Capítulo 3 – Pétalos de rosa
Oscuridad. La oscuridad lo devoraba todo. Aquel extraño espacio en el que se encontraba parecía infinito, y pequeño a la vez. Se veía atado por cadenas invisibles, sumergido en alguna especie de líquido que dificultaba aún más su movimiento. Pero se sentía bien.
De alguna forma, el dragón de escamas purpuras que allí reposaba sentía que ya no debía preocuparse de nada más. Todo había perdido importancia en su cabeza. Ya no tenía un objetivo, ya no tenía sueños, solo deseos. Deseaba descansar para siempre en aquel lugar olvidado por el resto del mundo.
Se sentía bien, demasiado bien. La sensación era abrumadora, pues allí no había nada ni nadie, más que él. No había reglas, no había fronteras ni límites. Esa oscuridad era él, y él era esa oscuridad. Ya no había dolor, ni miedo, ni pena en su mente. No necesitaba nada más.
Pero había algo que le molestaba: alguna especie de ruido en las lejanías, que hacía eco en aquel lugar oscuro. Era una voz femenina, de eso estaba seguro, pero...
¿Quién...? ¿Quién es?
—¡Spike!
¿Mi nombre? Alguien... alguien me está llamando.
—Spike, por favor. ¡Reacciona!
Reaccionar... ¿Por qué? ¿Qué es lo que está diciendo?
—¡Sé que puedes oírme! ¡Sé que me reconoces! ¡No soy tu enemiga!
¿Quién es? ¿Por qué grita? ¿Por qué me está llamando?
—¡Soy Sweetie! Soy Sweetie, Spike, por favor... -Decía aquella voz, de alguien que parecía estar a punto de quebrarse.
Sweetie, ese nombre... me es familiar. Me recuerda a... campanas. Sweetie... Belle. Sweetie Belle. La recuerdo. Ella es... ella es mi amiga. -Razonó finalmente. Fue entonces que un halo de luz poco a poco comenzó a disipar la oscuridad de aquel espacio, cegando la vista del dragón.
Al abrir los ojos nuevamente, un frío cruel recorrió su cuerpo, tan cruel como el dolor en su brazo izquierdo, que parecía haber estado a punto de desprenderse de su cuerpo.
Al aclararse su vista poco a poco, su respiración se volvió agitada. Algo lo había agotado en sobremanera, pero antes de sucumbir a aquel cansancio, alcanzó a ver el rostro de una joven unicornio blanca frente a él, por cuyas mejillas corrían lagrimas de tristeza y desesperación.
Pronto cayó en la cuenta de que la unicornio en efecto estaba bajo él, que la mantenía de espaldas al suelo con las garras sobre sus hombros. Se encontraba paralizada por el miedo.
—Por favor, Spike. No lo hagas... no, por favor... -Suplicaba con temor. El dragón expandió sus ojos hasta alcanzar la medida de lo posible al caer en la cuenta de lo que estaba sucediendo.
—Swee... tie... -Alcanzó a decir con una voz ronca, ahogada. Fue el turno de la potra para sorprenderse al escucharle decir su nombre después de haberse convertido en aquel salvaje.- No... Sweetie... -Continuó al levantarse, disponiéndose a alejarse de aquel lugar, de aquella poni, de todo.
Sintió su cuerpo debilitarse poco a poco después, incapaz de caminar de otra forma que no fuera un irregular zigzag mientras intentaba huir. Su cabeza no era capaz de procesar todo lo que estaba sucediendo: los deseos de destruir aún estaban ahí pero ahora también era consciente de ello, consciente de algo que no quería hacer pero que su instinto le dictaba, le obligaba. No alcanzó a caminar mucho más cuando se rindió al coctel de emociones violentas que le abrumaban, cayendo de bruces al suelo poco después, inconsciente.
El silbido de la tormenta de nieve en sus oídos era todo lo que Sweetie podía sentir, más allá del dolor de su casco y la presión sobre sus hombros. El repentino ataque por parte de quien ella creía su amigo la había dejado en estado de shock por breves momentos, antes de incorporarse poco a poco.
Al levantarse, pudo ver a pocos metros al dragón y, al apoderarse de ella aquel temor nuevamente, iluminó su cuerno y comenzó a correr -dificultosamente por causa de la herida en su casco- al borde del abismo que antes habían saltado, buscando algún lugar por el cual cruzarlo fácilmente y regresar a Ponyville. Necesitaba huir. No sabía qué era lo que había sucedido, pero si sabía que debía de alejarse lo más rápido posible de aquel dragón si lo que deseaba era vivir.
Recorrió al menos cien metros antes de comenzar a detenerse, con una respiración en extremo agitada. Por su mente pasaban imágenes de cada momento que había vivido recientemente, desde el momento en que se encontraba con Spike en la biblioteca leyendo aquel manuscrito que hablaba sobre la rosa eterna, saltando al momento en que destruyó a aquel timberwolf. El momento en que viajaba en su espalda, pasando al instante en que se abalanzó sobre ella, con claras intenciones de devorarla. Pero ella conocía al dragón, habían compartido gran parte de su infancia, y sabía bien que nunca sería capaz de algo como ello. Pero, sin embargo...
¡Te prometí que no te dejaría caer! -Resonaban en su mente las palabras del dragón, las palabras que gritó cuando le salvó de caer al precipicio. Si, él la había salvado.
