Ya presente a mi oc en el foro, necesitaba contar su historia, así que como siempre hago con todas mis creaciones pase la historia de mi cabeza a el papel. Esta es la primera vez que saco una de mis historias del cajón lleno de polvo (donde acumulo todas mis creaciones) para exponerlo en publico (y cuando me refiero a la primera vez, no cuento el concurso) así que acogeré todas las criticas de buena gana. Y os pido que tengáis paciencia por que no dispongo de mucho tiempo para escribir.
He de dar las gracias a Martoseria por apoyarme en el proyecto y prestarme su oc
Prologo:
Spoiler:
La Pegaso se disponía a salir por la puerta cuando una pezuña le toco la crin y se oyó una voz ronca y siniestra.
-¿Cuándo volverás?
-No lo sé. La guerra en las tierras de Hoofroad parece no acabar nunca, por eso me mandan allí.
-No soporto estar solo
La pegaso agacho la cabeza y desplego las alas preparándose para el vuelo. Lucía un sol esplendido, no parecía un día triste. Sin embargo lo era para Yakira Fire. Partía hacia la guerra, una guerra que no le incumbía, sin embargo sus superiores decidieron que ella era perfecta para acabar la guerra contra los “corruptos”, seres nacidos de un accidente de laboratorio, su único fin era destruir, destruirlo todo y no dejar nada. Era curioso cómo estos seres le recordaba al fuego; el caos y la destrucción, ambos llevaban en su naturaleza.
-Te echaré de menos, mi leal compañero.-Murmuro Yakira
Despego ágilmente, sus ojos azules tuvieron la tentación de mirar atrás pero no lo hicieron, su mirada fría se fijaba ahora en el horizonte. Se ajusto el arnés, ese incomodo arnés que acostumbraba llevar y que poco a poco había pasado a formar parte de ella.
No tardo mucho en divisar los valles; valles que antaño eran verdes y repletos de vida, y que ahora mostraban una apariencia gris y fúnebre. Una capa de una sustancia viscosa recubría el suelo, los corruptos habían pasado por ahí.
Como si de un meteorito se tratara Yakira comenzó a arder; el final de su crin y las alas se cubrieron de lenguas ígneas que bailaban con el movimiento de las plumas.
-¿Cuándo volverás?
-No lo sé. La guerra en las tierras de Hoofroad parece no acabar nunca, por eso me mandan allí.
-No soporto estar solo
La pegaso agacho la cabeza y desplego las alas preparándose para el vuelo. Lucía un sol esplendido, no parecía un día triste. Sin embargo lo era para Yakira Fire. Partía hacia la guerra, una guerra que no le incumbía, sin embargo sus superiores decidieron que ella era perfecta para acabar la guerra contra los “corruptos”, seres nacidos de un accidente de laboratorio, su único fin era destruir, destruirlo todo y no dejar nada. Era curioso cómo estos seres le recordaba al fuego; el caos y la destrucción, ambos llevaban en su naturaleza.
-Te echaré de menos, mi leal compañero.-Murmuro Yakira
Despego ágilmente, sus ojos azules tuvieron la tentación de mirar atrás pero no lo hicieron, su mirada fría se fijaba ahora en el horizonte. Se ajusto el arnés, ese incomodo arnés que acostumbraba llevar y que poco a poco había pasado a formar parte de ella.
No tardo mucho en divisar los valles; valles que antaño eran verdes y repletos de vida, y que ahora mostraban una apariencia gris y fúnebre. Una capa de una sustancia viscosa recubría el suelo, los corruptos habían pasado por ahí.
Como si de un meteorito se tratara Yakira comenzó a arder; el final de su crin y las alas se cubrieron de lenguas ígneas que bailaban con el movimiento de las plumas.
------Siguiente mensaje escrito en: 20 May 2014, 22:44 . Beep!------
Primer Capitulo:
Spoiler:
Un escuadrón del ejército aéreo sobrevolaba el campo de batalla, la guerra por Hoofroad continuaba asolando a sus habitantes. El ejercito luchaba contra los “corruptos” seres similares a ponis terrestres pero deformes y recubiertos de una sustancia negra y densa, estos seres habían sido creados por error en un laboratorio, y aunque repugnantes tenían inteligencia, una inteligencia bélica y maligna, arrasaban todo a su paso dejando no más que un árido desierto cubierto por la sustancia negra. El bello paisaje de valles y ríos de Hoofroad, ahora era un territorio que se moría por minutos.
