Amor de madre [Slice of life]

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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor EdoNova » 26 Ago 2014, 19:40

Vaya apuro, pobre Luna, pero a la vez, bravo por ella, supongo que para una criatura vegetariana el simple hecho de tener que tratar con la carne debe de ser duro
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor horwaith » 26 Ago 2014, 20:09

buena la dieta de Frank y bonita conversación con Lyra, pero Twilight no debe ser tan mala cocinando, ¿verdad?
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor Sg91 » 29 Ago 2014, 19:05

Capítulo 23

El hijo pródigo


Cadance se despertó en cuanto los primeros rayos del sol incidieron sobre la acristalada superficie de su palacio; era en esos momentos cuando más sentía haberse despertado, y no porque fuera una dormilona y la gustara estar en la cama más tiempo de lo debido.

-Venga, cariño, hay que levantarse…

-No… otra vez no…

-Lo sé, pero no nos queda otra…

Desde que vivían en el imperio, todo había sido un no parar; a veces echaba de menos su vida como princesa heredera, sin apenas deberes reales y con más tiempo para ella. Pero el saber que tenía un imperio sobre sus hombros que llevar, conseguía despertarla del todo.

Antes de dirigirse al comedor se pasó por el baño para acicalarse un poco y terminar de despejarse; se puso su corona, collarín y demás engalanes reales y siguió a su marido por los pasillos hasta llegar al comedor, donde el desayuno ya les esperaba puesto en la mesa. Los ponis de cristal destacaban por ser bastante trabajadores, teniéndolo todo preparado enseguida; desde que ella los gobernaba, todos los días la probaban un amor y lealtad bastante grandes, cosa que la reconfortaba mucho y la animaba a seguir.

-Buenos días, altezas… ¿Qué tal han dormido?-inquirió una poni de cristal vestida cual secretaria.

-Bien, gracias Schedule Order…

Schedule Order era la poni que llevaba la agenda tanto de Shining como de Cadance, teniéndolo todo bastante bien organizado para aprovechar el día y rendir al cien por cien; si no fuera por ella, Shining y Cadance acabarían muertos de los nervios casi todos los días.

-El príncipe Shining Armor tiene esta mañana entrenamiento con la división unicornio de la guardia cristalina; luego a mediodía hay cambio de guardia, y por la tarde coincide con su esposa en una reunión con el consejo administrativo para tratar el tema del mercadillo los miércoles por la mañana, hay ciertas irregularidades que hay que tratar.

-Muy bien…-murmuró el aludido, mientras se untaba una tostada.

-En cuanto a usted, alteza, para esta mañana tiene que retomar el tema de actualización de las leyes; a mediodía se tiene que ver con la asociación de comerciantes para finiquitar el asunto de los horarios comerciales, y por la tarde coincide con su marido en la reunión que antes cité.

-De acuerdo… gracias Schedule, puedes retirarte-la indicó Cadance.

La poni de cristal se fue de allí y, una vez solos, ambos príncipes se dieron el lujo de soltar un cansado suspiro.

-Es un no parar… me tiene loca…-masculló ella, mordiéndose el labio inferior.

-Dímelo a mí… y no sólo por tener que entrenar a un ejército que lleva siglos desfasado, sino porque tengo que coordinar temas de Canterlot desde aquí. Me estoy planteando seriamente ceder mi puesto de capitán de la guardia real a Skipper…-comentó Shining, sin ningún atisbo de duda en su voz.

-Pues si puedes hazlo, cariño, a ver si así pasamos más tiempo juntos…

-Supongo que sí que podré, aunque… ah, no sé, ya veré lo que hago.

Cadance sabía y con creces que manejar un reino no era tarea sencilla, muchas otras veces había llegado a ver su tía tan estresada como ella o más cuando sólo era princesa heredera; pero ahora que era princesa regente y la tocaba a ella manejar los hilos, comprendía mucho mejor a su tía.

-Bueno, al menos tú tuviste ese día de descanso con Twilight… ¿Qué tal os fue, por cierto?

-Caótico en sí mismo, apareció Discord y nos estuvo dando el coñazo… aunque al final del día, tampoco estuvo tan mal…

-¿Ese esperpento? No entiendo cómo os fiais de él así sin más…

-Bueno, es como un potrillo encerrado en el cuerpo de un adulto, pero no es peligroso per se…

-Por ahora, dale tiempo… no entiendo por qué la princesa quiso reformarle…

Una vez que terminaron de desayunar, cada uno se fue a hacer sus tareas diarias.

Aun a pesar de que ya llevaba trabajando en el asunto desde hacía tiempo, aún no había conseguido actualizar todas las leyes del imperio, sobre todo por tiempo; la burocracia y la forma de llevar todo el papeleo también estaba desfasada, y eso hacía que el proceso de reconversión fuera lento y bastante tedioso. Hasta ahora, Cadance había hecho todo lo posible por acelerar el proceso incluyendo métodos más actuales para la tramitación y gestión de los recursos, pero aun así estos se encontraban muy limitados debido a la antigüedad de las leyes vigentes. Más de una vez había llegado a pensar en partir de cero y crear un nuevo sistema más actual e integrado, pero todos sus consejeros se lo habían desaconsejado casi al unísono. Si por algo destaca el imperio, es porque posee un sistema gubernamental que ha conseguido sobrevivir al paso del tiempo gracias a la maldición del rey Sombra, partir de cero supondría eliminar un sistema de más de mil años de antigüedad. Por lo que no la quedaba otra que tratar de reformarlo tirando por otras vías.

A diferencia de Ecuestria, todo el poder ejecutivo recaía sobre Cadance, la cual era la que tomaba todas y cada una de las decisiones; tenia consigo una serie de consejeros que la asesoraban y recomendaban en diferentes campos y materias concernientes a la administración local, pero era ella la que tenía la última palabra en casi todo. Por ejemplo, ella no tenía ninguna potestad sobre el ejército, esa tan sólo la ejercía Shining, que era ahora el capitán de la guardia Cristalina por aclamación popular; como mucho podía dar algunas órdenes menores si necesitaba la ayuda de la guardia, pero en cuanto a mando en sí se refería, sólo Shining tenía autoridad.

Debido a esto, ninguna de estas decisiones eran consultadas con el pueblo, el cual callaba y acataba las normas según éstas iban surgiendo; a Cadance no la terminaba de convencer esa situación y quería hacer algo parecido a la Cámara Alta ecuestriana, pero entre que la mayoría de sus consejeros no estaban por la labor y el pueblo en sí insistía en mantenerse al margen de su administración, poco podía hacer. Esa era otra de las situaciones que irritaba a Cadance, la sumisión total de su pueblo; ella no era ninguna gobernanta tiránica ni nada por el estilo, sino una princesa que tan solo estaba empezando. El único modelo que había visto en toda su vida era el de su tía, el cual funcionaba perfectamente, sobre todo ahora después de la reforma de la Cámara Alta. Quería aplicarlo, pero no era tan sencillo implementar un sistema de gobierno moderno en uno tan antiguo. Y al final siempre era el tiempo el que acababa alargando todos los procesos.

-Maldita sea… todo está supeditado a lo que yo decida, pero es que no quiero decidirlo todo yo sola ¿qué puedo hacer?-se preguntó ella, sintiéndose más perdida que nunca.

Era en situaciones como esa cuando más se preguntaba que qué haría su madre.

-Oh, mamá… todo este sistema es de cuando tú reinabas, pero ahora se encuentra obsoleto… ¿qué puedo hacer por mi pueblo? Quiero liderarlos, no subyugarlos ni atarlos a mis propias decisiones…

El ceño de Cadance se torció, mirando con cierta pena al retrato de su madre; desde que lo descubrió decidió subirlo hasta su despacho, donde colgaba encima de la puerta. Su despacho estaba en el último piso del palacio, al lado de su habitación y muy cerca de la parte superior de la torre. No era mucho más grande que su habitación, había una pequeña mesa de juntas a mano derecha nada más entrar, varias estanterías llenas de libros decoraban las paredes de forma ovalada y su escritorio de caoba siempre estaba hasta arriba de papeles y pergaminos. Detrás de éste, una amplia cristalera ofrecía unas fabulosas vistas de todo el imperio y alumbraba el lugar durante casi todo el día. Cadance suspiró y contempló su tierra desde lo más alto; aun a pesar de lo brillante que se veía el futuro para el imperio, ella tan solo veía dudas e incertidumbre. Y, últimamente, se sentía más y más cansada.

-Lo veo difícil, pero eso no significa que me quede de patas cruzadas y lamentándome. Tengo que seguir trabajando por mi tierra y por mis ponis-se dijo a ella misma, para tratar de animarse.

Y así, se sentó de nuevo ante su escritorio y volvió a repasar todas las leyes desde el principio.





Por parte de Shining Armor, no tenía tanto trabajo como su mujer, pero aun así había mucho camino por recorrer; al ser sólo príncipe consorte no tenía potestad administrativa como Cadance, pero sí que poseía total libertad para organizar y comandar al ejército. Ya tenía experiencia previa liderando a la guardia real de Canterlot, lo que le facilitaba un poco las cosas; pero lo malo venía a la hora de organizar y coordinar unas fuerzas tan desfasadas y antiguas como eran las de la guardia Cristalina. Hacia siglos desde que los hombres habían vuelto a coger una lanza, y menos aún habían entrenado, por lo que ponerles al día resultaba una tarea sumamente complicada. Se había traído de Canterlot una serie de instrumentos y herramientas de entrenamiento nunca antes vistos por los ponis de cristal, por lo que le tocaba enseñarles también cómo se manejaban los poyetes, las ruedas, las dianas y demás utilería.

Shining también había considerado seriamente el contratar a alguien que le ayudara, puesto que él sólo no daba abasto; desde hacía un par de semanas, había mandado a Canterlot una carta pidiendo a alguien que estuviese preparado para entrenar y enseñar a una fuerza militar con más de mil años de antigüedad. Estuvieron varias semanas sin contestar, hasta que finalmente dijeron algo; en la última carta recibida, le comunicaron que para esa misma semana enviarían al único hombre que se había presentado voluntario para ayudarle. Y, presumiblemente, llegaba ese mismo día.

-Espero que llegue hoy, no creo que mi paciencia aguante tanto…-pensó Shining, viendo entrenar a los soldados.

-Capitán…-oyó en ese momento una voz tras suyo.

Shining se dio la vuelta y vio a unos de sus hombres mirándole.

-¿Sí, soldado?

-Hay aquí un pegaso preguntando por usted, dice que viene de Canterlot…

-Dígale que pase.

Al cabo de poco rato, apareció el mencionado pegaso; se trataba de un poni joven, de pelaje anaranjado, crin y cola azul oscuro y ojos claros. Su marca de belleza consistía en un escudo azul con un rayo amarillo superpuesto.

-Muy bien ¿quién tenemos aquí? Preséntese, soldado-indicó Shining.

-¡Flash Sentry reportándose a su servicio, mi señor! ¡Vengo de la división de pegasos de Canterlot para asistirle, oí que necesitaba ayuda aquí en el imperio y vengo en calidad de voluntario!

-Su ayuda es bienvenida, soldado… y dígame ¿en qué se especializa en combate?-quiso saber Shining.

-Se me da especialmente bien el combate cuerpo a cuerpo y a media distancia, señor.

-¿Oh, sí? Me gustaría comprobar eso… muy bien, soldado, venga conmigo, se unirá a las prácticas de hoy.

Flash siguió a Shining hasta el centro del gimnasio, donde el capitán tocó el silbato, llamando a toda la división; en menos de cinco segundos siquiera, los soldados se dispusieron en fila delante de ellos.

-¡Muy bien, tropa, quiero que den la bienvenida a Flash Sentry, ha venido a ayudarme en los entrenamientos y a partir de ya será mi segundo al mando aquí, así que quiero que le muestren el mismo respeto que me muestran a mí! ¿Entendido?

-¡Señor, sí señor!

-¡Muy bien! ¡Hasta ahora hemos estado trabajando la condición física y el combate cuerpo a cuerpo, ya que la magia no siempre lo es todo para un unicornio! ¡Aún faltan varias sesiones más, pero por ahora vamos a hacer un resumen de todo lo aprendido hasta el momento! ¡Flash Sentry y yo nos enfrentaremos en esta ocasión en un combate de exhibición para ilustrar las últimas lecciones!

La noticia fue recibida con mucha expectación y los soldados se sentaron en las gradas, preparados para ver el combate.

-¿Te parece bien que compruebe tus habilidades enseñándoselas a los chicos?-inquirió en ese momento Shining.

-Por supuesto, señor…

-Muy bien… muéstrame lo que sabes hacer, te dejo que ataques primero.

Antes de empezar, los dos se armaron con sendas lanzas; a una señal de Shining, el combate comenzó y Flash se lanzó primero, blandiendo la lanza hacia el costado derecho de su oponente. Con gran velocidad y buenos reflejos, Shining pudo interceptar y bloquear la estocada, devolviéndosela rápidamente desde el otro lado; pero Flash tampoco se quedó quieto y balanceó la lanza, llegando a bloquearle al mismo tiempo.

Justo después, el pegaso atacó de frente y Shining le interceptó, comenzando a intercambiarse golpes constantemente; mientras que el unicornio trataba siempre de no perderlo de vista y que no se alejara mucho, el pegaso combinaba golpes a corta distancia con algunos a media distancia, utilizando casi todos las partes de la lanza para atacar. Si se quedaba muy desmarcado, esquivaba los golpes saltando, sin llegar a despegar del todo, y usando sus alas para mantener el equilibrio en el aire. Shining trató de usar esto a su favor para tratar de alcanzarle, pero Flash se movía deprisa y aleteaba hacia abajo, confundiendo a Shining cada vez que éste le atacaba.

-No lo haces nada mal… pero ¿y si hago esto?

Justo después, el unicornio blandió su lanza hacia los lados, girándola por encima de su cabeza y al mismo tiempo que intentaba golpearle; ante esa situación, Flash actuó deprisa. Se agachó para que no le alcanzara, y luego blandió su lanza hacia delante, llegando a interrumpir el giro de Shining; inmediatamente después, dio una estocada hacia abajo y consiguió desarmar al capitán de la guardia Cristalina y de la guardia Real de Canterlot.

El resto de soldados aplaudieron a rabiar, encantados por el gran espectáculo que habían dado ambos ponis.

-Vaya, realmente sabes desenvolverte muy bien… me gustas, chaval, tienes buena técnica-le alabó Shining.

-Gracias, señor, usted también es muy hábil-añadió Flash.

Tras ese breve intercambio de palabras, Shining se dirigió al resto de la división.

-¡Muy bien, ya habréis observado que hemos usado casi todas las técnicas que hemos visto hasta ahora, por lo que lo dejaremos aquí! ¡Mañana terminaremos con el esto y pasaremos a hacer la prueba final antes de seguir con el combate a larga distancia usando magia! ¡Podéis retiraros!

Los soldados se fueron yendo en pequeños grupos hasta que sólo quedaron en el gimnasio Shining y Flash.

-Bueno, por hoy hemos terminado, por lo que te dejaré para que te asientes un poco; a mediodía hay cambio de guardia.

-Muy bien, señor.

-Yo me retiro ya, tengo cosas que hacer.

Ambos ponis se fueron cada uno por su lado, dejando el gimnasio vacío.

El resto de la mañana pasó enseguida, a mediodía Shining asistió al cambio de guardia para comprobar que se realizaba con normalidad y, a la hora de comer, tanto él como Cadance se reencontraron en el comedor; estuvieron hablando de cómo les había ido la mañana, contando un poco los detalles y descansando también. La hora de comer era uno de los pocos momentos en los que se solían ver de un tiempo a esa parte, y lo aprovechaban bastante desde entonces. Como había un par de horas antes de esa reunión con el consejo administrativo, decidieron echar una siesta los dos juntos, para así prepararse para la que iba a ser una tarde muy larga. Pidieron que no se les molestase salvo emergencia grave y se echaron en la cama, hablando entre medias antes de dormirse.

-Ay, echaba de menos estos momentos a solas contigo… estos últimos meses apenas hemos tenido tiempo para nosotros…-murmuró Cadance, a media voz.

-Lo sé… pero ya sabes que el deber llama casi siempre…

-Sí… aunque ya podría llamar no tan de seguido, empieza a aburrirme…

Los dos se rieron tontamente, al tiempo que Cadance se acomodaba en el regazo de su marido; por un momento abrió la boca para decir algo, pero entonces vio que Shining ya se había dormido. La alicornio rosada esbozó una media sonrisa y, por un momento, le tuvo envidia, por lo que al final decidió imitarle, cerrando los ojos y durmiéndose casi al instante.





Se suele decir que, cuando se duerme, se da un salto entre tiempo y tiempo que apenas se percibe; pero para Cadance, fue un salto muy corto y efímero. Una serie de golpes en la puerta la sacaron del estado de duermevela en el que se encontraba, llegando a gruñir algo ininteligible. Una voz conocida al otro lado remató el conjunto.

-Altezas, ya sé que pidieron que no se les molestara, pero dentro de cinco minutos tienen la reunión con el consejo administrativo…

-¡Ya vamos, Schedule! Oh, maldita sea, el descanso se me ha pasado volando…-masculló Cadance, por lo bajo.

-Sí, a mí también… ¿has visto? Es el deber, que vuelve a llamar…-murmuró Shining, divertido.

-¿Ah, sí? Pues por mi dile que venga otro día…

-Ja, venga preciosa, mueve esos flancos…-la animó su marido, dándola una cachetada en uno de ellos.

Aun a pesar de sus quejas, y de las pocas ganas que tenía, Cadance se levantó de mala gana y se preparó rápidamente para asistir a la reunión.

No tuvieron que ir muy lejos ni darse mucha prisa puesto que se realizaba en una de las salas de juntas del segundo piso, por lo que llegaron enseguida en cuanto bajaron por las escaleras.

Desde que el imperio de Cristal había regresado, muchos ponis y otras razas habían estado empezando a exportar hacia éste, recuperando poco a poco el viejo prestigio comercial que antaño hacía brillar al mismo; estos intercambios comerciales eran buenos para todos, puesto que potenciaban la economía local, garantizaban puestos de trabajo y daban dinero tanto a los ponis que allí vivían como a las arcas públicas, las cuales empezaban a estar bastante saneadas desde que el imperio había vuelto a reincorporarse en el mercado global. Pero, de una forma bastante parecida a la de las leyes, las normas concernientes a mercadillos ambulantes semanales no habían vuelto a ser revisadas, y comerciantes sin escrúpulos se habían estado beneficiando de esa irregular situación; los puestos extranjeros debían de pagar un impuesto retributario por vender en el imperio, así como otros puestos del imperio afincados en Ecuestria debían de pagar un impuesto muy similar si querían vender en suelo ecuestriano. Como ese detalle se encontraba sin regular, era susceptible a que fuera abusado casi sin piedad, cosa que había estado ocurriendo desde las últimas semanas.

Cadance sugirió hablar con los comerciantes locales para buscar soluciones juntos, pero los consejeros se mostraron reticentes enseguida.

-El problema, alteza, es que los pequeños comercios de aquí se llegaron a asociar muchísimo tiempo atrás creando una especie de sindicato obrero comercial que opera independientemente frente a la corona real.

-¿Y cómo así? ¿Ya se les permitió algo semejante?

-Sí, la proclama es de los tiempos de su madre, y ésta tampoco les llamó la atención ni nada parecido, de hecho la pareció bien que el gremio se organizara y se pusiera de acuerdo entre todos ellos, puesto que consideraba que inmiscuirse en los asuntos comerciales de sus ponis estaba de más.

Ante eso, Cadance se mostró aún más chocada si cabía.

-¿Así, sin más? No llegué a conocerla, pero yo no veo a mi madre viniendo con esa idea tan absurda…

-Bueno, tenga en cuenta que eran otros tiempos… a nosotros también nos está costando bastante adaptarnos, sobre todo con todo eso de contar con el pueblo para todo… en tiempos de su madre, eso hubiera sido impensable…

-Ya, lo comprendo, pero estos ya no son los tiempos de mi madre, sino mis tiempos; hemos evolucionado, señores, y no quiero que mi imperio se quede socialmente atrasado sólo porque quieran preservar una tradición que, a efectos prácticos, se encuentra obsoleta. Si queremos que el imperio se ponga al día como el resto de reinos, debemos cambiar todas esas concepciones tan anticuadas en vez de arraigarlas aún más-insistió Cadance.

-Comprendemos su punto, alteza, pero compréndanos también a nosotros. Los ponis de nuestra quinta nos hemos quedado en los tiempos de su madre, y es muy difícil que todos y cada uno de ellos se adapten tan rápido a un entorno que para ellos les es desconocido; por supuesto que queremos actualizarnos e integrarnos en la nueva sociedad equina, pero necesitamos tiempo-argumentó uno de sus consejeros, obteniendo gestos de asentimiento por parte de sus compañeros.

-Claro, eso es obvio, pero el problema es ese mismo tiempo, cuanto más pase y menos resultados hayan, más dificultades habrán para los ponis a la hora de integrarse en esta nueva sociedad. Para que se pueda suceder esa integración, debemos cambiar primero las pautas y la forma de realizar las cosas. Y contar con el pueblo a la hora de tomar las decisiones es lo primero que se debe hacer.

Las palabras de Cadance sonaron claras y poderosas, haciendo que todos y cada uno de los presentes la escucharan con atención; Shining no había dicho absolutamente nada desde que empezó la reunión, y ni falta que hacía, aunque el poni miraba a su mujer con unos ojitos tiernos destacables.

Los consejeros se miraron entre sí, rumiando las palabras de la princesa. Uno de ellos se levantó y tomó la palabra.

-Alteza, si realmente cree que el pueblo debe involucrarse en la toma de decisiones, respetaremos su deseo. Pero primero debería hablarlo con el pueblo para ver si realmente quieren éste nuevo cambio que propone.

-Por supuesto, se les informará a su debido tiempo, yo misma me dirigiré a la población si es necesario.

Cadance no se esperaba poder convencer a sus consejeros de forma tan sencilla, pero fue todo un alivio para ella ver que por fin había conseguido que la escucharan. Durante el resto de la reunión se acordó revisar desde cero las normas comerciales y reforzar la vigilancia todos los miércoles para asegurar que todos los puestos extranjeros pagaran lo que les tocaba.

Una vez que finalizó, eran las ocho y media de la tarde, y Cadance y Shining se fueron a descansar a uno de los salones para esperar a que les avisaran para ir a cenar; por el camino, Shining la comentó.

-¿Sabes, cariño? Me encanta cuando te pones tan autoritaria, te da un aire muy regio…

-¿Eso me lo dices por algo en concreto o por nada en específico?-inquirió ella, con mirada zalamera.

-No, simplemente te digo; además, también te vuelves muy… sugerente-añadió él, haciendo un ademán de ir a morderla la oreja.

-Ay, Shining, para, aquí no…

Sin embargo, la princesa acabó cayendo en los juegos de su marido y se unió a ellos, haciéndose mimos cariñosos por el camino y riéndose por lo bajo; algunos ponis del servicio llegaron a verlos de refilón y se retiraron algo azorados y sonrojados.

Durante la cena estuvieron algo más tranquilos, y después de esta, Cadance le sugirió a su marido ir a dar un paseo nocturno para relajarse un poco después de un día tan ajetreado; Shining aceptó y salieron del palacio los dos solos, un par de soldados de la guardia se ofrecieron a escoltarlos, pero ellos los rechazaron, puesto que preferían estar solos.

Durante las noches refrescaba bastante, incluso en verano, ya que el imperio se enclavaba muy cerca de las montañas de cristal y el helado norte, siendo la región más fría a ese lado de la frontera ecuestriana. Aunque en invierno eran mucho más frías, por lo que en esa época del año la temperatura era perfecta para dar un paseo nocturno. Las brillantes farolas del imperio alumbraban las calles, siendo alimentadas por la magia del corazón de cristal, el cual giraba constantemente en el centro de la plaza del palacio; de la punta del mismo, una aurora boreal se extendía hasta donde alcanzaba la vista, reflejándose en el cielo estrellado.

-Siempre me han gustado los paseos nocturnos ¿a ti no?

-Sí, estamos los dos solos, sin nada que nos moleste, con una preciosa noche… la verdad es que es agradable…

Las calles lucían vacías y solitarias, poco después de anochecer los ponis de cristal se metían en sus casas y no salían durante el resto de la noche; Cadance no entendía a qué se debía ese confinamiento colectivo, aunque sospechaba que eran restos del miedo que tuvieron durante el reinado de Sombra y que aún siguen ahí, haciéndolos susceptibles a la oscuridad de la noche. En parte ella lo entendía, pero por otro lado se preocupaba por sus ponis; sabía que habían pasado por mucho, pero debían de dejar atrás todos sus miedos para así poder vivir mejor consigo mismos. Más de una vez había intentado hablar con ellos y convencerlos de salir afuera a contemplar la obra de su tía, pero por ahora era complicado.

Los dos estaban bastante callados, cada uno pensando en sus cosas; aunque Cadance habló en un momento dado.

-Shining… ¿te acuerdas que llegamos a hablar sobre lo de ser padres?

El aludido dio un cabezazo repentino, como si de repente se hubiera acordado de algo perdido en lo más recóndito de su cabeza.

-Ondia, es verdad… antes de venir aquí ¿no?

-Sí… ya sé que últimamente estamos que no paramos, pero… ¿aún sigue en pie?

Shining miró a su mujer, llegando a ver un brillo de confidencia y seguridad en sus ojos.

-Yo ya te dije que estoy dispuesto, sólo si tu así lo deseas… ¿quieres ser madre?-inquirió él.

Cadance miró a su marido, regalándole su mejor sonrisa.

-Sí, sí que quiero… deseo formar una familia contigo.

Ambos ponis se sonrieron y luego sellaron la decisión con un suave beso en los labios. En ese momento, llegaron a oír una serie de ruidos en un callejón cercano y Shining se puso en alerta; sin embargo, Cadance se mostró más curiosa de lo normal y siguió los ruidos hasta el patio trasero de una casa cercana. Desde donde estaba, vio entre la penumbra a un poni escarbando en un cubo de basura en busca de comida; Cadance se quedó gratamente sorprendida y algo intrigada, puesto que los índices de mendicidad desde que el imperio regresó habían sido mínimos. Shining trató de pararla, pero ella se adelantó y le habló.

-Esto… perdona que te interrumpa, pero por favor, no hagas eso, si tienes hambre puedes venir con nosotros, podemos darte algo de comer…

El poni mendigo se reincorporó y, en cuanto le vio la cara, Cadance se quedó sin habla e incrédula por lo que veía; y es que el poni mendigo era ni más ni menos que su primo Blueblood, el cual estaba hecho una verdadera pena. Su pelaje, alguna vez blanco, era ahora de un color gris oscuro muy sucio y feo, el cual llegaba a ocultar su marca de belleza. Su usual crin rubia y exquisitamente peinada era una mata de pelo sucio, enmarañada y grasienta, pegada incluso a su pelaje. Estaba más delgado que de costumbre y sus pómulos también habían adelgazado. Ambos ponis se sostuvieron la mirada hasta que, finalmente, Cadance logró decir algo.

-Blue… oh, cielo santo, Blue ¿Qué te ha pasado?

Blueblood no contestó, tan solo se quedó en el sitio mirándola fijamente. Cadance se acercó a él, pero el unicornio cabeceó hacia atrás, tirando el cubo de basura al suelo y causando un gran alboroto.

