Arco de la acrobacia, Capítulo I
—¡Hola! Veo que es tu primer día en la escuela. Soy Joyful Smile, ¿tú cómo te llamas?-te saluda la pequeña unicornio aguamarina de crin rubia y ojos chocolate, sonriendo con amabilidad mientras te fijas que su cutie mark es un corazón sonriente.
Oh, lo sabrás muy pronto...[...]
viene de la página 12—Oye, es muy amable por tu parte llevarme las alforjas, pero de verdad que no tienes por qué...
Bah, unas alforjas no son nada para un dragón como yo. Además, he llevado cosas mucho más pesadas...[...]
viene de la página 70Decides no apresurarte y escuchar lo que te tenga que decir.
—¿Te apetecería pasarte por casa para ayudarme a hacer los deberes? ¡Mamá hace unas galletas estupendas!
Hmmm, galleeetas...[...]
viene de la página 41Al final piensas que siempre puedes ir a por ese cómic más tarde, parece que tiene algo importante que contar, dado su nerviosismo.
—Estaba pensando... ¿Q-querrías acompañarme a ver la película que acaban de estrenar en el cine? Es que he conseguido dos entradas y no tengo con quién ir...-te pregunta con un casi imperceptible tinte rosado en sus mejillas.
Oh, por favor, este recurso está muy visto...[...]
viene de la página 92Escuchas atentamente, desechando de tu cabeza la idea de interrumpirla para pedir más información.
—¡S-sólo quería que mi padre me prestara más atención! Desde que mamá murió, se ha centrado cada vez más en el trabajo y... me siento tan... sola...-solloza, apoyando su cabeza en tu pecho y notando cómo te empapa con sus lágrimas de pena.
Será un dramón barato, pero la pobre me da algo de pena... ¡No, Spike! Céntrate. Esto es por un bien mayor...[...]
Te está mirando, roja como un tomate y con los ojos ligeramente llorosos. Finalmente, abre la boca para hablar.
—Quería darte las gracias por todo lo que has hecho por mi... Ser mi amigo, escuchar mis problemas, ayudarme con todo... La verdad es que... Me gustas. ¿Querrías ser mi novio?
Ni siquiera te lo piensas: asientes, radiante de alegría, y os abrazáis. Os queda mucho tiempo por delante, y os seguiréis apoyando mutuamente.
FIN
—¡Sí! ¡Toma ya! ¡Con esta ya van mil chicas conquistadas en estas novelas de citas! No hay quien se te resista, Spike...-se autoaduló el bebé dragón sentado cómodamente en su cama, mirándose su flexionada garra derecha con petulancia mientras con la izquierda sostenía el libro abierto por la página que acababa de leer.
—¡Spike! ¡Spiiiiike!-resonó a través de la puerta la voz de cierta alicornio púrpura.
—Oh, por el amor de... ¿Sí, Twilight? ¡Fuera, bicho, fuera!-espetó en voz baja a un moscardón que zumbaba cerca de su oído, el cual se fue por debajo del marco de la puerta.
—¿Puedo pasar?
—Claro, estás en tu casa.
—Ja ja, muy gracioso-respondió ella, al tiempo que entraba a la habitación.
—¿Qué querías?
—Verás, quería pedirte... Spike, ¿qué estás leyendo?-preguntó con extrañeza, arrancando el libro de las garras de su joven asistente con su magia, lo que generó en él una mueca de desagrado.
—¡Oye!
—¿"Los primeros latidos de la juventud - Elige tu propio romance, diez rutas distintas para elegir"? Spike, ¿qué es... esto?-cuestionó ella con una ceja arqueada por la extrañeza.
—Lo que tú llamas "esto" es un entretenido libro sobre variadas situaciones del primer amor con diversas chicas y cómo llegar a buen término a través de sencillas opciones-recitó él con orgullo incontenible.
—... Estás diciendo de memoria lo que pone en la contraportada.
—¿Y qué? Lo que importa es que es verdad-repuso él, encogiéndose de hombros mientras miraba a otro lado.
Twilight se limitó a mirarlo un momento, tras lo que suspiró, dejó el libro en la estantería y se encaminó hacia donde estaba el dragón, aún enfurruñado.
—Spike, me tienes preocupada. Llevas varias semanas en que no haces más que leer libros relacionados con las relaciones amorosas: "Amor para tontos", "El dandismo y tú", "El manual del perfecto caballero", "Cómo ganar a tu dama en nueve sencillos pasos", varios de elegir tu propia aventura pero de esta temática...
—¡Oh, vamos, Twilight! ¡Tú misma me ha dicho varias veces que no tengo oportunidad con Rarity por mi falta de experiencia con las mujeres! Y, odio admitirlo, pero tienes razón...
—También está el tema de que tú eres un bebé drag-
—El caso es-continuó él, interrumpiéndola-que me puse a pensar, y me dije: "¿Qué haría Twilight sobre algo de lo que no sabe?" y obtuve la respuesta al instante: ¡leer libros sobre ello hasta hacerse una experta! Y, bueno, ya te lo dije, pero encontré esa librería tan guay en Canterlot que tiene de todo, y esa dependienta tan simpática llamada Ink Heart me ayudó encantada a encontrar todo tipo de libros que pudieran ayudarme para alquilarlos. ¡Incluso me dejó suscribirme al servicio de entrega por correo!
—Estoy segura de que le contaste toda la historia, al igual de que vas por el pueblo presumiendo de que eres "El Conquistador" solo por lo que estás leyendo últimamente y lo seguro de ti mismo que estás-comentó ella, con el sarcasmo y el hastío presentes en su voz y su mirada.
