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Crónicas de Liberty City [Crossover] [Adventure]

NotaPublicado: 28 Mar 2017, 15:33
por Sg91
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Capítulo 1
Esta dura vida


Sobrevivir. Esa era la palabra clave. Lo que me animaba a seguir adelante, sabiendo que tal vez, y solo tal vez, pudiera haber luz al final del túnel. Una salida. Una oportunidad.

-¡Mueve ese culo, nena!

-¡Madre mía qué caderas!

-¡Viva la madre que te parió!

Sin embargo la cruda y dura realidad volvía a acompañarme, haciendo evidente que sólo había sido eso, un sueño. El mismo tonto e ingenuo sueño. Giré las caderas lentamente al tiempo que echaba el culo hacia atrás, contoneándome un poco más para agradar al público, al tiempo que permanecía agarrada a la barra. Los billetes comenzaron a volar y me insinué un poco más, lo que siempre era efectivo.

-¡Ole, ole, ya me gustaría a mí tener ese culo!

-¡Di que sí, nena!

-¡Madre mía, qué pena que sólo estés en la barra!

Ante eso opté por marcarme un tanto, comenzando a hacer malabares, literalmente hablando; crucé las piernas y comencé a subir por la barra, en cuanto alcancé cierta altura hice fuerza con las piernas y me así a la barra, dejándome caer de cintura para abajo, mostrando toda la largura de mi cuerpo. Más ánimos y comentarios siguieron volando, al tiempo que más billetes caían en el escenario.

-¡Vaya par de tetas!

-¡Madre del amor hermoso, nena! ¿Tú eres de este mundo?

-¡Creo que me estoy enamorando!

Siempre trataba de poner la mente en blanco cuando estaba en la barra, ignorando el resto de comentarios y concentrándome en mis movimientos. Después de todo no tenía que hacer mucho más, ya que se trataba de mi cuerpo y poco más, y por suerte yo tenía un muy buen y proporcionado cuerpo. Hice fuerza hacia delante para encaramarme de nuevo y, asiéndome de nuevo a la barra, me deslicé hasta bajar al suelo, abriéndome de piernas y contoneándome en el suelo. Esta vez los billetes volaron, cubriéndome en parte, al tiempo que mantenía los ojos cerrados y la mente muy lejos de allí, haciendo caso omiso a los comentarios obscenos que me echaban.

Sin embargo noté entonces una grasienta y asquerosa mano tocándome los tobillos, abriendo entonces los ojos y viendo que un hombre de mediana edad y mirada lujuriosa se encaramaba sobre la barandilla, tratando de alcanzarme. Reaccioné de seguido alejándome, al tiempo que varios chicos de seguridad le interceptaban a tiempo y cargaban con él, acompañándole hacia la puerta. Inmediatamente después alguien se adelantó, comentando en voz alta.

-Muy bien, señores, se acabó el espectáculo, circulen, largo de aquí.

El resto de hombres se tuvieron que apartar, al tiempo que aproveché para recoger todo el dinero del suelo, aunque enseguida el hombre que dispersó a los demás comentó.

-Ese dinero es parte del club, no lo olvides, Sunset…

Cerré los ojos con gesto cansado, teniendo que forzar una sonrisa y comentando dejadamente.

-Sí, lo sé, señor Trúnchez…

-Si te he ayudado es porque eres de mis mejores chicas, y porque respeto la decisión del señor Forge de dejarte trabajar aquí en su día. Después de todo ¿Quién no se acuerda de Sunshine Rise?

Ante eso no dije nada, prefiriendo quedarme callada. Aunque Jesús Trúnchez, uno de los propietarios del local, fuera un hombre respetado dentro del negocio, no dudaría en sacarle mínimo los ojos si fuera capaz de decir algo malo de mi madre. Por fortuna para él no dijo nada más, prefiriendo centrarme en recogerlo todo, aunque en cuanto terminé de hacerlo el hombre indicó.

-Dame eso.

Algo contrariada le di el dinero y lo estuvo contando en silencio, haciendo pasar los billetes entre sus dedos; en cuanto terminó partió una pequeña parte del total y me la dio comentando.

-Aquí está tu parte.

La conté rápidamente, saliendo tan solo unos tristes mil dólares, muy poco considerando todo lo que había hecho esa noche. Quise decirle algo, pero me contuve.

-En fin, ya has terminado por hoy, puedes marcharte.

Me puse en pie y me dirigí a la parte trasera del club, donde las chicas nos maquillábamos y preparábamos antes de salir al escenario; allí dentro me encontré con una de mis compañeras, precisamente la que me iba a relevar.

-Hola Wendy…

-Hola Sunset… ¿estás bien? Ya vi a ese cerdo…

-Sí, sólo fue un leve magreo, el cabrón de Trúnchez me ayudó, pero aun así…

-Oh, sí, p*to Trúnchez de mierda, entre él y sus otros dos hermanos no sé quién es peor, este lugar era mucho mejor cuando lo regentaba Dwayne Forge…

-Desde luego…

No había llegado a conocer a ese tal Dwayne, pero mi madre sí, y por lo que me llegó a contar era un hombre íntegro, leal y honorable aun a pesar de a lo que se dedicaba, tratando a las chicas a su cargo con respeto y pagándolas religiosamente. Sin embargo fue detenido y encarcelado a finales de los noventa, y actualmente cumple una condena de nueve años en el centro penitenciario Alderney.

-En fin, tú al menos ya has terminado, a mí me toca ahora.

-Sí, ánimo, Wendy.

-Gracias, nena, descansa.

Me vestí, guardando el poco dinero ganado en mi cartera, y salí del club por la parte trasera del mismo, dirigiéndome a mi coche, el cual se encontraba aparcado cerca de allí.

La noche en Bohan era mucho más oscura que en otros distritos de la ciudad, y las luces de neón rosa del Triangle Club brillaban con intensidad, vendiendo un buen rato a los residentes locales. Al contrario que otros barrios de allí, Northern Gardens era uno de los más desarrollados del distrito gracias a los pisos de protección oficial que se llegaron a construir allí, lo que redujo significativamente la inflación a ese lado de Bohan. Sin embargo eso no cambiaba nada en cuanto a delincuencia, pobreza y desigualdad se refería, habiendo casi tanto de todo eso como en el resto del distrito.

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Triangle Club


Finalmente llegué hasta mi coche, un viejo y un tanto ajado utilitario Blista rojo que arranqué, poniéndome en marcha rápidamente. El viaje de vuelta a Fortside fue sumamente rápido, ya que apenas había tráfico ni gente a las cinco y media de la madrugada, el escenario perfecto para cualquier escena criminal posible, aunque por hoy ya había terminado para mí, al menos durante las siguientes horas.

Fortside era otro barrio más o menos decente, al menos todo lo decente que se podía ser en el distrito más barriobajero y de mala muerte de la ciudad más grande y ensimismada del mundo. Si por algo era reconocida Liberty City fuera de Estados Unidos era por su faceta más turística y cultural, aunque los panfletos de viajes y anuncios en televisión tendían a omitir e incluso ignorar la existencia de Bohan, aunque entre pandilleros era particularmente conocida, incluso los raperos locales se vanagloriaban en que fue allí donde nació el hip-hop americano como tal, aunque en parte llevaban razón, ya que fue en el mismo Bohan sur a finales de los 70 cuando se empezaron a desarrollar los primeros pasos del movimiento hip-hop actual. Aun así eso no quitaba lo que era, un antro de mala muerte, crimen, corrupción y de cualquier otro vicio que se preciara, al menos para mí, teniendo que crecer rodeada de todo lo malo de la sociedad. Tal vez hubiese sido mucho mejor si mi madre aún siguiera conmigo, pero por desgracia eso ya no era así desde hacía ya ocho años. Ocho años ya, aunque para mí parecía una eternidad.

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Fortside


Aparqué el coche en un rincón de Drop Street, justo enfrente de la estación de tren elevado, y crucé la calle para entrar en mi casa, un pequeño apartamento de apenas unos treinta y cinco metros cuadrados con una pequeña cocina, un pequeño salón, un pequeño baño y un pequeño dormitorio, todo pequeño, pero lo suficiente para vivir, al menos tenía un lugar donde caerme muerta. Antes vivía con mi madre en Bahía Chica, aunque después de que ella muriese me fue imposible seguir parando allí, buscándome otro sitio donde estar. Por mediación de sus antiguos contactos, logré conseguir ese apartamento y vendí el otro en cuanto pude, asentándome en Fortside y continuando allí con mi miserable vida.

Nada más entrar me fui desvistiéndome por el camino, dejando tras de mi un reguero de ropa usada, hasta finalmente llegar a mi cama, dejándome caer sobre ella y durmiéndome casi al instante. Afuera, por la ventana, Liberty City trasnochaba.

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Por desgracia todo lo bueno llegaba a su fin, y el dormir no era menos, por lo que en cuanto el despertador comenzó a sonar a las diez me levanté como pude y me arrastré a la cocina después de asearme un poco. Normalmente dormir sólo cinco horas afectaría negativamente a cualquiera, pero personalmente ya estaba acostumbrada a ese ritmo de vida, por lo que no fue tan duro. Para poder estar a tope durante el resto del día tomaba un copioso desayuno, el cual incluía varios huevos rotos con tocino, beicon y jamón de york, todo ello acompañado de algo de bollería y un buen y cargado café. Tras eso me vestí, cambiándome de ropa y usando unos desgastados vaqueros, junto con una camiseta violeta algo descolorida y un viejo chaleco de cuero negro y con los bordes del cuello rematados con pequeños puntos metálicos algo oxidados. Lo conjunté con unas viejas zapatillas algo raídas pero aún funcionales, rematando con mi sempiterna desert eagle, una pistola de gran calibre de la que no me separaba ni para mear, durmiendo incluso con ella bajo la almohada.

Antes de irme mi móvil, un viejo Badger de primera generación, sonó indicándome un mensaje entrante y vi que se trataba de Alfonso, el cual me decía.

Tengo algo para ti, ven a verme. Alfonso.

No me molesté en contestar, dándome por enterada y dirigiéndome al coche a no más tardar. Desde donde estaba me dirigí a Chase Point, un barrio cercano al de Polígono Industrial compuesto en su mayoría por almacenes, viejos condominios y alguna que otra industria pequeña o mediana, además de algún que otro pequeño núcleo residencial aledaño, aunque mi destino fue un almacén que hacía esquina con Windmill Street. Aparqué al lado y llamé a la puerta, abriéndome de seguido alguien al otro lado.

-Me ha llamado el jefe…

-Hola, Sunset, pasa.

Entré en el sitio y me dirigí al otro lado del almacén, entrando en un pequeño despacho y encontrándome allí con Alfonso.

-Alfonso, ya estoy aquí.

-¡Oh, aquí estás, mi pequeña Sunset, ven aquí, ven que te vea bien!-exclamó el aludido, un hombre de mediana edad, de tez morena y pelo castaño.

-Oh, por favor, Alfonso, para ya, te tengo dicho que no me llames así…

-Oh, ya lo sé, querida, siempre me olvido de que has crecido, pero es que mírate, estás hecha toda una mujer, y aun a pesar de todo siempre serás mi pequeña…

-Lo sé, lo sé…

-Sabes muy bien que prometí a tu madre, que en paz descanse, que cuidaría de ti hasta que te hicieras mayor. Y mírate, eres su viva imagen, tienes sus ojos.

Y así era, después de todo mi madre tenía cierto encanto a la hora de relacionarse con algunos de sus contactos, y Alfonso Vásquez fue uno de los que le entró por los ojos nada más verla. Aunque ella no le correspondió en ese sentido, ya que estaba centrada en cuidarme, él la prometió en su día su total lealtad y la permitió cualquier favor que se preciara, y mi madre, que era de las que cogía cariño rápidamente a la gente que lo merecía, confió en él en ese sentido y, tras su muerte, pasé a estar a su cargo, ya que apenas tenía unos diez años cuando se fue. Él me enseñó todo lo que sé ahora y, debido a que es miembro de los Spanish Lords, me aseguró un trabajo como asociada, pagándome religiosamente todos los encargos que le hacía, que eran mucho mejores que los del Triangle Club, dicho sea de paso.

-Lo sé, Alfonso, gracias por tus palabras, y por cuidar de mí, pero… ¿podemos dejarlo ahí?

El aludido me miró con gesto comprensivo, murmurando de seguido.

-Claro, perdona.

-No es nada. Decías que tenías algo para mí…

-Ah, sí, te cuento. Hará cosa de unas pocas semanas hemos estado haciendo tratos con una pequeña banda de hondureños asentados en Dukes, les he estado proveyendo de parte de nuestra mercancía para que la vendieran por allí, acordando repartirnos nosotros un sesenta por ciento de la totalidad de lo recaudado y ellos un cuarenta, pero desde entonces no hemos visto ni un solo centavo. Me da en la nariz que estos pretenden incumplir su parte del trato, y eso a mí no se me hace, mucho menos después de haberles dado un voto de confianza.

-Desde luego, es bastante descarado por su parte. ¿Quieres que vaya a apretarles las tuercas?

-Mismamente, por su bien espero que no estén tratando de joderme, pero aun así asegúrate primero. Están en Cerros de la Cerveza, concretamente en Inchon Avenue, junto a un callejón sin salida.

-Vale.

Tras eso me puse en camino, dirigiéndome al lugar asignado rápidamente; normalmente me sabía de pe a pa todas las calles de Bohan, aunque ya fuera de la misma me perdía un poco, por lo que tuve que tirar el GPS incorporado del coche para que me llevara.

El viaje me sacó de Bohan por el sur y cruzando el puente de Borough Este, un alargado puente compuesto de tres tramos y una intersección de autopista que cubre gran parte del tráfico entre Bohan, Dukes y Algonquin, aunque con la particularidad de que tenía varias cabinas de peaje de camino a Dukes, teniendo que parar y pagar los correspondientes cinco dólares. Además casi toda la totalidad del puente cubría gran parte de la superficie de la isla de Carga, siendo el único camino posible de entrar a la misma.

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Puente de Borough Este


Para hacer el viaje algo más llevadero sintonicé mi emisora preferida, The Beat 102.7 y me relajé escuchando los ritmos raperos más contemporáneos del momento.

-Buenos días, Liberty City, tengo algo para ti, más te vale decirme dónde has escondido ese dinero porque te lo van a pedir, y ya sabes cómo va esto, nada de medias tintas, nada de excusas baratas. Busta Rhymes quiere cobrar su deuda y te lo recrimina de la mejor forma posible. Soy Dj Mister Cee, dando los buenos días. ¡Where's my money de Busta Rhymes!



Al punto los ritmos trepidantes e incisivos tan característicos de Busta Rhymes comenzaron a sonar, dejándome llevar por ellos y cabeceando a lomos del ritmo, llegando a rapear a la par de vez en cuando, especialmente el puente musical.

Bust Rhymes, hitting you with punch lines
Funny how I f*ck dimes
Bitch, you know I want mine
Where's my fucking money?


Entrar en Dukes siempre la daba una sensación extraña, no era precisamente como Bohan ni por asomo, aunque su aspecto suburbial sí que podía dar una falsa sensación de sobriedad o de poca clase que realmente no casaba con la realidad, aunque tenía cierto encanto que no pasaba desapercibido, aun a pesar de que los residentes de por allí tenían fama de oler mal por hechos supuestamente históricos, ya que se dice que el nombre del distrito, Dukes, provino del hecho de que la gente de allí apestaba, aunque no había nada comprobado al cien por cien.

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Cerros de la Cerveza


Aun así a mí la historia me la sudaba, por lo que me centré en el recado, llegando enseguida a la calle de marras y localizando rápidamente el callejón sin salida. Aparqué no muy lejos y me acerqué hasta el mismo, viendo que se trataba de un corto callejón que desembocaba en un pequeño patio donde había un garaje y una puerta semi abierta justo al lado. Sin dudarlo me acerqué a ella y eché un rápido vistazo antes de entrar, viendo el camino despejado. Un corto pasillo me llevó directamente a un pequeño y único apartamento, donde había varias personas allí hablando entre sí, llegando a captar retazos de la conversación.

-Hemos conseguido un buen pico ¿eh?

-Desde luego, con esto podremos empezar de nuevo en otro sitio, menudo idiota el puertorriqueño ese…

-Sí, hace falta ser bobo…

Con eso no hizo falta asegurarme más y aparecí de improviso por la puerta, dirigiéndome a ellos de forma intimidante.

-Me parece que os habéis olvidado pagar al señor Vásquez la parte que le toca, muchachos…

-¿Y esta quien co*o es?

-Ni zorra… ¿te envía Vásquez?

-Así es, y más os vale cumplir vuestra parte del trato si no queréis acabar mal…

-¡Ja! No nos hagas reír, zorra…

-Sí, a Vásquez le pueden dar por el culo, nosotros ya tenemos lo que queremos, será mejor que te apartes, nena…

-No me voy a ir a ninguna parte sin el dinero-anuncié entonces, poniéndome seria.

-¡Será imbécil la tía!

-¡Desde luego, tiene pelotas la cosa! ¡Apártate, guapa, o te apartamos nosotros!

Por mi parte tan solo les lancé una retadora mirada, preparándome para lo que fuera.

-¡Tú te lo has buscado, tía!-exclamó entonces el que más cerca tenía, yendo a hacer mano de una pistola.

Sin embargo yo fui más rápida, cogiendo la mía a tiempo y disparando rápidamente, cayendo el tipo al suelo como un peso pesado y sin volverse a levantar de nuevo.

-¡Mierda, ha matado a Valerio!

-¡Disparadla, matad a esa perra!

Actué deprisa y me cubrí tras el marco de la puerta, al tiempo que una intensa balacera comenzaba a presionarme desde dentro; esperé pacientemente a que se les acabara los cargadores y, en cuanto los tiros cesaron, me descubrí y empecé a disparar.

El primero fue el que estaba tras la mesa, que tenía una recortada consigo, tumbándole rápidamente de un disparo bien dirigido; el segundo fue el que estaba tras un sillón, disparándole a una pierna expuesta y luego rematándole rápidamente.

-¡j*der, j*der, ahora Manuel y Diego! ¡p*ta!-exclamó otro detrás de un andrajoso sofá.

La balacera volvió a incidir y me volví a cubrir, al tiempo que me ponía al otro lado de la puerta rodando para tener un mejor ángulo de visión; en cuanto tuve la ocasión, y tuve localizados a los siguientes, volví a disparar, esta vez hacia el otro lado del apartamento. Aproveché que el de detrás del sofá estaba ligeramente desprotegido y di buena cuenta de él.

-¡Oh, dios, Alberto! ¡Vale, vale, me rindo, no dispares!-exclamó entonces el único que quedaba.

Entré en el sitio pistola en mano y apuntando al último de todos, inquiriendo de seguido.

-¿Dónde está el dinero?

-¡Ahí, en esa bolsa de deporte de ahí! ¡Por favor, no me mates!-exclamó el hombre, muerto de miedo.

Sin dejar de encañonarle me acerqué a la bolsa y comprobé su contenido, viendo que estaba llena de dinero; en la mesa colindante había unas pequeñas y casi inexistentes muestras de ácido y sedantes similares a los que Alfonso manejaba.

-Lo habéis vendido casi todo…

-¡Sí, aquí la droga se vende como caramelos!

-¿Y pretendíais huir con el dinero? Qué despreciables…

-¡Sólo estábamos de paso, pero ahora…! ¡Oh, j*der, p*ta vida, tío!

Por un momento bajé la pistola para ir a coger la bolsa, pero fue entonces cuando el tipo trató de ir a por mí, cuchillo en mano; le intercepté a tiempo antes de que me atacara y le hice rápidamente una llave de judo que le hizo soltar el arma. Acto seguido le disparé en la rodilla, obligándole a hincar la pierna en el suelo, y en cuanto alzó la cabeza le disparé sin mayores contemplaciones.

-Quien jode a Alfonso me jode a mí. Os habéis pasado de listos-mascullé fríamente.

Me guardé la pipa en el bolsillo trasero del pantalón, poniéndole el seguro primero, cogí la bolsa con el dinero y salí de allí tranquilamente mientras hacía una rápida llamada a Alfonso, el cual cogió enseguida.

-Hola, Alfonso, he recuperado tu dinero, esos tipos pretendían fugarse con él.

-Ah, si ya lo sabía yo, no puedes fiarte de nadie hoy en día. Gracias, Sunset, tráelo aquí y saldremos de cuentas.

-Vale.

Regresé al coche, dejando el dinero en el asiento del acompañante, y poniéndome en marcha rápidamente. El viaje de vuelta fue algo más rápido, llegando a Bohan en poco menos de veinte minutos y entrando en el almacén de Alfonso con el dinero.

-Aquí está el dinero-murmuré, poniéndoselo en la mesa.

-Vale, veamos cuanto hay…

Estuvimos contándolo entre los dos hasta alcanzar la suma total de unos treinta mil dólares en total.

-Vaya, nada mal, sabían cómo vender, eso desde luego…

-Ya, pero te digo, esos ya no van a vender nada más.

-Sí, me lo imaginaba. Has hecho bien, Sunset, ya sólo nos faltaba que nos tomaran por el pito del sereno, haciéndonos perder género y dinero.

-Se tomaron a la ligera un trato, y eso no se hace.

-Desde luego. Gracias por todo, Sunset, toma, tu parte, te la has ganado.

Del total pilló una buena tajada y me la dio, sumando un total de diez mil dólares.

-Gracias por cuidar de mí, Alfonso…-murmuré, esbozando una tímida sonrisa.

Frente a eso el hombre me devolvió la sonrisa, haciéndome un gesto cariñoso bajo la barbilla, comentando de seguido.

-Es lo que le prometí a tu madre, cariño.

Asentí con la cabeza, sin decir nada más, aunque luego comenté.

-¿Necesitas ayuda con algo más?

-Nada más por ahora, ya te avisaré si surge algo.

-Vale, aunque… ¿Qué hay de eso que te pedí?

Frente a eso Alfonso torció el gesto, murmurando de seguido.

-Sigo buscando, cielo, pero por ahora no he averiguado nada. En cuanto sepa algo te digo ¿vale?

Por mi parte tan solo asentí mecánicamente, despidiéndome de él y yendo a hacer otras cosas, llamando a otros contactos para ver si tenían algo para mí, pero para mi buena o mala suerte no había nada que hacer por el momento.

Traté de usar el tiempo libre a mi favor y relajarme un poco, pero últimamente había acostumbrado a estar siempre en movimiento, y el no hacer nada me ponía particularmente nerviosa. Mi interior ardía con rabia y furia, buscando a ese alguien especial, el causante de toda mi miseria, el que me arrebató a lo que más quería en este aciago y funesto mundo. Ni siquiera un paseo por Welham Parkway, el parque de Bohan, calmó mis deseos de venganza; traté de relajarme y pensar en otra cosa, observando a la gente paseando por el parque y dando de comer a los patos del lago, pero ni siquiera eso me relajó. Probablemente toda esa gente tuviera una madre con la que hablar de sus problemas y ser consolada por ella en los momentos difíciles, pero a mí ya no me quedaba nada de eso, tan solo dolor y sufrimiento.

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Welham Parkway


Fue entonces cuando un aviso en mi móvil sonó y al mirarlo abrí los ojos como platos, sin esperármelo.

-¿¡Era hoy?! ¡Oh, mierda!