Llegó rápidamente a la conclusión de que algo malo le había sucedido. Ese no era Spike, y al mismo tiempo, lo era. Pero, ¿Por qué se comportaba así? ¿Por qué la había atacado? Aquellos eran interrogantes que le decían a gritos que debía continuar su camino, pero no era capaz. Se volteó a encontrar la oscuridad del camino entre los árboles y supo que no podría dejar atrás a su amigo, no así.
Al regresar, encontró al dragón durmiente en el mismo lugar que había caído. Se apresuró hacia él y, haciendo un esfuerzo imposible por colocarse bajo su brazo e incorporarse nuevamente, comenzó a caminar lentamente, internándose en el bosque.
Una sensación cálida recorría las escamas del dragón purpura, quien lentamente abrió sus ojos. Al principio su visión era borrosa, pero pronto alcanzó a divisar una pequeña fogata, y frente a ella, una unicornio blanca de ojos entrecerrados, concentrada en aquel fuego.
Aún podía oír el sonido de la tormenta a lo lejos, como si se encontrase dentro de la biblioteca. Le tomó algunos segundos más el descubrir que se hallaba en el interior de una cueva.
—Sweetie. -Le llamó cansadamente.
La unicornio pareció sobresaltarse al levantar la vista, centrándose enteramente en el dragón. Aquel notó que no le había respondido, sino que le mantenía la mirada fija como si esperase algo de él, pero no era capaz de descifrar que.
—Sweetie, ¿Qué sucedió? -Preguntó finalmente. Los ojos de la potra parecieron humedecerse al resplandor del fuego mientras se incorporaba, caminaba hacia él y, sin mediar otra palabra, le envolvía en sus brazos, poniendo su cabeza por sobre su hombro.- Sweetie... ¿Por qué lloras? -Inquirió nuevamente. Ella no respondió, solo le abrazó con más fuerza, mientras la tormenta fuera de aquel refugio perdía toda importancia.
Pasaron los minutos, y la unicornio aún no lograba separarse del dragón, siendo incapaz de ordenar las ideas en su cabeza, afligida por todo lo que había sucedido anteriormente. Spike, sin embargo, sentía impotencia por ser incapaz de apoyar a su amiga, pues no sabía lo que estaba sucediendo. Pero antes que nada, había una pregunta que debía hacer, pues la duda podía con él.
—¿Cómo llegamos hasta aquí? -Finalmente, luego de un buen rato, Sweetie se apartó a una corta distancia del rostro de Spike, y se dispuso a explicarle.
—Te-... te traje aquí luego de lo de los timberwolves. -Explicó ella, incómoda. Sin embargo, los ojos de Spike se abrieron mucho más al oírla.
—E-es cierto, los timberwolves...¿Qué sucedió con ellos? -La unicornio le observó confundida.
—¿No... no lo recuerdas?
—No, de hecho... -Comenzó a pensar, descubriendo una desagradable laguna en su memoria.- No puedo recordar nada. Solo sé... que logré sacarte de aquel agujero, pero el resto... -Intentaba recuperar los retazos faltantes, pero le era imposible.- ¿Qué sucedió después?
La potra no esperaba que el dragón hubiese olvidado lo sucedido, y ahora no tenía idea de lo que debía de hacer al respecto. ¿Qué iba a decirle? ¿Qué había destruido a uno de ellos, y luego la había atacado a ella? Sweetie le conocía bien, y sabía que revelar aquello habría bastado para hacerle colapsar emocionalmente. Por ende, decidió "evitar" ciertos detalles de la historia que anteriormente había acontecido. No podía apartar su mente de la bestia de escamas purpuras que le había atacado, pero el dragón que ahora se encontraba frente a ella era su amigo, y eso era todo lo que necesitaba saber.
—Luego de... de que me salvaste, yo... te ayudé a subir también. Algunos de los timberwolves intentaron saltar pero cayeron al vacío. Los demás ni siquiera se molestaron. Pero cuando subiste, perdiste el conocimiento, y te traje aquí para esperar a que te recuperaras. -Concluyó.
Spike aceptó la explicación. pero aún había un detalle suelto: el causante del dolor de su brazo izquierdo. Al apartar la vista de Sweetie, encontró marcas de colmillos sobre sus escamas, que ahondaban en la carne unos pocos milímetros.
—¿Y esto... cómo sucedió?
—C-cuando estaba tratando de sacarte de ahí, uno de los timberwolves que saltó se aferró a tu brazo con sus colmillos para no caer, pero pudiste quitártelo de encima a tiempo.
—Rayos, duele como el infierno.
—¿Quieres que yo...?
—¿Te molestaría? -Preguntó con gracia. Ella le sonrió.
—Claro que no...
—Gracias. Hay algunas vendas en la mochila. -Indicó.
Sweetie se dirigió a la misma rápidamente y, luego de revisarla unos minutos, las encontró. Mientras caminaba de regreso, Spike fue capaz de ver que su pierna cojeaba. Recordó entonces el momento en que la tomó del casco, con una fuerza excesiva, pero necesaria.
—Siento eso. -Se disculpó, cuando la unicornio se arrimó para arrancar la manga del abrigo, que se encontraba prácticamente suelta por el ataque sufrido.
—¿Por qué?
—Tu pierna...
—Oh, eso, no es nada. Apenas duele cuando camino.
—¿Estarás bien? -Preguntó nuevamente, preocupado. La unicornio, que cubría el brazo de Spike con los vendajes, suspiró cansadamente antes de hablarle cálidamente.
