Cuando la magia de Twilight la rodeó, Aitana sintió cómo perdía el sentido. Pero no se estaba quedando inconsciente: literalmente, sus sentidos enfocaron una realidad que pocos ponis conocen. La arqueóloga reconoció que estaba entrando en un viaje onírico. Miró a los lados: estaba en una brillante celda blanca, y bajo sus cascos había hierba. Casi parecía estar al aire libre, aunque Aitana supo que no era más que una ilusion.
En seguida escuchó un amortiguado caminar sobre el césped.
—No tenga tantas confianzas con mi hermana... doctora.
La arqueóloga no pudo evitar sorprenderse ante el unicornio que la increpaba. Era el último que esperaba encontrar en un viaje onírico. El cuerno del blanco unicornio brillaba, signo de que él estaba induciendo, de alguna manera, ese ensueño.
—Te vas a tener que fastidiar. Tu hermana ya es mayorcita, Shining Armor.
—Eso, ríéte de las desgracias de los demás, que es bonito —dijo él sarcásticamente.
—Precioso, no lo dudo. ¿Qué mosca te ha picado?
El príncipe consorte del Imperio de Cristal se acercó a la poni de tierra. Ésta mantuvo el temple, pues Shining no la intimidaba en absoluto.
—Estoy muy ocupada rescatando a tu hermana y sus amigas y buscando la salida de éste lugar. Al grano.
—¿Por qué la llama usted “pequeña”?
—Es un mote como cualquier otro. ¿Por qué me llamas tú doctora?
—Aparte sus sucios cascos de mi hermana, Pones.
Aitana parpadeó un par de veces sin creerse lo que oían sus oníricas orejas. No puedo evitarlo, una parte de su conciencia le dijo que era una mala idea... pero no podía evitar responder:
—Ven a evitarlo... ¡Uy!¡Que no puedes!
—¿Este es su método? ¿Atacar a los que no tienen opción de responder? Eso es rastrero. Ni siquiera Nightmare Moon se rebajaría tanto.
—Mira, muchacho —dijo Aitana con seriedad—, ya bastantes cosas tengo en mis cascos para preocuparme por hermanos celosos. Ahora guarda silencio mientras termino de rescatar a los ponis de aquí. Y por cierto, eso incluye a tu “pequeña” hermana.
—Usted ya ha sido advertida. Desoiga bajo su responsabilidad.
Aitana se había dado la vuelta, esperando encontrar una manera de salir de ese ensueño, y no pudo evitar resoplar al oír la amenaza.
—Vale, principito. Cuando acabe esto iré a buscarte en persona, si lo que buscas es una pelea.
—Ya sabemos cómo respeta usted sus promesas, doctora.
Aitana volvió a encarar a Shining. Este mantenía un temple serio, pero se le notaba cierta ira sombría en su lenguaje corporal. Una violencia que no expresaba de forma física.
—Que yo sepa, Armor, prometí hace más de un mes rescatar a Twilight. Y así lo he hecho.
—Está usted en ello, todavía. Y su actitud en ese momento fue también en la linea rastrera a la que parece tenernos acostumbrados.
—Insultos gratuitos, muchacho. Deberías ser más específico si lo que buscas es herirme.
Shining armor caminó alrededor de la yegua, mientras preparaba sus peores ataques.
—Olvidó usted a los ponis que le permitieron llegar hasta mi hermana. Aquellos que le dieron los recursos necesarios cuando sus bits y gemas escaseaban.No solo la poni de tierra con la que ahora se muestra tan amable, sino también el unicornio y la potrilla. ¿Recuerda usted sus nombres?
—Oh, vaya, ¡qué malvada soy! —exclamó Aitana con falsa culpa—. Escucha muchacho, tú también olvidas cosas. ¿Le pedí yo algo a Firestone cuando lo rescaté de la tormenta? ¿Exigí algo a cambio de dejar copias de mi mapa por todo el laberinto para ayudar a los que me seguían? ¿Olvidas también todos los bits y gemás que usé con Wolfy para cartografiar unas celdas que nos han permitido deducir cómo funciona todo este sitio?
Esta vez fue Aitana la que se acercó a Armor. Él también se mantuvo impasible.
—No eres más que un niñato hiper protector, muchacho. No te atrevas a juzgarme. Mientras tú vivías en tu mundo feliz, yo lo he perdido todo encargándome de que siga siendo así.
