Damián, Apple Pie es de los Apple y no tiene que ver con Pinkie, simplemente se llama así por el pastel de manzana: http://mlp.wikia.com/wiki/Apple_Pie
Lo miso pasa con otros miembros llamados por otros productos hechos con manzana, como Apple Brioche o Apple Fritter.
El Caos es la fuerza que mueve el universo. Es un gran error pensar que puede controlarse o eliminarse.
-Muy bien, equipo, suficiente calentamiento, pongámonos con las maniobras. Thunderlane, Hole, Melvin y Dash, en posición.
-¡Sí, señor!
Una serie de jets de entrenamiento militar de diferentes colores rasgaron el aire, haciendo cabriolas y volando en vertical, posicionándose uno encima del otro y formando una línea recta perfecta.
-¡Muy bien, buen comienzo! ¡Equipo dos, adelante!
Inmediatamente después otros cuatro jets repitieron la misma maniobra, formando entre ambos equipos dos líneas verticales en el cielo paralelas la una con la otra.
-¡Perfecto, me pongo en posición, preparaos!
Otro jet solitario se situó justo encima de ambas líneas, formando de esta forma una U invertida.
-¡Muy bien, a mi señal! ¡Tres, dos, uno! ¡Ya!
Al segundo siguiente los aviones comenzaron a soltar un humo blanco espeso, al tiempo que se abrían hacia fuera todos a la vez, llegando a un punto que se llegaron a encontrar; por un momento pareció que se iban a estrellar, pero con una precisión milimétrica todos se encontraron y volaron hacia fuera, realizando una gran cabriola que dibujó una abstracta forma en el cielo.
-¡Oh, sí, como mola!-exclamó Rainbow por su parte, realizando una filigrana en el aire.
-¡Dash, te recuerdo que estas son maniobras programadas, no vayas por libre, no te lo vuelvo a repetir!-le reprendió la primera voz.
-¡Lo siento, capitán, pero es que cuando me emociono no puedo evitarlo!
-¡Pues no olvides aquí quien manda! ¡Muy bien, reagrupaos conmigo, vamos a hacer un rápido circuito!-indicó el capitán inmediatamente después.
Para Rainbow ese era uno de sus momentos preferidos del día; volar por el cielo la daba una libertad que apenas se podía comparar a cuando lo hacía en helicóptero, o incluso cuando se tiraba en paracaídas. La potencia del motor del jet la hacía rasgar el cielo a altas velocidades, dándola una sensación de poder total. Y eso la daba más motivos para pertenecer a la escuela de vuelo del estado de Liberty.
Fundada hace escasos cuatro años, la escuela de vuelo estatal había nacido y crecido principalmente por una inversión que el gobernador Michael Graves aprobó, principalmente para promover el espectáculo artificioso y multicultural que sólo los jets rápidos y las personas adictas a la adrenalina podrían proporcionar, según sus propias palabras. Aunque luego la oposición le tachó de oportunista y ocioso, la jugada le salió especialmente bien y la escuela de vuelo del estado de Liberty vio la luz.
Albergada en una parte del aeropuerto internacional Francis que el propio aeropuerto tuvo que ceder por orden del ayuntamiento, la escuela forma e instruye a futuros y avezados pilotos de competición o bien a cualquiera que pasase por allí y le interesase mínimamente el aprender a volar. Sin embargo Rainbow no estaba allí de paso, ni mucho menos. Su meta era obtener la máxima calificación en todas las pruebas, para así conseguir un diploma especial que la permitiera acceder al equipo de acrobacias aéreas de élite de los Wonderbolts. Ese era su gran sueño.
-¡Muy bien, equipo, pues por hoy hemos terminado, nos vemos en la próxima clase! ¡De vuelta al aeropuerto!
Tras esa señal, Rainbow dio la vuelta a su jet y enfiló el morro en dirección hacia la pista de aterrizaje más cercana, comentando por su radio de seguido.
-Dash llamando a Thunderlane, espero que no te hayas quedado muy atrás…
-Estoy justo delante de ti, en realidad…
-¡Ja! Más quisieras… te echo una carrera hacia el aeropuerto, a ver quién llega antes.
-Por mí vale.
Cuando se trataba de ver quién era el mejor por lo que fuera, a Rainbow no la ganaba nadie; siempre dispuesta a probarse con los demás, nunca le decía que no a una buena carrera, ya fuera por tierra, mar o aire. Sobrevoló esa parte de la bahía de Liberty, bordeando la costa del distrito de Bohan y acercándose a la pista superior del aeropuerto, con forma de V. En cuanto estuvo a pocos metros de llegar contactó con la torre de control.
Aeropuerto Internacional Francis
-Control, aquí besra 22-1544-XJ de la escuela de vuelo, permiso para aterrizar.
-Besra 22-1544-XJ, permiso concedido, adelante.
El besra era uno de los tantos aviones de entrenamiento que la escuela tenía a disposición de sus alumnos, además de otras tantas avionetas de acrobacias, aunque jets como esos sólo estaban reservados para los alumnos de más avanzado nivel.
Besra
Nada más tomar tierra Rainbow dirigió el jet hasta uno de los hangares que la escuela poseía, en el extremo superior del aeropuerto y cerca de la pista superior de aterrizaje; al mismo tiempo otro hizo acto de presencia, parando justo al lado del suyo y saliendo de la cabina un chico familiar.
-¿Ves? Al final he sido yo quien se ha coronado, como era de esperar…
-Sí, Rainbow, sí, lo que tú digas…
Thunderlane era con toda seguridad el tío con más paciencia que Rainbow había conocido nunca; de hecho fue al poco tiempo de haber entrado en la escuela, por aquel entonces buscaba un nuevo compañero de piso puesto que el último se había ido, harta de ella, como hasta el momento había ido ocurriendo. Aun a pesar de sus continuos comentarios auto elogiadores y su desparpajo a la hora de referirse a sí misma, Thunderlane la encontró particularmente divertida, y en cuanto ella la sugirió ir a mitad y mitad en el pago de su alquiler, el chico no se lo pensó demasiado, aceptando enseguida. Muchos le llegaron a comentar que no sabía dónde se había metido, pero aun así Thunderlane no le dio mayor importancia. Y por el momento no tenía intención de marcharse, superando ampliamente la marca que los anteriores compañeros de piso fueron incapaces de soportar.
-Tienes que admitir que vivir conmigo tiene sus ventajas…-comentó Rainbow, mientras se dirigían a los vestuarios.
-Bueno, sí, me levanto todos los días a la misma hora, te veo a ti elogiando tus propias hazañas y me entretengo de lo lindo viendo cómo te enemistas con media ciudad. Al menos no me aburro.
-Cualquier diría que eres masoca o algo por el estilo.
-No sería la primera vez…
-Jo, a veces eres tan raro… quizás es por eso por lo que me mola vivir contigo.
-Hey, somos dos entes viviendo en un mundo extraño, si lo piensas no es tan raro.
-Agh, me meto en la ducha antes de que me frías viva con tus conversaciones físico-existenciales.
-Sabes que lo estás deseando.
Antes de que pudiera decirla nada más, la chica se metió en el vestuario femenino y no se la volvió a ver. Al ser una de las pocas mujeres en la escuela, normalmente el vestuario estaba vacío durante casi todo el día excepto cuando ella se metía después de cada clase, haciéndolo casi suyo a efectos prácticos. No era algo que la importara demasiado, aunque a veces lamentaba que hubiera tan pocas chicas que se interesaran en un mundo mayoritariamente masculino.
Como siempre fue la primera en terminar, teniendo que esperar a Thunderlane en el pasillo durante casi un cuarto de hora. En cuanto le vio salir murmuró.
-Ya era hora, estaba por irme…
-Bueno, usted perdone, pero el vestuario estaba casi lleno…ya podrías dejarme pasar al tuyo, que está siempre vacío…
-Sí, claro, vas listo…
-Oh, venga ya, ya te he dicho que no eres mi tipo…
Los dos se encaminaron hacia el parking reservado para los alumnos, cerca de la salida hacia la autopista; Thunderlane también tenía su propio coche, un Elegy RH8 negro, aunque normalmente cuando iba con Rainbow a clase o a cualquier otro sitio iban en su F620. Sin embargo, cuando llegaron hasta la plaza, se encontraron con una desagradable sorpresa.
-¿¡Qué?! ¡Tienes que estar de p*ta broma!-masculló Rainbow, sintiendo como la rabia la invadía.
-Oh, vaya… qué mal-murmuró Thunderlane, un tanto inseguro sobre qué decir.
-¿¡Eso es todo lo que tienes que decir?! ¡Panda de cabrones!
Y es que el flagrante y normalmente impoluto coche de Rainbow había sido pintado de arriba abajo con múltiples colores, estropeando su fina estética. Apenas quedaba nada del azul cian original y también se habían cebado con el símbolo de la nube y el rayo multicolor del capó.
-¡Putos cabrones de mierda, me las pagarán, ya lo creo que lo harán!-rugió Rainbow, enfurecida.
-No es por nada, pero esto tiene la firma de los del último triatlón…-comentó Thunderlane, con seguridad.
-¡Oh! ¡No jodas, Sherlock! ¡Mierda, mierda, se va a j*der la p*ta carrocería!
-A ver, tranquilidad, si mal no recuerdo hay un auto lavado no muy lejos de aquí, en Willis-recordó el chico, haciendo memoria.
-¿¡Y a que esperamos?! ¡Vamos ya antes de que se seque del todo y haya que raspar o algo peor!-exclamó ella, subiendo al coche.
Sin perder más tiempo Rainbow se puso en marcha para llegar a Willis lo antes posible. De todos los barrios del distrito de Dukes, Willis era uno de los más residenciales y suburbiales de todos, aunque también tenía algún que otro foco comercial que lo hacía un barrio ideal para los que menos renta tenían.
Dukes, como los suburbios, incluso peor
Willis
Normalmente el distrito de Dukes no era el predilecto de la ciudad, aun a pesar de ser uno de los más multiculturales a ese lado del río Humboldt, siendo el hogar de inmigrantes irlandeses, italianos, rusos y sobre todo jamaicanos. Y aunque en barrios como el de Willis se concentraban muchos asalariados y la rentas per cápita más bajas de la ciudad, también tenía barrios mucho más afamados y fuertes económicamente hablando, como los eran Colinas Meadow, que destacaba sobre todo por el marcado estilo Tudor que dominaba en todas sus edificaciones, o Steinway, el barrio irlandés por excelencia. Aunque también tenía grandes espacios verdes como el Meadows Park, el segundo parque más grande de la ciudad después del de Middle Park, donde mucha gente iba a despreocuparse de sus problemas, jugar al tenis, al beisbol o a admirar los restos de la antigua feria mundial de 1964.
Saliendo del aeropuerto no se tardaba mucho en llegar, estando situado en un espacioso solar que hacia esquina entre Saratoga Avenue y Lynch Street.
-Aquí es, Willis Wash & Lube-indicó Thunderlane nada más llegar.
-Sí, sí, sé leer, gracias…-le espetó Rainbow.
El chico rodó los ojos, prefiriendo no darle mayor importancia, al tiempo que ella se bajaba del coche y se dirigía a un hombre que allí había, el cual se encontraba sentado en una silla y leyendo un periódico.
-¡Perdone, le necesito, es una emergencia! ¿Hacen aquí lavados especiales?
-Depende de qué y para qué…-murmuró el hombre, con voz cansada.
-¡Necesito que limpie mi coche, algún desgraciado me lo ha vandalizado, pero quiero que vuelva a brillar antes de partirle la cara al desgraciado pertinente!
El hombre bajó el periódico, mirando al F620 con gesto apático.
-Bueno, veré lo que puedo hacer, déjalo ahí, ahora me pongo con él.
-Oh, gracias ¿para cuándo estaría?
-Ahí hay mucha pintura… dame una media hora.
Mientras esperaban los dos se fueron a dar una vuelta por el barrio para hacer tiempo, viendo una cafetería justo delante de la estación de metro y parando en ella para tomar algo mientras hablaban.
-Huy, como me encuentre con el desgraciado que me ha arruinado el coche… te juro que no lo cuenta-masculló ella en un momento dado, chascando sus puños.
-Oh, vamos, podría haber sido cualquiera… aunque es algo que me veía venir de alguna forma-comentó Thunderlane, dando un sorbo a su refresco.
-¿¡Cómo?! ¿¡Me estás diciendo que sabías que me iban a desgraciar el coche?!
-No, a ver, no exactamente, pero está claro que esto ha sido una represalia.
-¿¡Represalia?! ¡¿Y por qué si se puede saber?!
-Hombre, tú me dirás…
-¿Yo? ¿Y por qué yo, a ver?
-Rainbow, no me vengas con esas que sabes de lo que te hablo.
Por un momento la chica se quedó callada, dando un sorbo a su refresco para evitar tener que hablar.
-Tu actitud chulesca para con todo ofende a mucha gente, y lo has hecho siempre que has podido, cada vez que ganabas un triatlón o una carrera por la ciudad, es normal que alguien acabe por querer hacerte pasarlo mal. Y aquí lo tienes, te han pintado el coche.
-¡Bah, pero esos son una panda de envidiosos que no saben aceptar una derrota con deportividad! ¡Soy mejor que ellos, lo normal es que les gane!
-Ahí está tu problema, que piensas que eres la repanocha…
-¡Es que soy la repanocha! ¡Y no lo digo solo porque suene bien y tal, que también, sino porque mis logros hablan por sí solos! Y los he conseguido yo solita, con mi esfuerzo y mi buen hacer…
-Rainbow, está bien ganar, sí, pero con esa actitud es normal que te granjees enemigos, al final toda la ciudad va a querer echarse a tu cuello en vez de ir a por el coche ¿entiendes?
Sin embargo la chica no estaba por la labor, argumentando de seguido.
-¡Aun así soy mejor que todos ellos! ¡Por mí que rabien y chinchen todo lo que quieran, si quieren demostrar que son unos críos por mi vale!
-El caso es que parezca que tú también quieras hacerlo…
-¿¡Insinúas que soy una cría?!-inquirió Rainbow, cabreada.
-No, no es eso, aunque a veces te comportas como una.
Ante eso la aludida terminó de calentarse y le echó lo que le quedaba de refresco a la cara, al tiempo que se levantaba y le espetaba.
-¡Eres un imbécil!
Inmediatamente después cogió y se marchó pisando fuerte, dejando a un resignado Thunderlane en la mesa con la cara empapada de e-cola, mientras que la gente en otras mesas le miraba con cara de circunstancia.
-Pues nada, a esperar a que se le pase… a ver que hay en la cartelera-pensó el chico, cogiendo un periódico cercano.
Por su parte Rainbow marchó de vuelta hacia el auto lavado para ver si ya habían terminado con su coche; aún no había pasado media hora, aunque en ese momento le daba igual, lo único que la importaba era salir pitando de allí. Cuando se cabreaba lo único que conseguía calmarla era ir por la calle con su coche sin rumbo fijo, fardando y dejando pasar el tiempo a partes iguales. Y en esos momentos lo que más necesitaba era eso mismo.
-Ese estúpido Thunderlane, comportándose y hablándome como si fuera mi padre… menudo idiota-pensó ella, con el cabreo presente.
Y además, esa era otra, su actitud de padre que normalmente tenía para con todo. Parecía mentira que tuviera su misma edad, y aun así iba por ahí sermoneándola y diciéndola cómo se tenía que comportar, cual niña pequeña. Era algo que no soportaba, ni de él ni de nadie. Nunca la había gustado que le dijeran lo que tenía o lo que no tenía que hacer. Ella se consideraba un espíritu libre, sin ataduras de ningún tipo. Por eso mismo se fue de casa, para no tener que aguantar a sus padres día sí y día también. Y lo peor de todo era que, de vez en cuando, el propio Thunderlane le llegaba a recordar a su padre.
-Agh, maldita sea, necesito correr, ya-pensó la chica con urgencia y apretando el paso.
Llegó enseguida al auto lavado, donde vio al hombre sacando el coche de una de las máquinas; algunos colores y trazos de pintura habían desaparecido, pero no todos, quedando unos feos manchurrones por toda la carrocería, incluyendo su signo en el capó, que apenas se veía.
-Me temo que esto es todo lo que he podido hacer. Será mejor que te lo repinten, te va a salir más caro lavarlo todo que volverlo a pintar-le aconsejó el hombre, saliendo de él.
-Ya, ya… gracias.
Le pagó unos veinte dólares por su servicio y, sintiéndose un poco más cabreada, salió de allí a todo gas.
Para volver a Algonquin optó por salir a la autopista Algonquin-Dukes e ir todo recto por ella hasta llegar al puente de Algonquin, que unía ambos distritos cruzando el río Humboldt y parte de la isla Colonial. Con un sistema de cables que lo sostenían y un doble soporte montado sobre dos amplios bloques de piedra sobre el río, el puente de Algonquin era uno de los más famosos y reconocidos puentes de la ciudad, junto con el de Broker. Posee además un paseo peatonal que lo recorría por el centro y un paso subterráneo bajo las calzadas por donde corrían los trenes del metro.
Puente de Algonquin
Normalmente el tráfico era fluido durante la mayor parte del día, aunque en plena hora punta se ponía peor. Aun así ir por el ese puente era una opción casi segura en casi cualquier momento del día, ya que no suelen formarse muchos atascos en él gracias principalmente a sus anchos carriles. No era como el puente de Broker, que en comparación era mucho más estrecho y tendía a embotellarse enseguida.
La entrada a Algonquin la llevaba hasta Kunzite Street, una larga y espaciosa avenida que cruzaba toda esa parte de la ancha isla de este a oeste, dejándola cerca del taller que más cerca la quedaba. Aunque antes un semáforo en rojo la obligó a parar, además de que había gente cruzando la calle. Paró justo al lado de un Felon GT de color azul claro con destellos dorados, su techo se encontraba bajado al ser un descapotable convertible, y una chica rubia de ojos ámbar lo conducía. Rainbow la echó un rápido vistazo, sintiéndose tentada, ya que ambos coches eran de la misma clase, cupés. Sin poder evitarlo bajó la ventanilla y se dirigió hacia ella comentando.
-Bonitos colores, aunque un V10 como el mío no puede competir ante un híbrido como el tuyo.
-¿Perdona? Aunque no lo parezca, este pequeñín es más rápido de lo que aparenta. Y además, no hables de colores, hija de mi vida, porque el tuyo tiene tela…
-No, esto que ves es un desafortunado incidente que se resuelve llevándolo al taller, normalmente tiene un color azul cian precioso…
-Ya, claro, porque normalmente la velocidad se mide según cual sea el color…
-Ja, no lo decía por eso exactamente, pero si lo quieres ver así…
Por un momento las dos se quedaron calladas, echándose varias miradas retadoras; Rainbow aceleró de golpe sin meter marcha, revolucionando el motor, el cual rugió intimidante. Por su parte la otra chica hizo lo propio, metiendo puya. Los transeúntes que en ese momento cruzaban la calle apretaron el paso ante la inminente carrera, mientras que otros hacían mano de sus teléfonos móviles. En cuanto el semáforo se puso en verde ambas salieron disparadas, comenzando la improvisada carrera.
Ninguna de las dos establecieron una meta, por lo que fueron por donde les llevó la carretera; atravesaron toda la avenida esquivando el tráfico, girando a la izquierda en cuanto llegaron al cruce estrella. Continuaron hacia el sur sin parar, saltándose varios semáforos y estando todo el rato a la par, torciendo a la derecha en cuanto llegaron hasta la torre Rotterdam. Inmediatamente después tomaron carrerilla en Frankfort Avenue, que iba en paralelo a la otra gran y larga avenida de la ciudad, Columbus Avenue, y la atravesaron de sur a norte a toda velocidad, pasando al lado de Middle Park en el proceso. Llegados a ese punto oyeron una serie de sirenas detrás de ellas, Rainbow miró por el retrovisor y vio a la policía persiguiéndolas.
-Oh, vaya, la caballería se ha unido a la fiesta…-pensó ella, sonriendo mordazmente.
-¡Policía de Liberty City, detengan ahora mismo esta carrera callejera ilegal!-exclamó uno de sus agentes por los megáfonos.
-¡Ah, besadme el culo, polis!-exclamó Rainbow, acelerando un poco más.
La otra chica también vio cual era el panorama y redujo la velocidad para ponerse al mismo nivel que Rainbow; por un momento las dos se miraron, pensando en casi lo mismo. La chica la hizo un gesto con los dedos que ella supo identificar sin problemas, a lo que ella tan solo asintió secamente. En cuanto estuvieron a punto de entrar en el barrio de Holanda Norte se separaron para así despistar a la policía, atajando por callejones y metiéndose por calles estrechas para perderlos lo antes posible. Costó un poco, pero finalmente Rainbow perdió a la policía mientras cruzaba Grummer Road, una estrecha y aislada calle muy al norte del barrio de Northwood y cerca del extremo norte de Algonquin.
-Puede que aún me estén buscando, me meteré en alguno de estos almacenes a ver si los pierdo del todo-pensó la chica, girando a la derecha en uno de los accesos.
En esa zona de la ciudad había una serie de almacenes y muelles abandonados que ya no se usaban y que solían ser punto de encuentro para reuniones de todo tipo, además del lugar perfecto para perder a la policía. Nada más entrar en uno se llegó a encontrar con una cara familiar apoyada en un coche que también la sonaba de algo.
-¡Hey, eres tú! ¿Qué haces aquí?-inquirió Rainbow, bajándose de su coche.
-Bueno, perdí a la poli hace rato, aunque preferí meterme aquí para asegurarme, por si las moscas-reveló la chica.
-Ah, ya veo, chica lista…
-Casi tanto como tú.
Ambas se miraron por un momento hasta que finalmente se rieron con confidencia.
-Ja, muy buena esa… soy Rainbow Dash-se presentó la chica.
-Yo soy Lightning Dust, encantada-hizo lo propio ella.
Las dos chocaron los puños, al tiempo que Rainbow observaba el Felon GT de Lightning.
-Vaya, pues tengo que admitir que este nene no está nada pero que nada mal… aunque espera, no reconozco todos estos complementos, por lo que veo está bastante más tuneado que el mío.
-Eso es porque no lo he tuneado aquí, todo lo que ves es obra de Los Santos Customs, la mejor franquicia de talleres de toda la costa oeste-reveló Lightning.
-Ah, entonces no eres de aquí...-dedujo Rainbow.
-No, soy de San Andreas, particularmente de la ciudad de Los Santos ¿te suena?
-Sí, algo he oído de la costa oeste… un buen lugar para competir, por lo que tengo entendido.
-Entiendes bien, ese sitio es el paraíso para todo amante del motor que se precie.
-Sí, ya lo veo… aunque me sorprende ¿Qué haces aquí?
-Oh, pues de turismo, siempre he oído que en esta ciudad también hay competiciones de las que tirar, así que he venido a probar suerte.
-Ya veo… pues has venido precisamente a mis dominios.
-¿A tus dominios?-repitió Lightining, ceñuda.
-Por supuesto, es normal que no lo sepas si eres nueva, pero resulta que soy la mejor plusmarquista de toda la ciudad, nada se me escapa. Carreras callejeras, triatlones urbanos por tierra, mar y aire, hago de todo. Y ya te digo que estás en mi territorio-murmuró Rainbow con chulería.
Sin embargo eso tan solo animó un poco más a Lightning, la cual comentó también con arrojo.
-Oh, pues bueno es saberlo, siempre he creído que conocer bien a mis rivales me ayuda a vencerlos en la competición.
-Ah, ya veo, así que quieres quitarme mi puesto… pues no te va a funcionar, Dust.
-Eso ya lo veremos, Dash…
Ambas chicas se sostuvieron la mirada, con un brillo especial en sus ojos; hasta ahora Rainbow siempre había pensado que nunca había tenido un rival a la altura contra el que competir en condiciones, aunque esta vez podía notar algo especial en esa chica, algo la decía que con ella tendría que emplearse a fondo.
Por un momento se quedaron calladas, analizándose la una a la otra, aunque al final Lightning sonrió, divertida, y murmuró.
-Me caes bien, Dash, algo me dice que seremos buenas amigas… y rivales también.
-Oh, es muy amable por tu parte.
Al igual que Rainbow, Lightning le estuvo echando un vistazo a su F620, ignorando el lamentable estado de la carrocería debido a la pintura.
-No está muy tuneado, por lo que veo…
-No, aquí en la costa este no es tan fácil tunear coches ya que el mercado de los vehículos modificados está muy regulado, aunque lo poco que tiene lo he ido añadiendo yo misma. El alerón trasero lo compré por internet, y un amigo mío que es mecánico me hizo un favor y le pudo poner nitro también, me viene genial en las carreras. Ah, sí, no se ve mucho por la maldita pintura, pero el símbolo del capó me lo añadieron en el taller usando un modelo diseñado por mí.
-Mola, no está mal para una amateur…
-Bueno, es lo que hay, y con lo que tengo me basta, así que…
-Sí, aunque en un Santos Customs podrían hacer maravillas con él, eso desde luego. El color desentona un poco, eso sí…
-Ya, bueno, tuve ese incidente del que te hablé…-murmuró Rainbow, escuetamente.
A eso Lightning se quedó pensativa por un momento hasta que finalmente comentó.
-Bueno, en ese caso vamos a arreglarlo, tengo un colega que trabaja en un Pay 'n' Spray cercano, fue él el que me habló de las carreras de aquí, podemos llevárselo para que le dé una mano de pintura.
-¿Podría?-inquirió Rainbow, algo chocada.
-¡Claro! Sígueme, te llevaré.
Las dos se subieron a sus respectivos coches y Rainbow siguió a Lightning; Pay 'n' Spray era una conocida franquicia de talleres y garajes de reparaciones muy asentada en la costa este del país, siendo de los más usados y demandados por su buena relación calidad-precio. Reparar nunca era caro, al menos si la avería no era muy grave; dependiendo también de ésta el precio solía variar, aunque no iba más allá de los quinientos o seiscientos dólares. Repintar siempre era gratis, siendo incluido también junto con la reparación si se pedía. Había varios talleres por toda la ciudad, normalmente Rainbow siempre iba al que había en el barrio de Purgatorio puesto que era el que más cerca la quedaba de casa, aunque esa vez Lightning la llevó hasta otro que había justo al lado de donde se encontraban, en el último tramo de Frankfort Avenue antes de llegar hasta el puente de Cerros Northwood, que conectaba Northwood con el distrito de Bohan.
Lightning aparcó fuera mientras que Rainbow lo metía en el garaje aprovechando que la puerta estaba abierta; un chico joven que en ese momento se encontraba reparando un coche alzado con una grúa mecánica salió de debajo del mismo e inquirió.
-¿Puedo ayudarte en algo?
-¡Sí, Mike, viene conmigo!
-¡Ah, Lightning, ahí estás! ¿Qué te cuentas, tía, has podido inscribirte en alguna carrera?
-Todavía no, aunque he encontrado algo mejor…-argumentó ella, señalando a Rainbow.
-¿Ah, sí? ¿Y quién es?-inquirió Mike, arqueando una ceja.
Por un breve momento hubo un breve silencio en el cual los tres se estuvieron mirando entre sí con cara de circunstancia, aunque Rainbow no pudo evitar sonrojarse levemente antes de romper el hielo.
-Soy Rainbow Dash, la mejor plusmarquista a este lado del Humboldt…
-Ah, vale, es que personalmente no estoy muy metido en esas cosas, solo me ocupo de arreglar motores y carrocerías agujereadas por balas.
-Y pintarlas-añadió Lightning.
-Sí, y pintarlas… adoro mi trabajo-murmuró el chico, con sorna.
-Pues precisamente venimos a que pintes el F620 de Rainbow, ha tenido un desgraciado percance y necesita una manita de pintura.
-Sí, ya lo veo… de acuerdo, aunque antes tengo que terminar con la transmisión de ese de ahí, en cuanto termine me pongo con el tuyo. ¿De qué color?-inquirió Mike.
-De azul celeste o cian, si tienes.
-Vale, dadme una media hora o así.
Para hacer tiempo las dos chicas se fueron por ahí a comer en el coche de Lightning.
-Hey ¿te gusta la comida italiana?-inquirió Rainbow en un momento dado.
-Sí, la pasta me mola.
-En ese caso vayamos al Drusilla's, un restaurante que yo conozco que está muy bien, en Pequeña Italia.
-Bueno, guíame tú si eso, soy nueva aquí.
-Claro, ve todo recto por Frankfort Avenue y luego gira a la izquierda por Feldspar Street.
La chica se dejó guiar, mientras que por el camino contemplaban el gran paisaje urbano que una ciudad como Liberty City ofrecía todos los días; Lightning no estaba acostumbrada a tantos edificios y tan altos juntos, cosa que comentó enseguida.
-Con razón la llaman la ciudad en vertical, aunque no pensaba que fuera tan literal…
-Bueno, es cuestión de acostumbrarse… ¿no hay rascacielos en Los Santos?
-Sí, pero la gran mayoría se concentran en el centro, el resto de barrios no están tan saturados como este. Además en Los Santos hay más diversidad, se mezcla lo urbano con lo natural, aquí está todo muy condensado.
-¿Naciste allí?
-Sí, en Vinewood Este, concretamente en Mirror Park. ¿Y tú?
-Ah… yo aquí, en Algonquin-respondió Rainbow, rápidamente.
Sin que ninguna de las dos se diera cuenta pasaron el resto de la tarde juntas, hablando de todo un poco; después de comer en el Drusilla's estuvieron dando una vuelta por Castle Garden City, el barrio donde vivía Rainbow, contemplando las vistas que el paseo ofrecía del West River, el sur de Alderney, parte del puerto Tudor y la isla de la Felicidad.
Castle Garden City
Finalmente a eso de las siete volvieron al Pay 'n' Spray de Northwood para recoger el coche de Rainbow, el cual ya estaba repintado y como nuevo, aunque le faltaba su símbolo en el capó.
-Vi que tenías algo pintado en el capó, pero sin un diseño y una plantilla no puedo repintarlo-comentó Mike.
-Ya, no pasa nada, se lo pondré en cuanto pueda, gracias.
Siendo fiel a sus servicios, la mano de pintura la salió completamente gratis, sacando el coche fuera. Antes de irse se despidió de Lightning.
-Pues lo dicho, Dash, encantada de conocerte. Si sabes de alguna carrera, avísame.
-Claro, dame tu número si eso y te llamo si veo algo.
Intercambiaron sus números y, tras las despedidas, Rainbow se puso en camino hacia su casa. Sin comerlo ni beberlo había acabado conociendo a una potencial rival que además la había hecho un gran favor, conectando muy bien con ella también. Nunca antes había llegado a congeniar de esa forma con alguien, y el simple hecho de hacerlo la había puesto de muy buen humor, olvidándose incluso de lo que había pasado esa misma mañana.
Llegó a su casa tras un rápido paseo, aparcando en el garaje y subiendo hasta el vigésimo piso de uno de los edificios que bordeaban el paseo junto al río, donde tenía alquilado un apartamento de alto standing que pagaba a medias con Thunderlane, el cual se encontraba allí despanzurrado en el sofá viendo la tele.
-Ah, por fin apareces ¿ya se te ha pasado tu cabreo congénito?-inquirió el chico.
-Ah, sí, lo de esta mañana… perdona por haberte empapado-murmuró ella, algo avergonzada.
-Meh, como si fuera la primera vez… además, aquí el de la paciencia soy yo ¿no?
-Sí, je, je…
Rainbow se puso cómoda y se unió a Thunderlane en el sofá, comentando de seguido.
-Por cierto, tengo que localizar otra carrera pronto.
-Vaya, me pregunto por qué…-murmuró Thunderlane, con sorna.
-Ja, ja, muy gracioso… el caso es que he conocido a una chica y la he prometido una carrera.
-¿Qué tú has conocido a alguien? Vaya, esto es nuevo…
-Me parto la caja contigo, Thunderlane…
-Sí, lo sé.
Aun a pesar de todo, los dos siguieron hablando tranquilamente, sin darle más importancia a lo que pasó esa misma mañana. Y es que, si por algo destacaba el chico, era por su paciencia.
Afuera el sol comenzaba a ponerse por el oeste, bañando a Liberty City en un color anaranjado, al tiempo que muchas luces comenzaban a brillar.
Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
A Rainbow le ha pasado factura su chulería. Eso sí, me hace gracia que muchísima gente utilice ese tipo de argumento para justificar ciertas actitudes dañinas para con gente, más aún si la víctima no ha hecho daño activamente a nadie.
Un capítulo curioso, y en el que GRACIAS A ZEUS se huye del manido cliché de mierda de "los compañeros de piso seguro que están liados, es lógico, hurr durrrrrrr". Penita me da Thunderlane, aka "el Santo Job" Y definitivamente Rainbow está rota, se mete en todo. Buena la de Lightning, aunque me veo que su relación va a acabar muy mal.
El Caos es la fuerza que mueve el universo. Es un gran error pensar que puede controlarse o eliminarse.
Este capítulo lo dedicaste a Rainbow Dash. Honestamente ella aquí tiene un carácter más exagerado que en la serie, porque si bien es cierto que en el Show la chica es un poco presumida, esa presunción no llega a ser tan molesta; aquí ejerce de presumida, indisciplinada, incapaz de atenerse a ninguna normativa y maleducada, todo a la vez.
De modo que Rainbow se fue de casa de sus padres porque no soportaba que le impusieran unas normas de conducta. Nunca me han terminado de gustar aquellas personas que hacen constantemente lo que les da la gana, sin querer asumir las consecuencias de sus actos, y sin querer seguir unas pautas de trabajo o un mínimo de modales o de conducta.
No sé cómo es posible que Thunderlane soporte a Rainbow. El chico tiene infinita paciencia, o sea que no era la primera vez que Dash le empapaba de refresco a él. Para mí que una de dos, o él es masoquista o ella le gusta, en este último caso no sé qué habrá visto en ella, quizás sea que los dos son atletas.
Apareció Lightning Dust, genial, por fin Rainbow encontró a una rival con la que identificarse. Me gustaría que Dash perdiese alguna competición, a ver si así se le bajan los humos.
Ja, ja, ja. Me reí con la anécdota del coche multicolor, xd. El lavado constó 20 dólares y el repintado fue gratis. Mmm, el “pintor de coches” no se va ha hacer rico con esos precios. XD.
-Pero un momento, ayer me dijo que sólo concedían créditos bajo la supervisión de un aval y ya lo tengo ¿Qué más se supone que tengo que hacer?
-Pero eso son los créditos de bajo interés, señorita Sparkle, si mal no recuerdo usted nos vino pidiendo un crédito de más de cinco mil dólares, el importe influye en la facturación, es por eso que es necesario un aval en estos casos.
-Ya, vale, pero la documentación ya está lista desde hace varias semanas, se supone que ya debería haberme llegado el dinero.
-¿Tiene usted domiciliado el negocio a cubrir?
-Eh… sí, de hecho es parte domicilio, pero me falta darlo de alta en autónomos.
-En ese caso tenga lista toda la documentación, a veces los trámites no se realizan si no está todo lo demás cerrado.
-Vale, entonces ¿sólo sería eso o habría que hacer algo más?
-Si el aval ya ha firmado, no, eso sería todo.
-Vale, por fin, gracias…
-A usted, que tenga buen día.
Twilight colgó un tanto hastiada, dejando escapar un hondo suspiro; odiaba los procesos burocráticos, siempre la tenían de un lado a otro, dando vueltas como una tonta, y mareando la perdiz de una forma atroz. Al menos ya estaba hecho, sólo faltaba dar de alta la biblioteca en autónomos y recibiría el dinero del crédito. Parecía imposible, pero al final lo había conseguido. Y todo gracias a insistir e insistir.
-¿Ya está todo arreglado?-inquirió en ese momento Spike.
