[Aventura] La dama venenosa (Capítulo 4)

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Re: [Aventura] La dama venenosa (Capítulo 5)

Notapor Pandora » 07 Oct 2016, 16:28

Capítulo 5: Hechizos, pócimas y brujería

Spoiler:
Poison Mermaid no tenía idea alguna de adónde ir a continuación. Había recorrido de arriba abajo el puerto, buscando alguna pista sobre dónde encontrarse con Silver Dusk. Él le había dicho que las instrucciones llegarían a ella de una forma u otra. Ni el cómo, ni el cuándo, ni el dónde. Aquello intranquilizaba a la yegua, que no bajaba la guardia en caso de que aquello fuera una trampa o una emboscada. Lo único que la motivaba a seguir era la posibilidad de salvar a su madre.

-Vamos a ver… Recapitulemos -susurró para sí, mientras se mantenía escondida en un callejón-. Mi madre está cautiva en Luna sabe dónde. Necesita mi ayuda para escapar y ha mandado a Silver en mi busca. Según él, debo romper un sello -la yegua dio golpecitos en el suelo mientras enumeraba-. Sin embargo no sé dónde está mi madre, ni cómo voy a romper el sello, ni cómo el sello la mantiene cautiva, ni por qué está cautiva, ni por qué mi padre me mintió respecto a su muerte, ni quién es Silver Dusk, ni cómo voy a llegar a él.

Al darse cuenta de cuántas cosas se le escapaban, Poison suspiró profundamente, Ella siempre tenía todos los cabos atados antes de comenzar una misión. Pero ahora…

-Por qué no me doy cuenta de que esto es una trampa clarísima… -sacudió la cabeza con pesar-. Tendría que habérselo dicho a Helm Salt... Al menos para que la tripulación esté a salvo. Y también a Fire. Qué clase de capitana soy… -suspiró de nuevo, mirando al cielo-. Ojalá estés bien, mamá… Todo lo estoy haciendo por ti.

Inconscientemente frotó el colgante que descansaba en su cuello. Su madre lo había llevado siempre, desde antes de conocer a su padre, según él. Nunca se lo quitaba, y nunca la vio sin él. Ahora le resultaba raro pero a la vez familiar el llevarlo puesto, como si una parte de River estuviera acompañándola siempre.

-Está bien, mamá. Aunque haya muchas posibilidades de que algo salga mal… Si puedo salvarte no me importa.

En ese momento algo sobre su cabeza empezó a brillar tenuemente, lo que puso en guardia a la yegua. Tardó unos instantes en darse cuenta de que la luz procedía de su cabeza. La rosa enredada en su pelo brillaba con una tenue luz azulada, proyectando su sombra ampliada sobre la pared del callejón.

Poison miró a los lados, buscando respuestas, mientras intentaba quitarse la flor. Unos cuantos cabellos quedaron enredados en el tallo espinoso de la rosa, cuya tenue luz no parecía tener la explicación para las preguntas de la yegua. Inspeccionó meticulosamente la flor, tironeando de hojas, espinas y pétalos. Ninguna de las partes cedió, como si estuviera hecha de plástico; y tenía un olor intenso y embriagador. Sin embargo la luz parecía proceder del propio centro de la rosa.

-Si esto no es cosa de magia, que se hunda mi barco ahora -concluyó la yegua. Inmediatamente después puso el oído en dirección al puerto, por si acaso su barco se hundía de verdad.

Siguió observando la rosa, sintiendo que perdía la poca esperanza que tenía. Una flor luminosa era todo cuanto tenía en aquella falta de información.

-Esto es frustrante… Daré una vuelta más y si no consigo nada… Volveré al barco y lo contaré todo -se resignó.

Amparada por la oscuridad de la noche, volvió a sobrevolar el paseo marítimo, ocultándose entre los almacenes y garajes del puerto. Buscaba cualquier cosa que destacase, que no fuera de aquel lugar…

Y entonces se fijó en que la rosa parecía brillar un poco más según se movía… Apenas una diferencia perceptible, pero en las sombras era notable. Poison volvió a recuperar un poco de motivación. Al fin una pista a seguir.

Tras un rato investigando comprobó que, efectivamente, la flor se iluminaba si la yegua se dirigía fuera del puerto. Estaba claro que debía salir de allí para encontrar a Silver. Aquella flor serviría como brújula.

Caminando a ciegas por la ciudad de noche, se tomó un momento para reflexionar. El estar sola de nuevo, enfrentándose a algo mayor que ella, le recordaba mucho a un hecho acaecido años atrás, que recordaba perfectamente…


Poison salió del laboratorio de su padre, con la pócima que había creado escondida entre los pliegues de su vestido. Los intrusos estaban saqueando su hogar mientras los invitados, que ahora habían sido tomados como rehenes, permanecían temblorosos en el suelo, atados entre sí. Algunos estaban heridos. La joven Poison se escondió entre muebles y columnas, determinando cuántos de aquellos bárbaros habían invadido su casa. Después de espiar durante unos momentos, concluyó en que había cinco piratas.

Corrió a esconderse en la despensa, cerrando las puertas tras de sí. Aquel había sido su escondite de lectura en muchas ocasiones, pero esta vez no era su objetivo ocultarse entre un muro de latas de conserva. La despensa tenía una reja de ventilación en la que cualquier cosa que se dijera en el salón, donde se había estado celebrando el baile, se oía a la perfección desde la despensa. Respiró hondo, calmando el tambor en el que se había convertido su corazón, y comenzó a cantar hacia la reja.


Su voz se proyectó por toda la casa, acabando en el comedor. Oyó gritos en la sala, en la que también escuchó varios trotes en una misma dirección. Cantó durante unos minutos y después calló, aguardando reacciones. Oyó una conversación ininteligible y después un trote alejándose del comedor. Se habían separado, justo lo que Poison quería. Aun así, debía de ser cuidadosa; los intrusos estaban, con toda seguridad, armados.

Salió de la despensa sin hacer ruido, recogiendo una de las pesadas sartenes que colgaban de la pared de la cocina. Su corazón latía desbocado, realmente asustada. Pero no pensaba permitir que hiciesen daño a sus padres. Abrió la puerta de la cocina, apenas una rendija pequeña para poder ver el pasillo. Estaba todo en silencio y en semipenumbra, pero oyó el eco de unos pasos acercándose. Vislumbró una sombra en el pasillo y decidió actuar.

Entró a la cocina de nuevo y, con la cola, sacudió los cacharros que colgaban del techo, haciendo un ruido notable, tras lo cual procedió a esconderse sobre los armarios. Esperó unos instantes hasta que la puerta se abrió. Uno de los piratas, un unicornio de aspecto malhumorado, asomó la cabeza por la puerta, inspeccionando el perímetro antes de entrar. Llevaba un puñal envainado en el costado, al cual Poison puso especial atención.
En silencio, esperó a que el saqueador se diera la vuelta, dándole la espalda, para acto seguido abalanzarse contra él y arrearle un sartenazo en la cabeza. El pirata, confundido, se frotó la cabeza intentando mantener el equilibrio, pero cayó al suelo. Antes de llevarse la pata al costado para desenfundar la daga, Poison volvió a asestarle un fuerte golpe en la cabeza, dejándolo inconsciente.

Respirando pesadamente, Poison se tomó unos instantes para averiguar qué hacer a continuación. Tras comprobar que el cuerpo inconsciente del intruso era demasiado pesado para que ella pudiera moverlo, decidió atarlo para evitar que escapase. Con unos cuantos trapos que encontró hizo unos torpes pero fuertes nudos en las patas del pirata, al que también amordazó. Satisfecha con el resultado, le quitó el puñal, asió de nuevo la sartén y se asomó a la puerta con precaución.

No había moros en la costa, pero sí oía pasos apresurados cerca de ella. Oía dos voces distintas que se instaban a prestar atención. La joven respiró hondo. Había podido noquear a uno de ellos, pero a dos… Tendría que usar otra estrategia. Entró de nuevo a la cocina, buscando algo que pudiera servirle para poner fuera de combate a aquellos patanes. En la encimera había una enorme jarra con agua, que Poison miró fijamente antes de sonreír. Podría funcionar.

Rápidamente cogió la jarra y vertió el agua en el pasillo abrillantado, convirtiéndolo en una peligrosa pista de patinaje que acababa en una pared. Tiró la jarra lejos de sí, estallando en mil pedazos, lo cual resonó por todo el pasillo. Rápidamente los pasos se apresuraron a la dirección del ruido, hasta que Poison se encontró cara a cara con otros dos piratas con pinta de pocos amigos, un poni de tierra y otro unicornio. Tras echar un rápido vistazo dio gracias interiormente a Celestia de que aquellos dos no estuvieran armados con pistolas. La joven yegua se mantuvo firme, ocultando tras ella el rastro de agua. Los rufianes se abalanzaron inmediatamente sobre Poison, que se apresuró en alzar el vuelo, dando un requiebro por el pasillo para ponerse a salvo de las garras de los piratas. Al intentar dar la vuelta, resbalaron por el suelo mojado, precipitándose contra la pared, en la que se estamparon. Rápidamente Poison los golpeó con la sartén, dejándolos fuera de combate.

-En serio, ¿de qué está hecha esta sartén? -murmuró mientras les quitaba sus armas a los piratas. Uno de ellos llevaba una cimitarra ligera, con la que la joven yegua quedó fascinada.

Tres menos, quedaban dos.

Para evitar más jaleo, voló hacia el techo y allí se apresuró a atravesar el pasillo hasta llegar al salón. Por la rendija de la puerta vislumbró a los dos piratas que quedaban. Uno de ellos, un enorme poni de tierra color ceniza, parecía ser el capitán. Estaba acompañado de un tembloroso pegaso color verde, que miraba a todas partes con gesto inseguro.

- ¿D-dónde crees que estarán? Están tardando demasiado…

-Esos imbéciles seguro que se han perdido en esta mansión mientras saqueaban… Más les vale volver pronto o les cortaré las gargantas antes de que puedan respirar -el capitán resopló.

