AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][cap16]

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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Notapor Joypad_Console » 10 Oct 2014, 23:26

Volgrand escribió en 10 Oct 2014, 17:00:que parte te ha parecido apresurada?

Voy a referirme en todo momento al capítulo 5, no me siento demasiado cómodo leyendo cierto tipos de temática cuando se trata de FIM, tendrás que perdonarme por no leer los 4 anteriores. En fin, ahí voy.

Sinveria y Asunrix: has marcado el inicio de una relación amorosa mediante un evento simbólico facil de reconocer y de importancia (pro), pero ha sido muy corto en favor del diálogo y la ambientación del rito (contra). Si planeas que esa relación sea un elemento importante de la trama, debes hacérselo saber al lector.

Aitana: este párrafo tiene varias cosas que encuentro incómodas en la temática fim, sobretodo en el vocabulario. No estoy en contra de un trasfondo épico con escenas violentas, pero sugiero que compares un episodio de Tom & Jerry con uno de Happy Tree Friends, para que observes la diferencia entre usar el dolor de forma cómica y símplemente poner sangre como quien explota un sobre de ketchup.
Spoiler:
¿Alguien dijo Smile HD? yo encontré ese video ABURRIDO


Escena de la taberna: Aquí estuviste muy correcto. Quizas con algo más de descripción del entorno se hubiera ambientado un poco mejor la situación, pero igual es que yo soy un perfeccionista sin remedio.

Aitana, Kolnarg y compañía: el vocabulario en los diálogos es demasiado crudo y rompe el ritmo de la narrativa. Si abusas de las palabrotas, a la larga estas dejan de sentirse como palabras mayores. Si quieres que las batallas sean épicas, intenta usar maldiciones que suenen acordes.

Corrompiendo a Hope Spell: haciendo ver que el lado al que intentas arrastrar a alguien es lo que se ajusta a sus necesidades, esa es la forma más convincente de cambiar un personaje de bando y lo has hecho muy bien. Intenta ser algo más sutil la próxima vez, así muestras la sagacidad del corruptor y su capacidad para convencer.

Sinveria y Asunrix 2: ¡Se han besado en su última aparición y ahora hacen como si no hubiera pasado nada sin explicación alguna!¡Y encima era el primer beso!

Derrota de Sharp Mind: terminar un capítulo de forma abierta es aceptable, pero cambiar varias veces de escena haciendo esto se puede volver irritante para el lector.

Del amor al odio hay un paso: este momento pide a gritos un monólogo de Asunrix combatiendo el conflicto interno entre su entrega al deber o a lo que siente por Sinveria.

Podría seguir, pero voy a dejarlo aquí para no alargarlo demasiado. Resumiendo todo el capítulo en general: intenta meter algo más de sustancia en cada escena, como la sensación que se podría sentir de estar en el mismo lugar, o explayar un poco más los sentimientos y emociones que se presentan.

Volgrand escribió en 10 Oct 2014, 17:00:Cuál es tu fic?

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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Notapor Volgrand » 11 Oct 2014, 10:07

Gracias por la crítica, Joypad.

Sin embargo, se nota que no has leído más que el último capítulo y, por lo tanto, te pierdes en el por qué pasan algunas cosas.
Una de las características de Aitana es, precísamente, que es incapaz de articular cuatro palabras sin decir una palabrota. Es una borde, gilipollas, asocial y, en cierto sentido, despiadada cuando se trata de hacer su trabajo. Como notarás, solo en sus escenas se escuchan tantas palabras subidas de tono, mientras que con el resto de personajes es algo muy ocasional. "Mierda, ¡Sinveria", de Hope Spell, por ejemplo.

Te tengo que dar la razón en que podría haber descrito más la taberna en aquel momento.

Aitana: este párrafo tiene varias cosas que encuentro incómodas en la temática fim, sobretodo en el vocabulario. No estoy en contra de un trasfondo épico con escenas violentas, pero sugiero que compares un episodio de Tom & Jerry con uno de Happy Tree Friends, para que observes la diferencia entre usar el dolor de forma cómica y símplemente poner sangre como quien explota un sobre de ketchup.


Entiendo que lo encuentres incómodo, y es que la historia de Aitana no es para todos los públicos. También hay un detalle que no sé si se llega a ver: en el momento en que Aitana salta sobre el grifo diabolista, estoy narrando lo que ve Hope Spell. Y para él, un pimpollo que en la vida ha visto sangre, el que Aitana salte sobre un grifo y lo golpee en la espalda, haciéndole una herida fea, es "una explosión de sangre". Si lo hubiera descrito Aitana, habría sido algo como "saltó sobre él, lo derribó y, tras encabritarse, lo remató en el suelo con todo el peso de su cuerpo y las pezuñas armadas".

Respecto a Sinveria y Asunrix, aquí es donde te falta información: Asunrix no se debate entre el amor y el deber. Como dice Hope Spell al final, ¡está dominado! (poseído, para que nos entendamos mejor) y no es dueño de sus propias acciones. Por eso Hope no intenta siquiera de herirlo.

Y bueno, ya me leeré tu fic. Gracias una vez más por la crítica. Y si un día te animas, empieza leyendo el primer libro de Aitana: "Aitana Pones: La fiebre infernal", y así te situarás en escena :).

Un abrazo.
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Notapor Volgrand » 13 Dic 2014, 18:46

Al fin tenemos el siguiente capítulo...

Capítulo 6: Los guardianes de Gaia
Spoiler:
Un ligero temblor perturbó la paz del bosque, como un silencioso susurro, un imperceptible mensaje transmitido a través del follaje. Un oso, iluminado por la Luna, surgió de su madriguera, olisqueó el aire y echó a correr a través de los árboles. Una pequeña jauría de zorros, que normalmente habría huido ante la visión del gran depredador, se unió al mismo en su carrera. Sobre las copas de los árboles decenas de búhos y lechuzas volaban como una gran bandada de aves nocturnas, entre las que podía llegar a distinguirse la inconfundible silueta de varios halcones, seres normalmente diurnos, que se dirigían con determinación cazadora en la misma dirección que sus hermanos de la noche.

A medida que se adentraban en la capital de Cérvidas, los animales pudieron notar la llamada de sus hermanos ciervo. Aquellos que no combatían, las hembras y sus crías, se hallaban erguidos a ambos lados de las calles, sus cuernos brillando débilmente mientras guiaban la voluntad de Gaia hacia el enemigo. La hierba susurraba palabras de valor, los árboles se agitaban con ira ante aquel que osaba atacarles, y el viento silbaba gritos de guerra que corearon la llegada de los animales a la batalla. Una presencia cercana al mar combatía el aura protectora de la madre naturaleza: Era una presencia de muerte y terror, una presencia que normalmente habría hecho huir a cualquier animal salvaje... pero no a aquellos que luchaban guiados por los druidas.

Los guerreros ciervo formaron una linea de lanzas en las principales calles de la ciudad, preparados para enfrentarse a la invasión que avanzaba desde el puerto. El espíritu de Gaia circuló a través de todos ellos, concentrándose en los señores de la guerra que los lideraban, los cuales evaluaron al enemigo que se presentaba a su frente. Cientos de seres se desplazaban por el suelo a cuatro patas con gran agilidad: Piel grisácea, sin pelo, con una cabeza redonda que era poco más que piel y huesos, en la que destacaban sus ojos negros y dientes amarillos. Sus patas delanteras acababan en afiladas garras del mismo color que sus colmillos, y corrían por la calle a la misma velocidad que trepaban por los árboles. Originalmente, quizá, fueron algún tipo de simio, sin embargo en ese momento poco quedaba de los seres que fueron antaño, siendo conocidos como "necrófagos".

Avanzando desde el puerto, un par de centenares de esqueletos de diversas razas cargaba desorganizadamente hacia el centro de la ciudad, siguiendo el siniestro ritmo del golpear de sus huesos. El Maestro de la Guerra Solnes, recién llegado desde el círculo ritual, se adelantó, estudiando a los no muertos. Ese ataque había sido organizado con maña, probablemente era una distracción y lo sabía. Pero, aunque difícilmente supondría un riesgo real para Lutnia, los guerreros druidas debían defender a los civiles. Observó a sus compañeros, dándose cuenta de que faltaba alguien.

—¿Dónde está Asunrix? ¿Por qué no ha acudido?

—No lo sé. No noto su presencia desde hace un rato...

—Lo resolveremos luego. Enviad varias patrullas a las calles secundarias, los necrófagos podrían esquivar nuestra linea de batalla. Que la voluntad de Gaia os sea propicia, hermanos.

Los guerreros ciervo afianzaron su posición en un perfecto orden y silencio. Los cuernos de los mismos se iluminaron, entrando en contacto con el espíritu de Gaia que se comunicaba con los señores de la guerra, los cuales se encargaron de dirigir la voluntad del ejército de Lutnia. La luz de Gaia, normalmente verde y suave, se tornó de un intenso tono azulado, y el viento creció de intensidad hasta convertirse en un continuo aullido. Los zorros rodearon a los ciervos, buscando huecos por los que dar caza a no-muertos que se separaran del grupo, y las aves depredadoras sobrevolaron la zona, preparándose para la caza.

Y, cuando supo que todo estuvo en orden, Gaia acudió en persona a la batalla.

Las raíces de los árboles se alzaron, cayendo pesadamente sobre los esqueletos; las plantas del suelo luchaban por atrapar a los seres antinaturales, ralentizando su avance; los búhos, halcones y lechuzas se lanzaron contra los necrófagos que trapaban por los árboles, precipitándolos contra el suelo. Hubo un gran estrépito tras las líneas ciervo, pero ninguno de sus integrantes se alteró: en perfecto orden abrieron dos huecos en su formación a través de los cuales pasaron dos enormes osos que, cegados por la sed de caza, cargaron contra los esqueletos, seguidos por sus hermanos ciervo.

Los ciervos, apoyados por la madre naturaleza, avanzaron imparables a través de las fuerzas enemigas; los esqueletos, sencillamente, no eran rival contra la organización y la magia de los druidas, y los necrófagos eran inmisericordemente derribados y rematados en el suelo. A los pocos minutos, la mayoría de esqueletos yacían despedazados en tierra, y los ciervos rehicieron su formación para avanzar hacia el puerto. Pero, antes de que pudieran hacerlo, se escuchó el inconfundible repiqueteo de un gran número de esqueletos galopando hacia ellos desde los muelles. El Maestro de la guerra Solnes ordenó el alto, preparando a sus hombres para resistir la carga.

Pero todos los ciervos se sorprendieron al ver un brillante estallido de luz frente a ellos de la cual surgieron dos ponis que se habían teletransportado. Al sentir la muerte surgir del colgante de uno de estos, los guerreros ciervo estuvieron a punto de atacarles, pero para su sorpresa los dos ponis echaron a correr hacia los no muertos, derribando a alguno en su carrera.

Aitana estudió sus alternativas: tenían que llegar al puerto para recuperar ese pergamino. Los no-muertos no le preocupaban, los druidas darían cuenta de ellos. Pero todo el ejército nigromántico se alzaba en el único camino que veía hasta los muelles. No tenían más alternativa.

—¡Hope, tenemos que saltar tras ellos y correr!

—¡No veo dónde vamos, Aitana! ¡Es demasiado arriesgado!

—¡Si no llegamos a tiempo Sinveria habrá muerto para nada! ¡Vamos!

Hope se detuvo junto a la arqueóloga, observando a los esqueletos y necrófagos que corrían hacia ellos. Tras unos segundos de cálculo mental, agarró la pezuña de su compañera y llamó a la magia, siendo rodeados ambos por la misma. Con un estallido, se teletransportaron varios cientos de metros hacia adelante. Al principio pensaron que había salido bien: los esqueletos estaban a muchos metros detrás de los ponis... pero en seguida los necrófagos que trepaban por los troncos de los árboles saltaron al suelo, dispuestos a devorar a los cuadrúpedos.

La cazadora de demonios no perdió el tiempo: metió el hocico en un bolsillo de su chaleco y sacó del mismo un pequeño cuchillo que lanzó con precisión hacia el necrófago más cercano. Hope usó su magia para propulsar a otra criatura hacia un árbol. Viendo una oportunidad, Aitana cargó contra varios seres al mismo tiempo, gritando a Hope que la siguiera: combinando la magia del unicornio y la pericia en combate de Aitana, lograron abrir un hueco por el que huir hacia una calle lateral más pequeña. Los horribles sonidos de los no muertos a su espalda les indicó que estaban siendo perseguidos de muy cerca. Hope jadeaba ruidosamente, tanto por el esfuerzo como por el terror.