-Sí, por fin, falta darnos de alta en autónomos. Lo haré ahora, así me lo quito de en medio.
-Oh, bien… ¿iremos luego a comer a casa de mamá y papá?
-Claro, aunque vas a tener que esperar a que vuelva del ayuntamiento, y así vamos juntos-le sugirió ella.
-¿Qué? Oh, venga ya, ¿y por qué no puedo ir yo ahora mientras tú vas a hacer eso?-inquirió Spike, contrariado.
-¿Y dejarte ir tu solo por la calle? De eso nada, monada-le reprendió ella.
-Oh, vamos, no soy ningún crío, tengo nueve años…
-Por eso mismo, Spike, por eso mismo.
-¡Pero mamá y papá viven al otro lado del parque, tan solo es atravesarlo, cruzar la calle y andar dos manzanas, en diez minutos llego!
-Spike…
-¡Por favor! ¡Siempre me dices que es bueno que haga cosas por mi cuenta! ¡Puedo hacer esto, sólo es cruzar la calle!
Twilight se quedó pensativa por un momento, considerando ese hecho; era cierto que siempre le había alentado a hacer cosas por su cuenta para que no dependiera tanto de ella, aunque ir solo por la calle era otra historia muy distinta. Ella siempre había sido muy protectora con él, y más de una vez el chico se había quejado debido a esto. No estaba muy segura de si dejarle ir o no, aunque al final, con los ojitos que la estaba poniendo no tuvo más remedio que aceptar.
-Está bien. Pero ve con mucho cuidado, no hables con nadie que no conozcas y…
-… llámame cuando llegue, sí, lo sé.
-Así me gusta.
Spike cogió sus cosas y se despidió de Twilight dándola un rápido beso en la mejilla.
-¡Mira siempre al cruzar y no estés con el móvil todo el rato! ¡Y no vayas por calles que no conozcas!
-¡Que sí, que yo también te quiero!-exclamó él, bajando por las escaleras.
Ante eso Twilight no pudo evitar reírse tontamente. Había cosas que no cambiarían nunca, y esa era una de esas tantas de Spike.
Por su parte cogió todos los papeles, la documentación, algo de dinero y se puso en camino hacia el ayuntamiento.
El transporte era casi como un tema tabú en Liberty City; aun a pesar de que había una buena red de carreteras, los atascos estaban siempre a la orden del día en casi cualquier lugar de la ciudad. De los más de ocho millones de habitantes la tercera parte de estos tenían automóvil propio, y además lo usaban en todo momento, lo que contribuía un poco más a la locura que era circular por las calles.
Debido a esto Twilight nunca usaba coche, de hecho no tenía, aunque sí que tenía licencia de conducción, puesto que en su día su padre se emperró en que se la sacara. Por no tener que escucharle la misma cantinela constantemente, Twilight se lo sacó sin mayores complicaciones, aunque desde entonces éste descansaba ad eternum en su cartera, junto a su identificación y la tarjeta del banco. Nunca había considerado esencial el conducir, y para moverse por la ciudad, prefería utilizar otros medios.
Los taxis los usaba como última medida puesto que, aunque no fuera ella la que conducía, el tráfico seguía estando ahí y los amarillos, como normalmente los llamaban en la ciudad, formaban parte del mismo, por lo que no eran una opción, al menos para ella. El autobús también entraba en esta categoría, de vez en cuando lo solía coger dependiendo de cuán lejos quería ir, aunque muy de vez en cuando. Su opción más demandada y utilizada era sin duda alguna el metro, el cual era uno de los más grandes y mejor organizados del mundo. Nunca hacía tarde, cumplía los horarios con total eficacia, y estaba ahí siempre para ella las veinticuatro horas del día. Aunque para la gran mayoría de la gente en la ciudad el metro era considerado para perdedores o peatones renegados, ella lo veía como la mejor forma de moverse por la ciudad, usándolo siempre que necesitaba recorrer largas distancias, cosa que siempre pasaba si se vivía en un distrito como el de Algonquin.
La estación más cercana a su casa, East Park, estaba a la vuelta de la esquina, por lo que tan solo era bajar las escaleras, salir del portal, andar unos diez metros y meterse de lleno en el metro. Los pasillos en su interior eran estrechos y algo claustrofóbicos, pero en contrapunto estaban siempre muy bien iluminados por lo que la sensación de cerrado se disipaba un poco. Antes de llegar al andén se debía pasar por los tornos de acceso, bien pagando un viaje o bien utilizando una tarjeta magnética de transporte recargable y que la permitía hacer tantos viajes como quisiera con una cuota mensual. Los andenes siempre se encontraban bien iluminados y llenos de carteles con publicidad tanto en las paredes como colgados del techo, junto con varios mapas de las estaciones y las líneas en las paredes.
En Algonquin había un total de cuatro líneas que se agrupaban en pares y en colores. Las líneas interiores eran la K y la C; la K realizaba su trayecto en el sentido de las agujas del reloj y la C al contrario. Ambas líneas se llegaban a encontrar justo en el norte de Algonquin, concretamente en la estación de Frankfort, antes de seguir hacia el norte en dirección hacia el distrito de Bohan, donde las líneas cambiaban de nombre y el metro pasaba a ser tren elevado; la K se volvía la línea E y la C se convertía en la línea B, aunque los colores predominaban, azul para la C y la B y amarillo para la K y la E.
En cuanto a las líneas exteriores, la J y la A, bordeaban toda la isla de Algonquin, siendo la J la que la atravesaba en sentido contrario a las agujas del reloj y la A en sentido opuesto; al igual que las interiores, las líneas exteriores se llegaban a encontrar con las interiores a mitad del distrito, concretamente en la estación de Easton, aunque luego las exteriores se desviaban hacia el puente de Algonquin y lo cruzaban para dirigirse a los distritos de Broker y Dukes donde, de la misma forma que en Bohan, el metro pasaba a ser tren elevado y sus nombres cambiaban, aunque no sus colores. La línea J se convertía en la línea 3 y la A en la 8, siendo tanto la J como la 3 de color rojo y la A y la 8 de color verde.
Por su parte se refería, para ir al ayuntamiento debía de coger la línea K hasta la estación homónima, aunque llegaría enseguida puesto que tan solo la separaba una estación. Tampoco estuvo esperando mucho a que llegara el tren, el cual entró en la estación tras unos breves cinco minutos. Al contrario de lo que muchas películas y series de televisión tenían la costumbre de mostrar, los coches del metro de Liberty no estaban tan pintarrajeados ni llenos de grafitis como la gran mayoría de gente se solía esperar, lo que sorprendía también a muchos turistas. De vez en cuando se solía ver alguno con algún que otro grafiti o pintada, pero estos solían ser retirados enseguida para limpiarlos y posteriormente se volvían a poner en circulación limpios e impolutos.
Estación de East Park
Twilight abordó el tren y se sentó en un asiento cercano, pensando en sus cosas y revisando por enésima vez los papeles para darse de alta en la oficina de autónomos y figurar así como tal en el registro de propiedades privadas. También llevaba consigo el certificado de biblioteca privada junto con un inventario de sus fondos y unos planes de planificación a corto plazo para mostrar su visión empresarial. No se esperaba que la pidieran ninguna de esas cosas, pero siempre era mejor prevenir que curar. Además, contra la burocracia siempre era bueno llevar algún tipo de papel, por si había que presentar hasta lo más inverosímil que en ese momento el funcionario de turno la pidiera. En ese justo momento oyó una musiquita junto con una voz de mujer que anunció.
-Próxima estación: Easton. Correspondencia con: líneas A y J.
Dado que esa era la estación donde las líneas interiores y exteriores se encontraban, los andenes eran mucho más grandes y el nudo de comunicaciones era mucho más amplio, por lo que era muy normal que los distintos trenes se encontraran en el mismo nudo, una amplia estancia subterránea donde las vías se entrecruzaban y distribuían el tráfico ferroviario entre esa parte de Algonquin y el resto de la ciudad. El viaje continuó hacia el sur, girando al cabo de unos pocos minutos y describiendo el tren una cerrada curva, aunque el bamboleo de los coches no desconcentraba a Twilight, ya que cuando se centraba en sus pensamientos nada o casi nada la sacaba de ellos. Salvo que fuera algo importante.
-Próxima estación: Ayuntamiento.
Como, en ese caso, su parada. La chica se puso en pie y se acercó a las puertas, al tiempo que el tren hacía su entrada en la estación. Mientras subía las escaleras hacia la calle, en ese momento la sonó el móvil y vio que se trataba de Spike. Lo cogió y la voz del chico exclamó.
-¡Ya estoy aquí, Twilight!
-Ah, bien, me alegro Spike. ¿Están papá y mamá contigo?-inquirió ella.
-¡Sí! ¿Quieres hablar con ellos?
-Sí, pásame con mamá.
Tras unos breves segundos de silencio oyó la voz de su madre al otro lado.
-Hola cariño.
-Hola mamá ¿Qué tal estás?
-Huy, pues encantada, mira, qué sorpresa nos ha dado Spike viniendo él sólo, ya está hecho todo un hombretón…
-Sí, es experto en hacerse el mayor cuando le da la gana.
-Aunque me sorprende que le hayas dejado ir sólo así sin más…
-Me convenció con una de esas miradas de cordero degollado suyas.
-Ah, claro, eso lo explica todo… ¿vas a tardar mucho? Es para ir calentando la comida.
-Bof, no sabría decirte, ya sabes cómo funciona la burocracia en este país…
-Ya, bueno, dame un toque cuando salgas si eso ¿vale?
-Vale, te voy dejando que llego en nada.
-Venga, hasta luego cariño.
Nada más salir del metro se encontró en el barrio de Ayuntamiento, frente a un pequeño parque con una fuente en medio que precedía al edificio del propio ayuntamiento, un bajito e histórico edificio que contrastaba ampliamente entre los altos rascacielos que le rodeaban; de hecho ese pequeño barrio era como una especie de oasis con forma triangular en medio de una marea de puntiagudos y verticales edificios que le rodeaban. Alzando la vista hacia el norte podía ver la imponente y altísima figura de la torre Rotterdam, el rascacielos más alto de toda la ciudad, y a su derecha también se podía ver el edificio municipal de Algonquin con su característica forma de U invertida hacia dentro y su túnel inferior que conecta Ayuntamiento con el Barrio Chino, aunque siempre estaba cortado por seguridad.
Ayuntamiento
Atravesó el parque y se dirigió directamente hacia el ayuntamiento, cruzando una pequeña calle y subiendo la escalinata hacia la puerta principal. El interior del ayuntamiento rezumaba antigüedad e historia por los cuatro costados; nada más entrar se encontró con un arco de seguridad y un escáner de rayos X custodiados por un guardia de seguridad. Pasó su bolso por el escáner, sus cosas en una bandeja y cruzó el arco, recuperándolo todo después. Tanto el suelo como las paredes estaban revestidos de mármol, altos ventanales dejaban pasar la luz natural y del alto techo colgaban unas suntuosas lámparas de araña.
El mostrador de información se encontraba justo debajo de las escalinatas que conducían al primer piso y a las oficinas municipales; encima del dintel de la misma puerta se podía ver un alto y flagrante retrato de la alcaldesa de la ciudad, una mujer de mediana edad, delgada, ojos azules y pelo de un color gris blanquecino. Vestía con un traje femenino de color caqui, con falda y chaquetas a juego y una camisa blanca. Portaba unas finas gafas de montura al aire y tenía entre manos un rollo de pergamino atado con una cinta azul. Sonreía con confidencia a todos los que entraban en el lugar y su expresión la confería un aire sensato y juicioso.
-Hola, me llamo Twilight Sparkle, he venido a registrar mi biblioteca privada en la oficina de autónomos-informó ella una vez en el mostrador.
-Primera planta, tercera puerta a la derecha y todo recto-respondió la mujer tras el mostrador, con tono apático y gesto aburrido.
Subiendo desde la escalinata se podía notar muchos más detalles en el retrato, aunque Twilight ya conocía bien a la alcaldesa. Tras varios años de mandato por parte del anterior alcalde, Julio Ochoa, las elecciones del año 2009 no parecían que fueran a cambiar mucho las cosas en la alcaldía de la ciudad. Aun a pesar de los intentos y las medidas de Ochoa por contentar a los ciudadanos, entre ellas la supresión de las tiendas de armas como medida para intentar prevenir el crimen, o el cierre de los puentes hace cinco años con el fin de detener el terrorismo, nadie estaba contento con él, pero el problema es que apenas había candidatos. Fue entonces cuando la alcaldesa actual surgió de repente, presentándose como candidata a la alcaldía, y prometiendo traer más estabilidad y prosperidad a la ciudad con medidas más basadas en oportunidades económicas y no tan restrictivas como las que en su día Ochoa realizó. Y aunque en ningún momento la alcaldesa se proclamó demócrata o republicana, la contestación fue unánime y el día de las elecciones arrasó en las urnas, echando a Ochoa de su puesto tras ocho años en él.
Desde entonces la ciudad, aunque aún sumida en un estado de crimen que apenas había decrecido, había mejorado económicamente hablando, lo que era más que suficiente para muchos. Y por su parte Twilight no se arrepentía de haberla votado, aunque no hubiera llegado a cumplir todas sus promesas por el momento.
La oficina de autónomos por suerte no estaba muy llena, aunque tuvo que esperar a su turno durante unos cuántos minutos que, por suerte, pasaron rápido. Normalmente ese tipo de oficinas despachaban rápido puesto que, o tenías toda la documentación necesaria contigo, o te enviaban rápidamente a otro departamento dependiendo de qué fuera lo que te faltaba. Por suerte Twilight había venido preparada y lo tenía todo consigo, por lo que tan solo era entregarlo todo y esperar a que tramitaran un acta de recibo que debía de conservar hasta su incorporación en el registro; el proceso sería largo, como casi cualquier otro, pero al menos ya estaría dentro.
Finalmente, tras unos rápidos y nada desdeñables quince minutos de espera, le expidieron el acta y se pudo ir.
-Genial, voy a llamar a mamá-pensó ella mientras salía del ayuntamiento.
Tras unos breves segundos y unos pocos toques, su madre la cogió.
-Hola cariño ¿ya has salido?
-Sí, voy para allá, tardaré como unos diez minutos más o menos.
-Vale, estupendo, te esperamos.
-Hasta ahora.
Sin esperar mucho más se dirigió de vuelta al metro para continuar hacia el norte en la misma línea; esta vez el viaje sería un poco más largo puesto que había dos paradas entre medias, pero normalmente el viaje se pasaba rápido.
Normalmente no siempre comía con sus padres, aunque de forma regular y de vez en cuando sí que solían ir a su casa; después de todo como la comida de su madre no había nada más, y aunque ella en particular no era una gran cocinera, había mejorado desde entonces. Al menos ahora no se la quemaba nada y Spike no se quejaba tanto. Su amiga Moondancer, que tenía mejor mano en la cocina, la había estado enseñando algunos trucos y recetas y no la salían nada mal.
-Próxima estación: West Park.
Twilight salió de sus propios pensamientos y se puso en pie, al tiempo que el tren entraba en la estación. Nada más salir del tren apretó el paso llegar cuanto antes a casa de sus padres, ya que debían de estar esperándola desde hace un buen rato.
Nada más salir del metro se encontró en el barrio de Middle Park Oeste, un barrio muy similar al suyo, Middle Park Este, aunque con algunos cuantos puntos de referencia que siempre la hacían pasar por allí de vez en cuando. El primero y más significativo de todos era la casa de sus padres, concretamente dos manzanas más lejos de la entrada del metro. Siempre que venía a comer o de visita exprés pasaba por allí sin falta. También era hogar del museo de historia natural, uno de sus museos favoritos aparte del Libertonian, el cual tenía justo enfrente de casa, y además allí se encontraba el centro de arte Randolf, donde solían realizar exposiciones tanto de arte como de cualquier otro tipo. Fue en este mismo barrio además donde estuvo viviendo gran parte de su infancia y adolescencia, por lo que la traía muchos recuerdos siempre que pasaba por allí. Quizás fue por eso por lo que no se fue muy lejos cuando se independizó, quedándose en el viejo apartamento de su abuelo al otro lado del parque.
Middle Park Oeste
En menos de cinco minutos se plantó en el portal y abrió la puerta con un juego de llaves que ella tenía, subiendo hasta el quinto piso en ascensor y abriendo ella misma la puerta de casa de sus padres, al tiempo que exclamaba.
-¡Ya estoy aquí!
-¡Ya era hora, me muero de hambre!-hizo lo propio una voz familiar.
-¡Night, no seas grosero!
-Na, tranquila, solo bromeaba. Aquí está la niña de mis ojos, ven a dar un abrazo a tu viejo padre.
-Ay, papá, a veces eres como un crío…
-Dímelo a mí, cielo, y encima me casé con él…
Todos excepto Night se rieron con ganas, aunque al final el hombre no le dio mayor importancia. Aun a pesar de que su hija no se decantó por derecho, como él siempre quiso, Night Light aceptó sin apenas reparos la decisión de Twilight de dedicarse al mundo de las bibliotecas. Después de todo no podía esperarse otra cosa si su abuelo hubiera estado de por medio.
-¿Qué tal todo, cariño? ¿Ya te has dado de alta en autónomos?-inquirió su madre en ese momento.
-Sí, ya está, y además con esto el banco me concederá el crédito-añadió ella, todo contenta.
-¡Oh, eso es estupendo!
-Vaya, qué suerte, nunca pensé que el Bank of Liberty fuera a dar más créditos de aquí a otros diez años como mínimo-comentó Night Light, sorprendido.
-Jo, papá, no seas tan pesimista, anda, Twilight ha estado trabajando muy duro… y yo la he ayudado-añadió Spike en ese momento.
-Claro que sí, campeón, y me alegro de que Twilight te tenga a ti a su lado-asintió Night Light, revolviéndole el pelo con gesto cariñoso.
Frente a eso Spike le abrazó con cariño. Aunque al principio sus padres no se tomaron muy bien la abrupta decisión de Twilight de adoptar a Spike como su hermano, al final los dos le acabaron cogiendo tanto cariño al chico como si fuera su propio hijo pequeño, aumentando un poco más la familia.
Al poco rato todos se sentaron a la mesa y empezaron a comer mientras hablaban de todo un poco.
-¿Qué tal le va a Shining? ¿Habéis vuelto a hablar con él?-inquirió Twilight en un momento dado.
-Oh, sí, le va muy bien en la academia de entrenamiento en Washington… y parece ser que ha conocido a una chica-anunció entonces Twilight Velvet, sirviéndose un poco de ensalada.
-¡¿De veras?! Jo ¿por qué no me cuenta estas cosas él mismo?
-Ya sabes que está muy ocupado, cielo, el entrenamiento militar es muy riguroso y apenas puede llamar.
-Ya, lo sé, pero aun así… Pero bueno ¿Quién es esa chica, quién es?
-Oh, jo, jo, mis fuentes me han dicho que es posible que mi hijo mayor haya pegado el braguetazo de su vida-murmuró Night Light, particularmente animado.
-¿Braguetazo? ¿Qué es un braguetazo?-preguntó Spike, extrañado.
-¡Papá, no me seas vulgar! No es nada importante, Spike…-murmuró ella, algo cortada.
-Desde luego Night…-le reprendió su mujer.
-¿Qué? Si es verdad…
-Pero espera ¿por qué lo dice exactamente?-quiso saber Twilight, curiosa.
-Bueno, tú no lo sabrás porque sé que no lees prensa rosa, pero parece ser que en la última visita de la familia presidencial al cuartel donde está entrenando tu hermano, llegaron a ver a la sobrina de la presidenta hablando con un cadete que, precisamente, parece ser Shining-la explicó su madre con todo detalle.
-Espera, la sobrina de… ah ¿hablas de Cadance, la sobrina de la presidenta Celestia?
-Sí, la misma.
-¿Y dices que puede que esté saliendo con Shining? ¿¡Me estás diciendo que podríamos acabar emparentados con la mismísima presidenta Celestia!?-masculló Twilight, cada vez más emocionada.
-Si se confirma, pues si, básicamente sí.
-¡Oh cielo santo, es increíble, mi hermano saliendo con la sobrina de la presidenta Celestia, no puedo creérmelo, podría conocer la presidenta, uno de mis mayores sueños! ¡Oh dios mío, oh dios mío, oh dios mío!
Para entonces Twilight estaba lo suficientemente emocionada y alterada como para estar así durante el resto de la comida, para horror y molestia del resto.
-Buena la has hecho…-la reprendió su marido.
-Pues sí-añadió Spike.
-Lo siento…
Tardó un poco en calmarse, pero finalmente Twilight recobró la compostura y siguieron comiendo tranquilamente, aunque todavía con la emoción en el cuerpo. Y no era para menos, puesto que una de las figuras que ella más admiraba era precisamente la de la presidenta Celestia, la primera mujer en llegar a ser presidenta en toda la historia de los Estados Unidos.
Tras más de ocho años en el poder, Joe Lawton se había construido él solito su propia leyenda como el peor presidente de Estados Unidos mediante medidas estúpidas, promesas vacías, mentiras varias y muchas estupideces entre medias por su parte, además de provocar guerras como la de Irak y montar el ya casi olvidado bulo de las armas de destrucción masiva que supuestamente tenían en el medio oriente. Desde entonces su popularidad iba descendiendo año tras año, llegando incluso a ser ampliamente ignorado por los medios de comunicación, los cuales se enfocaban más en celebridades propias de los fondos bajos de Vinewood que de las cosas de la vida que realmente importan. Por lo que a finales de 2009, durante las elecciones presidenciales, Celestia hizo acto de aparición en el panorama electoral junto a su hermana Luna, presentándose ella como candidata y su hermana como futura secretaria de estado. En primera instancia todo el mundo se mostraba escéptico con ella, puesto que desde el principio se consideró demócrata, aparte del hecho de que era una mujer. Pero ella se supo imponer, haciendo promesas que parecían ser viables y prometiendo un futuro nuevo para unos Estados Unidos nuevos y renovados, actualizados a los nuevos vientos de cambio y comprometidos con sus ciudadanos y con el resto del mundo. Celestia tenía carisma, y lo demostró con unos discursos emocionantes, cargados de optimismo, contundencia y un poquito de patriotismo aderezado con una pizca de socialismo. Para Twilight fue un soplo de aire fresco en el panorama político, y no dudó en votarla arrastrada por su carisma, buenas intenciones y campechanía. Su victoria fue unánime en las elecciones y, así, la primera presidenta de los Estados Unidos subió al poder junto a su hermana, ejerciendo el cargo de secretaria de estado.
-Eh, no, pero pensadlo ¿no sería genial que fuéramos familia de la presidenta Celestia?-inquirió Twilight en un momento dado.
-Sí, cariño, sí, sería fabuloso, ahora cálmate un poco y sigue comiendo.
-Sí, cielo, haz caso a tu madre…
-Yo te lo resumo, Twilight: come y calla-añadió Spike, divertido.
-Muy gracioso…
Ante eso el chico le hizo burla cariñosamente, aunque Twilight no se lo tuvo en cuenta en ningún momento.
Tras la comida estuvieron tomando un café mientras seguían hablando de todo un poco; Spike se estuvo entreteniendo él solo mientras que Twilight hablaba con sus padres sobre todo del proyecto de la biblioteca y algunos planes de futuro.
-Pues qué bien que te vayan a dar el crédito… aunque si se ponen reticentes de repente dímelo y te vuelvo a hacer de aval si lo necesitas-comentó su madre en un momento dado.
-No creo que sea necesario, pero gracias, mamá, si no hubiera sido por ti…
-Estoy seguro de que el abuelo estaría muy orgulloso de ti-comentó con seguridad Night Light.
-¿Tú crees? Con lo que era el abuelo con sus cosas, que ahora venga gente a tocárselas…
-Bueno, pero estoy seguro de que lo hubiera entendido, al menos esos libros tendrán un mejor uso que quedarse en esas estanterías muertos de risa.
-Sí, aunque ahora necesitarás promocionarte un poco antes de abrir ¿cómo lo vas a hacer?
-Voy a usar principalmente internet, pero también aprovecharé para poner algún que otro anuncio en algún periódico o revista especializada. Aunque opino que la clave está sobre todo en las redes sociales como por ejemplo Life Invader o Bleeter-explicó Twilight.
-Bof, ya ahí nos perdemos, cariño…
-Sí, estos carcas que tienes por padres no llegan a tanto.
-Ya, bueno, pero eso es cosa de la brecha generacional y todo eso, pero ya o digo que tienen mucho tirón. Por ejemplo, en Life Invader puedes stalkear a gente para que luego ellos te stalkeen a ti y puedas seguir las novedades y lo que han estado haciendo al momento. Y en Bleeter la gente cuelga bleets y bleetea en pocas palabras situaciones varias. Es una forma nueva de comunicación muy interesante.
-Qué cosas, madre, qué cosas…-murmuró su madre, intrigada.
-Ah, no hay sitio en la era contemporánea para gente tan carca como nosotros ¿verdad, mami?-inquirió Night Light.
-Huy, sí, nosotros nos quedamos en la era moderna con móviles del tamaño de ladrillos y pantallas de tubo, no llegamos a más.
La tarde se pasó enseguida y Twilight y Spike volvieron a casa en torno a las siete y media, despidiéndose de sus padres; fue un paseo agradable, atravesaron el parque bordeando el lago y en menos de quince minutos estuvieron de vuelta.
Nada más llegar Spike se metió en su habitación mientras que Twilight iba preparando la cena al tiempo que consultaba varias cosas en su tablet; se había hecho recientemente un perfil tanto en Life Invader como en Bleeter y ya tenía varias personas stalkeándola en el primero y otras cuantas rebleeteando sus bleets también.
-Queda poco para la apertura, pronto podréis ver los fondos de mi abuelo. ¡Espero que os gusten!-murmuró ella por lo bajo, mientras tecleaba.
En ese justo momento se oyó la notificación de un nuevo correo electrónico y se apresuró en abrirlo; el asunto del mismo la pilló por sorpresa, puesto que en este se podía leer: Quedada de antiguos alumnos de la universidad de Vespucci. Lo abrió enseguida y comenzó a leer.
¡Hola a todos!
¿Qué tal os trata la vida? Tal vez no me recordéis algunos, pero soy una de las graduadas del grado en Biblioteconomía y documentación de la promoción del 2010. Me pongo en contacto con vosotros para sugeriros una reunión de antiguos alumnos para volver a vernos, hablar un poco de todo y contar cómo nos va desde que terminamos la carrera. Sé que algunos ya estaréis trabajando, ocupándoos de vuestros asuntos y demás, pero creo que sería bonito volver a vernos todos aquellos que estéis interesados. Podemos cambiarlo para que a los que quieran puedan venir, pero en un principio podemos quedar este sábado para ir a comer; a mí me apetece marisco, así que podemos quedar en el Poop Deck de Castle Gardens, supongo que lo conoceréis, es la marisquería que hay en el extremo del muelle inferior, junto al hotel. Repito que si a vosotros os apetece otra cosa podemos cambiarlo, así que id comentando y sugiriendo. Espero que os animéis y vengáis, os espero.
Tras leerlo todo un par de veces el ceño de Twilight se frunció en un gesto inseguro; aunque antes de que pudiera decidir nada su móvil comenzó a sonar y vio que se trataba de Moondancer, cogiendo de seguido.
-Cuéntame.
-¿Has visto el correo?
-Sí, lo acabo de leer ¿Quién es esta tía? No la conozco de nada…
-Sí, bueno, supuse que no te sonaría, esta es aquella chica que vino de derecho y tuvo un año sabático forzado porque no hizo bien el traslado.
-Ni idea…
-Ya, bueno, me lo suponía. Pero cuéntame ¿vas a ir?-fue al grano Moondancer rápidamente.
-Bof, no sé, no creo, tengo cosas que arreglar aún por aquí…
-Oh, vamos, tienes todo el tiempo del mundo para poner decente el sitio, puede ser divertido. Yo voy a ir, y las demás también.
-¿Las demás?
-Claro, las demás, Lemon Hearts, Twinkleshine, Minuette y Lyra Heartstrings.
-Ah, vale…
-Huy qué vieja estás ya, con memoria de pez… espera llegar a los treinta, te van a encantar-murmuró la chica, divertida.
-Ja, ja, muy graciosa, es sólo que tengo muchas cosas en la cabeza, eso es todo…-murmuró la chica, mientras iba haciendo la cena sobre la marcha.
-Pues espero que sea solo eso. Venga, va, anímate, pocas veces hacemos cosas juntas, será divertido, iremos a comer marisco, recordaremos los viejos tiempos, nos pondremos nostálgicas...
-Uauh, sí, suena como un planazo…-asintió Twilight, con sorna.
-¿Verdad que sí? Oye pues podemos ir respondiendo y tal, a mí no importa ir a comer algo de marisco de vez en cuando.
-Moondancer, estaba siendo sarcástica…
-Ya lo sé, por eso lo digo… en ese caso de acuerdo, quedamos este sábado, si quieres la respondo por ti.
-¡Eh, oye, espera, nada de eso, te he dicho que no voy a ir!
-Vale, en ese caso una reserva para seis en el Poop Deck, oído cocina.
-¡No, Moondancer, hey, ya vale, no tiene gracia!
-Lo siento, no te oigo bien, parece que se corta…
Antes de lo esperado Moondancer la colgó, dejándola con la palabra en la boca.
-Maldita sea, Moondancer, eres una lianta….
Por un momento quiso responder ella misma para decir que no iba antes de que lo hiciera ella, pero en ese instante comenzó a oler a quemado, lo que sólo podía significar una cosa.
-¡No, el salteado!
Sin otra opción que atender a la sartén antes de que se quemara del todo, Twilight puso orden en los fogones antes de que se quedaran sin cena. Una vez que lo tuvo de nuevo controlado cogió la tablet para responder, pero en ese momento llegó una réplica de otra réplica de la chica que decía.
¡Estupendo, me alegra mucho que os unáis! De hecho me sorprende que Twilight quiera venir también, pero oye, es bueno ver que esa ratona de biblioteca se despegue de sus libros aunque sólo sea por una vez. Genial, en ese caso reservo ya una mesa, por ahora somos ocho ya que se han unido dos más, pero seguramente venga más gente. ¡Nos lo vamos a pasar genial! ¡Nos vemos el sábado!
-¿¡Qué?! ¡Oh, estupendo!-exclamó la chica, contrariada.
Realmente no tenía intención de ir, pero ahora Moondancer se la había colado casi a traición. Por un momento consideró el ignorar el hecho en sí, pero si realmente ya había reservado la mesa, no tenía mucha opción; el no ir sería hacerle un feo enorme a la chica, que se había tomado la molestia. Por lo que, sin posibilidad alguna de echarse atrás, Twilight tuvo que ceder.
-Esta me la pagas, Moondancer… ¡Spike, a cenar!
-¡Voy!-exclamó el chico desde su habitación.
Un olorcillo a verdura frita comenzó a extenderse por toda la cocina. Afuera, Liberty City aún seguía despierta.
-Agh, realmente no quiero ir…
-Pero tienes que ir ¿no?
-Sí, Spike, por desgracia tengo que ir, y todo porque Moondancer es una lianta.
-Oh, vamos, ¿Qué mal puede hacerte? Seguro que os lo pasareis bien…
-¿Seguro que estarás bien si te dejo solo? En un principio pensé en mandarte con papá y mamá, pero ellos también están ocupados justo hoy…
-Claro que sí, sé cuidarme de mi mismo. Después de todo estuve viviendo en Northwood durante mis primeros ocho años, eso curte hasta el más pintado.
-Oh, Spike…
-Nada, no te preocupes, tú tan solo ve allí y pásatelo bien con tus amigas, seguro que tenéis un montón de cosas que contaros.
El resto de la semana se había pasado en un suspiro y ahora el sábado había llegado, el día de la quedada. Por lo que pudo saber iban a ser un poco más de veinte personas, por lo que iba a estar rodeada de gente que apenas conocía.
-¿A qué hora habéis quedado?
-Ah, a la una.
-En ese caso ve yéndote ya, no vayas a llegar tarde.
Había veces que Spike parecía ser mucho más maduro que ella en determinadas ocasiones; más de una vez había demostrado que aún recordaba el tiempo pasado en el orfanato de Northwood, lo que de alguna manera acabó repercutiendo en él, sobre todo a la hora de tomar decisiones o pensar en algo por sí mismo. Era en momentos como esos cuando Twilight más se alegraba de haberle podido sacar de ese barrio tan empobrecido y excluido.
-Está bien, trataré de pasármelo bien y verlo de otra manera. ¿Y tú estarás bien?
-Que sí, no lo pienses más, venga.
Antes de irse Twilight se puso a su altura y le dio un abrazo, al tiempo que le decía.
-Cuando no estoy tú eres el hombre de la casa, así que cuídala bien.
-Descuida.
-No abras la puerta a nadie que no conozcas y si ocurre algo llámame a mí.
-Te preocupas demasiado, Twilight.
Ante eso la chica sonrió y le dio un beso en la frente, despidiéndose de él y marchando hacia el metro.
Esta vez el viaje sería un poco más largo que otras ocasiones, puesto que tenía que ir a Easton, hacer transbordo allí a la línea A y continuar hasta la estación de Castle Gardens.
Durante todo el trayecto Twilight no podía evitar pensar en lo que la dirían una vez que estuviera allí; por aquel entonces apenas hablaba con la gente exceptuando a Moondancer y el resto de sus amigas, que más bien era simples conocidas para ella. De vez en cuando había intercambiado algunas palabras, apuntes y conocimientos varios con ellas, pero aparte de eso, apenas habían tenido una relación más profunda. Y era precisamente eso lo que la hacía dudar de si realmente tuviera algo que decir o hablar una vez que estuviera allí.
-Próxima estación: Castle Gardens.
La voz femenina que anunciaba las paradas la sacó de su ensimismamiento y en cuanto el tren paró se dirigió hacia la salida.
Nada más salir del metro la figura del Liberty City Hotel & Casino en construcción fue lo primero que vio; aun a pesar de que las obras comenzaron en algún momento del 2008, el que se suponía que iba a ser el mayor hotel y casino, además del edificio más grande de la ciudad, aún seguía en primera fase de construcción debido a varios problemas que su propietario y constructor, un multimillonario árabe, había ido teniendo a lo largo de todos esos años. No se conocían todos los detalles, pero al parecer dicho multimillonario era el típico hijo de papá, del cual sacaba toda su fortuna, hasta que un día el papá se hartó y el hijo de papá dejo de ser tal, dejándole sin poder acceder a su fortuna y paralizándose el proyecto. Desde entonces las obras seguían en el mismo estado desde hace más de cinco años, cosa que molestaba y mucho al ayuntamiento, el cual le había dado un ultimátum al multimillonario para que continuase con el proyecto bajo recalificación del terreno y desmantelación total de las obras y posterior rehabilitación del lugar.
Sin embargo el Poop Deck no se encontraba allí, por lo que siguió andando hacia el oeste hasta que finalmente encontró el acceso al muelle. Castle Gardens destacaba por ser un barrio muy verde y colorido, con un pequeño hotel situado en el mismo muelle, paseos marítimos y unas vistas preciosas a la isla de la Felicidad y Alderney sur.
Poop Deck
Tras varios minutos de paseo finalmente llegó al Poop Deck, viendo una serie de mesas juntas y varias personas sentadas en ellas, entre ellas Moondancer y las chicas.
-¡Twilight, has venido!-exclamó una chica que no la sonaba de nada.
-Eh… sí, aquí estoy, hola.
-¡Me alegro de volver a verte! Igual no me conoces, pero me presento, yo soy Rachel Witz, la que ha organizado la quedada, encantada.
-Ah, igualmente.
-Qué bien, una más… siéntate.
Twilight tomó asiento al lado de Moondancer, comentando por lo bajo de seguido.
