Spoiler:
-Por favor, señorita Sparkle-le pidió con total cortesía el sirviente, al tiempo que retiraba la silla para que la unicornio pudiera tomar asiento-Su Alteza vendrá en seguida-le anunció antes de, con paso rápido y silencioso, salir de la pequeña estancia.
Twilight se terminó de acomodar en el asiento, mientras su “hermanito” hacía lo mismo al otro lado de la mesa y, mientras esperaba el retorno del criado o la llegada de su maestra, no pudo evitar recorrer con interés con su mirada aquella pequeña pero encantadora estancia. No era la primera vez que estaba en aquel pequeño comedor, aunque hacía ya algunos años que no entraba en él, por lo que, ante todo, volver allí hacía que en su memoria despertaran viejos y agradables recuerdos.
Aquella estancia se encontraba en una de las alas más reservadas del castillo real. No era una sala que pudiera considerarse “humilde”, como lo demostraban los muebles de madera noble, las cortinas de sedoso terciopelo, los candelabros de plata, la lámpara de araña de fino cristal de Lafiró o las gruesas alfombras que cubrían los suelos, así como las magníficas vistas que, a través de las amplias ventanas, podían tener los comensales de la bella ciudad capital de Canterlot. Sin embargo, con todo, era un lujo apagado en comparación con el esplendor y boato de la corte, por lo que daba con facilidad una curiosa impresión de sencillez. Lo que proporcionaba ese carácter más intimo a la sala, que era por ello preferido por la princesa Celestia a la hora de recibir algunas visitas, como aquella de su predilecta estudiante y de su leal compañero dragoncillo.
-Oye, Twilight-le dijo de repente Spike-¿Crees que la Princesa habrá hecho que me preparen algunas joyas?-le preguntó, relamiéndose por adelantado mientras sentía como le rugía el estómago.
-Oh…-suspiró, alegre, la unicornio, pensando que su “hermanito” seguía siendo el mismo, incluso ahí, en el mismo palacio real-Seguro que sí, Spike-le contestó.
El pequeño dragón no tuvo mucho tiempo para seguir preguntándose por la comida pues, en cuestión de un minuto, el sirviente regresó a la sala conduciendo con suavidad y rapidez un carrito cargado de platos, a pesar de lo cual, por la maestría del criado, ninguno de los platos, ni de los vasos ni de los cubiertos, hacían prácticamente ni el más mínimo sonido. Sin duda era realmente profesional en su labor, y con ella no tardó en servir con agilidad, los platos sobre la mesa.
Spike tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para resistir a la idea de abalanzarse, hambriento como estaba, sobre la bandeja que tenía delante de sí, sobre la que se acumulaban en orden distintas variedades de crujientes y brillantes gemas, todas de alta calidad. Pero, sintiendo la mirada suspicaz de su “hermana” sobre él, se esforzó por mantener sus garras pegadas a los costados. Sin embargo, la misma Twilight también sentía el peso de la tentación, tras una larga y dura mañana de estudio que le había dejado con un gran apetito, y no miraba con menos fascinación el generoso plato que tenía ante sí, con sus verduras y patatas fritas, que estaban acompañadas por una exquisita y generosa guarnición a base de crema de Horsilly, tan blanca y cremosa como no la había visto más que en algunos de los encargos más especiales e importantes de los Cake.
-¡Buenos días, mi estimada Twilight Sparkle! ¡Y a ti también, Spike!-les sobresaltó, de repente, la armoniosa voz de la princesa Celestia, que en ese momento hizo entrada en el pequeño comedor-¡Oh, no, no! Eso no es necesario-les dijo, haciendo un señal y sin poder evitar una ligera risa, al ver que ambos se disponían a levantarse para hacerle una protocolaria reverencia-¡Sentaos, sentaos!-les insistió hasta que, en efecto, lo hicieron.