Poison se escondió. Ambos rufianes llevaban pistolas, con lo cual una entrada directa no le haría bien alguno. Llevaba consigo la cimitarra que le había quitado al unicornio, pero no tenía ninguna noción para usarla, por lo que descartó la idea de atacar. Entonces se acordó de la botella. La sacó de entre los pliegues del vestido, observándola con detenimiento. No tenía ni idea de qué hacía aquello, la había creado siguiendo un fuerte instinto en su interior. Pero si había algo que su madre le hubiera enseñado, era a seguir su instinto. Con la cimitarra cortó la cola del vestido, con lo que sus patas traseras quedaron más libres para moverse. La rendija de la puerta era lo suficientemente grande como para poder tirar algo desde allí. Cogiendo impulso, tiró con todas sus fuerzas la espada al otro lado de la sala.

El ruido alertó a los piratas, que miraron desconcertados a la cimitarra aparecida de la nada y después a la puerta de donde había salido, con lo que Poison aprovechó para volar hasta la enorme araña que decoraba el salón. El pegaso tembloroso notó el movimiento y sacó su arma, disparándola torpemente. Poison se protegió como pudo, pero afortunadamente el proyectil no pasó cerca de ella.

- ¡Idiota, vuela a por ella! -rugió el capitán mientras apuntaba su propia arma contra la yegua.

El pegaso alzó el vuelo, tirando el arma tras de sí, mientras el capitán disparaba a la lámpara, reventando varias bombillas. Poison esperó hasta que el tembloroso pirata estuvo cerca de ella para abalanzarse sobre su cara y tapársela con el trozo cortado de vestido. Forcejeando, consiguió que el pirata cayera al suelo, aterrizando estrepitosamente sobre su capitán, que disparó de nuevo a causa del golpe.

Poison notó un agudo dolor en su oreja izquierda, seguida de un fuerte pitido y una sensación cálida bajándole por el pelo. Gimió de dolor al comprobar que el proyectil la había alcanzado, haciéndola sangrar copiosamente.. Sin embargo, al ver que ambos piratas intentaban ponerse de nuevo en pie, tuvo que ignorar el dolor que la asediaba. Descorchó rápidamente la botella y la vertió sobre los intrusos mientras bajaba de la lámpara.

Ante sus ojos contempló como el pelaje de los piratas empezaba a disolverse, dejando grandes calvas de pelo y piel quemada sobre los intrusos. Poison tiró la botella, aterrada ante lo que había creado. Un intenso olor a pelaje carbonizado y el sonido de algo quemándose fue todo lo que se oyó en la sala aparte de los gritos de los piratas, que se oían desde todos los rincones de la casa. La yegua apartó la mirada, sintiendo náuseas y un fuerte mareo a causa de la pérdida de sangre.

-Maldita niña… -gritó el capitán antes de desmayarse.

Un sonido de cascos irrumpió en la sala. Los padres de Poison, acompañados de guardias, contemplaron el escenario. Una masa sanguinolenta y herida que momentos antes fueron los piratas y la joven yegua, temblorosa a pocos metros de ellos. Salve y River se apresuraron a socorrer a su hija mientras los guardias apresaban a los piratas.

- ¡Poison, mi niña, santa Celestia, estás herida! ¿Qué ha ocurrido? -preguntó Salve, cogiendo el rostro de su hija entre los cascos.

- ¡Los he matado! -sollozó la joven pegaso, con las lágrimas escapando de sus ojos-. ¡Yo no quería, pero ese veneno que he creado los ha matado!

River abrazó a su hija, intentando consolarla.

-No los has matado, vida mía, pero sí les has herido bastante. Dudo que puedan moverse en una buena temporada -trató de razonar la yegua, que estaba en estado de shock.

- ¡P-pero el olor, las heridas…!

-Son quemaduras, Poison. De tercer grado, nada menos, pero quemaduras -Salve abrazó a su hija e hizo su propio intento de consolarla.

-El veneno que hice les ha hecho eso… ¡Pero si no sé cómo lo hice!

En ese momento los flancos negros de Poison se iluminaron. Ahora en ellos lucía una flamante cutie mark de una botellita verde con una calavera. La familia permaneció en silencio ante aquel acontecimiento, ajenos al jaleo de guardias y rehenes a su alrededor.

-Bueno, está claro que ahora sí sabemos cómo lo has hecho -murmuró River.

Mientras a su alrededor los rehenes eran liberados y los intrusos apresados, una confusa Poison asimilaba lo que acababa de acontecer.



Poison salió de su ensoñación, evocando el amargo y confuso recuerdo de cómo consiguió su cutie mark sin saber bien por qué. Lo achacó al hecho del baile y de estar sola de nuevo, resolviendo cosas por su cuenta. Al hecho de que su madre podía estar viva. Recordaba con claridad el rostro preocupado y sereno de su madre mientras intentaba tranquilizarla.

Salió de su ensoñación al notar que el brillo fantasmagórico de la flor se había intensificado hasta parecer el de una linterna.


Frente a ella se alzaba un enorme portón de acero forjado exquisitamente, que daba la entrada a un hermoso parque. Los árboles, de frondosas y espesas copas, se situaban a ambos lados de un camino empedrado bordeado de coloridas flores silvestres, que se bifurcaba numerosas veces. Poison se maravilló ante la siniestra belleza de aquel parque y se preguntó cómo luciría durante el día, sin la iluminación artificial que proporcionaban unos farolillos junto al sendero.

Se adentró en él, guiándose únicamente por el brillo cada vez más intenso de la rosa y de los farolillos nocturnos en el suelo. No se oía nada más, aparte del viento soplando entre los árboles, las pisadas de Poison sobre el camino y el murmullo del mar a lo lejos. La capitana se sentía cada vez más intranquila a medida que avanzaba por el parque. Tenía la sensación de que algo iba mal, pero lo achacó al silencio imperante en el parque.

Una fría ráfaga de viento con olor a sal que levantó la capucha de su capa la sorprendió. Se arrebujó en ella, recolocándosela, mientras giraba a la izquierda en el camino empedrado.

La luz de la rosa iluminó el lugar. Ante Poison se presentaba un hermoso cenador abovedado, de estructura de madera, cuya bóveda estaba hecha de cristales de colores. Era lo suficientemente grande para que varios ponis pudieran bailar allí sin tocarse, e incluso para que bastantes mesas y sillas pudieran ponerse allí sin problemas. El cenador estaba casi oculto por arbustos de flores podados con diversas formas que impregnaban el ambiente de un intenso aroma dulzón. Tras el mismo había apiladas varias mesas y bancos que habían sido retirados. Al adentrarse Poison se dio cuenta de que en el suelo había dibujados varios círculos concéntricos cubiertos enteramente con símbolos, letras y pequeños dibujos de aspecto místico que brillaban suavemente con luz propia. En el centro, en un espacio lo suficientemente grande para que cupiera un poni, había dibujado un signo diferente a los otros. La capitana reconoció algunas de las runas dibujadas, de haberlas visto antes, pero no conseguía averiguar qué significaban en aquel extraño conjunto. Un escalofrío le recorrió la espalda al pisar una de las líneas del círculo, y percibió una fuerte corriente de magia. Cada vez tenía más la sensación de que aquello era una muy mala idea y que debía salir de allí cuanto antes.

La rosa, tras parpadear un par de veces, comenzó a flotar ante Poison para después estallar suavemente en una brillante lluvia de chispas. Poison no tardó en acostumbrar sus ojos a la luz que procedía del círculo de símbolos. Era del mismo tono cerúleo que el emitido por la rosa, y a la pegaso le recordó el brillo del agua a la luz lunar.

Cuando estaba a punto de marcharse, dándose por vencida al ver que allí no ocurría nada, oyó pasos tras ella y se dio la vuelta rápidamente, en posición de ataque. Silver Dusk apareció, sonriendo tranquilamente. El corazón de Poison se disparó.

-Ah, querida, cuanto me alivia que hayas encontrado el lugar. ¿Te costó resolver mi acertijo de la rosa? -el unicornio se acercó a ella y le besó el casco. La yegua permaneció quieta unos instantes antes de responder.
-Un poco, debo admitirlo. Cuando pude resolverlo no he tenido problema para llegar hasta aquí -alzó la cabeza, mirando a su alrededor-. Este parque es realmente precioso, casi mágico, he de decir. No lo conocía.

Silver esbozó una de sus misteriosas sonrisas, asintiendo.

-Yo no podría haberlo descrito mejor, mi hermosa dama -aún sujetando la pata de la yegua, la dirigió suavemente al círculo-. ¿Qué os parece el círculo mágico que he creado? Estoy completamente seguro de que romperá el sello de vuestra madre.

Poison sintió de nuevo una corriente de energía mágica fluir a través de ella al pisar el círculo, incluso más intensa que antes. Guiada por Silver, se colocó en el centro.

- ¿Seguro que esto salvará a mi madre? -preguntó mientras se quitaba la capucha.
-Completamente. Sólo os necesito a vos para completar el ritual.
- ¿Y qué debo hacer?
-Cantar.

Poison parpadeó, confusa. ¿Toda aquella preparación… para que ella sólo tuviera que cantar? Demasiado sencillo.

-Os dije que era una misión muy fácil, pero que sólo vos podéis realizar.

Demasiado sencillo. Poison enarcó una ceja, reticente.

- ¿Y qué he de cantar?
-Cualquier canción vale, en realidad, pero este hechizo es más poderoso si cantáis algo que os recuerde a vuestra madre. Tal vez algo que ella os enseñase o cantase cuando érais pequeña.
-Mi madre me enseñó muchas canciones… Pero no quiero cantar aún.

La sonrisa de Silver disminuyó un segundo, pero enseguida volvió a ser igual de intensa, girando la cabeza en una posición un tanto incómoda.

- ¿Por qué no, querida mía? ¿No queréis salvar a vuestra madre?

-Sí que quiero, pero no me fío de ti ni de todo esto. Percibo una magia muy fuerte aquí, y no es magia blanca completamente. Necesito otra prueba de que esto es cierto -dijo con firmeza, alzando la cabeza-. ¿Cómo se ha comunicado mi madre contigo?

Silver asintió, pensativo, sin perder la sonrisa en ningún momento. Su cuerno comenzó a brillar mientras alzaba la cabeza y lanzaba un fino rayo al cuello de la pegaso, al colgante. Éste empezó a brillar suavemente con un fulgor blanquecino. Poison lo notó caliente sobre su piel a la vez que comenzaba a vibrar. Del colgante emergió una pequeña bolita de luz que flotó frente a la pegaso. Ella, sin comprender, quiso preguntar a Silver qué significaba aquello, pero quedó congelada al oír una voz que conocía demasiado bien.

