Capítulo 3
Relevo
Tras la visita de Windy, las cosas fueron mejor; para la mañana siguiente su ala ya estaba del todo recuperada y ella pudo volver a la ciudad. El mar estaba algo más calmado que el otro día y el oleaje había amainado, por lo cual pudo irse volando sin mucha dificultad. Antes de irse se despidió de mí con mucho cariño y yo la di un dulce abrazo; la pegaso se alejó en la distancia y la observé marcharse hasta que al final desapareció de la vista.
El resto de la semana pasó algo más rápidamente hasta que al final llegó el día del relevo; siempre que me toca volver a tierra siento como algo se me revuelve en el pecho, pensando que muy pronto volvería a ver a mi mujer y a mi hija. Era una sensación agradable, y me ayudaba a calmarme incluso.
Para esa misma mañana ya tenía todo preparado, el equipaje estaba listo para llevar y yo también; aprovechando que el mar me había estado dando una tregua desde que Windy se fue, esperé afuera, en la parte inferior, apoyado en la barandilla y pensando en lo que haría una vez volviera a la ciudad. Una semana daba para mucho y quería aprovechar todos y cada uno de los días antes de volver a hacerme a la mar; dado que volvía a ver a mi mujercita, no estaba de más organizar algo especial para los dos, como una cenita romántica o pasar el día los dos solos. También tenía ganas de acompañar a mi hija a su colegio como parte del día de la Apreciación Familiar y hablar de mi trabajo a los más pequeños. Volver a ver a mis viejos amigos de la infancia y quedar con ellos para tomar unas copas recordando los viejos tiempos tampoco se veía una mala idea.
Mi cabeza bullía en esos momentos, pensando en posibilidades, pero en cuanto vi el barco acercándose hacia el faro corté mi tren de pensamientos y preparé los cabos para ayudarle a amarrar. Repetimos el mismo procedimiento de la última vez, creando un sistema de poleas mediante las cuerdas con el cual poder transportar hasta la cubierta mi equipaje y a mí mismo también. Aunque el primero en usarlo fue Patience Way, el compañero que me relevaba durante toda esa semana, un fuerte y musculoso poni de tierra oriundo de Vanhoover, como yo. En cuanto desembarcó y puso un casco en el faro estuvimos hablando brevemente.
-Hola Patience…
-¿Qué hay Keeper? ¿Qué tal la semana?
-Bien, como siempre, hubo un par de días con fuertes marejadas, pero por lo demás estuvo tranquilo… ¿Qué tal tu descanso?
-Pues divinamente, en casa con la parienta y disfrutando de mis cincuenta recién cumplidos…
-¿Ha sido tu cumpleaños? Felicidades…
-Gracias, aunque tampoco es gran cosa, que quieres que te diga, yo me sigo viendo igual que siempre… pero bueno, no te entretengo más, vuelve a tierra y pásatelo bien.
-Gracias Patience, que tengas buena semana…
Me despedí de él chocando el casco y mi equipaje fue el primero en abordar el barco, siguiéndolo al poco rato; para ello me agarré a unas cuerdas que me asían de la tripa, de forma muy parecida a una tirolina, y la fuerza de la gravedad hacía el resto, deslizándose las cuerdas hasta posarme en la cubierta del barco. En este, Wavel Tide me estaba esperando.
-Light, amigo mío, me alegro de verte…
-Igualmente Wavel, igualmente…
Antes de irnos le pasamos a Patience unos cuantos sacos más con suministros para otra semana, nos despedimos de él agitando los cascos, y el barco enfiló la proa de vuelta hacia la ciudad.
El viaje de regreso se me antojó lento y pesado, aun a pesar de que teníamos el viento a favor y una mañana de lo más despejada; a lo lejos podía ver el skyline de Vanhoover, la cual se iba agrandando conforme nos acercábamos. La emoción y las ganas de volver a mi familia se iban intensificando poco a poco, y antes de que me pudiera dar cuenta, estábamos entrando en el puerto de la ciudad; los edificios de no más de tres o cuatro pisos albergaban el ajetreo diario y constante de la ciudad, mientras que la actividad en el puerto siempre era un poco más tranquila. Un barco pesquero pasó a nuestro lado cuando entrabamos en la ensenada portuaria a través del canal de acceso; el faro se encontraba situado justo en la punta del malecón que salía hacia el mar, no era tan alto como el de La Roca y era de un color más grisáceo oscuro debido a la piedra con la que estaba construido.
El barco se acercó a uno de los tantos muelles que allí había y me dejaron desembarcar el primero; con mis alforjas puestas, y llevando el resto de mi equipaje sobre la grupa, me despedí de Wavel Tide y me encaminé hacia la pasarela principal que llevaba hasta el otro lado del puerto; al fondo, dos figuras familiares me estaban esperando. Pero la más pequeña se hartó de esperar y corrió hacia donde yo estaba, dándome alcance en menos de dos minutos y echándose hacia mí.
