Kalas in Equestria: A Tale of Might and Planes
Publicado: 11 Ene 2015, 03:42
Quiero hacer unas aclaraciones antes de que os pongáis a leer esto. No soy el mayor fan de los fanfics, no he leído muchos y pocos de los que leo me caen en gracia. Con esto no quiero decir que sea una deidad todopoderosa y que mi contenido es incuestionable. Au contraire, quiero que saquéis espadas, lanzas, antorchas y azadas pero que no me las tiréis. Me basta con que os plantéis delante de mi castillo de letras y me digáis "me gusta tal cosa o tal otra" y yo ya veré lo que me convence más.
Respecto a cómo lo he escrito. Lo siento, peco en no describir mucho las cosas porque como jugador de D&D yo soy quien camina los parajes, no su creador. Además de que me gusta actuar, y como últimamente le dan mucho al metarol pues yo quiero mis diálogos. Y sí, esto sale de mi aburrimiento y de la partida de D&D que estamos jugando ahora mismo los colegas.
Se trataba de una partida de pacificación/guerra en Eberron que se trasladó a campaña entre planos que nos garantizaría la ascensión como dioses, el poder necesario para cumplir nuestras metas, riquezas, aventuras, todas esas cosas. Y no se limita a los planos típicos de D&D, sino que todo vale. Ya nos hemos cruzado con guerreros de Gondor, Dragonlance y ya ni recuerdo que más.
Si queréis que os ponga un poco más en situación con el trasfondo de los personajes o no entendéis qué es un objeto o como funciona comentádmelo y cualquier crítica constructiva será bien recibida. Y por favor os invito a sugerir también títulos y quitarme galones de mi uniforme de Grammar Nazi que a veces se me escapan algunas piedras XDD
Sin más dilación os dejo con el primer capítulo.
—Etéreo, haz las preparaciones para partir hacia Xen'Drik a máxima velocidad. Espera a la señal posterior al correcto posicionamiento de los tripulantes—ordena una voz regia.
—Sí, señor de d'Deneith.
—Chicos, preparaos para un viaje movidito, poco relajante y que probablemente os haga echar hasta la primera papilla. ¿Dónde está Kalas? —Inquirió el noble.
—El maestro Shirren se encuentra en el pasillo, dirigiéndose hacia aquí en este preciso ins...
—Por la puerta asoma...—interrumpe el mercenario al forjado.
—tante.—finaliza la medio maquina medio ser vivo.
—El rey de Roma —. ¿Qué pasa Cruxis?¿Acaso no puedes aguantar dos minutos sin mí?
Cruxis me lanza su mirada de "Ríndete o muere" y con ese aire de arrogancia que siempre le ha caracterizado me responde.
—Lo que no puedo aguantar, Kalas, es pasar ni un segundo más en este Plano lleno de locos racistas y elitistas del demonio —recalcando con un gesto facial cargado de reproche.
—Oye, que es mi casa —espeta Valdrak, el Maestro Fénix nativo de Krynn.
—Valdrak, nos has contado tu historia y mil más millones de veces. Somos más que conscientes de que vienes de aquí, no te alteres —le atajo rápidamente para que este viaje no se convierta en una discusión de críos.
—Hablando de historias. Ya que vamos a estar sentados durante un rato os podría contar alguna más —dice mientras sonríe, dichoso.
Cruxis y yo cruzamos miradas de puro terror. Amigos, escuchar una historia de Valdrak no es como leer un cuento. Tampoco se asemeja a leer una novela de digamos mmmm 300 páginas. No, una historia de Valdrak es como tener a cuatro ancianos contándote sus glorias pasadas pero con todo lujo de detalles.
—Va a llover... —pronostica el monje con su habitual tono relajado.
—Umi, gracias por la predicción del tiempo pero nos importa más bien poco si vamos a viajar entre Planos —replica Cruxis, hastiado.