-Ya hablaremos luego tú y yo…
-Yo también me alegro de verte, Twi…-murmuró la chica, esbozando una alegre sonrisita.
-¡Twilight Sparkle, me alegro de volver a verte! ¿Qué tal estás?-inquirió Minuette, dirigiéndose a ella.
-Ah, bien, muy bien, hola Minuette…
Durante los siguientes minutos fue llegando más gente, llegando a descolgarse unos pocos debido a asuntos personales, hasta que finalmente se quedaron en un total de quince personas. Eran en total cuatro chicos y el resto todo mujeres, cosa que no extrañó a nadie, puesto que en la propia carrera también había un mayor número de mujeres que de hombres. Salvo Moondancer y las chicas Twilight no conocía a nadie más y se la hizo un poco pesado al principio, pero luego comenzaron a comer y la conversación se volvió un poco más distendida. Cada uno estuvo hablando un poco sobre lo que había estado haciendo desde entonces, de sus proyectos y trabajos; muchos ya estaban trabajando, aunque algunos aún se encontraban en paro y echando curriculums aquí y allá. Hasta que finalmente la llegó su turno.
-Eh… no exactamente, aunque estoy con un proyecto entre manos, voy a institucionalizar la antigua biblioteca privada de mi abuelo.
-Oh, qué chulo, pinta interesante.
-Sí, los fondos son amplios, y tratan de temas de lo más variados, además también cuenta con unos cuantos originales del S XIX, mapas y revistas antiguas.
-Vaya, habrá que ir a hacerte una visita cuando abras…
En ese justo momento la llamaron al móvil y Twilight se excusó por un momento, apartándose del grupo y atendiendo la llamada.
-¿Sí, dígame?
-Hola ¿Twilight Sparkle?
-Sí, soy yo ¿Quién es?
-La llamamos del Bank of Liberty, es acerca de un crédito que nos pidió para invertirlo en la institucionalización de un espacio.
-Sí, así es ¿me lo conceden ya?-inquirió ella, emocionada.
-Me temo que eso no va a ser posible.
Al oírlo Twilight sintió como si el muelle a sus pies se derrumbara y la hiciera caer al agua, ahogándose en las frías aguas del West River.
-¿Co… cómo?
-Hemos estado revisando toda la documentación que la oficina de autónomos nos mandó y hemos descubierto que el inmueble donde se ubica el espacio pertinente está adscrito a un plan de renovación próximo que se realizará dentro de varios meses.
-Sí, bueno, pero porque el edificio es antiguo, aunque ¿Qué tiene eso que ver?-inquirió Twilight, con voz temblorosa.
-El caso es que las políticas de nuestra empresa no nos permiten conceder ningún tipo de préstamo de alto interés a personas que vivan en inmuebles anteriores a 1987, ya que los gravámenes por suelo antiguo interfieren con la política de precios relativa a la Ley de Propiedades Inmuebles Estatal del año 1987, por lo que sintiéndolo mucho no vamos a poder concederle el crédito-explicó la señorita que la atendía como quien habla del tiempo.
-Pe… pero, no entiendo nada, en ese caso ¿cómo no se me informó antes?
-Porque no disponíamos de los datos suficientes, y ahora que se ha dado de alta en autónomos hemos podido ver este particular detalle que nos impide concederla nada. Podemos ofrecerla otro crédito, pero va a tener que ser menor de cinco mil dólares y va a necesitar rellenar de nuevo el formulario de solicitud, junto con algunos papeles adicionales ¿la interesa?
Por un momento Twilight se quedó en silencio, pensando en todo y en nada a la vez; no podía permitirse algo menor, necesitaba más de diez mil dólares como mínimo para poder poner en marcha el proyecto, y confiaba usar parte de ese dinero para pagar la promoción alternativa en prensa. Y si ahora se quedaba sin dinero básicamente no podía hacer nada.
-No, no me interesa…-murmuró ella, con voz apagada.
-En ese caso damos por cerrada su operación, que tenga un buen día.
Twilight volvió a la mesa con una cara muy larga, cosa que los demás notaron enseguida.
-¿Qué ha pasado?-inquirió Moondancer.
-Que ya no hay biblioteca, eso ha pasado…
Aunque en esos momentos deseaba estar sola, de alguna forma también sentía la necesidad de contárselo a alguien, por lo que les explicó a todos lo que había sucedido hace apenas unos meros minutos. Todo el mundo se mostró comprensivo con ella, incluso la propia Rachel llegó a comentarla.
-No te preocupes, Twilight, te ayudaremos a conseguir dinero para que tu proyecto salga adelante.
-¿Lo dices en serio?-inquirió ella, incrédula
-¡Claro! ¡Después de todos tus esfuerzos no vamos a dejar que la biblioteca de tu abuelo se quede en el olvido! ¡Haremos que exista, con el apoyo y la ayuda de todos! ¿Qué me decís, chicos?
-¡Pues claro!
-¡Cuenta conmigo, Twilight!
-¡Y conmigo!
-¡Este país necesita más bibliotecas para que la gente se lleve un libro a la cara! ¡Me apunto!
-¡Y yo, venga, que no se diga!
De forma sistemática todo el mundo se subió al carro, dispuesto a ayudar a Twilight con lo que fuera, la cual apenas se podía creer nada de lo que estaba sucediendo delante de ella.
-Pero, pero… apenas nos conocemos, ni siquiera llegué a hablar mínimamente con alguno de vosotros ¿en serio vais a ayudarme así sin más?
-¡Pues claro, es lo mínimo que podemos hacer! Da igual que no hubiésemos sido íntimos, aun así fuimos compañeros, estuvimos estudiando juntos, y seguro que muchos aquí sabrán lo difícil que es financiar proyectos personales. Te ayudaremos, ya lo verás, entre todos podremos conseguir el dinero-aseguró Rachel.
-Yo… yo… no sé qué decir…
-No hace falta que digas nada. Venga, te invito a unos chupitos ¿Quién quiere unos chupitos?
Aún un tanto chocada por todo el apoyo que había recibido, Moondancer la llegó a comentar.
-Y no querías venir… menos mal que lo has hecho.
-Pues sí… gracias, de verdad.
-Ah, no me las des a mí, dáselas al resto. ¿Te mola el orujo?
Un poco más esperanzada que antes, Twilight aceptó un chupito, mientras que los demás comenzaban a hablar sobre maneras de conseguir dinero para ayudarla. Sobre ellos se extendía un cielo despejado y radiante.
Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
Primero de todo, me decepciona PROFUNDAMENTE que no hayas aprovechado los trámites burocráticos de Twilight para homenajear ESTA JOYA:
Habría quedado perfecto ver a esta tipa recorrerse de arriba a abajo el edificio, siendo mamoneada en todas partes y rebotando de una ventanilla a otra, volviéndose cada vez más loca de un modo parecido a Lesson Zero despelujada, con tics nerviosos, sudando a chorros y hablando desesperada perdida, para acabar consiguiendo lo que había ido a buscar e irse mandando a todo el mundo a la mierda de un grito
Un capítulo en el que no pasa gran cosa, pero que introduce muchos elementos de trasfondo (Shining de militar y su novia, la presidenta Celestia, la alcaldesa), además de escenas familiares en casa de Twilight y la cena con sus excompañeros. Los cuales tienen una GRAN generosidad, por cierto. Habrá que ver si sirve de algo y si tendrá quedar algo a cambio. Y es curioso que hayas invertido las personalidades de Twilight y Moondancer respecto a "Amending fences".
En lo malo, la parte del metro me ha aburrido sobremanera y me ha parecido liosa. Pero el balance final es positivo, continúa.
El Caos es la fuerza que mueve el universo. Es un gran error pensar que puede controlarse o eliminarse.
Entretenido para ser un capítulo en el que no pasa casi nada. Y Lloyd... esa escena... la de veces que me he descojonado yo sólo leyendo esa escena en los cómics. Soy un auténtico fan y exposeedor de una colección muy amplia de cómics de Astérix, y los echo de menos.
Los milagros no son gratuitos.
La ignorancia a veces puede significar felicidad, y en este caso, la nuestra resulta ser una verdadera bendición.
Pinkie odiaba estar tanto tiempo ocupada, pero desde que la dijeron que no podían seguir gastando el dinero en otro intento de matrícula para la escuela de hostelería de Algonquin, ella misma decidió trabajar un poco más aparte de lo que ya hacía.
Por petición de la propia chica, el señor Morrison, el dueño del periódico local, amplió su zona de reparto a cambio de un mayor sueldo, pagándola esta vez el doble de lo que normalmente la daba, unos trescientos dólares. Ahora, aparte de tener que cubrir todo el barrio de Leftwood, tenía que pasar también por toda Alderney City y parte de Berchem.
Al contrario que en Leftwood o Westdyke, que eran mucho más residenciales en comparación, en el barrio de Alderney City se concentraba la parte más financiera y metropolitana del estado de Alderney. Los edificios más altos se encontraban aquí, siendo normalmente de oficinas y de empresas de todo tipo, desde multinacionales, petroleras y demás industrias pesadas debido sobre todo a la cercanía del Polígono Industrial de Acter al sur. Debido a esto era un barrio muy cosmopolita y abierto al comercio, además de muy transitado. Aunque para Pinkie esto no era ningún problema grave, puesto que con su bici podía colarse entre el tráfico y moverse rápidamente por toda esa parte de la ciudad, lo que la permitía un reparto rápido y eficiente.
Alderney City
Por otro lado el barrio de Berchem era más tranquilo y apartado, eminentemente residencial y con algún que otro negocio disperso, proyectos urbanísticos varios y apartamentos de entre media y baja renta. Aquí el tráfico no era tan denso y circular por sus calles era más sencillo, por lo que esa parte de su nuevo recorrido se pasaba enseguida, puesto que tan solo tenía un par de calles al norte por cubrir y nada más.
Berchem
Aunque no sólo había ampliado su zona de reparto de periódicos, sino que también se había comprometido en sus demás trabajos para ganar incluso el doble y poder así acceder a la escuela de hostelería e intentarlo de nuevo, pero esta vez por su cuenta. Sabía y entendía por qué su padre no podía seguir costeando otro intento de matrícula, por lo que prefirió tomar el asunto con sus propias manos.
En cuanto acabó el reparto por Berchem pudo dar por concluida su ronda de mañana y volvió a Alderney City atajando por varios callejones para ir más rápido, llegando enseguida a la plaza Koresh y yendo directamente por Asahara Road, una calle por la que podía acortar un poco bordeando todo el barrio sin necesidad de atravesarlo entero. En esa misma calle desembocaba el paso elevado Plumbers, una gran y alargada autopista elevada que discurre por todo Alderney sur y facilita el tráfico en las calles menores de los barrios por los que pasa. Nada más pasar al lado oyó el ruido de dos motores de gran cilindrada, al tiempo que dos coches coupés salían disparados del paso, derrapando hacia la derecha y pasando justo a su lado, aunque a una distancia prudencial para su buena suerte. Pudo llegar a distinguir a ambos, siendo uno un F620 azul celeste y el otro un Felon GT azul claro. Aunque lo que más la llamó la atención fue que el Felon GT llevaba una matrícula homologada del estado de San Andreas. Llevada por la curiosidad pedaleó hasta alcanzarlos un poco más adelante, aprovechando que los dos se habían parado debido a un semáforo. Las ventanillas de ambos deportivos se encontraban bajadas, descubriendo para su sorpresa que dos chicas los conducían.
-¡Uauh, eso ha sido asombroso, nunca había corrido en una autopista elevada!
-¡Es perfecta para carreras de un solo circuito! ¡Y espera a verla en hora punta, eso sí que es todo un reto!
-¡Genial, ni siquiera Los Santos es tan urbano en cuanto a carreras se refiere, me está gustando esta ciudad!
-¡Sí, bueno, pero recuerda que esto es el estado de Alderney, administrativamente hablando no pertenece a Liberty City!
-¡Sí, lo que sea! ¡Ah, por cierto, tengo que ir un momento al ayuntamiento!
-¿Al ayuntamiento? ¿Qué se te ha perdido allí?
-¡Es para votar por correo, justamente hoy es día de elecciones en San Andreas para la gobernación del estado y como andreína que soy puedo enviar mi voto por correo desde cualquier otro estado!
-¿Votar? No te hacía yo muy de política, Lightning…
-Y no lo soy, pero hay cierto candidato al que me interesa darle mi apoyo, luego te cuento con más detalle.
Cada vez más y más interesada por saber quiénes eran esas chicas, se colocó entre ambos coches y las saludó.
-¡Hola! ¡Sois nuevas por aquí! ¿Verdad? Oh, que tonta soy, pues claro que lo sois, nunca os había visto antes, por lo que tenéis que ser nuevas sí o sí. ¡Como molan vuestros coches, por cierto! ¡Me llamo Pinkie Pie! ¿Y vosotras?
Por un momento hubo un denso silencio entre las tres hasta que finalmente la tal Lightning habló.
-Esto… ¿la conoces de algo, Dash?
-¿Yo? ¿De qué la voy a conocer si ha aparecido de la nada?
-Ah, no sé, como se ha dirigido a nosotras en plan colegueo pues…
La chica de pelo multicolor quiso responder, pero en ese momento Pinkie se adelantó e inquirió, dirigiéndose a Lightining.
-¡Oye, oye, tú eres de San Andreas! ¿Verdad?
-Eh… sí…
-¿No vivirás por un casual en Paleto Bay? ¿Conoces a una chica que se llama Maud Pie?
-Eh… no, yo vivo en el este de Los Santos, pero de vez en cuando he estado en Paleto…
-¡Oh, qué bien, quiero que me lo cuentes todo, por fa! ¡Es que allí vive mi hermana, está estudiando la orografía y las rocas de por allí, ya que es geóloga, como mi padre, y siempre he tenido curiosidad por saber cómo es la costa oeste, mi hermana me habla muy bien del condado de Blaine! ¡Oh, ya sé, tenemos que quedar esta noche y contarnos todo! ¿Qué os parece si vamos al Bahama Mamas? ¡Es un club que está en el barrio de Purgatorio, en Algonquin, será genial, ya que me encanta ir de fiesta, y podremos entrar fácilmente ya que conozco al puertas!
Pinkie siguió hablando, pero ambas chicas se miraron entre sí, incrédulas; Dash se encogió de hombros y Lightning contuvo una mueca exasperada. Aunque en ese momento el semáforo se puso en verde y ambas chicas no lo dudaron en ningún instante, haciendo rugir sus motores y saliendo disparadas en dirección hacia el túnel de Booth, que cruza por debajo el West River y que conecta el barrio de Alderney City con el de Westminster.
-¡Ah, esperad, no hemos fijado una hora! ¡Y tampoco sé vuestros nombres, no os podré poner en la lista!
Sin embargo las chicas ya se habían ido, por lo que no podría concretar nada más con ellas; Pinkie se quedó un tanto desanimada, pensando en alguna forma de poder entrar con ellas, pero en ese momento un claxon tras de ella la sacó de sus pensamientos y comenzó a pedalear. Giró a la izquierda por Rand Avenue, al lado del túnel, y se hizo a un lado de la carretera, al tiempo que sacaba su móvil y marcaba un número, llamando a alguien. Al cabo de unos segundos cogieron al otro lado y Pinkie habló.
-¡Hola Troy! Oye ¿podrías hacerme un favor?
En el túnel de Booth ambas chicas tuvieron que parar a mitad de trayecto puesto que había tráfico para entrar en Algonquin, aprovechando para hablar entre sí al ser un túnel de doble carril.
-Eh… vale, lo de esa tía ha sido lo más random del mundo-comentó Lightning con voz queda.
-Ya ves, aunque ya te digo que no la conozco de nada, simplemente apareció de repente…
-Pues sí… aunque espera, dijo algo de un club ¿cómo era?
-¿El Bahama Mamas? Sí, lo conozco, he estado más veces, aunque hay que ser socio para poder entrar. Por suerte yo lo soy y puedo llevar a amigos conmigo ¿quieres ir?
-Sí, me gustaría ir un poco de fiesta, ya sabes, para relajarnos un poco.
-Vale, podemos ir a eso de las diez ¿te hace?
-Por mi genial.
En ese momento el tráfico avanzó y las dos tuvieron que cortar su conversación, moviéndose un poco más hacia delante.
En cuanto Pinkie volvió a casa era la hora de comer justa, nada más abrir la puerta un agradable olorcillo proveniente de la cocina la dio la bienvenida.
-¡Ya estoy en casa!-exclamó ella.
-Hola Pinkie, cielo-la saludó su madre, saliendo de la cocina.
-¡Hola mami! ¿Qué hay de comer?-inquirió la chica, dándola un beso en la mejilla.
-He hecho estofado.
-¡Oh, genial, porque vengo con un hambre! ¡Voy a cambiarme!
-Avisa a tus hermanas para que vengan a comer.
Yendo hacia su habitación se pasó antes por la contigua a la suya y avisó a sus hermanas.
-¡Marble, Limestone, a comer!
-Ya vamos…
-Danos un minuto…
Por su parte Pinkie se puso cómoda y, en cuanto salió al pasillo, vio a sus dos hermanas pequeñas saliendo de su habitación.
-¡Hey! ¿Qué tal todo, hermanitas?
-Bien, como siempre…
-Todo pasa en una milésima de segundo a lo que llamamos vida, la cual está llena de contradicciones y desengaños.
-Oh, Marble, tú siempre tan filosófica… apuntas maneras, creo que se te daría bien ¿no lo has pensado?-inquirió Pinkie, con un marcado tono sincero.
-No la des más cuerda, Pinkie, sabes que es como una sedimentaria…-murmuró Limestone, con tono neutro.
-Lo sé, pilla todo lo que toca, pero por eso lo digo.
-Ya lo dijo Calderón de la Barca, la vida es un frenesí, una sombra, una ficción… casi tanto como una roca-argumentó Marble.
Y en ese plan las tres se dirigieron a la cocina, donde su madre terminaba de darle un hervor al estofado; estuvieron poniendo la mesa entre las tres y luego se sentaron a comer mientras su madre las iba apartando en tres platos.
-¿Va a venir papá a comer?-inquirió Pinkie en ese momento.
-No, no puede, ya sabes que últimamente está muy ocupado…
-Ya, bueno, no pasa nada-murmuró ella, sin darle mayor importancia.
Aun así la mujer miró de reojo a su hija, con un gesto preocupado. Igneous Rock, el padre de Pinkie, era un reputado geólogo que siempre estaba de aquí para allá dando charlas, conferencias y coloquios sobre piedras, sedimentos y demás elementos geológicos. Aunque, aun a pesar de tener un nombre, la profesión de geólogo no era tan acaudalada como podía parecer a simple vista y a veces tenia ciertas dificultades para sacar a su familia adelante. Debido a esto Maud, su hija mayor, que siguió sus mismos pasos, decidió irse a trabajar a San Andreas y a hacer allí su tesis doctoral sobre la formación y geolocalización de algunos de los minerales más propios de la costa oeste del país, liberando de cargas a su familia.
Por su parte Cloudy Quartz, la madre de Pinkie, era una honrada y trabajadora ama de casa que compaginaba las tareas del hogar con punto de cruz y calceta, creando tocados y pañuelos que luego una amiga suya la ayudaba a vender, compartiendo unos escuetos pero bien avenidos beneficios con ella.
La vida para los Pie era humilde y sencilla, sin grandes aspiraciones. Aunque todos sabían que Pinkie apuntaba muy alto desde que era pequeña, siendo quizás la más especial de todas. Tanto para su madre como su padre y sus hermanas, ver a Pinkie feliz era quizás lo más importante.
-¿Qué tal la mañana, Pinkie?-inquirió su madre en un momento dado.
-¡Oh, pues muy bien, he empezado repartiendo aquí en Leftwood, luego me he pasado a Alderney City en mi nuevo recorrido y he terminado en Berchem, pero solo tengo dos calles allí, por lo que ha sido rápido! ¡Ah, y he conocido a dos chicas que conducían unos coches geniales, creo que eran de carreras porque eran dos deportivos coupés muy chulos!
-Ah, mira qué bien…
-¡He quedado con ellas esta noche en el Bahama Mamas! Bueno, quedar lo que se dice quedar no lo hemos hecho, aunque algo me dice que las veré allí esta noche.
-Si vas a ir de fiesta recuerda no volver muy tarde…
-No, tranquila, ya sabes que yo aprovecho bien el tiempo.
Cloudy Quartz se quedó callada por un momento, pensando en algo distante, hasta que finalmente murmuró.
-¿Y esta tarde tienes algo por hacer?
-¡Sí, tengo un par de encargos! La señora Twee me dio el adelanto cuando se lo pedí, aunque ahora tengo que adelantar la fiesta de su padre debido a esto, puesto que ella me lo pidió a cambio; y luego tengo que preparar otra para el hijo de unos ricachones de Westdyke, seguro que el pago de esa merecerá la pena.
Ante tanto plan Cloudy dejó escapar un gesto preocupado, molestándose en ocultarlo a ojos de sus hijas, especialmente de Pinkie. El resto de la comida pasó lentamente, con algún que otro comentario dispar por parte de sus hermanas o de su madre.
Después de comer Pinkie siguió aprovechando el tiempo organizando las fiestas pendientes y haciendo varias llamadas, ya que debía costear los útiles y demás decoraciones, así como las recetas para hacer, normalmente con indicaciones previas para cada persona. Por ejemplo para el padre de la señora Twee no debía de haber nada de chocolate, puesto que era alérgico, por lo que debía de encontrar otras alternativas. Y para la fiesta de cumpleaños del niño rico de Westdyke la madre la había dado un montón de indicaciones y especificidades, todas muy pomposas y caprichosas, pero Pinkie nunca era de criticar, sino más bien de agradar, por lo que se adaptaba a lo que siempre la pedían.
Finalmente, a eso de las ocho de la tarde, dio por terminada sus tareas y se preparó para ir al Bahama Mamas; con suerte se esperaba encontrar con esas dos chicas, ya que se había quedado con las ganas de conocerlas un poco más. Cenó previamente para no hacer esperar a los demás, y a eso de las nueve marchó hacia allí.
-¡Me voy mami!
-Vale, no te quedes hasta muy tarde.
Para moverse por la ciudad Pinkie siempre utilizaba su bici para todo, puesto que era el único medio de transporte que tenía; más de una vez su padre la había insistido en que se sacase el carnet, pero ella siempre había considerado a los coches muy engorrosos para moverse por la ciudad, por lo que prefería siempre su bici. Aunque ese simple detalle no la hacía odiar los coches ni nada parecido, de hecho algunos modelos la gustaban mucho, simplemente prefería usar la bici, detalle que, si bien en Alderney no era tan raro, en Liberty City sí que era toda una rareza, ya que salvo en parques o jardines, nadie circulaba en bici por la calle.
Aun y con todo Pinkie salió de casa pedaleando alegremente y pegándose a la derecha de la carretera, dirigiéndose en dirección hacia el puente Chupetón para ir a Algonquin. Nada más entrar en el distrito giró a la derecha en la primera intersección y fue todo recto por Galveston Avenue, atravesando los barrios de Cerros de la Peña y Middle Park Oeste, hasta llegar al barrio de Purgatorio, donde se localizaba el Bahama Mamas haciendo esquina con Frankfort Avenue.
Dejó la bici en una esquina, poniéndola la cadena, y acercándose al club, el cual constaba de un solo edificio no muy alto, de formas redondeadas y con luces de neón rosadas, junto con su logo colgado de la fachada frontal, en el cual se podía ver a una bailarina de cabaret sentada dentro de una copa y agarrada a un adorno tropical, con el nombre del local estilizado justo debajo. En la misma entrada había una cola no muy larga de gente esperando para poder entrar, algunos con su carnet de socio en la mano y otros con las manos en sus bolsillos, intentando colarse por la cara. Por su parte Pinkie llevaba su carnet en el bolsillo trasero de sus vaqueros azules, que apenas conjuntaban con su camiseta rosada con tonos claros, aunque un pequeño y holgado chaleco negro remataba el conjunto y no la quedaba tan mal como podía parecer.
Bahama Mamas
En cuanto llegó se puso a la cola, la cual avanzó rápidamente, puesto que algunos se quedaban fuera dependiendo de las circunstancias, hasta que finalmente llegó su turno. En cuanto vio al portero Pinkie esbozó una sonrisita y le saludó.
-¡Hola Troy!
-Hola Pinkie.
-Oye, oye ¿has podido hacerme ese favor que te pedí?-inquirió ella, con mirada alegre.
-Claro, y sí, una chica de pelo multicolor y otra rubia han entrado hace cosa de varios minutos.
-¡Yay, genial, gracias Troy, eres el mejor!
-Lo que sea por mi chica preferida, gracias a ti conseguí dejar de vigilar el club Hércules… y no es que tenga nada en contra de los gays, pero es que tener que vigilar un club gay noche sí y noche también afectaba a mi credibilidad.
-Oh, Troy, lo piensas demasiado…-murmuró ella, divertida, mientras la enseñaba su carnet.
-Sí, y todavía falta que hagan esa peli sobre mi vida, pero no veo a Vinewood por la labor… vale, puedes entrar-indicó él tras echar un vistazo a su carnet y a su vestimenta.
Pinkie se guardó el carnet al tiempo que pasaba por la puerta; nada más entrar se encontró a mano izquierda con el ropero, pero como no tenía intención de dejar nada en él bajó unas escaleras que la llevaron hasta una planta inferior donde el club tenía su espacio. La música, al principio ahogada desde lo alto de las escaleras, comenzó a sonar con más fuerza en cuanto pasó a la primera sala. Nada más entrar se encontró con la barra del bar, la cual describía una amplia curva hacia el lado de fuera. A mano derecha había una serie de mesitas, sillones y sofás de diseño donde había bastante gente charlando y tomando una copa. Al fondo del todo se podía ver la amplia pista de baile y un espacio más donde había otra barra, separada de la pista por una gran y larga maceta.
Lo primero que hizo Pinkie en cuanto llegó fue pedir una copa, mientras iba oteando el horizonte en busca de esas dos chicas; no tardó mucho en localizarlas, viéndolas sentadas al otro lado de la sala en un sofá arrinconado y hablando animadamente. Pinkie cogió su copa y se acercó a ellas sin que la vieran, llegando a escuchar retazos de su conversación.
-¿Y cómo es que te ha dado por votar? Sabes que gane quien gane nos seguirán sangrando igualmente ¿verdad?
-Ya, aunque si lo he hecho es por algo. Uno de los candidatos es Jock Cranley ¿te suena?
-Cranley… sí ¿no era un actor de dobles en películas de acción?
-El mismo. El caso es que este tío, como ha sido un actor de dobles, ha prometido en su campaña que apoyaría a todos aquellos votantes que se dedicaran a lo mismo y que regularía las carreras callejeras para hacerlas legales.
-¡Uauh! ¿En serio? ¿Y ya se puede hacer eso?
-Ni idea, pero piénsalo, podríamos competir en carreras de cualquier tipo sin preocuparnos de tener a la poli detrás de nuestro culo ¿no sería eso genial?
-Sí, desde luego…
-Pero bueno, es un político, aunque quien sabe si al final termina cumpliendo con su palabra…
Pinkie se escabulló por detrás y, en el momento menos esperado, se dejó ver asomándose entre las dos.
-¡Hey, aquí estáis!
Nada más oírla las dos chicas pegaron un gran bote, asustadas. Pinkie se rió debido a esto, aunque sin malicia, comentando de seguido.
-¡Ja, vaya caritas que habéis puesto, deberíais haberos visto!
-¿¡Tú?!-masculló la chica de pelo multicolor, aún atacada.
-¿¡Qué estás haciendo aquí?!-hizo lo propio la chica rubia.
-¡Pues de fiesta como vosotras, claro! En un principio hubiera querido invitaros, puesto que hay que ser socio, aunque si estáis aquí asumo que una de vosotras es socia, así que genial. ¡No llegué a saber vuestros nombres, por cierto! ¡Contadme, contadme, no os cortéis!
Aún un poco atacadas debido al susto, las dos se presentaron en cuanto recobraron un poco el semblante.
-Rainbow Dash…
-Lightning Dust…
-¡Encantada, yo soy Pinkie, Pinkie Pie! ¡Qué bien, es genial tener a alguien con el que charlar e ir de fiesta! ¿No creéis?
-Nos acabamos de conocer…-argumentó Lightning.
-¡Pues aún mejor! ¡Algo me dice que seremos las mejores amigas!
-¿No estás yendo un poco rápido tú?-la espetó Rainbow, un tanto molesta.
-¿Yo? ¡Pues claro que no! ¡Vosotras lo sois más!
-¿Nosotras? ¿Y eso por qué?-inquirió Lightning, extrañada.
-¡Bueno, es obvio, ya os he visto los cochazos que os gastáis! ¡Si con eso no vais rápido incluso yo podría alcanzaros con mi bici!
Ante ese intento de chiste Pinkie fue la única que se rió, mientras que Rainbow y Lightning se miraban con cara de circunstancia.
-¡Oh, vamos, qué poco sentido del humor! ¡Tenéis que entrarle al ambiente, es una fiesta!
En ese justo momento comenzó a oírse cierto tema en el cual un piano comenzaba a sonar, seguido de varios ritmos electrónicos muy pegadizos; nada más oírlo los ojos de Pinkie se agrandaron, al tiempo que exclamó.
-¡Oh, oh, Pjaano de Eric Prydz, me encanta este tema! ¡Venga, venga, vamos a bailar!
Antes de que las dos chicas pudieran decidir nada, Pinkie las cogió y las llevó con ellas hasta la pista de baile, donde la rosada se desató y comenzó a bailar al ritmo de la música, dejando anonadadas tanto a Rainbow como Lightning. En casi un minuto Pinkie se convirtió en el centro de atención y todo el mundo comenzó a rodearla, bailando con ella. Incluso el DJ la alabó, comentando por el micrófono.
-¡Hey, la del pelo rosa! ¡Bailas de miedo, nena!
A eso Pinkie le dedicó un gesto pícaro, al tiempo que agarraba a Rainbow y Lightning, las cuales comenzaron a soltarse un poco. En un momento dado un chico de los tantos que había allí se acercó a la chica de pelo multicolor y la comentó.
-¡Oye, tía, creo que el Hércules podría ser más para ti!
Ante eso Rainbow se rebotó y le asestó un fuerte sopapo en los morros, dejándole KO.
-Para que vuelvas…-masculló ella, por lo bajo.
Aun a pesar de ese pequeño incidente la fiesta continuó hasta que finalmente las tres se apartaron de la pista, agotadas de tanto bailar, al menos Rainbow y Lightning.
-Bof, necesito un respiro…
-Sí, tomémonos algo…
-¡Huy, que poca cancha me dais! ¡Si ni siquiera son las doce, la noche aún es joven!-exclamó por su parte Pinkie, tan fresca como una lechuga.
-¡No, tontita, soy Pinkie Pie!-exclamó ella, con gesto divertido.
Ante eso ambas chicas no pudieron dejar escapar una risita ahogada, lo que animó a Pinkie un poco más.
-¡Yay, os habéis reído! ¡Unos chupitos para celebrarlo!
A eso las chicas no dijeron que no y se acercaron a la barra del fondo del todo, al lado de la pista de baile, mientras iban hablando de forma más alegre y distendida. Fuera del club, Liberty City trasnochaba.
(Continúa en el siguiente mensaje)
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(Continúa del anterior mensaje)
-Oye Rarity ¿podríamos ir mañana a la playa? Después de todo es sábado…
-¿Te apetece ir a la playa?-inquirió ella en un momento dado, mientras leía el periódico durante el desayuno.
-Sí, después de todo empieza a hacer calor…
Teniendo en cuenta que se encontraban en Vice City no veía por qué no, después de todo era cruzar el puente hacia Vice Beach y en menos de tres minutos incluso se plantaban allí. Y razón no la faltaba puesto que había estado empezando a hacer calor de un tiempo a esa parte.
-Vale, no veo por qué no, podemos pedirla a Lupe que nos prepare algo de comer y pasamos el día en la playa ¿te parece?-la sugirió Rarity.
-¡Vale, suena genial!
La vendría bien aunque solo fuera un día de descanso, puesto que últimamente el trabajo la había estado acuciando mucho de un tiempo a esa parte y apenas la había dejado estar con su hermana. Latinoamérica se encontraba muy activa desde que ella estaba al mando en Vice City y la droga no dejaba de llegar, lo que significaba más trabajo para ella. Y a veces la daba la sensación de que este se echaba sobre ella para engullirla. O igual solo era el cansancio.
Rápidamente la mente de Rarity comenzó a trabajar, pensando en posibilidades para hacer ese día. Podían comer en la playa con lo que la cocinera de la mansión las preparara y luego podrían cenar en cualquiera de los restaurantes que había a lo largo de toda la avenida Ocean Drive, la cual discurría paralela a la playa y recorría de cabo a rabo los barrios de Ocean Beach y Washington Beach. Por un momento pensó en ir las dos solas, pero conociendo a Hernando éste se negaría en redondo, por lo que tuvo que añadirle a él en los planes, y quizás con varios muchachos más. Preferiría estar solas, pero teniendo en cuenta que se trataba de la playa, un lugar abierto y muy expuesto, como lo llamaría Hernando, las posibilidades de ser atacada aumentaban exponencialmente y tanto él como ella estaban siempre de acuerdo en que la seguridad era lo primero, por lo que prefirió ir sobre seguro en ese aspecto.
En cuanto a sitio en la playa se refería, en todas las veces que habían ido siempre se habían colocado en el mismo lugar: en el extremo sur de la playa, al lado del faro, y en la porción correspondiente al barrio de Ocean Beach. Y no por capricho ni nada por el estilo, sino por simple costumbre, ya que tampoco hacía falta irse muy lejos, sobre todo teniendo en cuenta lo grande y alargada que era toda la playa en su totalidad. Desde el extremo norte hasta el sur había un total de veinticinco kilómetros de arena, dunas, varias casetas de los vigilantes y una pista de karts cerca del extremo norte. Atravesarla de cabo a rabo andando requería de mínimo unas tres horas, que se reducían a dos y media si se iba en una moto o en un quad. Debido a este detalle tan particular, nunca se había visto a la playa de Vice City completamente llena ya que la gran mayoría de la gente solía poner sus toallas cerca de la orilla para evitar de esa forma tener que atravesar toda la anchura de la playa desde la toalla hasta la orilla y viceversa. Finalmente no se lo pensó mucho más y decidió enseguida, dejando los detalles técnicos para ese mismo día.
El resto del día pasó más rápido de lo normal, quizás porque era viernes y porque tenía ganas de ir a la playa al día siguiente. Por suerte el sábado amaneció limpio y soleado, sin ninguna nube en el cielo. Desayunaron rápidamente mientras que los muchachos iban cargando las cosas en los coches, siendo supervisados por el propio Hernando, el cual se encontraba hablando con un subalterno suyo.
-Muy bien, Mario, estaremos todo el día fuera por lo que te quedas al cargo de todo aquí en la mansión.
-Sí, señor.
-Si surge algo, lo que sea, nos avisas.
-Por supuesto.
Por otro lado Rarity recibía de parte de la cocinera la comida para ese día.
-He hecho un poco de todo para picar, albóndigas, ensalada campera, algo de pasta también…
-Gracias Lupe, con esto nos conformamos, tampoco hacía falta que te esmeraras tanto.
-Nada, nada, además, nadar siempre abre el apetito, mejor que sobre que no falte.
Al igual que la gran mayoría de sus sirvientas y hombres, Lupe era de ascendencia hispana, ya que gran parte de la población de Vice City era hispanohablante, debido sobre todo a la cercanía de países como Cuba, Puerto Rico o México. Hernando sin ir más lejos era salvadoreño y la gran mayoría de los hombres a su mando, puertorriqueños, con alguno que otro proveniente de la misma Habana.
-Ya, ya nos vamos… toma Ernesto, mete la comida en el coche.
