[ROL] El fin de los ponis (PARTIDA) (COMPLETO)

[edgareo]

La vista del fuego consiguió el objetivo que Mad buscaba, tranquilizarse. Con una leve sonrisa, empezó a recorrer con su mirada a sus otros componieros, y notó como Minerbat le hacia unas señas, para luego lanzarle un papel que el procedió recoger con cuidado de que no le viesen. Cuando leyó el contenido, siempre con disimulo, volvió a apartarlo y lanzarlo, con cuidado y sin llamar la atención, hacia Nana, mientras reflexionaba sobre el contenido de la nota.

[HeyThereNana]

Nana cogió el papel que Mad le lanzaba y lo leyó rápidamente, para luego tirárselo a Sharp, camuflando el gesto. Luego miró a su compañera y se sonrió a sí misma. Sabía que tenía un plan. Había parte de ella que era todo cerebro y se estaba poniendo en marcha.

[Quetzal]

La bola de papel le dio a Sharp en el hocico y soltó un pequeño resoplido de sorpresa. Esto alertó un poco al guardia, pero Sharp ocultó rápidamente con su cola el papelito.

Lo abrió con mucho disimulo, esperando alguna clase de elaborado plan... para ver símplemente cómo Minerbat se jactaba de ser ahora la mandamás.
No pudo evitar soltar un suave relincho de frustración. El resto de sus compañeros parecían saber algo que ella no. No estaba en las mejores condiciones, quizá debería confiar en ellos. Se propuso que así haría. Quizá debía pasárselo ahora a Quaver.

En un parco momento de distracción del guardia grifo a ojos de la pegaso, le entregó el papel de nuevo doblado a Quaver, lanzándolo con las plumas terminales de sus alas para que fuera más silencioso el gesto.
En su fuero interno sintió un pequeño placer. Porque ella era la última. Y sólo habría una manera de hacerlo desaparecer.

[McDohl]

Quaver Note estaba terminando de hacer desaparecer la nota de Golday... cuando cayó junto a ella uno de los folios, ahora arrugados, que le había pasado a Minerva.

De espaldas al guardia y con la cabeza agachada, la unicornio procedió a leerlo. Por un lado sintió una leve sensación de alegría, pues indicaba que la poni vampiro tenía un plan... pero pronto se tornó en un impulso de lanzar un suspiro, pues ahora debía deshacerse de aquella nota también, algo que empezó a hacer una vez mas mientras deseaba que aquella forzada digestión no fuese en balde.

[Volgrand]

Volvéis a oír pasos. Esta vez se acercan cuatro grifos, entre ellos Goldark y Golday. Padre e hijo caminan al lado.

—Bueno, pequeños ponis. Viendo vuestras pertenencias y diarios no parece que vayamos a obtener las respuestas que queremos. Así que os lo preguntaré directamente: ¿Qué hizo Celestia con el dios Sol? ¿Os habéis decidido ya a hablar?

La sonrisa entre prepotente y desquiciada del líder de esa hermandad no auguraba nada bueno. Golday no pareció hacer nada respecto a la velada amenaza de Goldark, al menos de momento.

[Quetzal]

Sharp se levantó del suelo y se crujió el cuello antes de hablar. Estaba cansada de todo, sólo quería que terminara, y en su fuero interno albergaba la esperanza de que el líder, aunque loco, atendiera a razones.
"Goldark era, ¿no? Por favor, mírenos. La mayor de nosotras sólo tendría veinte ciclos, éramos todos potrillos cuando Eso ocurrió. Nadie confía cosas importantes a potrillos. Y aunque lo hicieran, se nos olvidarían, a esas edades sólo querríamos jugar y poco más. Llevamos muchos ciclos intentando sobrevivir. Nadie en su sano juicio perdería el tiempo con cosas sin salida en nuestra situación." Y tomando una bocanada de aire, continúa casi suplicante: "Por favor, nadie le oculta nada, nadie sabe nada. Somos una panda de inadaptados. Sólo eso."
Estaba desesperada, no mucho más podía hacer.