-¡Papi, papi, has vuelto!
-Oh, Deep, mi querida niña…
La abracé con todas mis fuerzas, al tiempo que ella me cubría de besos rápidos y llenos de cariño, casi sin dejarme respirar. En ese momento, una voz familiar se acercó y murmuró.
-Tranquila, cariño, no agasajes tanto a tu padre…
-¡Pero mamá, si ha vuelto! ¿No te alegras o qué?-inquirió la potrilla, con obviedad.
Frente a eso, mi mujer tan solo sonrió ligeramente, mirándome como si fuera algo evidente.
-Pues claro que sí…
Sin tener que decirla nada siquiera, me acerqué hasta ella y la besé suavemente en los labios durante unos breves segundos que parecieron durar una eternidad. Y hubiera sido más largo si no hubiese mediado Deep.
-¡Buagh, papá, para ya, que asco!
Ante eso, mi mujer y yo no pudimos evitar reírnos tontamente, al tiempo que nos frotábamos los hocicos en un gesto lleno de amor.
Tras ese saludo los tres salimos del puerto y nos dirigimos hacia nuestra casa atravesando esa zona de la ciudad; regresar a la civilización tras tanto tiempo fuera siempre me daba una sensación agridulce. Volver a caminar por las calles y notar el bullicio de los ponis a mi alrededor me hacía sentir un poco agobiado, pero el saber que volvía a estar con mi familia me curaba esa extraña sensación que sólo los relevos me hacían sentir.
Nuestra casa no estaba muy lejos del puerto, había que andar un poco por la calle que bordea el paseo marítimo y luego girar a la izquierda en la tercera intersección hasta llegar a un conjunto de casas adosadas de no más de tres pisos de altura. El barrio era bastante tranquilo, ya que estaba apartado del centro de la ciudad, y había un parque a un par de manzanas de allí, por lo que para nosotros era perfecto.
Volver a entrar en mi casa después de una semana fuera era como volver a casa por la Fiesta del Hogar, aunque en mi caso tenía mucho más valor, sobre todo sentimental; el olor a petunia y jazmín de los ambientadores que tanto le gustaban a mi mujer inundaron mis fosas nasales y un buen montón de buenos recuerdos asaltaron mi memoria.
-Me alegro tanto de que hayas vuelto, cariño…-murmuró mi mujer, mientras me ayudaba a deshacer el equipaje.
-Yo también, y seguramente haya cosas en las que me tenga que poner al día…
-Sí, unas cuantas, Deep está muy emocionada por llevarte al colegio por el día de la Apreciación Familiar…
-Ah, sí, seguramente tenga que preparar algo especial… ¿Qué suelen hacer otros padres?
-La última vez tuve que ir yo porque tú estabas fuera, yo llevé algunas de mis flautas y un pequeño tocón de madera para hacer una demostración en vivo de cómo las tallo. A los críos les encantó…
Eso me dio que pensar, y algunas ideas, por lo que opté por dejarlo así y cambié de tema.
-Por cierto, era esta semana cuando vencía el seguro ¿no?
-Sí, el viernes hay que ir a renovarlo.
-Vale… ¿Qué te parece si hoy pasamos el día fuera en familia? Para celebrar mí regreso…
-Me parece bien… espera que me arregle un poco.
En esos momentos me apetecía estar en cualquier lado con mi familia en vez de estar metido en casa; aunque pueda parecer un poco extraño por mi parte, siempre estaba dispuesto a sacrificarme un poco con tal de que disfrutaran de mi compañía al máximo durante toda esa semana antes de que me tuviera que ir de nuevo. Y como a Deep le encanta estar fuera casi a todas horas, era incluso mejor.
El día era limpio y brillante, no había ni una sola nube en el cielo, y parecía mentira que hasta ahora había estado haciendo un tiempo de perros, sobre todo en alta mar; la ciudad parecía cambiar un poco en cada una de mis visitas, y era una de esas cosas las que me animaban a salir fuera. Vanhoover era una ciudad de tamaño medio, había crecido mucho desde que era un potrillo, y aunque me conocía todos y cada uno de sus rincones, siempre era bueno volver a pasear por ella, sobre todo para ver por mi cuenta todo lo que había cambiado desde mi última estancia.
Por ejemplo, cerca de nuestra calle, a pocas manzanas del parque, había una muy vieja y destartalada casa de la que siempre me acordaba, puesto que en ella estuvieron viviendo hace mucho tiempo mis padres cuando eran jóvenes; la última vez que la vi estaba hecha unos zorros y el ayuntamiento la había precintado por peligro de derrumbe. Ahora, al volver a pasar por allí, pude comprobar con un poco de tristeza que ya se había caído y solo quedaban unos pocos escombros que unos obreros se estaban encargando de retirar.