El callejón, iluminado por la luz azul de Gaia, parecía desierto. Los árboles hogar crecían muy cerca los unos de los otros, y se agitaban inquietos ante los no-muertos. Estos últimos perseguían a los ponis, gritando con voces imposibles y dejando hondas marcas de sus garras en la madera al trepar por los árboles. El viento empezó a soplar con más fuerza, los árboles gimieron y decenas de aves recorrieron la zona. La tierra empezó a agitarse bajo las pezuñas de Hope y Aitana, y los arbustos empezaron a crecer, cerrando el callejón tras los ponis.

Gaia se estaba defendiendo.

Un terrorífico estrépito hizo que Hope mirara atrás: Un árbol, como si fuera un gran animal, había golpeado el suelo con una pesada rama, aplastando a varios necrófagos con el impacto y bloqueando la calle a los no muertos. Llegó a apreciar cómo decenas de pájaros se lanzaban sobre los engendros, y también el rugir de algo que parecía un oso. Después volvió a mirar adelante, corriendo junto a Aitana, pero una sonrisa cruzó el rostro del semental: Lo había entendido. Gaia estaba luchando junto a ellos, les estaba ayudando, ¡podían conseguirlo! Y además, él era un mago blanco, solo necesitaba recordar la teoría. Sin dejar de correr, Hope sacó con su magia un enorme libro de sus alforjas y lo desplegó frente a él, pasando páginas rápidamente.

Siguieron galopando durante un par de minutos a través de las estrechas calles de Lutnia, en dirección al puerto. Los ruidos de la batalla venían de todas partes, la vegetación se agitaba inquieta. Una pareja de necrófagos apareció frente a ellos, mostrando sus enormes y putrefactos dientes amarillos, bloqueándoles el paso. Hope avanzó un par de pasos.

—¡Déjamelos a mí!

Habiendo encontrado el hechizo adecuado, y envalentonado por la ayuda de Gaia, Hope empezó a conjurar, centrándose completamente en el libro y los patrones mágicos que debía seguir. Aitana puso los ojos en blanco durante un segundo al verlo.

—Mira... déjalo.

La yegua sacó uno de los cuchillos y lo lanzó al necrófago de la izquierda, impactándole en toda la frente, al tiempo que cargaba contra el de la derecha. Aunque Hope gritó algo, Aitana estaba mas pendiente de esquivar la dentellada de aquel ser en el último momento, impactando contra él y lanzándolo contra el suelo. Antes de que este se levantase, la cazadora sacó el cuchillo que había lanzado de la frente del otro necrófago, que se había quedado catatónico en el sitio, y lo usó para rematar al caído.

—Vía libre. ¡Vamos!

—¿Porque te la has jugado tanto? ¡Habría podido acabar con ellos con mi magia!

La yegua no se dignó a mirarle mientras volvían a correr, hablando con una voz cargada de adrenalina.

—La magia está muy bien, chaval, ¡pero no ahora! ¡Ahora cada segundo cuenta! ¡Deja de pensar con la cabeza y usa los cojones, para variar!

Hope no llegó a responder cuando la calle que recorrían acabó en un claro al final del cual pudo ver unos fuegos gigantescos. El gran árbol de Lutnia se alzaba frente a ellos y, tras el mismo, estaba el mar; las hogueras, en realidad, eran barcos atracados en el puerto, calcinándose sin remedio. Aitana maldijo por lo bajo y rodeó la Sequoia, esquivando e ignorando a los pocos necrófagos que encontró en su camino. El gran puerto de Lutnia era un caos: Los esqueletos que no estaban combatiendo al ejército ciervo corrían de un lado a otro sobre los cadáveres de marineros y comerciantes que no habían podido escapar.

En el cielo ambos ponis pudieron ver dos puntos de luz volando a toda velocidad: dos pegasos que portaban sendas antorchas. Habían despegado desde un barco en llamas y se desplazaban hacia el que parecía ser el último barco intacto del puerto. Aitana, sin un ápice de duda, arrancó la ballesta del campo mágico de Hope Spell y la alzó hacia los saboteadores.

—¡Aitana, qué vas a hacer!

—Como se te ocurra detenerme te juro que te dispararé a ti.

La yegua marrón siguió a su objetivo con la ballesta, para después seguir su linea de vuelo, calculando el tiempo que necesitaría el virote para alcanzar su objetivo. El pegaso, ajeno a la amenaza, hizo una parábola en el aire y, en el punto álgido, la gravedad redujo ligeramente su velocidad antes de que se lanzara en picado a por el barco lobo que pretendía incendiar.

El mecanismo fue accionado, propulsando el virote, que durante casi dos segundos recorrió el cielo iluminado por las llamas. Aitana, ya estaba recargando cuando el pegaso al que había disparado se detuvo en seco en el aire, al ver el proyectil pasar a escasos centímetros de su cara. La arqueóloga maldijo en voz alta y, en el aire, los dos pegasos reaccionaron al instante lanzándose hacia el barco que quedaba intacto. Antes de que pudiera apuntar de nuevo, las velas de la nave empezaron a arder y los dos saboteadores echaron a volar hacia mar abierto.

—Hijos de p*ta...

—¡Aitana, quizá tu nave siga intacta! ¡Está bastante apartada de aquí! —gritó Hope.

—¡Vamos!

Ambos ponis galoparon hacia la nave que había traído a Aitana. Quizá el capitán pudiera atrapar a Sharp Mind. Era su única posibilidad, ese pergamino no debía caer en manos de la hermandad. Recorrieron el puerto, superando varias naves atracadas cuyos tripulantes luchaban contra las llamas, si no contra los engendros nigrománticos. Otros marineros, de todas las razas, corrían o volaban, aterrorizados, buscando ayuda para sí mismos o para compañeros caídos. No faltaba mucho para llegar al barco de Aitana cuando una figura apareció frente a ellos, iluminada por las llamas de los incendios, y cargó contra los ponis. La arqueóloga reconoció a su atacante y se preparó para recibirlo en combate.

—¡Asunrix, no!

Ignorando el grito de Hope, la lanza del dominado druida pasó a escasos centímetros de la yegua marrón; esta se echó a un lado en el último momento, derrapando sobre sus cascos, y le dio una coz en el costado, desequilibrando al ciervo.

—¡Hope, si puedes liberarlo, es el momento!

El semental sacó su tratado de magia blanca y lo abrió, pasando páginas a toda velocidad como si un viento invisible las sacudiera. Asunrix enarboló una vez más su arma con la pezuña y el antebrazo, lanzando rápidos tajos a Aitana; esta retrocedió, esquivando los ataques y buscando una oportunidad, hasta que sus cascos traseros rozaron el borde del muelle, frente a un barco atracado. El druida cargó contra su acorralada contrincante para ensartarla. Hope Spell gritó, al ver la punta de la lanza acercarse a toda velocidad a su compañera.

Aitana se alzó sobre sus cuartos traseros y descargó una de las pezuñas armadas sobre la lanza de su rival; el arma se desvió de su trayectoria, clavándose con toda la fuerza de la carga en la madera y siendo arrancada de los cascos de Asunrix. Sin darle tiempo a reaccionar, la yegua marrón avanzó un paso y levantó su pezuña delantera derecha para atacarlo; el ciervo se levantó sobre sus cuartos traseros, evitando el ataque, y retrocedió, momento que Aitana aprovecho para desclavar la lanza del barco y blandirla de igual forma que su enemigo. El Maestro de la Guerra caminó hacia un lado, ganando algo de distancia con la cazadora de demonios.

—Asunrix, reacciona. ¡Estás poseído!

El ciervo se quedó inmóvil durante un segundo ante las palabras de la arqueóloga, pero en seguida un destello de magia violácea tuvo lugar en sus ojos. Sus cuernos brillaron con un aura verde y levantó su pata diestra. La madera de la gran raíz que formaba el muelle se combó ante la voluntad del druida, y una gran lanza del mismo material, dura como la roca, se formó, proyectándose inofensivamente para que el druida pudiera blandirla.

Aitana avanzó contra el druida y, cuando sus armas chocaron, empezó la auténtica danza de la lucha. Ambos contrincantes intercambiaron golpes a una velocidad vertiginosa, desviando las lanzadas y contraatacando a un ritmo frenético; cada vez que parecía estar en desventaja, Aitana aprovechaba la cercanía de un barco o algún no-muerto para cambiar rápidamente de posición y recuperar ventaja; Asunrix combinaba su gran habilidad en combate con su magia druídica, provocando que el propio terreno atacara a la arqueóloga. Hope Spell, que seguía buscando cómo liberar al druida de la dominación no podía siquiera seguir el combate.

Y por eso no vio que, realmente, Aitana estaba perdiendo.

Esta jamás se había enfrentado a muerte con un Maestro de la Guerra, y ahora comprendía el por qué de su título: cada ataque que lanzaba era fácilmente desviado por Asunrix, y cada vez que este contraatacaba Aitana se veía forzada a retroceder. Cuando conseguía alguna ventaja, por nimia que fuera, la magia del druida la obligaba a perder su posición para no ser atrapada por las plantas que aparecían de la nada. El druida miró con furia antinatural a la yegua y, con un gruñido, sus cuernos se cubrieron con hebras de electricidad que, al poco, recorrieron todo su cuerpo y su arma. Aitana retrocedió.

—¡Hope, necesito ese hechizo!

—¡Lo tengo!

El unicornio empezó a leer en voz alta el hechizo a medida que conjuraba. Asunrix, ignorándolo, volvió a lanzarse sobre la yegua marrón, lanza por delante. Esta detuvo el ataque con su propio arma y descubrió su error: una descarga eléctrica recorrió su cuerpo a través de la lanza. Aitana gritó y soltó su arma, justo a tiempo para rodar a un lado y esquivar un nuevo ataque. Ahora, desarmada e indefensa, la arqueóloga supo que no tenía ninguna posibilidad: no podía huir, no tenía dónde esconderse, y no podía atacar. Solo podía resistir tanto como pudiera hasta que Hope completara el hechizo.

Hope Spell recitó todo el conjuro, pero nada sucedió. Maldijo para si mismo y respiró hondo: necesitaba calmarse, era la única forma de hacer que la magia blanca funcionase. Se preparó para recitar de nuevo el hechizo cuando escuchó unos pasos secos a su espalda. Avanzando desde la ciudad, varios necrófagos cargaron contra él. Aterrorizado, Hope dejó caer el libro y conjuró un hechizo de repulsión, que proyectó a uno de los seres a varios metros de distancia. Pero las otras criaturas no se detuvieron, obligando a Hope a defenderse a la desesperada. Aitana gritó de nuevo, víctima de una nueva descarga; Hope volvió a conjurar, rechazando a otro no muerto, pero el primero ya se había vuelto a unir al combate. La arqueóloga, nuevamente, gritó de dolor a su espalda.

—¡Aitana!

El tiempo pareció ralentizarse para Hope, sin ser capaz de dejar de mirar las garras de los necrófagos que se lanzaban sobre él. A duras penas retrocedió para evitar un garrazo, conjurando para empujar a sus adversarios hacia atrás, pero apenas logró moverlos más de medio metro. Estos se prepararon para saltar sobre él nuevamente cuando hubo dos detonaciones cercanas. Antes de que Hope entendiera qué había ocurrido, dos de los no muertos cayeron al suelo, heridos de muerte.

El unicornio verde miró a una nave a su derecha para ver a tres marineros lobo que todavía sostenían sus mosquetes humeantes; desde el otro lado del muelle, dos grifos volaron desde una embarcación de Griffonia, portando grandes armas cuerpo a cuerpo, y se lanzaron sobre los necrófagos que seguían vivos, separándolos de Hope Spell.

—¡Ese ciervo está con los nigromantes! —rugió uno de los lobos en idioma poni, al tiempo que bajaba para unirse a los grifos en combate—. ¡Haced algo con él, ha matado a muchos de los míos!