Me puse en pie rápidamente y volví a mi coche, poniéndome en movimiento enseguida; desde donde estaba puse el GPS hacia mi destino y me adentré en el distrito de Algonquin desde el norte, dirigiéndome hacia el sur.

Mientras que Bohan era la cara sucia de la ciudad, Algonquin era justamente todo lo contrario, el distrito que siempre relucía bajo las brillantes y parpadeantes luces del capitalismo, vendiendo sueños rotos a los inmigrantes que llegaban allí por primera vez. Era un distrito al que particularmente no me gustaba mucho ir a no ser que fuera estrictamente necesario, aunque en ese momento sí que lo era, por lo que apechugué y lo atravesé sin prestar mucha atención a lo que me rodeaba. Pasé al lado del Middle Park y bajé por toda Columbus Avenue, teniendo que dar un rodeo por el Cruce Estrella, ya que había un tramo cortado por obras, hasta llegar a Hematite Street, yendo todo recto por ella hasta entrar a la isla Colonial por el puente del Olvido.

La isla Colonial era considerada como el apéndice de Algonquin, estaba ahí, aunque nadie sabía para qué exactamente; no era una isla muy transitada, había varios edificios de apartamentos, algunos comercios menores, una planta de reciclado y poco más, aunque era el lugar donde cierto lugar se encontraba. Aparqué el coche junto al paseo que había al lado del puente y entré en una floristería cercana, comprando un frondoso ramo de flores blancas y dirigiéndome directamente hacia el norte de la isla. Parte del puente de Algonquin pasaba sobre la isla, y desde allí se podía ver toda su enorme estructura, aunque mi destino era otro. Crucé la calle y entré directamente en el cementerio.

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Cementerio de isla Colonial


El cementerio de la isla Colonial era uno de los más grandes de la ciudad, el cual era vigilado por el antiguo faro de la ciudad, actualmente en desuso, aunque fue recientemente restaurado y ahora se encontraba inscrito en el Registro Nacional de Lugares Históricos. Sin embargo no me encontraba allí por eso, dirigiéndome directamente a una tumba en concreto situada en el extremo inferior derecho del cementerio; me arrodillé ante ella y quité el anterior ramo de flores, ya marchito, colocando el nuevo en su lugar. En la lápida se podía leer el siguiente epitafio:

Aquí yace Sunshine Rise, madre dedicada, luchadora y superviviente. Tu hija y tus amigos más cercanos no te olvidan.

-Hola mamá, ya estoy aquí… perdona por no haber venido antes, casi se me olvida, menos mal que el calendario del móvil ha sonado…

Un denso silencio envolvía el lugar, oyéndose en la lejanía los sonidos de la ciudad, aunque apenas les presté atención. En un momento dado volví a hablar.

-Ya sé que han pasado ya ocho años, pero aun así… se siente como si hubiera sido ayer. Te echo tanto de menos… no sabes cuánto. Alfonso ha cuidado de mí desde entonces, y gracias a él he salido adelante, algo de lo que le estoy profundamente agradecida, pero aun así… eras tú la que siempre estaba ahí para mí.

En ese momento sentí cómo las lágrimas venían a mí, casi imparables, pero me las apañé para detenerlas. No tenía sentido que siguiera llorando. Ya lo hice en su día, y me prometí no volverlo a hacer nunca más. En su lugar enfoqué mis pensamientos hacia otra dirección, y fue entonces cuando la llama en mi interior volvió a crepitar con furia e intensidad, mascullando de seguido.

-Pero no dejaré que tu muerte sea en vano. Encontraré al cabronazo que te hizo esto y haré que pague por ello. No permitiré que salga impune por lo que hizo. Averiguaré quién ha sido y no le dejaré escapar. Te lo prometo, mamá.

Una leve brisa sopló del este y agitó los pétalos de las flores, dejando caer unas pequeñas gotas de agua, ya que estaban frescas. Por mi parte me levanté, mirando por última vez a la tumba, y susurrando.

-Adiós, mamá. Volveré otro día a verte.

Finalmente me fui de allí, dejando el cementerio vacío y silencioso una vez más. Unas densas nubes taparon el sol al pasar, sumiendo a la ciudad en una súbita oscuridad.

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¡Surprise, madafacas! XD ¿os acordáis que llegué a comentar en las notas de algún capítulo de Crónicas de Los Santos que había llegado a pensar en hacer algún spin off con Sunset de protagonista? ¿sí, no? bueno, en todo caso aquí está el primer capítulo de ese spin off. En cuanto a detalles técnicos se refiere, como habréis visto estará ambientado plenamente en Liberty City, la ciudad en la que el anterior fic se encontraba parcialmente ambientado, aunque en cuanto a cronología se refiere se sitúa en el 2005, tres años antes de los acontecimientos de GTA IV y ocho antes de los de GTA V, y por consiguiente antes de Crónicas de Los Santos. Por si las dudas Sunset tiene 18 años, eso sí.

Por otro lado no quiero que este spin off sea muy largo, por lo que me limitaré y despacharé esta historia en diez capítulos justos, para darme cierto margen y que este no frene demasiado al fic base. Tenía pensado en escribirlo en cuanto acabase el anterior, pero tenía ciertas ideas en mente que me inspiraban bastante y decidí sacarlo del tintero. Ya sabéis, la inspiración es una zorra y todo eso.

Re: Crónicas de Liberty City [Crossover] [Adventure]

NotaPublicado: 17 Abr 2017, 14:57
por Sg91
Capítulo 2
La ciudad que nunca duerme


Esa misma mañana me desperté inusitadamente bien para sólo haber dormido cinco horas después de mi turno en el club, aunque el café que en ese momento me estaba tomando comenzaba a despertarme casi instantáneamente, ayudando bastante en ese sentido, como siempre hace. De fondo se oía la tele, normalmente no suelo desayunar con ella puesta, aunque esa mañana me sentí algo más animada a ello, oyendo las noticias de fondo.

-¡Weazel News, dando las verdaderas noticias! Liberty City se despierta en otro baño de sangre y violencia entre bandas, la policía ha encontrado esta madrugada en un apartamento en Cerros de la Cerveza, Dukes, los cuerpos de una pequeña banda hondureña que había estado haciendo movimientos en el distrito vendiendo droga y otras sustancias ilegales. Hasta el momento no se descarta nada, aunque la policía baraja un posible ajuste de cuentas, con ciertas conexiones con los Spanish Lords, aunque por el momento no hay nada probado.

No pude evitar sonreír con elocuencia, ya que después de todo estaban hablando de mí. No me preocupaba lo más mínimo, ya que como bien decía el presentador no había pruebas, puesto que me encargué de ello antes de abandonar el lugar. Si algo había aprendido después de todo ese tiempo callejeando en esa ciudad era que no se debía dejar ningún rastro tras de ti que posteriormente te pudiera relacionar, siendo además algo muy importante que hasta el más manido puede llegar a pasar por alto.

En ese justo momento me comenzó a sonar el móvil, viendo que se trataba de Alfonso y cogiéndolo de seguido.

-Hola Alfonso, justamente iba a ir a verte ahora.

-Hola Sunset. No hace falta que te pases por aquí, de hecho te quiero ofrecer una oportunidad de negocio que puede que nos venga bien a todos.

-Tú me dirás.

-Te cuento, nos hemos puesto en contacto con una narcotraficante puertorriqueña independiente que ya lleva un tiempo asentada aquí y la está empezando a ir bastante bien, por lo que la hemos sugerido aliarnos y así extender un poco más nuestras redes. No nos ha dicho que no, pero antes nos ha pedido que la hagamos un par de favores para comprobar que somos de fiar.

-Comprensible ¿de qué se trata?

-No nos ha dicho nada, aunque la he hablado de ti y la he dicho que te ibas a encargar tú, ve a verla, vive en los pisos de protección oficial en Fortside, se llama Elizabeta Torres.

-Vale, estoy justo al lado, iré a verla.

-Estupendo, haz todo lo que te pida y en cuanto estemos listos me dará un toque. Esta es una gran oportunidad, ya lo verás.

-Me parece bien, siempre y cuando pague.

-Descuida que lo hará. Mantenme informado.

Tras la llamada concreté el desayuno y una vez que estuve vestida, armada y lista, me dirigí hacia allí andando puesto que realmente me quedaba al lado.
Aun a pesar de que se llegaron a construir varios pisos de protección oficial en el distrito, habiendo un total de ocho, uno en Fortside, tres en Bohan Sur y otros cuatro en Northern Gardens, la inflación no se redujo lo suficiente como para subsanar las múltiples carencias de Bohan, por lo que esos esfuerzos fueron en vano y no hicieron más que subir las rentas en todo el distrito, empobreciéndolo un poco más de lo que ya estaba. Por mi parte se refería no tenía muchos problemas a la hora de pagar mis principales gastos, agua y luz, aunque en su momento el apartamento en el que ahora vivo me costó su buen dinero, y tuve que ahorrar bastante para pagarlo, además de usar una buena parte de un dinero que mi madre me dejó para mí cuando murió. Por lo que tenía entendido muchos de esos pisos no estaban en las mejores condiciones, y muchos vecinos se quejaban de lo hacinados que vivían, aunque no demasiado, ya que vivían después de todo, y eso de por sí ya es todo un lujo en esa parte del distrito.

En cuanto llegué localicé el apartamento de esa tal Elizabeta usando los buzones, estando en el sexto piso, y subiendo por el ascensor. Llamé a la puerta y me abrió un tipo algo fondón y con aspecto hispano, de pelo corto, tez morena y perilla de candado, el cual inquirió.

-¿Qué busca?

-Soy Sunset Shimmer, vengo de parte de Alfonso Vásquez, me dijo que viniera…

-¡Jorge! ¿Quién es?-inquirió entonces una voz femenina potente al otro lado de la puerta.

-Ah, sí, jefa, dice que se llama Sunset y que viene de parte de Vásquez…

-¡Ah, sí, déjala entrar!

El tal Jorge me dejó pasar y nada más entrar me encontré frente a frente con una mujerona en el amplísimo sentido de la palabra; su solo aspecto denotaba que no era de allí, siendo de tez morena, mucho más morena que Jorge, aunque de un tono algo más cálido. Aunque si Jorge estaba fondón ella se llevaba la palma, teniendo un evidente sobrepeso que la hacía distinguirse rápidamente, además de una delantera enorme que la hacía destacar aún más. Nunca en toda mi vida había visto unas tetas tan grandes, yo a su lado estaba prácticamente plana en comparación. En cuanto me vio se dirigió a mí como si me conociera de toda la vida, exclamando de seguido.

-¡Hey, hola, tú debes de ser Sunset! ¡Alfonso me ha hablado de ti, pasa, pasa, no te quedes en la puerta!

-Usted debe de ser Torres…

-¡Así es, soy Elizabeta Torres, pero puedes llamarme Elizabeta, nunca me han gustado las formalidades!

-Está bien… Elizabeta.

-¡Mucho mejor! ¡Pero bueno, hablemos de negocios! Alfonso me ha comentado que estáis interesados en una alianza, yo nunca digo que no a una oportunidad de negocio, después de todo así es como comencé, pero antes debo asegurarme que estoy tratando con la gente adecuada ¿entiendes lo que te digo?

-Sí, aunque te adelanto que Alfonso es un hombre de palabra, y si eres capaz de confiar en mí, puedes confiar en él.

-No lo dudo, pero en ese caso debéis probarme que sois los más indicados para este trabajo, por lo que os voy a pedir un par de favores antes de empezar a formalizar futuros tratos ¿te parece?

-Me parece, aunque supongo que comprenderás que yo no trabajo gratis…

-¡Claro que no! Después de todo… ¿Quién hace eso? ¡Ja, ja! Vale, estupendo, en ese caso quiero que te encargues de la protección de un nuevo cargamento de heroína que llega justo hoy en barco directamente de Puerto Rico y sin rendir cuentas siquiera al pez gordo de Vice City, por lo que en cuanto la pongamos en la calle se venderá a precio de oro. Ve a los muelles de Polígono Industrial, junto al puente, allí te estará esperando uno de mis hombres, Andreas, acompáñale y asegurad que ese barco llega a la costa norte de Bohan, os estarán esperando en la playa.

-Muy bien.

-¡Estupendo pues! ¡Espero muchas cosas de ti, Sunset Shimmer, me das buenas vibraciones!

-Igualmente, Elizabeta.

-Sí. Guárdate mi número, así estaremos en contacto.

Guardé su número en la agenda del móvil, tras eso me despedí de ella y me puse en movimiento, dirigiéndome al lugar acordado.

Polígono Industrial era un barrio que ocupaba una buena parte de la zona sur de Bohan, y se caracterizaba por estar lleno de antiguas industrias, la gran mayoría abandonadas e inoperativas, almacenes, garajes y un pequeño muelle, además de los restos de un puente que se empezó a construir hace poco con la intención de cerrar el proyecto urbanístico de la autopista norte, la cual se pretendía que rodeara todo el lado este del distrito e interconectarla con el sur mediante la construcción de un puente que uniera los barrios de Polígono Industrial y Chase Point. Pero el ayuntamiento se quedó sin dinero y se tuvo que paralizar las obras, quedándose el puente inacabado y permaneciendo así desde entonces.

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Polígono Industrial


En el muelle justo delante del puente me encontré con un hombre también de aspecto hispano, aunque más delgado y de constitución algo más débil, junto a una lancha rápida Jetmax, nada más verla inquirí.

-¿Andreas?

-El mismo ¿Sunset?

-Sí.

-Bien, Elizabeta me avisó, monta, tenemos que salir ya.

Abordamos la lancha al tiempo que Andreas arrancaba el motor y nos poníamos en movimiento. Salimos de la cala por el oeste, bordeando Bohan por el sur y luego subiendo por el río Humboldt hacia el norte, pasando por debajo del puente de Cerros Northwood, el cual une los barrios de Northwood en Algonquin y El Bulevar en Bohan, y virando hacia el oeste, encarando la costa norte de Algonquin.

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Puente de Cerros Northwood


-¿A dónde vamos?-inquirí en ese justo momento en voz lo suficientemente alta como para hacerme oír por encima del ruido del motor y el agua chocando contra el casco de la lancha.

-¡Al otro extremo de la ciudad, a unas pocas millas de distancia de las costas de Alderney, el barco entrará por allí, debemos escoltarlo directamente hacia la playa de Bohan!

-¡Sí, ya me dijo Elizabeta! ¿Esperamos algún tipo de resistencia?

-¡En teoría nada, pero con la guardia costera nunca se sabe, a veces pasa por aquí cualquiera como Pedro por su casa y otras veces te encuentras con barricadas de lanchas policiales Predator cercando los ríos, depende de cuán inspirados estén en ese momento!

-¡Espero entonces que esté tranquilo!

-¡Sí, yo también!

El resto del viaje fue algo más silencioso, con algún que otro comentario dispar, aunque aproveché también para averiguar más cosas acerca de Elizabeta.

-¿Cuándo se estableció Elizabeta en Bohan? ¡El caso es que es la primera vez que oigo su nombre y sé de ella!

-¡Vino de Puerto Rico en 1991 con tan solo catorce años, y a sus quince años empezó a hacer sus primeros trapicheos, aunque comenzó muy lentamente, es quizás por eso por lo que no te suene!

-¡Es posible! ¿Y cuándo se estableció por su cuenta?

-¡En realidad ella siempre fue por su cuenta, de ahí a que tardara tanto en hacerse un nombre al menos aquí en Liberty City, pero en Puerto Rico ya era muy conocida! ¡Se dice que se hizo respetar después de hacerle comer sus propios huevos a un caudillo de allí, literalmente hablando! ¡Se los cortó con un cuchillo y se los metió en la boca justo cuando estaba gritando! ¡Después de eso nadie se atrevió a tocarla!

-¡Normal, ningún hombre lo suficientemente hombre tendría los huevos suficientes como para sacrificar los suyos propios, y más aún de esa forma!-exclamé yo, genuinamente impresionada.

-¡Tras eso comenzó a hacer multitud de tratos y a expandirse allí, y luego se vino aquí! ¡Y esa es la historia de la señora Torres!

-¡Interesante, ciertamente!

Durante casi toda la conversación paliamos el resto de metros, dejando atrás Alderney y las costas de Westdyke, para adentrarnos en pleno océano Atlántico, recorriendo unas cuantas millas más hasta que finalmente vimos la figura de un pequeño bote pesquero Reefer acercándose. Andreas disminuyó la velocidad hasta detenerse justo a su lado, al mismo tiempo que el bote hacía lo mismo.

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Reefer


-¡Andreas, ahí estás! ¿Quién es la gringa que va contigo?-inquirió uno de los hombres a bordo del bote, situado en el techo del mismo y fuertemente armado.

-¡Es una mujer de confianza de la jefa, viene a ayudar! ¿Está todo el cargamento bien?

-¡Entero y dispuesto, sólo queda llegar a la ciudad!

-¡Bien, vámonos, id delante, nosotros os cubriremos la retaguardia!

El bote se puso en movimiento y nosotros fuimos detrás siguiendo su estela, aunque en comparación era mucho más lento que nuestra lancha rápida, lo cual hizo que nos tuviéramos que equiparar a su velocidad y alargando un poco más el viaje de vuelta.

Finalmente alcanzamos las costas aldernianas, pasar al lado del estado fue sencillo y sin apenas percances, por lo que llegamos rápidamente a pasar al lado del alto Algonquin sin hacer nada de ruido. Por un momento pareció que el recado ya estaba del todo hecho, pero en cuanto nos acercamos a las costas de Bohan vimos entonces de repente dos lanchas policiales cerrándonos el paso y acercándose rápidamente hacia nosotros, al mismo tiempo que otras dos llegaban por detrás desde Algonquin para tratar de cerrarnos el paso.

-¡Esta es la Guardia Costera de Liberty City, detengan las lanchas ahora mismo!

-¡Mierda, ya decía yo que estaba todo demasiado tranquilo! ¡Hay que defenderles como sea!

-¡Pues no sé yo si mi Desert Eagle será efectiva contra lanchas como esas!

-¡No te preocupes, aquí detrás hay varias armas ligeras cortesía de Elizabeta, úsalas, yo me mantendré lo más cerca posible de ellos!-indicó Andreas.

Me di la vuelta y comprobé el arsenal disponible, habiendo sobre todo subfusiles MP10 con su correspondiente y abundante munición y una amplia remesa de granadas M26 de gran calibre. Cogí un subfusil y comencé a disparar contra las lanchas que trataban de flanquearnos por detrás, ocupándome de ellas; los policías de abordo respondieron con otra ráfaga, pero me agaché a tiempo antes de volver a disparar, peinándome ligeramente.

-¡Acelera, los tenemos encima!-exclamé, volviendo a disparar.

-¡No podemos ir desde aquí a la playa y guiarles hasta el punto de entrega, tenemos que perderles de vista!-exclamó Andreas, maniobrando.

-¡En ese caso dirígete a la bahía de Dukes, los perderemos allí y daremos la vuelta al distrito, así les daremos tiempo de sobra a huir después!-sugerí entonces.

-¡Buena idea! ¡Santiago! ¿Me oyes?-inquirió en ese momento Andreas por radio.

-¡Sí, te oigo!

-¡Dirígete hacia el sur, daremos la vuelta a toda Bohan, así nos dará tiempo a lidiar con la guardia costera!

-¡Vale! ¡Media vuelta, Manito!

Tanto el bote Reefer como nuestra Jetmax maniobraron rápidamente, pasando bajo el puente de Cerros Northwood y yendo río abajo por el Humboldt al menos en ese tramo. Las cuatro lanchas de la guardia costera se reagruparon y siguieron presionándonos desde detrás, al tiempo que seguía disparando como una cosaca.

-¡Agh, son muchos! ¡Voy a intentar algo!

Cogí entonces una granada, le quité la anilla y comencé a contar; en cuanto llegué a cinco la lancé con todas mis fuerzas contra una de las lanchas, llegándose a colar en el interior de la misma. En cuanto los policías vieron lo que había sido eso abandonaron rápidamente la lancha echándose al agua y ésta estalló, hundiéndose en las frías aguas del Humboldt.

-¡Una menos, bien!-exclamé, cogiendo de nuevo el subfusil y volviendo a presionar.

En un momento dado viramos hacia el oeste, pasando bajo el tramo norte del puente de Borough Este y adentrándonos de lleno en la bahía de Dukes, donde todo se debía de concretar. Seguí disparando contra las lanchas policiales, llegando a detener en seco a una en el proceso en cuanto el motor acabó lo suficientemente dañado, quedando sólo dos con las que lidiar.

Sin embargo en ese justo momento oímos el familiar ruido de unas aspas, al tiempo que un helicóptero Maverick de la policía hacía acto de aparición para apoyar a los guardacostas.

-¡Oh, mierda, tenemos un problema!-exclamé, preocupada.

-¡Lo he visto! ¡Que no cunda el pánico!-exclamó Andreas.

-¿¡Que no cunda el pánico?! ¡Sí, muy buen consejo, Andreas, me va a servir de mucho!

Ignoré el helicóptero, ya que con lo que tenía no podría derribarlo ni de coña, y me centré en las dos lanchas que quedaban, lanzando un par de granadas; una cayó al agua, haciendo explosión inmediatamente después y creando una fuerte ola que desestabilizó por un momento ambas lanchas, pero en el bamboleo otra de las granadas logró colarse en una de las lanchas, haciendo explosión inmediatamente después y alcanzando de refilón la otra lancha, que también acabó reventando.

-¡Bien, tengo las lanchas, aunque aún falta el helicóptero!

Nada más decirlo dos policías nos empezaron a disparar con sendas carabinas y tuvimos que salir disparados, aunque el helicóptero fue tras nuestro en cuanto nos empezamos a mover.

-¡Mierda, no vamos a poder derribarlos!-exclamó Andreas.

-¡Estamos en su campo de visión, somos un blanco fácil, tenemos que cubrirnos de algún modo!

Fue entonces en ese instante cuando vi al otro lado de la bahía el puente de la Bahía de Dukes, el cual unía los barrios de Polígono Industrial en Bohan con el de Steinway en Dukes, teniéndolo bastante claro.

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Puente de la Bahía de Dukes


-¡El puente, rápido, vayamos al puente, cubrámonos bajo él!

-¡Buena idea! ¡Al puente, Santiago!

Dado que no estaba muy lejos llegamos enseguida y a tiempo para cubrirnos de otra ráfaga por parte de los policías; paramos justo al lado del Reefer, dirigiéndonos a los demás.

-¡Hay que derribar a ese pájaro!

-¡Sí, tomad esto, menos mal que lo cogimos antes de salir!-exclamó entonces uno de los puertorriquenses, pasándonos entonces un lanzacohetes RPG-7.

-¡Oh, sí! ¡Todo tuyo, Sunset!-exclamó Andreas.

-¡Cuidado, sólo tenemos tres cohetes!

-¡Tranquilos, otra cosa no sé, pero puntería tengo un rato!

Me llevé el arma pesada al hombro y calibré la mira, aunque desde donde estaba apenas tenía ángulo.

-¡Andreas, no tengo tiro, sal un poco!-pedí entonces.

Dando marcha atrás la lancha salió un poco de bajo del puente y fue entonces cuando tuve un tiro limpio, apuntando rápidamente al helicóptero, el cual apenas se movió.

-Mira al pajarito, capullo.

