El caso al galope [Humano][Crossover][Spinoff] - Invest. 1-2
Publicado: 21 May 2017, 02:04
"El pasado siempre vuelve para atormentarnos". No importa cuánto hayas hecho para salir del pozo que tú mismo cavaste, o que otros hicieron para ti. La vida es como es: más vieja, ominosa y ladina que tú. Y acabará cayendo sobre ti con todo su peso...
¡CRASH!
Un último golpe. Un último gemido. Un último estertor.
Silencio. Denso, horrible, cargado de dolor y sangre. Aunque dura poco, pues al envolver a quien queda en pie, se dispersa, como la niebla del océano por la luz de un faro. La luz de la... ¿culpa? ¿Lucidez? ¿O es otro sentimiento?
−Oh, no... Esto no debía haber terminado así... ¿Qué hago? Piensa... ah. Claro, eso funcionará. Si, dadas las circunstancias, acabarán creyendo que lo hizo él. Solo necesito fingir lo suficiente. Aunque me hará falta ayuda para torcer las cosas en mi favor...
Cada atardecer, el sol se apaga, brillando justo antes con especial intensidad, como prometiendo que a la mañana siguiente volverá tras haber realizado un arduo camino y vencer a la oscuridad. Es algo a lo que no prestamos atención, porque asumimos que pasará y ya está, como muchas cosas en la vida. Sin embargo, ¿es realmente sabio dejarse llevar por la corriente, sea cual sea la razón, y dar tanto por sentado?
Primer día de la investigación
Lunes, ?? de ??
15:00 PM
Bufete Wright & co.
Lunes, ?? de ??
15:00 PM
Bufete Wright & co.
Mi nombre es Phoenix Wright, y soy abogado. De hecho, soy copropietario de este bufete junto con mi socia...
−¡Nick, nos hemos quedado sin ramen! ¡Tenemos que salir a comprar más o moriré!
Ah, hablando del rey de Roma. El monstruo con cuerpo humano y un agujero negro por estómago que me está mirando con los carrillos hinchados, Maya Fey. Se trata de una médium de la técnica de canalización Kurain, su aldea natal. Puede contactar con espíritus de difuntos y prestarles temporalmente su cuerpo para que se manifiesten en nuestro mundo, y es todo real por raro que suene, al fin y al cabo lo he vivido. Aparte de ayudarme a llevar los casos y vaciar la nevera, se encarga de remojar a Charly, el ficus de la oficina, y a hacerme la vida bastante... diremos poco anodina. A veces me trae de cabeza, pero es una buena chica.
−Maya, deberías seguir una dieta más variada. Dependes demasiado de comida basura y preparada. Además, no andamos especialmente boyantes de dinero.
−¡Oh, vamos! ¡Soy una chica en edad de crecer, necesito todo lo que pueda comer para ello!
−(A este paso acabarás midiendo decenas de metros y arrasando ciudades...)
−Por cierto Nick, esta noche emiten una maratón del Samurái de Acero. Espero que no tengas que madrugar mañana, porque vamos a verla juntos.
−No decidas lo que tengo que ver y lo que no... ¿Por qué no lo grabas en vídeo y lo ponemos en otro momento?
−¡No es lo mismo sin la magia del directo!
Podríamos tirarnos horas así, ella con sus caprichos y yo intentando inculcarla un poco de sentido común. En ello consiste gran parte de mi rutina diaria. Sin embargo, como suele ocurrir cuando esta se abre paso, acaba de repente rota en pedazos cuando alguien llama a la puerta.
−¿Será un cliente?
−Ojalá. Ve a abrir, Maya, por favor.
Mientras atiende mi petición, yo me atuso ligeramente el pelo, aliso mi traje y le doy un par de ligeras pasadas a mi insignia de abogado. Es importante estar presentable, y más aún ante un posible cliente. Cuando se abre la puerta, me hallo ligeramente sorprendido: estoy acostumbrado a tratar con clientes... peculiares, pero el chico que cortésmente saluda a Maya se halla dentro del rango de la normalidad. Pelo y ojos castaños, gafas, ropa casual... Casi hasta me decepciono un poco de no estar tratando con un mago, un ladrón profesional o un excéntrico actor de cine. Un momento, ¿¿en qué se ha convertido mi vida??
−¿Es usted Phoenix Wright, el famoso abogado?
−¿Eh? Oh, sí... Espera, ¿famoso? (Vaya, debo haberme quedado absorto en mis pensamientos.)
−Digamos que su reputación le precede. Me llamo Lloyd, encantado-saluda, dando un paso adelante y tendiéndome la mano con una media sonrisa.
−Me cuesta acostumbrarme a que seas famoso, Nick. Seguro que algún día empezarás a firmar autógrafos, luego harán una película sobre tu vida y acabarás viviendo como un millonetis. Acuérdate de mi entonces, ¿vale?-dice, guiñándome un ojo de tal manera que parece decir "cúbreme de caprichos hasta reventar".
−Maya, deja el azúcar. De verdad.
−Esto, perdón por interrumpir, pero tengo un poco de prisa y necesito su ayuda.
−Oh, claro, perdón. ¿De qué se trata?
−Verá, se trata de un caso... de intento de asesinato-dice, con la preocupación grabada en su cara.
−Vaya, eso es grave... (¿Alguna vez tendré algún caso no relacionado con cadáveres o casi fiambres?)
