Capítulo 1
Esta dura vida
Esta dura vida
Sobrevivir. Esa era la palabra clave. Lo que me animaba a seguir adelante, sabiendo que tal vez, y solo tal vez, pudiera haber luz al final del túnel. Una salida. Una oportunidad.
-¡Mueve ese culo, nena!
-¡Madre mía qué caderas!
-¡Viva la madre que te parió!
Sin embargo la cruda y dura realidad volvía a acompañarme, haciendo evidente que sólo había sido eso, un sueño. El mismo tonto e ingenuo sueño. Giré las caderas lentamente al tiempo que echaba el culo hacia atrás, contoneándome un poco más para agradar al público, al tiempo que permanecía agarrada a la barra. Los billetes comenzaron a volar y me insinué un poco más, lo que siempre era efectivo.
-¡Ole, ole, ya me gustaría a mí tener ese culo!
-¡Di que sí, nena!
-¡Madre mía, qué pena que sólo estés en la barra!
Ante eso opté por marcarme un tanto, comenzando a hacer malabares, literalmente hablando; crucé las piernas y comencé a subir por la barra, en cuanto alcancé cierta altura hice fuerza con las piernas y me así a la barra, dejándome caer de cintura para abajo, mostrando toda la largura de mi cuerpo. Más ánimos y comentarios siguieron volando, al tiempo que más billetes caían en el escenario.
-¡Vaya par de tetas!
-¡Madre del amor hermoso, nena! ¿Tú eres de este mundo?
-¡Creo que me estoy enamorando!
Siempre trataba de poner la mente en blanco cuando estaba en la barra, ignorando el resto de comentarios y concentrándome en mis movimientos. Después de todo no tenía que hacer mucho más, ya que se trataba de mi cuerpo y poco más, y por suerte yo tenía un muy buen y proporcionado cuerpo. Hice fuerza hacia delante para encaramarme de nuevo y, asiéndome de nuevo a la barra, me deslicé hasta bajar al suelo, abriéndome de piernas y contoneándome en el suelo. Esta vez los billetes volaron, cubriéndome en parte, al tiempo que mantenía los ojos cerrados y la mente muy lejos de allí, haciendo caso omiso a los comentarios obscenos que me echaban.
Sin embargo noté entonces una grasienta y asquerosa mano tocándome los tobillos, abriendo entonces los ojos y viendo que un hombre de mediana edad y mirada lujuriosa se encaramaba sobre la barandilla, tratando de alcanzarme. Reaccioné de seguido alejándome, al tiempo que varios chicos de seguridad le interceptaban a tiempo y cargaban con él, acompañándole hacia la puerta. Inmediatamente después alguien se adelantó, comentando en voz alta.
-Muy bien, señores, se acabó el espectáculo, circulen, largo de aquí.
El resto de hombres se tuvieron que apartar, al tiempo que aproveché para recoger todo el dinero del suelo, aunque enseguida el hombre que dispersó a los demás comentó.
-Ese dinero es parte del club, no lo olvides, Sunset…
Cerré los ojos con gesto cansado, teniendo que forzar una sonrisa y comentando dejadamente.
-Sí, lo sé, señor Trúnchez…
-Si te he ayudado es porque eres de mis mejores chicas, y porque respeto la decisión del señor Forge de dejarte trabajar aquí en su día. Después de todo ¿Quién no se acuerda de Sunshine Rise?
Ante eso no dije nada, prefiriendo quedarme callada. Aunque Jesús Trúnchez, uno de los propietarios del local, fuera un hombre respetado dentro del negocio, no dudaría en sacarle mínimo los ojos si fuera capaz de decir algo malo de mi madre. Por fortuna para él no dijo nada más, prefiriendo centrarme en recogerlo todo, aunque en cuanto terminé de hacerlo el hombre indicó.
-Dame eso.
Algo contrariada le di el dinero y lo estuvo contando en silencio, haciendo pasar los billetes entre sus dedos; en cuanto terminó partió una pequeña parte del total y me la dio comentando.
-Aquí está tu parte.
La conté rápidamente, saliendo tan solo unos tristes mil dólares, muy poco considerando todo lo que había hecho esa noche. Quise decirle algo, pero me contuve.
