La misión era sencilla, tan solo teníamos que expulsar las fuerzas de la República Terran del laboratorio subterráneo de Nanites en Amerish, ellos no esperaban el ataque, así que un pequeño escuadrón de 7 hombres sería suficiente.
No tardamos nada en reventar el primer escudo de protección de la instalación, pero aquello desató un infierno, la brigada Nacional Socialista de la República Terran salió a defender la instalación, uno a uno, fuimos derribados y perdimos terreno, retrocedimos hasta el pequeño puesto de avanzada desde el cual iniciamos el ataque.
Las fuerzas de la República Terran se incrementaron, decenas de Soldados de Asalto pesado armados con Ametralladoras pesadas de cañón giratorio se abalanzaron sobre nosotros, soportadas por algunas unidades de despliegue y carros de combate ligero, nosotros, el Nuevo Conglomerado, no dejamos nunca de luchar, aunque eso significase invertir los nanites en pilotos suicida que hiciesen reventar sus vehiculos contra las unidades de despliegue enemigas y su carrocería de tierra.
Todo iba bien... hasta que llegaron los bombarderos apoyados por aviones de combates ligeros, un apoyo enemigo del cual nuestro escuadrón solo contaba con un medio de contrarrestar, el lanzacohetes trazador de MerkoAnon. Aunque las fuerzas aéreas fueron ligeramente contenidas, nuestro escuadrón se vio, en todo momento, sobrepasado por el enemigo, en uno de los momentos de mas angustia que recuerdo, perdimos el control del puesto de avanzada, ahora nuestro biolaboratorio era vulnerable.
Contábamos con 3 puntos estratégicos que debíamos defender entre 7 soldados, sumando a esto los generadores de escudo, estábamos completamente superados en fuerza y número, pero el biolaboratorio nos protegía de carrocerías de tierra y aire, no lo hacía así de la infantería. El combate fue largo, pero nos las manejamos para que no tomasen la base, nos tendieron trampas y nos quitaron 2 de los puntos de control, entonces, el jefe de escuadrón, Edi Zeta escuchó pitar un dispositivo en su armadura de combate, miró con estupor el dispositivo y se teletransporto desde donde estaba hasta junto a mi y mi compañero AwesomeUsername, antes de desaparecer de nuevo, dijo: "Ha comenzado."
Moviéndose como una bala, desapareciendo y reapareciendo allá donde estaba y no estaba, el jefe de escuadrón tomó todas las bases de nuevo, informamos a central de lo que estaba sucediendo, se corrió la voz y algunos combatientes de Hossin, atraídos por las leyendas del soldado definitivo, vinieron a luchar junto a nosotros, logramos expulsar a los Terran de nuestras instalaciones y no tardamos en tomar la ofensiva por tierra y aire, los terran lucharon bien, e incluso podrían haber podido defender el puesto de avanzadilla si no hubiese sido por que todas sus unidades de despliegue eran destruidas por un misterioso soldado que aparecía y desaparecía, al que jamás daba tiempo de reaccionar por lo rápido que esto sucedía.
Recuerdo un momento en el que estaba disparando con mi lanzamisiles hacia una unidad de despliegue "Sunderer", estaba bastante lejos, casi en el horizonte, las aeronaves enemigas y los infiltrados francotiradores no me ponían fácil la tarea, no pude acertar un solo disparo sin acabar herido y me había quedado sin munición, entonces el jefe de escuadrón apareció a mi lado y me dio una caja de munición, le miré para agradecérselo y me hizo un gesto hacia el lado que se encontraba esa unidad que tantos problemas me daba, miré hacia allá, el estaba allí, no me dió tiempo a apuntar hacia allá para ayudarle a destruirla, la unidad de despliegue explotó en mil pedazos. Cuando las llamas desaparecieron, no había rastro de Edi Zeta. De pronto su voz se escuchó por el radiocomunicador de nuestro escuadrón: "Je, ese Sunderer parecía caro."
Sin darnos cuenta, de pronto, estábamos tomando de nuevo el laboratorio de nanites, todos los refuerzos que llegaban eran destruidos al instante por nuestro jefe de escuadrón, que aparecía y se iba sin dejar rastro. Tomamos rápidamente el interior del recinto y reventamos todos sus generadores de escudo hasta que pudimos empezar a tomar su punto de control. La lucha duró bastante, e incluso tuvimos algunas dificultades, pero finalmente tomamos el control de la instalación y expulsamos a los Terran de allí.
Ese día, pudimos saborear lo que realmente significa ser un soldado del Nuevo Conglomerado. La libertad. (Y lo rotos que están los Terran.)