−Es terrible, ¿qué ha ocurrido?-pregunta Maya tapándose la boca, genuinamente horrorizada.
−Mi amigo ha sido acusado de intentar matar a su novia... ¡pero sé que es una trampa! ¡Es imposible que haya sido capaz de algo así!-exclama, gesticulando exageradamente.
−¿Y qué te hace pensar en que es una trampa?
Ante esa pregunta, esboza un gesto extraño, mezcla de preocupación y asco.
−Digamos que todo es demasiado... conveniente y cliché. Aunque teniendo en cuenta dónde ha ocurrido, tampoco es de extrañar...
−¿Perdón?
−No hay tiempo, se lo explicaré por el camino. ¿Hay algún centro comercial por aquí?
−Hay una galería cerca, pero...
−¿Tiene escaleras mecánicas?
−Eh... ¿Sí?
−Me vale.
−¿No habría que ir al centro de detención?
−No, si vamos a ir... pero no aquí. Guíenme, por favor, no conozco este sitio lo suficiente.
Esto es muy extraño. La actitud del chico parece poco usual, dando pocos detalles y diciendo de ir de compras antes de ir a visitar a su propio amigo a donde le tengan retenido. Sin embargo, me he visto en circunstancias mucho más raras y se le ve genuinamente apurado, por lo que empiezo a apagar el ordenador y meter lo necesario en mi maletín.
−¿Podrías por favor contarme todo lo que sepas?
−Todo empezó ayer domingo. Habíamos terminado la jornada laboral y yo me fui con mi novia al cine, mientras que él se fue a la casa de la suya para que le ayudase a estudiar para un examen-comenta Lloyd, mientras vamos andando por la calle.
−¿Trabajáis el fin de semana?-pregunto extrañado.
−Sí, bueno, somos estudiantes y nos ganamos unos dineros trabajando en una cafetería. Mi novia trabaja con nosotros, por cierto-anuncia, con un deje de felicidad y orgullo en su voz.
−¿Estudiantes? ¿Qué estudiáis?
−Estamos en el Instituto Canterlot.
−(Vaya, no he oído hablar de ese sitio en mi vida. ¿Será una institución privada poco conocida?) ¿Instituto? No es por meterme en donde no me llaman, pero al menos tú pareces tener más edad que eso...
−Ah, bueno... Digamos que nos cuesta arrancar-dice, con un deje divertido en su voz.
−Oh, sé lo que es eso. A mi me pasa al revés, a pesar de lo joven que soy he tenido que asumir llevar el negocio familiar y me dicen que no aparento ocupar esa posición-divaga Maya.
−El caso es que hoy estábamos en clases y Sunset no aparecía...
−¿Sunset?
−Ah, perdón. La novia de mi amigo, Sunset Shimmer. La víctima, vamos.
−Claro, claro... Continúa. (Sunset, bonito nombre.)
−Todos nos preguntábamos qué había sido de ella, e imagínese nuestra cara cuando aparece la policía y se llevan detenido a mi amigo delante de todo el mundo acusado de haber intentado matarla. Rarity, una de nuestras amigas, se desmayó de puro horror.
−Comprensible. Ha debido de ser un momento muy duro para todos.
−Ni se lo imagina. Más aún después de lo que pasó...
En ese momento, lo veo. Todo alrededor de él parece volverse negro, y una serie de cadenas le cubren como una red, cada uno de sus nodos unido por un psicocandado, formando un total de cinco. Es el poder de la magatama, un amuleto regalo de Maya que llevo en el bolsillo y que está imbuido de energía espiritual. Detecta las cosas que la gente oculta y lo muestra de esta peculiar forma ilusoria, con un número de estas estructuras similares a cerrojos reales, variable según lo profundo que sea el secreto. Y este parece de los gordos. ¿Qué esconderá...?
−... pero no es el momento de hablar de eso. ¿Está ya?
−Si, podemos irnos.
Me preocuparé por eso más tarde. Ahora hay trabajo más urgente que hacer.
Lunes, ?? de ??
15:20 PM
Galerías Samurái de Acero
15:20 PM
Galerías Samurái de Acero
Hemos llegado. La calle a estas horas está especialmente bulliciosa: un grupo de chicas de preparatoria hablando y riendo entre ellas con sus bolsas a cuestas, un empresario gritando algo sobre acciones de bolsa por el móvil... Pequeños elementos que destacan entre el tumulto, parte del cual se dirige hacia nuestro destino: la primera galería comercial oficial del Samurái de Acero. El show favorito de Maya ha llegado a unas cotas de popularidad tales que ha abierto un gran local para vender sus productos y los de sus patrocinadores, anunciándolo a bombo y platillo en la televisión. Cuando ella se enteró de que abrían algo así cerca de la agencia, supe que había llegado mi fin. Y al menos le llegó a mi cartera, en forma de varias tazas, camisetas y un reloj despertador de la Princesa Rosa con su sintonía oficial que Maya se llevó a Kurain. El gigantesco cartel de Neo Olde Tokio con el Samurái de Acero, la Princesa Rosa y el Magistrado Malvado peleando bajo la luz de la luna sigue igual que entonces, como también lo hacen los anuncios de neón abrumando con sus ofertas. Lloyd parece completamente perdido y asombrado a partes iguales, y la verdad es que no le culpo. Además, ha mencionado que no es de la zona.