Acto seguido disparé y el cohete salió embalado hacia un indefenso y desprevenido helicóptero, el cual no maniobró a tiempo y recibió de lleno el impacto; la explosión fue brutal, cayendo los restos a la bahía y hundiéndose rápidamente.

Todo el mundo vitoreó en cuanto el pájaro cayó, aunque por mi parte tan solo esbocé una satisfecha sonrisa.

-¡Vía libre! ¡Vamos, a la playa de Bohan!

Retomamos enseguida el viaje, bordeando Bohan por el este y pasando al lado del mirador de Bahía Chica; nada más verlo duros recuerdos regresaron a mi memoria, puesto que ahí era muchas veces donde iba con mi madre en nuestros paseos, contemplando los atardeceres juntas ya que había muy buenas vistas desde allí. Sin embargo aparté enseguida esos recuerdos de mi cabeza, ya que la misión aún no había terminado.

Finalmente llegamos a la playa de Bohan, parando al lado de los viejos muelles y embarrancando justo ahí; una furgoneta se encontraba a pocos metros de la orilla, nada más desembarcar los puertorriqueños se pusieron en movimiento, comenzando a cargar los fardos de heroína y metiéndolos en la furgoneta.

Estuve ayudando un poco a cargarlo todo, y en cuanto terminamos Andreas se dirigió a mí.

-Y ese era el último. Muchas gracias, Sunset, sin tu ayuda hubiera sido imposible.

-No ha sido nada, es lo que me había encargado Elizabeta después de todo.

-Sí, la diré lo bien que has estado, estará contenta contigo. Toma, tu pago.

Recibí entonces de él un total de doce mil dólares, guardándomelos rápidamente. No estaba mal para una simple misión de protección en alta mar.

Tras eso se despidieron de mí, la furgoneta se retiró y Andreas hizo lo mismo en su lancha, dejándome a mí en la playa junto a la Reefer. Aproveché entonces para llamar a Elizabeta para informarla.

-Tus hombres tienen lo suyo.

-¡Ésa es mi chica! Estupendo, muchas gracias, Sunset, esta alianza seguro que nos reportará grandes beneficios para todos. Estaremos en contacto.

Colgué y regresé a la carretera desde donde estaba. El Bulevar era el barrio más norteño del distrito, siendo eminentemente de ocio, ya que nadie vivía en él; albergaba el parque de Bohan, el Welhalm Parkway, además de varias canchas de tenis, un centro comunitario y un campo de beisbol donde el equipo local Liberty Swingers solía entrenar de vez en cuando.

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El Bulevar, junto a la playa y los muelles


Como no estaba muy lejos fui andando hacia Fortside, pero en cuanto llegué al lado de las canchas de tenis vi a alguien que me sonaba subido en un coche patrulla, esbozando una tonta sonrisita en cuanto confirmé que se trataba de él. Sin que me viera me acerqué al coche patrulla por detrás, yendo agachada para que no me viera, y en cuanto llegué me puse de pie de improviso y le quité la gorra, echando a correr inmediatamente después.

-¡Hey! ¡Vuelva aquí inmediatamente, el robo de parte del uniforme del cuerpo es un delito tipificado!

Aun así no dije nada y seguí corriendo, pero en un momento dado noté como me placaba de improviso, cayendo los dos al suelo; me inmovilizó con sus piernas contra el suelo, al tiempo que exclamaba.

-¡Muy bien, va a responder por lo que ha hecho!

-Oh, no, me ha atrapado, no me haga daño, oficial Sentry…-murmuré entonces, con tonito seductor.

En cuanto me vio el aludido se me quedó mirando con gesto cansado, murmurando de seguido.

-¿Otra vez metiéndote en líos, Sunset?

-Oh, vamos, señor oficial, si tampoco era para tanto, era una pequeña bromita de nada…

-Si llega a ser cualquier otro te hubiera metido en el calabozo durante unas cuantas horas.

-Oh, sí, ya ves, por una simple gorra… que por cierto, me queda estupenda ¿no cree?-inquirí entonces, poniéndomela y esbozando una carita mona.

-Déjalo ya-murmuró entonces el oficial, quitándomela y apartándose de encima de mí.

-Oh, no se corte por mí, después de todo estaba cómoda…

-Ya, ya…

-¿No va a ayudar a una dama?

Ante eso el oficial rodó los ojos y me ayudó a levantarme; una vez de pie me acerqué a él contoneando las caderas e inquiriendo de seguido.

-¿Está de servicio, oficial Sentry?

-Me temo que sí, ahora mismo estoy cubriendo mi ronda… y deja de llamarme así, no te pega ser tan formal.

-Jo, qué pena… me preguntaba si podrías ayudarme con esa pequeña cosita que te pedí…

-Por última vez, Sunset, no puedo ayudarte, y más te vale que dejes de meterte en líos, tu ficha habla por sí sola…

-Jo ¿Por qué no? Creía que tú y yo teníamos algo especial…

-Déjalo ya, por favor, eso no fue más que un simple error…

-Oh, sí, pero el caso es que no decías lo mismo la última vez… ni la vez anterior a esa, ni la anterior, ni la anterior…-le recordé entonces, con tono seductor.

Ante eso no dijo nada, con un ligero rubor en las mejillas y mirando hacia otro lado.

Flash Sentry era un segundo oficial de policía, de la comisaría principal del distrito, al cual llegué a conocer unos pocos años atrás y con el que mantengo una especie de rollete o follamistad, nada serio en realidad, aunque si lo hacía era principalmente porque sé que la policía del distrito tiene guardadas una serie de pruebas concernientes al tiroteo en el cual mi madre murió; desde hace un tiempo estoy tras esas pruebas, ya que probablemente alguna pueda guiarme hacia el hombre que mató a mi madre. Sin embargo, como el caso se cerró hace ya tiempo, esas pruebas están custodiadas desde entonces y no es fácil acceder a ellas, y es por eso por lo que me interesa tener cerca a Flash. Aparte el chico era guapete, y bastante bueno en la cama, pero eso no significaba nada, claro está.

-¿Qué pasa, Flash? ¿Es que no significo nada para ti? ¿No soy más que una de tus tantas putas baratas?

-¡Yo no he dicho eso!-exclamó él rápidamente.

-¿Entonces cuál es el problema? Vamos, ayúdame a acceder al archivo, sabes que no es tan difícil para ti…

-Por última vez, no puedo hacer eso, Sunset, esas pruebas están archivadas, además, necesitaría el permiso del comisario del distrito.

-Pues obtenlo.

-No es tan fácil.

-¿Por qué? ¿Acaso tienen que darte una medalla o algo así?

-No se trata de medallas, sino de que es un caso cerrado de hace más de ocho años, y para eso se hace necesario una serie de permisos… pero vamos, que no tengo que estar contándote nada, no voy a ayudarte, punto.

Ante eso no dije nada, mirándole de reojo y pensando en una posibilidad, aunque aun así preferí asegurármelo por si las moscas.

-Está bien, no me lo cuentes si no quieres, pero si al final te lo piensas mejor y te apetece hablar ya sabes dónde encontrarme…

-¿Ah, sí? ¿Dónde?-inquirió él, ceñudo.

-Mira mi ficha-murmuré, guiñándole un ojo con gesto sugerente.

Esa contestación le dejó un tanto cortado, como si no se esperara algo así, fue entonces cuando aproveché para irme y dejarle con la duda, despidiéndome rápidamente.

Si algo me gustaba especialmente era jugar con ese particular detalle, en la gran mayoría de los casos los hombres piensan casi siempre con la p*lla, por lo que era particularmente fácil, sobre todo para mí, ya que después de todo si algo había heredado de mi madre era su astucia y su zorrería, siendo capaz casi siempre de obtener lo que me proponía. Y con Flash no iba a ser menos.

Aproveché ese momento para llamar a Alfonso y comentarle ese último trabajito.

-Hola, Alfonso, ya le he hecho el primer recado a Elizabeta.

-Ah, bien ¿cómo ha ido?

-Bastante bien, me pidió que ayudara a que entrara un cargamento de heroína en la ciudad y ha salido bien, supongo que me pedirá algo más, así que esperaré a que me diga algo.

-Estupendo, cuanto más la ayudemos más confianza nos tendrá, y eso será bueno para que las negociaciones lleguen a buen término. Sigue así de bien, guapa, ya te iré contando.

-Está bien, nos vemos.

Tras colgar me dirigí directamente a casa, para descansar un rato e ir a comer algo, pero al poco rato el móvil me volvió a sonar de nuevo.

-Agh ¿y ahora qué?

Miré la pantalla y vi que se trataba de un número desconocido; por un momento no quise contestar, ya que no sabía quién podría ser, pero por una extraña corazonada decidí hacerlo.

-¿Sí?

-¡Hola Sunset! ¿Te acuerdas de mí?-inquirió una voz al otro lado que se me antojaba extrañamente familiar.

-Eh… no estoy segura, pero tu voz me suena ¿Quién eres?

-¿No te acuerdas de mí? Caramba, sí que pasan en balde los años… ¡soy Betty, tu vieja amiga de la primaria! ¿Te acuerdas ahora? ¿De la escuela de Fortside?

Con esas pistas finalmente llegué a sumar dos más dos, acordándome al instante y exclamando.

-¡Ah, sí, ya sé quién eres! ¡Anda, cuanto tiempo! ¿Qué es de tu vida?

Cuando mi madre vivía y yo era pequeña llegué a matricularme por un año en dicha escuela, y allí llegué a conocer a Betty, una niña de mi edad con la que congenié bastante. Sin embargo no volví a saber nada de ella, puesto que al año de estar cursando el primer año mi madre no pudo seguir pagando las tasas y tuve que dejar de ir, corriendo el resto de mi educación por parte de mi propia madre, la cual me enseñó el resto, por así decirlo.

-Pues aquí, sobreviviendo como podemos, ya sabes cómo es esto aquí en Bohan…

-Qué me vas a contar…

-¡Pero bueno, por fin he podido encontrarte! Tenemos que ponernos al día ¿quieres quedar y comemos juntas? así recordamos los viejos tiempos...

No estuve muy segura de qué decirla, ya que después de todo había pasado mucho tiempo y probablemente las cosas no serían las mismas, pero aun así el volver a saber de ella me animó de cierta forma, por lo que finalmente accedí.

-Está bien ¿dónde quedamos?

-¿Te viene bien quedar en el Burger Shot de Fortside?

-Sí, perfecto, lo tengo justo al lado de hecho.

-¡Genial! ¡Nos vemos en una hora!

-Bien, allí estaré.

Tras colgar me dirigí hacia allí andando, ya que por lo menos tan solo tenía como unos diez minutos desde donde estaba, aunque por otro lado me quedé particularmente sorprendida, ya que no esperaba volver a encontrarme con ella después de todo ese tiempo. De lo poco que recordaba de Betty era sobre todo lo cariñosa y alegre que era, aunque no podía evitar pensar en cómo serían las cosas después de diez años al menos. Aun así apreté el paso, llegando enseguida al sitio y sentándome en la terraza de fuera, esperándola allí.

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Burger Shot de Fortside


Unos cuantos minutos después alguien me picó en el hombro mientras miraba mis últimos mensajes del móvil.

-¿Sunset?

Me di la vuelta, esbozando una sonrisa, pero en cuanto vi lo que vi se me cayó el alma a los pies; algo insegura inquirí.

-¿Betty?

-¡Sí, soy yo! ¡Cuánto tiempo, estás igualita a como te recuerdo, y sigues igual de guapa que siempre!

-Ah, pues… ¡qué bien! ¿No?-murmuré yo, forzando una sonrisa para tapar como fuera mi desconcierto.

-¡Ya ves! ¡Dame un abrazo!

Tuve que abrir mucho los brazos para abarcarla por completo, y no era para menos, puesto que se me hizo necesario. Y es que de la pequeña y pizpireta Betty que yo recordaba tan solo quedaba el nombre, puesto que se había convertido en una mujer enorme, en todo el amplísimo sentido de la palabra. Elizabeta a su lado era un palillo, y eso probablemente no era quizás lo más destacable de todo. No pude evitar preocuparme por ella, puesto que no me esperaba para nada semejante giro de los acontecimientos, sin embargo no supe muy bien cómo sacar a colación el asunto sin ser demasiado ruda al respecto.

-¡Bof, madre mía, chica, estoy hambrienta! ¿Vamos pidiendo si eso?

-Eh… está bien, vamos.

Las dos entramos en el establecimiento y nos acercamos al mostrador, siendo Betty la primera en pedir.

-Voy a tomar dos números nueve, un número nueve grande, un número seis con extra de salsa, un número siete, dos números cuarenta y cinco, uno con queso, y una soda Sprunk grande.

Tanto la cajera como una servidora nos quedamos flipadas, sin decir nada al menos al principio, aunque finalmente la cajera murmuró.

-Esto… ¿no es eso mucha comida?

-¡Para nada, es que si no me quedo con hambre!

Para entonces yo ya quería que me tragara la tierra, sin embargo mi preocupación por Betty no hacía más que aumentar con cada segundo que pasaba. Después pedí yo.

-Para mí un menú bleeder con patatas y bebida... normal.

-¿Sólo eso? ¡Pero chica, pide algo más, que estás en los huesos, te vas a quedar con hambre!

-No, no, tranquila, estoy bien así…

Esperamos a que salieran nuestros respectivos pedidos y salimos afuera, yo sosteniendo mi bandeja y Betty cargada hasta los topes con los suyos. Nada más sentarnos Betty empezó a atacar sus pedidos, mientras que yo sólo empecé probando las patatas.

-¡Y cuéntame! ¿Qué es de tu vida, a qué te dedicas?

Por mi parte me quedé momentáneamente callada, no muy segura de qué decirla, hasta que finalmente murmuré.

-Oh, pues un poco de esto, otro poco de aquello, ya sabes, diversifico…

-Sí, haces bien, hoy en día nada seguro y los contratos se los lleva el viento.

-Ya… ¿y qué hay de ti?

-Trabajo de dependienta en la gasolinera de Bahía Chica, va por horas, es un poco pesado, pero al final me renta porque según el dueño desgravo, y eso me permite ganar más dinero. No es el mejor trabajo del mundo, pero bueno, voy tirando. Seguro que tú tienes más caché que yo…

-Eh, bueno, no sé yo si caché es la palabra más acertada…

-Seguro que sí, con el salero que siempre has tenido y lo mona que eras… que ojo, sigues siendo mona, te veo estupenda, cielo.

-Gracias… eh… sí, gracias.

Realmente no sabía cómo sacar el asunto sin hacerla daño, pero sentía que debía hacerlo, por nuestra vieja amistad.

-Aun así sigue habiendo problemas, sobre todo a la hora de hablar con otros, porque claro, no hacen más insultarme, y eso quieras que no me afecta…

-¿Quién te insulta?

-¡La gente por la calle! ¡Me llaman gorda a mí! ¿Te lo puedes creer?

Finalmente no pude soportarlo más, por lo que decidí coger el toro por los cuernos y murmuré.

-Vale, tiempo muerto, Betty. ¿Puedo hacerte una sincera pregunta?

-Eh… sí, claro.

-Vale. ¿Qué te ha pasado?

-¿A mí? ¿Por qué lo dices?

-Que por qué lo… ¡Betty, por dios, sabes a lo que me refiero! ¡Mírate! ¡Te recordaba tan esbelta como yo o incluso más, y eso que éramos pequeñas! ¿Qué demonios te ha pasado? ¿Cómo has podido hacerte esto?

Ante eso la chica me miró con una cara de pan tremenda, como si no supiera muy bien qué decir al respecto; dejó entonces la hamburguesa en la caja y miró hacia abajo con gesto reprimido. Por un momento pareció que no iba a decir nada, pero finalmente murmuró.

-Pasó después de que tú te fueras. Un buen día me desperté y descubrí que mi padre ya no estaba, y en su lugar dejó a mi madre un buen montón de deudas que apenas podía hacer frente. No supe como tomármelo, y desde entonces me refugié en la comida, pensando que así todo estaría bien. Mi madre nunca me dijo nada y me dejó hacer, pensando que igual así ahogaría mis penas sin necesidad de hacerlo ella misma. Luego vino todo lo demás, aunque antes pagó sus deudas para no cargármelas a mí. Y el resto… bueno, supongo que ya te harás una idea.

Tras esa breve pero contundente explicación me quedé de una pieza, sin saber muy bien qué decir al respecto. Aunque después de semejante confesión sentí que debía de ser igual de honesta de lo que ella había sido conmigo. Por lo que me armé de valor y comencé a relatar.

-Mi madre lo hizo todo con tal de que saliera adelante. Traficaba con armas, drogas e incluso con su propio cuerpo, todo con tal de que no me faltara de nada y fuera feliz. Y yo, de cierta forma, era feliz, ya que ella estaba conmigo, a mi lado. Pero un día, y durante un trato entre los Spanish Lords y los Albaneses, unas terceras personas irrumpieron en el trato y atacaron. Muchos Lords y albaneses murieron, pero también lo hizo mi madre, y yo acabé destruida por dentro. Y ahora busco al cabrón que mató a mi madre.

Tras eso me quedé callada y las dos nos miramos por un momento, sin decir nada al respecto. Finalmente Betty rompió el silencio comentando.

-Bueno, al menos a ti te decían lo que hacer, porque lo que es a mí…

-Sólo hasta cierto punto, pero bueno, ahora que vivo sola tomo mis propias decisiones. Y sí, lo de encontrar a ese cabrón es decisión mía y mi máxima prioridad.

-Lo entiendo, yo también lo haría, al menos mi madre pudo elegir, la tuya no tuvo esa opción.

-Sí… pero tú también puedes elegir, Betty. Al menos llevas una vida normal, no como yo.

-Ya, pero aun así… ¿de que serviría si después de todo nadie se preocupa por mí?

-Yo sí-anuncié con gesto decidido.

Eso pareció coger a la chica con la guardia baja, la cual inquirió.

-¿De verdad?

-Pues claro. Después de todo no somos tan distintas…

Ante eso Betty sonrió e hizo un amago de ir a abrazarme, yo tan solo me levanté y fui a abrazarla; hacía tiempo desde la última vez que había llegado a tener un momento tan especial y cariñoso como ese, y de cierta forma lo agradecí inmensamente.

Tras el momento dulce todo volvió a la normalidad, aunque con algo totalmente nuevo y hasta renovado; Betty tan solo se comió una pequeña parte de todo lo que había pedido, y el resto se lo dio a un indigente cercano que había al otro lado de la calle. Por mi parte me terminé mi menú y, tras eso, nos despedimos, ya que ella tenía que volver al trabajo, pero con promesas nuevas.

-Trataré de comer menos y de bajar de peso… sobre lo tuyo, entiendo por qué quieres hacerlo, pero ten cuidado, Sunset, la venganza puede llegar a cegarnos hasta puntos insospechados.

-Ya ¿pero qué quieres que haga, Betty? ¿Quedarme de brazos cruzados mientras contemplo la tumba de mi madre todos los días? No, ese cabrón debe de pagar por lo que ha hecho…

-Lo entiendo. Espero que puedas encontrarlo.

-Por su propio bien él mismo querrá que no lo encuentre. Pero lo haré, eso por descontado. Y cuando lo tenga delante… ya sé lo que haré.

Ante eso Betty tan solo asintió, respetando mi decisión, lo cual agradecí enormemente. Finalmente la chica se fue y yo me quedé allí, pensando mucho. Betty había vuelto y nuestra vieja amistad había resucitado, dándome de cierta forma esperanzas de algo mejor en mi vida. Y solo por eso me sentí un poquito más feliz. Mientras tanto Liberty City respiraba.


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-Gracias por acogerme en tu humilde morada, amigo mío, necesito pasar por un tiempo desapercibido, y qué mejor forma de hacerlo que aquí, en la América más auténtica.

-Ah, ni lo menciones, después de todo te lo debía, por lo que puedes contar con mi ayuda. Y, por supuesto, tienes al resto de mi gente a tu entera disposición.

-Gracias, muchas gracias, amigo, me honras.

-No es para menos, después de todo jamás he conocido a un tío tan íntegro y eficaz como tú.

-Oh, ni lo conocerás, eso te lo aseguro.

-Sí, eso desde luego… pero bueno, igualmente te quería comentar ¿Qué hay de eso de lo que ya te hablé? ¿Hablaste con los capos?

-Sí, les hice saber acerca de tu disposición, aunque no parecen muy convencidos, después de todo debes de tener en cuenta que se mueven en círculos muy cerrados…

-Lo sé, pero es por eso por lo que te tengo a ti, amigo mío, espero que puedas llegar a un acuerdo con ellos para que me escuchen…

-Haré todo lo que esté en mi mano, después de todo a mí me respetan, por lo que me escucharán.

-Bien, bien. Mis hombres te han preparado un pequeño apartamento en ya sabes tú dónde, puede que no sea gran cosa, pero ahora que debes permanecer escondido es el sitio ideal.

-No te preocupes, me acostumbro rápido a los cambios.

-Estupendo. Gracias por todo, es estupendo poder contar contigo.

-Lo mismo digo, P, lo mismo digo…

-Sí. Mi caporegime te ayudará, pégate a él, es un tío legal.

-Bien.


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Esa noche me tocaba ronda entre las mesas en el club, y era quizás lo que más detestaba de ese trabajo, ya que al menos en la barra no te movías, todo el mundo te veía y ganabas igualmente sin tener un contacto directo con los babosos de turno. Entre las mesas sin embargo había que estar siempre atenta para captar a potenciales clientes, y dejarse atrapar también, por así decirlo, ya que tampoco podíamos elegir así sin más a quien hacerle un baile pegado.
Por suerte apenas había gente esa noche, aunque en ese momento me encontraba justo al lado del bar, observando el lugar con gesto aburrido; me encontraba ataviada con un conjunto que me quedaba un tanto ajustado, para marcar un poco más mis atributos y así llamar más la atención, aunque por mi parte tenía suerte, ya que otras solían tener especificaciones algo más extremas, incluyendo dos trozos de esparadrapos en los pezones como método de que no se viera todo y así excitar aún más al personal.

-Eh, Sunset, no te quedes ahí parada, date vidilla-me comentó en ese momento uno de los propietarios.

-Lo haría, señor Trúnchez, pero es que hoy no hay casi nadie.

-No me repliques, perra, harás lo que yo te diga y punto.

-Pues vale…-murmuré entonces por lo bajo, moviéndome un poco.

De los tres hermanos, Javier Trúnchez era el que menos luces de todos tenía, eso por descontado, ya que hablar con él era como hablar con un idiota, rematando todas sus frases con un “perra” o “p*ta”, demostrando lo listo que era en realidad. Según él lo hacía para verse duro e intimidante, pero ninguna de las chicas, entre las que yo me incluía, lo tomábamos nunca en serio.

Me insinué a dos clientes que estaban sentados en un reservado, hablando entre sí, pero ninguno quiso venir conmigo, lo cual agradecí inmensamente. Sin embargo en un momento dado vi a alguien entrando en el club desde donde estaba, esbozando entonces una divertida sonrisita; de alguna forma me lo esperaba, por lo que me acerqué a él sin que me viera y lo abordé por detrás, murmurando en su oreja.

-Hola guapo ¿cómo es que estás tan solito? Déjame que te acompañe a un lugar cálido y cómodo.

-¿¡Sunset?! ¿¡Qué haces?!