—Oh, no, no, solo lo justo y necesario: que estaba enamorado de la chica más hermosa y delicada que existe y que necesitaba toda la ayuda posible para estar a su altura...
Ahí estaba otra vez: el otrora dedicado, simpático y bienintencionado Spike se había vuelto a convertir en un zombi babeante. Literalmente, pues estaba dejando un charco de saliva en sus propias sábanas, perdido en su mundo de ensoñaciones.
—Spike, lo que hagas con tu estipendio no es de mi incumbencia...
—Esti... ¿qué? Incum... Incumba...
—Que no me importa en qué te gastes tus ahorros-le cortó-, pero déjame decirte una cosa: ya no es solo oootra vez lo de Rarity. Si hay algo que me ha enseñado la vida es que no puedes esperar aprender todo en los libros. Tienes que aprender a dejarlos de lado para ciertas cosas y relacionarte con los demás: escucharlos, atenderles en lo que necesiten, pasarlo bien con ellos...
—Vale: uno, eso es lo que he estado haciendo exactamente hasta ahora sin resultado. Dos, habló la que nunca ha tenido una cita.
—¡¡Para tu información-exclamó ella, roja de indignación-, estoy muy ocupada con mis estudios y mis labores para interesarme por esa clase de cosas, además de que estoy muy bien sola, y...!!
Suspiró lentamente y con los ojos cerrados, intentando relajarse. Eso no iba a llevarla a ninguna parte, y tenía prisa.
—No tengo tiempo para esto. Escucha, Spike: me ha salido un asunto importante con las chicas, y necesito que te quedes a vigilar el castillo.
—¿Qué? ¿¿Otra vez??
—Sabes perfectamente que no podemos dejar esto desatendido: podría ocurrir un escape de agua, o un robo, o...
—Twilight, estamos en Ponyville. La gente deja la puerta de su casa abierta, todos nos conocemos y no hay ladrones que valgan, por favor.
—Nunca se sabe. Por favor, necesito que te quedes. ¿Lo harás por mi, asistente preferido?-preguntó, con una sonrisa exagerada y cierto brillo en sus ojos.
—Ni que tuviera elección...-respondió por lo bajo, envolviéndose en su manta y dándole la espalda.
—Spike...
—Vete. TUS amigas te esperan.
Ante esa respuesta ella se quedó preocupada, pero es cierto que llegaba tarde a su compromiso. Decidió que luego hablaría con él, por lo que se giró y se encaminó a la puerta, hablando una última vez antes de salir.
—Spike, recuerda esto: eres un chico bueno, dulce, habilidoso e inteligente. Podrías tener la chica que quisieras, no te obsesiones más con algo que no va a llevar a ninguna parte. Y, por lo primero que te he dicho, recuerda por favor que también te aprecia y se preocupa por ti un montón de gente.
La puerta al cuarto del dragón se cerró, y poco después la del castillo, dejando el lugar en un mortal silencio. El pequeño dragón se acurrucó en su propia soledad, y terminó quedándose dormido.
La mina era gigantesca, con estalagmitas y estalactitas brotando de todas partes y sus lentos pero sonoros goteos de agua calcificada siendo la única banda sonora de ese lugar. Pero tampoco le importaba demasiado, pues de suelo, paredes y techo surgían menas de gemas de todas las clases, colores, tamaños y sabores, instándole a que les hincara el diente. Era todo un paraíso y no perdió el tiempo, corriendo hacia un prisma de turmalina verde brillante y empezando a devorarlo con fruición. Estaba entregado a su labor masticatoria cuando empezó a oír una voz.
—Spike...
Por un momento paró de comer. Sin embargo, se dijo a si mismo que sería fruto de su imaginación, por lo que volvió a tragar. Sin embargo, la voz de antes surgió de nuevo, su eco rebotando entre las profundidades de la cueva.
—Spike...
De acuerdo, eso era raro, se dijo. Con algo de pena, pero definitivamente movido por la curiosidad, empezó a seguir ese misterioso sonido hasta su fuente, pasando a lo largo e interminables galerías de todo tipo de minerales, que parecían estar tentándole, como si quisieran impedir que llegase a su destino. Pero, a pesar de lo apetitoso que parecía todo, siguió doblando recodos, escalando rampas y descendiendo cuestas. Al cabo de lo que parecieron horas, encontró el origen de lo que fuese que lo llamase: una gigantesca sala circular coronada en su centro por un maravilloso monolito de diamante, transparente como el agua, perfectamente pulido y del tamaño de las puertas del castillo de Canterlot.
—Madre mía... Imagina la de tartas, cupcakes, bocadillos y otras recetas que podría preparar con esto durante meses...-dijo en voz alta, babeando.
—Preferiría que no lo hicieses-resonó con fuerza el monolito.
—¿¿Cómo?? ¿Las gemas podéis hablar? ¡Oh, lo siento, prometo no volver a comeros a ninguna, de verdad!
—¡Ji ji ji! ¡No seas tonto, claro que no! ¡No soy una gema, solo te hablo a través de ella!
—Uf, menos mal, porque no pensaba mantener esa promesa en absoluto-confesó.
En ese momento, el monolito entero pareció resonar con fuerza debido a las carcajadas que emitió. En su pulida superficie empezó a formarse una imagen, primero como una bruma borrosa pero que fue lentamente tomando forma, como un extraño espejismo. Finalmente terminó por mostrar lo que a sus ojos era la yegua más hermosa que había visto jamás, incluso más que Rarity. Su pelaje era de un suave color rosa claro, la crin y la cola azabache parecían brillar y estaban cuidadosamente peinadas en sacacorcho como Rarity, y le miraba con unos ojos del color del fuego que evocaban en él todo tipo de emociones embriagadoras. Una cosa tenía clara: haría todo lo que ella le pidiera.
