¡Aquí viene el capítulo 11 a.k.a. el ecuador de la historia!
Capítulo 11
Ven, ven, ven a los ángeles de San Rafael
El sol se colaba por un pequeño resquicio de las láminas de la persiana, trazando una delgada línea que se proyectaba en la pared delantera e iba bajando hasta la cama; en pocos minutos el otro extremo llegó hasta el ojo derecho de Iván y éste parpadeó, sin abrir los ojos. Se recostó brevemente, sin romper su sueño, y apretó con fuerza y entre sus brazos la almohada; ésta se movió frenéticamente y sintió como le devolvía el gesto, cogiendo sus manos con unos abultados cascos.
En ese momento los dos se despertaron de golpe y a la vez, comprendiendo cual era la situación.
-¡Agh!-masculló él, botando.
-¡Ah, ah!-hizo lo propio Twilight.
Los dos se miraron por un momento y el chico masculló, muy cortado.
-¡Perdón, perdón, es que me muevo mucho!
-Sí, bueno, no pasa nada…-murmuró ella, ruborizada a más no poder.
Estuvieron recogiendo un poco y luego Iván fue a por algo para desayunar en la máquina, sacando varios bollos industriales, y un par de zumos; se los comieron todo rápidamente para irse lo antes posible, Iván salió primero para comprobar si había moros en la costa y Twilight le siguió después. Eran las nueve y media de la mañana y hacia muy buen día, con alguna que otra nube solitaria al fondo.
-¿Seguimos hacia el sur?-inquirió él, arrancando el coche.
-Sí, está algo más lejos que ayer, pero no parece haberse movido-dijo ella, recolocándose la tiara.
Sin ningún otro comentario salieron rápidamente de nuevo a la carretera.
Mientras tanto, en el Nissan Juke, Paco y Eduardo seguían dormitando, los dos con la boca abierta y un hilillo de baba colgando de los labios; en un estado de duermevela, Paco se desperezó y entreabrió los ojos, en el mismo momento en el que Iván y Twilight se estaban marchando. Se despertó entonces de golpe y masculló.
-¡Maldición, se largan! ¡Eduardo, Eduardo, despierta, arranca, corre, corre!
El chico se despertó duramente y aún algo dormido arrancó y se puso en marcha, tras su única pista.
Por otro lado, en una situación similar, Mendoza soñaba con los angelitos en su confortable Ford Mustang; en ese momento el móvil comenzó a sonar con estridencia y pegó un bote, despertándose.
-¡Maldita sea! ¿¡No te apagué acaso?!-masculló, extrañado.
Aun dormido cogió sin querer y al otro lado su mujer le taladró el oído al gritar.
-¡Enrique, no te lo repito más, o vuelves a casa ahora mismo o hemos terminado!
-Buenos días, princesa…-masculló el hombre, adolorido.
-¡Ni princesa ni ostias, estoy harta Enrique, sólo te importan tus negocios y no piensas en mí, ni en lo preocupada que estoy, no te importa nada más que tú mismo!
-No digas eso, claro que me importas nena, pero en este momento no puedo estar contigo, estoy en la otra punta de Segovia…
-…tratando de encontrar al que te la ha dado con queso, claro, tú, tú, y solo tú ¿¡es que no lo ves?!
-Mira, de verdad me importas, pero ahora…-quiso decir, pero en ese justo momento vio al coche del chaval y el poni saliendo hacia la carretera y masculló.
-¡Oh, mierda, se me van! ¡Ahora no puedo, te llamo después!-masculló, colgando de golpe.
Arrancó sin perder más tiempo y se centró en la persecución.
El viaje duró un par de horas a lo sumo, ya que tampoco podían correr demasiado bajo pena de multa gorda; vieron un par de helicópteros peinando la zona e Iván distinguió algunos radares camuflados a los arcenes de la carretera. Continuaron todo recto durante el tiempo que duró el viaje cuando de improviso, Twilight anunció.
-¡Derecha!
-¿Derecha, aquí?-inquirió él.
-¡Sí, derecha, derecha, no se ha movido, pero es aquí!