—Si no hubiera sido por ti, no lo habría conseguido allá atrás. No te disculpes por eso Spike, me alegra que lo hayas hecho.
—Aún así, venir hasta aquí los dos solos fue una completa locura. Casi hago que nos maten, Sweetie. -Explicó con pesar. Se tomó una pausa antes de hablar nuevamente.- Lo mejor será que nos quedemos aquí hasta que amanezca, y regresemos a Ponyville en la mañana.
—¡Ni hablar! -Se negó ella al apretar los vendajes inconscientemente. El dragón dejó escapar un quejido por el dolor.- Au, lo siento. De cualquier forma, ¡No podemos rendirnos cuando estamos tan cerca de conseguirlo! Y tampoco lo hemos hecho nada mal hasta ahora. Seguimos de una pieza, después de todo.
—¿Pero por cuánto tiempo?
—El suficiente para conseguir lo que vinimos a buscar, y regresar a casa sanos y salvos.
—Me tienes mucha confianza, ¿No crees?
—Debo hacerlo, salvaste mi vida. Dos veces.
—Y tú la mía. Una vez.
—Entonces no estaremos a casco hasta que te salve la vida de nuevo, ¿No es así?
—No planeo darte la oportunidad, Sweetie. Creo que ya fue suficiente emoción para un solo día.
—Pero Spike, ¡Nunca se tienen suficientes emociones! -Exclamó felizmente.
—Sigue pensando así, e irás tú sola a buscar ese diamante. -Dijo con desgano, provocando la risa de la unicornio.
Si... este es Spike. Estoy segura. -Pensó ella sonriente, cuando terminaba de colocarle los vendajes.
—Y... listo. ¿Qué te parece? -Preguntó, con ánimos renovados.
—Es perfecto, gracias. ¿Han quedado vendas?
—Algunas. Espero no vayamos a necesitarlas.
—Las necesitamos ahora mismo. -Dijo seriamente, al incorporarse finalmente.
—¿Qué? ¿Para qué? -Inquirió extrañada. Spike le sonrió.
—Anda, siéntate ahí.
—Uh... Spike, ya te he dicho que no-...
—Siéntate. -Insistió nuevamente, con un toque de severidad. La unicornio bufó, sin otra opción más que hacer caso al dragón.
—Dije que no hace falt- auch. -Reaccionó al dolor que le producía la presión que Spike ejercía en su casco.
—¿Decías?
—Olvídalo. -Se resignó, mientras su compañero tomaba las vendas restantes, y le envolvía cuidadosamente.
—En fin, será mejor que nos apresuremos. Ya son las tres de la mañana.
—Entonces... ¿No podemos esperar hasta el amanecer? -Preguntó ella, con cierta duda.
—Podemos, pero no llegaremos a tiempo a la ceremonia.
—Cielos... ¿Por qué tiene que ser todo tan complicado?
—Porque así es la vida, Sweetie. -Replicó al terminar de vendarla.- Listo, con eso debería bastar. ¿Puedes levantarte?
La unicornio se incorporó, y luego de recorrer algunos metros concluyó que el dragón había hecho un trabajo excelente. Su casco ahora apenas molestaba cuando caminaba.
—Gracias Spike. -Dijo cálidamente.
—Oye, para eso están los amigos. -Continuó, mientras tomaba la mochila y la cargaba en su espalda.- Anda, salgamos de aquí y hallemos ese diamante.
—¡Claro que si, compañero! -Exclamó ella, poniéndose a su lado mientras salían al exterior nuevamente, abandonando la calidez de aquel lugar.
Al cabo de unos minutos, el dragón y la poni se encontraban en camino nuevamente. No les fue difícil encontrar el sendero por el cual viajaban antes y, luego de seguirlo durante casi media hora, finalmente llegaron a su destino.
Apenas se dieron cuenta de que estaban en la ubicación que el mapa señalaba cuando se encontraron frente al borde del cañón, que parecía sumergirse desde aquel punto hacia un pozo sin fondo, de kilómetros de extensión. ¿Dónde estaba el diamante? ¿En el fondo del cañón? ¿O acaso...?
—¿Y el mapa? -Cuestionó ella.
El dragón extrajo aquel papel, examinando de arriba a abajo el lugar que señalaba, buscando algún indicio del lugar donde se ubicaba la rosa. En una letra realmente pequeña ponía junto al círculo rojo una flecha negra hacia abajo, con la leyenda...
—
"328 cascos. No resbalar". -Leyó en voz alta, recibiendo una mirada interrogante por parte de la poni, que pronto cambió a una de sorpresa y desespero.
—Oh no, eso no es cierto.
—Pues parece que sí. -Respondió él, acercándose y evaluando la caída.- Cielos... es bastante profundo. ¿Cómo hicieron para esconderlo allí?
—¿Vamos a bajar?
—Eso parece.
—Pero... ¿Estás seguro de que podrás-...? Bueno, tú sabes.
—¿Sujetarme?
—Eso. -El dragón se agachó, y golpeó la roca del borde desprovista de nieve un par de veces.- Parece bastante sólido. Creo que puedo sostenerme bien.
—¿Crees? -Se preocupó su compañera. El dragón le sonrió con confianza, mientras procedía a dejar la mochila en el suelo para luego quitarse también el abrigo, tomándolo por las mangas.- ¿Qué haces?