-Ahora mismito, señora.
El resto de hombres junto con Hernando irían en dos todoterrenos negros, junto con el resto de las cosas, mientras que Rarity y Sweetie Belle irían en el infernus blanco de la misma. Salieron de la mansión en procesión, como lo hacían siempre, con Rarity liderando el paso y escoltada por los dos todoterrenos negros que siempre la cubrían las espaldas. Aunque con la única diferencia de que esta vez no iban a ninguna reunión, sino que tan solo iban a la playa.
Nada más entrar en el distrito de Vice Beach se dirigieron hacia la avenida Ocean Drive entrando desde el lado de Washington Beach y bajando todo recto hasta el otro extremo de la misma, en Ocean Beach. Pudieron ver en primera línea de playa todos los hoteles, bares y restaurantes que poblaban la avenida, al tiempo que también podían ver la gran y alargada playa un poco más adelante, pasado el paseo marítimo, por el cual muchas personas solían pasear e incluso patinar.
Una vez que llegaron a Ocean Beach aparcaron justo al lado del acceso sur a la playa y junto al camino que llevaba hacia el faro, el cual se podía ver su figura recortándose entre las palmeras que lo rodeaban. Entre todos cogieron las cosas y se internaron en la playa, dirigiéndose hacia la orilla.
Porción de playa de Ocean Beach y Washington Beach
Como todavía no era temporada alta la playa no estaba muy llena, al menos en donde tenían intención de ponerse, aunque siempre había aquí y allá personas dispersas ya fuera tomando el sol, disfrutando de un rápido baño matutino o pasando la mañana ya fuera en compañía, leyendo, tumbados en la hamaca o pensando en lo maravillosa que podría ser la vida si todo se redujese a la playa. Tras un largo paseo llegaron finalmente a su sitio de siempre, extendiendo varias toallas, sacando y plantando un par de sombrillas y desplegando y colocando varias tumbonas, sillitas y mesitas portátiles. Por su parte Hernando y sus hombres se quedaron en camisa y bañador, sentados a la fresca y leyendo, mientras que Rarity y Sweetie Belle se ponían cómodas, quitándose la ropa y quedándose en bikini y bañador respectivamente. Para un día tan ocasional Rarity había optado por un bikini de color azul claro con destellos plateados, con pequeñas joyitas que remataban ambas piezas por los bordes, resaltando de esta forma su imponente y atractiva figura. Sweetie Belle por su parte llevaba un bañador de una sola pieza con estampados florales de lo más mono.
-¡Vamos al agua!-exclamó la niña, pero su hermana la paró a tiempo, comentando.
-No, no, espera un momento que te de crema…
-¡Oh, venga ya, si llevo un bañador!
-¿Y qué hay de los brazos y las piernas? Ven aquí.
La costó un poco convencerla pero al final consiguió darla la crema, acordando con ella que luego sería la niña la que daría crema a su hermana. Una vez listas para que las diera el sol sin ningún tipo de riesgos, las dos corrieron hasta la orilla, metiéndose en el agua de cabeza. El mar estaba en calma, con olas suaves y de tamaño medio que apenas las llegaban hasta las espinillas. El agua no estaba muy fría gracias sobre todo al clima tropical de esa zona de Florida, lo que propiciaba que meterse de golpe no fuera tan horrible. Las dos se aclimataron enseguida y comenzaron a lanzarse agua entre ellas, aprovechando Sweetie Belle para bucear de vez en cuando y meterse un poco con su hermana.
Era en momentos como esos cuando más extrañaba tener una vida más normal que la permitiese ese tipo de instantes con su hermana, ya que no se daban muy a menudo. Más de una vez había llegado a imaginarse cómo sería incluso.
Siempre había considerado que su mansión era muy grande para solo dos personas y el servicio, por lo que siempre se había visto viviendo en alguna de las casitas o apartamentos de Vice Point, cerca del centro comercial. Rarity trabajaría siendo diseñadora de moda, cosa que siempre había tenido en mente desde que era pequeña, mientras que Sweetie Belle iría al colegio normalmente, sin que nadie se metiera con ella, y practicando para su gran futuro como cantante. La vida sería sencilla, fabulosa y llena de glamour, casi tanto como el de la propia ciudad.
Sin embargo la realidad siempre estaba ahí, recordándola quien era y por qué estaban donde estaban. Aun así no dejó que ese detalle la molestara, prefiriendo disfrutar del día con su hermanita.
En cuanto llegó la hora de comer todo el mundo se sentó alrededor de la mesa y, entre todos, dieron buena cuenta de la comida que había hecho Lupe, especialmente Rarity y Sweetie, que venían hambrientas después de estar un buen rato nadando y divirtiéndose. Uno de los hombres de Hernando se había traído consigo un antiguo radiocasete de los ochenta y había puesto la radio para amenizar la comida, sonando de fondo la cuña de radio Espantoso, la emisora favorita de gran parte de la población hispanohablante de la ciudad.
-¡Ay, ay, ay, espantoso, radio Espantoso! ¡Buenas tardes, Vice City, hoy hace un día espléndido, perfecto para ir a la playa, espero que todos nuestros oyentes lo estén disfrutando! ¡Y que lo disfruten aún más con música y más música sabrosona para el ritmo y para el cuerpo! ¡Recordemos aquellos locos ochenta con el primer y único éxito de Unaesta!
En ese justo momento comenzó a sonar el éxito más sonado de los ochenta en esa misma ciudad, La vida es una lenteja, una canción del todo icónica en Vice City y que muy poca gente recordaba actualmente; aunque Hernando y sus hombres, que la conocían muy bien, se animaron nada más escucharla y la estuvieron cantando a coro.
Levántate, anda y abre la nevera
Y mira a ver si te queda mortadela
Levántate, anda y ábrela a ver si te queda mortadela
La vida es una lenteja, o la tomas o la dejas
La vida es una lenteja, o la tomas o la dejas
La vida es una lenteja, o la tomas o la dejas
Para Rarity y Sweetie se las antojó como una canción extraña y muy rocambolesca, aparte de que no entendían nada, puesto que estaba cantada enteramente en español. Además a la niña incluso la daba vergüenza ajena ver a los adultos cantarla, comentando de seguido.
-¡Hernando, calla, que vas a hacer que llueva!
Aunque, como si hubiera sido algún tipo de presagio, esa misma tarde, a partir de las cuatro, se levantó un fuerte viento que trajo consigo unas densas nubes que, si bien no hicieron llover ni nada parecido, dejaron al mar bastante resacoso y con unas olas bastante grandes y fuertes que llegaron a formar un escalón en la arena, a pocos metros de la orilla. Debido a esto se izó la bandera amarilla y se recomendó evitar el baño, dejando a Sweetie Belle un tanto desanimada.
-Oh, pero yo quería bañarme…
-Pero es que es arriesgado, cielo, mejor nos quedamos en la orilla y hacemos un castillo de arena ¿te parece?-la sugirió Rarity.
-Vale…
Armadas con un par de cubos, palas y un rastrillo, las dos comenzaron a montar la base, cogiendo arena mojada y agua cada vez que los restos de una ola se acercaban; no estaban muy cerca de la orilla, aunque en un momento dado Sweetie Belle fue a coger más agua, acercándose al borde del escalón que la fuerza del agua había formado.
-¡Con cuidado!-la avisó su hermana.
-¡Sí, tranquila!-murmuró la niña, acercándose un poco.
Sin embargo en ese justo momento el borde cedió y el escalón se derrumbó, haciendo caer a la niña justo cuando otra ola hacia acto de presencia; en un visto y no visto la fuerza de la marea atrapó y arrastró a Sweetie Belle, la cual gritó asustada.
-¡Sweetie, no!-gritó su hermana, levantándose de seguido.
Hernando, que las vigilaba desde lejos, lo vio y echó a correr inmediatamente después. Sin embargo la corriente del agua era rapidísima, alejando enseguida a la niña y arrastrándola en dirección hacia la orilla, sin que ella pudiera hacer nada.
Pero entonces apareció de repente un chico joven que la agarró de un brazo, evitando así que el mar se la llevara. Justo después Rarity se acercó a ella, toda azorada.
-¡Sweetie! ¡Oh, Sweetie, menos mal! ¿Estás bien?
-¡Estoy llena de barro!-exclamó la niña, con gesto molesto.
-¡Y eso es lo que más te preocupa!
Sin embargo no se lo tuvo en cuenta, abrazándola con fuerza, y dirigiéndose al chico justo después.
-¡Oh, gracias, muchísimas gracias, si no hubiera sido por usted!
-Oh, no es nada, era lo mínimo que podía hacer…
El chico era joven, Rarity le echó unos cuantos años más que ella, aunque su físico le daba un aspecto más lozano; era de pelo moreno, con ojos castaños claros, y su cuerpo denotaba un entrenamiento de lo más riguroso, con unos fuertes brazos y unos pronunciados abdominales. Por su parte Rarity no pudo evitar sonrojarse un poco, rindiéndose ante la evidencia: era condenadamente atractivo.
-Ah, perdón por ser tan descortés, me llamo Rarity…
-Nick Sanders, encantado.
-Igualmente… quiero decir, yo también estoy encantada…
Ante eso los dos se rieron tontamente, en un gesto de confidencia; por su parte Sweetie Belle les miró con el ceño fruncido y gesto incómodo.
-Oh, realmente le debo una, señor Sanders…
-Ah, tampoco es para tanto, la niña estaba en problemas, yo tan solo la ayudé. Y llámame Nick, por favor.
-Aun así si no hubiera sido por ti, Nick, el mar se hubiera llevado a mi Sweetie. Creo que un buen agradecimiento no está de más…
-No hace falta, de verdad, me conformo con unas buenas gracias.
-Oh, no seas tan modesto… ya sé, te invito a cenar, he oído que el restaurante de Benny ha vuelto a la ciudad después de una larga temporada fuera, podríamos ir esta noche.
-No es necesario, no hace falta que te molestes…
-Insisto, has salvado a mi hermanita, es lo menos que puedo hacer para agradecerte lo que has hecho…
Nick quiso seguir negándose, pero en cuanto vio la mirada que le lanzó Rarity pareció pensárselo mejor hasta que finalmente accedió.
-Está bien, después de todo sería un tanto descortés por mi parte rechazar una invitación así…
-¡Estupendo! ¿Quedamos a eso de las nueve allí entonces?
-Por mí de acuerdo…
En ese justo momento Sweetie, cansada de esa situación, les cortó murmurando.
-¡Rarity, estoy llena de barro, vámonos ya!
-Ay, sí, perdona cariño… nos vemos esta noche, Nick.
-Claro, allí estaré. Adiós, Sweetie-se despidió el chico de la niña.
-Di adiós, Sweetie.
-Adiós, y gracias por salvarme.
Las dos regresaron a las toallas y, de camino, se encontraron con Hernando.
-¿Con quién hablaba, señora?
-Con un amable chico que salvó a Sweetie de ser arrastrada.
-¡Ha quedado con él esta noche!-añadió la niña.
-¡Sweetie!
-¿Qué? Pero señora ¿es eso prudente?
-Oh, Hernando, ves el peligro en todas partes, tranquilízate, no hay nada que temer, sólo es una cena, nada más…
-Yo sólo me preocupo por su bienestar, señora, es mi trabajo…
-Lo sé, y ya sabes que eso lo valoro, Hernando, pero ya te digo que sólo es una cena. Además, iremos al restaurante de Benny, está al lado de casa.
Aun así Hernando no parecía del todo convencido, aunque prefirió no decir nada más.
El resto de la tarde se pasó enseguida, teniendo que volver a casa alrededor de las siete, ya que Rarity necesitaba prepararse para la cena. Se duchó, se acicaló y se puso sus mejores galas, pasando por la habitación de su hermana antes de irse.
-¿Qué tal el día, te ha gustado?
-Sí… casi tanto como a ti ese chico.
Frente a eso Rarity no pudo evitar que se la subieran los colores, contestando de seguido.
-¡Oye!
-¿Qué? Si es verdad, no me lo niegues, no te pones nunca ese vestido salvo ocasiones especiales.
Ese también era uno de esos momentos en las que la niña la sorprendía gratamente con su aguda perspicacia, sin poderla apenas rebatir. El vestido que llevaba era uno blanco brillante con lentejuelas, las cuales relucían ante la luz, resaltando su belleza en todos y cada uno de los aspectos. Además se había recogido el pelo en un pequeño moño y con varios rulos colgándola a la altura de las sienes y se había maquillado, dándose colorete en las mejillas.
-Sí, vale, ¿y qué si me gusta? Es guapo, atento y todo un caballero, te salvó de ser arrastrada por el mar-argumentó ella.
-Pero apenas le conoces.
-Pues a eso mismo voy, a conocerle…
Sweetie Belle tan solo rodó los ojos, sin darle tanta importancia.
-Pero bueno, estás muy guapa, seguro que a él también le gustas.
-Oh, gracias cariño.
Rarity la dio un beso de buenas noches en la frente y se dirigió al garaje para coger el coche y dirigirse directamente al restaurante.
El restaurante de Benny tenía una particularidad, y es que estaba montado en un yate que siempre está moviéndose por toda la costa este del país, recalando en distintos puertos y ciudades. La primera vez que el restaurante arribó a Vice City fue en 1984, estando en la ciudad durante unos cuantos meses y volviéndose bastante popular. Desde entonces sus visitas siempre han estado a la orden del día, pasándose varias veces al año. Y precisamente había vuelto hace pocos días, por lo que era la ocasión perfecta. Atracaba siempre en un pequeño muelle de Little Habana, entre Starfish Island y el Small Road Bridge, el puente que une los barrios de Vice Port y Ocean Beach respectivamente, por lo que llegaría enseguida.
Restaurante de Benny
Nada más llegar aparcó cerca la avenida Bayshore, no muy lejos de donde estaba el yate, y pudo verlo mejor en cuanto se acercó a él; no había cambiado nada, seguía siendo el mismo viejo yate blanco y rojo, con luces de neón rosas y azules, dándole un toque especial a la avenida. Al lado de una de las pasarelas se encontraba Nick ensutado en un elegante esmoquin, haciéndole ver aún más atractivo si cabía.
-Vaya, qué elegante estás…-le alabó ella en cuanto llegó a donde se encontraba.
-Tú también te ves de lo más deslumbrante-la imitó él.
Ante ese piropo Rarity se rió como si volviera a tener quince años, sonrojándose levemente. Los dos cruzaron la pasarela y abordaron el yate, siendo atendidos rápidamente por un camarero, el cual les consiguió una mesa cerca de la popa y les tomó nota. No había mucha gente a bordo y se podía oír por toda la cubierta música de jazz proveniente de unos altavoces cercanos; eso y la estampa de Vice Beach brillando al otro lado de la bahía creaban un ambiente de lo más acogedor y romanticón.
-Vaya, las vistas son espectaculares-murmuró Nick, asombrado.
-¿Verdad que sí? Vice City tiene un encanto especial que se puede apreciar mejor de noche.
-Desde luego…
-Y cuéntame Nick ¿es tu primera vez aquí en la ciudad?-inquirió ella, dándole un sorbo a su copa.
-Sí, lo cierto es que sí, llegué hace pocos días acompañado de mi tío y todavía me estoy asentando.
-¿Y a qué has venido? ¿De vacaciones?
-No, de negocios principalmente, mi tío compró una casa en Vice Point y nos acabamos de instalar.
-Oh ¿y dónde vives?
-En la casa Swanko, igual te suena…
-Ah, sí, la que está enfrente del hospital Shady Palms. Vaya, conozco esa casa, es todo un lujo…
-Bueno, no está mal, aunque las hay mejores en la ciudad… sería mejor una mansión, por ejemplo.
Hubo un breve silencio entre los dos, solo roto por el tintineo de los cubiertos, aunque al final los dos se acabaron riendo tontamente.
-Je, claro ¿Quién no querría vivir en una mansión rodeado de lujos?-inquirió ella, con mirada nerviosa.
-Sí… como esa de ahí, por ejemplo, esa sí que es una señora mansión-murmuró Nick, señalando con el cuchillo a su mansión en Starfish Island, la cual se podía ver perfectamente desde donde estaban.
-Oh, desde luego, viva quien viva ahí debe tener mucha suerte…
Un tanto nerviosa, Rarity probó el pescado que había pedido para evitar tener que seguir hablando; por su parte Nick la miraba con una expresión zalamera, como si algo le hubiera hecho gracia. En un momento dado habló.
-Bueno, creo que no hace falta que sigamos fingiendo… sé quién eres, Rarity.
Ese comentario la dejó del todo descolocada y sin saber muy bien qué decir; tratando de pasar desapercibida, la chica murmuró.
-¿A qué te refieres exactamente, querido?
-Vamos, no te hagas la tonta, no te pega… Rarity Belle, señora de la droga.
Para entonces la aludida estaba un tanto chocada por tan abrupto cambio de los acontecimientos, aunque por otro lado empezaba a arrepentirse de no haberse traído aunque fuera de tapadillo a Hernando con ella. Conservando la seriedad en todo momento le miró con cara de circunstancia y murmuró.
-Muy bien ¿y tú eres…?
-Nick Sanders, claro, nos presentamos en la playa.
-Muy gracioso, responde a mi pregunta.
-Bueno, bueno, está bien, aunque esa cara de enfadada no te queda nada bien, todo sea dicho. El caso es que yo soy como tú.
-¿Como yo?-repitió Rarity, frunciendo el ceño.
-Claro, traficante, camello, el que pasa la farlopa, el que reparte el yeyo…
-Te he pedido que me expliques quien eres, no que seas vulgar.
-Ah, vamos, tú ya me has entendido… pero se trata de eso, hemos venido aquí a hacer negocio, nada más.
-Pues siento decepcionarte, pero me temo que el negocio ya está cogido… por mí.
-Lo sé, y es por eso por lo que quería encontrarte, aunque no me esperaba hacerlo tan pronto, la verdad.
-Pues no te servirá de nada, si sabes algo de mí sabrás también que en esta ciudad yo y solo yo soy la que reparte el yeyo, como tú dices, así que me has encontrado en vano.
-Oh, vamos, siempre podemos llegar a un acuerdo que nos satisfaga a todos…
-No insistas, el mercado de la droga es mío y de nadie más.
-Agh, tengo que admitir que no se me dan bien este tipo de negociaciones… aunque mi tío sí que sabe cómo convencer hasta al más pintado. Hagamos una cosa ¿qué te parece si lo hablamos mejor con él? Puedo hacer que te reciba mañana mismo, cuanto antes lo hagamos mejor, el tiempo es oro.
-Ya te he dicho que no, déjalo ya, pierdes tu tiempo y el de tu tío, habéis venido aquí para nada.
-Eres insistente, pero mi tío lo es más. Vamos, ven a visitarnos mañana por la tarde, siempre podremos aunque sea hablarlo tranquilamente tomando una copa-murmuró Nick, pasándola una tarjeta.
Rarity la cogió y la miró por encima, llegando a leer el nombre de Seymour Sanders. Quiso tirarla por la borda, pero en ese momento vio que Nick se levantaba e inquirió.
-¿A dónde vas?
-Me voy ya, de todas formas ya he hecho lo que quería, presentarme y ofrecerte una reunión con mi tío. Créeme, merecerá la pena, pásate por casa y hablémoslo todos juntos, seguro que podremos llegar a un acuerdo.
-Ah, no, de eso nada, tú no me dejas plantada…
-Ah, pero espera ¿creías que esto era una especie de cita o algo así? No me malinterpretes, eres preciosa y tienes un cuerpo de escándalo, pero los negocios son negocios, y yo tengo por costumbre no mezclarlos con nada más, y menos aún con una relación, así que…
Para entonces Rarity estaba anonadada, sintiéndose cada vez más y más enfadada y decepcionada a partes iguales. Quiso decirle algo, pero él se fue justo después comentando.
-Te espero mañana.
Inmediatamente después se quedó sola en la mesa, con el pescado a medio comer y una silla vacía delante de ella; para entonces el hambre se la había pasado de golpe y en su lugar se instalaba en ella una mezcla de fastidio y resquemor con un sabor de lo más desagradable. En ese justo momento llegó el camarero y la inquirió.
-¿Va a tomar postre, señorita?
-No, la cuenta por favor-masculló Rarity, molesta.
Mientras esperaba contempló la bahía de Vice City, llegando a mascullar por lo bajo.
-Por una vez que conozco a uno guapo…
-Puedo sentir unas muy buenas vibraciones en todo este lugar, es todo tan auténtico, tan natural…
-Sí, es por eso por lo que me gusta tanto vivir aquí, no lo cambiaría por nada del mundo.
Ese día estaba siendo uno de los mejores desde que se fue a vivir al condado de Blaine y con diferencia; esa misma mañana fue a recoger a Tree Hugger al desierto y luego la llevó al monte Gordo, donde estuvieron dando largos paseos. Aunque no sólo se quedaron allí, sino que fueron más allá.
Pasada la hondonada donde se situaba el faro de El Gordo, la costa se escarpaba un tanto debido sobre todo a la cercanía de los islotes del cabo Catfish, un apartado cabo en el cual muchos pescadores venían a faenar de cuando en cuando, ya que tampoco era un área muy transitada.
Cabo Catfish visto desde la cordillera
A partir de allí continuaron bordeando la costa y contemplando la gran extensión de la cordillera de San Chianski, una amplia sierra que ocupaba gran parte de la costa este del estado y que hacía las veces de barrera natural para las inclemencias del mar, siendo esta formación rocosa la principal responsable de la sequedad y calidez del desierto de Gran Señora. Su accidentado relieve también propiciaba la aparición de todo tipo de minerales, siendo también el hogar de la cantera Davis, en la cual se extraía sobre todo hierro, cobre y carbón. Situados en una pequeña depresión cercana a la costa también llegaron a ver los laboratorios Humane, un complejo privado en el cual se realizaban experimentos de todo tipo, aunque no se quedaron mucho tiempo, puesto que, según Tree Hugger, el sitio la daba malas vibraciones y un aura densa y pesada cubría todo el lugar, dándole a Fluttershy más motivos para salir de allí, ya que a ella tampoco le gustaba el sitio.
Extremo norte de la cordillera de San Chianki
Cantera Davis vista desde lo alto de la cordillera
Una porción de la cordillera de San Chianski
Continuaron bordeando la costa, llegando a descubrir una pequeña y apartada playa al lado de una cueva horadada en la roca que ni siquiera Fluttershy sabía que estaba allí, puesto que nunca antes había ido tan lejos. Aprovecharon para darse un baño dentro de la cueva, donde el agua estaba limpia y cristalina, pudiéndose ver multitud de peces nadando bajo sus pies, incluso llegaron a ver tortugas marinas y hasta estrellas de mar pegadas a las rocas. A partir de allí se dieron la vuelta puesto que a pocos metros se encontraba el extremo sur de la cordillera, la cual hacía las veces de frontera divisoria entre el condado de Blaine y el de Los Santos, llegando incluso a ver la figura de la central eléctrica Palmer-Taylor, la cual proveía de electricidad tanto al condado de Los Santos como al de Blaine.
Extremo sur de la cordillera, con la central eléctrica Palmer-Taylor al fondo
Regresaron al monte Gordo a la hora de comer, reponiendo fuerzas en casa de Fluttershy y continuando su particular excursión, bordeando esta vez la costa norte del estado. En un momento dado se salieron del sendero que llevaba hasta la cima del monte y comenzaron a bajar la ladera hacia la costa con cuidado para poder ver mejor esa parte del monte; aunque era una zona muy accidentada Fluttershy tenía una razón para bajar, puesto que quería enseñar a su amiga una de las playas más apartadas y bonitas de toda San Andreas. Las costó un poco, sobre todo por el escarpado paisaje, pero finalmente consiguieron llegar a la playa de los Infartos, una pequeña, solitaria y pintoresca playa situada entre varios salientes rocosos y con unas grandes vistas a esa parte del océano pacífico.
-Vaya, es precioso…
-¿Verdad que sí? La descubrí yo misma hace bastante tiempo, muy poca gente conoce esta playa.
-La inmensidad del mar es tan eterna como el tiempo, somos como dos gotas de agua perdidas en medio de la más absoluta infinidad. Gracias por traerme, Flutters, nunca pensé que podría haber aquí algo tan bonito-murmuró Tree Hugger, con gesto solemne.
-Oh, no ha sido nada…
-Sí, es completamente igual. Tu aura coincide al milímetro con el de este lugar, como si fuerais uno. Te envidio, Flutters, ni siquiera yo consigo conectar de la misma forma con la indomabilidad del desierto.
-No digas tonterías, aquí tú eres la experta en auras, yo tan solo me dejo llevar…
-No es ninguna tontería, antes pensaba que no había nada más hermoso que el desierto, pero ahora me doy cuenta que hay mucho más ahí fuera, esperando a que lo descubra. Y tú me has ayudado a hacerlo, haciéndome ver su aura en todo su esplendor. Y es tan bonita como la tuya propia.
Ante eso Fluttershy no pudo evitar sonrojarse fuertemente, notando cómo su corazón se desbocaba; por su parte Tree Hugger la cogió de las manos y se quedó en silencio y con los ojos cerrados, en un gesto de concentración total. Fue entonces cuando ella pudo sentir su calor, transmitiéndoselo como si estuviera haciendo magia. Fluttershy se relajó y se dejó llevar por tan agradable sensación, dejando pasar el tiempo y manteniendo esa pose todo el tiempo posible.
Tras pasar un poco más de tiempo allí continuaron bordeando la costa del monte Gordo hasta llegar al extremo norte del mismo, donde el relieve del mismo comenzaba a disminuir, habiendo varias colinas que precedían a la playa de Procopio, la playa más norteña del estado, aunque ellas se quedaron en las colinas, viéndola desde la distancia mientras que contemplaban el atardecer juntas. Desde donde estaban llegaron incluso a ver una ballena azul surgiendo del agua para coger aire y sumergiéndose inmediatamente después, dejando ver parte del lomo y su cola antes de volver a desaparecer bajo el agua.
Playa de Procopio con el monte Gordo al fondo
-Vaya, no sabía que aquí hubieran ballenas…-murmuró Tree Hugger, impresionada.
-Oh, sí, las hay tanto en la costa oeste como en la este del condado de Blaine, también aparecen por aquí de vez en cuando, aunque no es fácil verlas, hemos tenido mucha suerte.
-Sí… oh, mira, y esa es la aleta de un tiburón ¿no?-inquirió la chica, fijándose bien.
-Sí, esta zona en particular está llena sobre todo de tiburones martillo, ya que hay mucha pesca por aquí.
Por un momento Tree Hugger se quedó callada, pensando en algo distante, aunque en un momento dado comentó.
-Me alegro tanto de haber vuelto aquí… antes y ahora. Aún me acuerdo de cuando vine a Los Santos por primera vez, nunca antes había salido de San Fierro, mi ciudad natal.
-Sí, yo también me acuerdo, fue cuando te conocí por primera vez… tú me hablaste de San Fierro, la ciudad de las maravillas psicodélicas…
-Así es como la llamamos… traíamos con nosotros el esplendor de una época maravillosa, de autodescubrimiento, de paz y armonía entre todos los seres vivientes. Pero apenas nos escucharon.
-Yo sí te escuché.
-Lo sé, y nunca te he agradecido lo suficiente por hacerlo. Tú hiciste que mi estancia en esa ciudad de cartón y silicona mereciera la pena, Flutters, nadie quiso hacernos un mínimo de caso, pero tú estuviste ahí siempre…
-Pero porque aparecisteis en el mejor momento… si no hubiera sido por ti, Huggie, ese sitio horrible me hubiera engullido por completo. Me sentía atada, hacía cosas que no quería hacer, y sin embargo las hacía porque no tenía otra opción. Pero tú me diste una alternativa, una oportunidad de salir de allí… de soltarme de mis cadenas y de ser libre.
-Entonces fue por eso… cuando volví ya no estabas ¿Por qué te fuiste así sin más?-inquirió Tree Hugger, con gesto triste.
Ante esa pregunta Fluttershy se quedó callada, sin saber muy bien qué decirla y apartando la mirada con gesto turbado.
-Yo… tenía que irme, Huggie, necesitaba irme, no aguantaba más tiempo allí. Si no hubiera sido por ti, yo, yo…
Sin embargo en ese momento la chica la silenció posando su dedo índice sobre sus labios, al tiempo que la giraba la cara para verla mejor; el color anaranjado del atardecer se reflejaba sobre sus ojos y su pelo, dándola un aspecto casi mágico y hasta etéreo.
-Nunca te olvidé, Flutters… no pude hacerlo nunca.
-Huggie…
Antes de que pudiera decir o hacer nada más, Fluttershy cerró los ojos y esperó; justo después sintió la calidez de los labios de la chica sobre los suyos y fue entonces cuando todo dejó de ser. Ya no importaba el pasado, ya no importaba lo que alguna vez llegó a hacer, todo se redujo a ese justo momento, dejando pasar el tiempo y recreándose en ese mismo instante. La devolvió el beso tiernamente y son suavidad, como si la diera reparo hacerlo, al tiempo que la chica la envolvía entre sus brazos. Fluttershy la imitó y las dos se tumbaron, sin romper el beso en ningún instante y alargando el momento todo lo posible. La figura del monte Gordo se recortaba en la distancia mientras que el sol se ponía justo detrás, extendiendo su alargada sombra sobre ellas. Al fondo se podía oír el sonido del mar acompañándolas.
Última edición por Sg91 el 03 Feb 2016, 16:17, editado 1 vez en total
Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
Curioso, un capítulo centrado en más de un personaje principal.
La parte de Pinkie me ha encantado, reflejas muy bien su personalidad y su lucha por cumplir su sueño y lo en serio que se toma lo de las fiestas, bebiendo de lo que pudimos ver en "Party Pooped". Además, la noche en el club es muy divertida (las reacciones de Rainbow y Lightning a la presentación y el baile son perfectas) y me gusta su atuendo. Por cierto:
-¡Ya estoy en casa!-exclamó ella.
-Hola Pinkie, cielo-la saludó su madre, saliendo de la cocina.
-¡Hola mami! ¿Qué hay de comer?-inquirió la chica, dándola un beso en la mejilla.
-He hecho estofado.
¿De qué me suena esto?
El día playero, aparte de hacer gracia (sobre todo con el momento demigrante de los escoltas cantando), refleja algo que ya sospechaba: Rarity no quiere esa vida, pero no tiene más remedio o el crimen podría desmadrarse. Y manda huevos con la trampa del tío, se olía a kilómetros pero nada, tuvo que pensar con una novela rosa en lugar de cerebro, ni a Hernando se lleva. Lo peor es que le pega
Respecto a Fluttershy...
Ayyyy qué daño ha hecho "Make new friends but keep Discord" con el tema de los shippings absurdos, nadie puede tener una amistá, el fandom parece Sálvame. Peeeero, conociéndote no será una mierda morbosa gratuita sino una relación normal con contexto, así que a ver qué pasó con estas en el pasado y cómo ha acabado en el presente cada una. Y vaya aburrimiento de paisaje
El Caos es la fuerza que mueve el universo. Es un gran error pensar que puede controlarse o eliminarse.
Desde la reunión de alumnos en Castle Gardens Twilight había estado muy activa, ya que, como bien la prometieron ese día, la habían estado ayudando desde entonces a reunir dinero de distintas formas.
Por idea de Moondancer, entre ella y Rachel crearon una campaña de crowdfunding en Kickstarter en la cual trataron de sacar algo de dinero apelando a la buena voluntad de la gente en internet. Tuvo un éxito moderado, ya que se quedaron un poco lejos de los diez mil dólares, la cifra objetivo, pero al menos pudieron sacar unos bien avenidos cuatro mil quinientos dólares.
Por otro lado algunos aportaron a la causa donando directamente un poco de dinero en su cuenta a través de la página web que ella misma había abierto hacía tiempo. No fueron unas cantidades muy grandes, pero Twilight las agradeció ampliamente.
Hasta ahora había conseguido reunir un total de cuatro mil ochocientos setenta y cinco dólares, quedando todavía mucho que recorrer. Aunque el dinero de la herencia de su abuelo la tenía en otra cuenta aparte, con una cifra nada desdeñable, pero esa no la quería tocar puesto que tenía otros planes muy distintos para con ese dinero, por lo que siguió intentándolo ella misma.
Ese día había estado haciendo varias gestiones, saliendo de casa un par de veces y hablando por teléfono durante unos periodos de tiempo no muy prolongados. Aunque la última llamada la pilló en casa, revisando por enésima vez la colección. Un número desconocido apareció en la pantalla de su móvil y Twilight descolgó un poco recelosa.
-¿Sí, dígame?
-¡Hola Twilight!
-Ah… hola ¿Quién es?
-No sé si te acordarás de mí, soy Brian Nicholson, uno de los chicos que fue a la quedada de antiguos alumnos hace pocos días…
-Ah, sí ¿Qué tal?-inquirió ella, sin ganas de hablar con alguien a quien apenas recordaba o conocía.
-Bien, muy bien, te llamo porque creo que he encontrado una buena manera para ayudarte en la financiación para tu biblioteca privada-anunció el chico.
-¿Ah, sí? ¿Y en qué habías pensado?-inquirió ella, repentinamente interesada.
-Es un poco largo de explicar ¿te pillo en buen momento, puedes quedar?
-Ah, pues… sí, no estoy haciendo nada ahora mismo…
-Genial, en ese caso ven a verme a la bolsa de Liberty City, en el Centro Financiero, salgo en quince minutos.
-¿La bolsa? Pero espera un momento, explícame primero…
-No tengo tiempo, me queda poco para terminar, luego te explico, te veo en la puerta.
Antes de que Twilight pudiera decir nada más el chico colgó, dejándola con la miel en los labios. Al principio no supo muy bien cómo tomárselo, aunque el hecho de que comentara que le quedaba poco para terminar y que salía en quince minutos la dejó un tanto intrigada, por lo que se preparó pasa salir.
-¿A dónde vas a ir?-inquirió Spike al verla vestida.
-A la bolsa de la ciudad, me ha llamado un chico y…
-¿Qué te ha llamado un chico? Vaya, esto es nuevo…-murmuró Spike, divertido.
-Muy gracioso… no le conozco de nada, de hecho es uno de los pocos que había en la reunión del otro día, me ha comentado que me puede ayudar con la financiación, pero no me ha explicado nada más y me ha pedido que vaya a verle-explicó ella rápidamente.
-Ya veo… mucha suerte entonces.
-¡Eh, oye, no es lo que piensas!
-¿Segura? Porque cuando el río suena…
-¡Que no, si ni siquiera le conozco!
-Razón de más para hacerlo, sobre todo de su parte…
-Agh, me voy ya, pórtate bien y todas esas cosas, ya sabes el resto-indicó ella rápidamente.
-Sí, sí… que te diviertas.
Twilight prefirió no responder y salió por la puerta con prisa, tratando de ignorar los comentarios jocosos de Spike.
-Bof, parece mentira que solo tenga nueve años…-pensó ella, mientras bajaba las escaleras.
Como tan solo tenía quince minutos antes de que Brian saliera de la bolsa, Twilight apretó el paso para llegar al metro cuanto antes. Por suerte el tren llegó justamente cuando bajaba las escaleras, por lo que el viaje hasta la parada de Ayuntamiento fue rápido, yendo andando el resto del trayecto hasta la bolsa.
El Centro Financiero era, como su propio nombre indicaba, el barrio más comercial de toda la ciudad donde se agolpaban las empresas más poderosas, desde bufetes de abogados hasta empresas de electrónica y similares, y donde la bolsa de la ciudad residía. Sus rascacielos eran los últimos que se extendían desde la mitad del distrito hacia el sur, por lo que complementaban muy bien al skyline de la ciudad. Colindaba al sur con Castle Gardens y al norte con Ayuntamiento y el Barrio Chino, por lo que llegó enseguida a la bolsa, sobrándola unos cuantos minutos de espera.