-En fin, ya has terminado por hoy, puedes marcharte.
Me puse en pie y me dirigí a la parte trasera del club, donde las chicas nos maquillábamos y preparábamos antes de salir al escenario; allí dentro me encontré con una de mis compañeras, precisamente la que me iba a relevar.
-Hola Wendy…
-Hola Sunset… ¿estás bien? Ya vi a ese cerdo…
-Sí, sólo fue un leve magreo, el cabrón de Trúnchez me ayudó, pero aun así…
-Oh, sí, p*to Trúnchez de mierda, entre él y sus otros dos hermanos no sé quién es peor, este lugar era mucho mejor cuando lo regentaba Dwayne Forge…
-Desde luego…
No había llegado a conocer a ese tal Dwayne, pero mi madre sí, y por lo que me llegó a contar era un hombre íntegro, leal y honorable aun a pesar de a lo que se dedicaba, tratando a las chicas a su cargo con respeto y pagándolas religiosamente. Sin embargo fue detenido y encarcelado a finales de los noventa, y actualmente cumple una condena de nueve años en el centro penitenciario Alderney.
-En fin, tú al menos ya has terminado, a mí me toca ahora.
-Sí, ánimo, Wendy.
-Gracias, nena, descansa.
Me vestí, guardando el poco dinero ganado en mi cartera, y salí del club por la parte trasera del mismo, dirigiéndome a mi coche, el cual se encontraba aparcado cerca de allí.
La noche en Bohan era mucho más oscura que en otros distritos de la ciudad, y las luces de neón rosa del Triangle Club brillaban con intensidad, vendiendo un buen rato a los residentes locales. Al contrario que otros barrios de allí, Northern Gardens era uno de los más desarrollados del distrito gracias a los pisos de protección oficial que se llegaron a construir allí, lo que redujo significativamente la inflación a ese lado de Bohan. Sin embargo eso no cambiaba nada en cuanto a delincuencia, pobreza y desigualdad se refería, habiendo casi tanto de todo eso como en el resto del distrito.
Triangle Club
Finalmente llegué hasta mi coche, un viejo y un tanto ajado utilitario Blista rojo que arranqué, poniéndome en marcha rápidamente. El viaje de vuelta a Fortside fue sumamente rápido, ya que apenas había tráfico ni gente a las cinco y media de la madrugada, el escenario perfecto para cualquier escena criminal posible, aunque por hoy ya había terminado para mí, al menos durante las siguientes horas.
Fortside era otro barrio más o menos decente, al menos todo lo decente que se podía ser en el distrito más barriobajero y de mala muerte de la ciudad más grande y ensimismada del mundo. Si por algo era reconocida Liberty City fuera de Estados Unidos era por su faceta más turística y cultural, aunque los panfletos de viajes y anuncios en televisión tendían a omitir e incluso ignorar la existencia de Bohan, aunque entre pandilleros era particularmente conocida, incluso los raperos locales se vanagloriaban en que fue allí donde nació el hip-hop americano como tal, aunque en parte llevaban razón, ya que fue en el mismo Bohan sur a finales de los 70 cuando se empezaron a desarrollar los primeros pasos del movimiento hip-hop actual. Aun así eso no quitaba lo que era, un antro de mala muerte, crimen, corrupción y de cualquier otro vicio que se preciara, al menos para mí, teniendo que crecer rodeada de todo lo malo de la sociedad. Tal vez hubiese sido mucho mejor si mi madre aún siguiera conmigo, pero por desgracia eso ya no era así desde hacía ya ocho años. Ocho años ya, aunque para mí parecía una eternidad.
Fortside
Aparqué el coche en un rincón de Drop Street, justo enfrente de la estación de tren elevado, y crucé la calle para entrar en mi casa, un pequeño apartamento de apenas unos treinta y cinco metros cuadrados con una pequeña cocina, un pequeño salón, un pequeño baño y un pequeño dormitorio, todo pequeño, pero lo suficiente para vivir, al menos tenía un lugar donde caerme muerta. Antes vivía con mi madre en Bahía Chica, aunque después de que ella muriese me fue imposible seguir parando allí, buscándome otro sitio donde estar. Por mediación de sus antiguos contactos, logré conseguir ese apartamento y vendí el otro en cuanto pude, asentándome en Fortside y continuando allí con mi miserable vida.