Hope Spell, sin responder, se giró hacia su compañera. Esta seguía esquivando ataques a toda velocidad, jadeando por el esfuerzo y evidentemente dolorida por las descargas eléctricas. Asunrix seguía centrado en la arqueóloga, como si su único objetivo fuese acabar con ella. Hope supo que no iba a poder liberarlo, no era lo bastante bueno para improvisar un hechizo de magia blanca así. Solo le quedaba una opción: llamó a la magia y la concentró en la punta de su cuerno, centrando su objetivo no en el druida en sí, sino en los elementales de la tormenta que le protegían.

En el momento en que Asunrix descargó su lanza contra Aitana, Hope le lanzó la blanca bola de energía. Esta le impactó, cubriéndolo por una inofensiva capa de magia que lo hizo retroceder, confundido. Los elementales de la tormenta abandonaron su cuerpo y las hebras de electricidad desaparecieron. Viendo su oportunidad, Aitana cargó contra el ciervo, golpeándolo con el cuerpo y lanzándolo al suelo a un par de metros de distancia. Cuando la yegua marrón retrocedió Hope le tendió con su magia la lanza que antes había soltado. Asunrix se levantó, mirando a los dos ponis con una furia que no le pertenecía; detrás de los mismos, lobos y grifos luchaban contra más no muertos que llegaban desde el centro del puerto.

—¿No puedes liberarlo?

—No —reconoció Hope.

El poseído druida ciervo se levantó y encaró a los dos ponis. Sus cuernos brillaron y miró al cielo: el viento se levantó, concentrando las nubes sobre ellos, las cuales se cargaron con rayos. Y, cuando blandió su lanza, la punta de la misma se cubrió con un intenso fuego mágico. Aitana adoptó posición de combate y, esta vez, esperó que su contrincante atacara primero.

—¿Creías que jamás verías la magia negra, chaval? —preguntó Aitana, jadeante—. Felicidades, acabas de ser testigo de cómo esta puede convertir a un protector en un asesino.

Un trueno retumbó sobre el muelle, mientras Asunrix calculaba su siguiente movimiento. Tras los dos ponis, el repiqueteo de las armas de fuego precedió a los gritos de los grifos al hundir sus metales en la carne de los no muertos.

NOTA DEL AUTOR:

Bueno, estoy de vuelta. Sí, lo sé, he tardado mil en escribir, pero es que tuve un bloqueo literario flipante, no lograba sacar esta escena. Ahora por fin he podido finalizarla y podré seguir con la historia :D.

Quería comentaros dos cosas:

-Es posible que tengáis la impresión de que esta historia se acerca a su fin (ya que la primera parte, "la fiebre infernal" fue bastante corta). Nada más lejos de la verdad: todavía hay mucha historia por contar y muchos personajes (de la serie y OCs) por aparecer.

-Me hallo además arreglando "La fiebre infernal". Cuando la tenga lista, he decidido que juntaré ambas historias en una sola (es decir, re-publicaré "La fiebre" a un capítulo cada día, y después vendrá seguida por "La tumba del norte"). Quiero hacerlo así porque tengo la impresión que algunos de los lectores que tenían han perdido el hilo de la historia, y además me ha comentado bastante gente que las sagas tienden a hacer que la gente no empiece siquiera a leer los fics. Y eso, sinceramente, es un fastidio.

Así que nada, espero poder contentaros dentro de poco con el capítulo siete.

Como siempre, se agradecen comentarios y likes. ¡Un saludo amigos!
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Notapor Sr_Atomo » 13 Dic 2014, 23:12

Como siempre, un honor y un placer seguir las aventuras de Aitana Pones.

A la espera quedo de deleitarme con el siguiente capítulo.
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Notapor Volgrand » 14 Dic 2014, 13:45

Gracias Atomo :)
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Notapor agustin47 » 14 Dic 2014, 14:49

Me quedo con la intriga, la verdad, como siempre, siguiendo a Aitana en su aventura.
Los milagros no son gratuitos.

La ignorancia a veces puede significar felicidad, y en este caso, la nuestra resulta ser una verdadera bendición.


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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Notapor Volgrand » 15 Dic 2014, 23:24

agustin47 escribió en 14 Dic 2014, 14:49:Me quedo con la intriga, la verdad, como siempre, siguiendo a Aitana en su aventura.



Muchas gracias guapo.
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Notapor McDohl » 16 Dic 2014, 08:40

Me alegra que hayas podido seguir adelante despues de un bloqueo porque se lo complicado que es salir de uno cuando notas como te das de cabezazos contra un muro.

Escenas de acción continuas, me han encantado. Siempre tienes un estilo de hacer las peleas dinámicas y con tensión. Me ha faltado igual un poco mas de diálogo entre personajes, pero la verdad... el capítulo tampoco los necesitaba vista la cantidad de acción que hay en él :D
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Notapor Pandora » 16 Dic 2014, 19:18

*^* ¡Al fin nuevo capítulo! Qué ganas tenía X3

Como siempre, un capítulo excelente, menudo despliegue de acción :sisi3:
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Notapor Volgrand » 11 Ene 2015, 21:37

CAPITULO 7: El fin de la pesadilla

Spoiler:
Dos lobos y tres grifos combatían codo con codo, bloqueando el camino que trazaba la raíz del gran árbol de Lutnia sobre el agua, deteniendo por la fuerza a las olas de no muertos que llegaban dispersa pero incansablemente desde el puerto. Los fusiles de los lobos hacía tiempo que habían sido desechados, inútiles en el combate cuerpo a cuerpo.

Los gritos y rugidos de los marineros y el ruido de las armas sonaban lejanos a oídos de Aitana y Hope, desvaneciéndose cada vez más ante el creciente viento de la tormenta convocada por Asunrix. El poseído Maestro de la Guerra caminó unos pocos pasos de lado, siempre mirando a sus adversarios, buscando una oportunidad para atacar. Aitana jadeaba, todavía recuperándose del combate singular que mantuvo contra el ciervo y del que a duras penas logró salir con vida, con sus músculos resentidos y tensos por las descargas eléctricas. A su espalda, Hope mantenía un hechizo que hacía que su cuerno brillara débilmente; un simple detector mágico con el que esperaba poder sentir las hebras de la magia de Gaia para poder desviar las invocaciones del druida.

El ciervo caminó de lado, a medida que las nubes ocultaban la luna, sumiendo la zona en la penumbra, haciendo que la magia que teñía sus ojos de verdes brillara con mayor intensidad, solo ofuscada por el resplandor del fuego de la punta de su lanza. Hope tragó saliva, sobrecogido. Aitana no se inmutó.

—Hope, encárgate de detener su magia, yo me encargaré de frenarlo.
—No sé si lo lograré.
—Como no lo hagas moriremos los dos, échale cojones si quieres vivir.

La gran cornamenta de Asunrix se iluminó con un aura verdosa, haciendo que la yegua marrón frente a él se preparara para cualquier ataque. Hope Spell notó las hebras de Gaia extendiéndose desde el druida por el aire, agrandándose en un gran arco que se alzaba hacia el cielo. La tormenta rugió con su trueno, y el mago blanco reaccionó llamando a la magia de forma instintiva, sin pensar en un hechizo concreto. Frente a él escuchó al druida galopar, seguido del repetitivo chocar de las lanzas al intercambiar golpes con Aitana. La magia creció alrededor de los tres cuadrúpedos, mientras Hope se concentraba como jamás lo había hecho, y se preparó para descargar un improvisado hechizo.

El fuego que cubría el arma de Asunrix creó una deflagración de llamas cuando su asta chocó con la lanza de Aitana. La yegua echó el arma de su oponente a un lado y cargó contra el mismo, buscando golpearle en las patas delanteras con los cascos armados que llevaba. Pero, para su sorpresa, el druida saltó hacia atrás, alejándose varios metros de ella. Fue entonces cuando notó que algo iba mal: todo su pelaje y crin se erizaron, alzándose sus puntas hacia arriba, y cuando rozó sus dos pezuñas cubiertas de metal, una chispa eléctrica saltó entre ambas. Un suave resplandor blanco cayó sobre la yegua, incrementándose hasta convertirse en una cegadora luz en un instante. A su espalda, hope gritó, y su cuerno brilló con fuerza.

El rayo surgió de las oscuras nubes, siguiendo la estela de luz que marcaba la senda hacia la yegua que era su objetivo; con una terrorífica explosión la saeta eléctrica detonó apenas a un par de metros sobre la cabeza de Aitana. Un campo de magia se materializó, creando una deflagración de rayos que impactó alrededor de los ponis. Hope gritó cuando las detonaciones finalizaron, sintiéndose aturdido por la intensidad con la que la magia palpitaba en su cuerno.

Aitana vio a su compañero conmocionado por el esfuerzo y no tardó un instante en lanzarse contra Asunrix para ganar tiempo; este la recibió cargando contra ella, pero la yegua esquivó su lanzada y se echó hacia el flanco expuesto del ciervo, pero este había calculado ese movimiento y esquivó el ataque. Aitana no le dio tregua, encadenando lanzada tras lanzada, impidiendo que pudiera atacarla. Pero la cornamenta del druida brilló brevemente y la arqueóloga sintió el suelo moverse bajo sus cascos. Como si de una ola se tratara, la madera se combó, empujando a Aitana lejos del druida y, al instante, un nuevo halo de luz blanca la cubrió, erizando su pelaje. Trató de apartarse, pero el halo la siguió como si de un foco de luz se tratara.

Una vez más, un potente rayó cayó sobre la yegua y detonó sobre esta, siendo desviada por la magia de Hope que había logrado enfocar su mente lo suficiente para conjurar. Volvió a gritar, mientras los rayos impactaban a su alrededor y, durante un instante, sus patas se negaron a sostenerle. Aún así, luchó por mantener su mente enfocada, desviando la atención del combate cerrado que volvían a librar Aitana y Asunrix. No podría resistir otro impacto así, tenía que pensar en otra solución; buscó a su alrededor algo, cualquier cosa que le inspirara una idea... cuando su vista se centró en una cercana nave de los reinos lobo. Hope se teletransportó, desapareciendo del muelle y dejando a Aitana sola.

La yegua marrón había mantenido el empuje durante varios segundos, pero su ventaja había muerto con las hábiles fintas de Asunrix; el druida pasó al ataque, obligando a su oponente a retroceder, lanzando rápidos tajos que apuntaban a los órganos vitales de la poni. Un potente golpe arrancó la lanza de la pata de Aitana, lo que la obligó a desviar el siguiente ataque con las pezuñas armadas. Trató de avanzar para eliminar la ventaja que la lanza le concedía al ciervo, pero este retrocedió sin darle oportunidad completar la maniobra. Jadeando, Aitana se preparó para esquivar una nueva lanzada cuando una voz sonó por encima del ruido del viento y la lucha: un lobo gritando en su idioma natal.

—¡Oye, escoria!

El ciervo se giró para ver al capitán del navío lobo alzando una pistola hacia él y, al instante, la pólvora detonó, propulsando el proyectil. La fuerza del impacto hizo que una de las patas delanteras del ciervo se moviera violentamente hacia atrás, obligándole a soltar la lanza cuyo fuego se apagó al hacerlo, y abriendo una profunda herida justo bajo la articulación del hombro. Aitana galopó hacia él y, haciendo una finta, giró sobre sus patas delanteras para cocearlo con las traseras. Asunrix, a causa de su pata herida, no pudo reaccionar a tiempo y recibió el golpe de pleno en las costillas. Dolorido, siguió retrocediendo, pero la arqueóloga poni no le dio tregua, persiguiéndolo sin descanso, la cual se permitió sonreír al ver finalmente las tornas cambiadas y llevar ella la ventaja en ese combate.

Pronto supo que creer que el druida ya estaba derrotado era un error: la cornamenta del mismo brilló y Aitana sintió cómo sus patas traseras eran atrapadas por plantas que habían crecido sobre el muelle. Varios gritos a su espalda le indicaron que el hechizo había afectado también a los lobos y grifos que detenían a los no muertos. Asunrix miró al cielo, llamando a los elementales del aire, y la tormenta tronó como respuesta; dos haces de luz blanca cayeron sobre Aitana y el capitán lobo, que también estaba atrapado. La yegua miró alrededor, buscando a Hope Spell, pero no pudo verlo por ninguna parte.