—Haya paz, compañeros. Suficientemente mal lo hemos pasado aquí —dice el insectoide Kreek en tono pacificador—, y no vale la pena cuando estamos a punto de largarnos.
—Está bien, sentaos e intentad relajaros.
Todos nos acomodamos en las sillas que dispusimos especialmente para este tipo de viajes. Estábamos bastante hartos de no poder usar todo el potencial del Etéreo y cuando hicimos nuestra última visita a Eberron, hará ya 9 meses, pagamos su instalación. Ser sólo cinco también ayuda a la hora de evitar caídas por las velocidades absurdas que alcanza la nave.
—Etéreo, inicia la marcha en 5 segundos —ordeno, deseoso de volver a Eberron.
—5, 4, ...
—¿Qué ruta vamos a seguir, Cruxis? —le pregunto al brujo, amplio conocedor de los planos.
—3, 2, ...
—Pues vamos a viajar al Plano de Faerûn, y una vez lleguemos a los Yermos sin Fin podremos volver a Eberron. Sólo estaremos a unas horas de viaje en línea recta atravesando la menor masa de mar que es posible —contesta rápidamente Cruxis-, si cambiáramos directamente a Eberron apareceríamos cerca de las Tierras Enlutadas. No es precisamente mi idea de trabajo light.
—1, salida —indica la nave—. No se levanten de sus asientos ni desabrochen las medidas de seguridad, a su derecha tienen un cojín para el cuello y una bolsa de contención con comida para el viaje.
—Apareceremos cerca de la ciudad de Gilb'aen entonces, ¿verdad? —digo alzando un poco la voz por encima del ligero ruido que se genera, resultado de la marcha forzada del elemental que hace de motor— Lástima que no haya tiempo para visitarle.
—Veo que aprendes rápido sobre los viajes entre Planos, Kalas —me felicita mi compañero.
—Bueno, hago lo que puedo —contesto, agradecido por sus palabras—. Ahora si me disculpas, me voy a poner los tapones y dormirme antes de que Valdrak nos dé la chapa a nosotros también.
—Casi que mejor, sí. Nos vemos en casa, colega.
Así dejamos que Umi y Kreek sufrieran el calvario de aguantar al Guerrero de las Mil Historias. A Umi no le suele importar mucho y Kreek también tiene sus historias que contar, así por lo menos no se convierte en un toma y daca oropeliano.
Se supone que solo sería una siestita y cháchara pero no todo iba a salir bien hoy.
—Amo Deneith, maese Shirren no ha pasado de Plano con nosotros y se encuentra en paradero desconocido —repetía el Etéreo una y otra vez mientras el trío cuentacuentos se apresuraba a despertar a Cruxis que aún seguía durmiendo.
—Cruxis, despierta —gritaba Valdrak mientras zarandeaba el hombro del mercenario.
—¿Aadgoinkjdeeeh?¿Qué pasa? —preguntaba un Cruxis aún aletargado que se apresuraba a quitarse los tapones.
—Escucha —dijo Umi impertérrito mientras señalaba al techo. Un gesto común en la nave.
—Amo Deneith, maese Shirren no ha pasado de Plano con nosotros y se encuentra en paradero desconocido —continuaba repitiendo el forjado.
—Espera, espera, espera. ¿Qué quieres decir con que no ha pasado de plano con nosotros?¡¿Cómo demonios le pasa eso a la nave creada por el mejor ingeniero de todo Eberron?!¡¿Tenemos algún indicio de dónde se puede haber quedado?! —gritaba furioso el aventurero.
—La única información de que disponemos es el momento de su desaparición —contesta la nave—. Justo en el cambio de fase entre Faerûn y Eberron.
—¡¿Sólo eso?! ¡Jamás le vamos a encontrar si tenemos que revisar todos los planos materiales uno a uno! —vociferaba Cruxis, al borde de un ataque de nervios.