La princesa, con un gesto elegante, terminó de avanzar hasta la cabecera de la mesa, donde se sentó, contemplando con una alegre sonrisa a sus dos invitados, con expresión de que nada podía hacerla más feliz que estar en su compañía. Mientras, con la misma y recatada habilidad, el criado, que aún estaba allí, le colocó un plato ante su sitial, con una pequeña y modesta ensalada de lechuga, tomate, pepino y queso; para, a continuación y tras un gesto aprobador de la alicornio, descorchar y abrir una botella de sidra con la que, sin derramar una sola gota, llenó tres alargadas copas que sirvió ante cada uno de los comensales.
-Por ahora eso es todo. Muchas gracias, Buttershy-despidió la Princesa cordialmente al sirviente.
-Majestad-se despidió aquel con una leve reverencia.
-Y, decidme-inició Celestia la conversación tras tomar un breve sorbo de su copa-¿Marchan bien las cosas en Ponyville? Espero que vuestras amigas se encuentren bien, todas tan alegres y animadas como siempre.
-Desde luego, Princesa-asintió Twilight-Todas están perfectamente.
-¿Y está siendo agradable vuestro breve retorno a Canterlot?
-¡Oh, sí, Princesa!-le respondió, de inmediato Twilight, tras tomar el primer trozo de espárrago e intentando no fulminar a su “hermanito” con la mirada, pues masticaba con despreocupada fascinación una crujiente esmeralda produciendo un crispante ruido-Y, la verdad, también muy interesante y estimulante.
-Me alegra oír eso-asintió aquella-Entiendo que habrás descubierto ya la fascinante magia que crearon los aydara.
-¡Desde luego!-la joven unicornio se vio embargada de tal emoción que, a pesar de tener aún el estómago vacío, se olvidó por un momento de comer-Hoy, precisamente, Fogsun me ha mostrado algunos hechizos sencillos y es increíble como usó su magia para despertar y controlar la potencia interna de unas esferas de cobre. En sí no me ha mostrado nada que pueda considerarse prodigioso, y…-se interrumpió al recordar aquella sensación que había experimentado hacía unas noches.
-¿Sí?-la instó a continuar su maestra.
-Princesa…-no estaba segura de cómo plantear aquello, pues se sentía un poco avergonzada por su mala memoria-…la verdad es que hay una cosa sobre la que tendría que haberos hablado antes, pero,…, que, con la llegada de vuestra carta y lo inesperado de vuestra encomienda,…, se,…, se me olvidó-añadió, cabizbaja.
-No te preocupes, Twilight-le dijo para tranquilizarla la alicornio, pues intuía muy bien de qué podía estar hablando su estudiante-¿Qué tienes que decirme?
-Sí, verá, Princesa. Sucedió el viernes por la noche. Poco antes de acostarme, tuve una rara sensación, percibí la presencia de una extraña magia, una hechicería como no había sentido nunca en toda mi vida… Fue cosa de unos segundos, pero aquel conjuro fue tan poderoso que…El sábado por la mañana tuve la idea, claro, de escribirle para contárselo, pero, entonces, llegó su carta y, con mis primeras lecturas, el viaje a Canterlot, las…
-¡Tranquila, tranquila, Twilight!-le interrumpió la Princesa-No pierdas la calma por este pequeño despiste. Te aseguro que no ha pasado nada malo-calló unos segundos y añadió-Bien. Continua.
-Bueno, Princesa, lo más importante es que ahora puedo afirmar que ese conjuro era un hechizo aydara, pues compartía la misma esencia que los que he presenciado esta mañana…Y…-dudó antes de seguir, aunque realmente quería, necesitaba hacer aquella pregunta.
-Pregunta sin miedo-se limitó a decirle la Princesa.
-Y no he podido evitar preguntarme si no tendría algo que ver el que me encargase estudiar la magia aydara con ese hechizo que percibí.
-No es ilógico que te hayas planteado esa pregunta-le sonrió con complicidad-Aunque te diré, en primer lugar, Twilight, que si he querido que estudiases la magia aydara es porque lo he considerado larga y detenidamente y he visto que era lo más conveniente para que continuases con tu formación. Estimo que es un conocimiento que algún día te habrá de servir para mucho.
