Capítulo 7
Espeluznantemente delicioso
-Sg91 ¿quiere hacer el favor de terminar con el ejercicio? Le estamos esperando…
Me quería morir. En serio. En esos momentos me estaba acordando de por qué era de letras. Las clases de matemáticas eran una auténtica tortura para mí y encima, en esa ocasión, a Cranky Doodle se le había ocurrido sacarme a mí a la pizarra para que resolviera una función delante de todo el mundo. Putos números de mierda… Ante mí danzaban los siguientes números dispuestos de la forma más mareante posible.
x3 * (x2 -25)
Más de tres años sin ver absolutamente nada de matemáticas pasaban factura y todo eso me sonaba a chino; todas las clases hasta el momento habían pasado conmigo de cuerpo presente y nada más. Y con Lloyd pasaba algo similar. Di varios toquecitos en la pizarra con la tiza, sintiéndome desesperado. Ante esa tesitura, Cranky Doodle suspiró y murmuró con asco.
-Por favor, que alguien le eche una mano a Sg91…
A veces me daban ganas de darme la vuelta y decorarle su amargada cara con mi puño. En ese momento oí a alguien ponerse a mi lado y vi que se trataba de Sunset, la cual cogió una tiza y me susurró.
-Tranquilo, no le hagas caso…
-Gracias Sunset…
-Bueno, hasta ahora me has estado ayudando, así que me toca a mí ayudarte ¿no?
Ante eso no pude evitar sonreírla levemente, al tiempo que ella me respondía con el mismo gesto; acto seguido escribió la solución directamente justo debajo, siendo tal que así.
x5-25x3
-¡Bien, eso es, por fin! Siéntense, por favor…
Los dos volvimos a nuestros asientos, pero Cranky Doodle aprovechó para comentar mientras volvía a la pizarra.
-Va a tener que trabajar mucho más si quiere aprobar conmigo, señor mío.
Aproveché que él estaba de espaldas para dedicarle un rápido corte de mangas antes de volver a sentarme. Tanto las chicas como el resto de compañeros que me vieron se me quedaron mirando con cara incrédula.
-Que me prueben que me falta razón…-mascullé por lo bajo una vez en mi sitio.
-Desde luego…-murmuró Lloyd, con gesto cansado.
Desde que recibimos aquel misterioso anónimo que se ofrecía a ayudarnos Lloyd apenas descansaba, ya que había estado ocupado tratando de desentrañar el misterio de quien podría ser esa persona. Se había hecho un cuadro con sus sospechosos más y menos probables, tratando de encontrar algún tipo de relación que les uniera. En cuanto a lo del anónimo en sí rellenamos las actas de matriculación y las dejamos donde estaban la noche siguiente. Y hasta ahora, ya que no había vuelto a contactar con nosotros.
-En fin… ¿alguna idea de quién puede ser nuestro hombre?-inquirí por lo bajo.
-O mujer, en estos momentos todo es posible… estoy entre algunas de las personas que componen la secretaría, pero hasta ahora no he encontrado nada que los relacione entre sí. Ninguno de ellos nos conoce, pero quiero abarcar todas las posibilidades.
-Ya… ¿y qué hay de Luna o Celestia?-inquirí.
-Totalmente descartadas, no tiene sentido que nos ayudaran así sin más…
-¿Seguro? ¿Y si tienen alguna razón oculta que nosotros no sabemos?
-Del todo, eso que dices es ridículo, y por una razón muy simple…
Antes de que pudiera decirme nada más, Cranky Doodle soltó de golpe.
-Señor LloydZelos, usted será el siguiente en hacer la próxima función…
El aludido se quedó con cara de circunstancia, mirando brevemente a la nada antes de levantarse con gesto desganado.
-Lo siento…-murmuré yo por lo bajo.
-Na, tranquilo, de esto sí que me acuerdo…
Y así fue, puesto que la próxima función, bastante similar a la anterior, fue resuelta por el chico sin mayores complicaciones; por un momento me dio hasta envidia y todo.
El resto de la clase pasó pesadamente, por un momento me dio la sensación de que el segundero del reloj de clase se movía como si pesara un quintal y todo a mi alrededor se diluía hasta desaparecer. Pero en realidad tan solo me estaba quedando dormido, por lo que di una cabezada y traté de mantenerme despierto.
El salir de clase y el posterior recreo me sentó de maravilla, y en cuanto el aire fresco del pasillo me golpeó la cara me desperté; se notaba que empezaba a refrescar, estando el invierno un poquito más cerca.
-Hey chicas ¿ya habéis pensado de qué os vais a disfrazar para la fiesta de Halloween?-inquirió Pinkie en un momento dado.
-Bueno, dado que va a ser una noche terrorífica he pensado en un par de opciones… pero no os las voy a decir, tendréis que esperar hasta la fiesta para ver solo una-comentó Applejack, esbozando una zalamera sonrisita.
-Oh, qué pena… pero es intrigante, eso me gusta.
-Yo he pensado en algo que sea terrorífico y a la vez glamuroso… y creo haber encontrado la clave-murmuró Rarity justo después.
-¡Genial! ¿En qué has pensado?
-Creo que voy a hacer como Applejack y guardarme la sorpresa hasta el final… quiero sorprenderos. ¿Y tú, Rainbow?
-Meh, aún no lo he pensado… no sé, ya veré, yo también quiero causar una buena impresión. Aunque para este año tienes que venir, Fluttershy…
Al oír eso la chica se encogió sobre sí misma, mostrándose bastante asustada con la idea.
-Oh, no, no creo que vaya, ya sabéis que no me gusta la noche de Halloween…
-¡Oh, venga ya, eso no es más que la excusa de siempre! ¡Tienes que venir, Fluttershy, todos vamos a estar ahí!