Otro cambio del que advertí enseguida fue que ya habían terminado las obras de una nueva casa cultural al otro lado del barrio, en la que ahora estaba trabajando un viejo amigo mío de la infancia que hacía un tiempo que no veía. De hecho nos reconocimos al instante cuando pasamos por allí, paseando tranquilamente, y estuvimos hablando un rato.
-¡Light Keeper, bribón, pero cuanto tiempo!
-¡High Lesson, lo mismo digo, no te había visto desde la última vez que quedamos! ¿Qué tal estás?
-Ahí voy, tío, reajustándome de nuevo, no me ha sido fácil…
-¿Y eso?
-Me despidieron de mi antiguo trabajo en la escuela superior de Tall Tale por recorte de plantilla, y luego me embargaron la casa porque resultó que estaba construida en suelo rústico, por lo que me tuve que volver aquí.
-Vaya, menudo palo…
-Ya, a mi mujer no le hizo ninguna gracia, pero hemos tenido suerte, compramos una casa no muy lejos de aquí a un módico precio que estamos pagando a plazos, mi mujer pudo encontrar trabajo de costurera y yo aquí en este centro cultural…
-Bueno, al menos habéis podido asentaros.
-Pues sí… jo, en serio, me alegro de volver a verte, tenemos que volver a quedar todos los de nuestra quinta otra vez y recordar los viejos tiempos…-sugirió entonces él.
-Justamente he estado pensando en eso cuando volvía para acá, voy a intentar contactar con algunos de los que todavía me hablo, intento organizar algo y te cuento ¿va?
-¡Por supuesto, avísame cuando tengas algo!
Tras ese fugaz reencuentro que gastó lo que quedaba de mañana, mi familia y yo buscamos un restaurante donde comer, encontrando uno no muy lejos de allí, al otro lado del parque. El ambiente era cálido y distendido y nos sirvieron muy bien, por lo que salimos de allí bastante satisfechos.
Por la tarde el parque comenzó a llenarse aún más de potrillos con ganas de jugar y Deep se unió a ellos, encontrando a varios de sus amigos allí; nosotros la vigilamos de cerca, sentados en un banco, mientras hablábamos de nuestras cosas. Whistle me puso al corriente de todo lo que había pasado durante la anterior semana, tanto de noticias varias como de otros detalles más tontos y superfluos, pero que aun así me gustaba hablarlos con ella.
-La vecina del frente sigue siendo igual de cotilla que siempre para mi desgracia, ya sabes que no soporto a esa yegua…
-¿La misma que me pone verde cada vez que no estoy?
-Sí, esa amargada no hace más que decir que somos una familia desestructurada porque tú no estás siempre… no lo dirá precisamente por ella, no…
-Ah, tan solo pasa de ella… es más mayor que tú ¿no?
-Sí, se nota que no tiene mejor cosa que hacer, como está soltera y se le ha pasado al arroz, pues…
Ante eso los dos nos reímos con confidencia, aunque por mi parte empecé a frotarla el cuello con mi hocico, llegando a morderla la oreja de vez en cuando; al principio se dejó hacer un poco, pero enseguida reaccionó.
-Ay, para Light, aquí no…-murmuró ella, algo colorada.
-Te he echado mucho de menos…
-Y yo a ti, pero ya sabes que no me gusta ponerme cariñosa delante de todo el mundo…
-Oye, he pensado que mañana podemos ir a cenar los dos solos, tú y yo… puedo reservar en ese restaurante del centro que a ti te gusta tanto…-la sugerí.
-Oh, bueno, vale, podemos dejar a Deep con su canguro y que la acueste pronto si eso…
-Muy bien…
Aun a pesar de que no la gustaba ponerse cariñosa en público, conocía a mi mujer, y sabía que a un poco de mimos nunca la hacía ascos. Aunque tuvimos que dejarlos puesto que Deep reclamó nuestra atención para que la viéramos bajar por el tobogán.
El resto de la tarde pasó enseguida entre juegos varios, la merienda en una pastelería cerca del paseo marítimo y un largo paseo que nos llevó bordeando toda la costa de la ciudad hasta acabar al otro lado de la misma, cerca de las afueras. Volvimos a casa bastante cansados, pero satisfechos; Deep fue la primera en cenar y meterse en la cama, ya que estaba agotada, y además, mañana tenía clase. Y, por supuesto, no faltó el cuento de rigor que su madre la leyó, aunque no llegó a escuchar el final puesto que se durmió antes. Las observé desde el dintel de la puerta y luego me acerqué un poco.
-Es tan dulce cuando duerme…-susurró Whistle en ese momento.
-Sí, en eso ha salido a ti…
-Pero tiene tu carácter…
Salvo eso no dijimos nada más, Whistle la dio un beso de buenas noches en la frente, y yo la di otro más fugaz; la potrilla se revolvió ligeramente y siguió dormitando.
Una vez que Deep se durmió cenamos nosotros y luego estuvimos pasando el resto de la noche en el salón, principalmente ojeando nuestros álbumes familiares y recordando acontecimientos especiales como el día de nuestra boda o el nacimiento de Deep.