-Mi niña, al fin -la suave voz de su madre procedía de la luz-. Has venido a salvarme. Te he echado tanto de menos...

Poison se quedó en blanco, incapaz de hablar o de moverse, mirando a la bolita de luz de hito en hito. Su madre realmente estaba allí, estaba viva. Alzó la pata para tocar la bolita de luz, pero se deshizo antes de que pudiera rozarla. Miró a Silver, rogando en silencio que volviera a hacerlo. El unicornio tenía aspecto cansado.

-Por desgracia no puedo mantener ese hechizo demasiado tiempo, querida mía -resopló unas cuantas veces antes de volver a sonreír de nuevo-. Es por eso que os necesito aquí. ¿Tenéis ya pruebas suficientes?

Poison dudó. No confiaba en aquel poni, pero aquella era, sin duda, la voz de su madre. Acarició el colgante, que ya no estaba caliente, mientras observaba el ritual ante ella. No podía huir, no ahora que había oído a su madre. Sin saber cómo liberarla por su cuenta, no tenía más remedio que ponerse a los cascos de Silver. Aún tenía muchas preguntas que hacerle, demasiadas para ser respondidas en una noche, preguntas que necesitaban una respuesta clara y directa. Claudicó, asintiendo con la cabeza baja. Si aquello funcionaba, le haría las preguntas después. Saber que estaba viva era lo que necesitaba en ese momento.

-Sí. Cantaré -alzó de nuevo la cabeza-. Recuerdo bien las canciones que ella me cantaba de pequeña.

Silver Dusk sonrió ampliamente.

-Perfecto. Yo iré recitando el hechizo y lo lanzaré cuando acabéis la canción. Oh, y no olvidéis sujetar bien el colgante.

Poison asintió mientras acariciaba de nuevo el colgante. Su corazón latía tan rápido que parecía que fuera a salirse de su pecho. Su madre estaba muy cerca, podía sentirla a su lado, apoyándola. Respiró hondo un par de veces, carraspeando suavemente. Tomando aire, comenzó a cantar.

La canción que había escogido no tenía letra, se la había cantado River por primera vez cuando Poison tenía siete años. Una de las plantas que cuidaba había muerto y ella se sentía muy triste por no haber sabido cuidarla correctamente. Para animarla, su madre le enseñó aquella canción. Y ahora Poison la rememoraría para salvarla.

A medida que las notas salían de su garganta, el círculo arcano fue aumentando la intensidad de su luz. Silver Dusk iluminó su cuerno y comenzó a recitar algo en voz baja, algo que Poison no pudo oír. Sobre ellos el viento comenzó a soplar con fuerza, agitando sus melenas y capas. El colgante de Poison brilló levemente, ganando intensidad conforme avanzaban la canción y el hechizo. El cielo sobre sus cabezas se cubrió de nubes, tapando la luz de la luna; sin embargo tanto el brillo del colgante como el del círculo eran lo suficientemente intensos como para que la escena permaneciera perfectamente iluminada en la noche.

Poison sintió oleadas de magia negra y prohibida a su alrededor, magia que debía proceder del colgante al romperse el sello, o al menos eso quiso pensar. De reojo miró a Silver, quien parecía estar en una especie de trance. Sus ojos brillaban con una espeluznante luz blanca, y su cuerno no dejaba de brillar, emitiendo ondas mágicas a su alrededor. La yegua alzó su canto consciente de que estaba a punto de terminar la canción. El aire a su alrededor rugió con fuerza mientras el hechizo de Silver comenzaba a hacerse oír.

Poison terminó de cantar, mirando a su alrededor. Un fuerte fulgor blanco apareció frente a ella en el círculo. El brillo comenzó a tomar la forma de un pegaso de melena y cola exageradamente largas, adquiriendo la silueta de alguien a quien Poison había añorado más que a nadie.

Su madre.

La silueta de River Mermaid sonrió dulcemente a su hija. Poison sentía demasiadas cosas en el pecho, luchando por encontrar algo que decirle. Tenía tanto que contarle…

Sin embargo la sonrisa de la silueta comenzó a cambiar, haciéndose más grande, incluso maligna. El brillo dio una vuelta, rodeando a la capitana, mientras su cabeza se torcía en un ángulo imposible se abalanzó sobre la yegua, emitiendo un grito sobrenatural y chocando violentamente contra el colgante y su portadora. De nuevo, Poison sintió arder la gema mientras el grito perforaba sus oídos. El rostro diabólico del fantasma de su madre se había quedado grabado en su retina a la vez que desaparecía ante ella flotando en el aire. El chillido pasó a convertirse en una risa cada vez más lejana hasta desaparecer por completo.

Lo siguiente que oyó fue un sonido similar a un cristal rompiéndose y la risa gutural de Silver. Poison lo miró, con los ojos desencajados de terror, sin comprender. Cuando intentó moverse, se dio cuenta de que estaba paralizada mágicamente.

-No me puedo creer que la legendaria Dama Venenosa haya caído en un engaño tan burdo -los ojos celestes la miraron con desprecio, incluso con asco-. Ahora quédate quietecita mientras termino esto, preciosa.

A su alrededor el paisaje comenzó a… temblar. Silver Dusk alzó su cuerno iluminado con magia y lanzó una poderosa onda mágica a su alrededor. Los árboles, la pérgola, el mismo suelo, empezaron a desdibujarse con violencia hasta estallar con un sonido de cristales rotos. El paisaje cambió rápidamente. No estaban en un parque, este ni siquiera existía.

Se encontraban en la playa, en un escarpado rincón tras los acantilados. El mar estaba a pocos metros, y la arena sobre la que se encontraban estaba ligeramente humedecida. El parque no era más que una ilusión muy realista. De la nada se materializaron seis ponis, ataviados con largas túnicas negras que no dejaban entrever sus rostros. Silver Dusk volvió a reír mientras los ponis se colocaban alrededor del círculo, con Silver frente a Poison.

Los encapuchados empezaron a entonar una oscura melodía mientras Silver, con los ojos brillando por sí solos, dejaba de reír.

- ¡Estúpida Poison Mermaid! ¡Muchas gracias por ayudarnos en nuestra misión! -los cánticos aumentaron la intensidad-. ¡Contempla cómo, gracias a ti, una antigua raza maldecida volverá a reinar sobre el mar… Y tierra!

De algún lugar del interior de su capa sacó un puñal que rápidamente flotó hasta Poison. Con un rápido y superficial corte, la sangre comenzó a brotar del cuello de la yegua en densas gotas carmesíes. Esta aguantó el dolor estoicamente, sabiendo que aquel corte no la mataría. Sintió el calor de su sangre bajando por su cuello para resbalar sobre el colgante y aterrizar sobre el círculo.

¡Que la sangre que cerró sea la sangre que vuelva a abrir!
¡Que la voz que fue acallada resurja de nuevo!
¡Que aquellas exiliadas caminen con nosotros una vez más!


El grito de Silver Dusk hizo temblar la tierra mientras la luz del círculo arcano engullía a Poison. La luz ascendió hasta el cielo, cuyas nubes se arremolinaron con violencia y se volvieron negras como el hollín.

- ¡Estúpida Poison, creyó que podría volver a ver a su mamá! -gritó Silver en tono de burla, mientras el viento casi parecía un huracán-. ¡Tu madre está muerta, imbécil! ¡Yo mismo me encargué de matarla!

Poison sintió que el mundo se paraba a su alrededor. Dejó de sentir el fuerte viento azotándole la cara, la sangre secándose en su cuello, el dolor del corte, incluso la arena bajo sus cascos. Dejó de oír los cánticos, las olas del mar embravecido, la risa psicótica de Silver mientras se burlaba de ella. Podría haber jurado que su corazón se había parado.

Su madre había sido asesinada por aquel unicornio. Nunca jamás la recuperaría, ni volvería a sentir la esperanza de salvarla.

Un trueno que hizo retumbar la tierra resonó sobre sus cabezas. Silver miró hacia arriba con aire satisfecho.

- ¿Qué te ocurre, Poison? ¿Vas a llorar porque tu mami está muerta? ¿O porque te he engañado como a un potrillo con burdos trucos de ilusionismo? ¡No llores, hoy es un día glorioso! ¡Hoy te contaré la verdadera historia de cómo maté a la p*ta de tu madre!

Poison sintió arder en ella una furia descontrolada. Con toda la fuerza que pudo sacar, se liberó del hechizo que la mantenía petrificada, para fugaz sorpresa de Silver, que no se alteró apenas.

- ¡MALDITO HIJO DE p*ta! -gritó mientras chocaba con fuerza contra una pared invisible, para regocijo de Silver-. ¡ENFRÉNTATE A MÍ SIN MAGIA, SI TE ATREVES!

-Eso es, demuestra tu rabia, déjame verla -ronroneó el unicornio-. Pero si sigues así te perderás el espectáculo.

Poison miró tras de sí, al mar. Las olas chocaban con violencia en la orilla. Pequeños relámpagos lamían la superficie, dejando extrañas marcas blancas en el agua. Luego retumbó otro trueno, descargándose sobre la superficie, dejando una marca aún más grande. Poison notó que aquellas señales permanecían estáticas sobre el agua, como si se hubiera desplegado una red gigante sobre la superficie, y que eran similares a golpes en un cristal. No entendía qué estaba ocurriendo pero estaba segura de que no era nada bueno.

Los cánticos no cesaban y el viento era cada vez más violento. Puñados de arena eran arrastrados al cielo, mientras las nubes descargaban truenos y relámpagos, dejando señales blancas por todas partes, hasta donde alcanzaba la vista.