-Anda, Flash, pero qué sorpresa… ¿has venido a verme? Qué detalle…

-No, espera, no te confundas, estoy de servicio, solo he venido a hacerte un par de preguntas…

-Oh, está bien, en ese caso vamos a un lugar más privado para que podamos hablar…

Al principio se resistió un poco, pero finalmente pude llevarle hasta las habitaciones privadas que había al fondo del club, donde se suelen hacer los bailes privados. Le senté en el sillón y comencé a contonearme frente a él, echando hacia delante el pecho y poniendo el culo en pompa.

-¿Te gusta lo que ves?-inquirí entonces, esbozando una divertida sonrisita.

-No estoy aquí por esto, Sunset, déjalo ya y escúchame un momento.

-Oh, pero podemos hablar mientras tanto… te escucho, soy todo oídos…-murmuré, echándome sobre él y poniéndole las tetas en la cara.

Por un momento Flash se quedó en blanco, mirándome fijamente los pechos, pero al cabo de unos segundos se recompuso sacudiéndose la cabeza y murmurando de seguido.

-Esto… ah, sí, es sobre lo que me andas pidiendo desde que te conocí, el caso es que consulté tu ficha y me di cuenta que eres familiar de una antigua asociada de los Spanish Lords, Sunshine Rise…

-Así es… es mi madre, la que me dio todo esto de aquí que ves…-murmuré pasando mis manos por parte de los pechos y las caderas, para luego sujetarme a él por los hombros y poniéndome a horcajadas sobre él.

-Sí, el caso es que vi que tu madre llegó a morir en un altercado entre los albaneses y los propios Spanish Lords que no se llegó a aclarar del todo, y me preguntaba si es exactamente ese caso el que andabas buscando.

-Exacto… hubo unas terceras personas que irrumpieron en el trato, y estoy tratando de averiguar quiénes fueron-añadí entonces, al tiempo que empezaba a mover las caderas rítmicamente y en círculos sobre su pelvis.

-La cosa es que el caso se cerró pocas semanas después alegando pocas pruebas concluyentes, sin embargo se archivaron y guardaron un buen número de ellas tras el cierre del caso, y el fiscal del distrito dio el visto bueno, y eso es raro per se…

-Entiendo… ¿entonces crees que hay algo más?-inquirí con tono de voz seductor, dándome entonces la vuelta y comenzando a mover el culo de arriba abajo sobre su pelvis, echándome un poco más sobre él y rozando mi espalda sobre su pecho.

-Esa es la sensación… que me da…-murmuró el chico, notando cómo empezaba a flaquear.

-Ajá… ¿y qué más?-quise saber, al tiempo que redoblaba un poco más mis esfuerzos en esa pose.

-Pues… quería comentártelo porque… he pensado que… podríamos…

-¿Sí?-musité entonces, en un estertor de placer.

Flash quiso decir algo, pero antes de que pudiera hacerlo me di la vuelta y le besé con fuerza, echándome sobre él y dejándome llevar por la pasión; el chico me devolvió el gesto con fiereza, al tiempo que abandonaba las formas y comenzaba a magrearme, excitándome un poco más de lo que ya estaba. En un momento dado nos separamos y le musité al oído, mientras no dejaba de moverme sobre él.

-Mi turno acaba dentro de nada ¿quieres venir a mi casa y terminamos lo que hemos empezado?

-Vale…-aceptó el chico, tan excitado como yo o incluso más.

El viaje de vuelta se nos hizo eterno, pero nada más entrar por la puerta comenzamos a besarnos apasionadamente y a desnudarnos mutuamente, mientras nos dirigíamos a trompicones a la cama. Caí de espaldas en ella y el chico se echó sobre mí, comiéndome entera y volviéndome loca.

-Oh, Flash…

-Sunset…

Dejándonos llevar por la pasión, el deseo y la lujuria, los dos nos entregamos el uno al otro, dejando pasar el tiempo y recreándonos en ese mismo instante. Una luna cuarto menguante se asomaba entre varios jirones de nubes.

Afuera Liberty City permanecía despierta, como siempre hacía.

Re: Crónicas de Liberty City [Crossover] [Adventure]

NotaPublicado: 02 May 2017, 23:08
por Sg91
Capítulo 3
Conexiones


Amanecí envuelta entre las sabanas, las cuales las tenía enrolladas entre las piernas y sintiéndome particularmente descansada. Bostecé suavemente y eché un rápido vistazo al reloj, viendo que me había quedado dormida, cosa que rara vez me pasaba, aunque por esta vez no me importó demasiado. Rodé en la cama hasta acabar en el otro lado de la misma, aspirando con fuerza el olor de la colonia de Flash, el cual no estaba allí.

Me levanté lentamente y, tras acicalarme un poco, me dirigí a la cocina, comprobando enseguida que el chico no estaba en ningún lado. No era como si realmente me importase, simplemente era para tenerle un poco controlado, aunque supuse enseguida que se había marchado a trabajar, confirmándolo al poco rato gracias a una nota que me había dejado colgada en la nevera.

Me he tenido que ir corriendo ya que llegaba tarde y encima no llegué a fichar anoche para el fin de turno, por lo que probablemente me caiga una bronca de campeonato. Ven a verme cuando tengas tiempo, quiero proponerte algo.

Esbocé entonces una sonrisita satisfecha, ya que lo tenía donde quería. No hacía falta más que un poquito de persuasión y un buen revolcón para tener encandilado a cualquier tío que se preciara, y Flash, por muy policía que fuera, no era ninguna excepción.

Sintiéndome bastante animada desayuné tranquilamente y, tras eso, me dirigí a verle como él bien me pidió. Había un total de dos comisarías de policía en Bohan, una pequeña en Fortside, no muy lejos de mi apartamento, y otra, la más grande y principal, en Northern Gardens. Se encontraba situada en un amplio edificio, compartiendo además espacio con el centro médico y dental de Bohan y un pequeño 24/7. Me acerqué hasta allí en mi coche, aparcando al otro lado del edificio y al lado de una ambulancia, y me acerqué a la comisaría andando. Tenía un pequeño parking donde se encontraban estacionadas la gran mayoría de patrullas, un pequeño grupito de varios policías se encontraba además junto a la puerta, con varios de ellos fumando y mirando sus móviles.

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Comisaría de Northern Gardens


Vi a Flash entre ellos y le llamé la atención, nada más verme se excusó y se acercó a mí.

-Espero que el castigo no haya sido muy severo...

-No mucho, no es como si lo hubiera hecho más veces…

-¿Llegar tarde o meterte en mi cama?-inquirí entonces.

Ante eso el chico rodó los ojos, con gesto de desdén, a lo que yo me reí divertida.

-¿Qué? Me lo has puesto a huevo…

-Ya, ya… en fin, quería proponerte algo.

-Tú me dirás, soy todo oídos.

Antes de decirme nada Flash se aseguró que nadie nos iba a oír, apartándonos un poco más, hasta que finalmente habló.

-Vale, lo he estado mirando un poco esta mañana y creo estar del todo seguro de que existen algunas irregularidades referentes al caso de tu madre.

-¿En serio? ¿Qué tipo de irregularidades?

-Conciernen sobre todo a las pruebas, parece ser que algunas de ellas forzaron a que el juez dejara el caso sobreseído para que se pudiera cerrar lo antes posible, y el comisario de por aquel entonces las dio el visto bueno, archivándolas él mismo de forma que sólo un fiscal pudiera acceder a ellas tras varios años de asueto.

-Déjame adivinar, ya se puede acceder a ellas.

-Exacto, aunque es necesario ser fiscal para ello.

Ante eso me quedé pensativa, rumiando todo lo que me había contado; si era cierto que había habido corruptela en el departamento eso eran palabras mayores, aunque por otro lado tampoco me extrañaba para nada, incluso me daba cierta idea de quién podría estar detrás de todo eso.

-Si quisieron ocultar pruebas es porque algo debía de haber en ellas que no se quería que se supiera…-supuse en voz alta.

-Sí, yo también lo he pensado. Aunque todo esto de por sí es bastante serio, y hasta que no tenga pruebas contundentes no voy a poder hacer gran cosa. Te voy a pedir un poco más de tiempo mientras consigo reunir las suficientes pruebas, mientras tanto intenta no meterte en más líos ¿vale?

-No te prometo nada. Pero bueno, en ese caso confiaré en tu criterio y esperaré, aunque no me decepciones, Flash, por favor, esto es importante para mí-pedí entonces con gesto serio.

El chico notó enseguida que realmente iba en serio y tan solo asintió sin decir mucho más. Nos miramos un momento con gesto de circunstancia hasta que al final murmuré.

-Bueno, pues si no hay nada más yo me voy yendo ya.

-Está bien, te mantendré informada.

Me despedí de él secamente y volví a mi coche con gesto igual de serio que antes. Realmente era algo serio para mí, puesto que se trataba de mi madre, y estaba claro que esas pruebas tenían la clave para encontrar al que la mató, como siempre sospeché. Debido a esto Flash se volvía más importante que nunca para la consecución de mis planes, por lo que me convenía tenerle aún más cerca, por lo que pudiera pasar. Aunque por ahora sólo restaba esperar.

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Durante los siguientes días la vida se siguió dando con total normalidad, por mi parte seguí haciendo encargos para Alfonso y no volví a saber nada de Elizabeta hasta después de un par de días, cuando recibí una llamada suya.

-¡Sunset, nena!

-Ah, hola, Elizabeta ¿qué tal estás?

-Pues estupendamente, hemos estado vendiendo la heroína que nos ayudaste a introducir, aunque hemos estado teniendo algunos problemas recientemente…

-¿De veras? ¿Qué ocurre?

-Rifirrafes con algunas bandas afincadas en Broker y algunos contactos que han estado tratando de sacar tajada, especialmente los jamaicanos. Dios, esos rastafaris fumetas me desesperan, en serio te lo digo…

-¿Algo en concreto?

-Sí, el segundo al mando de la banda me ha estado increpando cosas que ni siquiera pillo porque no hay dios quien les entienda cundo hablan, se ponen a balbucear con esa mezcla entre inglés y jamaiquino y sólo ellos se enteran, es desquiciante…

-Bueno, si tantos problemas te dan puedo intentar hablar con ellos…

-Te lo agradecería, Sunset, no son malos tíos a la hora de negociar, pero es que son tan cuadriculados a veces que consiguen enervarme cosa mala. Debido a esto no hemos podido vender toda la heroína y tenemos parada la distribución por allí.

-Vale, lo capto, déjamelo a mí.

-Estupendo, esa es mi chica, el tipo este vive en Dillon Street, Schottler, se llama Little Jacob, dile que vas de mi parte y te atenderá.

-Está bien.

Aproveché que tenía la mañana libre para hacer ese recado y me dirigí hacia allí a no más tardar.

Schottler era uno de los tantos barrios del distrito de Broker, el cual destacaba por tener una renta media tirando a baja, siendo bastante residencial y con algunos negocios y servicios dispersos aquí y allá. La población allí era bastante diversa, aunque destacaba sobre todo por la afluencia de jamaicanos debido a la cercanía con Beechwood City, que era el barrio jamaicano por excelencia de esa parte de la ciudad.

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Schottler


Dillon Street era una alargada calle que se partía en dos justo a la mitad, ya que no era lineal, habiendo un pequeño cruce y continuando un poco más hacia abajo, cerca de la línea de tren elevado. Aparqué en el otro extremo y, siguiendo las indicaciones de Elizabeta, ubiqué el apartamento del tal Little Jacob justo en la acera de enfrente, llamando al telefonillo junto a la puerta. Al cabo de unos pocos segundos de espera una voz al otro lado respondió, inquiriendo con un acento cerradísimo.

-¿Sí, quién es?

-Esto… me llamo Sunset Shimmer, vengo de parte de Elizabeta Torres.

-¿Elizabeta? ¿Tan ocupada está que me envía a cualquiera antes que venir ella a hablar conmigo? Mal rayo la parta a esa rasta y tal...

-Eh… sí, bueno, estaba ocupada y me ha pedido por favor que viniera, quiere hablar.

-Hablar, hablar y tal… está bien, ahora bajo.

Esperé unos pocos minutos hasta que finalmente la puerta se abrió, apareciendo un hombre joven, de unos veintipocos años, de tez morena y de pelo moreno, el cual destacaba por estar compuesto de largas rastas recogidas en una corta coleta y con una perilla de candado en su cara. Vestía con una ropa algo holgada y un tanto ajada, y llevaba puestas unas gafas de pasta negras.

-Ya estoy aquí. Así que tú eres la chica de Elizabeta y tal…

-Sí, bueno, me pidió que la hiciera un par de favores y aquí estoy.

-Ya veo, aunque déjame decirte algo, ten cuidado con ella y tal.

-¿Y eso? Pensaba que era una buena inversión…

-Y lo es, no me malinterpretes, es muy buena haciendo negocios, pero aun así debes ir con cuidado y tal, es muy temperamental ¿ves? Aun así me parece bien que la ayudes, respeto, me gusta eso. Soy Little Jacob.

-Encantada. Pues bueno, Elizabeta me comentó que habíais tenido problemas…

-No como tal, el problema es la gente con la que hace tratos ¿ves? Lo malo es cuando la gente decide ir por su cuenta, ahí sí que empieza a haber problemas y tal, y en cuanto lo tienes hecho ya te da igual ¿ves? Pero bueno, mi problema no es con ella, sino con otros rastas que me están jodiendo a mí y a Real Badman ¿ves? Se creen que pueden venir aquí con todo el morro y exigirnos mierda y tal, pero ni por esas. Que les jodan. Necesito a alguien que me cubra las espaldas y me ayude a lidiar con ellos ¿te apuntas, hermana?

-Claro, si eso te ayuda a saldar cuentas con Elizabeta entonces te ayudaré.

-Genial, eres buena tipa, me gusta, respeto. Viven en un apartamento en Cuestas del Sur, llévanos allí.

Le guie hasta mi coche y nos montamos en él, nada más subir Jacob se sacó un canuto bien grande de la manga de su sudadera al tiempo que inquirió.

-¿Te importa que fume y tal?

-Ah, no, no…

-Genial, aunque eso sí, deja las ventanillas cerradas, como un submarino ¿ves?

Accedí a sus peticiones y enseguida un denso humo blanco invadió el interior del coche, quedándose allí encerrado y haciéndonos compañía. El viaje hacia Cuestas del Sur no fue muy largo, llegando enseguida, ya que era un barrio adyacente. Al contrario que en Schottler la renta era algo más elevada allí, con unos edificios más saneados y mejores comunicaciones y puntos de acceso, así como la presencia de una comisaría que aseguraba algo más de seguridad dentro del ambiente confuso y caótico de la ciudad.

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Cuestas del Sur


Me dejé guiar por Jacob, el cual me dijo dónde estaban los tipos con los que teníamos que lidiar, llegando a un callejón cercano junto a la autopista.

-Es aquí, deben de estar arriba con sus cosas y tal, podemos entrar por la puerta trasera de ese edificio ¿ves? Sorprenderles de improviso.

-Bien, suena como un buen plan, sencillo y directo.

-Pues ya ves, vamos a por esos rastas, quien jode a Badman me jode a mí, respeto. Vamos allá.

Salimos del coche y nos adentramos en el callejón, comprobando primero la puerta antes de entrar, la cual daba a un estrecho descansillo al lado de unas escaleras que subían al piso superior.

-Ojito, estate alerta ¿ves? No sabes quién te puede salir por aquí, es como una jungla-comentó en ese momento Jacob.

-Dímelo a mí, toda esta ciudad es como una jungla…

Al punto los dos nos armamos rápidamente, yo con mi sempiterna Desert Eagle y él con un microsubfusil. Tras eso comenzamos a subir los pisos con mil ojos, en un momento dado inquirí.

-¿Sabes dónde están?

-Sí, arriba del todo, pero estos rastas siempre tienen a muchos más vigilando por los pasillos y tal, prepárate para la acción.

-Bien.

En cuanto llegamos al último piso vimos entonces a un par de jamaicanos vigilando una puerta, al verlos Jacob les increpó directamente.

-¡Eh, oye, rastas! ¿Qué es eso de apropiaros de lo que no es vuestro y tal?

-Jacob, Jacob, Jacob, tenemos que darle una lección a Badman y tal… y de paso a ti.

-¡Ni muerto! ¿Ves? ¡Sunset, cárgate a esos putos rastas!

Al punto la refriega comenzó a darse y estuvimos presionándoles desde las escaleras, ya que apenas había sitio desde el que cubrirse; un par de disparos bien dirigidos sirvieron para ponerles fuera de combate, dándonos vía libre al apartamento.

-¡Esta es la nuestra, vamos allá y tal!

Los dos nos pusimos a ambos lados de la puerta, preparados para presionar desde fuera hacia dentro.

-¡Voy a abrir la puerta, prepárate!

-¡Yo nací preparada!

Jacob dio un buen patadón a la puerta, abriéndola de golpe; al punto una buena balacera nos presionó desde dentro, esperando entonces a que se detuviera para atacar nosotros. Fue entonces cuando Jacob localizó mobiliario cercano desde donde estaba.

-¡Hay un sillón justo enfrente, adelántate, yo te cubro!

-¡Vale!

Aproveché el momento justo para rodar hacia delante y cubrirme, al tiempo que Jacob me cubría desde la puerta; una vez allí me asomé y comencé a disparar a los que más cerca tenía, llegando a alcanzar a un par de ellos, mientras que los demás se parapetaban en la cocina.

-¡Se atrincheran en la cocina! ¿Ves? ¡Malo, tenemos que hacerles salir!

Miré a mi alrededor, buscando algo no muy segura, y viendo entonces una granada al lado del bolsillo de uno de los que llegué a eliminar antes. Sin dudar hice mano de ella, quitándola la anilla y lanzándola hacia la cocina en el momento justo. Por un instante no hubo nada, hasta que al final se oyó un grito decir.

-¡Granada! ¿¡Veis?!

-¡Al suelo!

La explosión pertinente hizo temblar toda esa parte del apartamento e incluso llegó a derribar una pared, causando un buen estropicio que llegó a alcanzar a un par e hizo salir al resto. En cuanto los tuvimos a tiro Jacob y yo les acribillamos hasta vaciar los cargadores, y en cuanto se disparó la última bala el silencio se echó sobre el apartamento.

-¡Ole, esa Sunset, cómo lo peta y tal! Hemos acabado con ellos ¿ves?-murmuró Jacob, recargando su arma.

-Sí, ha sido particularmente sencillo-asentí yo, haciendo lo mismo.

-¡Qué mañosa! Eres la bomba, muy capaz, gracias por tu ayuda, tía, Badman se pondrá muy contento y Elizabeta se quedará más tranquila ¿ves?

-Lo que es bueno para ti es bueno para ella y bueno para todos.

-Eso mismo y tal. Llévame al Homebrew Café en Beechwood City.

Nos fuimos de allí para no llamar más la atención y me puse en camino hacia el lugar, aprovechando que estábamos justo al lado de la autopista Broker-Dukes para llegar antes. Por el camino Jacob y yo estuvimos hablando mientras él se volvía a fumar su canuto.

-No me paso mucho por aquí ya que vivo en Bohan, aunque me extraña ¿normalmente suele ser así? Esos también eran jamaicanos ¿no?

-Así es, pero el problema era que esos rastas no eran leales ¿ves? No hacían más que tirar mierda sobre Badman y tal, y eso no se hace. Se creían mejores que nosotros, los muy estúpidos… y ahora son unos estúpidos muertos ¿ves? Con Badman no se juega.

-Ya veo, ya…

-La gente olvida muy rápido respetar y tal. Respeto, tía, es lo más importante. Si respetas, te respetan a ti ¿ves? Es simple, sin embargo hay rastas que no se lo toman en serio y te venden a las primeras de cambio y tal. Que les jodan. Hay que enseñarles a respetar.

-Sí, aunque esos ya no van a respetar más…

-Tienen lo que se merecían ¿ves? Gracias por tu ayuda, tronca, hubiera sido más difícil sin ti.

-No ha sido nada.

-Le hablaré a Badman sobre ti y tal, seguro que te devolverá el favor. Y recuerda, respeto.

Yendo todo recto por la autopista llegamos enseguida al café, parando justo al lado; Jacob se despidió de mí.

-Genial, gracias por todo, si alguna vez te pasas ven a verme, casi siempre estoy por aquí y tal. Respeto ¿ves?

Tras eso salió del coche y se metió en el café, sin volverle a ver de nuevo; por mi parte me puse en movimiento para volver a Bohan y aproveché para darle un toque a Elizabeta e informarla de la situación.

-¡Mi chica preferida, Sunset! ¿Qué tal con Jacob?

-Bien, le he ayudado con uno de sus asuntillos, al parecer había unas ratas que le habían estado molestando, de ahí a que no se pudiera vender nada.

-Oh, bien, me alegro que hayáis podido resolverlo… ¿te has apañado bien con él, has podido entenderle?

-Sí, al principio era un poco confuso, pero en cuanto te haces al tono no es difícil entenderle.

-Bien, bien… pues con esto podremos vender lo que queda de heroína, genial, podremos formalizar el trato con Alfonso muy pronto. Estaremos en contacto.

Tras esa confirmación me quedé un poco más tranquila, ya que el aviso de Little Jacob me había preocupado un poco, siendo un tanto alarmista en ese sentido. Sin embargo parecía dispuesta a hacerlo, lo cual era lo mejor para todos.

Tras ese recado mantuve de cierta forma el contacto con Jacob, puesto que éste realmente llegó a hablar de mí a ese tal Badman, llegándomelo a presentar un día como el líder de los jamaicanos. Aunque a veces costaba pillar algunas de sus expresiones, conseguía entender más o menos a Jacob y seguir el hilo de sus conversaciones; sin embargo eso no pasó con Badman, cuyo acento era incluso aún más cerrado que el de Jacob, por lo que me resultó imposible entenderlo cuando me habló, teniendo que hacer el propio Jacob de intérprete. Resultó que Badman quedó tan satisfecho con nuestra intervención con esos jamaicanos traidores que decidió confiar en mí para repartir algunos paquetes de la marihuana con la que suelen traficar; no pagaban mucho, ya que después de todo la maría no era una droga particularmente valiosa, pero el dinero siempre me venía bien por lo que acepté de todos modos. Además siempre venía bien tener cuantas más conexiones mejor, ya que ayudaba mucho a la hora de expandirse y ganar más dinero. Hice unos cuantos repartos que dejaron bastante satisfecho a Badman, además de a Jacob, con el cual también hablaba de vez en cuando.

-Eres una tía legal, Sunset, respeto, y yo con mis amigos y conocidos siempre me llevo. Además de los repartos también vendo armas rebajadas, dame un toque cuando necesites algo de artillería y te proveeré.

-¿Sí? vaya, muchas gracias, Jacob…

-De nada, respeto ¿ves? Los que respetan siempre obtienen beneficios y tal.

Lo cierto era que no me esperaba que Jacob confiara tan rápidamente en mí, ya que tampoco hice tantos repartos como para merecerme un privilegio semejante, pero no dije que no a la oferta, ya que después de todo siempre viene bien tener acceso a armas rebajadas, sobre todo en una ciudad como esa. El alcalde Ochoa ha estado poniendo a la cadena de armas Ammu-Nation en su punto de mira, y todo apuntaba a que iría a por ellas tarde o temprano, ya que parte de su plan electoral se basaba en erradicar el mercado de armas en la ciudad. Por ahora no había ningún problema, pero igualmente esa cadena destacaba por ser un tanto cara, así que si podía comprar munición para la pistola a precio rebajado pues mejor que mejor. Después de todo sobrevivir en esta ciudad era el último objetivo, y para ello protegerse era vital.