-Vaya, estabas deslumbrante en ese vestido blanco…
-Tú también estabas muy elegante con tu esmoquin y la pajarita… oh, mira, en esta se conocieron tus padres con los míos…
-Je, sí, a mi padre le cayó gordo el tuyo…
-Pero porque se puso cabezón. Huy, mira, aquí está mi hermana, que lentejuelas más bonitas llevaba…
-¿Has vuelto a hablar con ella?
-No, me resulta muy difícil… ya sabes…
-Tranquila, no lo pienses más…-murmuré.
Y es que a su hermana nunca le pareció bien que Whistle se casara conmigo; en primer lugar, porque por alguna extraña razón nunca la llegué a caer bien, y en segundo lugar, porque no le gustaba la idea de que fuera farero. Argumentaba lo mismo de siempre, que sería un marido horrible y un padre nefasto, que si la dejaría siempre sola, que si tal, que si cual… Y aun así, ahí estábamos ahora.
-Estábamos tan unidas… siempre he pensado que es por eso por lo que mi padre te despreciaba tanto-argumentó ella, insegura.
-Ya hemos hablado de todo esto, Whistle… intentaste hablar con ella, no quiso escucharte, no pudiste hacer nada.
Whistle se quedó callada, sin poder evitar entristecerse; para evitar males mayores cerré el álbum y traté de desviar el tema.
-Ha sido un día muy largo, vámonos ya a la cama.
Ella no puso ninguna objeción y nos dirigimos para allá, apagando las luces del salón y metiéndonos en la cama tras pasar por el baño. Para hacer que se olvidara del asunto, la estuve contando como fue la semana en La Roca hasta que salió el detalle de Windy, cosa que la llamó la atención.
-¿Ah, sí? ¿Y cómo es que fue aun a pesar del mal tiempo?
-No quería dejarme desatendido… si no hubiera sido por ella, no hubiera podido enviarte a tiempo la última carta-expliqué.
-¿Y pasó la noche en el faro?
-Claro, su ala salió dañada, no podía volver a volar…
En ese punto, Whistle no dijo nada más, mirándome brevemente; bastó nada más que eso para contarla el resto.
-Estaba rara por la tarde, como si algo la incomodara. Por la noche subió a la lámpara y yo la seguí. Ya allí la pregunté qué la ocurría… y ella me besó.
Tras decir eso, me quedé callado y con un gesto solemne dibujado en la cara; por su parte Whistle tan solo me miró con atención, sin apenas reaccionar.
-¿Y tú qué hiciste?
Antes de contestarla la miré a los ojos, diciéndoselo todo en nada.
-La rechacé como buenamente pude… me explicó que estaba enamorada de mí desde hacía tiempo, ella lo sabía aun así. La ofrecí mi amistad.
Mi mujer me devolvió una cara de póker envidiable, por lo que aproveché para cogerla de un casco y añadir.
-Sabes que eres lo mejor que me ha pasado, nunca te engañaría así sin más. La soledad no es nada malo para mí, me ayuda a pensar en ti. Siempre serás la poni de mi vida…
Se hizo de rogar, pero en cuanto levantó la mirada, me mostró una radiante sonrisa, de esas que más me gustaban a mí.
-No he podido pedir mejor marido…
Un suave beso condicionó todo lo demás, y la calmó del todo, haciéndola olvidar el resto. Nos acurrucamos en la cama y, poco a poco, el sueño nos fue venciendo, a mí el primero.
El resto de la semana fue pasando lentamente, para mi suerte, aprovechando todos y cada uno de los días; ese lunes aproveché para tratar de localizar a algunos de mis antiguos compañeros del colegio para juntarlos a todos y convencerles de hacer otra reunión, trayendo esta vez a High Lesson. Después de llevar a Deep al colegio, estuve haciendo varias visitas y hablando con unos cuantos, llegando a concretar algo. Finalmente decidimos quedar el jueves y organizar una comida para volver a vernos y hablar de los viejos tiempos.
Whistle siguió trabajando tallando sus flautas y cuidando de la tienda, me ofrecí a ayudarla, pero la muy cabezona no me dejó argumentando que esa era mi semana de relevo y necesitaba descansar. Después de todo me vino bien, ya que me dio tiempo a hablar con mis compañeros, recoger la nómina de esa semana y reservar mesa para la cena de esa noche. Aunque resultaba un trabajo sacrificado y complicado, la paga no estaba nada mal, de hecho a mí y a todos los demás compañeros que nos encargamos de vigilar La Roca nos pagan un poco más que al resto, debido principalmente a que cuidar de ese faro exige más riesgos.
Para la cena quería que todo fuera perfecto, por lo que elegí uno de los mejores restaurantes de toda la ciudad, concretamente uno que a ella le gustaba especialmente por su buen ambiente y servicio. Vanhoover no es que sea la ciudad con más clase de toda Ecuestria, ese título lo ostentan otras como Manehattan o Canterlot. Esta tira a ser una más del montón, pero aun así es un buen lugar para vivir, y tengo muy buenos recuerdos de ella durante mi infancia.