-Ah, ya casi está… Queda muy poco para que mi… quiero decir, nuestra gran obra, esté lista. Por supuesto, te he incluido en el éxito. No es para menos, ya que probablemente sea tu último logro -Silver conjuró una silla y una taza de té y la bebió con tranquilidad-. Ojalá hubiera sido así de fácil con tu madre… Ella se resistió hasta el último momento, ¿sabes? No le importó morir con tal de no colaborar. Una auténtica pena. He de admitir que era bellísima en todos los sentidos… -una cruel sonrisa emergió mientras bebía té-. Pero nunca quiso disfrutar de mi presencia en condiciones… Estuve preocupado, en serio, creí que no le parecía atractivo…

Silver estalló de nuevo en risas, lo que mandó la taza volando por los aires mientras acto seguido conjuraba otra. La yegua intentó reventar la barrera con el peso de su cuerpo, coceando con todas sus fuerzas, incluso recitando alguno de los pocos hechizos que conocía, aun sabiendo que no serviría de nada. Sus conocimientos sobre magia negra no le servían de nada en aquel momento, al menos, no sin la preparación adecuada. Sacudiendo la cabeza, volvió a arremeter contra su cárcel, gritando de frustración, mientras contemplaba impotente cómo el mar se llenaba de marcas de cristal roto. Casi no quedaba un hueco de superficie, lo que hizo a Poison preguntarse qué ocurriría en el momento en el que el mar se tornase lleno de roturas.

- ¿Sabes, Poison? En otras circunstancias probablemente podríamos habernos llevado bien. Tal vez hacernos socios. Puede que incluso River siguiera viva… Y tú no estarías buscándote la vida como una triste piratuela. Tu hermosura pertenece a otro lugar, querida mía. A un burdel de lujo, por ejemplo -de nuevo, Silver estalló a carcajadas, exasperando a la yegua.

Decidió hacer caso omiso y centrarse en el cielo, completamente lleno de nubes. No se veían estrellas ni luna, todo el cielo estaba cubierto; únicamente iluminado por los truenos. Las marcas del agua parpadeaban con suavidad con una frágil luz rosada. Poison se arrebujó en su capa, temerosa.

De repente se hizo el silencio. El aire dejó de rugir, los truenos cesaron de retumbar, incluso el sonido del mar se hizo casi inaudible. Un gigantesco trueno cayó con fuerza sobre el mar, sobre el único hueco que quedaba sin romper. Se escuchó un ruido similar al de miles de cristales rompiéndose, seguido de unos chillidos inhumanos procedentes de Dios sabe dónde. La superficie marina se tiñó de una intensa luz rosa, para después apagarse. Poison se lanzó contra su prisión invisible por enésima vez, golpeándola sin resultado alguno. Algo grave estaba pasando, y no tenía ni idea de qué hacer. Miró a Silver, que observaba el espectáculo embelesado, como un potrillo mirando por primera vez fuegos artificiales.

- ¿Qué has hecho? ¿Qué está ocurriendo? -inquirió la capitana.
- ¿Yo? Yo sólo he servido de apoyo mágico. Esto, preciosa, lo has hecho tú. Tu madre lo empezó y ahora tú lo has acabado. Lo que estás viendo es el comienzo de una nueva era, una era en la que el mar y la tierra tendrán un mismo gobernador: yo.
- ¡¿Qué demonios estás diciendo?! ¡Dime de una vez qué tiene que ver mi madre en todo este sinsentido!
-¿Decírtelo? ¿Y qué gracia tendría eso? No, preciosa, no pienso decírtelo. Te dejaría que lo averiguaras tú sola, pero no vivirás para hacerlo.

Los encapuchados se colocaron detrás de Silver y dejaron de cantar. El unicornio alzó el cuerno y el campo de fuerza mágico que retenía a Poison desapareció, pero su cuerno no dejó de brillar.
-Voy a ir letalmente en serio ahora, preciosa. Ya no me sirves para nada, así que se acabó. Puedes intentar huír si quieres pero… Bueno, será para nada -sonrió cruelmente.

Poison abrió las alas, dispuesta a intentar salvar la vida. Maldijo una última vez su imprudencia antes de que un rayo de luz ocre estallara al lado de algunos encapuchados. La yegua miró a todas partes, buscando su procedencia, a la vez que otro rayo surgió desde algún lugar, alcanzando a alguno de ellos mientras Silver disparaba directamente a Poison un relámpago blanco.

Sin embargo no llegó a impactar contra ella ya que Fire Roar saltó frente a su capitana, interceptando el rayo con un escudo mágico conjurado ante ellos. El rayo mortal de Silver fue desviado, chocando contra las rocas del acantilado, que se desplomaron en distintas direcciones. Algunos de los cultistas encapuchados huyeron para ponerse a salvo de los peñascos que caían, mientras los demás protegían a Silver.

- ¡Capitana, yo te cubro!

- ¡Hay que salir de aquí!

Aprovechando el caos Poison y Fire salieron corriendo, mientras más disparos mágicos les pasaban rozando. Algunos rebotaron contra el escudo de Fire mientras Poison lideraba la huída por los callejones, doblando calles hasta que estuvieron lejos de la cala y no se oyeron más hechizos. Tampoco parecía que les estuvieran siguiendo. Poison aminoró la marcha y buscó un callejón oscuro para ocultarse. Fire hizo desaparecer el escudo, quedando ambos en la penumbra. Sólo la tenue luz de la luna, oculta por un manto de nubes, permitía al artillero percibir la silueta de su capitana. Tenía aspecto cansado y derrotado, respirando agitadamente tras la carrera. Sus ojos no brillaban como lo hacían habitualmente.

-Capitana, ¿qué ha pasado ahí? ¿Qué era todo eso?

Los ojos de pupilas azules se clavaron en los suyos.

-Tengo que irme, Fire. Helm Salt sabe cómo cuidar del barco en mi ausencia.

Aquellas palabras golpearon a Fire, que miró a su capitana sin comprender nada.

-Pero Poison…
- ¡Es una orden, Fire Roar! -la pegaso alzó la voz mientras se ponía la capucha y abría las alas-. Vete de aquí.

Antes de que el unicornio pudiera replicar otra vez, la yegua alzó el vuelo. Fire sólo pudo ver, impotente, cómo su capitana se perdía de vista en la oscuridad de la noche.

Apretando los dientes con rabia, salió corriendo hacia el barco. Sintió ganas de llorar, pero reprimió las lágrimas rápidamente. Se fijó en que el mar… estaba raro. No soplaba siquiera una ligera brisa, sin embargo, estaba agitado. Fire subió al barco, sintiéndose derrotado, y se dirigió al camarote de su capitana. Tal vez allí pudiera encontrar alguna pista.

El camarote se encontraba ordenado a excepción del escritorio, que permanecía cubierto de papeles, cartas de navegación y cachivaches varios; algunos de los cuales Fire no supo determinar qué eran. Permanecía exactamente igual que horas antes, cuando había estado bebiendo con ella. Respiró hondo. Todo el camarote olía a ella: a sal y cítricos. Se estremeció, intentando alejar de su mente los funestos pensamientos de que tal vez aquella fuera la última vez que disfrutaría de aquella fragancia. Si no hubiera huido, podría haber hablado con ella de sus sentimientos, podría haber pasado sus últimos instantes con ella…

Se dio un golpe contra la mesa, amortiguado por los papeles.

-Soy gilipollas. Soy un condenado y redomado gilipollas -se dio más golpes y después alzó la cabeza, frotándose el cuerno-. Podría haber salvado a Poison, pero en lugar de eso me quedé quieto mirando como un idiota, ¡maldita sea!

Dando un gruñido frustrado, tiró los papeles y trastos al suelo. No podía ver la pulcra letra de su capitana en cartas de navegación sin sentir odio por sí mismo.

-He visto cómo la prendían, atacaban, hechizaban y casi mataban, y yo allí, embobado escuchando cómo cantaba -se frotó la cara con los cascos-. Por qué tiene que tener una voz tan preciosa, j*der… -dio un fuerte golpe contra la mesa, haciendo rebotar objetos cercanos al escritorio-. ¿Por qué ha tenido que irse tan de repente, sin siquiera darme una explicación? Pensé que le importaba… ¡Soy un estúpido cobarde que ha sido incapaz de protegerla hasta que tenía un p*to rayo en la cabeza. ¡j*der!

Se revolvió la crin con fuerza, intentando sacar algo en claro de todo lo que había visto en vez de dejarse comer por la frustración. Respiraba con dificultad, demasiado alterado por toda una noche de acontecimientos violentos e inesperados.

-Esos tíos saben algo muy jodido y tiene que ver con la madre de Poison… ¿Pero el qué? ¿Qué ha sido toda esa mierda mágica? ¿Y qué ha pasado en el mar? -se asomó a la ventana, donde el mar seguía estando agitado-. ¿Qué tiene que ver ella en todo esto? -se apartó y se dejó caer derrotado en el sillón de la capitana. Tenía un pequeño cojín de color crema, lleno de bultos por el uso, que Fire acarició-. Tengo que encontrarte, Poison. No voy a permitir que te vayas -enarcó una ceja, pensando-. Si hace falta drenar para maldita gota de agua del mar para encontrarla, lo haré con mis propios cascos de ser necesario.

Levantándose de un salto, salió del camarote y tañó la campana de emergencia del barco. Sus compañeros se reunieron al poco rato en cubierta, trastabillando, con evidentes signos de confusión y mucho sueño. Fire no supo bien cómo enfrentarse a todos ellos y se les quedó mirando, buscando las palabras adecuadas.

-Fire Roar, ¿qué se supone que haces? Esa campana sólo puede tañerla la capitana -Helm Salt le miró molesto.

-Ese es el principal problema. Poison no está. Se ha ido -dijo Fire tras una pausa.

Toda la tripulación se miró entre sí, confusa. Estaban demasiado cansados y somnolientos para entender a Fire. Sin embargo, Helm Salt y High Tide se miraron entre sí, temiéndose lo peor.

-Todo el mundo al comedor. Tenemos reunión de emergencia -ordenó el teniente.

La tripulación gruñó descontenta, pero todos se dirigieron a regañadientes al comedor, que hacía las veces de sala de reuniones. Una vez estuvieron todos sentados, Fire Roar estampó el casco sobre la mesa, acallando inmediatamente el caos. Todos los miembros de la tripulación le miraron, con una mezcla entre odio, miedo y respeto.

-A mí me hace la misma gracia que vosotros lo que ha pasado -comenzó a hablar el unicornio-. Aún no entiendo bien qué es lo que vi, pero ha pasado algo gordo y nuestra capitana ha tenido que huir. Pero sé que no nos ha abandonado.

- ¿Y cómo lo sabes? Nunca nos avisó de esto. Se mantuvo callada y ni siquiera te dijo nada a ti -dijo alguien, con tono acusador-. Si la señorita se ha ido, el barco es nuestro, punto.

