por EdoNova » 20 Feb 2015, 11:10
por horwaith » 20 Feb 2015, 11:36
Mishiro escribió en 20 Feb 2015, 11:05:Spoiler:Rainbow volvió a acercarse a una estantería y cogió otro tomo: “Magia defensiva aplicada a castillos y fortalezas varias” de Wighthor Castlehorse. Como en todos los casos anteriores, revisó el índice con atención y ojeó a vuelapluma el tomo, pasando con rapidez las hojas del libro y fijándose más en las imágenes y en los planos que en el texto. Al terminar volvió a bufar, desencantada. Allí tampoco parecía haber rastro sobre aquel misterioso y peligroso lugar en que a punto habían estado Pinkie y ella de quedar fulminadas.
por Mishiro » 11 Mar 2015, 11:54
por horwaith » 11 Mar 2015, 13:26
por EdoNova » 13 Mar 2015, 01:26
por Mishiro » 22 Abr 2015, 14:29
por EdoNova » 22 Abr 2015, 14:33
por Mishiro » 22 Abr 2015, 14:45
EdoNova escribió en 22 Abr 2015, 14:33:Loud y Shine están igualitos, igual Shine es algo mas exceptica, tengo ganas de ver como plasmas a Greeny
por Mishiro » 21 May 2015, 12:21
por EdoNova » 21 May 2015, 12:51
por narutobilbao » 21 May 2015, 23:33
Mishiro escribió en 21 May 2015, 12:21:Capítulo 11. Encuentros (escena 1)Spoiler:Aquella mañana la princesa Luna hubo de recurrir a toda su paciencia y perseverancia para guardar las correctas formas y atender, con la diligencia y educación que se esperaba de ella, a los cotidianos asuntos de la corte. Reunión del consejo, concesión de audiencias, lectura de peticiones, otras disposiciones ordinarias acerca de la vida y del trasiego palaciego,…, múltiples ocupaciones a las que en aquellas jornadas se les unía la especial visita a Canterlot de los delegados de Saddle Arabia. Mientras, la nocturna soberana, no podía dejar de tener en mente la cuestión del profesor Knowling y de las medidas que habrían de tomarse contra él, extrañada de la aparente falta de interés que su hermana mostraba de cara a la resolución del problema, como si no tuviera ninguna gana de intervenir... Algo que ella no lo podía entender.
Tuvo que aguardar hasta casi la hora del mediodía para poder hacer un hueco en su apretada agenda regia a fin de reunirse con su hermana para abordar el asunto. En ese momento, aquella se hallaba en su gabinete, repasando varios documentos, cuando su corregente llamó a la puerta. La princesa diurna le abrió la puerta sin moverse y sin alzar apenas la cabeza del informe que leía. Ya intuía para qué quería verla Luna y tenía aspecto de recibirla más bien con resignación, como si no tuviera ninguna gana de que trataran aquella cuestión.
-Anoche logré introducirme en la mente del tal Knowling-le empezó diciendo Luna mientras cerraba la puerta tras su paso y se acercaba a su hermana para sentarse frente a ella, al otro lado de su amplia mesa-Y lo que pude ver va en consonancia con las sospechas de que, sin duda, va tras peligrosas ambiciones. Creo que deberíamos afrontar la situación con decisión y cortar el peligro de raíz y sin más dilación.
-Y supongo que tienes una sugerencia sobre cómo llevar a la práctica esa…determinación de la que hablas…-Celestia hablaba pausadamente, sin dejar su trabajo.
-Lo lógico es enviar una nutrida tropa de guardias que le encadene y le arroje a una profunda mazmorra hasta que deje de ser una amenaza-replicó su hermana de forma directa y franca.
-Desde luego es…una solución muy expeditiva…
-¿Y acaso no es lo mejor, zanjar la cuestión de la forma más rápida posible?
-No considero, hermana, que eso... “zanje” la cuestión… Sólo nos limitaríamos a esconder el problema debajo de la alfombra… Algo que he tenido que hacer en varias ocasiones en el pasado y…que nunca ha proporcionado un resultado satisfactorio a la larga.
-De acuerdo… Pero si esa no es la solución, ¿cuál lo puede ser? Porque lo que está claro es que no le podemos dejar a su aire, reuniendo más fragmentos del Adenror, si es un artefacto tan peligroso como me contaste… ¿No? Me dijiste que ya tiene cuatro y que iba tras el quinto… ¿No deberíamos asegurarnos de que estén protegidos o de arrebatarle los que ya tiene?
-Puedes confiar en mí, Luna, cuando te digo que en este tomento ya se han tomado y puesto en práctica las medidas más adecuadas y convenientes.
-¿Cómo, por ejemplo, cuáles?
-Y ya que hablamos de este asunto…-ignoró descaradamente su pregunta-…has dicho que “lograste”-recalcó con toda intención esta palabra-entrar en su mente… ¿Es que hubo alguna dificultad especial para que lo consiguieras?
-Knowling usaba defensas mágicas para dormir sin soñar y para intentar bloquear su mente a accesos ajenos. De hecho, tuve que sortear un poderoso conjuro para lograr acceder a su subconsciente, pero, con todo y pese a las dificultades, lo conseguí-le contó, no sin un deje de orgullo en la voz.
-Ya. Eso lo explica-comentó Celestia, escueta, más para sí misma que hablando con su hermana.
-¿Explica? ¿Explica qué?
-Me han notificado que el profesor Brown Knowling ha solicitado esta mañana un período de vacaciones recurriendo a sus días libres acumulados… Es muy posible, de hecho, diría que es casi seguro, que sea consciente de tu intrusión en su mente y de que vaya a actuar ahora con mucha más cautela e incluso a retirarse y esconderse, temiendo represalias por nuestra parte.
-¿No es más razón para atraparle, entonces?
-No-fue su lacónica respuesta.
-¿Quieres explicarme por qué no?
-He enviado a una de nuestras mejores unidades a mantenerle vigilado y localizado. Lo mejor que podemos hacer ahora es no presionarle, que no sepa que le estamos manteniendo bajo estrecho control, para que se confíe y actué.
-¿Para que actué? ¿Por qué querríamos que actúe? ¡Ya sabemos que es culpable! No necesitamos que se incrimine ni atraparle con los cascos en la masa.
-La situación tiene un grado de complejidad mayor del que crees, Luna.
-¿Y por qué no me la explicas, pues?-insistió ella.
-Hermana…debo decir que me parece admirable que quieras implicarte y responsabilizarte de las labores de Estado, pero… Mira. En estos asuntos que se retraen a un tiempo anterior a tu regreso… Es preferible que me dejes ocuparme a mí. Te aseguro que para todos los asuntos que surjan de aquí al futuro, participarás conmigo en todas las decisiones con total y plena igualdad.
-¿A qué viene eso ahora? ¿Qué planes puedes tener en mente que requieran que Knowling vague por ahí libre, una vez que sabemos no sólo el mal que desea, si no también que está haciendo todos los esfuerzos posibles para conseguir un arma que le permita llevarlo a efecto?
-Hay otros factores en juego que influyen en mi decisión. Knowling es sólo un engranaje de algo mayor y le necesito libre porque él me va a llevar hasta una meta mucho más esquiva e inalcanzable.
-¿Cómo? ¿Hay alguien por ahí con planeas peores que los del profesor o quizá con más poder, una amenaza oculta? ¿Por qué no me lo dijiste?
-No es eso lo que he afirmado, Luna.
-¿Entonces? ¿Qué meta es esa a la que esperas llegar por Knowling? ¿Acaso quieres que reúna los fragmentos para recuperarlos entonces o algo así…? Es lo único que veo con sentido… Pero si el Adenror es tan peligroso… Es un plan arriesgado, demasiado arriesgado.
-El plan es arriesgado y muy delicado… Pero no es exactamente lo que tú piensas.
-Empieza a resultarme algo agobiante tanto misterio…-le espetó Luna, un poco hastiada ya de no recibir las respuestas que quería a sus preguntas.
-Sólo puedo decirte que los asuntos concernientes al profesor Knowling están totalmente bajo control y que llegado el caso no podrá ser una auténtica amenaza para Equestria-afirmó Celestia con la voz más sencilla y convincente que pudo-Y ahora…-volvió a hablar antes de que su hermana le pudiera replicar-…ambas tenemos asuntos que atender y sugiero que nos pongamos a ello.
Capítulo 11. Encuentros (escena 2)Spoiler:Aquella larga caminata por Ponyville no cambió ni un ápice la primera impresión que aquel pueblo había causada en el unicornio el día anterior. Una sencilla aldea agrícola de coloridas casas habitada por campesinos cultivadores de la tierra, pequeños artesanos y dueños de negocios locales, a los que se les sumaban algunos pegasos encargados del clima. Debía admitir, sin embargo, que aquel lugar en particular le transmitía una agradable y singular sensación que nunca había experimentado antes en ningún otro lugar. Sin embargo, al tiempo, sobre él se cernía ahora la alargada sombra de Canterlot, que despuntaba en su montaña al fondo del horizonte. Loud nunca había estado tan cerca de la majestuosa capital de Celestia y en parte eso le incomodaba. Al contemplar las estilizadas torres que se alzaban para acariciar con sus cumbres el cielo azul, no podía dejar de tener en cuenta en su mente las advertencias siempre repetidas hasta el cansancio por sus padres.
A su alrededor, los ponies del pueblo transitaban por las calles, ocupándose de sus propios asuntos. Las tiendas estaban abiertas, en la plaza debía ser día de mercado por todos los puestos provisionales que pudo ver, algunos pegasos en el cielo regulaban las nubes…y a Loud le llamó la atención ver a una pegaso de pelaje gris comiendo muffins sobre una nube y que protagonizó un cómico momento cuando uno de sus dulces estuvo a punto de caérsele de entre las patas. Dada su mudez, prefirió seguir su habitual de tendencia de evitar relacionarse con los habitantes del lugar tanto como fuera posible, centrándose únicamente en rastrear alguna señal del hechizo que había percibido…sin demasiado éxito. Entre los pocos unicornios que pudo ver, tampoco se encontró con ninguno en cuyo cuerno logrará detectar signos de la misma magia especial que buscaba.
Como se había dicho mil veces a sí mismo antes de dirigirse hacia Ponyville, lo cierto es que en principio aquel no era un lugar en que esperase encontrar el rastro de un conjuro de pura magia aydara, tan lejos de su natal tierra de Hiponia y a la vez tan cerca de Canterlot, precisamente en un pueblo insignificante que no era más que un pequeño punto en los mapas de Equestria. Sin embargo y pesé a lo que afirmaba el sentido común, su especial sensibilidad para con la alquimia no le podía haber fallado de una manera tal… Un gran flujo de energía, como nunca la había percibido, pasó cerca de aquel pueblo… No logró detectar nada de aquel hechizo, pero estaba convencido de que era una pista real, una pista que quizá podría llegar a conducirle a la resolución de la tarea centenaria que su familia había asumido sobre sus lomos. Sólo eso le permitiría darle una vida normal a sus hermanas… Cortó tales pensamientos antes de que terminaran de tomar forma en su mente. No le gustaban las falsas esperanzas.
Abstraído un momento en aquellos pensamientos, no fue capaz de ver el gran vaso de batido que flotaba a pocos pasos de su camino hasta que chocó de lleno contra él, volcándolo totalmente y vertiendo su contenido sobre sus patas delanteras, que de repente se encontraron bañadas por una capa de batido de avena. Y antes de que pudiera terminar de darse cuenta de lo sucedido, una aguda y estrepitosa voz resonó llenando a sus oídos con irritados gritos:
-¡Por las barbas de Star Swirl! ¿Quién es el que osa interponerse en el camino de la Gran y Poderosa Trixie y arrojar al suelo su preciado batido?-ante Loud se encaró, irritada y con expresión de profundo enfado y disgusto, la maga-¡Tú! ¿Acaso es que no tienes ojos en la cara? ¿No miras por dónde vas cuándo caminas? ¿Cómo vas a compensar a la Gran y Poderosa Trixie por haberla privado de su fantástica bebida? ¿Acaso lo has pensado? ¿Y qué haces ahí callado sin disculparte todavía? ¿Tu lengua va tan mal como tus ojos? ¡Habla ya!