El ejército terrestre miraba impotente como caían sus primeras filas, y se lanzaban a la lucha una y otra vez. Los pegasos ayudaban desde el aire, pero no eran eficaces teniendo en cuenta que la mayoría de ellos ayudaban a civiles a escapar de ese infierno, otros tan solo a explorar las extensiones del enemigo las cuales eran infinitas. La multitud de unicornios blandían los arcos que chasqueaban con cada flecha anunciando la muerte de un corrupto; otra porción más pequeña se dedicaba a curar a los ponis heridos que conseguían llegar al campamento.
A lo lejos y sin avisar se divisó una llamarada que se acercaba a una velocidad considerable hacia el ejercito, los pegasos lo vieron pero no llegaron a tiempo para avisar de lo que realmente era a las unidades terrestres.
-¡¡Retirada!!- Grito un poni que parecía tener a cargo la tropa
Todos los ponis cercanos corrieron a refugiarse a una piedra grande que había un poco más atrás. El fogonazo paro de repente con un estruendo un pegaso planeo por encima de la roca aterrizando justo detrás, segundos después perdió el equilibrio. Llevaba unas gafas y una especie de arnés con una gema roja dentro de un círculo de hierro que lucía justo en el centro del pecho. Su pelaje manchado por la batalla de negro era de un color pardo y la crin y la cola eran de color negro con una mecha roja. Se levanto sin mucha dificultad se puso las gafas al cuello. Sus ojos eran todo lo contrario a su pelaje, eran de un azul frió capaz de congelar miradas.
-Yakira, ¿¡que dije!?- Grito el encargado – No deberías estar aquí nosotros no pedimos ayuda a “los guardianes”
-Sabes que no acato ordenes de nadie- dijo disponiéndose a despegar de nuevo
Yakira se elevo de nuevo impulsando las patas traseras contra la roca para coger velocidad.
-Comandante, no deberíamos advertirle sobre las trampas de los ríos.-dijo un soldado
-Ya no podemos advertirle, salió sin escucharme siquiera – Dijo el comandante sin miramientos
Yakira desplegó sus alas haciendo un planeo casi perfecto mientras sus plumas se prendían fuego creando un espectáculo de lenguas de llamas inquietas. Yakira pasó raso por el suelo cerca del río, y como dijo el soldado, Yakira debería haber sido avisada. Se oyó un crujido, un tronco cayó sobre su flanco derecho. Las plumas se apagaban al igual que la consciencia de Yakira, hasta que el agua las acabo de apagar del todo. El pegaso mal herido flotaba a la deriva de un lado a otro.
Cuando despertó ya había caído el sol, la arena comenzaba a molestarle y a darle un picor irritante. Se intento levantar pero estaba herida y cayó al suelo irremediablemente. En el suelo se hizo un auto chequeo que le llevo a la conclusión de que tenía un ala y una pata rota, todo el cuerpo fatigado, además de una jaqueca. De repente oyó un ruido, voces, aunque distorsionadas por el golpe reconoció dos voces.
-¿Te acuerdas de aquella vez? O dios, tu por el flanco izquierdo y yo cubriéndote por la espalda cuando de repente ¡BOOM! Aparece el tanque de la nada. Nunca tuve una partida de Ponyfield3 tan asombrosa.- Casi gritaba uno de ellos
-Sí, estuvo bien- Dijo el otro, en un tono más calmado
-Eh ¿qué es eso?
Yakira se temía que le hubiesen descubierto.
-¿El qué?
-Esto de aquí, es una correa y una especie de capsula o algo así, con algo dentro
Yakira se encontró aliviada, no era a ella a la que le habían encontrado, no se movió del sitio.
-No es una correa, es un arnés- le corrigió el otro
Tanteándose el cuerpo corroboro lo que estaba pensando y poco le duro el alivio a Yakira, al darse cuenta de que era su arnés lo que habían encontrado.
-¡Eh!, Eso es mío- salto sin pensárselo dos veces y haciendo un sobresfuerzo por mantenerse en pie
Ambos ponis se asustaron
-¡Pero qué…! ¿De dónde has salido tú?
-¿Quién eres?
Preguntaron casi simultáneamente.
-Eso no os incumbe. ¡Devolvedme el arnés!- Dijo justo antes de desplomarse en el suelo
-¿Qué acaba de pasar?