Centro Financiero
Bolsa de Liberty City
No sabía cómo era Brian puesto que apenas le recordaba de la reunión, había tan solo unos cuatro chicos aquel día y apenas se fijó en ellos en su momento, por lo que tuvo que confiar en que fuera él el que la viera.
Al cabo de unos pocos minutos esperando, un chico joven de su edad, de pelo castaño y ojos claros la saludó tras llamarla la atención tocándola el hombro.
-¡Hola Twilight!
-Ah, hola Brian…
-¿Qué tal estás?
-Bien, muy bien… pues tú me dirás ¿Qué querías contarme?
-Sí, claro, vamos a tomar algo, yo invito.
-Oh, está bien…
Cerca de allí vieron una cafetería en una calle colindante y entraron en ella, pidiéndose algo para beber; Brian optó por tomarse un café mientras que Twilight se pidió una orang-o-tang, un refresco de naranja.
-Oye, Brian ¿puedo preguntarte algo?-inquirió Twilight en un momento dado, para comenzar la conversación.
-Sí, claro, dime.
-Antes me comentaste que salías dentro de poco y de hecho has salido de la bolsa ¿estás trabajando en ella?
-Sí, ahora mismo sí, al principio traté de sacarme oposiciones para bibliotecario, pero no lo conseguí, por lo que opté por hacer otra cosa… ¡y ahora soy corredor de bolsa!
-Anda… ¿y cómo así?
-No sé, me hablaron de ella y sobre las oportunidades que daba y decidí intentarlo, saliéndome bien, así que…
-Qué bien… entonces ¿la idea es sobre la bolsa?-asumió ella enseguida.
-Sí, has acertado, aunque no lo parezca y aun a pesar de la crisis el mercado fluctúa mucho de un tiempo a esta parte, los precios se mantienen estables y la cotización está al alza, por lo que he pensado que podrías hacer tú lo mismo con un poco de mi guía, si a ti te parece bien…
-Ya veo, aunque yo nunca he sido muy de bolsa, la verdad-admitió ella, algo insegura.
-Oh, no la tengas miedo, al principio yo tampoco tenía muchas expectativas, pero ahora he aprendido bastantes cosas y sé predecir más o menos el mercado. Yo creo que por intentarlo no pierdes nada-opinó Brian, animado.
-Bueno, por poder supongo que puedo, aunque no sé… me da cosa.
-Tranquila, yo te introduciré un poco… conoces BAWSAQ ¿no?
-Claro, es la segunda bolsa más grande de la ciudad después de la de aquí al lado, está en el Cruce Estrella-asintió ella, dando detalles.
-Vale, en ese caso vamos a empezar bajándonos la aplicación, hace poco que está disponible.
Mientras que la bolsa de Liberty City era una bolsa un poco más centrada en la economía local y estatal, BAWSAQ era una mucho más centralizada e internacional, con cotizaciones más flexibles y versátiles. Usando la tienda de eyefind, el buscador más famoso de todo internet, se descargó la aplicación de BAWSAQ en su móvil y la instaló. Nada más arrancarla se pudo ver su logo sobre un fondo con los colores de la bandera nacional, junto con su eslogan: haciendo frente a los altibajos de la vida. Nada más empezar la pidió hacerse una cuenta pidiéndola su correo electrónico.
BAWSAQ, haciendo frente a los altibajos de la vida, las veinticuatro horas
-¿Con el correo electrónico ya vale o hay que añadir algo más? Porque en tal caso prefiero descartarlo…-murmuró la chica, tajante.
-Sí, no hace falta que introduzcas ningún dato personal importante si no quieres, lo hacen sólo para contabilizar un poco sus usuarios y accionistas.
En tal caso Twilight no tuvo ningún problema y añadió su correo, sparklesparklesparkle@eyefind.info. Una vez que tuvo la cuenta creada Brian tomó la palabra.
-Vale ¿has invertido en bolsa alguna vez?
-No como tal, pero estoy enterada de cómo se hace, más o menos…
-Vale, en ese caso ve a lista de mercados.
Desde el menú principal pudo desplegar la lista, la cual se mostró ante ella en toda su extensión, mostrando todos los mercados disponibles; un montón de empresas y marcas conocidas estaban a su disposición para ser consultadas.
-Clica en un mercado, no sé, el que quieras, por ejemplo… orang-o-tang-sugirió el chico, mirando la bebida de Twilight.
Buscó por la O y lo encontró enseguida, pasando a una pantalla en la cual se podía ver una gráfica del valor de las acciones de orang-o-tang, en el cual en ese momento se encontraban estables, aunque habían tenido recientemente unas cuantas caídas en las últimas horas.
-¿En serio quieres que invierta en esto?-inquirió la chica, ceñuda.
-No, no, sólo era para que lo vieras un poco, la gráfica te muestra cómo se encuentran las acciones de la compañía, lo que te permite consultar su valor en el mercado y cuánto beneficio te podrían reportar, aunque es un valor aproximado porque como bien sabrás el mercado fluctúa de forma muy variable y constante.
-Sí, claro, la ley de la oferta y la demanda siempre se aplica a todo…
-Exacto, aunque teniendo en cuenta este factor te puedes anticipar de cierta forma al mercado, es algo que he estado aprendiendo a hacer recientemente, y es en este momento cuando mi ayuda es importante. Déjame ver la lista.
Twilight le pasó su móvil y el chico la estuvo repasando lentamente sin volver a hablar, con cara de concentración total. Twilight aprovechó para darle un sorbo a su refresco mientras esperaba. En un momento dado Brian retomó la palabra.
-Ajá, aquí está, ya decía yo que lo había visto antes…
-¿El qué?
-Un mercado nuevo. Entró a bolsa hace escasas horas y eso es bueno en cierta medida, ya que suelen ser los mercados nuevos los que impulsan los precios de mercados relacionados, lo que luego repercute de manera positiva en el mercado nuevo en una especie de retrotracción monetaria, nunca falla, durante las primeras horas de vida sus acciones pueden llegar a subir enteros a raudales, créeme, lo he visto.
-Ya veo, entonces quieres que invierta en este nuevo mercado… pero asumo que, siendo nuevo, sus acciones suelen ser más caras-asumió Twilight, un tanto insegura.
-No necesariamente, depende sobre todo del mercado en sí, sus cuotas, los productos que ofrezca… nunca suele haber una acción lo suficientemente cara per se, eso también varía-respondió Brian, con mucha seguridad.
-Ajá… ¿y qué mercado es ese?
-Uno que se dedica a la venta de productos importados, sobre todo cosas de Europa, Asia y Japón, se llama Umbrex. Vale, vamos a comprar unas cuantas acciones.
-Eh, bueno, vale, en ese caso yo creo que con cuarenta o cincuenta…-pensó Twilight en voz alta, aunque Brian la cortó enseguida.
-No, no, eso es muy poco, aquí quien no arriesga no gana, Twilight, tienes que pensar en grande cuando inviertes en bolsa.
-¡Pero no puedo gastar todo lo que tengo hasta ahora sólo en acciones!
-Es obvio, pero sí que puedes invertir una buena parte… ¿Cuánto tienes hasta ahora?
-Entre la campaña de kickstarter y las donaciones más recientes que pude conseguir, unos cuatro mil ochocientos setenta y cinco dólares.
-Vale, en ese caso vamos a invertir una tercera parte.
-¿¡Qué?! ¡Pero espera, eso es mucho, además, no sabemos cuánto valen las acciones!-exclamó ella, alarmada.
-No pasa nada, esta aplicación te puede decir cuantas acciones puedes comprar si introduces una específica cantidad de dinero, lo calcula en base al valor de una sola acción. Vale, y con la tercera parte de lo que tienes, te llevas… unas quinientas acciones, no está mal, es una buena cifra para empezar.
-Aunque espera, hay algo que no entiendo, si introduces una cifra es porque tienes intención de comprar, pero no he registrado ninguna tarjeta de crédito o una cuenta bancaria…
-Eso es porque esta aplicación funciona en base a supuestos económicos, no tienes porqué comprar nada al principio si no quieres, el sistema guarda la información a modo de prueba, para que veas cómo funciona, y si luego resulta que el mercado fluctúa a tu favor y te hace ganar dinero, puedes confirmar tu transacción mediante el correo electrónico… ¿usas la eyefind wallet?
-Sí…
-¿La tienes asociada a tu cuenta del correo?
-Sí, claro.
-En ese caso con que confirmes tú misma la transacción ya vale, el sistema te manda un mensaje al correo, lo aceptas y la transacción se hace efectiva, depositando el dinero ganado en tu cuenta.
-Oh, ya veo… oye, pues no está mal pensado-murmuró Twilight, impresionada.
-¿Verdad que sí? Es muy útil, para inversores en bolsa y corredores es ideal… entonces ¿compramos las acciones?
Por un momento Twilight se lo pensó rápidamente, teniendo en cuenta todo lo que Brian le había explicado; si bien el invertir en bolsa no era algo en lo que en un principio pensó, por intentarlo no perdía nada, sobre todo teniendo en cuenta que en realidad no estaba comprando nada propiamente dicho, al menos por ahora. Si la cosa iba bien y hacía dinero, lo cogería y listo, y en caso contrario con no hacer nada sería más que suficiente.
-Sí, está bien, hagámoslo.
-Perfecto entonces, quinientas acciones por mil seiscientos veinticinco dólares.
Con un simple tapeo en la pantalla la operación se realizó, adquiriendo las acciones de forma virtual y pasando a una pantalla donde se podía observar su valor, que en ese momento se mantenía en cero.
-Ya está, ahora puedes ver su estado en Mis acciones, ya sabes que al principio los precios se congelan, ya que se necesita tiempo para que fluctúen, pero con paciencia siempre se consigue. Échalas un vistazo esta tarde para ver cómo han evolucionado.
-Genial, gracias Brian, espero tener suerte.
-Ya verás como si, los mercados más jóvenes son los que más dinero suelen dar en sus principios.
Tras la operación estuvieron hablando un poco más, conectando bastante para sorpresa de la chica, la cual se encontró muy a gusto con él aun a pesar de que al principio no estaba muy segura de si quedar con él o no. Brian era un chico atento, espabilado y bastante inteligente, del tipo que le gustaba a alguien como Twilight, y además, tenía que admitir que era guapo.
Finalmente, tras varios minutos más los dos salieron de la cafetería, con todo pagado por parte de Brian, y se separaron una vez en la calle.
-Bueno pues no te olvides de mirar tus acciones esta tarde, ya me contarás qué tal.
-Ah, claro, si tengo dudas o algo te llamo.
-Por supuesto, cuanto quieras, y si tienes suerte y consigues el suficiente dinero iremos a celebrarlo ¿te parece?
-Vale, cuando quieras.
Los dos se despidieron y Twilight se fue de vuelta hacia el metro pensando en todo lo que habían hablado; aunque en un momento dado se dio cuenta entonces de que la quedada había acabado siendo lo más parecido a una cita, y con posibilidad de otra igual en un futuro no muy cercano. No pudo evitar sonrojarse un poco, recordando las palabras de Spike.
-¿Segura? Porque cuando el río suena…
Aun así la chica se sacudió la cabeza, tratando de no pensarlo más y acelerando el paso.
-Es una pena que no puedas quedarte más tiempo…
-Ya, pero tengo cosas que atender en la costa oeste… aun así ha sido una semana divertida.
-Sí, al menos no me he aburrido tanto…
-Ya, ni yo… por cierto ¿y Pinkie?
-Ah, sí, la dije que se viniera para despedirte pero me dijo que no podía puesto que trabajaba por la mañana repartiendo periódicos en su barrio, así que…
-Oh, bueno, dila adiós de mi parte.
-Sí, se lo diré.
Por primera vez Rainbow Dash decía en serio todas y cada una de esas palabras, para sorpresa y desconcierto de un Thunderlane que apenas abrió la boca desde que llegaron al aeropuerto acompañando a Lightning, la cual se volvía a San Andreas.
Después de una trepidante semana de no parar entre carreras, competiciones e incluso algún que otro triatlón, la chica decía adiós a la costa este, para disgusto de Rainbow.
-Aunque espera ¿y el coche?-inquirió Rainbow en ese momento, extrañada.
-Lo he facturado aparte, lo llevarán en un avión de carga comercial que sale a la misma hora que el mío-reveló Lightning.
-Jo, tía, cómo te lo montas…
-Lo sé, y tú también, Dash, tú también…
-Oh, me halagas…
Las dos chicas se rieron con confidencia, al tiempo que Thunderlane las miraba con gesto divertido.
-¿Y a ti qué te hace tanta gracia?-inquirió Rainbow, ceñuda.
-¿A mí? No, nada…-murmuró el chico, como quien no quiere la cosa.
En ese momento una voz resonó por megafonía a lo largo de toda la terminal.
-Boeing 747 de FlyUS con destino a Los Santos, San Andreas, va a efectuar su salida en cinco minutos. Pasajeros, por favor, embarquen por la puerta número siete, gracias.
-¡Ese es el mío! ¡Vamos!
Los dos acompañaron a Lightning hasta la citada puerta, viendo desde el ancho ventanal el Boeing de FlyUS, de color blanco y rojo y con el logo de la empresa en rojo y en azul. La cola avanzaba rápido.
Boeing de FlyUS
-Bueno pues si alguna vez te da por visitar la costa oeste dame un toque-la sugirió Lightning, antes de embarcar.
-¡Claro, dalo por hecho! Buen viaje, Dust.
-Gracias, Dash.
Las dos se dieron la mano con efusividad y Thunderlane la despidió más normalmente. Los dos la vieron embarcar y, una vez en el avión, se dirigieron hacia la salida.
-Lo cierto es que me sorprendes, Dash…-comentó el chico en un momento dado, mientras se dirigían al parking.
-¿Y eso por qué?
-Hombre, nunca pensé que llegaría a verte tan abierta a una relación con alguien, aunque teniendo en cuenta que la chica es muy parecida a ti, en parte es comprensible…
-¡Oye, lo dices como si no fuera capaz de relacionarme con nadie más!
-No es eso, es sólo que… ¿cómo lo digo sin que suene raro?
-¿Raro? ¿Y por qué iba a sonar raro?-inquirió ella, un tanto extrañada.
-Que conste que no lo digo por capricho, aunque esa cercanía, ese colegueo que teníais se podría malinterpretar, si sabes a lo que me refiero…
Por un momento la chica se quedó pensativa, llegando a ver a donde quería llegar rápidamente. Rainbow le lanzó una mirada glacial, con los puños apretados, e inquirió.
-¿Qué pasa? ¿Te apetece que se te suelte un tortazo a ti también como a aquel listo en el Bahama Mamas?
-Oh, cielos, no, después de todo aún no me las he visto con tus puños y prefiero no hacerlo, aunque yo lo digo por el hecho de que la gente tiende a ser muy promiscua…
-En ese caso todos los promiscuos de esta ciudad pueden ir haciendo cola delante de mí para que les dé a todos su correspondiente ración de tortas.
-Huy, en tal caso probablemente te desgastarías las palmas de las manos…
-Muy gracioso, Thunderlane…
Aun y con todo, Rainbow siempre se las había tenido que ver con comentarios y suposiciones de todo tipo, debido sobre todo a su marimacho comportamiento y el hecho de que tuviera tintado el pelo con los colores del arcoíris. Sin embargo ella nunca se había considerado lesbiana ni mucho menos, y el hecho de que todo el mundo diera por sentado que lo era atendiendo solo a su aspecto o personalidad era algo que la molestaba mucho.
-Pero bueno, si tu principal preocupación es esa no te apures, tan solo somos dos amigas que hemos conectado bien, nada más.
-Eso es bueno entonces, supongo que habréis arrasado en todas las carreras en las que habéis participado…
-Huy, sí, y en un triatlón también en el cual acabamos empatadas, por lo que nos repartimos el dinero del premio. Nadie pudo hacer nada por pararnos…
-Me lo imagino.
Tras un corto paseo los dos llegaron a la segunda planta del parking del aeropuerto, donde Rainbow aparcó, y se fueron de vuelta a Algonquin saliendo a la autopista Algonquin-Dukes. Aunque ninguno de los dos llegó a ver un coche de carreras aparcado cerca de la salida, siguiéndoles al poco rato.
Igneous Rock no estaba del todo acostumbrado a quedarse despierto hasta tan tarde, la otra noche tuvo un coloquio sobre mineralogía que duró más de lo previsto y le obligó a salir a eso de la una y media de la madrugada. Aunque para su suerte no tenía nada más para el día siguiente, por lo que se dio el lujo de dormir hasta por lo menos el mediodía, levantándose en cuanto se sintió totalmente descansado. El olor de la comida proveniente de la cocina terminó de despertarle del todo, yendo a saludar a su esposa.
-Buenos días…
-Buenos días, cariño.
Los dos se dieron un beso en los labios e Igneous inquirió, sentándose en la mesa.
-¿Y las niñas?
-Marble y Limestone están en clase, y Pinkie trabajando.
-Oh, sí… ¿vienen a comer?
-Pinkie sí, aunque las niñas no ya que tienen comedor hoy.
Como dentro de pocas horas sería la hora de comer Igneous estuvo picando un poco de dulce en vez de desayunar; aunque, en un momento dado, su mujer se dirigió hacia él con una expresión seria grabada en su rostro.
-Igneous, tenemos que hablar.
-¿Por qué, qué pasa?-inquirió él, extrañado.
-Es por Pinkie… estoy preocupada por ella-admitió la mujer, con tono preocupado.
-¿Qué estás preocupada? ¿Y eso por qué?
-Pues porque se está cargando de trabajo.
-Ah, bueno ¿y eso por qué tiene que ser algo malo?
-Igenous, sabes por qué lo hace-le reprendió ella, con tono severo.
El hombre se quedó en silencio, sin decir nada durante unos breves instantes, hasta que finalmente suspiró y habló.
-Sabes que ella es constante y trabajadora, lo seguirá haciendo hasta que finalmente reúna el dinero necesario.
-Ya, vale, y cuando lo tenga y eche de nuevo la solicitud ¿Qué crees que harán allí? Volverla a rechazar, eso es lo que harán. Sabes que sólo buscan a gente cualificada, Igneous. ¿Acaso quieres que te hija se deslome constantemente para nada?
Ante esa tesitura el hombre dejó escapar un lánguido suspiro, comprendiendo a su mujer.
-Ya, vale, lo comprendo, pero aun así ¿qué podemos hacer nosotros? Sabes que yo no puedo seguir costeando más solicitudes, los de la Asociación de Geología de Dukes aún me deben mi participación en la conferencia hidrológica de hace varios meses, y los de Minnesota aún no me han pagado por mi colaboración en ese estudio de los sustratos de la zona. Comprendo tu preocupación, Cloudy, y me duele no poder ayudar a mi hija, pero tienes que entender que yo más no puedo hacer-argumentó él, con pesar.
-Lo sé, lo sé… aunque he pensado en algo-reveló ella, para su sorpresa.
-¿Ah, sí? ¿En qué?
Cloudy hizo una breve pausa antes de hablar de nuevo.
-¿Te acuerdas de mi amiga Cup Cake?
-¿Está del todo segura, señora?
-Sí, quiero averiguar quiénes son esos Sanders y por qué han venido aquí exactamente. No pienso negociar nada con ellos, simplemente quiero hacer algunas averiguaciones.
-Señora, con todos mis respetos, si vamos a reunirnos con ellos sólo para tantearlos podemos arriesgarnos a que nos pillen por banda, personalmente creo que no debería ceder…
-Y no lo voy hacer, Hernando, tan solo vamos a hacer una visita de cortesía, a ver qué nos cuentan. Además, si ya sabían de mí con anterioridad, no entiendo para qué han venido exactamente.
-Igual creen que tienen alguna oportunidad.
-Sí, ya ves tú, ilusos…
Aunque negociar con ellos no entraba dentro de sus planes, Rarity tenía una genuina curiosidad por saber de dónde habían salido esos dos, por lo que podría aprovechar la oportunidad de reunirse con ellos a su favor. No creía que fueran una amenaza para sus negocios dado que, según lo que la contó el propio Nick, habían llegado hacía poco a la ciudad, no obstante debía de andar con pies de plomo, puesto que no podía fiarse al cien por cien de él.
Aprovechando un poco la mañana se dirigieron hacia allá siguiendo el procedimiento de rigor, saliendo Rarity primero y con su escolta tras ella. Ese día había amanecido un tanto nublado, con densas pero blancas nubes cubriendo partes del cielo y con un viento algo fuerte que agitaba las ramas de las palmeras diseminadas por toda la ciudad.
Para llegar hasta la casa Swanko había que atravesar gran parte de Vice Point, el barrio más cosmopolita y variado de toda la ciudad, lleno de apartamentos, hoteles y negocios de alta gama, hogar de gente con clase, dinero y mucho ego. Esa era quizás la zona más representativa de la ciudad, donde se concentraban la mayor parte de servicios y donde el sector turismo tenía una mayor presencia. Rarity siempre pensó que el distrito de Vice Beach era el que le daba ese encanto tan especial a una ciudad como Vice City a diferencia de Vice City Mainland, que era mucho más comercial y mucho menos urbano.
Vice Point
En menos de veinte minutos llegaron enseguida a la casa Swanko, situada justo enfrente del hospital del barrio. Si Rarity no fuera la señora de la droga y no tuviera un imperio que mantener, ella se imaginaba viviendo aquí, más normalmente, junto con su hermana y varias personas más de su servicio, probablemente Hernando, Ernesto, Mario y Lupe. Y no era para menos, puesto que la casa Swanko desprendía lujo y detalles por los cuatro costados. Con una balaustrada en la fachada frontal, sujetada por unas exquisitas columnas dóricas, una piscina frente a la puerta y unos jardines de lo más cucos, esa casa era todo lo que cualquier rico de medio pelo podría pedir.
Casa Swanko
Los Sanders les estaban esperando, y eso se podía notar sobre todo en el recibimiento; una serie de hombres vestidos de negro y con pinganillos en sus orejas les dieron la bienvenida, al tiempo que los acompañaban al interior de la casa. Era una escolta muy distinta a la de la suya propia, puesto que tanto Hernando como sus hombres vestían más informalmente, con camisas de colores y con motivos hawaianos. Ella nunca les había impuesto un uniforme de trabajo ni nada por el estilo, por lo que en ese sentido tenían una mayor libertad. Una parte de la escolta de Rarity se quedó fuera, vigilando, mientas que Hernando y unos cuantos hombres más acompañaron a su señora en todo momento. Por dentro la casa era tan lujosa como por fuera o más, con decoraciones de lo más suntuosas, muebles caros y muy espaciosa.
Fue en el primer piso donde se detuvieron, frente a una puerta de caoba de lo más señorial; uno de los hombres de los Sanders llamó a la puerta y le dieron el paso al otro lado, cruzando por ella tras unos breves segundos de espera. Una vez dentro se encontraron en un amplio despacho, en el cual vieron a un hombre entrado en años sentado al otro lado de un escritorio, de ojos oscuros, mirada escrutadora y buen porte. Peinaba unas pronunciadas canas y vestía formalmente, con un traje azul marino.
-Señorita Belle, encantado de conocerla, soy Seymour Sanders, el tío de Nick, aquí presente.
-Buenos días-saludó Nick, cortésmente.
Rarity apenas le dedicó una breve mirada, ignorándole ampliamente.
-Siéntese, por favor… su escolta puede esperar fuera-indicó Seymour.
-Hernando se queda conmigo-murmuró ella, tajante.
-Como usted quiera.
A una señal suya Hernando se apartó un poco y se quedó junto a la puerta, guardándola y permaneciendo muy quieto.
-Muy bien, pues hablemos de negocios… ¿quiere algo de beber? ¿Whisky, ron, soda?
-No, gracias, estoy bien.
-Como prefiera… aunque a mí sí que me apetece un trago, pásame el ron, Nick.
Su sobrino hizo mano de una botella y un vaso de un mueble bar cercano y se la entregó a su tío, el cual se sirvió él mismo mientras iba hablando.
-Como supongo que sabrá bien, este mercado es muy vasto y competitivo, pero es quizás por eso por lo que me atrae tanto. Yo nunca rechazo una buena oportunidad de negocio, y estoy seguro de que usted tampoco, señorita Belle…
-Yo ya tengo mi propio negocio, heredé mi oportunidad, así que no me hace falta aceptar ninguna otra más-murmuró ella con tono contundente.
-Ah, sí, por supuesto, el cartel Belle, el que consiguió reflotar el negocio de la droga en esta ciudad… se habla mucho de usted en toda Florida, no sé si lo sabrá.
-Me lo imagino, después de todo me llaman la señora de la droga...
-Y muy acertadamente, todo sea dicho. Verá, señorita Belle, yo soy un hombre de negocios, como bien le habrá dicho mi sobrino, y estoy dispuesto a hacer tratos siempre y cuando estos nos satisfagan a todos. Hace mucho tiempo se decía que Vice City era oro de veinticuatro quilates, hay gente que cree que su momento de gloria pasó hace tiempo, pero yo opino que podría haber oportunidades para todos nosotros independientemente de lo parcelado que esté el mercado en esta ciudad. Mi punto es que nos repartamos el producto principal, que es la droga, y cada uno nos ocupemos de colocar una parte de cada tipo. Por ejemplo usted se encarga de distribuir los pesos pesados como cocaína, heroína y metanfetaminas y yo me ocupo del resto de derivados como éxtasis, ácido, hierba y sedante. Tengo una serie de contactos en el medio oeste que nos pueden servir de enlace, por lo que el éxito está más que garantizado, y como puede ver el mercado de la droga seguiría estando en su posesión, aunque yendo a medias conmigo ya que no trabajo gratis, como usted comprenderá. ¿Qué me dice?
Por un momento hubo un breve silencio en el cual Rarity esbozó una sonrisa divertida, como si la hubieran contado un chiste malo. Justo después comenzó a hablar.
-Señor Sanders, supongo que lo sabrá, pero por si acaso yo se lo digo por si no se había enterado del todo. El mercado de la droga en esta ciudad está tan demandado que se necesita un mínimo de garantías para que el resto de países en Latinoamérica que exportan la droga confíen plenamente en que su producto llegue a todos los lugares que ellos requieren. En su momento mi padre consiguió que todo el mundo dejara de matarse entre sí por tratar de alcanzar lo que no podían alcanzar y logró afianzar esas garantías mediante una serie de tratos con diferentes contactos de los que ni yo tengo constancia, ya que sólo él los conocía, por lo que en ese sentido estoy atada puesto que no sé cuáles son. Y dudo mucho que sus contactos en el medio oeste sean capaces de satisfacer todas las garantías que países como Colombia o Venezuela demandan sólo para mandar como mínimo veinte kilos de coca a la semana. Eso por un lado. Por otro lado tenemos el hecho de que además de ser la líder de mi cartel, también soy la líder del Mecenazgo, supongo que algo le dirá ese nombre, pero por si no lo sabe, yo se lo digo. En su momento mi padre consiguió poner a raya al resto de bandas de la ciudad hasta que él se retiró y me cedió su puesto, pero para entonces todas las bandas estaban tan exaltadas por tener un trozo del pastel que decidí calmarlas yo también, pero con otro método completamente distinto. Las uní entre sí, nos repartimos el mercado y compartimos los beneficios de cada una para que todos saliéramos beneficiados y evitar así matarnos los unos a los otros. Lo considero mi mayor éxito, pero es un éxito tan milimétricamente calculado que me temo que no es posible añadir una cifra más a la ecuación. Lo siento, señor Sanders, pero me temo que por muchos tratos que usted me ofrezca me es imposible añadirle a usted en los míos.
Esta vez el silencio posterior era tan denso que se podía cortar con un cuchillo; el señor Sanders la miró de hito en hito, pensando a toda velocidad algo con lo que rebatirla, pero enseguida comprendió que no tenía nada. Rarity esbozó una plana sonrisa, diciéndole todo en nada, y levantándose inmediatamente después.
-Hernando, nos vamos.
Ninguno de los dos Sanders trató de detenerla, Rarity salió de la casa Swanko con porte arrollador y regresaron a Starfish Island de inmediato. Por el camino Hernando y ella estuvieron hablando por el pinganillo.
-Señora, permítame decirla que cuando se pone seria es usted toda una profesional.
-Oh, gracias querido, aunque te voy a mandar un recado, eso sí.
-Lo que usted me diga, señora.
-Quiero que mires los contactos que tenemos en el medio oeste y trates de averiguar si estos Sanders vienen de allí. Me da la sensación de que alguien se está pasando de listo y no lo voy a consentir.
-Está bien, aunque para eso voy a necesitar el consentimiento del señor Belle…
-No te preocupes, yo hablaré con él.
En cuanto volvieron a casa Rarity se dirigió directamente a su despacho y, una vez allí, hizo una rápida llamada.
-Hola papá, tenemos que hablar.
Esa misma tarde Twilight se encontraba en casa relajándose en compañía de Spike y viendo la tele juntos; hasta ahora ninguno de los dos se había decidido por un canal en concreto, zapeando todo el rato y sin parar en ninguno en concreto por más de tres minutos. En un momento dado el niño inquirió.
-¿Entonces qué tal tu cita?
-Bien… ¡ay, eso me recuerda, las acciones!-exclamó ella, pasando por alto la palabra que había usado para nombrarlo.
-¿Acciones?-repitió Spike, extrañado.
-Sí, Brian me ha estado ayudando a ganar dinero invirtiendo en bolsa, a ver qué tal están-explicó ella, haciendo mano de su móvil.
Llevado por la curiosidad el niño se reincorporó y la observó hacer con su móvil, acercándose un poco para ver mejor lo que hacía.
-¿BAWSAQ?
-Sí, es una aplicación de la misma bolsa, antes compré unas quinientas acciones con la guía de Brian, a ver cómo se encuentran.
Sin esperar mucho más se dirigió a Mis acciones y, en cuanto vio su valor, casi se cae del sofá debido a la impresión; y es que en menos de diez horas siquiera el precio de las acciones se había disparado hasta alcanzar la friolera de quinientos dólares, lo que la dejaba con un total de doscientos cincuenta mil dólares si las vendía.
-¡Uauh! ¿¡Más de doscientos mil talegos?! ¡Véndelas ahora mismo, Twilight!-exclamó el chico, alucinado.
La chica quiso reprenderle por hablar tan vulgarmente, pero en ese momento estaba demasiado impactada como para decir nada más. La cifra actual de venta rondaba por su cabeza, pensando en posibilidades. Con semejante cantidad de dinero tendría más que suficiente para invertir en la biblioteca y sacarla adelante, pagar la publicidad tanto en línea como en prensa e incluso para algún que otro caprichito si la apetecía. Sentía cómo el corazón la latía a mil por hora, dudando por un momento sobre qué hacer. La oportunidad era única, sí, aunque el método de la bolsa no la terminaba de convencer del todo. El dedo índice danzaba sobre el botón de Vender y confirmar, con el cual las acciones se venderían y el sistema confirmaría su transacción, cargando directamente el dinero en su cuenta.
-¿¡A qué esperas, Twilight?! ¡Con todo ese dinero se resolverían todos nuestros problemas, no dejes escapar la oportunidad!-exclamó Spike, algo azorado.
El caso es que tenía razón, no sólo podría sacar adelante la biblioteca, sino que también podría usar una parte para tapar agujeros en el sentido literal de la palabra, ya que algunas paredes tenían humedades debido a que el edificio ya tenía sus años, precisamente lo que hizo que el banco no pudiera darla el crédito.
-¿Sabes qué? Que me lo quedo-pensó entonces Twilight, decidida.
Sin dudarlo más le dio a Vender y confirmar y, al cabo de unos breves minutos, le llegó un correo electrónico de su cuenta del Bank of Liberty confirmando la transacción y depositando el dinero en ella.
-Ya está…-murmuró ella, aún sin creérselo.
-¡Genial, Twilight, ya tenemos dinero incluso para pagarnos unas vacaciones!-exclamó Spike, emocionado.
-¡Sí, es genial! ¡Oh, voy a avisar a Brian!
A partir de ahí hizo varias llamadas, siendo Brian el primero, el cual la felicitó y ella le dio las gracias como cien veces por lo menos. Luego llamó a Moondancer para darla la buena noticia y luego a sus padres, que también se mostraron contentos por ella. Una vez que todo el mundo estuvo enterado Twilight no perdió el tiempo y se puso a trabajar.
(Continúa en el siguiente mensaje)
Última edición por Sg91 el 03 Feb 2016, 16:16, editado 1 vez en total
Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
-Vale, entonces si tengo doscientas cincuenta naranjas y las quiero repartir entre cinco amigos más ¿Qué tendría que hacer?
-Una división…
-Ajá, ahora recuerda que dividir es como realizar un cómputo pero de manera divisoria, entonces, si dividimos entre cinco ¿cómo nos quedaría?
-Pues a ver… cinco por cinco son… veinticinco.
-Ajá…
-Resto, me sobra un 0… ah, cincuenta.
-Eso es, muy bien ¿ves como es fácil?
Ayudar a Sweetie Belle con los deberes era algo que siempre la había gustado, sobre todo con las matemáticas, ya que a Rarity siempre se la habían dado bien los números. Sin embargo a su hermana nunca la habían hecho mucha gracia, por lo que siempre que podía pedía ayuda a su hermana.
-¡Gracias Rarity!
-Oh, no es nada, cariño, ya sabes que siempre estoy dispuesta a ayudarte… ¿tienes alguna duda más?
-Sí, con esta de aquí, siempre me lío cuando hay cifras muy altas…
Rarity fue a echarla un vistazo, pero en ese momento llamaron a la puerta de la habitación.
-¿Sí?
La puerta se abrió y en ese momento Hernando se asomó brevemente, comentando.
-Señora, tenemos visita.
-¿Quién es?
-Es un haitiano, ha pedido verse con usted.
-Ah, bueno, pues que pase y espere un momento, ahora estoy con él.
-El caso es que dice que tiene prisa y viene a dar un mensaje rápido, ha pedido que salga un momento.
Ante eso Rarity bufó, un tanto molesta debido a la situación. Pero Sweetie en ese momento murmuró.
-No pasa nada, ve a atenderle, yo te espero.
-¿Segura?
-Sí, lo puedo intentar…
Al principio ella no estaba muy segura, pero finalmente accedió al ver su cara de determinación.
-Está bien, inténtalo y haz todas las que puedas, en cuanto vuelva las miro y las corregimos entre las dos ¿vale?
-Vale.
Rarity dejó a la niña y acompañó a Hernando hasta la escalinata de entrada, donde el haitiano se encontraba esperando; al pie de las mismas llegó a ver al infrascrito apoyado en su coche, un voodoo de color rojo cobre. La gran mayoría de los hombres de Poulet vestían de forma muy similar, con camisetas de color morado claro y vaqueros de un color muy similar, con bandanas blancas en la cabeza o bien con gorros de color violeta.
-¿Y bien? ¿Qué se le ofrece?-inquirió Rarity, mientras bajaba las escaleras.
-Señorita Rarity, vengo para decirla que la señora Poulet desea hablar con usted-anunció el haitiano, con un acento muy cerrado.
Ese anuncio la tomó por sorpresa, intercambiando una extrañada mirada con un Hernando igual de chocado.
-¿De veras? ¿Por alguna razón en concreto?
-No me han dicho nada, yo solo soy un mensajero. La está esperando en su casa, en el centro de Little Haití. Buenas tardes.
Y tras esas escuetas palabras el haitiano se subió en su coche y se fue de allí, dejándoles con la miel en los labios. Hernando fue el primero en pronunciarse.
-¿Cree que es por lo de esta mañana?
-No lo sé, no creo, aunque me extraña, no te voy a engañar.
-Entonces ¿irá?