-Rainbow, déjala tranquila, sabes que lo dice por algo…-la recordó Applejack.
-¿Y cómo es que no te gusta la noche de Halloween, Fluttershy?-inquirió en ese momento Lloyd, para aparentar.
Evidentemente los dos sabíamos por qué la chica no salía durante esa noche, pero aun así nos venía bien como fachada.
-Pues porque es una noche de miedo, y a mí no me gusta el miedo… hay monstruos por las calles que te dan sustos, y…
-Pero si solo son personas disfrazadas…-obvié yo, justo después.
-Ya, lo sé, pero aun así…
-¡Tonterías! ¡Irás conmigo y te ayudaré con tu disfraz!-decidió Dash justo después.
-Si es que… ¿y vosotros dos, chicos? ¿Tenéis pensado ya de qué os disfrazaréis?-quiso saber Applejack.
Antes de contestar nos miramos por un momento, pensando en lo mismo. Lloyd fue el primer en hablar.
-La verdad es que no…
-Además, yo no soy muy de disfrazarme, prefiero hacer cosplay…-añadí yo.
-Mira, hacer cosplay no me importaría…-anunció Lloyd, con voz animada.
-Oh, pues en ese caso podemos hacer algo para la ocasión… ¿Qué te parece algo a lo Silent Hill?-le sugerí yo.
Antes de que Lloyd pudiera opinar, Applejack se adelantó con el ceño fruncido e inquirió.
-¿Cosplay? ¿Y qué diferencia hay con la de disfrazarse? Más o menos es lo mismo ¿no?
-Me alegra que me hagas esa pregunta, Applejack, y la respuesta es…
-… no-terminó Lloyd por mí.
-¿Ah, no?
-No, tú cuando te disfrazas lo haces de algo genérico, como por ejemplo, de pirata. Pero cuando haces cosplay, lo haces de algo más específico. Por seguir el ejemplo de pirata, se podría hacer cosplay de Jack Sparrow…
-Pero aun así tú sigues disfrazado de pirata; no entiendo la diferencia…-murmuró Applejack, extrañada.
-Eso es porque te enfocas en el detalle del disfraz. Hacer cosplay no es solo disfrazarse y ya, sino meterte en el personaje elegido, imitarlo, convertirte en él-explicó Lloyd justo después.
El detalle dio que pensar tanto a Rarity como a Applejack, las cuales se veían mucho más aclaradas en ese aspecto; hasta Sunset parecía estar rumiando algo por sí misma.
En ese momento oímos un pitido proveniente de megafonía, sucedido por la voz de la vicedirectora Luna anunciando.
-LloydZelos y Sg91, por favor, preséntense en el despacho de la directora.
Los dos nos miramos preocupados, pensando en muchas cosas en ese justo momento; por su parte, las chicas tan solo nos miraron curiosas.
-Os llaman ¿no vais a ir?-inquirió Pinkie, curiosa.
-Eh… sí, claro, ahora vamos, a ver qué quieren…
Nos despedimos de ellas y, mientras nos dirigíamos para allá, fuimos conjeturando entre nosotros.
-Ay, dios, ya me está dando miedo ¿qué querrán?-me pregunté yo.
-Bueno, tranquilo, sabíamos que este día llegaría tarde o temprano… ensayemos lo que hemos hablado-sugirió Lloyd.
-Oh, sí, entonces: la empresa de transportes ha cerrado repentinamente y ha dejado nuestras cosas desatendidas…
-¿Nombre?
-EasyTrans, miré en las páginas amarillas y luego cotejé los datos en internet, cerró recientemente, nos puede servir.
-Vale, un error en el servicio dejó nuestro equipaje sin facturar, se perdió y acabó dando vueltas hasta terminar en Seattle-continuó Lloyd.
-Eso es, y como ahora la empresa ha cerrado no puede pedir ningún tipo de transferencia, el equipaje se queda en objetos perdidos esperando a ser recuperado.
-Perfecto, puede funcionar, al menos de momento…
-Ya, otra cosa es que se pongan a mirarlo en serio, pero bueno, podemos confiar en lo contrario…
Nuestro tren de pensamiento conjunto tuvo que dar un parón, puesto que nos encontramos enseguida frente al despacho de Celestia; llamé a la puerta y oímos su voz indicando.
-Pasad.
Abrimos la puerta y nos encontramos con una estampa bastante desalentadora; Celestia nos miraba con una expresión adusta, con las manos juntadas formando un arco sobre su mesa, mientras que Luna nos lanzó una analizadora y ceñuda mirada, como si hubiera algo que la molestara. Nos quedamos en silencio por unos breves segundos, pero al final tomé la palabra y pregunté.
-¿Nos llamaba, directora Celestia?
-Sí… sentaos chicos, por favor.
Sin decir nada, ambos nos sentamos mientras que las dos nos seguían lanzando esas juzgantes y analizadoras miradas que no hacían más que ponernos sumamente nerviosos. Justo después, Celestia habló.
-Bueno, chicos, os he llamado para hablar con vosotros de vuestra excepcional situación aquí en el instituto. Hasta ahora el programa de becas de ayuda os ha estado proveyendo con todos los materiales posibles para que os pudierais incorporar al curso, pero como bien comprenderéis, estas becas tienen un límite de uso, ya que la secretaría tiene que destinar bien los fondos del instituto. ¿Cómo lleváis el proceso de recuperar vuestro equipaje?
-Pues verá, directora, precisamente queríamos hablar con usted puesto que las cosas se nos han complicado aún más-murmuré yo.
Ese anuncio cogió por sorpresa a Celestia, pero Luna tan solo arrugó el ceño un poco más, sin quitarme la vista de encima.