Loud se sintió embargado por una doble y contradictoria sensación de vergüenza y enfado ante su propia torpeza y ante la irritante y, desde su perspectiva, claramente excesiva reacción de la unicornio ante un tonto accidente. Pero mayor fue su enfado cuando, al ir a sacar su pizarra para escribir una disculpa, Trixie, ni corta ni perezosa, le doy un golpe con el casco que la tiró al suelo, junto con la tiza. Realmente no se creía haber ido a topar precisamente con una yegua tan irrespetuosa.
-¡Déjate de tonterías y responde ya a las preguntas de la Gran y Poderosa Trixie!-volvió a gritarle la maga-¿O es qué te ha dejado mudo encontrarte hocico a hocico con la mayor hechicera de toda Equestria, que no es otra que… ¡La Gran y Poderosa Trixie!
Ante aquello, realmente Loud se quedó perplejo y sin saber muy bien cómo responder. Se había encontrado a lo largo de su vida con unicornios arrogantes, pero nada como aquello. Estaba buscando rápido qué hacer antes de que aquella yegua siguiera gritando, cuando otra voz distinta intervino en la conversación:
-¡Eh, frena esos carros, guapa!-se acercó a ambos una pony de tierra que tiraba de un carro. Loud volvió la cabeza hacía ella para toparse con un flequillo rubio que coronaba unos profundos ojos verdes en los que por un segundo se quedó embobado antes de reaccionar, mientras la recién llegada hablaba con la que, en apariencia, era su “amiga”-¡Por las herraduras de Bob el granjero, Trixie! ¿Puedes explicarme que rábanos está pasando aquí y a qué vienen tantos gritos?
-¿Qué qué está pasando?-se volvió Trixie hacia ella, indignada-¡Que este pony le tira su sabroso y dulce batido a la Gran y Poderosa Trixie y ni siquiera se disculpa, el muy rufián!
-¿Eh?-vio entonces Applejack el batido volcado y las piernas del desconocido unicornio cubiertas de avena-Bueno, Trixie, estoy segura de que no ha sido adrede, no hace falta ponerse de esa manera…-la pony rubia se quedó algo desconcertada cuando Loud tomó su pizarra y, en vez de decir algo, se puso a escribir en ella.
<<Lamento mucho haber derramado el batido>>, escribió escuetamente, debatiéndose entre seguir su impulso natural a ser educado y el deseo de dar un desplante a aquella pony tan poco agradable. <<Se lo pagaré>>, añadió enseguida, para intentar ser conciliador.
-¡¿Qué se supone que haces?!-siguió gritando Trixie-¿Acaso consideras que la Gran y Poderosa Trixie no es digna de escuchar tu voz y de que le dirijas la palabra? ¡¿Quién te crees que eres?!
-¡Trixie! ¡Vale ya!-le refrenó Applejack-Que menuda mañanita llevas… ¿No ves que el pobre es mudo…? Oh… Perdona… Supongo que no debí decirlo así, de esa manera…
<<No pasa nada y, efectivamente, soy mudo>>, “asintió” Loud, dirigiéndose a la pony rubia, que le parecía mucho más razonable, agradable y…admitido sólo para sí, linda.
-¿Quieres decir aparte de ciego?-le espetó la maga, apenas conteniendo su enfado.
-¡Celestia, Trixie! Es peor lidiar contigo que con todo un rebaño de enloquecidas vacas.
-La Gran y Poderosa Trixie no tiene por qué soportar esto…-con pose orgullosa comenzó a alejarse de ambos-…ahora la Gran y Poderosa Trixie irá a…eh…-no supo como referirse a la granja, no queriendo decir “a casa” y sin encontrar otra forma de decirlo-…irá a descansar tras una mañana extenuante.
-En fin…-suspiró Applejack-Disculpa las formas de mi amiga… Está pasando un mal momento.
<<No pasa nada>>, le respondió Loud, encontrándose mucho mejor al tener ante sí ante una pony con mucha mejor actitud. <<En serio, siento mucho lo del batido de tu amiga. ¿Cuánto os debo?>>, le preguntó, queriendo ser conciliador y dejarlo todo resuelto.
-¡No te preocupes, vaquero! Por unas astillas no vamos a tirar el granero. Pero, eres nuevo por aquí, ¿no? ¿Cómo te llamas?
<<Loud Off, encant…>>, sin embargo, antes de que terminara de escribir, Applejack le sorprendió tomando su casco derecho para agitarlo con fuerza a modo de saludo.
-¡Pues encantada, Loud Off, yo me llamo Applejack! ¡A nosotros, los Apple de Sweet Apple Acres, siempre nos gusta hacer nuevos amigos!
<<Oh… Ya lo veo…>>, su tiza se movió algo temblorosa sobre su pizarra mientras su pata se siguió agitando un momento después de que Applejack le soltará.
-¿Y qué te trae a nuestro querido pueblo, vaquero? ¿Piensas quedarte entre nosotros?
<<La verdad es que mi estancia es temporal>>, le respondió escuetamente, sin querer ni poder profundizar mucho en detalles sobre su presencia en Ponyville.
-Pues espero que todo te marche bien, majete-le espetó una sonriente Applejack-Y si tienes algo que te quiebre el lomo, siempre puedes darme un grito. Aquí una servidora de usted siempre está lista para echar una pata allá dónde hagan falta-añadió con orgullo.
<<Gracias, Applejack. Lo tendré en cuenta>>, escribió Loud, devolviéndole la sonrisa. Realmente aquella pony le parecía muy agradable, a diferencia de… Repentinamente, un pequeño golpe, como de un guijarro, le dio en la cabeza. Se volvió para ver a la unicornio con expresión de fastidio y el cuerno iluminado.
-¿Vamos o qué?-se dirigió Trixie a Applejack, por lo visto cansada de esperar.
-Trixie, ¡te estás pasando ya! ¡En serio!-le regañó la rubia, al borde del enfado.
Sin embargo, Loud ya no pensaba en lo cabreado que debía estar por el hecho de que aquella grosera yegua le hubiera arrojado un guijarro. Su atención estaba centrada en la particular magia que empezó a detectar en el cuerno de la maga… La que Trixie había usado para lanzarle la pequeña piedra era común, pero bajo ella… Percibió un rastro, una pequeña chispa inconfundible de magia aydara… Aquella unicornio había estado en contacto con un artefacto producido por la alquimia… Era la única explicación a ese “residuo”… Le alegró profundamente encontrar una pista “fresca” que confirmaba que su percepción no le había engañado al llegar a aquel pueblo… Ahora la cuestión era lograr seguir esa pista.
-La Gran y Poderosa Trixie está cansada de esperar-volvió a emprender la marcha hacia Sweet Apple Acres.
-En serio que lamento este comportamiento-volvió a disculparse Applejack con el unicornio-¿Qué tal si te doy una tarta de manzana? Como gesto de bienvenida, ya sabes…y por las molestias.
<<Oh, no es necesario, Applejack, pero muchas gracias>>, le respondió enseguida Loud, mientras su mirada seguía a Trixie.
-Insisto y no podrás convencerme de lo contrario…-Applejack se soltó el arnés para ir tras el carro y sacar un pequeño paquete que le entrego a Loud-Ya verás. Si te gustan las manzanas, te encantará. Está hecha con las mejores manzanas de Equestria, las de nuestra granja, Sweet Apple Acres-Loud pudo notar que realmente había convicción y orgullo en su voz, claro que también era algo que había oído otras veces respecto de otras granjas.
<<Estoy seguro. Muchas gracias, Applejack>>.
-No hay de qué, vaquero. Y me encantaría seguir hablando, pero las labores de una buena Apple nunca acaban. ¡Nos vemos, Loud!-se despidió con un alegre guiño mientras seguía a Trixie por el camino, llevando el carro tras de sí. Loud se quedó un momento mirándola alejarse, calculando su próximo movimiento mientras no podía evitar admirar los firmes pasos de la granjera… Tenía dos buenas razones para interesarse por Sweet Apple Acres.
Capítulo 11. Encuentros (escena 3)Spoiler:Aquella mañana el bosquecillo que rodeaba las colinas del lago Glasshallow parecía estar sumido en su habitual tranquilidad. Las ardillas correteaban por las ramas de los árboles, los pájaros cantaban, se escuchaba el murmullo de un riachuelo cercano, la luz penetraba en quebradas ráfagas a través de las espesas copas de verdes hojas… Todo resultaba encantador y cotidiano. Pero esta supuesta falta de problemas no terminaba de convencer a cierta pegaso…
Fluttershy, por el contrario y frente a la paz que la rodeaba, recorría su cotidiana ronda con algo más de inquietud de lo acostumbrado. Después de haber notado a sus queridos animalitos en un estado de cierta ansiedad en los últimos días, la repentina calma, lejos de tranquilizarla, le causaba una mayor preocupación. Desde luego no estaba dispuesta a dejar pasar aquel asunto hasta haberlo investigado en profundidad… En el fondo aquello la asustaba y temía encontrarse con algún peligro, pero su sentido de la responsabilidad para con aquellas criaturitas indefensas le impelía a buscar respuestas.
Aquella zona del bosque le resultaba especialmente inquietante debido a la abundancia de cavernas y cuevas que había en ella. Los lagos, incluyendo el que daba su nombre al lugar, las lagunas, los ríos y las aguas subterráneas habían propiciado una tierra blanda en que los túneles y las grandes cavidades se abrían bajo tierra a modo de gigantescos hormigueros. Un oscuro mundo desconocido que se extendían a pocos metros de donde posaba sus cascos y cuya mera idea la hacía sentir escalofríos… Y precisamente por ello cada vez tenía más claro que, fuera lo que fuera lo que perturbó a los animales, si es que había algo, debía estar oculto en alguna de aquellas siniestras cavidades, como una fiera peligrosa en su guarida, quizá aguardando el momento propicio para pasar de nuevo al ataque.
Sin embargo, a pesar de tener esas sospechas, no terminaba de decidirse por la mejor vía para intervenir. Su primer impulso habría sido ir a pedir la ayuda de Twilight, pero aquella se encontraba en Canterlot y no se atrevía a pensar siquiera en ir a molestarla con lo que sin duda sería para ella un problema insignificante. Por otro lado, tampoco se encontraba cómoda con la idea de adentrarse ella sola por una de las grutas, a la aventura, menos con la idea de que un peligro se albergaba en su interior. Realmente sólo imaginarse entrar en una de aquellas cuevas hacía que se erizase hasta el último de sus cabellos. Claro que tampoco imaginaba a quién podría pedirle que la acompañase.
Estaba dándole vueltas a esta idea cuando un brusco ruido la hizo de saltar y abrazarse instintivamente al árbol más cercano. Cuando pudo recobrar la calma buscó la fuente de los ruidos y notó que llegaban de un claro cercano… Aquello le asustaba, especialmente de cara a lo que hacía un momento estaba pensando… Pero al mismo tiempo no podía dejar precisamente pasar la oportunidad de ver qué era aquello y si era por un causal lo que había provocado la inquietud en los animales en los días recientes. Tras lograr soltarse del tronco, lo que le llevó unos pausados minutos, se acercó paso a paso, escondiéndose tras los árboles, hasta el foco del sonido… Hasta que lo vio.