-Sí, que remedio…
Aunque por otro lado la molestaba puesto que la interrumpía su momento con su hermana; resignada volvió un momento con ella, mirando rápidamente lo que tenía y corrigiéndoselo.
-Vale, están casi todas bien, aunque mírate las últimas y en cuanto vuelva las miramos.
-¿Te vas?
-Sí, lo siento, cariño, pero es que me ha salido un imprevisto… intentaré no tardar mucho ¿vale?
-Está bien…
Rarity la despidió con un beso en la frente y salió de su habitación, un tanto molesta consigo misma.
-Maldita sea… más te vale que sea importante, Poulet.
Saliendo por segunda vez de casa, la comitiva se dirigió esta vez a Little Haití, siendo encabezada por la propia Rarity en su infernus. Entraron por el cruce que está entre este este barrio y el de Little Habana, antaño un punto caliente debido a ese mismo detalle, donde las peleas entre bandas estaban a la orden del día. Ahora era un sitio más tranquilo, aunque seguía siendo una zona igual de pobre que antes, ya que precisamente ahí se encontraban unas antiguas barriadas de casas cuyo estado es el de ruina total y donde se concentraban muchos vagabundos y drogadictos. Era por detalles como esos por los que Rarity seguiría pensando que Vice City Mainland era el distrito más sucio y con menos clase de toda la ciudad.
Finalmente llegaron al centro de Little Haití, una zona que destacaba sobre todo por tener el conjunto de viviendas más antiguas de todo el barrio, justamente de las primeras que se empezaron a construir cuando los primeros criollos haitianos comenzaron a habitar el barrio. En una cabaña de color verde se concentraba una alta densidad de matones haitianos, que era donde la tía Poulet vivía. Rarity aparcó al lado y salió de su coche, siendo escoltada enseguida por Hernando y sus hombres. Los haitianos que allí había no les quitaron los ojos de encima, siguiéndoles con la mirada y con un gesto difícil de describir. Desde hacía muchos años los haitianos eran concebidos como gente violenta y retraída, con un genio muy alterable y un trato complicado, cosa que seguía siendo así hoy en día.
Una vez que estuvieron frente a la puerta de la cabaña, Rarity habló con los haitianos que la custodiaban.
-He venido porque uno de los vuestros me ha comentado que vuestra señora quería hablar conmigo.
Uno de los haitianos entró por un momento en la cabaña y salió al cabo de unos rápidos segundos.
-Puede entrar.
Rarity pasó dentro de la cabaña, donde un aroma a incienso y tela vieja la dieron la bienvenida; su interior era pequeño, no tendría más de doce metros cuadrados. A mano izquierda había una pequeña cocina, a mano derecha un pequeño saloncito con varias canastas y una mesita decoraban el conjunto y al fondo del todo, tras un biombo, había un pequeño dormitorio. La tía Poulet se encontraba sentada en un mullido sillón, su figura encorvada, ataviada en su sempiterno traje haitiano amarillo, y su anciano y arrugado rostro la daba un aspecto un tanto intimidante. Hernando y el haitiano que antes entró se quedaron junto a la puerta, guardándola, mientras que Rarity se sentaba frente a Poulet. Por un momento la anciana mujer se la quedó mirando con unos oscuros ojillos, como si la estuviera estudiando, hasta que finalmente masculló.
-Dejadnos solas.
El haitiano acató la orden enseguida, aunque Hernando se quedó un poco rezagado, algo reticente a dejar sola a su señora, pero ella tan solo le asintió con la cabeza y el hombre abandonó la estancia. Una vez solas, Rarity tomó la palabra.
-Muy bien, Poulet, usted me dirá.
La aludida tardó un poco de contestar, dejando escapar varios sonidos guturales, hasta que finalmente comenzó a formar frases con sentido.
-¿Qué tal estás, querida?
Esa frase pilló a Rarity con la guardia baja, puesto que pensaba que Poulet iría al grano, aunque igualmente la contestó.
-Oh, pues bien, muy bien, todo marcha como debe, los negocios van bien para todos… no me puedo quejar.
-Sí… todos estamos bien… yo sigo siendo vieja, pero estoy bien… algo achacosa por la edad, eso sí, pero me mantengo…
-Eso es bueno, la vida parece haberte tratado bien, Poulet, más de cien años… no todo el mundo puede decir lo mismo.
-Bueno… es lo que tiene trabajar duro… la vida te acaba recompensando tus esfuerzos… siempre cuidando de mis muchachos… y ayudándoles en su sustento…
-De eso se trata ¿no? Al fin y al cabo trabajamos para reportar beneficios.
-Así es… nuestra asociación funciona… y hasta ahora ha llegado a buen término… debemos estar agradecidos…
-Desde luego, es el trabajo de todos, y por mi parte se refiere siempre lo agradezco.
Por un momento Poulet miró fijamente a Rarity, clavando la vista en ella.
-Mas siempre hay… gente que quiere aprovecharse de tu esfuerzo… y hacer peligrar todo lo que hemos construido…
Fue entonces cuando la chica comprendió a dónde quería llegar, llegando a pensar.
-Lo sabe…
Poulet la miró sin ningún atisbo de nada en su gastado rostro y masculló.
-Sabes, querida… que no necesito estar en Vice Beach… para saber lo que pasa en Vice Beach...
Rarity respiró pausadamente, sin dejar que la anciana la intimidara, comentando de seguido.
-Sabe que nunca haría nada que nos perjudicara a todos.
-Lo sé… y también sé lo que esos dos pretenden… eres una mujer joven, lista y muy bella... pero Rarity, querida, estoy segura de que sabes que su estancia no nos traerá más que problemas... y ya sabes que el bien común es lo que mejor profesamos…
-Sí, todo lo que tenemos es debido al bien común.
-Por eso… por eso mismo debes tener cuidado, hija mía… he llegado a una edad en la que sólo me queda sentarme y esperar a que la parca venga y me lleve con ella… ya no estoy como para coordinar una guerra entre bandas o mediar en un conflicto de intereses… hasta mis chicos lo saben…
-¿Y qué sugieres entonces?
-No sugiero nada… tan solo quería hablarlo contigo para que no se te olvide… de que se trata de todos nosotros… dame tu mano…
Con algo de celo, Rarity extendió su mano derecha y se la presentó a Poulet, la cual la cogió entre las suyas, recreándose en la suavidad de su joven piel. Pasó sus arrugados y rechonchos dedos por la palma de su mano, fijando sus ojillos en sus líneas, como si se las estuviera leyendo. Finalmente la anciana se llevó una mano a su vestido y sacó un colgante de un bolsillo, parecido a un relicario plateado, con forma ovalada y con una pequeña cápsula de vidrio incrustada en el centro, junto a la imagen de una virgen en la parte superior. En el interior de la cápsula se podía ver una especie de polvillo blanco muy fino.
-Lo único que me queda de mis viejos polvos mágicos… un poco de este polvo hará que hasta el hombre más fuerte y rudo se doblegue a tu voluntad… úsalos sabiamente…-reveló Poulet, poniendo el relicario en su mano y cerrándosela justo después.
Rarity lo miró por un momento, algo extrañada por ese súbito regalo, admirando su belleza. Quiso decirla algo más, pero en cuanto alzó la mirada vio que Poulet se había reclinado en el sillón y se había dormido repentinamente, llegando a murmurar cosas ininteligibles en sueños.
La mujer se levantó sin decir nada más y salió de la cabaña, comentándole al haitiano de antes que Poulet se había quedado repentinamente dormida.
-Sí, la pasa mucho últimamente, hay veces que no puede evitarlo, se duerme sin remedio. Está ya muy cansada-explicó el haitiano, con un tono algo resignado.
Debido a esto tuvieron que dar por concluida la reunión, despidiéndose de ellos y regresando a casa. Una vez de vuelta allí Rarity se pasó por su habitación para ponerse cómoda y, recordando el relicario que Poulet la regaló, se lo puso en el cuello poniéndole una cadeneta plateada que ella tenía. Lucía muy bien en su cuello, por lo que decidió dejárselo puesto. En ese momento entró su hermana pequeña con su libro consigo y exclamó.
-¡Las he hecho todas!
-Ah, sí, vamos a echarlas un vistazo…
-Sí… hala, que colgante más bonito ¿Quién te lo ha dado?-inquirió Sweetie al verlo.
-Ah, pues… una vieja amiga.
-Es muy bonito, te queda muy bien…
-Gracias cariño… venga, vamos a ver esas divisiones.
-¡Ah, sí!
Las dos se dirigieron a la habitación de la pequeña para terminar de ver los deberes. Afuera, el sol de poniente bañaba Vice City.
-¡Hey, Winona! ¿Qué pasa, chica?-inquirió Applejack, acariciando cariñosamente a su recién llegada perra.
La border collie ladró alegremente, al tiempo que se ponía panza arriba para que su dueña la rascara la panza. Y es que hacía escasos minutos desde que el camión con sus animales llegó, poniendo entre todos un poco de orden y alojando tanto a los cerdos como a las gallinas en el corral y en los gallineros.
Además de los animales, el camión también había traído aparejos varios que no pudieron llevarse el día de la mudanza, como un arado y un pequeño pero potente tractor, guardándolo todo en el granero grande que había detrás de la casa y al lado de los silos. Sólo con eso hicieron el resto de la tarde, y en cuanto comenzó a anochecer ya habían terminado con todo, estando así un poco más instalados.
Granero grande del rancho Apple
Corral del rancho Apple
-Bueno, pues ya está… habrá que ir pensando en qué podemos ir plantando en los terrenos del sur teniendo en cuenta que queda poco para la recolecta de manzanas-comentó Applejack en un momento dado a su hermano mayor, haciendo cuentas.
-Sep, he pensado en zanahorias, patatas y guisantes, creo que teníamos de cada-sugirió Big Mac.
-Por mí vale, mañana dividiremos el terreno.
Poco a poco se iban aclimatando a su nueva vida en el condado de Blaine, el trabajo se iba normalizando y el ambiente les era cada vez más familiar, siendo sencillo el integrarse en su nueva comunidad. La única a la que todavía la costaba acostumbrarse era Applebloom. En su momento Applejack fue a hablar con su profesora para pedirla que vigilara un poco más en clase y evitara que sus compañeros se metieran con ella, cosa que la mujer se comprometió a hacer. Por el momento la niña no había vuelto a quejarse o algo parecido, aunque todavía prefería la compañía de su familia en casa que la de sus compañeros en el colegio.
La cena pasó rápidamente en el comedor y luego fueron al salón para ver un poco la tele, puesto que en ese momento se encontraba realizando el recuento de las elecciones. El otro día todos los adultos fueron a votar y, aunque no terminaban de convencerlas del todo las políticas económicas de Sue Murry, finalmente la dieron el voto a ella, puesto que nadie pensaba votar por el impresentable de Jock Cranley.
-A ver quién gana-comentó Braeburn, sentándose en el extremo derecho del sofá.
-No me cae simpática Sue Murry, pero antes que Jock Cranley prefiero cualquier cosa-murmuró Fritter.
-En mis tiempos los políticos era tipos de mucha más confianza, no como ahora, que son todos gentuza-argumentó Granny Smith, que aún no había caído dormida.
-Mira, abuela, ahí sí que no te falta razón…
Hasta ahora se había hecho el cómputo de la mitad de votos escrutados, y tanto Cranley como Murry se encontraba muy parejos, aunque Cranley tenía unos pocos votos de ventaja frente a Murry.
-¡Vamos, coñe, que no se diga que no hemos votado!-exclamó Fritter.
-Espera que aún no está computado todo, siempre igual…-murmuró Cobbler.
Tuvieron que esperar un par de horas más, teniendo que estar despiertos hasta medianoche, pero finalmente los resultados se dieron en cuanto estuvieron disponibles en la edición especial de Weazel News.
-Muy bien, pues ya tenemos los resultados del cien por cien de votos escrutados, y, por una holgada mayoría, el nuevo gobernador de San Andreas es Jock Cranley, del partido republicano.
Nada más saberlo toda la familia Apple puso el grito en el cielo, acordándose de Jock Cranley y su familia.
-¡¿Qué?! ¡Oh, venga ya, por culpa de tipos como esos no me extraña que el país esté jodido!
-¡Verás que tute nos va a meter en cuanto meta mano a los impuestos!
-¡Genial, otro republicano, nos lo vamos a pasar bomba!
Tras el anuncio, en la tele se pusieron a debatir sobre los resultados entre varios analistas y economistas, pero la familia optó por irse ya a la cama. Por su parte Applejack se quedó un momento para cerrar la puerta trasera, ya que se había quedado abierta, asomándose por un momento afuera. La noche era cerrada, no había luna, y en ese justo momento un denso silencio se echaba sobre Grapeseed, dándola una extraña sensación.
-Caramba, qué noche más oscura…
Estuvo un ratito más fuera hasta que finalmente se metió en casa, cerrando por dentro. Desde ese lado del condado se podía ver la figura del monte Gordo recortándose en la distancia, llegando a distinguirse un resplandor plateado en uno de sus precipicios que brillaba con más fuerza que nunca.
Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
A Applejack la pareció oír unos extraños ruidos, como de aleteos muy rápidos, en cuanto despertó. Nada más abrir los ojos una sensación extraña la abordó, como si hubiera dormido mal o en una posición poco cómoda. Además, esa misma noche había tenido un extraño sueño bastante angustioso en el que no dejaba de oír ese mismo ruido constantemente mientras caminaba por un sendero largo y sinuoso. Había sido muy insólito, y todavía podía oír esos extraños ruidos resonando en lo más profundo de su mente.
-Bof, me siento como aplanada…-pensó la chica, desperezándose.
Giró la cabeza y vio que el despertador marcaba las siete de la mañana, aunque por alguna extraña razón no había sonado.
-Qué raro… ¿no le puse la alarma acaso?-se preguntó ella, mirándolo por un momento.
Aunque lo que más la extrañaba era no haber oído a su abuela con el cazo despertando a todo el mundo, como era costumbre. Algo chocada debido a esto, se levantó rápidamente de su cama y se dirigió a la habitación de su abuela al otro lado del pasillo, tocando a la puerta suavemente.
-¿Abuela? ¿Estás despierta?
Sin embargo nadie la contestó, lo que la alarmó un poco, decidiendo entrar ella misma un momento. Aunque se quedó aún más extrañada en cuanto vio que no estaba en la cama.
-¿Abuela? ¿Dónde estás?
Buscó por un momento en el baño de ese piso, pero no había nadie en él; bajó un momento a la cocina pero tampoco se encontraba allí, ni siquiera en ninguno de los dos salones. Poco a poco comenzó a preocuparse.
-¿Abuela? ¡Abuela! ¡Abuela!
Cada vez más y más preocupada salió un momento afuera por la puerta trasera y miró hacia el manzanar, viendo allí entonces a su abuela.
-Oh, por el amor del cielo, qué susto me ha dado…-masculló la chica, algo atacada.
Un tanto molesta debido a esto echó a andar hacia ella para echarla la bronca como mínimo; la mujer se encontraba ante uno de los manzanares, concretamente el central, el que más años tenía de todos. Aunque algo la llamó la atención, y no para bien. La figura de la mujer se encontraba encorvada y algo caída, como si la costara mantenerse en pie.
-¿Abuela?-la llamó ella, parándose por un momento.
Fue entonces cuando, inmediatamente después, Granny Smith cayó al suelo duramente, lo que terminó de alertar a su sobrina.
-Abuela… ¡abuela!
Sus pies se movieron en modo automático, corriendo con todas las fuerzas de sus piernas y llegando hasta ella enseguida.
-¡Abuela, no, abuela, aguanta!
La dio la vuelta y vio que tenía la cara contraída en un gesto de dolor, agarrándose el pecho y musitando por lo bajo, sin apenas hacer ruido.
-No… ¡No! ¡Big Mac!-chilló entonces con todas sus fuerzas, llamando a su hermano mayor.
El grito resonó por todo Grapeseed, despertando a los demás de golpe; el aludido salió de la casa en pantalón de pijama y descamisado, con gesto adormilado, pero en cuanto vio la situación se despertó de golpe.
-¡Big Mac, llama a una ambulancia, por dios, y ven a ayudarme!
-¡Voy!-exclamó él, moviéndose enseguida.
El resto de los Apple se acercaron con miedo, preocupados por su abuela, aunque Applebloom, al ver la situación, echó a correr hacia ella gritando como loca.
-¡Abuela, abuela!
-¡No te acerques, Applebloom!
Sin embargo la niña hizo caso omiso y se echó a su lado, comenzando a llorar.
-¡No, por favor abuela, no te mueras!
-¡Applebloom, por favor! ¡Fritter, llévatela de aquí!
La aludida se adelantó para coger a Applebloom del brazo, pero la niña se resistió; durante el zarandeo llegó a alzar la mirada, llegando a ver algo que la dejó aún más descolocada.
-¡Applejack! ¡Las manzanas, las manzanas!
Ese comentario la dejó un tanto extrañada, por lo que alzó la vista ella también y lo que vio la dejó un poco más alarmada de lo que ya estaba. Y es que todas las manzanas, al menos las de ese árbol, estaban llenas de unas marcas en su superficie que la resultaban terriblemente familiares. Vio entonces que a los pies del árbol había otra, igualmente agujereada, aunque de ésta surgió de repente un viejo enemigo que se les quedó mirando por un momento, como si se estuviera burlando de ellos, y echando a volar poco después, dirigiéndose a otro manzano.
-No… no…-masculló Applejack, sintiéndose cada vez más impotente.
Sin embargo unos gemidos la desviaron la atención y atendió enseguida a su abuela, la cual comenzaba a agonizar.
-¡No! ¡Resiste abuela, por favor, no me dejes! ¡No nos dejes!-musitó la chica, con lágrimas en los ojos.
En ese mismo instante Granny Smith la miró con una expresión dulce en su rostro y llena de amor, aún a pesar de todo, llegando a ponerla una mano en el pecho. Justo después la mano yació inerte en él y sus ojos se apagaron, dejando de brillar.
Applejack se quedó en esa pose durante unos ínfimos segundos que la parecieron horas, con su abuela en brazos y mirándola fijamente; la chica parpadeó y dos gruesos goterones cayeron sobre su blusa, mojándola un poco. Al segundo siguiente no pudo más y dejó escapar un desgarrador grito que pareció resonar por todo el estado, antes de ponerse a llorar desconsoladamente. El resto de los Apple la siguieron inmediatamente después, lamentando la pérdida del miembro más antiguo de una familia muy grande y muy especial. El eco de una sirena de ambulancia se podía oír en la distancia, acercándose rápidamente.
Esa misma mañana se sentía extrañamente distinta a todas las demás hasta el momento; quizás fuera porque se había quedado despierta hasta muy tarde, tratando de evitar una muy posible guerra con los Sanders, aunque Rarity prefería dejar los detalles técnicos para más adelante. Además tenía la costumbre de no hablar del trabajo durante el desayuno, puesto que Sweetie Belle estaba ahí con ella, y no quería molestarla con asuntos que sólo la atañían a ella.
Una vez que la niña terminó de desayunar y se dirigió al colegio en compañía de uno de sus hombres, Rarity se dirigió a su despacho para seguir trabajando. En un momento dado su móvil comenzó a sonar y le echó un rápido vistazo, viendo enseguida que se trataba de su padre.
-Hola papá… ¿ya has mirado eso?
-Sí, y te vas a sorprender, pero estos Sanders, sean quienes sean, no pertenecen a ninguno de mis contactos.
-¿Qué? Pero en un principio yo pensé en esa posibilidad puesto que nadie más podría llegar a saber tanto sobre mí…
-Lo sé, yo también lo pensé, pero no es el caso.
-¿Un contacto de otro contacto, quizás?
-Es posible, aunque he estado tirando de ese detalle en concreto, sobre todo de esos famosos contactos en el medio oeste que me comentaste que ese tío alegó tener. Esto te va a hacer gracia…
-Oh, venga ya, papá, deja de hacerte el interesante y dímelo ya, no estoy para bromas, esto es serio-le reprendió ella, un tanto molesta.
-Vale, vale, después de todo tienes razón… el caso es que en el medio oeste como tal nadie conoce a ningún Seymour Sanders, pero lo único que he conseguido encontrar ha sido un pequeño rastro que me ha llevado directamente al estado de San Andreas, concretamente a la ciudad de Los Santos, donde parece ser que tienen algo allí montado con una de las bandas locales, aunque no he podido averiguar mucho más.
Ante esa nueva información Rarity se quedó pensativa, rumiando posibilidades; había oído hablar mucho de San Andreas, ya que gran parte de la mercancía que la suele llegar al final acaba terminando allí en manos de terceros, degradando bastante la calidad, aunque ese detalle no la afectaba directamente. No obstante el hecho de que tuvieran tratos por allí evidenciaba algo más, sin embargo la faltaba información.
-Ya veo… ¿tienes algo más?
-No, eso es todo lo que he podido averiguar… ten cuidado, cariño, sabes cómo tienes que proceder, pero aun así has de ser prudente-murmuró su padre, con tono preocupado.
-Lo sé, papá, fuiste tú quien me enseñaste a serlo…
-Y también sé que lo harás bien, aunque ya sabes que un movimiento a tiempo equivale a una victoria, por lo que cuanto antes te muevas, más posibilidades habrá de que consigas saldar esto sin mayores complicaciones. Si necesitas algo, lo que sea, llámame.
-Claro, gracias papá.
En cuanto terminó de hablar con su padre Rarity se quedó muy quieta, juntando sus manos como si rezara y apoyando la barbilla sobre sus dedos, con gesto pensativo. Algo la decía que un detalle así no podía ser una coincidencia, y aunque San Andreas estaba al otro lado del país, era un punto importante de distribución en el cual los movimientos de drogas eran constantes. Y algo la decía que tenía que haber algo más.
En ese momento vio a Ernesto pasando enfrente de su despacho y le llamó.
-¡Ernesto!
-¿Sí, señora?-inquirió el aludido, asomándose.
-Ven un momento, tengo un encargo para ti.
El hombre se acercó hasta su escritorio, quedándose tras él.
-Usted me dirá.
-¿Te acuerdas que ayer fuimos a la casa Swanko para ver a los Sanders?
-Sí, claro.
-Vale, pues quiero que vayas allí y la vigiles de cerca. Si ves algún movimiento extraño o sucede algo, lo que sea, avísame de inmediato ¿de acuerdo?
-Sí, señora-asintió él.
Sin mayor dilación el hombre se dirigió a cumplir con su encargo, mientras que Rarity seguía trabajando; aun a pesar de las circunstancias el trabajo no variaba y ese mismo día llegarían varios cargamentos de cocaína, heroína y éxtasis, por lo que ella tenía que estar ahí para supervisarlos como de costumbre. En cuanto el reloj marcó las diez y media de la mañana Rarity dio la vuelta a su sillón y miró por el ventanal de su despacho hacia la bahía de la ciudad, pudiendo ver a una lancha rápida acercarse hasta el muelle de la mansión desde el sur. Por su parte se levantó sin más dilación y se dirigió hacia allá en compañía de Hernando y varios hombres más. Un sol espléndido iluminaba la mañana en Vice City.
-Bof, qué rollo… me aburro-pensaba Rainbow, mientras esperaba a que el semáforo se pusiera en rojo.
Y es que, desde que se fue Lightning, todo parecía haberse vuelto un poco más monótono en su vida, como si hubiera algo que drenara la diversión de todo lo que hacía. No había vuelto a competir en ninguna carrera desde entonces, ya que no había vuelto a haber ninguna, por lo que el aburrimiento era extremo. Cuando eso solía pasar ir a dar una vuelta con su coche siempre la animaba un poco, pero esta vez las cosas parecían ser diferentes. Ni siquiera la radio conseguía animarla.
-¡Vamos con otra de mi repertorio, que no se diga! ¡Este es un remix que hice en colaboración con un DJ colega amigo mío con el nombre de MC W1SH, el tío es un máquina, sus espectáculos de luces de colores y música son la ostia! ¡Solo lo mejor de lo mejor aquí, en Electro-Choc, conmigo, DJ Pon3! ¡Dale!
Al punto unos ritmos de lo más pegadizos y estridentes comenzaron a sonar por todo el habitáculo del vehículo, aunque Rainbow los encontró un tanto repetitivos y sosos en comparación con otros temas de la misma DJ.
-Agh, tía, he oído cosas mejores de ti…-murmuró ella, apagando la radio con gesto aburrido.
Y, para colmo, el semáforo parecía estar averiado, puesto que le daba la sensación que llevaba esperando una eternidad a que cambiara.
-Por dios, que pare ya tanta monotonía-masculló Rainbow, echando la cabeza sobre el reposacabezas.
Fue entonces en ese mismo instante cuando el móvil comenzó a sonar, llegando a sobresaltarla debido a esa súbita llamada. La chica lo miró y vio que la llamaba un número desconocido, algo que la dejó un tanto extrañada, por lo que respondió enseguida.
-¿Sí?
-¿Rainbow Dash?-dijeron al otro lado.
-Sí, soy yo ¿Quién es?-inquirió ella, con gesto arrugado.
-Tú no me conoces, pero yo a ti sí que te conozco. Tengo entendido que eres la mejor plusmarquista de la ciudad…
-Así es, le han dicho bien.
-Maravilloso entonces. Me gustaría hablar contigo y hacerte una proposición ¿te interesaría?-inquirió la misteriosa voz.
-Un momento, un momento, lo primero de todo ¿Quién es usted?
-Oh, vamos, no quiero reventarte la sorpresa, aunque si tanto quieres saberlo, puedo darte una pista…
Antes de que Rainbow pudiera decir nada más, pudo oír al otro lado de la línea el sonido de un jet que le era enormemente familiar. Como fan del equipo de acrobacias aéreas de los Wonderbolts que era, sabía muy bien qué aparatos usaban en esa escuela y cómo sonaban al volar, puesto que los había visto y oído miles de veces en muchos de sus videos y demás exhibiciones a las que había podido asistir. Sus ojos se agrandaron al máximo, presa de una excitación que renovó por completo sus ánimos.
-¡Oh cielo santo, oh cielo santo, oh cielo santo! ¡Dígame que es real y no una broma!
-Bueno, puedes creerme o no, la decisión es tuya, aunque ya te digo que estamos muy interesados en ti, Rainbow…
-¡Oh, cielo santo, cielo santo, no me lo puedo creer!
-Tú verás, puedes aceptar lo que tengo para ofrecerte o bien puedes colgar ahora mismo si no me crees.
En un momento como ese Rainbow intentó pensar un poco, pero los nervios y la emoción que la embargaban no ayudaban mucho; en circunstancias más normales hubiera dicho algo o hubiera puesto alguna pega, pero la emoción que la embargaba era tal que apenas podía pensar con claridad.
-¡Oh, sí, sí, por supuesto que sí! ¿¡Dónde podemos quedar?!
-Nos encontramos en una parcela en Alderney sur, en Musketeer Avenue, al lado del centro penitenciario Alderney.
-¡Vale, voy para allá!
Justo en ese momento el semáforo se puso en verde y Rainbow aceleró de golpe y sin pensar, dando la vuelta en el siguiente cruce y dirigiéndose hacia Alderney. Como le quedaba cerca de donde estaba fue por el túnel de Booth para atajar y no tener que usar el puente Chupetón. Salió por Alderney City y, para evitar el tráfico de los barrios aledaños, decidió acortar un poco más atravesando todo el puerto Tudor aprovechando que la puerta estaba abierta. El guardia de seguridad ni la vio venir, por lo que no le dio tiempo a darla el alto o avisar a la policía, atravesando todo el puerto rápidamente corriendo al lado de los muelles, donde muchos operarios estaban atendiendo a un carguero recién remolcado y atracado, aunque ella pasó tan rápido que apenas prestó atención. Salió del puerto aprovechando una pequeña rampa improvisada cerca del extremo sur, dando un lustroso salto sobre el muro que separaba el puerto de la calle y aterrizando limpiamente en la carretera colindante, entrando enseguida en el polígono industrial Acter.
Puerto Tudor
Una vez allí llegó enseguida a Musketeer Avenue, una alargada calle que recorre horizontalmente toda la zona sur de Alderney, acabando justo al lado de la penitenciaria, en un parking colindante, aunque la parcela donde la habían citado estaba un poco antes de llegar al mismo. La puerta no estaba cerrada, por lo que entró en ella con el coche y se bajó de él, visiblemente emocionada.
-¡Genial, los Wonderbolts, no puedo esperar!
Rainbow giró la cabeza, mirando a todos los lados con gesto emocionado y moviéndose frenéticamente. La emoción aún la embargaba, haciéndola correr un poco para liberar tensión. Aunque fue entonces en ese momento cuando se dio cuenta de algo.
Musketeer Avenue
La parcela en la que había entrado se encontraba desolada, a mano derecha había un pequeño almacén donde una furgoneta se encontraba estacionada, y al otro lado del mismo, junto a una lejana esquina, yacían los restos de un desmantelado coche. Nada más. Eso era todo. La sonrisa de su cara se fue desvaneciendo poco a poco, dándose cuenta de lo que la rodeaba.
Por un instante todo se concretó y la realidad la golpeó duramente en la cara, dejándola tonta perdida. Aunque en ese justo momento oyó una serie de motores sonando detrás de ella, dándose la vuelta y viendo una serie de moteros apeándose de sus respectivas motos y acercándose a ella. Todos ellos vestían con chaquetas de cuero, vaqueros desgastados y pañuelos en su cabeza, aunque en sus chaquetas llegó a ver el dibujo de un águila con las alas desplegadas y con las palabras The Lost MC escritas encima de esta.
-¿Eres tú Rainbow Dash?-inquirió uno de los moteros, acercándose a ella.
-Sí… ¿Quién co*o sois vosotros?
-Somos los Lost, y nos han pedido que te diéramos algo.
-¿Ah, sí? ¿El qué?
Al punto todos los moteros sacaron sus armas apuntando hacia ella, comentando de seguido.
-Plomo.
Antes de que comenzaran a disparar Rainbow reaccionó enseguida y saltó en dirección hacia su coche para cubrirse; al punto una marea de balas silbantes danzaron sobre su cabeza, clavándose en la carrocería y agujereándola. La gran mayoría de moteros disparaban con pistolas automáticas, mientras que otros atacaban con micro subfusiles.
-¡Oh, mierda, mierda, mierda, estos van a saco!-pensó la chica, genuinamente preocupada.
Sin detenerse demasiado tiempo a pensar, en cuanto vio una oportunidad y las balas cesaron Rainbow corrió a toda velocidad y se cubrió tras la furgoneta, al tiempo que otra balacera se echaba sobre la misma. Por su parte los moteros comenzaron a moverse también para tratar de rodearla.
-¡Que no escape, matadla!
-¡La tenemos rodeada!
-Oh, mierda, mierda ¿Qué puedo hacer, qué puedo hacer?-se dijo Rainbow, sintiéndose cada vez más asustada.
Y no era por nada, puesto que no tenía con qué defenderse; alguna que otra vez había llegado a disparar en el campo de prácticas de la galería de tiro de la ciudad, pero nunca antes había llegado a disparar contra alguien como tal, tan solo a blancos móviles y fijos con forma humana, nada más. Aunque, sin un arma con lo que hacerlo, la sensación de abandono y desesperanza era cada vez más grande, sintiendo como la muerte se aproximaba hacia ella.
Las balas se clavaban sobre la carrocería de la furgoneta mientras que ella se agazapaba junto a una rueda, justo al lado de las puertas traseras de la misma; en ese mismo instante varias balas alcanzaron a golpear las manillas de las puertas, abriendo una en el proceso. Por un momento Rainbow pensó en subirse a la furgoneta y escapar, pero sería un blanco fácil en cuanto se sentara en el asiento del conductor.
Sin embargo, en cuanto se asomó un poco vio algo que la dio un rayo de esperanza; y es que en la parte posterior de la furgoneta había un montón de armas dispuestas en el suelo de la misma, habiendo desde pistolas hasta micro subfusiles y fusiles de asalto. Por un momento quiso coger un fusil de asalto, pero no era muy ducha disparando armas tan potentes, prefiriendo mil veces un micro subfusil. Sin dudarlo cogió uno de los tantos que allí había y comprobó el cargador, encontrándose lleno.
-Vale… vale…
Respirando entrecortadamente se pegó a la carrocería de la furgoneta, con el arma en alto y preparándose mentalmente. Nunca antes había disparado a alguien, aunque tampoco era su intención matarlos, tan solo quería defenderse y salir de allí viva, por lo que pensó en lo que más ventaja la daría para escapar.
-Las piernas… eso es…
Las balas la ayudaron un poco a centrarse y, en cuanto cesaron por un momento, se asomó brevemente; había un motero no muy lejos de allí, apuntando hacia ella, por lo que no se lo pensó ni dos veces, apuntó hacia sus piernas y disparó. La ristra de balas le alcanzó y el motero cayó al suelo gritando y disparando a ciegas por instinto, dando a uno de sus compañeros en un brazo y tumbándole.
-¿¡Qué cojones?!-masculló un motero cercano.
-¡Está armada, está armada, disparad, vamos!-exclamó otro, cerca de la salida.
Por su parte Rainbow localizó al resto mirando por debajo de la furgoneta y aprovechando para incapacitar a los que más cerca se encontraba de su coche y de la salida en sí; por suerte no había más de seis moteros, por lo que echó a correr en cuanto sólo quedó uno en pie. Antes de que este pudiera dispararla Rainbow reaccionó a tiempo y le tumbó disparándole en las piernas, dejándole en el suelo aullando de dolor.
-¡Ahora, esta es la mía!-pensó la chica, echando a correr hacia su coche.
Pero antes de que pudiera entrar en él, en ese justo instante una serie de patrullas de la policía estatal se presentaron de improviso con las luces y sirenas encendidas, bloqueando la salida con un par de ellas.
-¡Policía del estado de Alderney, suelte el arma ahora mismo!-exclamó uno de los oficiales desde el coche usando el megáfono.
Por instinto Rainbow obedeció y alzó los brazos, al tiempo que dejaba caer el arma; una serie de policías se acercaron a ella, con esposas en sus manos y con intención de detenerla.
-¡No, esperen, no es lo que parece, esos tíos intentaban matarme!
-¡Sí, sí, ya nos lo contarás en la comisaría, ahora estás detenida, las manos sobre el capó!-la espetó uno de ellos.
Sin poder hacer otra cosa más que obedecer, Rainbow se dejó esposar, mientras que el resto de policías hacían lo mismo con los moteros heridos, teniendo que llamar a una ambulancia para que los atendieran.
La comisaría más cercana se encontraba cerca de allí, de hecho los guardias de la prisión oyeron los disparos y avisaron inmediatamente a la policía, por lo que la respuesta fue rápida y precisa. Aunque al principio Rainbow se esperaba que la metieran en el calabozo junto con los demás, a ella la pusieron en una sala de interrogatorios aparte, mientras que llevaron a los moteros detenidos al calabozo. Estuvo esperando allí durante varios minutos, algo azorada, hasta que finalmente entró en la sala un inspector trajeado sosteniendo varios papeles en su mano. Se sentó enfrente de ella, al otro lado de la mesa, y estuvo mirando algunas cosas en los papeles hasta que finalmente la habló.
-Vale… Rainbow Dash, competidora habitual de carreras callejeras ilegales, maratones urbanos y además alumna de la escuela de vuelo ¿no es así?
-Sí…
El inspector se la quedó mirando por un momento, con gesto sucinto, y siguió hablando.
-Vale, entonces… ¿Qué hacías en medio de un tiroteo con todos esos Lost?
Por su parte la chica le explicó escuetamente todo lo que había pasado, desde que llegó al lugar hasta ese mismo instante; el inspector se la quedó mirando ceñudo y con gesto inquisitivo.
-¿Y en serio fuiste así sin más?
-Sí, lo sé, fue bastante estúpido, pero es que cuando me emociono apenas pienso…
-Sí, ya lo veo… claramente era una trampa ¿tienes idea de quién te la podría tener guardada como para contratar a unos matones moteros para ir a por ti?