-¿Y eso por qué? ¿Qué ha ocurrido?
-La empresa de transportes con la que nosotros habíamos venido al pueblo, EasyTrans, ha cerrado por motivos que aún desconocemos y han dejado desatendido por completo la devolución de nuestros equipajes-comenzó a explicar Lloyd.
-Les preguntamos entonces que quien se encargaría de devolvernos nuestras cosas, pero resulta que las habían extraviado aún más debido a un fallo en la organización y, por caprichos del destino, las maletas habían acabado en Seattle. Ni ellos saben cómo ha ocurrido. Nosotros nos quedamos flipando-murmuré yo, para darle más dramatismo.
-Pero ahora, como han cerrado, nadie quiere tomar responsabilidades y nuestras cosas se han quedado allí, en la oficina de objetos perdidos. Hemos pensado en demandar, pero entre que la empresa ha cerrado y en Seattle nos dicen que debemos abonar nosotros los gastos de envío, cosa que nos parece ridícula puesto que las cosas son nuestras, pues seguimos en las mismas.
El silencio posterior fue un tanto denso, con la dura mirada de Luna taladrándonos; al poco rato, Celestia tomó la palabra.
-Vaya, pues… menuda calamidad…
-Cuéntenos algo que no sepamos…
-Vale, en ese caso mostradnos los recibos del viaje-pidió Luna entonces.
-No podemos, los dejamos guardados en una de las mochilas, están en Seattle-me excusé yo, como buenamente pude.
-¿Una mochila? ¿Y facturáis el equipaje de mano aparte, cuando podríais haberlo traído con vosotros?-apuntó Luna con contundencia.
-Bueno, pero no sabíamos que esto iba a pasar, ha sido algo completamente fortuito…
-Ya, claro, y supongo que vuestra documentación también la teníais en la mochila…
-Ehm… bueno, sí, la mía por lo menos sí…-murmuré yo, algo cortado.
-Je, que conveniente…
Ante ese comentario por parte de Luna, Lloyd saltó comentando.
-¿Ah, sí? ¿Y eso por qué? Nosotros no hemos pedido nada de esto ¿vale?
-¿Me está faltando al respeto, señor LloydZelos?-inquirió Luna, repentinamente enfadada.
-¿Cuál de los dos realmente?-contestó Lloyd, con gesto molesto.
Antes de que la cosa fuera a más, Celestia decidió mediar en la situación.
-A ver, a ver, tranquilidad, por favor, no saquemos conclusiones precipitadas…
-¿Ah, no? pues no es por nada, directora, pero a mí me da la sensación de que nos están culpando de algo sobre lo que no teníamos ningún control…
-No, a ver, lo que mi hermana quería decir…
-¡Ya está bien, Celestia! ¡No tiene sentido que sigamos con esta parafernalia, esto es así de simple! ¡O demuestran que todo lo que dicen es cierto o son expulsados!
A partir de ese punto, tanto Lloyd como un servidor procurábamos mantener los nervios al mínimo y mostrarnos genuinamente molestos, aunque la situación no ayudaba para nada.
-¡Esto es de nota, y encima eso! ¡No tenemos por qué aguantar esto y que se nos tache de mentirosos!-exclamó Lloyd, levantándose.
-¿Ah, no? ¿Y entonces dónde están vuestros expedientes? ¿Dónde está la documentación relativa a vuestro traslado, dónde están vuestras actas de matriculación? ¡Seguramente en ningún lado, porque no existen!-hizo lo propio Luna, particularmente enfadada.
Antes de que alguien pudiera decir nada más, alguien llamó a la puerta inmediatamente después y Celestia murmuró.
-Adelante.
La puerta se abrió, entrando en ese momento una mujer de mediana edad que me era familiar; su piel era blanca, vestía cual secretaria, su pelo era moreno, recogido en un moño con un pasador rojo y sus ojos eran de color café. Llevaba puesto un pin con la forma de una pluma estilográfica y un tintero y tenía consigo una carpeta que abrió antes de dirigirse a Celestia.
-Directora, vengo del registro, he encontrado algo que creo que debe ver…
-¿De qué se trata, Raven?
-No sé cómo o por qué se nos pasó, pero justo ayer encontré un par de actas de matriculación que no figuraban en el fichero de matrículas tramitadas.
Esa revelación cogió por sorpresa tanto a Luna como a Celestia, aunque nosotros tratamos de vernos igual de sorprendidos que ellas; por su parte, Lloyd arrugó el ceño, mirando fijamente a Raven con mirada escrutadora.
-Déjame verlas…-pidió Celestia.
Raven se las entregó y la directora los estuvo leyendo junto con su hermana, la cual tenía un gesto de incredulidad grabado en su cara. Celestia por su parte se mantenía con una expresión neutra, leyendo detenidamente el contenido de las actas.
-Esta debe de ser vuestra letra…
-Sí, lo es, me acuerdo por sus exámenes…-murmuró Luna, algo chocada.
-Según la fecha de entrada fue hace poco antes del comienzo del curso… ¿dónde estaban exactamente?-quiso saber Celestia, dirigiéndose a Raven.
-En el cajón de matrículas pendientes de tramitación, no entiendo cómo se deben de haber traspapelado, pero es la única explicación lógica…
Celestia no dijo nada más, tan solo siguió mirando los documentos que había ante ella conservando esa cara de póker que tanta envidia nos estaba dando; aunque en ese momento Lloyd miraba a todo y a todos con una expresión que denotaba concentración y un torrente de divagaciones internas importante. En un momento dado, la directora habló.