Entramos y la gran cantidad de productos de todo tipo relacionados con la serie nos envuelve junto con el tema oficial de la serie, emitido a todo trapo por megafonia. Veo pósters firmados de edición limitada a precios absurdos, moldes de flan con formas de los personajes altamente horteras, reproducciones en plástico con luces y sonido de las armas... Todo siendo observado por los ojos hambrientos de multitud de niños tirando de sus sufridos padres. Y luego está Maya, que me hace sentir envidia de ellos.
Lloyd parece buscar algo con la mirada, hasta que al final se encamina a paso ligero hacia las escaleras mecánicas, esperándonos a sus pies.
−¡Vamos, por favor! ¡Suban conmigo!
−¿Nos vas a contar qué hacemos aquí?
−No se preocupen, solo subamos. Enseguida lo entenderá todo.
Por un momento dudo. Esto es demasiado extraño: un instituto que no conozco, no estamos yendo a visitar al cliente, este chico oculta algo... Aunque bueno, esto último no es precisamente poco común en mi historial. Justo estoy en medio de mis divagaciones cuando veo a Maya subir la primera al perder un galletero del Samurái a manos de un niño de unos cinco años, seguida de cerca por Lloyd, así que no tengo más remedio que correr con ellos. Creo que acabo de ver entre la multitud cierta chaqueta borgoña muy familiar...
−¡Maya, ¿se puede saber qué haces?!-digo entre jadeos, pensando que definitivamente tengo que ponerme en forma.
−Vamos Nick, ¿no tienes un presentimiento de que debemos hacer esto? Al fin y al cabo, tú siempre dices que hay que hacer todo lo posible por el cliente...
−Pero esto...
−¡Mira cómo lo sabía! ¡¡Ahí viene!!
Por puro instinto, miro hacia arriba: sobre nosotros se ciernen lo que parecen cajas de una marca llamada Pikolin, y juraría que acaban de salir de la nada. Ninguno tenemos tiempo de reaccionar, pero me escaman las palabras de Lloyd. De todas formas da lo mismo, pues nos impactan de lleno, dándome a mi una de ellas en la cabeza y haciéndome perder el conocimiento.
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−¡Nick, despierta! ¡Nick! ¡Nick!
La voz insistente y preocupada de Maya termina por sacarme de mi trance como lo haría una madre con su hijo por la mañana, con la diferencia de que yo soy el de más edad aquí. Parpadeo con dificultad, mis ojos se sienten como si estuviesen pegados con cola. Finalmente lo consigo, y un sol cegador me obliga a cerrarlos de nuevo. Tardo unos segundos en acostumbrarme.
−¿Dónde... estamos?
−En una especie de parque. Yo me he despertado hace poco, y Lloyd acaba de salir corriendo no sé exactamente por qué...
Me incorporo como puedo, descubriendo que estaba postrado en un banco y Maya arrodillada a mi lado, levantándose ella también. Es el típico parque que esperarías encontrar en una ciudad de tamaño medio, con sus árboles, césped, fuentes y caminos. Lo más normal sería pensar que estuviésemos en uno fuera del centro comercial, pero ni recuerdo haber visto uno en las cercanías del mismo, ni se parece en nada al Parque Vitamina cerca del restaurante Três Bien que conozco ya que no veo ni un solo juego con forma de fruta, ni tendría sentido que no nos hubiesen atendido al lado de las escaleras mecánicas o directamente llevado al hospital. Salgo de mi ensimismamiento cuando veo a Lloyd venir a la carrera, acompañado de una chica vestida de forma deportiva, con unas enormes gafas de sol púrpura, cascos decorados con una nota musical y pelo azul a mechas de dos colores. Lo que me llama más la atención de ella, sin embargo, es su tono de piel: blanco como la nieve. ¿Será algún tipo de maquillaje?
−¡Por fin despiertan! ¡Necesito que vengan conmigo, ahora!
−¿Ir? ¿Ir a dónde?-cuestiona Maya, extrañada.
−¿Dónde va a ser? ¡Al centro de detención! ¡Nos espera mi amigo, su cliente!
−No. Estoy harto de preguntas y no tener ninguna respuesta. ¿Qué hacemos aquí? ¿Qué ha ocurrido en el centro comercial? ¿Quién eres tú? ¿Qué secretos escondes? No pienso moverme de aquí hasta saberlo todo.
−¡Nick!
−Maya, ¿de verdad vas a decirme que todo esto te parece lógico y normal?
−No, pero...
−Escucha, tío-nos interrumpe la chica nueva-, todo el rollo que os traéis me importa más bien poco, eso es cosa vuestra. Pero aquí Lloyd me ha visto mientras iba por la calle con mi buga, y ha venido corriendo echando los pulmones por la boca diciendo que tenía al mejor abogado que existe y que él sacaría a Sg del follón en el que se encuentra.
−(¿Me acaba de llamar tío? Espera, ¿mejor abogado que existe? No, en serio, ¿¿me acaba de llamar tío??) Disculpa, ¿y tú eres...?
−Vinyl Scratch, DJ lista para pinchar y llenar de marcha al más muermo de los muermos-responde, levantando un pulgar mientras rebosa confianza.
−Vinyl, el coche.
−Oh, cierto, perdona Lloyd. Escuchad, subid todos, nos estamos quedando sin tiempo. Ya hablaremos largo y tendido más tarde si queréis, ahora la suerte de Sg depende de usted, si lo que me ha dicho aquí el figura es cierto.