Iván se pegó al carril derecho y salió por la siguiente salida, en la cual un cartel indicaba: "Otero de Herreros. Los Ángeles de San Rafael".
-Vaya, vaya, los ángeles de San Rafael…-murmuró el chico, ceñudo.
-¿Qué es eso?-inquirió la unicornio, extrañada.
-Es un complejo residencial compuesto por una extensa urbanización de chaletitos y casas rurales… un buen lugar para esconderse, Carvajal tiene clase…-explicó Iván, bajando a tercera.
Entraron en la urbanización por el lado norte y pasaron por la estación y un pequeño núcleo de población antes de pasar a la parte de los chalets; Twilight iba atenta tratando de encontrar la ubicación exacta de Luna, pero los cucos chalets y el atractivo turístico y rural de la zona la dejaron extasiada.
-Que casitas más monas, por favor… me veo viviendo aquí…-masculló ella, encantada.
-Je, tú, yo y todos nos vemos viviendo aquí…-remarcó el chico, pasando un resalto.
Se dirigieron a la zona más apartada de la urbanización y en cuanto enfilaron la última calle, Twilight anunció.
-¡Allí, justo delante!
Justo al final de la calle había una de las más lujosos y grandes chalets en toda la urbanización, era de color blanco, de unos tres pisos (dos arriba y uno debajo del nivel del suelo) y con un diseño moderno y vanguardista.
-Joder, vaya choza… que bien te lo montas, Carvajal…-murmuró Iván, admirando la casa desde lejos.
-Uauh…-murmuró Twilight, asombrada.
No se acercaron demasiado para evitar ser vistos y enseguida trazaron un plan.
-Vale… ¿segura que Luna está allí?
-Segurísima, puedo notar su presencia con fuerza.
-Muy bien, vamos a salir a partir de aquí y tú vas a volverte invisible de nuevo; vamos a rodear los terrenos circundantes para ver por dónde podemos colarnos, tu magia nos servirá de gran ayuda, por lo que serás una pieza fundamental. Una vez dentro buscamos a Luna y nos vamos con ella ¿alguna duda?
-Sí, una solo… ¿Cómo vamos a hacer para llevarnos a Luna? Porque en el coche no cabe-dijo entonces ella.
Iván miró el habitáculo del vehículo y se quedó sin ideas.
-Eh… bueno, ya improvisaremos sobre la marcha.
Twilight realizó el hechizo de invisibilidad y se ocultó de la vista; los dos salieron del coche y se internaron en la maleza, para entrar por la zona campestre cercana al chalet.
Al poco rato de haber salido del coche, apareció el Nissan Juke de Paco y Eduardo, los cuales vieron al Ford Mondeo aparcado un poco más adelante.
-Ahí está el coche… pero espera ¿Dónde están?-inquirió Paco.
-Ni idea… vaya, menudo nido se gasta Carvajal…-comentó Eduardo, viendo la casa al fondo.
-No, esa no puede ser su casa, él vive en Madrid… a no ser que sea una vivienda extraoficial suya, lo cual no me extrañaría nada-murmuró Paco.
-En cualquier caso debe tener al unicornio dentro… ¿cómo haremos para entrar ahí y salir con el premio gordo?-quiso saber Eduardo.
Paco se quedó de brazos cruzados, rumiando un plan rápido; tras unos minutos pensativo, chascó los dedos y anunció.
-Lo tengo, va a ser un plan de acción fulminante, no se darán ni cuenta.
-A ver…
Pocos minutos después, el Ford Mustang también hizo acto de aparición y Mendoza pudo ver tanto el Ford del chico como el Nissan Juke que también les venía siguiendo.
-Ese Juke con el abollón ya lo había visto antes… algo me dice que se me han adelantado, demonios…-pensó el aristócrata, molesto.
Salió de su coche y contempló la moderna casa desde donde estaban.
-Bah, vanguardias, nunca las entenderé… aun así no pienso dejar que una valla de metacrilato sin personalidad me impida conseguir ese unicornio…-dijo él, dispuesto a todo.
Mientras tanto, en el interior del chalet, Carvajal hablaba con un hombre corpulento, entrado en carnes y rubio de bote.