-Bueno, pues a la luz de estas nuevas pruebas, parece ser que vuestra situación es menos irregular de lo que parecía; aunque no entiendo cómo se nos pudo pasar algo así, todo sea dicho…
-¿Lo ven?-inquirió Lloyd, con tonito de obviedad.
Ante unas pruebas así Luna no dijo nada, aunque todavía conservaba un gesto de inseguridad en su cara.
-Y además, teniendo en cuenta esto, os debemos una disculpa… dudamos de vosotros sin ni siquiera habernos asegurado del todo. Por favor, aceptad mis más sinceras disculpas…-murmuró Celestia, algo avergonzada.
-Bueno, por mi parte la perdono, un error lo tiene cualquiera-dije yo, sin dudar.
-Supongo que yo también, aunque creo que más de una nos debe una disculpa…-puntualizó Lloyd, mirando de hito en hito a Luna.
La vicedirectora se mostró un tanto cortada, como si la diera reparo admitir su error, pero al final se disculpó.
-Siento haber sido tan impulsiva con vosotros…
Nosotros tan solo asentimos con la cabeza, sin decir nada más.
Como no había mucho más de lo que hablar, Celestia nos despidió y salimos del despacho; una vez fuera, los dos pudimos respirar mucho más aliviados.
-Joder, por los putos pelos…-bufé yo, algo apurado.
-Sí… aunque no podemos bajar la guardia ahora, no me fio de Luna, seguro que seguirá vigilándonos-argumentó Lloyd.
-Ya, bueno, al menos hemos conseguido un poco más de tiempo… y todo gracias a nuestro misterioso amigo…
Por mi parte me relajé un poco más, pero pude notar que Lloyd no tenía intención de hacer lo mismo que yo; en ese sentido le vi de lo más motivado, y tampoco le di razones para no estarlo. Después de todo, nos venía bien. Sobre todo ahora que nuestra estancia en el instituto se prorrogaba un poco más. La campana sonó justo después y nos dirigimos para clase, donde seguramente las chicas nos estarían esperando.
A veces llegaba a pensar, y con toda la razón, que el mundo conspiraba en su contra; y no solo por dejarle allí encerrado, sino porque el karma a veces era una zorra.
-Pinkie ¿Cuándo piensas venir? Me vendría bien un poco de ayuda…-masculló Lloyd al teléfono, sintiéndose más agobiado que nunca.
-¡Lo siento, Lloydi, pero me temo que voy a tardar más tiempo de lo que pensé! ¡Tenemos un lío importante en casa y mis padres no me dejan irme hasta que lo arreglemos!
-Vaya por Dios… ¿y los Cake? ¿Dónde están los Cake?
-¿No están contigo?
-No, que va, de hecho he venido a abrir y no había nadie, estoy encendiendo la cocina...
-Qué raro, a mí no me han dicho nada… ¿no han dejado ninguna nota o algo así?-inquirió Pinkie, extrañada.
-Ah, pues mira, no lo he comprobado, espera un momento…
Sin colgar estuvo comprobando la cocina por si veía algo, pero al no encontrar nada optó por ir a la barra, donde sí llegó a ver una nota puesta en la caja registradora; Lloyd la cogió y leyó en voz alta.
-A ver, aquí hay algo, dice: Lloyd, Carrot y yo nos hemos tenido que ir por motivos familiares a un pueblo cercano, nos llevamos a los niños, si ves esto no abras hoy… mira, al final no hará falta que vengas.
-Ah, pues mejor… aunque esta tarde no vamos a poder tomar nada allí, podemos ir a este nuevo centro comercial que han abierto hace poco-sugirió Pinkie.
-Vale, por mi estupendo…
-Genial… ¿está Sgi contigo?
-No, vine yo solo primero, él se quedó en la habitación haciendo un par de cosas… ahora le digo que se quede si eso.
-Vale, nos vemos luego, Lloydi…
-Hasta luego, Pinkie.
Debido al repentino cambio de acontecimientos, Lloyd prefirió apagar tanto los fogones como el horno, los cuales se estaban empezando a calentar, y se apresuró a colgar de nuevo el cartel de cerrado. Una vez que estuvo todo apagado volvió por donde vino, cerrando tras de sí y echando a andar por la acera.
-Voy a llamar a este hombre para que se quede donde está…-pensó Lloyd, sacando su móvil.
Lo cierto era que le venía bien ese repentino descanso, ya que le daba más tiempo para poder investigar sobre quien podría ser ese misterioso personaje que ahora parecía ayudarles. Tenía sus propios sospechosos, pero ninguno tenía relación alguna con ellos, por lo que tenía que profundizar aún más en ese aspecto. Aunque sus pensamientos se vieron apagados en cuanto Sg le cogió el teléfono.
-¡Sí, sí, ya voy, un momento!
-No, en realidad no, los Cake no están, tenemos el día libre.
-¿Ah, sí? Oh, genial, pues en ese caso me quedo para repasar lo de lengua, recuerda que tenemos examen el miércoles…
-Bof, qué pereza… no sé, había pensado en seguir investigando por mi cuenta, igual un paseo me despeja las ideas.
-Como veas… ¿dónde te apetece comer hoy?
-Pinkie comentó que habían abierto un nuevo centro comercial, si eso nos pasamos por allí a ver que vemos.
-Vale, te doy un toque cuando me acerque ¿a la hora de siempre?
-Sí, mismamente.
-Vale, hasta luego.
Lloyd colgó de seguido, mirando tras eso a su alrededor con una mueca de resignación dibujada en su cara. No lo parecía, pero ya llevaban varias semanas ahí atrapados y, de alguna u otra forma, todo parecía normalizarse, por así decirlo. Y es que, y aun a pesar de todo, el mundo de Equestria Girls no parecía tan plano una vez que lo veías por ti mismo. El pueblo tenía vidilla, el ambiente era muy típico, pero no por ello malo o muy malo. En el instituto algunas clases rozaban el tedio, pero era un ambiente que él ya conocía bien, por lo que se hacía más llevadero en ese sentido.
