Bueno, ya estamos aquí los dos en el trabajo, en la mañana que es probablemente la mañana más incómoda que he tenido desde que creé este universo. Demonios, esto no me hace ninguna gracia. Cada vez que intento decirle algo a Twin, me responde con una fuerte respiración indignada y me gira la cara. Pues oye, yo creía que lo había hecho bien, más o menos. Parece que más bien no.
Mientras Twin se dedica a arreglar las flores y tal, yo hago de cajero. De momento no hay clientes, pero aún así es un poco molesto estar ahí sin hacer nada. Diría que casi prefiero trabajar, pero sería una mentira bastante gorda.
De repente sonó la típica campanita de que ha llegado un cliente. Cuando me giré a ver quien era, me entraron ganas de pegarme un tiro.
La puñetera Chaos ha vuelto a venir a verme al trabajo. Me cago en Haruhi y los que inventaron las flores, las yanderes, los cuchillos de cocina y las campanitas. Sobre todo al de las campanitas.
Cuando ya estaba pensando en qué demonios inventarme para que se largara rapídito, sonó la campan otra vez y entró la otra persona a la que sin duda no quería ver. Fresh.
De perdidos al río...
-Hombre, Chaos, Fresh, vosotras aquí... ¿Qué tal?
Antes de que Chaos pudiera abrir la boca para responder mientras se acercaba a mí con las mejillas del color de la sangre y una expresión de “Esta noche serás mío en mi casa con las ventanas tapiadas y con un colchón manchado de lágrimas”, Fresh la pilló por detrás y sin darle ni un momentito para reaccionar, la mandó literalmente volando por la puerta que dejó abierta. Wow.
-Yo cumplo con mi parte del trato. Pero oye, sé que me estás evitando... Tenemos que hablar. Sé un hombre y acepta las cosas. Hala, hasta luego.
Y se fue. Que fácil es decir eso cuando no eres tú el que está en esa posición. Vaya cosa, si es que...
Un buen rato después, y mientras yo seguía intentando acercarme emocionalmente a Twin con er-infructuoso resultado, volvió a sonar la campanita, y entró en la tienda un tipo grande, rojo y que conozco muy bien.
-Hombre, Big Mac, tú por aquí. ¿Qué tal, todo bien?
Y aquí viene el...
-Eeyup.
Nunca me canso de oírlo en directo.
-¿Vienes a por el encargo, no?
Uno más...
-Eeyup.
-Genial, en breves lo tendrás preparado. Y... ¿Es para alguna afortunada yegua?
¿Se habrá llevado algún ship Big Mac?
Es gracioso que alguien que es rojo pueda ponerse colorado.
-Eeyup.
j*der, si la tiene. Ahora tengo curiosidad.
-Y... ¿Se puede decir quién es, o...?
-M...
-¿M?
-Ma...
-¿Ma?
-¡Más rápido el encargo, que tengo prisa!
Arg, estaba tan cerca...
-Oh, perdona, aquí tienes.
Y sin mucho más, se fue. j*der, ahora tengo curiosidad, me cago en la p*ta.
Y así siguió el flujo de gente por el resto del día. Twin sigue sin hacerme ni puñetero caso por mucho que le hablo e intento arreglar las cosas. La verdad es que después de un rato dejé de insistir, tampoco quiero parecer un pesado.
No quiero tener que volver a casa, sé que tendré más problemas allí de los que tendré aquí... Demonios, no quiero, no quiero, ¡No quiero!
Todo es un asco.
-Oye...
Pegué un salto de casi dos metros. Llevábamos en silencio mucho tiempo y no me esperaba que me fuera a hablar de pronto. Mierda, Twin, esas cosas se avisan, j*der.
-¿S-si?
A ver que me dice. Espero que sea algo bueno, no soportaría más tonterías el día de hoy.
-Me he enfadado por nada, ¿Verdad?
¡j*der, GRACIAS! Por fin la p*ta reacción que buscaba. Venga, ya queda poquísimo. ¡Ya veo el final!
-Bueno, por nada... Quizás me pasé un poco.
Primero la aceptación del error. Esto es una guía paso a paso.
-Es decir, eres una cabronazo que se mete en la casa de alguien sin siquiera llamarle y se pone a espiarle en sus momentos íntimos sin dudarlo ni sentir siquiera remordimientos para después soltar una retahila de tonterías sobre sonrisas preciosas y amaneceres para librarse, pero aún así...
Pues para ser el clásico resumen, diría que te sobran palabras. j*der, ha faltado acordarte de mi bisabuelo el tuerto, madre mía.
-Bu-bueno, sí...
-Yo... Yo no quiero estar a malas contigo, Void. En serio. Eres un idiota, pero aún así, yo... ¡Qu-quiero hablar contigo cuando acabemos el trabajo!
Y sin una palabra más, salió corriendo a la parte de fuera.
Pff, esto ya está hecho. No me gusta ir enamorando chicas ni nada, pero no está mal tampoco. No es mi culpa ser un rompecorazones.
Después de una ardua jornada de trabajo, o al menos tan ardua como puede ser una jornada de trabajo de cajero en una maldita floristería, salí fuera.
Estuve esperando un buen rato, observando las calles. Sabía que Twin primero acabaría sus tareas finales en la tienda antes de salir, y j*der, me estoy poniendo hasta nervioso. Es decir, sería la segunda chica en una semana en declararseme, ¿Me estaré volviendo popular? Eso estaría de p*ta madre, ser el número uno de las nenas. Vale, admito que no sabría que hacer con ellas llegado el momento decisivo, pero improvisar siempre es una posibilidad. Maldita sea, o sale Twin de una maldita vez o creo que terminaré de comerme el coco antes de que todo este llegue o quede totalmente claro.
De repente y en mitad de mis divagaciones, la puerta se abrió y salió la persona a la que llevaba esperando un buen rato.
Se acercó a mí tranquilamente.
-Acompáñame a casa, hablaremos en el camino.
Bueno, bueno, la cosa se pone interesante.
-Ha sido un día ajetreado,..
-Sí, un poco...
Se nota que no quiere hablar de nada de eso, pero es que no me apetece ponérselo fácil. Después de la tardecita que me ha dado... A joderse.
Después de un rato de charla estúpida y sin sentido, llegamos a su casa.
-Oh, vaya, llegamos. Bueno, creo que tendremos que dejar la charla para otra vez.
Aquí viene el...
-¡No, espera!
-¿Si?
-¡Te-tengo que decirte algo! Sé que no he sido m-muy honesta, y sé que me cuesta expresar mis sentimientos, pero...
¡Aquí viene!
-Yo...
¡Vamos!
-Yo siento que tú...
¡Ruta terminada!
-¡Siento que somos amigos!
¿Eh?
-¡S-sé que te he estado tr-tratando mal todo este tiempo, pero creo que podríamos llegar a ser verdaderos amigos!
¿Ehhhhhhhhhhhhhhhh?
-¡Intentaré ser más amistosa, lo juro!
No te puedo creer...
-Ya, claro... Me parece genial, sí, seamos amigos.
Ella respiró aliviada, mientras a mí me entraba una sensación de querer morir muy fuerte.
-¡Genial! Uf, me quito un gran peso de encima. Quería decirte esto desde hace un tiempo, pero siempre he tenido dificultades expresando mis sentimientos. Bueno, que tengas una buena noche, amigo.
Y con una sonrisita me dejó ahi, con mi neceser con agravios, la miel en los labios y escarcha en el pelo. p*to Joaquin Sabina.
Soy gilipollas, es lo único que se me ocurre.
Soy
Gilipollas.