-Oh…Claro, Princesa…-intentó decir algo su alumna, que sentía un poco tonta, como si acabara de fallar en la pregunta de un examen.
-En cuanto al conjuro que sentiste aquella noche, yo también lo percibí, y te puedo asegurar que no es algo por lo que haya que preocuparse.
-¡Ah! Bueno…-intentó ocultar su decepción la unicornio, que hubiera preferido tener alguna respuesta más concreta sobre qué había sido aquello, pero por la forma de expresarse de la princesa y por su tono, aunque sonaba totalmente sosegado y tranquilo, ella supo que no iba a añadir nada más al respecto.
La princesa la contempló y vio claramente el descontento mal disimulado en el rostro de su alumno, pero se abstuvo de añadir nada más. En estos momentos no consideraba necesario revelarle nada más a Twilight sobre aquel hechizo ni sobre el hechicero que estaba detrás ni sobre sus objetivos. Lo importante ahora era que siguiera con buen paso con su instrucción en la magia aydara.
-Está mañana has estado trabajando con el joven Fogsun Dremtly, ¿no es así?-le preguntó la Princesa, cambiando de tema-Y creo que habrás superado con ello la desconfianza que tuviste hace dos noches cuando te comuniqué que sería él quien se encargase, en última instancia, de tu instrucción, y no Knowling.
-Es verdad que tuve algunas dudas entonces…-asintió la unicornio-Pero al hablar con él, ayer y hoy, se me disiparon. Es un poco…rservado-señaló, aunque a ella ese término le parecía a poco-, pero brillante y muy inteligente.
-Parece que te ha caído bien-comentó, con cierta sonrisa sugerente.
-¿Eh?... Sí. Es bastante cordial…-le respondió, sin percibir ni imaginar nada detrás de las palabras de la alicornio.
-Pues a mí no me lo parece-le interrumpió Spike, tomando la palabra.
-¡Spike!-saltó Twilight, comprendiendo la postura del dragoncillo pero prefiriendo no hacer caso a las…maneras del unicornio.
-¿Y esa opinión tan desfavorable a que se debe, mi querido Spike?-le preguntó Celestia con curiosidad.
-A que parece que me tiene manía o algo contra mí, quizá por no ser un pony…
-No diría eso…-se apresuró Twilight a hablar incluso antes de pensar en qué iba a decir exactamente-Lo que pasa es que Fog… Es algo tímido y… Bueno… Le cuesta coger confianza con los demás. Sin embargo, conmigo es muy amable y ha tenido el detalle de prestarme unos libros que me están resultando muy útiles y prácticos.
-Vaya, Me alegra mucho oír eso-asintió la Princesa, fijándose, curiosa, en la forma en que Twilight se había referido a Dremtly, pero absteniéndose de decir nada al respecto.
-Y, además, ayer el profesor Knowling y yo estuvimos organizando el plan de estudios y él sugirió que podría realizarlo en Ponyville.
-¿En Ponyville?-le preguntó, sin ocultar cierta sorpresa, pues aquello realmente nunca se le hubiera imaginado. Así que Knowling se había atrevido a dar aquel paso…
-Sí-asintió, sonriente la unicornio-A mí también me resultó extraño cuando lo propuso, pero, por otro lado, me pareció una buena idea…-miró a su maestra de reojo mientras cogía con el tenedor un trozo de patata, temiendo haber hecho algo mal.
-Desde luego, si el profesor Knowling lo ha considerado así, debe tener sus razones-comentó la Princesa, con un tono seco, indiferente, que hizo pensar a la unicornio que su maestra no tenía precisamente la mejor de las opiniones sobre el profesor, aunque no se imaginaba por qué. Se preguntó si tendría algo que ver con lo del hechizo del que, por alguna razón, no quería decirle nada-Espero, por otro lado, que no dejes de informarme de tus progresos puntualmente, mi querida alumna-le dijo finalmente la alicornio, retomando un tono agradable mientras comenzaba a tomar, poco a poco, su ensalada.