Lo que se encontró no era más que un curioso unicornio de pelaje verde y con unas curiosas rayas a lo largo del cuerno. Al verle, en primer lugar, no pudo evitar pensar en su amiga Rarity y en que censurable encontraría aquello. Pero en seguida dejo de fijarse en su aspecto para centrar su atención en lo que hacía… El unicornio concentraba magia en su cuerno, como tantas veces ella misma había visto hacer a Twilight, y la enfocaba hacia unas cercanas flores, que variaban bajo su influjo, adoptando estrambóticas formas y extraños colores. Y a cada cambio, el pony saltaba, haciendo crujir las ramas bajo sus cascos, mientras soltaba una risilla traviesa.
Aquello dejó a Fluttershy totalmente desconcertada… “¡Por Celestia!”, pensó, “¿para qué puede querer hacer algo así?”, aunque no podía negar que era una curiosidad realmente atrayente y bonita. Las variopintas transformaciones que el unicornio imprimía en las plantas, los tonos fosforescentes y brillantes… No podía dejar de preguntarse si no sería el paso de aquel pony lo que había alterado a los animales, al menos hasta que quizá se acostumbraron a su presencia, pero por otro lado en su actitud casi infantil y en su expresión despreocupada no veía indicios de nada malvado o preocupante. Casi estaba dudando de si acercarse o no para conocerle… Al final, no obstante, no iba a ser decisión suya. Una oportuna ramita quebrada al posar uno de sus cascos en el suelo, atrajo la atención del unicornio, que no tardó en descubrir a la pegaso y mucho en menos en dar un par de saltos ágiles, casi felinos, que le llevaron con expresión alegre hasta casi frente a una repentinamente encogida Fluttershy.
-¡Ey! ¿Qué tenemos aquí? ¿Qué hace una lindura como tú por estos parajes?-hablaba animado y decidido, con clara confianza en sí mismo-Aunque pensándolo bien, una monada como tú es lo que le faltaba a este lugar tan encantador para ser tan perfecto. ¡Toma, acepta estas flores como regalo!-le tendió un improvisado ramo con su magia de unas flores parecidas en su forma a tréboles y con los pétalos de un intenso color carmesí.
-…-aquello era lo último que sorprendida, totalmente ruborizada y encogida sobre sí misma Fluttershy se habría podido imaginar. Sólo pudo intentar retroceder y evitar mirarle, aunque por otro lado, sabía que aquello no era exactamente lo más correcto ni educado.
-¿Te ocurre algo, encanto?-le preguntó el unicornio, aparentemente poco afectado por la nada favorable reacción de la unicornio-¡No te preocupes! Si tienes algún problema, Herbal está aquí y ahora para echarte un casco. ¿No hace falta que diga que yo soy Herbal, no? Pues no te preocupes, preciosa, que aquí tienes a tu valiente unicornio, que te sacará de cualquier apuro en que te puedas encontrar. Pero, ¿qué tal si me dices tú también tu nombre?
-…eh…yo…me, me…llamo…eh…Flu…Flu…ter…shy…-respondió torpemente, por lo bajo, y evidentemente nerviosa e incómoda. Siempre le costaba hablar con los desconocidos y aquellas circunstancias no resultaban precisamente atenuantes para su timidez.
-¿Cómo has dicho, preciosa? ¿Luttershy, Treeshy? ¡Treeshy! Es un nombre bonito. Me gusta mucho. ¡Encantado de conocerte, Treeshy!-volvió a saltar, como había hecho antes por sus transformaciones, el unicornio. Realmente parecía alegre de verdad por conocerla.
-No… No… Me… Me llamo Fluttershy… Fluttershy-repitió, con su mejor esfuerzo para que pudiera entenderle.
-¿Fluttershy? ¡Oh! Claro. Un nombre mucho más apropiado para una linda pegaso-le guiñó un ojo, como con complicidad-¿Qué te parecen estas flores?-se las acerca-¿No te parecen realmente chulas? ¡Y con aroma a vainilla!
-Oh…vaya…-se asombró sinceramente ella al percibir, en efecto, el dulce aroma de la vainilla de las flores que Herbal casi sostenía con su magia pegadas a su hocico-…es…vaya…nunca había visto nada igual.
-¡Claro que no! Esta colorida magia es cosa mía, sólo mía, del gran Herbal y de su talento floral, ¿has visto mi cutie mark?-movió sus flancos para que resaltara la imagen de una flor con sus pétalos.
-Oh… Se… Se nota que se te dan bien las flores…-asintió Fluttershy.
-En particular, pero mi magia fluye por las plantas en general, para extraer de ellas lo mejor de su esencia… Es muy lioso y ni yo mismo estoy seguro, pero lo que importa es las cosas geniales que puedo hacer con ella. ¿Quieres unas amapolas naranjas con aroma a muffins recién horneados? ¡Te las puedo hacer!-se jactó, orgulloso de su talento.
-Oh…ji, ji…-río suavemente al oír aquello, sin poder evitarlo, al pensar en otra pegaso a la que sí le tentaría y mucho aquella oferta.
-Me gusta como suena tu risa. Es como una alegre y dulce música, Fluttershy… Tu nombre también me parece encantador.
-Oh…eh…gracias-realmente la pegaso se sentía sobrecogida ante tanto halago. Realmente ella no sabía cómo debía proceder ante aquello y le hubiera gustado poder pedir en ese momento su consejo a Rarity, que sí entendía de esas cosas.
-No hay de qué, linda, sólo soy sincero-aquello encendió aún más las ya coloradas mejillas de la pegaso-Por cierto, ¿eres de ese pueblo que he visto cerca, no? Ponyville, creo que se llama.
-Sí… Vivo en Ponyville.
-¡Pues me parece estupendo!-saltó nuevamente-Precisamente he pensado pasar un par de días por aquí y me vendría bien tener una guía que me orientase por el pueblo. Podrías ser tú, monada. ¿Qué me dices?
-Eh…-aquella petición la tomó totalmente por sorpresa-…esto…yo…no creo…ser…adecuada para…eso…
-¡Oh, seguro que sí! A menos que ahora mismo estés ocupada con algo entre cascos… Lo que me lleva de nuevo a mi primera pregunta, ¿qué hace una guapa pegaso como tú por aquí tan solita?
-Bueno…yo…-intentó contestar sin verse afectada por tanto cumplido-…estoy…-pensó en qué responderle, sin querer decir que buscaba lo que podía haber perturbado a los animales cuando sospechaba que la propia magia del unicornio era una posible causa de ello-…recogiendo moras-se decidió al final por una pequeña mentira.
-¡Oh! ¡Pues te deseo mucha suerte, Fluttershy!-asintió el unicornio-Pero yo voy a buscar una pastelería a hincharme de ricas ensaimadas rellenas de vainilla… ¡Um!-se relamió como si ya las tuviera ante sí.
-Oh… Pues en Ponyville hay una pastelería donde hacen dulces muy ricos…o eso creo.
-¿Cómo se llama?
-Sugarcube Corner…pertenece a los señores Cake, que son unos ponies muy simpáticos y agra…
-¡Genial! ¡Sugarcube Corner, prepárate, que allá va Herbal!-gritó, entusiasmado, mientras emprendía la marcha a paso rápido, con seguridad y alejándose como si supiera el camino con certeza.
Fluttershy, todavía algo desconcertada por aquel inesperado encuentro, sólo pude verle alejarse mientras desaparecía entre los árboles, sin hacerse aún una idea clara de qué le parecía aquel unicornio. Estaba un poco absorta, aún contemplando el lugar por el que vio por última vez a Herbal, cuando unos cascos aparecieron de repente tapando sus ojos y dejándola completamente a oscuras, al tiempo que una conocida voz resonaba en sus oídos:
-¡Fluttershy!, ¡a ver si adivinas quién soy! ¡Ji, ji, ji!
-Eh… ¿Pinkie?-casi preguntó, aunque era evidente que no se podía tratar de otra.
-¡Pues claro que soy yo!-apareció de inmediato la pony rosada frente a ella, con un curioso traje de exploradora y casi más sonriente de lo habitual-¿Qué tal, Fluttershy? ¡No esperaba verte por aquí! Aunque en realidad debería haberlo esperado, ya que tú siempre estás por el bosque para atender a los animalillos y la última vez que te vi dijiste que te tenían preocupada los de esta zona en particular porque los veías algo nerviosillos, así que era totalmente de esperar que vinieras a prestarles especial atención por lo que en realidad… ¡Sí esperaba verte aquí!
-Eh… Está bien… Supongo…-asintió Fluttershy, algo confusa-Y…esto… ¿Qué haces tú por aquí, Pinkie?
-¡Oh! ¡No te lo puedo decir tontilla!-se acerca a su oreja para susurrarle, como en confidencia-¡Es una misión secreta!-se aparta-Pero no te preocupes, pequeña, tita Pinkie se ocupa de todo.
-Pinkie, tengo un año más que tú…
-¡Todo saldrá bien!-siguió diciendo la particular pony fiestera, sin escuchar a su amiga-Pero ahora he de continuar mi épico viaje en busca de un lugar de leyenda…-añadió con tono épico.
-¿Un lugar de leyenda...?-Fluttershy estaba pensando que si el encuentro con aquel unicornio le había resultado extraño, aquello estaba siendo al guinda del pastel… Y es que Pinkie… Era Pinkie.
-¡Toma!-le tendió aquella a la pegaso un libro, que ésta pudo ver que se trataba de “Daring Do y el Arca de los Minotauros”-Para que te hagas una idea. Pero no olvides devolvérselo a Rainbow Dash para el día en que decida a su vez releerlo o devolvérselo ella a Twilight.
-De…de acuerdo…
-Y ahora te dejo, Fluttershy, ¡tengo mucho que hacer y una sola Pinkie no puede abarcarlo todo!... De momento…-dijo antes de desaparecer entre risas a saltos por el bosque.
-Y yo pensando que los animalitos se veían nerviosos…-suspiró Fluttershy.
*El uso de OCs de otros autores cuenta con la autorización expresa de los mismos.
por Mishiro » 25 May 2015, 14:36
por horwaith » 25 May 2015, 20:10
por Mishiro » 27 May 2015, 08:56
horwaith escribió en 25 May 2015, 20:10:Buenas escenas, de las que me quedo con la de Twilight, es .... particular a falta de una mejor palabra para definirla. Imagino como seguirán algunas, la de Pinkie, quizás la de Rainbow Dash (aventurando mucho, hay que decirlo todo) y buena conversación en la última escena, miedo me da lo que haga Fogsea.
por Sasir96 » 27 May 2015, 10:34
Mishiro escribió en 30 May 2014, 12:39:Capítulo 5. Haciendo planes…Spoiler:“
-Eso puede esperar-le espetó, sin más Knowling. Fogsun tampoco mostró reacción alguna ante aquellas palabras, aunque, por un momento, le echó una mirada escrutadora a Twilight-Además, necesita aprender la escritura aydara, y tú eres el que mejor la conoce.
Ésta, que contemplaba un poco ajena el cruce de palabras entre ambos estudiosos, se sintió un poco culpable. Cuando la Princesa le había comunicado que iba a instruirla un joven erudito, sólo se había preguntado en si de verdad aquel estaría preparado para algo así, sin pareare a pensar que le harían dejar de lado sus propios proyectos. A ella le sentaría muy mal que la princesa Celestia interrumpiera sus estudios de magia para hacerle enseñar a otros, por lo que comprendió la reacción del unicornio y se solidarizó de inmediato con él.
-Además-decidió Knowling llevar su petición hasta el final-Creo que necesitas un cambio de aires, literal y metafóricamente hablando. Llevas prácticamente dos años, desde lo de Cherady, en que sólo sales de este apartamento para ir o a clase, o al archivo o a la biblioteca. Asimismo es más que posible que un descanso te venga bien… Por todo ello y para mayor comodidad de la señorita aquí presente he pensado que acompañes a la joven Twilight a Ponyville…-y ante estas palabras reaccionaron los dos, especialmente asombrada ella, mirando con incredulidad a Knowling.
