Capítulo 15 – Claro de luna, segunda parte
Aún podía sentir en su cuello el frío transmitido por el metal de aquellas sierras. La alicornio nunca había imaginado que alguna vez podría llegar a temer por su vida como lo hizo en aquel momento, pues no le era difícil darse cuenta de que aquella enemiga estaba dispuesta a todo con tal de borrarla del mapa. Pero para suerte de las princesas, la misma había cometido el terrible error de confiarse, de dar aquella pelea por ganada sin saber a lo que se enfrentaba.
Por un breve momento, el sonido de la lluvia contra aquel descuidado techo de madera fue lo único que las ponis en el interior de la cabaña pudieron oír, cuando un nuevo relámpago iluminó la estancia, seguido por un potente trueno. Aquel destello iluminó la máscara con terminación en pico de la poni aprisionada, la unicornio de manto blanco cuyos ojos azules permanecieron clavados en sus captoras en todo momento, sin mostrar sentimiento alguno.
De pronto, el cuerpo de la unicornio blanca fuera de la jaula resplandeció al tiempo que su tamaño aumentaba. Cuando dejó de brillar, su marca había pasado de ser una margarita a un sol, y su larga melena, ahora de tres colores, ondulaba majestuosamente. Quien ahora reconocía como una de las gobernantes de Equestria le dedicaba una fría mirada, mientras que la compañera de aquella se desprendía de su gabardina y su peluca, extendiendo sus acalambradas alas, siendo esta nada más y nada menos que la princesa de la armonía.
—Yo empezaré. —Intervino Twilight, dando un paso al frente—. ¿Por qué atacaste al dragón y a la unicornio en la mansión bajo la montaña? —Inquirió, intentando contener la ira que bullía en su interior. Pero la prisionera no se inmutó, ni tampoco respondió.
—Te recomiendo que empieces a responder a nuestras preguntas, si no quieres que las cosas se tornen aún más difíciles para ti. —Sugirió Celestia, al tiempo que el aura mágica que cubría la jaula hacía crujir la madera, comprimiéndola, y reduciendo el tamaño de la celda. Twilight se sorprendió, pues no esperaba un actuar así por parte de su antigua mentora.
—Esas son palabras mayores, Celestia. No te atreverías a lastimar a uno de los ponis que habitan tu reino aunque tu vida dependiera de ello. —Dijo finalmente, pero la deidad respondió sin cambiar su tono.
—Puede que tengas razón. Pero no estamos hablando de mi vida aquí, sino de la de mis súbditos, a quienes tú has puesto en peligro. Y si no empiezas a cooperar con nosotras, me veré obligada a tomar medidas drásticas. —Declaró mientras el espacio de la jaula se reducía aún más. La enmascarada supo entonces que la deidad no estaba jugando con ella; Celestia estaba dispuesta a comprimir su cuerpo hasta el final si no le daba lo que quería—. Ahora contesta a la pregunta que te hicieron. —Continuó, y la cautiva cerró sus ojos.
—No fue nada personal. —Comenzó—. Se estaban acercando mucho a información que lo es incumbía, y me vi obligada a tomar la única opción posible para que esa información no escapara de aquella mansión. Es tan simple como eso. —Dijo fríamente, y por un instante la alicornio lavanda no dio crédito de aquellas palabras.
—¿Por qué llegar a ese punto? ¿Por qué intentar resolver las cosas de una manera semejante? —Cuestionó la alicornio blanca con seriedad.
—Porque hay secretos de los ponis ordinarios no deberían conocer. Tú lo sabes mejor que nadie, Celestia. —Respondió secamente, y Twilight se adelantó nuevamente.
—¿Acaso... acaso tu eres Moonlight Sonata? —Inquirió Twilight. La enmascarada ni siquiera abrió los ojos antes de responder.
—Jamás he escuchado ese nombre en mi vida. —Respondió sin cambiar su tono.
—Moonlight Sonata, la poni a la que pertenecía este lugar. No es casualidad que la buscáramos a ella para llegar a ti, y tú te hayas presentado antes.
—El mundo está lleno de casualidades, Twilight Sparkle. Yo solo estaba viviendo aquí. Que me hayan encontrado en este lugar es una mera coincidencia.
—Eso es una mentira. —Renegó ella—. Hemos visto la habitación de arriba, y nadie la ha usado en años. No hay forma de que... —De pronto, una revelación tomó lugar en la mente de Twilight, y todo tuvo sentido—. A menos que supieras que vendríamos. —Dijo ella, ganándose la atención de Celestia.