-Desde luego, Princesa-asintió rápidamente la unicornio.
Twilight se terminó de acomodar en el asiento, mientras su “hermanito” hacía lo mismo al otro lado de la mesa y, mientras esperaba el retorno del criado o la llegada de su maestra, no pudo evitar recorrer con interés con su mirada aquella pequeña pero encantadora estancia. No era la primera vez que estaba en aquel pequeño comedor, aunque hacía ya algunos años que no entraba en él, por lo que, ante todo, volver allí hacía que en su memoria despertaran viejos y agradables recuerdos.
Aquella estancia se encontraba en una de las alas más reservadas del castillo real. No era una sala que pudiera considerarse “humilde”, como lo demostraban los muebles de madera noble, las cortinas de sedoso terciopelo, los candelabros de plata, la lámpara de araña de fino cristal de Lafiró o las gruesas alfombras que cubrían los suelos, así como las magníficas vistas que, a través de las amplias ventanas, podían tener los comensales de la bella ciudad capital de Canterlot. Sin embargo, con todo, era un lujo apagado en comparación con el esplendor y boato de la corte, por lo que daba con facilidad una curiosa impresión de sencillez. Lo que proporcionaba ese carácter más intimo a la sala, que era por ello preferido por la princesa Celestia a la hora de recibir algunas visitas, como aquella de su predilecta estudiante y de su leal compañero dragoncillo.
-Oye, Twilight-le dijo de repente Spike-¿Crees que la Princesa habrá hecho que me preparen algunas joyas?-le preguntó, relamiéndose por adelantado mientras sentía como le rugía el estómago.
-Oh…-suspiró, alegre, la unicornio, pensando que su “hermanito” seguía siendo el mismo, incluso ahí, en el mismo palacio real-Seguro que sí, Spike-le contestó.
El pequeño dragón no tuvo mucho tiempo para seguir preguntándose por la comida pues, en cuestión de un minuto, el sirviente regresó a la sala conduciendo con suavidad y rapidez un carrito cargado de platos, a pesar de lo cual, por la maestría del criado, ninguno de los platos, ni de los vasos ni de los cubiertos, hacían prácticamente ni el más mínimo sonido. Sin duda era realmente profesional en su labor, y con ella no tardó en servir con agilidad, los platos sobre la mesa.
Spike tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para resistir a la idea de abalanzarse, hambriento como estaba, sobre la bandeja que tenía delante de sí, sobre la que se acumulaban en orden distintas variedades de crujientes y brillantes gemas, todas de alta calidad. Pero, sintiendo la mirada suspicaz de su “hermana” sobre él, se esforzó por mantener sus garras pegadas a los costados. Sin embargo, la misma Twilight también sentía el peso de la tentación, tras una larga y dura mañana de estudio que le había dejado con un gran apetito, y no miraba con menos fascinación el generoso plato que tenía ante sí, con sus verduras y patatas fritas, que estaban acompañadas por una exquisita y generosa guarnición a base de crema de Horsilly, tan blanca y cremosa como no la había visto más que en algunos de los encargos más especiales e importantes de los Cake.
-¡Buenos días, mi estimada Twilight Sparkle! ¡Y a ti también, Spike!-les sobresaltó, de repente, la armoniosa voz de la princesa Celestia, que en ese momento hizo entrada en el pequeño comedor-¡Oh, no, no! Eso no es necesario-les dijo, haciendo un señal y sin poder evitar una ligera risa, al ver que ambos se disponían a levantarse para hacerle una protocolaria reverencia-¡Sentaos, sentaos!-les insistió hasta que, en efecto, lo hicieron.
