Seldrim se tumbó en la bañera llena de agua fría para relajarse. Mientras se quitaba los restos de ámbar de entre las escamas, no pudo evitar pensar en todo el tiempo que había malgastado limpiándoselas para la fiesta. Cerró los ojos tratando de relajarse, lo cual le fue imposible. Había algo en aquel lugar que se lo impedía, como un olor. El olor de algo... valioso.
En todos los palacios hay objetos de valor, los cuales suelen atraer a codiciosos ladrones. Seldrim, como buen dragón que era, se encargaría de "protegerlos".
Tenía tentaciones de ir a buscarlo en ese momento, pero si se marchaba se ausentaría de la comida y todos sospecharían. No, lo mejor sería esperar a después de comer, cuando todos estén dormiditos en sus camas, al amparo de la noche. Salió de la bañera y se echó en la cama. Tenía que descansar todo lo que pudiera. Esa noche iba a ser muy divertida.