SINOPSIS
Rainbow Dash necesita disculparse con Fluttershy y ha organizado una gran cena para las dos solas. Pero lo que ella no sabe es que Fluttershy está locamente enamorada de ella y que esta noche se iniciarán una serie de sucesos que cambiarán la vida de dos ponis para siempre.
¿O quizás tres?
ACLARACIONES
Este es el primer relato que me animo a escribir, no espero haber creado una obra de arte, pero si algo entretenido con lo que otros bronies puedan leer y disfrutar. Obviamente es un romance, de modo que si no os gustan este tipo de historias será mejor que no sigáis leyendo. También tengo pensado hacer algunas escenas +18, que obviamente y al no poder colgarse aquí las pasaré a FanFiction (mi cuenta es Alas NegrasVet), dejando en el hilo el enlace.
------Siguiente mensaje escrito en: 16 Ago 2015, 02:32 . Beep!------
CAPÍTULO I
Entre los pocos ponis que habían visitado alguna vez la casa de Fluttershy, todos coincidían en que era un lugar ruidoso, incómodo, siempre lleno de animales que correteaban de un lado a otro mientras su cuidadora procuraba atenderlos sin descuidar a ninguno. A nadie sorprendía ya que el ruido fuese continuo, incluso por las noches.
Pero hoy el origen del revuelo era totalmente diferente. Un poni que mirase por la ventana se habría quedado sorprendido al ver como la normalmente tranquila pegaso no paraba de dar vueltas. Abría un cajón para sacar un vestido, lo miraba dubitativa y lo volvía a guardar. Se ponía frente al espejo, ensayaba distintos peinados y finalmente dejaba su melena igual. Sacaba los paquetes de comida de su cesta de mimbre, los contaba y los volvía a guardar.
Lo preocupante es que repetía todo esto cada cinco minutos.
—Oh, Angel, ella estará aquí en cualquier momento, ¿qué tal estoy?
El conejito pateó el suelo con un enfado evidente. Nunca le había gustado que ella lo dejase solo en la casa para irse a cualquier parte, pero es que esta noche ni siquiera le había preparado la cena. ¡Esperaba que se la preparase él solo! ¡Era totalmente injusto!
—Sí, ya lo se, es solo una cena entre amigas —dijo Fluttershy, malinterpretando el gesto—. Pero no hemos vuelto a quedar una noche a solas desde que dejamos de ser potras. Si se diese cuenta de que yo... —solo de pensarlo sintió tal vergüenza que se lanzó en el sofá y enterró la cabeza entre los cojines, sintiendo su cara arder.
Angel no dudó en actuar y le pateó la cabeza suavemente, pero con insistencia. Sabía que si la dejaba así tardaría horas en calmarse. Mejor que fuese a la cena, con un poco de suerte terminaría rápido y en cuanto volviera él podría disfrutar de una excelente ensalada de moras. A base de insistir los golpes tuvieron el efecto deseado; Fluttershy levantó la cabeza y respiró hondo un par de veces, intentando calmarse.
¿Por qué estaba pasando todo esto?
En realidad era una pregunta retórica, pues conocía muy bien la respuesta. Todo había empezado a raíz de lo ocurrido en la Feria de Intercambios. A pesar de su fachada alegre, Fluttershy sabía que Rainbow no había superado lo ocurrido, pero ni sus mejores intentos de animarla consiguieron que se sintiese menos culpable. Realmente parecía sentirse muy mal por haberla vendido —usando sus propias palabras— a cambio de ese libro viejo de Daring Do. Era cierto que se había sentido muy dolida por los actos de Rainbow, pero ella se había disculpado en público y le había conseguido el silbato que quería, eso era más que suficiente. Ya de vuelta en Ponyville, Fluttershy pensaba que pronto se perdonaría a si misma y volvería ser la de siempre.
Se equivocaba.
Ni siquiera recordaba que estaba haciendo cuando Rainbow le propuso aquel plan. De ese momento solo recordaba como su corazón se paró al mirar directamente sus brillante ojos rojos y escuchar su insistente súplica. No debes, no debes, susurraba su sentido común, pero ella no lo escuchaba. Toda su atención estaba puesta en Dash y al final dijo que sí. No podía resistirse, cuando ella le pedía algo de esa manera era incapaz de negarse. La amaba demasiado.
