Silver analizaba detenidamente a los lobos mientras sus compañeros seguían una infalible estrategia, esperar a que el belicoso guardia decidiera qué hacer.
– Bien. Soarin, distraelos.
El wonderbolt, que estaba estirando las alas, voló hacia los furiosos lobos y los rodeaba por encima de sus cabezas continuamente, enfadándolos cada vez más.
“Con esto ganaremos algo de tiempo. – Pensó Silver–“
Pero se equivocaba, pues los lobos, más inteligentes de lo que el guardia había supuesto, se lanzaron hacia los otros dos ponis. Soarin, reaccionando muy rápido, se lanzó contra dos de los lobos en un combate en bastante desventaja. Tras chocar contra uno de los lobos, éste voló hacia un árbol, reventando en pedazos. Pero ahora que había perdido el impulso, estaba en un serio problema. Los zarpazos y dentelladas impedían al wonderbolt alzar el vuelo, únicamente podía esquivar y retroceder indefenso. Para desesperación del pegaso, un timberwolf llegó por detrás, rodeándolo.
Pero el guardia no estaba en una situación mucho mejor. Se enfrentaba ahora a tres lobos, pues se había encargado de no dejar que ninguna de esas bestias llegara a Lyra. Sus cuchillos habían surgido en sus cascos mucho más rápido de lo que el primer lobo hubiera supuesto, y le costó a la bestia un buen corte en el morro. Pero la ventaja de la sorpresa no funcionaría con los otros dos lobos, y luchar contra tres adversarios no es cosa fácil.
“Al menos Lyra parece haber huido.”
No le dio tiempo a pensar demasiado, pues el primer lobo ya había saltado hacia él, dejándolo en una posición difícil. El guardia, que estaba esperando un movimiento parecido, saltó hacia atrás e interpuso su arma izquierda entre la yugular y la dentadura del animal. Pero otra vez no tenía tiempo para descansar, pues el segundo lobo ya saltaba, y faltó muy poco para que Silver perdiera la vida, pero más por instinto que otra cosa, levantó su cuchillo derecho, atravesando el pecho de madera del animal, y dejándolo aturullado y mal herido.
Soarin se encontraba en una situación terrible. De una coz precisa había hecho explotar al primer lobo, pero se había herido la pata en el proceso. El segundo lobo saltó hacia él y el pegaso no tuvo otro remedio que interponer su pata delantera en el ataque, recibiendo un considerable daño en la parte baja de la pata derecha. Su situación no mejoró nada, porque los dos lobos heridos por el guardia decidieron rematar al pegaso antes de continuar su pelea con él.
Soarin se veía ya muerto cuando dos cuchillos volaron por el aire, destrozando la cabeza de ambos lobos. Soarin miró agradecido a Silver, pero se le cayó el alma al suelo al ver la verdad. Ambos heridos y sin armas, estaban perdidos. Se miraron antes del final, cuando de repente, ambos lobos explotaron el uno tras el otro por sendos golpes de una contundente lira.
– Uf, menos mal que salí de mi escondite a tiempo. Te dije que no sería una carga.
“Y tanto…”