−Nick, no podemos dejarlos a su suerte, están en problemas. Es cierto que no entiendo nada, y estoy algo asustada, pero somos abogados por algo.
−¡Eh, que aquí el único licenciado soy yo!
Suspiro. Esto no nos va a llevar a ninguna parte. Me siento como arrastrado por la corriente pero, una vez más, estoy acostumbrado a que me pasen estas cosas. Allá va mi esperanza por un caso tranquilo y normal...
−De acuerdo. Pero cuando hablemos con el que va a ser mi cliente, me contaréis todo lo que está pasando. ¿Está claro?
−Está bien. ¡Pero démonos prisa, por favor!-nos acucia Lloyd mientras seguimos corriendo a la tal Vinyl.
Lunes, ?? de ??
Centro de detención - Canterlot
15:45 PM
Centro de detención - Canterlot
15:45 PM
Al final el viaje en coche ha sido bastante improductivo, ya que se trataba de un deportivo biplaza y hubo que hacer tres viajes de ida y otros tantos de vuelta, aunque por fortuna nuestro destino estaba cerca. El primero fui yo, tanto para no dejar sola a Maya como para averiguar un poco más de este lugar. Al parecer nos hallamos en una ciudad americana llamada Canterlot, más concretamente en unos barrios residenciales en el perímetro externo, y sigue siendo lunes. La única posibilidad que se me ocurre es que hayamos sido secuestrados de alguna forma, pero ninguna de las personas que he visto hasta ahora encaja en el perfil. Tampoco es que hayan sido muchas, solo Lloyd y Vinyl y algún policía del centro de detención. Aunque he podido comprobar algo viendo a estos últimos: cada persona parece tener un tono de piel distinto, y no solo los típicos del carne al negro pasando por intermedios. No, en lo que llevo aquí he visto blanco, azul, verde, violeta y otros tantos que me dejo. Supongo que será alguna moda extraña que solo se lleve aquí, porque ningún ser humano tiene esa coloración natural. Algo similar pasa con algunos colores de ojos, aunque supongo que simplemente los fabricantes de lentillas de colores están haciendo su agosto. Y otra cosa me reconcome: es imposible viajar de Japón, donde estábamos, a Norteamérica en tan corto espacio de tiempo. Estoy ensimismado en mis dudas, sentado con Maya y Lloyd, cuando una puerta se abre, saliendo a recibirnos un hombre con barba de dos días, despeinado y con gabardina. No puedo evitar tener un escalofrío al acordarme de cierto inspector que conozco.
−Buenas tardes. Soy el comisario Donelly.
−Buenas tardes, comisario. Soy Phoenix Wright, abogado, y esta de aquí es Maya Fey, mi socia. Nuestro acompañante es Lloyd, amigo de mi cliente.
−Cliente, cliente... Dado que ahora mismo solo tenemos una persona en las celdas, asumo que hablarán de Sg91. ¿Es su abogado?
−Primero quiero escuchar su situación, pero es para lo que Lloyd me ha contactado, sí. (Vaya nombrecito, por cierto).
−Ya veo. Acompáñenme, por favor.
Seguimos al comisario, traspasando una puerta que nos lleva a unas escaleras que conducen al sótano donde presumiblemente están las celdas. El ambiente es lóbrego y algo húmedo, cosa que se apresura a aclarar nuestro guía.
−Disculpen la falta de acondicionamiento, pero por suerte o por desgracia el crimen no es muy frecuente aquí en Canterlot y no recibimos muchas subvenciones, no sería rentable. Huelga decir que, por eso mismo, nos hemos visto profundamente impactados por lo que ha ocurrido.
−¿Qué le ha sucedido exactamente a la víctima?
−Me temo que no puedo compartir esa información con ustedes a menos que oficialmente le defiendan en el juicio. El cual es mañana, por cierto.
−¿¿Mañana??
−Sí, sé que ha ido todo muy deprisa, pero se está implantando un nuevo sistema de juicios rápidos para aligerar la carga criminal en el estado. Ah, hemos llegado.
Hay una mesa con una silla donde está sentado un guardia leyendo un periódico, justo enfrente de cuatro celdas típicas con barrotes, catre y letrina. Solo una de ellas, la del final, está ocupada: sentado en la austera cama se halla un joven rubio con la cabeza entre las piernas, que ni siquiera reacciona a nuestra presencia.
−Les dejaré entrar por las circunstancias, pero me quedaré cerca por si acaso. Tienen diez minutos.
Saca un pesado fajo de llaves y, tras encontrar la que busca, la gira en la cerradura, abriendo la puerta con un chirriante sonido. Pasamos todos detrás y nos encierra dentro, saliendo de nuestro ángulo de visión. Tengo que ser rápido, no tengo apenas tiempo y datos menos todavía.
−Hola, ¿eres Sg91? Lloyd vino a buscarme para que te defendiera.
El chico apenas reacciona a mi presencia, limitándose a suspirar y a contestarme en voz muy baja, con voz cansada.
−¿Quién... es usted?
−Soy Phoenix Wright, abogado.