Esa tarde, después de ir a recoger a Deep, nos estuvimos preparando antes de dirigirnos al restaurante; como era una ocasión especial, nos vestimos elegantemente, Whistle optó por un vestido de seda color verde claro y yo me engalané con un elegante esmoquin de color blanco. Nuestra hija nos estuvo observando en todo momento.
-¿A dónde vais tan guapos?
-Vamos a cenar…-la respondió su madre.
-¿Puedo ir yo?
-No, cielo, tú te tienes que quedar, va a venir Sweet Song a cuidarte ¿vale?
-Está bien…-murmuró la potrilla, sin decir nada más.
La canguro se presentó al poco rato, con el tiempo justo para llegar hasta el restaurante a por la reserva; era una poni bastante joven, de colores cálidos, y con una marca de belleza consistente en un osito de peluche y una clave de sol superpuesta. Antes de irnos Whistle la dio las indicaciones de rigor, aunque se la veía una poni bastante experimentada, y además, ya la había cuidado otras veces cuando yo no estaba.
Como llevábamos un poco de prisa, me tomé la libertad de pedir un taxi, el cual nos recogió al lado de la puerta y nos llevó rápidamente hasta el restaurante; por suerte Vanhoover no era una ciudad con tanto tráfico como Manehattan, por lo que llegamos a tiempo.
El interior del restaurante lucía exactamente igual a lo que yo recordaba de la última vez que estuvimos en él; la decoración apenas había cambiado, y el servicio resultó ser igual de bueno que la última vez. No por nada era uno de los mejores restaurantes de la ciudad. Mientras cenábamos estuvimos hablando de todo un poco, rememorando los años en los que nos conocimos y cómo había cambiado todo desde entonces.
-Míranos ahora, cielo, parece mentira que haya pasado… ¿Cuánto tiempo ya?-inquirió Whistle, curiosa.
-¿Desde que nos conocimos? Pues hará como unos cinco años…
-¿Tanto? Hay que ver lo rápido que pasa el tiempo…
-Dímelo a mí. A veces echo la vista atrás y recuerdo esos buenos momentos, cuando éramos más jóvenes. Si me preguntaran que si hubiera llegado a verme así antes, apenas me lo hubiera creído. Pero el tiempo sin duda ha sido el mejor amortizado de mi vida-argumenté.
-Y el mío también. Me has hecho sentir como la yegua con más suerte de toda Ecuestria, me has dado una hija maravillosa y una vida perfecta.
No hizo falta decir nada más, los dos compartimos un cariñoso gesto juntando nuestros cascos bajo la mesa y experimentando el momento.
La cena se prolongó un poco más hasta los postres, probamos una muy suave mousse de chocolate que nos dejó bastante satisfechos; aunque la noche todavía no había acabado, y aún faltaba rematarla. Volvimos a casa cerca de madrugada, parándonos de cuando en cuando bajo las farolas para besarnos cual adolescentes enchochados; cuando llegamos la casa lucía silenciosa, la canguro ya se había ido desde hacía rato y Deep estaría, con toda seguridad, dormida como un tronco. Y teníamos la suerte de que nuestra hija era de sueño profundo.
-¿Me acompaña a la habitación, señor Keeper?-me susurró Whistle en una oreja, con voz sensual.
-Después de usted, señorita…
Aun a pesar de la oscuridad pude distinguir su figura delante de mí, contoneando los flancos y poniéndome cada vez más y más enfermo. No hizo falta ni encender la luz, llegamos a nuestra habitación rápidamente y nos echamos sobre la cama, sin despegarnos en ningún solo momento. Afuera, la noche acompañaba a Vanhoover.
El día de la Apreciación Familiar siempre era especial para todo potrillo que se preciara; en su día llegué a llevar a mi padre para presentarlo ante mi clase, hace ya mucho tiempo, y pensar que ahora era yo el que se ponía delante de la pizarra me hacía sentir una extraña sensación que me hacía recordar lo que significaba ser padre.
-Y ahora es el turno de Light Keeper, el padre de Deep Echo, el cual nos hablará de su trabajo como farero en La Roca… cuando quiera, señor Keeper-me indicó en ese momento la profesora.
Para ser sincero, no me había preparado absolutamente nada, y por un momento no supe cómo empezar; pero entonces, de entre todos esos ojillos escrutadores que me miraban, distinguí a la emocionada mirada de mi hija. Eso hizo envalentonarme y comencé a hablar.
-¿Cuántos de vosotros pensaríais que trabajar en un faro sería aburrido?
Por un momento los potrillos se miraron entre sí, no muy seguros de qué decir o hacer; algunos levantaron sus cascos.