Los haces de luz se incrementaron y, cuando el rayo iba a descargar, Aitana se preparó para el impacto. Sin embargo, dos rayos surgieron al mismo tiempo de las nubes y convergieron sobre un mismo punto en el aire, desviándose a continuación con una ensordecedora detonación hasta el mar. Todo se fundió en blanco y en un agudo pitido en los oídos que le duró un par de segundos; cuando pudo mirar hacia arriba, Aitana vio un resplandor verde flotando en el aire: un arpón sostenido levitado por un aura mágica, del cual colgaba una cuerda mojada que descendía hacia las aguas del puerto. Y, sobre el navío lobo, Hope Spell se asomó, su cuerno brillando con el mismo tono que el aura que sostenía el improvisado pararrayos.

—¡En ocasiones la ciencia vence a la magia!

Aitana aprovechó ese instante para sacar una daga de su chaleco con los dientes y usarla para liberarse de las ramas que la aprisionaban. Asunrix cojeó hacia un lado, viendo su principal ataque mágico inutilizado. Tras los marineros que seguían combatiendo contra los no muertos, en el puerto, se pudieron apreciar varias deflagraciones de llamas, seguidas por el rugir de grandes animales.

—Hope, cuando lleguen los druidas explícales lo que ocurre —ordenó Aitana.
—¡De acuerdo!

Hope mantuvo el arpón en el aire, asegurándose de que Asunrix no pudiera volver a usar la tormenta en el combate. Aitana recogió una lanza del suelo, sabiendo que ahora su oponente no podría hacer lo mismo con una pata herida. El druida volvió a conjurar, y la madera del muelle crujió a causa de la magia; la gran raíz formó puntas de lo que parecían lanzas, apuntando directamente a la yegua marrón. Ella soltó su arma, sabiendo que iba a necesitar sus cuatro patas.

—Esto será... interesante —murmuró antes de sacar su látigo y asirlo con los dientes.

Para cuando el primer proyectil fue propulsado por la magia de Gaia, Aitana ya estaba saltando a un lado, evitándolo; luego cayó al suelo y rodó sobre sí misma, dejando atrás el segundo ataque. La arqueóloga siguió corriendo y esquivando, acercándose cada vez más al druida, denotando con cada movimiento los años de experiencia evitando trampas y hechizos oscuros. Un crujido frente a ella le llamó la atención hacia una punta que apuntaba a su cabeza, por lo que se agachó para esquivarla; un movimiento que notó de reojo le indicó que otro proyectil se dirigía a su costado derecho, por lo que rodó a la izquierda, apartándose de su trayectoria... La yegua marrón mantuvo esta danza hasta que se encontró con Asunrix justo frente a ella, el cual estaba apuntando personalmente tres lanzas de madera con su magia. Aitana desenrolló su látigo con un ensayado movimiento de cabeza y calculó distancias hasta una farola que se alzaba entre ella y su oponente.

La arqueóloga saltó, esquivando una de las armas lanzadas por el druida, enarbolando su látigo. Con un poderoso chasquido, este se enrolló, permitiendo a Aitana columpiarse del mismo. Otro proyectil pasó junto a ella, fallando por pocos centímetros; la yegua calculó la inercia que llevaba en el movimiento para soltar el látigo en el momento exacto, proyectándose por el aire para caer sobre su enemigo.

Asunrix siguió a Aitana con la vista, disparando la lanza de madera con su magia. A pesar de ello, la arqueóloga cayó sobre él con toda la fuerza que le confirió la velocidad unida a sus pezuñas armadas. El druida cayó al suelo, sintiendo como algo crujía en sus costillas y, antes de que pudiera hacer nada más, la yegua marrón lo golpeó en la cabeza, aturdiéndolo.

Aitana se mantuvo sobre él unos instantes, asegurándose de que su oponente estaba fuera de combate antes de permitir que sus patas traseras le fallaran. Miró hacia atrás para analizar el dolor que sentía: la última lanza de Asunrix le atravesaba el muslo trasero izquierdo. Apretó los dientes, maldiciendo para sus adentros; sabía lo suficiente de primeros auxilios para saber que no debía arrancarse el asta para no provocar una hemorragia. Necesitaba un médico. Miró de nuevo a Asunrix, que balbuceaba algo en el suelo, en un estado de semi-inconsciencia.

—Si no estuvieras poseído... te juro que te mataba ahora mismo...

Pudiendo tomar al fin un respiro, la adrenalina empezó a abandonar su cuerpo; fue cuando Aitana fue consciente del estado en el que se encontraba. Sus músculos estaban entumecidos por las descargas que recibió antes, y empezó a notar cientos de golpes en distintas zonas de todo su cuerpo. Las patas le dolían muchísimo y, aparte de la -evidente- lanza en los cuartos traseros, estaba bastante segura de que tenía un esguince en una de las patas delanteras.

La yegua miró alrededor, pero no pudo ver a Hope Spell. Desde el muelle se acercaban cada vez más los druidas, a juzgar por las explosiones y los rugidos de los animales. El combate duró un par de minutos más antes de terminar y, al poco, el retumbar de varias decenas de pezuñas trotando hacia ella se hizo más evidente.

Lo primero que apareció en su campo de visión fue una pareja de enormes osos pardo. Estos olisquearon el aire clavaron sus ojos inyectados en sangre en Aitana pero, para tranquilidad de la misma, no la atacaron. Se quedaron quietos y dejaron que sus hermanos ciervo les adelantaran; los guerreros druida formaron una perfecta línea de combate, deteniéndose a pocos metros de Aitana. El maestro de la guerra Solnes avanzó: Su arma estaba cubierta por el enfermizo icor que los necrófagos tenían por sangre, y su armadura de madera viva tenía varios golpes y arañazos. Aitana imaginó que la línea de combate debió romperse para abarcar el inmenso puerto de Lutnia. Solnes observó a Aitana y se adelantó enarbolando su lanza hacia ella.

—¿Qué has hecho, poni?
—Está inconsciente —jadeó Aitana—, nos atacó, está...
—¡¿Has osado atacar a un maestro de la guerra, maestra arqueóloga, tras traer la muerte a este lugar?!
—¿Pero qué... cojones... dices?
—Maestro de la guerra, ¡espere!

Esa última voz, Equestriana, sonó desde una nave cercana. Un instante después hubo una explosión de luz cuando Hope se teletransportó frente a su malherida compañera. Solnes convocó a Gaia, haciendo que varias ramas atraparan las patas del unicornio verde. Este no trató de resistirse.

—Maestro de la guerra, me llamo Hope Spell, y soy un maestro de la magia. El maestro de la guerra Asunrix me acogió en su hogar, no ha sido nuestra intención herirlo, pero no pudimos evitar el combate contra él.
—El maestro de la guerra Asunrix es un fiel servidor de Gaia y de Cérvidas, si os atacó debió tener una buena razón.

Mientras esta conversación tenía lugar, varios guerreros ciervo salieron de la linea: Dos de ellos apartaron a Aitana a un lado, dejándola después en el suelo sin preocuparse por sus heridas, amenazándola con sus armas si hacía el menor movimiento. Otros dos druidas empezaron a atender las heridas de Asunrix.

—Existe una buena razón, Maestro de la guerra —expuso Hope Spell tan claramente como pudo—. Se han infiltrado magos negros en Lutnia, uno de ellos logró dominar a Asunrix. Su misión era recuperar un antiguo pergamino ciervo que... la maestra investigadora Sinveria estaba traduciendo. Este ataque era solo una distracción.

Hubo algunos murmuros entre lo soldados ciervo, mientras los dos curanderos se encargaban de usar su magia para sanar las costillas de Asunrix.

—¿Cómo sabes tú eso, maestro de la magia? —preguntó Solnes— ¿Has tenido algo que ver con este ataque?.
—Lo sé porque yo le proporcioné el pergamino a Sinveria y la ayudé a traducirlo. Porque esta noche me encontré cara a cara con el mago negro y... porque...

Hope sintió un nudo en la boca del estómago al rememorar lo que había visto en la casa de Sinveria. Ese instante de duda bastó para que las plantas que le atrapaban se cerraran con más fuerza en torno a sus patas.

—Habla —ordenó Solnes.
—Porque... Sinveria ha muerto en cascos del propio Maestro de la guerra, Asunrix.

Hubo un instante de silencio antes de que la disciplinada línea de guerreros druida lo rompiera en gritos de indignación. Aunque gritaron en ciervo, no hacía falta hablar el idioma para saber que estaban exclamando que era mentira, culpando a los ponis de lo ocurrido.

—¡¡Asunrix estaba poseído, todavía lo está!! —gritó Hope por encima de las acusaciones—. ¡He intentado liberarlo, pero no lo logré, por eso tuvimos que enfrentarnos a él! ¡Él no es el culpable, no era dueño de sus acciones!
—¡Ese ciervo que protegéis es un asesino!

Desde una nave cercana, un grifo habló. Era uno de los marineros que había hecho frente a los no muertos hasta la llegada del ejército de Lutnia, y su cuerpo mostraba algunas heridas todavía sangrantes.

—¡Llegó aquí, escoltado por los no muertos! Le vi hablar con un unicornio anciano de color rojo y después empezó a atacar a todo el que vio. ¡Ha asesinado a casi toda mi tripulación sin ninguna razón!
—¡Es cierto! —rugió el capitán lobo, que trató de abrirse paso a través de la linea de ciervos antes de ser detenido por una docena de guerreros armados—. ¡Nos atacó sin motivo, y cuando estos ponis llegaron hizo lo mismo! ¡Estáis defendiendo a un asesino, ciervos!

Los guerreros ciervo volvieron a discutir, repitiendo que eso no era posible, hasta que Solnes hizo un gesto para que sus druidas guardaran silencio. Dio orden a los curanderos para que despertaran a Asunrix.

—Que sea él mismo quien lo explique.
—Me atacará directamente, Solnes, está...

Aitana no pudo acabar esa frase: uno de los ciervos que la vigilaba posó la punta de la lanza sobre su garganta.

—Silencio, bruja, puedo sentir la muerte en ti.

Poco después la magia de los curanderos hizo efecto. Asunrix despertó, tosiendo repetidas veces hasta que logró ponerse en pie, tambaleante, ayudado por los dos druidas. El Maestro de la guerra Solnes hizo un gesto a un pequeño grupo de sus hombres y después se puso frente a Asunrix.

Asunrix, ¿qué ha ocurrido? —preguntó en ciervo.

Este miró a su compañero, confundido, y después recorrió la zona con la vista hasta que sus ojos se posaron sobre Aitana. Al instante, el blanco de los mismos se tornó verde y un aura púrpura surgió de los mismos.

—¿Asunrix?

Pero el poseído druida no escuchó a su amigo: lo empujó a un lado y cargó directamente contra Aitana, recogiendo una lanza en el camino. Hope gritó, y los dos guardias que vigilaban a la poni no supieron qué hacer al ver a su superior cargar contra ellos.

Los druidas a los que Solnes había dado una orden con gestos antes, por el contrario, sabían bien qué hacer. Conjuraron al mismo tiempo, sus cornamentas volviéndose de un brillante color verde. La raíz bajo las patas de Asunrix crujió cuando un montón de enormes ramas surgieron de la misma, rodeando a Asunrix a una velocidad imposible e inmovilizándolo. Este no se rindió, llamando a la magia él mismo para liberarse, pero el poder combinado de los guerreros druida era superior al del maestro de la guerra. Solnes se acercó a su compañero y conjuró, cerrando las ramas en torno al mismo para detenerlo completamente.

—Dicen la verdad —sentenció tras unos segundos.

Tras repartir órdenes, los druidas coordinaron sus esfuerzos: mientras cinco de ellos mantenían a Asunrix inmovilizado, el resto canalizó su magia a través del maestro de la guerra Solnes, el cual guió a Gaia para liberar a su compañero. Poco a poco, un aura de un brillante color amarillo rodeó al gran ciervo; durante unos instantes este luchó con más fuerza por liberarse, pero no tardó en tranquilizarse a medida que la voluntad de Gaia ganaba fuerza sobre la magia negra de Sharp Mind. La sombra púrpura que rodeaba sus ojos se difuminó como simple humo, y estos últimos, finalmente, recuperaron su color natural. Asunrix miró alrededor, confundido, y trató de moverse sin darse cuenta de que estaba atrapado. Solnes se puso frente a él.