Algo parece cambiar en él de golpe, ya que levanta bruscamente la cabeza, mostrando unos ojos abiertos de par en par cargados de sorpresa y pena y que, por su enrojecimiento, han debido de derramar muchas lágrimas. Me mira de arriba a abajo como si me tratara de una suerte de aparición mientras se agarra las rodillas hasta que sus nudillos quedan blancos, y al final acaba mirando a Lloyd, musitando en shock unas palabras.
−Tío... ¿cómo cojones...?
−Cajas de Pikolin, amigo-se limita a responder, encogiéndose de hombros.
−Tienes que estar de coña...
−A ver, querría saber qué ha pasado para llegar aquí y cómo parecéis saber de eso, pero por ahora necesito información sobre el caso.
−Claro, pregunte lo que quiera...
−Lo primero es lo primero: ¿es cierto que eres el novio de la chica?
−Sí, llevamos un tiempo juntos. Mi pobre Sunset, soy incapaz de ponerle un dedo encima, tienen que creerme...-clama, angustiado.
−Tranquilo, cuéntanos todo lo que sepas del caso. (Vaya, parece muy afectado.)
−No hay mucho, la verdad. Ayer terminamos de trabajar en Sugarcube Corner...
−Vaya, el nombre me está dando hambre-interrumpe Maya, soñando despierta.
−A ti todo te da hambre...
−No, tiene razón: es el nombre de la cafetería donde trabajamos, le viene bastante acertado-puntualiza Lloyd.
−El caso es-continúa el detenido-que Lloyd y Pinkie se fueron por su lado al cine, y yo fui a casa de Sunset a estudiar matemáticas juntos.
−¿Pinkie? ¿Quién es Pinkie?
−Su novia, trabaja con nosotros. Ella y él cocinan y yo reparto pedidos a domicilio en bici.
−¡Oh, qué buena idea! ¿Te imaginas que tú hubieses repartido así cuando yo trabajaba en Três Bien, Nick? ¡Podríamos haber hecho un buen equipo!-exclama Maya en su mundo.
−Estoy muy bien de abogado, gracias. (Además, miedo me da el atuendo que podría haber tenido que llevar...)
−Cuando llegué a su casa no pasó nada fuera de lo normal. Estudiamos, paramos un rato para ver la tele y tomamos algo mientras seguíamos. No ocurrió nada más, me fui a eso de las diez.
De repente, el fondo alrededor de él se vuelve negro y aparecen dos psicocandados. No me está contando toda la verdad. Querría presionarle y averiguar qué oculta, pero ahora no dispongo de tiempo ni pruebas.
−Esta mañana me he levantado y he ido a clase con normalidad junto con Lloyd, y al poco de empezar la primera hora ha venido la policía... No se imagina lo que es que te esposen y te lleven delante de todo el mundo, diciendo que tu novia está en el hospital y que eres sospechoso de haberla enviado allí... Las miradas de todo el mundo, los gritos de espanto... Cómo algunos te taladran llamándote asesino con su mente...
En este punto no puede más y empieza a llorar, llevándose las manos a la cara. Maya está pasándolo mal, con lágrimas bajándole por las mejillas y visiblemente angustiada. Por último, Lloyd está notoriamente preocupado, y también furioso. En cuanto a mi... Solo hay una cosa que pueda hacer.
−Mira, es posible que pueda ayudarte, pero para ello necesito más datos. Aquí no podemos hablar más, pero por lo menos quiero pedirte permiso para registrar tu apartamento y el de Sunset, y no te quepa la menor duda de que voy a hablar con Lloyd largo y tendido.
−¿Quiere decir que va a...?
−Aún hay cosas que me faltan por saber, todavía no tengo claro si voy a defenderte.
−¡¿Qué dices, Nick?! ¿No ves lo mal que lo está pasando?
−Maya, lo siento, pero no acabo de fiarme de la situación. Antes de tirarme a la piscina quiero saber más de todo esto. (Como la manera en que hemos llegado aquí y por qué es tan raro todo este lugar).
−No, no se preocupe, le entiendo... Puede usted hacer lo que le parezca.
−Una cosa más, ¿tienes una foto de la víctima?
−No-contesta el chico, empezando a llorar otra vez al oír esa palabra-, mi móvil está guardado como prueba...
−A-ah, claro... (Vamos Phoenix, que se supone que sabes de esto...)
−Nick, ¿¿cómo puedes ser tan insensible?? ¡Coges y la llamas víctima en su cara! ¡Al menos usa su nombre!
−Si, si, perdón... (Y el primer premio a "borde del año" es para...)
Justo en ese momento, unas pisadas se acercan por el pasillo. Es el comisario, llaves en mano. Se nos ha acabado el tiempo.
-Mira, volveré más tarde con mi decisión tomada. Hasta entonces, te garantizo que haré todo lo que esté en mi mano por recabar información.
Nos despedimos todos de él con un apretón de manos, salvo Lloyd, que tras el gesto parece dudar un momento y acaba dándole un abrazo, palmeándole fuertemente la espalda. Las rejas vuelven a cerrarse, dejándole de nuevo solo, y acompañamos al comisario al vestíbulo.
−¿Y bien? ¿Ha decidido qué hacer?
−De momento quiero informarme más sobre todo lo que ha pasado.
−Pues le aconsejo que se dé prisa, porque si antes de medianoche no ha conseguido un abogado, se le asignará uno de oficio.
−Lo comprendo. Vendré más tarde a comunicarle mi decisión.
−Bien. Que tenga un buen día.