-Bueno, aunque puede parecer aburrido estar solo, yo prefiero tomármelo con un poco más de… ¿cómo decirlo? calma…
Guardé un breve silencio, el cual no fue roto en ningún momento.
-Aunque no lo parezca, ser farero es un trabajo que conlleva una gran responsabilidad… de mí dependen muchos marineros que necesitan navegar con seguridad por la noche, y yo debo de estar ahí siempre para encender la lámpara e indicarles que no se acerquen demasiado a la costa. La Roca es un faro con mucha personalidad, sobre todo porque está en medio del mar.
Paré por un momento para rebuscar algo en mis alforjas; aunque no me había preparado ningún tipo de guion, sí que me había traído algo conmigo. El otro día me pasé por el museo marítimo y pedí prestados a los ponis de su archivo algunos documentos fotográficos para que los potrillos los vieran; estaba seguro de que les encantaría a los críos.
-Y tampoco es que sea agradable estar en él, ya que muchas veces el mar se pone tonto y azota al faro con todas sus fuerzas… en estas fotos podéis ver algunos ejemplos.
En muchas de ellas se podía ver al faro envuelto en agua y espuma en días particularmente difíciles; los críos alucinaron con ellas, sobre todo los potrillos, los cuales fueron pasando las fotos según las iban mirando.
-Aunque no siempre es así, y los días en los que el mar se calma el paisaje es de lo más bonito; en ese tipo de días aprovecho para salir afuera, tomar el aire, leer o incluso pescar. Los atardeceres son especialmente bonitos, creo que tenéis alguna foto en ese plan.
-¡Sí, está aquí!-indicó una potrilla en ese momento.
Muchos otros se inclinaron para verla mejor y algunos llegaron a soltar alguna que otra exclamación de asombro.
-No es fácil trabajar en La Roca, requiere ser valiente y constante. Si alguna vez llegáis a interesaros por la vida en el mar, o buscáis estar un tiempo alejados y tranquilos, un faro es una muy buena opción.
Personalmente no sabía si les llegaría a gustar, por lo que me quedé bastante impresionado al ver que me aplaudían, hasta la profesora de Deep me aplaudió; no quise extenderme mucho puesto que había otros padres esperando su turno. En cuanto acabó el tiempo de presentaciones, Deep vino a saludarme, dándome un gran abrazo.
-¡Eres el mejor, papi!
-¿Te ha gustado, cariño?
-¡Sí, me ha encantado, y esas fotos son muy chulas!
-Me alegro mucho, cielo…
-¡Yo de mayor quiero ser como tú, papi, quiero trabajar en La Roca!-exclamó la potrilla, toda emocionada.
-Bueno, bueno, aún es muy pronto para decir eso, quien sabe si luego encuentras otro talento…
-¡Pero yo quiero seguir tus pasos!
No pude evitar emocionarme más de la cuenta ante todo el cariño y amor que mi hija me profesaba, además del orgullo que me embargaba al oírla decir eso. Y no era para menos, puesto que yo le dije lo mismo a mi padre cuando tenía su edad.
-Deep, hija… si eso es lo que quieres, entonces no te lo puedo negar.
Ante eso, la potrilla tan solo sonrió un poco más y me volvió a abrazar.
-Eres el mejor padre del mundo.
Como ella tenía que volver a clase se despidió de mí y yo la observé irse hasta que volvió a entrar en clase. En un momento como ese, no podía sentirme más orgulloso de ella.
-Crece muy rápido… me recuerda a mí-pensé, perdiéndome en mis propios recuerdos.
Salí del colegio para volver a la tienda con mi mujer y ayudarla. Ese día el sol brillaba con más fuerza que nunca.
-¡Venga muchachos, brindemos por los viejos tiempos!
-¡Desde luego, que no decaigan!
-¡Salud!
El ruido de un buen montón de vasos entrechocándose se fundió con el de las risas y la algarabía que sólo un buen grupo de antiguos amigos podía hacer; al final resultamos ser unos pocos menos que la última vez, aunque los demás se mostraron particularmente alegres al volver a ver a High Lesson. En total éramos doce ponis, y la comida de ese jueves resultó ser tan nostálgica como bien ya se preveía.
-¡Eh, eh! ¿¡Os acordáis cuando Sage pilló desprevenido al profesor de lengua?! ¿Cómo se llamaba?
-Creo que era Proper Grammar…
-Menudo era el Sage, como se las gastaba el muy cabrón…
-No seré yo quien destruya mi leyenda ¿sabes?-obvió el propio Sage.
-Sin embargo Light siempre era el modosito…
-Ya ves, al contrario que vosotros yo no era tan burro… sin ofender a los burros, claro está-añadí yo.
-Ja, qué salado…
La gran mayoría de los que estábamos allí nos encontrábamos casados y con hijos, aunque había alguien en concreto que seguía estando soltero después de todo ese tiempo. Se llamaba Lone Way y lo apodábamos El Dorado puesto que se había convertido en el soltero de oro del grupo.