-¡No! Espera, Blue, no te vayas, soy yo, Cadance, tu prima…

-No te acerques más, cielo, parece enajenado…-murmuró Shining.

-¡No pienso dejarle en este estado si es eso lo que estás sugiriendo! ¡Es mi primo, Shining, mi familia, y aun a pesar de lo que hizo lo sigue siendo!-exclamó Cadance, alterada.

Blueblood miraba a los presentes como si fueran apariciones o algo por el estilo, no parecía reconocer a Cadance, al menos aparentemente. Ésta volvió a intentar acercarse a él hablándole suavemente.

-No tengas miedo, Blue, no voy a hacerte nada malo… ven conmigo, Blue, por favor… no puedo dejarte aquí, no voy a dejarte aquí. Por favor… vuelve conmigo…

El unicornio miró de arriba abajo a la alicornio, como si le dijera algo su aspecto o estuviera considerando hacerla caso; sin que se diera cuenta siquiera, Cadance le cogió del casco y lo llevó consigo poco a poco, para no asustarle. Como un cachorrillo perdido y asustado, Blueblood se dejó llevar por ella, mirando todo el rato al suelo con la mirada perdida.

Recorrieron todo el camino de vuelta hacia el palacio dados de los cascos y sin decir nada; Blueblood guardaba un silencio sepulcral, y Cadance no sabía ni lo que decir. Verle en ese estado la producía una pena enorme, y en ese momento estaba visiblemente preocupada por él. Al llegar al palacio, el guardia que custodiaba la puerta le paró, pero Cadance le cortó y le ordenó que prepararan una de las habitaciones contiguas a la suya y un baño caliente.

Todo estuvo listo enseguida, el servicio se encontraba un tanto alterado, y los ponis cuchicheaban entre sí, preguntándose por qué la princesa había traído consigo a un mendigo tan sucio; sin embargo, Cadance ignoró todos esos comentarios y subió arriba a Blueblood, dispuesta a lavarle ella misma.

-Puede hacerlo una de las criadas, Cadance…-murmuró Shining, algo cortado.

-No, es mi primo, Shining, no el primo de ellas… además, mírale, ni siquiera sería capaz de hacerlo por sí mismo…

El unicornio blanco estaba acostumbrado a la bondad y buen hacer de su mujer, pero no comprendía por qué quería ayudarlo después de todo lo que había hecho; casi desde el principio había estado en contra de que estuviesen saliendo, y se metía con ellos siempre que podía. No era que se alegrara de la penosa situación en la que se encontraba ahora el ex noble, pero le daba reparo ayudarle así sin más.

Al principio Blueblood se mostró un poco reticente a meterse en la tina, cual perro callejero que se asusta del agua cada vez que la ve, pero con paciencia y mucha maña, Cadance logró que se estuviera quieto y se dejara hacer. La espuma y la esponja hicieron milagros en el pelaje de Blueblood, el cual volvió a ser blanco y a brillar, aunque el agua se ensuciaba enseguida y tuvo que cambiarla varias veces. Varios minutos después de frote continuo y mucha espuma y jabón, Blueblood volvía a ser el que era después de todo ese tiempo tan sucio y descuidado; Cadance le secó bien y le peinó como a él le gustaba, pero en ningún momento dijo nada.

Una vez limpio, Cadance le llevó hasta el comedor y mandó que trajeran las sobras de la cena, las cuales Blueblood se comió con ansias, como si llevara meses sin comer. La alicornio rosada intentó varias veces hablar con él, pero el unicornio blanco seguía tan mudo como antes y todos sus intentos quedaban en nada. Debido a esto, Cadance estaba muy preocupada por él, por lo que lo tumbó en la cama en la habitación contigua a la suya y mandó que el médico de cámara le atendiera. El doctor le estuvo reconociendo durante unos largos minutos, llegando a hacer gestos para llamarle la atención, ruidos y demás, pero nada parecía hacerle reaccionar.

-¿Qué le pasa, doctor, por qué está así?-inquirió Cadance, ávida de respuestas.

-No estoy del todo seguro, pero parece estar en un estado entre la enajenación mental y la catarsis… no está herido ni presenta contusiones de ningún tipo, pero por lo que veo, este poni ha pasado por mucho. No soy un experto en psicología motriz, debería verlo alguien más especializado.

-Pero entonces… ¿seguirá así indefinidamente?-inquirió Cadance, aterrada.

-Puede que sí, a no ser que algo le haga reaccionar. Tengo entendido que las experiencias extremas ponen a los ponis al borde de sus facultades y, para impedir esto, el cerebro se bloquea para evitar que no se haga más daño. Ya la digo que no sé mucho de esto…

-Ya… gracias, doctor, puede retirarse.

El poni de cristal se fue, dejándolos solos; a esas alturas, Cadance miraba a su primo con lágrimas en los ojos, sintiéndose peor que nunca. Alzó un casco y le tocó la cara, sin que reaccionara a ese gesto.

-Oh, Blue… ¿qué te hemos hecho?-musitó ella, antes de abrazarle con fuerza y llorar en su hombro.

Por un momento no hubo nada y Cadance mantuvo el abrazo, llorando sin consuelo; pero justo después, y sin previo aviso, notó cómo unas patas la envolvían, devolviéndole el abrazo. Cadance se separó y vio que Blueblood la miraba atentamente, pestañeando y como si estuviera recobrando el sentido.

-¿Blue?

-¿Cadance?-inquirió entonces él, con la voz un tanto tomada.

-¡Oh, Blue, has reaccionado, estás bien, estás bien!-exclamó ella encantada, volviéndolo a abrazar con fuerza.

-Cadance… yo… ¿dónde estoy?

-En mi palacio, en el imperio de Cristal…

-¿En tu palacio?-repitió él, confuso.

-Sí, bueno, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que te vi…

Ante eso, Blueblood no dijo nada, mirando hacia otro lado; sin embargo, ella quería saber por qué había aparecido tan de repente y en el estado en el que lo encontró, por lo que decidió hacer un acercamiento.

-Y… bueno, ¿dónde has estado? Estuvimos mucho tiempo sin saber nada de ti, la tía estaba preocupada…

El unicornio blanco al principio no dijo nada, pero luego habló.

-¿Realmente lo quieres saber?

-Bueno… sí, yo también estuve preocupada por ti… todos estuvimos preocupados por ti, así que…

Ante eso, Blueblood tan solo suspiró y se decidió a hablar.

-Está bien, te lo contaré. Después de irme de casa decidí volver a Tall Tale para tratar de recuperar mi antiguo hogar y vivir allí permanentemente. Pero al poco de llegar, descubrí que la casa había sido vendida desde hacía mucho tiempo y ahora vivía en ella una familia de ponis aburguesados. Intenté reclamar la casa como mía por derecho de patrimonio familiar, pero debido a que la tía Celestia me llegó a adoptar en su día, renuncié tácitamente a todos mis bienes anteriores que no podía usar al ser menor de edad. Aun a pesar de que me había ido, legalmente seguía siendo miembro de la familia real, y la que fue antes mi casa ya no pudo volver a ser mía de ninguna otra manera. Al ver que no podía hacer nada, decidí irme de allí, ya que por aquel entonces el golpe seguía siendo reciente y mucha gente me reconocía por la calle. Ante esa tesitura, y con todo el dinero que aún me quedaba, decidí irme al único sitio donde podría estar sin que nadie más me juzgara por haber hecho lo que hice: Las Pegasus. Allí todo es juego y fiesta, todo el mundo se ocupa de sus propias cosas y casi nadie observa lo que hay a su alrededor, por lo que era el sitio perfecto.

Hizo una pausa por un momento, mientras bebía un poco de agua; Cadance le escuchaba atentamente, sin decir nada y dejándole hablar. Justo después, continuó.

-Como bien predije, nadie parecía reconocerme y decidí quedarme, alojándome en uno de los tantos hoteles de la ciudad. Pero la vida allí era aburrida, monótona y repetitiva, por lo que decidí empezar a jugar para entretenerme y olvidarme de mi pésima vida; al principio sólo tocaba las tragaperras, con las que me llevaba bastante bien, era todo un mañoso con la palanca y conseguí llevarme el premio gordo unas cuantas veces. Luego vino el blackjack, al principio me costó un poco, pero le cogí el tranquillo enseguida y se me dio especialmente bien, llegando a ganar a la banca varias veces, lo que me dio bastante más dinero del que ya tenía. Casi sin darme cuenta me convertí en todo un ganador, llegando a hacerme un nombre en el casino en el que jugaba. Parecía que la suerte estaba de mi lado y no me quería dejar, por lo que seguí jugando y ganando más dinero. Mi fama me consiguió llevar a fiestas, darme lujos y vivir la vida a tope, despilfarrando a gusto y a cascos llenos. Tenía dinero, me lo podía permitir, por lo que lo hacía. Del blackjack pasé a la ruleta, donde seguí triunfando casi sin proponérmelo. Pero entonces, casi sin darme cuenta, la suerte me abandonó tan pronto como me acompañó. Un día arriesgué demasiado, apostando todo lo que tenía, y la bola cayó dónde no tenía que caer, condenándome inmediatamente después. Todo lo demás vino solo, y mucho antes de lo esperado, me vi tirado en la calle, sin nada que llevarme a la boca y sin un sitio donde caerme muerto.

Esta vez, un denso silencio se echó sobre los dos en cuanto Blueblood hizo otra pausa; Cadance miraba a su primo sintiendo una infinita pena por él, y sin saber qué decir. Poco después, continuó.

-Luego vino lo peor. Comencé a vagabundear por toda Ecuestria, tratando de sobrevivir; di la vuelta a todo el reino, viajando de tapadillo, y consiguiendo cualquier cosa comestible que llevarme a la boca. Llegué a comer cosas que nunca pensé que llegaría a comer, dormía a la intemperie la mayoría de las veces y hacia auténticos malabares para sobrevivir; de vez en cuando me daban algún que otro trabajito de jornalero que luego apenas me pagaban, pero el poco dinero que conseguía me lo gastaba en alcohol, con el que ahogaba mis penas. La gente dejó de reconocerme enseguida y pasé a ser un mendigo más, arrastrándome por las calles y maldiciendo mi suerte. En los recientes días me enteré que el imperio de Cristal estaba al alza y supe que allí sería más sencillo encontrar algo para comer, por lo que fui de polizón en el primer tren que conseguí encontrar hasta acabar aquí. Y, luego, tú me encontraste.

En cuanto terminó, no dijo nada más. Cadance miraba a su primo con la consternación grabada en su cara y lágrimas inundándola los ojos; en cuanto pestañeó, dos gruesos goterones corrieron por sus mejillas y consiguió llegar a decir algo.

-Bluey… lo siento tanto…

Y, tras ese gemido, abrazó con todas sus fuerzas a su primo, llorando por lo bajo; ese gesto ablandó al unicornio blanco, el cual se expresó por primera vez y lloró incluso más fuerte que ella. Entre balbuceos, sollozos y jadeos, consiguió llegar a decir algo.

-Lo siento… lo siento, lo siento, lo siento…

-No, soy yo quien lo siente…-masculló Cadance.

-Nada de eso, yo soy el culpable de todo… lo siento, de verdad, ojalá puedas perdonarme, lo siento, lo siento…

Pero Cadance tan solo negó con la cabeza y abrazó con más fuerza a su primo, que siguió llorando en su pecho. Los minutos se convirtieron en horas y el unicornio blanco siguió llorando sin parar, dejando escapar todo lo que sentía; frustración, impotencia, decepción… Cadance pudo sentir todo por lo que su primo había pasado y compartió su dolor con él, llorando las mismas lágrimas.

No supieron cuánto tiempo estuvieron así, pero Blueblood fue el primero en dejar de llorar; Cadance vio que había caído dormido y decidió dejarlo descansar. Le limpió la cara y abandonó la estancia, apagando las luces con su magia. Nada más salir se encontró con su marido, al cual abrazó con fuerza y aún con el semblante lloroso.

-Es culpa mía…-musitó.

-No, por supuesto que no…

-Sí, sí que lo es, pude pararle, así hubiera podido evitar todo esto…

-Pero fue él el que decidió irse, Cadance…

-Lo sé, y aun así… mira como está por nuestra culpa, ni mis tías ni yo llegamos a detenerle cuando tuvimos la ocasión…

-Pero sabes que no se podía hablar con él… por eso Celestia le dejó marchar…

-Oh, tía… tengo que informarla inmediatamente…-masculló Cadance, yendo a redactar una carta para su tía.

La alicornio rosada corrió hacia su despacho y Shining la observó hasta que desapareció en él; no pudo evitar sonreír, sintiendo orgullo por la bondad y dulzura de su esposa. Y, aunque nunca se hubiera llegado a imaginar que llegaría a hacerlo, sentía verdadera lástima por Blueblood, aun a pesar de todo.

Afuera, la luna y las estrellas coronaban el cielo, en una cerrada noche.





-¡Tía Celestia, tía Celestia, mira lo que he encontrado!

-¿De qué se trata, Blueblood?

-¡Mira, mira, es un mapa del tesoro!

-Vaya ¿de verdad? déjame verlo…

Celestia se tumbó en su cama observando el trozo de pergamino, al tiempo que un pequeño Blueblood se ponía a su lado, visiblemente emocionado.

-¡Mira, estas son las cocinas del palacio, y esto de aquí los jardines! ¡La equis marca el lugar, por lo que el tesoro debe de estar enterrado allí!

-Eso parece… ¿dónde has encontrado este mapa?-inquirió la alicornio blanca.

-¡Estaba arriba, en el desván! ¡También encontré este sombrero!-explicó Blueblood, el cual llevaba un sombrero negro de pirata.

-Vaya, estás hecho todo un pequeño piratilla… muy bien, entonces vayamos a por ese tesoro ¿te parece?

-¡Sí, tesoro, tesoro, vamos a por el tesoro!

Celestia tan solo esbozó una ligera sonrisa, mirando con un infinito cariño al potrillo, el cual echó a correr con el mapa en alto. Antes de dirigirse hacia el jardín, Celestia le sugirió ir primero a por un pico y una pala para poder desenterrar el tesoro. Encontraron cada cosa en la caseta del jardinero y Blueblood echó a correr en dirección hacia el lugar donde marcaba la equis, bajo un lustroso nogal.

-¡Es aquí, es aquí, mira, el mismo nogal aparece en el mapa!

-Entonces podemos a empezar a remover la tierra con el pico…

Usando su magia, el pequeño Blueblood comenzó a picar la tierra con fuerza y energía, cada vez más emocionado por encontrar el tesoro; Celestia le estuvo ayudando apartando la tierra con la pala y abriendo un agujero en el césped. Tras unos pocos minutos cavando, Blueblood llegó a encontrar algo con el pico y Celestia lo sacó haciendo palanca con la pala; un pequeño cofre de madera apareció entonces ante ellos, la mirada de Blueblood se transformó en una de pura felicidad.

-¡El tesoro!

Sin perder más tiempo, el potrillo abrió el cofre y descubrió entonces su contenido; un montón de monedas de chocolate acompañaban a una serie de gominolas con forma de joyas y otros dulces de todos los colores.

-Vaya, es un dulce tesoro…-murmuró Celestia.

-¡Oh, genial, es el mejor tesoro de la historia!-exclamó Blueblood, comenzando a comérselo.

La alicornio blanca tan solo le observó, sintiéndose tan feliz como lo era él; en un momento dado, el potrillo la entregó una gran parte de su botín.

-¿Son para mí?

-¡Claro que sí, me has ayudado a encontrar el tesoro, esta es tu parte! ¡Gracias, tía Celestia!

-Oh, no ha sido nada, cariño…

El potrillo la sonrió gratamente y, sin previo aviso, la dio un gran abrazo.

-Te quiero un montón, tía Celestia…

La aludida tan solo sonrió un poco más y le devolvió el abrazo, sintiéndose más feliz que nunca.

-Yo también te quiero, cariño…





-Yo también te quiero…

Celestia abrió entonces los ojos, dándose cuenta de que ya estaba despierta; hacía tiempo que no había vuelto a saber nada de su sobrino, y aunque no lo pareciera, todos y cada uno de los días se acordaba de él. Y ese sueño no hizo más que recordarla que tenía demasiadas faltas por pagar.

Se reincorporó en la cama y fue entonces cuando lo vio, un trozo de pergamino enrollado con el sello de su sobrina en él; llena de curiosidad, lo desenrolló y lo leyó. En un momento dado abrió los ojos como platos y justo después se levantó de la cama de golpe, poniéndose en movimiento enseguida.





En el imperio de Cristal, esa mañana se sentía muy distinta a la de tantas otras; Blueblood se sentó en la mesa del comedor junto con su prima y cuñado y desayunaron los tres juntos.

-¿Qué tal has dormido, primo?-inquirió en un momento dado Cadance.

-Mejor que nunca desde hace mucho tiempo… gracias por dejar que me quedara, prima…

-Por supuesto que puedes quedarte, todo el tiempo que quieras… aunque estaría bien si avisaras a las tías, estaban tan preocupadas como yo por ti…

-Eh… bueno, ya veré lo que haré…

Shining y Cadance se miraron por un momento, algo preocupados por él. El resto del desayuno pasó entre algún que otro comentario dispar y, después, Blueblood estuvo visitando el palacio acompañado por su prima, que se lo estuvo enseñando; acabaron en la sala del trono, contemplando el imperio desde las alturas.

-Vaya, sin duda alguna has triunfado, prima… no como yo…-murmuró Blueblood, mirando al suelo con gesto apenado.

Cadance miró a su primo preocupada por él, pero en ese momento oyó que alguien llamaba a la puerta y vio a una de sus criadas llamándola con gestos apremiantes.

-Ahora vuelvo, primo, será sólo un momento.

Blueblood tan solo asintió y oyó a Cadance irse hasta que sus pisadas enmudecieron; él tan solo se quedó allí, contemplando el éxito de su prima, hasta que poco después oyó otras pisadas más lentas y acompasadas.

-¿Ya estás de vuelta?-inquirió él, sin volverse.

-Sí.

La voz que oyó no era la de Cadance, sino la de alguien que conocía demasiado bien; se dio la vuelta lentamente, como si no quisiera hacerlo, y luego alzó la vista hasta encontrarse con la mirada de la princesa Celestia. La alicornio blanca se veía bastante azorada, mirando a su sobrino con un deje de alegría mezclado con otro de preocupación. Los dos se miraron por un momento sin decir nada hasta que ella tomó la palabra.

-Estás bien…

-Ahora sí…

Tras esa seca respuesta, Blueblood bajó la mirada, como si le avergonzara sostenérsela; Celestia se acercó a él y alzó un casco para tocarle y verle mejor, pero él se apartó un poco.

-Te he echado mucho de menos… no sabía lo que había sido de ti…

-Bueno, supongo que ahora lo sabes…

Ante eso, Celestia entrecerró los ojos, esbozando una mirada llena de pena y arrepentimiento; justo después suspiró y habló.

-Sé que ya lo sabrás, y no querrás escucharlo, pero… lo siento tanto. No debí ocultarte la verdad así sin más. Debí decírtelo desde el principio, nada más verte. Pero, en vez de eso, te separé de lo que tu más querías y te alejé de ellos pensando en mí en vez de en ti. Estaba tan sola, Blueblood, yo… necesitaba a alguien a quien querer. Entonces te vi a ti, tan solo como lo estaba yo, y sentí que debía hacerte feliz… pero a costa de mi propia felicidad. Lo siento. Lo siento de verdad. Ojalá puedas perdonarme algún día… aunque no merezca tu perdón. Lo siento, Blueblood. Lo siento, cariño…

Para entonces Celestia lloraba a moco tendido, mirando a un Blueblood que apenas podía contener sus propios sentimientos; finalmente él también estalló y se echó sobre ella, musitando por lo bajo.

-Soy yo quien lo siente… todo es culpa mía, sólo pensé en mí, y no en ti… lo siento, tía, lo siento…

-Nada de eso, yo también tengo parte de la culpa… fui tan egoísta contigo… nunca debí haberte hecho lo que te hice. Siempre fuiste mi dulce tesoro…

A eso, Blueblood no pudo decir nada y siguió llorando en el pecho de su tía, al mismo tiempo que ella se unía a él. Estuvieron un buen rato así, soltando todo lo que sentían y dejando que sus sentimientos hablaran por ellos. Finalmente, los dos se fueron calmando poco a poco hasta que finalmente estuvieron mejor. En ese momento, Cadance se unió a ellos y los tres se dieron un último gran abrazo.

-Me alegra tanto que volvamos a ser una familia…-susurró Celestia, más feliz que nunca.

-Y yo…-asintió Cadance.

-Yo también…-añadió Blueblood.

Shining y parte del servicio observaban la bella estampa visiblemente emocionados desde la puerta.

Una vez que estuvo todo hablado, Celestia se quedó un rato allí para hacer un poco de compañía a su sobrina, hablando en uno de los salones y tomándose esa mañana medio libre. No estuvieron mucho tiempo, ya que cada una tenía que volver a sus deberes reales, pero antes de irse, Celestia se quiso asegurar.

-¿Todo bien por aquí entonces?

-Sí, sin problemas.

-Genial, ya sabes que si necesitas mi ayuda, vendré enseguida.

-Lo sé, gracias tía.

Por su parte, Blueblood también se despidió de su prima, ya que se volvía a Canterlot con Celestia.

-Gracias por todo, prima… si no hubiera sido por ti, yo…

-Ah, no lo pienses más, hice lo que tenía que hacer… te quiero, Bluey…

-Y yo a ti, Cady.

Previamente se había disculpado también con Shining por todas sus burlas tiempo atrás, aceptándolas éste con honor.

En cuanto terminaron con las despedidas, Celestia y Blueblood montaron en el carro en el que ella había venido, el cual despegó enseguida en dirección hacia Canterlot; Blueblood no dijo nada más, tan solo respiró tranquilo y apoyó su cabeza en el costado de su tía, la cual esbozó una gran sonrisa y arropó a su sobrino con un ala. El día se veía más despejado y brillante que nunca.

Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor EdoNova » 29 Ago 2014, 20:32

Justo en los sentimientos, nunca pensé en ver así a Blueblood, en un semblante tan tierno, solo puedo decir: bravo.
Ha sido una historia muy tierna, no me la esperaba, pero lo digo y lo mantengo, echo en falta un escena sentimental de Luna y Frank, son esas historias las que realmente me gustan en éste fanfic.

Sigue así, adelante
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor horwaith » 29 Ago 2014, 21:38

EdoNova escribió en 29 Ago 2014, 20:32:Justo en los sentimientos, nunca pensé en ver así a Blueblood, en un semblante tan tierno, solo puedo decir: bravo.
Ha sido una historia muy tierna, no me la esperaba, pero lo digo y lo mantengo, echo en falta un escena sentimental de Luna y Frank, son esas historias las que realmente me gustan en éste fanfic.

Sigue así, adelante

Si, están bien las historias de Luna y Frank, pero centrarse solo en eso hace que se pierdan muchos detalles que sin duda son encantadores.

Me gusta como has hecho que los ponis de cristal sean demasiado "conservadores" por no decir sumisos y como encuentran a Blueblood, también el enfoque sorprendente de que los ponis de cristal tienen miedo a la oscuridad. Esta hecho como siempre, con un enfoque de los sentimientos de la sociedad como de los ponis que han salido en particular, lo cual me encanta

Y coincido con él, sigue adelante, que quiero leer más y ver como van descubriendo todo
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor Sg91 » 01 Sep 2014, 12:12

Capítulo 24

Y todos quedaron saciados


Tras el regreso de Blueblood, las opiniones por todo Canterlot no se hicieron esperar; al poco de llegar, el unicornio blanco se disculpó con todo el servicio y la guardia por todo lo que había hecho la última vez que estuvo allí. Al principio no supieron cómo tomárselo, mostrándose visiblemente extrañados, pero también desconfiados. Por parte del servicio aceptaron sus disculpas sin decir nada más, pero la guardia no fue tan benévola con él. Los guardias solares se negaron a aceptar órdenes suyas, y se requirió de todo un pelotón compuesto de guardias lunares y solares para evitar que Midnight se lanzara sobre él en cuanto lo vio. Tanto Luna como Celestia se vieron obligadas a mediar en la situación y obligaron a ambas guardias a aceptar órdenes de Blueblood, al ser un miembro de la familia real más. Una mirada de Luna bastó para que Midnight se lo pensara mejor.

De puertas para fuera del palacio, Canterlot y el resto de Ecuestria aún guardaban rencor a Blueblood por lo que hizo; algunas columnas en periódicos y revistas cargaron contra él sin piedad, mientras que otras decidieron darle el beneficio de la duda, sin mucha confianza por su parte.

En cuanto a Blueblood en sí, se esperaba que todo el mundo cargara contra él, pero por otro lado eso mismo hacía que su asentamiento fuera más duro de lo que él mismo se esperaba. Su tía le animaba a seguir.

-Sé que no va a ser fácil, pero estoy segura de que podrás demostrar a todos que realmente has cambiado y que no tienen por qué guardarte rencor. Ya sabes que yo creo en ti, cariño.

-Lo sé, tía, y te lo agradezco, pero aun así… algo me dice que va a ser mucho más duro de lo que yo mismo me esperaba…-murmuró el unicornio, algo desanimado.

La alicornio blanca se quedó pensativa por un momento, rumiando posibilidades, hasta que finalmente habló.

-Bueno, creo que podríamos hacer algo al respecto…






-¿¡Que Blueblood va venir conmigo?! ¿¡Lo cuálo?!

-Sé que la última vez no fue muy cortés con tu amiga Rarity, pero ahora mi sobrino está haciendo todo lo posible por cambiar, y pensé que le podría hacer bien ir contigo. Simplemente va a acompañarte, dale una oportunidad, ahora es un buen chico…

Twilight no se esperaba para nada esa petición; ella tan solo había venido a hacer su primera práctica en Canterlot y había quedado en el palacio con Celestia antes de ir para allá. Llevarse a Blueblood no entraba dentro de sus planes.

-Sé que ahora ha cambiado, pero… ¿en serio quieres que me acompañe a abrir la sesión en la Cámara Alta? ¿No es eso un poco… ambiguo?-inquirió la alicornio lavanda, no muy segura de qué decir exactamente.

-Sé que puede parecer algo inapropiado, pero lo hago por una razón… quiero que los representantes vean que se puede volver a confiar en él, aun a pesar de todo lo que hizo en el pasado. No te preocupes, todo saldrá bien.

-Está bien…

Poco después se presentó Blueblood vestido con un elegante esmoquin y se puso al lado suyo, al tiempo que una escolta fue con ellos para acompañarlos hasta allí. Durante el viaje, los dos permanecieron incómodamente callados, sin apenas dirigirse la palabra. En un momento dado, el unicornio blanco habló.

-Sé que llega muy tarde, pero quería disculparme contigo… desde hace mucho no te traté muy bien… lo siento, Twilight.

-Ah… bueno, pero eso fue hace mucho ya… está bien, no te preocupes.

-Gracias…

Como bien dijo ella, hacía mucho tiempo desde entonces, tanto ya que había olvidado casi por completo que él también se metía con ella; cuando sólo era un potrilla e iba a clases particulares con Celestia, se encontraba con él por los pasillos y él la espetaba y la llamaba plebeya, puesto que lo era por aquel entonces.

-Aún me queda mucho por lo que disculparme… sobre todo con esa amiga tuya, Rarity… aquella Gran Gala Galopante no fue la mejor de todas, que digamos…-añadió él.