Sin poder evitarlo sonrió al recordar el primer día que se conocieron, en aquel incidente en el Campamento de Jóvenes Voladores. Rainbow fue la única que se había enfrentado a los demás, defendiéndola, la única a la que parecía no importarle que no fuese buena voladora. Pero las cosas no quedaron ahí, pues la carrera que había iniciado para protegerla solo fue el inicio de su amistad. Desde ese día Rainbow había cuidado de ella, animándola cuando estaba triste y sin juzgarla por sus limitaciones como hacían los demás pegasos. A veces se despertaba con miedo de que su única amiga solo fuese una ilusión. Rainbow era admirada por todos y la ambición de muchos potros era ser como ella. ¿Como alguien tan genial iba a querer ser amiga de alguien tan... vulgar?
Pero gracias a la constancia de Rainbow ese miedo fue desapareciendo paulatinamente, remplazado por un vínculo que se hacía más fuerte a cada día que ellas pasaban juntas. Sus padres comparaban lo gracioso que era que dos potras tan diferentes pudieran ser tan buenas amigas y era cierto que las dos no podían estar más unidas que si hubieran sido hermanas. Siempre encontraban algo que poder hacer juntas, por mucho que sus gustos fueran diferentes.
El tiempo pasó y las dos se convirtieron en dos jóvenes yeguas. Fue entonces cuando Fluttershy se dio cuenta de que sus sentimientos hacia Dash se habían ido transformando lentamente en algo más que amistad. No podía precisar un momento exacto, pero se daba cuenta de que su corazón latía más fuerte cuando estaban juntas y como simplemente pensar en ella conseguía sacarle una sonrisa. Era raro y le daba vergüenza admitirlo, pero el príncipe azul con el que soñaba desde pequeña dejó de ser un apuesto semental y fue reemplazado por la imagen de su mejor amiga.
Había tratado de decírselo varias veces, pero tenía demasiado miedo de que sus sentimientos no fueran correspondidos. Y al parecer tenía razón, porque poco después Rainbow empezó a interesarse por los potros de su clase y finalmente empezó a salir con uno de ellos. Cada vez que los veía juntos tenía que hacer un esfuerzo para no llorar y uno aún mayor para que nadie —y menos Rainbow— se diese cuenta de lo que le pasaba. En aquellos días solo su madre conseguía animarla y era gracias a sus dulces palabras que podía volver al colegio al día siguiente y soportar aquellos momentos.
Aquel potro fue el primero de varios noviazgos. Rainbow Dash era a fin de cuentas una yegua popular, podía tener a cualquier potro que quisiera y realmente eran muy pocos los que no estaban interesados en salir con ella. Pero ninguno de ellos le duraba demasiado y eso animaba a Fluttershy enormemente. Con cada ruptura se permitía soñar que Rainbow solo estaba probando con ellos, pero que finalmente se daría cuenta de sus verdaderos gustos y que finalmente acabarían las dos juntas, felices.
Y entonces vino la muerte de su madre y no mucho después tuvo que irse de Cloudsdale. Antes ya era difícil estar con Rainbow sabiendo que compartían sentimientos diferentes, pero en su nueva situación este dolor se juntaba con los demás y se volvía sencillamente insoportable. No podía dormir, a duras penas podía comer y pasaba horas languideciendo en su cama, empapando las sábanas con sus lágrimas. Pero el carácter firme de su tía y su insistencia la obligaban a no rendirse, con lo que poco a poco Fluttershy se fue recuperando. Haciendo un gran esfuerzo consiguió que sus recuerdos de Cloudsdale, incluyendo a Rainbow, quedasen en un segundo plano mientras se esforzaba con sus estudios y establecía una nueva vida en Phillydelphia con su tía Paint. Al momento de su graduación pensaba solo en su futuro y los recuerdos del pasado rara vez la asaltaban.
Pero no se imaginaba que el destino estaba a punto de hacer una jugada inesperada.
Aquel trabajo en Ponyville era perfecto para ella. Un pueblo tranquilo, con pocos ponis a los que tuviera que conocer y muchos animales para cuidar, además de un sueldo bastante aceptable. Pero jamás de los jamases habría imaginado que Rainbow Dash estaría allí. Fue justo el primer día de su llegada cuando se topó con ella, recostada encima de una nube, disfrutando de un maravilloso día soleado. Los años la habían hecho mucho más atractiva e impresionante, si es que eso era posible. No estaba segura de como se percató de su presencia, pero de repente se encontró envuelta en sus alas con la más cálida de las bienvenidas y una sonrisa tan amplia que uno no podía hacer menos que imitarla. Era como si el tiempo no hubiera pasado, como si ayer mismo se hubieran visto.