—Mi cuerpo puede resistir el frío, tú no resistirás la caída. Además, no tengo deseos de que vuelvas a ahorcarme.
—Lo siento. -Se disculpó con una sonrisa incómoda, mientras el dragón la ayudaba a subir a su espalda nuevamente, atando el abrigo desde su pecho a la cintura de la joven.- ¿Será suficiente?
—Sí, pero por si acaso agárrate bien. ¿De acuerdo? -Le preguntó mientras comprobaba su reloj, en el cual ya ponían las 03:36 hs. Al instante, la poni se aferró fuertemente con sus piernas a la cintura de su compañero, llevando los brazos a su pecho.
—Hecho. -Le guiñó un ojo.
Lo más difícil en ese entonces fueron los primeros pasos, mientras poco a poco comenzaban a descender a través de la ladera, internándose cada vez más en el cañón.
La tormenta de nieve implicaba una mayor dificultad a la hora de descender, pues le era más complicado al dragón encontrar los puntos de apoyo ideales aún con la linterna equipada, intentando no clavar sus garras en la roca demasiadas veces pues temía un posible derrumbe.
Aunque la ligera inclinación de aquella pendiente disminuía las probabilidades de que cayeran por su propio peso, el peligro permanecía presente en otras formas que ellos apenas podían notar.
Una fuerte corriente de viento los desestabilizó y estuvieron a punto de caer, pero el dragón se las ingenió para clavar sus cuatro garras en la pared, aferrándose fuertemente y sin dejar de vigilar a Sweetie Belle.
—Au... la próxima vez que salgamos, asegúrate que sea al cine, o a algún restaurante. Tú sabes, algo más... tranquilo.
—La próxima, tú eliges el destino, ¿Te parece bien?
—Me servirá más adelante. -Convino ella.
Finalmente y sin mayores dificultades a las sufridas en el camino, ambos recorrieron la distancia indicada por el mapa, pero se sorprendieron al notar que aún estaban muy lejos del fondo del cañón.
—Se supone que debía estar aquí. -Se extrañó el dragón.
—Eh... no creo que este lugar tenga fondo alguno. Parece infinito. Cielos...
—No... tiene que haber algo, ¡Debe haber algo! -Se desesperó, incapaz de creer que hubieran llegado hasta allí por nada. Aún así, su compañera se lo había tomado de una forma diferente.
—Spike, está bien. Lo intentamos, pero... seguir bajando no tendría sentido. Además, sería muy arriesgado. -Explicó ella. El dragón suspiró pesadamente, derrotado.
—Lo siento, Sweetie.
—Oye, descuida. Encontraré algo mañana. Lo importante ahora es salir de aquí con bien. ¿De acuerdo? -Explicó con calidez. Luego de unos momentos, el dragón finalmente asintió.
—De acuerdo. -Aceptó él, sonriendo con cierta tristeza.- Vamos.
Iba a emprender el camino de regreso cuando la roca bajo sus garras se rompió, y un instante al sobresalto se aferró con sus garras como si le fuera la vida en ello. Antes de detenerse, Sweetie había encontrado la manera de estrujar su, ya de por sí, maltrecho cuerpo.
—Cielos... ahora estamos más lejos aún. -Se exasperó él, al mirar hacia arriba.
—Lo importante es que aún seguimos en la pared, ¿Verdad?
—Pared... -Razonó el dragón, apenas cayendo en la cuenta de que su cuerpo se había detenido abruptamente, como si hubiese topado con algo más rígido que las rocas a su alrededor.
Al observar con más detenimiento haciendo uso de la linterna de su pecho, Spike se encontró con una placa de piedra que difería claramente del resto de aquella ladera. Lo habían encontrado.
—Sweetie, mira. -Le señaló. En el centro de la placa de piedra ponía la inscripción de una rosa sin tallo, apenas visible.
—Cielos, ¡Es aquí! ¿Y... qué hacemos ahora?
—Sujétate bien. -Le ordenó. El dragón se colocó del lado derecho de la placa de piedra grabada, liberando únicamente su garra derecha.- Voy a romperla. ¿Crees que puedas poner un campo de magia sobre nosotros?
—Lo... lo he estado practicando. Pero no estoy segura de-... -Se explicaba, siendo interrumpida.
—Inténtalo. -Le pidió. Sweetie suspiró profundamente, antes de iluminar su cuerno con un resplandor verde claro. Una media esfera de magia se formó sobre ellos mientras que la unicornio mantenía los ojos fuertemente cerrados.
—Apresúrate, no sé por cuánto podré mantenerlo. -Le pidió, empleando su mejor esfuerzo.
Spike no perdió tiempo, y propinó un veloz puñetazo al centro de aquella placa. Apenas se agrietó por causa del impacto, por lo que en un momento comenzó a golpear con mayor fuerza y velocidad, formando aberturas cada vez más grandes.
Los temblores que sufría aquella ladera no tardaron en evidenciarse, pues desde el terreno superior comenzaban a caer rocas de tamaño moderado. Cada golpe, aunque se trataba de impactos relativamente ligeros, era suficiente como para debilitar un poco más el campo de fuerza, que en breve ya no sería capaz de mantenerse.
—¡No voy a resistir mucho más! -Gritó la potra, agobiada por una fuerte jaqueca.
