En el día que acaba de pasar se ha cumplido esa bonita fecha del nacimiento de la compañía de cartas hanafuda por obra de Fusajiro Yamauchi en 1889 (compañía que, en el 63, se reinventó de la mano del archiconocido Hiroshi Yamauchi para dirigir taxis, love hotels, cadenas de comida y otros negocios antes de su conocido rumbo actual). Dedicándose en el ocio electrónico primero tímidamente distribuyendo la Magnavox en Japón, con arcades e inventando cierta consola llamada Game&Watch gracias a que Gunpei Yokoi vio en el tren a un oficinista jugueteando con su calculadora, llegaron a su obra cumbre que salvaría los videojuegos tras el crack del 83: la Nintendo Entertainment System.
En 1985, la sobresaturación de juegos basura para las consolas de Atari (debido a que cualquiera podía programar para ella) había hundido en la miseria a la compañía y hecho crecer la desconfianza y la desilusión entre los jugadores. Fue cuando Nintendo hizo la siguiente maniobra: lanzar al mercado una consola de 8 bits barata pero potente, con aspecto de juguete para acercarla más fácilmente al público, implantando en sus juegos el "Nintendo Seal of Quality" que garantizaba productos completos y testeados (lo que eliminaba las estafas y los proyectos inacabados por novatos) y adoptando la feroz, pero eficaz, política de impedir que las compañías que sacaban juegos para ella lo hiciesen para otras máquinas. La fórmula fue un éxito, y con el nacimiento en ese año de Super Mario Bros. y en el siguiente de otras franquicias estrella como Zelda y Metroid (trío sagrado de la compañía desde entonces con títulos en todas sus plataformas salvo escasas excepciones), se convirtió en una de las más vendidas de la historia del videojuego. Aunque falta una pieza clave en todo esto: esta señorita.
Salida de la mente de Gunpei Yokoi, la portátil y consola más vendida (hasta la llegada de su sucerosa, la DS) cambió para siempre el mundo del entretenimiento fuera de casa. Cabiendo en un bolsillo, con un sistema de pequeños cartuchos que dejaba obsoleta G&W y consumiendo relativamente poco (por no hablar de un precio económico) y con un catálogo que entre otras cosas vio nacer nada menos que a la saga Pokèmon, consolidó hasta la fecha a la compañía como dueña y señora del mercado portátil. Entre ella y NES, volvieron inmensamente rica a Nintendo y salvaron el mundo del videojuego, al recuperar el interés de los jugadores y creando competidoras como Sony y Sega. Y a pesar de este doble bombazo, llegó 1991 con la Super Nintendo Entertainment System bajo el brazo.
De 16 bits y compitiendo ferozmente con Sega Genesis, la SNES se convirtió en la consola con el mejor catálogo de la historia gracias al mantenimiento de la política de juegos de calidad y exclusivos (las compañías programaban ávidamente para ella por el éxito de su predecesora y a la lucha con Sega. Ayudó también el hecho de que la compañía del erizo azul empezó a sacar periféricos caros frente a la barata sencillez de la consola nintendera, ganando al final la opción más económica. De esta época son joyas como A Link to the Past, la trilogía Donkey Kong Country, Star Fox o Super Metroid. Lamentablemente, con la siguiente consola empezó el declive.
La N64 era una verdadera bestia en potencia en 1996, llegando a los 64 bits y siendo la primera inclusión seria de la compañía en el mundo del 3D (sin contar la infame Virtual Boy). Con una campaña de márketing y un diseño agresivos, cometió dos errores muy importantes: su dura política de exigir solo grandes juegos a los programadores y la escasa capacidad de los cartuchos alejó a varias compañías y le hizo perder la exclusiva de Final Fantasy VII a favor de Playstation, lo que dio la aplastante victoria a Sony en esa generación al contar con un catálogo mayor, con un precio más reducido y una facilidad de pirateo por el CD increíble. Por no hablar del precio, más caro que lo que tenía acostumbrada Nintendo al público. A pesar de ello, tuvo grandes títulos como Super Mario 64, la bilogía Banjo, Super Smash Bros. 64 o el legendario Ocarina of Time, uno de los juegos más vendidos y con mejor nota de toda la historia.
Tristemente, Nintendo todavía tenía que vivir una crisis más. Gamecube, la siguiente en salir en 2001, fue una consola increíblemente potente (a la par o mejor que la de Microsoft, según donde se mire) y compacta que encima podía llevarse a todas partes. A pesar de ello, las políticas de calidad de la compañía heredadas de N64 la hirieron de muerte, junto con el formato del minidisc para luchar contra la piratería y el público que fue en masa a por Playstation 2 por el catálogo de PS1, el propio de inmensa calidad y cantidad y sus capacidades multimedia y online. El catálogo del cubo fue muy reducido en comparación, a pesar de tener gemas como Tales of Symphonia (primer juego de la saga en ver la luz en Occidente y que inició la fiebre), Wind Waker y Super Smash Bros. Melee, y casi llevó a la ruina a la compañía. Fue entonces cuando un nuevo presidente tomó el mando: Satoru Iwata. Decidió hacer un movimiento arriesgado en 2006... y le salió colosalmente bien.