Nada más entrar me fui desvistiéndome por el camino, dejando tras de mi un reguero de ropa usada, hasta finalmente llegar a mi cama, dejándome caer sobre ella y durmiéndome casi al instante. Afuera, por la ventana, Liberty City trasnochaba.
Por desgracia todo lo bueno llegaba a su fin, y el dormir no era menos, por lo que en cuanto el despertador comenzó a sonar a las diez me levanté como pude y me arrastré a la cocina después de asearme un poco. Normalmente dormir sólo cinco horas afectaría negativamente a cualquiera, pero personalmente ya estaba acostumbrada a ese ritmo de vida, por lo que no fue tan duro. Para poder estar a tope durante el resto del día tomaba un copioso desayuno, el cual incluía varios huevos rotos con tocino, beicon y jamón de york, todo ello acompañado de algo de bollería y un buen y cargado café. Tras eso me vestí, cambiándome de ropa y usando unos desgastados vaqueros, junto con una camiseta violeta algo descolorida y un viejo chaleco de cuero negro y con los bordes del cuello rematados con pequeños puntos metálicos algo oxidados. Lo conjunté con unas viejas zapatillas algo raídas pero aún funcionales, rematando con mi sempiterna desert eagle, una pistola de gran calibre de la que no me separaba ni para mear, durmiendo incluso con ella bajo la almohada.
Antes de irme mi móvil, un viejo Badger de primera generación, sonó indicándome un mensaje entrante y vi que se trataba de Alfonso, el cual me decía.
Tengo algo para ti, ven a verme. Alfonso.
No me molesté en contestar, dándome por enterada y dirigiéndome al coche a no más tardar. Desde donde estaba me dirigí a Chase Point, un barrio cercano al de Polígono Industrial compuesto en su mayoría por almacenes, viejos condominios y alguna que otra industria pequeña o mediana, además de algún que otro pequeño núcleo residencial aledaño, aunque mi destino fue un almacén que hacía esquina con Windmill Street. Aparqué al lado y llamé a la puerta, abriéndome de seguido alguien al otro lado.
-Me ha llamado el jefe…
-Hola, Sunset, pasa.
Entré en el sitio y me dirigí al otro lado del almacén, entrando en un pequeño despacho y encontrándome allí con Alfonso.
-Alfonso, ya estoy aquí.
-¡Oh, aquí estás, mi pequeña Sunset, ven aquí, ven que te vea bien!-exclamó el aludido, un hombre de mediana edad, de tez morena y pelo castaño.
-Oh, por favor, Alfonso, para ya, te tengo dicho que no me llames así…
-Oh, ya lo sé, querida, siempre me olvido de que has crecido, pero es que mírate, estás hecha toda una mujer, y aun a pesar de todo siempre serás mi pequeña…
-Lo sé, lo sé…
-Sabes muy bien que prometí a tu madre, que en paz descanse, que cuidaría de ti hasta que te hicieras mayor. Y mírate, eres su viva imagen, tienes sus ojos.
Y así era, después de todo mi madre tenía cierto encanto a la hora de relacionarse con algunos de sus contactos, y Alfonso Vásquez fue uno de los que le entró por los ojos nada más verla. Aunque ella no le correspondió en ese sentido, ya que estaba centrada en cuidarme, él la prometió en su día su total lealtad y la permitió cualquier favor que se preciara, y mi madre, que era de las que cogía cariño rápidamente a la gente que lo merecía, confió en él en ese sentido y, tras su muerte, pasé a estar a su cargo, ya que apenas tenía unos diez años cuando se fue. Él me enseñó todo lo que sé ahora y, debido a que es miembro de los Spanish Lords, me aseguró un trabajo como asociada, pagándome religiosamente todos los encargos que le hacía, que eran mucho mejores que los del Triangle Club, dicho sea de paso.
-Lo sé, Alfonso, gracias por tus palabras, y por cuidar de mí, pero… ¿podemos dejarlo ahí?
El aludido me miró con gesto comprensivo, murmurando de seguido.
-Claro, perdona.