—¡Solo un poco! ¡Ya casi-...! -Vociferó antes de golpear por última vez, destruyendo la placa y abriendo un hueco en la pared que parecía dirigirse a un nivel inferior. Sin perder tiempo, ambos se arrojaron por allí a tiempo para evadir una gran roca que sin dudas habría destruido el campo de fuerza, y arrastrado a los compañeros al fondo del abismo.
—¿Estamos vivos? -Preguntó la voz de la unicornio, perdida en penumbras y ecos.
—De momento. -Respondió el dragón en la misma forma.
De no haber sido por el campo de fuerza que Sweetie Belle había alcanzado a formar en el último momento, quizá ninguno de los dos habría sobrevivido a la caída en aquella habitación.
Poco tiempo después, Spike comenzó a incorporarse en la oscuridad, intentando definir algo gracias a su aguda vista. Al ser incapaz, encendió su linterna nuevamente, encontrando un espectáculo que le dejó sin habla. Mientras tanto, la unicornio debió emplear un mayor esfuerzo por iluminar su cuerno, dado que había consumido gran parte de su energía mágica para crear el campo de fuerza.
—Oh rayos, el abrigo se rompió. Spike, ¿Tienes idea si se puede-...? -Preguntaba ella sin levantarse, cuando el dragón tomó su hombro, invitándola a ver aquel lugar.- No puede ser...
Frente a ellos se levantaba una habitación rectangular inmensa, cuya gran estructura se mantenía gracias a diez pilares que hacían las veces de pasillo. Tanto las paredes como el suelo se encontraban constituidos por ladrillos de al menos un metro de largo cada uno, dándole a la estancia una apariencia que hubiera hecho sentir pequeño al mayor de los gigantes.
—Esto es...
—Increíble. -Completó su compañero.
Al final de aquel enorme pasillo formado por columnas, subiendo una escalinata se levantaba un gran portal de piedra tallada en cuyo centro se podía divisar el mismo grabado de una rosa que antes había visto en la placa exterior. En tanto, la unicornio encontró entonces que el túnel por el cual habían logrado entrar en aquel templo estaba a una gran distancia, completamente fuera de su alcance.
—Spike, mira. -Le señaló hacia arriba, cuando su cuerno se apagó de repente.- ¿Qué demo-...?
—No te esfuerces Sweetie. Será mejor que dejes descansar a tu cuerno por el momento. -Explicó, apuntando con la linterna hacia el hueco del techo.- Tendremos que buscar otra salida, pero primero comprobemos bien este lugar. -Sugirió el dragón.
Mientras la unicornio se incorporaba dificultosamente, comenzó a caminar a través de aquella extraña habitación mientras Spike trataba de darle algo de luz con su linterna en garra.
Caminó tan solo unos pasos antes de sentir algo más rasposo al tacto que las rocas que conformaban aquel lugar. Bajó la luz al suelo para comprobarlo, y halló una baldosa ligeramente distinta al resto del piso, en donde ponía una hendidura hexagonal, muy parecida a una cerradura. Miró hacia arriba una vez más, y descubrió que se encontraba perfectamente alineada con la entrada.
—¡Spike! -Llamó ella, al quedar totalmente a oscuras.
—Un momento. Creo que encontré una salida, pero... parece que necesita una... especie de llave. -Concluyó.
—¿Y qué clase de salida es esa? -Preguntó al acercarse.
—No lo sé, quizá una escalera o algo así. De otra forma, ¿Por qué habría un agujero como este, precisamente en este lugar?
—Quizá pensaron que quedaba bonito.
—Quizá la llave para esto siga por aquí. Venga, vamos a ver que hay detrás de esa puerta. -Dijo, encaminándose por el pasillo de pilares.
La peste a humedad en el ambiente era opresiva, tanto como la oscuridad, y la unicornio comenzó a considerar el tiempo que tardarían en salir de allí incluso si conseguían el diamante en el momento.
—Spike... tengo un mal presentimiento.
—¿Qué? ¿Por qué?
—No sé cómo explicarlo, pero... siento que no deberíamos estar aquí. Que alguien no quiere que estemos aquí.
—¿Un fantasma?
—Estoy hablando en serio.
—Yo también.
—No- no lo sé. Solo... quiero que salgamos de aquí lo más pronto posible.
—De acuerdo. Pero antes, vamos por nuestro tesoro. -Dijo él, cuando ambos ya se encontraban frente al portal de piedra. De lejos parecía más grande de lo que era en realidad.
—No podré romperlo como la placa de allá afuera, eso es seguro. -Aceptó, intentando empujar las puertas con todas sus fuerzas, en vano.
—¿Quieres que-...?
—Está bien, puedo con esto. -Insistió, realizando el esfuerzo nuevamente. Cada intento infructuoso lo dejaba un poco más débil, hasta que finalmente se rindió.- No puede ser, la maldita puerta está sellada.
—Spike, ¿No crees que-...?
—Debemos encontrar otra manera. -Comenzó a pensar.
—Spike.
—Podríamos volver y conseguir un pico, para...
—¡Spike! -Le llamó la atención de un grito.
—¿Qué sucede? -Le devolvió la mirada.
—¿Ya has probado... no sé, “corriendo” la puerta?
El dragón la observó extrañado, antes de emplear la fuerza de sus brazos no para abrir hacia adelante, sino lateralmente. Su rostro permaneció sin expresión alguna por espacio de un minuto cuando las puertas de piedra se apartaron fácilmente, mientras que Sweetie Belle cruzaba el umbral con porte triunfal.