Mientras tanto Liberty seguía a su ritmo.

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El tiempo siguió pasando algo lento, como si no quisiera hacerlo, aunque un buen día, y durante una tarde de asueto, llegué a recibir una llamada de Alfonso bastante brusca.

-Dime, Alfonso.

-¡Dardan, cierra la p*ta boca, no te lo vuelvo a repetir!

-¿Dardan? Oh, no, no me digas que…

-¡Que cierres la boca te digo, estoy hablando! ¡Sunset, te necesito conmigo, sé que te hablas con Dardan, será mejor que te pases por aquí antes de que cometa una estupidez!

-¿Qué ha pasado esta vez?-inquirí con tono cansado.

-¡Tú ven aquí y ya te cuento toda la historia, estamos en Bahía Chica! ¡Agh, cállate ya!-exclamó Alfonso, antes de colgar.

Por mi parte me puse en movimiento enseguida, principalmente para evitar que se mataran entre sí. Y es que, tras lo sucedido en aquel fatídico trato en el que perdí lo que más me importaba, las relaciones entre los Spanish Lords y los albaneses habían estado bastante tensas desde entonces, sin apenas volverse a hablar como tal, aunque los contactos seguían estando ahí después de todo. Mi contacto común con Alfonso era Dardan Petrela, un lugarteniente albanés y usurero con el que suelo trabajar muy de vez en cuando, haciendo algún que otro recado con sus deudas y llevándome una pequeña parte del total. Me lo presentó el propio Alfonso un tiempo atrás para que tuviera más contactos, aunque en comparación con otros Dardan apenas tiene trabajo que ofrecerme.

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Bahía Chica


El viaje hasta el lugar fue rápido, llegando enseguida y dirigiéndome directamente hasta el apartamento de Dardan; como su propio nombre bien indica Bahía Chica era el barrio más pequeño de todo Bohan, estando situado en el extremo este del mismo y siendo un barrio eminentemente residencial, igual de pobre o incluso más que el resto. Gran parte de mi infancia transcurrió allí, por lo que volver a pasear por sus calles me traía multitud de dolorosos recuerdos; debido a esto tendía a evitar pasar por allí, pero en ese caso era necesario, por lo que hice de tripas corazón y me centré en lo que había venido a hacer.
El apartamento de Dardan se encontraba situado justo enfrente de la gasolinera, subí hasta allí y entré directamente, puesto que la puerta se encontraba entreabierta. Nada más entrar oí entonces los gritos de ambos hombres provenientes del salón y traté de mediar en cuanto llegué.

-A ver, haya paz…

-¡Oh, Sunset, ya estás aquí! ¡A ver si consigues hacer entrar en razón a este matoncillo del tres al cuarto!

-¡Cuidadito con lo que dices, Vásquez, que tengo contactos!

-¡Huy, sí, porque hay tanta gente en poco más de veintiocho mil kilómetros cuadrados!

Dardan quiso contestar, con gesto rabioso, pero en ese momento volví a mediar poniéndome en medio.

-¡Suficiente! ¿Se puede saber qué tripa se os ha roto ahora?

-¡La culpa es suya!-exclamó Alfonso.

-¡No, la culpa es de este panchito que nos toma por sus chachas particulares!

-¡Ja, y lo dice una de las chachas particulares de los Ancelotti, qué gracia tiene!

Ante eso esbocé un gesto hastiado, al tiempo que mascullé.

-Alfonso ¿me vas a decir qué co*o ha pasado u os lo tengo que sacar a tortas? Elige, a mí no me importa.

Por un momento el aludido se recompuso, siendo el primero en explicar su versión.

-Verás, el caso es que le pedí que me guardara algunos kilos de sedante para hacer un poco de stock, ya que estamos reorganizando el almacén, y ahora me los ha perdido así sin más cuando había invertido de mi bolsillo en parte de ese cargamento. ¡Quiero que me lo devuelvas!

-¡Pero ya te he dicho que no puedo, melón, además, no es culpa mía, no nos dedicamos a esa mierda, y en cuanto los jefes lo vieron, pues claro, nos lo exigieron!

-¿¡Pero tú para qué les das nada, j*der?! ¡Ese sedante no era tuyo!

-¿¡Qué querías, que me mataran?! ¡Tengo un negocio que mantener!-exclamó Dardan.

-Esperad, esperad un momento, entonces ¿Quién tiene el sedante?-inquirí entonces, ya que no me enteraba del todo.

-¡Los antipasti esos de los Ancelotti! ¿¡Quienes si no?!

-Vamos no me jodas…-murmuré, alucinada.

-¡Exacto, ahora a ver quién es el guapo que les pide nada! ¿Sabes?-inquirió Dardan.

-Puto lameculos de mierda…

A eso Dardan le respondió dedicándole un rápido corte de mangas, sin decir nada al respecto; y realmente no podía, ya que desde hace un tiempo los albaneses eran sicarios a tiempo parcial de los Ancelotti, y debido a esto les debían lealtad, aunque no hasta el punto de tomar unas drogas que no eran suyas. En ese sentido Alfonso tenía razón, y por mucha Comisión a la que pertenecieran eso no les daba derecho a coger las drogas ajenas de otros.

-¿Y ahora qué? Deberías ser tú el que recuperara ese sedante-le espetó Alfonso.

-¡Pero ya te he dicho que no puedo, y sabes muy bien por qué!-hizo lo propio Dardan.

Claramente ni él ni ninguno de los suyos podían exigirles nada, ya que eran prácticamente sus jefes. Por su parte Alfonso podría reclamarles, pero conociendo cómo funcionaban las cosas entre los italianos dudaba mucho de que le fueran a hacer caso. Tan sólo quedaba una única opción posible. Suspiré y anuncié.

-Está bien, yo lo recuperaré.

Eso tomó por sorpresa tanto a Dardan como a Alfonso, el cual inquirió.

-¿Tú, Sunset? Pero… ¿es eso prudente?

-No lo sé, pero es mejor que nada, además, me han tocado las narices robándote así sin más ¿Qué se han creído que son esos antipasti? No lo pienso tolerar ¿dónde están?-inquirí entonces, dirigiéndome a Dardan.

-Ah, en un almacén en la isla de Carga, aunque…

-Sé lo que me vas a decir y me da igual, además, yo no soy albanesa, así que no te salpicará después de todo. Voy para allá, ahora vuelvo.

-Sunset, por favor, ten cuidado…-murmuró Alfonso, visiblemente preocupado.

-Tranquilo, siempre lo tengo.

Me despedí rápidamente y me dirigí al coche, una vez allí saqué el móvil e hice una rápida llamada a Jacob.

-Sunset, tronca ¿qué puedo hacer por ti y tal?

-Hola, Jacob, necesito esas armas que me prometiste ¿puedes ayudarme?

-Claro ¿dónde estás?

-En Bahía Chica, aunque ahora mismo me dirijo a isla de Carga.

-Estás de suerte, no estoy muy lejos, nos vemos ahora en el parking al lado de la depuradora de aguas.

-Bien.

Colgué y me dirigí hacia allí a no más tardar.

La isla de Carga destacaba por no tener nada destacable en ella, salvo una planta depuradora de aguas, un pequeño muelle, un almacén náutico, un viejo campo de beisbol y poco más. No vivía nadie allí prácticamente, por lo que era un buen lugar para hacer tratos de todo tipo, aunque lo malo era que para entrar se debía de pasar por el peaje primero.

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Isla de Carga


Dado que tampoco era tan caro me paré y pagué para luego continuar y desviarme hacia la derecha para coger la salida que llevaba directamente a la propia isla, teniendo que dar casi toda la vuelta para llegar hasta donde estaba Jacob. Por el camino llegué a ver el almacén y pude ver al pasar que estaba custodiado por varios guardias, además de otros tantos que había ahí dentro, haciéndolo de por sí complicado para mí. Pasé de largo y rodeé el campo de beisbol hasta llegar finalmente al citado parking, viendo a Jacob junto a su coche al otro lado del lugar. El chico me saludó al verme llegar y aparqué a su lado.

-Hey, esa Sunset cómo rola… así que necesitas de mi artillería…

-Así es, tengo un asunto del que ocuparme aquí al lado y necesito prepararme.

-¿De veras? ¿Quieres que te ayude y tal? No me importaría un poco de acción, estoy algo aburrido…

-Gracias por tu ofrecimiento pero no, prefiero hacer esto sola, espero que puedas comprenderlo.

-Claro, no pasa nada, aunque eso sí, vas a flipar con lo que tengo aquí y tal…

Al punto Jacob abrió el maletero, comprobando que tenía un surtido de lo más variado; y es que tenía consigo casi todas las clases de armas que se podían conseguir, al menos en esta parte del estado, desde pistolas, microsubfusiles, fusiles de asalto y hasta un lanza cohetes.

-Uauh, menudo arsenal tienes aquí montado…

-Te mola ¿verdad? Dime qué es lo que necesitas y tal…

Al pasar llegué a ver que algunos guardias dentro iban fuertemente armados con fusiles de asalto AK-47, por lo que iba a ser necesario igualarse a su potencia de fuego si quería tener una oportunidad.

-Vale, dame esta AK con unos cuantos cargadores.

-Oh, esa Sunset que se pone seria…

Jacob me lo dio todo y guardé los cargadores en los bolsillos traseros de mis vaqueros, haciéndolos fáciles de llevar y acceder para cuando los necesitara; normalmente entre el arma y la munición se podría llegar a pagar en una sucursal de Ammu-Nation más de tres mil dólares sólo por el arma, mas cien dólares más por cada cargador extra, pero Jacob me lo dejó todo por tan solo mil quinientos dólares.

-Muy bien, muy bien ¿qué más, figura?

-Sí, dame unas cuantas granadas.

-¿Cuántas?

-Seis.

-Vas a causar una buena ¿eh? ¡Bam!

Sonreí divertida ante el comentario jocoso del chico, guardándomelas esta vez en los bolsillos interiores de la chaqueta de cuero. Normalmente en Ammu-Nation me cobrarían mil pavazos sólo por una granada, pero Jacob tan solo cobraba setecientos por unidad, por lo que se me quedó en poco menos de cuatro mil quinientos.

-¿Qué más, qué más? Estás que ardes, tía…

-Sí, probablemente haya mucho jaleo y las balas volarán más de la cuenta, dame un chaleco antibalas por si las moscas.

-Así que además de fiera previsora y tal… me gusta, me gusta.

Normalmente los chalecos eran los objetos más baratos de cualquier tienda de Ammu-Nation, estando allí a quinientos dólares la unidad, aunque con Jacob se quedó tan solo en trescientos dólares, por lo que en total junto con todo lo demás el ahorro era bastante considerable. Me puse el chaleco por debajo de la ropa, la cual me quedaba un poco holgada, por lo que no hubo muchos problemas de movilidad al respecto.

-Bueno, pues ya estoy lista para lo que me echen-murmuré en cuanto terminé de prepararme.

-¿Segura que no quieres que te ayude?-inquirió en ese momento Jacob.

-Sí, tranquilo, estaré bien, gracias de todos modos, Jacob.

-Vale, cuídate y tal, dales fuerte por mi ¿ves?

-Descuida, lo haré.

Me despedí de él y Jacob se marchó en dirección contraria para salir de la isla, al tiempo que por mi parte eché a andar hacia el almacén, ya que no estaba muy lejos desde donde estaba y se podía ir andando.

Crucé el campo de beisbol, el cual estaba bastante descuidado, y observé el almacén desde unos arbustos cercanos; esta vez tan solo había una persona vigilando la entrada y el resto de italianos se encontraban repartidos por todo el interior del almacén, algunos más armados que otros. Vi que los más armados se encontraban apostados en una pasarela elevada y al otro lado del complejo, claramente protegían algo, por lo que el sedante debía de estar allí. Sostuve mi AK con fuerza y, en cuanto estuve lista, me descubrí y me lancé al ataque, disparando de seguido al que guardaba la puerta, cogiéndolo completamente desprevenido, y echando a correr para llegar hasta la entrada. Nada más llegar me cubrí y una marea de balas rugió tras de mí, estando bastante complicado en ese sentido. Me asomé un poco y vi que muchos de ellos estaban muy juntos, lo que los hacía peligrosos.

-Tengo que dispersarlos… ya sé.

Rápidamente hice mano de una granada, la quité la anilla con los dientes y la lancé hacia dentro; los italianos vieron lo que se les echaba encima y exclamaron.

-¡Granada!

-¡Atrás, atrás!

La explosión pertinente causó un buen estrépito y sirvió para lo que yo quería, dispersarles; al segundo siguiente me asomé desde mi cobertura y comencé a disparar, extendiendo hacia delante una buena ráfaga que peinó a gran parte del grupo, presionándolos un poco más. Sin embargo no vi que los que estaban arriba me apuntaban y una bala me llegó a golpear en el costado izquierdo del estómago, cayendo al suelo de espaldas; por suerte el chaleco antibalas detuvo la bala, pero el golpe no, el cual dolió horrores. Por un instante me quedé tirada en el suelo, totalmente expuesta, pero actué rápidamente y rodé hacia la derecha, evitando así que me volvieran a disparar. Me levanté atropelladamente y con el costado algo adolorido.

-Mierda, tengo que ocuparme de esos o seré un blanco fácil-pensé.

Ignorando el dolor volví a cubrirme junto a la esquina y, en cuanto los tiros cesaron, me asomé y vi que había un contenedor un poco más adelante, echando a correr y cubriéndome tras él; desde allí los tiradores no podían alcanzarme y pude ocuparme de unos cuantos que se escondían tras una carretilla elevadora cercana, un disparo bien centrado a la bombona de butano que solían tener detrás bastó, explotando de seguido y olvidándome rápidamente de ellos. Una segunda balacera proveniente de arriba volvió a presionarme desde donde estaba, pero en cuanto los tiros cesaron me asomé y disparé dos veces, un tiro a la pierna de cada tirador. Ambos trastabillaron hacia atrás, soltando sus armas en el proceso y cayendo al suelo desde lo alto, dándose una buena costalada contra el suelo.

Desde los muelles que había al otro lado del almacén surgieron más italianos, disparando de nuevo otra ráfaga que hizo estragos en ellos, sin darles tiempo a reaccionar; acto seguido lancé otra granada que les hizo retroceder, causando un poco más de caos al ya existente. En un momento dado uno de ellos exclamó.

-¡j*der, atrás, atrás, retirada!

Comenzaron entonces a replegarse, yendo entonces tras ellos, pero nada más salir afuera me tropecé de lleno con una bolsa de deporte que habían dejado caer, viendo de lo que se trataba.

-Ah, los sedantes de Alfonso…

Cogí la bolsa, comprobándola rápidamente, y me la puse a la espalda, yendo a por los demás antes de que huyeran, sin embargo abordaron un par de lanchas jetmax, alejándose rápidamente de allí; traté de alcanzarles lanzando otra granada, pero ya estaban demasiado lejos y ésta cayó al agua, explotando y quedándose el intento en nada.

-Mierda…

Que escaparan podría ser malo en cierto sentido, pero por lo menos había recuperado los sedantes de Alfonso. Sin embargo en ese mismo instante varias sirenas comenzaron a resonar en la distancia, cada vez más cerca, haciéndome reaccionar.

-Mierda, la pasma…

Probablemente los policías del peaje les habían llamado, por lo que preferí no estar allí cuando llegaran, echando a correr en dirección hacia mi coche. Guardé los sedantes y mis armas en el maletero, quitándome además el chaleco antibalas y mirándome el sitio donde la bala me había golpeado; el fuerte golpe me había dejado una marca en la parte inferior del lado izquierdo del abdomen, ya no me dolía tanto como antes, aunque aún podía notar un leve dolor como de pinzamiento en la zona afectada.

-Agh, j*der, mañana me dolerá…-pensé, algo magullada.

En ese momento vi entonces que varias patrullas de policía se personaban al otro lado de la isla, parando junto al almacén, y aproveché para arrancar rápidamente e irme de allí aparentando normalidad. Regresé al apartamento de Dardan rápidamente y le di la bolsa a Alfonso.

-Ya está, te la he recuperado.

-¡Vaya, muchas gracias, Sunset! Espero que no te haya sido muy complicado…

-Un poco de esto y aquello, pero nada muy serio.

-Vaya, te debo una bien gorda… pásate mañana por el almacén y te pago como es debido ¿vale?

-Está bien…

-No te habrán reconocido ¿no?-inquirió en ese momento Dardan, preocupado.

-No, Dardan, no me han reconocido, ni siquiera sabían quién era, relájate un poco.

No dije nada acerca de los que habían conseguido huir ya que no quería preocuparlos, después de todo no creía que fuera nada serio ya que apenas llegaron a verme del todo bien, probablemente tan solo les habría espantado y poco más.

-Bueno, pues esto ya está, os dejo solos ¿creéis que podréis pasar sin mataros y tal?-inquirí entonces.

-¿Y tal? Eso no ha sonado muy inglés que digamos…-murmuró Alfonso, extrañado.

Contuve entonces un respingo, ya que ni siquiera me había dado cuenta, comentando de seguido.

-Perdón, es que he estado juntándome hace poco con unos jamaicanos y se me ha pegado un poco su forma de hablar…

-Oh, ya veo…

Finalmente me despedí de ellos y regresé de vuelta a casa, principalmente para tratarme un poco el golpe del costado y asegurarme de que todo estaba bien, aunque probablemente me saldría un buen moratón que podría desentonar bastante a la hora de trabajar en el club. Me di una pomada calmante para el dolor ya que mucho más no podía hacer en una situación así, relajándome entonces en lo que quedaba de día y viendo un poco la tele. Afuera Liberty trasnochaba.

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Durante los siguientes días se fueron sucediendo diferentes acontecimientos que aumentaron drásticamente el volumen de trabajo; por un lado tuve que dejar de trabajar en el club por un tiempo, ya que de cierta forma se cumplieron mis sospechas y me salió un moratón bastante grande en la zona del impacto que me duró sus buenos días. Al verlo los Trúnchez dijeron que arruinaba mi estética, lo cual alejaría a potenciales clientes, y me mandaron a casa para que se terminara de curar del todo, dándome unos días de asueto, lo cual de cierta forma no me importó mucho. Cuando me preguntaron acerca de cómo me lo había hecho lo excusé rápidamente argumentando que fue un golpe contra la encimera de la cocina, funcionando bastante bien como tal.

Por otro lado finalmente conseguimos formalizar el trato entre los Spanish Lords y el cártel de Torres y comenzamos a trabajar juntos, haciendo repartos por toda Bohan y parte de Dukes y Broker, encargándome yo misma de algunos de esos. Aparte también seguí repartiendo para Jacob y Badman, complementando de esta forma el cupo y saliéndome bastante bien económicamente hablando, ya que con lo que sacaba repartiendo tanto para ellos como para Elizabeta y Alfonso conseguí cubrir los gastos de varios meses seguidos, incluso me llegó a sobrar para darme algún que otro caprichito para mí.

También llegué a tener noticias acerca de Flash y sus pruebas, con el cual llegué a reunirme una tarde en El Bulevar, quedando en Welham Parkway para hablar del asunto que nos atañía. Nada más verle comencé a coquetear de nuevo con él para molestarle un poco y provocarle a partes iguales, algo que personalmente me encantaba hacer con él.

-Tengo noticias, por fin he podido reunir las suficientes pruebas, creo que podré hacer una denuncia formal ante la fiscalía…

-Oh, mira qué bien, ya sabía yo que podrías conseguirlo. ¿Y qué hay de lo que a mí me interesa?

-Sí, te cuento, el plan consistiría en que, en cuanto formule la denuncia, el fiscal del distrito tendrá que revisar las pruebas del caso, y ahí es donde entrarías tú, puedo hacerte pasar por la fiscal del distrito para que tengas acceso a las pruebas y puedas verlas sin levantar sospechas.

-Oh, estupendo, hagámoslo entonces… el plan, me refiero, pero si quieres hacerlo igualmente ya sabes que a mí no me importa-añadí entonces, guiñándole un ojo seductivamente y riéndome entre medias.

Ante eso Flash rodó los ojos, sin poder ocultar un leve sonrojo en sus mejillas, pero aun así me ignoró y siguió hablando.

-No tan deprisa, antes tengo que formular la denuncia y ésta se tiene que tramitar, por lo que pasará un tiempo hasta que puedas acceder a las pruebas, te mantendré informada, aunque mientras tanto te aconsejo que vayas consiguiéndote ropa algo más formal que te ayude a hacerte pasar por fiscal.

-Oh, está bien, puedo pillarme algo bonito en Perseus… pagas tú ¿no?

-¿Perdón? ¿Qué te crees que soy, el Bank of Liberty?

-Ah, no sé, pensaba que me invitarías, además, Perseus no es precisamente barato…

Flash me miró entonces con gesto molesto y yo le puse una carita mona que finalmente logró ablandarlo, accediendo a pagarme la ropa nueva.

-Está bien, está bien, deja de ponerme esa cara de cordero degollado…

-Oh, vamos, sabes que en el fondo te gusta…

-Sunset, déjalo ya.

-Jo ¿por qué eres tan seco conmigo? Yo creo que después de todo este tiempo ya hay algo de confianza entre nosotros…

-Ése es el problema precisamente, no sé si lo habrás oído, pero se suele decir que la confianza da asco.

-Algo así me suena, sí…

-Pues eso mismo.

Por un momento los dos nos quedamos callados, sin decir nada al respecto, aunque por un lado me quedé un tanto intrigada debido a esto, inquiriendo de seguido.

-¿Lo dices por algo en concreto?

-No, no es nada, olvídalo…

Aunque nuestra relación era meramente casual y nada más, de alguna forma había llegado a conocer a Flash después de todo ese tiempo, sabiendo que realmente algo le molestaba; sospechaba lo que podía ser, pero en ese momento no estaba la cosa como para desviarse por terrenos más pantanosos. Después de todo yo era una simple y burda criminal, y él un agente de la ley, y no es como si realmente hubiera algo entre nosotros ni nada parecido, que no había nada como tal, salvo sexo, favores mutuos y poco más. No deseaba tener ningún otro tipo de relación con él salvo la actual, que era la que más me interesaba. Por lo que decidí cortar por lo sano antes de que la cosa fuera a más.

-Bueno, Flash, pues si no tienes nada más que contarme me voy a ir ya, tengo cosas que atender, avísame cuando sea.

-Ah, sí, vale…

Sin decir nada más me fui de allí, dejando al chico un tanto cortado, ya que realmente no me apetecía hablar con él respecto a esos detalles en concreto. Si por algo estaba con él era para llegar hasta esas pruebas y así averiguar quién mató a mi madre. Eso era lo más importante para mí en esos momentos. Y, por ahora, tan solo restaba esperar.

Re: Crónicas de Liberty City [Crossover] [Adventure]

NotaPublicado: 27 Jun 2017, 12:53
por Sg91
Capítulo 4
Es cosa nuestra


La infiltración en la comisaría haciéndome pasar por fiscal del distrito fue mucho más sencilla de lo que yo misma esperaba. Lo primero y más importante fue conseguir un vestido formal que ayudara a la consecución del plan, y para eso me dirigí a Algonquin, donde la cadena de ropa formal Perseus tenía un par de tiendas. La que más cerca me quedaba era la que estaba situada en Middle Park Este, y donde el propio Flash me dijo que me acercara.