—Amigo mío, ¿cómo te encuentras?
—¿Solnes? ¿Dónde estoy, qué ha pasado?


Los guerreros liberaron a Asunrix, el cual seguía mirando a todos los presentes totalmente desorientado.

—¿Qué es lo último que recuerdas?
—Estaba con la maestra investigadora Sinveria... ella estaba traduciendo un pergamino y me pidió que la vigilara. Y luego yo... yo...

La expresión de confusión de Asunrix se transformó en una de auténtico pavor.

—No, no es posible —murmuró—. Es una pesadilla, yo jamás...
—Asunrix...

El aludido se giró hacia Hope Spell. El poni se acercó un par de pasos, compungido, pues se sentía en la obligación de decirlo.

—No te culpes por Sinveria, no fue culpa tuya. Estabas poseído, no eras dueño de tus actos.

Asunrix alzó la vista poco a poco, mirando al infinito. Retrocedió unos pasos, rememorando unos recuerdos que deseaba con todas sus fuerzas que no fueran ciertos. Pero... recordaba haber llamado a Gaia, la cara de terror de Sinveria, sus ojos cuando trató de hablar con él, los zorros mordiéndole en las patas...

Se giró para ver sus propias pezuñas traseras y, en su pelaje, vio la inconfundible marca de las mandíbulas de un zorro.

—No... ¡No! ¡No!

Asunrix intentó correr hacia el centro de la ciudad, hacia el Bosque de la Sabiduría. Tenía que ser un error, no podía ser cierto. Pero los guerreros druida soltaron sus armas y lo detuvieron por la fuerza.

—¡No es posible! ¡No, no puedo haber hecho eso, no puedo haberla matado!
—No fue culpa tuya, amigo mío
—dijo Solnes.
—¡Yo debía protegerla! ¡Me pidió que la protegiera, no puedo haberla matado! ¡¡SINVERIA!!

Los gritos incansables del gran maestro de la guerra resonaron por todo el puerto, llenando a los ciervos presentes con un sentimiento de tristeza e ira. Solnes repartió órdenes.

—Llevadlo al gran árbol. Tratad las heridas de los ponis y encerradlos en el calabozo, vamos a llegar al fondo de todo este asunto. Quien sea el responsable pagará por cada muerte que ha causado.

Hope fue inmediatamente escoltado por dos guerreros ciervo, mientras que Aitana fue levantada a la fuerza y llevada hacia el gran árbol. Esta no se resistió, mientras se fijaba en algo que solo ella había notado: dos cornamentas que no habían conjurado junto al resto.
**·-----·-----·-----**


NOTA DEL AUTOR:

Me ha costado. Me ha costado mucho, pero al fin he logrado que la musa vuelva a soplarme.

Este combate ha sido todo un reto para mi: Era combinar el describir un tipo distinto de magia y meter en combate a tres personajes con niveles de habilidad muy dispares: Un pro (Asunrix), una experta (Aitana) y un novato (Hope Spell). Lograr llevar el combate de forma que cada cual aplicara su habilidades de forma efectiva, sin que se pasaran de poder o rozar el “Gary Stu” es lo que me ha tenido tanto tiempo sin actualizar. Mis disculpas.

Especialmente me costó ver las acciones de Hope Spell: “Si yo fuera un mago novato, ¿cómo apoyaría a Aitana?”. Al final la respuesta ha sido evidente: primero intentando parar la magia de Asunrix por la fuerza (error de novato) y al final echándole dos dedos de frente y buscando una vía alternativa (el pararrayos).

Hope es un personaje que todavía tiene mucho que aprender: acaba de enterarse de la peor de las maneras que el mundo no es tan brillante como se lo habían contado. Hasta qué punto decidirá seguir a Aitana Pones... habrá que verlo en el futuro.

Gracias por leerme, se agradecen reviews. ¡Brohoof!


(j*der, lo que me ha costado)
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Notapor agustin47 » 11 Ene 2015, 22:08

Esta pelea es épica que te cagas, impresionante. Eres un crack y lo demuestras cada día. Sigue así.
Los milagros no son gratuitos.

La ignorancia a veces puede significar felicidad, y en este caso, la nuestra resulta ser una verdadera bendición.


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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Notapor Sr_Atomo » 13 Ene 2015, 23:49

Grandísimo capítulo. Me ha puesto los pelos de punta, y tengo muchas ganas ya de ver el siguiente capítulo.
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Échale un vistazo a mi fanfic "Parallel Stories" y opina.
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Notapor Volgrand » 02 Feb 2015, 02:09

Y aquí tenéis el...

Capítulo 8: "El cazador"

Spoiler:
Los calabozos de Cérvidas eran muy similares a los de cualquier otra nación o especie... pero eran diferentes.

Para empezar, no había puertas como tal, ni barrotes metálicos. Los calabozos de Lutnia estaban excavados bajo la raíz de un gran árbol que hacía las vecesde casa de la guardia, cercano a la gran Sequoia que se erigía sobre el puerto. Las raíces del mismo atravesaban el techo de la estancia, como estacas,clavándose en el suelo y haciendo las veces de barrotes. Pero, como todas las construcciones druidas, la madera de las mismas era dura como la roca,haciendo imposible romperla sin las herramientas adecuadas.

Tampoco es que Aitana o Hope Spell lo hubieran intentado.

El constante gotear del agua en distintos recipientes se hacía, ciertamente, monótono. Los ciervos consideraban un deshonor y una ofensa a Gaia maltratar asus prisioneros, hasta el punto de que proveerían carne a un cautivo carnívoro si era necesario. Era por eso que en cada celda había una raíz de la quegoteaba agua potable a buen ritmo sobre un recipiente acorde.

Plic, plic, plic, plic...

Aitana estaba tumbada en su estancia, mirando al techo con paciencia e imaginando lo que iba a ocurrir a continuación. Sus heridas habían sido tratadas ylos curanderos ciervo habían mostrado su habilidad al sanar su pata trasera: no le había dolido ni la mitad de lo que esperaba. Combinando la magiadruídica con grandes conocimientos de anatomía, sacaron el arma que la atravesaba y detuvieron la hemorragia en cuestión de minutos. Ahora un gruesovendaje de algodón cubría su herida extremidad; otro más sostenía la pata delantera derecha entablillada pues, como ella había sospechado, tenía unesguince. Alguna que otra cataplasma le tapaba heridas o quemaduras menores, pero ninguna de sus otras lesiones revestía gravedad alguna.

Hacía ya un par de horas desde que la trajeron a la celda, proporcionándole también un manojo de plantas medicinales, de las cuales cogió distraídamentealgunas hojas y las masticó; tenían un intenso sabor, a medio camino entre la hierbabuena y el heno, y mantenían el dolor a raya. El que le hubieran dadoesas plantas indicaba a la yegua marrón que habían logrado poner en duda cualquier acusación contra ella o Hope Spell, una buena señal dentro de lo mal quehabía salido todo.

—Disculpe, maestro de la guerra...

—Soldado druida —respondió el guardia ciervo, corrigiendo al semental verde, que estaba encerrado en una celda frente a la de Aitana—. Todavía me faltamucho tiempo para ser considerado como tal, Maestro de la Magia.

—Oh, lo lamento —se disculpó el aludido—. ¿Sabe cuánto tiempo nos tendrán aquí?

—La investigación sigue en curso, cuando se sepa su conclusión se decidirá sobre vuestra libertad.

Hope, que llevaba un anillo de madera sellado en la base del cuerno para inhibir su magia, siguió hablando con el ciervo, tratando de sonsacarle másinformación, pero Aitana los ignoró. Se giró sobre sí misma, tumbándose sobre su vientre, y miró hacia la gran sala circular a la que daban todas lasceldas. Allí, reposando sobre un tocón que hacía las veces de mesa, se hallaban su chaleco, sus pezuñas armadas, su látigo, sus dagas y punas de lanza... yla brújula.

Y eso era lo que la mantenía en vilo.

Cuando la ordenaron desnudarse y dejar todos los objetos ahí, un ciervo estuvo a punto de coger el colgante con las pezuñas. Por suerte, Solnes estabapresente y Aitana pudo hacerle saber que el espíritu que había asediado el círculo de los druidas habitaba en la brújula, por lo que el Señor de la Guerrano dudó en ordenar que nadie lo tocara.

Por el momento, nadie había desobedecido la orden.

La situación estaba en un delicado equilibrio: si alguien con menos resistencia mental que Aitana tocaba ese objeto Kolnarg podría volver a poseer uncuerpo físico... en una de las ciudades más pobladas de Cérvidas. Sería una masacre y, en ese momento, la arqueóloga no podía hacer nada para evitarlo.Pensó también en su estupidez al dejar sola a Sinveria, y el desastre que era haber perdido ese pergamino, sin embargo... tenía cosas más importantes quehacer que lamentarse por ello. Aitana esperaba que, en cualquier momento, alguien abriera sus celdas... y que no se tratara precisamente de un Maestro dela Guerra. Había hechos demasiado evidentes como para que no los tuviera en cuenta.

Finalmente, desde que dejara los Reinos Lobo, la cazadora de demonios sabía quién era su enemigo: La Hermandad de la Sombra. Curioso, cuanto menos, quefuera Hope el que conociera el nombre antes que ella. Cuando Aitana se encontró con Dark Art en el desierto creyó que, realmente, el enfrentamiento sehabía debido a que ambos andaban tras el mismo objetivo: capturar a Manresht. Pero, aunque todavía no era seguro, sospechaba que el nigromante formabaparte de la misma hermandad. Hermandad que, considerando que Asunrix había intentado matarla directamente, la quería ver muerta.

Otra vez... otra vez alguien quería ver muerta a Aitana. ¿Por qué, en esta ocasión? No podía ser por el pasado de su padre, habían dejado eso atrás hacíamuchos años. No quedaba nadie que lo recordara.

Ella misma se había asegurado de ello.

Pero entonces... ¿desde cuándo? ¿Cuánto hacía que la vigilaban? ¿Cómo supieron que ella iba tras Manresht? Es cierto que, durante años, Aitana ha sido laúnica miembro de los “Arqueólogos” medianamente conocida: su teoría sobre la guerra entre Unicornia y Cebrania le había valido cierta infamia hasta que,finalmente, se demostró como cierta hacía apenas un par de meses. Aún así, su función como cazadora de lo oculto jamás había trascendido hasta que decidiódesatar a Manresht en Manehattan.

Además, cuando viajaba, solía hacerlo sin llamar la atención: cogía barcos que estaban a punto de zarpar, daba rodeos si era necesario, se comunicaba pormedios seguros y pasaba inadvertida...

Detuvo su corriente de pensamientos ante este último, y no pudo evitar reírse de sí misma al pensar cómo la había liado al provocar a una unidad demercenarios nada más pisar Taichnitlán; hecho que acabó con ella siendo perseguida por todos los Reinos Lobo bajo el sobrenombre de “Bruja Poni”.“Inadvertida... mis cojones”.

Quizá la Hermandad de la Sombra había sabido leer, como ella y su padre, el próximo retorno de Manresht. Y quizá, simplemente, la siguieron cuando encontróel paradero del mausoleo del hechicero lobo... pero algo en la actitud del nigromante no cuadraba cuando se enfrentó a él. ¿Qué era? Hizo un esfuerzo porrecordar la conversación que mantuvieron.

Aitana Pones... debí haber insistido en que te mataran en el desierto.

¿Quién eres, nigromante?

Soy un servidor del verdadero señor del mundo. Pero eso no importa, pues pronto morirás, Arqueóloga.

Aitana alzó la cabeza ligeramente, rememorando esas palabras.

Pero eso no importa, pues pronto morirás, Arqueóloga.”

Arqueóloga...

—Espera un segundo... ¿nos conocen? —murmuró para sí misma.

El llamarla así, la actitud, la fuerza con la que la atacó... todo encajaba. Dark Art sabía que “arqueóloga” solo era una fachada; y si en aquel entonces,antes de revelarse como cazadora de demonios en Manehattan, ya la habían identificado como tal... ¿a cuántos otros “Arqueólogos” habían localizado?¿Cuántos de sus compañeros estaban en peligro? ¿Sabía la hermandad que su padre, el profesor Pones, servía como punto logístico para todos ellos?