-De eso nada. Ella me ha dicho “espero volver pronto”, significa que volverá, vete tú a saber cuándo, pero volverá -Fire sacudió la cabeza-. Estamos hablando de Poison, j*der. De nuestra capitana. De aquella yegua que nos aceptó a pesar de nuestros antecedentes, nuestro pasado, de ser una escoria para la sociedad. Ella no nos abandonaría así como así. Si ha huído hay alguna razón para ello.

- ¿Y qué va a ser de nosotros ahora? Se ha ido sin más. Y no es seguro que vuelva.

Fire se quedó callado, pensativo. No tenía una respuesta posible a eso.

Sin embargo, al otro lado de la mesa, dos sillas se retiraron, llamando la atención de los presentes. Los asientos, correspondientes al teniente High Tide y al contramaestre Helm Salt, ambos al lado de la silla que ocupaba Poison al frente de la mesa, chirriaron mientras los dos sementales se levantaban. Ambos, con mirada oscurecida, encararon a la tripulación y a Fire.

-Tenemos algo que confesar -empezó High Tide-. Y es que… Nosotros sabíamos desde el principio lo que ocurría.

El silencio cayó como una losa sobre todos los presentes. El contramaestre carraspeó y continuó.

-Nosotros nos encargábamos de portar los chismes comunicadores durante la misión. Y podíamos oír todo lo que decía la capitana cuando hablaba con alguien. Hubo un momento en el que empezó a hablar con un extranjero, Silver Dusk, creo que se llamaba. Y le habló de su madre.

Un murmullo indignado se expandió por la mesa, a excepción de Fire, cuyos ojos chispeaban de rabia. Helm Salt continuó rápidamente.

-Yo no sabía nada de esto… Creo que ninguno lo sabíamos -sacudió la cabeza-. Al parecer la madre de la capitana está muerta, o eso creía ella. Este desconocido, el tal Dusk, le dijo que estaba viva y que necesitaba su ayuda, que tenía que abrir un sello y debía hacerlo sola.

-Es por eso que la capitana huyó esta noche -siguió High Tide-. Sin decir nada a nadie, sin que ninguno lo supiera, excepto nosotros -miró hacia abajo, y su voz se tornó temblorosa, arrepentida-. Helm y yo estuvimos tentados de hablar con ella cuando llegamos, de ofrecerle nuestra ayuda, es nuestra capitana, al fin y al cabo. Pero… Nos rajamos.

-Dimos por hecho que Poison no iría, que lo consideraría una trampa, o que nos acabaría avisando de ello pero… No fue así.

-Tenemos órdenes generales de encargarnos del barco en el caso de que Poison no esté -el teniente alzó la cabeza, sin embargo su mirada era casi atemorizada-. Pero esto es casi una traición, a ella y a la tripulación. Por eso aceptamos si nos echáis de aquí ahora mismo.

El murmullo estalló en gritos, casi todos de crítica hacia el unicornio y el poni de tierra. Sin embargo Fire Roar permanecía mortalmente callado. Miraba a ambos, cambiando la dirección de sus ojos lentamente. Su respiración casi parecía un gruñido que acabó por imponerse al jaleo creciente. De nuevo, se hizo el silencio, a excepción del grito que estalló en la boca del unicornio.

- ¡¿ME ESTÁIS DICIENDO QUE LO SABÍAIS TODO Y NO HICISTEIS NADA!? -el joven semental se subió a la mesa de un salto y avanzó furiosamente hacia el teniente y el contramaestre. Con su magia, los sujetó por la cabeza y las juntó, apretando para impedir que se movieran. Sin embargo, ninguno de los dos opuso resistencia, mirando a Fire con expresión culpable-. ¡Nuestra capitana podría haber muerto, gilipollas! ¡j*der, todo el mundo aquí cree que soy imbécil pero fui el único con las luces suficientes para ir tras ella! ¡Y vosotros, tristes cobardes, os fuisteis a dormir la mona como si nada! ¡Podría meteros en la p*ta boca de uno de mis cañones y mandaros a ser carnaza de kraken!

Fire Roar se dio la vuelta, soltando el agarre mágico sobre la cabeza de sus compañeros. El unicornio miró a todos los presentes, que le observaban como si fuera un fantasma. Nadie se atrevió a abrir la boca.

-A mis ojos sois unos asquerosos traidores -sentenció con voz dura-. Pero por suerte para vosotros os necesito para encontrar a la capitana. Os necesito a todos. Que Poison haya huido no quiere decir que la tripulación esté perdida. Somos fuertes, somos valientes, somos la p*ta tripulación de La Sirena Mutilada. La falta de nuestra capitana no nos hace más débiles, nos hace más mortales, ¡nada nos detendrá a la hora de encontrarla! -Fire miraba a sus compañeros, insuflando confianza a medida que hablaba-. Vosotros dos estáis al mando ahora, demostrad que sois de confianza y enmendad vuestro error. Es lo que Poison querría -miró de reojo al Helm y Hide, que asintieron con alivio-. ¡¿Qué co*o somos, gallinas o piratas!?

- ¡PIRATAS! -gritaron todos al unísono.
- ¡Eso es! Somos piratas, eso significa que somos libres, y no vamos a permitir que un unicornio afeminado nos robe a nuestra capitana, ¿verdad?

- ¡Verdad!

-Entonces, ¡¿quién está conmigo para buscar a Poison y darles una patada en el culo a esos putos brujos!?

Gritos resonaron por la sala mientras la tripulación daba golpes en la mesa, coreando el nombre de Fire. En ese momento la profunda voz de Mess Aboard resonó sobre los demás.

-¿Y ahora qué hacemos?

De nuevo, volvió a implantarse el silencio en el comedor.


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· ¡Sorpresa! Capítulo nuevo antes de que pase un año. Todo un record, sin duda :D

· Empieza a ponerse interesante la historia ^^ Espero que os vaya gustando tanto como a mí

· Como siempre, mil gracias a mi querido Volgrand por ayudarme tanto con esto :abrazo:

·No sé con certeza cuándo publicaré el siguiente, pero sí puedo adelantar que tengo bastantes escenas escritas desde hace mucho, por lo que espero y deseo que no me lleve demasiado tiempo. Os agradezco mucho, a los pocos que me leéis, que tengáis tanta paciencia conmigo XDDD
Última edición por Pandora el 07 Oct 2016, 18:38, editado 1 vez en total
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Re: [Aventura] La dama venenosa (Capítulo 4)

Notapor zelgadis » 07 Oct 2016, 18:09

genial capitulo, especialmente la parte del flashback. A ver si no nos tienes tanto tiempo esperando a capitulo nuevo señorita XDD
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Re: [Aventura] La dama venenosa (Capítulo 4)

Notapor horwaith » 07 Oct 2016, 18:38

Por lo menos no ha sido un año, "solo" 10 meses (tenía que decirlo) Ahora sobre el capítulo, buenos antecedentes para un fic que se perfila largo y que cada vez tiene más preguntas sobre la implicación de todos, porque me temo lo peor de lo que suceda después y como siempre dejas con las ganas de más.
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Re: [Aventura] La dama venenosa (Capítulo 4)

Notapor Angelus-Y » 08 Oct 2016, 00:04

Bueno, he esperado mucho para poder leer la continuación, y finalmente como esperaba de lejos, he quedado mas que satisfecho.

Ha sido un capítulo completísimo, hemos tenido ciertos momentos de intriga, algo de relax en las curradas descripciones, con un detalle excepcional, además de escenas muy intensas y llenas de increíbles descubrimientos.

Por otro lado por fin hemos averiguado detalles del pasado de la capitana, cosas que no voy a poner directamente por no hacer spoiler, pero me ha gustado mucho el flashback como ya han comentado y el transcurso de cada una de las acciones dentro del mismo.

El vocabulario es excelente y rico, da una fluidez extraordinaria al texto y lo hace comodísimo de leer. Por desgracia no soy un experto en cuanto a determinar si alguna descripción es excesiva o corta, pero en mi opinión ha habido variedad de carga en las descripciones, y las he visto equilibradas. A lo mejor alguna vez se ha repetido el nombre de Poison muy de seguido en algunos puntos, pero eso seria ponerse quisquilloso y para mi no es algo que incomode la lectura siempre que no sea durante todo el texto y amargue la experiencia, que en este caso, no ha sido así.

Echaba mucho de menos ya no solo leer este fanfic, sino recobrar el gusto de poder leer algo cómodo, dulce y que me pone en tensión y en el lugar de los hechos con tanta facilidad.

Tengo que agradecer no solo el hecho de que hayas vuelto y nos ofrezcas este festín literario y que por supuesto continuaras, sino tambien que hayas hecho un capitulo como este, se que no es un supuesto premio nobel de la literatura y tendrá fallos, pero además de no haber visto fallos grandes y pequeños creo que ninguno... sin duda la compleja mezcla de lo interesante que es la trama, el vocabulario, la fluidez, las emociones, la belleza de las descripciones y la profundidad que se observa en los personajes, como reaccionan y se ven involucrados en hechos repentinos, que ese es otro punto, has logrado manejar muy bien el avance de los hechos con grandes sorpresas, lo hace un fanfic digno de paladares exigentes.

No soy un experto, pero aseguro que soy lector y me cuesta permanecer a gusto en un fanfic. Este capitulo, y este fanfic, al igual que muchos otros, lo ha conseguido y me hallo famélico de poder seguir degustando esta maravilla. Podria seguir hablando mucho sobre mis reacciones personales de cada escena, pero no creo que sea adecuado comentarlo aquí directamente, por lo que Pandora, déjame decir que enhorabuena y que has llenado este corazón escritor de inspiración y gusto, sigue así y mucho ánimo. Esperamos volver a leer pronto lo que acontecerá a nuestra capitana preferida y a su inigualable tripulación.
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Re: [Aventura] La dama venenosa (Capítulo 4)

Notapor agustin47 » 08 Oct 2016, 10:33

Genial, en serio, genial. Como siempre, el vocabulario y las expresiones son prácticamente perfectos, se hace realmente corto por lo entretenido que es y la historia fluye por si misma. Los personajes tienen vida propio, son completamente ellos y son únicos. Me ha encantado, la única pega de este fic es el tiempo entre capítulos :qmeparto: Pero bueno, es normal, así que como siempre genial y espero que haya otro capítulo prontísimo.
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La ignorancia a veces puede significar felicidad, y en este caso, la nuestra resulta ser una verdadera bendición.