—Spike...
—¿S-sí?-articuló con enorme dificultad, tragando saliva.
—Tengo que pedirte un favor...
—Lo que tú digas...
—Verás, se trata de...
Sin embargo, y antes de que pudiera decir nada más, la imagen empezó a perder consistencia rápidamente, terminando por desvanecerse como el humo. El pequeño dragón salió entonces de su trance, agitando la cabeza como intentando sacudirse de encima los últimos restos de la ilusión.
—Qué... ¿Qué ha pasado...?
—¡Oh, porras! ¡Todavía no puedo mantenerlo el tiempo suficiente!
—¿Mantener? ¿Mantener el qué?
—Déjalo, no importa. De todas formas no me hacía mucha gracia engañarte así.
Spike fue a protestar, airado, pero en ese mismo momento apareció de nuevo algo en la superficie del monolito. Solo que esta vez se trataba de un libro abriéndose lentamente a su altura, deteniéndose en una página que mostraba un escueto mensaje dos posibles respuestas al final.
Dices ser "El Conquistador" y que has conseguido ya a mil chicas. Si te gustan los retos, te propongo que pongas a prueba tus habilidades.
Sí No
El chico leyó cuidadosamente el mensaje, quedándose a cuadros. Finalmente logró hacer lo que le parecía más sensato: ponerse a hablar consigo mismo en círculos mientras la paranoia lo devoraba.
—Vale, recapitulemos, Spike: después de tu bronca con Twilight por leer todos esos libros te has quedado dormido en la cama y estás soñando con una mina repleta de deliciosas gemas en la que un monolito de diamante te ha mostrado una yegua preciosa y después un mensaje sobre tus progresos en la sabiduría amorosa. Dejando a un lado que nada de esto tiene sentido y que en cualquier momento te va a dar un ataque, está claro que tiene que ver con lo que has estado haciendo últimamente. Quizá sea un temor que tienes de no ser lo suficientemente bueno, de no saber lo suficiente para conquistar a Rarity. Es eso, ¿verdad? ¿Verdad?-se giró, preguntando al monolito con el rostro sudoroso.
—...
—Ah, genial, ahora te callas... Espera, todo esto está pasando después de lo de Twilight. ¿Y si este sueño es una manifestación de mi subcon... busconc... ¡Bah, como sea! ¿Y si es mi propia cabeza hablándome en sueños para que demuestre que ella no tiene razón? ¡Eso explicaría todas estas gemas, la yegua de antes y ese texto! ¡Soy yo mismo dándome ánimos para que persiga mi sueño!-exclamó, orgulloso de si mismo mientras sacaba pecho.
—...
—¡Y todo esto por lo de Twilight! ¡Ya es el colmo! ¡No solo tengo que aguantar sus charlas y broncas despierto, ahora me persigue mientras duermo! ¡Ah no, eso no lo voy a consentir! ¡No señor! ¡Se va a enterar!
Dicho eso, se encaminó hacia el monolito con paso resuelto, parándose justo delante de las dos posibles respuestas mientras resoplaba humo por la nariz.
—Está bien, Spike... Juguemos. Nada detendrá al Conquistador.
Y, con esas palabras, posó su garra sobre el "Sí". En cuanto lo hizo, el monolito pareció brillar como el mismo sol, apareciendo ondas concéntricas y perdiendo consistencia donde el dragón había tocado. Asustado, intentó separarse, pero no solo no pudo, sino que fue siendo lentamente absorbido por la estructura. Sus gruñidos y gritos de esfuerzo y socorro dejaron de oírse en cuanto desapareció por completo dentro de ella.
Despertó jadeante e incorporándose de golpe, cosa natural dada la naturaleza pesadillesca de su sueño, y sintiendo un gran dolor en la frente... Un momento. Estaba seguro de haber visto algo antes de sentirlo y cerrar los ojos por la sensación... Dejó de masajearse el lugar dolorido y abrió los ojos. Frente a él, mareada y tendida de espaldas, se encontraba una figura encapuchada de la que solo se veían sus cascos, por lo que dedujo que se trataba de un potro o potrilla y que le había dado un cabezazo al despertarse, seguramente por tenerla encima. El susto y la extrañeza le invadieron, bajando corriendo de su cama y buscando algo con lo que defenderse. Finalmente fue a su caja de cómics, sacó uno y lo enrolló, blandiéndolo a modo de garrote.
—D-de acuerdo, ¿q-quién eres tú y qué haces en mi c-casa?-balbucéo mientras le temblaban las piernas, presa del pánico.
—Auuu... Mi cabeza...-respondió la figura con un tono de voz femenino e infantil, aún mareada.
—¿Eh? Eso ha sonado como de niña... ¿Quieres decirme qué haces aquí?-preguntó, con el pulso todavía igual de estable que un flan en un terremoto.
La figura no contestó inmediatamente. En su lugar, terminó de recomponerse del golpe, se le quedó mirando y se lanzó contra él como una centella, placándole en un fuerte abrazo contra el suelo.
—¡Oh, gracias, gracias, gracias, Spike el Conquistador! ¡Sabía que podíamos contar con usted! ¡Perdone por el sueño, pero era parte del protocolo-exclamó, más feliz que un potrillo con sus regalos de cumpleaños.
—Eh... ¿qué? Esto... ¿cómo? ¿¿Te importa explicarte de una vez??-gritó, extremadamente incómodo.
—¡Oh, claro! ¡Perdóneme, señor! ¡Mis modales son horribles, no debería haber hecho este acercamiento tan informal ni quedar sin presentarme! Un momento...