-Sí, al poco de volver Rarity quemó todos tus posters y demás… y estuvo muy enfadada durante toda una semana, no sé qué decía algo sobre tu culo…

Ante eso, el aludido enrojeció ligeramente y bajó la cabeza, visiblemente apenado.

-Bueno, realmente merezco una buena coz en el culo… fui un imbécil. ¿Me ayudarías a disculparme con ella?-inquirió entonces.

-Bueno, podría, otra cosa es cómo se ponga en cuanto te vea…

-Sí, bueno, asumiré el riesgo…

Ante eso, los dos se rieron por lo bajo antes de que Twilight contestara.

-Está bien, la haré venir un día de estos aquí… podría organizar un encuentro en la pastelería de Joe… ¿te parece?

-Está bien…

Twilight conocía desde hace un tiempo a Blueblood, y enseguida pudo notar que realmente había cambiado; antes solía decir alguna impertinencia o soez cada cuatro o cinco palabras, ahora se podía hablar perfectamente con él y de muy buenas maneras además. La alicornio lavanda se mostró bastante impresionada ante semejante cambio, llegando a comentárselo de pasada.

-La verdad es que me sorprendes, Blueblood, has cambiado de verdad… ¿qué fue lo que hizo que te lo replantearas?

Ante esa pregunta, el gesto de Blueblood se apenó y murmuró.

-Bueno… la verdad es que lo aprendí por las malas…

Twilight quiso saber más, pero en ese momento llegaron a la Cámara Alta y lo dejaron para después; la guardia les escoltó hasta el interior, Twilight fue la primera en entrar, seguida de Blueblood. Los primeros en ver al aludido fueron algunos de los representantes del hemiciclo, algunos se le quedaron mirando como si no hubieran visto bien, mientras que otros iban pasando la misiva por los escaños. Fancy Pants, que estaba sentado en la tribuna superior, fue el siguiente en verlo, pero mantuvo la compostura e impuso orden.

-Orden, por favor, silencio… muy bien, antes de comenzar la sesión, la princesa Twilight Sparkle será la encargada de abrirla con motivo del aniversario de la reforma de la Cámara Alta. Princesa, cuando usted quiera.

Twilight se subió a la tribuna inferior, echó una rápida mirada a unos papeles que llevaba consigo, y comenzó a hablar.

-La sesión de hoy es una muy especial, puesto que se cumple un año desde la reforma de la Cámara Alta; desde entonces, la gestión y tramitación de los recursos es más transparente que nunca, y el pueblo tiene representación en el órgano consultivo más antiguo de la historia de Ecuestria. Desde su creación, la cámara ha sido un mudo testigo de los acontecimientos acaecidos que fueron escribiendo su propia historia, entre los que se encuentran…

En ese momento, y de golpe y porrazo, una voz se levantó repentinamente y añadió ella misma.

-… ¡el intento de robo por parte de cierto poni no deseado que no debería siquiera estar aquí!

Justo después, una serie de gritos a favor de esa frase se levantaron del hemiciclo; Twilight parpadeó, reprimiéndose unas ganas enormes de contestar, y con toda la profesionalidad del mundo trató de seguir. Fancy Pants, por su lado, trató de poner orden.

-¡Pero bueno! ¿¡Qué falta de respeto es esa?! ¡Amonestación para el representante de Trottingham, no quiero oír ni una mosca, al siguiente que hable le expulso de la Cámara! Continúe, alteza.

-Gracias. Como decía, la cámara ha sido testigo ha sido un mudo testigo de los acontecimientos acaecidos que fueron escribiendo su propia historia, entre los que se encuentran la exclusión de los representantes populares en tiempos del unigobierno de Celestia, hasta los más recientes como el golpe de estado en el que…

Una vez más, otra voz se elevó de entre los escaños diciendo.

-… ¡cierto indeseable se adueñó de la Cámara para tenerla para sí solo!

La segunda interrupción valió otra amonestación, ésta vez para Baltimare, y Twilight tuvo que respirar como la enseñó Cadance para evitar perder su profesionalidad.

-… en el que todo el pueblo ecuestriano se unió y volvió a tener representación en el hemiciclo. Ahora, la Cámara Alta se encamina hacia un futuro brillante que promete ser…

-… ¡igual de brillante, pero sólo si el indeseable se encuentra lejos de ella!

Fancy Pants quiso mediar, más enfadado que nunca, pero ésta vez Twilight desechó su profesionalidad y optó por llamar ella misma la atención.

-¡Basta ya!-exclamó entonces con la voz real de Canterlot.

El grito retumbó por toda la sala y todo el mundo calló, mostrándose visiblemente sorprendidos al ver a la princesa Twilight utilizando por primera vez la tradicional voz real de Canterlot. En su momento, Luna llegó a enseñar a Twilight a usarla, aun a pesar de que la poni lavanda no la veía de utilidad, pero fue en ese momento cuando más veía necesaria su uso. En cuanto tuvo la atención de todo el mundo, habló con voz normal, pero igualmente potente, demostrando su enfado.

-¿¡No les da vergüenza?! ¡No me están faltando el respeto sólo a mí, sino a él también! ¡Es verdad que cometió un error en el pasado, pero ha cambiado, y ahora quiere enmendarlo! ¿¡Es que no son capaces de darle, al menos, una segunda oportunidad!? ¡Todo el mundo se merece una!

Ante esa bronca, ésta vez nadie dijo nada, bajando sus cabezas como potrillos arrepentidos. Sin embargo, Twilight no se quedó ahí.

-¡Antes todo el mundo le tachaba como el malo de la película, y con razón! ¡Pero ahora le siguen señalando con el casco cuando esta vez lo único que quiere es corregir sus faltas! ¿¡Quienes son ahora los malos de la película?!

Ese acertado símil hirió profundamente a los presentantes, algunos levantaron la cabeza con gestos consternados.

-¡Denle una segunda oportunidad y podrán comprobar por sí mismos que realmente quiere cambiar! ¡Y empezando por él mismo, que quiere decirles unas palabras!-añadió ella, haciéndole gestos a un inseguro Blueblood.

Finalmente, ante la insistencia de Twilight, el aludido subió a la tribuna inferior, ocupó el lugar de la princesa, la cual se había hecho a un lado, y habló nerviosamente.

-Sé que soy el último poni al que les gustaría ver… pero no estoy aquí para recordarles lo que hice, sino para demostrarles que sé que hice mal. Lo siento, de verdad, lo siento mucho. Lo que hice no tiene nombre, es verdad, y es por eso por lo que quiero cambiar. Sólo quiero volver a vivir una vida normal y olvidarme del pasado. Por favor, denme una oportunidad.

Por un momento, nadie dijo nada. Pero poco después, una serie de aplausos comenzaron a extenderse por todo el hemiciclo hasta resonar por todo el lugar; la agujereada pared frontal y la rajada cúpula de vidrio, que se decidió dejarlas sin tocar como recuerdo del golpe, también hicieron retumbar la gran ovación. Ante esa respuesta, Blueblood esbozó una sincera sonrisa de felicidad, mirando a Twilight con gran agradecimiento.

Una vez que estuvo todo arreglado, la alicornio lavanda retomó su discurso hasta abrir la sesión disciplinar de ese día. Una vez abierta, los dos volvieron al palacio, durante el camino el unicornio preguntó a Twilight.

-Oye, Twilight ¿por qué me has ayudado así sin más?

Ante esa pregunta, la aludida tan solo sonrió y le contestó.

-¿No es obvio acaso? Porque somos amigos ahora…

Blueblood no necesitó volver a preguntar nada más, puesto que de alguna forma lo entendió, sintiendo un gran alivio y alegría en su corazón.

Desde ese día, la relación entre ambos mejoró y las noticias se hicieron eco de lo que pasó esa mañana en la Cámara, lo que mejoró bastante la figura de Blueblood de cara al pueblo.

Por su parte, Blueblood siguió acompañando a Twilight a sus prácticas, llegando a participar un poco en algunas de ellas y aprendiendo cosas nuevas por el camino; de la misma forma que Celestia enseñó a Twilight, ahora Twilight comenzó a enseñar a Blueblood, reforzando aún más su nueva amistad y haciendo que Celestia se sintiera un poco más orgullosa de su sobrino.

Aunque aún había ponis que todavía no se fiaban del todo de él; una noche, mientras se dirigía a su habitación para irse a dormir, vio a alguien moviéndose entre las sombras y se paró por un momento, no muy seguro de lo que había visto. De golpe y porrazo, cierta bat poni apareció de improviso, encarándole y asustándole un poco.

-Contigo quería yo hablar…

-Ah, espera, por favor, no me hagas daño, yo sólo quiero enmendar mis errores…

-Sí, sí, todo eso me parece estupendo, pero escúchame bien…-le espetó Midnight, cortándole.

-Sí, sí, te escucho…

-Hasta ahora has sido un buen chico y me has demostrado que esta vez vas por buen camino… pero te digo una cosa…

-¿Qué cosa?-inquirió Blueblood, amedrentado.

Midnight miró de cabo a rabo a Blueblood, manteniendo su mirada de seriedad en todo momento y acercándose un poco más a él; el unicornio blanco reculó hasta la pared, donde se quedó muy quieto.

-Como vuelvas a montarla de alguna u otra manera, te las verás conmigo… así que sigue así de bien como hasta ahora, o tú y yo tendremos una charla mucho más seria. ¿He sido lo suficientemente clara?

-Como el agua…-musitó él, acongojado.

-Bien…

Y, en un visto y no visto, Midnight se escondió entre las sombras, yéndose de allí. Blueblood echó a correr hacia su habitación y no volvió a salir de allí.

Con su tía Luna y su sobrino Frank también se llegó a disculpar; aunque éste apenas fue consciente en su día, él sentía que se lo debía, por lo que fue a verles una tarde en uno de los salones.

-Hola tía Luna… ¿puedo pasar?

-Claro que sí, sobrino… ¿venías por algo?-inquirió Luna, con Frank entre sus patas y jugando con sus peluches.

-Sí, bueno… me gustaría disculparme contigo y con Frank por lo rudo que fui con vosotros…

-Oh, sí… por mi parte te perdono, ya nos has demostrado que realmente has cambiado… aunque Frank por aquel entonces era más pequeño y apenas te recuerda, por lo que preséntate si eso…-le sugirió Luna.

-Oh, está bien…

Blueblood se acercó hasta el pequeño, el cual le miró atentamente y dejando sus peluches a un lado.

-Hola Frank… quizás no me recuerdes, pero yo soy tu primo Blueblood… ¿cómo estás?

Frank le sostuvo la mirada por un momento, como si tratara de recordarle, hasta que finalmente esbozó una tierna sonrisa, al tiempo que le saludaba.

-¡Hola, Blublu!

Tanto Luna como el aludido se llegaron a reír ante la ternura de Frank, el cual le sostuvo uno de sus peluches para que lo cogiera.

-Hala, qué chulo, es un león… ¿te gustan los animales?

-¡Sí!

-¿Y qué más tienes?

Frank le estuvo enseñando el resto de sus peluches sin ningún tipo de reparo, haciéndose a su presencia enseguida sin problemas. Tanto él como Luna supieron entonces, sin ningún atisbo de duda, que no habría nada más de lo que preocuparse a partir de ese momento.

Frank no fue el único con el que se disculpó, ya que después del pequeño vino quizás el perdón más difícil de todos: el de Rarity. Twilight se comprometió con Blueblood a que le ayudaría a verse con ella, por lo que la alicornio lavanda aprovechó una de sus visitas a Canterlot por prácticas para quedar con ella en la pastelería de Joe. No le dijo nada de que en realidad iba a ser para verse con él, ya que eso la hubiera echado para atrás y se hubiera negado a verle de ninguna manera.

Para que no sospechara, y ni lo viera mínimamente raro, Twilight estuvo con ella durante la primera parte de la quedada, hablando un rato mientras tomaban un chocolate con varios donuts para mojar. En un momento dado Twilight se retiró con la excusa de ir al baño para que Blueblood cambiara su lugar sin que ella se diera cuenta; y funcionó, puesto que la poni modista se había estado maquillando mientras esperaba, por lo que ni vio llegar a Blueblood y ni mucho menos le vio sentándose delante de ella. Por un momento, Rarity pensó que Twilight había vuelto y murmuró.

-Bueno, pues como te iba diciendo, querida, justo ayer me llegó un pedido de telas nuevas y me…

La poni modista se cortó de golpe al ver delante de ella al que le había arruinado la que se suponía que hubiera sido la mejor noche de todas; los dos se sostuvieron la mirada por un momento hasta que el príncipe habló.

-Eh… hola, Rarity.

Justo después, ella reaccionó.

-¡Tú! ¡De todos los ponis con los que me podría encontrar, tú eres, sin duda, el peor! ¿¡Qué haces aquí, dónde está Twilight?!

-Espera, déjame que te…

-¡No, no quiero oír tus excusas baratas! ¡Me diste la peor noche de toda mi vida, fuiste el peor príncipe de la historia, y no sólo eso, sino que trataste fatal a tu pobre tía comportándote de esa forma! ¡Vil, crápula, truhán, fuera de aquí!

-¡Rarity, por favor, escúchame!

-¡Pero yo no quiero escucharte, sal de aquí, no vuelvas más, fuera de mi vista!

La poni modista trató de agredir al unicornio con su bolso, mientras que media clientela, incluyendo Joe, veían el espectáculo alucinados. Blueblood aprovechó el momento para hacer una declaración de intenciones.

-¡Que sólo he venido a disculparme!

Al oír eso, Rarity paró de golpe, como si no hubiera oído bien.

-¿Perdón?

-Yo sólo he venido a disculparme, nada más… sé que no te traté de la mejor manera aquella noche, y quería pedirte perdón por eso mismo. Sé que hace ya varios años desde entonces, pero sentía que te lo debía. Lo siento, Rarity.

La aludida se quedó en el sitio, todavía sin creerse lo que había pasado delante de sus narices; al cabo de unos pocos segundos de silencio forzado, murmuró.

-¿En serio?

-Muy en serio…

Rarity le volvió a mirar e inquirió.

-¿Quién es usted y qué ha hecho con Blueblood?

-Soy yo de verdad…

Costó un poco convencerla, pero al final la unicornio blanca acabó por creerle, mostrándose sorprendidísima ante semejante cambio.

-Vaya, que me aspen, jamás pensé que llegaría a conocer al Blueblood que alguna vez quise conocer…

-Pues aquí me tienes, no ha sido tan horrible ¿no?

-Oh, no, qué va, para nada…

El resto de la conversación fue agradable y distendida, hablando de todo un poco y perdiéndose en banalidades. Twilight les observaba desde afuera, contenta tanto por su amiga como por Blueblood.

El resto de prácticas se fueron sucediendo una tras otra, Twilight fue cogiendo soltura a la hora de hablar tanto en público como en privado ante personalidades distinguidas, mejorando sus formas y aumentando su experiencia. Blueblood siguió acompañándola a todos estos actos, convirtiéndose rápidamente en una figura más respetable y mejorando su imagen de cara al pueblo. En la última de todas, una recepción en un salón de fiestas en Canterlot, cerró junto con Twilight el evento.

-No ha estado nada mal ¿verdad?-inquirió ella.

-Sí, los canapés estaban muy buenos…

-Oh, vamos, sabes de lo que te hablo…

-Sí, lo sé, pero era por comentar…

Los dos se rieron divertidos, mientras iban saliendo hacia la calle; pero en cuanto alcanzaron la puerta de salida, aparecieron frente a ellos dos ponis vestidos con sendas togas cardenalicias.

-¿Puedo ayudarles?-inquirió en ese momento ella, extrañada.

-Princesa Twilight Sparkle…-murmuró uno de ellos.

-Su excelencia, el obispo Order Faith, desea hablar con usted…-continuó el otro.

-La está esperando en la catedral.

Y, tras esas secas y escuetas palabras, ambos se retiraron calle abajo. Twilight se quedó aún más extrañada si cabe. ¿Por qué el obispo querría hablar con ella así de repente? ¿Y por qué ahora? Nunca se había considerado creyente, y apenas recordaba cuando fue la última vez que se pasó por una iglesia. Aun así ese llamado la tenía intrigada, por lo que decidió pasarse para ver qué era lo que quería.

-Ve yendo tú al palacio, iré a ver qué quiere el obispo.

-¿Segura? ¿No prefieres que te acompañe?

-No, no hace falta, después de todo sólo es el obispo…

Blueblood aceptó y se fue hacia el otro lado de la calle, acompañado por un par de soldados, mientras que ella tomaba dirección contraria, acompañada por otro par de soldados. Desde donde estaba no había mucha distancia y llegó al lugar enseguida, las puertas estaban abiertas y un murmullo apagado salía del interior.

-Quédense aquí, no tardaré mucho-indicó Twilight a los soldados, los cuales se quedaron fuera guardando la puerta.

Nada más pasar al interior, sintió un agradable frescor y oyó una voz extendiéndose por todo el diáfano lugar; vio entonces que aún estaban en misa, la nave estaba bastante llena de ponis que escuchaban al cura, el cual se encontraba pronunciando su correspondiente sermón.

-… y es por eso que debemos ser nosotros los que practiquemos la bondad y prediquemos las enseñanzas de nuestro Señor. Porque es en nosotros y en nuestros corazones donde reside el verdadero espíritu de la fe primalicorniana. Él y sólo Él es el verdadero camino para poder conseguir un lugar en las planicies eternas a su lado. Y juntos, como hermanos, podremos conseguirlo. Es palabra del Señor.

-Gloria a ti, Señor-contestaron los fieles.

Twilight tan solo rodó los ojos, tratando de pensar en otra cosa; nunca la había convencido el método y las enseñanzas de la iglesia primalicorniana. Cuando era una potrilla acataba todo lo que la decían puesto que era pequeña y apenas podía opinar; iba a misa, rezaba todos los días e incluso llegó a ser monagilla un par de veces por mediación de Celestia.

Pero en cuanto comenzó a crecer, comenzó a cuestionar muchas cosas, entre ellas las formas de la iglesia e incluso las escrituras; según éstas, el camino hacia el Primer Alicornio era la única forma de alcanzar la salvación eterna y gozar de su gloria en las planicies eternas. ¿Sólo su camino era la única forma? ¿Y qué había del resto de religiones? La respuesta la encontró mucho más rápido de lo que pensó; el resto de religiones no tenían cabida en el reino del Primer Alicornio. Eso la pareció egoísta y poco armonioso. Y las estrictas y restrictivas formas que tenía la iglesia por aquel entonces, terminaron de convencerla. Desde entonces abrazó el ateísmo, para desilusión de Celestia, aunque ésta respetó su decisión.

Tras el sermón vinieron varias oraciones, los ruegos y luego las ofrendas; después estuvieron cantando un poco, acompañados por el coro y el órgano. Finalmente acabaron la misa orando un poco más y siendo despedidos por el cura.

-Que la bendición del Primer Alicornio descienda sobre todos vosotros.

-Amén.

-Podéis ir en paz.

-Demos gracias al Señor.

Durante el resto de la misa Twilight estuvo esperando a que terminara, oculta entre los pilares del lado izquierdo de la nave para no montar un revuelo y observando una talla de madera cercana. Los ponis fueron vaciando el lugar, las voces se fueron apagando y, en cuanto estuvo sola, salió al pasillo central. El ruido de sus cascos alertó al cura, el cual se dio la vuelta y quedándose gratamente sorprendido al verla.

-Oh, princesa Twilight Sparkle, qué honor… ¿qué hace aquí? La misa ya ha acabado…

-He venido a ver al obispo, me han dicho que quiere hablar conmigo y que me estaría esperando aquí…-explicó ella, con voz queda.

-¿El monseñor quiere hablar con usted? Qué raro, a mí no me ha dicho nada…

-Pero eso es porque no tengo que estar contándotelo todo, Dense Lecture…-murmuró entonces una voz desde el otro lado del altar.

Tanto Twilight como el cura giraron la cabeza para ver a Order Faith saliendo de la sacristía; nada más verlo, Dense Lecture le habló.

-Oh, monseñor, por supuesto que no, no era mi intención inmiscuirme en sus asuntos de esa manera…

-Ahórrate tus lisonjas, Lecture, tu servicio ya se ha acabado, puedes retirarte.

-Ah, por supuesto, monseñor, gracias, hasta más ver.

El cura salió atropelladamente de allí, dejando a solas a Twilight y al obispo, el cual la miró de arriba abajo.

-Twilight Sparkle… te recuerdo muy bien de años pasados, cuando sólo era un simple sacerdote… creo que llegaste a ser monaguilla mía alguna vez…

-¿Ah, sí? Yo ya ni me acuerdo…

-Sí, lo cierto es que hace mucho tiempo que no te pasas por aquí… sobre todo ahora, siendo una princesa…-murmuró Faith, como quien no quiere la cosa.

-Los dos sabemos que Celestia es la creyente y Luna la agnóstica… por mi parte, preferí tomar mi propio camino-argumentó ella, con voz queda.

-Lo sé… es una pena, últimamente hay muy poca vocación entre los más jóvenes…

-¿Y no se ha preguntado nunca que a qué se deberá eso?-inquirió ella, ceñuda.

-Sí, y creo haber dado con la respuesta…

-¿Ah, sí? Ilumíneme…

Por un momento el obispo no dijo nada, dirigiéndose hacia el altar y mirando a la vidriera que representaba al Primer Alicornio. En un momento dado, habló.

-Es por fe, señorita Sparkle… los jóvenes de hoy en día prefieren escucharse a sí mismos en vez de a sus padres, y ese es un grave problema. A mí me llena de tristeza ver cómo esos ponis se alejan de la iglesia en vez de acercarse e interesarse por ella… es una pena.

-Quizás es porque la iglesia no sepa cómo acercarse a ellos… ni siquiera ésta intenta estudiar la sociedad que les rodea o adaptarse a los nuevos tiempos. Sigue estancada en su propio mundo, sin poder llegar a la gente que busca repuestas o algo en lo que creer. Eso sí que es una pena…

Frente al argumento de Twilight, Order Faith tan solo esbozó una graciosa sonrisa.

-Ah, juventud, divino tesoro… qué gran novicia ha perdido la iglesia con usted, señorita Sparkle. Hubiera sido toda una modelo a seguir…

Ante eso, el ceño de Twilight se frunció aún más, extrañada por la verborrea del poni.

-¿Qué es lo que quiere de mí, obispo?

-Oh, nada en especial, tan solo hablar con usted…

-Ya, claro, cuénteselo a otro… sabe perfectamente que soy atea, y aun así me viene con todo eso de la fe, la vocación y demás chorradas sin sentido, al menos para mí. He venido con toda mi buena intención, y usted me trata como si fuera tonta, y no sólo a mí, sino al pobre sacerdote de antes también. Así que déjese de patrañas, a mí no me engaña. ¿Qué quiere de mí?

Order Faith la miró fijamente, sin quitarla la vista de encima y manteniendo una cara de póker envidiable; Twilight le devolvió la mirada, visiblemente molesta. En un momento dado, el obispo volvió a hablar.

-Supongo que una yegua tan atenta y perspicaz como usted se habrá dado cuenta enseguida de cierto detalle…

-¿Cuál de ellos? ¿Lo impertinente que está siendo conmigo o que desde que empezamos a hablar no me ha tratado como a una princesa?

-Exactamente… muy bien. ¿Y por qué cree que no lo hago?

-No lo sé, dígamelo usted.

-Ah, pero yo pensaba que ya lo sabía…

-¿Saber? ¿Saber el qué? ¿De qué me habla?

Frente a eso, Order Faith tan solo esbozó una ligera sonrisa de satisfacción y murmuró.

-Pues de los pecados de su querida mentora, por supuesto… del pecado en sí misma que es usted… y de lo que la espera si todo el mundo supiera de lo que es en realidad…

-¿De qué demonios me está hablando?-le espetó ella, algo amedrentada por sus palabras.

-Oh, pero ya pensaba que lo habría averiguado… ¿no la dijo nada su querida mentora sobre su… ascensión? ¿Acaso no habló con ella sobre ello?

Las palabras del obispo la dieron qué pensar, sobre todo porque no la decían casi nada; trató de recordar algún tipo de conversación con ella sobre el asunto, pero no había nada por mucho que intentaba sacar algo en claro. Cada vez que trataba de recordar por qué se había convertido en alicornio exactamente, una densa cortina se echaba ante ella, como si no ésta no quisiera que viera lo que había tras ella. Intentó apartarla, pero tan solo obtuvo un intenso dolor de cabeza. Twilight no pudo evitar quejarse en voz alta y llevarse un casco a la cabeza, sintiendo los pinchazos en su cuerno. Su gesto hizo comprender un poco mejor a Order Faith, el cual se regodeó aún más.

-Oh, la pena, el dolor de saber que ha cometido tal falta… su querida maestra es una pecadora sin perdón y usted no es más que una abominación de la naturaleza que no debería ni existir. No hay nada más sagrado que Él, señorita Sparkle. Y usted ni siquiera posee ni un ápice de santidad en su sangre. Es una simple marioneta creada para la ocasión, por una traidora que creyó que podría jugar a ser el Primer Alicornio. Y si no me cree, pregúntela a ella…

Tratando de ignorar el tremendo dolor de cabeza que sentía, miró por un momento a ese poni, totalmente asqueada, y le espetó.

-Aléjese de mí…

Y, tras eso, echó a correr hacia la salida. Por su parte, Order Faith tan solo la observó desde donde estaba, sonriendo vilmente.

Twilight regresó al palacio rápidamente y subió las escaleras hasta el despacho de Celestia, sintiendo una extraña sensación de enfado recorriéndola todo su cuerpo, mientras iba pensando por sí misma. No llamó a la puerta, tan solo entró de golpe en él y se dirigió a ella directamente.

-¿Por qué no puedo recordar nada?

-Twilight ¿Qué te pasa? ¿A qué viene todo esto?

-Respóndeme, Celestia ¿por qué no puedo recordar nada?

-Pero ¿a qué te refieres?-quiso saber la aludida, sin entenderla.

-¡A mi ascensión! ¡Intento recordar por qué se dio y no puedo! ¿¡Por qué, por qué no puedo?!-acabó chillando ella.

En cuanto comprendió lo que la decía, el gesto de Celestia cambió al de sorpresa repentina, sin saber bien qué decir.

-Yo…

-¿¡Un hechizo, verdad?! ¡Un maldito hechizo bloqueador de memoria, por eso no puedo! ¿¡Qué me hiciste, Celestia?! ¿¡Acaso ese desgraciado tiene razón?!

-¿Desgraciado? ¿Qué desgraciado?

-¡Ese horrible poni que tiene por confesor! ¡Order Faith, el obispo!

En cuanto pronunció su nombre, el gesto de Celestia se torció un poco más y la alicornio blanca comenzó a sudar.

-¿Qué te dijo?

-¡Muchas cosas, que si usted es una traidora pecadora, que si soy una marioneta, una aberración natural! ¿¡A qué se refería, por qué me decía todo eso?! ¿¡Qué está pasando, Celestia?!-gritó Twilight, verdaderamente enfadada.

Llegados a ese punto, la alicornio lavanda sentía que Celestia la había mentido casi desde el principio, y la cara de esta no hacía más que confirmar lo evidente. Viéndose acorralada, Celestia suspiró y, llena de pena, musitó.

-Lo siento… lo siento tanto, Twilight, yo…

-¡Libere mis recuerdos!

-¿¡Qué?!

