Voy a escribir todo lo que pueda antes de que se me olvide, pues he tenido uno de los sueños más completos y chulos de mi vida: he soñado un anime creado por mí ENTERO. O casi entero, ya llegaré a eso.
Físicamente era yo mismo, y de personalidad también, aunque a veces me daban ramalazos tipo Keima Katsuragi (TWEWY), o sea, prepotencia estridente. Ingresaba como estudiante de primer año en una universidad, pero no una cualquiera, pues era un verdadero monstruo de edificio, de tamaño como la Escuela Mahora o el instituto de Nanana, con forma circular y hecho de piedra blanca, acero y cristal. Voy a describirlo por partes.
La universidad estaba situada al lado del mar, junto a un paseo marítimo, y poseía un parque propio donde pasear, relajarse y demás. La planta inferior era el grueso del aulario. Estaba constituida de un anillo exterior con varios bancos, paneles de anuncios y jardineras, viéndose el exterior dado que la pared externa era todo inmensas ventanas, y la parte interna eran varios módulos, cada uno con la forma de la cruz solar:
Las cuatro áreas blancas del dibujo son aulas, lo negro el pasillo. Los módulos estaban distribuidos en columnas. Por el extremo superior conecta con el segundo piso por escaleras y con otro módulo, por el inferior con otro módulo también, y los dos laterales lo mismo (pero no directamente en este caso, había un pasillo perpendicular larguísimo, cuyo techo es el suelo de la última planta, que separa así: fila de módulos-pasillo-fila de módulos-etc.), así varias veces. Estaban hechos de ladrillo, salvo el techo y el suelo que eran de mármol beis. Finalmente, los módulos de los cuatro puntos cardinales de la parte interna del edificio no conectan con otro, sino con el anillo antes mencionado. El edificio universitario tiene pues forma de dos círculos concéntricos, siendo el central todos los módulos y los dos pisos superiores y el externo el "anillo" donde acceder por NSWE y sentarse para descansar.
La segunda planta es un poco más complicada de describir. Como la inferior, está hecha de ladrillo y mármol, pero estructurada de manera diferente: los pasillos sin techo que dije antes pueden verse desde arriba tras barandillas (como cuando ves la planta inferior de un centro comercial desde la superior), y la planta está formada por pasillos situados encima y con el mismo diámetro que los módulos de abajo. Hay un aula hemiciclo situada dentro de una torre independiente pero dentro de lo que es el edificio, supongo que para dar clases especiales y charlas, conectada a cada extremo de cada pasillo por un puente de cristal y acero. Es decir, cada pasillo tiene dos de esas torres conectadas.
Por último estaba la planta superior, con barandillas para ver la pared-cristalera del edificio. Una hermosa vista, pero lo más alucinante era que susodicho piso era un centro comercial. Cines, restaurantes y bares, tiendas de ropa... Todo lo que podáis imaginar para el gozo y disfrute de los estudiantes, por lo que deduzco que la gran mayoría del alumnado vivía en las residencias. Yo no, a mi me recogían en coche cada día.
No recuerdo qué estudiaba exactamente, pero sí que me hacía amigo de una chica solitaria (la típica consejera que es muy maja pero cabreada da miedo), un tipo enorme y desaliñado que cumplía la función de "amigo vago que escucha tus problemas" y de un grupo de chicas. Este estaba conformado por una muy alta con gran talla de sujetador y larga melena negra que hacía las veces de "mamá del grupo", otra castaña de pelo corto que hablaba poco pero cuando lo hacía soltaba puyas como dagas (aunque sin mala intención), posiblemente una tercera que de ser así desgraciadamente no recuerdo, y finalmente de una chica de estatura media-baja llamada Kinara. Tenía el pelo blanco y corto atazón pero con dos mechones que le caían sobre los hombros, ojos azul claro, y el comportamiento de una completa tsundere.
Digamos que ella me toleraba en el grupo exclusivamente por sus amigas, porque constantemente se metía conmigo y me gritaba. Al principio. Luego íbamos llevándonos mejor, hasta llegar a un punto en el que digamos que la veía como mi mejor amiga y sospechaba que yo le gustaba.