-Disculpe, profesor-se decidió ella a intervenir-Pero no sería eso necesario. Es más, he venido hasta Canterlot por no contar, en mi casa de Ponyville, con los libros y materiales necesarios para estudiar la magia aydara que si tendré a disposición aquí, en el Celestium.
-¡Oh! Eso no será problema ninguno-le replicó de inmediato Brown-Le aseguro que nos encargaremos de que cuente usted con todo lo necesario para su instrucción sin necesidad de tener que estar físicamente aquí, en Canterlot. Es frecuente que apoyemos a estudiantes externos en casos especiales como el suyo, además de que cuando se trabaja en una excavación también se hace algo parecido… Por supuesto, sólo lo he propuesto porque pensaba que sería de su agrado y que añoraría su hogar.
Knowling guardó silencio y dejó que la mente de la unicornio le diese vueltas a su idea, confiando en que el resultado sería positivo. Sabía que aquella propuesta era extraña, dadas las circunstancias y la excusa que había presentado le parecía insustancial hasta a él mismo, pero no había hallado otra mejor. Por otro lado, si lograba que colase, podría enviar a Dremtly a Ponyville y, desde allí, le usaría para que buscara la cripta por él…
Sin poder hablarle del resultado del conjuro de la convocatoria que le había dado tal localización, no tenía argumentos para convencer a su antiguo alumno de que había nada más y nada menos que una cripta aydara en Ponyville, pero por otro lado, confiaba en que aceptaría cualquier razón que le ofreciese que le permitiese mantenerse lejos de los lugareños y, el buscar una misteriosa ruina aydara lo era. Además, Dremtly ya había participado en la excavación de una cripta años atrás, por lo que su experiencia le sería de utilidad para reconocer dónde podría haber o no haber otra de aquellas.
-Bueno…-habló finalmente la unicornio-…La verdad, venía pensando en pasar un tiempo en Canterlot y no me importaba la idea… Pero si puedo estudiar la magia aydara en Ponyville, eso le gustará a Spike.• • •
Trixie depósito el libro que estaba leyendo, “Daring Do y el Cáliz del Grifo”, sobre el escritorio de la habitación al oír que la llamaban desde el piso inferior para comer. No le importó demasiado dejar la lectura de aquel capítulo a medias, pues lo cierto era que las novelas de Daring Do no le entusiasmaban demasiado y que sólo la estaba leyendo porque era lo único que parecía poder hacer en aquella casa para distraerse.
Leer… O pensar en aquella misteriosa puerta y en el fascinante y sin duda grandioso poder que se ocultaba tras ella. Pero Trixie no quería darle muchas vueltas a aquello hasta que se hubiera recuperado para evitar que la impaciencia la consumiera, pues lo que tenía claro es que, cuando se encontrara algo mejor, volvería a aquella caverna en busca de aquella magia tan prodigiosa, aquella energía que brindaría su tan ansiada venganza a la Gran y Poderosa Trixie.
Cuando llegó, por el camino aprendido aquella mañana, hasta la cocina, vio que los tres hermanos Apple se dedicaban a disponer la mesa, colocando platos, cubiertos, vasos y demás, mientras su abuela parecía dar unos últimos retoques a lo que fuese que estaba preparando en una gran olla. La unicornio no imaginaba que pudiera ser y, aunque en principio no le hacía demasiada ilusión lo que pudiera estar preparando, puesto que no le gustaban demasiado ni los cocidos ni los estofados o demás platos parecidos, tuvo que admitir para sí que el aroma que desprendía aquello y que inundaba la cocina era realmente delicioso.
-¿Cómo te encuentras, Trixie? ¿Un poco mejor?-le preguntó Applejack, mientras sus hermanos, Big Mac y Apple Bloom, se sentaban ya en sus sitios a la espera de empezar a comer.
-Un poco-musitó ésta, a modo de respuesta, tomando a su vez también asiento. “Supongo que lo pregunta porque ya estará deseando que la Gran y Poderosa Trixie se largue de su casa”, se dijo a sí misma la hechicera.
Ella misma se sentía muy incómoda al tener que aceptar la ayuda de aquella familia, pero, a pesar de su orgullo, no se encontraba con fuerzas para rechazar una cama acogedora y comida caliente, bienes comunes que en los últimos meses para ella habían sido un auténtico y excepcional lujo. Sentía el contradictorio deseo de largarse de allí, aunque no tuviera otro lugar al que acudir y, al mismo tiempo, no podía dejar de agradecer haber sido acogida en aquel lugar.
-Esto ya está, querida-escuchó que la abuela Smith le decía a su nieta, mientras se sentaba-Puedes ir sirviendo los platos… Pero tened cuidado, que aún está caliente.
-Sí, abuela-asintió la pony rubia que, tomando el plato hondo que tenía aquella frente a sí, procedió a acercase la olla para, con un cucharón, llenarlo en tres rápidos y firmes movimientos. Tras dejar el de la anciana pony frente a ésta, pasó a alcanzar el de la unicornio para hacer igual…-Esperamos que te guste el cocido de heno-comentó mientras le servía-… ¿Trixie, crees que te basta con esto o te echó un poco más?-le preguntó, enseñándole el plato, que según lo veía la maga estaba a punto de desbordarse.
-La Gran y Poderosa Trixie tiene de sobra con lo que lleva el plato-le respondió.
-¿Estás segura…?
-La Gran y Poderosa Trixie siempre está segura de lo que dice.
-De acuerdo-le tendió el plato la granjera-Pero ya sabes que si quieres más, sólo tienes que pedirlo-añadió mientras seguía sirviendo la comida a sus hermanos y a ella misma.
Al principio la unicornio miró con desconfianza el caldoso y oscuro cocido que tenía ante sí, a pesar de que a su alrededor los demás, con cuidado al estar todavía bastante caliente, parecían comerlo con fruición. Paulatinamente, sobre todo por el hambre pero, también en una pequeña parte, por no querer parecer desconsiderada, llenó la cuchara y, con cuidado y tras soplar un poco a su hirviente contenido, se lo llevó a la boca. Lo encontró bastante bueno, pero a pesar del primer impulso de imitar a los demás en su afán devorador, se limitó a comer lo más tranquilamente que pudo.
Realmente a Trixie le asombraba lo mucho que, aparentemente, comían en aquella casa. Después de todo lo que habían tenido en el desayuno, también para la comida tenían la mesa nuevamente cubierta de todo tipo de platos y escudillas con aperitivos. Aparte del cocido habían servido diversos tipos de panes, una ensalada de tomate, pepino, lechuga y manzana, una fuente con patatas fritas y otras cosas variadas, como olivas y alcachofas con pimiento.
-Oye, Trixie-se dirigió a ella, con su vocecilla infantil, la hermana pequeña de Applejack-¿Puedes decirme qué significa tu cutie mark? Es muy bonita-añadió.
-La cutie mark de la Gran y Poderosa Trixie representa su don, que es la magia-respondió ella, a la que, por lo común, no le gustaba tener que contestar preguntas salvo que, o fueran sobre ella o vinieran con una conveniente ración de halagos-Pues la Gran y Poderosa Trixie es la mejor maga que hay en toda Equestria.
-¡Oh!-asintió, admirada Apple Bloom, que desconocía el penoso incidente que, no muy lejos de allí, había salido tan caro a la unicornio-…Y, oye…-por un momento Applejack estuvo a punto de interrumpirla, temiendo que su hermanita estuviera meditando sobre si de verdad era Trixie mejor que Twilight y que fuera a preguntarle algo que la incomodara-… ¿y cómo la obtuviste? ¿Puedes contármelo?
Trixie no pudo evitar hacer un mal gesto, pues aquel recuerdo formaba parte de un pasado que prefería dejar atrás, muy atrás y olvidado. Intentó recomponer su expresión en seguida, pero ya era tarde. Temió por un momento como pudieran reaccionar los Apple, pero estos parecieron entender su disgusto.
-Apple Bloom, no vayas a molestar a Trixie con tus preguntas ni con tu obsesión por las cutie mark-le reprendió su hermana-Ella aún está algo débil y no necesita a una pesada potrillo encima con sus incordiantes preguntas.
-Oh…-pareció decaída la pequeña-Pero yo sólo…
-Tú, nada-le cortó Applejack-¿Verdad, Big Mac?
-Eyup-asintió secamente éste.
-Bueno, realmente a la Gran y Poderosa Trixie no le molestan las preguntas-intervino la unicornio, mucho más por aprovechar una ocasión que pensaba se le presentaba de volver a enorgullecerse y a ser aplaudida que porque la pequeña le hubiera dado pena-La Gran y Poderosa Trixie está acostumbrada a despertar el interés de todos los ponies, pues ese es el precio de ser tan magnífica y grandiosa.
-¡Oh, bien!-exclamó Apple Bloom, alegre de que, al final, le fuera a responder. Soñando con que quizá esta vez conseguiría un buen ejemplo a seguir para obtener de una vez por todas su propia cutie mark.
-Vaya, es muy amable que le hagas el favor a mi hermanita, pero no estás obligada a ello, ¿lo sabes, no?-le dijo Applejack.
-La Gran y Poderosa Trixie lo sabe muy bien, además de que Ella no cumple con ninguna obligación que no sea con ella misma. Ahora, la Gran y Poderosa Trixie le contará a tu pequeña hermana como, con una gran demostración de magia y poder, logró obtener a temprana edad su magnífica y fantástica cutie mark.
-¡Oh, espera, espera!-la detuvo repentinamente la misma Apple Bloom-¿Podrías hacerlo esta tarde en la cabaña del árbol? Así también te escucharían mis dos amigas, Sweetie Belle y Scootaloo, ya que juntas somos…-hizo una pausa dramática-¡Las Cutie Mark Crusaders!-exclamó poniendo una pose teatral.
-¡Apple Bloom! ¡Esas formas en la mesa!-le regañó su abuela.
Mishiro escribió en 30 May 2014, 12:39:Capítulo 5. Haciendo planes…Spoiler:“Finalmente, no podría considerarse completo este breve recorrido por las principales obras de la alquimia aydara si dejara de mencionar la que es, sin duda, la pieza más misteriosa y valorada de todas las que expone en sus galerías el Clouvre a día de hoy. Se trata, claro, de la gran piedra o pirámide de Adenror o, siendo más correctos, de uno de los fragmentos de ésta. Y, sinceramente, su nombre es casi lo único que podemos afirmar con total certeza sobre ella.
Su mismo origen no está del todo claro. A este respecto, la mayoría de los estudiosos se limitan a mostrase conformes con el relato común que lo atribuye a la obra de Sunnight “el sabio”, uno de los mayores alquimistas de la historia aunque sea más conocido por haber sido el primero en ceñir la corona real de Hiponia. Se sabe, o más bien se sobreentiende –y quizá sin razón- que era un objeto de un extraordinario poder y es frecuentemente relacionado –nuevamente, he de decir, más de forma especulativa que en base a evidencias- con muchas de las obras que el propio Sunnight tuvo que realizar como soberano para garantizar estabilidad y paz a una Hiponia que, en su tiempo, no era realmente otra cosa que una serie de fortalezas en las que los ponies buscaban refugiarse y ponerse a salvo de un medio ambiente hostil y aún poblado por peligrosas criaturas.