Ese día disfrutó como no lo había hecho en mucho tiempo. Ambas estaban completamente entusiasmadas y pasaron el resto del día poniéndose al corriente y recordando los momentos que vivieron cuando eran unas potras. Se sorprendió mucho al saber que Rainbow estaba trabajando en el equipo meteorológico de la zona, ya que ella nunca había mostrado el menor interés por el tema, pero tras su explicación —era un trabajo sencillo y le dejaba mucho tiempo para mejorar sus trucos aéreos— le pareció totalmente lógico.
Cuando finalmente se despidieron, Fluttershy se dio cuenta de que el sentimiento que ya casi creía haber enterrado estaba más vivo que nunca. Pero esta vez no traía dolor consigo, sino aceptación. No le importaba si Rainbow nunca la correspondía, si nunca encontraba a otro poni especial, todo lo que deseaba era estar al lado de quien verdaderamente ocupaba su corazón. Incluso aunque solo fuera como amigas.
"TOC TOC TOC"
Aquellos golpes en la puerta sacaron bruscamente a Fluttershy de sus recuerdos. Esta noche solo esperaba una visita, de modo que solo podía ser un poni, bueno, más bien una poni. Por un segundo sus nervios volvieron a aflorar, pero esta vez se forzó a mantenerse tranquila. No podía actuar como una potra. Había estado con Rainbow miles de veces, podía hacer esto, podía cenar con ella a solas.
Respiró hondo y abrió la puerta.
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Hace diez minutos
"TOC TOC TOC"
Justo a tiempo, pensó Twilight mientras terminaba de sellar la carta que acababa de escribir para la Princesa Celestia. En ella detallaba el lamentable estado en que se encontraba la biblioteca del Castillo de las Dos hermanas y una sugerencia urgente para organizar su traslado a un sitio mejor. Como la primera vez que lo vio, aún no podía creer que su mentora hubiese dejado miles de libros abandonados en esas ruinas, sin ningún tipo de protección. ¿En que estaba pensando para permitir algo como eso? No había sido una prioridad con todo lo que había pasado, pero ahora que las coas estaban más o menos tranquilas sentía que como Princesa debía hacer algo, algo importante y de ayuda para los ponis de Equestria. Y este era un objetivo perfecto.
Sonrió al oír una segunda tanda de golpes en la puerta, esta vez algo más impacientes. Apresurándose un poco, bajo las escaleras y abrió la puerta con su magia, antes incluso de pisar la planta baja, permitiendo que la poni azul que esperaba fuera entrase como una exhalación.
—¡Ya era hora! —la impaciencia de Rainbow Dash era evidente—. ¿Donde está Spike?
—Le di la noche libre, estos últimos días ha trabajado muy duro y creí que se merecía un descanso. Tranquila —añadió al ver la alarma en los ojos de de Rainbow—, dejó todo listo antes de marcharse. Espera un momento —fue hasta la cocina y regresó con una cesta bastante amplia sobre su lomo—. No se lo digas, pero creo que esta vez se ha superado a sí mismo.
Rainbow se acercó mostrando cierta incredulidad y abrió la cesta para olfatear el contenido, queriendo averiguar si lo que Twilight decía era cierto. Solo con olerlo un par de veces fue suficiente para que el estomago de Dash cobrase vida y emitiese un sonoro rugido.
—Genial —dijo Rainbow, tratando de resistir la tentación de probar un bocado—. ¿Estás segura de que a Fluttershy le gustan estas comidas raras? Nunca había oído hablar de la paela.
—Se dice paella —corrigió rápidamente Twilight—. Y sí, estoy cien por cien segura de que le gustará, te lo he repetido mil veces, no tienes que estar tan nerviosa.
—¿Yo, nerviosa? ¿Por qué debería estarlo?
Esa misma pregunta llevaba en la mente de Twilight desde que Rainbow le había pedido ayuda para organizar una velada perfecta. Un ligero nerviosismo habría sido comprensible; a fin de cuentas las cenas y los preparativos no eran el punto fuerte de Rainbow, pero tampoco andaba muy desencaminada, nada que pudiera justificar el nerviosismo extremo que tenía desde hace días. Al principio tenía ciertas dudas, pero estaba empezando a creer que aquella cena para hacer las paces con Fluttershy escondía algo más.