—Tranquilízate, Cruxis —le pedía Kreek.
—Sí, miradlo por el lado bueno. Al menos estáis en casa —afirma Valdrak con tono complaciente.
Cruxis clavó en el una mirada llena de furia a la vez que reventaba con su magia demoníaca una de las sillas normales de la sala.
—No sin mi amigo —espetó, mientras se dirigía a la biblioteca a repasar sus vastos manuales arcanos.
—Cruxis, espera. ¿A dónde vas? —preguntaba Kreek.
Cruxis continuaría su camino hasta la biblioteca sin parar ni mediar palabra con sus compañeros, quienes continuaban llamándole. Una vez pasada la puerta de aquella cornucopia del saber, se encerró para dar lugar a lo que serían unas largas jornadas de estudio y reflexión.
Mientras tanto, en otro Plano.
Pude sentir una agradable brisa acariciando mi pelaje. Lo raro es que fue suficientemente fuerte para despertarme, y para cuando iba a desperezarme me encontré con el duro y rasposo suelo.
—Aaaaaaaaahdmoañdghfobe —me dio tiempo a gritar en el instante antes de tomar tierra con mi cara y literalmente comerme el polvo.
La caída fue oblicua al suelo lo que arqueó mi espalda, contorsionando mi cuerpo sobre mi cabeza de una manera para nada agradable. Lo siguiente que sabía era que tenía la cara hecha una pena y un dolor de espalda que nada tenía que envidiarle al día en que Tonga me lanzó 10 metros contra la pared con un desafortunado barrido de su enormérrimo espadón.
—¿Dónde estoy? Yo estaba durmiendo en el Etéreo —la alarma se activa en mi cabeza—. Espera, ¡¿nos han atacado?! No, imposible. Yo no soy capaz de sobrevivir a una caída así ni con toda la gracia de Olidammara de mi parte —contestaba rápidamente a las posibilidades que se me venían a la cabeza.
—Además, no tengo mi anillo de Caída Terminal activo. Por eso he caído contra el suelo —murmuraba para mí mismo—. Oh, oh, ohf... no será que Cruxis me esté gastando una broma trayéndome a este Plano y dejándome solo, ¿verdad?
Comprobé rápidamente el anillo que nos permite saber la dirección en la que está la nave y sus tripulantes pero no brillaba. Intenté establecer también comunicación con el enlace de nuestras armaduras pero ni siquiera se abría el canal con mi amigo.
—¡Cruxis, más te vale que esto no sea una broma de mal gusto! —grité al cielo en medio de quién sabe dónde.
No hay respuesta y mis palabras se las lleva el viento en esa colina.
—A ver, a ver. Relax, comprobemos lo que tenemos —inspiré profundamente para tranquilizarme y di un repaso a todo lo que llevaba encima—. Armadura, puesta y llena de tierra —una rápida mirada al brazalete de mi mano izquierda—. Arco, en su sitio. Mi carcaj, a mi espalda —metí la mano en el orificio mágico— y repleto de flechas. Mis anillos, en los dedos y ahora activos. Y lo más importante —respiré hondo porque ahora sí que lo iba a necesitar mientras palpaba el pequeño morral a mi costado izquierdo—. Mis bolsas de contención... ¡Bien!, aquí están.
—Así que tampoco me han robado y sigo siendo ridículamente rico. Menos mal que soy un obseso y llevo sólo gemas, que valen igual en Tunte que en Rohan. Ahora a ver dónde estamos...
Di un paseo por los alrededores, buscaba huellas, un camino o algún lugar donde acampar por un momento. Para mi suerte, pude ver a lo lejos un estanque con un árbol que proyectaba una sombra de lo más suculenta. Me dirigí inmediatamente hacia allí para descansar de ese maravilloso aterrizaje.