Sin tomar ninguna dirección en particular, comenzó a andar por la acera, observando todo lo que le rodeaba; a esa hora de la mañana el tráfico estaba un poco congestionado, pero se movía fluidamente. En una intersección vio a un policía controlando el tráfico mientras que varios operarios terminaban de arreglar uno de los semáforos cercanos. Aunque lo que le llamó la atención fue los colores que el policía tenía, los cuales eran terriblemente similares a unos que él conocía demasiado bien.
Aunque, para su eterna mala suerte, al poco rato tras pensarlo se dio de bruces con alguien que portaba una guitarra que le resultaba dolorosamente familiar.
Y, esta vez, no iba solo.
-Ah, hola Lloyd… que sorpresa verte por aquí…
Para entonces el chico se estaba preguntando por qué el destino era tan cruel con él; sus ojos entrecerrados se clavaron en un incomodado y dubitativo Flash, el cual parecía empezar a sudar frío. Le hubiera respondido con una adusta y absolutamente no fortuita indiferencia, pero el problema era que no estaba solo. Con él se encontraban otros dos chicos que le sonaban de haberlos visto acompañando al infrascrito en ocasiones. Uno de ellos destacaba por ir vestido cual dandi, con una camisa roja, corbata azul y chaqué blanco, en el cual se podía ver una especie de escudo tricolor. Su piel era de color morado muy claro, casi blanco, era moreno con tintes grisáceos, portaba unas gafas de sol azules y tenía un bigotito meticulosamente cortado en forma de finas tiras.
El otro era un chico alto y de complexión fortota, su tono de piel era de un amarillo pálido que complementaba unos ojos color azul cielo y un pelo de color similar. Vestía con una camiseta anaranjada en la cual se podía ver el pequeño dibujo de un tambor y dos baquetas entrecruzadas.
Debido a estos dos repentinos sujetos, Lloyd se vio obligado a forzar al menos un rápido saludo para no quedar como un amargado.
-Ah, hola Flash…
Esto cogió por sorpresa al aludido, el cual no se esperaba para nada que Lloyd le dirigiera la palabra, cosa que debió animarle, puesto que siguió hablando.
-¿No trabajabas en el Sugarcube Corner los fines de semana? El otro día me encontré con Sg por la calle y me comentó que trabajabais juntos…
-Sí, pero hoy los Cake no han abierto, así que…
-Ah, qué suerte… mira, te presento a dos buenos amigos míos, Ringo y Brawly Beats, tocan conmigo en nuestra banda, Flash Drive.
-Encantado-murmuró Lloyd, dándoles la mano rápidamente.
-Venimos de un ensayo, vamos a tocar dentro de poco en la fiesta de Halloween ¿vas a ir?
-Eh… sí, voy a ir… creo que me voy yendo ya si eso, tengo cosas que atender…
-Ah, bien pues… hasta la próxima…
Lloyd quiso irse, pero en ese momento una voz se elevó por encima del tráfico, haciéndole parar.
-¡Flash, espera!
-¡Anda, hola papá!
Ese saludo le llamó tanto la atención que le hizo mirar hacia el otro lado, viendo al policía que antes regulaba el tráfico acercándose hacia ellos al trote; al fondo el semáforo ya estaba arreglado y el tráfico circulaba con más fluidez.
-¿Qué tal hijo, ya has terminado con el ensayo?
-Sí, me vuelvo ya para casa… mira, este es LloydZelos, un chico nuevo del instituto-le presentó Flash, como quien no quiere la cosa.
-Ah, encantado, soy Kurt Marshall, el padre de Flash…-murmuró el policía, dándole la mano.
-Igualmente…
Kurt Marshall era un hombre de mediana edad, de piel y pelo muy similares a los de su hijo, vestía con un uniforme estándar de policía y ocultaba su mirada tras unas gafas de sol ovaladas.
-Bueno, llevo una mañana de lo más atareada, varios semáforos se han estropeado en esta avenida y he tenido que regular un poco el tráfico… estar en patrulla no es tan aburrido como parece-comentó.
-Genial… ¿vienes a comer luego?-inquirió su hijo.
-En principio sí, pero ya sabes cómo es esto, si te llamo no me esperes, tienes croquetas en la nevera.
-Vale, hasta luego papá.
Kurt se despidió de su hijo y se dirigió a un coche patrulla que había aparcado no muy lejos de allí; Lloyd aprovechó la coyuntura para largarse.
-Bueno, pues nos vemos luego…
-Venga, hasta luego…
Flash y sus amigos se alejaron por donde él había venido, desapareciendo al doblar la siguiente esquina. Una vez solo, Lloyd se permitió el lujo de soltar un largo bufido, mezcla directa de hastío y alivio a partes iguales. Aunque le había llamado gratamente la atención conocer al padre del origen de todos sus únicos rageos y rustleos desde que vivían allí. El detalle le daba un dato nuevo a lo poco que se sabía de él, y el hombre resultó ser todo un profesional, cosa que le era bastante grato.
Su paseo continuó, llegando a cruzar al otro lado de la calle puesto que había un tramo cortado por obras; un poco más adelante pasó al lado de una tienda a la que apenas prestó atención. Aunque no consiguió dejarla atrás, puesto que de golpe y porrazo dos altas figuras que le eran terriblemente familiares aparecieron sorpresivamente delante de él, cortándole el paso.
-¡Hey, tú!
Lloyd dio un bote hacia atrás, con los ojos muy abiertos al ver de quien se trataba.