[Volgrand]

Sharp se levantó del suelo y se crujió el cuello antes de hablar. Estaba cansada de todo, sólo quería que terminara, y en su fuero interno albergaba la esperanza de que el líder, aunque loco, atendiera a razones.
"Goldark era, ¿no? Por favor, mírenos. La mayor de nosotras sólo tendría veinte ciclos, éramos todos potrillos cuando Eso ocurrió. Nadie confía cosas importantes a potrillos. Y aunque lo hicieran, se nos olvidarían, a esas edades sólo querríamos jugar y poco más. Llevamos muchos ciclos intentando sobrevivir. Nadie en su sano juicio perdería el tiempo con cosas sin salida en nuestra situación." Y tomando una bocanada de aire, continúa casi suplicante: "Por favor, nadie le oculta nada, nadie sabe nada. Somos una panda de inadaptados. Sólo eso."
Estaba desesperada, no mucho más podía hacer.

Goldark se gira hacia Sharp.

—Mientes. Salvo la pequeña el resto debéis tener la edad de mi hijo, tendríais seis o siete años cuando murió el dios Sol. Algo debéis recordar.

[Pandora]

"Ya están aquí."

"Sabes ya qué decir, ¿verdad?"

"Espero que salga bien."

"Saldrá bien."

Goldark, flanqueado por su hijo y otros guardias, les preguntó qué sabían. Sharp le contó que apenas eran críos y que no les confiarían nada importante a ellos, sin embargo el grifo la acusó de mentir.

Minerbat se quedó un rato callada, sonriendo, y de repente se echó a reír. Luego alzó la cabeza, y, de forma extraña, sus ojos cambiaron de color: se volvieron de un cálido tono marrón en vez del llamativo rosa de pupila felina que solían ser. Carraspeó un par de veces y tomó aire.

-He de confesar algo. Yo... Tengo dos personalidades a raíz del cataclismo. Somos dos en el mismo cuerpo. Una parte soy yo, la Minerva original -sus ojos volvieron a cambiar a rosa-. Y la otra soy yo. Ella me llama Minerbat, y desde el cataclismo soy quien lleva las riendas del cuerpo de Minerva. Ella es la parte práctica y yo, la fuerza bruta. No me cuesta asesinar si puedo hacerlo y no me he arrepentido jamás. -de nuevo, sus ojos cambiaron-. Sin embargo esta otra personalidad es inestable, me cuesta mucho controlarla y de hecho, ahora mismo me está siendo muy difícil hablar con vos, Goldark. Sin embargo, hay algo que debo confesar sobre el cuaderno que os di... Ese no es el único cuaderno que he escrito -tras una pausa, prosiguió-. Mi objetivo principal ha sido siempre descubrir qué ocurrió con el sol, pues es posible que su desaparición hiciera posible mi cambio. Lo llevo investigando desde hace muchos ciclos... Mucho antes de unirme a ellos. Hace tiempo encontré unos tratados antiguos que explicaban cómo Celestia usaba su magia para convocar al sol, cómo se comunicaba mágicamente con él y unían sus energías mágicas para que ella le permitiese elevarlo. Sin embargo, no soy unicornio, por lo que para mí era algo casi inútil, por lo que los oculté. Mis investigaciones está en ese cuaderno, que mantengo escondido de todo el mundo. Podríamos decir que me he acabado convirtiendo en una estudiosa del sol -tras un espasmo, en el que agitó la cabeza con violencia, sus ojos se volvieron rosas-. Les engañé para que me acompañaran al lugar donde nos capturásteis, pues Minerva y yo creíamos que allí podríamos conseguir información que realmente nos sirviera. Ellos no sabían nada, evidentemente. Viajo con ellos porque, de alguna manera, consiguen mantenerme estable. En alguna ocasión maté a algunos miembros que eran... Inservibles para mí. Este grupo que somos ahora, además de Minerva, son los que controlan que no pierda la poca cordura que tengo y mi furia ciega acabe con todos.

Haciendo una pausa, miró a sus compañeros con desdén. Pobres ilusos. Su plan estaba saliendo bien, en realidad. Casi habían conseguido encontrar algo útil. No esperaba haber tenido que contar la verdad tan pronto.

