las princesas.

Luna miró ceñuda al poni, un unicornio de pelaje amarronado y crin negra, el cual se dirigió a ella; llevaba puesto un traje negro, y su marca de belleza era un disco de vinilo.

-No he podido evitar escuchar la canción, y me he preguntado ¿Quién es el que canta, alteza?

-Frank Sinatra-respondió ella.

-¿Sinatra? No me suena de nada…

-Bueno, normal que no le suene de nada… este disco apareció en el mismo lugar donde apareció mi hijo al día siguiente, parece ser que tanto él como mi hijo son la misma criatura, pero no sabemos lo que pueden ser, lo seguimos investigando-explicó Luna.

-Ya veo… aunque perdone mi súbita intromisión, alteza, me llamo Light Sound y soy un productor musical, tengo mi propia discográfica en el centro de la ciudadela-explicó el unicornio, entregándola su tarjeta.

-¿Y qué es lo que quiere exactamente, señor Sound?-inquirió la princesa, con voz queda.

-Verá, está claro que ese tal Sinatra tiene una voz excepcional, jamás había oído algo semejante, y me preguntaba si podría realizar unas cuantas copias de ese disco… sólo si usted me lo permite, por supuesto, y además, dado que el señor Sinatra no está aquí, he pensado que podría realizar algo especial con él, algo a lo que yo llamo música abierta-explicó Light Sound.

-¿Música abierta?-repitió Cadance, extrañada.

-Se trata de un término acuñado por un servidor, el cual se refiere a toda aquella música que puede ser usada por cualquier tipo de artista, en resumen, toda aquella música que no esté atada a leyes regulares restrictivas…

-Oh, ya veo por dónde va, es como una forma de facilitar el acceso a la música a los músicos más inexpertos ¿no?-murmuró Luna.

-Algo parecido, y después de haberlo escuchado, estoy seguro de que una voz como la del señor Sinatra haría furor en toda Ecuestria… ¿qué me dice, alteza? ¿Me daría permiso para realizar unas cuantas copias del disco?-inquirió Light Sound, con un deje de esperanza en su mirada.

Luna no veía por qué no iba a darle permiso, después de todo, el disco tampoco era suyo técnicamente, tan solo se lo había encontrado.

-De acuerdo, pero tiene que prometer que nos lo devolverá-añadió ella.

-Por supuesto, para mañana lo tendrán de nuevo en el palacio; después de todo, se pueden tirar unas pocas copias enseguida, y luego puedo seguir trabajando sobre las otras copias…

-Muy bien, pues todo suyo entonces-murmuró Luna, entregándole el disco junto con su funda.

-Oh, viene con funda y todo… muchas gracias, alteza.

-De nada.

El productor musical se despidió de ellos y se fue de allí tan rápido como apareció.

Las siguientes horas fueron más agradables y distendidas, la canción de Sinatra había dejado un buen ambiente y los ponis de alrededor ya no se paraban tanto como antes, dejando a la familia real más espacio. Midnight y Skipper estuvieron dando una vuelta por los alrededores, sin alejarse mucho de ellos.

-¿Por qué nos habrá largado de esa forma la princesa? Es que no lo entiendo…-murmuró ella, algo molesta.

-¿Lo dices por ella o porque estás conmigo?-inquirió él, mirándola divertido.

-Sigues siendo un imbécil para mí, Skipper…

-Lo sé, yo también te quiero…

La bat poni se quedó muda, sin poder evitar enrojecer de golpe.

-Si lo que quieres es molestarme, prefiero irme por donde he venido y perderte de vista…

-Oh, vamos, no seas así… los dos sabemos que no va con segundas…

Ambos guardias se miraron por un momento, Skipper la sonrió, pero ella miró hacia el otro lado.

-Las cosas pueden ser muy distintas, pero sólo si tú quieres… es una tontería seguir negándonos lo evidente. Todo cambió para nosotros después de esa guardia en la torre norte… Midnight…

La aludida levantó la vista, sorprendida al ver que Skipper la llamó por su nombre; los dos se sostuvieron la mirada por un momento, parándose enfrente de la fuente.

La bat poni bajó la vista, sin poder evitar esbozar una triste mirada.

-No… no podemos estar juntos, Cloud…-susurró ella.

-¿Por qué no? si lo dices porque eres una bat poni, eso me trae sin cuidado… Midnight, mírame…

Un casco blanco la tomó de la barbilla y la levantó la cabeza hacia arriba.

-Sabes que es más que eso… no puedo… de verdad que no puedo, no es que no quiera, pero no puedo…

-¿Por qué no? dame una razón, Midnight… la que sea.

Los dos volvieron a sostenerse la mirada y el pegaso blanco se acercó poco a poco a ella, la cual apenas se movió; antes de que sus labios se llegaran a rozar, Midnight se apartó. Skipper levantó la vista, visiblemente dolido.