—Ha evadido usted la pregunta, doctora. ¿Recuerda sus nombres?
Aitana dudó unos segundos.
—Scootaloo, era la pequeña. Del unicornio se me olvidó el nombre, sinceramente.
—Así es como trata usted a los ponis que la ayudan desinteresadamente: olvidando sus nombres. El unicornio se llama Edge Pyrite. Aunque ya veo que poco le importa, como parece que le importa poco el resto de ponis de este laberinto. Está usted en esto por la gloria.
Aitana se quedó en un tenso silencio al escuchar la gratuita acusación de Armor. Éste pareció notarlo y siguió:
—Ni siquiera está en esto por el reto del laberinto, como pretende hacernos creer, ¿no es así, doctora? Solo le interesa que Equestria la recuerde como la poni que salvó a Twilight Sparkle.
Tras unos segundos de silencio, Aitana respondió.
—No tienes ni idea de lo que dices, muchacho. Dime una cosa: ¿cuántas de mis expediciones son conocidas? Solo una: la incursión al mausoleo del rey unicornio Kolnarg. El resto, son solo fuentes de conocimiento para ratas de biblioteca, o directamente no las conoce absolutamente nadie.
Shining no pareció reconocer lo que intentaba decirle la arqueóloga.
—No serán tan importantes si no son conocidas.
—¡Tú no eres quien para juzgarme. Shining Armor! No tienes ni idea, ¡ni p*ta idea!, de lo que he perdido en mi trabajo. Y no lo hago por la fama ni por la gloria. Lo hago porque alguien tiene que hacerlo.
Esta vez fue Armor quien guardó silencio mientras la yegua le hablaba.
—Yo me encargo de encontrar peligros ancestrales para que nunca vuelvan a ver la luz. ¿De verdad crees que hago esto por la fama? Eres más simple de lo que creía.
Shining contraatacó:
—¡Luego dará usted conferencias explicando cómo usted sola descrifró los secretos del laberinto y guió a los elementos de la armonía hasta la salida para que pudieran derrotar a Nightmare Moon! Además, ¿usted me habla de pérdidas?¡¿Usted?! No me haga reir.
Aitana, sin poder evitarlo, bajó la vista al suelo. Quizá Armor lo interpretó como una victoria moral. Pero la verdad es que el semental se estaba acercando peligrosamente a una fibra sensible de la doctora Pones.
—¿Tan necesario es encontrar esos... peligros ancestrales que usted menciona, arriesgándose a que vuelvan?¿Y sólo por el deber? Claro, doctora, claro. Y además, nadie podrá comprobar sus... “logros”, porque usted se encarga de ocultarlos?
—Lo que yo hago no es por fama, Armor. Lo hago porque... es necesario. Dime una cosa, muchacho...
Aitana alzó la vista, mirando a su interlocutor con... ¿rabia?¿dolor?¿culpa? Shining no supo interpretarlo.
—¿Te has visto forzado a hacer creer al amor de tu vida que nunca le has amado para salvarle, no solo a él, sino a toda equestria de una terrible maldición, muchísimo peor.que el alzamiento de moon en persona?¿Y todo en una expedición de la que nunca, nadie, sabrá que ocurrió?
Aitana avanzó unos pasos más. Shining no retrocedió, aunque no pudo evitar sentirse incómodo por la cercanía de la yegua.
—¿Has tenido que hacer eso, muchacho? Mirar a los ojos de a quien sea que amas y gritarl3 “Yo nunca te he querido, te he utilizado”?
Shining sostuvo la mirada con la doctora antes de soltar una grave carcajada por lo bajo.
—¿Ha querido usted realmente a alguien? Si le dijera a mi esposa que jamás la he amado, ella sabría al instante que estoy mintiendo.
—Je, tu esposa... la princesa alicornio del amor. Ella entendería muy bien por qué hice lo que hice. Dime, Armor, ¿de verdad crees que los mayores peligros de Equestria son una yegua con aires de grandeza, un bromista hiper poderoso, y una reina changeling? No tienes ni idea de cómo es el mundo bajo su capa de color, ¿verdad?
—Claro, estoy convencido —dijo él con sarcasmo—. Y digame, ¿ha detenido usted solita a esos peligros mayores que Nightmare Moon, Discord, o Chrysalis? Porque si es así, no serían tan grandes estos peligros. O lo hizo usted con ayuda de otros ponis de los que ha olvidado su nombre?