-¡Deshaga el hechizo, ahora! ¡Hágalo!-la ordenó Twilight, con voz imperiosa.

Totalmente rendida, y empezando a llorar, Celestia hizo lo que la pidió y juntó su cuerno con el de Twilight, al tiempo que éste comenzaba a brillar.

Por la cabeza de Twilight comenzaron a pasar todos esos recuerdos retenidos, volviendo a recordarlo todo; las conversaciones con Luna en las que le revelaba los planes de su hermana, el hechizo, el libro de Star Swirl el Barbudo… todo volvió a su sitio y las palabras de Order Faith cobraron sentido, comprendiendo lo que significaban y todo lo que había detrás de ellas. Y la realización final fue tan amarga como el mismo hecho en sí. Los ojos de Twilight se anegaron y miró a Celestia con desprecio antes de hablarla.

-¿¡Cómo ha podido?! ¡Yo confiaba en usted, lo hice por usted y por su hermana! ¿¡Y así me lo paga?! ¡¿Escondiendo y ocultándome lo que soy?!

-Lo siento tantísimo, Twilight, no quería hacerlo, pero yo… compréndeme, por favor, estaba asustada, y…-masculló Celestia, llorando a mares.

-¡No, cállese, no quiero oír nada de lo que tenga que decirme! ¡Entonces es verdad, soy una marioneta, no soy más que el resultado de un horrible experimento!-chilló Twilight, llorando de igual forma.

-¡No, si lo hice fue por ti, Twilight, para que estuvieras a mi lado de igual forma!

-¡Mentira, lo hizo por usted creyendo que era parte de una especie de plan divino! ¡Sabe que yo no creo en el Primer Alicornio, y aun así me usó para satisfacer sus propias creencias! ¡Ya veo lo que he significado para usted!

-¡No, Twilight, por favor, escúchame, tú eres muy especial para mí y lo sabes, te quiero como si fueras mi hija!

-¡Pero yo no soy su hija, y tampoco usted es mi madre! ¡Si realmente me quisiera tanto como bien dice, hubiera confiado en mí y me lo hubiera explicado todo, pero no, tan solo me lo ocultó para mantener a salvo su fe y su credibilidad!

-Twilight… por favor…

-¡No! ¡No quiero oír nada más de usted, no quiero saber nada! ¡No la perdonaré jamás!

-Twilight…

Pero la alicornio lavanda no dijo nada más, yéndose de allí a paso firme y llorando por el camino; Celestia quiso ir tras ella, pero en cuanto cruzó el umbral de su puerta vio a su hermana mirándola fijamente con la decepción grabada en su rostro.

-Luna… lo siento tanto, hermana, por favor, ayúdame a hablar con ella…

Sin embargo, la alicornio oscura no dijo nada, dándose la vuelta y alejándose de ella.

-Luna… no, Luna, por favor, tú también no… escúchame, por favor, escúchame…

-¿Y qué es lo que tengo que escuchar, Celestia? ¿Cómo la reprimiste sus recuerdos y conversaciones conmigo? Ya hablamos de esto, pero no pensaba que fuera por algo así, creía que aún te atormentaba el hecho en sí. Y, por lo que veo, me equivoqué…-murmuró su hermana, sin darse la vuelta.

-Luna…

-Confiaba en ti, Celestia… te perdoné, y aun así ¿por qué me vuelves a hacer daño otra vez?

-Yo…

-Ese es tu problema, tú, tú, sólo tú… no piensas en nada más que en ti, Celestia. No me voy a ir, pero tampoco voy a hablar contigo. No hasta que dejes de pensar en ti y pienses en los demás.

Las duras palabras de su hermana rompieron el corazón de Celestia en mil pedazos, sintiendo cómo se hundía en un pozo negro de pena y desesperación. Luna no dijo nada más y se retiró a su habitación, dejando sola a Celestia en el pasillo.






El resto del día pasó lentamente. El ambiente se enrareció y volvió brumoso, pero sólo para Celestia, la cual apenas había reaccionado desde que Luna la rechazó. Después de sus duras palabras, la alicornio blanca no dijo nada y se encerró en la capilla del palacio, sin querer ver a nadie más. Llevaba allí varias horas, no había comido, tampoco rezaba, no hacía nada, simplemente estaba ahí. Tratando de procesar que había vuelto a perder a su hermana, otra vez, y esta vez a Twilight. En su mente se repetían una y otra vez las palabras de ambas yeguas. Todo era por su culpa. No había otra forma de verlo, al principio trató de negar categóricamente los hechos en sí, pero tanto Luna como Twilight tenían razón. Sólo pensó en ella y trató de satisfacer sus propios deseos y creencias en vez de los de los demás. En un momento dado, Celestia levantó la vista y miró la vidriera del Primer Alicornio. Al principio tan solo se quedó contemplándola, sin hacer ni decir nada; pero al poco rato, comenzó a notar cómo la pena y la desesperación comenzaban a bullir en su interior, transformándose poco a poco. Su blanco semblante se arrugó, su ceño se torció, sus labios se doblaron y, entonces, miró a la figura con ira. Sin darse cuenta siquiera, se levantó, comenzando a gritar con todas sus fuerzas y a usar su magia; levitó los bancos y los destrozó, cogió las velas y las tumbó, volcó el agua bendita y rompió la talla de madera que allí tenían. Luego cogió el cirio rojo y lo fundió, quedándose sólo con el candelabro de pie que lo sostenía; miró por un momento a la vidriera del Primer Alicornio y, sin dudarlo, lo levantó sobre su cabeza y lo lanzó contra esta con un grito de rabia. El candelabro golpeó en la vidriera y ésta se resquebrajó, deformando la figura en esta representada.

Celestia no pudo más y se dejó caer al suelo, llorando con todas sus fuerzas y sintiéndose más miserable que nunca. Por culpa de sus creencias había perdido a las dos ponis más importantes de su vida, y fue entonces cuando empezó a cuestionar, por primera vez en su vida, todo en lo que ella creía. ¿Realmente había merecido la pena probar el hechizo? ¿Consideraba ahora divino algo que tan sólo la traía dolor y sufrimiento cada vez que intentaba probarlo? Y, lo más importante, si el Primer Alicornio era tan bueno y misericordioso ¿por qué la hacía sufrir de ese modo? Cada vez que trataba de agradarlo y hacer cumplir con su voluntad, él la hacía daño y la quitaba lo que más quería en el mundo. No era justo. Ella misma no era justa. Y ahora lo podía ver, aunque demasiado tarde. Llena de rabia y dolor, se dirigió a la agrietada vidriera y la espetó.

-¿¡Por qué?! ¿¡Por qué me haces esto?! ¿¡No se supone que velas por mí y recompensas a los que te honran?! ¡Durante toda mi vida he estado volcada en ti y mi fe, siempre he tratado de agradarte, pero tú no haces más que quitarme lo que quiero! ¡No es justo! ¡No es justo!

Tras esa retahíla de agravios y despecho, Celestia volvió a echarse a llorar, sintiéndose peor que nunca, no por el hecho en sí, sino por todo lo que se suponía que representaba el Primer Alicornio. La respuesta anhelada nunca la llegó, y tan solo quiso seguir llorando y lamentando su propia existencia. Pero en ese momento oyó a las puertas abrirse y masculló.

-¡Fuera, no quiero ver a nadie!

-¿Tía?-inquirió una voz conocida.

Esa voz no hizo más que darla motivos para seguir llorando; haciendo un esfuerzo por no ser ruda con él, murmuró.

-Blueblood, por favor, ahora no quiero hablar con nadie…

-Pues a mí no me lo parece… me he enterado hace poco, y bueno… se te oye por todo el palacio.

Celestia tan solo dejó escapar un respingo, comentando después.

-Entonces ahora todos sabrán que soy una poni horrible… y que ni soy digna de ser llamada princesa…

-No digas eso… todos cometemos errores, tía, mírame a mí…

-Esa es otra… tus errores son culpa de los míos. Eché tu vida a perder… y ahora he echado a perder la mía propia…

-No, nada de eso… puede que hayas cometido graves errores, pero eso no significa que no puedas subsanarlos. Cuando estaba mendigando por toda Ecuestria, muchas veces llegué a pensar que para qué vivir una miserable vida cuando ya no me quedaba nada. Y, aun así, seguía adelante, sin ni siquiera saber bien por qué. Ahora que vuelvo a estar aquí contigo, y que he podido darme cuenta de todo lo malo que hice, comprendo mucho mejor por qué seguí adelante. Porque si no lo hubiera hecho, no hubiera podido volver.

Las palabras de su sobrino conmovieron a la alicornio blanca, la cual tan solo le abrazó con fuerza, llorando por lo bajo. Blueblood la devolvió el gesto, sin decir nada más y ayudándola a sentirse un poco mejor. La luz de la tarde se colaba por la vidriera agrietada y se proyectaba sobre ellos.






En el pueblo tampoco había consuelo para Twilight; volvió teletransportándose y, nada más llegar, comenzó a romper todo lo relacionado con Celestia mientras no dejaba de llorar desconsoladamente. Sus copias de los reportes de amistad, sus respuestas, cartas u otros consejos escritos, algunos regalos varios… y, tras eso, estuvo a punto de cortarse las alas si no hubiera sido por Spike, que la paró a tiempo arrebatándola un cuchillo de sierra tamaño grande.

-¿¡Pero qué haces, Twilight?! ¿¡Qué te pasa?!

-¡Dame eso, Spike, ahora!

-¡Pero Twilight! ¿¡A qué viene eso de querer cortarte las alas?!

-¡Estas alas no valen nada, no son de verdad, son sólo de cartón! ¡No tiene sentido que las siga teniendo!

-¿¡Pero qué dices, te has vuelto loca?! ¡Dime qué demonios te pasa!

Pero la alicornio lavanda no dijo nada más, intentando recuperar el cuchillo; Spike evitó que lo volviera a tener quemándolo con su fuego. Al verse desarmada, Twilight se echó a llorar una vez más y se encerró en el sótano. Preocupado por ella a niveles extremos, Spike decidió ir a buscar a sus demás amigas para que trataran de hablar con ella y descubrir lo que la atormentaba de esa forma. En cuanto las explicó la situación, fueron corriendo hacia la biblioteca y las cinco ponis bajaron hasta la puerta del sótano, donde intentaron hablar con ella.

-¡Twilight, cariño, abre por favor, sólo queremos hablar!

-¡Sí! ¿Qué es eso de querer cortarte las alas así sin más? ¡Exigimos explicaciones, dulzura!

-¡No nos iremos hasta que hayamos hablado contigo!

-¡Abre, Twilight, tengo una sorpresa para ti!

-Por favor, Twilight, abre la puerta… si no te importa…

Pocos segundos después, la puerta se entreabrió y las demás entraron en el sótano; nada más poner los cascos en él, la alicornio lavanda se echó sobre ellas y siguió llorando como si no hubiera un mañana. Las costó bastante calmarla, pero en cuanto estuvo mejor, la reclamaron explicaciones. Entre lloriqueos y jadeos, las explicó absolutamente todo lo que había pasado. Cada una lo interpretó a su manera.

-¡No! ¡Es imposible que la princesa te hiciera eso, no es propio de ella!

-¡Pero lo hizo, Rainbow, realmente lo hizo! ¡Me escondió mis propios recuerdos para que no supiera por qué soy un alicornio en realidad!

-¿¡Cómo ha sido capaz, esa hija de yegua!?

-¡Applejack, no digas eso, sus razones tendría!

-¿¡Razones?! ¿¡De qué razones me hablas, Rarity, o acaso estás sorda?! ¡Lo hizo porque creía que así cumplía voluntad divina! ¡¿Qué tipo de razones son esas!?

-¡No veo nada de divertido en eso!

La única que no opinó fue Fluttershy, la cual se mostró demasiado impactada como para poder hablar. Twilight siguió expresando su dolor.

-No sabéis lo que es saber que tu vida ha sido planeada así sin más… estas alas no valen nada, por eso quise cortármelas… tampoco vale nada lo que he aprendido hasta ahora porque no soy ninguna princesa, sólo una cobaya experimental exitosa…

-No, no digas eso, cariño, tú eres más que eso, eres nuestra amiga, y nunca te vamos a abandonar…

-Eso es verdad, y menos aún ahora, no después de lo que esa princesucha te ha hecho…

-Creía que Celestia era buena y sabia… me duele por mi orgullo, pero ya no seré más leal a ella, sólo a ti y porque eres mi amiga.

-Te queremos, Twilight, jamás te dejaremos sola…

-¡Y siempre con una sonrisa!

Ante las muestras de amistad y apoyo de sus amigas, Twilight tan solo pudo sonreír, sintiéndose esta vez un poco mejor.

-Gracias, chicas…. Yo también os quiero.

Sin decir nada más, las seis se dieron un abrazo grupal y lo mantuvieron durante un tiempo indefinido. Afuera, comenzaba a atardecer.

Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor EdoNova » 01 Sep 2014, 13:30

Uf... Ese cambio tan radical de la opinión de Twilight y sus amigas con respecto a Celestia ha sido un duro golpe para mi, por otra parte, todo lo que ha surgido de Blueblood ha sido perfecto, bravo
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor Sg91 » 12 Sep 2014, 10:01

Capítulo 25

Sin salida

1ª parte


Después del descubrimiento de Twilight acerca de la verdad de su transformación en alicornio, ésta repudió a Celestia y su relación se enfrió por completo; no hubo absolutamente nada, tan solo la dejó de hablar, tratándola como si no existiera, para desgracia de Celestia, la cual intentaba por todos los medios volver a hablar con ella. Pero carta que la enviaba, carta que la devolvía al poco rato y sin abrirla siquiera.

Debido a esto, tanto Cadance como sus propios padres se terminaron enterando de lo que había pasado; en un principio, Twilight no quiso decirles nada para no preocuparlos demasiado, y así se lo dijo ella misma en cuanto estuvo hablando con ellos. Pero para ambos no había nada más importante que su hija, por lo que lo comprendieron. En cuanto al asunto en sí, fue toda una sorpresa descubrir que la buena, justa y sabia princesa Celestia la había estado manipulando de esa forma. Debido a esto, Twilight Velvet fue directamente al palacio a hablar con ella, soltándola todo lo que tenía sobre ella; Celestia ni siquiera se defendió, tan solo dejó que Velvet se quedara a gusto, recibiendo de todo. Desagradecida, mala poni, fanática, chovinista… simplemente aceptó todos esos términos y acepciones contra su persona porque, en el fondo, sabía que todos ellos eran ciertos. Esto pilló con la guardia baja a Velvet, la cual la espetó.

-¿¡Y bien?! ¡¿No tienes nada que decir?!

Celestia tan solo la miró, con un profundo deje de pena grabado en su rostro, antes de murmurar.

-No. Tienes razón, Velvet. Soy una poni horrible.

Y, tras esas palabras, Celestia se retiró, dejando a una chocada y desconcertada Velvet mirándola atentamente antes de desaparecer tras la puerta.

Por parte de Cadance, la alicornio rosada no supo ni cómo tomárselo siquiera, ya que la primera revelación fue como un mazazo para ella; conocía bien a su tía, o eso era lo que creía. Desde pequeña había sido su mayor modelo a seguir, una figura que inspiraba confianza, amor y cariño. Pero ahora todo eso había desaparecido de un plumazo, para ser reemplazado en su lugar por confusión, dudas e incertidumbre.

Al contrario que Twilight o Velvet, quiso hacer sus propias averiguaciones y habló ella misma con su tía. Para su sorpresa y consternación, la alicornio blanca se deshizo en lágrimas mientras la confirmaba todo lo que la habían dicho sobre ella.

-¡Lo siento tanto, Cadance! ¡He defraudado a todos, incluida a ti! ¡No merezco que me llames tía, no merezco nada! ¡Lo siento! ¡Lo siento muchísimo!

Aunque al principio no supo cómo tomárselo, ver así de herida a la que había sido como su madre durante más de diez años hizo que se apiadara de ella.

-Tía, yo… me parece muy bien que creas en el Primer Alicornio, pero… hacerle eso a Twilight…

-Lo sé, lo sé, fue horrible… yo…-masculló Celestia, sin poder seguir siquiera.

-Pero ¿por qué creías que debías hacerlo? Intento comprenderte, tía, ayúdame a comprender por qué lo hiciste.

Las suaves palabras de su sobrina la tranquilizaron un poco, pero aun así no estaba del todo segura de si decírselo así sin más.

-Podría decírtelo, pero… no creo que te guste.

-Pero si no me lo dices, no lo sabré.

Ambas alicornios se miraron por un momento, Celestia observó a su sobrina con un deje de pena en su rostro, al tiempo que Cadance la sostenía la mirada con determinación. Finalmente, la alicornio blanca suspiró y habló.

-Lo hice porque debía hacerse… su marca de belleza aparece en el tronco del árbol de la armonía, el origen de los elementos de la armonía, lo que prueba la divinidad del árbol, ya que nosotros los alicornios somos de origen divino. Y, a la vez, el hechizo que usé sobre ella también lo prueba, tanto desde un nivel teológico como científico.

Ante todo eso, Cadance se quedó de una pieza, sin hacer ni decir nada durante unos breves segundos. Justo después, habló.

-Pero tía… todo eso que dices… ¿hasta qué punto es demostrable?

-Puedo volver a hacer el hechizo para que lo veas… aunque habría que sacrificar a un ser vivo, y realmente no quiero volver a hacerlo.

Ante eso, la cara de Cadance se torció en un gesto incrédulo, llegando a musitar.

-¿Cómo?

-Esta no es tu carga, Cadance; he hecho algo imperdonable y deberías odiarme por ello, como todos los demás. Porque lo merezco, realmente lo merezco. Este es mi castigo.

Antes de que pudiera decir algo más, la voz de Cadance se levantó y dijo con fuerza.

-No.

-¿Cómo?-inquirió Celestia, extrañada.

-No, tía, no pienso odiarte. Es verdad que lo que has hecho es grave, pero no podría odiarte, ni por eso ni por ninguna otra cosa. Odiar es una palabra demasiado fuerte para mí. Te quiero, tía, y lo sabes. Y aun a pesar de todo, te sigo queriendo. No voy a pedirte que me sigas explicando nada más si no quieres, pero sí te voy a pedir que hables con Twilight; no podéis seguir así, necesitáis arreglarlo.

-Ya lo he intentado tantas veces que he perdido la cuenta… no quiere hablar conmigo ni escucharme, me odia, y con razón.

-Entonces dala motivos para que te escuche… muéstrala que realmente te arrepientes de lo que has hecho.

-¿Y cómo puedo hacer eso si actúa como si no existiera?

Cadance se quedó callada, sopesando posibilidades; en un momento dado, comentó.

-Quizás pueda ayudarte… dentro de pocas semanas tendremos esa reunión con los duques de Maretonia, trata de invitarla para que nos acompañe, si te vuelve a ignorar dímelo y se lo diré yo, a ver si podemos hacer que te escuche.

Celestia se quedó anonadada, sin poder comprender por qué su sobrina la ayudaba así sin más, llegando a expresárselo ella misma.

-Pero… no lo entiendo ¿por qué me ayudas después de todo lo que he hecho?

Ante eso Cadance no dijo nada, tan solo miró a su tía brevemente antes de abrazarla con fuerza; Celestia lo compendió sin necesidad de que la dijera nada más y la devolvió el abrazo con el doble de fuerza.

Pero aunque tenía el apoyo de Cadance, Luna seguía sin apenas dirigirla la palabra salvo por el trabajo o poco más; las comidas y las cenas transcurrían en un denso silencio, y era como volver a repetir la misma situación de cuando se hicieron daño la última vez. Celestia intentó hablar con ella, pero Luna apenas la escuchó.

-Lo siento, Luna, de veras que lo siento, no era mi intención mentirte…

-¿Ah, sí? ¿Y entonces por qué lo hiciste?

-¡Porque tenía miedo, Luna, miedo de perderos!

-Pues menuda ironía, porque ahora nos has perdido… si hubieras sido honesta desde el principio, nada de esto hubiera pasado. Pero tuviste que pensar sólo en ti, como siempre haces…

-Lo sé, he sido una egoísta, perdóname, por favor…

-¿Te crees que un lo siento lo arregla todo? Ya te perdoné una vez y, aun así, me volviste a mentir. Si quieres que te perdone, vas a tener que trabajártelo mejor. Y ahora, si me disculpas, tengo que cuidar de mi hijo.

Aunque sabía que toda la culpa era suya, por otro lado el causante de toda esa situación era su bueno para nada confesor personal y obispo de la ciudad, Order Faith. Seguramente quiso castigarla aún más diciendo todo eso para que Twilight atara cabos y enemistarla con ella. Y, evidentemente, Celestia no se quedó de patas cruzada ni mucho menos.

-¿¡Cómo te has atrevido a usar mis pecados en mi contra?! ¡Eres un monstruo! ¡Ella no tenía nada que ver!

-Sabes, y muy bien, que ella tiene mucho que ver en todos tus pecados… que estés así tan solo demuestra que realmente te apoyabas en ellos para excusarte de todas tus acciones.

-¡Pero mis pecados son mis pecados, no los de Twilight! ¡Lo has hecho a propósito y lo sabes!

-Tales acusaciones… debería mostrar a todo el mundo lo que eres en realidad, Celestia… una despreciable e imperdonable pecadora que juega a ser el Primer Alicornio sin ningún otro criterio que el tuyo mismo… es una pena…

Ante esa amenaza, Celestia decidió atacarle con la misma moneda y murmuró.

-Muy bien, hazlo, y de paso escribiré una carta en la que revelaré a todo el mundo la teoría, más que demostrable, de Star Swirl sobre el origen de los alicornios.

La mirada de Order Faith se volvió como una cuchilla, llegando a esbozar una tonta sonrisita.

-Je… no serás capaz… te conozco, Celestia, no serás capaz…

-Oh, ¿quieres probarme? Porque yo sí… y en el caso de que alguien quisiera comprobarlo, podría hacerlo perfectamente. Twilight es la prueba viviente de que el hechizo funciona y que el origen de los alicornios es perfectamente demostrable tanto por hechos científicos como teológicos.

Ambos se sostuvieron la mirada duramente, Order Faith parecía no sólo especialmente molesto, sino intimidado por las duras y aparentemente seguras palabras de la alicornio blanca; por parte de Celestia, el obispo tan solo recibió una fría y penetrante mirada. Al cabo de unos pocos segundos, el unicornio rio tontamente, como si le hubieran contado un chiste malo.

-Buen intento, Celestia, pero eso no hará que te perdone tus pecados ni por asomo. Y los dos sabemos muy bien que por mucho que quieras hacer eso, no lo harás.

-¿Ah, no? ¿Y qué te lo dice?

-Tu fe.

Ante eso, Celestia no supo qué responder, lo que sirvió al obispo como evidencia.

-¿Lo ves? Te conozco demasiado bien, Celestia… y ese es un punto a mi favor. Sólo lo harías si estuvieras lo suficientemente loca o fueras una insensata. Y ambos sabemos que no eres ninguna de esas cosas.

Celestia siempre pensó que la mayoría de las veces la gente tenía una figura muy equivocada sobre su persona; y era en un momento como ese cuando más se lo parecía. No fue capaz ni de rebatir a Order Faith, el cual se fue de allí con aire triunfal, satisfecho por haber ganado en esa contienda verbal.

El resto de semanas pasaron lentamente, haciendo un poco más de daño a Celestia; Twilight siguió ignorando a la que fue su maestra, dejando de ir a Canterlot para hacer las prácticas y abandonando sus estudios de protocolo y etiqueta. Incluso dejó bien claro de forma oficial y abierta frente al pueblo que se declaraba completamente independiente de la familia real de Canterlot; decidió mantener sus derechos y obligaciones como princesa, pero sin tener nada que ver con el reino de Ecuestria, del cual se escindía de manera total y no rebatible.

Esto pilló por sorpresa a todo el reino, que no se esperaba un movimiento así por parte suya; tanto la prensa convencional como la rosa comenzaron a hacer divagaciones y teorías sobre las verdaderas razones de Twilight, la cual no quiso hacer declaraciones de ningún tipo.

Debido a esto, se desvinculó oficialmente tanto de los organismos públicos como del gobierno del reino en sí, por lo que sus antiguas responsabilidades para con éste ya no eran aplicables a ella, dejando solas a Luna y Celestia en ese aspecto y desbarajustando la agenda de varios meses seguidos. La Feria de Intercambio de Rainbow Falls de ese año se quedó sin princesa que la llevara, lo que obligó a Celestia a improvisar, mandando en su lugar a Blueblood; hubiera mandado a Cadance, pero entre que ella ya estuvo en la del año pasado y que seguía tan ocupada como siempre, la era imposible ir.

Tampoco se pasó por los juegos de Ecuestria en el imperio de Cristal, los cuales se dieron normalmente; Rainbow Dash y Fluttershy sí que tuvieron que ir ya que estaban inscritas en el equipo de relevos y dispuestas a competir, pero Twilight no quiso ir, ni siquiera para animar a sus amigas. Allí donde Celestia estuviera, no quería formar parte de ninguna manera, así de claro lo dejó en su día; por su parte, sus amigas no se lo tuvieron en cuenta dado que la entendían perfectamente, incluso la apoyaban en ese aspecto. De hecho no llegaron a cruzar ni una sola palabra con Celestia incluso cuando tuvieron la ocasión de hacerlo, apenando un poco más a ésta, la cual veía cómo incluso las amigas de Twilight la hacían el vacío.

Teniendo en cuenta los acontecimientos precedentes, no era de extrañar que, por mucho que se lo pidiera, Twilight se negara a asistir a la reunión con los duques de Maretonia; aun así lo intentó, esperando algún tipo de respuesta, pero una vez más, Twilight la devolvió el pergamino sin abrirlo siquiera. Celestia se lo comentó a su sobrina, y Cadance lo volvió a intentar ella misma, dirigiéndose a su cuñada y pidiéndole por favor que al menos estuviera allí para saludarla. Por su parte, Twilight la contestó para solo decirla que no la interesaba lo que la tuviera que decir la princesa Celestia, y que se negaba a compartir la mesa con ella de ninguna manera. La alicornio blanca supo que así sería, por lo que no tuvieron más remedio que recibir a los duques ellas tres solas.

-¡El duque y la duquesa de Maretonia!

Ese llamado la sacó de su ensimismamiento y saludó a los presentes inclinando levemente la cabeza ante ellos. Desde que Twilight la dejó de hablar, el tiempo pasaba mucho más rápido que de costumbre, y apenas se acostumbraba a esa sensación de vacío y desilusión que la acompañaba desde entonces.

-Tía, baja de las nubes, que te están hablando…-oyó en ese momento la voz de su sobrina a su oído.

Celestia bajó la vista y vio que el duque de Maretonia le había dicho algo y ella no le había escuchado; tratando de ocultar una incipiente vergüenza por su repentina mala educación, trató de salir del paso rápidamente.

-Mil perdones, duque, pero ¿podría repetírmelo, por favor?

-La preguntaba, alteza, que dónde está esa cuarta princesa que ha sido recientemente coronada, Twilight Sparkle…-murmuró el duque, un tanto molesto.

-Ah, no ha podido venir, está ocupada...

Ambos duques se miraron por un momento, sin decir nada más, mientras que se dirigían hacia el salón del trono para hablar.

