por Santiago Brony MLP » 11 Jul 2016, 00:25
Una bolsa de dinero se hallaba en el centro de un tronco cortado. Una gran cantidad de bits se hallaba dentro de ella, fruto de un victorioso asalto.
Sundial ya llevaba medio año con su problema pulmonar, pero ahora había vuelto a ser una pieza esencial en los asaltos. Su propia testarudez hizo que se negara a estar en un nivel tan pobre y, desesperado por volver a ser de mayor utilidad, encontró un medio natural para su problema. Literalmente natural. El pegaso se percató que una especie de plantitas, parecidas al césped pero algo pesadas de olor y de coloración algo rojiza, despedía, al contacto con la más mínima brasa, una gran cantidad de humo negro, apestoso y espeso que también, por el ardor que producía, obligaba a cerrar los ojos.
No fue difícil encontrar una hoja para cubrir un puñado de esas plantitas, formando una bolsita, y, poniendo el tallo de una planta en el pico de la bolsita, una especie de mecha.
Al poner una minúscula chispa en la mecha, Sundial sonrió al ver que la velocidad de inflamación era lo suficiente para poder calcular y lanzar la pequeña bomba. Cuando Sundial se alejó, pudo ver satisfecho como, al acabarse la mecha, salía a borbotones una inmensa cantidad de humo negro.
Sundial sonrió. Esos hierbajos se podían conseguir fácilmente. Los campos estaban llenos de ellos y en los mercados era normal verlos, pues cuando no los quemaban era una buena sazón para las sopas.
El día siguiente de descubrir su enfermedad, había ido con Rose al pueblo Calm pero, irónicamente, el tal Drink y su Secuaz Dirty habían vuelto a irse, y ni siquiera el borracho informante sabía el porqué.
En los siguientes seis meses Sundial se había esmerado en encontrar a esos escurridizos colegas de Rose y mejorar su puntería y pulso con las bombas.
Así es como ahora se encontraba recibiendo su parte del botín, que se encontraba en la bolsa en el centro de un árbol cortado.
Sundial y Rose ya habían empezado a hacerse muy cercanos. Más de una vez Sundial se había encontrado queriendo ya besar los labios de la unicornio, pero siempre alejaba las imágenes de su cabeza. “Muy pronto aún, ten paciencia” se decía.
Tal como esperaban, la estancia en las afueras Calm fue muy larga, pero ya los aldeanos empezaban a poner las cartas sobre la mesa y los bandidos sabían que pronto deberían partir. Justice ya había dado la fecha en que se irían, y no muchos estaban contentos de abandonar el lugar.
La noche antes de la partida, Sundial se las ingenió para tener un tiempo libre y citar a Rose a salir. La unicornio aceptó complacida y fueron a un lugar adentrado en el bosque. El pegaso había querido tomar del casco a la unicornio, pero el nerviosismo y la timidez siempre lo vencían, de modo que ni siquiera pudo darle el collarín de corazón por el que tantos bits sacrificó.
Esa cita solo hizo que Sundial se sintiera aún más tonto, pues solo volvió a intentar tomar el casco de la unicornio y fallar de nuevo, la misma historia con el collarín. Su actitud se había endurecido y su piel ya resistía más golpes sin sufrir daño por las intensas batallas territoriales, pero seguía sin poder tener los nervios de acero para una relación como lo tenía para los enfrentamientos.
Al finalizar la cita, el pegaso solo se despidió con un abrazo, mientras que Rose se despidió con otro beso en la mejilla de Sundial.
La noche pasó y el día de marcha ya había llegado. El grupo había partido hacia otro destino y, sin que casi nadie lo supiera, podía ser el último.
Sundial fue enviado a investigar, pero esa vez había habido un cambio un cambio de planes. Justice había ordenado, con voz clara y firme, que Sundial fuera acompañado por Rose.
El pegaso podría haber casi abrazado a sus amigos como darles una terrible reprimenda al enterarse que fueron ellos quienes convencieron Justice de cambiarlos por la unicornio. Sundial no tuvo otra opción que seguir las órdenes. Después de todo, Justice era el jefe y, aunque el pegaso no lo reconociera, lo veía como un padre.