No hay ningún testimonio que nos diga qué poder proporcionaba tal talismán a los reyes y, de hecho, apenas tiene protagonismo en la historia. La pirámide de Adenror, más allá del uso que hiciera de ella Sunnight, sólo entró después en escena en los períodos de trono vacante. Siendo el reino de Hiponia una monarquía de corte electivo, aunque no sabemos demasiado –cosa que ya se ha repetido tanto en este libro que a los lectores no les debe sorprender- sobre el proceso ni sobre cómo lo regulaba el consejo de Maestros, que recordemos desempañaba la regencia en ausencia de un soberano, sí tenemos la certeza de que la gran piedra de Adenror jugaba en él un papel esencial.
A partir de aquí han prosperado las especulaciones sobre ese presunto poder que, al ascender un nuevo rey, recibía éste de la piedra. Parece ser que conseguir reunir sus fragmentos pudiera haber sido una especie de prueba para los candidatos a hacerse con el reino, y es que una de las primeras medidas tomadas por cada uno de los monarcas fue, nada más adueñarse del poder, disponer la ruptura del Adenror y el ocultamiento de los fragmentos –se tiende a aceptar que seis- en una serie de criptas ocultas a lo largo de Hiponia. ¿Cuál sería el sentido de dejar dividido y oculto un artefacto tan, en teoría, potencialmente útil y benefactor?
Nuevamente, no se sabe. Los estudiosos no han tenido más remedio que especular y recurrir a nociones filosóficas sobre la corrupción del poder y el miedo a la tiranía para intentar hacer comprensible la, en apariencia, extraña e incluso ilógica medida que, todos los gobernantes de Hiponia, del primero al último, aceptaron. De ahí su citada carencia de importancia y el silencio de las crónicas sobre ella, puesto que, repito, sólo hacía su aparición en un momento, el de la elección real, que era precisamente uno de los procesos más ocultos y reservados que se celebraban en la corte de Ádralon.
El estudio y análisis del único fragmento hoy día disponible no ha ayudado demasiado a los investigadores. La primera incógnita que ofrece es la del propio material del que está hecho. Los alquimistas aydara manipularon con fluidez todo tipo de piedras y metales, estudiando sus propiedades, y se tienen datos sobre muchas de sus mezclas y creaciones, pero no se conoce nada semejante a la extraña composición del Adenror. Más interés han despertado las runas que tiene grabadas por las que deben ser sus caras externas, aunque su lectura ha sido especialmente complicada. Para empezar, porque, lamentablemente, algunos de los ideogramas están claramente incompletos, al no haber respetado el corte de los fragmentos el texto escrito en las paredes de la pirámide; y, en segundo lugar, porque varias de esas runas son ejemplares únicos e incomparables. Como ya he explicado largamente en el capítulo sobre el tema, la escritura aydara, basada en figuras iconográficas conectadas por un engranaje de partículas seleccionadas de hasta cuatro silabarios, es de una gran complejidad. Sólo a día de hoy el gran índice de runas aydara recopilado en el Celestium cuenta ya con más de ocho mil ideogramas distintos.
Merece quizá la pena terminar este apartado diciendo algo sobre las criptas –también denominadas, según el gusto del arqueólogo, templos o tesoros- donde eran custodiados los fragmentos del Adenror entre una elección regía y la siguiente. De entrada, sólo conocemos y hemos podido explorar una, la de Ádralon, situada a las afueras de la que fuera la sede de la corte de los reyes de Hiponia. Ésta –y no hay razón para suponer que las demás fueran diferentes- no era otra cosa que una cámara subterránea pensada, proyectada y construida, por lo que pudieron comprobar los arqueólogos que la estudiaron con claro riesgo de sus vidas, con el exclusivo fin de mantener alejado a cualquier intruso del preciado objeto que estaba destinada a conservar. Contaba para ello con un nada desdeñable despliegue de conjuros defensivos y trampas mágicas, además de otras más “rutinarias” y corrientes, que en más de un momento dieron un buen susto a los osados investigadores. Sobre el origen de la energía mágica que, tras siglos de abandono, mantenía en funcionamiento los hechizos de la cripta, no ha habido respuestas concluyentes y, la mayoría de los eruditos, se han limitado a señalar al propio fragmento como origen de la misma.
La cripta, aparte de por permitir la recuperación del fragmento, fue especialmente interesante para los investigadores por sus excepcionales relieves y por las inscripciones que recorrían sus paredes, que han proporcionado una valiosa información para los historiadores. Gracias a la aplicada labor del equipo del Celestium liderado por Arlight Hipovans, las transcripciones y traducciones de los textos encontrados en la cripta de Ádralon están hoy al alcance de cualquiera, pues se tomó la molestia de redactar una magnífica edición crítica sobre aquellas, incluyendo el contenido original de los mismos como apéndice.
No se sabe, a día de hoy, la localización exacta de las demás criptas. Además, por lo que podemos intuir, eran más de seis, ya que, seguramente, los monarcas recién electos no se limitaban a devolver los fragmentos al lugar en que los encontraban. El profesor Heinneigh Schlihippo, además, postuló que era posible que, originalmente y construida por el mismo Sunnight, hubiera una cripta especialmente oculta fuera de Hiponia, más exactamente cerca, muy cerca de la misma Canterlot, con el objetivo de que cualquiera que quisiera postularse para el trono, tuviera que contar de esa manera con la aprobación de la princesa de Equestria, ya que habría necesitado de su permiso para poder conseguirlo. Tal idea ha sido tradicionalmente desechada por los expertos, dada la independencia de la que siempre se enorgullecieron los reyes de Hiponia respecto de la autoridad de la princesa Celestia, por lo que no creo que haya que añadir nada más al respecto.”
Knowling había leído y releído aquel texto casi medio centenar de veces en los últimos treinta minutos. Tras una larga noche en que apenas había mal dormido unas cuantas horas acomodado de cualquier manera en el sofá de su despacho, se sentía bastante cansado y algo dolorido, pero estaba dispuesto a dejar de lado aquello por la satisfacción que le estaba embargando. Finalmente había logrado hallar la referencia que tan duramente había buscado… Sí, se trataba de una escueta mención de una teoría considerada errónea que venía mencionada en un pobre manual de arqueología aydara que había cumplido ya más de veinte años desde su publicación… ¡Pero encajaba a la perfección con lo que él necesitaba encontrar! Ponyville, además, estaba lo bastante cerca de Canterlot como para que, si esa teoría del tal Schlihippo era correcta, ser el lugar en que el rey Sunnight habría ocultado un fragmento del Adenror de forma que pudiera estar vigilado por la princesa Celestia.
Lo cierto es que el nombre de Heinneigh Schlihippo no le sonaba, lo que en otras circunstancias habría provocado que desechara por completo el prestar atención a cualquier teoría de un autor que no logró dejar su nombre grabado entre el de los grandes estudiosos, pero en las circunstancias de su particular investigación no se encontraba en situación de ser demasiado exquisito o exigente con las fuentes a las que acudir. Sin embargo, no necesitaba repasar los libros que tenía en su despacho, cosa que era en la práctica lo que llevaba haciendo desde el día de ayer, para saber que no tenía ninguna de las obras de aquel autor a su disposición. Y, siendo domingo, la biblioteca del Celestium estaría cerrada. Brown suspiró con fastidio. No se sentía con ánimo de ponerse a mover hilos para acceder aquel día a ella. El esfuerzo necesario no le compensaba cuando al día siguiente ya tendría pleno acceso desde primera hora.
“De todas formas…”, pensaba, “Schlihippo, por lo que puedo intuir, sólo postulaba que había una cripta cerca de Canterlot, pero no debía tener ni idea de por dónde podía estar, siquiera la población en la que se situaría. No encontraré en ninguna obra que haya escrito nada que me sirva para buscarla en Ponyville… La única forma que se me ocurre pasaría por ir en persona al pueblo e inspeccionar los alrededores, por si existe en sus cercanías algún lugar que los aydara hubieran podido elegir para construir en él una de sus salas del tesoro… Alguna zona montañosa, preferentemente cercana a un lugar con agua y sin presencia de animales salvajes en las cercanías…Y, además... No me convence para nada lo postulado por ese tal Schlihippo... Si Sunnight construyó una cripta en ese lugar tan lejano de su centro de poder, pudo ser por muchas causas, pero no lo hizo para ayudar a Celestia. De eso estoy seguro.”
Ponyville. La mención de ese nombre le había llevado, un tanto apresuradamente, a aceptar encargarse de la tutela de la instrucción en la magia aydara de la discípula de la Princesa, aunque realmente no se imaginaba de qué manera concreta podía aquello ayudarle en sus planes, pero su instinto le decía que sería así. “De todos modos, lo cierto es que sería complicado buscar una razón para explicar porque, de repente, quiero ir a Ponyville, sobre todo porque en principio no tengo ninguna razón para pretender encontrar allí un yacimiento aydara,…, pero no sería raro que fuese para supervisar el progreso de una estudiante,…, pero no, eso no sería suficiente, es más que posible que necesite tiempo, tal vez una o dos semanas, para poder dar con la cripta, por mucho que ésta exista de verdad… Aunque quizá haya una solución todavía más sencilla, que me permitiría dar con el fragmento y, en caso de que este siguiendo a un fantasma, dejar a resguardo mi nombre…”
-Ah, sí…-masculló para sí mismo, pensar en aquello le había recordado repentinamente que hacía una hora, de madrugada, había vuelto el director a presentarse en su despacho para comunicarle que la tal Sparkle llegaría a las nueve y media y que debería enseñarle el centro y empezar a programar el “plan de estudios”-…Hoy ya me han dado trabajo para esta mañana…-suspiró, encontrándose sin ninguna gana de empezar aquello, pero se alertó de pronto cuando se fijo en que las agujas del reloj marcaban casi las diez-¡Oh, por las barbas de Star Swirl!• • •
La unicornio se quedó contemplando por un momento la colosal estatua criselefantina de la princesa Celestia que presidía la gran plaza alrededor de la cual se colocaban los edificios sede de la institución bautizada en su honor. Era allí donde, según le había indicado la noche anterior la misma alicornio, se reuniría con el profesor Knowling, por lo que, tras haber repasado con la mirada, impresionada, los bien tallados detalles de la figura, se acomodó en uno de los bancos más cercanos, dispuesta a esperar la llegada de aquel.
El lugar se veía desierto y en aquel momento nadie más estaba ni pasaba por allí. Hacía un espléndido día, pues aún con el radiante sol que reinaba en un cielo totalmente despejado de nubes, el calor no resultaba excesivo, y se veía gratamente atemperado por cierta brisa temprana que acariciaba lentamente las hojas de los árboles. El aire estaba, pues, lleno del suave aroma de las flores y de las plantas que poblaban los diversos puntos ajardinados de la plaza. Alrededor de la misma, en un perfecto y geométrico orden, se disponían los diversos edificios del Celestium, luciendo en sus fachadas grandes ventanales de brillantes cristaleras y columnas con complejos y enrevesados relieves vegetales. La joven aprendiz de Celestia recorría absorta el paisaje que tenía ante sí. Muchas veces había soñado con poder conocer y estar en aquel lugar y no terminaba de asimilar del todo que su deseo se acababa de cumplir. Después de los nervios de aquella mañana, la emoción ante los nuevos desafíos volvía a estimular su mente.
-El tal Brown llega ya media hora tarde-la voz de Spike, que llevaba enfurruñado desde que se levantó aquella mañana, rompió por un momento la atmósfera de arco iris en que estaba sumergida la menta de Twilight.
-Sin duda será porque es un unicornio muy ocupado-le replicó ésta, demasiado ilusionada como para prestar auténtica atención a lo que le decía el dragoncito sentado a su lado-Tenemos suerte de que haya accedido tan pronto a supervisar mi iniciación en la magia aydara.
-Sí. Una suerte increíble.
-¡Venga, anímate, Spike!-le miró con su más radiante sonrisa-¡Mira donde estamos!-hizo un gesto con la pezuña recorriendo todo su campo visual-Además, si mejoras esa cara…-le dedicó una mirada de complicidad-…quizá pasemos de camino a casa por una joyería.