Recordó las palabras de Rosewood Broke, quien les había proporcionado la localización exacta de la cabaña abandonada. Solo ella y su nieta sabían que las alicornios estarían allí en el transcurso de aquella mañana.
—Esa anciana... fue quien le advirtió. —Concluyó finalmente, dirigiéndose a la deidad.
—Esas dos eran las únicas que lo sabían. —Convino Celestia por lo bajo, y Twilight dio un paso al frente.
—¡Contesta! ¿Qué relación tienes con Rosewood Broke y Green Spring?
—No sé de quienes están hablando.
—Sí, lo sabes. ¿De qué otra forma sabrías que estaríamos aquí el día de hoy? Alguna de ellas debió advertirte, no hay duda de eso. —Retrucó seriamente.
—¿Quién eres? —Preguntó Celestia, perdiendo la paciencia.
—¿Que quién soy? —Devolvió la pregunta, soltando una pequeña risa. Fue casi imperceptible, pero Twilight notó que su voz se distorsionó por un breve momento, como si otra poni aparte de ella dijera las mismas palabras por lo bajo—. Solo soy una guardiana, alguien a quien le encargaron una importante misión, una por la cual llevará su vida al límite de ser necesario.
—¿Y cuál es esa misión?
—Proteger.
—¿”Proteger” qué? —Inquirió la deidad, pero no hubo respuesta. La jaula se comprimió un poco más, pero la yegua no se inmutó—. ¡Habla!
—A este reino. —Dijo finalmente—. Mi existencia está destinada a ello, y será mejor que ustedes princesas dejen de interponerse en mi camino. Lo único que están logrando es empeorar las cosas.
—Quítate esa máscara, ¡ahora! —Ordenó Twilight, exasperada por sus palabras.
—La identidad que guarda esta máscara debería ser la última de tus preocupaciones, princesa de la armonía. Hay cosas mucho más serias sucediendo a tu alrededor, empezando por tu compañero dragón. —La alicornio se quedó sin habla. ¿De qué estaba hablando?—. Pude sentirlo en ese momento: oscuridad... la oscuridad que guardaba en su interior hizo que mi pelaje se erizara. Si eres tan inteligente como dicen, te desharás de él antes de que se vuelva un problema mayor, tanto para ti como para los ponis a su alrededor. —Celestia estuvo a punto de replicar, pero Twilight se adelantó.
—¡Cállate! —Se enfureció ella—. ¡Nadie habla así de mi Spike! ¡Nadie! —De pronto fue también la magia de la alicornio lavanda la que envolvió la jaula, comprimiendo el espacio aún más. En poco tiempo, la jaula entera colapsaría sobre el cuerpo de la cautiva—. ¡Quítate esa máscara! ¡Ahora!
—Mucho me temo que eso no va a ser posible. —Dijo ella, abriendo los ojos finalmente.
Por un breve instante, Twilight notó que el color de ojos de la unicornio había cambiado dando paso a un verde claro, justo antes de que el aura mágica que cubría la cruz junto a ella se tornara color verde fuerte. La cuchilla combinada partió a la mitad la celda de madera mágica en un rápido corte, y apenas después la enmascarada creó un campo de energía expansivo, arrasando con la jaula que la mantenía cautiva, y sonrió mientras el color de sus ojos y aura regresaba a la normalidad.
La repulsión dañó la estructura de la cabaña y empujó a las princesas contra la pared, pero estas se apartaron al instante cuando el arma combinada de su enemiga se clavó entre medio de ellas, y mientras que la enmascarada recuperaba su cruz mediante su magia, Twilight levitó las tres cuchillas restantes del suelo para lanzar una de ellas a su compañera. Ahora sabía que las necesitarían si lo que pretendían era contrarrestar efectivamente los ataques de su adversaria. Fue gracias a ello que Celestia logró bloquear la cruz de la unicornio justo después, debiendo emplear una fuerza mayor a la esperada para resistir el empuje de su enemiga.
—La hora de la plática terminó. —Declaró la unicornio cuando hizo retroceder a la deidad con un nuevo golpe, separando su cruz en cuatro cuchillas y empleando dos de ellas para detener el ataque de Twilight a su derecha, que estaba haciendo uso del par que había conservado—. Cuidado con esas armas, princesa. Podrías lastimarte. —Le advirtió con tono ácido, apartando a la alicornio de un solo golpe sin dificultad alguna.
La alicornio lavanda alcanzó a bloquear el estoque dirigido contra su pecho protegiéndose con ambas cuchillas, pero la fuerza de este impacto la envió contra la pared, golpeando fuertemente contra la misma. ¿Cómo era posible? ¿Cómo una unicornio común y corriente podía poseer semejante poder para lograr algo así?