Misfortune era el nombre del pueblo a donde tenían que ir. Ambos (pegaso y unicornio) entraron y empezaron a investigar.
Sundial pronto se dio cuenta que era bastante probable que Rose haya sido la espía del grupo, pero hace tiempo. La unicornio parecía interactuar bien en algunos aspectos, pero con otros se le veía algo confundida.
El pegaso pasó el resto del día aconsejando a Rose y ayudándola. Descubrieron que el pueblo era muy próspero por el hecho de que cerca suyo había una cueva con una cantidad inaudita de minerales y piedras preciosas. Los pobladores resistieron el impulso inicial de despojar la caverna de riquezas y ahora extraían los tesoros con regularidad y encargándose de no acabar demasiado pronto ese regalo de la naturaleza.
Sin embargo, muy pocos sabían de esto. Al ver solo los gobernantes de los pueblos vecinos y las mismas alicornios dueñas gobernantes de Equestria sabían eso. Pero la lengua de un ebrio habla de todo, y todos estos datos (junto a aproximadamente docena y media de anécdotas del pueblo) lo supieron en la taberna del pueblo.
Pero Sundial había querido indagar más, y así fue como descubrió que hace apenas unos meses había llegado al pueblo un sheriff retirado y su leal compañero. Drink Fat y Dirty Work.
Al oír esa última noticia, el pegaso volteó a ver a Rose, quien se había quedado algo pálida, pero ya había se veía signos de recuperarse:
-¿Dónde? ¿Dónde puedo encontrarlos?-exigió saber la unicornio.
-Puezz se ox…hozpedan en una taberna. No recuerdo el nonbrre.
Ni bien había terminado de decir esto el borracho cuando el encargado ya estaba interrumpiéndolo:
-¡Despistado! ¡Tonto de capirote! ¡Están es MI taberna! ¡Están es ESTA taberna!
Sundial estuvo a punto de reventar de risa por el cómico hecho de ver al tabernero gritándole y dándole un buen coscorrón al borracho, pero Rose se mantuvo firme y se dirigió al tebernero.
-¿En qué cuarto están? Necesito hablar con ellos.
-Señorita. Ellos expresaron abiertamente no querer que nadie los moleste.
La unicornio sacó una bolsa de dinero y extendió diez bits sobre la mesa:
-¿Con eso basta para cubrir las molestias?
El tabernero sonrió y, recogiendo el dinero, dijo:
-En el segundo piso, cuarto 3.
Sundial siguió a Rose hacia el lugar indicado. El pegaso sentía curiosidad por saber qué temas unían a Rose con Drink, pero al llegar a la puerta, Rose se dirigió a Sundial y dijo:
-Será mejor que no me sigas. Drink no te conoce y puede mantenerse reservado. Después que le hable de ti, te llamo si te da permiso para pasar.
Por un momento el Sundial pensó en rehusarse, pero el solo hecho de recordar que Rose a veces podía ser aún más testaruda que el pegaso mismo, aceptó.
Al acercarse a la puerta, la unicornio tocó la puerta a un ritmo que sin lugar a dudas era un código. Tres golpes seguidos, tres lentos, uno fuerte, dos seguidos y terminar con un ligero golpe.
Inmediatamente la puerta se abrió y un poni de tierra color gris en su pelaje y melena verde abrió la puerta. Al ver a Rose abrió la boca sorprendido, pero la unicornio habló rápido.
-Drink. Necesito hablar con él. ¿Dónde está, Dirty?
Dirty asintió y la invitó a pasar. El pegaso esperó por aproximadamente cinco minutos. No se escuchaba ni un ruido, cosa no muy tranquilizadora.
Finalmente Rose salió y, con una sonrisa, se dirigió a Sundial:
-Drink quiere verte. Puedes pasar.
Sundial entró en la habitación sin perder ni un segundo.
Drink Fat era, al ver, un unicornio naranja grisáceo con una melena roja a la que ya empezaban a notarse canas. Era algo gordo, pero se veía que aún tenía bastante fuerza. El pegaso entendió pronto que algo iba de pasar. Pero nunca supo que la futura sucesión de hechos cambiara su vida tan drásticamente.