-¿Y yo que sé? Todo lo que he ganado ha sido por mis propios méritos, si la gente quiere tomárselo a mal eso ya es cosa suya…
-Ya, vale, pero algo habrás hecho como para que intentaran liquidarte…
-¡Pero yo no he hecho nada! ¡No es culpa mía que sea asombrosa, es algo que es natural en mí!
Por un momento el inspector dejó escapar un respingo, comprendiéndolo casi al instante.
-Oye, mira, nosotros somos policías, no niñeros ni canguros, si tienes problemas tendrás que arreglarlos tú misma, pero no puedo asignar una patrulla que te proteja sólo porque vas de chulita.
-¿¡Qué?! ¡¿No me piensan ayudar?!
-Si no sabes quién puede tenértela jurada poco podremos hacer…
-¡Pregunten a esos moteros, seguro que saben quién les ordenó que me mataran!
-Je, dudo mucho que esos sepan algo, son Lost, no responden ante nada, ni siquiera ante nosotros que somos la ley, hacen lo que le salen de las pelotas, pero ya apenas tienen influencia aquí, son como pollos sin cabeza dando tumbos por ahí, aceptarían cualquier cosa por unas simples perras y a nadie le importaría una mierda.
-Ah ¿¡y a ustedes también?!
-Bueno, podemos intentarlo igualmente, pero más allá de la retención de siempre poco más podemos hacer, en cuanto salgan de aquí volverán de nuevo a hacer lo de siempre.
-¿¡Cómo, cómo?! ¡¿Me está diciendo que básicamente podrían volver a por mí?! ¡¿Y aun así no me ayudan?!-musitó Rainbow, cada vez más incrédula.
-No, vamos a ver, si te metes en problemas es cosa tuya, pero nosotros siempre podemos ir en tu ayuda en caso de que nos necesites…
-¡Si, claro, para que entonces me vuelvan a detener, me tengan aquí diciéndome lo mismo y vuelta a empezar! ¡Eso es estúpido!
-¡Oye, niña, podrías haberte ahorrado todo este lío si no hubieras ido por ahí haciéndote la chula!
-¡No me llame niña, no soy ninguna niña, y usted no es mi padre!-exclamó ella, cada vez más enfadada y levantándose de golpe.
-¡Siéntate ahora mismo o hago que te bajen al calabozo con tus queridos amigos moteros por desacato!
Ante eso Rainbow tuvo que morderse la lengua y se sentó con un gesto de rabia dibujado en su cara; el inspector respiró entrecortadamente, igual de alterado, hasta que finalmente se calmó y continuó.
-Vale… aparte de eso hemos visto que tienes un vehículo con modificaciones que son ilegales…
Para entonces Rainbow comenzó a preocuparse de verdad, viendo hacia dónde iba la cosa. Antes de que el inspector pudiera decir nada más ella le cortó.
-No… no, por favor, no me lo requisen…
-Pues me temo que…
-¡No! ¡No, por favor, no! ¡Ese coche es muy especial para mí, sin él me sentiría vacía, he conseguido mucho con él! ¡No me lo requisen, por favor se lo pido!
El inspector la miró de arriba abajo, con un gesto inquisitivo grabado en su cara. Por su parte Rainbow siguió implorando.
-¡Haré lo que sea! ¿¡Hay que pagar alguna multa?! ¡En ese caso se la pago ahora mismo, la cantidad que sea, pero por favor, no se lo lleven, por favor, por favor!
El inspector la siguió mirando con el mismo gesto, durante unos breves pero intensos segundos, hasta que finalmente suspiró hondamente y murmuró.
-Está bien, en ese caso pagarás una multa de diez mil dólares… pero también tendrás que retirar todas las modificaciones ilegales en un plazo de diez días, incluyendo el ácido nitroso, aunque el alerón lo puedes dejar. Si no lo haces y volvemos a pillarte con él de nuevo te lo requisaremos, esta vez de verdad, y dará igual cuanto nos pagues, que nos lo quedaremos igualmente. Y te recuerdo que, aunque estamos separados administrativamente de la policía de Liberty City, trabajamos en conjunto y compartimos información, por lo que esto mismo que te estoy diciendo se aplicará también en su jurisdicción. ¿Me he expresado con claridad?
Sintiéndose completamente atada, y sin ninguna otra posibilidad que aceptar lo que la ofrecía, Rainbow suspiró derrotada y murmuró.
-Sí…
-Muy bien, en ese caso puedes irte ya, aunque primero ve a pagar la multa en el mostrador de pagos, está aquí al lado.
Algo molesta por toda esa situación, Rainbow tuvo que pagar los diez mil dólares de la multa y, en cuanto salió de la comisaría, un agente de policía la trajo su coche. Una vez que lo recuperó Rainbow se alejó todo lo posible de allí y, una vez que perdió de vista la comisaria, se paró a un lado de la carretera y descargó toda su rabia golpeando el volante con fuerza, al tiempo que mascullaba.
-¡Mierda! ¡Mierda, mierda, mierda!
Aún tenía problemas para comprender lo estúpida que fue al haberse tragado semejante trola, pero lo que había provocado era incluso peor. Y todo por su culpa, claro, que era lo que más la quemaba. Ahora su coche estaba en peligro de ser requisado y, por si fuera poco, alguien ahí fuera la quería muerta. ¿Qué más podía pasar?
Sin mayor dilación hizo mano de su móvil y llamó a Thunderlane para hablar con él con carácter urgente; tardó un poco en coger, aunque finalmente la descolgó.
-¿Sí?
-¡Thunderlane! ¿Dónde estás?
-Ah, pues en Vauxite Street, en Holanda Norte ¿por qué?
-¡Vale, no te muevas de allí, voy a buscarte!
-¿Por qué, qué pasa, a qué viene tanto revuelo?
-¡No hay tiempo para explicaciones ahora, quédate donde estás, enseguida estoy allí!
Antes de que el chico pudiera decir nada más ella colgó y se puso en camino hacia allí sin mayor demora. El viaje fue rápido, aunque esta vez fue por el puente Chupetón para cruzar hacia Algonquin puesto que la dejaba justo al lado de Holanda Norte, uno de los barrios donde más hispanohablantes vivían por kilómetro cuadrado, al menos en esa parte del distrito de Algonquin. Durante gran parte del S XX experimentó una fuerte tasa de criminalidad, siendo infamemente conocido debido a esto, aunque actualmente se encuentra en plena gentrificación y ahora era un barrio mucho más seguro y tranquilo.
Holanda Norte
Nada más llegar a la calle, Rainbow estuvo buscando a Thunderlane con la mirada mientras atendía el tráfico, llegando a verle justo al lado del club nocturno Linen Lounge; el chico alzó el brazo en señal de saludo y ella dio la vuelta, metiéndose en un callejón cercano. Thunderlane subió al coche y, una vez dentro, inquirió.
-A ver ¿Qué ocurre?
-Que estoy en peligro, eso ocurre.
Le estuvo explicando todo lo que había pasado hasta el momento, aunque el chico comentó enseguida.
-Espera, espera ¿me estás diciendo que realmente te creíste semejante bola?
-¡Sí, sí que lo hice! ¿¡Vale?! ¡Sé que es estúpido, pero es que cuando me emociono apenas pienso!
-No si ya, ya… uauh, tía, procura no emocionarte nunca, porque vamos.
-¡Muy gracioso, te cuento que alguien va tras de mí y tú te pones a bromear, eres de lo más ocurrente, Thunderlane!
-¡Eh, oye, fuiste tú quien cayó en tan evidente trampa, no yo!
-¡Sí, vale, pero no hace falta que me lo recuerdes constantemente!
Ambos siguieron discutiendo tontamente, aunque debido a esto ninguno de los dos se dio cuenta de que un utilitario hakumai rojo se les acercaba por detrás; antes de que pudieran decir algo más, otra balacera les cortó de golpe, agachándose por instinto.
-¡Oh, mierda, otra vez no!-masculló Rainbow, asustada.
-¿¡Pero qué?! ¿¡Quién nos dispara?!-inquirió Thunderlane, asustado.
La chica se reincorporó un poco y miró por el retrovisor, viendo a un par de hombres de aspecto extranjero disparándoles desde un vehículo rojo con sendos micro subfusiles.
-¿No son moteros? Oh, mierda, eso es que quien sea el que me quiere muerta ha contratado a más matones…-pensó Rainbow, cada vez más preocupada.
-¿¡Quién co*o son esos tíos?!-exclamó Thunderlane.
-¡No lo sé!
-¡Agh, corre, sal de aquí, acelera!
En ese mismo instante Rainbow aceleró al máximo y el coche salió disparado a través del callejón, girando a la derecha inmediatamente después en la siguiente calle y yendo todo recto a partir de ahí. El hakumai rojo salió tras ellos, pero Rainbow se las apañó para perderlos de vista lo antes posible metiéndose por los callejones de Holanda Este, el barrio aledaño a Holanda Norte y una extensión del mismo, aunque con un nombre diferente y algo más adecentado que el otro.
Una vez que los dejó atrás, Thunderlane fue el primero en opinar.
-Vale, te lo voy a decir bien claro ¿¡qué cojones está pasando?!-masculló el chico, perdiendo los papeles.
-¡Ya te lo he dicho, j*der, alguien me quiere matar! ¡Primero fueron los moteros, ahora han sido esos tíos, y todos van muy en serio, estoy en peligro!
-¡Vale, vale, en ese caso vamos a relajarnos y a pensar un poco!
-¿¡Relajarnos?! ¡De eso nada, no puedo estar relajada, no cuando hay alguien que me quiere muerta!
-¿Y eso qué tiene que ver conmigo?
-¡Oh, vaya, gracias por tu genuina preocupación, Thunderlane, me dejas de lo más aliviada!
-¡No soy precisamente yo el que va por ahí alardeando y haciéndome el chulo, creyéndome el rey de la ciudad!
-¡¿Perdona?!
-¡Lo que oyes! ¡Oh, dios, rezaba con que este día nunca llegaría!
-¡No te me pongas en plan quejica porque no es el momento, tenemos que hacer algo, Thunderlane, no pienso quedarme de brazos cruzados viendo cómo intentan matarme!
-¡Vale, vale, está bien, pensaremos en algo, aunque antes llévame al parking de Lancaster, tengo el coche allí!
Como no estaban muy lejos del sitio se dirigieron para allá, siendo un parking subterráneo pequeño, al lado de una gasolinera que hacía esquina con Albany Avenue, una larga avenida que cortaba perpendicularmente al barrio. Para entrar había que bajar una corta rampa y girar a la izquierda, llegando a ver el Elegy RH8 negro de Thunderlane aparcado al otro lado del parking.
-Vale, allí está, lo cojo, vamos a casa y ya allí pensamos en lo que hacemos.
-Está bien, pero no tardes mucho…
El chico bajó del agujereado coche y echó a andar a paso ligero para llegar cuanto antes; pero en cuanto llegó al lado de las barreras se dio una gran explosión que resonó por todo el parking y que le hizo echarse al suelo asustado. Aunque en cuanto levantó la mirada vio que el coche que había explotado era ni más ni menos que el suyo propio.
-¡No! ¡Noooo! ¡Mi coche!-gritó Thunderlane, tan destrozado como su propio vehículo.
-¡Oh, mierda! ¡Sal de ahí, Thunderlane!-exclamó Rainbow.
El grito de la chica le hizo reaccionar y se subió al dañado F620, el cual salió disparado hacia el otro lado del acceso al parking, saliendo a la calle inmediatamente después.
-¡Me cago en todo, ese era mi coche, j*der, mi coche!-exclamó el chico, angustiadísimo.
-¡Pues me temo que ahora no es más que un montón de chatarra reventada!
-¡Vaya, gracias por los ánimos! ¿Eh?-la espetó él, molesto.
-¿A que jode?
Como no sabían que más hacer en esos críticos momentos optaron por ir a casa, metiendo el dañado coche de Rainbow en el garaje y encerrándose allí una vez que aseguraron que nadie más les esperaba allí. Una vez instalados, se estuvieron explayando a gusto.
-¡¿Qué se supone que vamos a hacer?! ¡Ahora los dos estamos en peligro!
-¡Agh, no lo sé, deja de culparme constantemente, soy yo a quien han señalado, no a ti!
-¡Ah, y en ese caso! ¿¡Para qué se molestan en destruir mi coche?! ¡No, de eso nada, también van a por mí, y todo esto es por tu culpa!
-¿¡Qué, mi culpa?!
-¡Oh, por favor Rainbow, no te me hagas la tonta ahora, por favor te lo pido! ¿¡Eh?! ¡Que bastante tenemos con que nos hayan intentado matar dos veces hoy! ¡Si no hubieras sido tan imprudente y no te hubieras comportado como una niña no estaríamos así!
-¡No soy ninguna niña, maldita sea, deja de tratarme como si me estuvieras reprendiendo como tal!
-¡Pero es que lo eres, Rainbow, eres una chica egoísta y egocéntrica que se cree superior a los demás y se lo restriega a todo aquel que intenta mostrar su superioridad en cualquier otro ámbito relacionado!
-¡Repite eso, maldita sea, repite eso ahora mismo y te juro que te rompo los dientes!
-¡Oh! ¿¡De veras?! ¡Porque ahora mismo me apetece romper algo a mí también!
Eso sirvió de provocación a Rainbow, la cual se echó sobre él con el brazo en alto, dispuesta a asestarle un puñetazo; sin embargo Thunderlane lo esquivó a tiempo y empujó a Rainbow contra el sofá, echándose encima de ella e inmovilizándola en él. Durante el forcejeo el mando se cayó al suelo y el golpe encendió la televisión, que en ese momento mostraba anuncios de todo tipo. Thunderlane sostuvo con las manos los brazos de Rainbow, al tiempo que con las piernas la sujetaba de la cadera, impidiéndola moverse.
-¡Suéltame!
-¡No!
-¡Te digo que me sueltes, j*der!
-¡No! ¡No hasta que calmes!
La chica trató por todos los medios de soltarse, haciendo acopio de fuerzas, pero el chico la tenía bien sujeta y apenas la dejaba ni zarandearse. Eventualmente Rainbow acabó cansándose debido al esfuerzo y, sudando y jadeando, masculló.
-Agh… ¡está bien, está bien, me calmo, pero suéltame ya!
Hasta que no dejó de moverse por completo el chico no la soltó. Una vez que estuvo libre la chica se quedó donde estaba, agotada, y mirando al techo con mirada perdida. Por su parte Thunderlane se reincorporó y se quedó sentado en el sofá, mirándola con gesto de circunstancia. En un momento dado, Rainbow habló.
-Entonces… ¿alguna idea?
-Ah, no sé, pensaba que tú tendrías alguna, como casi siempre se te ocurre algo…
-Pues no, no tengo ninguna ¿contento?
-Sí, me doy por satisfecho.
Por un momento lo único que se oyó fue la tele, que en ese momento se encontraba anunciando la marca de cerveza Barracho.
-Bueno, dado que nos buscan aquí… podemos irnos-comentó en ese momento Rainbow.
-¿Irnos?
-Sí, marcharnos, mudarnos a otro sitio, no sé… igual si no estoy en la ciudad me dejan de buscar.
-Ya, vale ¿y qué nos garantiza eso?
-Nada en realidad, pero por probar no perdemos nada.
-Ajá… ¿y a dónde se supone que tenemos que ir?
Rainbow abrió la boca para contestar, pero en ese momento una voz la cortó comentando.
-Por qué deberías visitar mi condado de Blaine…
Ambos giraron la cabeza y vieron que un nuevo anuncio se estaba proyectando en la tele, prestándole atención.
En cuanto el anuncio pasó Rainbow fue la primera en opinar.
-Pues claro… es perfecto, podemos ir allí.
-¿Al condado de Blaine? Rainbow, no te ofendas, pero no te veo viviendo entre paletos y con arena en las zapatillas…
-No, idiota, me refiero a San Andreas, yo soy de ciudad y lo sabes, pero no voy a decir que no a alguna que otra escapada al campo… sobre todo si es por hacer algo por allí.
-Ya, vale, pero ¿por qué San Andreas?
-Pues porque se me está ocurriendo algo que puede que nos ayude a salir de la ciudad sin llamar la atención… además, allí vive Lightning, por lo que será genial volver a verla.
-¿Ah, sí? ¿Y qué se te ha ocurrido?
-Fácil, la escuela de vuelo de San Andreas tiene su sede en el aeropuerto de Los Santos, podemos hacer que nos hagan una transferencia de expediente… y además pedir un traslado.
El chico esbozó una inquisitiva mirada, con una ceja alzada. Por su parte Rainbow esbozó una confidente sonrisita, sintiéndose con fuerzas renovadas.
(Continúa en el siguiente mensaje)
Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
-¡Ay, no, el móvil, me lo he dejado!-exclamó Twilight, en cuanto estuvo mirando su bolso.
Y es que, con las prisas, había salido de casa sin él. Al menos se había dado cuenta ahora, a pocos metros de ella. En ese instante se encontraba atravesando Middle Park, al lado del lago, y al menos no estaba muy lejos, por lo que decidió darse la vuelta un momento para ir a por él.
Había quedado para comer con sus padres y así celebrar que la biblioteca seguía adelante, ya que desde el primer momento que había recibido el dinero, Twilight se había puesto a trabajar rápidamente. Había invertido una tercera parte en pagar la publicidad tanto en internet como en papel, habiendo también actualizado la sección de noticias de su página web y avisado tanto por Bleeter como por Life Invader de las buenas noticias. También había invertido una cuarta parte para realizar algunas reparaciones en el piso antes de abrir, aparte del mantenimiento y gestión de la biblioteca en sí, poniéndola a punto para su funcionamiento. Aprovechó también para contratar un seguro que la cubriría por si algún imprevisto sucediera, aunque en ese sentido ella era muy cuidadosa y precavida, sin embargo no estaba de más asegurarse del todo. El resto del dinero lo había guardado para algún gasto de última hora, aunque la cantidad seguía siendo considerable.
Sus padres la estaban esperando junto con Spike, el cual había ido primero a su casa esa misma mañana, por lo que se dio prisa en llegar cuanto antes. Entró rauda en el portal y subió las escaleras con la mayor celeridad posible. Una vez allí sacó la llave rápidamente para abrir la puerta, encontrándose con que no se encontraba cerrada.
-Qué raro, recuerdo haber cerrado…
Abrió la puerta lentamente y vio el alargado pasillo en dirección hacia su estudio; el silencio era denso en el interior y no parecía haber nadie. Sin embargo ella entró con cuidado, sin apenas hacer ruido. Cerca de allí, en el mismo pasillo, vio el teléfono en una mesita cercana y se acercó a él para llamar a la policía, puesto que su móvil se encontraba en su habitación. Sin embargo, en cuanto descolgó, notó un tacto frio y metálico en la nuca, junto con una grave voz que decía.
-Cuelga.
Muerta de miedo y comenzando a temblar, Twilight colgó de nuevo y la voz tras suya la indicó.
-Camina.
Guiada por ella fueron hasta la sala principal de la biblioteca, donde se encontró con una escena que no se esperaba encontrar ni en todos los días de su vida. Varios hombres del tamaño de un armario y vestidos de negro se encontraban registrando el lugar y poniéndolo patas arriba; y, delante de ella, una chica algo más mayor que ella, vestida igualmente de negro, y de pelo color rojizo y dorado se encontraba supervisándolos atentamente.
-Señora, mire lo que he encontrado-murmuró la voz grave tras ella.
La chica de pelo rojizo y dorado se dio la vuelta, revelando una molesta e irritada mirada. Poseía unos ojos color cian moderado que parecían fijarse en todo y era bastante atractiva. En cuanto la vio se dirigió a ella pisando fuerte dirigiéndose a ella con voz contundente.
-Vaya, vaya, mirad quien tenemos aquí… ¿eres Twilight Sparkle por un casual?
La chica de pelo rojizo la miró de arriba abajo con gesto escrutador antes de volver a hablarla.
-¿Dónde está?
-¿Eh? ¿De qué me estás hablando?-quiso saber Twilight, extrañada.
-¡No te hagas la tonta conmigo! ¿¡Dónde está?!
-¡No sé de qué me hablas!
Ante esa situación la chica sacó una pistola de su falda y la apuntó con ella en la frente; para entonces Twilight entró en pánico, temblando como un flan y quebrándosela la voz.
-¿¡Dónde está?! ¡Dímelo ahora o te meto una bala entre ceja y ceja!
-¡No lo sé, de verdad, no sé de qué me hablas, por favor, no me hagas daño!-masculló Twilight, comenzando a llorar.
Por un breve instante el tiempo se congeló y Twilight dejó de respirar, demasiado asustada como para decir algo más. Ante esa tesitura la chica apartó el arma y dejó escapar un hondo suspiro, al tiempo que decía.
-Vale, supongo que tendré que ponerte un poco en situación… hace cosa de un par de días la empresa de mi jefe creó una filial corporativa a nombre de la misma con la cual pretendía lavar un dinero negro que se suponía que tenía que ser ilocalizable con el fin de gravar unos pocos de impuestos. Pero entonces apareció en escena algo que no debería haberlo hecho, y eso fue un inversor con el que no contábamos para nada, que compró quinientas acciones por un valor de mil seiscientas veinticinco dólares ¿te suena de algo todo esto?
Ante eso Twilight asintió con la cabeza, aún con el miedo en el cuerpo. La chica aprovechó continuar.
-El caso es que no queríamos que nada del dinero se perdiese, pero entonces el mercado jugó en nuestra contra y el precio de las acciones se disparó, aumentando drásticamente su valor. Por nuestra parte intentamos retirar el mercado de la bolsa de valores antes de que fuera demasiado tarde, sin embargo cuando nos movimos las acciones habían desaparecido y alguien se había llevado cierto dinero… nuestro dinero. ¿Entiendes ahora?
Para entonces Twilight no podía creérselo, simplemente la parecía demasiado absurdo. Pero la presencia de esa chica y de esos matones armados no podía significar ninguna otra cosa salvo lo que la estaba explicando.
-Así que te lo voy a preguntar una vez más… ¿dónde está nuestro dinero?
Al principio no quiso responderla, pero recordando que era ella quien tenía el arma no tuvo otra elección y musitó con algo de miedo.
-No… no lo tengo todo…
-¿¡Cómo?! ¿¡Qué quiere decir eso?!
-Yo… me… me lo he gastado.
Por un momento no hubo nada, mirándose fijamente durante unos breves pero intensos segundos. Al segundo siguiente la chica se rió tontamente, como si la hubieran contado un chiste malo, pero justo después le asestó tal sopapo a Twilight que ni lo vio venir, tirándola al suelo con cara adolorida.
-¿¡Gastado?! ¿¡Que te lo has gastado?! ¡Eran doscientos cincuenta mil dólares, doscientos cincuenta mil! ¿¡Y vas y me dices que te lo has gastado?!-la espetó furiosa.
-No… no, espera, no me lo he gastado todo…
-¿Ah, no? ¡Oh, pues menos mal! ¿Verdad? ¡En ese caso puedes empezar devolviéndonos la diferencia! ¿¡Cuánto te has gastado?!
-Yo… yo…
-¿¡Cuánto?!
Intimidada por la dura mirada que la estaba echando, Twilight respondió enseguida.
-¡Ciento cuarenta y cinco mil, ciento cuarenta y cinco mil ochocientos treinta y tres dólares!
-¡Ciento cuarenta y cinco mil ochocientos treinta y tres dólares! ¡Vaya, vaya, me parece que tenemos aquí a toda una señorita! ¿Eh? ¿¡Y en qué te lo has gastado?! ¡¿En llenarte el p*to armario!? ¡Contesta!
-¡No! ¡Me lo he gastado en esta biblioteca!
Por un momento hubo un denso silencio en el cual la chica de pelo rojizo se la quedó mirando como si no hubiera oído bien; al punto giró la cabeza hacia uno de los estantes cercanos y se acercó hasta él, sacando uno de los tantos libros que allí había. Lo estuvo ojeando un poco, leyéndolo un poco por encima, y pasando las hojas dejadamente. En un momento dado cerró el libro con fuerza y lo tiró al suelo, con gesto enfadado.
-Bueno… en ese caso supongo que habrá que hacerlo salir ¿no? ¿Tienes seguro?
-Sí…
-¿Por cuánto?
-Cu… cubre la totalidad del valor neto de lo asegurado sea cual sea el daño causado…
-Vale, perfecto, en ese caso vamos a humear un poco el lugar…
Ante eso Twilight reaccionó enseguida, exclamando de seguido.
-¡No! ¡No, por favor, no lo hagas, esta biblioteca era de mi abuelo, es muy especial para mí!
-¡Oh! ¿Valor sentimental entonces? ¡Es incluso mejor! Traedme un bidón de gasolina…
-¡No! ¡No, por lo que más quieras, no lo hagas, te lo suplico, haré lo que sea, os devolveré el dinero, pero por favor, no la destruyas! ¡He trabajado muy duro para sacarla adelante!
-¿Que nos devolverás el dinero? ¿Y cómo si te lo has gastado?-le espetó la chica, con gesto molesto.
-¡Pero no todo! ¡El resto está guardado, os lo puedo dar ahora mismo si queréis, es bajar al banco y sacarlo!
-Ya, vale ¿y qué hay del otro resto, el que te gastaste? ¡Era nuestro dinero, y tú te lo has gastado en este antro! ¿¡Cómo se supone que nos lo vas a devolver?!
-Yo… yo… no lo sé… por favor, este sitio es parte de mi vida… por favor…
Llegados a ese punto Twilight se redujo a una amalgama de sollozos cortos y lastimeros, tirada en el suelo y cubriéndose la cara debido al golpe antes recibido. La chica de pelo rojo dejó escapar un quejumbroso suspiro.
-Maldita sea… levantadme a esta llorona y vigiladla mientras hago una llamada.
-Sí, señora.
Uno de los gorilones la levantó de golpe tirando de ella de un brazo y la sentó en un sillón cercano, con el arma a la vista y sin dejar de vigilarla constantemente. Por su parte Twilight trataba de calmarse, pero lo que estaba pasando la superaba ampliamente y la estaba costando bastante hacerlo, llegando a hiperventilar un poco en un momento dado, aunque se la pasó enseguida.
Al cabo de unos breves minutos la chica de pelo rojizo y destellos dorados regresó con gesto molesto, comentándola de seguido.
-Muy bien, he hablado con mi jefe y ha acordado que nos devuelvas lo que nos debes trabajando para nosotros.
-¿Qué? Pero… ¿Qué significa eso?
-Significa que vas a tener que hacer todo lo que te mandemos si no quieres que todo esto se vea reducido a cenizas… y vas a empezar devolviéndonos la parte del dinero que no te has gastado, así que toma, puedes empezar, haz el traspaso.
Sin poder hacer nada más salvo obedecer, Twilight tomó con manos temblorosas el móvil que la ofrecía y, usando su número de cuenta, realizó el traspaso del dinero a la cuenta de destino ya marcada por valor de ciento cuatro mil ciento sesenta y siete dólares, que era la cifra que la había sobrado después de invertir el resto en todo lo demás.
-Ya… ya está….
-Maravilloso, aunque aún te falta la otra mitad, así que no te hagas ilusiones, empezarás en breve a devolvernos lo que nos debes.
-¿Qué… qué tendré que hacer?
-Lo que te mandemos, deja de hacer preguntas, mañana te concretaremos los detalles. Ah, y por supuesto creo que no hace falta que te diga que como pongas en aviso a la policía o a alguien más, todo esto se verá… seriamente perjudicado. Así que espero que por tu propio bien seas obediente y no cometas ninguna estupidez.
Tras esa amenaza la chica le hizo un gesto a sus matones, los cuales se empezaron a retirar, yéndose tan rápido como aparecieron. Twilight se quedó sola sin apenas darse cuenta, mirando al suelo con un gesto en blanco dibujado en su cara. Sin poder evitarlo siquiera comenzó a llorar desesperada, llegando a musitar entre medias.
-¿En qué lío me he metido?
Sus sollozos resonaron por toda la biblioteca, al tiempo que su móvil comenzaba a sonar en su habitación.
-¡Ya estoy en casa!-exclamó Pinkie mientras entraba por la puerta.
-Hola cariño…
-Hola mami… ¡papi, estás aquí!
-Sí ¿Qué tal la mañana, cielo?
-¡Oh, pues muy bien, como siempre, aunque para esta tarde voy a estar bastante liada! ¿Comemos ya?
-Claro, ve a cambiarte.
Pinkie se apresuró a dirigirse a su habitación, poniéndose cómoda y volviendo a la cocina para comer en compañía de sus padres.
-¿Y Marble y Limestone?-inquirió la chica, en un momento dado.
-Hoy comen en el comedor del colegio-reveló su madre.
-Ah, sí…
Al principio la comida pasó en un austero silencio, con algún que otro comentario dispar por parte de Pinkie; en un momento dado Cloudy tomó la palabra.
-Pinkie, cariño, tenemos que hablar…
-Claro mami, tú me dirás…
Antes de decir nada tanto Cloudy como Igneous compartieron entre sí una mirada confidente, antes de que ella volviera a hablar.
-Verás, tanto tu padre como yo sabemos que estás trabajando duro para hacer tu sueño realidad, y eso es bueno, por supuesto. Pero creemos que te podría venir mejor trabajar en lo que quieres hacer antes que seguir intentando algo que, de por sí, ya es complicado.
Esa frase dejó un tanto extrañada a Pinkie, la cual dejó de comer y miró a su madre con gesto inquisitivo.
-¿Qué quieres decir?
-Quiero decir que… creo que es mejor para ti que trabajes y aprendas al mismo tiempo, sin necesidad de estar pendiente de una plaza que, al fin y al cabo, no es segura en ninguno de los casos.
Esas palabras resonaron en el cerebro de Pinkie con fuerza, la cual entendió enseguida lo que su madre quería decirla, desanimándola.
-¿Qué? ¿No quieres que asista a la escuela? ¿Por qué?-inquirió ella, con tono adolorido.
Su madre se apresuró a corregirse, pero en ese momento Igneous tomó la palabra y esta vez habló él.
-Lo que tu madre quiere decir, Pinkie, es que tú eres capaz de aprender y trabajar al mismo tiempo. Es verdad que en la escuela pueden enseñarte muchas más cosas, pero el quid de la cuestión es que esa escuela sólo admite a gente que tenga un mínimo de aptitudes. Y hasta que no obtengas cierta experiencia a la hora de trabajar en la cocina, no creemos que vuelvan a aceptarte, por mucho que lo vuelvas a intentar.
-Pero… entonces… ¿Qué se supone que queréis que haga?-quiso saber ella, un tanto molesta.
-Verás, cielo, tengo una amiga que trabaja como pastelera y que podría enseñarte un poco los entresijos del negocio y repostería como tal, de hecho es muy talentosa y su pastelería es bastante conocida-reveló Cloudy.
-¡Oh! ¿De veras? ¿Podría?-inquirió Pinkie, animándose de golpe.
-Sí, de hecho anoche estuve hablando con ella y la comenté tu situación, por lo que se ha ofrecido desinteresadamente a contratarte y enseñarte.
-¡Genial, eso es estupendo, gracias mami! ¿Y dónde está, cómo se llama?
-Ella se llama Cup Cake y la pastelería se llama Sugarcube Corner…
-Ajá ¿y por dónde cae?
Fue en ese preciso instante en el que Cloudy hizo un breve silencio antes de anunciar.
-Ahí está la cosa… mi amiga vive en Los Santos, San Andreas.
Pinkie se quedó callada, conservando en todo momento una gran sonrisa que, en un momento dado, flaqueó.
-Ah… pero… eso quiere decir…
-Sí, Pinkie… tendrías que ir allí.
El silencio posterior se echó sobre ellos como una losa pesada, mientras que Pinkie pensaba a toda velocidad. Ella siempre había estado en el barrio, ayudando a la gente de allí, organizando fiestas y siendo parte de las mismas. Nunca había llegado a pensar en irse, ni siquiera la sola idea le había pasado por la cabeza ni una sola vez. Hasta ese mismo momento.
-Sabemos que irte no es algo que harías así sin más, Pinkie… es por eso que puedes pensártelo si quieres, no te vamos a obligar a tomar una decisión aquí y ahora-se apresuró a decirla su madre.
-Ah, sí, vale… está bien, me lo pensaré, esta tarde os diré algo-murmuró la chica.
-Muy bien.
El resto de la comida pasó en un denso silencio en el cual Pinkie siguió pensando mientras tanto, esta vez con más dudas que nunca.
Al mismo tiempo, en Vice City, Rarity seguía trabajando en su despacho, haciendo unas cuantas indagaciones por su cuenta. Después de recibir y dar el visto bueno a todas las lanchas junto con sus respectivos cargamentos, el resto de trabajo se había resumido en papeleo y más papeleo, siendo algo más rutinario en ese sentido, por lo que fue más tranquilo.
Sin embargo hasta el momento no había vuelto a saber nada de Ernesto y su vigilancia, cosa que la escamaba un poco; hasta el momento nada había ocurrido en todo el día, y aun a pesar de que había tratado de obtener algo por su cuenta tampoco había encontrado nada, cosa que la preocupaba y la tranquilizaba a partes iguales.
En ese momento su móvil comenzó a sonar, viendo que se trataba de Ernesto, lo que la animó un poco más.
-Ernesto, cuéntame ¿has visto algo?
-Hola señora, la llamaba para comentarla un poco, el caso es que llevo vigilando desde esta mañana y desde entonces hasta ahora no he visto entrar ni salir a nadie. Creo que la casa se encuentra vacía-anunció Ernesto.
Ese anuncio cogió por sorpresa a Rarity, la cual se quiso asegurar.
-¿Estás completamente seguro de eso, Ernesto?
-Sí, desde luego, estuve vigilando primero desde lejos y luego me acerqué un poco para tener una mejor vista. No he visto movimiento ni en los jardines ni el interior en toda la mañana, y por la tarde tampoco. Aproveché el hospital también para tener una vista más alta y estuve observando un poco las ventanas, no vi a nadie en ningún momento. Me da la sensación de que se han ido, señora.
-¿Ido? Pero eso no tiene mucho sentido…
-Lo sé, pero aun así… todo apunta a que no están.
Por un breve momento Rarity se quedó callada, pensando en posibilidades. En un principio ella pensó que tenían intención de hacer negocio fueran cuales fueran las circunstancias, aunque por alguna extraña razón parecían haberse retirado, al menos aparentemente. ¿Y si fuera algún tipo de estrategia? No podía estar del todo segura, aun así la duda la carcomía por dentro. ¿Y si realmente se habían ido?
-¿Qué hago, señora? ¿Sigo vigilando igualmente?-inquirió en ese momento Ernesto.
Rápidamente Rarity decidió actuar.
-Sí, quédate donde estás y espérame, voy para allá.
-Sí, señora.
Colgó de seguido y, acto seguido, se comenzó a mover; buscó a Hernando, el cual se encontraba con varios de sus hombres, y se los llevó consigo mientras iba hablando con él sobre la situación.
-¿Realmente cree que se han ido, señora? Eso no tiene mucho sentido si me dista…
-Lo sé, es por eso por lo que me extraña, ese Sanders no parece ser de los que se achantan cuando se encuentra con dificultades.
-En ese caso podría ser una trampa.
-Es posible, pero aun así me escama… me gustaría ver algo yo misma.
-¿No cree que es algo arriesgado? Personalmente creo que no deberíamos confiarnos.
-Es por eso por lo que os he pedido que vengáis conmigo.
