White Wish empieza a centrar su magia como Chirugo le sugería.
Se le hace muy raro, es como tejer, pero con tejido vivo. Empieza a juntar y apretar, de forma muy cuidadosa, cuando de repente, algo se rompe dentro de él, como un fino velo que no sabía que existía.
Por un instante, la eternidad le envolvió. Lo pequeño se hizo grande, lo complejo, simple. Era como estar y no existir, la luz y la oscuridad como uno sólo.
Sentía el alma de Chirugo, la vida en cada una de las células, la bella complejidad de las fibras que lo componían. Y de cómo aquel aparentemente minúsculo desgarro era una herida en el tejido de tan perfecta creación imbuida con vida. No era simplemente unir dos cuerdas, era reparar la malla y volver a hacer uno lo que artificialmente se había separado.
Con gran cuidado y temiendo casi moverse en ese estado, cual potrillo que crea caminar sobre cristales, el unicornio empieza a remendar lentamente la pequeña herida del doctor.