La princesa, con un gesto elegante, terminó de avanzar hasta la cabecera de la mesa, donde se sentó, contemplando con una alegre sonrisa a sus dos invitados, con expresión de que nada podía hacerla más feliz que estar en su compañía. Mientras, con la misma y recatada habilidad, el criado, que aún estaba allí, le colocó un plato ante su sitial, con una pequeña y modesta ensalada de lechuga, tomate, pepino y queso; para, a continuación y tras un gesto aprobador de la alicornio, descorchar y abrir una botella de sidra con la que, sin derramar una sola gota, llenó tres alargadas copas que sirvió ante cada uno de los comensales.
-Por ahora eso es todo. Muchas gracias, Buttershy-despidió la Princesa cordialmente al sirviente.
-Majestad-se despidió aquel con una leve reverencia.
-Y, decidme-inició Celestia la conversación tras tomar un breve sorbo de su copa-¿Marchan bien las cosas en Ponyville? Espero que vuestras amigas se encuentren bien, todas tan alegres y animadas como siempre.
-Desde luego, Princesa-asintió Twilight-Todas están perfectamente.
-¿Y está siendo agradable vuestro breve retorno a Canterlot?
-¡Oh, sí, Princesa!-le respondió, de inmediato Twilight, tras tomar el primer trozo de espárrago e intentando no fulminar a su “hermanito” con la mirada, pues masticaba con despreocupada fascinación una crujiente esmeralda produciendo un crispante ruido-Y, la verdad, también muy interesante y estimulante.
-Me alegra oír eso-asintió aquella-Entiendo que habrás descubierto ya la fascinante magia que crearon los aydara.
-¡Desde luego!-la joven unicornio se vio embargada de tal emoción que, a pesar de tener aún el estómago vacío, se olvidó por un momento de comer-Hoy, precisamente, Fogsun me ha mostrado algunos hechizos sencillos y es increíble como usó su magia para despertar y controlar la potencia interna de unas esferas de cobre. En sí no me ha mostrado nada que pueda considerarse prodigioso, y…-se interrumpió al recordar aquella sensación que había experimentado hacía unas noches.
-¿Sí?-la instó a continuar su maestra.
-Princesa…-no estaba segura de cómo plantear aquello, pues se sentía un poco avergonzada por su mala memoria-…la verdad es que hay una cosa sobre la que tendría que haberos hablado antes, pero,…, que, con la llegada de vuestra carta y lo inesperado de vuestra encomienda,…, se,…, se me olvidó-añadió, cabizbaja.
-No te preocupes, Twilight-le dijo para tranquilizarla la alicornio, pues intuía muy bien de qué podía estar hablando su estudiante-¿Qué tienes que decirme?
-Sí, verá, Princesa. Sucedió el viernes por la noche. Poco antes de acostarme, tuve una rara sensación, percibí la presencia de una extraña magia, una hechicería como no había sentido nunca en toda mi vida… Fue cosa de unos segundos, pero aquel conjuro fue tan poderoso que…El sábado por la mañana tuve la idea, claro, de escribirle para contárselo, pero, entonces, llegó su carta y, con mis primeras lecturas, el viaje a Canterlot, las…
-¡Tranquila, tranquila, Twilight!-le interrumpió la Princesa-No pierdas la calma por este pequeño despiste. Te aseguro que no ha pasado nada malo-calló unos segundos y añadió-Bien. Continua.
-Bueno, Princesa, lo más importante es que ahora puedo afirmar que ese conjuro era un hechizo aydara, pues compartía la misma esencia que los que he presenciado esta mañana…Y…-dudó antes de seguir, aunque realmente quería, necesitaba hacer aquella pregunta.
-Pregunta sin miedo-se limitó a decirle la Princesa.
-Y no he podido evitar preguntarme si no tendría algo que ver el que me encargase estudiar la magia aydara con ese hechizo que percibí.
-No es ilógico que te hayas planteado esa pregunta-le sonrió con complicidad-Aunque te diré, en primer lugar, Twilight, que si he querido que estudiases la magia aydara es porque lo he considerado larga y detenidamente y he visto que era lo más conveniente para que continuases con tu formación. Estimo que es un conocimiento que algún día te habrá de servir para mucho.