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Re: [Aventura] La dama venenosa (Capítulo 4)

Notapor Volgrand » 09 Oct 2016, 00:10

Es un honor haber sido tu beta reader. Tu historia promete mucho, ¡sigue en ello, hermosa!
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Re: [Aventura] La dama venenosa (Capítulo 4)

Notapor McDohl » 09 Oct 2016, 17:43

Argh, la intriga. Ahora a morderme las uñas hasta que sepa como continua.

Me gusta especialmente como el enfoque cambia de Poison a Fire en el mismo capítulo, sin parón de por medio; la ceremonia del despertar, el flashback... es un capítulo con mucha tensión y carga argumental. Ha merecido la pena la espera ^_^
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Re: [Aventura] La dama venenosa (Capítulo 6)

Notapor Pandora » 05 Abr 2017, 22:26

Spoiler:
Capítulo 6: ¿Y ahora qué?

La tripulación de La Sirena Mutilada se pasó la noche discutiendo sobre su próxima acción sin llegar a ningún acuerdo. La total falta de información hacía mella en el ya de por sí frágil ánimo de Fire Roar, que se tiraba de los pelos buscando una pista a seguir, procurando también que los ánimos de la tripulación se mantuvieran en alza, por riesgo a motín. Mientras tanto Helm Salt y High Tide tomaban el control del barco.

- ¿Deberíamos poner carteles de búsqueda?
-No, llamaría demasiado la atención. No nos conviene que todo el mundo sepa que la capitana está en paradero desconocido.
-Entonces podríamos volver al Manehattanés errante a ver si alguien la ha visto por allí.
-¿Crees que podría haber dejado un mensaje allí?
-Lo dudo, pero no lo daría por perdido aún.
-Maldita sea, Poison, tienes una tripulación que te es fiel hasta la médula y te vas sin pedirnos ayuda…
-No podemos culparla. Tenía los cascos atados. En todo caso, la culpa es nuestra por no ir tras ella.

Ambos se quedaron en silencio, mirando a Fire, al otro lado de la mesa, en silencio. Indudablemente, aquel imprudente unicornio había sido más valiente que ellos dos juntos.

-También tenemos el asunto de qué ha pasado con el mar…
- ¿Tú también notas que va algo mal?
-Sí… Es como una sensación desagradable en la boca del estómago…
-Y se respira mal rollo…
- ¿No será porque la capitana no está?
-Quién diría que una presencia femenina nos haría tanta falta…
-Tenemos que averiguar qué ha pasado. Habrá de alguien que conozca magia negra, ¿no?

El contramaestre bajó la cabeza. High miró a su compañero, de repente callado y mirando pensativo al techo.

- ¿Pasa algo?

Helm Salt miró al teniente, con aspecto demacrado por el cansancio de la noche. Les esperaban días, tal vez semanas, de intensa actividad manteniendo el barco bajo control, buscando a la capitana y averiguando qué había ocurrido. Si callaba, tal vez información de valor que podría servirles se perdería. Y ya se había callado demasiado.

-Yo sí sé de magia negra.

-------------------------

Fire Roar, en el comedor, hacía obra de todo su poder de persuasión y cabezonería para intentar mantener el orden sobre la tripulación, que discutía a viva voz. Los había que seguían convencidos de dejar tirada a Poison e irse con el barco a saquear en alta mar, otros optaban por nombrar a un nuevo capitán y el resto, junto con Fire, se rompían la cabeza intentando mantener la calma y sensatez… Sin éxito alguno.

-Chicos, vamos, pensadlo en perspectiva -razonó Hawkeye, que estaba del lado de encontrar a Poison-. Ninguno de vosotros tiene idea de manejar un barco.

-Yo sí - dijo Right Direction, el timonel, que era dado al chascarrillo fácil.

-No me refiero a eso -continuó el vigía, poniendo los ojos en blanco-. ¿Alguno de vosotros sabe realmente cómo manejar el barco? ¿Qué hacer en caso de ataque? ¿Con quién hacer negocios y quiénes son nuestros aliados? ¿Cómo calcular nuestro salario y cómo racionar la comida?

A medida que el pegaso de pelaje gris preguntaba, se fue haciendo el silencio. Había dado en el clavo: la capitana era la única que sabía llevar a cabo correctamente todas aquellas tareas.

-Bah, paparruchas, digo yo que no será tan difícil aprender a hacer todo eso. Ella también lo aprendió, ¿no? Pues ya está -dijo alguien por el fondo-. Sólo tienes que pedirle a XX que te enseñe a llevar el dinero y aprender a sumar y restar para calcular el dinero.

- ¡NO ME HICE PIRATA PARA APRENDER MATEMÁTICAS! -voló un vaso.

- ¡COMO ME ROMPÁIS LA VAJILLA HAGO SOPA CON VOSOTROS! -gritó Mess Aboard mientras una cuchara de palo rozaba su oreja.

- ¡¡OBLÍGAME!!

Mientras se desataba una batalla campal de gritos y menaje de cocina volando por el comedor, Fire y el resto de los tripulantes que le apoyaban se escondieron bajo la mesa, evitando los proyectiles.

-En serio, necesitamos un plan. A estos cabezones no hay forma de convencerles de que la única opción que tenemos es encontrar a Poison.

-Necesitamos la ayuda de todos para esto, e incluso así seguimos siendo pocos. Hay que encontrar a todos los aliados que podamos.

- ¿Alguna idea?

-Tenemos que ver a Sharp Bottle.

--------------------

- ¿Cómo que sabes de magia negra? Eres un buen mago, no lo niego, pero no te veo… -High Tide estaba totalmente confundido.

-Lo sé… Lo sé -le cortó Helm Salt-. Mi pasado es algo de lo que sólo Poison conoce la historia completa-. Al ver que su compañero callaba, incómodo, respiró hondo y continuó.

-Hace años, cuando apenas era un joven semental, despreciaba a todos aquellos unicornios que se conformaban con hacer un par de hechizos y poco más. Para mí era desperdiciar el don que tenemos los unicornios. Siempre fui ambicioso, con ansias de aprender y ser mejor que los demás. Incluso hice el examen de acceso para entrar en la escuela de jóvenes talentos mágicos de Celestia.

Iba totalmente confiado, no sólo de aprobar el examen sino de ser el aspirante con mejor nota. Sin embargo, el hechizo que preparé rebotó apenas lo hube invocado, causando un desastre vergonzoso en el que, entre otras cosas, convertí en un sapo con cinco ojos a uno de los examinadores. Como era de esperar, no entré.

Estaba furioso, pues había estado practicando aquel hechizo durante semanas sin descanso y nunca había fallado. Aquella noche me emborraché solo en un bar cualquiera, maldiciendo mi suerte y a todos lo que sí habían sido aceptados en la escuela. Cuando estaba a punto de irme un desconocido apenas mayor que yo me invitó a un último trago.

-Se te ve alicaído… Deja que te invite a la siguiente.

-No hace falta, ya me iba -estaba tan borracho que apenas era capaz de pronunciar correctamente.

Sin embargo ya tenía una copa frente a mí. Me encogí de hombros y me la bebí de un trago sin darle las gracias siquiera. Dejé el vaso en la barra y, de nuevo, volvió a hablar.

-Estuve en tu audición hoy. Sé por qué falló tu hechizo.

Lo fulminé con la mirada, o al menos esa fue mi intención. Sentía mi cabeza pesada y los oídos me pitaban, pero estaba lo suficientemente consciente para entenderle a la perfección.

-Dímelo. Dime qué ha fallado.

-Yo te hice fallar -me respondió con una sonrisa-. Pero tengo una buena razón para ello. Tu potencial no merece ser desperdiciado en la escuela de la princesucha Celestia -noté desprecio en su voz.

- ¡Yo no te he pedido nada, imbécil! -grité, furioso-. Más te vale tener una buena razón o te parto la cara ahora mismo.

-Tienes un potencial mágico difícil de ver en un joven semental como tú, potencial que apenas sería explotado en esa institución. Yo tengo una opción mucho mejor para ti.

Le miré, escéptico, y escupí a sus cascos antes de teleportarme a la puerta del bar. Estaba demasiado cabreado, frustrado y borracho para pensar detenidamente en sus palabras. Debido a mi estado de embriaguez era incapaz de teleportarme a casa directamente, así que eché a andar, tambaleándome como si hubiera un terremoto. Sé que estuve despotricando en voz alta, pero, sinceramente, no recuerdo qué chorradas iba gritando por ahí.

Al rato empecé a oír pisadas detrás de mí. Yo estaba hasta los cojones de todo y me dispuse a lanzarle un rayo a quien fuera que estuviera detrás de mí. Al darme la vuelta el unicornio del bar estaba allí. Le lancé el rayo y él lo bloqueó con un fuerte escudo de magia pura.

- ¡¿Qué co*o quieres!? -grité, cargando otro rayo.

-Que me escuches un momento -seguía con el escudo invocado pero no parecía violento ni con intención de atacarme-. Sabemos quién eres, Helm Salt. Te hemos estado observando y tu magia guarda un potencial que apenas podrían empezar a exprimir en esa escuelucha de Celestia. Nuestra hermandad podría ayudarte a ampliar tu poder, a volverte el mago más poderoso de nuestra era.

Aquella palabras, claro está, me sedujeron apenas las oí. Tenía el ego demasiado alto y no me pude -ni quise- resistir. Era joven, impulsivo y demasiado ambicioso.

- La nuestra, la Hermandad de las Aguas Negras, es una institución muy exclusiva para unicornios cuya magia supera la excelencia. Has sido seleccionado para entrar y adquirir todos los conocimientos más avanzados que puedas aprender, conocimientos de los que no eres consciente, pero tienes el potencial para dominar.

- ¿Y cómo se yo que no es alguna clase de secta o algún plan para secuestrarme? Nunca he oído hablar de esta hermandad de la que hablas y ni siquiera sé tu nombre.

El unicornio volvió a alzar el cuerno y su cabeza quedó rodeada de un aura azulada. Entre nosotros se materializó una puerta de metal. Tras hacerla aparecer, el desconocido bloqueó su propio cuerno, impidiéndose a sí mismo usar magia.