-Lo siento, Cloud… no podemos…

Y tras esas palabras, la bat poni desplegó sus alas y se fue volando de allí, dejando al guardia con la miel en los labios. Dejó escapar un lánguido suspiro, mirando al suelo con gesto triste. Vio entonces que una pareja se acercaba a la fuente, tanto el semental como la yegua sostenían una moneda con su magia; los dos cerraron los ojos y luego lanzaron la moneda al agua, la cual se hundió. Tras eso se fueron de allí, acariciándose el cuello mutuamente y enredando sus colas. Skipper se asomó a la fuente y vio que el fondo estaba lleno de bits.

-Vaya, parece que la canción ha pegado fuerte, no recuerdo que la fuente estuviera llena de monedas…-pensó él.

Por un momento quiso irse, pero antes, rebuscó en sus pequeñas alforjas adosadas a su armadura, sacando un bit de éstas; lo miró por un momento, cerró los ojos y lo lanzó en la fuente. Tras eso, se fue de allí, sin volver a mirar atrás.

Por otro lado, la familia real se entretenía jugando al parchís; Frank había caído dormido hace poco después de que su madre le cantara una rápida nana, y ahora los cuatro jugaban a una partida de parchís; incluso Blueblood participó, dejando aún más chocada a Cadance, la cual creía que habían cambiado a su primo.

-Seis… bien, tiro otra vez-murmuró éste, volviendo a lanzar el dado.

Un cuatro le dejó un poco más cerca del pasillo hasta la meta roja, su color.

-Estás que lo tiras, sobrino…-murmuró Celestia, sonriendo levemente.

-Sí, a mí el parchís siempre se me ha dado bien-asintió Bluebood.

Cadance fue la siguiente en tirar el dado, sacando solo un dos, lo que la aseguró un lugar en la casilla de seguridad; Luna no pudo alcanzarla aún a pesar de que sacó otro dos, formando una barrera entre las dos.

-Ha sido una buena idea, Celestia… hace muy buena tarde-comentó Luna.

-¿A que sí? Podemos hacerlo más a menudo-sugirió Celestia, lanzando el dado.

Un cinco la permitió sacar otra de sus fichas azules de su casa, poniéndola en movimiento sobre la casilla de salida. Blueblood volvió a tirar en su turno y avanzó unas cuantas casillas más hacia el pasillo, Cadance fue la siguiente, y en ese momento comentó.

-No te hacia tan receptivo en esto de los juegos de mesa, primo…

-Bueno, cuando éramos pequeños sí que jugábamos… ¿es que ya no te acuerdas?

-Sí, aunque…

Cadance quiso hablar, pero al final se lo dijo para ella misma.

-Lo que no recuerdo es la última vez que estuvimos así de… bien.

Y era cierto, puesto que no siempre las cosas habían estado tan tensas entre los demás y él; la mente de Cadance comenzó a bucear en sus recuerdos, rememorando las tardes de juegos y risas entre ella y su primo. Siempre habían estado muy unidos, jugando y haciendo cosas los dos juntos. Y había sido así durante toda su infancia. Las cosas comenzaron a cambiar cuando empezaron a hacerse mayores. Aun a pesar de la buena educación que recibieron por parte de su tía Celestia, conforme fueron creciendo, Blueblood empezó a volverse más y más huraño, descarado y maleducado. Comenzó a tomarse su título más en serio, subiéndosele a la cabeza, lo que siempre Celestia les decía que no debían de hacer; un príncipe o princesa debía de ser bueno, educado, considerado y de porte real, pero sin creerse más que los demás sólo por eso. Aun así, todas esas enseñanzas no parecieron surtir efecto en Blueblood, el cual se volvió arisco y elitista. Los días de juegos y diversión terminaron, convirtiéndose en un pozo insondable entre Cadance y él. Desde entonces, apenas se hablaban. Hasta esa misma tarde, cuando todo parecía cambiar repentinamente gracias a una partida de parchís.

-Cadance, te toca…

-Prima, despierta… tierra llamando a Cadance, aterriza.

La voz de su primo la hizo reaccionar y miró al tablero, volviendo a la realidad.

-Ah, que… que…

-Te toca, tira ya-indicó él, pasándole el cubilete con el dado.

Ella lo cogió con su magia y lo agitó, para luego lanzar el dado.

Para las siete y media, el sol comenzó a bajar, ocultándose por el otro lado de la montaña y proyectando una densa sombra sobre el parque; para ellos fue la señal inequívoca y comenzaron a recoger las cosas para volver al palacio. Midnight y Skipper reaparecieron justo antes y les ayudaron a recoger las cosas, la bat poni recogió el gramófono sin ni siquiera mirar a Skipper en ningún momento. El paseo de vuelta fue más lento y pausado que el de ida, notándose el cansancio sobre ellos.