Llevó una pata a su vestimenta, quitándosela de un tirón y revelando algo que dejó a Spike mudo: se trataba de una sonriente versión en miniatura de la yegua que había visto en sueños. Misma tez, mismos ojos, la crin negra pero recogida con un coletero magenta... Hubo tres cosas que le sorprendieron, sin embargo. Por un lado, llevaba en su cabeza un broche con la forma de un cráneo de poni y con las cuencas decoradas con redondos cristales negros. Por otro, en vez de la clásica cola peluda tenía una cola delgada más propia de un reptil, del mismo color que su crin y terminada en un corazón con la punta hacia fuera. Y, para completar el cuadro, tenía alas, pero no se trataba de una pegaso, pues estas eran más propias de un murciélago, como la guardia personal que trajo a la princesa Luna aquella Nightmare Night. Su cutie mark consistía en una botella que parecía estar absorbiendo una especie de bruma oscura con ojos rojos.
—Pero... ¿qué...?
—Me presentaré, señor Spike el Conquistador. Me llamo Impish Wave, provengo del Tártaro y soy un súcubo.
—...
—Esto... ¿Hola? ¿Está bien?
Obtuvo su respuesta justo después cuando el aludido se desmayó, colapsado por la información.
Hace unos minutos, alguien estaba ocupado en su casa haciendo sus tareas mientras miraba por la ventana. Hacía un precioso día de distorsionada realidad, con islas flotantes vagando por ella y una especie de iguana con tentáculo morado por cabeza bebiendo de un charco de zumo de naranja a través de sus ventosas en una de esas formaciones rocosas. El ser volvió a lo suyo, terminando de deshacer la cama tras haberse levantado más temprano aquella mañana de ella perfectamente lisa. Justo cuando iba a ocuparse de otra cosa arrugó el entrecejo, pensativo.
—Vaya, vaya... Hacía mucho que no sentía esa magia. Veo que os estáis empezando a mover... Bueno, ya veremos qué ocurre.
Sin más, Discord se encogió de hombros y se sentó en su sofá, chasqueando los dedos y haciendo aparecer ante si la prensa matutina de Canterlot. Ya se la devolvería más tarde a su dueño.
—... ike... Spike... ¡Spike!
—Uuuuuuh... Vaya sueño dentro de un sueño más raro que he tenido... A veces Luna puede tener mucho sentido del humor...
—¿De qué habla? ¡Claro que no ha sido un sueño!
Abrió los ojos y comprobó, atónito, que la potrilla de antes le estaba mirando a los ojos, preocupada y sujetándole firmemente con sus cascos por los brazos y las piernas.
—De acuerdo, ¿qué haces?-preguntó, con tono de voz cansado.
—Perdóneme, señor, pero tras desmayarse le traje a su cama y, dado su último despertar tras estar canalizando mi hechizo tan cerca de usted por mi poca experiencia, decidí inmovilizarlo así para que no me volviese a dar otro cabezazo. Solo espero que me perdone por hacerlo, pero es que la tiene muy dura...
Él giró la cabeza hacia su izquierda: era cierto, estaba sobre una superficie blanda y podía ver sus sábanas azules. De repente, ella se apartó y se puso a botar sobre la cama, feliz.
—¡Vaya, qué blandito! ¡No tenemos comodidades así en casa! ¡Guauuuuuuuu!
Spike fue a protestar con las pocas fuerzas que le quedaban en tan extraña situación, pero en ese momento la jovial potrilla (si es que se trataba de un poni) le abrazó con fuerza, arrastrándole en sus saltos sobre el mueble.
—¿¿Pero qué haces??
—¡Oh, vamos, esto es divertido! ¿Nunca ha hecho esto antes? ¡Le veo demasiado serio, relájese y déjese llevar!
A estas alturas había perdido casi toda la cordura y le daba todo igual, así que se encogió de hombros y se sumó. La verdad es que nunca había hecho algo así, pues Twilight siempre le estaba aleccionando sobre la responsabilidad de cuidar las cosas y tampoco es como si pudiese moverse mucho en su antigua cesta, teniendo esta cama nueva desde hace poco en comparación. A los pocos segundos se encontró disfrutando la situación, empezando a reír por lo bajo hasta terminar ambos estallando en carcajadas. Tras unos minutos se derrumbaron sobre la cama, exhaustos pero contentos.
—Vale, tengo que admitirlo: eso ha estado muy bien-dijo él, entre jadeos de cansancio.
—Dímelo a mi... ¡Oye, eres bastante bueno!
—Gracias pero, respondiendo a tu pregunta, esta es mi primera vez-afirmó, entre contento y orgulloso.
En ese momento, y antes de que nadie pudiera decir nada más, la puerta se abrió de golpe.
Las puertas del castillo de la princesa Twilight se abrieron, entrando la susodicha con cierta pesadumbre con una caja a sus espaldas. Al final solo había estado un par de horas fuera, pero sus amigas le habían notado mala cara y acabó contándoles que había tenido un problema con Spike, sin entrar en detalles eso sí. Ellas terminaron por aconsejarle que hablase con él y pasase algo de tiempo a su lado, además de ofrecerse a cuidar cuando pusiesen el castillo para que no fuera siempre Spike el que tuviese que quedarse. Verdaderamente, reflexionó, se había pasado de la raya con las formas y era cierto que no dejaba de pedirle cosas, así que de vuelta a casa se pasó por Sugarcube Corner y compró media docena de cupcakes variados para compartir con él mientras hablaban, a modo de ofrenda de paz. Solo esperaba que al final del día, o antes, todo hubiese quedado arreglado entre los dos, pues en el fondo le quería.