—Nada, olvídalo.— respondió Twilight, guardándose sus ideas para si misma.
—Bien, me marcho, no quiero que Fluttershy tenga que esperar.
—¿Rainbow Dash siendo puntual? —señaló Twilight, arqueando una ceja—. Si no te conociera diría que te estás tomando esto como una cita.
—¿Qué? —los ojos de Dash se abrieron desmesuradamente mientras negaba rápidamente con la cabeza—. No digas tonterías, esto solo es para disculparme, una pequeña fiesta con una amiga, nada de estúpidas citas.
—¿ALGUIEN DIJO FIESTA?
Aquel chorro de voz las sorprendió, pero no fue nada comparado con el brinco que dieron la poni mas alocada de todo Ponyville salió de uno de los estantes, hizo un doble mortal y terminó su exhibición lanzando una lluvia de confeti que cubrió toda la habitación como una lluvia multicolor. Twilight fue la primera en reaccionar y se acercó hacia ella mientras intentaba quitarse los pedacitos de papel enganchados en su pelo.
—¡Pinkie! ¿Qué estas haciendo aquí?
—¡Preparar una fiesta! —esta empezó a dar botes alrededor de sus amigas mientras daba una explicación casi ininteligible—. Estaba delante de la casa de Zecora porque se me ocurrió que podíamos invitarla a nuestra próxima fiesta porque nunca lo hemos hecho porque ella también es nuestra amiga y porque no tuvo fiesta de bienvenida a Ponyville y entonces te escuche hablar a Rainbow sobre una fiesta y tuve que venir. ¿Qué celebramos?
A toda velocidad Twilight intervino, temiendo que si la dejaba recuperar el aliento su casa se convertiría en el escenario de una fiesta no deseada —¡otra vez!— sin que ella tuviese tiempo de objetar.
—¡Pinkie, no va a haber ninguna fiesta! —eso bastó para detener a Pinkie, cuyo rostro mostraba ahora un tremenda desilusión. Twilight gimió, intentando no hacer caso a esos ojitos de cachorro que no dejaban de suplicar—. Rainbow solo hablaba de la cena que ha preparado con Fluttershy esta noche.
—¡Ohhhhh! —la pena de Pinkie se desvaneció como por arte de magia y al instante siguiente estaba al lado de Rainbow clavando su hocico en el suyo—. ¿Es cierto? ¿Una cena las dos solas? ¿Como una cita? ¡Es fabuloso!
—¡No es una cita! —protestó Rainbow, apartándose un poco y frotándose el hocico. Sus ojos se clavaron en Twilight, la responsable de aquella confusión—. ¿Era necesario que se lo dijeras?
—No sabía que fuera un secreto, después de todo solo es una cena entre amigas, ¿no?
—Exacto, solo una cita... ¡una cena, una cena, eso es lo que quise decir! ¡Oh, vamos! —su queja no surtió el menor efecto, pues Pinkie ya no la estaba escuchando. Más excitada que antes empezó a elaborar la letra de una sencilla canción sobre las dos, haciendo que las mejillas de Rainbow enrojecieran y que Twilight empezara a reírse sin control ante lo ridículo de la situación.
Incapaz de lidiar con aquello Rainbow soltó un gruñido de exasperación y trató de salir de allí, pero antes de que pudiera agarrar la cesta Pinkie se puso delante de ella, deteniéndola en seco.
—¡Espera! No puedes irte sin llevarte esto. —fue a la cocina de Twilight y tras una serie de estruendos que hicieron temer por la integridad de la vajilla, volvió con un tocadiscos en sus cascos—. Tengo tocadiscos escondidos por todo Ponyville, por si hubiese escasez. ¡Con esto tu cita será un éxito!
—¡Por última vez, no es una cita! ¡Adiós!— y con estas últimas palabras salió volando a toda velocidad, agarrando cesta y tocadiscos, aunque no tuviese intenciones de usar este último. Determinada a no perder más el tiempo, emprendió el rumbo a casa de Fluttershy, no sin antes poder oír como el viento le traía las últimas palabras de Pinkie Pie.
"¡Buena suerte!"