-…-su “hermanito” no pareció muy tentado por aquella promesa-Y hoy es domingo… Se supone que el domingo es mi día de descanso… El único día que no tengo que madrugar, el único día que…
-¡Sí, sí, Spike!-le interrumpió, intentando no reírse, la unicornio-Lamento mucho haberte sacado de tu bonita fantasía con Rarity, pero esa no es razón para estar tan malhumorado todo el día.
-…-el dragón se quedó sin palabras, haciendo saber así a su interlocutora que, tal y como pensaba, había acertado en el diagnóstico de lo que le pasaba a su compañero-…Yo no estaba…, no tenía,…-Spike empezó a sudar y se mostró claramente nervioso-Eh… ¡Oh! ¿Cómo puedes saber con qué estaba soñando?
-Fácil-se jactó la unicornio, alzando la cabeza-En primer lugar, porque te conozco muy bien. Y, en segundo, porque, en algunas ocasiones, como esta mañana, por ejemplo, hablas en sueños-le señaló, haciendo que su casi hermano se sonrojara, sin duda temiendo lo que ella pudiera haber oído. Twilight, aclarándose la garganta para poder copiar la infantil voz del bebé dragón, empezó a decir, imitando su tono:-“¡Desde luego, Rarity!”, “Yo, lo que tú quieras, Rarity”, “Oh, Rarity, yo”…-concluyó riendo.
-¿No se lo vas a decir, verdad?-le preguntó, repentinamente angustiado.
-Tranquilo. Mis labios están sellados, es una Pinkie promesa-le confortó ella enseguida, cumpliendo rápidamente con el ritual mímico de aquel peculiar juramento que debían a la pony rosa.
-Gracias-asintió él, y para alegría de la unicornio, pareció dispuesto a dejar a un lado el malhumor-Entonces, ¿pasaremos por la joyería después, no?-no dejó de preguntarle el pequeño dragón.
-Claro que sí, Spike.
-¡Bien!-se relamió éste, como saboreando por adelantado el sabor de las gemas.
Twilight le miró con ternura: realmente era todavía y únicamente un niño. Por eso, a veces se sentía bastante preocupada por la… ¿atracción?... Sí, por la atracción que despertaba en él Rarity y temía lo que pudiera tener que pasar su “hermanito” si algún día la modista se veía obligada a dejarle algunas cosas claras. Ella tenía la certeza de que aquel romance con que soñaba Spike era totalmente imposible en la vida real, por lo que esperaba que no fuese más que un mero encaprichamiento pasajero que, con un poco de tiempo, desapareciera sin dejar rastro para nunca volver. En cualquier caso, ni en su mejor día tenía fuerzas ni ganas para hablar sinceramente con aquel de aquello y menos en esos términos.
-Buenos días-escuchó de repente una voz serena y grave detrás de ella, rompiendo el hilo de sus pensamientos-Usted debe ser la joven señorita Sparkle-el que la abordaba era un unicornio de pelaje marrón y crin negra que le dirigía una mirada aparentemente indiferente con sus apagados ojos grises-Soy el profesor Knowling. Es un placer conocerla.
-El placer es mío, profesor-correspondió ella rápidamente al saludo, queriendo mantener el nivel de formalidad que él había empleado-En efecto, yo soy Twilight Sparkle, y él-señaló al pequeño dragón-, es mi asistente, se llama Spike.
-Encantado-asintió el unicornio, un tanto aséptico, mientras le dirigía a ella una mirada escrutadora, haciendo una evaluación de su primera impresión… “Así que está es la aprendiza de la Princesa…”, se dijo.
Desde que el director le había comunicado el deseo de Celestia de que su alumna fuese instruida en el dominio de la magia aydara Brown había tenido tiempo para preguntarse a qué vendría ese repentino interés, sobre todo en vista de la rapidez con que todo se había dispuesto, y, por unos instantes, incluso se había planteado, no sin algo de miedo, que tuviera algo que ver con sus secretos planes y ambiciones… Pero había descartado rápido ese temor. Si Celestia realmente imaginara lo que él tenía entre cascos, tomaría medidas sin duda medidas para detenerle y último que haría, pues, sería permitirle que se encargara de instruir a una de sus alumnas predilectas y de más talento… O eso quería creer.
-Lamento el retraso-se disculpó Brown con la joven, queriendo sonar lo más amable posible, pues quería granjearse la simpatía y la confianza de aquella para poder poner en marcha su plan-Esta mañana he perdido por completo la noción del tiempo-añadió, queriendo dar muestra de un poco de complicidad.
-¡Oh! No hay problema, profesor-asintió una sonriente Twilight-Sin duda estaba ocupado en algo importante, y esto ha sido tan imprevisto…-terminó con una risilla nerviosa.
-En cualquier caso-se aclaró la garganta, como solía hacer al principio de cada clase, intuyendo que iba a tener que dar muchas explicaciones-Será mejor que vayamos empezando-le hizo un gesto a la unicornio para que le siguiera mientras emprendía el camino hacia el gran edificio hacia el que miraba la estatua de Celestia a cuya sombra estaban, cosa que aquella hizo tras cargar a su asistente sobre su lomo-Aunque, en primer lugar y a pesar de las extraordinarias y excepcionales circunstancias de su ingreso, como representante del Celestium he de darle mi más cordial enhorabuena por su aceptación con el rango de “adjunta de estudios”. Lamento la informalidad, pero la rapidez de los hechos no nos permite otra cosa.
-Es perfectamente comprensible-asintió ella, de todas formas halagada al oír aquellas palabras-En cualquier caso, me importa más el ser ahora miembro del Celestium que cualquier ceremonial-le comentó, obteniendo del unicornio un leve y aprobador asentimiento de cabeza.
-¿Eh?-sobre su lomo, Spike se mostró confuso-¿Miembro del Celestium, adjunta de estudios?
-Ser “adjunto de estudios” es como ser estudiante pero sin la obligación de seguir un curso regular de los ofertados por el centro-le explicó Twilight-, si no que más bien es instruido de una forma más individual, por un tutor, en unos conocimientos muy específicos.
-Un rango que se ajusta muy bien a estas circunstancias-comentó Brown-Además, sólo siendo miembro del Celestium se puede tener acceso pleno a sus instalaciones, a la biblioteca, el archivo y demás bases de datos. Somos una institución que guarda con mucho celo sus más preciados y valorados tesoros.
Knowling les había conducido al que les indicó que era el “edifico rector”, donde, según les señaló, se encontraban los despachos del profesorado y del director, la sala de reuniones del consejo rector y la secretaría y demás oficinas de la administración del centro. Fue el punto de partida de un largo recorrido en que el unicornio les fue mostrando e indicando el destino de cada uno de los edificios del centro: el aulario principal y el secundario, los laboratorios, la gran biblioteca, el archivo histórico, la gran torre de astronomía, el centro de estudios médicos, el jardín botánico, etc.
Todo sazonado con un discurso continuó sobre la historia del Celestium y sobre las actividades que el centro tenía en marcha en cada uno de ellos. Spike se aburría soberanamente y sentía casi como si su cabeza quisiera estallar. Brown, aunque lo disimulaba, vivía una situación parecida, y tenía que usar de todo su autocontrol para continuar con aquella aburrida y monótona charla. Sólo la unicornio disfrutaba sinceramente de la visita, escuchando con suma atención hasta la última palabra de lo que el profesor le explicaba.
-Y, finalmente-palabras de Knowling que arrancaron un suspiro de alivio de Spike-Ésta es el ala residencial-concluyó, señalando a sus dos acompañantes un gran bloque que se alzaba tras todos los demás edificios, rodeado en su perímetro por una hilera de álamos blancos-Aquí se alojan todos los profesores, estudiantes y empleados que no son de Canterlot, y también algunos que, siendo de la ciudad, prefieren alojarse lo más ceca posible del trabajo. Hoy está prácticamente vacío-siguió diciendo-, pues, como ya os he comentado, al estar los domingos prácticamente el centro cerrado, casi todos los ponies o se quedan en sus casas o se van a pasar el fin de semana en ellas.
-Sí. Eso hacen los ponies normales-comentó, algo burlón y molesto tras el pesado tour, Spike.
-Spike…-le lanzó una mirada de reproche Twilight, aunque Brown pareció no escuchar la pulla del dragón.
-Tenemos, pues, suerte-les comentó, conduciéndoles hacia el interior del edifico-, de que aquel al que venimos a ver sea uno de los pocos que suelen permanecer aquí.
-Oh. ¿Se refiere a ese joven unicornio del que me habló ayer la Princesa?-le preguntó Twilight.
-Así es-le contestó Brown mientras avanzaba por el largo y amplio vestíbulo del edificio, encaminándose a una de las variadas escaleras que, a uno y a otro lado, ascendían por estrechos huecos hacia arriba-Sin embargo, he de avisarle…-pareció buscar las palabras apropiadas-, de que Fogsun Dremtly es un pony… Bueno, puede ser algo difícil tratar con él. Necesitara algo de paciencia y tacto… Sin embargo-añadió en un tono más firme, casi animado-…el esfuerzo le merecerá la pena. A pesar de contar con poco más de veinte años, su largo trabajo con las inscripciones aydara le ha convertido ya en el más eficaz traductor que se pueda encontrar. Por eso, no pudiendo por lo imprevisto de la petición de Su Alteza, encargarme personalmente de su instrucción, no dudé ni un segundo en proponer su nombre.
-Sí, algo así me comentó…-de repente, algo detuvo las palabras de Twilight, que iba detrás del profesor mientras subían por una de las estrechas escaleras de caracol. Un suave y delicado sonido llegaba desde alguna planta más arriba. A la unicornio, que no se esperaba nada como eso, le costó unos segundos reconocer aquello como música, música procedente de un piano.
-¡Oh, qué bien suena eso!-comentó con admiración Spike.
-Debe ser Earion-apuntó secamente Brown, más como comentándoselo a sí mismo que a sus acompañantes-Ya casi hemos llegado-añadió, dejando la escalera y enfilando su camino por un igualmente angosto pasillo flanqueado por variadas puertas numeradas-Es la 3.8-les indicó mientras avanzaban y la música se escuchaba cada vez más clara y alta, suficiente para reconocer ya con facilidad que se trataba de las “Variaciones Goldtree”.
La melodía, sin embargo, se interrumpió en cuanto Brown, deteniéndose frente a la puerta con la numeración mencionada, llamó a ésta, golpeándola suavemente tres veces con su casco. Twilight observó que en la placa que había junto al marco, bajo los números, estaban inscritos los apellidos “Dremtly” y “Razid”. Al otro lado de la puerta, más allá del cese de la música, sólo se escuchaba un profundo y pesado silencio. La unicornio esperaba oír el ruido de unos cascos acercándose a abrir desde el interior, pero éste nunca llegó. Cuando, de repente, se abrió la puerta, se evidenció el por qué.
Ante ellos, aleteando a media altura, se encontraba un pegaso de rizada y desordenada crin anaranjada y pelaje azul. La unicornio y su asistente pudieron ver claramente en su flanco una cutie mark que tenía la forma de un par de corcheas escritas unidas sobre un pentagrama, por lo que dedujeron que era el que, hasta hacía unos instantes, estaba tocando. Realmente la presencia de aquel alado resultaba un poco confuso para los dos.
-¡Oh, profesor Knowling!-saludó a aquel con un vital tono alegre y una gran sonrisa en la que lucía todos sus dientes-Que inesperada visita…-contempló a los dos acompañantes del unicornio-Y veo que trae compañía…-suspiró, como repentinamente angustiado por algo-¿Pero dónde están mis modales?-volvió a sonreír-¡Pasen, pasen!-se apartó para que accedieran al apartamento.