Además, pensándolo bien, sí que había sido una tontería argüir un posible robo como motivo para que se quedase, razonó para si misma mientras se encaminaba al cuarto del joven dragón. Al fin y al cabo, en Ponyville nunca ocurría nada menor, y si hubiese algún desastre o ataque de monstruo ella y sus amigas lo resolverían. Y se trataba de una princesa, ¿quién iba a entrar en su propiedad? Justo iba a llamar a la puerta del cuarto cuando unos extraños ruidos en su interior la llamaron la atención, haciendo que pegara la oreja.
—Vale, tengo que admitirlo: eso ha estado muy bien.
¿Huh? ¿Está Spike hablando con alguien?—Dímelo a mi... ¡Oye, eres bastante bueno!
¿Es esa la voz de una niña? ¿Será una visita?—Gracias pero, respondiendo a tu pregunta, esta es mi primera vez.
¿Cómo que la primera...? Será mejor que entre, no entiendo nada.Activó su magia, abriendo la puerta de golpe y sorprendiendo al dragón y a una mancha que se escondió corriendo bajo la manta.
—Spike, ¿qué ocurre aquí?
—¡Ah, hola Twilight! ¿Cuánto tiempo has estado fuera?
—Eso no importa ahora. ¿No me vas a presentar?-preguntó, hablando sobre todo a la cama y con una extraña mezcla de curiosidad, extrañeza e inquietud en la voz.
El bulto que se ocultaba se revolvió un momento, preso del miedo y la timidez, pero finalmente acabó por asomar la cabeza.
—Twilight, te presento a Impish Wave. Impish Wave, Twilight Sparkle.
—Ho-hola...
—Hola, Impish Wave-saludó la alicornio con amabilidad-, gusto en conoceee...
Su frase quedó a medias cuando la chiquilla saltó de la cama al suelo, mostrando sus extraños atributos. Nunca había visto un poni como ella, lo cual le traía un montón de preguntas a la cabeza y hacía que su repentina presencia allí le inquietase aún más.
—Spike... ¿qué-digo, quién es ella?
—Te lo acabo de decir, se llama...
—No, Spike. Quiero decir... En fin, no es un poni de tierra, ni un pegaso, ni un unicornio, y de alicornio ya ni hablemos-comentó, con una cara de póker digna de enmarcar.
—¡Ah, eso!-interrumpió la despreocupada chica-No, no soy un poni corriente. Soy un súcubo y vengo del Tártaro.
Si hasta entonces los engranajes de la cabeza de Twilight estaban trabajando a pleno rendimiento, ahora corrían más que Rainbow en una carrera jugándose dinero. Algo quería hacer clic en su cabeza, pero ¿qué? Canalizó un momento magia a través de su cuerno y convocó algo que podía sacarla de dudas: un libro con la foto de una siniestra caverna en la portada.
—Vamos a ver, "Mitos y leyendas del Tártaro"... Advertencias, Cerbero, sellos... ¡Ah, aquí está! Súcubo. Criatura con semblanza de poni que se aparece en sueños y utiliza ilusiones para... No. No, no, no... ¡Oh, no, no es posible que...!
—Errrr... ¿Twilight? ¿Estás bien?-interpeló Spike genuinamente preocupado, viendo que la susodicha había dejado de leer en voz alta y que empezaba a enrojecer de forma masiva.
—S-spike, escúchame-pidió la alicornio, tragando saliva con dificultad y temblándole la voz-, necesito que me d-digas exactamente t-todo lo que ha ocurrido desde que me he ido.
—Vaaaaaale... Me envolví en la manta, bastante enfadado, y supongo que debí quedarme dormido, porque estaba en una fabulosa mina llena de todas las gemas que pudiese imaginar...
Utilización de un bellísimo paisaje onírico que contiene los mayores placeres de la víctima... No, no...-empezó Twilight a rememorar lo que acababa de leer.
—Una vez dentro, me llamó una voz misteriosa hasta llegar a un monolito de diamante en el que estaba reflejado la yegua más hermosa que había visto en la vida...
La criatura se aparece como una yegua de exquisita belleza que la víctima no podrá olvidar aunque quiera...-recordó, empezando a sudar copiosamente mientras su rubor se potenciaba aún más si cabe.
—El caso es que me propuso algo que no te importa-puntualizó, aún dolido-, y al despertar vi que en realidad se trataba de Impish, que estaba encima mía y se llevó un cabezazo de aúpa. Perdón por eso, por cierto.
—No importa-dijo la pequeña sin mirarle, ya que su atención se encontraba fijada en una Twilight cada vez más nerviosa que empezaba a manifestar un tic en un ojo.
—Hablamos un poco de tonterías y me acabé desmayando, tras lo que parece ser que me llevó a la cama y me desperté con ella sujetándome, diciéndome que no quería que pasase otra vez lo de antes y que la tenía muy dura...
La criatura pasa entonces de los sueños al plano fís-ESPERA, ¿¿QUÉ??—Yo al principio no quería, pero me abrazó y estuvimos saltando juntos en la cama un rato. Nunca había hecho algo así, pero al final me gustó mucho y a pesar de acabar agotado la verdad es que no me importaría repetir-dijo, con una sonrisa inocente-y, bueno, entonces es cuando has llegado tú.
La mente de Twilight sobrepasaba en esos momentos la velocidad de la luz, todos los poros de su piel amenazaban con deshidratarla, los pelos de su crin pugnaban por ver quién hacía la postura más extraña fuera de su peinado regular y su cara estaba más encendida que un trozo de carbón a punto de estallar por el calor. Todo lo que había leído en el libro, el testimonio de Spike y lo que había oído justo antes de entrar encajaban en un siniestro y horripilante puzle que jamás hubiese querido montar. No podía creer que, por dejar a Spike, su dulce, pequeño, inocente e indefenso Spike solo creyendo que no pasaría nada, le... A él le... Él...