El resto del día pasó rápidamente, volviendo cada uno a sus tareas cotidianas de siempre en el palacio; Luna siguió cuidando de su hijo aprovechando que no tenía nada más de lo que ocuparse durante el resto del día, mientras que Celestia volvía a ocuparse de sus tareas reales. Por su parte, Cadance se sentía más nostálgica que de costumbre, acordándose de su pasado con más frecuencia de la habitual. Los álbumes de fotos los guardaban en una de las salas de estar en el tercer piso, Cadance se perdió entre las fotos antiguas, recordando los viejos tiempos. Vio fotos de cuando era potrilla, jugando con Blueblood, el cual era un potrillo muy guapo y adorable. Incluso llegó a esbozar una ligera sonrisa divertida.

-¿Qué te hace tanta gracia?-inquirió en ese momento una voz familiar.

Cadance alzó al vista y vio a su primo apoyado en el dintel de la puerta, mirándola ceñudo.

-Oh… nada en especial, recordando los viejos tiempos… mira esta foto, eras adorable, Blue…

Los dos reaccionaron de golpe, sin ni siquiera darse cuenta.

-Hacía mucho tiempo que no me llamabas así…-comentó él.

-Sí…

Los dos se miraron por un momento y el príncipe se acercó al sofá, sentándose a su lado y viendo las fotos con ella. En una de ellas aparecían los dos en la playa, construyendo un castillo de arena.

-Mira ¿te acuerdas de esta? Fuimos de campamento aquella vez en Tall Tale…-comentó Cadance.

-Ah, sí, durante las vacaciones de verano… la tía Celestia nos mandó a los dos solos cuando cumplimos los diez años, para que nos compenetrásemos mejor…-asintió Blueblood.

-Sí, lo recuerdo bien… era una competición de castillos de arena ¿no?

-Creo que sí, me parece que acabamos en segundo lugar.

-Sí, conservo el trofeo en mi habitación…

Las siguientes fotos siguieron haciéndoles recordar más cosas, perdiéndose entre sus recuerdos y llegando a compenetrarse perfectamente después de todo ese tiempo, sin ni siquiera gritarse entre sí; por un momento los dos se dieron cuenta de esto y se sostuvieron la vista por unos breves segundos. Cadance cerró el álbum de golpe y suspiró.

-¿En qué momento perdimos ese vínculo tan especial, Blue? Recuerdo con alegría esos días pasados, nos llevábamos tan bien… ¿Cuándo cambió todo eso?

Blueblood no contestó, tan solo fijó su vista en algún punto no específico al otro lado de la habitación. En un momento dado, él habló.

-Hace tiempo que dejamos de ser unos potrillos, Cadance. Ahora somos dos príncipes, y hemos de comportarnos como tales.

-Pero que seamos dos príncipes no nos da derecho a que nos aprovechemos de ello… y no me lo niegues, pero eso ha sido lo único que has hecho desde que tomamos conciencia de ello. ¿Por qué, Blue? Mira lo bien que estamos ahora ¿no podemos hacer que los viejos tiempos vuelvan?-inquirió ella.

-¿Y para que querrías que volvieran? Eso no cambiaría nada…

-¡Cambiaria todo! ¡Y tú también podrías cambiar si te lo propusieras! Por favor, Blue, vuelve a ser ese primo bueno y cariñoso que tan bien recuerdo… podríamos recuperar el tiempo perdido juntos… y a la tía Celestia le alegraría saber que todo vuelve a ser como antes entre nosotros…

-La tía Celestia… como si a ella la importase… no la importó en su día, menos aún la va a importar ahora…

-¡Eso no es verdad y lo sabes! ¿Por qué te empecinas en ponerte a ti en primer lugar?

-¿Y por qué te empecinas tú en hacer que todo vuelva a ser como antes? ¿Para qué quieres que todo vuelva a ser como antes? ¿Para que vuelva a ser tan débil como tú o la tía Luna? No, me niego…

Cadance se llevó una pata al pecho, dolida por lo que la dijo.

-¿Cómo puedes decirme eso? Yo no soy débil, y la tía Luna tampoco lo es, desde que volvió no ha hecho más que demostrar lo fuerte que se ha vuelto, y ahora adoptando a Frank ha probado tener una fortaleza que nunca antes había mostrado…

-Además de eso, que va y adopta a una criatura extraña y desconocida… es el colmo.

Cadance quiso responderle, pero no quería echar a perder el buen rollo que ahora no hacía más que tambalearse; se pensó mejor sus palabras y luego habló.

-Por favor, Blue, haz un esfuerzo y recapacita, nadie está en tu contra, eres tú el que se ha puesto en contra de todos…

-Yo no tengo nada de lo que pensar, y esta conversación se ha acabado… y te agradecería que no me volvieses a llamar así…-añadió él, levantándose en ese momento.

-Pero… Blue…

-¡Que no me llames así!-exclamó entonces, sobresaltando a su prima.