Al salir a la calle compruebo que Vinyl ya no está. Supongo que tendría cosas que hacer, pero es una faena, no conozco este lugar.
−En fin, si quiere podemos ir a nuestro apartamento. Está en la residencia del instituto, así le sirvo de guía. ¿Le parece?
−Muy bien. Pero por el camino vas a ir respondiendo unas cuantas preguntas.
−Vamos a hacer una cosa: en cuanto lleguemos al instituto le mostraré algo y con eso entenderá muchas cosas. Me temo que no me creería si le contase lo que quiere saber.
−¡¿Otro rodeo, en serio?! ¡Estoy harto, yo no me muevo de aquí hasta que...!
−Mire-me corta, con el ceño fruncido-, entiendo perfectamente que tenga sus dudas, pero no hay otra manera de aclarárselas bien. Así que usted elige: o me acompaña y se fía de mi un poco más, o puede no encargarse del caso al mismo tiempo que yo le dejo aquí tirado y le deseo buena suerte para volver.
−¿Me estás amenazando?
−Situaciones desesperadas exigen medidas desesperadas-me responde con mirada ladina-. Oiga, toda esta situación ha sido muy traumática para nosotros. Sg podría ir a la cárcel, Sunset ha estado a punto de morir, el instituto entero está en shock.... Usted se queja de haber sido arrastrado aquí en contra de su voluntad, ¡pero nuestras vidas tampoco han sido lo que se dice tranquilas últimamente, ¿sabe?!
De nuevo, los psicocandados vuelven a rodearle. Este chico oculta demasiados secretos, y encima se permite el lujo de amenazarme. Lo peor es que tiene razón: estamos a su merced.
−... Está bien.
−¿Nick?
−Maya, me temo que tendremos que jugar a su juego. No tenemos idea de dónde estamos exactamente, de hecho algo me dice que estamos más lejos de casa de lo que parece. Y no podemos ir por la calle preguntando direcciones en plan "oiga mire, me han caído unas cajas en la cabeza en un centro comercial de Japón y ahora estamos aquí, ¿me puede decir cómo volver a mi oficina?"
−Tienes razón... aunque al menos deberíamos averiguar más de lo que le ha pasado a esa pobre chica, me ha dado bastante pena...
−Lamento mucho toda la situación en la que les he metido, pero de verdad que no había otra cosa que hacer. Vengan, les llevaré al hospital, ya que ella lo ha dicho. Sunset tiene que sentirse muy sola, aunque no tengo muy claro que se dé cuenta...
Me resigno y le acompañamos, extrañado por esa última afirmación.
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Hospital de Canterlot
16:15 PM
Hospital de Canterlot
16:15 PM
Por fortuna, el hospital estaba relativamente cerca. Mientras pienso en lo extraño que me parece el nombre, Lloyd está hablando con la recepcionista para que podamos ir a la habitación de Sunset. Dejando a un lado los dispares colores de piel, al menos este lugar parece igual de anodino y lleno de olores extraños como cualquier otro hospital. El trámite dura poco y pronto nos encaminamos a la UVI, en esa misma planta. ¿Cómo de grave estará Sunset?
Mientras vamos para allá, Lloyd nos muestra a Maya y a mí su móvil, en el que sale una foto con un grupo de chicas, él y Sg, procediendo a hacer zoom a la que es presumiblemente la víctima. Se trata de una sonriente muchacha a todas luces preuniversitaria, de color parecido al mostaza y con ojos aguamarina, vistiendo una chaqueta negra. Sin embargo, lo que más destaca en ella es una espectacular cabellera larga, amarilla y roja como el fuego. Es guapa, desde luego el nombre le queda como un guante. Salgo de mis ensimismamientos, ya que hemos llegado a nuestro destino no solo por habernos guiado por los números, sino porque en la puerta está apostado un policía y la ventana tiene la persiana echada, cosa comprensible dado el motivo por el que Sunset está ahí. El agente debe haber visto a Lloyd de visita antes, puesto que le saluda de forma breve pero cortés y le permite llamar a la puerta. La llamada es respondida al poco, abriéndose el acceso al cuarto y mostrando en el umbral a una chica ciertamente elegante. Su tono de piel es algo más ceniciento que el de Vinyl, pero ahí se acaban las similitudes, ya que va vestida con blusa celeste, falda púrpura claro decorada con un diseño de diamantes y botas altas del mismo color, haciendo todo juego con su impresionante pelo peinado en bucles como una cascada. Sin embargo, está claro que ha visto días mejores, pues algunos pelos están fuera de su sitio, la ropa está arrugada y el rímel se le ha corrido mejillas abajo, dejando ver bolsas en sus ojos enrojecidos.
−Lloyd, querido, qué bueno que estés aquí...-le saluda con voz cansada mientras le abraza desconsolada.
−¿Ella es tu novia?
−¿Eh? No, no, es Rarity, una amiga nuestra.
−Pero te ha llamado "querido"...
−Siempre habla así. Rarity, estos son...
−Phoenix Wright, abogado-digo mientras muestro orgulloso mi brillante insignia-, y esta es Maya Fey, mi asistente. (Al menos no me quites la iniciativa de presentarme...)
−Oh, esas son excelentes noticias, ¿van a defender a Sg?
−Todavía lo estamos considerando, de momento querríamos ver a la víc... a Sunset.