—Al menos el clima aquí es bastante agradable y tengo agua que beber. Ya veremos si al fin puedo comerme esas raciones de viaje que llevo en mi bolsa de contención desde que empezó la Guerra Racial hace ya casi... ¿Cuánto?¿Dos años y medio?¿Tres? —esto me provocaba bastante gracia— Siempre que nos movemos acabamos comiendo en una taberna, un barco, invitados a un banquete o se nos cruza un pobre animal en el camino. Tsk, al menos dentro de la bols... —chasqueé los dedos— ¡Claro, la bolsa! Kalas, eres idiota —decía para mí mismo pensando que estaba salvado— Tienes un mapa que se dibuja solo en cualquier Plano en tu bolsa de contención y no se te ocurre mir.....arlo.
El mapa no está, en el estuche sólo tengo mapas mundanos de los planos habituales. Lo debí de haber dejado en la sala de mapas del Etéreo algunos estos meses que hemos estado más centrados en las guerra en Krynn.
—Bueno, ¿no querías viajar? Toma viaje —me recochineé a mí mismo—. Espero que por lo menos quien quiera que viva aquí tenga barcos voladores en venta y alguna casa que pueda usar —decía mientras tomaba unas bayas y frutos secos de las raciones, acompañados de un poco de agua—. Igual vuelvo a repetir la triquiñuela de abrir un nuevo gremio de aventureros para que me ingresen más dinero.
El solo pensamiento de ganar más y más dinero dibujaba una sonrisa en mi peludo rostro. Pero había algo que me molestaba.
—Ojalá los demás estén bien y no estemos divididos cada uno en un Plano —comencé a reír—. A Cruxis le debe estar estallando la vena del cuello, hahahahaha —carcajada que me llevó a atragantarme como un tolai con la comida.
—*cof cof* Bueno, será mejor que me ponga en marcha y que me oculte bajo la capucha. No sé qué clase de seres habitan aquí y si alguna vez han visto un félido.
Sin más en la cabeza que mis compañeros y lo que me esparara delante, me dirigí hacia el este. Parecía mediodía por la altura del sol y soplaba un viento suave, perfecto para una larga.
—Veamos con qué nos encontramos aquí—murmuré una vez más para mí mismo—. Qué solecito tan rico. Si no fuera porque tengo que salir de aquí me quedaría a dormir la mona.
Respecto a cómo lo he escrito. Lo siento, peco en no describir mucho las cosas porque como jugador de D&D yo soy quien camina los parajes, no su creador. Además de que me gusta actuar, y como últimamente le dan mucho al metarol pues yo quiero mis diálogos. Y sí, esto sale de mi aburrimiento y de la partida de D&D que estamos jugando ahora mismo los colegas.
Se trataba de una partida de pacificación/guerra en Eberron que se trasladó a campaña entre planos que nos garantizaría la ascensión como dioses, el poder necesario para cumplir nuestras metas, riquezas, aventuras, todas esas cosas. Y no se limita a los planos típicos de D&D, sino que todo vale. Ya nos hemos cruzado con guerreros de Gondor, Dragonlance y ya ni recuerdo que más.
Si queréis que os ponga un poco más en situación con el trasfondo de los personajes o no entendéis qué es un objeto o como funciona comentádmelo y cualquier crítica constructiva será bien recibida. Y por favor os invito a sugerir también títulos y quitarme galones de mi uniforme de Grammar Nazi que a veces se me escapan algunas piedras XDD
Sin más dilación os dejo con el primer capítulo.
Capítulo 1, Fluctuaciones de Fase
—Etéreo, haz las preparaciones para partir hacia Xen'Drik a máxima velocidad. Espera a la señal posterior al correcto posicionamiento de los tripulantes—ordena una voz regia.
—Sí, señor de d'Deneith.
—Chicos, preparaos para un viaje movidito, poco relajante y que probablemente os haga echar hasta la primera papilla. ¿Dónde está Kalas? —Inquirió el noble.