Si su suposición era correcta... estaban todos en peligro. Tenía que informar cuanto antes... cuando saliera de prisión, por supuesto.

Aitana dejó de elucubrar sobre todo esto cuando escuchó el resonar de unos cascos desde la entrada a la zona de los calabozos. Dos soldados ciervo entraronen la estancia, portando sus habituales armaduras. Los dos guardias que guardaban los calabozos saludaron con una respetuosa reverencia y les entregaron laraíz que hacía las veces de llave mágica para abrir las celdas, tras lo cual fueron relevados. Los ciervos que recién iniciaban su turno se quedaron en elcentro de la sala, mirando los objetos de Aitana y murmurando entre ellos en voz baja.

—Hola, soldados druidas —saludó Hope Spell desde su celda—. ¿Saben algo sobre la investigación, o cuándo saldremos de aquí?

A pesar de que el unicornio insistió, los ciervos no se dignaron en responder; en vez de ello pasaron frente a las dos celdas ocupadas, estudiando a susprisioneros e ignorando las repetidas preguntas de Hope. Aitana observó al que se detuvo frente a ella: portaba una lanza corta y una armadura de maderareforzada, como todos los guerreros del ejército de Lutnia. Las marcas sobre esta última lo identificaban como el equivalente a un cabo de la guardiasolar. Sin intentar hablar con él, Aitana cogió un manojo de hierbas y se lo metió en la boca.

—Pues vaya —exclamó Hope— ya podrían habernos mandado a alguien que hablara Equestriano, porque con la cháchara que me das, Aitana...

—Quizá solo son un par de imbéciles que te están ignorando, Hope —respondió la yegua.

—¡Silencio, ponis!

Bingo”.

La arqueóloga cogió un buen manojo de la hierba medicinal y se la comió antes de empezar a aflojar el nudo de la venda que le cubría la pata delantera.Hope, indignado, habló bastante airado.

—Disculpe, soldado druida, pero no hemos hecho nada para que nos traten así.

Una vez más, sus palabras fueron automáticamente ignoradas, mientras ambos ciervos seguían hablando en su propia lengua. Estos se situaron junto a la mesadonde reposaban los objetos personales de Aitana y Hope, mirando alternativamente a estos y a la primera. Ella actuó como si no le importara lo quehicieran, aunque permanecía atenta a sus movimientos. La conversación entre los guardias se intensificó, dando la impresión de estar discutiendo. Unaactitud muy poco profesional para el, normalmente, disciplinado ejército de Cérvidas.

—Señores ciervo, al menos podrían usar una lengua que comprendamos.

—No te preocupes, Hope —dijo Aitana, alzando la voz lo justo para que se la oyera bien, pero sin parecer alterada—. Solo están decidiendo si deberíanmatarnos ahora o no.

Hubo un incrédulo silencio mientras ambos ciervos miraban a la vez a la arqueóloga.

—¿Qué, en nombre de Undeb â Nartur, estás diciendo, poni?

No eres digno de mencionar su nombre, traidor —respondió Aitana acusadoramente, hablando en un perfecto ciervo—. ¿Cómo te atreves a invocar a la madre naturaleza cuando has traído la muerte a su puerta?

Ambos ciervos se miraron, durante un instante, comprendiendo que se habían delatado ante una poni que, por increíble que pareciera, hablaba el ciervo confluidez.

Nosotros no hemos invocado a los no muertos, maestra arqueóloga.

—Pero les permitisteis el paso, bastardos hijos del infierno —exclamó la yegua, esta vez en Equestriano para que Hope la entendiera—. Traicionasteis avuestra gente, al mundo y a vuestra propia naturaleza. ¿Qué os ha prometido la hermandad?

—No tienes pruebas de ello, poni, ¡no puedes demostrarlo! —la educación inculcada por los ciervos traicionó al soldado, que respondió en el mismo idiomaque la arqueóloga.

—¿Cómo, si no, iba una nave llena de esqueletos y necrófagos atracar en el puerto sin que nadie lo notara? ¡Un druida de la guardia tuvo que registrar lanave y reportar que no había nada extraño! ¡Todas las muertes ocurridas esta noche son obra vuestra, traidores!

Hubo un gran golpe de cascos contra madera cuando Hope se lanzó contra las raíces que cerraban su celda.

—¡¡Cómo pudisteis!! —gritó—. ¡Cómo pudisteis permitir esto! ¡Sinveria murió, vuestra más grande investigadora, por vuestra culpa! ¿Por qué? ¡¿Qué osprometió Sharp Mind?!

—¡Silencio! —ordenó uno de los ciervos— ¡Silencio, prisioneros!

—¿Poder? ¿Dinero? —siguió Aitana, continuando la pregunta lanzada por Hope Spell—. ¿Qué os pudo prometer que os llevara a traicionar vuestro juramento comodruidas, como ciervos? Por favor, sorprendedme, ¿qué estupidez habéis creído?

—¡He dicho que os calléis, vosotros no lo entenderíais, poni!

—¿Dominar un trozo del mundo? ¿O resucitar a un muerto? ¡¿Qué os prometió, ciervo?! ¡¡Bastardos!! ¡¡Traidores!!

—¡¡BASTA!!

Tras el grito, uno de los ciervos, un joven de pelaje cobrizo, se acercó rápidamente a la celda de Aitana.

—Tú no sabes nada. ¡No tienes ni idea de lo que nos mostraron! El mundo está condenado, ¡lo hemos visto, nos han mostrado los poderes que están a punto dellegar!

—¡Podríais haberlo dicho, haber movido al Círculo de los druidas para actuar! ¡En vez de eso traicionasteis a vuestra gente uniéndoos a los magos negros!

—¡Para proteger a Cérvidas! ¡Unas pocas muertes no importan ante la seguridad de toda la nación!

El ciervo clavó sus ojos lleno de furia en Aitana, y esta rió amargamente, respondiendo con toda la bilis que su propio enfado le proporcionó.

—¿Qué esperas, ciervo? ¿Comprensión, perdón, un abrazo? ¿Algo que os haga sentir mejor después de haber creído las mentiras de los magos negros?

—¡Los demonios siempre cumplen sus pactos, poni! ¡Haré lo que haga falta por proteger a Cérvidas!

—¡Oh, así que hablásteis directamente con un demonio! Vaya, estoy segura de que este cumplirá su palabra —respondió con nada disimulado sarcasmo—. Y ahoraque ya sabemos quiénes son los traidores, decidme, mis pequeños gilipollas, ¿por qué no llamáis a Gaia para matarnos e inventar la historia que queráis?

El ciervo que estaba junto a la celda de la yegua no se movió, mirándola fijamente. Aitana volvió a reír.

—No podéis porque Gaia sabe que sois sus enemigos. Habéis perdido su favor, y lo habéis perdido para siempre. Habéis sacrificado vuestra unión con lanaturaleza a cambio de falsas promesas. Bravo.

Y, para rematar la puñalada, golpeó con una pezuña el suelo, muy despacio, parodiando un lento aplauso. El ciervo asió firmemente la lanza con una pezuñay, con la boca, lanzó la llave mágica de las celdas al aire para engancharla en su cornamenta.

—Sacrificaremos lo que haga falta, Aitana Pones, para proteger a los nuestros. Pero te equivocas cuando crees que hemos perdido todo: pronto recuperaremosun poder aún mayor que el de Gaia y, cuando tú estés muerta, seremos reconocidos como miembros importantes de la Hermandad de la Sombra.

—Ya veo... así que para proteger Cérvidas —murmuró Hope Spell, a caballo entre la incredulidad y la ira—. ¡Y de paso vender vuestras almas para conseguirpoder, ¿os habéis vuelto locos?!

—La verdad no es locura, maestro de la magia —respondió el otro ciervo, con voz sombría—. Ahora no tenemos a la madre naturaleza de nuestro lado, pero...un unicornio que no sabe combatir ni puede conjurar y una yegua herida... estoy bastante seguro de que no necesitamos a Gaia para cobrarnos vuestrascabezas.

El ciervo se volvió a acercar a la celda de Aitana; la llave brilló brevemente y las raíces que servían de barrotes se retiraron. Después sacudió lacabeza, lanzando el pequeño colgante a su compañero quien la atrapó de la misma forma. La yegua retrocedió en el cubículo, mientras el druida repudiado porGaia se acercaba, lanza en ristre, sonriendo cruelmente.

—Ya no pareces tan valiente, Aitana Pones, pero no te preocupes, no te haré sufrir.

Se escuchó a Hope gritar, pidiendo ayuda, pero Aitana no le prestó atención: primero salvarse a si misma, después al joven semental. El ciervo frente aella se lanzó contra la herida yegua, con la confianza de que esta no podría siquiera defenderse. Pero, en ese mismo instante, un pequeño objeto de maderagolpeó el suelo: una tablilla.

El ciervo cobrizo observó el vendaje de la pata delantera de la arqueóloga deshacerse, como si quisiera emular un remolino blanco. El hecho lo pillótotalmente por sorpresa, desconcertándolo durante un instante, el suficiente para que Aitana actuara. Solo llegó a apreciar a la poni echarse a un lado ygolpear la lanza con la pata que hacía un momento estaba entablillada; trató de luchar pero en apenas un instante encontró que su arma estaba inmovilizadacon una hábil presa de la arqueóloga. Esta clavó su mirada en el ciervo, con la ira reflejándose en sus ojos, antes de arrancarle el arma de las pezuñas.

Desde fuera, Hope y el otro ciervo escucharon los ruidos de la lucha; pocos instantes después, el ex druida salió retrocediendo de la celda de Aitana,antes de que el mango de la lanza que esta le había arrebatado lo golpeara con toda su fuerza en las patas delanteras, haciéndole caer. Adelantándose acualquier intento de levantarse, la cazadora de demonios avanzó, cojeando, y le puso la punta de la lanza en la yugular. Todos se quedaron en silencio,observando la escena con incredulidad.

—¿Cómo es...? ¡Está herida, ¿cómo ha podido vencerte?!

La yegua posó la punta de la lanza en la garganta del ciervo color cobre y levantó la vista; herida como estaba no pudo alzarse completamente sin perder elequilibrio, haciendo que su melena cayera parcialmente sobre sus ojos. El ciervo libre sintió su alma helarse ante la mirada sin escrúpulos que le dedicóla cazadora de demonios.

—Yo sola pude mantener a raya a un Maestro de la Guerra veterano, y vosotros, pimpollos sin magia, ¿de verdad creísteis que podíais vencerme en combatecerrado? Deberíais haberme ensartado a distancia sin abrir las celdas, inútiles.

Hubo un instante de tenso silencio, mientras el ciervo libre calculaba qué hacer. Hope, aunque su celda estaba abierta, se encontraba al fondo de la misma,evitando al guerrero armado frente a él. Aitana, para sostener la lanza, tenía que estar en equilibrio sobre sus dos patas sanas; lo que es más, losefectos de la planta medicinal estaban desvaneciéndose, y cada vez más notaba el dolor palpitante del esguince en la pata delantera y un laceranteentumecimiento en la trasera. No le quedaban más ases en la manga, ni podía enzarzarse en otro combate sin el factor de la sorpresa; solo se le ocurrió unasalida: Con toda la frialdad que pudo, se agachó sobre el ciervo que mantenía bajo la punta de su lanza y le susurró al oído:

—Grita.


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En los niveles superiores del árbol de la guardia, Asunrix caminaba en círculos nerviosamente. Su costillar estaba cubierto por un grueso vendaje, y teníaalguna heridas menores en otras partes del cuerpo. Solnes lo observaba en silencio hasta que el gran ciervo marrón se giró súbitamente hacia él.

—¡¿Cómo pudieron entrar en mi casa?! ¿Cómo? Un unicornio necesita conocer el lugar al que teletransportarse, ¡tuvo que entrar antes que yo!

—Tuviste a un unicornio alojado en tu hogar, Asunrix —respondió el, en comparación, pequeño ciervo pelirrojo—. Pudo haber sido él.

—¡Te repito que el Maestro de la Magia Hope Spell no fue quien me atacó! Fue un anciano, un unicornio rojo.

—¿Y si Hope le mostró cómo teletransportarse a tu casa?