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Perseus de Middle Park Este


Nada más entrar me recibió un hombre de nombre Marcus, el cual no tenía más pluma porque no quería.

-¡Buenos días, querida, bienvenida a Perseus! Oigh, por favor, no te lo tomes a mal, cariño, pero déjame decirte que tu estilo es de lo más chabacano y hortera que he visto en casi toda mi vida…

-Vaya, gracias, no es como si mi cartera me permitiera pasarme por aquí más a menudo…

-Bueno, bueno, tonta, no te pongas así, hermosa, que tampoco es para tanto. Aunque si estás aquí supongo que es para cambiarte ese look por uno más auténtico y genuino.

-Se podría decir así, vengo de parte de Flash Sentry.

-¿Sentry? ¿Ese guapo y aguerrido oficial de policía? Oish, me caigo muerta, no me digas que tú eres la afortunada…

-No somos nada, pero algún que otro roce ha habido…

-¡Oh, ladrona, pero qué suerte la tuya! En fin, vayamos al lío, ¿qué estás buscando, encanto?

-Algo formal, que me haga ver como una ejecutiva…

-Huy, tengo las piezas ideales, ven conmigo, te voy a dejar hecha un pincel, el señor oficial se va a poner a tono en cuanto te vea, eso por descontado. Qué lástima…

Me dejé guiar por él mientras me aconsejaba hasta a que al final di con el conjunto ideal, compuesto por una falda de vestir negra y ceñida, una camisa blanca de cuello amplio y una chaqueta negra de manga larga, rematado con unos zapatos de tacón de igual color. Me lo probé para verme con él puesto, gustándome el resultado, y Marcus opinó al respecto.

-Oh, ahora sí, querida, qué duda cabe, mírate, estás deslumbrante.

-Sí, me gusta, me lo quedo.

-¡Estupendo! Me comentó el oficial Sentry que él se haría cargo de los gastos…

-Sí, pásaselo a su cuenta o algo.

-Está bien, lagartona…

Ante eso tan solo esbocé una zalamera sonrisita, puesto que después de todo era cierto.

-Ay, señor, cuanto tienen algunas y qué poco tienen otros…-murmuró entonces él.

-Bueno, depende de cómo se mire.

Una vez que tuve el vestido fue turno de Flash para hacerme pasar por la fiscal, siendo particularmente sencillo para él crear una documentación falsa al poder acceder a los medios necesarios para ello. Quedé con él un par de días antes de la operación para que me proporcionara los medios necesarios para hacer esto.

-Bueno, pues ya está, aquí tienes tu acreditación, te hará pasar por fiscal.

-Bien, aunque… ¿qué hay de la fiscal real?

-Se la espera para primera hora de la mañana, vive en Dukes y suele venir por el puente de la bahía de Dukes, por lo que puedo hacer algo al respecto para que se retrase.

-Espera ¿vive en Dukes pero es la fiscal del distrito de Bohan? ¿Cómo es eso?

Ante eso Flash se encogió de hombros, comentando de seguido.

-Ni idea, supongo que no tiene por qué vivir en el distrito para ser fiscal del distrito, no sé cómo funcionará eso, pero si va por el puente de Dukes puedo hacer algo para que se retrase; hay un peaje que va hacia Bohan desde el otro lado del puente, veré lo que puedo hacer.

-Ya, vale, pero si luego llega y ven que no se trataba de la verdadera fiscal ¿entonces qué?

-No te preocupes, yo me encargo.

Ante eso alcé una ceja con gesto inquisitivo, cosa que el chico vio, replicando enseguida.

-¿Qué pasa? ¿No confías en mí?

-No es que no confíe en ti, es que no me estás dando garantías de que esto vaya a funcionar.

-Créeme, funcionará ¿vale? soy yo el que se la está jugando, tú necesitas esas pruebas y yo también, así que los dos saldremos ganando.

Ante eso opté por fiarme de él, aunque por otro lado preferí no confiarme demasiado, teniendo que ser especialmente cautelosa en ese aspecto. Observé mi acreditación, viendo que ahora me llamaba Susan Haley.

-Está bien, aunque más te vale no cagarla, Flash…

-Descuida, sé lo que está en juego.

Una vez que estuvo todo claro ambos nos preparamos para el gran día, el cual vino poco después de nuestra reunión.

La hora de llegada a la comisaría era a las diez de la mañana, por lo que tuve que levantarme temprano, vestirme y esperar a la señal de Flash, el cual debía de ser el primero en hacer su movimiento. Estuve esperando a pocos metros de la comisaría, con el coche aparcado en un callejón cercano, y al cabo de unos pocos minutos de espera vi a un coche patrulla saliendo de la misma, consiguiendo distinguir a Flash conduciéndolo. Inmediatamente después contactó conmigo a través de un walkie-talkie que me había dado previamente.

-Vale, me dirijo al peaje del puente, en cuanto todo esté listo te avisaré.

-¿En qué has pensado?

-En provocar un atasco monumental que deje el puente impracticable, voy a montar un poco de revuelo, pero en realidad será un paripé, un informante mío, un irlandés, me ayudará con ello.

-Está bien, quedan quince minutos para las diez ¿os dará tiempo?

-Sí, de sobra.

-Bien.

A partir de ahí tan solo restó esperar, por lo que opté por encender la radio para no aburrirme; en ese momento sonaba Blow ya mind de Styles P featuring the LOX and Swizz Beatz, dejándome llevar por sus ritmos más relajados y pausados, siendo un tema un tanto distinto de los que solían sonar en The Beat. El estribillo era particularmente pegajoso, llegando a rapear a la par cuando sonaba.

Lo cierto era que, sin música, las cosas en este distrito serían muy distintas, ya que el rap más actual provenía de estas mismas calles en las que crecí a marchas forzadas, arropadas por sus versos cargados de ironía, realidad y una pizca de rabia. Alguna que otra vez había llegado a considerar meterme a rapera, ya que no se me daba nada mal, aunque para eso se necesitaba tener una amplia lírica y algo de conocimiento musical, siendo mis habilidades mucho más básicas en ese sentido.



I wanna roll somethin up so
I-I can just blow, my mind (lighters in the air!)
I wanna, blow my mind (hey, hey - lighters in the air!)
Blow my mind (hey, hey, lighters in the air!)
You should roll somethin up so
You can just um, blow, your mind (blow your mind!)
You should just blow your mind (hey, hey, lighters in the air!)
Blow your mind (hey, hey, lighters in the air!)



En un momento dado la canción fue interrumpida por el DJ, Mister Cee, el cual anunció.

-¡Muy bien, gente, muy bien, hacemos una pausa para las noticias y ahora volvemos con más temas del momento, no os vayáis, que os estoy vigilando!

Finalmente, y tras una cuña de The Beat, el noticiero comenzó a sonar.

-¡Weazel News, dando las verdaderas noticias! Suceso de última hora, se acaba de registrar un incidente en pleno puente de la Bahía de Dukes, en el cual se ha montado un monumental atasco que ha dejado a multitud de personas atrapadas entre el fuego cruzado de un policía y lo que parece ser un criminal, el cual supuestamente trataba de escapar tras un atraco a mano armada. El helicóptero de Weazel News se ha traslado al lugar de los hechos para comprobarlos de primera mano ¿Cuál es la situación, Robert?

-¡Hola, Albert, pues no es para nada alentadora, una larguísima maraña de coches se encuentran ocupando gran parte del puente, y tanto el policía como el criminal se encuentran enzarzados en una cruenta lucha disparándose mutuamente, pero sin llegar a darse como tal! O el policía tiene una puntería terrible o el criminal es un paquete, pero desde aquí arriba apenas podemos distinguir gran cosa…

Al escuchar eso comprendí al instante que se trataba de Flash y su compinche, confirmándolo inmediatamente después en cuanto el chico se puso en contacto conmigo.

-¡Está hecho, Sunset, es tu oportunidad, acabo de ver a la fiscal y está atrapada!

-Bien, voy para allá.

Me bajé del coche y me dirigí a la comisaría, consultando mi reloj y viendo que quedaban escasos tres minutos, yendo algo justa de tiempo. En cuanto llegué junto a la puerta sostuve mi maletín para dar un poco más el pego con fuerza y entré en el lugar con paso seguro y gesto decidido, para dar un mayor aire de fiscal.

Me paré frente al mostrador y me dirigí al policía que lo custodiaba.

-Buenos días, soy la fiscal del distrito, vengo a revisar las pruebas del incidente entre los albaneses y los Spanish Lords de hace varios años atrás.

-Ah, sí, es verdad, que era hoy… documentación, por favor.

Le entregué mi identificación y la estuvo comprobando durante unos cuantos minutos que se me hicieron eternos; de vez en cuando iba despegando la mirada de la acreditación, observándome largo y tendido durante varios segundos que parecieron horas. Por mi parte permanecí tranquila y serena, para no mostrarme insegura ni nerviosa. Tras el mostrador dos policías conversaban entre sí, llegando a captar retazos de su conversación.

-Joder ¿te has enterado de las últimas medidas del ayuntamiento en materia de prestaciones sociales a ayudas a discapacitados? Ahora pueden venir aquí a trabajar desde autistas a obesos mórbidos, con un plus de dinero por parte de la administración al arrendador.

-¿En serio? j*der, Ochoa está desmadrado, parece que no tiene suficiente siendo demócrata, sino que nos lo tiene que restregar por las narices ¡con gente así no me extraña que este país esté jodido!

-Desde luego, y luego van de progres y liberales de la ostia, pero meten aquí a cualquiera… ser policía en esta ciudad está infravaloradísimo ¿Quién me asegura que volveré mañana a casa y no acabaré con un tiro entre ceja y ceja? Y más aún en un distrito como este…

-A dónde iremos a parar…

Finalmente el policía terminó de comprobar la identificación y me la devolvió, dándome indicaciones y entregándome un manojo de llaves.

-Muy bien, todo en orden, señorita Haley, puede pasar, las pruebas se encuentran almacenadas abajo, primera sala a la derecha, cajón treinta y dos.

-Muchas gracias.

Una vez que logré superar la primera barrera no perdí más tiempo y me dirigí al lugar. Abrí primero la puerta a la sala, cerrando tras de mí y comprobando rápidamente el lugar; una serie de archivadores con estrechos pero alargados cajones ocupaban todas las paredes de la sala, con una pequeña mesa cuadrada en el centro de la misma donde se comprobaban las pruebas almacenadas. Cogí la llave del cajón treinta y dos y lo abrí con rapidez, ávida por saber los secretos que ocultaba. Cogí todas las pruebas que había en su interior, las cuales estaban guardadas en bolsitas herméticas, y las puse todas en la mesa para empezar a examinarlas una por una.

La gran mayoría de las pruebas eran fotos de determinados elementos del terreno, ya que las pruebas tangibles más inmediatas tendían a desaparecer o bien por el tiempo o por la acción premeditada del hombre, por lo que muchas de ellas eran fotografiadas para conservarlas como tal. Entre ellas destacaban pisadas de todo tipo, además de los cuerpos de los implicados en el tiroteo, entre ellos mi madre, a la cual no pude evitar ver metida en una bolsa mortuoria cerrada hasta la parte del pecho. Verla de nuevo tras todo ese tiempo hizo que se me revolviera el estómago, notando como mis ojos comenzaban a humedecerse de nuevo.

-Mamá…

Tenía los ojos cerrados con algunos arañazos en la cara, si no fuera porque se trataba de una foto forense parecía que tan solo se encontraba tranquilamente dormida. No pude seguir mirándola más, apartándola de golpe y comprobando el resto, mientras trataba de ignorar mis sentimientos.

Por otro lado había también varias balas metidas en uno de los sobres, todas juntas y revueltas; distinguí sobre todo balas de pistola y de microsubfusil, armas comunes que tanto albaneses como Spanish Lords solían usar usualmente, aunque hubo una que me llamó la atención, y esa fue una bala que era particularmente alargada, acabada en punta y con forma de vaina.

-Un momento, esta es una bala de fusil de asalto…

Eso era extraño de por sí, puesto que ambas bandas no solían usar armas de tan gran calibre, lo más potente que solían usar eran escopetas de corredera o recortadas y alguna que otra granada, pero no algo tan compacto como un fusil de asalto, además de que eran particularmente caros incluso en el mercado negro. Por un momento hice memoria, tratando de recordar quien más podría usar un arma así; en ese instante el moratón en el costado me dio otra punzada de dolor al moverme, y fue entonces cuando recordé quien más usaba esa arma.

-Espera… ¿y sí…?

Revolví las pruebas en busca de algo más concreto hasta que di con algo inusual; en una de las bolsitas herméticas vi entonces una tarjeta de restaurante un tanto sucia, apenas se veía, pero logré distinguir lo que ponía: Drusilla's ristorante italiano, establecido en Pequeña Italia desde 1971. Teléfono de contacto: 555-4320.

Entrecerré entonces los ojos, pensando en una posibilidad. De todas las pruebas recopiladas era la que más fuera de lugar estaba, pero al mismo tiempo era particularmente esclarecedora, haciéndome una idea entonces de quienes habían podido ser los que habían intervenido en la reunión entre los albaneses y los Spanish Lords.

Sin embargo en ese mismo instante mi móvil vibró y lo saqué, viendo que se trataba de un mensaje de texto de parte de Flash que decía: La policía ya está aquí, no podré contener a esta mujer mucho más, termina enseguida. Por mi parte hice una rápida foto de esa prueba, guardándome el móvil en el bolso y recogiéndolo todo rápidamente. De alguna forma sabía que había encontrado lo que buscaba, por lo que no me molesté en seguir buscando más. Cerré el cajón y salí de allí rápidamente, dejando las llaves en el mostrador de recepción.

-¿Ya ha terminado, señorita Haley?

-Sí, ya está, remitiré los resultados tan pronto como me sea posible.

-Muy bien, que tenga un buen día.

Regresé rápidamente al coche y me alejé de allí enseguida, una vez que estuve lo suficientemente lejos me detuve frente a un semáforo en rojo y aproveché para llamar a Flash.

-Ya está hecho, tengo lo que buscaba.

-Oh, bien, la mujer se acaba de ir en una patrulla escoltada, no he podido retenerla más tiempo. ¿Qué has encontrado?

-Algo que me dice que ha sido cosa de los italianos.

-¿Qué, los italianos? Pero eso no tiene sentido ¿por qué querrían los italianos inmiscuirse en este distrito? Ellos juegan a otro nivel…

-Sí, pero las pruebas dicen otra cosa… ¿conoces un restaurante llamado Drusilla's?

-Me suena, creo que estaba en Pequeña Italia, pero…

Por mi parte no dije nada más, pensando en posibilidades, aunque en ese momento el semáforo se puso en verde y vi la ocasión perfecta para cortar la llamada.

-Te dejo, Flash, luego hablamos.

-Ah, espera un momen…

Sin embargo colgué de seguido, dejándole con la miel en los labios mientras avanzaba entre el tráfico e iba pensando por mi cuenta; si realmente los italianos tenían algo que ver con todo este asunto, en tal caso no tenía más remedio que indagar por allí si quería sacar en claro lo que verdaderamente había pasado. Probablemente sería peligroso e increíblemente insensato, pero la mafia no me daba miedo. Descubriría quien había sido el causante de la muerte de mi madre. Por esta.

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Durante los siguientes días estuve pensando en formas de abordar el asunto que me atañía, sin saber muy bien cómo proceder. No podía hacerlo así sin más, ya que después de todo eran los italianos, y prefería no llamar demasiado la atención para que no sospecharan que había alguien por allí tratando de averiguar cosas sobre ellos. Si por algo eran conocidos los italianos en el submundo criminal de una ciudad como esta, era por lo cuidadosos y amenazantes que podían llegar a ser, y no era para menos, puesto que la famosa Comisión no era moco de pavo, y básicamente no había nadie que les pudieran hacer sombra, salvo ellos mismos. Debía proceder con precaución.

Por otro lado, y tras acceder a las pruebas, Flash se las arregló para llegar antes que la verdadera fiscal a la comisaría y hacer desaparecer las grabaciones más recientes que evidenciaran mi reciente infiltración. Para cuando llegó la fiscal la policía se quedó con un palmo de narices, la fiscal también, y Flash se ofreció a investigar lo ocurrido, cubriéndonos mutuamente de esta forma. El chico me lo explicó todo cuando quedamos una tarde.

-Vaya ¿y cómo hiciste para adelantarte?

-Tuve que requisar una moto y atajar por callejones y aceras, los semáforos de camino para allá también ayudaron a retrasar un poco a la patrulla, por suerte. Luego tuve que sacar al de seguridad, que casualmente le conozco, y a partir de ahí el resto fue rodado. La fiscal llegó justo cuando estaba interviniendo las cintas, pero al menos la confusión inicial me dio algo más de margen.

-Nada mal… buen trabajo, oficial Sentry, es usted todo un profesional…

-Je, sí, gajes del oficio, por ahora he conseguido que no sospechen de ti apartando tu ficha, pero no sé por cuánto tiempo…

Por un momento me quedé callada, pensando en todo lo que me había comentado, hasta que finalmente esbocé una zalamera sonrisita, murmurando de seguido.

-Oh, vaya, realmente te debo una ahora… ¿cómo podré pagarte este favor?

-Bueno, bien puedes siempre hacer…

Sin embargo no le dejé terminar, poniéndome encima de él y robándole un súbito y apasionado beso. En un momento dado me separé de él e inquirí.

-¿Es suficiente?

Ante eso el chico no supo muy bien qué responder, por lo que comenté.

-Lo tomaré como un sí.

Tras eso me volví a echar sobre él, tumbándonos en el césped y dejándonos llevar. Por un instante el chico se dejó hacer, pero en un momento dado se separó de mí y se reincorporó, comentando entre medias.

-Espera, espera un momento…

-¿Qué pasa?

-Pues eso, que no sé lo que pasa, me gustaría que me lo aclararas…

Ante esas palabras enseguida supuse por dónde iban los tiros, traté de alejarme, pero entonces me sujetó de la cintura con sus piernas, inmovilizándome de seguido.

-¿Qué haces? Suelta…

-Ah, ah, de eso nada, esta vez no te me escapas…

-¿De qué vas? Quítate de encima…

-No hasta que me contestes a mi pregunta…

-¿Qué pregunta? No me has preguntado nada…

-No escurras el bulto, Sunset, sabes de lo que hablo, quiero aclarar esto que tenemos tú y yo…

-¿Para qué? No tiene caso, si no quieres follar me lo dices y ya está…

-No es eso, escúchame…

Realmente no quería escuchar ni hablar con él acerca de ese asunto, pero me tenía atrapada y apenas podía hacer gran cosa, traté de liberarme usando los brazos para obligarle a soltarme, pero Flash me cogió de las manos, mirándome atentamente a los ojos, e inquiriendo de seguido.

-¿Qué soy para ti, Sunset? ¿Significo algo?

No respondí al principio, sin saber muy bien qué decirle, aunque en un momento dado inquirí.

-¿Y tú?

-No me respondas con otra pregunta, contesta.

-No hace falta que seas tan galante conmigo, responde tú primero.

Flash me miró de hito en hito, no muy seguro, pero finalmente respondió.

-Si insistes. Tal y como yo te veo, eres una chica que desperdicia su vida y enfocada demasiado en la venganza por lo de tu madre, lo cual puedo entender hasta cierto punto, pero aun así no me parece bueno que te enfoques única y exclusivamente en eso. Y en cuanto a lo de mis sentimientos, eres una chica muy guapa, aunque no te conozco tanto como a mí me gustaría…

-¿Conocerme? ¿Para qué?

-¿No es obvio? Porque quiero ayudarte, y comprenderte mejor… ¿eso responde a tu pregunta?

Alcé una ceja en un gesto entre inquisitivo y extrañado a partes iguales; por mi parte se refería lo tenía bastante claro, gracias a él había conseguido lo que quería y no tenía por qué continuar con todo este paripé, aunque por otro lado tampoco quería deshacerme de él así sin más, ya que tal vez, y solo tal vez, me podría volver a ser de utilidad. Después de todo era un oficial de policía, y siempre venía bien tener a uno de aliado.

-Eres un tío extraño, no quieres follar y hablas de sentimientos. Sabes que no me importa que te metas en mi cama…

-No todo se reduce a la cama…

-Ya, claro… en fin, me voy yendo ya, tengo cosas que hacer.

-Aún no has respondido a mi pregunta-me recordó entonces él.

Me quedé callada momentáneamente, no muy segura de si decirle algo o no, pero al final esbocé una sonrisita y murmuré.

-Mmmh… creo que no lo haré.

-¿Qué? ¿Por qué no? Yo te he dicho mi porqué, ahora deberías decir tú el tuyo.

-Sí, pero creo que no lo haré… después de todo un secreto hace mujer a una mujer ¿no crees?

Ante eso el chico no supo qué decir y yo aproveché para retirarme rápidamente, sin darle tiempo a reaccionar ni responder, dejándole con la intriga. Después de todo no quería sacar más el tema, aunque por otro lado algo me decía que el chico no se daría por vencido así sin más. Mientras tanto, seguiría jugando con él. Eso por descontado.

Por otro lado seguí trabajando, ya que los encargos seguían surgiendo todos los días; Elizabeta confiaba bastante en mí después de repartir bastantes paquetes por todo Bohan y lo mismo ocurría con Little Jacob, con el cual también seguía en contacto de vez en cuando. En cuanto a trabajo se refería no me iba tan mal después de todo.

Sin embargo un buen día recibí una angustiada llamada de Betty, la cual me habló con tono lloroso, alarmándome de improviso.

-¡Sunset, tía, por favor, tienes que ayudarme!

-¿Betty? Hey ¿Qué te pasa, por qué lloras?

-Es que es muy fuerte, en serio, no me lo puedo creer, me siento humillada, me siento… una mierda…

-A ver, a ver, con tranquilidad, respira hondo ¿Qué te ocurre?

-Es que… prefiero contártelo en persona ¿puedes quedar?

-Sí, claro ¿dónde estás?

-En Bahía Chica, en la esquina entre Sing Sing Avenue y Flanger Street, ven rápido, por favor…

-Vale, en unos minutos estoy allí.

Algo preocupada por la chica, no perdí más tiempo y me dirigí hacia allí en coche, aparcando cerca y paliando el resto de metros andando. No me hacía mucha gracia volver a recorrer las calles de ese barrio por obvias razones, pero aun así hice de tripas corazón y fui a ver a mi amiga.

Nada más verla me llevé una grata sorpresa, ya que estaba ligeramente distinta a como la llegué a ver la última vez; y es que se podía notar que había perdido unos kilitos, viéndose algo más esbelta y no tan ancha como antes.

-¡Sunset!-exclamó ella al verme, abrazándome.

-¡Betty! Hey, has perdido peso, qué bien te veo…

-Sí, llevo varias semanas yendo al gimnasio y haciendo dieta y me está haciendo maravillas… pero es que es precisamente por eso…

-¿Qué? ¿Estás mal porque estás adelgazando? ¿Cómo así? Eso no tiene sentido…

-No, a ver, yo estoy contenta, el problema es que… me han echado del trabajo, tía…

-¿Qué? ¿Cómo así?

-¡No lo sé, el caso es que mi jefe me ha dicho que ya no le soy útil y me ha echado así sin más! Traté de que me explicara por qué lo hacía, y tan solo me ha dicho, textualmente, "delgada no me sirves". No entiendo nada…

Esbocé un gesto extrañado, ya que, como ella bien decía, no tenía mucho sentido.