-Gracias por acogerme una noche, Rodrigo, te estoy agradecido-le decía el mafioso.
-Ya ves tú… a mis amigos los tengo cerca, pero a mis enemigos mucho más…-murmuró el tal Rodrigo.
-No esperaba menos de un hombre tan metódico como tú… perfecto para el negocio…
-Pues claro ¿Qué te creías? ¿Qué me iba a dedicar a la restauración ad eternum? Eso es lo que tú y otros tantos hubieran querido…
-Ay, viejo lobo… como si no te conociera…
-Tú lo has dicho… por cierto ¿Qué es lo que has traído? Parece que lo guardas con mucho mimo…-comentó Rodrigo.
-Uy, si te contara no me creerías, es una oportunidad de negocio única que me puede asegurar mucha pero que mucha pasta, e incluso a largo plazo-dijo Carvajal, orgulloso.
-Cómo te gusta guardar secretos, Antonio… venga ¿Qué es lo que hace que tus labios se sellen de esa forma?
-Eso es lo que te gustaría saber ¿eh, viejo zalamero?
-Huy, si tú supieras…
En ese momento llegó una chica rubia despampanante, joven, de ojos azules y mirada profunda y sensual; estaba absorta con su móvil y parecía buscar algo.
-Aquí está la niña de mis ojos… ven aquí, hija mía, deja que tu viejo padre te achuche…-masculló Rodrigo.
-Sí papá, todos sabemos que eres un malote, no hace falta que sigas…-le dijo ella, sin apartar la vista de su móvil.
Cogió de un cajón un cargador y se fue por donde había venido.
-Oh, ha heredado mi garra y mi carácter, ya lo creo… sin embargo, su hermana pequeña es más tranquila, pero ella siempre ha sido mi ojito derecho-comentó Rodrigo.
-Aunque no parece muy interesada en el negocio…-observó Carvajal.
-En realidad no, está a sus cosas, ya sabes cómo son los chavales de hoy en día… pero quien sabe si más adelante termina metiéndose, yo prefiero darla tiempo.
En otra punta de la casa, una niña pequeña corría como loca por un pasillo, sujetando un avión de juguete en una mano y una napolitana de chocolate en la otra.
-¡El avión ha invadido el reino de Azúcar y ahora le ataca el monstruo napolitana gigante! ¡Piñao, piñao, lanza proyectiles de chocolate por todos los lados, es la guerra del dulce!-decía.
En ese momento pasó al lado de una puerta semiabierta y por un momento le pareció oír un sollozo proveniente de su interior; la niña se quedó extrañada y terminó a abrir la puerta, la cual daba a un garaje lo suficientemente grande como para abarcar el camión de Carvajal, una mesa de ping-pong, varios deportivos de lujo y un montón de trastos y bártulos al fondo del todo; pero ella se fijó en algo que antes no estaba, y esa era una especie de jaula cubierta con una lona y de donde salían los lloros. No lo dudó ni un segundo y descubrió la jaula, quedándose asombrada por lo que vio; Luna miró al inesperado visitante y, por alguna extraña razón, pudo sentir que no tenía malas intenciones para con ella. Además, vio que llevaba algo dulce con ella y la rugieron las tripas; la niña, al oírlo, se rio tontamente e inquirió.
-¿Tienes hambre? ¡Yo solo estoy jugando, toma, para ti!
Luna se quedó asombrada por el gesto, pero no lo dudó ni un instante y cogió la napolitana con su magia, devorándola con avidez; la niña la estuvo observando comer y luego la acarició pasando la mano entre los barrotes, al principio la alicornio se asustó, pero luego se dejó hacer, feliz de ver un poco de cariño después de tanta ambición y maldad juntas. La niña sonrió y en ese momento echó a correr, dejando sola a Luna.
Mediante varios trucos por parte de Twilight ejecutados de una manera impecable y bastante veloz, consiguieron colarse en la finca privada, acabando al lado de un acceso a la casa.
-Uauh, menudo mareo…-masculló Iván.