-Creo que se ha desmallado…
Aquella noche Yakira se removía en sueños, si no fuera por el cansancio no estaría dormida, una y otra vez la misma pesadilla. El fracaso se apoderaba de ella, caía en una espiral de dolor que hacía que poco a poco su existencia dejara este mundo y finalmente desaparecía dejando una lluvia de escarcha y una gema roja que iluminaba la escarcha tiñéndola de rojo. Y después solo oscuridad.
Se levanto de golpe, un sudor frió le recorría el cuerpo, se intento incorporar, pero enseguida se dio cuenta de que no era sudor, era escarcha lo que tenía por todas partes. Dos ponis en bata entraron en la habitación y le obligaron a que se acostara. No había que ser un lince para darse cuenta de que estaba en un hospital.
-Este es el caso más raro que hemos tenido en décadas- Dijo uno de los doctores
-No llevo más de 10 años aquí, pero te creo- dijo el otro- La temperatura sigue descendiendo, ¿Qué hacemos?
-No lo tengo claro, ¿Un baño de agua caliente, quizás? Estoy confuso.
-Su temperatura es de -30ºC
-Déjenme en paz. Estoy bien- dijo Yakira en un tono indiferente
Los médicos se pararon, seguidamente se rieron
-¿Normal? ¿Tú crees que tener una temperatura de -30 grados es normal?
-Sí, para mí sí.- Dijo levantándose de la cama
Los doctores estaban atónitos, Yakira se fue cojeando delante de ellos, como si nada.
-¿Dónde están mis cosas?
-Te trajo Blue Leadmay hasta aquí, el lo sabrá, seguramente este en su taller haciendo de las suyas.
Yakira salió de la habitación y siguió el pasillo. Se paró en seco al descubrir su reflejo en el cristal, hacía años que no se veía de esa manera, ese color azul que le recordaba tanto su verdadero origen, las rayas se le empezaban a hacer visible y las alas empezaron a cambiar, los ojos era lo único que no había cambiado nada, agito su cabeza, tenía que encontrar a ese tal Leadmay antes de que su aspecto cambiara a algo más llamativo. En ese momento se dio cuenta que debería de haber estado mucho tiempo durmiendo para haber cambiado de aspecto tan drásticamente.
Salió a la calle, algunos ponis la miraban de manera curiosa pero no decían nada, siguió andando, no sabía a dónde iba, ahora solo tenía el objetivo de encontrar el arnés y a Blue Leadmay.
El ejército terrestre miraba impotente como caían sus primeras filas, y se lanzaban a la lucha una y otra vez. Los pegasos ayudaban desde el aire, pero no eran eficaces teniendo en cuenta que la mayoría de ellos ayudaban a civiles a escapar de ese infierno, otros tan solo a explorar las extensiones del enemigo las cuales eran infinitas. La multitud de unicornios blandían los arcos que chasqueaban con cada flecha anunciando la muerte de un corrupto; otra porción más pequeña se dedicaba a curar a los ponis heridos que conseguían llegar al campamento.
A lo lejos y sin avisar se divisó una llamarada que se acercaba a una velocidad considerable hacia el ejercito, los pegasos lo vieron pero no llegaron a tiempo para avisar de lo que realmente era a las unidades terrestres.
-¡¡Retirada!!- Grito un poni que parecía tener a cargo la tropa
Todos los ponis cercanos corrieron a refugiarse a una piedra grande que había un poco más atrás. El fogonazo paro de repente con un estruendo un pegaso planeo por encima de la roca aterrizando justo detrás, segundos después perdió el equilibrio. Llevaba unas gafas y una especie de arnés con una gema roja dentro de un círculo de hierro que lucía justo en el centro del pecho. Su pelaje manchado por la batalla de negro era de un color pardo y la crin y la cola eran de color negro con una mecha roja. Se levanto sin mucha dificultad se puso las gafas al cuello. Sus ojos eran todo lo contrario a su pelaje, eran de un azul frió capaz de congelar miradas.
-Yakira, ¿¡que dije!?- Grito el encargado – No deberías estar aquí nosotros no pedimos ayuda a “los guardianes”
-Sabes que no acato ordenes de nadie- dijo disponiéndose a despegar de nuevo
Yakira se elevo de nuevo impulsando las patas traseras contra la roca para coger velocidad.
-Comandante, no deberíamos advertirle sobre las trampas de los ríos.-dijo un soldado
-Ya no podemos advertirle, salió sin escucharme siquiera – Dijo el comandante sin miramientos
Yakira desplegó sus alas haciendo un planeo casi perfecto mientras sus plumas se prendían fuego creando un espectáculo de lenguas de llamas inquietas. Yakira pasó raso por el suelo cerca del río, y como dijo el soldado, Yakira debería haber sido avisada. Se oyó un crujido, un tronco cayó sobre su flanco derecho. Las plumas se apagaban al igual que la consciencia de Yakira, hasta que el agua las acabo de apagar del todo. El pegaso mal herido flotaba a la deriva de un lado a otro.
