Aitana mira alrededor y, tras unos segundos, sonríe al no verse teletransportada a la fuerza de nuevo. En seguida nota que, en la oscura celda, algo se alza en el centro: Una jaula. Y dentro de ella, una poni lila mira a la arqueóloga, con la expresión de desesperación de un poni que lleva encerrado más de un mes.
—¿Doctora?¡¿Doctora Pones?!
—Te dije que te encontraría, pequeña —respondió la arqueóloga con una sincera sonrisa.
—¡Sí que lo dijo! Por favor, sáqueme de aquí. ¡Tengo que ayudar a mis amigas!
—Y lo haremos, pequeña, lo haremos.
Aitana se acerca a la jaula y la estudia. Nota que hay algo raro, pero con la oscuridad no logra verlo. Pero tantos años investigando tumbas ocultas te enseñan varios truquitos: Sacó la gema y la pasó cerca de los barrotes. Y ahí vio lo que mantenía atrapada a la unicornio: una serie de runas brillaron con un color rojizo ante la cercanía de la piedra preciosa.
—Vaya, Moon es inteligente. Runas antiguas de contención, con razón no podías salir o romper la jaula...
—¡Ya lo sé! He intentado todo para salir, pero nada funciona. Tampoco puedo teleportarme aquí dentro.
La arqueóloga fue tocando con una pezuña las runas una a una. Al hacerlo se iluminaban brevemente y volvían a apagarse. Fue reconociéndolas como el alfabeto de un idioma muerto hacía milenios, muy anterior al primer reinado de Luna y Celestia.
—¿Sabe abrirlas, doctora?
—Sí, sé abrirlas pequeña. Y llámame Aitana, no soporto a los doctores.
—Llámeme Twilight entonces.
—Como quieras, pequeña.
Mientras Twilight ponía cara de circunstancias, la arqueóloga empezó a tocar con la gema las runas en un orden concreto. Estas brillaron con más y más fuerza, y cuando tocó la última, el brillo rojizo iluminó toda la celda. Cuando se apagó, de la gema no quedaban más que cenizas. Parecía que no había funcionado... cuando la puerta humeante de la jaula chirrió y cayó al suelo limpiamente. Cuando Twilight levantó la vista de la puerta, se encontró con la arqueóloga tendiéndole una pezuña.
—Eres libre, pequeña. Salgamos de aquí —Cuando Twilight salió de la jaula y estiró las piernas, Aitana preguntó—. Dime, ¿qué sabes hacer que pueda sernos de utilidad?