Maretonia era una antigua colonia poni afincada al sur de Ecuestria, mucho más allá de las tierras baldías, que llegó a crecer y prosperar bastante en torno a las últimas décadas antes del destierro de Nightmare Moon; tras este mismo, la colonia decidió ir por su cuenta y proclamó su independencia pocas semanas después. En su día, Celestia aceptó las condiciones que la colonia la pedía y ésta pasó a ser un ducado independiente, pero que seguiría manteniendo relaciones comerciales con Ecuestria y el resto de reinos occidentales.

En esa misma reunión trataron, sobre todo, de seguir manteniendo esas relaciones revisando las antiguas leyes que las regulaban, y también con la intención de crear unas nuevas con el imperio de Cristal, las cuales fortalecerían un poco más al recién restaurado imperio, cuya potencia económica se reforzaría un poco más. Cadance se mostró dispuesta en todo momento a firmar convenios y tratados con ellos, por lo que durante el resto de la reunión los duques estuvieron hablando con ella mientras iban redactándolos sobre la marcha.

La reunión siguió su curso hasta acabar a las ocho y media de la tarde; los duques se fueron poco después y Luna se retiró enseguida para estar con su hijo, ya que se lo había traído consigo junto con su niñera, la cual lo estuvo cuidando durante todo el día. Celestia y Cadance salieron al balcón presidencial, hacía tiempo que había anochecido y un cielo estrellado y sin luna era coronado por una aurora boreal proveniente de la punta del palacio.

-Lo haces bien, Cadance, contigo al frente el imperio saldrá adelante en menos tiempo de lo previsto.

-Gracias, tía, aunque la verdad es que no es fácil…

Ambas se quedaron en silencio por un momento, Celestia contempló la aurora boreal al tiempo que Cadance observaba a su imperio.

-Entonces… no quiso venir.

-No. Por ti, mayoritariamente. Se niega a verte de ninguna manera.

Frente a eso, Celestia dejó escapar una triste mirada junto a un hondo suspiro.

-Sé que me lo merezco, sobre todo después de lo que la hice. Este es mi castigo y he de cargar con él por mucho que me pese. Pero… no es tan sencillo…

-Sé que será difícil para Twilight volver a confiar en ti después de todo esto, pero dala tiempo, puede que así se lo piense mejor.

-¿Has hablado con ella?-inquirió Celestia, inquieta.

-Lo he intentado, pero no quiere ver a nadie, contestó a todas mis cartas diciendo lo mismo… y tampoco ha querido hablar con sus padres, según me ha contado Shining. Comprendo su enfado, pero estoy preocupada por ella…

-¿Y crees que yo no? todos los días me pregunto si estará bien o si alguna vez volverá a hablar conmigo… y Luna apenas me dirige la palabra…

Celestia bajó la cabeza, sintiéndose peor que nunca y con unas ganas tremendas de llorar; su sobrina se acercó a ella y la consoló lo mejor que pudo, abrazándola con todas sus fuerzas. La alicornio blanca aceptó el gesto, sintiéndose un poco mejor, aunque no demasiado.

-Gracias Cadance… podrías haber hecho lo mismo que el resto, pero tú sigues ahí…

-Ya hablamos de eso, tía…

Ambas se sonrieron, sin decir nada más y entrando de nuevo en el palacio para ir a cenar.

La cena transcurrió en un denso silencio que de vez en cuando era roto por las risas de Frank y Cadance, la cual se mostraba más cariñosa con el pequeño que nunca; desde que se mudaron al imperio no se habían vuelto a ver, incluso Frank se puso como loco de contento al volver a verla. Cenaron algo ligero, una ensalada de pasta para los ponis y un poco de lomo adobado para Frank que Gastón hizo para el viaje y que se podía comer bien en frío.

El resto de la noche la pasaron en uno de los salones, Cadance estuvo jugando con su primo hasta que éste cayó dormido debido al cansancio. Luna se lo llevó para acostarlo y, al poco rato, Celestia fue la siguiente en retirarse a su habitación. Últimamente se notaba más cansada que de costumbre, y apenas conseguía descansar bien, por lo que prefirió no irse muy tarde a la cama; normalmente tenía la costumbre de leer un poco antes de acostarse, pero esa vez prefirió hacerlo directamente. Se arropó sólo con la sabana y cerró los ojos, llegando a conciliar el sueño mucho antes de lo esperado.






Rabia, podía sentir mucha rabia, mucho odio recorriéndole el cuerpo y dándole la sensación de vacío, de hambre. Ansiaba aunque fuera solo un poco de ese grato poder que tan injustamente se le fue negado; sabía que era grande, sabía que era fuerte, y el resto de mortales no eran sino simples títeres y marionetas a las que poder controlar a su antojo. Y ahora, en ese mismo instante, se sentía un poco más poderoso que antes; sabía lo que tenía que hacer. Y lo haría, por supuesto que lo haría. Reclamaría lo que era suyo por derecho y nadie, absolutamente nadie, sería capaz de detenerle. Empezando por ese pequeño e insignificante poni que había un poco más adelante, llevando una cesta de naranjas. Se escondió para que no lo viera y, en cuanto tuvo la oportunidad, se adelantó y le sorprendió de golpe; no huyó, tampoco pidió ayuda, tan solo se quedó ahí mirándole como si tal cosa. Aprovechando su tonta ignorancia, cogió él mismo lo que le pertenecía, sintiéndose un pelín más poderoso. Y, entonces, sonrió, dejando a la vista unos pequeños y diminutos ojos amarillos.

-Voy a por ti, Celestia…






La alicornio blanca se despertó de golpe, reincorporándose en la cama y esbozando una mirada de puro terror; antes de que pudiera decir nada más, las puertas de su habitación se abrieron de golpe y apareció su hermana en el umbral, con el mismo gesto asustado y mirando a su hermana gravemente.

-Dime que lo has visto…

-Sí, pero… sólo fue un sueño… o eso creo…

-Sabes tan bien como yo que eso no ha sido un sueño, Celestia…

Ambas se miraron por un momento, sin decir nada más. Luna miró hacia un lado, recordando entonces que estaban peleadas.

-¿Y qué sugieres? Si es verdad que está suelto, no podemos quedarnos paradas, tenemos que actuar ya, estamos todos en peligro…

-¿Crees que no lo sé? Pero eso no es lo que más me preocupa…-masculló Luna, con un deje apremiante dibujado en su cara.

-¿Ah, no? ¿Y qué es entonces?

Sin tener que decirla nada, Luna se retiró y Celestia la siguió hasta su habitación; las dos se acercaron hasta la cuna de Frank, donde éste dormitaba profundamente.

-Mi hijo… me preocupa mi hijo, Celestia, más que nada…

-Pero sabes que no es ninguna amenaza para él, ni siquiera tiene magia que pueda darle…

-Lo sé, pero aun así… ¿y si, por lo que sea, quiere hacerle daño o algo peor? No puedo dejar que mi hijo caiga en manos de ese monstruo… tengo que protegerlo…

-Comprendo tu preocupación, Luna, pero no se me ocurre nada que pueda ayudarle… a no ser…-murmuró Celestia, pensativa.

-¿A no ser que qué? ¿En qué has pensado?

Ambas alicornios se miraron por un momento antes de que Celestia hablara de nuevo.

-Si lo que quieres es protegerlo, no estará seguro de ninguna forma si se queda en Ecuestria. Lo único que veo viable es… enviárselo a mamá.

-¿Enviárselo a mamá? ¿Así sin más?

-¿Se te ocurre algo mejor? Podrías dejarlo aquí con Cadance, pero ¿y si se las apaña y cruza las montañas hacia aquí? En el caso de que fracasemos y no podamos detenerle, se volverá imparable, y ni la más alta montaña podrá frenarlo. A no ser que se quede con mamá mientras arreglamos esto.

Luna se quedó callada, sopesando las posibilidades, mientras miraba a su hijo.

-Sabes que no se puede acceder allí a no ser que sepas cómo ir… es el lugar más seguro del mundo, Luna, ni siquiera él podría poner una pata allí por mucho que quisiera. Es lo mejor que puedes hacer por Frank.

Finalmente, sin apenas opciones, Luna aceptó la sugerencia de su hermana.

-Está bien… ayúdame a prepararlo mientras la escribo algo.

Sin despertarle en ningún momento, Celestia la cogió y lo arropó bien, para luego ponerle en una cesta grande de viaje; Luna buscó pergamino y tinta y estuvo escribiendo algo rápidamente, dejando el pergamino enrollado al lado de su hijo. Metieron también en la cesta un par de biberones, uno con agua y otro con leche, además de un par de pañales y un poco de carne junto con una notita aparte. Una vez que estuvo listo lo dejaron en la mesa, y, antes de enviarlo, Luna le dio un suave beso en la frente a modo de despedida.

-Volveré muy pronto, cariño. Pórtate bien con la abuela-le susurró en voz muy baja para no despertarle.

En cuanto estuvo todo listo, ambos alicornios encendieron sus cuernos y proyectaron su magia sobre la cesta, la cual acabó envuelta en un aura de color verdoso al combinarse ambas tonalidades de su magia; mantuvieron ese efecto durante unos breves segundos antes de aumentar la potencia del brillo. La cesta refulgió y, antes de lo esperado, se oyó una ligera detonación, desapareciendo justo después.






Esa mañana era clara y brillante, no se veía a nadie por las empedradas calles y tan solo se oía el piar de los pájaros en la distancia; la figura de una alicornio de pelaje blanco y crin y cola pelirrojas se recortó en la lejanía y su sombra se proyectó en la calzada, al tiempo que el sonido de sus cascos rebotaba en las piedras del suelo. Una serie de casas asimétricas, perfectamente alineadas, de diseños rectos, muy opulentos y de techos muy empinados decoraban la larga calle, en la cual la alicornio era el único peatón.

Tarareando por lo bajo una canción, ésta se acercó hasta una de las casas, subiendo unas cortas escaleras hasta la puerta principal; pero antes de llegar hasta esta, se encontró entonces con una cesta de viaje grande puesta encima del felpudo de bienvenida.

-Vaya, vaya ¿qué tenemos aquí?-se preguntó entonces la alicornio en voz alta, mirando al objeto delante de su puerta.

Se percató entonces de que las sábanas que la cubrían se movían ligeramente, por lo que las apartó con su magia para descubrir entonces a una criatura dormida que al principio no le dijo absolutamente nada, pero cuya forma la resultaba extrañamente familiar. Vio entonces que a su lado había un trozo de pergamino doblado con un sello que ella conocía bien, por lo que lo cogió, lo desdobló y leyó su contenido.

Querida mamá

Ya sé que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos y estuvimos hablando, pero antes de que digas nada, no te asustes por el contenido de la cesta; la criatura que ves dormida en ella se llama Frank, y es mi hijo, tu nieto. Lo encontré hace ya un año y medio en los jardines del palacio y decidí adoptarlo como mi hijo legítimo. Ha crecido mucho desde entonces y es capaz de hablar más o menos fluidamente, repitiendo palabras y conceptos. Es muy precoz para su edad, y muy inteligente también. La razón por la que te lo envío es para protegerlo. El antiguo centauro demoníaco Lord Tirek ha escapado de su confinamiento en el Tártaro y temo por su seguridad. Sé que estando contigo no le ocurrirá nada malo y estará a salvo del peligro hasta que consigamos detenerlo. También sé que te estoy pidiendo mucho, pero sólo será por unos pocos días. En cuanto hayamos conseguido detener a Tirek, te avisaré para que puedas devolvérmelo. Te he dejado algo de comida para él y unos pañales por si tuvieras que cambiarlo. Le gusta mucho que le lean cuentos, se duerme enseguida con ellos. Gracias por todo, mamá.

Tu hija,

Luna


Una vez que terminó de leer la carta, la alicornio suspiró, resignada, mientras cogía la cesta con su magia y sacaba una llave de sus alforjas.

-Pues nada, a hacer de abuela… estas cosas se avisan, Luna…

La alicornio abrió la puerta y se internó tras esta, cerrando al pasar. Afuera, la calle siguió vacía.






En Ponyville se dormía desde hacía ya buen rato; pero las luces de la biblioteca seguían estando dadas, al menos las de la parte superior. Twilight había estado ocupada desde que empezó la tarde. Sin decir absolutamente nada, cogió varios kilos de pergamino, una serie de pastillas de tinta y muchas plumas recién cortadas y biseladas, listas para escribir, a las que estuvo dando buen uso durante toda la tarde. Apenas había parado a descansar, salvo para cenar, para luego retomar su escritura hasta altas horas de la madrugada.

Normalmente Spike no la diría nada si no fuera porque Twilight no había cruzado con él ni una sola palabra desde que empezó, a eso de las siete y media; empezaba a preocuparse, por lo que decidió decirla algo.

-Twilight, es casi la una de la mañana ¿no deberías irte ya a la cama?

-Ahora mismo no puedo, Spike, estoy en mitad de algo importante…-murmuró ella, sin dejar de escribir.

-¿Y qué es eso tan importante? ¿Qué estás escribiendo?

-Algo que nos puede beneficiar a largo plazo…

La contestación de la alicornio lavanda dejó más extrañado al dragón si cabe, pero por lo visto tenía intención de trasnochar, por lo que prefirió dejarlo así. Se dio la vuelta para irse a la cama cuando, de buenas a primeras, sintió una arcada sobreviniéndole; al principio no soltó nada, pero luego lo dejó escapar, surgiendo una carta con el sello de Celestia.

-Ya sabes lo que hay que hacer con ella-murmuró en ese momento Twilight, mientras mojaba la pluma en el tintero.

-¿Estás segura, Twilight? ¿Y si es algo importante?

-Me da igual, tan solo devuélvela-insistió Twilight con contundencia.

Spike quiso decir algo, pero prefirió dejarlo así; aunque antes de soplar quiso saber por un momento el contenido de esa carta y decidió echar un rápido vistazo, sólo para asegurarse. El contenido de la carta lo dejó perplejo, por lo que se lo comentó a la poni.

-Twilight, creo que deberías ver esto…

-Y yo creo que deberías haberlo devuelto ya.

-Pero es que es importante, parece que sucede algo malo…

-Me da igual, Spike, devuélvelo, no te lo repito más veces…

-Pero es que, según esto, toda Ecuestria está en peligro…

Ante ese detalle, Twilight dejó de escribir por un momento y se giró hacia Spike, mirándole ceñuda.

-¿Cómo?

-Sí, dice que un viejo enemigo suyo ha escapado… parece algo serio…

La alicornio lavanda se levantó por primera vez de su mesa y cogió la carta con su magia, leyéndola atentamente.

Querida Twilight

Sé que puede que ignores esta carta como hiciste con el resto, pero esta vez necesito que la leas, ya que es importante. Ha sucedido algo terrible y puede que estemos ante las puertas del desastre. Un viejo enemigo mío ha escapado de su confinamiento y ahora se dirige hacia aquí, con intenciones no muy buenas y amenazando, no sólo a toda Ecuestria, sino al resto del mundo. Te detallaría los detalles, pero es mucho lo que hay que contar y hay poco espacio en un pergamino como este. Necesito que vengas al imperio de Cristal tan pronto como puedas y ya allí te lo explicaré todo. Sé que estás enfada conmigo, y con razón, pero necesito que esta vez me escuches, Twilight, por favor, probablemente necesitaremos tu ayuda y la de tus amigas si las cosas se tuercen. Ven cuanto puedas hacia aquí.

Princesa Celestia


Una vez que terminó de leerla, Twilight tan solo dejó escapar un leve bufido y murmuró mientras la tiraba al suelo.

-No es mi problema.

-Pe… pero Twilight, Celestia dice que estamos todos en peligro…

-En tal caso es su problema, no el mío… y no quiero saber nada de sus problemas-argumentó ella, recalcando los posesivos.

-Bueno, eso lo entiendo, pero resulta que estos también podrían ser tus problemas… ¿y si ese enemigo suyo nos amenaza a nosotros?

-En tal caso, nos defenderemos.

-Pero no sabes nada de él…

-Bueno, pero bien lo puedo averiguar sobre la marcha…

-¡Eso no nos da ninguna oportunidad de victoria si nos amenaza!

-Eso si nos amenaza…

-¡Pero eso tampoco lo sabemos! ¡Por favor, Twilight, no seas tan cabezona y ve al menos para ver contra quien nos enfrentamos!

-¡No, Spike! ¡No pienso ir allí a que esa desgraciada me pase la pelota así sin más, como seguramente hará! ¡No pienso ser su títere nunca más, y me da igual si viene aquí la madre de las amenazas, no pienso ir!-exclamó ella, con un deje de ira en su voz.

-¿¡Entonces dejas a la suerte nuestro destino, eso es lo que quieres decir?! ¡¿No te importa nada lo que me pase a mí o a tus amigas sólo porque odias a Celestia?! ¡Comprendo que lo hagas, pero eso no justifica que te desentiendas de nosotros así sin más! ¡No es propio de ti!

Poni y dragón se miraron fijamente, sin decirse nada más; la expresión de Twilight se mostró fría e impasible, pero al cabo de unos pocos segundos ésta comenzó a flaquear hasta que, finalmente, no pudo más.

-Lo siento, yo… no quería decir eso, es que…

Spike no dijo nada, tan solo abrazó a una llorosa Twilight, la cual le devolvió el gesto con una mueca arrepentida.

-Sé que lo estás pasando mal desde que lo supiste todo, realmente Celestia no se ha portado bien contigo… pero tus amigas sí que confían en ti, Twilight. Y yo también.

-Lo sé, Spike. Y casi lo olvido. Lo siento, de verdad… iré a ver qué quiere, pero sólo por ti por mis amigas.

Para no perder más tiempo, y dado lo apremiante del mensaje, Twilight decidió llevarse a Spike consigo; fueron volando durante la primera parte del trayecto hasta Canterlot, para luego coger un tren expreso hacia el imperio de Cristal.

Cuando llegó ya no había trenes, puesto que la línea ya se había cerrado, pero Twilight se impuso para que sacaran un convoy de las cocheras de la estación que la pudiera llevar al imperio; al principio no quisieron atenderla por el asunto de que se había escindido de la corona real, pero ella le recordó al encargado de la estación que seguía siendo princesa, por lo que era obligación suya obedecerla. Costó un poco, pero al final consiguió que sacaran un convoy reducido que la llevara rápidamente para allá.

-Tengo que pulir bien el detalle de derechos y obligaciones para evitar cosas como estas en el futuro-pensó ella, recordando los escritos que había dejado pausados.

El viaje fue bastante rápido puesto que así lo pidió expresamente, la locomotora llevó a sus bielas a la máxima velocidad y el tren atravesó raudo la estepa norteña y el puerto de montaña, llegando a ver el imperio de Cristal en la distancia en poco menos de hora y media. En la estación no salió nadie a recibirla, pero no la importó.

-Bueno, iré al palacio. Quédate aquí guardando el tren, no dejes que se vaya sin nosotros.

-¿Seguro que no quieres que te acompañe?-inquirió Spike, algo preocupado.

-No, prefiero que te quedes aquí, por si tenemos que irnos deprisa.

-Está bien…

Se despidió de Spike y voló hacia el palacio, entrando directamente en él por el palco presidencial para ganar tiempo.

Encontró a las tres en una de las salas de juntas de los pisos inferiores, saludó tanto a Luna como a Cadance, pero ni siquiera dijo nada a Celestia, a la que simplemente la dedicó una reprobatoria mirada por el rabillo del ojo.

-Vale, ya estoy aquí ¿cuál es la situación?

-No lo sabemos con exactitud, estamos al corriente de que el prófugo aún anda suelto, pero no dónde está exactamente ni cómo localizarlo-comentó Luna, con gesto preocupado.

-Aunque antes de avanzar más en el asunto, déjame que te explique un poco quien es exactamente-añadió Celestia justo después.

Por un momento ambas alicornios se cruzaron la mirada, Celestia miró a Twilight con un profundo gesto de pesar grabado en su cara, al tiempo que en los ojos de Twilight sólo se podía leer rencor y desengaño. Tratando de reprimir las ganas de pedirla perdón por enésima vez, Celestia se centró y comenzó a explicarse.

La amenaza tenía nombre y forma; se llamaba Tirek y era un muy antiguo centauro demoníaco muy versado en las artes oscuras y con la habilidad de robar y quedarse para sí la magia de cualquier criatura mágica que se preciara. Su poder era una fuerza a considerar, y aunque fue encarcelado en su día por sus crímenes, consiguió escapar cuando cerbero abandonó su puesto en las puertas del Tártaro. Twilight recordaba muy bien aquel día, hace ya un par de años, y no vio nada raro estando allí cuando fue acompañando a la criatura para que regresara a su lugar correspondiente. La resultaba extraño ese detalle en sí, aunque prefirió no hacer comentarios al respecto. Por lo visto, el tal Tirek iba tras la magia ecuestriana, y no tenía intención de parar hasta que obtuviera lo que quería.

-¿Y por qué quiere tanto la magia ecuestriana?-inquirió Twilight en un momento dado.

La pregunta pilló por sorpresa tanto a Luna como a Celestia, la cual trató de responder enseguida.

-Supongo que por pura megalomanía… lo cierto es que nunca nos lo habíamos planteado, aunque por aquel entonces nuestra preocupación más inmediata era defendernos.

-Si no hubiera sido por su hermano Scorpan, quien nos dio el soplo, no hubiéramos tenido tiempo de reaccionar. Star Swirl llegó a conocerlo en una de sus incursiones para reconocer el terreno, y pudo convencerle para que no atacaran Ecuestria. No sé de qué hablaron, pero algo le dijo para que Scorpan encarara a su hermano-detalló Luna un poco más.

-¿Cuánto hace ya de eso?

-Miles de años… nosotras éramos bastante jóvenes y llevábamos poco tiempo en el trono, la ayuda de Star Swirl fue vital para detener a Tirek.

Ese detalle en concreto dejó bastante pensativa a Twilight, cuya mente comenzaba a divagar en sus propias mareas; aunque había algo que no terminaba de cuadrarla del todo.

-¿De dónde vinieron Tirek y Scorpan?

-De tierras lejanas de más allá de los Mares Lánguidos, aunque entraron por las tierras baldías… no sabemos exactamente de donde son, Star Swirl tampoco consiguió sacarle mucho a Scorpan sobre ese detalle en concreto.

-Y si Star Swirl llegó a congeniar con Scorpan ¿por qué no aparece ese encuentro en ninguna de sus memorias y biografías?-volvió a preguntar Twilight, con el ceño fruncido.

-Por aquel entonces Star Swirl era joven y, por lo que tenía entendido, no empezó a llevar un diario hasta poco después de conocernos a nosotras. Lo cierto es que fue un consejo mío, aunque no sé si al final lo siguió-murmuró Celestia.

-¿Y cómo conseguisteis detener a Tirek y encerrarlo en el Tártaro?

-Star Swirl fue el que se encargó de la mayor parte de la operación… no le fue sencillo, puesto que se tenía que defender de los intentos de Tirek por robarle su magia, pero al final consiguió llevarlo a su terreno, cansarlo y dejarlo encerrado en el Tártaro. Su estancia en él lo dejó muy débil, pero suponemos que ahora ha recuperado el suficiente poder como para empezar a actuar por su cuenta-explicó Luna.

Twilight se quedó callada, pensando en sus propias cosas; la llamaba la atención que fuera Star Swirl, y no ellas, el que se encargara de la mayor parte de la operación.

-¿Y que hicisteis vosotras mientras tanto?

-Defender la retaguardia por si las cosas se torcían. Cierto es que puede parecer un poco cobarde por nuestra parte, pero por aquel entonces habíamos empezado y no teníamos mucha experiencia manejando este tipo de conflictos-reveló Celestia, algo azorada.

-Ya veo… pero me sigue extrañando que Star Swirl no dejara ningún tipo de referencia…

-Star Swirl era un poni duro, aunque retraído, y no le gustaba alardear de sus logros ni nada por el estilo. Además, nos tenía en alta estima, supongo que prefirió darnos todo el mérito a nosotras para no acaparar toda la atención. Odiaba tener que lidiar con la prensa-recordó Luna.

-Eso es verdad, recuerdo que una vez llegó a ponerse nervioso y chamuscó el bloc de notas a un periodista…

-¡Ah, sí, lo recuerdo! Y tampoco le gustaba que le tocaran el sombrero ¿te acuerdas de aquella vez cuando…?

Antes de que Luna pudiera seguir, Twilight la cortó aclarándose la garganta y murmurando.

-Creo que nos estamos desviando…

-Ay, es verdad, perdona.

-Vale, entonces… ¿Cuál es el plan? ¿Qué hacemos para detenerle?-inquirió la alicornio lavanda, reencauzando la conversación.

Celestia tomó la palabra enseguida, hablando rápidamente.

-En su día, Star Swirl llegó a hacerle frente de forma exitosa, pero ahora no tenemos a ningún mago estatal lo suficientemente poderoso como para desafiarle en condiciones. Tampoco sería prudente enfrentarle directamente, ya que corremos el riesgo de que robe la magia de los ponis que lo intentaran; y tampoco podríamos arriesgarnos nosotras mismas por la misma razón.

-Pero si no lo intentamos, no haremos nada. ¿Qué pasa, princesa, teme chamuscarse su hermosa crin en el proceso?-la espetó Twilight, molesta por su actitud.

Celestia se quedó un tanto chocada ante esa respuesta; Luna y Cadance se miraron por un momento, preocupadas por la situación.

-No se trata de no defendernos, Twilight, se trata de ser prudentes, tú no sabes cómo es Tirek, roba magia indiscriminadamente y es muy rápido haciéndolo, es más poderoso de lo que parece-argumentó Celestia.

-Ya, claro, y por eso mismo es preferible escondernos y no hacer nada mientras él avanza y gana terreno… qué genialidad…-murmuró Twilight, cargando de sarcasmo cada silaba.

-No, Twilight, se trata de enfrentarlo con las mismas cartas…

-¿Ah, sí? ¿Y en qué ha pensado?

Antes de contestar, Celestia dejó escapar un ligero suspiro.

-En Discord.

Todos los presentes abrieron mucho los ojos, mirando a Celestia como si no hubieran oído bien. Twilight fue la primera en opinar.

-¿Discord? ¿Discord? ¿Está de broma?

-No, la magia de Discord es muy poderosa y podría enfrentar a Tirek en igualdad de condiciones; además, es capaz de detectar cambios en el flujo de la magia, por lo que le será fácil localizarlo. Es el aliado perfecto, con él quizás podamos detenerle antes de que se haga más fuerte-explicó la alicornio blanca.

-Es una opción, aunque… ¿es lo más sensato?-inquirió en ese momento Cadance.

-Exacto, Discord está reformado, pero no tan reformado, eso lo sabemos bien tanto Cadance como yo, sigue haciendo lo que le da la gana, no podemos confiar plenamente en él-asintió Twilight.

-Puede, pero no tenemos nada mejor en estos momentos. Confío en Discord, y sé que será capaz de hacer esto si se lo pido.

Hubo un silencio incómodo por unos cuantos segundos, antes de que Twilight saltara bastante molesta.

-Vale, genial, para esto me molesto en venir aquí y perder el tiempo con usted… si no me necesita ¿para qué me ha llamado entonces? Podría haberme ahorrado todo un viaje y varias horas de sueño, pero no, tenía que hacerme venir aquí. Haga lo que le dé la gana, use a Discord si quiere, no me importa, pararé yo misma a Tirek.

-¿¡Qué?! ¡No, espera Twilight, es demasiado peligroso!