Finalmente, colapsó: sus ojos se tornaron blancos al rodar en sus cuencas, un hilillo de baba se escapó de su boca y sus patas se volvieron de gelatina, cayendo desmadejada al suelo, completamente inconsciente. Los dos niños corrieron a su lado, preocupados.
—¡Twilight! ¡¡Twilight!! ¿Qué te ocurre?-indagó Spike, zarandeándola intentando despertarla sin resultado.
—No sé qué le ha podido pasar, pero está claro que tiene que ver con lo que sea que haya leído de mi en ese libro-suspiró, alicaída.
—¿Qué quieres decir?
—Vosotros, los de la superficie...
—¿Qué?-interrumpió él, ojiplático.
—Así es como os llamamos los que habitamos allí. Como decía-continuó, molesta por la interrupción-,vosotros, los de la superficie, sabéis muy poco de lo que pasa verdaderamente en el Tártaro. Es un lugar demasiado horrible como para permitir a nadie acercarse (tampoco es que haya muchos con ganas de hacerlo), por lo que entre las medidas para alejar a los curiosos, el hecho de que esté lleno de criaturas de pesadilla y las leyendas y cuentos de miedo creados en torno a él, se han difundido un montón de exageraciones y puras mentiras. A saber qué basura pone ahí dentro de mi raza-bufó con los carrillos hinchados, mirando al libro asqueada.
—¿Quieres que miremos lo que pone?
—No, por favor. Mejor ocupémonos de ella, la pobre va a coger frío.
Al oír eso, Spike acudió presto a su cama, cogió la manta y volvió al lado de la aún catatónica Twilight, deteniéndose en seco al ver que Impish estaba tocándole la frente con su cola, que en esos momentos brillaba levemente de un color rojizo.
—¿¿Qué haces??-gritó él, desconfiado.
—¡Tranquilo, no la estoy haciendo daño! ¡Solo intento hacer que olvide!
—¿Cómo?
—Es obvio que lo que sea que haya leído... ahí-escupió-le ha dejado en este estado, así que prefiero que no recuerde nada de todo esto. A ver... ¡Ya está! Cuando despierte, creerá que le ha encontrado dormido y que ella misma ha decidido tumbarse aquí un poco a descansar. Ayúdeme a moverla-pidió mientras intentaba colocarle con esfuerzo una pata como si se hubiera tumbado.
Spike receló. Todavía no se creía las tonterías que le había contado ella, y estaba claro que no sabía de qué era capaz. Sin embargo, sí era cierto que no podían dejar a Twilight así, por lo que al final acudió manta en mano, dejaron a la desmayada como si se hubiera echado y la tapó con cuidado. Justo después se fijó en que Impish se había quedado mirando a una caja atada con una cuerda, la cual llevaba Twilight a su espalda al entrar y había acabado por ende en el suelo como ella.
—¿Qué es eso?-dijo ella, curiosa.
—A ver, déjame que mire... ¡Oh, cupcakes! ¡Y los hay de varios sabores!
—¿Qué es un cupcake?
—... Tienes que estar de broma.
—Me temo que no. ¿Eso se come?
—Ya lo creo. Coge el que quieras.
—¿Yo? Pero...
—Hazme caso.
Finalmente se armó de valor y, tras pedir permiso, levitó uno de menta y chocolate con su magia y se lo llevó a la boca. En cuanto lo masticó, sus pupilas se hicieron imposiblemente grandes mientras sonreía feliz hasta el punto de que parecía que la boca le iba a llegar a las orejas.
—¡¡Madre mía, esto es...!! ¡Jamás había probado algo tan delicioso!
—Me alegro de que te guste-comentó, entre sorprendido y contento.
—¡Ya lo creo! ¡¡Oh, gracias, muchas gracias, señor Spike!!-gritó mientras brincaba de gozo en el sitio.
Por su parte, él suspiró, sonriendo levemente mientras se las llevaba a ella y la caja de su habitación y cerraba la puerta. Era cierto que no sabía nada de ella, pero no tenía pinta de ser mala gente. Es más, tenía cierto punto divertido que le agradaba. Pero eso no significaba que tuviese que seguir ignorante, así que se encaminaron fuera del castillo mientras hablaban y ella le pedía otro cupcake con ansia.
—Pues eso, entré por una ventana abierta. Hay que tener más cuidado, o podría entrar cualquiera.
—No me digas-respondió él, sarcástico.
—Sí, y tras buscarle unos minutos le acabé encontrando durmiendo en su cama, lo que me hizo más fácil el hechizo de hipnosis...
—Así que, como sospechaba, la del sueño fuiste tú-comentó Spike mientras andaban por el pueblo.
—Sí, perdone por eso, cosas del protocolo súcubo a la hora de lidiar con objetivos de contrato: creas un sueño que contenga lo que más les gusta, te apareces como un poni de uno de los dos géneros que sea una gran belleza para atraerle y engañarle...
—¡Pero eso está feísimo!
—Sí, lo sé, lo siento, ya he pedido disculpas; cosas del protocolo como he dicho-se encogió, compungida.
—Está bien, está bien... Pero no lo vuelvas a hacer, o al menos piensa en otras maneras. Espera, ¿contrato?
—Buf, vaya peste de asignatura fue Contratos, todavía me acuerdo de lo lioso que era uno de nuestros profesores... ¿Qué decía? "La parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte"... A día de hoy sigo sin tener ni idea de lo que significa...
—¡Eh, oye! ¡Contrato, hola!
—¡Baje la voz, por favor! ¡Todos le están mirando raro creyendo que habla solo!