-No es nada. Decías que tenías algo para mí…
-Ah, sí, te cuento. Hará cosa de unas pocas semanas hemos estado haciendo tratos con una pequeña banda de hondureños asentados en Dukes, les he estado proveyendo de parte de nuestra mercancía para que la vendieran por allí, acordando repartirnos nosotros un sesenta por ciento de la totalidad de lo recaudado y ellos un cuarenta, pero desde entonces no hemos visto ni un solo centavo. Me da en la nariz que estos pretenden incumplir su parte del trato, y eso a mí no se me hace, mucho menos después de haberles dado un voto de confianza.
-Desde luego, es bastante descarado por su parte. ¿Quieres que vaya a apretarles las tuercas?
-Mismamente, por su bien espero que no estén tratando de joderme, pero aun así asegúrate primero. Están en Cerros de la Cerveza, concretamente en Inchon Avenue, junto a un callejón sin salida.
-Vale.
Tras eso me puse en camino, dirigiéndome al lugar asignado rápidamente; normalmente me sabía de pe a pa todas las calles de Bohan, aunque ya fuera de la misma me perdía un poco, por lo que tuve que tirar el GPS incorporado del coche para que me llevara.
El viaje me sacó de Bohan por el sur y cruzando el puente de Borough Este, un alargado puente compuesto de tres tramos y una intersección de autopista que cubre gran parte del tráfico entre Bohan, Dukes y Algonquin, aunque con la particularidad de que tenía varias cabinas de peaje de camino a Dukes, teniendo que parar y pagar los correspondientes cinco dólares. Además casi toda la totalidad del puente cubría gran parte de la superficie de la isla de Carga, siendo el único camino posible de entrar a la misma.
Puente de Borough Este
Para hacer el viaje algo más llevadero sintonicé mi emisora preferida, The Beat 102.7 y me relajé escuchando los ritmos raperos más contemporáneos del momento.
-Buenos días, Liberty City, tengo algo para ti, más te vale decirme dónde has escondido ese dinero porque te lo van a pedir, y ya sabes cómo va esto, nada de medias tintas, nada de excusas baratas. Busta Rhymes quiere cobrar su deuda y te lo recrimina de la mejor forma posible. Soy Dj Mister Cee, dando los buenos días. ¡Where's my money de Busta Rhymes!
Al punto los ritmos trepidantes e incisivos tan característicos de Busta Rhymes comenzaron a sonar, dejándome llevar por ellos y cabeceando a lomos del ritmo, llegando a rapear a la par de vez en cuando, especialmente el puente musical.
Bust Rhymes, hitting you with punch lines
Funny how I f*ck dimes
Bitch, you know I want mine
Where's my fucking money?
Funny how I f*ck dimes
Bitch, you know I want mine
Where's my fucking money?
Entrar en Dukes siempre la daba una sensación extraña, no era precisamente como Bohan ni por asomo, aunque su aspecto suburbial sí que podía dar una falsa sensación de sobriedad o de poca clase que realmente no casaba con la realidad, aunque tenía cierto encanto que no pasaba desapercibido, aun a pesar de que los residentes de por allí tenían fama de oler mal por hechos supuestamente históricos, ya que se dice que el nombre del distrito, Dukes, provino del hecho de que la gente de allí apestaba, aunque no había nada comprobado al cien por cien.
Cerros de la Cerveza
Aun así a mí la historia me la sudaba, por lo que me centré en el recado, llegando enseguida a la calle de marras y localizando rápidamente el callejón sin salida. Aparqué no muy lejos y me acerqué hasta el mismo, viendo que se trataba de un corto callejón que desembocaba en un pequeño patio donde había un garaje y una puerta semi abierta justo al lado. Sin dudarlo me acerqué a ella y eché un rápido vistazo antes de entrar, viendo el camino despejado. Un corto pasillo me llevó directamente a un pequeño y único apartamento, donde había varias personas allí hablando entre sí, llegando a captar retazos de la conversación.
-Hemos conseguido un buen pico ¿eh?
-Desde luego, con esto podremos empezar de nuevo en otro sitio, menudo idiota el puertorriqueño ese…
-Sí, hace falta ser bobo…
Con eso no hizo falta asegurarme más y aparecí de improviso por la puerta, dirigiéndome a ellos de forma intimidante.