-¡Sí, tú, joven asombrado! ¡De entre todos los peatones de esta calle, tú has sido el agraciado!
-¡Estás de enhorabuena, puesto que eres el más afortunado!
-¡Y no por nada, puesto que tenemos una oferta imposible de rechazar!
-¡Algo espectacular, sin par, sin igual!
Para entonces la cara de Lloyd era un auténtico cuadro, sin creerse lo que estaba aconteciendo delante de sus ojos.
-¡No lo dudes más, entra y verás, no lo puedes dejar escapar!
-¡Porque tenemos todo y más!
-¡¡En el
Emporio Todo bajo el sol de los hermanos Flim Flam!!
La expresión en la cara de Lloyd alcanzaba en ese momento cuotas insospechadas de terror, y su único propósito era el de salir corriendo, cosa que comentó lo más rápidamente posible.
-Lo siento pero me tengo que ir, adiós.
Sin embargo, Flim le paró de golpe y anunció.
-¡Pero no puede irse así sin más, jovenzuelo, entre y reclame su premio!
-¿Qué premio?-inquirió Lloyd con miedo.
-¡El que se ha ganado con tan solo pasar! ¡Estamos de oferta y los precios se rebajan sin parar, pero con nuestra nueva promoción puede llevarse lo que quiera sin coste ni adición!-explicó Flam, ajustándose su bigote.
-¡Y aún hay más! ¡Recibirá un cheque descuento para su próxima compra en el
Emporio Todo bajo el sol!
-¿Dejaría pasar esta oportunidad? ¡Vamos, mi joven amigo, no lo piense más!
Lloyd no estaba del todo seguro si echar a correr sin mirar atrás o hacerles caso; confiar en esos dos era lo último que normalmente haría, pero aun así lo reconsideró sin saber del todo por qué.
-Ah, está bien, pero más les vale que haya algo bueno…
-¡Hay todo y más en el
Emporio bajo el sol! ¡Entre, por favor!
El sitio era bastante grande, y había un montón de cosas al alcance de la vista; y aunque había variedad, no veía nada que le fuera realmente útil.
-¡Recuerde que puede llevarse lo que usted quiera!-comentó en ese momento Flim.
-¡Todo y más!-añadió Flam.
Lloyd apenas les prestó la atención, contemplando todo lo que había a su alrededor. Nada le llamaba la atención, de hecho fue a irse, pero en ese momento vio algo en una de las baldas cercanas a la puerta que sí le llamó la atención; se trataba de un megáfono blanco y rojo a pilas, con filtros de voz incorporados y una cuerda para llevarlo atado a la muñeca. Lo estuvo probando un poco, viendo que funcionaba bastante bien como para ser algo que ha acabado en una casa de empeños. No necesito mucho más para decidirse.
-Me llevo este megáfono.
-¡Perfecto, es todo suyo!
-¡Y no se olvide del cheque!
Una vez que Flim y Flam le dejaron marchar, Lloyd apretó el paso para alejarse cuanto antes de la tienda, llevándose consigo lo que había elegido y guardándose el cheque en el bolsillo trasero del pantalón. Continuó su paseo sin ningún rumbo fijo, llegando entonces a la plaza del pueblo, pasando justo al lado del ayuntamiento, donde se encontró con el capitán Planeta y los planetarios, los cuales parecían estar particularmente cabreados.
-Dita sea, es increíble, así le va al país…-mascullaba el capitán.
-¿No podemos hacer absolutamente nada? Algo tiene que haber, lo que sea…-insistía Paisley.
-El problema es que ahora no nos enfrentamos a un organismo público, sino a un particular… y eso es más complicado-comentó por su parte Green Cycle.
-¿Qué es lo que ocurre, chicos?-inquirió Lloyd, con curiosidad tras sus palabras.
Los tres se percataron de la presencia del chico y le saludaron.
-Ah, hola Lloyd… pues pasa que la burocracia y el amiguismo imperan en este país de mierda y apenas nos dejan avanzar en la consecución de nuestros derechos-explicó el capitán con gesto torcido.
Antes de que el chico pudiera preguntar nada más, Green Cycle se adelantó y aclaró.
-Lo que pasa es que nos hemos enterado de que el ayuntamiento aprobó hace poco el permiso de construcción de ese campo de golf en el bosque; y eso no es todo, puesto que también nos hemos enterado de quién es ese promotor sin escrúpulos.
-¿De veras? ¿Y de quien se trata?-inquirió Lloyd, curioso.
Esta vez fue Paisley quien tomó la palabra, informando de seguido.
-Pues ni más ni menos que de Blueblood, el sobrino ricachón de la directora Celestia. Seguramente haya deslizado más que permisos en los bolsillos de la alcaldesa.
-Y eso es un problema, porque no es lo mismo presionar a un organismo público que a un particular… técnicamente porque el particular puede ignorarte directamente mientras que el organismo público te acaba por hacer caso si le estás machando constantemente-explicó con más detalle Green Cycle.
-Entiendo… ¿y ese tal Blueblood cuán rico es? ¿Rico, muy rico o asquerosamente rico?
-Hombre, no es un multimillonario ni mucho menos, pero proviene de una familia aburguesada…-reveló Paisley.
-¿Me estás diciendo que la directora es burguesa?-inquirió Lloyd, un tanto incrédulo.
-No per se, después de todo Blueblood tan solo es un sobrino lejano suyo, nada más. Aun así el tipo tiene capital, por lo que puede y quiere tocar las narices de cualquier forma posible.
-Comprendo, aunque… ¿un campo de golf?
-Caprichos de los más adinerados, supongo… después de todo, siempre dicen que el golf es un deporte de ricos.