Al ingresar ambos, se encontraron una sala cilíndrica que se extendía desde aquel punto hacia abajo a través de una escalera de caracol, hallando una oscuridad absoluta. El dragón tomó una pequeña piedra del suelo, y la dejó caer en el centro para medir su profundidad. Pasaron varios segundos hasta que la misma le devolvió el sonido, y supieron que deberían descender mucho más para alcanzar su objetivo.
—Yo iré adelante. No sabemos si los escalones resistirán después de tanto tiempo.-Dijo al pisar el primero de ellos.
—De acuerdo. Solo espero que la batería de la linterna dure lo suficiente...
—Twilight la recargó hace no más de dos días. No te preocupes, tenemos varias horas más de luz asegurada.
—Me alegro, no sé cuánto tardará mi cuerno en funcionar bien otra vez. -Replicó ella, permaneciendo pensativa mientras se centraba en las penumbras que poco a poco iban disipando.- Spike... ¿De verdad estás seguro de esto?
—Respecto a...
—Este lugar... me da escalofríos. No sé que es, pero... hay algo aquí que no está bien. -Decía ella, mientras el dragón la miraba por sobre el hombro, interrogante.- Vamos, tu también debes sentirlo. Hay algo mal aquí.
—Lo único malo que hay aquí es la peste. No te preocupes por eso, en un rato estaremos regresando a casa.
—Eso espero... -Susurró.
Luego de varios minutos llegaron al final de la escalera, encontrándose con una puerta de tallados mucho más trabajados que la anterior.
—No vayas a equivocarte de nuevo. -Dijo Sweetie detrás de él, con gesto arrogante. El dragón suspiró con pesadumbre.
—Cierra el pico y ven aquí. -La llamó él. Mientras se acercaba, la puerta se abrió lateralmente, y una cortina de polvo cayó sobre ellos.
—¡Oh... rayos! Lo hiciste apropósito, ¿No es así? -Inquirió, furiosa.
—Cielos, lo siento, no sabía que había tanto polvo aquí. -Dijo inocentemente, riendo por lo bajo mientras se internaba en la sala.
Su compañera le siguió después, cuando alumbró una sala mucho más pequeña que la anterior. A pesar de la oscuridad, aquel pequeño halo blanco era capaz de iluminar enteramente una figura justo frente a ellos. Quedaron boquiabiertos al finalmente encontrarse frente al objeto de su deseo, el tesoro por el cual tantos problemas habían pasado.
A seis metros de distancia un altar se levantaba en el centro de la habitación, en el cual podía verse la figura de una yegua unicornio de melena lacia, esculpida delicadamente en piedra blanca de un metro de altura, elevando sus brazos al cielo.
En el centro de su pecho algo brillaba con intensidad, reflejando la luz. El dragón desvió ligeramente el halo y pudo ver aquel bello purpura. Ese diamante en forma de rosa que aquella potra, olvidada por el resto del mundo, guardaba celosamente.
—Cielos... es... es... -Susurraba Sweetie.
—Es la rosa eterna. -Completó Spike, tan sorprendido como ella.
—Es... preciosa.
—Al final valió la pena llegar hasta aquí, ¿Verdad? -Le sonrió.
—¿Y qué estamos esperando? ¡Vamos! -Gritó emocionada, dispuesta a correr hacia la joya, pero el brazo del dragón se interpuso.- ¡Oye!
—Espera. Piénsalo un momento.
—¿Pensar qué?
—Incluso aunque tuvimos que pasar por muchos problemas para llegar aquí, el diamante está... muy al alcance. Las cosas nunca son tan fáciles como parecen Sweetie. ¿Alguna vez has leído a A.K. Yearling?
—¿Y ese quién es?
—Es la escritora de las novelas de Daring Do. En sus historias, cuando se trata de un tesoro en una tumba antigua, el mismo nunca está tan desprotegido como parece. Siempre hay una trampa oculta.
—Tal y como dijiste, son solo novelas. Anda, tomemos ese diamante y larguémonos de aquí. -Lo apartó, dirigiéndose al altar rápidamente.
—¡Sweetie! ¡Espera! -Alcanzó a levantar la voz, cuando la unicornio ya se encontraba frente al altar. Fue tras ella rápidamente y, para su suerte, aún no había tocado aquella pieza.
—No parece que esté conectada a nada más aquí.
—Nunca se sabe. -Dijo él, aproximándose para comprobar la pieza más de cerca.
El tallado y color de aquella piedra preciosa cautivó desde un primer momento al dragón purpura, quien sin darse cuenta ya se estaba relamiendo.
—¡No te atrevas a comértela, Spike! -Advirtió ella.
—Claro que no, solo... la estaba viendo. -Se excusó él, casi ofendido.
—¿Y bien?
—Bueno, no parece que sea una trampa, pero aún así-...
—Eso es suficiente para mí. -Declaró ella, haciendo uso de su magia para extraerla. Spike se mordió el labio con los colmillos ante aquel brusco movimiento, y al ver que Sweetie ya tenía la joya en sus cascos.
Miró a su alrededor esperando lo peor, esperando a que las paredes o el techo comenzaran a cerrarse sobre ellos, o que se abrieran huecos en los mismos y de aquellos salieran disparadas flechas venenosas. Pero nada sucedió.
—Creo que estamos bien, ¿Verdad? -Preguntó la yegua, luego de unos momentos eternos.
—Si... eso parece.