-Me parece que os habéis olvidado pagar al señor Vásquez la parte que le toca, muchachos…
-¿Y esta quien co*o es?
-Ni zorra… ¿te envía Vásquez?
-Así es, y más os vale cumplir vuestra parte del trato si no queréis acabar mal…
-¡Ja! No nos hagas reír, zorra…
-Sí, a Vásquez le pueden dar por el culo, nosotros ya tenemos lo que queremos, será mejor que te apartes, nena…
-No me voy a ir a ninguna parte sin el dinero-anuncié entonces, poniéndome seria.
-¡Será imbécil la tía!
-¡Desde luego, tiene pelotas la cosa! ¡Apártate, guapa, o te apartamos nosotros!
Por mi parte tan solo les lancé una retadora mirada, preparándome para lo que fuera.
-¡Tú te lo has buscado, tía!-exclamó entonces el que más cerca tenía, yendo a hacer mano de una pistola.
Sin embargo yo fui más rápida, cogiendo la mía a tiempo y disparando rápidamente, cayendo el tipo al suelo como un peso pesado y sin volverse a levantar de nuevo.
-¡Mierda, ha matado a Valerio!
-¡Disparadla, matad a esa perra!
Actué deprisa y me cubrí tras el marco de la puerta, al tiempo que una intensa balacera comenzaba a presionarme desde dentro; esperé pacientemente a que se les acabara los cargadores y, en cuanto los tiros cesaron, me descubrí y empecé a disparar.
El primero fue el que estaba tras la mesa, que tenía una recortada consigo, tumbándole rápidamente de un disparo bien dirigido; el segundo fue el que estaba tras un sillón, disparándole a una pierna expuesta y luego rematándole rápidamente.
-¡j*der, j*der, ahora Manuel y Diego! ¡p*ta!-exclamó otro detrás de un andrajoso sofá.
La balacera volvió a incidir y me volví a cubrir, al tiempo que me ponía al otro lado de la puerta rodando para tener un mejor ángulo de visión; en cuanto tuve la ocasión, y tuve localizados a los siguientes, volví a disparar, esta vez hacia el otro lado del apartamento. Aproveché que el de detrás del sofá estaba ligeramente desprotegido y di buena cuenta de él.
-¡Oh, dios, Alberto! ¡Vale, vale, me rindo, no dispares!-exclamó entonces el único que quedaba.
Entré en el sitio pistola en mano y apuntando al último de todos, inquiriendo de seguido.
-¿Dónde está el dinero?
-¡Ahí, en esa bolsa de deporte de ahí! ¡Por favor, no me mates!-exclamó el hombre, muerto de miedo.
Sin dejar de encañonarle me acerqué a la bolsa y comprobé su contenido, viendo que estaba llena de dinero; en la mesa colindante había unas pequeñas y casi inexistentes muestras de ácido y sedantes similares a los que Alfonso manejaba.
-Lo habéis vendido casi todo…
-¡Sí, aquí la droga se vende como caramelos!
-¿Y pretendíais huir con el dinero? Qué despreciables…
-¡Sólo estábamos de paso, pero ahora…! ¡Oh, j*der, p*ta vida, tío!
Por un momento bajé la pistola para ir a coger la bolsa, pero fue entonces cuando el tipo trató de ir a por mí, cuchillo en mano; le intercepté a tiempo antes de que me atacara y le hice rápidamente una llave de judo que le hizo soltar el arma. Acto seguido le disparé en la rodilla, obligándole a hincar la pierna en el suelo, y en cuanto alzó la cabeza le disparé sin mayores contemplaciones.
-Quien jode a Alfonso me jode a mí. Os habéis pasado de listos-mascullé fríamente.
Me guardé la pipa en el bolsillo trasero del pantalón, poniéndole el seguro primero, cogí la bolsa con el dinero y salí de allí tranquilamente mientras hacía una rápida llamada a Alfonso, el cual cogió enseguida.
-Hola, Alfonso, he recuperado tu dinero, esos tipos pretendían fugarse con él.
-Ah, si ya lo sabía yo, no puedes fiarte de nadie hoy en día. Gracias, Sunset, tráelo aquí y saldremos de cuentas.