-Te doy mi palabra. No serás atacado. Mi nombre es Crystal Spark y me gustaría que fuésemos hermanos.

Como era de esperar me uní a la hermandad y poco a poco fueron metiéndome ideas muy radicales en la cabeza a lo largo de los años casi sin darme cuenta, no te haces a la idea de en qué me convertí. Era un mago poderoso, sin duda, pero lleno de odio infundado… que en el fondo nunca creí como cierto.

La Hermandad se encargaba de formar magos con una oscura razón oculta: usar la magia para dominar los mares y someter la tierra a nuestros designios. Nos formaron como marineros y nos entrenaban con hechizos capaces de cambiar el estado del agua y el tiempo y proteger el barco de ataques enemigos. Nos hicieron odiar a todos aquellos que no compartían nuestra visión. Llegué a ser uno de los marineros más hábiles de la hermandad y todos me respetaban y apoyaban. Pero aun así, muy en el fondo, no era completamente feliz haciendo lo que hacía.

Un día, teníamos una misión en alta mar, una especie de examen: debíamos hundir un barco sin usar nuestros cañones, sólo con magia. Y el barco que encontramos… Fue La sirena mutilada. Una joven Poison Mermaid era la capitana de un barco grande e imponente. Para mí era como un dulce premio, una victoria rápida con la que lucirme. Una yegua, pirata y capitana, aquello era casi un mal chiste. Confieso que incluso bromeé con mis camaradas con las cosas horribles que le haríamos al capturarla. Me arrepiento profundamente de esas palabras y no hay día que no odie aquel al que fui.

Declaramos la guerra a Poison y comenzaron las estrategias de combate. Nos sorprendió la fiereza de aquella tripulación: esquivaban todos los proyectiles mágicos que les lanzábamos y sus salvas de cañones apenas cesaban. Consiguieron enganchar nuestro barco y nos abordaron. Luchamos con sangre, debo admitir que tanto miembros de mi tripulación como de la de Poison perecieron en la confrontación. En algún momento se prendió fuego a nuestro barco, sospecho que por obra de algún veneno de la capitana, y el caos reinante se hizo aún mayor. Poison se enfrentó a mí directamente, esquivando hábilmente mis disparos de magia con su espada, que movía con gracia y certeramente, revoloteando a mi alrededor. Era joven, ligera y delgada, con lo cual su agilidad me superaba con creces. La recuerdo con una expresión concentrada, sus ojos brillando más que el fuego que nos rodeaba, se estaba divirtiendo con aquello.

Poco a poco nos rodearon, habíamos subestimado a aquella joven yegua y nuestra magia apenas hacía nada frente a su estrategia. Nosotros éramos poderosos, pero ellos estaban más curtidos en ataque y defensa. Nuestros barcos estaban a punto de caer y las tripulaciones habían sido fuertemente mermadas, sin embargo la determinación de Poison, su fiereza, seguían intactas.

En un momento dado un mástil ardiendo se desplomó sobre mí, cayendo entre Poison y yo. Ella despegó antes de que la alcanzase, pero yo no corrí la misma suerte. No pude evitar que se me viniera encima, por lo que intenté frenar la caída con mi magia. Pesaba más de lo que imaginaba y no pude apartarlo, pero lo mantuve flotando sobre mí. En ese momento Poison me placó, aprovechando mi distracción, y me inmovilizó. Me disponía a apartarla con mi magia pero un fuerte golpe en la cabeza me dejó inconsciente.

Lo siguiente que recuerdo es un fuerte dolor de cabeza y ver el mundo borroso hasta que se volvió completamente negro. Al despertar estaba atado al palo mayor de La sirena con un cepo en el cuerno y la cimitarra de Poison al cuello. Mis camaradas, los pocos que quedaban, estaban atados alrededor del palo, con los ojos vendados. Ellos todavía estaban inconscientes y todos estábamos heridos en mayor o menor medida. El resto de la tripulación de Poison, visiblemente cansados y algunos de ellos con quemaduras y vendas, permanecían detrás de ella con aspecto fiero e imponente. La cimitarra se acercó aún más a mi cuello y noté el acero en la piel.

-Ahora mismo vas a contarme quién eres y por qué nos has atacado o te tiraremos a ti y a tus compañeros por la borda.

Me sentía demasiado cansado para siquiera replicarle, así que me rendí. Le conté quién era y sobre la hermandad, tras lo cual nos echaron al calabozo durante días. Curaron nuestras heridas y nos dieron de comer. Mis compañeros no hacían más que planear cómo reventarían aquel barco en cuanto nos quitaran los cepos. Yo, sin embargo, estaba cansado. No veía que la hermandad me llenase como prometió que lo haría. Había aprendido mucho, sí, pero no era realmente feliz por ello, todo aquel conocimiento no sólo no me llenaba, sino que me había convertido en alguien que no quería ser realmente, alguien lleno de odio sin razón alguna. Estaba harto de no tener un verdadero amigo desde hacía años, ya que en la hermandad la amistad era una falsa ilusión, la meta verdadera era escalar y ser mejor que el resto. Siempre primó la superioridad mágica, quién era capaz de aprender más y ser más cruel con el resto. Yo no quería aquello, ya no. Así que, una noche, cuando nos trajeron una austera cena, decidí confesarlo todo.

Me llevaron ante Poison, que me observaba atentamente y en guardia. Le conté todo cuando sabía, revelando la identidad de todos mis hermanos, nuestros objetivos, metas y conocimientos; todo. Poison escuchó atentamente cada una de mis palabras, con calma, sin siquiera interrumpirme. Cuando terminé de hablar, preguntó:

- ¿Por qué me cuentas todo esto?

-Porque estoy muy cansado. Prefiero pudrirme en una cárcel el resto de mi vida a que mi alma se pudra con aquella organización.

- ¿Cómo sé que es verdad todo eso y no una estrategia para tomar mi barco?

-Ya te lo he dicho: estoy cansado. Sólo quiero redimirme y ser feliz de una vez.

Poison se me quedó mirando, taladrándome con sus pupilas azules. No sabía cómo reaccionaría, si me ejecutaría allí mismo, si me tiraría por la ventana o si me volvería a encerrar. La capitana se levantó y se inclinó sobre uno de sus arcones. Allí trasteó durante unos minutos, causando un gran alboroto de cristal y madera hasta que sacó una botellita con un líquido dorado. Sacó una copa y vertió vino y unas gotas de aquel mejunje. Lo mezcló un poco y me lo ofreció.

-Te creeré cuando bebas esto.

Ni siquiera pregunté qué me estaba ofreciendo, simplemente bebí de un trago. Tenía un sabor fuerte y amargo. Al instante me sentí muy relajado y aliviado como no lo había estado en años. Sentí la energía correr por mis huesos y el dolor de mis heridas desvanecerse, una sonrisa tembló en la comisura de mis labios.

-Bien. ¿Lo que me has dicho es cierto? -volvió a preguntar Poison, sin despegar los ojos de mí. Estaba casi seguro de que debajo de la mesa tenía la cimitarra lista.

-Todas y cada una de mis palabras, lo juro -respondí alegremente-. Te he contado todo cuanto sé y siento... Debo admitir que ese filtro de la verdad es muy potente.

Poison juntó los cascos frente a su cara, sin dejar de mirarme. Tras unos instantes, cedió y asintió para sí misma.

-Vaya, no me sorprende que sepas qué era la poción. De todas formas, mi suero de la verdad es totalmente ineludible -murmuró, guardando de nuevo la botellita y cerrando el baúl con llave-. Está bien. Te ofrezco un trato si tanto deseas redimirte, ¿estás dispuesto a escucharlo?

-Sin duda. Estoy dispuesto a lo que sea con tal de no volver nunca a esa secta -respondí sombríamente.

-Únete a mi tripulación. Un talento mágico en el mar como el tuyo no es algo que se encuentre todos los días. Estamos escasos de personal por nuestro pequeño incidente. Podrás redimirte y ser un poni nuevo trabajando para mí. Pero para ello deberás destruir a esa organización tan nociva y peligrosa para todo el mundo. Entrégate a los guardias reales y cuéntales todo lo que me has contado a mí. Yo me encargaré del resto -tras una pausa volvió a hablar-. Te doy esta noche para pensarlo. Si te niegas no tendré más remedio que hacerme cargo de vosotros de formas… poco agradables -la joven yegua torció el gesto.

-No necesito pensar nada -mi boca habló casi sin pensar, impulsado de nuevo por el suero-. Estoy dispuesto a unirme a esta tripulación incluso si sólo es para fregar suelos. Quiero ser útil de verdad.

-Está bien. Llegaremos a puerto en tres días, así que hasta entonces permanecerás en el calabozo. Debes guardar silencio ante tus camaradas y confesarás cuando lleguemos. Hasta entonces, Helm Salt.

El resto, como se dice, es historia. Cuando llegamos a puerto fui directamente al puesto de la guardia real a contar todo cuanto sabía de la hermandad. Hicieron una redada y los capturaron a todos, incluidos mis compañeros. Poison, a través de muchas artimañas las cuales no me ha contado todavía, consiguió eludir mi captura y me recibió como uno más en la tripulación. He visto pasar a muchos y también caer a otros tantos, pero sé que nunca he sido tan feliz como en este barco. Con los años fui ascendiendo poco a poco hasta llegar a contramaestre, pero para entonces tú ya habías entrado a formar parte de la tripulación con nosotros.

Por suerte, ahora la hermandad parece una pesadilla muy lejana.


Helm Salt guardó silencio. Era la primera vez que hablaba con alguien sobre la verdadera historia de su pasado. La versión que contaba a todo el mundo es que era un poni de circo que se cansó de aquella vida. High Tide se quedó callado, procesando toda aquella información con los ojos cerrados. Aquello era lo último que esperaba oír de su compañero, en el que confiaba casi como un hermano desde el principio. Le costaba creer que aquello fuera verdad, que el unicornio hubiera llegado a ser un mago oscuro y malvado. Abrió la boca varias veces, intentando decir algo, pero las palabras no salían de su garganta.

-Lo sé. Es algo muy… intenso -Helm rompió el tenso silencio que se había instalado entre los dos-. Lo que vengo a decir con esto es que, de igual manera que Poison confió en nosotros, nosotros debemos confiar en que ella acabará volviendo. Pero debemos averiguar qué ha pasado todos juntos -el unicornio puso más énfasis en sus últimas palabras.