−Oh, pobre criatura... Como podrán ver por mis pintas, estamos muy preocupados por ella... Normalmente no me dejaría ver tan descuidada, pero... En fin, entremos, lo entenderán ahora mismo.
Lunes, ?? de ??
Hospital de Canterlot - Habitación de Sunset Shimmer
16:20 PM
Hospital de Canterlot - Habitación de Sunset Shimmer
16:20 PM
Accedemos al cuarto y cerramos la puerta tras nosotros, ya que no es plan de airear las miserias de nadie, y menos en estas circunstancias. Es al dirigir mi mirada a la chica dormida en la cama y vestida solo con un pijama de hospital cuando me invade una sensación de horror y náuseas indescriptible.
No queda ni rastro de la muchacha sana y feliz que he visto hace un momento. Su brazo derecho está escayolado y apoyado contra su pecho con ayuda de un cabestrillo, mientras que el izquierdo está lleno de cortes y moratones y su mano conectada a una bolsa de alimentación parenteral por una vía. Está intubada, y parece que su nariz está rota, tampoco estoy seguro, no soy médico. Un feo tajo adorna el lado izquierdo de su cara, además de tener el labio partido con algo de sangre seca adornándolo. También tiene el ojo izquierdo oscuro e hinchado, como si le hubieran dado un puñetazo. Pero lo que más pena me da, por frívolo que parezca, es que donde antes estaba su característica melena actualmente solo hay un vendaje cubriendo toda la parte superior de la ahora calva cabeza. Es menos que una sombra de sí misma. Los únicos ruidos que se atreven a romper el pesado silencio son los del respirador y el monitor cardíaco.
−¿Qué... qué le ha pasado?-digo con un hilo de voz.
−Creo que puedo responder a esa pregunta.
Todos nos giramos por instinto al dueño de la voz que acaba de irrumpir en el cuarto. Debemos haber estado tan absortos mirando a Sunset que ni siquiera nos hemos dado cuenta de su presencia. Se trata de un médico con bata, piel como mostaza pero más oscura que la de Sunset, ojos azules tras unas pequeñas gafas y una melena castaña bien cuidada y peinada hacia atrás, además de llevar una carpeta en la mano. Perfectamente podría interpretar al típico doctor rompecorazones de telenovela... Argh, me acabo de acordar de cierta señora cotorra...
−Buenas tardes, soy el Doctor Horse, médico de la paciente. A estos dos chicos les conozco, pero ¿ustedes quiénes son?
−Ah, soy Phoenix Wright, abogado, y esta es Maya, mi ayudante-respondo, dándole ambos un apretón de manos.
−Oh, entonces va a defender a su novio.
−Aún no lo sé seguro, lo estoy pensando.
−Hum, en ese caso no tengo claro si debería compartir con usted los detalles de su estado...
−Bueno, usted verá, siempre le podemos contar lo que sabemos, lo va a acabar sabiendo igual-interviene Lloyd, mirándose las uñas como si no fuera con él la cosa.
−Será... Supongo que tiene razón. Mejor que se lo cuente yo, así se enterará debidamente y no le llevarán a error alguno.
−Ah, vale... (¿¿Soy el único que está alucinando con esta situación??)
−La paciente, Sunset Shimmer-empieza a contar, consultando su carpeta y sacándome de mi estupor-, llegó esta misma madrugada inconsciente en ambulancia. Presentaba múltiples laceraciones y contusiones, además de fracturas en el cúbito y radio del brazo derecho. Sin embargo, lo más grave con diferencia eran la insuficiencia pulmonar y el traumatismo craneoencefálico.
−Eso suena bastante mal... (¿Le pregunto por la insuficiencia o el traumatismo?) ¿Puede hablarme de lo que le pasó en los pulmones?
−El. Se trata del derecho. Comprobamos que respiraba con dificultad, así que le hicimos pruebas de imagen al detectar magulladuras en el pecho. De esa forma descubrimos tres costillas fracturadas, habiendo una de ellas perforado el pulmón y hallándose este encharcado. Hubo que realizar una intervención quirúrgica de urgencia para colocarlas en su sitio y drenar el órgano y ahora está debidamente vendada, pero entre la disminución de la función respiratoria y la sedación, ha sido necesario intubarla.
−Dios mío... ¿Y la cabeza?
−Por desgracia, sufre de traumatismo craneoencefálico grave. Sangraba por múltiples heridas que presentaban esquirlas de algún tipo de material plástico, por lo que hubo que retirarlas y tratar las lesiones previo rasurado del cabello para evitar infecciones. Lo peor vino después: al realizarle un TAC, comprobamos que sufría de fractura craneal y hemorragia intracraneal. El vendaje ha bastado para la fractura, pero la hemorragia... Estamos controlando la presión intracraneal, solo queda esperar que la sangre se reabsorba.
Aprieto el puño con furia, no pudiendo evitar que las lágrimas se asomen a mis ojos. ¿Cómo ha podido alguien hacerle algo así a una chica tan joven? Por el rabillo del ojo veo que no soy el único en alterarme: Maya y Rarity están llorando ruidosamente abrazadas entre sí, mientras que Lloyd camina en círculos, suspirando de cuando en cuando como si fuese una olla a vapor liberando presión.
−¿Qué va a ser de ella?