Encontraron a Ernesto a unos pocos metros de la casa Swanko, junto al hotel Ducum Inn; se reunieron con él y, una vez todos juntos, Rarity estableció una serie de vigilancias alrededor de la casa por si las moscas, mientras que ella, Hernando, y unos cuantos hombres más se infiltraban en la casa. Una vez que todos los demás estuvieron en posición, a una señal de Rarity se pusieron en movimiento en dirección hacia la casa. Entraron por el camino principal tranquilamente, como si hubieran ido de visita, y se dirigieron a la puerta principal pasada la piscina. Rarity llamó al timbre, el cual resonó con fuerza, y estuvieron esperando unos pocos minutos. Una vez que fue más que evidente que no había nadie, Rarity indicó.
-Muy bien, Hernando, todo tuyo.
-Sí, señora.
Al punto Hernando sacó un par de ganzúas profesionales y con ellas estuvo hurgando en el mecanismo de la cerradura, llevándole poco menos de un par de minutos; con un seco clac la puerta se abrió y Hernando fue el primero en echar un rápido vistazo.
-Vía libre, señora.
-Vale, vamos allá.
Los siguientes en entrar fueron los hombres de Hernando, los cuales aseguraron el interior, entrando Rarity justo después; el interior de la casa lucía desierto y vacío, aún a pesar que todo el mobiliario seguía allí, dándole un extraño ambiente al lugar. Por su parte Rarity sabía a dónde quería ir, y ese sitio era al despacho de Seymour, subiendo al primer piso para ello. Hernando fue en todo momento con ella, sin separarse de su señora en ningún momento.
El despacho de Seymour lucía solitario y oscuro, la persiana estaba echada pero las láminas se encontraban puestas en batiente hacia abajo, dejando entrar un poco la luz del día y dejando el lugar en penumbra. Rarity no se molestó en encender la luz y se acercó al escritorio, sentándose en él y mirando a la pantalla del ordenador apagado.
-¿Qué va a hacer, señora?-inquirió en ese momento Hernando.
-Salir de dudas, veamos qué tiene aquí el señor Sanders. Que los demás sigan registrando la casa, si encuentran algo relevante que me lo traigan.
-Ahorra mismito, señora.
Mientras que Hernando se ausentó un momento para organizar a los suyos, Rarity sacó de su bolsito un pendrive que enchufó a uno de los puertos frontales de la CPU antes de encenderla. Probablemente necesitaría una contraseña para poder acceder al ordenador, pero eso para ella no era ningún problema, puesto que tenía lo necesario para poder acceder a él sin hacer mucho ruido. No era ninguna experta hacker pero conocimientos básicos de hackeo sí que tenía, además de las herramientas necesarias para ello, unas muy básicas, pero siempre efectivas.
En cuanto el ordenador arrancó, el primer programa de los que tenía en ese pen de usar y tirar, HackConnect.exe, comenzó a funcionar. Ese en concreto era un conocido identificador de IPs con el cual se podía rastrear la IP de cualquier ordenador y conectarse a ella mediante un sistema de código desencriptador que agrupaba una serie de combinaciones infinitas de números entre sí, formando octetos, y rastreando la frecuencia de las mismas hasta dar con la buena. Para ello debía de hacerlo a mano, moviéndose entre pares de números mediante el teclado y fijándose en la intensidad de la frecuencia de cada una. Normalmente cualquier novato tardaría bastante en sacar la IP buena, pero Rarity tenía soltura manejando ese tipo de software, por lo que tras unos breves minutos, consiguió sacarla. En cuanto la intensidad fue máxima en una agrupación en concreto, murmuró.
-Te encontré.
Acto seguido le dio al enter y la IP fue identificada, conectándose de esta forma al servidor del mismo.
-Vale, ahora vamos con la contraseña…
Para ello usaba el BruteForce.exe, un cracker de contraseñas que sacaba la contraseña pertinente mediante un escaneo de la misma y una combinación de letras puesta de forma vertical, teniendo que seleccionar la letra correcta fijándose en la intensidad de la señal de cada una. La llevó unos pocos minutos, pero finalmente consiguió revelarla, siendo esta shieldstar.
-Te tengo… veamos que hay por aquí.
Una vez que tuvo acceso al ordenador lo estuvo registrando de arriba abajo, buscando algo que la ayudara a encontrar alguna pista acerca del paradero de los Sanders o bien algo sobre su procedencia. Vio muchos documentos que hablaban sobre tratos varios en otras partes del país, así como listas de proveedores, contactos y bases de datos sobre almacenes varios repartidos por todo el este del país. Sin embargo algo la llamó la atención, y eso era un billete de avión comprado hace escasas horas con destino a Los Santos, San Andreas.
-San Andreas… ¿se han ido a San Andreas?-se preguntó ella, alzando una ceja.
Si se trataba de algún movimiento estratégico por su parte no tenía mucho sentido, aunque aun así había algo que la molestaba, y eso era el destino en sí. La última vez que habló con su padre la comentó que tenían allí tratos con una banda local. Buscó algo relacionado en las bases de datos y listas que allí tenían, pero no había ninguna relación aparente.
-Qué raro… ¿por qué se irían en un momento como este a San Andreas? ¿No se supone que me habían declarado la guerra?-pensó ella, un tanto extrañada.
En ese momento entró Hernando y la comentó.
-Los hombres han registrado de arriba abajo la casa y no han encontrado nada, señora.
-Vale, yo por mi parte sí, aunque no quiero quedarme más tiempo del necesario, voy a hacerme una copia de todo esto y nos vamos, dame unos minutos.
-Muy bien.
Para hacerse una copia utilizó un último programa llamado Down&Out.exe, el cual hace una copia de todos los archivos guardados, la guarda e, inmediatamente después, apaga el equipo en el que ha actuado sin dejar rastro que evidenciara algún tipo de hackeo. Como no era mucho lo que había lo hizo rápidamente, apagándose enseguida el equipo y desenchufando el pen, guardándoselo de nuevo.
-Muy bien, podemos irnos.
Sin mayor dilación todo el mundo se reagrupó en el recibidor y salieron de la casa sin llamar mucho la atención; mientras Hernando volvía a cerrar usando sus ganzúas, Rarity contactó con el resto de sus hombres que habían estado vigilando.
-Muy bien muchachos ¿alguna novedad?
-Nada de nada, señora-la contestaron.
-Perfecto, reagrupaos entonces, nos vemos junto al hotel.
Regresaron hasta el hotel y, una vez que estuvieron todos juntos, regresaron de nuevo a Starfish Island rápidamente. Una vez allí, Rarity le estuvo explicando a Hernando todo lo que vio.
-¿San Andreas? ¿Realmente cree que se han ido así sin más, señora?
-Aparentemente sí, aunque no estoy cien por cien segura….
-No sé, señora, todo esto es demasiado raro ¿y si es algún tipo de provocación o pista falsa?
-Podría ser, pero aun así… es una pista demasiado relevante como para dejarla pasar.
-¿Qué insinúa?
Por un momento Rarity se quedó callada, pensando en posibilidades, hasta que finalmente comentó.
-Mi padre me comentó que podrían tener conexiones y tratos con alguna de las mafias locales de por allí, cosa que me inquieta. Como bien sabrás yo no tengo ningún control sobre la droga una vez que pasa por manos de terceros, y quizás estén aprovechando este detalle en concreto para tratar de desestabilizar la economía sumergida de la zona. San Andreas es un estado donde hay mucha actividad ilegal de estupefacientes, y al menos una tercera parte de lo que llega allí viene de aquí.
-Entiendo, pero… ¿qué tiene que ver todo eso con usted?
Ante esa pregunta Rarity dejó escapar un hondo suspiro, comentando de seguido.
-En principio no mucho, pero no quiero ni debo ignorar un hecho tan contundente como ese. Si en cualquier caso hubiera algo extraño allí y la droga que llega desde aquí consiguiera incriminarme, los Sanders conseguirían desestabilizar los precios, y eso a la larga podría repercutirnos a nosotros. Y antes que quedarme sentada haciendo nada, prefiero ir allí yo misma y asegurarme.
Ese anuncio tomó por sorpresa a Hernando, el cual no tardó casi nada en opinar.
-¿Ir allí? ¿Está diciendo que se iría de la ciudad?
-Sólo por unos cuantos días, no por mucho tiempo, el suficiente como para ir allí, indagar un poco y asegurar que todo está bien.
-Pero señora, usted no puede irse así sin más, es un pilar importante aquí en Vice City… ¿Qué dirían el resto de bandas? ¿Y qué hay de los repartos, y si algún proveedor se niega a entregar su mercancía si no es usted la que les da el visto bueno?
-Hernando, tranquilo…
-No, no puedo quedarme tranquilo, no cuando usted me dice que se va así sin más, sin nadie que la acompañe ni que la proteja…
-Hernando, comprendo tu nerviosismo, pero créeme, no pasará nada, será rápido, no me quedaré más de una semana, estaré de vuelta enseguida.
-Ya, vale, pero aun así me preocupa, señora, no es seguro salir así sin más, necesita un plan de protección, alguien tendría que acompañarla, también sería necesario coordinarse con alguien aquí, sería…
Antes de que el hombre pudiera decir nada más, Rarity le cortó de manera contundente y autoritaria.
-¡Hernando Vargas de la Llosa, le ordeno que se calme y me escuche!
Ante tan terminante e imperativa orden el aludido se quedó callado, mirando atentamente a su jefa sin apenas pestañear. Justo después, Rarity se levantó, a lo que él la imitó, se puso a su lado y entonces le habló.
-Hernando, eres mi segundo al mando y mi hombre de mayor confianza, uno de los más leales que tengo y, con toda seguridad, el hombre más dedicado y constante que conozco. Hasta ahora nunca me has fallado, siempre has estado ahí para mí y siempre has mirado por mi bien, cosa que nunca podré agradecerte lo suficiente. Es por eso que sé que podrás estar al mando durante mi ausencia, sin necesidad de que yo esté ahí para guiarte o decirte lo que tienes que hacer. Porque sé que eres más que capaz de hacerlo. Porque confío en ti.
Ante esas palabras Hernando no pudo evitar sentirse emocionado, sintiendo un nudo en la garganta que apenas le dejaba hablar y mirándola con los ojos vidriosos. No hubo falta que le dijera nada más, por lo que él masculló con voz tomada.
-No la defraudaré, señora.
-Gracias Hernando, sé que no lo harás-murmuró ella, sonriéndole.
El hombre se quedó ahí, de pie junto con su orgullo y reprimiendo sus sentimientos. Sin embargo Rarity cogió y le dio un abrazo, cosa que sorprendió en principio a Hernando, aunque al final acabó aceptando el gesto con mucho aprecio.
Una vez que estuvo todo hablado Rarity estuvo buscando unos billetes que estuvieran en oferta para irse mañana, así como un hotel en el que alojarse durante su estancia en Los Santos. Afuera el sol comenzaba a teñir la bahía de Vice City de un color anaranjado brillante.
(Continúa en el siguiente mensaje)
Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
De igual forma el sol poniéndose tras el horizonte pintaba las frías aguas del océano pacifico, las cuales bañaban las orillas del este de San Andreas, junto al monte Gordo. Aunque para Fluttershy la vida parecía haber dado un giro de ciento ochenta grados, sobre todo ahora que Tree Hugger había vuelto a ella después de tanto tiempo. Mañana mismo habían quedado de nuevo, aunque esta vez sería ella la que acompañaría a Tree Hugger en su estancia en el desierto, para enseñárselo en todo su esplendor. Para ella el desierto no era su fuerte, aunque sólo por estar con ella sería capaz de soportar lo que fuera.
-Oh, Ángel, si supieras lo emocionada que estoy, tendré que ir yo, eso sí, pero estoy segura de que será un gran día…
Cuando tenía algo de lo que hablar, Ángel siempre era su mejor interlocutor, sobre todo cuando le cepillaba la cola, ya que se quedaba del todo quieto y podía contarle lo que fuera. Su gato también era otra opción, aunque en esos momentos se encontraba echando una de sus tantas siestas y no quería despertarlo.
-No sé qué haremos exactamente, pero supongo que daremos un paseo por el desierto, me dijo que me llevaría a ver el parque nacional de Señora, y luego iríamos a…
Fluttershy hubiera continuado de no ser porque oyó el sonido de un motor acercándose hasta su casa; echó un rápido vistazo por el hueco de la puerta entreabierta y entonces vio la figura de un coche parándose en el camino justo frente del porche. Un tanto extrañada debido a esto, aflojó por un breve momento la fuerza con la que sostenía a su conejo y este aprovechó la circunstancia para salir disparado de un salto, corriendo hacia afuera.
-¡Ah, no, espera Ángel, no te vayas!
Se levantó de golpe y fue tras él, saliendo afuera rápidamente, aunque en cuanto llegó al porche se encontró con que un hombre alto, calvo, de facciones rectas, gesto sobrio y vestido de negro se encontraba sosteniendo en sus brazos a Ángel, el cual le miraba con sus ojillos negros.
-Casi se escapa… por suerte he conseguido cogerlo a tiempo-comentó como quien no quiere la cosa.
Fluttershy, algo intimidada por la presencia de ese hombre, tardó un poco en responder, aunque finalmente llegó a murmurar.
-Gracias… aunque ¿Quién es usted y qué hace aquí?
Esta vez fue el hombre el que se quedó brevemente callado, como si estuviera escogiendo sus palabras para hablar y sosteniendo al conejo entre sus brazos.
-Estoy buscando a una chica de nombre Fluttershy… ¿la conoce?
-Sí, soy yo…
-Maravilloso… he venido a hablar de negocios con usted.
En cuanto escuchó la palabra negocios, las pupilas de Fluttershy se encogieron, mostrando por un breve instante un profundo y agudo miedo. Aunque, en un momento dado, la chica se repuso enseguida y contestó rápidamente.
-No sé de qué me habla…
-¿Ah, no? Qué raro, porque por lo que he podido llegar a averiguar sí que lo sabe… ¿ni siquiera piensa escuchar mi oferta?
-No… devuélvame a mi conejito y márchese, por favor-murmuró ella, con voz contundente.
Sin embargo el hombre no hizo nada de eso, sino que tan solo se limitó a sonreír con gesto sobrio y acariciando al conejo, el cual movía sus bigotes frenéticamente. En un momento dado comenzó a caminar en círculos, llegando a pensar en voz alta.
-Es extraño… siempre creí que los mejores siempre conservaban algo de sí mismos durante toda su vida. Estoy seguro de que usted, señorita Fluttershy, es una de esas personas que siempre están ahí. Y sin embargo, aquí está. Alejada de la sociedad, cual ermitaña, y con la sola compañía de unos meros y simples animales. Es un tanto triste…
Por un momento la chica no contestó, pero al final volvió a insistir.
-Márchese por favor…
-Pero si acabo de llegar…
-Me da igual, márchese y olvide que me ha visto…
-Me temo que eso no es posible, señorita Fluttershy… estoy aquí porque estoy buscando lo mejor de lo mejor. Y sé que usted es de esa clase de mejor.
-Ya no me dedico a eso-musitó ella, ocultando su mirada con su pelo.
-Sí, eso es lo que muchos siempre dicen. Yo soy un hombre de método, señorita Fluttershy, y siempre obtengo lo que quiero. Tan solo se lo estoy pidiendo amablemente, espero que usted me responda con la misma amabilidad.
-Y yo le estoy pidiendo amablemente que se marche…
-Y yo ya la he dicho que no puedo hacer eso. Amablemente, por supuesto.
Fluttershy se consideraba una persona tranquila y calmada, raramente se enfadaba y enervaba, aunque en ese momento ese hombre de aspecto extraño estaba consiguiendo lo que nunca antes nadie había conseguido.
-No se lo vuelvo a repetir. Me da igual lo que me tenga que decir, me da igual que esté buscando lo mejor, me da igual todo. Tan sólo márchese y déjeme en paz. Me retiré hace tiempo, búsquese a otra persona.
-Y yo se lo vuelvo a repetir, me temo que no puedo hacer eso. Verá señorita Fluttershy, resulta que mi jefe quiere resultados rápidos y precisos, de esos que no dejan huella, y por lo que me han contado usted es rápida, precisa y, lo más importante, no deja huella. Es por eso por lo que mi jefe se ha fijado en usted, y quiere que usted, y sólo usted, haga este trabajo. Sólo será uno y no habrá ninguno más, tiene mi palabra.
-Me da igual…
-La pido amablemente que considere mi oferta…
-No…
-No puede decir que no hasta que no me haya escuchado…
-Me da igual, le he dicho que no, fuera…
-Pero…
-¡He dicho que no!
Ese abrupto grito fue tan repentino que resonó por la falda del monte, llegando a resonar incluso en la distancia; hasta la propia Fluttershy se sorprendió debido a esto, asustándose debido a la potencia con la que había gritado, algo impropio de ella. Ante esa situación el hombre sonrió lacónicamente, llegando a murmurar.
-Ah, sí, puedo verlo… esa rabia escondida, esa furia indomable… creo que puedo entender por qué se refugia aquí, en medio de la nada. Sin embargo nada es eterno, y por mucho que intente acallarlo siempre va a estar ahí. Tan solo necesita… un pequeño empujoncito… y es entonces cuando surge… esa voz dormida…
Fue entonces cuando las manos del hombre se cerraron sobre el cuello de Ángel, el cual seguía en los brazos del hombre, muy quieto; Fluttershy se dio cuenta enseguida de lo que pretendía, sin embargo, antes de que pudiera moverse o hacer nada, el hombre lo asió por el pescuezo con fuerza y lo dobló hacia abajo. Ese horrible sonido se dejó oír con tanta claridad que a Fluttershy le dio la sensación de que su corazón se había doblado de igual forma, sin poder decir ni hacer nada más salvo el contemplar el ahora cuerpo muerto de Ángel en brazos de ese monstruo, el cual murmuró.
-Que ahora se libera…
Con ese apunte lanzó dejadamente su cuerpo frente a ella, cayendo pesadamente al suelo; Fluttershy lo miró con expresión horrorizada, llegando a dejarse caer de rodillas ante él. Lo cogió en brazos, con manos temblorosas y ojos envueltos en lágrimas, llegando a musitar por lo bajo.
-Ángel…
Hubo un breve y denso momento de silencio en el cual Fluttershy trató de gritar, llorar, dejarlo escapar, pero sin embargo nada salió de su boca. Tan solo podía mirar a su conejito con esa misma expresión de terror dibujada en su cara, como si hubiera mirado a los ojos a la mismísima muerte. Por su parte el hombre dejó caer una foto junto a ella, pudiéndose ver en la misma a un hombre sonriente, de pelo blanquecino y facciones redondeadas.
-Ése es el objetivo, se llama Jock Cranley, y ha sido elegido recientemente como gobernador de San Andreas. Recibirá diez mil dólares por su trabajo y no la volveremos a requerir nunca más. Mañana por la tarde, a eso de las siete, dará un meeting en el patio trasero del ayuntamiento de Los Santos. Eso es todo lo que necesita saber.
Por un momento no hubo nada, sin embargo Fluttershy llegó a musitar, con un deje de furia en su voz.
-¿Y si me niego?
-Oh, bueno, en ese caso tendremos que hacerle una visita a esa encantadora hippie que vive en el desierto de Señora…
Fue en ese mismo instante cuando la expresión de Fluttershy cambió a una de puro miedo, mirando al hombre con gesto suplicante y sin tener que decirle nada. Este, de igual forma, no se molestó en decirla nada más, acercándola la foto con el pie en un gesto cortante y finiquitador. Sin decir nada más el hombre regresó a su coche y se marchó por donde había venido, dejando a Fluttershy hincada en el suelo y mirando en dirección hacia donde el coche se había ido, con un gesto en blanco dibujado en su cara.
Finalmente no pudo más y dejó escapar un agudo grito, tomando en brazos a Ángel y abrazándolo con todas sus fuerzas, al tiempo que comenzaba a sollozar incontrolablemente. Entre lloros y estertores de pura pena, llegó a musitar.
-Lo siento… lo siento, Ángel, lo siento… perdóname…
Su lamento resonó por todo el monte Gordo, al tiempo que el sol terminaba de ocultarse bajo el pacífico.
De igual forma, en Liberty City los últimos rayos de luz del sol se escondían más allá del estado de Liberty, al tiempo que la ciudad comenzaba a iluminarse. Por parte de Pinkie hacía tiempo que ya había decidido. No había sido fácil para ella, había estado sopesando tanto los pros como los contras, teniendo en cuenta multitud de factores, y ahora estaba del todo segura.
-Mamá, papá… lo he estado pensando mucho y… sí, iré allí.
-Oh, cariño, eso es estupendo… sé que no habrá sido fácil para ti, pero estoy segura de que a la larga te hará mucho bien.
-Sí, lo sé, aunque lo malo es que tengo algunas cosillas pendientes aquí y me da cosa cancelarlas…
-No te preocupes por eso, cariño, yo me encargaré de todo en tu ausencia.
-¿De veras? ¿Crees que podrás con todo?
-Sí, seguro que sí, además, me servirá para distraerme un poco…
Ante eso Pinkie abrazó con fuerza a su madre, al tiempo que decía.
-Gracias mami…
-Oh, lo que sea por ti, cariño… te mereces lo mejor. Hablaré con mi amiga para avisarla que irás mañana ¿vale?
Pinkie tan solo asintió con la cabeza, sonriendo levemente.
-Yo me encargaré del billete de avión-comentó en ese momento su padre.
-Será mejor que vayas haciendo la maleta, eso sí.
-Vale.
Pinkie regresó a su habitación, comenzando a sacar toda la ropa que se llevaría para ir guardándola. La promesa de un nuevo trabajo y la posibilidad de aprender mucho más la alentaba a irse, aunque lo que más la animaba a dar el paso era que podría volver a ver a su hermana Maud, a la cual tenía intención de dar una gran sorpresa. Debido a esto hizo la maleta con más ganas que nunca, deseando que llegase mañana. Afuera Liberty City se encontraba más despierta que nunca.
La noche cayó sobre San Andreas como un manto denso y pesado, sobre todo para una familia que, en esos momentos, se encontraba destrozada. Había sido un día muy largo y muy duro, tanto Applejack como Big Mac habían pasado la mayor parte del tiempo en el centro médico de Sandy Shores, donde habían llevado el cadáver de su abuela y donde se la había notificado como fallecida, además de hacerla la consiguiente autopsia, revelándose que había muerto por un ataque cardíaco. El resto de la familia había estado de aquí para allá, entre casa y el centro médico, recibiendo multitud de llamadas durante todo el día de otros miembros y conocidos que se habían enterado de la funesta noticia. En esos duros momentos toda la familia Apple estaba de luto, y eso se notaba desde el primer momento.
Centro médico de Sandy Shores
Aunque para entonces ninguno de los miembros no sabía qué podía ser peor; si la muerte de la gran matriarca de la familia o la pérdida de toda su cosecha. Aun a pesar de la fumigación la carpocapsa había atacado durante la otra noche y se había cebado con la mayor parte de sus manzanas, dejándolas completamente inservibles. Debido a esto se enfrentaban de nuevo a otra etapa de declive económico que llegaba sin duda alguna en el peor momento de sus vidas.
También habían llamado a un notario para que les ayudase a la lectura de las últimas voluntades de Granny Smith, aunque para eso faltaba un detalle que era fundamental.
-No sé si en algún momento su abuela le dijo si había hecho testamento o no, el caso es que necesito el documento en sí para poder certificar el reparto de posesiones y garantizar la herencia familiar…
-No… no sé, la verdad es que nunca hablamos de eso, igual sí escribió algo, lo tendría que mirar…
-En tal caso podemos esperar un poco antes del entierro, si encuentra algo hágamelo saber. En caso de que no hubiera nada habría que hacer una declaración de herederos ante el juez, y eso llevaría más tiempo.
-Vale, no se preocupe, en cuanto llegue a casa lo buscaré…
-Muy bien, pues en ese caso estamos en contacto. Ah, y la acompaño en el sentimiento.
-Gracias…
El notario se fue del centro médico, al mismo tiempo que llegaba una llamada al móvil de Applejack.
-¿Sí?
-Hola Applejack, soy Fritter, te llamo para comentarte que Applebloom ya se ha dormido…
-Ah, vale, gracias Fritter, pero es que no he podido estar con ella en ningún momento…
-No te preocupes, prima, he estado hablando con ella, confortándola, y lo entiende perfectamente…
-Ya, pero aun así…
Por un momento hubo un breve pero densísimo silencio que cayó entre ellas como una losa pesada.
-¿Venís ya a casa?
-Sí, sólo queda terminar de arreglar el entierro para mañana, iremos enseguida.
-Vale, pues os esperamos.
-Muy bien, hasta ahora.
Applejack colgó y se quedó en el pasillo del centro, esperando a su hermano, el cual se presentó al cabo de unos pocos minutos.
-Bueno, pues ya está, acabo de hablar con la iglesia de Hill Valley, en Great Chaparral, ellos se encargarán del entierro mañana.
-Vale…
-¿Hablaste con el notario?
-Sí, tenemos que mirar a ver si la abuela había escrito testamento…
-En ese caso vámonos ya, hemos terminado del todo aquí.
Applejack se limitó a asentir mecánicamente con la cabeza y se dirigieron hacia la salida; su hermano mayor pasó un brazo por sus hombros y la acercó hacia él en un gesto reconfortador, al tiempo que ella se dejaba hacer sin decir nada.
En cuanto salieron del centro médico vieron una figura familiar cerca de allí, apoyada en una barandilla cercana; en cuanto les vio Trevor Phillips se dirigió a ellos con gesto sincero y murmuró.
-Me acabo de enterar, solamente venía a deciros que siento vuestra pérdida…
Los dos le miraron fijamente, sin saber muy bien si creerle o no, aunque finalmente Applejack murmuró de forma cortante.
-Gracias, Phillips. Ahora, si nos disculpas…
-Claro.
Trevor les despidió con rápido gesto y ellos se dirigieron a su minivan, aparcada allí cerca y regresando a Grapeseed. Big Mac condujo durante todo el trayecto mientras que Applejack miraba el nocturno paisaje que el desierto de Señora les ofrecía, con un gesto en blanco grabado en su cara. Nada más llegar el resto de la familia les recibieron con un gran abrazo grupal, sintiéndose sin embargo un poco vacío; todos se veían agotados, con restos de lágrimas en sus mejillas y los ojos enrojecidos. En un momento como ese Applejack trataba de reprimir sus sentimientos, pero no pudo por mucho que lo intentó y lloró en silencio, arropada por los suyos. En ningún momento nadie dijo nada, no era necesario, el propio ambiente hablaba por ellos.
Sin decir nada, uno por uno se fue retirando a sus respectivas habitaciones, pues nadie tenía hambre o ganas de cenar. Por su parte Applejack subió hasta la habitación de Applebloom, asomándose un momento y viendo que se encontraba dormida. Con precaución para no despertarla se acercó a ella y pasó una mano por su cabeza, en un gesto lleno de cariño. En sus mejillas y en las rendijas de sus ojos aún quedaban algunos restos de lágrimas, evidenciando que había estado llorando. Eso no hizo más que hacer sentir un poco peor a Applejack, la cual susurró.
-Lo siento, Applebloom… no he podido estar ahí contigo cuando más me necesitabas… ojalá puedas perdonarme…
Tras eso le dio un suave beso en la frente y se retiró de la habitación, dirigiéndose esta vez a la de su abuela. Ver su cama vacía la dio una sensación extraña en la boca del estómago, pero aun así hizo de tripas corazón y estuvo buscando algo que se pareciera a un testamento entre las cosas de su abuela. Se sintió fatal por el solo hecho de hacerlo, puesto que nunca revolvía las cosas de su abuela sin su permiso, pero en ese momento necesitaba encontrar lo que estaba buscando. Miró en su cómoda, luego en el tocador y después en el amplio armario, pero no encontró nada. Se dirigió entonces al único lugar que la quedaba y estuvo mirando en la mesita de noche, encontrando entonces algo en el cajón inferior, guardado en una vieja carpeta. Dentro había un desgastado y amarillento sobre, en el cual se encontraba una extensa carta en la que reconoció la letra de su abuela, comenzando a leerla al instante.
Querida Applejack
Si estás leyendo esto, eso significará que yo ya no estoy contigo. Para entonces habrá pasado mucho tiempo y yo seré ya muy vieja, tan vieja que la vida me habrá dicho basta y yo me habré rendido ante ella, como todo ser viviente de este mundo.
Antes de decirte nada, voy a pedirte algo: no estés triste. Yo ya he vivido mucho, la vida me ha enseñado de todo y yo te he enseñado y criado lo mejor que he podido. Si alguien te conoce mejor que nadie esa soy yo, Applejack, y estoy segura de que de cara a los demás tratarás de verte fuerte y madura, pero yo sabré bien, esté donde esté, que eso no será así. Por eso te pido que no dejes que la pena te envuelva y se lleve tu fuerte y trabajador espíritu. No llores por mí, Applejack, no hace falta.
Eso por un lado. Ahora, por parte de la herencia se refiere quiero que sepas que dejo en tu posesión absolutamente todo: nuestras tierras, todas nuestras posesiones, nuestra razón de ser y todo aquello que nos hace a los Apple tan especiales. Porque sabes tan bien como yo que lo más valioso que tenemos somos nosotros mismos, nuestra familia y nuestros valores. No olvides nunca eso, Applejack, estoy segura de que lo atesorarás muy bien. Aparte también tengo unos ahorrillos guardados en mi antigua cuenta bancaria que aún sigue vigente, te dejo todos los detalles aparte en este mismo sobre, ya sabes que nunca se me ha dado bien la parte técnica de estas cosas. Estos ahorros los he ido guardando a lo largo de toda una vida cultivando la tierra, y en caso de necesidad podréis disponer de ellos cuando sea preciso. Úsalos bien.
Por otro lado también quiero decirte que si hay algo que me hace sentir especialmente orgullosa esa eres tú, Applejack. Aún a pesar de todo tú siempre has estado ahí, saliendo adelante, con un fuerte ánimo y un espíritu muy especial. He visto cómo crecías y te hacías mayor, pasando de ser una adorable niña a una fuerte, madura e independiente mujer, capaz de todo por su familia. Sólo por eso ya estoy orgullosa de ti, Applejack, y me alegro ver que he hecho un buen trabajo educándote y enseñándote todo lo que debes saber. Y, pase lo que pase, suceda lo que suceda, nunca te rindas, sigue trabajando duro por ti y por tu familia. Porque sé que eso será lo primero que harás.
A partir de aquí ya vendría la despedida, pero ya sabes que yo nunca he sido muy de despedidas, así que considera esta parte como un párrafo más. Cuida de todos los demás, especialmente de la pequeña Applebloom, y dila de mi parte que su abuela la quiere. Y dile a Big Mac de mi parte que hable un poco más, a ver si así se echa una novia. Y por mi parte hacia ti, ya lo sabes.
Te quiero y te querré siempre, tu abuela.
Granny Smith
Una vez que terminó Applejack estrechó la carta contra su pecho, sin poder evitar llorar como nunca antes lo había hecho. No quiso montar un escándalo para no despertar a los demás, por lo que lo hizo en silencio, mordiéndose la lengua, y dejando escapar todo lo que sentía.
-Yo también te quiero, abuela…
Dos lágrimas resbalaron por sus mejillas y cayeron sobre el papel, mojándolo levemente. Afuera la noche era más cerrada que nunca.
Te voy a escribir toda enterita... cachito a cachito... con todo lujo de detalles...
¡Qué bárbaro! Este capítulo fue súper extenso. 15169 palabras según el aviso de la alerta/ historia. Fue complicado hacer un review de un texto tan denso, tuve que ir poco a poco tomando nota conforme leía. Pero lo bueno de este capítulo es que hubo más desarrollo de los personajes que en el anterior.
Veamos… un capítulo de 15169 palabras con una abuela que esta moribunda y acaba muerta, casos de droga y lucha de mafias, Rainbow siendo perseguida por alguien que contrata mercenarios para matarla, Granny Smith muerta por un ataque cardiaco, Twilight cayendo víctima de un red de delincuentes, que ahora la convertirán en una esclava sexual o en traficante, etc. ¿De verdad todo esto es menos fuerte que mi one-shot de “Vendida”? Lo siento pero nunca podre entender ni aceptar su retirada, trato de justificarlo pero me es físicamente imposible.
APPLEJACK Se levantó y se encontró con que las manzanas habían sufrido una plaga, pero lo peor para ella fue encontrarse a su abuela moribunda. Big Mac tuvo que intervenir y el resto de la familia se llevo lejos a Apple Bloom. Al final Granny Smith murió por un ataque cardiaco.
La carpocapsa atacó su cosecha, echándola a perder. Te dije que no me fiaba de ese fumigador.
Granny se lo dejó todo a Applejack. Mmm, me pregunto cómo se lo tomará el resto de la familia.
Me hubiese gustado saber algo más sobre las emociones de Apple Bloom.
RARITY Los Seymour Sanders tienen algún negocio hay montado con alguna banda local. Mmm, ahí falta información que seguramente se verá en futuros capítulos. Asique San Andreas es un punto intermedio de las drogas que trafica Rarity. Pienso que un caso muy complicado, si ella se precipita al actuar podría ser perjudicial, pero también sería dañino esperar demasiado para mover ficha.
¿Los Sanders se marcharon de su base de operaciones? Mmm, seguramente fue una retirada estratégica.
¿Rarity consiguió información de uno de los ordenadores de los Sanders? Es extraño. Si ellos se marcharon entonces ¿Por qué dejaron rastros informáticos detrás de ellos?
Al final Rarity decidió marcharse de detective a los Santos y dejó a Hernando a cargo de sus negocios. Me imagino que no se irá sola, tendrá que pensar en su protección personal.
RAINBOW DASH Creo que te equivocaste cuando pusiste “Bof, qué rollo… me aburro-pensaba Rainbow, mientras esperaba a que el semáforo se pusiera en rojo”. ¿En rojo? Sera que se ponga en verde para que Dash pueda cruzar, a menos que realmente quiera cruzar en rojo para volver loco a la circulación, xdxddd.
Recibió una falsa llamada de los Wonderbolts pero en realidad eran “The Lost MC”. Ellos intentaron matarla, lo raro es que su líder digo: «Nos han pedido que te diésemos plomo» O sea… ¿Qué alguien contrató a los MC para asesinar a Rainbow?
¿La chica fue detenida? Jo. ¿Por qué no se detuvo también a los moteros?
No me puedo creer la aptitud de la policía. Multaron a Dash pero no hicieron nada contra los moteros, ni siguiera les interrogaron para averiguar quién les contrató. ¿De qué van esos tíos uniformados?
Al final Dash y Thunderlane decidieron mudarse al condado de Los Santos. Mmm, no es del todo una buena idea, sus perseguidores podrían seguirlos, y los matones se trasladarían de un Estado a otro.
TWILIGHT SPARKLE Tomar atajos nunca resuelve las cosas rápido. Debió de seguir con la recaudación iniciada por ella y sus amigos en vez de invertir en Bolsa. Al menos Spike no se encontraba en el apartamento, de lo contrario se hubiese visto amenazado.
¿Esa matona era Sunset Shimmer?
250.000 dólares en total y Twilight se gastó 145.833, la diferencia serían 101.167 dólares y no ciento cuatro mil ciento sesenta y siete que es lo que pusiste.
Ahora Twilight se verá esclavizada por los mafiosos, quienes la convertirán en una traficante o en esclava sexual, o en ambas cosas.
PINKIE PIE Su madre la consiguió una posible oportunidad de adquirir experiencia profesional como pastelera y hacer meritos para la escuela de hostelería, pero eso supondría irse a San Andreas. Finalmente decidió irse y sorprender a su hermana Maud.
FLUTTERSHY El lado oscuro nunca permite tan fácilmente que alguien se libere de él. A pesar de que ella intentó dejar atrás su antigua vida de francotiradora ahora la amenazan para que asesine a Jock Cranley.
Ángel murió. Nunca me ha gustado ese conejito pero me dio lástima su muerte.