Lloyd quiso decir algo, pero en ese momento vio una figura familiar saliendo del ayuntamiento con porte chula y mirada arrogante. En cuanto los demás se percataron de él, cogieron sus pancartas y le encararon cantando consignas de todo tipo. Blueblood esbozó un gesto de asco reprimido y masculló.
-Bof ¿aún seguís aquí?
-¡Es totalmente injusto lo que ha hecho!-le espetó el capitán, cabreado.
-¡Sí, se ha aprovechado impunemente de que no hay ninguna regulación medioambiental en esta zona!-añadió Paisley.
-Bah, pierdo el tiempo hablando con vosotros, la gente pobre… una pena que no podáis probar mi próximo campo de golf, va a estar tan a la moda y va a ser tan exclusivo y privado que vosotros no vais a poder ni pisar el césped de la entrada.
Para entonces parecía que el capitán quería encasquetarle la pancarta en la cabeza, pero los demás le controlaron antes de que cometiera una estupidez. Blueblood sonrió condescendientemente, sabiendo que había ganado desde el principio. Aun a pesar de sus palabras, antes de irse se dirigió a ellos con intenciones burlescas.
-Pero bueno, al fin y al cabo el campo se construirá… pero si lo que queréis es seguir quejándoos podéis venir hasta sus puertas cuando esté terminado.
Antes de que los planetarios pudieran decir algo más, una limusina apareció de improviso, recogió a Blueblood y se perdió calle abajo.
Lloyd estuvo hablando un rato más con ellos y luego siguió con su paseo tras despedirse previamente; entre pitos y flautas se había acabado entreteniendo mucho más de lo que le hubiera gustado y era casi la hora de comer, por lo que decidió llamar a Sg para quedar con él.
-Voy a avisar a este hombre…
Normalmente la atención se suele desviar fuertemente cuando se trata sobre todo del móvil, y si a eso se le sumaba una esquina a punto de ser doblada, era aún mejor. Lloyd lo supo enseguida, sobre todo en cuanto chocó contra alguien, aunque lo hizo de forma tan abrupta que ese alguien acabó por los suelos.
-Oh, mierda, lo siento, iba distraído, déjame que te…
Sin embargo no pudo continuar, principalmente al darse cuenta con quien se había chocado; en el suelo se encontraba ni más ni menos que Sonata Dusk, vestida con su habitual atuendo callejero que llegó a verla en aquella ocasión. Para no llamar demasiado la atención la tendió una mano inmediatamente después y la chica se la cogió, ayudándola a levantarse.
-Perdona, lo siento de veras…
-¿Dónde… dónde está mi soda?-inquirió la chica, algo mareada.
-¿Tu soda? ¿Llevabas una soda?
Ambos se pusieron a buscar a su alrededor hasta que finalmente vieron un vaso de cartón a pocos metros de allí, abierto y con el contenido desparramado por el suelo.
-Oh, vaya…
Lloyd sintió como se le subían los colores repentinamente, sin saber muy bien qué decir; por su parte Sonata no dijo nada, tan solo miró al suelo un tanto cortada.
-Siento lo de tu soda… déjame que te compense por lo menos.
-Oh, no, no hace falta…-murmuró ella.
-Para nada, es lo menos que puedo hacer…
Antes de que Sonata pudiera decir nada más, el chico miró a su alrededor, esperando encontrar un sitio donde poder comprar una soda o algo similar; fue entonces cuando sonó la campana, literal y figuradamente.
-Ah, mira, te invito a tomar algo… ¿te gustan los tacos?
-¿Tacos?-repitió ella, extrañada.
Y es que, justo delante de la otra calle, había un Taco Bell abierto. Lloyd no se lo pensó dos veces y se llevó a Sonata consigo, pensando en las posibilidades; tenía a su lado a una de las antagonistas, y se encontraba en una situación en la que podía sacarla mucha información que le ayudara a encontrar a las demás, y quizás, con mucha suerte, a salir de este mundo.
Normalmente cuando se entra en un local de comida rápida de ese tipo, el olorcillo característico de lo que allí cocinan casi siempre te suele dar la bienvenida cual sopapo en la cara o caricia en la mejilla, dependiendo de cada cual. En el caso de Sonata se tradujo en una curiosa e inquisitiva mirada, llegando a olfatear el aire con fervor.
-Oh, huele bien…
-Sí, es lo que tienen los tacos… ¿no los has probado nunca?
Ante eso Sonata tan solo negó con la cabeza, sin decir nada más; el silencio entre ellos era algo denso, por lo que Lloyd decidió romper el hielo.
-Perdona por tan abrupta invitación… soy LloydZelos, por cierto, encantado.
-Ah, yo soy Sonata… Sonata Dusk…-murmuró ella, como si le diera reparo decir su nombre.
Como nunca antes había probado los tacos, Lloyd dejó que fuera ella la que eligiera lo que quería probar, optando por un sencillo menú compuesto por tres tacos, patatas y bebida. Por parte del chico, que no le gustaba demasiado ese tipo de comida, prefirió elegir uno de los postres.
Una vez que tuvieron todo y tras pagar, buscaron un sitio donde sentarse, cerca de la ventana; Sonata aún se seguía mostrando algo tímida y reacia a hablar, pero Lloyd volvió a intentar sacar conversación.
-Y cuéntame Sonata ¿eres de aquí?
-Oh, no, no realmente, soy de… un lugar muy lejano.
Evidentemente Lloyd prefirió no escarbar, puesto que sabía y con creces de dónde era realmente, aunque la pregunta era solo para aparentar; aun así siguió preguntando.
-Ya veo… ¿llevas mucho tiempo viviendo aquí?