−¿La verdad? No lo sabemos. Podría recuperarse, pero su pronóstico no es bueno. Lo peor es sin duda la hemorragia intracraneal, podrían quedarle secuelas neurológicas. O incluso podría... Bueno, usted ya me entiende-susurra esto último por lo bajo para que solo yo pueda oírlo, y la verdad es que lo entiendo, tanto lo que me quiere decir como que quiera evitar más malestar.
−Entiendo. Gracias por su tiempo, doctor.
−No hay problema, es mi trabajo. Ahora, si me disculpa, tengo que comprobar sus constantes y estado físico.
Lunes, ?? de ??
Hospital de Canterlot
16:30 PM
Hospital de Canterlot
16:30 PM
Decidimos que es mejor dejar al doctor a solas, por múltiples razones, así que nos encaminamos un momento a la cafetería. Rarity aprovecha para acicalarse debidamente en un baño, mostrando toda una belleza que, por desgracia, temo que en breve volverá a ser enmascarada por la tristeza. Dado que Maya está hambrienta, se pide un bocadillo de lomo, queso y champiñones, conformándome yo con un café bien cargado para aclararme las ideas. Lloyd no toma nada, y Rarity pide un té, además de acabar invitándonos. Tampoco es que pueda negarme, no tengo dólares encima. Tengo que acordarme de ir a un banco...
−En fin, ya han podido ver cómo está la situación. Decir que estamos todos destrozados no se acercaría un ápice al dolor que sentimos ahora mismo.
−¿Cómo ha podido suceder algo así? ¿Tenéis idea de si alguien podría tener motivos para agredirla?
−No. Sunset no ha hecho nada.
Me quedo pálido cuando Rarity es rodeada por cinco psicocandados justo al pronunciar estas palabras. Pensaba que esa pobre chica era una inocente víctima dado su aspecto alegre y la gente que se preocupa por ella, pero esto se va enrevesando cada vez más y más. Tengo que conseguir más información, pero ahora no. No en estas circunstancias.
−Una cosa sí que sé seguro: Sg es inocente. No ha podido ser él, por mucho que anoche estuviesen solos en casa. La quiere demasiado y tampoco sería capaz de algo así.
−A mí la verdad es que tampoco me pega. El chico simplemente no encaja en el perfil de un asesino. Sin embargo, no me haría daño averiguar un poco más, tanto para intentar averiguar qué ha podido pasar como para decidir si acepto encargarme de la defensa.
−Lo comprendo perfectamente, caballero. Por cierto, permítame la frivolidad en estos momentos, pero no he podido evitar fijarme en su peinado. ¡Es escandalosamente atrevido! Le da un gran toque a su personalidad, se lo digo yo que sé de moda.
−Ah, bueno, gracias, supongo. Requiere muchos cuidados por las mañanas el mantenerlo así de afilado, me gusta pensar que refleja mi sentido de la justicia: siempre agudo e indomable.
-Sí, pero con la tontería te tiras un buen rato en el baño, Nick. Y luego los chicos decís de nosotras...-interviene Maya por primera vez en mucho rato, con la boca llena como si fuera un hámster.
−¡Oye, que tengo que cuidar mi imagen! (Supongo que era mucho pedir que se respetase la única ocasión en que alguien ha alabado mi pelo...)
−Oh, prfff. No se preocupe, querido, le entiendo perfectamente. Cuesta mucho tiempo y esfuerzo mantenerse fabulosa, si lo sabré yo.
−Eh, sí, eso...(No sé cómo sentirme ahora mismo.)
Pasamos unos minutos más hablando de trivialidades, enterándome así de que Rarity ayuda en la tienda de moda de su madre y de ahí su afición por ese campo. Parece una chica muy laboriosa y responsable, además de creativa, por la charla que me da sobre las últimas tendencias en moda, aunque la verdad es que no me entero de demasiado, no es mi fuerte.
−Oh, no se lo he dicho antes por el momento, pero he de decir que simplemente me fascina su insignia. Estoy verdaderamente cegada por su brillo, querido.
−Gracias, me ocupo de abrillantarla siempre que puedo.
−Aunque es un poco sosa. No me malinterprete, el dorado nunca pasa de moda, pero le falta algo. Si me dejase trabajar en ella podría dejársela divina, con unas pequeñas joyas aquí y allá. ¡Oh, ya me lo estoy imaginando! ¡Lapislázuli, peridoto, granate...! ¡Ah, las posibilidades!-clama excitada, con los ojos casi irradiando estrellas.
−¡Oh, sí, Nick! Te hace falta darle un poco de color, así la gente querría verla más ¡y hasta podrías utilizarla para cegar a los criminales!
−Pero... la ley... mi imagen...
−Lamento interrumpir-interviene Lloyd, salvándome de las garras de la moda-, pero se está haciendo tarde y aún quedan cosas por hacer.
−Cierto, aún tenemos que ir a los apartamentos de Sg y Sunset. Rarity, lo siento, pero nosotros nos vamos.
−No os preocupéis, queridos, en un rato llegará Fluttershy a hacerme compañía.
−Ha sido un placer.
Nos despedimos todos de ella, teniendo casi que arrancar a Maya de una conversación sobre maquillaje, y nos encaminamos a nuestro siguiente destino: el instituto, ya que allí está el cuarto de Sg y Lloyd. Hace un día radiante, pero en mi mente hay un temporal de nubes de tormenta considerable.
(CONTINÚA EN EL SIGUIENTE MENSAJE)