En ese instante, Celestia debió ser realmente veloz para contrarrestar los rápidos ataques de las cuatro cuchillas enemigas al mismo tiempo, empleando para ello solo una. Era de esperarse que fuera incapaz de bloquear todos y cada uno, y por causa de ello varias cortadas fueron generándose a lo largo de su cuerpo, pero a la deidad no le importaba. Su carne se regeneraría de una forma u otra, pero quedaría fuera de combate durante valiosos segundos si recibía una herida demasiado grave, y dado que debía proteger a su compañera, aquel era un riesgo que no estaba dispuesta a correr.
Mientras se incorporaba, Twilight admiró brevemente la batalla que se libraba frente a ella, incapaz de creer que su enemiga fuese capaz de mantener un combate semejante con una deidad, tanto que Celestia apenas alcanzaba a seguir el movimiento de sus armas. Y así, por un instante, todo tuvo sentido. Aquel poder, sus ojos, la razón de su máscara, todo.
No había duda alguna; aquella poni era nada más y nada menos que Moonlight Sonata, la escritora que tiempo atrás había plasmado en papel la historia de la Rosa Eterna. Aquella poni que ahora debería de tener la edad de la abuela Smith, pero que se movía con la destreza y gracia de una yegua joven, ahora combatía hábilmente contra la deidad del sol.
Era brutalmente obvio que, en el tiempo que había desaparecido, la autora había logrado su objetivo: había conseguido la inmortalidad, y aparte de ello, un increíble poder, un poder que le permitía ponerse a la altura de una deidad como lo era la princesa Celestia. También era obvio que Rosewood Broke les había mentido: nunca había dejado de estar en contacto con aquella “vieja cabeza de piña”, pues de otra forma ella nunca se hubiera enterado de que dos “reporteras” llegarían a esa cabaña esa misma mañana, en busca de la autora.
—Las dos sabemos que esto es una pérdida de tiempo, Celestia. —Comenzó a decir, sin cesar en sus ataques—. Cualquier herida que te inflija, eventualmente sanará. Y por mi parte, tengo asuntos mucho más importantes que atender, mucho más importantes que esta pelea sin sentido. —Intentó realizar un corte vertical al creer haber hallado una apertura, pero la alicornio desvió el ataque sin dificultad.
—Tal y cómo dijiste, esta pelea no tiene sentido, pues mis heridas sanarán. ¡Es por eso que no tienes oportunidad de ganar!
Twilight cargó contra la unicornio blanca a toda velocidad, y en el instante en que su ataque fue bloqueado por dos de las cuchillas de la enmascarada, Celestia desvió las armas restantes con dos impactos seguidos de la suya, rompiendo así la defensa de su adversaria y dirigiendo su arma en un estoque limpio contra ella. De no haber sido porque la unicornio alcanzó a alejarse lo suficiente en aquel preciso instante, la cuchilla la habría atravesado.
Apenas se había apartado de las princesas cuando expuso el lanza-garfios de su casco, trepando a una de las vigas del techo rápidamente en un intento por escapar a su alcance. No tuvo tiempo de actuar en consecuencia cuando sus dos enemigas dispararon sus cuernos contra ella, los dos hechizos combinándose y resultando en un aura roja que la inmovilizó por completo en la viga sobre la cual se encontraba.
—Será mejor que dejes de resistirte, ya que no tienes oportunidad contra nosotras. Te llevaremos a Canterlot te guste o no, y nos dirás todo lo que sabes con respecto a la Rosa Eterna. —Dijo Celestia, levitando varias tablas sueltas de la cabaña con su magia, disponiéndose a crear aquella jaula nuevamente alrededor de su objetivo, pero la cautiva no dejó de resistirse en ningún momento. No permitiría que la capturaran tan fácilmente.
—Deja de retorcerte, ningún poni puede escapar de un hechizo de inmovilización combinado como est-... —Decía Twilight, al momento en que el color de aura y ojos de su enemiga cambió nuevamente. El aura verde se expandió desde su cuerno al resto de su cuerpo bajo el hechizo de las princesas, deshaciéndolo en un estallido de energía.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de Twilight ante aquella escena, mientras que Celestia dirigía las tablas contra ella rápidamente, dispuesta a encerrarla de una forma u otra. Pero la enmascarada se escabulló fácilmente haciendo uso del lanza-garfios para pasar de una columna a otra al tiempo que Celestia se lanzaba en picada contra ella, y el ataque de su cuchilla fue bloqueado fácilmente por su enemiga.