-¡Hey, Lone, recuérdame otra vez cómo era la vida antes de casarme, anda!
-Pues mira, lumbreras, podías sobrevivir con solo una renta, no hacía falta comprarte una casa si al menos tenías un buen alquiler, y podías conocer a muchas yeguas cada noche…
-¡j*der, este sí que sabe! ¿Seguro que hemos hecho bien en casarnos?
-Ah, no sé, dímelo tú…
Ante eso todos soltamos una sonora carcajada que resonó por todo el comedor del restaurante donde nos encontrábamos; siempre era bueno volver a ver a mis antiguos compañeros de colegio, aunque fuera de cuando en cuando. Los recuerdos de aquellos tiempos siempre estarían ahí, y era divertido recordarlos entre todos y pasando el tiempo así de bien. Por parte de Whistle no hubo ningún problema y me deseó que pasara un buen día, y así lo estábamos haciendo.
-¿En qué piensas, Light? Te veo muy callado…
-Ah, no, tan solo pensaba en todo… en cómo ha pasado el tiempo, y lo bien que estamos todos. Cada uno ha alcanzado su propio sueño, trabajando en lo que más le gusta, y compartiendo su vida con los que más quieren. Resulta reconfortante pensarlo así, sabiendo que todo el tiempo invertido ha merecido la pena…y la vida sigue, con nosotros ahí, viviéndola.
Por un breve momento hubo un denso silencio en el que todo el mundo me miró con ojillos escrutadores, pensando en mis palabras, hasta que al final High Lesson rompió el hielo.
-¡Ese es el Light que todos conocemos, filosofando y pensando! ¡Te vamos a llamar el pensador!
A los demás les pareció bien el mote, y yo lo acepté con sumo agrado, entre risas y algún que otro vacile. El ambiente no podía ser mejor. Afuera, en la calle, comenzaba a refrescar.
-A ver… renovación del seguro de vida a nombre de Light Keeper y Whistle Sound ¿verdad?
-Sí…
-Muy bien, déjenme que compruebe los últimos movimientos…
Lo del seguro era algo importante que estaba pendiente para esa semana, y fue toda una suerte, porque para poder renovarlo debíamos de estar los dos presentes, ya que está contratado al nombre de los dos. Cada año la vigencia del seguro caducaba y tocaba renovarla para poder seguir accediendo a todos los servicios que prestaba.
-Vale, por lo que veo tenían contratado el servicio compartido ¿verdad?-inquirió el supervisor de la agencia, ojeando los papeles.
-Así es, el de la compensación dividida-asintió Whistle.
-Muy bien, pues ahora mismo tramito la renovación… comprueben si sus datos están bien, por favor.
El poni nos pasó una hoja con nuestros datos y los estuvimos comprobando concienzudamente; debido a mi trabajo, la propuse hace tiempo a Whistle contratar un seguro de vida que pudiera cubrir los riesgos que mi profesión entrañaba. Al principio ella no estaba segura, y tomó por sentado que se lo decía por inseguridad, pero en realidad era por simple precaución. En el caso de que a mí me pasase algo, lo que fuera, quería que tanto ella como mi hija estuvieran bien cubiertas en todo momento. Finalmente, tras muchas reticencias, Whistle acabó aceptando y contratamos un seguro compartido y dividido, que remuneraba a ambas partes independientemente de quién hubiera fallecido. Mi trabajo así lo requería, y no sabía lo que me podría pasar de aquí en un futuro lejano.
-Está todo en orden-murmuró Whistle, devolviéndole la hoja.
-Perfecto, en ese caso pueden firmar aquí y aquí…
Los dos estampamos nuestras firmas en un par de papeles que el poni nos dio. La firma de mi mujer era un extraño garabato ondulado que subía y bajaba, junto con el nombre acortado encima; pero la mía era mucho más simple y sin apenas grafías. Tan solo escribía mi nombre y luego describía una línea ovalada justo debajo. Eso era todo.
Una vez firmados, el poni los cogió y los puso junto con todos los demás.
-Muy bien, pues esto ya está, en cinco días les llegará la carta de confirmación que les indicará que la renovación ha sido efectuada.
-De acuerdo, muchas gracias.
-Gracias a ustedes, hasta pronto.
Una vez que estuvo hecho, salimos del edificio donde las oficinas de nuestro seguro estaban situadas; ese día había amanecido un tanto nublado, y el viento soplaba con una fuerza moderada, agitando las ramas de los árboles que decoraban la avenida.
-Bueno, pues esto ya está…-murmuré, guardándome las copias para nosotros.
Whistle no dijo nada, tan solo miró al suelo con gesto taciturno; conocía a mi mujer, y sabía qué era lo que la estaba molestando.
-Eh, vamos cielo, lo hablamos en su día…
-Lo sé, lo sé, es que… no termino de acostumbrarme a la idea de que te pueda pasar algo. Siempre me has demostrado ser fuerte y valiente, e imaginarme a ti siendo víctima de olas o marejadas me hace sentirme muy inquieta. No quiero perderte, Light…-masculló ella, sin poder evitar esbozar una preocupada mirada.