Y aquí es cuando hago el gilipollas.
Un día, buscando mi clase, me pierdo. Cosa normal, porque como ya he dicho, es una salvajada de universidad. Comienzo a vagar de un lado a otro, recorriéndome módulos y las dos primeras plantas, todo esto mientras me meto en aulas que no son las mías y me echan de ellas. Acabo pelín cansado física y anímicamente, y en la planta superior termino en la clase a la que están asistiendo el grupito. Como ya me da todo igual y además quería saludarlas, me la recorro de punta a punta hasta acabar frente a ellas. Y tras eso decido, porque sí, desplomarme en el suelo. Como es lógico, se me echan todas encima preocupadas y me sacan de ahí para que me de el aire. Al cabo de unos minutos estamos andando por la planta superior, todas contentas de que esté bien y que les había dado un susto. Sobre todo Kinara, que parece una niña con zapatos nuevos y ha abrazado completamente su lado dere. Tanto que llega un momento en que me agarra, me planta un sonoro beso en la mejilla de esos que dejan babas (juro que lo sentí como si fuera real) y me dice que no tengo ni idea de lo feliz que está de que no me haya pasado nada, que no sabe qué haría sin mi y que quiere casarse conmigo (no en serio, sino como una forma exagerada de admitir sus sentimientos llevada por el momento). Al instante la rodean el resto de sus amigas, alegrándose por ella y de lo contenta que la han notado últimamente, averiguando ahora que era por esto. Obviamente, yo estaba flipando pepinillos tridimensionales iridiscentes.
Después de eso estoy yendo de noche por el parque del campus, al lado de la carretera esperando que mi padre venga a recogerme, y acompañado por la chica solitaria que dije al principio. Le cuento todo lo que ha pasado, incluido que lo de dejarme caer al suelo fue porque sí y también un poco para averiguar cuánto les importaba, ante lo que pregunta estupefacta si de verdad he hecho eso. Sigo andando, me doy la vuelta y veo que está recogiendo un papel del suelo que se le ha caído, tras lo que lo estruja y pone la típica expresión asesina en la que la parte superior de la cabeza se ensombrece ocultando los ojos, sabiendo yo que me está llamando imbécil por dentro, y se va. Me quedo todo preocupado, y aparece mi padre con el monovolumen. Se pone a discutir con un conductor de excavadora, y el conductor se cabrea y empuja su coche con él dentro a un hoyo en la carretera en el que cabe entero. Tras quedarme paralizado por unos momentos, me fijo mejor y veo que ha empujado otro coche idéntico para desahogarse, y que mi padre le está echando la bronca por loco.
Es entonces cuando mi amigo, el desaliñado, decide hacer acto de presencia. Aprovecho el pifostio vial para contarle el error estúpido que he cometido, precupando a mis amigas, y saco de la nada una estantería metálica con baldas tipo parrilla llena de libros. Le explico cuánto valoro a cada una de ellas mientras en uno de los estantes más altos voy colocando en un montón bloques de glicerina rectangulares de colores con sus nombres para representarlas, con tamaño proporcional a mi nivel de afección respecto a cada una. Es entonces cuando le confieso que al principio veía a Kinara así (bloque amarillo muy pequeño con sus letras en rosa y azul, como medio post-it de tamaño), pero que luego la fui valorando más y más (bloques cada vez más grandes mientras lo digo hasta que se salen de la estantería y cada uno con un apelativo cariñoso distinto), y que me he dado cuenta de que me he enamorado de ella y que tengo que pedirles disculpas por haberlas preocupado innecesariamente , que he sido un idiota y que no quiero perderla.
Desgraciadamente, el sueño acaba ahí. A ver si con un poco de suerte logro volver a soñar lo mismo, o mejor aún, continuarlo (no sería la primera vez que hago algo así), porque se sentía muy vivo y me sentía feliz en esa universidad y con mis amigas. Y porque le he cogido cariño a Kinara, es un amor.