Los dos se miraron una vez más y Blueblood se fue de allí a grandes zancadas; Cadance se quedó en el sofá, mirando hacia la puerta y esbozando una triste mirada. Suspiró y miró el álbum con gesto taciturno. Lo dejó donde estaba y se retiró a su habitación, dejando sus recuerdos en el estante.









Tras esa merendola, la figura de toda la familia real cambió un poco; los diarios de la ciudad llegaron a cubrir la noticia con una foto de los cuatro en el parque, con alguna que otro reseña positiva, incluso para con Frank. Aunque los grupos nobiliarios más elitistas seguían en contra de éste, sobre todo las familias a las que Luna insultó aquella vez en la sala del trono. Las cinco familias afectadas se habían unido entre ellas y se habían propuesto desprestigiar a la princesa por todos los medios mediante la crítica en la prensa y en las altas esferas de la sociedad canterlotiense. Celestia trataba de defender a su hermana con todas sus cartas, pero aun así no era suficiente. Luna era consciente del daño hecho a la corona, pero todos sus intentos de disculpa caían en saco roto.

Esa mañana, Luna había acordado una pequeña reunión con una de las familias para presentar sus debidas disculpas, una idea suya que confiaba que funcionase.

-¿Estás segura de que podrás tu sola con esto, Luna? ¿Quieres que te acompañe?-inquirió Celestia a su hermana, mientras ésta terminaba de arreglarse antes de salir.

-No, esto es algo que debo de arreglar yo sola; yo provoqué esto, por lo que lo arreglaré yo-insistió ella, mientras se peinaba su estrellada crin.

-Bueno, está bien, confío en que conseguirás llegar a un consenso con ellos.

-Yo también, Tia, yo también…-asintió Luna, dejando escapar un suspiro.

Las dos se miraron por un momento y Celestia la sonrió, llegando a compartir un rápido abrazo entre ellas.

-Por cierto, tienes que quedarte con Frank-anunció en ese momento Luna.

-¿Qué? Pero espera, yo estoy ocupada ¿no puede encargarse Cadance?

-Ya se lo pedí, pero no puede, ha quedado con el capitán de tu guardia-anunció ella para su sorpresa.

-¿Ah, sí? ¿Con Shining Armor?-inquirió Celestia, visiblemente sorprendida.

-Sí, me parece que le ha caído en gracia, tú ya me entiendes…-asintió Luna, divertida.

Celestia se quedó pensativa por un momento, tratando de recordar cuando vio a Cadance haciéndole ojitos a su capitán; pero enseguida se repuso e insistió en que no podía quedarse con su sobrino.

-Pero ya te digo que yo no puedo quedarme con él, estoy ocupada redactando las nuevas clausulas para el nuevo proyecto de ley para la propiedad pública.

-No tengo a nadie más, Tia, Midnight tampoco puede, últimamente la noto un tanto lejana… y, evidentemente, tampoco le voy a pedir a Blueblood que me lo cuide…

Viéndose acorralada, Celestia finalmente aceptó, resignada.

-Está bien… aunque aún no sé cómo lo voy a hacer…

-Gracias Tia, luego te cuento que tal me ha ido-añadió Luna, dándola un beso en la mejilla antes de irse.

Luego se despidió de su hijo dándole un beso en la frente y se fue de allí acompañada por un pequeño pelotón de la guardia lunar.

Celestia se acercó hasta la cuna, donde Frank se encontraba.

-Hola Frank… mamá no está, por lo que yo voy a cuidarte ¿vale?

Éste dejó escapar un agudo gritito, tomándolo ella como un sí; cogió con su magia la cuna y se la llevó consigo hasta su despacho, dejándola al lado de su mesa, contra unos archivadores que ya apenas usaba. Volvió entonces a su mesa y siguió escribiendo esas cláusulas, mojando la pluma en el tintero. Durante unos pocos minutos, Frank no dio ninguna guerra y Celestia se sumergió de lleno en su trabajo; pero al cabo del quinto minuto, el bebé comenzó a quejarse, al borde del llanto. La alicornio blanca se levantó y cogió a su sobrino con su magia, meciéndolo suavemente.

-Ya, ya está… ¿Qué te pasa, cielo?

Luna le había dado otra toma antes de irse, y no parecía estar sucio ni nada por el estilo; Celestia supuso que echaba de menos a su madre, siempre que estaba ella presente se encontraba tranquilo y calmado. O bien estaba cansado de estar tumbado. Volvió a su escritorio y lo dejó sentado en el lado derecho, mientras ella volvía al trabajo; Frank se calmó enseguida y se quedó mirando muy quieto y sin pestañear a la pluma, la cual se movía sola gracias a la magia de su tía. Ésta miró de reojo a su sobrino, el cual siguió mirando fijamente cómo Celestia escribía.

-¿Te gusta mi magia, Frank?-inquirió ella en ese momento, moviendo su pluma otra vez y mojándola en el tintero.