—El maestro Shirren se encuentra en el pasillo, dirigiéndose hacia aquí en este preciso ins...
—Por la puerta asoma...—interrumpe el mercenario al forjado.
—tante.—finaliza la medio maquina medio ser vivo.
—El rey de Roma —. ¿Qué pasa Cruxis?¿Acaso no puedes aguantar dos minutos sin mí?
Cruxis me lanza su mirada de "Ríndete o muere" y con ese aire de arrogancia que siempre le ha caracterizado me responde.
—Lo que no puedo aguantar, Kalas, es pasar ni un segundo más en este Plano lleno de locos racistas y elitistas del demonio —recalcando con un gesto facial cargado de reproche.
—Oye, que es mi casa —espeta Valdrak, el Maestro Fénix nativo de Krynn.
—Valdrak, nos has contado tu historia y mil más millones de veces. Somos más que conscientes de que vienes de aquí, no te alteres —le atajo rápidamente para que este viaje no se convierta en una discusión de críos.
—Hablando de historias. Ya que vamos a estar sentados durante un rato os podría contar alguna más —dice mientras sonríe, dichoso.
Cruxis y yo cruzamos miradas de puro terror. Amigos, escuchar una historia de Valdrak no es como leer un cuento. Tampoco se asemeja a leer una novela de digamos mmmm 300 páginas. No, una historia de Valdrak es como tener a cuatro ancianos contándote sus glorias pasadas pero con todo lujo de detalles.
—Va a llover... —pronostica el monje con su habitual tono relajado.
—Umi, gracias por la predicción del tiempo pero nos importa más bien poco si vamos a viajar entre Planos —replica Cruxis, hastiado.
—Haya paz, compañeros. Suficientemente mal lo hemos pasado aquí —dice el insectoide Kreek en tono pacificador—, y no vale la pena cuando estamos a punto de largarnos.
—Está bien, sentaos e intentad relajaros.
Todos nos acomodamos en las sillas que dispusimos especialmente para este tipo de viajes. Estábamos bastante hartos de no poder usar todo el potencial del Etéreo y cuando hicimos nuestra última visita a Eberron, hará ya 9 meses, pagamos su instalación. Ser sólo cinco también ayuda a la hora de evitar caídas por las velocidades absurdas que alcanza la nave.
—Etéreo, inicia la marcha en 5 segundos —ordeno, deseoso de volver a Eberron.
—5, 4, ...
—¿Qué ruta vamos a seguir, Cruxis? —le pregunto al brujo, amplio conocedor de los planos.
—3, 2, ...
—Pues vamos a viajar al Plano de Faerûn, y una vez lleguemos a los Yermos sin Fin podremos volver a Eberron. Sólo estaremos a unas horas de viaje en línea recta atravesando la menor masa de mar que es posible —contesta rápidamente Cruxis-, si cambiáramos directamente a Eberron apareceríamos cerca de las Tierras Enlutadas. No es precisamente mi idea de trabajo light.
—1, salida —indica la nave—. No se levanten de sus asientos ni desabrochen las medidas de seguridad, a su derecha tienen un cojín para el cuello y una bolsa de contención con comida para el viaje.
—Apareceremos cerca de la ciudad de Gilb'aen entonces, ¿verdad? —digo alzando un poco la voz por encima del ligero ruido que se genera, resultado de la marcha forzada del elemental que hace de motor— Lástima que no haya tiempo para visitarle.
—Veo que aprendes rápido sobre los viajes entre Planos, Kalas —me felicita mi compañero.
—Bueno, hago lo que puedo —contesto, agradecido por sus palabras—. Ahora si me disculpas, me voy a poner los tapones y dormirme antes de que Valdrak nos dé la chapa a nosotros también.
—Casi que mejor, sí. Nos vemos en casa, colega.