El salón al que entraron no era una estancia tan angosta como las que acababan de atravesar, pero entre un piano de pared por un lado y las estanterías y mesillas repletas de libros por otro, se veía tan anegada de volúmenes que despertaba cierta sensación de ahogo en los recién llegados, aunque a Twilight le emocionó, a pesar del desordenado caos que reinaba en la estancia, contemplar las pilas amontonadas de libros, viendo como ni siquiera era capaz de reconocer algunos nombres de autores ni algunos títulos.
-Y, ¿no me presenta a sus acompañantes?-escuchó a su lomo al pegaso hablarle al profesor mientras cerraba la puerta tras su paso.
-Claro-asintió aquel-Ella es Twilight Sparkle, aprendiz de la Princesa Celestia y nueva estudiante del Celestium. El dragón sobre su lomo es su asistente, Spike.
-¡Oh, entiendo!... Un placer conocerles-les sobrevoló el músico-Mi nombre es Earion Razid, aunque pueden llamarse sólo Earion o Ear.
-Es un placer-le correspondió la unicornio-¡Vaya! Tocas muy bien-le halagó, queriendo resultar simpática. Realmente aquel pegaso, por alguna razón, le había caído bien de inmediato-Aunque no sabía que el Celestium se dedicaba también a las artes.
-Y no lo hace-le replicó Earion-Realmente yo no soy miembro del Celestium-le explicó-Sólo soy el humilde ayudante de mi buen amigo Fog.
-Y ya que le mencionas…-intervino Brown antes de que ni Twilight ni Spike pudieran comentar nada al respecto-¿Serías tan amable de ir a informarle de que tiene visita?
-¡Claro, profesor! ¡Enseguida!-sin embargo el pegaso no hizo ningún ademán de irse a hacer lo que Knowling le había pedido-Aunque antes, ¿puedo ofrecerles algo? ¿Un té, un café, unas pastas o unas galletas de canela?
-Quizá después-le replicó fríamente Brown, mirándolo a los ojos. Durante unos momentos ambos permanecieron así, con la mirada fija en el otro, mientras Twilight y Spike asistían mudos a tal aparente duelo. Finalmente, el pegaso cedió.
-Iré a avisar a Fog… Ustedes, mejor pasen y esperen en la cocina-les señaló una cercana puerta antes de desaparecer volando por un pasillo que se abría en la dirección contraria.
En contraste con el salón, la cocina daba una gran sensación de amplitud. Llena, inundada de luz a través de una gran ventana que cubría gran parte de una de las paredes, apenas se veían en ella si acaso los electrodomésticos más imprescindibles y, aunque contaba en el centro con una mesa amplia rodeada de seis sillas, lo que evidentemente predominaba en ella era el espacio libre.
-Y, por ir entrando en materia…-empezó a hablarle Knowling mientras se acomodaba en una de las cabeceras de la mesa-Dígame, señorita Sparkle, ¿qué sabe de los aydara y, sobre todo, de su magia?
-Bueno…-la unicornio no se esperaba aquella repentina pregunta-…La verdad es que no sé mucho. Conozco un poco de la historia del reino de Hiponia y sé que la magia aydara tiene importantes fundamentos en la alquimia, y,…, bueno, creo que básicamente, eso es lo que sé. Ayer estuve buscando información sobre el tema en los libros que tengo pero… No hallé demasiado.
-Le voy a resumir en dos palabras las dos características esenciales que distinguen a la magia aydara y que tendrá que afrontar si quiere manejarla-adoptó Brown el tono que solía emplear en sus clases, mirando a los otros dos presentes, que se habían sentado ocupado un costado de la mesa, como a los alumnos cuando los contemplaba desde lo alto de su tarima-Conjuros y esencias. Esa es la clave… Conjuros y esencias-repitió, ante la mirada interrogante que le dirigieron sus dos interlocutores-Como sabrá, los aydara empezaron siendo un gremio de unicornios que se especializó en el estudio de las propiedades mágicas de la materia, esto es, básicamente alquimia, centrándose con preferencia en los materiales que más riqueza y variedad de reacciones y usos mágicos mostraban. Con el tiempo, buscaron crear conjuros que les permitieran, a través de la magia, sacar provecho de esas propiedades para provocar o evitar determinados efectos. Conjuros que, para mantenerlos a salvo de la mirada de los legos, registraron en un complejo lenguaje de runas que, desde luego, tiene que aprender, al menos en lo más básico, aquel que quiera efectuar aún el más sencillo hechizo.
-He leído que es una forma de escritura bastante compleja-apuntó la unicornio, aprovechando que el profesor pareció hacer una pausa en su discurso.
-En efecto, puede llegar a ser muy problemática-le respondió sin más Brown-Verá, la escritura aydara consta de dos elementos. En primer lugar, las runas propiamente dichas, que son lo que se suele denominar ideogramas. Hasta ahora se han catalogado casi treinta mil runas distintas, por los textos que hemos podido recuperar de los diferentes yacimientos, y de un tercio de ellas no sabemos con certeza el significado.
-¿Treinta mil?-repitió, incrédula, la joven.
-Así es, treinta mil conocidos hasta el momento-recalcó-A lo que hay que sumar-continuó el unicornio-Los cuatro silabarios. Las runas representan sólo conceptos, ideas, como nombres y verbos, adjetivos y adverbios, pero para articular una frase, los aydara unían los ideogramas rúnicos con las llamadas partículas. Son pequeños términos puramente fonéticos que sirven, según el silabario del que procedan, para indicar qué tipo de palabra es una runa, que función tiene en la frase, su número o si se debe de pronunciar con alguna entonación especial. Pero no tiene que preocuparse-añadió, al ver la cada vez más tensa expresión en el rostro de la unicornio lavanda-, suena más difícil de lo que parece, y usted va a contar con la mejor guía para su estudio que se puede tener.
Twilight asintió, intentando parecer animada, mientras seguía procesando, en parte emocionada, en parte preocupada, toda la información que estaba recibiendo. A su lado, Spike, distraído, intentaba sumergirse en su cabeza para retomar, en una fantasía despierta, el sueño interrumpido de aquella mañana.
-Nuestro estimado Fog vendrá enseguida-anunció, entrando por la puerta, Ear-Y, mientras le esperamos-añadió en seguida-¿Hay algo que pueda ofrecerles?-les volvió a preguntar, obteniendo nuevamente un gesto negativo del profesor.
-No, gracias, es muy amable pero nosotros no queremos nada-respondió rápidamente Twilight con una negativa antes de que Spike pudiera reaccionar. Según lo veía ella, era muy tarde para desayunar, lo que por otro lado ya habían hecho y muy bien en casa, y todavía pronto para comer, y no quería que tomaran nada entre horas.
Sin embargo, el pegaso no parecía haber escuchado el plural de su negativa, puesto que se acercó al dragón y, con un tono insinuante, le dijo:
-¿Y tú, mi joven amigo? Aquí pareces aburrido, muy aburrido…-alargó aquella palabra mientras ponía un gesto de circunstancia que al dragón le arrancó una pequeña carcajada-Aquí los unicornios van a hablar de cosas antiguas sin ningún interés, pero yo sé de un buen y barato local en Canterlot que es famoso por su variopintas gastronomías, pues es al que van los viajeros no ponies cuando pasan por la capital… Y tengo entendido que tienen un pastel de rubíes que está para chuparse las garras-terminó con un gesto sugerente de sus cejas.
-¡Oh!-exclamó admirado Spike mientras se le hacía la boca agua y sentía un cosquilleo en el estómago-¿Has oído eso, Twilight? ¡Pastel de rubíes! ¡Mi favorito!-miró a su casi hermana con ojos suplicantes.
-…Supongo que está bien…-accedió ésta, un poco molesta ante la inesperada y, según lo sentía, entrometida intervención del pegaso-Pero no comas demasiado. Recuerda que mamá ha dicho que iba a hacer su estofado de patata y zanahoria.
-Sí, sí…-dijo, indiferente e impaciente, el dragoncito mientras se levantaba y seguía al pegaso hacia la salida.
Ear sonrió satisfecho de haber sabido aprovechar la gula del bebé dragón para hacerle salir. El pianista no tenía ni idea de qué razones tendría el profesor Knowling para querer hablar con Fog, más allá de que estaba claro que aquella Sparkle estaba implicada, pero intuía que debía ser algo importante. No creía que Brown fuera capaz de venir a molestar a Dremtly, conociendo como era, por algo insignificante. Él no podía ayudarle con lo que fuera que quisiera Knowling pero, al menos, podía facilitarle las cosas librándose de las “presencias” no necesarias.
A Twilight le despertaba cierta curiosidad la presencia y la actitud del pegaso. ¿Cómo había acabado un personaje como ese, y más con su talento musical, como un mero ayudante de un simple investigador adjunto por muy brillante que éste fuese? Sin embargo, no halló la forma ni las ganas de plantear tal cuestión al profesor Knowling, pues no quería parecer irrespetuosa.
-¡Ah, Dremtly! Me alegra verte aparecer finalmente-dijo de repente Brown, mirando hacia la puerta de la cocina.
Twilight le imitó para encontrarse, a medio entrar, a un cabizbajo unicornio de un pelaje entre blanco y un suave beige. En su crin de un suave tono rubio, donde un forzado alisado no lograba del todo contener y aplastar los bucles y rizos de su cabello, destacaban a un lado tres coloridas franjas: una de un chillón rosa flanqueada por dos de un fuerte y oscuro gris. Su expresión era seria y aparentemente indiferente, pero su lenguaje corporal era fácil de leer y dejaba patente lo incómodo que se sentía en ese momento. La actitud de aquél le recordó a Twilight la de su buena amiga Fluttershy.
-Buenos días-logró, tras un momento, decir aquel, entrando finalmente en la cocina y dirigiéndose a la mesa, donde se sentó en un lado de la mesa, en la esquina contraria a la que ocupaban el profesor y la unicornio lavanda. Ésta pudo observar, antes de que él se sentara, que su cutie mark tenía la forma de una varita que se cruzaba con un rayo.
-Ella es Twilight Sparkle-la presentó el profesor al recién llegado-Discípula personal de la Princesa Celestia-el joven erudito, “Fog” como le llamaba su compañero, no pareció inmutarse ni impresionarse demasiado por aquella noticia-Y está aquí porque Su Alteza quiere que incluya la magia aydara dentro del campo de sus estudios.
Aquel unicornio, al que ahora examinaba Twilight con curiosidad, seguía resultando impasible, como si no escuchara, a las palabras de Brown, como si no entendiera o no quisiera entender que tenían que ver con él. Se dedicaba únicamente a mirar la mesa frente a él, como si se limitara a aguantar una insoportable charla que en nada le atañía, deseando únicamente que acabara para volver a ponerse con sus tareas. A Twilight aquella actitud no le era del todo desconocida.
-En respuesta a la solicitud de la Princesa-continuó hablando Knowling-Me voy a encargar de supervisar su instrucción… Pero, dado lo inesperado de la petición, no tengo tiempo para encargarme activamente de ella. Por eso necesito que tú te ocupes de enseñarle los principios elementales de la magia aydara y le instruyas en los más sencillos hechizos-concluyó.
Dremtly alzó lentamente la mirada, intentando evitar el ver a la unicornio lavanda, hasta mirar a Knowling. Si tenía alguna emoción, buena o mala, lograba contenerlas bastante bien.
-¿Yo?-sin embargo, al intentar hablar, su voz se mostró claramente quebradiza y dudosa-…No creo que pueda hacerlo-no pronunciaba con un tono tan bajo como Fluttershy, pero si tan rápido que a Twilight le costó un poco entender lo que había dicho.