—¿No has oído la parte del poni que amaba, o eres más.tonto de lo que pareces? —dijo ella como respuesta—. Recuerdo los nombres de los que han luchado junto a mi, Armor. Y los de aquellos que cayeron haciéndolo.
Aitana se gira, dándole la espalda a Armor. Quería terminar con esa conversación que no llevaba a ninguna parte. Ese unicornio buscaba herirla por alguna razón, y no atendería a razones. Pero la yegua no estaba preparada para lo que iba a escuchar.
—¡Usted no sabe lo que es el amor, doctora! No venga a hablarnos de sus grandes hazañas que no puede explicar, como si debiéramos agradecerle que sigamos viv...
Shining no terminó la frase. Aitana se giró y le propinó un casquetazo con toda su fuerza. Una fuerza muchísimo mayor de lo que debería tener una yegua de su tamaño. Shining perdió el equilibrio por la sorpresa y el impacto y cayó al suelo. Cuando se recuperó, Aitana estaba frente a él, conteniéndose para no continuar la pelea.
—¿Ahora pretende recurrir a la violencia? He notado su sintenciones desde...
—¡Tú, niñato criado entre laureles, ¿te crees que sabes lo que es el sufrimiento?!¿¡Realmente lo cres?! Ya no es el luchar junto a otros ponis y no ponis y verlos hacer en demasiadas ocasiones. No estoy hablando solo de sacrificar el amor que sentía por Spell, sino de haber estado dispuesta a sacrificarme yo misma para detener al Weinachtsmann del norte!
—Eso demuestra que estoy en lo cierto. Mi posición es de una gran responsabilidad, no es “estar criado entre laureles”.
—¡No me digas que no! Dime, señor Shining Armor, hijo de familia noble, hermano de Twilight Sparkle, estudiante predilecta de Celestia en persona, ¿de verdad crees que tu estatus no te ayudó a obtener el puesto? ¡Tú no sabes lo que es el sacrificio, porque siempre lo has tenido todo en bandeja!
—¡No me hable usted de sacrificios! —gritó shining mientras se levantaba—. Hasta que pueda demostrar que salvó usted a Equestria, no está usted en posición de hacerlo.
—¡Hay gente que no actúa movida por la fama, Armor!
—¡Usted no es una de ellas, por lo que parece!
Aitana avazó hacia el semental, a punto de volver a golpearlo, aunque se contuvo en el último instante. Pero Shining se fijó en un detalle: El pelo de los cascos de la arqueóloga se movió. Una zona tenía el pelo más largo de lo normal, cubriendo dos enormes cicatrices en sus patas delanteras. Literalmente, parecía que la hubieran atado con alambre de espino metálico, y que éste se había enterrado en la carne hasta el hueso.
—Veo que ha pasado realmente por dificultades, al menos una vez. ¿Por qué sigue haciendo este trabajo, doctora? ¿Por qué no lo deja a ponis más... cualificados?.
—Porque alguien tiene que hacerlo. Cada día, cada hora, un antiguo mal surge y trata de llegar al mundo. Yo soy una de las encargadas de evitarlo. Y... je —Aitana ríe ante la idea de Armor—, si encuentras a alguien.. dímelo. Estaré encantada de cederle mi puesto. Pero dime, muchacho, ¿cuántos hay dispuestos a sacrificarlo todo... sin ningún reconocimiento?
—¿Y acaso usted considera que nosotros luchamos contra peligros menores? —dijo Armor.
Aitana se sentó en el suelo al percatarse de que se veían sus cicatrices, y se recolocó el pelaje de las muñecas. Armor se fijó en que, en el lomo de la yegua, podía ver irregularidades en el pelaje que delataban más cicatrices.
—Muchacho, vosotros sois héroes. Vuestros nombres vivirán, se harán desfiles en vuestro honor, y la gente os elogiará por siempre. Mi fama es... pasajera. Al final, nadie sabrá lo que hemo hecho por el mundo. Porque así debe ser: hay conocimientos que jamás deben ver la luz.
—¿Por qué habla usted en plural?
—Porque no soy la única arqueóloga que lucha contra los males ocultos del mundo. Aunque probablemente soy la única conocida, eso sí.
Armor observó unos segundos a la yegua.