-Es la primera vez que encadeno tantos hechizos de teletransporte a la vez, no te creas que yo estoy lúcida ahora mismo…
-Vale, no te separes de mí, haremos esto rápido…
Entraron por la puerta, la cual para su eterna suerte estaba abierta y cruzaron por un largo pasillo que daba hasta una pequeña estancia, la cual parecía un saloncito de recreo de lo más cuco; en ese momento apareció en el sitio una rubia de ojos azules despampanante e Iván se quedó en el sitio alucinado. La chica se percató enseguida de su presencia, pero en vez de gritar ni nada, se le quedó mirando por un momento y luego masculló.
-Hola, chico guapo… no sé de dónde has salido, pero no me importa que lo hagas hecho…
-¿Ehm?-musitó él, KO mentalmente.
-Siempre me han gustado los chicos morenos como tú… ¿eres como la mayoría de los tíos, superficiales y volubles, o tienes algo mejor que ofrecerme?-inquirió ella, acercándose a él contoneando las caderas.
Iván se quedó con una cara tremenda, incapaz de creerse lo que estaba sucediendo; Twilight miró la situación un tanto ceñuda y algo cortada, pero al ser invisible no se veía.
-Me… me encantaría quedarme a charlar, pero ahora estoy un pelín ocupado… y te agradecería que no dijeras nada acerca de mi intromisión aquí, se supone que todo esto sería rápido y mira como ha acabado…-masculló el chico, perdiéndose por las curvas de la vida.
-Oh ¿eres poli? No lo pareces ¿vienes a tratar de desenmascarar a mi padre? El viejo de él tiene cuentas por todos lados y un sinfín de bienes sin declarar, aunque claro, se supone que siendo yo su hija no debería contarte nada más…-murmuró inocentemente, mordiéndose una uña.
-No sabía que Carvajal tenía una hija tan… destacable…
-¿Carvajal? ¿Quién es ese? Mi padre es Rodrigo Ruiz Taboada…
En ese momento, aparecieron de la nada los dos aludidos y de repente.
-¿Con quién hablas, cielo?-inquirió Rodrigo.
En cuanto Carvajal vio a Iván profirió un grito del susto y masculló.
-¿¡Tú?! ¿¡Pero qué demonios…?! ¿¡Cómo me has encontrado?!
-¡Siempre te encontraré Carvajal, y no pararé hasta que me devuelvas a Luna! ¡No te pertenece!
-¡Sigue soñando, pequeño, es mía y nadie me la quitará!
Acto seguido se oyó un fuerte ruido desde el otro lado del pasillo y de improviso apareció Mendoza de la nada, bastante azorado.
-Diablos, maldita puerta, forzarla ha sido un suplicio…-masculló.
-¿¡Tú también?!-musitó Carvajal, sin creérselo.
Pero eso no fue todo, puesto que en ese momento oyeron un golpe encima de sus cabezas y vieron tanto a Paco como Eduardo sobre el cristal techado, desabrochándose sendos paracaídas.
-¡Carvajal, nos debes una y muy gorda, venimos a cobrarte la deuda!-exclamó Paco.
-¿¡Pero esto que es?! ¿¡A quien me has traído aquí, a la policía secreta?!-inquirió Rodrigo, sin comprender nada.
-¿¡Qué secreta ni que ocho cuartos?! ¡Ayúdame a salir de aquí con mi paquete!-masculló Carvajal, echando a correr en dirección contraria.
-¡Oh, no, no te irás!-gritó en ese momento Twilight, descubriéndose y yendo a por él.
Desde el principio había sido todo muy confuso para todos, pero en ese justo momento se montó una buena y el caos más perfecto se extendió por toda la casa; Iván echó a correr tras Twilight, la hija de Rodrigo le siguió, Paco y Eduardo irrumpieron en la casa atravesando el cristal, Mendoza fue a buscar a Luna y el resto del servicio del mafioso contemplaron atónitos la escena, digna de la mayor comedia costumbrista. Twilight perseguía a Carvajal, pero éste la despistó subiendo al segundo piso y atajando luego por las escaleras; Mendoza se dio de bruces contra Paco y acabaron escaleras abajo. Eduardo se perdió en la planta baja y Rodrigo buscaba a Carvajal para que le diera una explicación. En ese momento se reencontró con él en la cocina, ya que había aprovechado el hueco del montacargas para esconderse.