—¡Pues entonces vamos! ¡Tenemos que volver a Canterlot lo antes posible! -Exclamó ella con emoción, comenzando a caminar hacia la puerta junto a su compañero mientras admiraba la rosa frente a ella mediante su magia. Notó entonces la inscripción en la parte que vendría a ser la base de la joya.- Para siempre... -Leyó en voz alta.
—¿Disculpa?
—“Para siempre”, es lo que dice. -Explicó, comenzando a examinar cada detalle de la gema.- Es la joya de la que hablaba la historia, es... el diamante que la princesa mandó a tallar en forma de rosa para su amado. Este es... -Decía, incrédula de la joya que tenía en sus cascos, cuando oyó un sonido extraño fuera de aquella habitación.- ¿Qué fue eso? -Se asustó.
—No lo sé, vino de arriba. -Asumió, animando a la unicornio a retroceder con su brazo derecho extendido, sin quitar los ojos de encima a las penumbras tras el portal que la linterna apenas alcanzaba a disipar. La yegua escondió rápidamente el diamante en el bolsillo superior izquierdo de su abrigo.
—¿Nos habrán seguido?
—No, imposible. -Negó, expectante de la situación. Pasaron unos minutos, pero no se oyó nada más.
—Quizá fuera un murciélago que entró volando, y se fue. Recuerda que estamos en un cañón bastante oscuro y profundo. -Razonó ella. Luego de unos momentos de silencio, el dragón supuso lo mismo.
—Probablemente tengas razón. -Se relajó.- De cualquier forma, para estar seguros, no te alejes de mi. ¿Está bien?
—Sí, de acuerdo. Vamos.
Siguiendo al dragón escaleras arriba e ingresando a la sala de los pilares nuevamente, no encontraron nada fuera de lo normal -más que aquel olor pútrido que calaba por la nariz de la unicornio y le provocaba mareos-, o al menos, nada diferente a cuando habían entrado.
—De acuerdo, allá atrás no había nada. Tenemos que encontrar la llave para salir de este lugar. Busca algo por aquí con forma de hexágono que entre en la hendidura de antes. -Explicó, mientras bajaban la escalinata del portal.
—¡Estoy en ello! -Aceptó, comenzando a buscar en las cercanías iluminadas nuevamente por la luz de su cuerno, cuando un repentino estruendo los sobresaltó a ambos.
Para cuando voltearon, la puerta que daba acceso a la cámara de la rosa se había cerrado, y una hilera de antorchas colocadas a lo largo de los pilares se encendió como por arte de magia, una tras otra, iluminando la habitación completamente.
—¿Q-qué está pasando?
—Lo que me temía. ¡Estate alerta! -La yegua asintió con temor.
Un rugido en el interior de la cámara les indicó que, efectivamente, no estaban solos. Spike intentó rastrearlo a través de sus sentidos, y el nuevo rugido de la criatura que los acechaba, a pesar de los ecos, le proporcionó su ubicación.
Tomó el casco de Sweetie y, a dos segundos exactos de correr y saltar, la criatura cayó sobre el lugar donde antes habían estado, de espaldas. Mientras se incorporaban, alcanzaron a divisar la figura de la bestia que los había atacado; aquel aguijón de escorpión era inconfundible.
Una mantícora encontró sus miradas al voltearse. El cuerpo de león, las alas de murciélago y aquel aguijón mortal daban fe de que se trataba de aquella misma criatura, aunque había algo diferente: Triplicaba el tamaño de cualquier espécimen que hubieran visto en el pasado, y los tonos de su pelaje y alas se limitaban al negro y al gris. Y aún peor, algo colgaba del cuello de la criatura.
—Eh, Spike. ¿Esa... era la llave de la que hablabas? -Cuestionó, al lograr divisar un sello de piedra con terminación en hexágono en su collar.
—Por Celestia, esto debe ser una broma. -Se exasperó, para luego oír a la bestia rugirle directamente. Estaba claro que le había clasificado como su primer presa.- Sweetie, escóndete detrás de los pilares. Cuando veas la oportunidad, atácalo por la espalda con magia. Yo aprovecharé para quitarle el collar. ¿Entendido?
—Entendido.
—Ahora escóndete... pero no corras frente a él, o te perseguirá. -Ordenó, mientras ella se movía de la forma más calmada posible a una de las columnas, y la mantícora avanzaba a paso lento hacia Spike, con certeza de su victoria.- ¡Espero que te guste la comida picante! -Declaró cuando la bestia se abalanzó sobre él.
La evadió hacia un lado ágilmente, descargando una potente llamarada cuando estuvo en el suelo. Pudo oír sus lamentos, sintió en el aire el olor a pelaje y piel quemada, pero debió usar rápidamente una de las columnas cercanas para protegerse de la embestida de la furiosa bestia. Las llamas verdes se disiparon en poco tiempo, y comenzó a rastrear al dragón que se encontraba a pocos metros de ella, movilizándose para evitar entrar en su campo de visión.
La unicornio apenas asomó por el borde del pilar, alcanzando a divisar a la criatura negra. Esperó pacientemente hasta que la misma le dio la espalda al buscar al dragón, y entonces fue el momento.
—¡Cómete esto! -Le gritó, lanzando un rayo mágico que hizo blanco en la nuca del monstruo. Apenas habiéndose percatado del ataque, se volteó hacia la poni junto al pilar.- Ups...
