Spoiler:
La tarde caía sobre una de las montañas del reino de Askim, el brillante sol se ocultaba tras el monte que daba a mi puesto de guardia. Recogí mi espada de la pared, la enfundé y fui al puesto del capitán, mi ronda terminó cuando el sol dejó de verse tras las colinas.
-Capitán Rocofowl, me retiro a mis aposentos, ya he acabado por hoy -Dije.
-Muy bien soldado, ¿Alguna novedad sobre esos ponis? Cada día me dan más miedo -Dijo mi capitán estremeciéndose.
-Nada, se quedan tras el pequeño bosque observándonos, aún no han pasado la frontera con nuestro reino.
-Espero que no lo hagan.
Tras las palabras mi superior me dirigí a mi casucha, una pequeña parte de terreno que nuestro rey me cedió al unirme al ejército de Askim. Tan solo tenía una pequeña construcción con una cama de paja, un candelabro y dos mesas. Al pasar saludé a Tori, mi perro pastor. Estaba cansado pues dejé mi espada sobre la mesa, me quité la cota de malla y me metí en la cama.
El día siguiente amaneció soleado, no se veía ni una nube, pues el sol brillaría frente a mi puesto de guardia. Me asomé por uno de los ventanucos de mi casa y vi a varios soldados saliendo de sus hogares, así que tan rápido como pude, me puse la cota de malla, la espada y salí comiéndome un trozo de pan duro.
Según caminaba a presentarme ante el capitán, un arquero amigo mío llamado Verton paró a hablar conmigo
-Oye Kirme, ¿Te has dado cuenta que los ponis esos cada vez vienen más? ¿Crees que están planeando algo contra este reino?
-Sí, cada vez vienen más, algunas veces los he visto en el bosque camuflados, aunque rara vez sale alguno para acercarse al río a por pescado, y no, no creo que quieran conquistarnos, tendrán curiosidad por nosotros, o por saber quienes somos... Algunos prefermos no pensar en ello
-Si se atreven a entrar aquí, se encontrarán mis flechas
-Tranquilo Verton, lo mismo quieren establecer relaciones comerciales. No nos adelantemos, es muy probable que quieran hablar con nosotros. Bueno, voy tirando a mi puesto, ¿Sigue en pie lo de esta noche?
-Sí, veremos que nos deparan nuestros equinos amigos
Verton se dirigió a un puesto de vigilancia en un camino de entrada al reino, y yo a presentarme ante mi capitán. Tras llegar, saludé a algunos compañeros de armas y entré en la garita del capitán, le saludé, presenté mi espada y fui a mi puesto.
Durante la mañana no pasó nada, ningún equino se dejó ver por el bosque, y yo me aburrí, como otros días. Llegó la hora de la comida, la sirvienta, Silvia, se pasaba puesto por puesto para darnos una ración de comida. Generalmente yo solía ser el primero en recibir alimento, pero ese día cambió el recorrido, siendo el último.
-Hombre preciosa, ya creí que no vendrías.
-Jaja, claro que sí, he decidido cambiar el itinerario... Para ya sabes... ¿Lo hacemos? Mi madre no sabe lo nuestro y me he dado pris...
-Para el carro monada -Dije susurrando- me encantaría echarte un polvete ahora, pero Rocofowl está que trina con algunos soldados que se distraen no quiero que me caiga bronca.
-Vaya, qué pena, hoy traía el corset que tanto te gustaba... -Dijo la muchacha con la que esperaba casarme.
-Esta noche te daré lo tuyo, ahora es mejor que no me distraiga, los ponis están acechando poco a poco, no quiero que nos pillen... Ocupados.
-Muy bien, soldadote, en mi casa tras es cambio de guardia.
Silvia era muchacha de 17 años, con la que anteriormente tuve algún lío sexual. Su padre era una importante mercader que solía pasar tiempo visitando aldeas y reinos cercanos al nuestro para entablar relaciones comerciales. Su madre se encargaba de cuidar a su hermano pequeño.
Tras terminar de comer, Me puse a inventarme una historia épico-fantástica en la que yo salvaba el pueblo de un ataque poni a gran escala, siendo reconocido como héroe. Me inventé otra en la que un dragón venía a Azkim, destruyéndolo todo, salvando la cuidad, y casándome con Silvia por tal hazaña.
Antes de darme cuenta, llegó el anochecer. Como siempre, me despedí de mi capitán y partí a casa de Verton, aunque me lo encontré de camino
-Kirme... Me encuentro fatal, me ha sentado mal la comida, no puedo ir, ¿Vamos otro día a investigar por allí?
-Iré solo, no te preocupes, tendré cuidado
-¿Estás seguro que jo necesitas compañía? Puedo decírselo a Cantri,
-No, tranquilo, iré yo solo. Traeré alguna novedad si puedo -Tras decir eso, puse rumbo al bosque.
Al llegar desenvainé mi espada y me fui acercando a hurtadillas, por si veía a algún poni dispuesto a atacarme. Muy atento fui caminando entre las ramas, para evitar tropezar con alguna de las trampas que habíamos colocado para evitar que algunos ponis curiosos se acercasen a nuestro reino.
Una gallina salió de uno de los arbustos, asustándome y cayendo en una de las trampas. Una soga se ató a mi tobillo levantándome y dejándome boca abajo, separándome de mi espada, el único arma que llevaba en ese momento. Una pegaso amarilla con la crin y la cola rosa dio un salto tras el arbusto
-Clara, te he dich... ¡Ahh! - dijo a verme
La pegaso retrocedió de un salto al verme y me miró fijamente sin decir nada, agazapada junto a la raíz de un árbol
-Eh... ¡Hola! -Dije muy nervioso- Me llamo Kirme, ¿Y tú?