Frank se quedó callado, siguiendo con la mirada a la pluma todo el rato; los trazos de tinta que dejaba en el papel se volvían hipnóticos para él, quedándose del todo obnubilado. Celestia esbozó una graciosa sonrisita y siguió escribiendo. En un momento dado Frank reaccionó y se puso a gatear hacia el papel, con intenciones de coger la pluma. Celestia dejó escapar una boqueada, viendo el destrozo que se avecinaba.

-¡No, Frank, no!

Pero fue tarde, Frank se abalanzó sobre el papel, manchándose las manos en el proceso y haciendo correr la tinta fresca; Celestia lo levantó acto seguido, viendo el manchurrón que ahora era su trabajo.

-Oh, Frank… si es que yo también tengo delito…-masculló ella, un tanto molesta.

Pausó un momento su trabajo para limpiar a Frank con varios paños húmedos, mirando la página entera echada a perder.

-Pues nada, a volver a hacerla… no se anda por las mesas, Frank…-le regañó Celestia.

Pero éste apenas le importó, tan solo le dio un pequeño toque con una de sus garras en el hocico, llegando a reírse en el proceso; Celestia se rio también y murmuró.

-Si es que soy muy blanda contigo…

Lo dejó de nuevo en la cuna para evitar más estropicios y volvió al trabajo, teniendo que reescribir de nuevo todo lo que había hecho hasta ahora. Frank no volvió a dar guerra, incluso por un momento creyó que se había quedado dormido; pero su respiración entrecortada la ayudó a ver que seguía despierto. Al cabo de unos pocos minutos en los que incluso llegó a reescribir esa página entera, llamaron a la puerta.

-Adelante.

Un guardia real unicornio entró en la estancia sosteniendo algo con su magia.

-Alteza, nos ha llegado algo a la garita del conserje, nos lo ha traído un productor musical…

-Ah, el disco de Frank Sinatra… gracias, déjemelo en la mesa.

El guardia dejó la funda del disco en una esquina de su mesa y ella siguió redactando el proyecto de ley que tenía entre cascos; cogió otra hoja de papel y acercó la punta de la pluma hasta la superficie del mismo. Pero la pluma no se movió de donde estaba. El ceño de Celestia se frunció, no muy segura de cómo continuar. Ese proyecto de ley que estaba redactando actualizaría la legalidad vigente acorde a la propiedad pública; por un lado quería dar más facilidades a las clases menos privilegiadas de Ecuestria, para que se pudieran beneficiar a largo plazo, pero por otro temía que la nobleza aprovechara para hacerse con ella ahora que las cosas se habían caldeado entre ellos y la familia real. Dejó la pluma en el tintero y decidió descansar aunque sólo fuera por unos pocos minutos. Vio que Frank seguía despierto y lo cogió con su magia, cargando con él.

-Ay, hacía tiempo que no me sentía tan… maternal… parezca que vuelva a tener veinte años…-murmuró ella, por lo bajo.

Vio entonces que el disco de Sinatra seguía en su mesa y decidió ponerlo un rato para relajarse un poco; dio cuerda a su gramófono y comenzó a reproducirse desde el principio, Celestia se tumbó en un sofá que allí tenia y estuvo haciéndole mimos a Frank, llegando a hacerle alguna que otra pedorreta en la barriga, con lo que el pequeño se partía literalmente de risa. Las canciones que ya conocía fueron pasando rápidamente hasta llegar a una nueva que no había oído antes; la orquesta comenzó como siempre precediendo a Sinatra.

You make me feel so young

You make me feel so spring has sprung

And every time I see you grin

I'm such a happy individual


El ritmo era mucho más movido y alegre que las otras canciones, y se notaba casi desde la primera nota.

The moment that you speak

I wanna go play hide-and-seek

I wanna go and bounce the moon

Just like a toy balloon


Por un momento pensó que Sinatra había adivinado cual era la situación y se estuviera divirtiendo a costa de su eventual ataque de nostalgia; aunque en realidad, no podía sentirse más identificada.

You and I are just like a couple of tots

Running across a meadow

Picking up lots of forget-me-nots


El ritmo en esos versos transmitía una alegría y un bienestar considerables; eso, unido a la potente voz de Sinatra, no hacía más que intensificar aún más esa sensación.

You make me feel so young

You make me feel there are songs to be sung

Bells to be rung, and a wonderful fling to be flung


El crescendo por parte de Sinatra no hizo más que aumentar la tonalidad de la canción un poco más.

And even when I'm old and gray

I'm gonna feel the way I do today

'Cause you make me feel so young


Hubo un rápido y huidizo interludio musical por parte de la orquesta antes de volver a la letra de la canción de forma casi tan rápida como empezó.

You make me feel so young

You make me feel so spring has sprung

And every time I see you grin

I'm such a happy individual


El resto de la canción fue una reiteración del resto de versos anteriores, aumentando paulatinamente tanto el tono como el ritmo, poniendo más énfasis en la letra. Como colofón, reiteró una vez más el último verso antes del interludio, repitiendo un poco más la frase you make me feel so young hasta finalizar la canción repentinamente.

