Los ojos de Quaver Note brillaron al comprobar que Gertrud parecía predispuesta a buscar nuevos espectadores.
Y así fue: los grifos carceleros que al parecer relevaban a sus compañeros aparecieron al poco, seguidos de un par de curiosos más. Algunos parecían escépticos ante la espectativa de ver a una prisionera entonar una pieza de su folklore, pero sus dudas se tornaron en sorprendidas miradas tan pronto como la unicornio empezó a cantar. No pasó mucho tiempo antes de que más grifos, Gorek entre ellos, se acercasen al oir la melodía entonada por Quaver Note, la cual se sentía mejor de lo que podía haber imaginado. Aquello era lo que le llenaba y le hacía sentirse plena: llevar la música y su historia a aquellos que agradecían escucharla. Algunos grifos parecían menos predispuestos a admitir que estaban disfrutando con su canto, pero sus ojos les delataban y eran claramente visibles en la penumbra de aquella mazmorra.
Penumbra que se vió contrarrestada cuando la Cutie Mark de Quaver Note empezó a brillar mientras entonaba el estribillo por última vez. Estaba terminando la última estrofa cuando Goldark, Golday y algunos grifos más hicieron acto de presencia.
Casi todos los grifos se hicieron a un lado para dejar pasar a su líder, pero la unicornio escrutó sus rostros, contastando que algunos sentían algo de decepción por haber cesado la música.
El tiempo diría si haber mostrado su talento musical ante más de una docena de grifos cambiaría de un modo u otro las tornas de su situación.