Así dejamos que Umi y Kreek sufrieran el calvario de aguantar al Guerrero de las Mil Historias. A Umi no le suele importar mucho y Kreek también tiene sus historias que contar, así por lo menos no se convierte en un toma y daca oropeliano.
Se supone que solo sería una siestita y cháchara pero no todo iba a salir bien hoy.
—Amo Deneith, maese Shirren no ha pasado de Plano con nosotros y se encuentra en paradero desconocido —repetía el Etéreo una y otra vez mientras el trío cuentacuentos se apresuraba a despertar a Cruxis que aún seguía durmiendo.
—Cruxis, despierta —gritaba Valdrak mientras zarandeaba el hombro del mercenario.
—¿Aadgoinkjdeeeh?¿Qué pasa? —preguntaba un Cruxis aún aletargado que se apresuraba a quitarse los tapones.
—Escucha —dijo Umi impertérrito mientras señalaba al techo. Un gesto común en la nave.
—Amo Deneith, maese Shirren no ha pasado de Plano con nosotros y se encuentra en paradero desconocido —continuaba repitiendo el forjado.
—Espera, espera, espera. ¿Qué quieres decir con que no ha pasado de plano con nosotros?¡¿Cómo demonios le pasa eso a la nave creada por el mejor ingeniero de todo Eberron?!¡¿Tenemos algún indicio de dónde se puede haber quedado?! —gritaba furioso el aventurero.
—La única información de que disponemos es el momento de su desaparición —contesta la nave—. Justo en el cambio de fase entre Faerûn y Eberron.
—¡¿Sólo eso?! ¡Jamás le vamos a encontrar si tenemos que revisar todos los planos materiales uno a uno! —vociferaba Cruxis, al borde de un ataque de nervios.
—Tranquilízate, Cruxis —le pedía Kreek.
—Sí, miradlo por el lado bueno. Al menos estáis en casa —afirma Valdrak con tono complaciente.
Cruxis clavó en el una mirada llena de furia a la vez que reventaba con su magia demoníaca una de las sillas normales de la sala.
—No sin mi amigo —espetó, mientras se dirigía a la biblioteca a repasar sus vastos manuales arcanos.
—Cruxis, espera. ¿A dónde vas? —preguntaba Kreek.
Cruxis continuaría su camino hasta la biblioteca sin parar ni mediar palabra con sus compañeros, quienes continuaban llamándole. Una vez pasada la puerta de aquella cornucopia del saber, se encerró para dar lugar a lo que serían unas largas jornadas de estudio y reflexión.
Mientras tanto, en otro Plano.
Pude sentir una agradable brisa acariciando mi pelaje. Lo raro es que fue suficientemente fuerte para despertarme, y para cuando iba a desperezarme me encontré con el duro y rasposo suelo.
—Aaaaaaaaahdmoañdghfobe —me dio tiempo a gritar en el instante antes de tomar tierra con mi cara y literalmente comerme el polvo.
La caída fue oblicua al suelo lo que arqueó mi espalda, contorsionando mi cuerpo sobre mi cabeza de una manera para nada agradable. Lo siguiente que sabía era que tenía la cara hecha una pena y un dolor de espalda que nada tenía que envidiarle al día en que Tonga me lanzó 10 metros contra la pared con un desafortunado barrido de su enormérrimo espadón.
—¿Dónde estoy? Yo estaba durmiendo en el Etéreo —la alarma se activa en mi cabeza—. Espera, ¡¿nos han atacado?! No, imposible. Yo no soy capaz de sobrevivir a una caída así ni con toda la gracia de Olidammara de mi parte —contestaba rápidamente a las posibilidades que se me venían a la cabeza.
—Además, no tengo mi anillo de Caída Terminal activo. Por eso he caído contra el suelo —murmuraba para mí mismo—. Oh, oh, ohf... no será que Cruxis me esté gastando una broma trayéndome a este Plano y dejándome solo, ¿verdad?