Asunrix miró al suelo, intentando desentrañar la veracidad de esa teoría. ¿Había dado alojamiento al responsable del ataque, de la muerte de Sinveria? Siera así, si Hope había traicionado su confianza... El gran ciervo marrón se asustó ante las ideas que le vinieron a la mente;“no puedo dejarme llevar por la ira”.

—No quiero creerlo, no vi ninguna maldad en Hope Spell en todos estos días...

—Los testigos aseguran que vieron a un poni pelirrojo, como describes, hablando contigo durante el ataque, mientras estabas poseído; también que fueron dospegasos los que causaron los incendios en los barcos, evitando que pudiéramos perseguir a la única nave que escapó, de bandera Equestriana; y además tútuviste un unicornio alojado en tu hogar. Son demasiados ponis en torno a este ataque, amigo mío.

Lanzando una maldición en su propio idioma, Asunrix golpeó con todas sus fuerzas la pared más cercana, sintiendo a continuación el espíritu del árbol queles daba cobijo quejarse débilmente. No podía creerlo, ¿pero quién más podía haber sido? ¿Quién más podía haber mostrado al mago negro cómo llegar hasta élen el único momento del día que estaba a solas?

Sus recuerdos seguían atormentándolo, a pesar de sus esfuerzos por evitarlo...

Por toda la bondad de Gaia... Asunrix, tenemos que informar a Aitana Pones inmediatamente. Si esto es cierto, la verdadera historia de Weischtmann nodebe descubrirse...

Pero Asunrix, apenas escuchó esas palabras, sintió su voluntad flaquear; una voz en su cabeza le repetía “recupera el pergamino traducido, mata a latraductora, y tráemelo”. Y el gran ciervo se giró para mirar a su amada, pero no la vio: solo vio un objetivo.

Asunrix, ¿qué ocurre?

Este dudó cuando la magia negra se manifestó en su mente; cerró los ojos solo un instante, durante el cual sintió al árbol gritar una alarma. Sinveriaintentó huir, pero él se puso frente a ella, armado con una lanza, cuando dos zorros le atacaron. Solo tardó unos segundos en librarse de los cánidospara llamar a Gaia con un golpe de su pezuña, calculando el disparo que acabaría con la investigadora.

—¡MALDITA SEA! —gritó, tratando de alejarse de ese recuerdo—. ¡Maldita sea Gaia por no advertirme, maldita sea!

—La madre naturaleza sabe que es tu dolor, y no tú, quien habla.

—¡Iba a dejarlo, Solnes! ¡Iba a volver a ser un artesano, quería casarme con ella! ¡¿Cómo pude matarla?! ¡¿Por qué no pude resistir la magia, por qué?!

El aludido se levantó, se puso frente a su amigo y bajó ligeramente la cabeza, haciendo con el movimiento que sus cornamentas se rozaran. Un gesto decamaradería entre los ciervos.

—No fue culpa tuya, Asunrix. El mago negro que te hechizó era muy poderoso, necesité canalizar la ayuda de Gaia a través de todos mis hombres paraliberarte, y aún así tardé un buen rato. Fuiste tú el elegido, pero de haber sido yo nada habría cambiado: ahora sería yo quien lloraría la muerte de unser querido, y tú quien me consolaría. No fue culpa tuya.

Asunrix, tras unos segundos, asintió entre temblores por la ira y el dolor. Finalmente, este acertó a preguntar:

—¿Qué es lo que sabes, Solnes?

—Poco —respondió este—. El mago negro se hacía llamar Sharp Mind, de acuerdo al Maestro de la Magia Hope Spell, y forma parte de la “Hermandad de laSombra”. En la ciudad se vio también a un hechicero infernal, un grifo, encontrado muerto en el bosque de la sabiduría. Hope Spell explicó que te persiguiódespués de mataras a...

Solnes corrigió rápidamente sus palabras.

—Después de la muerte de Sinveria, Hope Spell te persiguió, pero el diabolista grifo lo detuvo por la fuerza. Aitana Pones llegó poco después, mató alhechicero infernal y ambos ponis salieron en tu busca. Sabían que ibas a entregar el pergamino al mago negro, e intentaron impedirlo. Asunrix, ¿tienesalguna idea de lo que decía ese pergamino, o de dónde salió?

Asunrix negó con la cabeza.

—Sé poco, Solnes. Hope Spell vino enviado por el profesor Pones para investigar el pergamino; Sinveria me pidió que lo recibiera. Por lo visto encontraronel pergamino en el Imperio de Cristal, y estaba relacionado con una leyenda Germarena. Sinveria... sabía algo más. Reforzó sus hechizos de protección sindescanso, y antes de...

Asunrix tragó saliva; Solnes respetó ese momentáneo silencio.

—Cuando tradujo el pergamino me dijo que había que informar a Aitana Pones, que la verdadera historia del Weischtmann no debía descubrirse.

—¿El Weischtmann? —preguntó el ciervo pelirrojo—. No sé nada al respecto, le pediré a los escribas que lo investiguen.

—¿Qué hay del nigromante? —cuestinó Asunrix—. Tuvo que haber uno.

—En mi opinión, hubo más de uno. Trajeron un barco carguero grifo lleno de esqueletos y necrófagos, desde el cual lanzaron los ataques. Los movimientos delos no muertos seguían un patrón lógico, pero quien los dirigía no estaba cerca.

—Explícate, Solnes, por favor.

Este asintió y sacó un mapa de la ciudad en el que marcó las maniobras de los no muertos, dónde se enfrentaron a ellos y otros detalles tácticos. Asunrixle dio la razón a su amigo: el objetivo de los nigromantes era bloquear todos los accesos al puerto durante todo el tiempo posible, a base de lanzaroleadas de esqueletos contra las calles principales y enviando grupos de necrófagos a las secundarias. Una vez el ejército de Lutnia entró en el puerto,este fue atacado desde todos los ángulos por cientos de necrófagos, lo que obligó a los druidas a iniciar una escaramuza que, si bien supuso poco riesgopara los mismos, sí que ralentizó su avance.

—Eso sí, hay algo que no entiendo —objetó Solnes—. Varios grupos bastante numerosos de no muertos atacaron el muelle en el que estabas tú; al principiopensé que quizá un druida estaba combatiendo contra los mismos, pero luego vi claramente que era tú luchando contra Aitana Pones y Hope Spell, mientrasvarios marineros grifos y lobos protegían el muelle. ¿Por qué?

—Porque... me ordenaron matar a Aitana Pones.

—Entonces, ¿la arqueóloga era el objetivo?

—No, en absoluto —respondió Asunrix—. El objetivo era el pergamino y... Sinveria. El unicornio rojo, Sharp Mind, me volvió a hechizar una vez se loentregué para hacerme matar a la Maestra Arqueóloga.

Se miraron fijamente al darse cuenta los dos al mismo tiempo de un importante detalle.

—Si Hope Spell estaba con la Hermandad... ¿por qué luchó contra ti? ¿Un choque entre la lealtad y sus sentimientos?

Asunrix hizo ruido con la nariz al contener una pequeña risa.

—Te complicas demasiado, amigo mío. La teoría más sencilla suele ser la correcta; yo creo que Hope Spell no está con la Hermandad de la Sombra.

—¿Y qué hay de Aitana Pones? ¿Del espíritu maligno que porta consigo? Esa yegua liberó un hechicero infernal en una de las ciudades más pobladas deEquestria, ¿y ahora trae a un ser peligroso aquí? ¿Cómo sabemos que ella no está relacionada con todo esto? ¿O que no usa a ese ser para obtener poder?

—Yo... no estaba presente, Solnes. ¿Qué te contaron los druidas del círculo?

El ciervo rojo caminó hasta la mesa, junto a la cual se sentó mientras hablaba.

—Dicen que Aitana Pones no mintió: les entregó la brújula para destruir al espíritu que la mora, pero este era demasiado poderoso; invocó decenas deespectros que rodearon el círculo, y la amenaza fue que si lo destruían estos quedarían libres. Habría sido una masacre.

—¿Qué hizo ella?

—Según los testigos, habló con el espíritu. Este se comunicaba mentalmente con ella, pero la poni estaba muy alterada, gritando. El sumo Maestro dijo quedebía estar afectando a su mente, ya que gritó algo así como “no me importa lo que me muestres, no dudaré de él”.

—¿Y tú qué viste?

—Cuando llegué ella misma gritó que cancelaran el ritual.

Asunrix caminó inquieto por la habitación, golpeando fuerte e inconscientemente el suelo con las pezuñas.

—Quiero encontrar al culpable, ¡quiero hacerle pagar, Solnes! Pero cuanto más hablamos menos creo que los dos ponis que retenemos estén relacionados. ¡Peroes que es peor, por todo el amor de Gaia! ¿No das cuenta? Ha tenido que ser un ciervo, Solnes, un guerrero druida o un Maestro de la Guerra.

—¿Qué estás diciendo, Asunrix?

—Todos los barcos son inspeccionados al atracar, ¡es normativa del puerto! Quien sea que inspeccionó ese carguero, no informó de los no muertos en suinterior.

—Había magos negros, pudieron dominar a los guardias.

—¿Lo suficiente para que estos escribieran un informe coherente sobre el contenido del barco? ¡Míralo, me lo has enseñado antes! “Artesanía poni y grifo”,y un reporte detallado de dónde dijo el capitán que la adquirió.

—Asunrix, esa acusación es muy grave...

—Todo esto a plena luz del día —continuó el aludido sin detenerse—, con comerciantes, marinos y guardias patrullando el puerto. ¡Tenían que saberlo deantes para pasar desapercibidos!

—Asunrix, escucha...

—¡Si tenemos un traidor entre nosotros tenemos que atraparlo! ¡Hacerle pagar por lo que...!

—¡Maestro de la Guerra Asunrix, ya basta!

El gran ciervo detuvo sus elucubraciones al escuchar la orden de un igual. Solnes se levantó y apoyó las pezuñas en la mesa, golpeándola a medida quehablaba.

—Estás herido emocionalmente, y has perdido a la hembra que amabas. Estas dolido y lo entiendo, ¡pero no voy a permitir que tu sufrimiento siembre la semilla de la discordia entre nuestros soldados! ¡No voy a empezar una caza de brujas, Asunrix! ¿Entendido?

—Solnes, no puedes negar que...

—¡Negaré todo aquello que no se demuestre antes!

—¡Estás negándote a ver que lo que digo tiene sentido!

—Se acabó. ¡Guardias!

Ante la sorprendida mirada de Asunrix, la puerta de la sala se abrió y tres soldados ciervo entraron en la misma. Solnes, sin dejar de mirar al gran ciervomarrón, empezó a repartir órdenes.

—En nombre del Círculo de los Druidas, y en virtud del cargo que me ha sido otorgado, considero que el Maestro de la Guerra Asunrix no está en condición dedirigir los ejércitos de Lutnia.

—¡Pero qué estás diciendo!

—Y por lo tanto —continuó Solnes—, será escoltado a su hogar y relevado de sus funciones, las cuales le serán devueltas una vez vuelva a hallarse en pazconsigo mismo y con Gaia...

—¡No puedes hacerme esto, Solnes! ¡Eres mi amigo, hemos luchado juntos durante una década!

—... Y sea capaz de separar sus deseos personales de las necesidades de Cérvidas.

Asunrix observó, pasmado, cómo su viejo amigo se volvía a sentar para empezar a redactar la órden oficial que haría llegar al Círculo, y sabía que ledarían la razón. Uno de los tres guerreros se acercó y, cortésmente, le pidió que le acompañara.

—Solnes, ¿por qué?

—Porque tú harías lo mismo si estuvieras en mi situación, y lo sabes.

El guerrero ciervo insistió en su petición, con más autoridad que antes. Asunrix bullía de furia, ¿cómo podían alejarle de la investigación? Si creía queapartándole de su cargo lo lograría, pronto demostraría que también podía investigar en privado, si era necesario. En silencio caminó hacia la salidaescoltado por los guerreros cuando la paz del interior del árbol de la guardia fue rota con una alarma transmitida por Gaia. En pocos segundos, un guardiade los niveles inferiores puso palabras a la misma.

—¡Los calabozos! ¡Los prisioneros están libres!