—No ha dado usted precísamente muentras de ello con su actitud en el laberinto.
Aitana sonrió de forma oscura.
—Porque este laberinto es un chiste. Una patraña. Un grupo de monos ciegos podrían acabar saliendo solo echando monedas y atravesando puertas al azar. Digamos, Armor, que enfrentarme a las cosas que yo me enfrento han hecho que crezca mucho la seguridad en mi misma.
—Je. Me recuerda usted a cierta arqueóloga que sale en una serie de libros. Ella es mucho menos arrogante, sin embargo.
—La autora se baso en mi expedición para capturar al rey unicornio para crear al personaje. Lo pone en el primer libro de la saga.
—Si tan sencillo le parece el laberinto, salga. No pierda el tiempo deambulando por él y mareando a mi hermana.
—He dicho que no es serio, no que sea sencillo. Y saldremos de él, de eso no tengas dudas.
—Desde luego no será por su actitud colaborativa.
—Díselo a mcdolia. ¿O estás.obviando el que estamos.repartiendo los.recursos para resolver todo esto cuanto antes?
Armor volvió a mirar a Aitana con la grandeza del que se cree en una mayor posición moral.
—Si está usted haciendo lo justo, entregue a su acomponiante a quién se preocupe y cuide de ella. Si piensa usted en ella como herramienta, como ha hecho con el resto de ponis que se ha ido encontrando, entonces no espere la aceptación silenciosa por mi parte.
—¿Y quién dice que yo no la cuidaré? Juzgas sin tener ni idea, Armor.
—Demuéstreme lo contrario, doctora. Los ha ido usted abandonando a todos.Incluida a Rarity. ¿Dónde queda ese hacer lo correcto sin preocuparse por la gloria?
—A Rarity la dejé con Firestone mientras yo iba a buscar a tu hermana. Curiosamente de abandonar a todos... ¿Como tú abandonaste a tu hermana tras haber estado a su lado?
Shining se detuvo, impactado ante la acusación.
—Sabe bien que yo no hubiera podido abrir su jaula.
—¿Intentaste llegar a ella y averiguar la puerta exacta para entrar en su celda?¿Guiar a alguien hasta Twilight para liberarla? A mi me parece que no...
—¡Pregúntele a su nueva herramienta de manto lavanda! ¡Pregúntele, y sabrá que yo nunca la abandoné!
—Curioso, oí algo diferente respecto a tu boda. ¿O no fue tu hermana la que vio el engaño desde el principio y todo el mundo ignoró? Incluído tú, Armor...
—¡No puede culparme a mí de eso! Yo estaba bajo el hechizo de Chrisalys. Y Twilight nunca me abandonó. Nuestra relación es mutua. Nuevamente, un término que usted parece desconocer.
—Excúsate como quieras, Armor. Pero tú no eres quién para juzgarme. No voy a seguir discutiendo conmigo. Sé feliz con tu idea sobre mí y mi... amor.
—O la falta de él.
Aitana se detuvo, aún alejándose de Armor, ante el cruel ataque. Con la voz apagada, respondió:
—Cuando llegue el momento en que estés dispuesto a renunciar a tu esposa para salvarla, y espero que ese momento no llegue nunca, entenderás lo que "sacrificio" significa para mi.
Aitana avanzó unos metros más. Escuchó a Armor mencionar algo acerca de recordar la conversación, pero la yegua lo ignoró. Cerró los ojos luchando por no seguir rememorando aquel fatídico momento. Los ojos almendrados de Spell, llenos de pánico y lealtad... su voz, tratando de convencer a Aitana que se salvara... la presencia del terror encarnado a su espalda... los símbolos arcanos de contención rompiéndose a su alrededor...
—¿Aitana? ¡Aitana!
Aitana abrió los ojos y se encontró en una nueva celda. Twilight estaba frente a ella, sacudiéndole la cabeza con las pezuñas.
—¿Estás bien? Tenías los ojos cerrados con fuerza y no reaccionabas ante nada.
La arqueóloga sacudió la cabeza, volviendo a la realidad, y su sonrisa de autoconfianza volvió.
—No te preocupes, pequeña, estaba teniendo un pequeño encuentro onírico. Pero ya no importa, sigamos adelante.
Entonces ambas empezaron a estudiar la estancia a su alrededor, buscando qué puerta tomar a continuación.