-Sí, bueno, llevamos viviendo unos meses ya…
Antes de que Sonata pudiera darse cuenta de su metida de pata, Lloyd remarcó.
-¿Llevamos?
-Oh… eh, sí, bueno, vivo con unas amigas mías…
-Ah… ¿y a qué te dedicas? Así a ojo pareces tener mi edad...
-Bueno, yo y mis amigas hacemos cosas de vez en cuando, un trabajito aquí, otro por allá…
Sonata no era precisamente la reina de la sutilidad, y se la notaba un tanto nerviosa, sin saber bien qué decir; para evitar tener que decir nada más, la chica cogió uno de los tacos y le dio un mordisco casi sin pensar. Acto seguido se quedó quieta por unos ínfimos momentos, abriendo mucho los ojos inmediatamente después y masticando consecutivamente, dejándose llevar por el sabor y experimentándolo. En cuanto tragó, pudo dejar escapar unas cuantas palabras llenas de gusto y placer.
-Oh, esto… está… ¡¡buenísimo!! ¡¡Jamás había probado algo tan sabroso, qué rico!!
-Vaya, me alegro de que te haya gustado…
-¡¡Ya lo creo que sí!! ¡¡Es sublime, es maravilloso, es casi mágico!! ¡¡Oh, Lloyd, gracias por invitarme a probar tan delicioso manjar!!
-Oh, bueno, ya ves tú, era lo menos que podía hacer por tirarte tu soda…
-¡¡Ah!! ¿¡A quién le importa la soda cuando tiene tacos?!
Y tras eso, y como por arte de magia, Sonata se desinhibió del todo y se abrió a Lloyd, mostrando una personalidad vivaracha, dicharachera y alegre, muy parecida a Pinkie. Parecía mentira que fuera una de las antagonistas, y su solo aspecto la hacía parecer una tonta adorable. Lloyd aprovechó la coyuntura para tratar de saber un poco más.
-¿Y ninguna de vosotras ha cursado clases en un colegio o instituto?
-No realmente, o al menos por mi parte se refiere, la más mayor de mis amigas dice que la puedo ayudar en los trabajos que nos salen, y yo siempre estoy dispuesta a ayudarla.
-¿Así sin más?
-Sí ¿por qué no? además, Adagio dice que para qué ir a clase teniendo nuestras voces…
-¿Vuestras voces? ¿También cantáis?
-Ah… sí, eso es, cantamos de cuando en cuando…-murmuró ella, nerviosamente.
-Entiendo… asumo que es algo natural para vosotras.
-Sí, realmente sí, nacimos con ello, es nuestro gran talento…
Lloyd optó por no escarbar más en ese asunto y Sonata aprovechó para darle otro mordisco al segundo taco, recreándose en su sabor. Que ellas cantaban eso ya lo sabía, y evidentemente no le convenía que le cantara algo. Aunque sí que le interesaba que le dijera dónde vivían, para así tenerlas localizadas y mantenerlas alejadas lo máximo posible del instituto. Aunque, por un momento, Sonata pareció serenarse y ella también comenzó a preguntar.
-¿Y tú, Lloyd? ¿Eres de aquí?
-No, estoy de intercambio en el instituto local…
-Oh ¿de veras? ¿Y cuál instituto es ese?
-Vaya, vaya, no parece tan tonta como aparenta…-pensó Lloyd justo después.
Seguramente lo preguntaba para saber un poco más sobre el instituto para poder acercarse a él sin levantar sospechas; Sg ya le explicó que le tienen en el punto de mira por sospechas de la propia Adagio, por lo que se lo pensó bien antes de contestar.
-El instituto Canterlot, es como un instituto provincial, no es gran cosa realmente…
-¿Ah, no?
-No…
-¿Y… no tiene nada especial?
-¿A qué te refieres?
-No sé, algo…
Ante eso Sonata no supo continuar y volvió al último taco, del cual no quedaba casi nada; se la notaba un tanto incómoda, sobre todo después de tamaña incongruencia por su parte.
-Es un instituto como otro cualquiera, no tiene nada especial, eso es todo.
-Ya…
Tras ese fallido acercamiento la chica cambió de tema y siguieron hablando un rato más, mientras se terminaba las patatas y el refresco. Aun y con todo era agradable hablar con ella, su ánimo y casi siempre constante buen humor se traducían en momentos graciosos y para nada aburridos. Si no fuera porque Lloyd sabía perfectamente que se trataba de una de las antagonistas, ni se le hubiera pasado por la cabeza pensar que Sonata fuera una mala chica ni nada parecido.
Una vez que Sonata terminó de comer, ambos se dirigieron a la salida y ya allí se despidieron.
-Jo, pues muchas gracias por todo, Lloyd, no tenías por qué invitarme, y aun así lo hiciste…
-Ah, ya hemos hablado de eso, no le des más vueltas…
Aun así la chica esbozó una tierna sonrisa y, de golpe y porrazo, cogió y le dio un rápido abrazo a Lloyd, el cual apenas lo vio venir.
-Gracias… espero volver a verte.
Sonata se despidió de él agitando la mano y se fue calle abajo andando a paso ligero. Lloyd se quedó en el sitio, algo extrañado por ese repentino gesto cariñoso, pero al menos el acercamiento había servido para algo. Con suerte puede que se olvidaran del instituto y no habría por qué preocuparse por esas tres…
En ese momento le sonó el móvil y fue a cogerlo, viendo que se trataba de Sg.
-¿Si?
-¿Dónde estás, tío? Llevo aquí desde hace un buen rato y no te veo, ni siquiera me has llamado…
-Ah, voy para allá, me he entretenido con algo. Te va a gustar lo que te tengo que contar...
(Continúa en el siguiente mensaje)