-Cada uno de ellos tienen algo que es capaz de controlarme, y a la vez, tienen habilidades capaz de ayudarme a encontrar lo que busco. Por esa razón no los he matado... Aún. Me son necesarios. De hecho, ha sido un favor que matárais al otro. En realidad no me servía para nada. Me librásteis de tener que mancharme los cascos -una cruel sonrisa apareció fugazmente en el rostro de la batponi-. Sin embargo, lo que mantiene a Minerva consciente es el diario que porta siempre. En él ha escrito toda nuestra historia y avances de nuestro estado, además de aquellos que nos acompañan. Es el diario que la mantiene cuerda, pues con él mantiene la espeanza de que, en algún momento, podrá volver a controlar su cuerpo. Pero ahora que ya no lo tiene... Somos inestables. Minerva está cada vez más desesperada y a mí cada vez me cuesta menos asumir el control. En menos de un parpadeo podría matar a este unicornio antes de que pudiera darse cuenta -musitó, mirando distraidamente a Mad Fire.

De repente apretó los dientes, agitando la cabeza y gruñendo con fuerza.

"Minerbat, este no era el plan."

"Cállate, maldita sea, ahora mando yo."

"¡NO PUEDES ESTAR HACIÉNDOME ESTO! ¡ES MI CUERPO!"

"MIRA CÓMO LO HAGO, IMBÉCIL."

Tras resoplar un poco, retomó la compostura. Sus ojos brillaban aún más si cabe, y una sonrisa triunfal pasó a sustituir su mueca de esfuerzo. Cruzando las patas, adoptó una postura erguida y orgullosa.

-Noto que pronto la voluntad de Minerva es cada vez menor. Si desaparece, con ella desaparecerán las posibilidades de encontrar una... cura, para este estado, en el caso de que la haya, porque, siendo sinceros... La investigación me importa una mierda ahora mismo. Aun así, por mucho que me guste tener un cuerpo y mente propios, si su voluntad desaparece, así lo hará la mía por mantener el control. Seré yo misma, simplemente: no tendré conciencia, ni motivos por los que seguir manipulando a estos pusilánimes a mi antojo. Algo que en realidad... es muy sencillo -asintió con la cabeza, dándose la razón.

[edgareo]

Mad escucha sorprendido a, la que creia hasta ahora, su componiera. No podia creer que les hubiera estado engañando este tiempo. El unicornio nunca juzgaba a los demás por sus actos, y siempre estaba dispuesto a dar una pata por ellos, pero nunca se hubiera pensado que le engañarian y utilizarian de esa forma. Se estremecio levemente ante la..."amenaza" de la batpony, y tan solo agachó la vista, pensativo y sobretodo, decepcionado.

[Quetzal]

Sharp Eye estaba casi catatónica por la confesión de Minerbat. Le había salvado la vida (más o menos) sólo porque era un peon de su retorcido juego de ajedrez.
El poco orgullo que le quedaba, tan propio de los pegasos, hirvió en ella apenas se pasó si impacto inicial. Sería de todo, menos pusilánime.
"¡Serás hija de..!" Gritó, mientras intentaba lanzarse contra ella para arrancarle el cuello a mordiscos. "Confiábamos en ti, maldita sea. ¡Lo sabías todo este tiempo! Si te alcanzo te juro por Celestia que te quitaré esa sonrisa a coces!"
No estaba en sí. Ella era la que debía de haberles engañado a todos, y ahora se sentía como una completa estúpida. Primero lo de "ser la jefa" y ahora esto. Inaceptable para ella.

[McDohl]

Quaver Note escuchó estupefacta lo que acababa de oír... y se tomó unos minutos para digerir aquellas palabras.

Todo y cuanto había oído confesar a su compañera de celda... lo que les había llevado hasta allí... lo que habían vivido desde que se encontraron en aquellos primeros días de confusión y oscuridad...

Mientras tanto, sus compañeros, su familia, empezaba a escandalizarse por tamaña revelación. Hacía menos de un ciclo, seguían siendo una familia unida y ahora aquello parecía resquebrajarse. La unicornio quiso tratar de recurrir a la magia que le había servido para calmar los ánimos de todos cuando volvieron de la torre de los perros diamante, pero su recurso se vio frustrado por aquel casco que le habían colocado.