-¡Carvajal, maldita sea, esto parece una jaula de grillos! ¿¡A qué viene toda esta mierda, quien es toda esa gente, por qué hay un unicornio lavanda lanzando hechizos arriba, qué demonios está pasando?!
-¡Te lo explicaría, pero ahora hay que sacar de aquí al unicornio antes de que estos capullos encuentren el garaje!-masculló.
-¿Si hacemos eso esta gente se irá?
-¡Claro! ¡Confía en mí, necesito que me saques ya mi camión del garaje!
-Está bien… ¡vosotros dos, coged el camión, cargad la jaula y lleváoslo a un sitio bien lejos!-indicó Rodrigo, a dos de sus criados.
-¿A dónde exactamente, señor?-quiso saber uno de ellos.
-¡Me da igual, al descampado que hay aquí cerca de la intersección, pero lo quiero lejos!
Los criados obedecieron rápido y aprovecharon de que todo el mundo estaba arriba armando una buena para recoger la jaula tapada y marcharse con el camión.
Mientras tanto, arriba, Twilight no dejaba de lanzar hechizos ofensivos contra todo lo que se movía, estaba muy enfadada y su ira no la dejaba ver más allá.
-¿¡Dónde está?! ¿¡Dónde está Luna?! ¡Devolvédnosla, ahora!-chillaba.
-¡Twilight, cálmate, para!-masculló Iván, cubriéndose.
-¡Deja de disparar, maldito poni tarado!-masculló Paco, escondido tras un mueble al otro lado del pasillo.
Mendoza trataba de abrirse paso tras un reloj de pie, pero con tanto proyectil mágico volando no podía moverse; la hija de Rodrigo estaba con Iván, la cual apenas entendía lo que estaba pasando. Pero por alguna loca razón, la chica salió de golpe y abrazó a la unicornio, diciéndola al oído.
-¡Tranquila, tranquila, está todo bien, cálmate!
En ese momento Twilight se calmó de golpe y miró a la chica, como esperando una respuesta que tardaba en llegar.
-¿Dónde está? Sólo quiero recuperarla y volver a mi casa…-masculló la poni.
-Yo te ayudaré a encontrarla…-anunció ella, muy decidida.
Iván las miró un tanto extrañado, sin explicarse del todo lo que acababa de suceder; pero entonces la tiara brilló y Twilight anunció.
-Se mueve… Luna se mueve…
-¿¡Qué?!
Todos se metieron en una sola habitación para mirar por la ventana y vieron como el camión giraba a la derecha y se perdía más allá de las casas de delante.
-¡Maldita sea, Carvajal, me tienes cansado con tanta vuelta!-masculló Mendoza, echando a correr.
Muchos le imitaron y bajar por las escaleras nunca fue tan complicado; enfilaron a la vez el pasillo y una vez fuera, todos fueron corriendo hasta sus respectivos coches. Iván vio que la hija de Rodrigo iba con él e inquirió.
-¡Ah! ¿¡Pero iba en serio?!
-¡No sé por qué ni a qué viene todo esto, pero… voy contigo, a donde quiera que sea que vayas!-exclamó ella.
-¡Por mi vale! ¡Al coche, rápido!-masculló él, abriéndolo.
Mientras tanto, los criados de Rodrigo llegaron a la explanada, la cual estaba llena de camiones con letreros que anunciaban un circo.
-Vaya, está ocupada…-masculló uno de ellos.
-No, mejor, así pasa desapercibido entre tanto camión… aparca entre esos dos-indicó el otro.
Maniobrando con cuidado para no llegar a golpearse, el criado consiguió posicionarse horizontalmente, pero debido a la irregularidad del terreno el vehículo cabeceó hacia atrás y le dio un sonoro golpe al radiador del camión que tenía detrás de él; en ese momento, de un tráiler-caravana cercano salió un hombre de mediana edad, bajito, rechoncho y con un fino bigote, y al verlo todo masculló con un marcado acento francés.