-Vale.
Regresé al coche, dejando el dinero en el asiento del acompañante, y poniéndome en marcha rápidamente. El viaje de vuelta fue algo más rápido, llegando a Bohan en poco menos de veinte minutos y entrando en el almacén de Alfonso con el dinero.
-Aquí está el dinero-murmuré, poniéndoselo en la mesa.
-Vale, veamos cuanto hay…
Estuvimos contándolo entre los dos hasta alcanzar la suma total de unos treinta mil dólares en total.
-Vaya, nada mal, sabían cómo vender, eso desde luego…
-Ya, pero te digo, esos ya no van a vender nada más.
-Sí, me lo imaginaba. Has hecho bien, Sunset, ya sólo nos faltaba que nos tomaran por el pito del sereno, haciéndonos perder género y dinero.
-Se tomaron a la ligera un trato, y eso no se hace.
-Desde luego. Gracias por todo, Sunset, toma, tu parte, te la has ganado.
Del total pilló una buena tajada y me la dio, sumando un total de diez mil dólares.
-Gracias por cuidar de mí, Alfonso…-murmuré, esbozando una tímida sonrisa.
Frente a eso el hombre me devolvió la sonrisa, haciéndome un gesto cariñoso bajo la barbilla, comentando de seguido.
-Es lo que le prometí a tu madre, cariño.
Asentí con la cabeza, sin decir nada más, aunque luego comenté.
-¿Necesitas ayuda con algo más?
-Nada más por ahora, ya te avisaré si surge algo.
-Vale, aunque… ¿Qué hay de eso que te pedí?
Frente a eso Alfonso torció el gesto, murmurando de seguido.
-Sigo buscando, cielo, pero por ahora no he averiguado nada. En cuanto sepa algo te digo ¿vale?
Por mi parte tan solo asentí mecánicamente, despidiéndome de él y yendo a hacer otras cosas, llamando a otros contactos para ver si tenían algo para mí, pero para mi buena o mala suerte no había nada que hacer por el momento.
Traté de usar el tiempo libre a mi favor y relajarme un poco, pero últimamente había acostumbrado a estar siempre en movimiento, y el no hacer nada me ponía particularmente nerviosa. Mi interior ardía con rabia y furia, buscando a ese alguien especial, el causante de toda mi miseria, el que me arrebató a lo que más quería en este aciago y funesto mundo. Ni siquiera un paseo por Welham Parkway, el parque de Bohan, calmó mis deseos de venganza; traté de relajarme y pensar en otra cosa, observando a la gente paseando por el parque y dando de comer a los patos del lago, pero ni siquiera eso me relajó. Probablemente toda esa gente tuviera una madre con la que hablar de sus problemas y ser consolada por ella en los momentos difíciles, pero a mí ya no me quedaba nada de eso, tan solo dolor y sufrimiento.
Welham Parkway
Fue entonces cuando un aviso en mi móvil sonó y al mirarlo abrí los ojos como platos, sin esperármelo.
-¿¡Era hoy?! ¡Oh, mierda!
Me puse en pie rápidamente y volví a mi coche, poniéndome en movimiento enseguida; desde donde estaba puse el GPS hacia mi destino y me adentré en el distrito de Algonquin desde el norte, dirigiéndome hacia el sur.
Mientras que Bohan era la cara sucia de la ciudad, Algonquin era justamente todo lo contrario, el distrito que siempre relucía bajo las brillantes y parpadeantes luces del capitalismo, vendiendo sueños rotos a los inmigrantes que llegaban allí por primera vez. Era un distrito al que particularmente no me gustaba mucho ir a no ser que fuera estrictamente necesario, aunque en ese momento sí que lo era, por lo que apechugué y lo atravesé sin prestar mucha atención a lo que me rodeaba. Pasé al lado del Middle Park y bajé por toda Columbus Avenue, teniendo que dar un rodeo por el Cruce Estrella, ya que había un tramo cortado por obras, hasta llegar a Hematite Street, yendo todo recto por ella hasta entrar a la isla Colonial por el puente del Olvido.