-¡Me da igual! ¡Usted no hace nada más que quedarse sentada y delegar sus obligaciones en otros para que le hagan el trabajo sucio y no tenga que mancharse los cascos en el proceso! ¡Justo como hizo conmigo durante todo este tiempo! ¡Pues eso se acabó, no pienso seguir jugando más a su juego, Celestia, estoy harta, búsquese a otra princesa porque yo no pienso ayudarla!-chilló ella, cada vez más y más enfadada.

La aludida quiso decir algo, pero no salió nada de sus labios; tan solo miró a Twilight con un deje de infinita tristeza en su rostro, casi dándole la razón a la alicornio lavanda, la cual no dijo nada más y se marchó de allí pisando fuerte. Cadance trató de ir tras ella, pero se teletransportó una vez en el pasillo y no la pudo alcanzar. La princesa de cristal miró a su tía, la cual tenía los ojos llorosos y miraba al suelo sin decir nada. Luna miraba hacia otro lado, con la consternación grabada en su rostro.






Twilight reapareció en el andén de la estación, dirigiéndose directamente al único vagón.

-¡Spike, nos vamos!-exclamó ella, con voz queda.

En ese momento, el aludido apareció tras la puerta de éste y, al verla, musitó.

-¡Lo siento, Twilight, lo siento!

-¿Qué? ¿Por qué, qué pasa?

-¡Sé que me dijiste que no dejara que el tren se marchase, pero el maquinista y el fogonero se han ido! ¡Decían que estaban cansados y que se negaban a trabajar para una desertora! ¡Intenté detenerlos, pero no pude hacer nada!

Twilight miró a la locomotora con gesto molesto, la cual aún seguía encendida; la chimenea soltaba un fino hilo de humo blanco y se podía ver un brillo rojizo saliendo del hogar.

-En ese caso tendremos que irnos nosotros mismos…-masculló ella, dirigiéndose hacia la máquina.

-¿Qué? Pero ¿ya sabes cómo se maneja una locomotora?-inquirió él, siguiéndola.

-Algo he leído… creo que podré hacerlo yo misma, aunque necesitaré tu ayuda.

Desde pequeña a Twilight la habían fascinado los trenes y había leído cosas al respecto; no sabía bien para qué servían todos y cada uno de los mandos de la cabina, pero podía distinguir el freno, el regulador, el volante de cambio de marchas, los inyectores y poco más. En el hogar la temperatura había disminuido y apenas había presión en la caldera. Quiso hacer un chequeo antes de salir, pero no había tiempo, por lo que asumió que la máquina ya estaba chequeada desde que salieron de Canterlot y decidió saltarse esa parte.

-Vale, tenemos que aumentar la presión, coge la pala y empieza a palear carbón al hogar-indicó Twilight.

Sin perder más tiempo, Spike echó tres paleadas y el carbón se encendió enseguida, avivado por las brasas que aún había en el interior del hogar; Twilight cerró la puerta y, al cabo de unos pocos minutos, la presión comenzó a subir. Usando los inyectores envió agua a la caldera para empezar a crear vapor y, después, comenzó a accionar el regulador para que el vapor fuera moviéndose hacia los cilindros. El tren comenzó a moverse lentamente, abandonando la estación.

-Ey, nos movemos… -murmuró Spike.

-Sí… menos mal que me leí todos esos libros ferroviarios…

Para acelerar, Twilight movió un poco el volante de cambio de marchas y siguió manipulando el regulador; pronto, la maquina comenzó a coger ritmo dirigiéndose de vuelta hacia Ecuestria. Spike vio entonces un cordel colgando de la parte superior de la cabina e inquirió.

-¿Eso es lo que yo creo que es?

-Sep… ¿quieres tocarlo?

-Oh, sí, por favor…

Sonriente, Twilight le indicó que se subiera a su lomo para que pudiera alcanzarlo y Spike lo accionó un par de veces; el silbato bufó al tiempo que la locomotora avanzaba cada vez a más velocidad.

Aunque no fueron tan rápido como en la ida para evitar accidentes, ya que Twilight no era ninguna experta, llegaron a Canterlot a las cuatro y media de la madrugada. Hasta ahora Twilight no había dormido y comenzaba a notarlo, pero la situación era delicada, y si para ello tenía que trasnochar, pues trasnochaba. El tren se paró por completo en una estación de Canterlot vacía y silenciosa, ambos se bajaron de un salto de la cabina.

-¿Y el tren?-inquirió Spike.

-¿No nos dejaron tirados el maquinista y el fogonero? Pues ahí se queda, que lo retiren por la mañana-murmuró Twilight secamente.

Sin perder tiempo, se dirigieron al palacio y entraron en el ala de Star Swirl el Barbudo de la biblioteca.

-¿Qué buscamos exactamente?-inquirió Spike, ceñudo.

-Algo que hable sobre un tal Tirek o bien Scorpan, o algo relacionado con las memorias de Star Swirl.

-Vale, me pongo a ello.

Twilight se había pasado tantas veces por esa ala que había perdido la cuenta hace tiempo; también conocía bien su contenido y sabía dónde buscar lo que estaba buscando, pero eso mismo también la hacía dudar. Todas las biografías que ella había consultado sobre la vida y obras de Star Swirl no decían nada sobre lo poco que sabía de Tirek y Scorpan. Aunque quizás, y sólo quizás, podría llegar a encontrar algo en el depósito de allí.

-Espero poder encontrar algo, lo que sea…-pensó ella, bajando las escaleras.

Todas las bibliotecas, o al menos la mayoría de ellas, tenían un depósito en el cual se guardaba el resto de la colección que no se podía exhibir en las salas de consulta; el ala de Star Swirl el Barbudo no era ninguna excepción, aunque su depósito correspondiente era uno más bien pequeño y bastante revuelto, puesto que apenas se usaba públicamente. Twilight había bajado sólo una vez para consultar algo, pero al final prefirió tirar de lo que había expuesto arriba. Hasta ahora.

Abrió la puerta y encendió la luz con su cuerno, encontrándose con una pequeña y austera cámara subterránea de no más de veinte metros cuadrados; los papeles, rollos y pergaminos se amontonaban casi sin orden en unas inclinadas y muy usadas baldas. No la apetecía montar más caos del que ya había de por sí, por lo que optó por algo más práctico. Usando su magia, hizo flotar a los documentos más cercanos y los fue consultando uno por uno rápidamente, leyéndolos y dejándolos donde estaban. En poco menos de diez minutos ya tenía comprobada media sala, pero aún quedaba un buen trecho, por lo que siguió buscando. Pero aun a pesar de sus ganas por saber más, el cansancio comenzaba a hacer mella en ella y, por un momento, cabeceó, haciendo que su magia se detuviera y tirando los documentos al suelo.

-Oh, maldita sea…

Enfurruñada, y sacudiendo la cabeza para despejarse, comenzó a recoger todo lo que se había caído; pero de entre varias hojas y pergaminos sueltos, llegó a ver algo que la llamó la atención. Era una página arrancada de lo que parecía haber sido un cuaderno o un bloc de notas de tamaño grande, aún con los cordeles de la encuadernación enrollados en su pliego. La página estaba emborronada en la parte inferior, pero lo interesante se encontraba en las líneas superiores, en las cuales se podía leer.

…trataba todo el rato de arrebatarme mi magia por todos los medios, pero esto mismo era su punto débil. Aprovechando que no hacía más que atacarme, usé mi propia magia como escudo para repeler sus ataques. Esto puede parecer contraproducente, pero en realidad no lo es. Se trata de mantenerle lo suficientemente ocupado como para que no se diera cuenta de que malgastaba energías de forma indiscriminada. Y así, para cuando quiso darse cuenta, era demasiado tarde. Hice acopio de fuerzas y…

Pero para su desgracia, la parte legible terminaba ahí. Twilight dejó escapar un ligero gruñido, pensando en lo que había leído. Tenía sentido lo que el supuesto Star Swirl había escrito ahí ya que, si tan obsesionado estaba por poseer magia ecuestriana, era sencillo hacer que sólo se fijase en un punto en concreto sin atender a nada más, ni siquiera a sí mismo. Podría ser una buena estrategia que, tal vez, pudiera funcionar. Pero la resolución final era desconocida para ella.

-Bueno, quizás pueda improvisar sobre la marcha… ahora hay que volver al pueblo cuanto antes-pensó ella.

Salió de allí rápidamente y buscó a Spike para luego salir a la calle y echar a volar en dirección hacia Ponyville; la noche era cerrada y aún quedaban varias horas más por delante, por lo que confiaba poder descansar un poco antes de ponerse en movimiento y alertar tanto a sus amigas como a todo el pueblo. Si Celestia no iba a moverse de ninguna manera, entonces lo haría ella. Quizás así pudiera limpiar su figura de cara al pueblo ahora que era una princesa independiente.

-Sé que esto no va a ser fácil, Spike, pero ya he tomado una decisión, y esa decisión implica proteger a todo el mundo. Celestia me da igual, pero vosotros no.

Al notar que el dragón no contestaba, giró la cabeza hacia atrás y vio que se había dormido encima de su lomo. Twilight esbozó una dulce sonrisa y voló un poco más rápido, en dirección hacia Ponyville. Las estrellas brillaban con más fuerza que nunca.






A Discord se le daban bien los recados, o al menos esa era la sensación que le daba de un tiempo a esa parte; aunque la propia Celestia le hubiera pedido expresamente que detuviera a Tirek, él tenía sus dudas. No era que no quisiera hacerlo, aunque notó a Celestia muy desanimada y alicaída. Trató de acercarse a ella, pero la alicornio blanca no le dijo nada más salvo el típico limítate a hacer lo que te he pedido. Como si le importara… ¿o realmente le importaba?

-Bueno, soy Discord, el maestro del caos… porque lo sigo siendo, claro.

Ahora estaba reformado, sí, pero eso no significaba que tuviera que renunciar a su título; durante todo ese tiempo conviviendo con los ponis podía notarse un poco más abierto, sociable y bueno, por así decirlo. Pero él no quería renunciar a la libertad que le confería tener unos poderes como los suyos; podía crear, amoldar y escenificar la realidad a su antojo, y desde siempre se había considerado el mejor en su clase. Pero no a todo el mundo le gustaba su caos. Y de todos los ponis que había conocido hasta ahora, Fluttershy había sido la más comprensiva de todas, llegando a dejarle ser él mismo la mayoría de las ocasiones en las que se veían. No podía negarlo, la poni era adorable, y sería capaz de ablandar hasta al draconequus más intransigente… como él.

Pero en esos momentos se encontraba siguiendo el rastro de Tirek; había notado una serie de flujos mágicos irregulares sucediéndose en una pequeña comuna a las afueras de Las Pegasus, por lo que decidió pasarse para investigar. Decidió hacerse pasar por un poni haciendo magia para atraerle y cogerle desprevenido; la estrategia surtió efecto y notó a alguien acercándose hacia él. En cuanto se dio la vuelta, se reveló.

-¡Bu!

Una figura encapuchada se echó hacia atrás y Discord chascó sus garras; al punto, unas gruesas cadenas aparecieron entre sus brazos, inmovilizándole.

-El cazador cazado… menuda gracia ¿verdad?-inquirió él, sonriente.

-¿Discord? ¿Eres libre?-inquirió Tirek, dejándose ver de entre las sombras de la capucha.

-Cual pajarillo… aunque no se podría decir lo mismo de ti…

-Ah, debí suponer que andarías suelto por ahí… obviamente no se puede controlar una naturaleza como la tuya…

-Oh, pero en realidad no es lo que tú te piensas… has sido un chico malo, Tirek, y escapar del Tártaro no es la mejor forma de que te den la condicional…

-Me harté de esperar… y por lo que veo, tú también…

-Yo ya esperé, y ahora me han dado una prórroga… los beneficios de ser civilizado, supongo…

Tirek miró por un momento al draconequus, comprendiendo enseguida lo que quería decir.

-Agh, ¿en serio, Discord? ¿Tenías que elegir el camino fácil? Que penita que das…

-Bueno, eso es solo tu opinión… después de todo, yo he salido ganando y tú has salido perdiendo…

-¿Estás seguro de eso?-inquirió Tirek, mirándole ceñudo.

Por un momento Discord se quedó un tanto extrañado ante esa pregunta, aunque se apresuró a contestar.

-Sí, claro que sí…

-Ah, bien… y dime ¿has podido explayarte a gusto y como a ti te gusta? ¿Te han dejado ser tú mismo? ¿Has sido realmente… libre?

-Claro que sí… me dieron un espacio en el que jugar…

-Ja, qué gracia, apartándote a una esquina cual perro sarnoso… ¿y qué más? Seguro que te pidieron ayuda…

-Sí, claro, y yo se la di…

-Muy bien ¿y qué te dieron a cambio?

-Pues… su amistad.

Ante eso, Tirek soltó una risotada que resonó por todo el callejón, el cual permanecía vacío exceptuando por ellos dos.

-¿Ves a dónde quiero llegar? Puede que te liberaran de tu cárcel de piedra, pero en realidad sigues siendo prisionero… y todo ese rollo estúpido de la amistad sólo sirve como moneda de cambio para garantizar que te estés quieto… no eres realmente libre, Discord, aunque tú pienses que lo eres. Sólo eres libre cuando tienes poder para serlo. Y yo lo estoy recuperando, por lo que soy mucho más libre que tú en comparación.

Discord se quedó callado, rumiando las palabras del centauro; en cierto modo tenía razón, aunque de alguna forma sabía que lo único que quería era llevarlo a su terreno… ¿o era por algo más? Aun y con todo, decidió seguirle el juego para ver a dónde quería llegar.

-Bueno, puede que tú lo veas así, pero yo hice una promesa en su día y pienso cumplirla…

-Por favor, qué patético suena todo eso… está claro que habrás tenido que abandonar tu propia naturaleza para poder doblegarte a la voluntad de esos endebles ponis… sí, tan débil como él…-masculló Tirek, balanceando un colgante que llevaba puesto.

-Eso solo lo dices tú…

-Sigue excusándote así y acabarás por ver a lo que me refiero. Por favor, tú eres más grande que todo eso, eres Discord, el maestro del caos, toda una leyenda… ¿y qué eres ahora? Un simple chico de los recados de los ponis… ¿si te dicen que hagas esto? Lo haces sin más. Da pena ver lo bajo que has caído, Discord…

-Deja de pelarme la pava, no te va a funcionar…-le espetó el draconequus, algo amilanado.

-Sigues aferrándote pobremente a tus convicciones, pero sabes que tengo razón. ¿De qué sirve tener amigos si luego no puedes ser libre para hacer lo que te plazca? ¿Realmente quieres estar atado a lo que ellos te digan? No dejes que te manipulen de esa forma, Discord…

-¿Qué quieres exactamente de mí, Tirek? Ve al grano…-le cortó él, harto de su menosprecio.

-Únete a mí, Discord, y reclama tu grandeza. A no ser que prefieras seguir como hasta ahora, siendo esclavo de sus propios designios. Tienes la oportunidad de ser libre de verdad…

Llegados a ese punto, era más que evidente lo que pretendía Tirek; Discord no era tonto, ni mucho menos, aunque no podía evitar pensar en todo lo que le decía. ¿Realmente era todo así de simple? ¿Significaba algo para los ponis? ¿Importaba a alguien?

-A Fluttershy, quizás…

Esas palabras sonaron lejanas y distantes, al mismo tiempo que las de Tirek iban calando hondo en su subconsciente. Él tenía una misión, que era detener a Tirek, así se lo pidió Celestia. Pero quizás, y sólo quizás, podría tener una oportunidad de detenerle si se lograba acercar lo suficientemente al susodicho. No podía fiarse de él, pero tampoco podía dejarle ir así sin más. Decidió entonces seguirle el juego. Podría ser arriesgado, pero la oportunidad que se le presentaba era única. Y, justo después, Discord decidió.

-Muy bien… ¿y qué hacemos ahora?

Tirek no contestó, tan solo esbozó una satisfecha sonrisa. A pocos metros de donde estaban, la ciudad de Las Pegasus brillaba en la noche.
Última edición por Sg91 el 12 Sep 2014, 11:07, editado 1 vez en total

Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor EdoNova » 12 Sep 2014, 10:59

Uy! qué rápido hemos llegado a la parte de Tirek, genial, me ha parecido bien eso de meter a la ponificación de Laurent Faust en la historia, pero pensé por un momento que Frank tendría un papel grande en ésta parte de la historia, bravo, bravo, a ver que sorpresa me deparas en la segunda parte
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor horwaith » 12 Sep 2014, 12:15

Buena forma de saltar la cuarta temporada, realmente. Incluso podrías haberte saltado la reunión con Celestia si menciona el nombre de Tirek en la carta, así tener que enviar a Discord y espero con ganas ver lo que harán para vencer a Tirek pues me parece que va a cambiar lo que se hizo en la serie. Espero con ganas el siguiente
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor Sg91 » 15 Sep 2014, 15:28

Capítulo 26

Sin salida

2ª parte


Dormir sólo tres horas no era lo más recomendable del mundo, y aunque se sentía un poco más descansada, Twilight podía notar su horario de sueño totalmente desfasado. Por un lado no la terminaba de gustar, pero por otro lado sabía que eso no era lo más importante en esos momentos.

Después de un rápido desayuno fue a ver a todas sus amigas, quedando en el ayuntamiento y poniéndolas al corriente de todo lo que había pasado; aprovechó también para informar a la alcaldesa para que ésta empezara a preparar un plan de contingencia.

-Pero si ese tal Tirek roba magia… ¿cómo haremos para que no nos robe la nuestra?-inquirió Applejack en un momento dado.

-Ahí es donde entro yo, me encargaré de mantenerlo a raya para que no robe la magia de nadie más. Tengo una estrategia que puede que funcione.

-¡Pero no podemos dejar que te enfrentes tú sola a él! ¡Lo haremos entre todas!-insistió Rainbow.

-No, no puedo dejar que os arriesgáis así sin más, si tuviéramos los elementos con nosotras quizás pudiéramos tener una oportunidad, pero ahora los tiene el árbol…

Ese comentario dio que pensar a Fluttershy, la cual murmuró a media voz.

-Ahora que lo comentas… ¿y qué hay de ese cofre que llegó a soltar? ¿No has pensado que tal vez haya algo importante dentro?

-Sí, lo he pensado, pero durante todo este tiempo no he encontrado nada que me ayudara a abrirlo. No sé dónde están las llaves de las cerraduras, y tampoco pude forzarlas de ninguna otra manera, así que… El cofre tendrá que esperar, esto es más importante.

En pocos minutos, la alcaldesa comenzó a extender su llamado indicando que se declaraba un toque de queda para proteger a la población del peligro inminente; las calles comenzaron a vaciarse rápidamente, tanto Twilight como sus amigas estuvieron dando varias pasadas por ellas para asegurar que todos y cada uno de los ponis se atrincheraban en sus casas. Por el camino, llegaron a encontrarse con Lyra y Bon Bon, la unicornio turquesa aprovechó para preguntarla a ella misma.

-Twilight ¿qué es lo que pasa? ¿Por qué tenemos que encerrarnos en casa?

-Puede que se acerque aquí una amenaza que ponga en peligro a todo el pueblo, necesito que todo el mundo se esconda para evitar que esta amenaza se apodere de vuestra magia ¿tenéis sótano?

-Sí…

-En ese caso meteos en él y no salgáis hasta que os lo digamos, cerrad puertas y ventanas y no abráis a nadie ¿entendido?

Tanto Lyra como Bon Bon asintieron con la cabeza y se retiraron enseguida, dispuestas a cumplir con la orden.

En menos de cinco minutos, todo el pueblo se encerró en sus casas y las calles lucieron vacías y solitarias, cual pueblo fantasma. Desde el balcón del ayuntamiento se podía ver todo el pueblo y sus alrededores, Rainbow y Fluttershy se aseguraron de que ya no quedaba nadie por las calles.

-Vale, pues ahora sólo resta esperar… -murmuró Twilight, sintiéndose un poco nerviosa.

-En ese caso, esperaremos juntas-comentó Rainbow, con voz queda.

-Rainbow, aprecio tu lealtad, pero…

-Pero nada… me da igual que te pongas reticente, hemos hecho esto juntas y seguiremos haciéndolo juntas. ¿Verdad, chicas?

Las demás asintieron en voz alta, cortando a Twilight casi a la vez. La alicornio lavanda no pudo evitar esbozar una sonrisa llena de confianza, pero por otro lado temía por ellas. No quería que las ocurriera nada malo, y además, quien se tenía que enfrentar a Tirek era ella, no las demás. Twilight quiso decir algo, pero en ese momento Spike la interrumpió dejando escapar un sonoro eructo y un pergamino enrollado.

-Devuélvelo, ahora-indicó ella con voz queda.

-¿Por qué, querida? Igual es importante…

-Me da igual, no quiero saber nada de ella…

-Comprendemos tu enfado, dulzura, pero ignorarla así sin más no es la solución…

-No… ya he hecho lo que siempre ha querido demasiadas veces, ya es hora de que empiece a pensar en mí misma. Me da igual lo que me tenga que decir, sé cuidarme yo sola-contestó ella, con voz trémula.

-Twilight, sé que estás enfadada… comprendemos cómo te sientes, pero piensa por un momento cómo se debe de sentir Celestia…-murmuró Fluttershy en ese momento.

Todos la prestaron atención justo después, lo que amilanó un poco a la pegaso; pero se repuso enseguida y siguió hablando.

-Lo he estado pensando mucho, y aunque es verdad que Celestia tampoco ha sido buena contigo, tú tampoco estás siendo buena con ella. Vale que sus razones tienen poco peso, pero… siento que lo único que hacéis es haceros daño mutuamente sin llegar a nada. Y yo, de alguna forma, sé que Celestia lamenta haberte hecho tanto daño. Dala una oportunidad, Twilight… ella siempre te ha querido…

El silencio posterior tras las palabras de Fluttershy fue más denso que de costumbre. Twilight parecía estar rumiando las palabras de su amiga, aun a pesar de su gesto torcido. Las demás prefirieron quedarse calladas, dejando un poco de espacio a la alicornio lavanda.

Al cabo de unos pocos segundos que parecieron minutos, Twilight suspiró y murmuró.

-Está bien… por esta vez, y sólo porque vosotras me lo habéis pedido.

Fluttershy esbozó una dulce sonrisa, contenta por haber conseguido convencerla. Twilight por su parte leyó la misiva, la cual era extremadamente corta y la pedía que se presentara en Canterlot lo antes posible. Aunque antes de irse, dejó varias indicaciones a sus amigas.

-Mientras esté fuera quiero que todas vosotras os pongáis a salvo ¿de acuerdo? Encerraos en el sótano de mi biblioteca y no salgáis bajo ningún concepto, prometédmelo.

-¡Huy, sí, yo sí que te lo Pinkie prometo, Twilight!-exclamó la aludida, emocionada.

-En ese caso es una Pinkie promesa…

Acto seguido, las demás pronunciaron a coro.

-Que vuele si no es cierto, y me quede con un ojo tuerto.

Twilight no pudo evitar esbozar una gran sonrisa, dándose un gran abrazo grupal con ellas antes de irse.

-Cuida de ellas, Spike-añadió después.

-Descuida…

-Ah, y guárdame todo lo que estuve escribiendo, ya sabes dónde.

Ante eso, Spike tan solo asintió, sin decir nada más. Twilight se despidió de sus amigas por última vez y echó a volar en dirección hacia Canterlot. Las demás la observaron alejarse en la distancia hasta que desapareció en dirección hacia el norte. Justo después, se dieron la vuelta y se dirigieron hacia la biblioteca, preparadas para el encierro.






El vuelo hacia Canterlot fue corto y rápido, Twilight forzó sus alas al máximo y voló todo lo deprisa que pudo.

En el palacio había un ritmo constante y se notaba un extraño sentimiento de nerviosismo flotando en el ambiente; se encontró con Luna, Cadance y Celestia en la sala del trono.

-¿Y bien? ¿Qué es lo que ocurre ahora?

Celestia tardó unos pocos segundos en contestar, tenía la consternación grabada en su cara, al igual que Luna y Cadance, las cuales se encontraban visiblemente preocupadas. Finalmente, la alicornio blanca habló.

-Me temo que he puesto demasiado confianza en Discord… anoche nos llegó un comunicado de Las Pegasus diciendo…

Sin embargo, Celestia no pudo continuar, por lo que Luna siguió por ella.

-Discord nos ha traicionado aliándose con Tirek y ayudándole a robar la magia de los ponis de Ecuestria. En menos de cuatro horas ya han estado en casi todo el sur de Ecuestria, y sabemos con certeza que ya ha recuperado el suficiente poder como para robar la magia tanto de los pegasos como la de los ponis de tierra. El último soplo lo sitúa dirigiéndose hacia aquí…

Hubo un denso silencio posterior que apenas fue roto por ninguna de las cuatro; hasta que, en un momento dado, Twilight se empezó a reír tontamente. Primero empezó como una risita leve, para luego pasar a unas buenas carcajadas que resonaron por toda la sala del trono. Las tres alicornios la miraron como si no estuviera en sus cabales, pero Twilight miró furiosa a Celestia para luego chillarla.

-¡¿Se lo dije o no se lo dije?! ¿¡Eh?! ¡Se lo dije, mire que se lo dije, pero no, tenía que hacer lo que la saliera de las narices, que es lo que usualmente hace! ¡Estúpida!

Celestia no dijo nada, tan solo aceptó su insulto bajando la mirada en un gesto de infinita tristeza. Cadance decidió intervenir.

-Twilight, tranquila, que mi tía se haya equivocado no significa que puedas faltarla al respeto así sin más…

-¿¡Ah, sí!? ¿¡Del mismo modo que ella me faltó al respeto a mí manipulándome durante toda mi vida?!-la espetó ella, más enfadada que nunca.

Ante eso, Cadance se quedó desarmada, sin saber bien qué decir al respecto.

-¿¡Y ahora qué?! ¡Con Discord a su lado será imparable, estamos jodidos!

-Hay algo que podemos hacer-anunció en ese justo momento Celestia, sin dejar de mirar al suelo.

-¿Ah, sí? Espere, no me lo diga, déjeme que adivine… salir por patas ¿verdad?-inquirió ella, con tonito chulesco.

-No. Tirek viene a por nuestra magia de alicornio, no podemos dejar que la consuma así sin más, no sólo Ecuestria estaría perdida, sino que todo el mundo también lo estaría.

-¿Y qué sugiere?-inquirió Twilight, con ganas de acabar.

Celestia alzó la mirada y anunció con voz muy seria.

-Rendir nuestra magia.

Ese anuncio la tomó por sorpresa, no se esperaba para nada algo así.

-¿Qué? Pero… deshacernos de ella así sin más… ¿es eso posible acaso?-inquirió ella, desconcertada.

-No, lo has entendido mal, la magia no puede desaparecer así sin más, necesita de alguien que la porte, un contenedor, por así decirlo-especificó Luna.

-Y es por eso por lo que recurrimos a ti. Sabemos de muy buena tinta que Tirek no sabe que tú existes, si dejamos nuestra magia en ti, no sabrá dónde está y se quedará sin la oportunidad de poseerla-siguió Celestia.

Ese detalle en concreto llamó la atención a Twilight, la cual comentó.

-Esperad, esperad un segundo ¿me estáis diciendo que queréis depositar en mí toda vuestra magia?

-Sí, es la única solución viable teniendo en cuenta la situación actual. Con toda nuestra magia a buen recaudo en ti, podrías tener una oportunidad de detener a Tirek-explicó Luna.