-¡Pero cuidado hombre, que estropean el acabado! ¡Que tenemos que llegar a la capital con él!
-¡Mierda!
-¡Nos han visto, sal, corre, corre!-masculló el otro.
Los dos criados salieron corriendo, despavoridos y dejaron allí la furgoneta; el hombre se acercó al camión mientras que varios payasos caracterizados también se acercaban.
-¡Sacrebleu, que desconsiderados! Menos mal que solo ha sido pequeño bollón…-masculló, mirando el radiador.
-¡Eh, director, mire esto!-dijo entonces uno de los payasos.
-¿Qué ocurre, mis pequeños payasotes?
Debido al golpe, las puertas de la furgoneta se habían abierto y se podía ver la jaula; pero es que con el golpe la manta que la cubría también se había caído y se podía ver a Luna, la cual miraba asustada a los nuevos visitantes.
-¡Oh, mon Dieu, c'est magnifique!-masculló el director, al verla.
Los payasos la miraron extasiados y en ese momento, uno de ellos sugirió.
-Señor… esos dos se han largado sin pasarnos los datos del seguro… ¿Qué le parece si hacemos la vista gorda con la debida compensación?
El director esbozó una sonrisita divertida y masculló.
-¡Mais oui, querido mío! ¡El circo no ha tenido nunca tan extraordinaria criatura, y algo me dice que haremos más caja que nunca! ¡Es la hora del espectáculo, mes amis!-masculló, decidido.
-¿¡Dónde está, dónde está?!-inquirió Iván, saliendo el primero de la calle.
-¡No está muy lejos, sigue todo recto, yo te indico!-dijo Twilight.
Tras ellos pudieron ver primero a Paco y Eduardo, y un poco más atrás a Mendoza.
-¿Pero que buscamos exactamente?-inquirió la hija de Rodrigo.
-A la princesa Luna, una alicornio de color azul oscuro-reveló el chico.
Ella le miró fijamente y murmuró, no muy convencida.
-Ya…
Al cabo de unos pocos minutos después de salir, Twilight indicó a la derecha en el siguiente cruce y entraron en un descampado, donde una hilera de camiones comenzaban a marcharse; los tres salieron del coche y vieron la furgoneta, pero enseguida se percataron de que algo no andaba bien.
-Un momento, las puertas están abiertas…
Justo después llegaron los demás, incluyendo a Rodrigo y Carvajal en un Porsche Panamera azul precioso.
-¡Me tenéis hasta los mismísimos de tanta vuelta!-masculló Mendoza.
-¡Nosotros no pensamos irnos sin el unicornio!-comentaron Paco y Eduardo.
-¡Nadie más va a hacer nada con el unicornio salvo yo! ¿¡Entendido?!-masculló Carvajal.
-¿¡Alguien va a tener la amabilidad de explicarme qué demonios pasa aquí?!-puso la puntilla Rodrigo.
-¡Silencio!-gritó en ese momento Twilight.
Todos en ese momento guardaron silencio y ella habló.
-¡Nadie va a tener a Luna porque en realidad está moviéndose de nuevo!
-¿¡Cómo?!
-Pero, pero… ¿no está en la furgoneta?-inquirió Carvajal.
En ese momento oyeron un fuerte claxon sonando y vieron que se trataba del último camión de la comitiva, el cual se alejaba con publicidad del circo francés en sus puertas; por un momento todos se quedaron en silencio, pensando en una obvia posibilidad. Y, evidentemente, todos pensaron en lo mismo.
-¡Mierda!-gritaron todos, volviendo a los coches.
Los motores rugieron a la vez y, por un momento, todos se miraron a través de los retrovisores; la cosa había llegado muy lejos y todos estaban dispuestos a todo con tal de recuperar a Luna, cada uno con sus intenciones e intereses. Y, como si se hubieran sincronizado, entendieron que lo que venía a continuación era la recta final.
-El que llegue el primero se lleva el premio-pensaron todos a la vez.
El primero en acelerar fue Iván, pero el Porsche de Rodrigo rugió tras él y le adelantó enseguida, dando comienzo a una frenética carrera en pos del objetivo común. Y ésta vez con intenciones de acabar.