Comprobé rápidamente el anillo que nos permite saber la dirección en la que está la nave y sus tripulantes pero no brillaba. Intenté establecer también comunicación con el enlace de nuestras armaduras pero ni siquiera se abría el canal con mi amigo.
—¡Cruxis, más te vale que esto no sea una broma de mal gusto! —grité al cielo en medio de quién sabe dónde.
No hay respuesta y mis palabras se las lleva el viento en esa colina.
—A ver, a ver. Relax, comprobemos lo que tenemos —inspiré profundamente para tranquilizarme y di un repaso a todo lo que llevaba encima—. Armadura, puesta y llena de tierra —una rápida mirada al brazalete de mi mano izquierda—. Arco, en su sitio. Mi carcaj, a mi espalda —metí la mano en el orificio mágico— y repleto de flechas. Mis anillos, en los dedos y ahora activos. Y lo más importante —respiré hondo porque ahora sí que lo iba a necesitar mientras palpaba el pequeño morral a mi costado izquierdo—. Mis bolsas de contención... ¡Bien!, aquí están.
—Así que tampoco me han robado y sigo siendo ridículamente rico. Menos mal que soy un obseso y llevo sólo gemas, que valen igual en Tunte que en Rohan. Ahora a ver dónde estamos...
Di un paseo por los alrededores, buscaba huellas, un camino o algún lugar donde acampar por un momento. Para mi suerte, pude ver a lo lejos un estanque con un árbol que proyectaba una sombra de lo más suculenta. Me dirigí inmediatamente hacia allí para descansar de ese maravilloso aterrizaje.
—Al menos el clima aquí es bastante agradable y tengo agua que beber. Ya veremos si al fin puedo comerme esas raciones de viaje que llevo en mi bolsa de contención desde que empezó la Guerra Racial hace ya casi... ¿Cuánto?¿Dos años y medio?¿Tres? —esto me provocaba bastante gracia— Siempre que nos movemos acabamos comiendo en una taberna, un barco, invitados a un banquete o se nos cruza un pobre animal en el camino. Tsk, al menos dentro de la bols... —chasqueé los dedos— ¡Claro, la bolsa! Kalas, eres idiota —decía para mí mismo pensando que estaba salvado— Tienes un mapa que se dibuja solo en cualquier Plano en tu bolsa de contención y no se te ocurre mir.....arlo.
El mapa no está, en el estuche sólo tengo mapas mundanos de los planos habituales. Lo debí de haber dejado en la sala de mapas del Etéreo algunos estos meses que hemos estado más centrados en las guerra en Krynn.
—Bueno, ¿no querías viajar? Toma viaje —me recochineé a mí mismo—. Espero que por lo menos quien quiera que viva aquí tenga barcos voladores en venta y alguna casa que pueda usar —decía mientras tomaba unas bayas y frutos secos de las raciones, acompañados de un poco de agua—. Igual vuelvo a repetir la triquiñuela de abrir un nuevo gremio de aventureros para que me ingresen más dinero.
El solo pensamiento de ganar más y más dinero dibujaba una sonrisa en mi peludo rostro. Pero había algo que me molestaba.
—Ojalá los demás estén bien y no estemos divididos cada uno en un Plano —comencé a reír—. A Cruxis le debe estar estallando la vena del cuello, hahahahaha —carcajada que me llevó a atragantarme como un tolai con la comida.
—*cof cof* Bueno, será mejor que me ponga en marcha y que me oculte bajo la capucha. No sé qué clase de seres habitan aquí y si alguna vez han visto un félido.
Sin más en la cabeza que mis compañeros y lo que me esparara delante, me dirigí hacia el este. Parecía mediodía por la altura del sol y soplaba un viento suave, perfecto para una larga.
—Veamos con qué nos encontramos aquí—murmuré una vez más para mí mismo—. Qué solecito tan rico. Si no fuera porque tengo que salir de aquí me quedaría a dormir la mona.