Y tras tratar de calmar, en vano, los temblores de su cuerpo, hizo lo que se podía esperar que hiciese en una situación así:

Trató de cantar... pero sus compañeros notaron como pese a abrir la boca, ninguna nota salía de su garganta. Su rostro mostraba de nuevo una expresión que solo aquellos que la habían visto salir del refugio habían visto reflejado en su joven rostro al ver su tierra devastada. La unicornio notó como se le revolvía en el estómago la nota que se había tragado unos instantes antes y se encomendó a aquel dolor con tal de poder superar aquel amargo momento. Algo en el fondo de su ser deseó que aquello fuese una pesadilla, pero al mismo tiempo se aferró a una esperanza que parecía vana, como un frágil tocón en medio de un naufragio, confiando en que aquella sensación fuese la correcta y que así pudiesen acallarse unos viejos temores que empezaban a resurgir. Las palabras de la nota de Minerva daban vueltas en su cabeza como un mantra que se esforzó en repetir, como si por algún motivo al dejar de hacerlo fuese a olvidarlo por completo.

[agustin47]

No... Espera, no puede ser... Osea que... ¿Mi padre tenía razón? Una de ellos sabe qué pasó con Skamash. Lo saben, y no pensaban decirlo. Mintieron, dijeron que no tenían nada que ver, y todo eso mientras yo los defendía. Y yo intentando ayudarlos...

No, espera, no todos. Se nota que los demás no tenían ni idea, tenía razón respecto a ellos. Pero la batpony... la batpony lo sabe. Esto no quedará así. Se ha burlado de mi buena fe, y yo mientras intentando salvarlos, intentado liberarlos a escondidas. Definitivamente esto no quedará así.

[McDohl]

Tras repetir varias veces aquella frase en su cabeza, los llorosos ojos de Quaver se dirigieron hacia Minerva y los clavó en la poni vampiro, que parecía sentirse henchida de orgullo.

Minerva lo detectó, pues cayó en la cuenta de que Quaver Note había empezado a gesticular de forma basta hacia ella. Los gestos eran mas bruscos que de costumbre, pero Quaver se esforzó por que lo que le trataba de describir fuese lo mas claro posible.

La cara de Minerva se torció en una mueca de extrañeza y ligero desprecio a media que interpretaba los gestos de la unicornio.

-¿A que viene ahora que me repitas una y otra vez lo mismo? ¿Que no puedo tiraros como un folio arrugado? ¿Que no lo puedes resistir? ¿Que no tiene sentido? ¿Que se te rompe el corazón? Tu eres tonta, ¿verdad? Minerva puede querer ayudaros, pero yo... yo prefiero romper con todo eso.

[Volgrand]

Goldark escucha ciertamente alucinado y encantado todo lo que le dice Minerbat. La reacción de los compañeros de la vampony no hacen más que confirmar que todo parece encajar perfectamente. Cuando Quaver note deja de gesticular, Goldark ríe profundamente.

-¡Parece que hemos dado en el clavo! -exclama-. Así que esta pequeña poni sabe sobre qué le ocurrió al Dios Sol, ¡os dije que algo tenían que saber! Vamos a ver, Minerva, o Minerbat, o como demonios te quieras llamar... ¿Qué sabes, exactamente? Mis hombres han leído el diario que tenías, pero si no es ese, ¿dónde está el otro? ¿El que de verdad me importa?

[Pandora]

Minerbat sonrió ante la reacción de sus compañeros. Cuánta decepción, cuánto odio... Casi se sentía a gusto, de no ser porque estaba atada hasta el cuello. Goldark mostró interés en ella, e incluso la llamó por su nombre. Carraspeando, sonrió en dirección al grifo.

-Está bastante lejos de nuestra localización, pero como me importa realmente poco toda la investigación, no sé exactamente el lugar -frunció el hocico con disgusto-. Minerva lo sabe, sin embargo no está en... condiciones para hablar. Sin el cuaderno su voluntad ahora mismo es un cúmulo de pensamientos inconexos incapaz de darte una respuesta lógica y concreta del paradero del cuaderno solar -respondió.

Cerró los ojos y frunció el ceño, apretando los dientes con esfuerzo. de nuevo sus ojos cambiaron a marrón. Minerva miró a su alrededor confusa, como si fuera la primera vez que veía aquel lugar, y comenzó a cantar. La misma melodía que Quaver había cantado durante el primer encuentro con los grifos. . Después de cantar musitó unas frases ininteligibles antes de dejar caer la cabeza pesadamente, como si se hubiera desmayado de repente. Acto seguido sus ojos volvieron al tono rosa de Minerbat.

- ¿Ves? Ahora ya ni siquiera sabe hablar -respondió con fastidio la batponi.