Rugiendo con fervor, se lanzó contra Sweetie Belle, lo que resultó en una columna a medio destrozar y en la unicornio apenas escapando a sus poderosas garras por los pelos, tropezando poco después dada la debilidad de su casco. Estaba a merced de la bestia, que se acercaba a paso lento pero seguro hacia ella. Se encontraba paralizada por el miedo, no podía huir.
—¡No te atrevas a tocarla! -Vociferó Spike, saltando a su espalda para aferrarse fuertemente, mientras que buscaba la llave en su collar sin descuidar el aguijón que la bestia empleaba en múltiples intentos de apuñalarlo.
Fueron los diez segundos más largos en la vida del dragón, que le resultaron suficientes para arrancar el sello de piedra de su cuello, justo antes de que la bestia alcanzara su cuerpo con una de sus garras, y lo lanzara contra uno de los pilares. Literalmente, oyó el crujir de sus huesos al impacto, antes de caer al suelo con una repetida tos, respirando con dificultad.
Usando como punto de apoyo aquel pilar, intentó ponerse en pie poco a poco. Pero al levantar la vista, la poderosa garra de la bestia le impactó de lleno en su pecho, lanzándole a tres metros de distancia.
Una honda herida se abría en el pecho del dragón, quien dados su debilidad y aturdimiento apenas era consciente de lo que sucedía a su alrededor. Antes de que un último zarpazo le arrancara la vida del cuerpo, solo había una cosa en la que podía pensar.
—Sweetie... -Alcanzó a susurrar, incapaz de incorporarse.- Sweetie Belle...
La bestia se aproximaba poco a poco, dispuesta a acabar con los invasores de una vez por todas. Nada lo separaba de su objetivo. Nada... más que la valentía de aquella potra.
—¡Oye! ¡Cerebro de mosquito! -Le insultó ella. La mantícora se volteó en su dirección, pero no llegó a divisarla pues algo se clavó al instante en sus ojos. No eran nada más que fragmentos de piedra que antes se habían desprendido del pilar, pero que lanzados con magia constituían un arma efectiva.
Mientras la cegada mantícora se resentía de aquel dolor, y comenzaba a avanzar por la sala hacia donde había avistado a la unicornio mientras atacaba el aire con sus zarpas, Sweetie ya se encontraba junto al dragón en mala condición.
—¡Spike! Oh no... no... cielos, resiste por favor. -Decía con infinito temor, abrumada por la sangre derramada, y la carne a la vista del pecho del dragón.
—D-dime la verdad, ¿Q-qué tan mal se ve? -Cuestionó, sufriendo un dolor imposible.
—Horrible. -Respondió rápidamente, con un temblor en sus cascos.
—B-bien. Esta es la llave, u-úsala en la hendidura. -Ordenó, poniéndola en sus cascos. Sweetie, a pesar del terror que la agobiaba, no perdió tiempo y rápidamente auxilió al dragón, intentando llevarlo en hombros mientras se dirigía a la placa de piedra que le había señalado antes.
Ayudó a Spike a recostarse a un lado, y sin perder más tiempo colocó el sello. Un sonido se oyó justo bajo ella, cómo si algo hubiera encastrado aparte de la llave misma. Luego comenzó a hacerlo girar de forma desesperada, poniendo sus esperanzas en que aquella era su única escapatoria. La bestia seguía resintiéndose de la herida, pero no pasaría mucho tiempo antes de que se recuperase.
Al instante, los sonidos de un mecanismo que no parecía haber sido aceitado en milenios se hicieron presentes en la sala, aunque por causa del eco resultaba imposible saber de donde provenían. Una gran cantidad de polvo cayó encima de la potra quien, al poco de cubrirse, miró hacia arriba buscando su origen, encontrando que el túnel en lo alto ya no era curvo, sino vertical. Un viento frió le besó el rostro segundos después, y sintió el aroma del aire fresco. Todo provenía del exterior.
Sin darle tiempo a pensar, la placa central se desencajó del suelo en un brusco movimiento, dando lugar a una plataforma que, aunque unos pocos centímetros, comenzaba a elevarse. Al darse cuenta de ello la yegua ayudó a subir a su malherido compañero.
El dragón cayó acostado, débil, mientras su transporte poco a poco tomaba velocidad, y pronto aquella sala y los lamentos de la mantícora negra quedaban atrás. Al alcanzar el techo, la plataforma se encajó en los rieles de las paredes y fue así como continuó su camino. Ahora solo podía oírse el roce de las rocas con el elevador, y el silbido de la tormenta en el exterior que suponía una fría bienvenida a su regreso.
Continuará...
¡Special time!
Dado que esta ficción tuvo una gran aceptación por parte del público, decidí hacer el capítulo un poco más largo que la última vez. Espero que les haya gustado.
Al principio pensaba dividir la presente entrega en dos, pero a decir verdad tenía muchas ganas de postearlo de una sola vez. Sip, no quería dejarlos con un final taaaaan cliffhanger como en el anterior.
En fin, si todo marcha sobre ruedas, probablemente pueda hacer al menos dos capítulos por mes, pero comprendan que también hay otra historia en la que debo concentrarme y que no debo descuidar -sip, hablo de Decisiones, que empecé a escribir hace ya año y medio-.
En fin, creo que eso sería todo por el momento. Espero estén disfrutando de esta historia, así como también espero que puedan acompañarme hasta el final de este viaje. Oh, y claro, espero con ansias sus reviews.
¡Hasta la vista! ¡Y gracias por leer!