-Aunque sigue siendo arriesgado el hecho en sí, yo procuraría pasar desapercibido y…-comentó Celestia, pero Twilight la cortó de golpe justo después.

-Ah, sí, muy típico de usted, escondámonos para que no nos la pueda robar… si hiciera eso entonces ¿para qué me dan la magia? En ese caso huyamos todas juntas y dejemos tirada a Ecuestria…

-Yo no he dicho eso…

-¡Sí, lo ha insinuado! ¡Es usted una cobarde, Celestia, siempre lo ha sido, y no hace más que confirmármelo cada vez que abre la boca! ¡No pienso dejar tirado a nadie, ni siquiera a mis amigas! ¡Y si tengo que luchar para salvar a todos, lucharé! ¡No quiero ser como usted!

-Twilight…

-¡No, no quiero saber nada, no me interesa lo que tenga que decirme! ¡Estoy dispuesta a hacer esto, pero me niego a aceptar nada de una cobarde como usted!-exclamó ella, muy decidida.

-¿¡Qué?! Pero Twilight, eso es…

-¡Me da igual! ¡Aceptaré la magia de Luna y Cadance, pero no la suya! ¡O lo toma o lo deja, usted decide!

Tanto Luna como Cadance se mantuvieron al margen, a sabiendas de que se trataba algo que sólo incumbía a las dos; aunque a Cadance la dolía ver a su cuñada así de intransigente con su tía. Comprendía su enfado, pero la apenaba verlas así, constantemente separadas. Además, la era extraño ver a Twilight tan alterada, llegando incluso a despreciar a su tía de esa forma.

Para Celestia era aún más difícil incluso; no se trataba sólo de Twilight dándola la espalda en todos los sentidos, sino que ella misma veía a todas sus faltas encarándola y recordándola todo lo malo que había hecho. Era descorazonador y ella misma se sentía más ruin y rastrera que nunca.

Finalmente, sin poder hacer nada más que aceptar sus condiciones, Celestia se apartó mientras que Luna y Cadance se posicionaban en torno a Twilight; ambas alicornios concentraron su magia en sus cuernos y, acto seguido, la descargaron toda en una esfera de energía que flotó por encima de sus cabezas. Dicha esfera brillaba casi tanto como el sol, desprendiendo un gran poder mágico, mientras se hacía más y más grande conforme más magia se iba reuniendo en un solo lugar. Llegó a un punto entonces en el que no creció más y, justo después, se dirigió hacia una pequeña e indefensa Twilight, la cual recibió de golpe todo el sopetón de energía a través de su cuerno. Como resultado, el cuerpo de la alicornio lavanda refulgió y flotó en el aire, al tiempo que su crin y cola ondeaban en una corriente mágica sin precedentes que la recorría todos los lugares de su cuerpo. Finalmente, éste se asentó y todo volvió a la normalidad.

Por parte de Luna y Cadance, ambas se sentían muy débiles y como si sus cuerpos pesaran un quintal; además, habían perdido sus marcas de belleza como resultado de la transferencia. Twilight abrazó a ambas, prometiéndolas que cuidaría bien de su magia. Aunque no se molestó ni siquiera en dirigir la mirada a su ex mentora, sin decirla nada más. Se despidió de ellas y volvió al pueblo dispuesta a protegerlo con lo que fuera necesario. Una vez solas, Celestia se sentó en el trono y lloró débilmente, lamentándolo todo. Cadance se puso a su siniestra para tratar de confortarla. Luna dudó un poco, pero al final se sentó a la diestra de su hermana, sin decirla nada. Afuera, el día comenzaba nublarse.






A pocos kilómetros de Ponyville, los caminos principales lucían desiertos y sin ningún poni a la vista; a mano derecha se podía ver las lindes del bosque Everfree y, muy al fondo, la silueta de Canterlot se recortaba en la lejanía sobre la loma de la montaña. En un momento dado se dio un destello y, al segundo siguiente, aparecieron Discord y Tirek en mitad del camino; el centauro había ganado más tamaño desde la última vez, antes se veía muy delgado y raquítico, ahora era más grande y musculoso y casi tan alto como Discord, el cual se adelantó y murmuró.

-Allí está, Canterlot, la capital del reino… y el hogar de las princesas.

-Excelente… eh, espera un segundo ¿y ese pueblo de ahí?-inquirió Tirek, señalando hacia Ponyville.

Discord se apresuró a contestar, comentando.

-Ah, no, es un pueblecito de ponis de tierra, no es gran cosa… en Canterlot tienes más variedad, hay muchos unicornios también, y además, están las princesas…

-Bueno, está bien… pero luego me gustaría pasarme…-añadió Tirek, con voz autoritaria.

-Lo que tú quieras…

El centauro comenzó a andar pesadamente hacia delante; por su parte, Discord miró hacia Ponyville con gesto preocupado. No sabía cuál era la situación en ninguno de los dos lugares, y hasta ahora no había podido convencer a Tirek para que hiciera lo que él quisiera. Resultó ser más cabezón de lo que en un principio pensó, y tampoco había conseguido acercarse mucho a él. Había intentado mantener una conversación amistosa con él, pero el centauro le cortaba con evasivas y a mala manera.

Hasta ahora habían visitado todo el sur de Ecuestria y le había ayudado a cazar a todos los ponis posibles para que él pudiera drenarles su magia. Las Pegasus fue el primer lugar en el que actuaron. Aprovechando que había actuación en el teatro local, Discord aprovechó para colar a Tirek en el escenario y no dejó a nadie en pie. En Appleloosa rodeó a los ponis para que no escaparan, sirviéndoselos en bandeja. Y de camino hacia allí, se toparon con una patrulla de pegasos de Cloudsdale que tampoco pudieron hacer nada por detenerle. Discord se sentía particularmente mal por todos esos ponis, pero no podía mostrarse débil ante Tirek porque, si no, sospecharía. Y tampoco podía dejar que se acercara a Ponyville.

-¡Discord!-le llamó en ese momento Tirek, con tono molesto.

-Ah, voy, voy…

Discord se acercó volando y el centauro masculló.

-Estoy cansado de andar, llévanos hasta la entrada.

Sin decir nada más, el draconequus le cogió de un brazo y desaparecieron brevemente, reapareciendo ante la entrada a la ciudadela de Canterlot.

Una vez allí, se encontraron con bastante resistencia, pero apenas pudieron hacer nada por detener a Tirek; todo pelotón de guardias reales, tanto solares como lunares, caía en cuestión de segundos, y aunque algunos le daban algo más de cancha que otros, todos acabaron cayendo. Por su parte, Discord se encargaba de recoger a los ponis civiles y entregárselos a Tirek. Era sencillo, pero le resultaba particularmente duro, sobre todo cuando entregó a una familia de unicornios que tuvo que sacar a rastras de su casa; la madre trataba de defenderse inútilmente, el padre también, y una potrilla unicornio de color turquesa y sin marca de belleza no hacía más que llorar constantemente, muerta de miedo.

-¡Suéltanos, maldito traidor, bueno para nada, te arrepentirás de esto!

-¡Mami, tengo miedo!

-¡Tranquila, cariño, yo te protegeré!

Discord los dejó en medio de la calle y Tirek se acercó, amedrentándolos; la potrilla comenzó a temblar, aterrada.

-¿Están todos?

-De esa casa sí.

-Bien…

Acto seguido, y sin decir nada más, comenzó a absorber su magia; los tres ponis se quedaron muy quietos, sintiendo cómo sus fuerzas los abandonaban. La potrilla lloró aún más fuerte, asiéndose a su madre, la cual también lloró. Discord apartó la vista, tratando de ocultar sus sentimientos.

Y así, toda la ciudadela de Canterlot fue limpiada entre los dos; conforme se acercaron al palacio, la presión militar aumentó, pero fue inútil. Aunque hubo un par de ponis que no se lo pusieron tan fácil a Tirek, uno era un pegaso de pelaje blanco y crin y cola rubias y el otro era una bat poni de ojos amarillos y crin violácea. Entre los dos trabajaban excepcionalmente bien, la bat poni trataba de distraer al centauro, para que el pegaso pudiera atacarle abiertamente. Los dos eran muy rápidos volando, y no le daban tiempo a Tirek a robarles su magia.

En un momento dado, el pegaso alcanzó a golpearle en la frente con su lanza, apenas le hizo cosquillas, aunque esto molestó bastante a Tirek, que trató de propinarle un fuerte derechazo; pero el pegaso demostró buenos reflejos volando bajo y colándose entre las patas del centauro, el cual se dio la vuelta y trató de alcanzarle con su magia, consiguiéndolo. Pero antes de que pudiera darse un festín con él, una voz rasgó el aire.

-¡Suéltale!

De golpe y porrazo, algo zumbó en el aire y la bat poni le asestó una fuerte coz en la cara, haciéndole trastabillar hacia atrás y soltando por inercia al pegaso. Tirek soltó un furioso grito.

-¡Rargh, vosotros dos, patéticos ponis, me estáis haciendo perder la paciencia!

-¡No dejaremos que te acerques a las princesas!-exclamó el pegaso.

-¡Antes muerta que fallar a la diosa de la noche!-añadió la bat poni.

-¡No pensaréis lo mismo cuando tenga lo que es mío!

Discord quiso ayudarle, pero Tirek le ordenó no interferir. Los dos guardias siguieron peleando con él, salvando las distancias todo lo que podían y tratando de hacerle retroceder, pero el centauro era como una roca y apenas le hacían daño. Eventualmente los dos se acabaron cansando, lo cual aprovechó Tirek. Sin que se dieran cuenta siquiera, se vieron sujetados en el aire con su magia; trataron de zafarse, pero no hubo tiempo de nada y Tirek les robó su magia, dejándolos caer al suelo como sendos trapos viejos. La bat poni trató de levantarse, pero el propio peso de su cuerpo la venció y se echó a llorar entre las patas del pegaso.

-Princesa… la he fallado… lo siento…

Discord observó la escena algo alicaído; pero en ese momento sintió cómo su cuerpo se retorcía, al tiempo que notaba una gran perturbación en el flujo mágico de Luna y Cadance y hacia dónde se dirigía.

-No es posible…-masculló por lo bajo.

-¿El qué no es posible?-inquirió el centauro, mientras aumentaba un poco más de tamaño y sus cuernos se estilizaban un poco más.

-Oh, no, nada, continúa…

Acceder al palacio fue sencillo, aunque Tirek tuvo dificultades a la hora de pasar por la puerta; tanto el servicio como el resto de guardias que quedaban trataron de detenerle, pero sus esfuerzos no sirvieron de nada. Tanto Tirek como Discord se sorprendieron de encontrar a un grifo entre ponis, pero el centauro le absorbió su magia sin mayores contemplaciones. Se encontraron también con Shining Armor protegiendo el pasillo hacia la sala del trono, pero no resultó ningún impedimento; aunque para Discord fue algo más duro, ya que el unicornio le echó en cara su traición.

Finalmente, Tirek irrumpió en la sala del trono destrozando la puerta y acercándose a las tres princesas; a la primera que miró fue a Celestia, llegando a dedicarla una cruel sonrisa.

-Hola Celestia… ¿me echabas de menos? Porque yo a ti sí…

La aludida no dijo nada, tan solo le dejó hacer; el centauro la asió en el aire y comenzó a absorber su magia. Celestia dejó escapar un grito desesperado, mezclándose con algo de dolor, tanto físico como psíquico; por su parte, Tirek notó el poder de Celestia fluyendo en su interior, haciéndole un poco más fuerte y doblando su tamaño. Dejó caer a una debilitada princesa al suelo, y la siguiente fue Luna. Pero se quedó con un palmo de narices al notar que no había nada que tomar.

-¿¡Qué habéis hecho?!-masculló él, extrañado.

Luna le contestó regalándole una mirada sonriente y desafiante; probó esta vez con Cadance, quedándose aún más chocado si cabía. Genuinamente sorprendido, y notando cómo la furia le embargaba, llegó a rugir con todas sus fuerzas.

-¡¿Dónde está vuestra magia!?






Ponyville lucía desierto y vacío, cual pueblo fantasma; el silencio era el único que se paseaba por las calles, y un leve viento llegó a azotarla los pelos de su crin. Subida a lo más alto del ayuntamiento, Twilight oteaba el horizonte por si veía a venir a Tirek, pero por ahora nadie había aparecido.

Hasta el momento, notaba el poder de Luna y Cadance latente en su interior, y se había llegado a marear ligeramente en alguna que otra ocasión; había momentos en los que no podía controlar su flujo mágico, y su cuerno actuaba por cuenta propia cada vez que eso pasaba. Volaba mucho más rápido que de costumbre, y apenas podía controlarlo una vez que estaba en el aire. Y eso era un problema. Si lo que quería era enfrentarse a Tirek en condiciones, necesitaba tener pleno control sobre sus nuevos poderes.

-No quiero abandonar el pueblo, pero tampoco puedo practicar aquí…

Miró hacia el bosque Everfree, el cual parecía ser el lugar ideal donde practicar sin riesgo. Irse no era la mejor idea, pero hasta ahora Tirek no había aparecido, y no tenía pinta de que fuera a hacerlo en ese mismo momento. Por lo que decidió pasarse un momento por allí para practicar un poco y volver enseguida. De golpe y porrazo alzó el vuelo y salió disparada hacia el bosque, dejando una huella violácea en el aire.

Al poco rato, se dio un destello cerca de la biblioteca y apareció Discord en medio de la calle.

-Vale, creo que lo he despistado… tengo que sacar de aquí a las demás-pensó Discord.

Odiaba fallar, pero en este caso se podía adjudicar el fracaso; aun a pesar de sus intentos por acercarse a Tirek, nada funcionó y al final se vio obligado a contarle acerca de la ubicación de Twilight. Y todo por culpa de las malditas vidrieras del palacio. Desde siempre había encontrado muy prepotente el gusto de Celestia por retratar acontecimientos importantes en vitrales, pero ahora le parecían especialmente molestos.

-¿Vidrieras? No, gracias…-murmuró por lo bajo Discord, especialmente contrariado.

Se acercó a la puerta de la biblioteca y llamó a la puerta con mucho apremio.






Abajo, las chicas y Spike se las pasaban encerradas y esperando; Spike se entretenía leyendo sus comics, al mismo tiempo que Rainbow hacía lo propio con uno de los libros de Daring Do. Rarity y Fluttershy jugaban al ajedrez, mientras que Applejack y Pinkie se distraían jugando al veo veo.

-¡Me toca, me toca! A ver, veo, veo una cosita… grande, abultada, redonda…

-¿La lámpara?

-¡Sí, genial, te toca a ti!

Applejack fue a contestar, cuando en ese justo momento oyeron que llamaban a la puerta; todas se pusieron en alerta, mirándose entre sí algo preocupadas.

-¿Quién será?-se preguntó Applejack.

-A lo mejor es Twilight…-sugirió Fluttershy.

-Pero Twilight nos dijo que no saldríamos ni abriéramos a nadie… podría ser una trampa…-murmuró Spike, preocupado.

En ese momento volvieron a llamar de nuevo.

-Eso suena muy desesperado… quizás deberíamos asegurarnos…-comentó Rarity.

-En ese caso iré yo, si es una trampa no abro y listo-acordó Rainbow.

La pegaso cian voló hasta la puerta y echó un vistazo por la mirilla, llegando a ver quién era.

-¡Es Discord!-exclamó entonces por lo bajo.

-¿¡Discord?! ¡Déjale entrar entonces!-indicó Fluttershy, emocionada.

Rainbow abrió la puerta y el draconequus se presentó en el lugar; la pegaso amarilla se lanzó a su encuentro.

-¡Has vuelto!-exclamó ella, dándole un abrazo.

-No hay tiempo ahora, tengo que sacaros de aquí…

-¿Por qué, qué pasa?

-No es seguro que os quedéis aquí, tenéis que venir conmigo, os pondré a salvo-insistió Discord.

-¿Dónde has estado? ¿Y que es ese colgante que llevas puesto?-inquirió Rainbow, ceñuda.

-Es una larga historia, pero en serio, tenéis que iros, Tirek viene a por vosotras, he de sacaros de aquí antes de que llegue.

-Espera un momento, señor mío, Twilight nos dijo que no nos moviéramos de aquí-recordó Applejack.

-Ya, pero es que no podéis quedaros, él sabe que estáis aquí, os llevaré a un lugar seguro donde no pueda encontraros.

-No sé yo, no me siento cómodo desobedeciendo a Twilight…-murmuró Spike, algo nervioso.

-Por favor, confiad en mí ¿no somos amigos?

Ante eso, las cinco ponis se miraron por un momento; Fluttershy fue la primera en hablar.

-Yo soy tu amiga y confío en ti, Discord. Vamos, chicas, sabéis bien que podemos confiar en él…

Aunque al principio se mostraron un poco reticentes, al final decidieron darle un voto de confianza y salieron a la calle con él. Discord comenzó a barajar lugares donde poder esconderlas, el viejo castillo de Everfree podría ser un buen lugar, o bien podía llevarlas a su casa. Pero justo en ese momento oyó una ligera detonación tras él, se dio la vuelta y se encontró con las cinco ponis y el dragón metidas en una jaula; antes de que pudiera hacer o decir algo, una voz demasiado familiar para él murmuró.

-Vaya, vaya, Discord, qué detalle el tuyo de reunirme unos cuantos ponis para mí…

Tirek miró al aludido esbozando una zalamera sonrisa; sintiéndose acorralado, no pudo evitar murmurar.

-Ah… sí, claro…

Ante eso, las demás comprendieron lo que ocurría y todas las demás le comenzaron a insultar e increpar, llamándole de todo; pero Fluttershy no decía nada, tan solo lloraba como una magdalena, llegando a musitar.

-¿Cómo has podido? Creía que eras mi amigo, confiaba en ti…

Eso terminó de destrozar a Discord, el cual sintió como su corazón se partía en dos.

-Aunque me llama la atención que hayas sido a por estos en concreto teniendo todo el pueblo a tu disposición… ¿Quiénes son? Parecen conocerte…

-Son… las amigas de Twilight…-musitó Discord, sintiéndose fatal consigo mismo.

-Ah, ya veo… qué interesante…

Sin decir nada más, el centauro cogió la jaula y absorbió la magia de las cinco, volviéndose un poco más fuerte; el pelo le creció, sus cuernos se pronunciaron un poco más y los grilletes de sus antebrazos se rompieron. Discord ni siquiera miró.

Una vez que terminó con ellas, Tirek se dirigió hacia el draconequus.

-¿Y qué hay de ti, Discord?

-¿Yo?

-Sí, no pareces especialmente feliz… ¿por qué será?

El aludido comprendió entonces lo que estaba haciendo y sintió una gran furia invadiéndole; sin decir nada más se desapareció y reapareció ante él para tratar de atacarle, pero Tirek le cogió a tiempo del pescuezo y luego lo tiró al suelo, sujetándole con su magia.

-¡Necio! ¿¡Creías que acercándote a mí podrías detenerme!? Si realmente lo pensaste es que eres más estúpido de lo que pareces…

-Puede que sea un necio, pero tú no eres más que un monstruo…-le espetó Discord, furioso.

-Oh, mírale qué impotente él, ni siquiera parece comprenderlo. Es una pena, la verdad, parece que el viejo Discord, el cruel y déspota maestro del caos, dejó de ser lo que era. Normal, si se juntaba con ponis… Aunque la verdad es que esa magia del caos se ve especialmente deliciosa…

Y sin decir nada más, Tirek absorbió la magia de Discord, la cual le hizo un pelín más grande y fuerte de lo que ya era. Tanto Discord como las demás no dijeron nada más, lamentando todo lo sucedido. En torno al pueblo, unas densas nubes comenzaban a amontonarse y a oscurecer el ambiente.







El entrenamiento había sido duro, y aunque aún notaba sus poderes algo revueltos, podía controlarlos un poco mejor; reunió energía en su cuerno y luego la soltó, creando una ligera explosión controlada que destrozó una roca cercana.

-Creo que así estará bien… espero que la estrategia de Star Swirl funcione…-pensó ella, algo inquieta.

Hizo una última prueba y, tras eso, regresó al pueblo tan rápido como pudo; pero en cuanto sobrevoló su biblioteca vio la puerta abierta y se temió lo peor.

-No… oh, no, no…

Aterrizó al lado y entró en ella, llamando a sus amigas; registró el sótano y descubrió con horror que estaba vacío.

-No… no puede ser verdad, tienen que estar bien, oh, por favor, que estén bien…

Subió a la sala de lectura y, una vez allí, oyó un extraño ruido afuera; se teletransportó a uno de los balcones y entonces vio que una especie de rayo anaranjado enorme se dirigía directo hacia donde estaba ella. La primera reacción fue huir para alejarse del peligro, y eso hizo, pero al segundo siguiente supo que había hecho una tontería. Hubo entonces una gran explosión a sus espaldas y la fuerza de la misma la lanzó hacia adelante, cayendo al suelo pesadamente. De alguna manera supo lo que había pasado, pero se negaba a darse la vuelta para verlo por sí misma; durante el teletransporte la había dado tiempo para recoger a Owlowiscious, el cual se encontraba entre sus patas. Finalmente hizo un esfuerzo y observó el resto de su biblioteca; no quedaba casi nada, si eso una sección chamuscada, pero el resto había quedado destruido. Sintiendo como la invadía una tristeza infinita, dejó ir a su mascota y se reincorporó. Pronto, la tristeza fue reemplazada por ira y miró al artificie de todo. Tirek la miraba desde lo alto de un cerro, con los brazos extendidos y berreando.

-¡Princesa Twilight! ¡Tienes algo que me pertenece!

Sin pensar siquiera, y dejándose llevar por sus emociones, Twilight se teletransportó hasta dónde estaba y deseó con todas sus fuerzas hacerle mucho daño. Al punto, un enorme rayo de energía brillante y de color fucsia surgió de su cuerno y se precipitó sobre Tirek, el cual se protegió a tiempo. El rayo siguió incidiendo sobre él, arrastrándolo hacia atrás, hasta que se desvió y chocó contra el otro lado del valle, produciendo una enorme explosión que devastó esa porción del mismo.

Twilight reapareció delante de sus narices y le asestó una fortísima coz en la cara con todas sus fuerzas, tirando al suelo a Tirek; pero éste alzó una de sus garras y la sujetó con ella, tratando de estrujarla. Twilight se teletransportó a tiempo y le lanzó otro rayo tratando de cogerle desprevenido. Pero Tirek lo paró a tiempo y lo desvió. Acto seguido, se reincorporó de golpe y la lanzó varios rayos seguidos, Twilight revoloteó en el aire para esquivarlos todos, teniendo que protegerse con un escudo de vez en cuando para evitar que la golpearan. Por su parte, contestó con una serie de proyectiles mágicos a larga distancia, pero Tirek los interceptó todos, para luego saltar hacia ella con un puño en alto; Twilight se protegió a tiempo, el enorme puño de Tirek rebotó en la superficie del escudo y ella aprovechó el inciso para asestarle otra fuerte coz en la mandíbula. El centauro se mordió en el proceso, pero lejos de amedrentarse, movió el puño izquierdo y le propinó un fuerte golpe a Twilight, la cual cayó duramente al suelo sangrando por el hocico a pocos metros de donde él estaba. Aunque, lejos de amilanarse, Twilight aplicó sobre sí misma un hechizo sanador y se levantó rápidamente, dispuesta a seguir.

-Ahora entiendo lo que han hecho tus queridas princesas…-masculló el centauro entre dientes.

Sin pensarlo en ningún momento, Twilight echó a volar y cargó contra él; Tirek respondió lanzándola otro rayo, pero ella se protegió a tiempo con un campo de fuerza y moviéndose justo después, atacándole a ras de suelo y a bocajarro. Llegó a alcanzarle, pero apenas le hizo gran cosa.

-Tanta furia, tanto arrojo… puedo percibir todas esas cosas en ti, princesa… ¿realmente quieres jugar conmigo?

Mientras lo decía, los cuernos de Tirek brillaron y el sol se ocultó, dando paso a una abrupta y oscura noche; como respuesta, ella alzó la luna, iluminando el campo de batalla.

-Juguemos, Tirek.

Y, justo después, los dos se lanzaron al ataque.






El tártaro nunca se había sentido tan frio, oscuro y silencioso; Celestia sólo había estado allí una vez, para asegurarse de que Tirek estaba a buen recaudo. Era irónico que fuera ella la que estuviera ahí ahora; y lo era aún más que hubiera sido Tirek el que las hubiera dejado ahí también.

-He fracasado… soy un fracaso… no sé por qué sigo siendo princesa…

-Tía, no digas más eso, por favor…

Apenas recordaban cuánto tiempo llevaban ahí abajo, pero parecía que había pasado una eternidad; no se oía nada más, y la oscuridad que les rodeaba era bastante densa. Una débil luz proveniente de ninguna parte iluminaba un poco el pico donde se encontraban, pero nada más.

Luna no dijo nada, tan solo se quedó callada pensando en sus propias cosas.

-¿Y qué me queda ahora, Cadance? La poni que es como si fuera mi hija me odia, y mi hermana actúa como si no existiera… estoy sola.

Ante eso, Luna se pronunció por primera vez.

-No es por nada, pero la hermana que actúa como si no existieras está justo aquí…

-Ah, vaya, por fin me hablas… pensaba que se te había comido la lengua el gato…

-Ah ¿y para eso me diriges la palabra? Déjame en paz…

-No, déjame en paz tú a mí…

-Yo no te he pedido nada, eras tú la que te estabas lamentando en voz alta, no yo…

-Pues por algo será ¿no? llevas varias semanas ignorándome, ni siquiera ahora has tenido la decencia de mirarme a la cara…

-Quizás porque no veo la necesidad de hacerlo…

-¿¡Ah, sí?! ¡Pues yo no veo la necesidad de tenerte aquí conmigo!-exclamó Celestia.

-¡Pues entonces lárgate, tienes otros picos en los que estar, escoge uno y púdrete en él!

La alicornio blanca quiso contestar, pero en ese momento Cadance medió.

-¡Ya basta! ¡Las dos, callaos de una vez! ¡No tiene sentido que os pongáis a pelearos así sin más, y menos aún por un motivo tan estúpido!

-¡Tú no te metas en esto, Cadance!

-¡Sí, sí me meto! ¿Por qué no lo habláis de una vez en vez de estaros lanzándoos mierda todo el rato?-les espetó ella.

-¿Quieres hablar? Está bien, hablemos, pero antes déjame hacer un inciso; me has mentido, no solo una, sino dos veces. Has sido egoísta con Twilight y la convertiste en alicornio sólo porque a ti te dio la gana, poniendo como excusa que es voluntad divina. Y ahora me echas en cara todo eso como si fuera mi culpa, cuando las dos sabemos quién es la culpable aquí…-contó Luna, con tono exacerbado.

-Eso es, tú sigue haciéndome daño… sabes perfectamente que…

-… es importante para mí, sí, ya me conozco esa cantinela… pero lo es para ti, claro, para ti, para ti, siempre para ti. Eres una egoísta, Celestia, y ni siquiera quieres verlo-la espetó Luna.

-¿¡Y tú?! ¿¡Qué eres tú, eh?! ¡Dices que soy egoísta, dices que soy una mentirosa, pero nunca te fijas en ti, Luna! ¡Siempre sacándome defectos y poniéndote como la santurrona, la buena Luna! ¡Puede que yo sea una egoísta, pero tú eres una creída, Luna, siempre lo has sido, desde pequeña!