La isla Colonial era considerada como el apéndice de Algonquin, estaba ahí, aunque nadie sabía para qué exactamente; no era una isla muy transitada, había varios edificios de apartamentos, algunos comercios menores, una planta de reciclado y poco más, aunque era el lugar donde cierto lugar se encontraba. Aparqué el coche junto al paseo que había al lado del puente y entré en una floristería cercana, comprando un frondoso ramo de flores blancas y dirigiéndome directamente hacia el norte de la isla. Parte del puente de Algonquin pasaba sobre la isla, y desde allí se podía ver toda su enorme estructura, aunque mi destino era otro. Crucé la calle y entré directamente en el cementerio.
Cementerio de isla Colonial
El cementerio de la isla Colonial era uno de los más grandes de la ciudad, el cual era vigilado por el antiguo faro de la ciudad, actualmente en desuso, aunque fue recientemente restaurado y ahora se encontraba inscrito en el Registro Nacional de Lugares Históricos. Sin embargo no me encontraba allí por eso, dirigiéndome directamente a una tumba en concreto situada en el extremo inferior derecho del cementerio; me arrodillé ante ella y quité el anterior ramo de flores, ya marchito, colocando el nuevo en su lugar. En la lápida se podía leer el siguiente epitafio:
Aquí yace Sunshine Rise, madre dedicada, luchadora y superviviente. Tu hija y tus amigos más cercanos no te olvidan.
-Hola mamá, ya estoy aquí… perdona por no haber venido antes, casi se me olvida, menos mal que el calendario del móvil ha sonado…
Un denso silencio envolvía el lugar, oyéndose en la lejanía los sonidos de la ciudad, aunque apenas les presté atención. En un momento dado volví a hablar.
-Ya sé que han pasado ya ocho años, pero aun así… se siente como si hubiera sido ayer. Te echo tanto de menos… no sabes cuánto. Alfonso ha cuidado de mí desde entonces, y gracias a él he salido adelante, algo de lo que le estoy profundamente agradecida, pero aun así… eras tú la que siempre estaba ahí para mí.
En ese momento sentí cómo las lágrimas venían a mí, casi imparables, pero me las apañé para detenerlas. No tenía sentido que siguiera llorando. Ya lo hice en su día, y me prometí no volverlo a hacer nunca más. En su lugar enfoqué mis pensamientos hacia otra dirección, y fue entonces cuando la llama en mi interior volvió a crepitar con furia e intensidad, mascullando de seguido.
-Pero no dejaré que tu muerte sea en vano. Encontraré al cabronazo que te hizo esto y haré que pague por ello. No permitiré que salga impune por lo que hizo. Averiguaré quién ha sido y no le dejaré escapar. Te lo prometo, mamá.
Una leve brisa sopló del este y agitó los pétalos de las flores, dejando caer unas pequeñas gotas de agua, ya que estaban frescas. Por mi parte me levanté, mirando por última vez a la tumba, y susurrando.
-Adiós, mamá. Volveré otro día a verte.
Finalmente me fui de allí, dejando el cementerio vacío y silencioso una vez más. Unas densas nubes taparon el sol al pasar, sumiendo a la ciudad en una súbita oscuridad.
¡Surprise, madafacas! XD ¿os acordáis que llegué a comentar en las notas de algún capítulo de Crónicas de Los Santos que había llegado a pensar en hacer algún spin off con Sunset de protagonista? ¿sí, no? bueno, en todo caso aquí está el primer capítulo de ese spin off. En cuanto a detalles técnicos se refiere, como habréis visto estará ambientado plenamente en Liberty City, la ciudad en la que el anterior fic se encontraba parcialmente ambientado, aunque en cuanto a cronología se refiere se sitúa en el 2005, tres años antes de los acontecimientos de GTA IV y ocho antes de los de GTA V, y por consiguiente antes de Crónicas de Los Santos. Por si las dudas Sunset tiene 18 años, eso sí.
Por otro lado no quiero que este spin off sea muy largo, por lo que me limitaré y despacharé esta historia en diez capítulos justos, para darme cierto margen y que este no frene demasiado al fic base. Tenía pensado en escribirlo en cuanto acabase el anterior, pero tenía ciertas ideas en mente que me inspiraban bastante y decidí sacarlo del tintero. Ya sabéis, la inspiración es una zorra y todo eso.