—¿Pero qué dices? Yo no...
—Spike, ¿estás bien?-preguntó un extrañado Snips, acudiendo a su lado de entre varios transeúntes curiosos que, efectivamente, se le quedaban mirando raro al dragón mientras andaban.
—¡Hola, Snips! Perfectamente, ¿por?
—Eh, bueno, porque estás hablando solo...
El dragón enmudeció un momento, cambiando su vista entre una Impish con cara de pilla y un Snips con una ceja arqueada por la extrañeza.
—¿De verdad no la ves?
—Spike, no hay nadie más a tu lado más que yo.
—Ah, eh, uh, bueno... Está bien, te contaré la verdad: tengo una amiga invisible-le susurró.
—Ooooooh, ya lo entiendo-le respondió el unicornio mientras le guiñaba un ojo-, tu secreto está a salvo conmigo. Yo no lo necesito dada mi enorme popularidad con las chicas, pero lo cierto es que también tengo una que me da consejos de vez en cuando. Y por cierto, ya me dirás cómo te va, "Conquistador"-dijo con sorna mientras se alejaba.
—¿Quién era ese?-comentó extrañada Impish.
—Simplemente Snips-suspiró, bajando el tono de voz-, pero ¿cómo has hecho eso?
—Tras lo que ha pasado antes, prefiero que solo usted pueda verme y oírme. Un simple hechizo de percepción selectiva.
—Aaaaaah. ¿Entonces es verdad lo que me has dicho antes de que puedes canalizar magia con tu cola?
—Sí, es una característica de los súcubos, ya le contaré.
—Y deja de llamarme de usted, por favor. Estoy seguro de que soy mayor que tú o de la misma edad.
—Lo siento, pero es una de las exigencias del contrato: tratar con el máximo respeto a la otra parte-recitó de memoria, orgullosa y luciendo algo ridícula.
—¡Cierto, lo del contrato! ¿Quieres hacer el favor de explicármelo?
Impish abrió la boca, cuando los ojos de su broche empezaron a brillar en rojo y emitir un pitido intermitente.
—¡¡Oh no, ya ha empezado!! ¡Corra, Spike!-gritó ella, antes de echar a galopar.
—¡Espera! ¿Qué es lo que ocurre?-respondió el, yendo tras ella lo más rápido que podía mientras zigzagueaban entre peatones, carros y edificios.
—Por aquí el pitido es más fuerte... Eso es, ahora a la derecha... ¡Señor Conquistador, ahora es cuando precisamos de sus servicios! ¡Por favor, mire su muñeca!
—¿Mi muñ...?
A pesar de que iban corriendo a toda velocidad, pudo ponerse el brazo derecho a la altura de los ojos sin incidentes y observar lo que le decía con atención, pudiendo comprobar que acababa de aparecerle una especie de brazalete rojo.
—¿¿Pero esto qué es y por qué no lo llevaba encima hasta ahora??
—¡Sí lo hacía, desde que firmó el contrato, pero está encantado para que solo lo pueda percibir cuando salta la alarma!
—¿¿La alarma de qué??
—¡De la aparición de un espíritu prófugo!
Ante esto, Spike frenó en seco, dejando un rastro de fuego en el suelo por el rozamiento y un surco de medio metro de profundidad. Por suerte, estaban en un parque de las afueras y no había nadie cerca que hubiese sido testigo de ello.
—¿Pero qué hace, Spike? ¡Lo vamos a perder!
—¡Me vas a explicar ahora mismo-exigió mientras trepaba fuera del hoyo-qué rayos está pasando o no doy un paso más!
—¡Pero...!
—¡Ni pero ni nada! ¡Desembucha! ¿Quién eres, por qué estás aquí, qué es eso del contrato y qué acabas de soltar de espíritus prófugos?
—¡De verdad que no hay tiempo! ¡Si quiere le puedo contestar a las dos últimas cosas, pero nada más!-respondió ella, angustiada.
—... Está bien, porque te veo apurada de verdad. Pero cuando estemos más tranquilos me lo contarás todo.
Ella asintió y tomó asiento en el suelo enfrente suyo, con el broche aún montando un escándalo. Cerró los ojos, pensativa, y empezó su relato.
—Cuando Cerbero escapó del Tártaro hace unos meses, también lo hizo una serie de criaturas...
—Lo sé, ese tal Tirek lió una buena por aquí-recordó él, aún asustado.
—Sí, pero no fue el único. Cuando Equestria aún no estaba poblada por los ponis, una serie de criaturas peligrosas vagaban por ella. Entre ellas había todo tipo de espíritus malignos, la mayoría capaces de utilizar magia oscura. Cuando Celestia y Luna aparecieron, derrotaron, aislaron o encerraron a todo lo que amenazase el bienestar de los ponis, principalmente en el Tártaro.
—Eso se parece a lo que Twilight me ha contado algunas veces de los orígenes de Equestria...
—Bien, pues ahora varios de esos espíritus han escapado, de ahí lo de prófugos-concluyó.
—... ¿Cómo?
—Ya lo he dicho, cuando Cerbero escapó...
—No, no. De eso ya me he enterado. ¿Me estás diciendo que ahora mismo hay sueltos por ahí un montón de espíritus que podrían destruir Equestria mientras hablamos?
—¡Oh, no, qué va!
—Buf, qué alivio...-suspiró él.
—En realidad ahora mismo están poseyendo ponis de todo el país sin que ellos lo sepan, robándoles lentamente su energía vital y la magia que todos llevan dentro para fortalecerse, hasta que puedan volver a tener todo su poder. O, como puede pasar si el hospedador es una hembra, hasta que puedan encarnarse en un hijo que ellas tengan para así hacer mucho más difícil para todos el sellarlos de nuevo-recitó de memoria, orgullosa de haberse acordado.