-¡Ja, lo veía venir, si es que lo veía venir! ¡¿Y quién era el ojito derecho de mamá, eh?! ¿¡En quien se fijaba primero?! ¡Siempre me las tenía que componer yo sola porque cada vez que ella trataba de atenderme tú te metías en medio, porque necesitabas llamar desesperadamente la atención!

-¡Ya, claro, échame en cara ahora todo eso! ¡Tú eras la que quería robarme la atención de mamá!

-¿¡Perdona?! ¿¡Ves cómo eres una falsa?! ¡Siempre poniéndote primero, y a mí que me den! ¡Nunca te he importado, Celestia, por eso me convertí en Nightmare Moon! ¡Todo fue culpa tuya! ¡Me jodiste la vida!

Ante eso Celestia se quedó callada, sin decir nada más y con la mirada fija en su hermana; por un momento se quedó en esa pose, pero al poco rato sus ojos se comenzaron a anegar hasta que, finalmente, no pudo más. Comenzó a llorar de forma progresiva, de ligeros llantos hasta fuertes sollozos que resonaban por todo el tártaro. Luna se quedó un poco cortada, Cadance trató de calmarla, pero ella la rechazó. En un momento dado, Celestia habló, entre estertores de dolor y pena.

-¿¡Crees que no lo sé?! ¡Por supuesto que fue culpa mía! ¡Mil años sintiéndolo y recordando ese horrible momento! ¡Viviendo con ello todos los días! ¡Produciéndome pesadillas todas las noches! ¡Y lamentándome de ello todos y cada uno de los días de mi miserable vida! ¡Y tú, ahora, ahora…!

Sin previo aviso, Celestia se lanzó sobre su hermana y siguió llorando sobre su pecho, deshecha en un mar de lágrimas y repitiendo constantemente un sentido lo siento; y no por eso en concreto, sino por todo en general.

Al principio Luna no dijo ni hizo nada; pero al poco rato envolvió a su hermana entre sus patas. Sin darse cuenta siquiera, Luna también comenzó a llorar. Odiaba todo eso. Odiaba estar peleada con su hermana, odiaba tener que vivir sabiendo que llegó a odiarla de verdad y odiaba tener que estar así. No la dijo nada, tan solo la abrazó un poco más fuerte y lloraron juntas, diciéndose todo en nada. Ahora no había nada más que tristeza, pena y culpa entre ellas. Y eso las daba más motivos para llorar. Por su parte, Cadance también lloró, por todo lo que sus tías habían llegado a perder. Por unos buenos minutos, en el tártaro no se oyó nada más que sus sollozos.






Twilight respiraba entrecortadamente y se sentía especialmente cansada; la batalla se había prolongado durante tanto tiempo que parecía que habían estado años así. Que hubieran estado subiendo y bajando tanto el sol como la luna todo el rato tampoco ayudaba a situarlos, y además, esa estrategia ya no funcionaba, para ninguno de los dos.

En un principio Twilight quiso seguir la estrategia de Star Swirl, pero la resultó prácticamente imposible; Tirek era como una maldita montaña, y nada parecía hacer mella en él, al contrario que ella, que aun a pesar de tener el poder de Luna y Cadance consigo no conseguía tumbarlo de ninguna manera.

Se habían estado intercambiando golpes entre corta y larga distancia, se habían lanzado rayos que vaporizaban montañas, ella misma le había hecho caer varias veces al suelo, él había intentado romperla las alas para que se estuviera quieta, pero hasta ahora nada había dado resultado. Y aunque Tirek era ligeramente más poderoso que ella, Twilight conseguía ponerle en jaque de la manera más avispada posible. Apenas sabía cómo lo hacía, simplemente conseguía igualarle. Y el hecho en sí no hacía más que cabrear más y más a Tirek, el cual empezaba a cansarse de esa situación.

-¡Ya está bien! ¡Pelea en condiciones, ya no es divertido!-aulló Tirek, harto.

-¡No pienso rendirme!-masculló ella, tratando de esconder su cansancio.

Ante eso, el centauro dejó escapar un chillido y golpeó con sus puños al suelo, levantando la tierra ante él; pero eso no amilanó a Twilight, la cual destrozó las rocas más cercanas mientras iba acercándose a él cargando un último ataque en su cuerno y concentrando toda la energía posible. Tirek también dio todo lo que tenía y lo lanzó contra ella, al tiempo que ella disparaba también. Ambos rayos de energía se encontraron y hubo entonces una enorme explosión que resonó más allá del valle y levantó una marea de escombros que sepultaron a Tirek y empujaron a Twilight unos metros hacia atrás, obligándola a cubrirse con sus alas.

El centauro salió de entre los escombros y la alicornio lavanda le miró desafiante; llegados a ese punto, ambos supieron que era inútil seguir batallando, ya que estaban muy parejos. Tirek lo reconoció murmurando.

-Parece que hemos llegado a un punto muerto…

Twilight no dijo nada, tan solo miró al centauro con su mejor cara.

-¿Qué te parece si hacemos un trato, princesa Twilight?

Al punto chascó los dedos y aparecieron encerradas en unas burbujas sus amigas junto con Discord y Spike; Twilight se quedó anonadada, sin saber bien qué hacer.

-Si me das toda la magia alicornio de Ecuestria, las libero.

La imposición cayó sobre ella como un jarro de agua fría; no se esperaba para nada ese brusco cambio de acontecimientos, y aunque estaba dispuesta a hacer el cambio, le daba reparo aceptar así sin más.

-¿Y bien, princesa?

En ese justo instante, recordó el momento en el que tanto Luna como Cadance la transfirieron su magia; ella las prometió que cuidaría bien de ella, pero ahora esa promesa quedaba en entredicho ante una situación como esa. Sus amigas trataron de alentarla para que no lo hiciera, aunque sus gritos molestaron a Tirek, el cual las llamó la atención.

-¡Basta! ¡Quiero una respuesta, y la quiero ahora!

No había salida, no podía arriesgarse de ninguna manera; eran sus amigas, y para ella valían más que toda la magia del mundo. Ella lo sabía, pero era en ese justo momento cuando más lo supo y lo sintió. Por lo que decidió enseguida.

-Está bien. Toda tuya.

Eso pilló por sorpresa a sus amigas, las cuales se quedaron de piedra al ver a Twilight rendir su magia.

-Como desees.

Tirek chascó los dedos y las burbujas cayeron, soltando a Spike y sus amigas; pero la burbuja en la que estaba encerrado Discord seguía en su sitio, sin moverse. Por un momento Twilight quiso dejarle ahí, pero enseguida se lo pensó mejor; estaba renunciando a su magia, por lo que era justo que Tirek soltara a todos.

-Suéltale a él también.

-¿Qué? ¿Y después de cómo te ha traicionado todavía le quieres indultar?-inquirió el centauro, burlonamente.

-Suéltalo-insistió ella.

-Como quieras…-murmuró él, chascando los dedos una vez más.

Una vez que estuvieron todos libres, el centauro se dirigió hacia ella.

-Tu turno…

Justo después, comenzó a drenarla su magia; Twilight sintió como si le estuvieran arrancando una parte de su ser, y no pudo evitar soltar un gemido de dolor. Le llevó un buen rato, pero finalmente la absorbió toda la magia. La alicornio lavanda se tambaleó y cayó al suelo, al tiempo que Tirek comenzaba a crecer desmesuradamente, aumentando su tamaño de manera bestial y llegando a alcanzar los doce metros de altura.

Mientras que Tirek se regodeaba en su nuevo estatus, las amigas de Twilight se acercaron a ella para ayudarla, Spike la espetó.

-¡Twilight! ¿¡En qué estabas pensando?!

-En vosotros, Spike… en todos vosotros. Pero he fallado. Lo siento, chicas… no he podido protegeros…-masculló ella, al borde de las lágrimas.

-Tranquila, dulzura, no ha sido culpa tuya… ha sido culpa de ese desgraciado…-masculló Applejack, mirando mal a Discord.

-Lo siento, de verdad, no era mi intención traicionaros, pero Tirek me siguió hasta el pueblo… y no sólo eso, me ha engañado. Él mismo me dio este medallón diciendo que era un regalo como signo de gratitud y lealtad. Pero para mí lo es, porque ahora sé que nada vale más la pena. Sé que no vale de nada ahora, pero quiero que lo tengas tú, Twilight. Para recordarme lo estúpido que fui…

La alicornio lavanda aceptó el regalo sin decir nada y miró al suelo, con gesto perdido. El eco de los gritos de Tirek seguía resonando en la lejanía.

-¿Y ahora qué hacemos?-inquirió Spike en ese momento.

-Ya no podemos hacer nada… está todo perdido. Lo siento, chicas. Realmente lo siento…-masculló ella, antes de echarse a llorar.

Entre todos trataron de consolar a Twilight, la cual siguió llorando y descargando toda su frustración. Con la esperanza perdida y el corazón roto, el grupo regresó de vuelta al pueblo, el cual seguía encerrado; Twilight se dirigió directamente a su biblioteca destruida, siendo aún más duro verla así. Spike no pudo evitar llorar como el niño que era al ver al que había sido su hogar totalmente arrasado. Entre todos estuvieron buscando entre los escombros elementos que aún se pudieran salvar; la gran mayoría de la colección de Twilight estaba en la sala de lectura, por lo que la había perdido casi toda. Por suerte, el depósito había salido ileso, pero éste sólo contenía el treinta por ciento de la totalidad de esta, por lo que la diferencia era más que notable. En el sótano la mayoría de las cosas se habían salvado, pero eran muy pocas en comparación con las que se habían perdido; Twilight comprobó su caja fuerte y vio que todos los papeles y pergaminos en los que estuvo trabajando estaban bien.

-Pero ya no me sirven de nada…-pensó ella, cerrando la puerta.

Arriba, el resto de ponis seguían intentando encontrar algo que pudiera animar ese horrible momento, pero sólo había ruina, cenizas y desolación. Twilight regresó del sótano y se unió a ellos, sin esperar ningún solo milagro. En ese momento, Applejack vio algo entre las cenizas y murmuró.

-Eh, aquí hay algo…

Las demás se acercaron mientras que la poni de tierra trataba de sacar un bulto de encima de varias vigas carbonizadas; entre todos la ayudaron a apartar las vigas y entonces vieron de qué se trataba.

-Ah, pero si es…

-Nuestro diario…-murmuró Twilight, asombrada.

Extrañamente éste se encontraba intacto, con la cubierta algo chamuscada, pero intacto al fin y al cabo.

-Qué raro… ¿no se ha quemado?-observó Rarity, extrañada.

-La explosión fue tremenda… debería haberlo hecho…-recordó Twilight.

-Pero aun así sigue ahí…

Spike lo cogió y lo abrió por la primera página, las demás se sentaron a su alrededor y lo leyeron juntas.

-Ah, mirad, la primera entrada… la escribimos todas juntas aquella vez en el castillo de Everfree…-recordó Twilight, esbozando una alegre sonrisa.

-Sí… y creo que la mía era la siguiente…-comentó Rarity.

Como no tenían nada mejor que hacer, decidieron leerlo todas juntas mientras recordaban viejos tiempos, cuando todo era mejor; la semana de la moda de Rarity volvió a sus mentes, recordando la visita a Manehattan y la generosidad de Coco Pommel al entregar a Rarity lo que la pertenecía desde el principio. Rainbow y Fluttershy revivieron aquel día tan especial en Rainbow Falls, sobre todo Rainbow, ya que tuvo que tomar una difícil decisión que incluía a sus amigas; y aun ahora, seguía sin arrepentirse de ella. Pinkie recordó con gran alegría la gran fiesta que montó entre ella y Cheese Sandwich, siendo la mejor de todas las que había organizado hasta la fecha. Fluttershy volvió a revivir aquel día con los breezies, recordando lo duro que fue para ella el dejarlos ir, pero a sabiendas de que era lo mejor que podía hacer por ellos. Applejack, por su parte, recordó una vez más la importancia de ser honesta, ya fuera tanto con ella como con los demás.

El resto del diario terminó enseguida, pero hubo algo que llamó poderosamente la atención a Twilight.

-Esperad, esperad un momento, aquí hay algo raro…-murmuró ella, pasando las páginas con su casco.

-¿Qué pasa, dulzura?

-¿Tú también te has dado cuenta?-inquirió entonces Discord, igual de interesado.

-Sí… hay un patrón que se repite…-asintió ella.

-¿Un patrón?-repitió Rarity, extrañada.

-Sí, al principio pensé que sólo era una coincidencia, pero al ver que se repetía lo mismo en todos los demás casos, empecé a pensar que tal vez no es ninguna casualidad…

-Pero ¿a qué te refieres exactamente?-quiso saber Rainbow, tan extrañada como el resto.

-Todas vosotras habéis pasado por una situación complicada en la cual no era fácil hacer valer vuestro elemento; pero cuando lo aceptasteis, llegasteis a recibir algo a cambio… mirad…

Pasando las páginas rápidamente, Twilight las fue enseñando a lo que se refería mientras las iba explicando por el camino; por haber ayudado a Coco a comprender que la generosidad puede llegar a significar algo, Rarity recibió una cinta de cordel multicolor. Por haber enseñado a Spitfire que la lealtad es lo más importante para tener cerca a tus amigos, Rainbow recibió de la capitana una insignia especial. Por mostrar a Cheese Sandwich que siempre hay que hacer reír sin importar qué, Pinkie obtuvo su pollo de goma. Por enseñar a Seabreeze que si eres bueno con tus semejantes, ellos serán igual de buenos contigo, Fluttershy adquirió una flor. Y por hacer comprender a Silver Shill que el dinero no vale nada si no se gana de forma honesta, Applejack consiguió una moneda.

-¿Lo veis? En todos los casos se repite el mismo patrón de enseñanza, aceptación y regalo, dudo mucho que sea una coincidencia…-murmuró Twilight, sintiéndose particularmente animada.

-Ya, todo eso está muy bien, pero… ¿Qué tiene que ver con… nada?-inquirió Rainbow, sin comprenderlo del todo.

-Pensadlo de esta manera. En su día tuvimos que entregar los elementos de la armonía al árbol para poder salvarlo de morir ahogado. El árbol es el origen de los elementos, nosotros estamos conectadas a los elementos, y el árbol…

Fue en ese justo momento cuando la realización golpeó a todas por igual, llegando a musitar a coro

-… está conectado al cofre.

Ahora todo comenzaba a tener sentido y todas lo supieron casi a la vez; aunque faltaba una pieza del rompecabezas.

-Pero espera, ¿y qué hay de ti, querida?-inquirió Rarity.

Twilight abrió la boca para hablar, pero en ese momento oyó un seco tintineo proveniente de su cuello; bajó entonces la vista para encontrarse el medallón que Discord la dio. El draconequus miró de hito en hito a la alicornio lavanda, la cual notó como si una chispa se encendiera en medio de la más absoluta oscuridad. Acto seguido, se dirigió a sus amigas y masculló.

-Decidme que todavía los tenéis.






Hacía ya un buen rato desde que los llantos de Luna y Celestia habían cesado. Ahora ambas alicornios se encontraban tumbadas en el suelo, apoyadas mutuamente la una sobre la otra y sin decirse nada, contemplando pasar el tiempo. Cadance estaba con ellas, guardando un sentido silencio. En un momento dado, Luna habló.

-No hemos hecho nada más que hacernos daño mutuamente… ¿Por cuánto tiempo? ¿Más de mil años? Recuerdo momentos felices entre nosotras… ¿cuándo acabó todo eso, Celestia?

La aludida dejó escapar un hondo suspiro antes de contestar.

-Apenas lo recuerdo… por aquel entonces mi orgullo era más grande que mi cabeza… y apenas he podido cambiar eso después de todo este tiempo. No busques más, Luna, la única culpable aquí soy yo. Te di de lado, te desprecié, te desatendí… cuando lo único que debí hacer fue darte un poco de amor. Lo siento, Luna… lo siento mucho…

Celestia quiso llorar, pero no la quedaban más lágrimas que derramar; y con Luna pasaba lo mismo. Las dos siguieron calladas hasta que la alicornio oscura murmuró.

-Tia…

-¿Sí, Luna?

-Te quiero…

Apenas pasó un solo segundo hasta que Celestia la respondió.

-Yo también te quiero, Lulu…

Sin decirse nada más, ambas se frotaron los hocicos en un gesto de infinito cariño. Cadance tan solo esbozó una gran sonrisa, sintiendo entonces que todo volvía a estar bien entre sus tías y alegrándose por ellas.

El tiempo siguió pasando lentamente, haciendo la espera un poco más eterna; pero en un momento dado, las tres alicornios sintieron entonces como su magia volvía a fluir por sus cuerpos, al tiempo que las crines de Luna y Celestia volvían a ondear lentamente. Sus marcas de belleza reaparecieron y sus cuernos brillaron con intensidad. Supieron entonces, sin ningún atisbo de duda, que Twilight lo había conseguido y, sin ganas de seguir esperando, las tres echaron a volar en dirección hacia la salida.

El viaje de vuelta a Ecuestria fue rápido e incluso placentero, mientras podían notar cómo la magia de todo el reino volvía a estar presente en todos y cada uno de los lugares del mismo. Partiendo desde el sur, pudieron ver por ellas mismas cómo todo volvía a la normalidad. En poco tiempo llegaron a Ponyville, pudiendo distinguir la silueta de un nuevo palacio recortándose en la lejanía, con forma arbórea y presidiendo el pueblo desde lo alto de una colina; ahora era la estructura más alta de la localidad, superando tranquilamente al ayuntamiento. Se acercaron entonces y vieron a Twilight y sus amigas contemplando el nuevo palacio visiblemente asombradas; Discord y Spike estaban con ellos, un poco más atrás. En un momento dado, Twilight inquirió.

-¿De quién es?

-Me parece que es tuyo, princesa Twilight.

Todas se dieron la vuelta y vieron a las tres princesas mirándolas sonrientes; Twilight miró a Celestia un tanto dudosa, apartando la mirada poco después.

-Entonces… realmente debo de ser princesa. Al final sí que debo hacer esto después de todo…

-Es verdad que te convertí en alicornio en contra de tu voluntad. Pero esta vez no voy a hacer valer mis propias convicciones, no sería justo ni para ti ni para mí. Es por eso que, si quieres, no tienes por qué hacer esto. Es imposible ahora deshacerlo todo físicamente hablando, pero si así lo deseas, puedes dejar de ejercer como princesa. La decisión es tuya.

Twilight bajó la mirada, pensándolo bien; desde que empezó como princesa, ella había estado más que dispuesta a hacerlo lo mejor posible. Puede que esa situación no fuera lo que ella hubiera pensado hacer desde el principio, pero ahora, en un día como ese, y viendo por sí misma todo lo que había alcanzado, supo de alguna manera que tenía que continuar. No por Celestia, sino por ella misma y por sus amigas. Porque, si no hubiera sido por ellas, no estaría en ese momento ahí, delante de su nuevo palacio y de su nuevo gobierno. Ahora, todos los papeles que aún se conservaban en su caja fuerte volvían a tener utilidad. Y, sin darle más vueltas, anunció.

-No. Seguiré. Pero no por usted, ni por simple educación. Seguiré por mí. Por mis amigas. Porque sé que ahora la que escoge soy yo. Y es por eso por lo que, aquí y ahora, proclamo la creación del principado de Armonía, en el que yo y solo yo soy su princesa regente, exento de toda carga legal relativa al reino de Ecuestria y con sus propias leyes, derechos y obligaciones que aquí presento para su previa aprobación.

Haciendo magia, trasladó la caja fuerte ante ella y sacó todos los papeles y pergaminos, mostrándoselos a una anonadada Celestia. Para concretar un poco más, Twilight añadió.

-El territorio adscrito al principado de Armonía incluye todo Ponyville y sus tierras colindantes, su gobierno está repartido entre yo misma y mis amigas, a las que proclamo aquí y ahora mis consejeras legales, y toda ley, mandato o proclama relativa a Ecuestria ya no tienen ninguna validez legal en el principado. Todo ello está sujeto a la previa confirmación por parte de la princesa Celestia, regente del reino de Ecuestria.

El silencio posterior cayó como una losa sobre todos los presentes; Twilight y Celestia se sostuvieron la mirada fijamente, sin ni siquiera pestañear. La alicornio blanca supo que, seguramente, Twilight había redactado todo eso teniendo en cuenta las leyes relativas a las colonias, independencias y administraciones exentas que tanto habían sido estudiadas por la alicornio lavanda en su día. Por lo que, pensando en su antigua estudiante, y en vez de en ella misma, aceptó lo que Twilight la estaba pidiendo. Hizo aparecer pluma y tinta y estampó su firma en los papeles, dándoles validez legal y confirmando ella misma la creación del principado de Armonía. Twilight guardó los papeles y la caja fuerte desapareció.

-Gracias-agradeció ella, sin más.

Celestia tan solo asintió con la cabeza, sin decir nada más. Tanto Twilight como sus amigas se dieron la vuelta para entrar en el palacio, pero antes de que lo hicieran, Celestia la paró.

-Twilight, espera.

La aludida se paró, sin darse la vuelta, mientras Celestia la hablaba.

-Sé que no he sido justa contigo… lo que he hecho ya no se puede deshacer, la culpa es toda mía, y es por eso por lo que digo esto. Sólo quiero decirte que lo siento. Lo siento mucho. Espero que puedas perdonarme algún día y volvamos a recuperar nuestra vieja amistad, pero sólo si tú quieres… por favor, Twilight… perdóname…

Las últimas palabras de Celestia las pronunció en un suave susurro que apenas fue audible. La alicornio lavanda tardó un poco en contestar, pero al poco rato se dio la vuelta, mostrando unos ojos envueltos en lágrimas y mirando a Celestia con una mezcla de rencor y tristeza. Abrió la boca para hablar y tan solo susurró.

-Lo siento… no puedo…

Celestia asumió sus palabras con un gesto triste, pero solemne, llegando a soltar unas pocas lágrimas y lamentándolo en lo más profundo de su corazón. Twilight se retiró junto con sus amigas y Spike, entrando en el palacio y cerrando tras de sí. En lo alto del cielo, el sol brillaba con más fuerza que nunca.

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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor EdoNova » 15 Sep 2014, 16:35

Un final demasiado abrupto para dar el final reescrito de la cuarta temporada, pero me gusta como se ha llevado la situación entre Celestia y Luna en el Tártaro, bravo, me dan ganas de saber que va a pasar a continuacion
Última edición por EdoNova el 15 Sep 2014, 17:50, editado 1 vez en total
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor horwaith » 15 Sep 2014, 17:29

genial capítulo, mucho mejor explicado que en la serie y me encanta la escena que tienen los dos tenientes contra Tirek, muy lograda
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor Volgrand » 16 Sep 2014, 15:53

Damas y "caballaros":

En virtud del título autoconcedido de "despellejador de fanfics" me dispongo a ejercer mi arte con esta obra titulada "Amor de madre". O al menos con sus últimos capítulos.

Spoiler:
A decir verdad, mientras que he disfrutado del fic (inyectándome dosis diarias de insulina, especialmente cuando aparecía Frank) estos últimos capítulos me han... aburrido no es la palabra. Creo que el problema es que no me han sorprendido, ni para bien ni para mal.

Empezando por el soso, descafeinado y poco emotivo retorno de Blueblood. Nuestro apuesto príncipe ha pasado de tenerlo todo a verse en la calle hurgando en la basura hasta perder la razón.

Subrayo: perder la razón.

¿Qué nos encontramos? Nos encontramos con un blueblood que de alguna forma llega al Imperio de Cristal (no preguntaremos cómo ni para qué), encontrado por Cadence que lo acoge, lo baña, le da de comer y le da un besito... ¡Y PUF! ¡El príncipe recupera el sentido! Vale, magic rules, duh, que esto en Mi pequeño poni y a los malos se los vence con amor y amistad. Me arece bien.

Pero luego la explicación de Blueblood.... ¿qué demonios ha pasado con la pasión y las emociones? "No, verás, que estuve jodido durante meses, pasando hambre y practicamente prostituyéndome porque me arruiné apostando". ¿Dónde ha quedado la rabia, la culpa, el sentido de la vergüenza y todo lo demás? ¿Dónde están los gritos, el sentirse destrozado, el llorar por haber pasado por algo terrible (para un príncipe hablando), y un largo etcétera? Una escena que podría haber sido super emotiva se convierte en un soliloquio narrado por Loquendo.

Youtube Spoiler:


Podría discutir muy mucho sobre lo sencillamente aburrida que me ha parecido la "rehabilitación" de Blueblood. Aunque, una vez más, podemos considerar esto como parte de la magia del mundo de Mi pequeño poni. Sin embargo esto choca radicalmente con la forma de actuar de los personajes en el futuro, especialmente cuando Twilight manda a la mierda (casi literalmente hablando) a Celestia. Es decir, Twilight se siente traicionada y le da la espalda a su mentora, me parece genial. Pero, ¿Blueblood traiciona a ambas princesas, monta una golpe de estado político y la lía parda y se le perdona con un simple "lo siento mucho, no volverá a ocurrir"? Son cosas que me parecen bastante incongruentes, que todo el mundo sea tan permisivo con un hecho tan grave, y que en cambio Twilight muestre una actitud totalmente contraria.

Actitud de la alicornio lavanda que, sin embargo, encuentro lógica y congruente con la situación planteada en este fic.

Pasando a la versión de "Twilight's Kingdom" se plantea un inicio muy interesante. Una Twilight cabreada que decide rechazar la magia de Celestia. Aquí nos hallamos en una situación de desequilibrio: en la serie, un Tirek alimentado con TODA LA MAGIA DE TODOS LOS PoNIS DE EQUESTRIA es capaz de igualar en poder a una alicornio con TODA lA MAGIA DE LAS PRINCESAS ALICORNIO. Y el duelo acaba en un empate técnico.

Sin embargo, SG nos plantea una situación en que Twilight es menos poderosa que Tirek, y que va a enfrentarse a él con un plan en mente. ¡Ostras, genial, qué interesante! Pero entonces... ¿por qué al final ocurre exactamente lo mismo que en la serie? ¿Por qué no es evidente ni se narra bien el plan de Twilight? ¿Por qué al final el resultado es EXACTAMENTE EL MISMO? ¿Para qué nos planteamos una situación diferente si al final todo acaba igual?

Y para acabar, la escisión de Twilight de Equestria me ha resultado... interesante. Me ha parecido que Celestia ha sido muy ligera a la hora de firmar algo que podía suponer un grave problema político y social en su nación, sin consultarlo con la cámara (este... ¿la habíamos restaurado para que el pueblo tuviera voz en las decisiones políticas de trascendencia, verdad? Detalles...) o sin considerar bien las consecuencias. Confío en que esto se trate en el futuro.

Por último, mencionar que si no me he quejado hasta la fecha, significa que hasta la fecha "Amor de madre" me ha gustado mucho como fic. Pero estos últimos capítulos... rechinan mucho.

Un saludete, y gracias por escribir SG91. Yo también te queiro <3.
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Re: Amor de madre [Slice of life]

Notapor Sg91 » 16 Sep 2014, 16:06

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... na, en realidad no XD además, en el asunto de Blueblood tienes razón, y la final no me ha salido tan bien como yo quería. Es cierto que he pegado un bajón, y creo saber por qué, por lo que me centraré en lo que es más importante ahora. Ha sido un honor ser despellejado por usted, pica un montón, pero oye, así es como se aprende ;)

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