-Capitán Rocofowl, me retiro a mis aposentos, ya he acabado por hoy -Dije.
-Muy bien soldado, ¿Alguna novedad sobre esos ponis? Cada día me dan más miedo -Dijo mi capitán estremeciéndose.
-Nada, se quedan tras el pequeño bosque observándonos, aún no han pasado la frontera con nuestro reino.
-Espero que no lo hagan.
Tras las palabras mi superior me dirigí a mi casucha, una pequeña parte de terreno que nuestro rey me cedió al unirme al ejército de Askim. Tan solo tenía una pequeña construcción con una cama de paja, un candelabro y dos mesas. Al pasar saludé a Tori, mi perro pastor. Estaba cansado pues dejé mi espada sobre la mesa, me quité la cota de malla y me metí en la cama.
El día siguiente amaneció soleado, no se veía ni una nube, pues el sol brillaría frente a mi puesto de guardia. Me asomé por uno de los ventanucos de mi casa y vi a varios soldados saliendo de sus hogares, así que tan rápido como pude, me puse la cota de malla, la espada y salí comiéndome un trozo de pan duro.
Según caminaba a presentarme ante el capitán, un arquero amigo mío llamado Verton paró a hablar conmigo
-Oye Kirme, ¿Te has dado cuenta que los ponis esos cada vez vienen más? ¿Crees que están planeando algo contra este reino?
-Sí, cada vez vienen más, algunas veces los he visto en el bosque camuflados, aunque rara vez sale alguno para acercarse al río a por pescado, y no, no creo que quieran conquistarnos, tendrán curiosidad por nosotros, o por saber quienes somos... Algunos prefermos no pensar en ello
-Si se atreven a entrar aquí, se encontrarán mis flechas
-Tranquilo Verton, lo mismo quieren establecer relaciones comerciales. No nos adelantemos, es muy probable que quieran hablar con nosotros. Bueno, voy tirando a mi puesto, ¿Sigue en pie lo de esta noche?
-Sí, veremos que nos deparan nuestros equinos amigos
Verton se dirigió a un puesto de vigilancia en un camino de entrada al reino, y yo a presentarme ante mi capitán. Tras llegar, saludé a algunos compañeros de armas y entré en la garita del capitán, le saludé, presenté mi espada y fui a mi puesto.
Durante la mañana no pasó nada, ningún equino se dejó ver por el bosque, y yo me aburrí, como otros días. Llegó la hora de la comida, la sirvienta, Silvia, se pasaba puesto por puesto para darnos una ración de comida. Generalmente yo solía ser el primero en recibir alimento, pero ese día cambió el recorrido, siendo el último.
-Hombre preciosa, ya creí que no vendrías.
-Jaja, claro que sí, he decidido cambiar el itinerario... Para ya sabes... ¿Lo hacemos? Mi madre no sabe lo nuestro y me he dado pris...
-Para el carro monada -Dije susurrando- me encantaría echarte un polvete ahora, pero Rocofowl está que trina con algunos soldados que se distraen no quiero que me caiga bronca.
-Vaya, qué pena, hoy traía el corset que tanto te gustaba... -Dijo la muchacha con la que esperaba casarme.
-Esta noche te daré lo tuyo, ahora es mejor que no me distraiga, los ponis están acechando poco a poco, no quiero que nos pillen... Ocupados.
-Muy bien, soldadote, en mi casa tras es cambio de guardia.
Silvia era muchacha de 17 años, con la que anteriormente tuve algún lío sexual. Su padre era una importante mercader que solía pasar tiempo visitando aldeas y reinos cercanos al nuestro para entablar relaciones comerciales. Su madre se encargaba de cuidar a su hermano pequeño.
Tras terminar de comer, Me puse a inventarme una historia épico-fantástica en la que yo salvaba el pueblo de un ataque poni a gran escala, siendo reconocido como héroe. Me inventé otra en la que un dragón venía a Azkim, destruyéndolo todo, salvando la cuidad, y casándome con Silvia por tal hazaña.
Antes de darme cuenta, llegó el anochecer. Como siempre, me despedí de mi capitán y partí a casa de Verton, aunque me lo encontré de camino
-Kirme... Me encuentro fatal, me ha sentado mal la comida, no puedo ir, ¿Vamos otro día a investigar por allí?
-Iré solo, no te preocupes, tendré cuidado
-¿Estás seguro que jo necesitas compañía? Puedo decírselo a Cantri,
-No, tranquilo, iré yo solo. Traeré alguna novedad si puedo -Tras decir eso, puse rumbo al bosque.
Al llegar desenvainé mi espada y me fui acercando a hurtadillas, por si veía a algún poni dispuesto a atacarme. Muy atento fui caminando entre las ramas, para evitar tropezar con alguna de las trampas que habíamos colocado para evitar que algunos ponis curiosos se acercasen a nuestro reino.
Una gallina salió de uno de los arbustos, asustándome y cayendo en una de las trampas. Una soga se ató a mi tobillo levantándome y dejándome boca abajo, separándome de mi espada, el único arma que llevaba en ese momento. Una pegaso amarilla con la crin y la cola rosa dio un salto tras el arbusto
-Clara, te he dich... ¡Ahh! - dijo a verme
La pegaso retrocedió de un salto al verme y me miró fijamente sin decir nada, agazapada junto a la raíz de un árbol
-Eh... ¡Hola! -Dije muy nervioso- Me llamo Kirme, ¿Y tú?