-Estás preparado de sobra para cumplir con esta tarea-le dijo Brown-Y necesito que lo hagas-añadió, en el tono más firme y seguro que pudo. Estaba acostumbrado a tratar con las reticencias y apatías de Dremtly, siempre igual de indispuesto a intentar emprender proyectos novedosos.
-…Pero…Ahora…-Twilight se fijo en que la cola del unicornio empezaba a hacer un extraño movimiento contra el lomo de aquel y supuso que era una especie de tic nerviosos-…Estoy ocupado ahora mismo… Sigo trabajando en la traducción de la gran columna de Thunderain.
-Eso puede esperar-le espetó, sin más Knowling. Fogsun tampoco mostró reacción alguna ante aquellas palabras, aunque, por un momento, le echó una mirada escrutadora a Twilight-Además, necesita aprender la escritura aydara, y tú eres el que mejor la conoce.
Ésta, que contemplaba un poco ajena el cruce de palabras entre ambos estudiosos, se sintió un poco culpable. Cuando la Princesa le había comunicado que iba a instruirla un joven erudito, sólo se había preguntado en si de verdad aquel estaría preparado para algo así, sin pareare a pensar que le harían dejar de lado sus propios proyectos. A ella le sentaría muy mal que la princesa Celestia interrumpiera sus estudios de magia para hacerle enseñar a otros, por lo que comprendió la reacción del unicornio y se solidarizó de inmediato con él.
-Además-decidió Knowling llevar su petición hasta el final-Creo que necesitas un cambio de aires, literal y metafóricamente hablando. Llevas prácticamente dos años, desde lo de Cherady, en que sólo sales de este apartamento para ir o a clase, o al archivo o a la biblioteca. Asimismo es más que posible que un descanso te venga bien… Por todo ello y para mayor comodidad de la señorita aquí presente he pensado que acompañes a la joven Twilight a Ponyville…-y ante estas palabras reaccionaron los dos, especialmente asombrada ella, mirando con incredulidad a Knowling.
-Disculpe, profesor-se decidió ella a intervenir-Pero no sería eso necesario. Es más, he venido hasta Canterlot por no contar, en mi casa de Ponyville, con los libros y materiales necesarios para estudiar la magia aydara que si tendré a disposición aquí, en el Celestium.
-¡Oh! Eso no será problema ninguno-le replicó de inmediato Brown-Le aseguro que nos encargaremos de que cuente usted con todo lo necesario para su instrucción sin necesidad de tener que estar físicamente aquí, en Canterlot. Es frecuente que apoyemos a estudiantes externos en casos especiales como el suyo, además de que cuando se trabaja en una excavación también se hace algo parecido… Por supuesto, sólo lo he propuesto porque pensaba que sería de su agrado y que añoraría su hogar.
Knowling guardó silencio y dejó que la mente de la unicornio le diese vueltas a su idea, confiando en que el resultado sería positivo. Sabía que aquella propuesta era extraña, dadas las circunstancias y la excusa que había presentado le parecía insustancial hasta a él mismo, pero no había hallado otra mejor. Por otro lado, si lograba que colase, podría enviar a Dremtly a Ponyville y, desde allí, le usaría para que buscara la cripta por él…
Sin poder hablarle del resultado del conjuro de la convocatoria que le había dado tal localización, no tenía argumentos para convencer a su antiguo alumno de que había nada más y nada menos que una cripta aydara en Ponyville, pero por otro lado, confiaba en que aceptaría cualquier razón que le ofreciese que le permitiese mantenerse lejos de los lugareños y, el buscar una misteriosa ruina aydara lo era. Además, Dremtly ya había participado en la excavación de una cripta años atrás, por lo que su experiencia le sería de utilidad para reconocer dónde podría haber o no haber otra de aquellas.
-Bueno…-habló finalmente la unicornio-…La verdad, venía pensando en pasar un tiempo en Canterlot y no me importaba la idea… Pero si puedo estudiar la magia aydara en Ponyville, eso le gustará a Spike.• • •
Trixie depósito el libro que estaba leyendo, “Daring Do y el Cáliz del Grifo”, sobre el escritorio de la habitación al oír que la llamaban desde el piso inferior para comer. No le importó demasiado dejar la lectura de aquel capítulo a medias, pues lo cierto era que las novelas de Daring Do no le entusiasmaban demasiado y que sólo la estaba leyendo porque era lo único que parecía poder hacer en aquella casa para distraerse.
Leer… O pensar en aquella misteriosa puerta y en el fascinante y sin duda grandioso poder que se ocultaba tras ella. Pero Trixie no quería darle muchas vueltas a aquello hasta que se hubiera recuperado para evitar que la impaciencia la consumiera, pues lo que tenía claro es que, cuando se encontrara algo mejor, volvería a aquella caverna en busca de aquella magia tan prodigiosa, aquella energía que brindaría su tan ansiada venganza a la Gran y Poderosa Trixie.
Cuando llegó, por el camino aprendido aquella mañana, hasta la cocina, vio que los tres hermanos Apple se dedicaban a disponer la mesa, colocando platos, cubiertos, vasos y demás, mientras su abuela parecía dar unos últimos retoques a lo que fuese que estaba preparando en una gran olla. La unicornio no imaginaba que pudiera ser y, aunque en principio no le hacía demasiada ilusión lo que pudiera estar preparando, puesto que no le gustaban demasiado ni los cocidos ni los estofados o demás platos parecidos, tuvo que admitir para sí que el aroma que desprendía aquello y que inundaba la cocina era realmente delicioso.
-¿Cómo te encuentras, Trixie? ¿Un poco mejor?-le preguntó Applejack, mientras sus hermanos, Big Mac y Apple Bloom, se sentaban ya en sus sitios a la espera de empezar a comer.
-Un poco-musitó ésta, a modo de respuesta, tomando a su vez también asiento. “Supongo que lo pregunta porque ya estará deseando que la Gran y Poderosa Trixie se largue de su casa”, se dijo a sí misma la hechicera.
Ella misma se sentía muy incómoda al tener que aceptar la ayuda de aquella familia, pero, a pesar de su orgullo, no se encontraba con fuerzas para rechazar una cama acogedora y comida caliente, bienes comunes que en los últimos meses para ella habían sido un auténtico y excepcional lujo. Sentía el contradictorio deseo de largarse de allí, aunque no tuviera otro lugar al que acudir y, al mismo tiempo, no podía dejar de agradecer haber sido acogida en aquel lugar.
-Esto ya está, querida-escuchó que la abuela Smith le decía a su nieta, mientras se sentaba-Puedes ir sirviendo los platos… Pero tened cuidado, que aún está caliente.
-Sí, abuela-asintió la pony rubia que, tomando el plato hondo que tenía aquella frente a sí, procedió a acercase la olla para, con un cucharón, llenarlo en tres rápidos y firmes movimientos. Tras dejar el de la anciana pony frente a ésta, pasó a alcanzar el de la unicornio para hacer igual…-Esperamos que te guste el cocido de heno-comentó mientras le servía-… ¿Trixie, crees que te basta con esto o te echó un poco más?-le preguntó, enseñándole el plato, que según lo veía la maga estaba a punto de desbordarse.
-La Gran y Poderosa Trixie tiene de sobra con lo que lleva el plato-le respondió.
-¿Estás segura…?
-La Gran y Poderosa Trixie siempre está segura de lo que dice.
-De acuerdo-le tendió el plato la granjera-Pero ya sabes que si quieres más, sólo tienes que pedirlo-añadió mientras seguía sirviendo la comida a sus hermanos y a ella misma.
Al principio la unicornio miró con desconfianza el caldoso y oscuro cocido que tenía ante sí, a pesar de que a su alrededor los demás, con cuidado al estar todavía bastante caliente, parecían comerlo con fruición. Paulatinamente, sobre todo por el hambre pero, también en una pequeña parte, por no querer parecer desconsiderada, llenó la cuchara y, con cuidado y tras soplar un poco a su hirviente contenido, se lo llevó a la boca. Lo encontró bastante bueno, pero a pesar del primer impulso de imitar a los demás en su afán devorador, se limitó a comer lo más tranquilamente que pudo.
Realmente a Trixie le asombraba lo mucho que, aparentemente, comían en aquella casa. Después de todo lo que habían tenido en el desayuno, también para la comida tenían la mesa nuevamente cubierta de todo tipo de platos y escudillas con aperitivos. Aparte del cocido habían servido diversos tipos de panes, una ensalada de tomate, pepino, lechuga y manzana, una fuente con patatas fritas y otras cosas variadas, como olivas y alcachofas con pimiento.
-Oye, Trixie-se dirigió a ella, con su vocecilla infantil, la hermana pequeña de Applejack-¿Puedes decirme qué significa tu cutie mark? Es muy bonita-añadió.
-La cutie mark de la Gran y Poderosa Trixie representa su don, que es la magia-respondió ella, a la que, por lo común, no le gustaba tener que contestar preguntas salvo que, o fueran sobre ella o vinieran con una conveniente ración de halagos-Pues la Gran y Poderosa Trixie es la mejor maga que hay en toda Equestria.
-¡Oh!-asintió, admirada Apple Bloom, que desconocía el penoso incidente que, no muy lejos de allí, había salido tan caro a la unicornio-…Y, oye…-por un momento Applejack estuvo a punto de interrumpirla, temiendo que su hermanita estuviera meditando sobre si de verdad era Trixie mejor que Twilight y que fuera a preguntarle algo que la incomodara-… ¿y cómo la obtuviste? ¿Puedes contármelo?
Trixie no pudo evitar hacer un mal gesto, pues aquel recuerdo formaba parte de un pasado que prefería dejar atrás, muy atrás y olvidado. Intentó recomponer su expresión en seguida, pero ya era tarde. Temió por un momento como pudieran reaccionar los Apple, pero estos parecieron entender su disgusto.
-Apple Bloom, no vayas a molestar a Trixie con tus preguntas ni con tu obsesión por las cutie mark-le reprendió su hermana-Ella aún está algo débil y no necesita a una pesada potrillo encima con sus incordiantes preguntas.
-Oh…-pareció decaída la pequeña-Pero yo sólo…
-Tú, nada-le cortó Applejack-¿Verdad, Big Mac?
-Eyup-asintió secamente éste.
-Bueno, realmente a la Gran y Poderosa Trixie no le molestan las preguntas-intervino la unicornio, mucho más por aprovechar una ocasión que pensaba se le presentaba de volver a enorgullecerse y a ser aplaudida que porque la pequeña le hubiera dado pena-La Gran y Poderosa Trixie está acostumbrada a despertar el interés de todos los ponies, pues ese es el precio de ser tan magnífica y grandiosa.
-¡Oh, bien!-exclamó Apple Bloom, alegre de que, al final, le fuera a responder. Soñando con que quizá esta vez conseguiría un buen ejemplo a seguir para obtener de una vez por todas su propia cutie mark.
-Vaya, es muy amable que le hagas el favor a mi hermanita, pero no estás obligada a ello, ¿lo sabes, no?-le dijo Applejack.
-La Gran y Poderosa Trixie lo sabe muy bien, además de que Ella no cumple con ninguna obligación que no sea con ella misma. Ahora, la Gran y Poderosa Trixie le contará a tu pequeña hermana como, con una gran demostración de magia y poder, logró obtener a temprana edad su magnífica y fantástica cutie mark.
-¡Oh, espera, espera!-la detuvo repentinamente la misma Apple Bloom-¿Podrías hacerlo esta tarde en la cabaña del árbol? Así también te escucharían mis dos amigas, Sweetie Belle y Scootaloo, ya que juntas somos…-hizo una pausa dramática-¡Las Cutie Mark Crusaders!-exclamó poniendo una pose teatral.
-¡Apple Bloom! ¡Esas formas en la mesa!-le regañó su abuela.
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