-Espera ¿delgada no le sirves? Sí que es raro, sí…

-Te he llamado porque no sé qué hacer, me siento impotente, intento cambiar y pierdo mi trabajo… qué mierda todo…-masculló la chica, al borde del llanto.

Por mi parte la di un sentido abrazo para que se sintiera un poco mejor, dejando escapar toda la rabia e impotencia que sentía. Realmente no tenía mucho sentido esa situación, aunque de cierta forma me llamaba la atención el hecho de que la hubiera echado sólo por haber adelgazado. Sin embargo ver así a mi amiga me dolió bastante, y me dio bastante coraje por ese bastardo que la echó así sin más, sin mayor justificación. Por lo que decidí tomar cartas en el asunto sin pensarlo mucho más.

-Esto no va a quedar así, iremos a hablar con él ¿dónde está?

-En la gasolinera, al otro lado de esta calle, junto al puente.

-Vale, vamos.

-Espera ¿qué vas a hacer?-inquirió Betty, extrañada.

Sin embargo preferí no contestar, comenzando a caminar a paso ligero y comenzando a pensar a toda velocidad las posibles razones de tan súbito despido, que a todas luces parecía improcedente. Me enervaba por el hecho en sí, y de cierta forma comenzaba a sospechar una posible explicación, pero aun así preferí salir de dudas primero, apretando el paso.

Dicha gasolinera pertenecía a la corporativa multinacional RON, una de las compañías de combustibles más famosas y destacadas del país, con presencia en todo el mundo también. Esa gasolinera en concreto ocupaba todo un solar bastante amplio al lado del acceso al puente de la Bahía de Dukes, y poseía un total de seis surtidores además de la pertinente tienda. No había nadie repostando en ese momento, por lo que aproveché la oportunidad, aunque antes de entrar en la tienda Betty me detuvo, insegura.

Imagen
Gasolinera RON de Bahía Chica


-¡Espera! ¿Qué vas a hacer?

-Hablar con ese tipo y dejarle las cosas claras, le apretaré las tuercas si es necesario.

-¿Cómo las tuercas? Espera… ¡Sunset, espera!

Aún a pesar de su llamado entré en la tienda y vi a un tipo de mediana edad, de facciones rectas, pelo moreno, ojos oscuros, y vestido con el uniforme de RON reponiendo algunos productos en estanterías cercanas. Al oírme entrar se dio la vuelta y saludó.

-Buenos… un momento ¿Qué haces tú aquí? Te he echado hace nada, vuélvete por dónde has venido-masculló entonces al ver a Betty.

-El caso es que estamos aquí por eso, señor…

-Howard, Howard Sawicki… ¿y tú quien co*o eres?-le espetó el hombre de mala manera.

Ante eso Sunset tan solo esbozó una fugaz sonrisita, murmurando de seguido.

-Soy una amiga de Betty, me ha contado lo que ha hecho con ella y vengo para aclarar este malentendido…

-Ja, no hay ningún malentendido, simplemente la he echado y ya está…

-¿Con qué razón?

-¡Con la razón que me sale de la punta del ciruelo! ¡Soy el encargado y yo decido qué hacer con mis empleados, y si quiero despedirla, la despido! ¿¡Estamos?!

Por su parte Sunset no dijo nada por un momento, volviendo a hablar al poco rato.

-Parece que no termina de entenderlo, Betty me ha dicho que la ha echado sólo porque había adelgazado ¿en serio cree que esa es una razón más que justificable para echar a alguien?

-¿Y qué? ¡No se meta donde no la llaman!

-Oh, el caso es que sí me meto ¿sabe por qué? Porque Betty es una vieja amiga mía, una amiga que creía que no volvería a ver, y si estoy aquí es porque sé que debo de defenderla de cabrones chupasangres como usted, no pienso permitir que la tomen por el pito del sereno-mascullé entonces.

Ante eso la chica se quedó ciertamente emocionada, llegando a murmurar por lo bajo.

-Sunset…

-¿De qué me habla? ¡Fuera de aquí ahora mismo!

-Oh, sabe de lo que hablo, eso por descontado. Puede que solo sea una simple matona del tres al cuarto, pero eso no significa que sea tonta ni mucho menos. Hace poco que el alcalde Ochoa da un plus de dinero a negocios que contratan a discapacitados, para incentivar la inserción laboral, pero como ahora Betty está adelgazando eso le impedirá acceder a ese dinero ¿verdad? Dinero que, seguramente, se lo quedará usted en vez de enviar a la compañía la cantidad correspondiente.

He de reconocer que me tiré un poco a la piscina haciendo todas esas suposiciones, pero el arriesgarme al final dio sus frutos, puesto que la cara del hombre al escucharlo fue un auténtico poema, delatándose a sí mismo de forma casi involuntaria y reaccionando de seguido.

-Usted… cómo… ¡no tiene pruebas!

-¿Que no? ¡Betty misma es una prueba! ¡Si no hubiera adelgazado probablemente seguiría trabajando aquí, y sin embargo usted la ha echado! ¡Porque ha adelgazado! ¡No es ninguna disminuida, tan solo es obesa de grado uno o dos como mucho! ¿Qué tiene que decir al respecto?

Al verse acorralado el hombre se dirigió al mostrador, en un intento por refugiarse allí, y yo le seguí. Se le notaba nervioso, por lo que había dado en el clavo. Era el momento ideal para apretarle las tuercas, y eso se me daba especialmente bien.

-¿No va a decir nada?

-¡No tengo por qué decir nada! ¡Además! ¿Qué va a hacer usted al respecto? ¡Nada!

Ante eso alcé las cejas en un gesto sorprendido, a lo que respondí con contundencia; saqué una pistola y la dejé sobre el mostrador, intimidando de esta forma tanto al hombre como a Betty, la cual se puso nerviosa.

-¡Espera, Sunset, déjalo, no tiene importancia, no merece la pena!

-No te metas, Betty, esto es entre él y yo. No pienso dejar que este desgraciado se vaya de rositas…-musité, con rabia.

-Pero…

La miré con expresión queda y ella se calló, echándose un poco hacia atrás. Por su parte el señor Sawicki siguió tras el mostrador, intimidado.

-¿Y bien? ¿Qué vamos a hacer entonces?

Nos cruzamos las miradas, le miré con un gesto decidido y sereno y él me devolvió el gesto con un latente y palpable miedo en su mirada. Aun así, y contra todo pronóstico, en cuanto tuvo la oportunidad la cogió y me apuntó con ella. Betty reaccionó, pero yo ni me inmuté.

-¡Sunset! ¡No, por favor, señor Sawicki, me iré, pero no dispare!

-¡Cállate, perra, por tu culpa no voy a recibir el dinero! ¡Si quieres culpar a alguien, cúlpate a ti misma, por querer cambiar!

-¡No, no! ¡Sunset!

Aun así no dije ni hice nada, sosteniéndole la mirada fijamente sin apenas inmutarme. El señor Sawicki me miró con furia y, al segundo siguiente, disparó.
Sin embargo lo único que se oyó fueron dos secos clics, que evidenciaron lo evidente. Sawicki se quedó desconcertado y yo, esbozando una grata sonrisa, cogí mi Desert Eagle que guardaba en el bolsillo trasero rápidamente y le encañoné. Ante eso el hombre no flaqueó, sino que se rió tontamente, murmurando de seguido.

-Es un farol, está descargada…

Ante eso solté una divertida risita, disparando a una botella de The Mount Distilling whisky que tenía en los mostradores, justo al lado de su cabeza. La botella reventó, esparciendo el líquido hacia todas las direcciones y empapando en parte al señor Sawicki, el cual se asustó, ésta vez de verdad. Me tiró la pistola descargada y trató de huir por el otro lado del mostrador, pero actué deprisa y disparé hacia el otro lado para cortarle el paso y que no escapara. El hombre cayó al suelo temblando y me acerqué a él con el arma en la mano.

-No… no, por favor… no me mates, readmitiré a tu amiga, haré lo que sea, le enviaré a RON el dinero que le corresponde, pero por favor…

-¿Por qué debería confiar en usted? Si ha sido capaz de esquilmar al ayuntamiento, a hacienda y a RON, no tendría por qué fiarme…

-Yo… necesitaba el dinero… mi familia…

Ante esa confesión pude ver que realmente no mentía. Una familia… el tipo tenía una familia. Justamente lo que yo no tenía. Saqué el dedo del gatillo y le ayudé a levantarse.

-Oh, gracias, gracias, muchas…

Aun así preferí desquitarme asestándole un seco culatazo en la cara, tirándole al suelo de nuevo.

-Lo siento, pero le tenía ganas. No voy a matarle, pero espero que actúe en consecuencia…

-Sí, sí, claro…

-Aunque le debe a Betty una disculpa…

-Ah, sí… lo siento… pásate mañana.

Ante eso la aludida tan solo asintió con la cabeza, sin decir nada más.

-Bien… no me haga tener que volver aquí.

Tras eso me guardé mi Desert, cogí la pistola descargada y me fui de allí mientras la limpiaba, tirándola a un contenedor cercano.

Durante todo el camino de vuelta ninguna de las dos dijo nada, aunque en un momento dado Betty murmuró.

-Sunset…

Antes de que dijera nada más yo me adelanté.

-Hice lo que tenía que hacer, nada más.

Ante eso la aludida tan solo asintió, esbozando una sonrisa y murmurando.

-Gracias… eres una buena amiga… y muy buena persona.

Ante eso negué con la cabeza, comentando de seguido.

-No me considero tal cosa, pero… me alegro de que hayas vuelto, Betty.

Fue entonces cuando, sin previo aviso, la aludida me dio un súbito abrazo, correspondiéndola de igual forma. Realmente la agradecía que volviera a aparecer, antes de que lo hiciera no tenía a nadie más, todos mis antiguos amigos habían desaparecido o se habían mudado, y salvo Alfonso no me quedaba nadie más. Y también estaba Flash… aunque enseguida le eché de mi cabeza, sacudiéndola brevemente, como si así se fuera a ir.

Una vez que estuvo todo aclarado las dos nos separamos, Betty prometió seguir poniéndose en forma en el gimnasio y por mi parte la dije que si volvía a tener problemas me llamara. Después de todo era mi amiga. Y ésta vez no la volvería a dejar atrás.

(Continúa en el siguiente mensaje)

Re: Crónicas de Liberty City [Crossover] [Adventure]

NotaPublicado: 27 Jun 2017, 14:42
por Sg91
(Continúa del anterior mensaje)


Los días fueron pasando anodinamente, el trabajo seguía como siempre, y por mi parte finalmente me decidí a dar el paso e investigar por mi cuenta a los italianos, aunque no iba a ser fácil. Si por algo destacaba la Comisión era por lo hermética e impenetrable que llegaba a ser, sólo los miembros de las cinco familias podían llegar a tener contacto con el resto de integrantes, y de sus empresas tapadera, negocios y demás entramados ya ni hablamos. La única pista de un negocio conocido que tenía era el Drusilla's, por lo que sin muchas más opciones, un buen día me dirigí allí para investigar sobre el terreno.

Pequeña Italia era, como bien dice su nombre, un pedacito de Italia en medio del bajo Algonquin, un barrio de no más de quince mil o veinte mil kilómetros cuadrados que ocupaba un par de manzanas y media, un par de calles, sus colindancias y poco más. Curiosa e irónicamente su población de inmigrantes italianos ha estado decreciendo con el paso del tiempo, y ya no es lo que antes era, sin embargo la presencia de la Comisión por sus calles seguía estando ahí. Aun así seguía conservando su marcado y único estilo, con calles adoquinadas, bocas de incendios con los colores de la bandera italiana, algunos edificios con la misma estética, farolas y banderines colgados de los edificios.

Imagen
Pequeña Italia


Aparqué el coche en un callejón del barrio colindante de Suffolk y me dirigí directamente hasta la calle del Drusilla's, una pequeña porción de Denver Avenue. El restaurante estaba situado en la planta baja de un antiguo edificio cuya fachada estaba pintada con los colores italianos, había gente en su interior comiendo, nadie tenía pinta de ser un mafioso encubierto, sino una amalgama de propios y turistas. Di la vuelta a la manzana y vi un callejón que la partía en dos, un acceso trasero llevaba al restaurante, pero su puerta se encontraba cerrada. Busqué por las inmediaciones alguna otra pista que me pudiera ayudar, justo al lado del edificio del restaurante había un amplio solar vallado, tenía pinta de que iban a construir allí, por lo que entré a echar un vistazo. Aun así no encontré nada, lo cual me frustró un poco, pero en un momento dado una voz tras de mí murmuró.

Imagen
Drusilla's


-Benvenuta, amica.

Me di la vuelta, tratando de reaccionar a tiempo, sin embargo la culata de un fusil de asalto, concretamente un AK-47, me golpeó de improviso en toda la cara, dejándome del todo alelada. Traté de recomponerme, pero el golpe fue tan fuerte que me tambaleé y caí de espaldas al suelo. Lo último que llegué a oír antes de caer inconsciente fue una grave voz decir.

-Gracias por ahorrarnos el tener que buscarte.

No supe muy bien cuánto tiempo estuve inconsciente, pero la torta que me despertó al poco rato fue particularmente real. En cuanto pude enfocar bien vi que me encontraba en un sótano, maniatada en una silla y con un hombre bastante grande enfrente de mí.

-Ah, por fin, ya has despertado…

Dicho hombre era de mediana edad, de frente ancha y pelo castaño cortito; vestía con un traje gris de ejecutivo, corbata roja y zapatos negros.

-Mírame bien… que me mires te digo-masculló el hombre, cogiéndome del mentón y obligándome a mirarle.

Por un instante nos sostuvimos las miradas, frías como el témpano, hasta que finalmente me soltó. En un momento dado se sacó un cigarro y se lo comenzó a fumar pausadamente, al tiempo que preguntó.

-¿Sabes quién soy yo?

-No ¿debería?

-Pues ahora que lo dices… sí, deberías. Después de todo me he tomado la molestia de conocerte a ti.

-¿Ah, sí? ¿Y quién soy?

Ante eso el hombre sonrió dejadamente, dando una calada y retomando la conversación.

-Así que quieres jugar… muy bien. Eres Sunset Shimmer, asociada de los albaneses, una matona a sueldo que se gana la vida de cualquier forma y a cualquier precio…

-No está mal, aunque no es nada del otro mundo…

-… no he terminado. También estas asociada con los Spanish Lords, el cártel de Torres y recientemente con los jamaicanos. Ah, y también trabajas de stripper en el Triangle Club.

-Muy bien, qué diligente, ha hecho los deberes…

-Yo siempre los hago. Y ahora te toca a ti ¿Quién soy yo?

-Je, no tengo ni p*ta idea, ilumíneme-murmuré, divertida.

-Muy bien. Soy Anthony Spoleto, caporegime de los Ancelotti, o capitán, por si no estás enterada…

-Encantada…

-Sí, claro que sí. ¿Sabes por qué estás aquí?

-No lo sé ¿por qué estoy aquí?

-Oh, lo sabes perfectamente… verás, hace relativamente poco alguien atacó a varios de mis hombres en uno de nuestros muelles en isla de Carga, robándonos en el proceso… ¿adivinas quién pudo ser?

Ante eso tan solo pude esbozar una divertida sonrisita, sin poder evitar siquiera reírme por lo bajo.

-Entonces, Sunset Shimmer… ¿a ti te parece bien matar así sin más a mis empleados?

-Bueno… si se apropian de cosas que no son suyas… pues sí, está bien.

-¿Perdón?

-Lo que oye, esos sedantes no eran suyos, eran de un contacto mío que los dejó a cargo de sus chachas particulares, y sus hombres se tomaron la libertad de apropiarse de ellos así sin más.

-Oh, ya veo… pero ¿sabes lo que pasa?

-¿Sí?

-Que me da igual de quienes eran, simplemente nos los robaste.

-¡Yo no robé nada, simplemente los recuperé, ustedes los robaron!

-Sigue diciendo eso…

-¡Las veces que haga falta, mire! ¡Ustedes robaron esos sedantes, yo lo único que hice fue recuperarlos y devolvérselos a su legítimo dueño!

Fue en ese instante cuando Spoleto no se hizo de rogar, dándome un puñetazo que me tumbó a mí junto a la silla en el suelo; escupí un poco de sangre y miré mal al hombre, el cual se palpaba el puño, a lo que yo respondí.

-¡Sí, golpéeme todo lo que quiera, pero eso no quitará lo que son! ¡Unos simples y burdos ladrones que se creen los dueños de todo! ¡Y se lo diré a usted y a quien sea a la cara, no me importa, no me dan miedo!

Frente a eso Spoleto se rió como si le hubieran contado un chiste malo, hablando de seguido.

-¿Sabes de qué me río? Tiene mucha gracia, porque claro, si me lo dices a mí, se lo dices directamente a mi jefe, y si se lo dices directamente a mi jefe… ¿sabes a quien más se lo dices?

-Cuénteme más…-mascullé entonces con sorna.

La verdad es que me sentía bastante enervada, y no era para menos, ya que realmente me estaba tocando mucho las narices ese espagueti del tres al cuarto. Me daba igual quien fuera ese tío, en ese momento me sentía vapuleada, y no iba a permitir que me pisaran así sin más.

Por su parte Spoleto fue a hablar, pero entonces se lo pensó mejor y murmuró.

-No, espera… ¿sabes qué? Este es tu día de suerte, Sunset Shimmer, tienes la oportunidad de decir todo eso a quien quieres decírselo.

Sin decir nada más, me levantó, me desató y luego me encañonó, diciéndome.

-No intentes nada estúpido o te coso a tiros. Camina.

Me puse por delante y fui a dónde me iba indicando, subimos unas escaleras cercanas hasta llegar al interior del Drusilla's, que en ese momento estaba vacío y aparentemente cerrado. Tras pasar por el comedor nos dirigimos entonces a otras escaleras que subieron directamente al piso superior, aunque continuamos sin parar hasta el último piso, justo al lado de unas puertas dobles.

-Ábrelas, te espera una sorpresita dentro.

Obedeciendo abrí ambas puertas de par en par, irrumpiendo entonces en lo que parecía ser una reunión; había un total de cinco personas sentadas en una alargada mesa, la cual era presidida por un hombre de avanzada edad, casi calvo y de facciones arrugadas. A los otros lados de la mesa había un total de tres hombres y una mujer, casi todos eran de una mediana edad avanzada. Los cinco me miraron con gestos extrañados, al tiempo que Spoleto entraba tras de mí; al hacerlo uno de los hombres que estaban sentados a la derecha, el más mayor de todos sin contar el que presidía la mesa, se dirigió a él. Parecía tener más de setenta años así a ojo.

-Anthony ¿qué es todo esto? ¿No ves que estamos de reunión? ¿Qué afrenta es esta?

-Lo siento, Don Ancelotti, pero digamos que tenemos un problemita, aquí la señorita tiene algo que decirles a todos ustedes. Diles lo que me has dicho a mí, encanto.

Para entonces ya estaba lo suficientemente nerviosa, ya que en un momento y lugar como ese, hasta yo podía ver quiénes eran esas personas. Estaba más que claro. Me había traído ante la mismísima Comisión. Y ahora estaba a su merced.

-¿Qué pasa, preciosa, se te ha comido la lengua el gato? Diles lo que me has dicho a mí, no están para perder el tiempo.

-Exacto-masculló la única mujer allí, mirándome severamente.

El único que no parecía mirarme mal era el anciano que presidía la mesa, el cual me observaba con una inusitada curiosidad. Solté entonces un pequeño suspiro, viendo que no había vuelta de hoja. Me aclaré la garganta para acto seguido hablar.

-Bueno, pues lo que le decía aquí al señor Spoleto, era que todos ustedes no son más que una pandilla de ladrones que se creen los dueños de esta ciudad y que todo les pertenece.

El silencio posterior cayó como una losa pesada, todo el mundo me taladró con la mirada, con pintas de querer matarme allí mismo. Sin embargo, y en ese justo instante, el anciano que presidía la mesa comenzó a reírse abiertamente, con voz cascada y llegando incluso a aplaudir en el proceso, lo que descolocó a todos los presentes. En un momento dado se levantó entonces de la mesa, dirigiéndose a mí aun riéndose y murmurando por el camino.

-Bueno, bueno, bueno, hacía años que no me reía tanto. Ole tus ovarios, querida mía, me gusta tu sinceridad, eso desde luego. ¿Cómo te llamas?

-Sun… Sunset Shimmer…

-Así que Sunset Shimmer… bonito nombre. ¿Dices que somos unos ladrones? Eso es una acusación muy seria ¿por qué lo dices? Ponme en situación, por favor, todo esto me da muchísima curiosidad…

-Señor Gravelli, con todos mis respetos, creo que todo esto está fuera de lugar…-murmuró en ese momento uno de los hombres.

-Cállate, Harvey, deja hablar a la señorita…

El tal Harvey se quedó un tanto cortado, y yo aproveché para explicarle de forma resumida toda la historia, aunque sin dar nombres para no inmiscuir ni a Alfonso ni a Dardan en todo esto. Una vez que estuvo todo aclarado, el tal Gravelli se quedó callado, rumiando la historia mientras se rascaba la barbilla en un gesto pensativo, hasta que finalmente habló.

-Sí… puedo entender por qué nos llamas eso, y ciertamente los chicos de Giovanni no tenían por qué haber cogido así sin más ese sedante…

-¿Qué? Pero señor Gravelli…-murmuró en ese momento el tal Giovanni, un tanto molesto por esa afirmación.

Sin embargo bastó una rápida mirada por parte del propio Gravelli para que Giovanni se callara, sin volver a decir nada más. Por su parte Gravelli volvió a hablar.

-Tu actuación para con los chicos de Giovanni está más o menos justificada, sin embargo eso no quita lo que hiciste. Mataste a unos cuantos de sus muchachos, y quieras que no, eso ya es grave de por sí.

-Exacto, eran mis hombres, buenos hombres, y ahora les tengo que decir a sus viudas que no los van a volver a ver, y conozco personalmente a un par. Eso no se hace-masculló entonces Giovanni, molesto.

-Normalmente no te toleraría que me interrumpieras así sin más, Giovanni, pero ahí llevas razón. Comprendo lo que te llevó a hacerlo, pero esa gente era parte de lo que somos aquí, servían para un propósito, pero ahora están muertos. Entonces… ¿qué vamos a hacer?

Comprendí al instante que se trataba de una pregunta directa, por lo que debía responder como tal; parecía que no había opciones para mí, pero entonces vi una posible salida e inquirí de seguido.

-¿Cuántos hombres eran?

-Diez, y un par de hombres heridos-respondió Giovanni enseguida.

-En ese caso están de enhorabuena, señores, porque yo misma valgo por diez hombres justos.

Esa declaración cogió de improviso a todo el mundo, mirándome como si estuviera loca, incluso algunos llegaron a opinar al respecto.

-Qué descarada…-masculló la única mujer, mirándome molesta.

-Habrase visto…-hizo lo propio otro de los asistentes.

Sin embargo a Gravelli no pareció importarle, de hecho se volvió a reír con voz cascada, comentando de seguido.