-Eh, sabes cómo es esto, cielo. Ya has visto como es la situación ahí fuera, el mar es impredecible, y por muy fuerte que yo pueda ser no podría hacer nada contra la fuerza de los elementos. No te puedo prometer que viviré o no moriré, pero si a mí me pasa algo, lo que sea, estaré mucho más tranquilo sabiendo que tú y Deep estaréis bien en el caso de que yo no esté.
Aun así, la sola mención de eso turbó sobremanera a mi mujer, la cual llegó a soltar un par de lágrimas.
-No me digas eso, quédate conmigo, por favor…
-Eh, eh, yo siempre estaré contigo, en esta vida o en la otra…
Aun así tuve que sostenerla entre mis patas y abrazarla con fuerza para que no lo pensara más; era en esos momentos cuando más la daba su vena religiosa y se ponía especialmente mística, por así decirlo.
-Todas las noches rezo al Primer Alicornio para que te proteja y estés bien… y eso me tranquiliza, porque sé que Él proveerá.
-En ese caso no tienes por qué temer a lo que me pueda pasar… además, ya sabes que pensar en ti me da fuerzas.
Ante eso, ella sonrió, cosa que me gustó y me dejó más tranquilo; ambos nos dimos un suave beso y nos fuimos calle abajo, hablando de otras cosas. Encima de Vanhoover, densas y compactas nubes decoraban el cielo.
Ese fin de semana se perfiló como uno para estar metido en casa, ya que el tiempo no acompañó precisamente. No llovió ni nada parecido, pero los días se mantuvieron igual de nublados, con nubes grises decorando el cielo que quitaban las ganas de salir a la calle. Por mi parte lo aproveché al máximo, ya que me quedaban menos de 48 horas para estar con mi familia. Durante la tarde del sábado fuimos a visitar a mis padres, cosa que a Deep le encantó ya que les tenía mucho cariño, sobre todo a su abuela; hacía ya más de diez años desde que mi padre se jubiló, ahora tenía setenta y por fortuna tanto él como mi madre se conservaban bastante bien, aunque se les podía notar los años encima después de todo.
-¿Qué tal por La Roca, hijo, todo bien?
-Sí, la semana pasada estuvo un poco revuelto, pero no fue gran cosa, así que bien…
-Sopla la tramontana desde ayer, puede que tengas problemas para la siguiente semana…-comentó él, mirando por la ventana.
-Sí, pero bueno, no creo que sea nada que ya haya visto…
Aun y con todo mi padre no dijo nada, sin apenas apartar la vista de la ventana y entrecerrando los ojos con gesto analítico.
-Aun así hay que ser precavidos, hijo, y lo sabes… siempre hay que tener cuidado.
-Claro.
La visita fue agradable e hizo que las horas restantes fueran más productivas; el domingo lo pasamos en casa, ya que seguía nublado, y el resto de horas pasaron casi sin darme cuenta. Como la semana no empezaba hasta el lunes, esa vez tuve que irme un poco antes, esa misma tarde de hecho, ya que Patience, mi compañero, había pedido volver un poco antes debido a una leve lesión que se había hecho la noche anterior. Whistle me ayudó a hacer las maletas, preparando mis alforjas, además de otros enseres para llevarme. Luego, tanto ella como mi hija me acompañaron hasta el puerto, donde el barco me esperaba para llevarme; esa vez Wavel Tide no estaba, y en su lugar había un reemplazo de lo más torpe, ya que se tropezó varias veces con el mismo cabo.
-¿Y cómo es que Wavel Tide no ha podido venir?-inquirí en un momento dado.
-Oh, está ocupado con otro asunto en un puerto de paso cercano, volverá luego-me explicó el reemplazo.
-Ya… ¿y cómo es que Patience se ha lesionado, qué le ha pasado?
-Nos explicó por carta que hubo un repentino golpe de mar muy fuerte que sacudió el faro cuando él estaba bajando las escaleras… mala suerte, la verdad.
-Vaya…
Antes de abordar el barco me despedí de mi hija y mi mujer; Deep me abrazó con todas sus fuerzas, al tiempo que decía.
-¡Vuelve pronto papi, te estaremos esperando!
-Volveré cielo, te lo prometo-la dije, dándola un beso en la frente.
Mi mujer fue la siguiente, a la cual le di un suave pero apasionado beso en los labios; esta vez Deep no se metió y nos dejó hacer, durando unos instantes que parecieron horas.
-Piensa en mí-susurró ella.
-Siempre.
Tras esa despedida abordé el barco y éste se alejó del puerto rápidamente gracias al viento favorable; agité mi casco, dándolas el último adiós, hasta que el muelle quedó lejos. Mientras tanto, encima de nuestras cabezas, las nubes se arremolinaban como serpientes inquietas.