High continuó guardando silencio, concentrándose en el vaivén del barco y las olas chocando contra él. Aquel sonido le relajaba enormemente.

-La pregunta es, ¿qué ha pasado?

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Un nuevo día empezó a despuntar sobre La Sirena Mutilada. Todo el mundo dormía a pierna suelta, a excepción de cinco ponis que no dejaban de pensar. Por un lado Helm Salt y High Tide debatían por el futuro de la tripulación y por otro Fire Roar, Hawkeye y Mess Aboard intentaban planear una estrategia de acción. El barco, dividido, estaba en una complicada y tensa situación en la que la más mínima discusión ponía a todos contra todos. Sin Poison al mando y totalmente desaparecida de combate la tripulación se mantenía en una batalla campal sobre su liderazco.

Todo era un soberano desastre.

Fire Roar se tiró de la melena por millonésima vez. No tenía ganas de soportar de nuevo discusiones sobre el mando de La Sirena. Mess se había retirado a la cocina a preparar el desayuno y a hacer recuento de provisiones y menaje. Le preocupaba lo que podría pasar en el momento en el que se acabase la comida, y también el bienestar de la tripulación. Desde el fondo de su corazón deseaba que Poison volviera pronto y no estuviera herida, o peor. Entendía los motivos que su capitana había tenido para huir y no le guardaba rencor; pero temía profundamente por su vida. La quería de vuelta sana y salva para poder seguir preparándole su sopa de champiñones favorita.
- ¿Se te ha ocurrido algo? -susurró Fire a Hawkeye. Ambos, encaramados en el puesto de vigía, escrutaban el mar en busca de alguna señal sospechosa. Lo único fuera de lo normal eran las aguas agitadas sin casi brisa y un color más oscuro de lo que correspondía.

-Ir a ver a Blade Bottle es la única idea buena que hemos tenido.
-Es la ÚNICA idea que hemos tenido -replicó Fire con frustración. Su compañero le echó el ala por encima en un intento por consolarle.
-Al menos hemos tenido una -el pegaso, dado a ver el lado positivo a todo, intentaba consolar a su compañero sin éxito-. No perdemos nada por visitar el Manehattanés, allí se cuecen todos los piratas, cazafortunas, buscavidas y demás calaña que podemos encontrar. Podemos preguntar por allí si han oído hablar sobre ella.

A sus espaldas oyeron una suave explosión mágica y una brillante luz verdosa y Helm Salt apareció ante ellos

-Eso sería tremendamente estúpido, Fire. Lo último que necesitamos es que todo el mundo se entere de que Poison Mermaid ha desaparecido, te recuerdo que lo hablamos ayer.

El artillero abrió los ojos hasta que casi se le salieron de las órbitas.

-T-tú… P-pero… Aquí arriba… -Fire gesticulaba abrúptamente, intentando poner en orden sus ideas-. ¡Te has materializado de la nada ante nosotros! ¿Desde cuándo sabes hacer eso? Y sobre todo, ¿¡a qué esperas para enseñarme a hacer eso!?

-Ese no es el tema que nos concierne, Fire -dijo el contramaestre con paciencia. No podemos plantarnos en el Manehattanés gritando si alguien ha visto a nuestra capitana, estaríamos avisando a todo el mundo de que una de las piratas más buscadas y temidas está fuera de combate. Les faltaría tiempo para atacarnos, reducirnos y quedarse con el barco, y eso sí que sería un problema gordo para todos.

- ¡No, no, j*der, déjame explicarme! -gritó Fire, poniéndose en pie y plantándole cara a Helm-. No estaba diciendo de ir allí y preguntar directamente, sino de hablar con Blade Bottle en privado y explicarle qué ha pasado. Es evidente que algo raro le pasa al mar, a lo mejor él ha oído algo sobre qué puede estar ocurriendo…

- … y si puede tener o no relación con la capitana -terminó el contramestre, sonriendo de satisfacción-. Eso sí es una buena idea, Fire. El Manehattanés es un hervidero de gente, si alguien ha oído algo, lo sabremos.

Hawkeye levantó un ala con timidez, como un potrillo pidiendo permiso en el colegio.

-El problema es que el resto de la tripulación no va a estar de acuerdo. Unos quieren amotinarse y otros nombrar a un nuevo capitán -miró alternativamente a Helm y Fire con los ojos muy abiertos-. Creo que habría que solucionar ese problema antes de irnos… Y tal -Al terminar de hablar se sonrojó intensamente y bajó la mirada.

-Hawk tiene razón: nosotros estamos de acuerdo, pero ahí abajo ni la mismísima Luna podría hacerles cambiar su maldita opinión. No sé cómo lo hacía la capitana para que todo el mundo la obedeciera.

-Poderes femeninos, seguramente -rezongó el contramaestre mientras hacía brillar su cuerno-. Os llevo abajo.

Con un estallido de magia y luz el unicornio teleportó a Fire y Hawkeye a cubierta. Se oían gritos procedentes del comedor, al cual se dirigió Helm rápidamente. Fire, a su vez, intentaba que la cabeza dejara de darle vueltas por el viajecito.

-En serio, tienes que enseñarme a hacer eso -sacudió la cabeza y con su magia recogió dos revólveres y siguió al contramaestre junto con el vigía.

En la puerta del comedor esperaba High Tide, visiblemente nervioso. Era raro verlo fuera de su estado normal de serenidad y calma. Habló en voz baja con High unos instantes antes de entrar. Los tripulantes allí reunidos no se percataron de la presencia de los recién llegados. Estaban demasiado ocupados gritándose los unos a los otros, tirándose lo primero que tenían a mano o peleándose a casco limpio. Fire se apresuró en subirse a la mesa pidiendo silencio, armas en ristre. Poco a poco lo consiguió, si bien la mirada de algunos de sus compañeros daba a entender que él no era el único armado.

-Seré breve -dijo Helm Salt, tomando la palabra y mirándoles a todos-. Seguimos sin tener ni idea del paradero de la capitana. Pero tenemos la impresión de que se podría saber algo de ella en el Manehattanés Errante. No vamos a permitir un motín a bordo, pues la capitana nos ha dejado al cargo. Y, sinceramente, creo que el peor error que podeis cometer en vuestra vida es decepcionar a Poison Mermaid.

Fire, con las armas cargadas y preparadas, mantenía el ceño fruncido. No era buena idea cabrear al joven artillero con sus armas cerca, y mucho menos con un asunto tan delicado como era la desaparición de la capitana. Todos sabían que Fire era famoso por su precisión con cualquier arma, o cualquier cosa que pareciese un cañón.

-Resumiendo: vamos a ir a buscar a la capitana os guste o no. Porque, os guste o no, no vamos a traicionar a la yegua que nos perdonó y acogió como una familia. Así que todo el mundo a sus puestos y como me toquéis mucho los cojones os usaré como munición, ¡¿queda claro!? -gritó Fire.

Todo el mundo contuvo la respiración. La tensión podía cortarse con un cuchillo. Los marineros se miraron entre sí, sopesando las opciones que tenían. El timonel, Right Direction, carraspeó. Era uno de los más veteranos de aquella tripulación, uno de los primeros a los que reclutó Poison.

-Helm, Fire, High, os pedimos perdón. Todo este asunto de Poison desapareciendo nos ha trastocado demasiado. Muchachos, debería daros vergüenza a todos, y a mí el primero. Somos piratas, pero somos unos traidores para con nuestra capitana. La mejor forma que tenemos de demostrar que somos una buena tripulación es buscar a nuestra capitana y encontrarla sana y salva. A menos, claro está, que queráis volver a vuestra vida anterior.

Un silencio sepulcral se instaló en el comedor. Si algo tenían en común aquellos marineros era que su vida antes del barco era algo a lo que jamás volverían ni aunque les pagaran por ello.

-Justamente lo que estaba pensando -el timonel sonrió, tomando asiento-. Muchachos, podéis ir poniendo el barco en marcha. Y Fire, por Luna, baja esos putos revólveres de mi cara.

Fire, sonriendo ampliamente, se bajó de la mesa, llevándose consigo las pistolas mientras Helm Salt daba las órdenes pertinentes. En poco rato todo el mundo estaba en sus puestos y preparados para lo que les esperase.

La Sirena Mutilada había vuelto a las andadas.

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El pegaso azul como la noche estaba inquieto desde hacía unos días. El mar estaba demasiado agitado, como si se acercara una tormenta que no llegaba a descargar su furia. En la playa había avisos de marea alta y de que era peligroso nada, y sólo unos pocos se atrevían a pescar. Había visto eso antes, muchos años antes, y no auguraba nada bueno. Esperaba que fuera una casualidad, que verdaderamente fuera el mal tiempo, pero un mal presentimiento le helaba el sudor de la frente. Estaba volviendo a ocurrir.

Entró en su despacho, pero antes de encender la luz se dio cuenta de que había alguien allí. Una figura oculta por la oscuridad de la sala estaba sentada frente a su escritorio, en silencio. El pegaso intentó encender la luz, pero un puñal se clavó en la pared antes de que pudiera llegar al interruptor. La figura se incorporó en el sillón, sin quitarse la capucha que la cubría.

-Me mentiste.


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-Bueno, bueno, ¿qué tenemos aquí? Un nuevo capítulo de la tripulación favorita de todos, ¡Y ANTES DE LO IMAGINADO! Pedid un deseo, estoy on fire.

-Espero que disfrutéis de este capítulo tanto como a mí me ha gustado escribirlo. Y como siempre, agradecimientos a mi paciente y adorado Volgrand por tomarse el tiempo de corregir y recorregir el capítulo

-Yyyyy para aquellos fans que no quieren esperar, tengo buenas noticias, y es que el capítulo 7 YA ESTÁ ESCRITO. Sí, señores, me he puesto las pilas y lo tengo escrito, sólo le queda pasar por el quirófano de Volgrand, así que lo tendréis dentro de no mucho :3

-Y ya por último, muchas gracias por seguir esta historia. Aunque sólo sois unos pocos, nada me hace más feliz que saber que alguien más disfruta de mis historias tanto como yo misma.
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Re: [Aventura] La dama venenosa (Capítulo 4)

Notapor Volgrand » 08 Abr 2017, 01:01

Yo ya lo habia leido como beta reader, Pero me alegro de que estes de vuelta!
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