Asunrix echó a galopar escaleras abajo, ignorando las órdenes de sus escoltas de que se detuviera. Bajó todos los niveles hasta llegar al descenso quellevaba a la estancia bajo las raíces del árbol donde se erigían las celdas. Ya había varios guerreros ciervo bloqueando la entrada, empuñando sus armashacia los calabozos; pudo escucharlos gritar “suelta el arma”. Asunrix avanzó y los guerreros ciervo, que aún no sabían de lo ocurrido en los nivelessuperiores, se apartaron para dejarle pasar. Frente a él la escena era, cuanto menos, insólita:

Aitana Pones, en equilibrio sobre dos patas, ya que una de las traseras estaba inutilizada, mantenía a un guerrero druida amenazado bajo la punta de unalanza que, evidentemente, había arrebatado al mismo. Al otro lado de los calabozos, el otro guardia que estaba vigilando a los prisioneros miraba a esta ya sus compañeros alternativamente. Y lo que más le sorprendió es que ambas celdas estaban abiertas de par en par, aunque Hope Spell no había salido de lasuya.

En ese momento llegó Solnes quien, tras estudiar la escena, fue el primero en hablar.

—Poni, ¡¿qué estás haciendo?! ¡Libéralo!

—¿Liberar a uno de los traidores que permitió el ataque? —respondió Aitana sombríamente—. ¿Qué pasa, no quieres conocer a los responsables de la muerte deSinveria?

—¿De qué estás hablando?

—¡Es mentira! —gritó el ciervo cobrizo desde el suelo—. ¡Esta yegua miente!

—¡Preguntadle a Gaia! ¡Decidme si podéis sentir a Gaia a través de estos cabrones, venga! Os han traicionado, permitieron entrar a los no muertos en elpuerto; han hecho un trato con la Hermandad de la Sombra y Gaia les ha repudiado.

Solnes se quedó sin saber bien cómo reaccionar, ¿era cierto lo que decían? Pero, antes de que diera ninguna órden, Asunrix avanzó hacia Aitana Pones y elciervo que mantenía como rehén. Ante los sorprendidos druidas, golpeó el suelo para formar una lanza de madera de la nada, cuyo filo puso en la garganta dela arqueóloga con una frialdad terrorífica.

—No estás en condiciones de luchar, poni, y si quieres vivir no dañarás a este ciervo. Suelta el arma.

La yegua no tardó en obedecer. Había jugado todas sus cartas, ahora solo podía rezar porque saliera bien. Apartó su arma antes de echarla a un lado, ydespués retrocedió; el ciervo cobrizo se levantó, mirándola con ira.

—Gracias, Maestro de la Guerra. Estos ponis nos engañaron para que abriéramos las puertas, y después...

—Silencio —ordenó Asunrix—. Soltad vuestras armas y colocaos en el centro de la sala.

—No... no irán a creer a estos ponis, ¿verdad?

—Como la Maestra Arqueóloga ha dicho, preguntaremos a Gaia.

Los dos traidores supieron que no tenían escapatoria: la única salida estaba bloqueada por sus, antaño, compañeros. Sin otra opción, soltaron las armas yse juntaron en el centro de la sala. Algunos de los guerreros druidas se separaron para vigilar a Hope Spell y Aitana.

Los dos Maestros de la Guerra presentes se pusieron frente a los ciervos sospechosos. Tras unos instantes, los cuernos de los primeros empezaron a brillaruna cálida luz verdosa, pero nada ocurrió hasta pasado casi medio minuto: El aire se enrareció ligeramente para los ponis; para los ciervos fue un clarogrito de Gaia: “Enemigos”. La reacción de todos los presentes no se dejó esperar: varios ciervos avanzaron y levantaron sus armas contra susantiguos camaradas, los cuales se rindieron sin ofrecer resistencia.

¿Por qué? ¿Por qué habéis traicionado a Gaia? —preguntó el Maestro de la Guerra pelirrojo en su idioma natal.

Usted no lo entendería, Solnes. No somos unos traidores, protegíamos Cérvidas.

¿Con qué fuerzas habéis pactado?

Pero la pregunta quedó sin respuesta: Un violento crujido recorrió la sala; la madera bajo uno de los ex-druidas se levantó violentamente, proyectándolocontra una pared. El impacto fue brutal pero, antes de que el afectado llegara a caer, varias ramas y raíces surgieron piedra en la que había impactado,inmovilizándolo contra el muro.

¡Asunrix, no!

¡¿QUIÉN OS DIO LA ORDEN?! —preguntó el gran ciervo marrón, que ya había avanzado y posado el filo de su arma sobre el cuello del ex-druidacobrizo—. ¡QUIERO NOMBRES!

¡No... no puedo! ¡No sabe a qué fuerzas se enfrenta, Asunrix!

¿Y tú?

Como coletilla a esa pregunta, Asunrix golpeó el suelo con una pezuña trasera mientras su cornamenta brillaba con furia; a su espalda se escuchó un golpe yun quejido ahogado, seguido de las exclamaciones de los druidas presentes y el grito de Hope Spell. Incluso pudo escuchar a Aitana Pones ahogar unamaldición; los ojos del inmovilizado ciervo cobrizo brillaron por el shock de haber visto a su compañero morir en un instante.

Dime lo que quiero saber, traidor, o tu muerte será mucho más lenta.

Una nueva rama, larga y fina, surgió de la tierra tras el aludido y se cerró firmemente en torno a su cuello, apretando poco a poco.

¡Sharp Mind! —gritó, aterrorizado—.¡Fue Sharp Mind quien contactó con nosotros cuando patrullábamos las calas del norte, hace dos meses! ¡Nos lo mostró!

¡¿QUÉ OS MOSTRÓ?!

¡Al Señor de las Sombras! ¡Hablamos con él a través de una potra, y nos mostró lo que está por venir! ¡Este mundo está condenado, hicimos un trato parasalvar Cérvidas!

¡¿Qué trato?! —gritó Asunrix—. ¡HABLA!

¡Recuperar un pergamino ciervo que traerían unos ponis para traducir y asesinar a Aitana Pones! ¡Ese fue el trato!

La poni marrón trató de sortear a los guardias que, mirando la escena, la habían perdido de vista. Pero en seguida la detuvieron por lo que gritó:

—¿Cuándo ocurrió eso exactamente? ¿Qué día?

—El quinto día... agh... de la tercera luna de Gaia.

¡¿De dónde venía el carguero con los no muertos?!

No lo.... —el ciervo no pudo seguir hablando, ya que la rama le estaba estrangulando. Asunrix la aflojó con su magia—.No sé de dónde zarpó. Nunca me lo dijeron.

—¿Cómo era el barco? —cuestionó Aitana—. Descríbelo.

—Era... un carguero medio, una caravela Equestriana. Tenía cañones ocultos en su bodega, y la tripulación iba bien armada. Tenía marcas de disparos y fuegoen la cubierta, por fuera estaban disimuladas.

—Y la potrilla, la que usaron para que hablaras con El Señor de las Sombras ese... ¿quién era?

—Era una esclava... me dijo su nombre, pero no era un nombre poni. “Anippa”, creo. Murió después, cuando el demonio abandonó su cuerpo.

—No... —corrigió Aitana—. Debía ser “Anippe”, un nombre de Egiptrot, significa “Hija del río de la vida”. ¿Dónde viste a esa niña?

—Por favor —suplicó el traidor, ya que las ramas que le aprisionaban aumentaban su presión cada vez más—, suélteme, no puedo huir.

Por respuesta, Asunrix apretó un poco más la lanza contra su cuello.

—Sigue hablando.

—¡En su nave! ¡La vi en su nave, nos subieron a ella! Ya entonces tenían un pequeño cargamento de esqueletos, pero eran muy pocos.

—¿Qué más viste? ¿En qué puertos atracó el barco? —el traidor dudó, lo que hizo que Asunrix le gritara—. ¡CONTESTA!

—Vi... ¡vi monedas sin cuño! ¡Es todo lo que vi, no sé nada más!

—Entonces pasaron por el puerto pirata de Tortuga —concluyó Solnes, que se había mantenido al margen—. No puedes cargar un ejército no muerto sin llamar laatención: lo debieron hacer en varios puertos, de contrabando. Quizá varias naves distintas se reunieron en Tortuga para acabar de juntar a los no muertosen un solo carguero. También debieron asaltar algunos barcos en el camino, para conseguir nuevos cadáveres. Asunrix, ya tienes tu información, libéralo porfavor.

Asunrix se mantuvo inmóvil, clavando su mirada en el traidor responsable de la muerte de Sinveria. Poco a poco retrocedió, separando la punta de la lanzadel ciervo cobrizo y, con una orden mental, las raíces que lo aprisionaban se retiraron, dejándolo caer torpemente al suelo. Varias heridas se habíanabierto en sus pezuñas, allá donde las finas ramas habían atravesado su piel. El ciervo respiró, aliviado de haber salvado, aunque fuera de momento, lavida.

Varios guerreros druida se adelantaron para detener al traidor, el cual no pensó siquiera en resistirse a ello. Pero, súbitamente, estos se detuvieron ymiraron al mismo tiempo a Asunrix, alejándose del mismo unos pasos a continuación. El gran ciervo marrón se giró poco a poco para clavar sus ojos en elherido ciervo cobrizo; unos ojos cargados con la ira y el dolor que solo el asesinato de un ser querido confieren. El guerrero repudiado por Gaia selevantó y retrocedió, topándose en seguida con la pared a su espalda; desesperado miró a todos los presentes.

—¡Me someteré a juicio, confesaré, pero no le dejéis hacerlo!

Solnes y varios de sus soldados conjuraron al mismo tiempo, tratando de guiar a Gaia para detener al enloquecido Maestro de la Guerra, pero, por algunarazón, su magia parecía estar ralentizada. Asunrix llamó a Gaia y, como si de un lago al que hubieran arrojado una piedra se tratara, el suelo se combó enondas que desequilibraron a todos los presentes.

El ciervo cobrizo sintió un ligero temblor bajo sus pezuñas; un temblor que, aún habiéndosele negado su comunión con Gaia, conocía demasiado bien: elrugido de la madre naturaleza a punto de cobrarse una presa. Frente a él, el cuerpo de Asunrix se cubrió con pequeñas luces rojizas: elementales del fuegoque acudían al grito de furia y destrucción de su hermano ciervo; pequeños espíritus plateados se unieron a la danza con los elementales del fuego y, amedida que lo hacían, arcos eléctricos recorrieron inofensivamente el cuerpo del Maestro de la Guerra. A medida que los espíritus se acumulaban en torno aldruida sus rasgos se fueron recortando, hasta que el traidor solo pudo apreciar sus ojos cargados de odio; gritó con todas sus fuerzas cuando la furia deGaia fue desatada poco a poco sobre él, regodeándose en su sufrimiento.

Un minuto después, Asunrix avanzó en silencio entre los guerreros ciervo a través de la neblina que había provocado. Nadie se atrevió a ponerse en sucamino; Hope Spell vomitaba en su celda al haber sido testigo de la ira del druida. Este último se situó durante un instante frente a su amigo Solnes y lehabló en voz baja, pero lo suficientemente audible para que todos le escucharan.

Abandono mi rango. Voy a cazarlos.

En medio del shock, Asunrix abandonó la estancia, dejando a su espalda, en paredes opuestas, dos sanguinolentos mosaicos que una vez fueron ciervos quetraicionaron su juramento, a su patria y a Gaia misma.


Os puedo decir que este capítulo me ha costado menos que otros, pero ha sido mucho más largo. En los siguientes va a haber menos acción, y esta va a dejar de enfocarse exclusivamente en Aitana. Es hora de que otros personajes canon entren en acción.

Se agradecen reviews, como siempre, y gracias a Pandora y a horwaith por hacer de beta readers :).
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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Notapor agustin47 » 02 Feb 2015, 19:30

Hype pls.
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La ignorancia a veces puede significar felicidad, y en este caso, la nuestra resulta ser una verdadera bendición.


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Re: AITANA PONES 2: La tumba del norte [aventura][horror][ca

Notapor horwaith » 02 Feb 2015, 19:41

ha merecido la pena leerlo 3 veces, realmente me ha encantado el capítulo y quiero más de esta misma calidad o alguna superior.

agustin47 escribió en 02 Feb 2015, 19:30:Hype pls.


Sip xD
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