And even when I'm old and gray

I'm gonna feel the way I do today

'Cause you, you make me feel so young

...You make me feel so young

...You make me feel so young

...Ohh you make me feel so young


Para cuando terminó la canción, Celestia siguió tarareándola, llevando en volandas a Frank; sin ni siquiera darse cuenta de que había salido de su despacho y se encontraba danzando por los pasillos y cantando por lo bajo. Frank le miraba divertido, esbozando una adorable y pillina sonrisita. Por el camino se encontró con Kibitz, el poni que le llevaba su agenda, un semental entrado en años y de porte elegante que se quedó de piedra al ver a la princesa bailando ella sola por el pasillo.

-¿Alteza? ¿No tenía usted que redactar un proyecto de ley para esta tarde?

-Oh, relájate un poco, Kibitz, disfruta de la vida… ¿a que sí, cariño?-inquirió ella a Frank, el cual se rio tontamente.

-¿Has visto? Hasta Frank me da la razón… you make me feel so young… you make me feel so spring has sprung…

Kibitz la observó alejarse cantando y bailando, un tanto chocado; pero al final esbozó una pequeña sonrisa, pensando en voz alta.

-Hacía tiempo que no la veía tan animada… el señorito Frank la está haciendo bien…








La mansión de la familia a la que iba a presentar personalmente sus disculpas se encontraba situada en el distrito residencial, no muy lejos del palacio; acompañada por un pequeño pelotón de cuatro soldados de la guardia lunar, Luna atravesó las calles con porte seguro y mirada fija puesta al frente, portando una capa azul oscura de viaje, con bordes dorados bordados. Era una simple formalidad que casi nunca cumplía en circunstancias normales, pero en esos momentos todo valía para ella, y además, la nobleza era muy puntillosa en los detalles. Llegaron a la mansión enseguida y uno de los guardias llamó a la puerta principal por ella; la verja estaba abierta y pasaron sin muchos miramientos. Tras unos breves segundos de espera, abrió la puerta una de las criadas de la casa.

-Bienvenida, princesa Luna, la estábamos esperando.

Antes de realizar la visita había avisado previamente, y la familia había aceptado su propuesta; ella confiaba en que podrían llegar a algún tipo de acuerdo que satisficiera a ambas partes, por lo que se presentaba del todo segura de sí misma. Entró en el vestíbulo, mientras que el mayordomo de la familia, un semental joven, se acercaba a ella.

-¿Me permite su capa, alteza?

Luna se la desbrochó con su magia y se la entregó al mayordomo, el cual la cogió con su magia como si fuera la cosa más frágil del mundo. Un leve asentimiento de su cabeza bastó para que un par de soldados se quedaran fuera guardando la puerta, mientras que los otros dos la acompañaron al interior.

Un ostentoso y recargado vestíbulo precedía a un ancho salón pasado un estrecho pasillo que cortaba la casa horizontalmente; una riquísima lámpara de araña colgaba del techo del mismo, el cual se encontraba decorado por pinturas de estilo barroco. Los muebles eran casi tan vistosos como los demás elementos que los rodeaban, los cuales rezumaban lujo en todos los aspectos. El cabeza de la familia, Golden Crisp, al que había insultado aquella vez, se encontraba acompañado de su mujer e hijo, un potrillo de, por lo menos, seis años de edad.

-Bienvenida a mi hogar, princesa. Permítame presentarla a mi mujer, Belle Light, y a mi hijo, Switch Gold-se presentó Crisp.

-Encantada. Si no le importa, señor Crisp, saltémonos la parte formal y metámonos en el meollo de la cuestión, estoy segura de que tanto usted como yo queremos resolver cuanto antes el asunto que nos atañe-murmuró Luna.

-Ciertamente… Maid, llévate arriba al niño-indicó Crisp a una niñera que allí había.

-Sí, señor.

La niñera se retiró junto con el potrillo y desaparecieron de la vista en cuanto giraron por la esquina del pasillo; tras eso, todo el mundo tomó asiento en dos sofás que había allí cerca, junto a una chimenea apagada. El par de guardias lunares se apartaron a ambos lados de la estancia y se quedaron tan quietos como estatuas. La mujer de Crisp reaccionó ante el silencio y la espetó a la criada de antes.

-¡Lilac, muévete y ve a por un té, que siempre tengo que decírtelo todo!

-Ay, sí, lo siento señora, ahora mismo voy…-murmuró Lilac, algo amedrentada.

-No, no hace falta, gracias, estoy bien… he venido a hablar, no a tomar el té.

La negación de Luna bastó para parar a Lilac, la cual se quedó muy quieta y sin apenas pestañear. Justo después, Luna volvió a hablar.

