Locuras... unas cuantas. Creo que de las más graciosas me ocurrió en mi intercambio en Santiago de Chile. Concretamente, en Valparaíso.
Andaba yo de carrete (fiesta en aquellos lares) y esto que conocí una chilena. Una chilena no como concepto futbolístico, más bien como la hembra del chileno común. Una chica regordeta, de muy buen ver y un par de.... oh perdón, que este foro es para todos los públicos.
Total que fuimos de farra y bebida va, bebida viene, empezamos a bailar juntos. Yo estaba en la p*ta parra, como siempre, cuando de pronto noto que la chica se me ha pegado y... ¡me está besando! ¡Hostias, esta noche duermo acompañado!
Total, que fuimos a su casa, y patapím, patapám, echamos una partida a las damas.
Total, que tras la "partida de damas" nos echamos a descansar en su cama, ambos con un cigarro y sonrisilla tonta de después de una gran "partida". Y en esto la chica me suelta:
—Oye, ¿te quieres quedar a dormir?
Y yo
—Hombre, pues estoy cansado y el hotel está lejos, sí.
Silencio incómodo. Calada. Calada.
—¿Estás seguro?
Y yo, que siempre he sido un tipo listo y avispado, me dije "Llámame matemático, pero aquí hay gato encerrado".
—¿Pasa algo?
—No, verás —empezó ella—. Es que por la mañana llega mi novio.
Me incorporo en la cama, cigarrillo en la boca.
—Que es profesor de educación física y Taek-wondo.
Abro MUCHO los ojos.
—Y como te pille aquí me va a matar.
Y yo, hombre avispado, me dije "Llámame matemático, pero lo que ha querido decir es 'TE va a matar'". Ante lo cual hice lo que tenía que hacer: cual don Juan de porte imparable, me vestí a toda prisa y regresé a mi hotel caminando a las tantas de la madrugada por las calles de Valparaíso. Un poco más y salgo en calzoncillos.
Aquí no acaba la historia:
Les conté la historia a mis amigos, grave error. Decidieron ir a la playa, ¿y qué hicieron?
Lo habéis adivinado: la invitaron. Valientes hijos de perra...
La chica llegó allí, y yo estaba -¡sorpresa!- en la p*ta parra. En esto empiezo a oír saludos y besos a mi espalda y noto que algo me tapa la luz del sol. Me giro: un ejemplo de virilidad personificado. Un pedazo de hombre que podría haberse tragado a cuatro Volgrands sin cocer y aún le quedaría sitio para un cordero en su jugo. Uno de estos tipos que no son un musculitos de gimnasio, no: Un tipo que tenía el aspecto de considerar unas vacaciones relajantes el irse a la montaña a pegarse puñetazos contra osos, y de cazar pumas al grito de "las pistolas son para m*r***n".
Me giro, me levanto... y me encuentro a la chilena. Y esta me mira con cara de concentración -haciendo una magistral muestra de sus habilidades teatrales- y dice:
—Y tú te llamabas... Volgrand, ¿verdad?
Sudor frío. Asiento. Sudor frío. El monstrenco me tiende la mano.
—Encantado.
—Efunflafer.
No he pasado tanto miedo en mi vida. Digno de contarse. ¿Digno de repetirse? No sé yo, la partida de damas estuvo muy bien, pero no creo que valga la pena el riesgo de acabar convertido en fosfatina. Llamadme matemático...