—...
—¡Pero no se preocupe!-exclamó, cogiéndole por los hombros-¡Al fin y al cabo, le tenemos a usted para ayudarnos! ¡Por eso le mostré ese contrato en su sueño, y menos mal que firmó!
—Pe... Yo... ¿Qué? ¿¿Por qué??
—¡No sea modesto! ¡Hemos podido saber de sus hazañas con las chicas, Spike el Conquistador! ¡Nuestro último dato lo obtuve yo misma esta mañana y es que había conquistado a su chica número mil! ¡Oh, esas repemoscas son un amor!
—Re... Repe...
—¡Sí, repemoscas! ¡Son una mascota muy mona y muy útil en el Tártaro, memorizan y repiten frases enteras! Por desgracia son ciegas, así que tenemos que guiarnos principalmente por su habilidad, pero... ¡Ups! ¡No debería estar contando estas cosas, son secretos de profesión!-se reprendió a si misma, dándose un coscorrón con un casco.
—Entonces... la mosca de esta mañana...-dijo en voz baja para sí mismo.
—¡El caso es, señor Spike, que gracias a usted no hay nada que temer! Con mi brazalete y su pulsera localizadores, que brillan (¡y el mío además suena, es monísimo y muy útil!), podremos rastrear fácilmente a los espíritus prófugos cuando dejan de ocultarse, que es al poseer a alguien,¡y entonces es cuando usted podrá liberar a quien esté afectado por ellos!
—Me voy a arrepentir de preguntarlo, pero... ¿Por qué? ¿Qué tiene que ver conmigo?
—¿Cómo que qué tiene que ver con usted? ¡Es muy sencillo! Los espíritus prófugos aprovechan vacíos en el corazón de su hospedador para parasitarle: tristeza, depresión, soledad, desengaño, odio... ¡Lo que hay que hacer es llenar ese vacío para expulsarlos, y entonces yo los capturaré y enviaré de vuelta al Tártaro! ¿Y cuál es la forma más segura de llenar por completo el corazón de alguien? ¡Con amor! ¡Enamorando a las chicas poseídas podremos salvarlas! ¡Por eso le necesitamos a usted, Spike el Conquistador! ¡Habiendo conseguido a tantas chicas con su sabiduría en el amor, esto será pan comido para usted!
En ese momento, la mente de Spike se convirtió en un colosal panel de cristal atravesado a máxima velocidad por Dash en un Sonic Rainboom: algo que se hizo pedazos irremediablemente en medio de un espectacular sonido explosivo.
—Por supuesto, si el sujeto es macho puede que quiera utilizar otros métodos, pero ya llegaremos a eso... ¡Vamos, ya hemos estado mucho tiempo parados!-exclamó, echando a correr.
Solo llevaba unos metros cuando se detuvo, extrañada. Spike seguía clavado en el sitio, mirando al infinito.
—¿¿Qué hace?? ¡Sé que es mucha información, pero ahora no es tiempo de dudar! ¡Vamos, sígame!
Y con esto, siguió adelante, perdiéndose tras una pequeña colina. Mientras tanto, el dragón solo pudo balbucear algo por lo bajo antes de seguirla.
—Pero... Yo... No he tenido novia en mi vida...
—¡Por fin viene! ¡Venga, dese prisa!-susurró Impish hacia atrás, escondida en un arbusto.
Spike se acercó, andando por puro instinto de no caerse. Todo lo que le había contado Impish hace un momento le había dejado seco. Estaba metido hasta el fondo en lo que seguramente fuese el lío más grande de toda su vida. Sin poder pensar, llegó hasta donde estaba ella, ajena a su estado interior, y se sentó.
—Seguramente se haya fijado en que su brazalete ha dejado de titilar, al igual que mi broche ya no emite sonidos. Eso es porque estamos muy cerca de nuestro objetivo, si nos alejamos volverán a su estado anterior. Ahora, por favor, asómese por este hueco de aquí mientras se toca el brazalete, así podrá ver al espíritu que posee a la víctima...
Asintiendo como por obra de un resorte oxidado, hizo lo que le pedía, agarrándose el brazalete y la muñeca mientras espiaba. Estaban en una zona apartada del parque, solitaria en estos momentos salvo por una figura que podía ver con claridad. Dos cosas sobre ella le terminaron de poner los nervios a flor de piel, si es que le quedaba alguno relajado. La primera era que, efectivamente, a pesar de verse todo igual que siempre, de quien espiaban manaba una especie de humo negro con ojos rojos, que se mantenía conectado y a poca altura de la figura, ajena a lo que habitaba dentro de ella. Apartó su mano del brazalete: desapareció. Lo volvió a tocar: estaba ahí. Sí, definitivamente estaba poseída.
Lo segundo que lo enervó, porque supo que iba a estar en problemas en más de un sentido muy pronto, era la identidad de la víctima. Equipada con un casco, y aleteando determinada sus alas a bordo de su scooter haciendo acrobacias, estaba Scootaloo.
N.A.: pido públicamente disculpas por este retraso, pero deseo que la espera haya merecido la pena. Estoy sufriendo una sequía con "Bronies inmersos en material alternativo" que me está dando tiempo a que actualice otros fics que tenía abandonados, y este es el primero que saco del baúl. Aquí tenéis el primer capítulo del primer arco de la historia, habiendo uno de estos últimos para cada víctima poseída. Sé que quedan preguntas por contestar y dudas que resolver, pero ¿qué tendría de divertida una historia en la que se cuenta todo nada más empezar? Espero que os guste, y aguardo vuestros comentarios