-Me gustaría comenzar presentando mis más debidas disculpas tras lo acontecido tras ese aciago día. Me envalentoné más de la cuenta en vez de permanecer calmada y serena, como una buena princesa debe comportarse. En ningún momento estuve en mi derecho de recriminarle e insultarle de esa manera, y siempre hay una alternativa. Por eso, le pido expresamente su perdón.

Crisp miró por un momento a su mujer, la cual le miró de reojo con una expresión clara.

-Aceptamos sus disculpas, princesa…

-Muchas gracias, señor Crisp.

-… pero con una condición-añadió entonces justo después.

Luna le miró impertérrita, pensando rápidamente por un momento; de alguna u otra forma se esperaba algún tipo de exigencia, pero no tan pronto.

-¿Sí?

-Tanto mi mujer como yo creemos que el honor de nuestra familia ha sido mancillado severamente; aceptamos sus disculpas si usted nos facilita una serie de privilegios exclusivos a la nobleza más cercana a la corona.

La princesa de la noche se quedó del todo anonadada, con la boca ligeramente entreabierta; la familia de Crisp entraba dentro de los círculos más altos de la sociedad de Canterlot, pero no llegaba a los estratos más cercanos a la corona real, los cuales eran muy pocos y contados. Las familias de estos estratos en concreto suelen ser las de los miembros de la corte y los de la Cámara Alta, y destacaban por poseer una inmunidad diplomática especial que obtuvieron hace mucho tiempo, y que permanecía inalterable casi desde los tiempos del reinado de su madre. Gracias a esta inmunidad, no podían ser juzgados por un juzgado común y las decisiones finales estaban supeditadas incluso a las de su hermana o ella misma. Eran de los privilegios más altos y exclusivos de todo el sistema nobiliario canterlotiense.

-No es por nada, pero como ya bien sabrán, esos privilegios de los que hablan están reservados para las familias de los miembros de la corte real y la Cámara Alta, y no son…

Luna quiso continuar, pero el señor Crisp la cortó.

-Lo sabemos, por eso se lo pedimos. Si lo que quiere es que la dejemos en paz a usted y a esa… criatura que tiene por hijo, simplemente denos esos privilegios.

-No meta a mi hijo en esto, no tiene nada que ver con lo que usted me está intentando pedir.

-Tan solo estamos hablando, no veo por qué esto iba a marcar la diferencia…

Luna requería de todo su autocontrol para no estallar otra vez; sabía que no la convenía hacerlo de nuevo, y tenía que verse profesional en todo momento, no como una poni histérica y violenta.

-¿La diferencia, dice usted? Tiene gracia… primero llega a mi casa, a mi palacio, exigiéndome que no cuide a mi hijo… y ahora que yo vengo aquí, con toda mi buena voluntad, dispuesta a disculparme y hacer un trato con ustedes, ustedes me saltan con esto…

-Pues por eso mismo, estamos haciendo un trato… los privilegios a cambio de sus disculpas, así de fácil. Y podrá pasar todo el tiempo del mundo con su… hijo.

Luna se pensó muy bien sus palabras antes de contestarle; fueron unos breves segundos antes de que empezara a hablar.

-Recuerdo que, durante el reinado de mi madre, la nobleza rendía respeto y pleitesía a la corona, y a cambio, ésta entablaba relaciones sociales con ellos, estrechando lazos y compartiendo su amistad. Todo eso fue antes de que se derogaran las antiguas leyes que mi madre llegó a redactar debido a que se quedaron obsoletas. Recuerdo que mi hermana redactó unas leyes nuevas basadas en las antiguas, en las que se daba mayor libertad a la nobleza más cercana a la corona; pero fue entonces cuando la nobleza, en un arrebato de ego y soberbia, aprovechó esas libertades para rendirse pleitesía a ellos mismos. Y así, sin que mi hermana pudiera hacer nada por derogar o cambiar esas leyes debido a un pacto temporal, la nobleza se ha estado beneficiando egoístamente de ese antiguo voto de confianza.

El silencio posterior tras el monologo de Luna fue tan denso que se podía cortar con un cuchillo. La princesa de la noche fulminó con la mirada a ambos nobles, los cuales se encogieron como larvas.

Sin decir nada más, Luna se levantó de golpe sin apartar su mirada de ellos e indicó.

-Shadow, Slash, nos vamos.

Al instante, los dos guardias lunares se pusieron en movimiento y escoltaron a su señora hasta la salida; el mayordomo la tendió la capa a Luna, quitándosela de golpe y poniéndosela rápidamente, saliendo por la puerta en menos tiempo incluso.

Sin ni siquiera pararse o mirar atrás, Luna volvió por donde había venido pisando fuerte y manteniendo la misma mirada encendida durante casi todo el trayecto; todos los ponis que la vieron al pasar se quedaron bastante amedrentados, incluso alguno que otro salió corriendo asustado.