—Lo siento Celestia, pero como ya dije... tengo cosas más importantes que hacer ahora mismo. —Rechazó su ataque justo después, apuntando el lanza-garfios en dirección a la ventana. Atravesó el cristal, se sujetó de uno de los árboles en el exterior y salió disparada en el instante en que Twilight se lanzó en vuelo contra ella, con Celestia a sus espaldas.
Las princesas no perdieron tiempo en seguirle el paso a través del bosque en uno de los vuelos más veloces que habían logrado en sus vidas, mientras seguían la dirección que la unicornio había tomado en medio de la tormenta. Los truenos y relámpagos, aparte del fuerte diluvio, dificultaban en sobremanera la persecución y rastreo de su enemiga, pero ni Twilight y Celestia podían dejarla escapar. No después de todo lo que había hecho, ni de lo que Twilight sabía, podía llegar a hacer.
Volaron a través de aquella tormenta y el bosque llegó a su fin, saliendo a un campo abierto y sin la más mínima pista de su enemiga. Con la idea de que la enmascarada se había ocultado en el frondoso bosque, se internaron allí durante horas de búsqueda, sin éxito. Moonlight Sonata había logrado escapar.
—¡Maldición! —Gritó Twilight cuando regresaron a la cabaña, completamente empapadas, y sin pista de su mortal enemiga—. ¡¿Cómo es que pude dejarla ir?! Ella... ¡ella lastimó a Spike! ¿Cómo pude...? —Twilight se dejó caer, exhausta tanto física como emocionalmente, pero Celestia no encontró palabras para consolarla. Ella también había fallado.
—No podemos detenernos ahora, Twilight. Tu también te has dado cuenta: esa poni ya sabía que Spike y Sweetie Belle seguían con vida. —La alicornio lavanda levantó la vista repentinamente ante aquellas palabras, con las lágrimas a punto de escapar de sus ojos. Refregó los mismos al tiempo que la llama de la ira en su interior resultaba avivada nuevamente.
—No va a arriesgarse a nada si sabe que pueden capturarla, de eso estoy segura. Por eso nos atacó aquí; pensó que éramos dos pobres periodistas desprotegidas, y no dudó en atacarnos. Maldita cobarde... —Dijo mientras Celestia reparaba en el suelo a la luz de un nuevo relámpago.
—Mira esto. —Señaló la deidad a su compañera. Twilight encontró, iluminado por el resplandor del cuerno de la princesa del sol, un irregular rastro de sangre que se dirigía a la ventana—. Tal parece que no salió ilesa de nuestro combate.
—¿Cree que haya dejado un rastro en el exterior? —Preguntó con seriedad.
—No, de seguro alcanzó a tratar su herida mientras la perseguíamos. Es una unicornio lo suficientemente habilidosa para ello. Y aunque no fuera así, la lluvia ya ha de haber borrado cualquier rastro que hubiera quedado. Pero esto nos da una pista bastante importante con respecto a nuestra adversaria.
—¿Cuál?
—Que no es inmortal. —Dijo al llevar un casco a su pecho, en el punto exacto en donde había resultado herida momentos antes—. Los seres inmortales... no sangran nunca.
—Eso significa que Moonlight Sonata no consiguió su objetivo. —Ante la mención de aquel nombre, Celestia se volteó hacia ella con una mirada inquisitiva—. Estoy segura de que se trata de ella. Quizá no haya conseguido la inmortalidad, pero de alguna forma obtuvo un gran poder.
—Pero Moonlight Sonata debería ya ser una anciana para este momento. Esa era una yegua joven, o al menos aparentaba serlo. —Replicó la deidad con duda.
—No sé bien que es lo que habrá hecho, pero si sé que no hará nada bueno si la dejamos libre. Tenemos que idear un plan para capturarla. —Dijo mientras miraba a su alrededor—. Es obvio que no volverá a este lugar.
—Tenemos que regresar con Rosewood Broke y Green Spring ahora. Son la única pista que tenemos.
—Si Moonlight Sonata de verdad está relacionada con ellas, es obvio que les advertirá de alguna forma que no acabó con nosotras aquí. Si fuera ella, ir con ellas sería mi primer prioridad. —Advirtió Twilight.
—Entonces será mejor que nos pongamos en marcha. —La deidad se volteó hacia la puerta, disponiéndose a partir—. No hay tiempo para esperar el tren, iremos volando hasta Manehattan ahora mismo. —Concluyó finalmente, y su compañera asintió sin dudar.