-Oh…Claro, Princesa…-intentó decir algo su alumna, que sentía un poco tonta, como si acabara de fallar en la pregunta de un examen.
-En cuanto al conjuro que sentiste aquella noche, yo también lo percibí, y te puedo asegurar que no es algo por lo que haya que preocuparse.
-¡Ah! Bueno…-intentó ocultar su decepción la unicornio, que hubiera preferido tener alguna respuesta más concreta sobre qué había sido aquello, pero por la forma de expresarse de la princesa y por su tono, aunque sonaba totalmente sosegado y tranquilo, ella supo que no iba a añadir nada más al respecto.
La princesa la contempló y vio claramente el descontento mal disimulado en el rostro de su alumno, pero se abstuvo de añadir nada más. En estos momentos no consideraba necesario revelarle nada más a Twilight sobre aquel hechizo ni sobre el hechicero que estaba detrás ni sobre sus objetivos. Lo importante ahora era que siguiera con buen paso con su instrucción en la magia aydara.
-Está mañana has estado trabajando con el joven Fogsun Dremtly, ¿no es así?-le preguntó la Princesa, cambiando de tema-Y creo que habrás superado con ello la desconfianza que tuviste hace dos noches cuando te comuniqué que sería él quien se encargase, en última instancia, de tu instrucción, y no Knowling.
-Es verdad que tuve algunas dudas entonces…-asintió la unicornio-Pero al hablar con él, ayer y hoy, se me disiparon. Es un poco…rservado-señaló, aunque a ella ese término le parecía a poco-, pero brillante y muy inteligente.
-Parece que te ha caído bien-comentó, con cierta sonrisa sugerente.
-¿Eh?... Sí. Es bastante cordial…-le respondió, sin percibir ni imaginar nada detrás de las palabras de la alicornio.
-Pues a mí no me lo parece-le interrumpió Spike, tomando la palabra.
-¡Spike!-saltó Twilight, comprendiendo la postura del dragoncillo pero prefiriendo no hacer caso a las…maneras del unicornio.
-¿Y esa opinión tan desfavorable a que se debe, mi querido Spike?-le preguntó Celestia con curiosidad.
-A que parece que me tiene manía o algo contra mí, quizá por no ser un pony…
-No diría eso…-se apresuró Twilight a hablar incluso antes de pensar en qué iba a decir exactamente-Lo que pasa es que Fog… Es algo tímido y… Bueno… Le cuesta coger confianza con los demás. Sin embargo, conmigo es muy amable y ha tenido el detalle de prestarme unos libros que me están resultando muy útiles y prácticos.
-Vaya, Me alegra mucho oír eso-asintió la Princesa, fijándose, curiosa, en la forma en que Twilight se había referido a Dremtly, pero absteniéndose de decir nada al respecto.
-Y, además, ayer el profesor Knowling y yo estuvimos organizando el plan de estudios y él sugirió que podría realizarlo en Ponyville.
-¿En Ponyville?-le preguntó, sin ocultar cierta sorpresa, pues aquello realmente nunca se le hubiera imaginado. Así que Knowling se había atrevido a dar aquel paso…
-Sí-asintió, sonriente la unicornio-A mí también me resultó extraño cuando lo propuso, pero, por otro lado, me pareció una buena idea…-miró a su maestra de reojo mientras cogía con el tenedor un trozo de patata, temiendo haber hecho algo mal.
-Desde luego, si el profesor Knowling lo ha considerado así, debe tener sus razones-comentó la Princesa, con un tono seco, indiferente, que hizo pensar a la unicornio que su maestra no tenía precisamente la mejor de las opiniones sobre el profesor, aunque no se imaginaba por qué. Se preguntó si tendría algo que ver con lo del hechizo del que, por alguna razón, no quería decirle nada-Espero, por otro lado, que no dejes de informarme de tus progresos puntualmente, mi querida alumna-le dijo finalmente la alicornio, retomando un tono agradable mientras comenzaba a tomar, poco a poco, su ensalada.
-Desde luego, Princesa-asintió rápidamente la unicornio.