'Tictac','Tictac','Tictac'. Las mentes de unos pocos, anticipándose a lo que ocurriría, recreaban sincronizados con el pequeño reloj esférico el movimiento periódico de sus virtuales agujas que debería realizar ese supuesto sonido. Durante un pequeño instante, tendrían la posibilidad de hacer algo que el resto de mortales no podrían, demostrando así su valor y valentía y siendo el centro de atención por un momento. Un momento que sólo se repetiría cada veinticuatro horas. Un momento en el que todos los problemas se disolverían en un conjunto de teclas que esperaban ser apretadas con ansia.
"Pole", piensa alguien. "Poleando voy, poleando vengo", imagina otro. "Adelante gadgetopole", dice el más macho de todos los tiempos.
Las virtuales, o virtuosas, agujas se sobreponen unas a otras y todo indica la presencia de un día nuevo. El sistema nervioso empieza a funcionar. Cientos de músculos de articulaciones y expresiones faciales se ponen en marcha con una gran aceleración.
La tecla Enter es presionada. La pasión es máxima. La tensión también.
Finalmente, levantan la mirada. Algunos confirman su victoria, el resto se ven derrotados por otros seres que acaban de proclamar su superioridad ante los ojos de estos miserables.
Este momento tan escueto como importante finaliza tras un par de comentarios. Es hora de irse a dormir. Mañana será una nueva experiencia.
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