-¡Ja, ja, ja! ¡Madre mía, querida, hacía mucho que no me reía tanto, no sé yo si eso va a ser bueno para mi pobre y desgastado corazón, pero me gusta, me gusta! Aun así dime una cosa… ¿es concluyente? Piensa en dónde te estás metiendo…

Las palabras del hombre me sorprendieron y extrañaron a partes iguales, ya que de cierta forma me estaba dando a elegir, y teniendo en cuenta con quienes estaba hablando, de por sí ya era decir mucho. Sin embargo me encontraba donde quería, de todas esas personas aquí presentes había alguien que, muy probablemente, sabe algo acerca de quien provocó la muerte de mi madre. Sí, era arriesgado, y me exponía a mucho, pero algo me dijo que la nueva situación me abría nuevas posibilidades, por lo que finalmente murmuré.

-No soy de las que se achantan por nada, así que sí, considéreme una nueva asociada.

-¡Espléndido! Justamente estábamos tratando un asunto importante que nos concierne a todos, y necesitábamos a alguien para hacer un determinado trabajo…

-¿De qué se trata?-inquirí entonces, sin pestañear.

-De un caso complicado, Harvey, explícala un poco de qué va todo esto.

El tal Harvey se revolvió en la silla, no muy a gusto con esa situación, pero enseguida comenzó a explicarse.

-Eh… vale, a ver ¿conoces el proyecto del Liberty City Hotel & Casino que se ha proyectado para construirse en la zona verde de Castle Gardens?

-Sí, algo me suena de haberlo visto en las noticias…

-Vale, el caso es que el promotor de dicho proyecto, un multimillonario árabe, quiere hacerlo realidad, ya que traería mucha liquidez a la ciudad, además de una importante oportunidad de negocio que nos beneficiaría a todos. El ayuntamiento también quiere avalarlo, pero no las tiene todas consigo, el sindicato de trabajadores y obreros se opone al proyecto ya que según ellos no reúnen todas las condiciones laborales necesarias y no sé qué más historias que, la verdad, ni me van ni me vienen. El proyecto ha de hacerse, pero el líder sindical no hace más que ponernos trabas, y la verdad es que es un verdadero dolor de muelas, por lo que hemos elaborado un plan para hacernos con el sindicato y así asegurar el proyecto.

-Déjeme adivinar, disponen del líder sindical, coloca a alguien de su confianza y de esta forma se infiltran en el ayuntamiento y hacen que el proyecto siga adelante.

Mi suposición fue correcta, ya que todo el mundo se quedó gratamente sorprendido al ver que lo había deducido tan rápidamente; Gravelli me miró esbozando una satisfecha sonrisita, murmurando por lo bajo.

-Chica lista…

Por su parte el tal Harvey asintió someramente, sin decir nada más. Por su parte Gravelli volvió a hablar.

-Bien, entonces ésa será tu prueba de fuego. Dispón del líder sindical, y si haces esto bien, te recompensaremos apropiadamente. Me das buenas vibraciones, Sunset Shimmer. No veo más que cosas buenas contigo, muchacha.

Por mi parte no dije nada, dejando que fuera él quien hablara y asintiendo con la cabeza. Los demás no me hicieron mucho caso, aunque tampoco se les notaba muy interesados en mí, Gravelli era el único que sí parecía esperar algo de mi persona.

Como debían de seguir con la reunión me hicieron salir, teniendo que esperar fuera. Al cabo de unos cuantos minutos más la reunión finalizó y todos salieron de la sala, el primero en hacerlo fue el tal Giovanni, el cual se dirigió a mí al verle.

-Has tenido suerte, le has caído en gracia a Gravelli, pero personalmente no termino de fiarme de ti. A Giovanni Ancelotti no se le golpea así sin más. Espero que cumplas con lo pactado.

Por mi parte no dije nada, asintiendo con la cabeza y observándole marcharse; el siguiente en dirigirse a mí fue el tal Harvey.

-Ah, por cierto, antes de que me olvide, aquí tienes una foto del líder sindical, su nombre es Joseph Murdock, trabaja en el edificio municipal de Algonquin, al lado del ayuntamiento.

El hombre era joven, así a ojo tendría como unos treinta y pocos años, era de pelo moreno, ojos claros y vestido cual ejecutivo, con un traje negro y corbata roja.

-Bien… ¿les corre prisa?-inquirí entonces.

-No mucha, aunque cuanto antes lo hagas, mejor.

-Vale.

-Esto es importante, más te vale no cagarla. Apunta mi número por si surge algo, soy Harvey Noto, de la familia Messina.

Añadí su número en la agenda y, tras eso, se marchó rápidamente. Tras él vino la mujer sesentona, que no dijo nada, tan solo se limitó a mirarme con gesto receloso antes de marcharse, seguida por el último hombre que ni me miró. El último en salir fue Gravelli, el cual se sostenía con un bastón.

-Bueno, querida, pues todo tuyo, espero que no nos defraudes…

-Sí, no me apetece acabar en el fondo del Humboldt con unos zapatos de cemento-murmuré, en una mezcla de seriedad y cachondeo.

Sin embargo Gravelli volvió a reírse, murmurando de seguido.

-Qué salero tienes, querida, me encanta, aunque como detalle te diré que ya no se hace eso, el cemento está muy caro hoy en día.

Tras eso se despidió de mí y bajó las escaleras en dirección hacia el restaurante, viendo que se marchaban de allí por la puerta de atrás; fui a irme yo también cuando un hombre de mediana edad, pelo moreno, corto y porte elegante me detuvo.

-Hey, hola, tú debes de ser Sunset ¿verdad?

-Eh… sí, soy yo…

-Bien, me han contado sobre ti, hay que tenerlos bien puestos para enfrentarte de esa forma a los cinco, eso desde luego…

-Sí, bueno, cosas de la vida, supongo… ¿es usted también de la Comisión?

-Bueno, sí y no.

-¿Sí y no? ¿Qué quiere decir eso?

-Digamos que soy un… invitado especial, por así decirlo. No formo parte de ninguna de las cinco familias, pero estoy en contacto con ellas, de hecho este restaurante es mío. Me llamo Ray Boccino, encantado.

-Igualmente… ¿y de qué familia es usted?

-Soy el caporegime de la familia Pegorino, la cual está asentada en Alderney, el Don de esta quiere conseguir un asiento en la Comisión, y yo hago de intermediario entre él y ésta para intentar convencerles.

-Ya veo…

-Pero bueno, mucha suerte con tu encargo, si te sale bien y demuestras lo que vales puede que tenga algo para ti.

-Bien, gracias.

Una vez que estuvo del todo hablado salí a las calles de Pequeña Italia, sintiendo que había avanzado exponencialmente; de forma particularmente espontanea ahora era una asociada de la Comisión, con un encargo por delante que, de buenas a primeras, no sabía cómo abordar. Observé de nuevo la foto que me dieron, en el reverso de la misma se encontraba apuntado su nombre con la siguiente información: despacho 56, trigésima segunda planta, edificio municipal de Algonquin, Ayuntamiento.

Entrecerré los ojos, pensando en posibilidades, aunque por ahora no se me ocurría nada inmediato, por lo que opté por pensarlo bien antes de hacer nada. Ahora trabajaba para la Comisión, y debía de ser profesional y mantener las formas. Ya habría tiempo de asestar el golpe final.

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Abordar el encargo no fue sencillo, teniendo primero que realizar unas investigaciones previas antes de decidir hacer nada. Empecé realizando una vigilancia en torno al objetivo y su entorno, para averiguar cuál era su rutina y modo de vida. Iba a trabajar todos los días, con un horario bastante amplio, de ocho de la mañana a cinco de la tarde. Vivía cerca de su lugar de trabajo, concretamente en Suffolk, uno de los barrios colindantes a Pequeña Italia, y durante sus tardes libres solía salir a correr por el paseo de Castle Garden City. Era soltero y no tenía hijos, por lo que no tenía familia, aparte de sus padres. De buenas a primeras parecía un tipo de lo más normal, y me sorprendía de cierto modo que la Comisión se hubiera fijado en él. Sin embargo preferí no pensarlo demasiado, enfocándome en la tarea a realizar.

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Suffolk


No supe muy bien cómo hacerlo, al menos al principio. Estuve barajando varias opciones, entre ellas infiltrarme en el edificio municipal, seguirle y luego asaltarle en el paseo de Castle Garden City, o bien interceptarle de camino al trabajo, pero deseché todas ellas al considerarlas demasiado directas. Necesitaba algo más sutil. Y en esos momento no sabía muy bien cómo hacerlo. Y, para rizar el rizo, la Comisión me llegó a dar un toque.

-¿Cómo va eso?

-Estoy en ello, me encuentro barajando formas de hacerlo.

-Pues no te demores demasiado, el ayuntamiento está cediendo a las presiones del sindicato, y como se echen atrás nuestra intervención no servirá de nada. Debes hacer esto, Shimmer. Te hemos dado un voto de confianza, no nos decepciones.

-Descuide, no lo haré.

-Bien, estás avisada, por si luego nos vienes con que no te advertimos.

Aun a pesar del toque de atención, seguí estando en las mismas, ya que seguía sin saber muy bien cómo abordar el asunto a tratar.

Mientras tanto seguí trabajando tanto para Elizabeta como Jacob, el cual siempre tenía trabajos que encargarme. En uno de esos trabajos me tocó llevar un paquete a las piscinas públicas de Steinway, en Dukes, donde me esperarían para hacer el intercambio. Lo hice de noche cerrada, ya que de día hubiera sido un canteo, además de que me podrían haber descubierto. Me colé en las piscinas saltando la valla y busqué al contacto hasta encontrarlo escondido tras los vestuarios. Al verme llegar un tipo algo bajito, de pelo muy corto casi rapado, de mirada penetrante, ojos claros, y vestido con una camisa de rayas verdosa y unos pantalones de pana azulados se dirigió a mí.

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Piscinas públicas de Steinway


-¿Traes la mercancía?

-Sí, aquí está-murmuré, sacando el paquete de mi chaqueta de cuero.

El hombre comprobó rápidamente el contenido del mismo, murmurando de seguido.

-Es maría de calidad… bien, yo creo que por esto podríamos dejarlo en unos… ¿trescientos dólares?

-Cuatrocientos, eso no se cultiva solo ni mucho menos.

-Sí, y tratarlo es aún más fácil… trescientos veinte.

-Trescientos cincuenta, ni para ti ni para mí.

Ante eso el hombre esbozó una graciosa sonrisita, murmurando de seguido.

-Je, buena negociadora…

-Lo intento.

-Está bien, trescientos cincuenta.

Formalizamos rápidamente el trato, sin embargo en ese momento irrumpieron en el lugar una serie de hombres con pintas de asiáticos que nos encañonaron rápidamente.

-¿¡Qué demonios?!-mascullé entonces.

-¡Oh, mierda, vosotros otra vez! ¿¡Me queréis dejar en paz de una vez, amarillos?!-les soltó entonces el hombre.

Uno de ellos se adelantó para ir a por él, sin embargo yo le puse la zancadilla rápidamente y se dio de morros contra el suelo, acabando inconsciente debido al golpe. Fue entonces cuando los dos aprovechamos y comenzamos a abrirnos paso a tiros, para tratar de huir de allí cuanto antes.

-¿Quién es esta gente?

-¡Las tríadas, están enfadados conmigo porque, según ellos, les vendí droga de mala calidad! ¡Que se lo creen ellos, los billetes son más verdes que la maría y la p*ta Irlanda juntos!

-¡Bueno, pues díselo a ellos!

-¡Ya lo hice, pero no atienden a razones, se ponen a parlotear en mandarino y sólo se entienden ellos! ¡Que les jodan, larguémonos de aquí!

-¡Tengo el coche aquí al lado!

Los dos corrimos hacia la carretera, saltando la valla y entrando en mi coche, el cual arranqué rápidamente; sin embargo los chinos nos fueron pisando los talones, subiéndose a sus coches y persiguiéndonos.

-¡Mierda, los tenemos encima!

-¡j*der, son peores que unas ladillas cojoneras! ¡Déjamelos a mí, tu conduce!-exclamó el hombre, sacando un microsubfusil y abriendo la ventanilla.

Se asomó por ella y comenzó a tirotearles desde donde estaba mientras yo me enfocaba en la carretera; dado que era de noche cerrada apenas había problemas de tráfico salvo algún que otro coche puntual o los que estaban aparcados junto a la acera. Por suerte tampoco había nadie por la calle, por lo que nos libramos de que la poli se sumara también a la fiesta.

Recorrimos casi todo el barrio de Steinway durante casi toda la persecución, el hombre disparaba ininterrumpidamente y yo trataba de esquivarles en la medida de lo posible conduciendo en zigzag y atajando por callejones. Finalmente logramos darles esquinazo tras varios minutos que parecieron interminables.

-¡Por fin, madre mía, parecía que no iba a acabar!

-Sí, al fin…

-¡Uauh, vaya viaje! Gracias por sacarnos de allí, te debo una…

-Ah, no ha sido nada, no es como si no me viera en esta situación de vez en cuando…

-Aun así te has desenvuelto bastante bien, tal vez te pida ayuda más a menudo… aunque no me he presentado, soy Packie McReary.

-Sunset Shimmer, encantada.

-Igualmente… vaya, eres una mujer de lo más mañosa, me gusta, no suelo ver eso todos los días…

-Sí, bueno, procuro sobrevivir…

-Ah, pues como todos en esta condenada ciudad… en fin ¿podrías acercarme al Steinway Beer Garden?

-Claro.

No estábamos muy lejos, por lo que me puse en marcha hacia allí, llegando enseguida. El Steinway Beer Garden era una taberna típicamente irlandesa situada en un bonito patio que ocupaba toda una parcela, envuelto en árboles que daban buena sombra durante los calurosos días de verano. Me detuve justo enfrente del arco de entrada.

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Steinway Beer Garden


-¡Ya estamos aquí! Mierda, creo que tengo algo en… espera aquí.

Packie se bajó un momento del coche, dirigiéndose al interior del patio y trasteando en el hueco de un árbol cercano; inmediatamente después volvió con un paquete en la mano, tendiéndomelo.

-Toma, esto es para ti, como agradecimiento por haberme ayudado.

Llevada por la curiosidad abrí el paquete, encontrándome entonces con una especie de bomba casera con varias cargas acopladas a un viejo móvil conectado a las mismas mediante varios cables.

-Es casera, se puede acoplar a la parte baja de los coches, el móvil es el detonador, llamas a este número y… ¡boom! Te olvidas del asunto.

Fue en ese momento cuando vi claramente que mis problemas hasta el momento se despejaban de un plumazo, ya que con esto podía eliminar al líder sindical sin acercarme demasiado a él. Era perfecto.

-Vaya, muchas gracias, Packie, la daré un buen uso.

-No ha sido nada, gracias a ti por ayudarme a deshacerme de esas molestas tríadas.

Me despedí de él y, aprovechando el momento y las circunstancias, me dirigí directamente al barrio de Suffolk aprovechando que era de madrugada y apenas habría gente por la calle. Aparqué en un callejón cercano y me acerqué al coche del líder sindical, un Presidente negro. Me aseguré de que nadie me veía y, de golpe y porrazo, me tumbé en el suelo para alcanzar la parte baja del vehículo. Localicé el depósito de gasolina rápidamente y acoplé la bomba bajo el mismo, activándola de seguido para que estuviera lista para explotar en cuanto hiciera la llamada.

Una vez que estuvo lista me retiré rápidamente de allí y volví a mi coche, estableciendo entonces una vigilancia nocturna. Eran las tres de la mañana, por lo que me puse la alarma de mi reloj a las siete por si me acababa durmiendo, cosa que seguramente pasaría, puesto que había estado despierta casi todo el día. Intenté permanecer vigilante, pero finalmente cedí al sueño y acabé cayendo en redondo.

Cuatro horas después me terminó por despertar el insistente pitido del reloj, parándolo de seguido y desperezándome todo lo posible en el asiento del coche. Estaba hecha prácticamente un cromo, me dolía la espalda y apenas podía mantenerme del todo despierta, necesitando urgentemente un café bien cargado. Sin embargo ahora mismo tenía entre manos la consecución del recado, por lo que tuve que ignorar mi estado, centrándome en el coche del líder sindical. Estuve esperando durante los siguientes minutos hasta que finalmente el objetivo salió de su casa, subiendo a su coche y poniéndose en movimiento hacia el edificio municipal.

-Por fin…-mascullé entonces, arrancando el motor y poniéndome en movimiento yo también.

Puse varios coches de distancia entre el suyo y el mío, para asegurar mi seguridad, y esperé a que algún semáforo nos detuviera. Uno de ellos cerca de Ayuntamiento y al lado de una iglesia se puso en rojo y aproveché entonces para sacar el móvil y hacer la pertinente llamada al móvil detonador. Suspiré, del todo decidida, y le di al botón de llamar, al tiempo que empezaba a marcar. Los siguientes segundos pasaron lentamente, como si no quisieran hacerlo, hasta que finalmente la carga hizo explosión. El coche se vio súbitamente empujado hacia arriba, convertido en una bola de fuego con ruedas y dando varias vueltas de campana en el aire hasta caer en medio del cruce entre Emerald Street y Liberty Lane. Todo el mundo se detuvo, los peatones más cercanos huyeron despavoridos y algunos coches salieron en desbandada, incluyendo el mío, dando la vuelta rápidamente y alejándome del lugar. Eché un último vistazo por el retrovisor hasta que perdí de vista los restos llameantes en cuanto doblé la siguiente esquina.

Una vez que estuvo listo llamé a Harvey Noto, el líder de los Messina, para avisarle del éxito de la misión.

-Está hecho.

-¿Ya? Menos mal, el ayuntamiento estaba a punto de ceder, bien hecho, nos pondremos en movimiento enseguida.

-Bien ¿qué hay de lo mío?

-Ah, sí, pásate por la comisaría de Westminster, mi caporegime, Mark Volpe, te pagará por mí, ahora le llamo.

-Muy bien.

Sin más dilación me puse en camino hacia allí, algo extrañada por el sitio, pero sin darle mayor importancia. Aparqué junto a un 60 Diner que había justo enfrente de dicha comisaría, al otro lado de la carretera, cruzándola por un cercano paso de cebra hasta llegar a la comisaría. Había un estrecho callejón en el lado izquierdo que llevaba hasta la parte trasera de la misma, donde había aparcado un coche patrulla, junto a una puerta había un hombre de mediana edad ataviado en una gabardina de color caqui al que me dirigí.

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Comisaría de Westminster


-¿Volpe?

-El mismo ¿Shimmer?

-Sí.

-Vale, buen trabajo, aquí tienes lo tuyo-murmuró, tendiéndome un paquete.

Lo desenvolví en parte y lo conté rápidamente, saliéndome unos treinta mil dólares en total, nada mal por quitar una vida.

-Gracias.

-A ti.

Sin decir nada más yo me fui de allí y el hombre entró en la comisaría. Aproveché entonces para desayunar en el diner de enfrente, cosa que necesitaba encarecidamente para poder enfrentar el resto del día con alegría y dinamismo. Mientras tanto Liberty City se iba despertando.

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-Y cuéntame, rasta ¿cómo te está yendo todo y tal?

-Bueno, no me puedo quejar, los encargos siempre me vienen bien, así que…

-Badman y yo te estamos muy agradecidos por toda tu ayuda, me gusta, respeto.

-Nah, gracias a vosotros por confiar en mí…

-No te quites mérito, te lo has ganado ¿ves? Eres una tía legal y tal, respeto, eso es lo importante.

-Gracias, Jacob.

Esta vez fue el turno de Jacob y la bola blanca salió disparada, rebotando en uno de los bordes laterales y llegando a empujar de refilón la bola rayada doce, la cual tan solo necesitó un ligero empujoncito para entrar en la tronera. Bufé algo apurada, ya que sólo le quedaban tres bolas cuando a mí me faltaban al menos la mitad.

-Uauh, eres bueno…-murmuré entonces, dándole un sorbo a mi whisky.

-Años de práctica ¿ves? Veamos…

Esa tarde de billar estaba siendo bastante entretenida, Jacob me llamó ofreciéndome unas partidas de billar y yo acepté para relajarme un poco, quedando con él en el Homebrew Café, donde había una mesa para jugar. El interior del café era más pequeño de lo que parecía desde afuera, la decoración emulaba el estilo jamaicano, no estaba muy iluminado y una brumilla proveniente del humo de los canutos de la gente que allí había complementaba el entorno. Y, para rematar, se podía oír de fondo el reggae y el dub de Massive B Soundsystem, una de las tantas emisoras de la ciudad, particularmente popular entre la población jamaicana de ese lado de Broker. En ese momento sonaba Real McKoy de Mavado.



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Homebrew Café


Esta vez, aun a pesar de que intentó golpear a la bola más cercana, no logró darla, incurriendo de esta forma en falta.

-Mierda, rasta… ¿ves? Aun a pesar de la práctica la suerte también influye… toda tuya-murmuró el chico, pasándome la bola blanca.

La coloqué entonces de forma que me favoreciera y así asegurarme un buen golpe, logrando meter de esta forma la bola lisa cuatro en la tronera más cercana.

-Bien…-murmuré.

-Buen tiro, rasta-me animó Jacob, dándole una calada a su canuto.

Me preparé para lanzar de nuevo, aunque en ese momento el chico me comentó.

-Por cierto, he oído por ahí que habías cabreado a los italianos y tal…

Eso me pilló con la guardia baja, ya que no me esperaba para nada ese comentario por su parte, sin embargo mantuve las formas e inquirí.

-Algo así… ¿cómo te has enterado?

-Ah, esta ciudad tiene ojos, tronca, al final todo se sabe…

-Sí, bueno, supongo, aunque al final conseguí arreglarlo.

-Ya… ten cuidado, Sunset, con los italianos mejor no pasarse de la raya y tal o te calan enseguida ¿ves? No te aconsejaría hacer negocios con ellos…

-Sí, lo sé, es un riesgo que por ahora prefiero correr…

-Bueno, tus razones tendrás, supongo…

-Así es.

Tras eso hubo un súbito silencio y la bola logró golpear su objetivo, sin embargo no conseguí moverla mucho, quedándose el intento en nada. Jacob fue el siguiente en tirar.

-Bueno, si algo sé de los italianos es que son tíos con muchos recursos, si consigues caerles en gracia tal vez puedan hacerte algunos favores…

-Sí, por ahora he conseguido caerle bien a uno, un tal Gravelli ¿te suena?

-¿Gravelli? j*der, rasta, eso sí que es suerte y tal… ese pavo es el líder de los Gambetti y además el cabeza de la Comisión. Si tienes a ese tío en nómina, prácticamente tienes en el bolsillo a la Comisión al completo ¿ves? Jo, tía, como te lo montas…

Eso me dio que pensar, viendo entonces la oportunidad que realmente tenía entre manos. Si alguien podía saber algo sobre quién mató a mi madre, precisamente era él. Sin embargo, y aunque tenía su beneplácito, debía de trabajármelo mejor si quería acercarme lo suficientemente a él. Y eso se traducía en más encargos por parte de él o bien del resto de la Comisión.

-Lo tendré en cuenta-murmuré entonces, sin darle mayor importancia.

-Aun así ten mucho cuidado, rasta, ahora eres un blanco visible y tal. Si necesitas ayuda o de mi artillería, no dudes en llamarme.

-Sí, gracias, Jacob.

-No es nada ¿ves? Respeto, colega.

Tras eso el chico volvió a tirar, colando otra bola y estando un poco más cerca de ganar. Afuera Liberty City respiraba.