Cuando despertó ya había caído el sol, la arena comenzaba a molestarle y a darle un picor irritante. Se intento levantar pero estaba herida y cayó al suelo irremediablemente. En el suelo se hizo un auto chequeo que le llevo a la conclusión de que tenía un ala y una pata rota, todo el cuerpo fatigado, además de una jaqueca. De repente oyó un ruido, voces, aunque distorsionadas por el golpe reconoció dos voces.
-¿Te acuerdas de aquella vez? O dios, tu por el flanco izquierdo y yo cubriéndote por la espalda cuando de repente ¡BOOM! Aparece el tanque de la nada. Nunca tuve una partida de Ponyfield3 tan asombrosa.- Casi gritaba uno de ellos
-Sí, estuvo bien- Dijo el otro, en un tono más calmado
-Eh ¿qué es eso?
Yakira se temía que le hubiesen descubierto.
-¿El qué?
-Esto de aquí, es una correa y una especie de capsula o algo así, con algo dentro
Yakira se encontró aliviada, no era a ella a la que le habían encontrado, no se movió del sitio.
-No es una correa, es un arnés- le corrigió el otro
Tanteándose el cuerpo corroboro lo que estaba pensando y poco le duro el alivio a Yakira, al darse cuenta de que era su arnés lo que habían encontrado.
-¡Eh!, Eso es mío- salto sin pensárselo dos veces y haciendo un sobresfuerzo por mantenerse en pie
Ambos ponis se asustaron
-¡Pero qué…! ¿De dónde has salido tú?
-¿Quién eres?
Preguntaron casi simultáneamente.
-Eso no os incumbe. ¡Devolvedme el arnés!- Dijo justo antes de desplomarse en el suelo
-¿Qué acaba de pasar?
-Creo que se ha desmallado…
Aquella noche Yakira se removía en sueños, si no fuera por el cansancio no estaría dormida, una y otra vez la misma pesadilla. El fracaso se apoderaba de ella, caía en una espiral de dolor que hacía que poco a poco su existencia dejara este mundo y finalmente desaparecía dejando una lluvia de escarcha y una gema roja que iluminaba la escarcha tiñéndola de rojo. Y después solo oscuridad.
Se levanto de golpe, un sudor frió le recorría el cuerpo, se intento incorporar, pero enseguida se dio cuenta de que no era sudor, era escarcha lo que tenía por todas partes. Dos ponis en bata entraron en la habitación y le obligaron a que se acostara. No había que ser un lince para darse cuenta de que estaba en un hospital.
-Este es el caso más raro que hemos tenido en décadas- Dijo uno de los doctores
-No llevo más de 10 años aquí, pero te creo- dijo el otro- La temperatura sigue descendiendo, ¿Qué hacemos?
-No lo tengo claro, ¿Un baño de agua caliente, quizás? Estoy confuso.
-Su temperatura es de -30ºC
-Déjenme en paz. Estoy bien- dijo Yakira en un tono indiferente
Los médicos se pararon, seguidamente se rieron
-¿Normal? ¿Tú crees que tener una temperatura de -30 grados es normal?
-Sí, para mí sí.- Dijo levantándose de la cama
Los doctores estaban atónitos, Yakira se fue cojeando delante de ellos, como si nada.
-¿Dónde están mis cosas?
-Te trajo Blue Leadmay hasta aquí, el lo sabrá, seguramente este en su taller haciendo de las suyas.
Yakira salió de la habitación y siguió el pasillo. Se paró en seco al descubrir su reflejo en el cristal, hacía años que no se veía de esa manera, ese color azul que le recordaba tanto su verdadero origen, las rayas se le empezaban a hacer visible y las alas empezaron a cambiar, los ojos era lo único que no había cambiado nada, agito su cabeza, tenía que encontrar a ese tal Leadmay antes de que su aspecto cambiara a algo más llamativo. En ese momento se dio cuenta que debería de haber estado mucho tiempo durmiendo para haber cambiado de aspecto tan drásticamente.
Salió a la calle, algunos ponis la miraban de manera curiosa pero no decían nada, siguió andando, no sabía a dónde iba, ahora solo tenía el objetivo de encontrar el arnés y a Blue Leadmay.