La Wii era una ruptura con la política de la lucha por la potencia empezada con N64 y continuada con Gamecube. Dejando de lado los gráficos y el control tradicional, se optó por una máquina ligeramente más potente que el cubo y económica (en coste y fabricación) que introducía los controles por movimiento en el mundo del videojuego. A pesar de arrastrar la dejadez de las thirds desde hace dos generaciones, la consola se convirtió en un éxito al conseguir que las familias enteras se interesasen por jugar (o más bien el mercado "casual") con títulos como Wii Sports, Wii Fit y Wii Party, ayudando además el volver a la imagen de juguete. Con la friolera de más de 124 millones de unidades, esta consola salvó a la compañía y dio a luz a títulos como la saga Mario Galaxy, aclamada por la crítica, y Xenoblade, reconocido por no pocos como el mejor RPG de su generación. Pero no sería justo decir que la compañía se salvó solo gracias a la blanquita, pues hay otra consola importante que logró superarla. Hagamos un breve inciso.
El mercado portátil no se había quedado atrás y, a diferencia de las sobremesa, nunca perdió el apoyo de las thirds. La Game Boy Advance, salida en 2001, aportaba 32 bits de potencia a tu bolsillo, una pantalla a todo color (evolucionando el gran éxito de Game Boy Color) y un catálogo con títulos de renombre como la saga Golden Sun y Castlevania: Aria of Sorrow, siendo más adelante rediseñada en forma de la GBA SP, que se podía plegar sobre sí misma haciéndola aún más portátil. Este último paso inspiró la llegada de la que sería la salvadora definitiva de Nintendo y la consola más vendida de la historia (o por muy poco la segunda según la fuente), con la escalofriante cifra de casi 155 millones de unidades: la Nintendo DS.
Aprovechando en 2011 el auge del control táctil e introduciendo una doble pantalla que permitía muchas posibilidades a la hora de programar, por no hablar de su bajo precio, Nintendo se hizo de oro con esta máquina. Continuando la compatibilidad con GBA pero con mejor iluminación y coloreado, obtuvo un catálogo inmenso y de gran calidad y variedad gracias a su facilidad de programación, con títulos como Profesor Layton, Ace Attorney, Nintendogs, Ghost Trick o Trauma Center. Esto, junto con el consolidado público que creció con Game Boy y entretuvo a sus hijos con ella y sus sucesoras, llevó el éxito absoluto a la compañía hasta el punto de que, según cálculos económicos, Nintendo tendría que generar pérdidas durante 20 años desde el día de hoy para entrar en bancarrota. Aplastó a PSP, la rival de Sony, que tenía más potencia y capacidad multimedia pero menos autonomía y catálogo, por no hablar de ser más cara.
En la actualidad, Nintendo continúa la estela de Wii y DS con WiiU y 3DS: la diversión económica y para toda la familia, introduciendo la segunda el 3D estereoscópico de forma masiva en los videojuegos. Con un público traído de la anterior generación, más la recuperación del jugador tradicional con los gráficos y un catálogo más "clásico", solo el tiempo dirá lo que depara a la compañía. Habiendo en el futuro títulos como Bayonetta 2, Super Smash Bros., Monster Hunter 4 o Zelda y teniendo en cuenta actuales como Pokemon XY, Mario Kart 8, Xenoblade Chronicles X o Super Mario 3D World, el panorama parece prometedor.
Han sido 125 años moviditos, en que la compañía ha cambiado de rumbo y políticas muchas veces. Sus juegos pueden gustar más o menos, pero hay algo innegable: han alimentado los sueños, la fantasía y la infancia de mucha gente (entre los que me incluyo con orgullo), y sin la gigante nipona y genios como Shigeru Miyamoto, Masahiro Sakurai, Hiroshi Yamauchi, Satoru Iwata o Gunpei Yokoi los videojuegos muy probablemente no existirían hoy en día... ni nosotros seríamos los mismos. Por eso digo: gracias por permitirnos buscar monedas y crecer con setas en el Reino Champiñón mientras esquivamos las bolas de fuego de Bowser para salvar a la princesa. Gracias por poder buscar el legado de las diosas en peligrosas mazmorras plagadas de enemigos y derrotar al mal con la Espada Maestra para salvar Hyrule. Gracias por ponernos un cañón en el brazo y huir de un Zebes en inminente explosión tras erradicarlo de metroides y vencer al temible Ridley. Gracias por dejarnos hacer amigos por Kanto, Johto y otras tantas regiones junto a los que combatir y alcanzar la gloria de la Liga. Gracias por ser capaces de hincharnos a plátanos en junglas, cavernas, marismas y fábricas mientras derribamos kremlings a barrilazos. Gracias por poder controlar a nuestros ídolos videojueguiles para derrotar a la despótica Master Hand en un cuarto que podría ser el nuestro. Gracias, en definitiva, por todo. Que cumplas muchos más, Nintendo.
