Pongo uno que he tenido hoy por primera vez pero dos veces seguidas, y que puede considerarse pesadilla. Una muy interesante. Y creedme cuando os digo que no me lo estoy inventando.
Se trataba de un juego de horror. Es una aventura gráfica con un estilo artístico mezcla de Lenora y Salad Fingers, y en tercera persona. Comienza in medias res, en una tétrica mansión en ruinas donde un sujeto, sentado en una mesa llena de sangre y restos humanos, te relata calmadamente una historia, mientras permaneces atado en una silla. La narrativa lleva al principio de todo, con un convicto de pelo negro condenado por matar a su mujer que está profundamente arrepentido de sus acciones, su mente atormentándole día tras día. Pasas a controlarle, siendo tu primer objetivo fugarte ya que estás condenado a muerte y teniendo en tu poder únicamente tu ropa, un mono azul. A partir de ahí, descubres una trama de desapariciones en un pueblo oscuro y viejo al que llegas a parar, y decides investigar para evadirte de tu pasado.
La mecánica del juego es la típica: manejas al personaje en un entorno de movimiento libre (nada de point and click), hablas con los aldeanos, reúnes pistas, resuelves puzles en perspectiva de primera persona... De vez en cuando hay alguna escena demencial sobre los traumas mentales del protagonista, en que se acuerda de los buenos momentos de su mujer pero también se repite en su cabeza el asesinato una y otra vez, alterándose el escenario como si la locura lo deformase, oyendo voces y llorando en cuclillas mientras pide perdón. Encima, todos los habitantes del pueblo son hoscos o están tristes, y el cielo siempre está cubierto de nubes grises de tormenta por las que el sol no logra pasar. Por no hablar de la música, que es tétrica y malrollera hasta decir basta. Poco a poco vas descubriendo cosas que te llevan a la mansión que he dicho al principio. Tras pasar una reja de hierro y cruzar el jardín-cementerio, entras y te encuentras en un salón con biblioteca, una butaca y la chimenea encendida, única fuente de luz. Sigues investigando la casa, hasta acabar cara a cara con alguien con una cara macilenta y verdosa que parece que se le vaya a caer, en una habitación con una mesa como único mobiliario, con manchas de sangre y restos humanos por todas partes: tirados en el suelo, clavados a la pared, colgando de cadenas del techo... Decides que tienes que acabar con él, y así hacer algo correcto. La escena acaba con tu protagonista acorralado contra la ventana, manchado de sangre y con una tremendamente detallada expresión de horror mientras el otro individuo dirige su puño contra él.
Pero la cosa no acaba ahí. Oh, no. Ahora pasas a tomar el control de un inspector privado con sombrero marrón y gabardina beis, que ha estado siguiendo los pasos del fugado durante todo el juego, y llevas a cabo tu propia investigación, viendo los acontecimientos del juego desde otra perspectiva: distintas conversaciones con los aldeanos, cinemáticas en las que vas conociendo el historial del que has estado manejando hasta hace poco (escenas bastante oscuras en blanco y negro y con calidad de película vieja en que ves cómo pierde su trabajo, se va deprimiendo, cae cada vez más en la bebida, se lleva cada vez peor con su mujer y acaba por asesinarla, tras lo que se sume en la tristeza y la oscuridad), investigaciones y resolución de puzles que en algunos casos han cambiado por haber estado anteriormente haciendo eso mismo con el otro (vamos, descubrir objetos que ha dejado a la vista sin darse cuenta al explorar y resolver acertijos resultantes de haber completado otros)... Espero que se me entienda, ya que es bastante complejo, pero es alucinante que tus acciones al controlar a un personaje condicionen lo que te encuentras al jugar con otro más adelante, por no hablar de poder conocer su historia completa. Incluso llegas a verle de pasada en un par de cinemáticas: en una no puedes ir tras él por estar hablando con otras personas, y en otra ocasión le persigues sin que él lo sepa pero le pierdes de vista.
Buscar al asesino hace que sigas su propia investigación, y vas desengranando el extraño caso de las desapariciones de la misma forma: pistas, conversaciones, objetos, periódicos. Algunas de esas fuentes ya consultadas por el primer personaje. En fin, el caso es que acabas llegando a la misma mansión y sigues investigando sus acertijos, pero llegas un poco más lejos. Más concretamente al sótano, donde hay montada una auténtica cámara de los horrores, con restos de cadáveres y sangre por todas partes, hasta hay mesas de trabajo con extraños artilugios de hierro negro con los que se ha estado cortando, cosiendo, destripando... Recuerdo un torso ensangrentado al que un aparato parecido a una máquina de coser antigua ha estado abriendo y removiendo su contenido, previa mano externa ya que se nota que no es automático. Incluso hay una máquina gigante con electrodos acoplada a una pared, cuya función claramente es la de electrocutar a alguien hasta la muerte. Hay un hombre vivo y colgando de cadenas del techo, pero antes de que puedas ayudarle caes inconsciente por un golpe trasero.
El relato del extraño ser, cuya cara no se ha visto en ningún momento al estar sentado en las sombras, está por terminar. Tú sigues atado a la silla, sin tu sombrero pero con la gabardina aún puesta. Efectivamente: eres el inspector. Pero el terror alcanza su punto álgido cuando, durante una serie de espasmos dementes y risas demoniacas en los que defiende sus asesinatos como obras de arte y experimentación, el misterioso narrador acaba de narrar la historia de todo el juego (quedándole bien claro al personaje que ha estado vigilándole a él y el maltratador todo el tiempo) y sale a la luz. Ahí es cuando descubres que lleva puesta a modo de máscara la cara del primer personaje que controlaste, y descubres su fatídico destino. De repente logras liberarte de tus ataduras mal hechas, y justo a tiempo, porque el psicópata que tienes enfrente carga contra ti. Ahí comienza el último puzle del juego: sale en primer plano lateral el puño de tu agresor, y se enfoca a un anillo con tres diminutas púas venenosas, su arma favorita para matar. Debes descubrir cuál es la distinta a las demás para ganar, y no me preguntéis cómo acaba todo, porque ahí se acaba el sueño.
Es la primera vez que sueño con algo tan sorprendente: un puñetero juego completo, encima oscurísimo y de un terror absoluto. Para colmo, desarrolla tres tramas distintas: el asesino en serie de un pueblo rústico en vías de extinción, el fútil intento de redención de un criminal que nunca quiso serlo y que vive atormentado (quien te llega a dar lástima), y el inspector que sigue la estela de ambos. Encima, el que mató a su mujer tiene un final tremendamente triste, puesto que ni acaba en paz consigo mismo ni consigue eliminar al asesino en serie: muere sin haber superado su oscuridad y acaba de adorno facial del otro hijoputa.