Entró en el palacio abriendo la puerta abruptamente y despidió a sus guardias, los cuales se retiraron a sus dependencias; Luna subió las escaleras hacia su habitación, aun con el cabreo muy presente y con ganas de romper cosas. Al pasar por el tercer piso, oyó la voz cantarina de su hermana junto con las risas ahogadas de su hijo, pero iba tan enfadada que ni siquiera se paró a saludar; desde donde estaba, Celestia consiguió ver a su hermana pequeña y la llamó.

-¡Ey, Luna! ¿Ya has vuelto?

Pero en vez de recibir una contestación, Luna siguió subiendo las escaleras, con un porte tenso y visiblemente azorada; Celestia se extrañó y fue tras ella, encontrándosela en su habitación echada en la cama y aporreando sus almohadas.

-¡Luna! ¿Qué ha pasado, por qué estás tan alterada?-inquirió ella, preocupada.

Frank dejó escapar un gritito alegre al ver a su madre, la cual reaccionó enseguida; Celestia se acercó a la cama y le devolvió a su hermana su hijo, la cual lo cogió con su magia y lo apoyo en su pecho, dándole un beso en la cabeza.

-¿No ha habido suerte?

Luna negó con la cabeza, dejando escapar un exasperado suspiro.

-¿Qué ha pasado? Cuéntame…

Esbozando una impotente mirada, Luna empezó a relatarla cómo fue la visita y la indecente proposición del señor Crisp; Celestia se quedó igual de indignada que su hermana.

-Pero bueno… la caradura de esos sinvergüenzas está llegando a niveles ridículos…

-Desde luego… y es que encima se aprovechan de su posición para chantajearme... chantajearme a mí, a la princesa… ¿Quién es la princesa aquí, yo o ellos? ¿Por cuánto tiempo más vamos a dejar que la nobleza nos mangonee así, Tia?

-Esto es intolerable, eso desde luego… será mejor que tomemos cartas en el asunto cuanto antes, esta situación es insostenible. El proyecto de ley de la propiedad pública puede esperar, empezaré a redactar una nueva actualización para las leyes nobiliarias, tiene que haber alguna forma para que podamos restringir sus acciones, aunque necesitaré de tu ayuda.

-Cuenta conmigo, entonces. Aunque… ahora que no he conseguido llegar a un acuerdo con ellos, nos presionarán aún más ¿qué podemos hacer, Tia?-inquirió Luna.

-Por ahora esperar y aguantar el tipo como sea, primero tenemos que volver a revisar todas las leyes nobiliarias y ver por dónde podemos coger por banda a esos caraduras… no te preocupes, saldremos de esta, ya lo verás. Y como bien ya sabes, me tienes a mí… y a Frank también-añadió Celestia, sonriendo.

El aludido se encontraba entre las patas de Luna, jugando con el pelaje de su madre, permaneciendo muy tranquilo.

-Lo sé… gracias, Tia. Y gracias a ti también, cariño, por aparecer en mi vida…-murmuró ella, acariciándole con su hocico la cabeza.

Frank se abrazó al cuello de su madre, cerrando los ojos y llegando a dejar escapar un lánguido bostezo; Luna lo meció entre sus patas y canturreó por lo bajo una vieja nana ecuestriana. Celestia se fue de allí para dejarles tranquilos, pero antes de irse les observó desde la distancia, esbozando una grata sonrisa.

-Y pensar que en un momento la cuestioné… eres una gran madre, Luna.

Afuera, el sol comenzaba a ponerse, bañando a Canterlot en una tenue luz anaranjada.

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Y he aquí el nuevo capítulo; lo he estado pensando detenidamente y finalmente no me voy a atar a mi intención original de hacer algo cortito. Dejaré que la historia siga su curso y que dure lo que tenga que durar. Además, también voy a cambiar mi intención de hacer saltos temporales largos; los haré, pero por ahora prefiero ceñirme a la temporalidad de la serie, ahora mismo, y tras este capítulo, estamos más o menos a mediados de la segunda temporada, por lo que cubriré el resto y hasta este momento mediante saltos temporales no tan largos. Una vez que alcance la cuarta temporada tal vez esperaré un tiempecillo, ya que queda poco para que termine. Y una vez que la cuarta temporada cierre, empiezo a hacer los saltos temporales largos. A partir de ahí tengo toda la libertad del mundo, por lo que jugaré con eso. Además, así a ojo, entre temporada y temporada hay más o menos un año, lo que también puedo aprovechar a mi favor. También tenemos dos canciones en este capítulo, algo inusual, ya que tenia la intención de ir revelando una canción por capitulo, pero esto ha sido algo puntual. He añadido algunos detallitos de mi propio headcanon también.

PD. Banda Sonora Original de Amor de madre :roto2rie:




Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor horwaith » 02 Abr 2014, 17:23

Me gusta la reunión, la agenda de Celestia y como se la prepara Frank y finalmente, como se perfilan las leyes que van a hacer. Muy buen capítulo al fin y al cabo
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